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La crítica tiende a coincidir en que Platón realiza una sátira sobre el discurso de
Erixímaco, debido a que este se autoadjudica una gran importancia personal y tiene una alta
opinión de sí mismo. En parte, esto se produce debido a su ejercicio como médico, profesión de
gran consideración en la época. La opinión de la crítica apela a que el tono de su discurso es
pedante y aprovecha todas las oportunidades posibles para exponer sus conocimientos de
medicina.
Cabe destacar el carácter desapegado con el que Erixímaco trata el tema del amor. Lejos
de abordar la cuestión del modo más esperado, es decir, como las relaciones interpersonales entre
los enamorados, la plantea objetivamente y presenta el amor en su carácter más universal y
científico. Con ello, su discurso se separa significativamente de los que lo precedieron, Fedro y
Pausanias, quienes abordaron la existencia de Eros en relación con la virtud y las buenas
costumbres de las personas, así también como con las relaciones entre amantes y amados.
En este mismo sentido, las palabras de Erixímaco anticipan lo que será uno de los
peldaños de la escalera del amor tal cual la presenta Diotima. En el diálogo que Sócrates recrea
con esta mujer, se explica que todo iniciado en los ritos eróticos puede ascender en sus
conocimientos sobre el amor, llegando al punto en que dejará de apreciar la belleza de los
cuerpos para empezar a encontrarla en las ciencias y las artes. Este es el último peldaño antes de
poder contemplar la Forma o Idea de belleza, la esencia misma de esta.
El mito que Aristófanes recrea cuenta con una abundante cantidad de símbolos e
imágenes sensoriales. En un principio, el hecho de que estos seres ancestrales se nombren como
hijos del sol, de la tierra y de la luna dice algo respecto al valor simbólico de este relato. El sol
aparece como símbolo de la masculinidad; la tierra, de la feminidad, y la luna, que está entre
ambos, de la androginia, ya que tiene elementos tanto masculinos como femeninos. Sobre ello,
cabe mencionar que la relación de correspondencia luna-mujer, sol-hombre, y tierra-andrógino se
relaciona con una concepción del ser humano como microcosmos, que predominaba en el
imaginario de la antigua Grecia, donde se pensaba que las personas reflejaban la organización de
los cuerpos celestes en el cielo o macrocosmos.
Por otro lado, el relato explica que estos primeros seres, confiando en su fabulosa fuerza,
decidieron desafiar a los dioses, lo cual provocó como represalia que Zeus los cortara por la
mitad, formando a los seres humanos tal cual los conocemos. Tras castigarlos de este modo, Zeus
le pidió a Apolo “que volviera su rostro y la mitad de su cuello en dirección al corte, para que el
hombre, al ver su propia división, se hiciera más moderado (...) y, juntando la piel de todas las
partes en lo que ahora se llama el vientre, como bolsas cerradas con cordel, la ataba haciendo un
agujero en medio del vientre, lo que llaman precisamente el ombligo (...), para que fueran un
recuerdo del antiguo estado” (722. Línea 191a).
El ombligo, entonces, es la cicatriz que los dioses dejan en el cuerpo de los hombres para
prevenir que se vuelvan nuevamente contra ellos. Se transforma así en otro símbolo que
representa las consecuencias que pueden recaer sobre los hombres si estos se vuelven arrogantes.
En tercer lugar, la propia inclinación amorosa de los hombres adquiere también en este
relato un valor simbólico: “Cada uno de nosotros es un símbolo de hombre, al haber quedado
seccionado en dos de uno solo, como los lenguados. Por esta razón, precisamente, cada uno está
buscando siempre su propio símbolo” (723. Línea 191d. Las cursivas son propias.). Es decir que,
para Aristófanes, cada una de las mitades simboliza la totalidad perdida por la arrogancia del ser
humano, y el amor en sí simboliza el eterno deseo de restaurar ese antiguo estado de totalidad.
Sobre ello, cabe mencionar las resonancias que la concepción erótica de Aristófanes tiene
aún en nuestra cultura. Esta idea del amor se asemeja mucho a lo que tradicionalmente
entendemos como ‘amor romántico’, expresión que se asocia a nociones muy extendidas en
nuestro sentido común, por ejemplo, a la idea de buscar pareja como el deseo de encontrar una
‘media naranja’ que nos complete. En términos generales, se coincide en señalar al amor
romántico como un afecto para toda la vida, exclusivo e incondicional, que implica a su vez una
priorización del sujeto amado sobre las propias necesidades. Actualmente, esta forma de concebir
el amor es objeto de muchas discusiones, sobre todo a partir de la masificación de los estudios de
género y feministas. En parte, el problema con el amor romántico reside en el hecho de que
supone cierta renuncia a la identidad y deseos individuales, que terminan subordinados al vínculo
conyugal, generando situaciones de opresión en las parejas.
Bibliografía