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sobrepasa pues notablemente la simple descripción geomé-

trica. El matematismo no es ya descriptivo, sino forma-


tivo. La ciencia de la realidad no se conforma ya con el
cómo fenomenológico: ella busca el porqué matemático.
Y entonces, puesto que lo concreto acepta ya la informa-
ción geométrica, puesto que lo concreto es analizado correc-
tamente por lo abstracto, ¿por qué no podríamos fijar la
abstracción como el derrotero normal y fecundo del espíritu
PALABRAS PRELIMINARES científico? En efecto, si se reflexiona sobre la evolución del
espíritu científico, se discierne de inmediato un impulso que
I va de lo geométrico, más o menos visual, a la completa
abstracción. Desde que se accede a una ley geométrica, se
Tornar geométrica la representación, vale decir dibujar realiza una asombrosa inversión espiritual, suave y viva
los fenómenos y ordenar en serie los acontecimientos deci- como una concepción: la curiosidad da lugar a la esperanza
sivos de una experiencia, he ahí la primera tarea en la que dé crear. Puesto que la primera representación geométrica
se funda el espíritu científico. En efecto, es de este modo de los fenómenos significa esencialmlente poner en orden,
cómo se llega a la cantidad representada, a mitad camino esta primera ordenación nos abre las perspectivas de una
entre lo concreto y lo abstracto, en una zona intermedia en abstracción alerta y conquistadora, que nos lleva a organi-
la que el espíritu pretende conciliar las matemáticas y la zar racionalmente la fenomenología como una teoría del
experiencia, las leyes y los hechos. orden puro. Entonces, ni podría decirse que el desorden es
un orden desconocido, ni que el orden es una simple con-
Esta tarea de geometrízación que a menudo pareció lo- cordancia de nuestros esquemas con los objetos, como po-
grarse —ya después del éxito del cartesianismo, ya después dría ser el caso en el dominio de los datos inmediatos de la
del éxito de la mecánica newtoniana, ya también con la conciencia. Cuando se trata de experiencias guiadas o cons-
óptica de Fresnel— termina siempre por revelarse insufi- truidas por la razón, el orden es una verdad y el desorden
ciente. Tarde o temprano, en la mayor parte de los secto- un error. El orden abstracto es pues un orden probado, que
res, estamos obligados a comprobar que esta primera repre- no cae bajo las críticas bergsonianas del orden hallado.
sentación geométrica, fundada sobre un realismo ingenuo
de las propiedades espaciales, implica conveniencias más En este libro nos proponemos mostrar este destino gran-
ocultas, leyes topológicas menos firmemente solidarias con dioso del pensamiento científico abstracto. Para ello debe-
las relaciones métricas inmediatamente aparentes, en una pa- remos probar que pensamiento abstracto n o es sinónimo de
labra: vínculos esenciales más profundos que los vínculos mala conciencia científica, como la acusación trivial parece
de las representaciones geométricas familiares. Poco a poco implicar. Deberemos probar que la abstracción despeja al
se advierte la necesidad de trabajar debajo del espacio, por espíritu, que ella aligera al espíritu y que ella lo dinamiza.
así decir, en el nivel de las relaciones esenciales que sostienen Proporcionaremos esas pruebas estudiando más particular-
los fenómenos y el espacio. El pensamiento científico es mente las dificultades de las abstracciones correctas, seña-
entonces arrastrado hacia "construcciones" más metafóricas lando las insuficiencias de los primeros intentos, la pesadez
que reales, hacia "espacios de configuración" de los que el de los primeros esquemas, al mismo tiempo que subrayamos
espacio sensible, en definitiva, no es sino un mísero ejem- el carácter discursivo de la coherencia abstracta y esencial
plo. El papel de las matemáticas en la física contemporánea que nunca logra su objetivo de una sola vez. Y para mos-

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trar mejor que el proceso de abstracción no es uniforme, no nes particulares en este tríptico, que no nos permitiría di-
titubearemos en emplear a veces un tono polémico insis- bujar con suficiente precisión los detalles de la evolución
tiendo sobre el carácter de obstáculo que presenta la expe- psicológica que deseamos caracterizar. Una vez más, las
riencia, estimada concreta y real, estimada natural e fuerzas psíquicas que actúan en el conocimiento científico
inmediata. son más confusas, más sofocadas, más titubeantes de lo que
Para describir adecuadamente el trayecto que va desde la se imagina cuando se las aprecia desde afuera, en los libros
percepción considerada exacta hasta la abstracción felizmen- donde ellas aguardan al lector. ¡Hay tan gran distancia
te inspirada en las objeciones de la razón, estudiaremios múl- entre el libro impreso y el libro leído, entre el libro leído
tiples ramas de la evolución científica. Como las soluciones y el libro comprendido, asimilado, retenido! Hasta en un
científicas, en problemas diferentes, no poseen jamás el mis- espíritu claro, hay zonas oscuras, cavernas en las que aún
mo grado de madurez, no presentaremos una serie de cua- residen las sombras. Hasta en el hombre nuevo, quedan
dros de conjunto; no temeremos desmenuzar nuestros argu- vestigios del hombre viejo. En nosotros, el siglo X V I I I
mentos para mantenernos en el contacto más preciso posible continúa su vida sorda; y puede ¡ay! reaparecer. No vemos
con los hechos. No obstante, si por razones de claridad, se en ello, como Meyerson, una prueba de la permanencia y
nos obligara a poner groseras etiquetas históricas en las di- de la fijeza de la razón humana, sino más bien una prueba
ferentes etapas del pensamiento científico, distinguiríamos de la somnolencia del saber, una prueba de esta avaricia del
bastante bien tres grandes períodos. hombre culto rumiando sin cesar las mismas conquistas, la
El primer período, que representa el estado precien tífico, misma cultura y volviéndose, como todos los avaros, vícti-
comprendería a la vez la antigüedad clásica y los tiempos ma del oro acariciado. Mostraremos, en efecto, la endósmo-
de renacimiento y de nuevos esfuerzos, con los siglos XVI, sis abusiva de lo asertórico en lo apodíctico, de la memoria
X V I I y aun el XVIII. en la razón. Insistiremos sobre el hecho de que no puede
El segundo período, que representa el estado científico, prevalerse de un espíritu científico, mientras no se esté se-
en preparación a fines del siglo XVIII, se extendería hasta guro, en cada momento de la vida mental, de reconstruir
todo el siglo X I X y comienzos del XX. todo su saber. Sólo los ejes racionales permiten tal recons-
En tercer lugar, fijaríamos exactamente la era del nuevo trucción. El resto es baja mnemotécnica. La paciencia de la
espíritu científico en 1905, en el momento en que la Rela- erudición nada tiene que ver con la paciencia científica.
tividad einsteiniana deforma conceptos primordiales que se Puesto que todo saber científico ha de ser, en todo mo-
creían fijados para siempre. A partir de esta fecha, la razón mento, reconstruido, nuestras demostraciones epistemológi-
multiplica sus objeciones, disocia y reconfigura las nociones cas no saldrán sino gananciosas si se desarrollan a la altura
fundamentales y ensaya las abstracciones más audaces. En de los problemas particulares, sin preocuparse de mantener
veinticinco años, como signos de una asombrosa madurez el orden histórico. Tampoco titubearemos en multiplicar
espiritual, aparecen tales pensamientos, que uno sólo de los ejemplos, si queremos dar la impresión que en todas
ellos bastaría para dar lustre a un siglo. Son la mecánica las cuestiones, para todos lo fenómenos, es necesario pasar
cuántica, la mecánica ondulatoria de Louis de Broglie, la ante todo de la imagen a la forma geométrica y luego de
física de las matrices de Heisenberg, la mecánica de Dirac, la forma geométrica a la forma abstracta, y recorrer el ca-
las mecánicas abstractas y, sin duda, muy pronto las físicas mino psicológico normal del pensamiento científico. Parti-
abstractas que ordenarán todas las posibilidades de la ex- remos, pues, casi siempre, de las imágenes, a veces muy pin-
periencia. torescas, de la fenomenología básica; veremos, cómo y con
Mas no nos limitaremos a inscribir nuestras observacio- qué dificultades se sustituyen a esas imágenes las formas

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geométricas adecuadas. N o es de asombrarse que tal geo- un elemento de solidez y de confianza que no se ha estu-
m<etrización, tan difícil y lenta, se presente durante mu- diado suficientemente. ¿Dar y sobre todo mantener un inte-
cho tiempo como una conquista definitiva y que sea sufi- rés vital en la investigación desinteresada, no es el primer
ciente para constituir el sólido espíritu científico, tal como deber del educador, cualquiera sea la etapa formativa en la
aparece en el siglo XIX. Se es muy apegado a lo que se ha que se encuentra? Pero tal interés tiene también su historia
conquistado penosamente. N o obstante necesitaremos pro- y, aun a riesgo de ser acusado de entusiasmo fácil, deberemos
bar que esta geometrización es una etapa intermedia. ensayar de señalar bien su fuerza a lo largo de la paciencia
Pero este desarrollo seguido a través de las cuestiones científica. Sin aquel interés, esta paciencia sería sufrimiento.
particulares, en el desmenuzamiento de los problemas y de Con aquel interés, esta paciencia es vida espiritual. Hacer
las experiencias, no será claro sino cuando se nos permita, la psicología de la paciencia científica consistirá en adjuntar
esta vez fuera de toda correspondencia histórica, hablar de a la ley de los tres estados del espíritu científico, una especie
una especie de ley de los tres estados para el espíritu cien- de ley de los tres estados de alma, caracterizados por in-
tífico. En su formación individual, un espíritu científico tereses:
pasaría pues necesariamente por los tres estados siguientes, Alma pueril o mundana, animada por la curiosidad in-
mucho más precisos y particulares que las formas comtianas. genua, llena de asombro ante el menor fenómeno instru-
I 9 El estado concreto, en el que el espíritu se recrea con mentado, jugando a la física para distraerse, para tener el
las primeras imágenes del fenómeno y se apoya sobre una pretexto de una actitud seria, acogiendo las ocasiones de
literatura filosófica que glorifica la Naturaleza, y que, ex- coleccionista, pasiva hasta en la dicha de pensar.
trañamente, canta al mismo tiempo a la unidad del mundo Alma profesoral, orgullosa de su dogmatismo, fija en su
y a la diversidad de las cosas. primera abstracción, apoyada toda la vida en los éxitos
2° El estado concreto-abstracto, en el que el espíritu ad- escolares de su juventud, repitiendo cada año su. saber, im-
junta a la experiencia física esquemas geométricos y se apo- poniendo sus demostraciones, entregada al interés deductivo,
ya sobre una filosofía de la simplicidad. El espíritu se man- sostén tan cómodo de la autoridad, enseñando a su criado
tiene todavía en una situación paradójica: está tanto *nás como hace Descartes o a los provenientes de la burguesía
seguro de su abstracción cuanto más claramente esta abs- como hace el "agrégé" de la Universidad ( 1 ) .
tracción está representada por una intuición sensible. Finalmente, el alma en trance de abstraer y de quinta-
3 9 El estado abstracto, en el que el espíritu emprende esenciar, conciencia científica dolorosa, librada a los inte-
informaciones voluntariamente substraídas a la intuición reses inductivos siempre imperfectos, jugando el peligroso
del espacio real, voluntariamente desligadas de la experien- juego del pensamiento sin soporte experimental estable;
cia inmediata y hasta polemizando abiertamente con la reali- transtornada a cada instante por las objeciones de la razón,
dad básica, siempre impura, siempre informe. poniendo incesantemente en duda un derecho particular a la
Finalmente, para terminar de caracterizar estas tres etapas abstracción, ¡pero, cuán segura de que la abstracción es un
del pensamiento científico, deberemos preocuparnos de los deber, el deber científico, y la posesión finalmente depu-
diferentes intereses que constituyen en cierto modo su base rada del pensamiento del mundo!
afectiva. Precisamente, el psicoanálisis, cuya intervención ¿Podremos lograr la convergencia dé intereses tan encon-
proponemos en una cultura objetiva, debe desplazar los in- trados? En todo caso, la tarea de la filosofía científica está
tereses. Sobre este punto, aunque tengamos que forzar la
nota, quisiéramos por lo menos dar la impresión que vis- ( ! ) Véase H. G. WELLS: La conspiration aa grand jour (trsd.),
lumbramos, con el carácter afectivo' de la cultura intelectual, p. 85, 86, 87.

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bien delineada: psicoanalizar el interés, destruir todo uti- realmente llamativo que la antigua epistemología haya es-
litarismo por disfrazado que esté y por elevado que preten- tablecido una vinculación continua entre la observación y
da ser, dirigir el espíritu de lo real a lo artificial, de lo la experimentación, cuando la experimentación debe apar-
natural a lo humano, de la representación a la abstracción. tarse de las condiciones ordinarias de la observación. Como
Nunca como en nuestra época el espíritu científico necesita la experiencia común no está compuesta, ella no podría
ser defendido, ser ilustrado en el mismo sentido en que du ser, creemos nosotros, efectivamente verificada. Permanece
Bellay trabajó en la Défense et Illustration de la langm siendo un hecho. N o puede darnos una ley. Para confir-
mar científicamente la verdad, es conveniente verificarla
frangaise. Pero tal ilustración no puede limitarse a una
desde varios puntos de vista diferentes. Pensar una expe-
sublimación de las aspiraciones comunes más diversas. Ella
riencia es entonces mostrar la coherencia de un pluralismo
debe ser normativa y coherente. Debe tornar claramente
inicial.
consciente y activo el placer de la excitación espiritual en
el descubrimiento de la verdad. Debe forjar la mente con Mas por hostiles que seamos a las pretensiones de los
la verdad. El amor por la ciencia debe ser un dinamismo espíritus "concretos", que creen captar inmediatamente lo
psíquico autógeno. Eii el estado de pureza logrado por un dado, no trataremos de incriminar sistemáticamente toda in-
psicoanálisis del conocimiento objetivo, ta ciencia es la esté- tuición aislada. La mejor prueba de ello es que daremos
tica de la inteligencia. ejemplos en los que las verdades de hecho llegan a inte-
grarse inmediatamente en la ciencia. N o obstante, nos pa-
rece que el epistemólogo —que en esto difiere del historia-
dor— debe subrayar, entre todos los conocimientos de una
Ahora, una palabra sobre el tono de este libro. Como en
época, las ideas fecundas. Para él, la idea debe poseer más
definitiva nos proponemos delinear la lucha contra algunos
que una prueba de existencia, debe poseer un destino espi-
prejuicios, los argumentos polémicos pasan frecuentemente
ritual. N o titubearemos, pues, en inscribir entre los errores
al primer plano. Es, por otra parte, más difícil de l o que
— o a cuenta de la inutilidad espiritual, que no está muy le-
se supone, separar la razón arquitectónica de la razón polé-
jos de ser la misma cosa— toda verdad qu« no sea la pieza
mica, pues la crítica racional de la experiencia es solidaria
de un sistema general, toda experiencia, aun justa, cuya afir-
con la organización teórica de la experiencia: todas las ob-
mación quede desvinculada de un método general de experi-
jeciones de la razón son pretextos para experiencias. Se ha
mentación, toda observación, por real y positiva que sea, que
dicho frecuentemente que una hipótesis científica que no
se anuncie en una falsa perspectiva de verificación. Un mé-
levanta ninguna contradicción no está lejos de ser una hipó-
todo tal de crítica exige una actitud expectante, casi tan
tesis inútil. L o mismo, una experiencia que no rectifica
prudente frente a lo conocido como a lo desconocido, siem-
ningún error, que es meramente verdadera, que no provoca
pre en guardia contra los conocimientos familiares, y sin
debates, ¿a qué sirve? Una experiencia científica es, pues,
mucho respeto por las verdades de escuela. Se comprende,
una experiencia que contradice a la experiencia común. Por
pues, que un filósofo que sigue la evolución de las ideas
otra parte, la experiencia inmediata y usual mantiene siem-
científicas en los malos autores/como :n los buenos, en los
pre una especie de carácter tautológico, ella se desarrolla en
naturalistas como en los matemáticos, esté mal protegido
el m¡undo de las palabras y de las definiciones, y carece pre-
en contra de una impresión de incredulidad sistemática, y que
cisamente de aquella perspectiva de errores rectificados que
adopte un tono escéptíco que concuerda débilmente con su
caracteriza, según nuestro modo de ver, al pensamiento cien-
fe, por otra parte sólida, en los progresos del pensamiento
tífico. La experiencia común no está en verdad compuesta,
humano.
a lo sumo está hecha con observaciones yuxtapuestas, y es

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La idea de partir del cero para fundar y acrecentar sus
bienes, no puede surgir sino en culturas de simple yuxta-
posición, en las que todo hecho conocido es inmediatamente
una riqueza. Mas frente al misterio de lo real el alma no
puede, por decreto, tornarse ingenua. Es entonces imposible
hacer, de golpe, tabla rasa de los conocimientos usuales.
Frente a lo real, lo que cree saberse claramente ofusca lo que
debiera saberse. Cuando se presenta ante la cultura cientí-
CAPÍTULO I fica, el espíritu jamás es joven. Hasta es muy viejo, pues
tiene la edad de sus prejuicios. Tener acceso a la ciencia es
LA N O C I Ó N DE OBSTACULO EPISTEMOLÓGICO rejuvenecer espiritualmente, es aceptar una mutación brusca
P L A N D E LA OBRA que ha de contradecir a un pasado.
La ciencia, tanto en su principio como en su necesidad de
I coronamiento, se opone en absoluto a la opinión. Si en
alguna cuestión particular debe legitimar la opinión, lo hace
Cuando se investigan las condiciones psicológicas del por razones distintas de las que fundamentan la opinión;
progreso de la ciencia, se llega muy pronto a la convicción de manera que la opinión, de derecho, jamás tiene razón.
de que hay que plantear el problema del conocimiento La opinión piensa mal; no piensa; traduce necesidades en
científico en términos de obstáculos. N o se trata de consi- conocimientos. Al designar a los objetos por su utilidad,
derar los obstáculos externos, como la complejidad o la fu- ella se prohibe el conocerlos. Nada puede fundarse sobre
gacidad de los fenómenos, ni de incriminar a la debilidad la opinión: ante todo es necesario destruirla. Ella es el
de los sentidos o del espíritu humano: es en el acto mismo primer obstáculo a superar. No es suficiente, por ejemplo,
de conocer, íntimamente, donde aparecen, por una especie rectificarla en casos particulares, manteniendo, como una
de necesidad funcional, los entorpecimientos y las confu- especie de moral provisoria, un conocimiento vulgar provi-
siones. Es ahí donde mostraremos causas de estancamiento sorio. El espíritu científico nos impide tener opinión sobre
y hasta de retroceso, es ahí donde discerniremos causas de cuestiones que no comprendemos, sobre cuestiones que no
inercia que llamaremos obstáculos epistemológicos. El co- sabemos formular claramente. Ante todo es necesario saber
nocimiento de lo real es una luz que siempre proyecta al- plantear los problemas. Y dígase lo que se quiera, en la
guna sombra. Jamás es inmediata y plena. Las revelaciones vida científica los problemas no se plantean por sí mismos.
de lo real son siempre recurrentes. Lo real no es jamás "lo Es precisamente este sentido del problema el que sindica
que podría creerse", sino siempre lo que debiera haberse el verdadero espíritu científico. Para un espíritu científico
pensado. El pensamiento empírico es claro, inmediato, todo conocimiento es una respuesta a una pregunta. Si no
cuando ha sido bien montado el aparejo de las razones. Al hubo pregunta, no puede haber conocimiento científico.
volver sobre un pasado de errores, se encuentra la verdad Nada es espontáneo. Nada está dado. T o d o se construye.
en un verdadero estado de arrepentimiento intelectual. En
efecto, se conoce en contra de un conocimiento anterior, Un conocimiento adquirido por un esfuerzo científico
destruyendo conocimientos mal adquiridos o superando puede declinar. La pregunta abstracta y franca se desgasta:
aquello que, en el espíritu mismo, obstaculiza a la espiri- la respuesta concreta queda. Con eso, la actividad espiritual
tualización. se invierte y se endurece. Un obstáculo epistemológico se
incrusta en el conocimiento no formulado. Costumbres in-

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telectuales que fueron útiles y sanas pueden, a la larga, trabar ees o por simples concursos universitarios, se capitaliza como
la investigación. "Nuestro espíritu —dice justamente Berg- una riqueza material. Aun admitiendo que una buena cabe-
son ( J ) — tiene una tendencia irresistible a considerar más za escapa al narcisismo intelectual tan frecuente en la cultura
claras las ideas que le son útiles más frecuentemente." La literaria, en la adhesión apasionada a los juicios del gusto,
idea conquista así una claridad intrínseca abusiva. Con el puede seguramente decirse que una buena cabeza es desgracia-
uso, las ideas se valorizan indebidamente. Un valor en sí se damente una cabeza cerrada. Es un producto de escuela.
opone a la circulación de los valores. Es un factor de inercia En efecto, las crisis del crecimiento del pensamiento im-
para el espíritu. A veces una idea dominante polariza al es- plican una refundición total del sistema del saber. Enton-
píritu en su totalidad. Hace unos veinte años, un episte- ces la cabeza bien hecha debe ser rehecha. Cambia de es-
mólogo irreverente decía que los grandes hombres son útiles pecie. Se opone a la especie precedente por una función
a la ciencia en la primera mitad de su vida, nocivos en la decisiva. A través de las revoluciones espirituales que exige
segunda mitad. El instinto formativo es tan persistente en la invención científica, el hombre se convierte en "una especie
ciertos hombres de pensamiento que no debemos alarmarnos matante o, para expresarlo aún mejor, en una especie que
por esta boutade. Pero al final el instinto formativo acaba necesita mutar, que sufre si no cambia. Espíritualmente el
por ceder frente al instinto conservativo. Llega un mo- hombre necesita necesidades. Si se considerara adecuadamen-
mento en el que el espíritu prefiere lo que confirma su saber te, por ejemplo, la modificación psíquica que se realiza a tra-
a lo que lo contradice, en el que prefiere las respuestas a las vés de la comprensión de doctrinas como la Relatividad o la
preguntas. Entonces el espíritu conservativo domina, y el Mecánica ondulatoria, quizá no se encontrarían estas expre-
crecimiento espiritual se detiene. siones exageradas, sobre todo si se reflexionara en la real
Como se ve, no titubeamos en invocar los instintos para solidez de la tienda prerrelativista. Mas ya volveremos so-
señalar la cabal resistencia de ciertos obstáculos epistemo- bre estos juicios en nuestro último capítulo, cuando habre-
lógicos. Es una concepción que nuestros desarrollos tratarán mos aportado numerosos ejemplos de revoluciones espiri-
de justificar. Pero, desde ya, hay que darse cuenta que el tuales.
conocimiento empírico, que es el que estudiaremos casi úni- Se repite también frecuentemente que la ciencia es ávida
camente en esta obra, compromete al hombre sensible a tra- de unidad, que tiende a unificar fenómenos de aspecto dis-
vés de todos los caracteres de su sensibilidad. Cuando el co- tinto, que busca la sencillez o la economía en los principios
nocimiento empírico se racionaliza, nunca se está seguro de y en los métodos. Esta unidad la encontraría muy pronto,
que los valores sensibles primitivos no afecten a los racio- si pudiera complacerse con ello. Por el contrario, el progre-
cinios. De una manera muy visible, puede reconocerse que so científico marca sus más puras etapas abandonando los
la idea científica demasiado familiar se carga con un con- factores filosóficos de unificación fácil, tales como la unidad
creto psicológico demasiado pesado, que ella amasa un nú- de acción del Creador, la unidad de plan de la Naturaleza, la
mero excesivo de analogías, imágenes, metáforas, y que poco unidad lógica. En el hecho, estos factores de unidad que aún
a poco pierde su vector de abstracción, su afilada punta abs- actuaban en el pensamiento científico del siglo XVIII, ya no
tracta. En particular, es caer en un vano optimismo' cuando se invocan más. Al sabio contemporáneo que quisiera
se piensa que saber sirve automáticamente para saber, que la reunir la cosmología y la teología se le reputaría muy pre-
cultura se torna tanto más fácil cuanto está más extendida tencioso.
y que en fin, la inteligencia, sancionada por éxitos preco- Y entrando en el detalle mismo de la investigación cien-
tífica, frente a una experiencia bien determinada que pueda
(!) BERGSON-, La Pensée et le MoaMnt, París, 1 9 3 4 , p. 231. ser registrada como tal, verdaderamente como una y com-

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pleta, el espíritu científico jamás se siente impedido de va- po, el riesgo y el éxito. Sólo la razóú dinamiza a la in-
riar las condiciones, en una palabra de salir de la contem- vestigación, pues sólo ella sugiere, más allá de la experiencia
plación de lo mismo y buscar lo otro, de dialectizar la ex- común (inmediata y especiosa), la experiencia científica (in-
periencia. Así es como la Química multiplica y completa sus directa y fecunda). Es, pues, el esfuerzo de racionalidad y de
seríes homologas, hasta salir de la Naturaleza materializan- construcción el que debe atraer la atención del epistemó-
do cuerpos más o menos hipotéticos sugeridos por el pensa- logo. El historiador de la ciencia debe tomar las ideas
miento inventivo. Es así como en todas las ciencias rigu- como hechos. El epistemólogo debe tomar los hechos como
rosas, un pensamiento ansioso desconfía de las identidades ideas, insertándolas en un sistema de pensamientos. U n
más o menos aparentes, para reclamar incesantemente mayor hecho mal interpretado por una época, sigue siendo un
precisión, ipso facto mayores ocasiones de distinguir. Preci- hecho para el historiador. Según el epistemólogo es un obs-
sar, rectificar, diversificar, he ahí los tipos del pensamiento táculo, un contrapensamiento.
dinámico que se alejan de la certidumbre y de la unidad, y que Será, sobre todo, profundizando la noción de obstáculo
en los sistemas homogéneos encuentran más obstáculos que epistemológico cómo se otorgará su pleno valor espiritual
impulsos. En resumen, el hombre animado por el espíritu a la historia del pensamiento científico. Demasiado a me-
científico, sin duda desea saber, pero es por lo pronto para nudo la preocupación por la objetividad, que lleva al histo-
interrogar mejor. riador de las ciencias a repertoriar todos los textos, no llega
a la apreciación de las variaciones psicológicas en la interpre-
tación de un mismo texto. ¡En una misma época, bajo una
II misma palabra, hay conceptos tan diferentes! L o que nos
engaña es que la misma palabra designa y explica al mismo
La noción de obstáculo epistemológico puede ser estudia- tiempo. La designación es la misma; la explicación es dife-
da en el desarrollo histórico del pensamiento científico y en rente. Por ejemplo, al teléfono corresponden conceptos que
la práctica de la educación. En uno y otro caso, este estudio difieren totalmente para el abonado, para la telefonista,
no es cómodo. La historia, por principio, es en efecto hostil para el ingeniero, para el matemático preocupado en las
a todo juicio normativo. Sin embargo, si se quiere juzgar ecuaciones diferenciales de las corrientes telefónicas. El epis-
la eficacia de un pensamiento, hay que colocarse en un punto temólogo tendrá, pues, que esforzarse en captar los conceptos
de vista normativo. Todo lo que se encuentra en la historia científicos en efectivas síntesis psicológicas; vale decir, en
del pensamiento científico, dista mucho de servir efectiva- síntesis psicológicas progresivas, estableciendo, respecto de
mente a la evolución de este pensamiento. Ciertos conoci- cada noción, una escala de conceptos, mostrando cómo un
mientos aun justos, detienen demasiado pronto a investiga- concepto produce otro, cómo se vincula con otro. Entonces
ciones útiles. El epistemólogo debe, pues, seleccionar los do- tendrá cierta posibilidad de apreciar una eficacia epistemoló-
cumentos recogidos por el historiador. Debe juzgarlos des- gica. Y de inmediato el pensamiento se presentará como una
de el punto de vista de la razón y hasta de la razón evo- dificultad vencida, como un obstáculo superado.
lucionada, pues solamente en nuestros días es cuando po- En la educación, la noción de obstáculo pedagógico es
demos juzgar plenamente los errores del pasado espiritual. igualmente desconocida. Frecuentemente me ha chocado el
Por otra parte, aun en las ciencias experimentales, es siempre hecho de que los profesores de ciencias, aún más que los
la interpretación racional la que ubica los hechos en su lu- otros si cabe, no comprendan que no se comprenda. Son
gar exacto. Es sobre el eje experiencia-razón, y en el sentido poco numerosos los que han sondeado la psicología del error,
de la racionalización, donde se encuentran, al mismo tiem- de la ignorancia y de la irreflexión. El libro de Gérard-Varet

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no ha tenido resonancia (*). Los profesores de ciencias se Von Monakow y Mourgue han observado justamente esta
imaginan que el espíritu comienza como una lección, que dificultad de reforma en los métodos de educación, invocan-
siempre puede rehacerse una cultura perezosa repitiendo una dó el peso de los instintos en los educadores ( 1 ) . "Hay in-
clase, que puede hacerse comprender una demostración re- dividuos para los cuales todo consejo relativo a los errores
pitiéndola punto por punto. N o han reflexionado sobre de educación que cometen, es absolutamente inútil porque
el hecho de que el adolescente llega al curso de Física con esos llamados errores no son sino> la expresión de un com-
conocimientos empíricos ya constituidos; no se trata, pues, portamiento instintivo." En verdad, von Monakow y
de adquirir una cultura experimental, sino de cambiar una Mourgue se refieren a "individuos psicópatas", pero la rela-
cultura experimental, de derribar los obstáculos amontonados ción de maestro a alumno es una relación fácilmente pató-
por la vida cotidiana. Un solo ejemplo: el equilibrio de los gena. El educador y el educando participan de un psico-
cuerpos flotantes es objeto de una intuición familiar que es análisis especial. De todos modos, el examen de las formas
una maraña de errores. De una manera más o menos clara se inferiores del psiquismo no debe ser descuidado, si se desean
atribuye una actividad al cuerpo que flota, o mejor, al cuerpo
caracterizar todos los elementos de la energía espiritual y
que nada. Si se trata con la mano de hundir en el agua un
preparar una regulación gnóseo-afectiva indispensable para
trozo de madera, éste resiste. N o se atribuye fácilmente esa
el progreso del espíritu científico. Dte una manera más pre-
resistencia al agua. Es, entonces, bastante difícil hacer com-
cisa; discernir los obstáculos epistemológicos es contribuir a
prender el principio de Arquímedes, en su asombrosa sencillez
matemática, sí de antemano no se ha criticado y desorgani- fundar los rudimentos de un psicoanálisis de la razón.
zado el conjunto impuro de las intuiciones básicas. En
particular, sin este psicoanálisis de los errores iniciales, ja-
más se hará comprender que el cuerpo que emerge y el cuer- III
po totalmente sumergido obedecen a la misma ley.
El sentido de estas observaciones generales resaltará me-
De ahí que toda cultura científica deba comenzar, como jor cuando habremos estudiado obstáculos epistemológicos
lo explicaremos ampliamente, por una catarsis intelectual y muy particulares y dificultades bien definidas. He aquí
afectiva. Queda luego la tarea más difícil: poner la cultura entonces el plan que seguiremos en este estudio:
científica en estado de movilización permanente, reempla- La experiencia básica o, para hablar con mayor exacti-
zar el saber cerrado y estático por un conocimiento abierto y
tud, la observación básica es siempre un primer obstáculo
dinámico, dialectizar todas las variables experimentales, dar
para la cultura científica. En efecto, esta observación bá-
finalmente a la razón motivos para evolucionar.
sica se presenta con un derroche de imágenes; es pintoresca,
Por otra parte, estas observaciones pueden ser generali- concreta, natural, fácil. No hay más que describirla y ma-
zadas; ellas son más visibles en la enseñanza científica, pero ravillarse. Se cree entonces comprenderla. Comenzaremos
tienen cabida en todo esfuerzo educativo. En el transcurso
nuestra encuesta caracterizando este obstáculo y poniendo de
de una carrera ya larga y variada, jamás he visto a un educa-
relieve que entre la observación y la experimentación no hay
dor cambiar de método de educación. U n educador no tiene
continuidad, sino ruptura.
el sentido del fracaso, precisamente porque se cree un maes-
tro. Quien enseña manda. De ahí una oleada de instintos. Inmediatamente después de haber descrito la seducción de
la observación particular y coloreada, mostraremos el peli-
( ! ) GÉRARD-VARET: Essai de Psychologie objective. UIgnorante
et VIrreflexión. París, 1 8 9 8 . ( ! ) VON MONAKOW et MOURGUE: [Introduction biologique á l'étu-
de de la neurologie et de la psychopathologie, p. 8 9 . ]

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gro de seguir las generalidades del primer aspecto, pues como riar el fenómeno en el sentido de nuestra oposición al saber
tan bien lo dice d'Alembert, se generalizan las primeras con- ajeno. Es, naturalmente, sobre todo en una ciencia joven
sideraciones, en cuanto no se tiene más nada que considerar. donde podrá reconocerse esta originalidad de mala ley que
Veremos así el espíritu científico trabado desde su nacimien- no hace sino reforzar los obstáculos contrarios.
to por dos obstáculos, en cierto sentido opuestos. Tendre- Cuando habremos bordeado así nuestro problema median-
mos, pues, la ocasión de captar el pensamiento empírico en te el examen del espíritu concreto y del espíritu sistemático,
una oscilación llena de sacudidas y de tirones, y finalmente, volveremos hacia obstáculos algo más particulares. Entonces
todo desarticulado. Mas esta desarticulación torna posible nuestro plan será necesariamente flotante y no trataremos de
movimientos útiles. De rrtanera que el epistemólogo mismo evitar las repeticiones, pues está en la naturaleza de un obs-
es juguete de valorizaciones contrarias que se resumirían táculo epistemológico ser confuso y polimorfo. Es también
bastante bien en las siguientes objeciones: Es necesario que muy difícil establecer una jerarquía de los errores y seguir
el pensamiento abandone al empirismo inmediato. El pen- un orden para describir los desórdenes del pensamiento.
samiento empírico adopta, entonces, un sistema. Pero el pri- Expondremos, pues, en montón nuestro museo de horrores,
mer sistema es falso. Es falso, pero tiene por lo menos la uti- dejando al lector el cuidado de pasar por alto los ejemplos
lidad de desprender el pensamiento alejándolo del conoci- aburridos cuando haya comprendido el sentido de nuestras
miento sensible; el primer sistema moviliza al pensamiento. tesis. Examinaremos sucesivamente el peligro de la expli-
Entonces el espíritu, constituido en sistema, puede volver a cación por la unidad de la naturaleza, por la utilidad de los
la experiencia con pensamientos barrocos pero agresivos, in- fenómenos naturales. Dedicaremos un capítulo especial para
terrogantes, con una especie de ironía metafísica muy mar- señalar el obstáculo verbal, vale decir la falsa explicación lo-
cada en los experimentadores jóvenes, tan seguros de sí mis- grada mediante una palabra explicativa, a través de esa extra-
mos, tan dispuestos a observar lo real en función de sus pro- ña inversión que pretende desarrollar el pensamiento anali-
pias teorías. De la observación al sistema, se va así de los zando un concepto, en lugar de implicar un concepto particu-
ojos embobados a los ojos cerrados. lar en una síntesis racional.
Es por otra parte muy notable que, de una mtanera gene- El obstáculo verbal nos conducirá bastante naturalmente
ral, los obstáculos a la cultura científica se presentan siempre al examen de uno de los obstáculos más difíciles de superar,
por pares. A tal punto que podría hablarse de una ley psi- porque está apoyado en una filosofía fácil. Nos referimos
cológica de la bipolaridad de los errores. En cuanto una al sustancíalismo, a la monótona explicación de las propie-
dificultad se revela importante, puede uno asegurar que al dades por la sustancia. Mostraremos entonces que para el
tratar de eludirla, se tropezará con un obstáculo opuesto. físico y, sin prejuzgar de su valor, para el filósofo, el rea-
Semejante regularidad en la dialéctica de los errores no pue- lismo es una metafísica infecunda, puesto que detiene la
de provenir naturalmente del mundo objetivo. A nuestro investigación en lugar de provocarla.
entender, proviene de la actitud polémica del pensamiento Terminaremos esta primer parte de nuestro libro con el
científico frente al mundo de la ciencia. Comlo en una ac- examen de un obstáculo muy especial, que podremos deli-
tividad científica debemos inventar, debemos encarar el fe- mitar con suma precisión y que, por tanto, nos ofrecerá un
nómíeno desde otro punto -de vista. Mas hay que legitimar ejemplo lo más claro posible de la noción de obstáculo
nuestra invención: entonces concebimos nuestro fenómeno epistemológico. Con su nombre completo lo designaremos :
criticando al fenómeno ajeno. Poco a poco, nos vemos con- el obstáculo animista en tas ciencias físicas.. Ha sido casi
ducidos a convertir nuestras objeciones en objetos, a trans- completamente superado por la física del siglo XIX; pero
formar nuestras críticas en leyes. Nos encarnizamos en va- como en los siglos X V I I y XVIII se presenta de un modo

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tal que, a nuestro parecer, constituye un rasgo característico apunta pues al conocimiento matemático. No se refieren sino
del espíritu precientífico, adoptaremos la regla casi absoluta al conocimiento del mundo objetivo.
de caracterizarlo siguiendo los físicos de los siglos X V I I y Es este conocimiento del objeto que, en nuestro último
XVIII. Esta limitación hará quizá más pertinente a la de- capítulo, examinaremos en toda su generalidad, señalando
mostración, puesto que se verá el poder de un obstáculo todo lo que puede empañar su pureza, todo lo que puede
en la misma época en que va a ser superado. Por lo demás disminuir su valor educativo. Creemos trabajar así en favor
este obstáculo animista no tiene sino una lejana vinculación de la moralización de la ciencia, pues estamos íntimamente
con la mentalidad animista que todos los etnólogos han convencidos que el hombre que sigue las leyes del mundo
examinado ampliamente. Daremos una gran extensión a obedece desde ya a un gran destino.
este capítulo precisamente por que podría creerse que no
hay en esto sino un rasgo particular y pobre.
Con la idea de sustancia y con la idea de vida, conce-
bidas ambas a la manera ingenua, si introducen en las cien-
cias físicas innumerables valorizaciones que contradicen a
los verdaderos valores del pensamiento científico. Propon-
dremos pues psicoanálisis especiales para desembarazar al
espíritu científico de esos falsos valores.
Después de los obstáculos que debe superar el conoci-
miento empírico, en el penúltimo capítulo, llegaremos a
mostrar las dificultades de la información geométrica y
matemática, las dificultades en fundar una Física matemá-
tica susceptible de provocar descubrimientos. Ahí también,
reuniremos ejemplos tomados de los sistemas torpes, de las
geometrizaciones desgraciadas. Se verá cómo el falso rigor
bloquea al pensamiento, cómo un primer sistema matemá-
tico impide a veces la comprensión de un sistema nuevo. Nos
limitaremos por otra parte a observaciones muy elementales
para conservar a nuestro libro su aspecto fácil. Por lo de-
más, para completar nuestra tarea en esta dirección, debe-
ríamos estudiar, desde el mismo punto de vista crítico, la
formación del espíritu matemático. Hemos reservado seme-
jante tarea para otra obra. Según nuestro parecer, tal divi-
sión es posible porque el crecimiento del espíritu matemá-
tico es muy diferente del crecimiento del espíritu científico
en su esfuerzo para comprender los fenómenos físicos. En
efecto, la historia de las matemáticas es una maravilla de
regularidad. Ella conoce pausas. Ella no conoce períodos de
errores. Ninguna de las tesis que sostenemos en este libro

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