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El uso de Google Maps en las prácticas y representaciones del

espacio urbano. Ciudad de Buenos Aires, 2022

Seminario “Vida urbana y producción social del espacio: usos y apropiaciones diferenciales
de la ciudad”, Carrera de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, UBA

CÁTEDRA: JULIANA MARCÚS

Segundo cuatrimestre 2022

Emilia Dominguez Waisbrod (DNI 41587376)

Agustina Vetere (DNI 42492568)


1. INTRODUCCIÓN

En la actualidad, es imposible concebir nuestro pensar, sentir y actuar sin tener en cuenta
que se encuentran articulados con las herramientas tecnológicas y digitales propias de
nuestra época. Esta relación podemos pensarla en el campo de la vida urbana cotidiana y
en los modos en que los usos de tecnologías repercuten en las formas de representar y
habitar el espacio urbano. Siguiendo esta línea, pensar al espacio como un producto social
significa entenderlo como un entramado de prácticas sociales con determinados saberes-
conocimientos que las orientan y les dan sentido. Dichos saberes se construyen a partir de
los elementos que conforman la ciudad, pero además bajo ciertas relaciones socio-
históricas de poder que producen, reproducen y transforman al espacio, de modo que, hoy
en día, las herramientas digitales (y quienes disponen y hacen uso de ellas) cumplen un rol
fundamental en la construcción del espacio urbano al ser dispositivos que habilitan la
producción y reproducción de sentidos. En consecuencia, en el presente trabajo se nos
presenta un interrogante que consideramos que no ha sido abordado en estudios anteriores
vinculados al uso de herramientas digitales en la experiencia urbana: cómo las aplicaciones
de geolocalización participan en los usos y prácticas de las personas en la ciudad.
Específicamente, en este estudio nos preguntamos cómo la clase media porteña representa
y vive el espacio urbano a partir de la información que brinda la aplicación de
geolocalización Google Maps y en función de los saberes que construyen colectivamente
los usuarios de la app sobre los distintos lugares de la ciudad.

2. ASPECTOS CONCEPTUALES

2.1. La relación del uso de las TIC con la producción social del espacio urbano

En este trabajo se sostiene la idea de que los saberes-conocimientos que conforman al


espacio y a sus formas de habitarlo, no son sólo aquellos que provienen de los “saberes
expertos” sino también los que provienen de las reglas, normas y valores explícitos e
implícitos construidos en la cotidianeidad de las personas e instalados en el imaginario
social. A su vez, las experiencias inmersas en las redes sociales, blogs de Internet y
aplicaciones, nos habilitan a pensar a estos dispositivos como herramientas utilizadas por
los sujetos para expresar sus percepciones acerca del espacio que habitan y que, de esta
manera, construyan nuevos sentidos y saberes colectivos sobre el espacio urbano frente a
las representaciones dominantes. Como señalan Rosa-Jiménez y García-Moreno (2018),
las representaciones individuales y colectivas sobre la ciudad física producen
modificaciones sobre la interpretación que cada persona tiene sobre un lugar. Estas
imágenes que se tienen sobre la ciudad se configuran a partir de experiencias anteriores y
aunque las representaciones sobre los espacios sean subjetivas, “las coincidencias entre
los miembros de una comunidad generan una imagen colectiva objetiva” (ibidem: 83) que se
visibiliza mediante las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y que pone en
juego un repertorio de imágenes y de informaciones homogéneas provenientes de los
sectores hegemónicos. En este sentido, pensaremos cómo desde las aplicaciones basadas
en geolocalización es posible producir nuevos saberes y significaciones colectivas acerca
del mundo. De modo que con las TIC, espacio, significación y práctica se articulan para
transformar lo que es la experiencia o el habitar urbano.

En este marco, concebimos al espacio en términos de Lefebvre como el resultado de la


acción social, las relaciones y las experiencias sociales, pero a su vez como parte de ellas.
En consecuencia, el espacio debe considerarse un producto que se consume, se utiliza,
pero que no es como los demás objetos producidos, ya que a su vez interviene en la
producción de la experiencia vivida, de lo simbólico y los conflictos y disputas entre los
sujetos, en el cual se establecen formas de organización del territorio y de habitarlo
(Lefebvre, 1974). A su vez, nos interesa destacar la tríada conceptual propuesta por el autor
compuesta por el espacio percibido, el espacio concebido y el espacio vivido, con el fin de
analizar procesos simultáneos y complejos en la producción del espacio social. Si bien no
ahondaremos en sus definiciones, cabe traer a colación esta conceptualización polisémica
del espacio para pensar en las interacciones de los usuarios de Google Maps y sus
prácticas urbanas en el marco de luchas y tensiones por la apropiación del espacio.

Asimismo, proponemos complejizar al espacio físico y virtual en concordancia con Manuel


Delgado (2011) pensando al espacio urbano público como una categoría política que
involucra un tipo ideal de prácticas e interacciones entre las personas y el urbanismo
basado en la ideología ciudadanista, donde se desarrollan prácticas democráticas, de orden
y consenso. Sin embargo, si bien el ciudadanismo aspira a la armonización del espacio
público, es también un dogma que niega parte de lo que conlleva la vida social capitalista:
relaciones de exclusión y abuso, entendiéndolas como contingencias del sistema.
Reflexionamos si Google Maps puede entenderse como un dispositivo que reproduce la
lógica ciudadanista a la que Delgado alude, ya que puede representar un espacio dónde las
opiniones, comentarios y reseñas son publicadas por quien sea sin importar su origen
social, ocultando las relaciones de explotación o exclusión, y creando una ilusión de que las
matrices de dominación se disuelven en intereses y metas compartidas bajo la idea de
ciudadano-consumidor común del espacio urbano. Sin embargo, cuando la experiencia
vivida irrumpe en la herramienta digital, se convierte en un canal de denuncia donde las
personas cuentan vivencias de conflicto. Esto no anula la idea de que, incluso en los medios
digitales, se construye una ciudadanía que disciplina el hacer sentir y pensar urbano, a
partir de la reproducción de representaciones del espacio como plantea el ciudadanismo y
la idea de un espacio público democratizado.

Ahora bien, nos parece de sumo interés identificar los usos que se desarrollan en Google
Maps y el sentido que los usuarios le atribuyen a estos, para entender cómo influye el
empleo de la app en las representaciones sociales del espacio urbano. En este sentido, las
prácticas físicas y virtuales participan en la formación de representaciones sociales que se
tienen de la ciudad. Para ello, partimos de la definición práctica que Umaña Reyes (2014)
recupera sobre las representaciones sociales1, como un tipo de saber instrumental que
permite elaborar ideas sobre los elementos que conforman el espacio; llevar a cabo una
acción social a partir de creencias, valores y deseos; y comunicarse con los otros,
permitiendo concebir y conocer el mundo de acuerdo con el marco normativo y los valores
socialmente compartidos.

Por otro lado, retomamos los conceptos de táctica y estrategia de De Certeau (2000) para
reflexionar acerca del papel activo de los sujetos y su capacidad creativa para manipular y
reinterpretar las representaciones dominantes, no sólo en las ciudades a partir de las
prácticas espaciales cotidianas, sino también en el ciberespacio por medio de los usos que
los usuarios le dan a las TIC. En definitiva, las representaciones dominantes del espacio
urbano, así como el diseño de plataformas digitales como Google Maps, tienen en común
que ambas son estrategias, es decir, producciones que se les imponen a los urbanitas para
que lleven a cabo un consumo específico o deseado. Sin embargo, mediante las tácticas,
los usuarios pueden alternar sus usos y prácticas en función de sus intereses y propósitos
particulares, por medio de una producción en segundo nivel. En consonancia, Freire y Villar
Onrubia (2010) afirman que las representaciones visuales del territorio tienen una estrecha
relación con las formas en que se habita el espacio, por lo tanto, éstas han sido objetivo de
los grupos dominantes para mantener el control social y domesticar el espacio a través de
distintas estrategias como el mapeo del ámbito urbano. Sin embargo, señalan a su vez que
“el mapa actúa en este contexto como un instrumento de reconfiguración y adaptación de
estos espacios, así como para la creación de otros nuevos” (Freire y Villar Onrubia, 2010:
4). De este modo, nos interesa observar de qué manera a través del uso de Google Maps
se produce lo que los autores llaman prácticas cartográficas alternativas. Es decir, formas
de mapeo disruptivas, heterogéneas, colectivas y subjetivas posibilitadas por la cultura
digital que generan nuevas representaciones sobre el espacio, así como nuevos modos de
1 La definición de representación social es tomada de la autora Martha de Alba (2007) que le da una
concepción práctica y apegada a la experiencia de los sujetos, ya que no sólo es un corpus
organizado de saber colectivo de un grupo que hace inteligible la realidad social, sino que se
encuentra en una relación dialéctica constante con la acción de los actores, modificando y
enriqueciendo la experiencia a rasgos generales, y a los efectos de nuestro estudio, la experiencia
urbana en particular.
habitarlo, y que a su vez reivindican la participación ciudadana en la producción social del
espacio como una práctica cotidiana. Dicho esto, nos parece importante señalar que tanto
las prácticas cartográficas alternativas como las desarrolladas en los ámbitos científicos-
políticos no reflejan la realidad, sino que responden a un contexto y a determinadas
relaciones sociales, culturales y de poder. El mapeo es un proceso y por lo tanto, no hay un
mapa absoluto sino que éste acontece a partir de cierta representación que alguien tiene
sobre el territorio en un momento dado (ibidem).

Consideraremos también la idea de habitar el espacio de Giglia (2012) como concepto clave
para entender el proceso continuo y dinámico de la experiencia urbana, en el cual el
habitante busca encontrar su lugar en el centro de una constelación de puntos de
referencias, al mismo tiempo que busca domesticar el entorno convirtiéndolo en un
ambiente que les sea útil y que tenga sentido (Giglia, 2012). En este sentido, la
incorporación de las tecnologías de la información a la experiencia urbana conlleva la
intervención en las prácticas y representaciones de modo tal que sitúan al sujeto en
territorios informacionales (Lemos, 2008) e implican una transformación o enriquecimiento
de la misma. Los territorios informacionales aluden a la relación entre comunicación y
espacialización a partir del uso de tecnologías móviles de comunicación e información en
las prácticas cotidianas de los sujetos (Lemos, 2008). De esta manera, la interacción de
tecnologías móviles con el espacio urbano permite la emergencia de nuevas significaciones
y transformar la experiencia del habitar.

Finalmente, proporcionar una perspectiva de género al análisis del espacio urbano nos
parece indispensable para comprender los usos y experiencias diferenciales que se dan en
éste, según las personas de distintos géneros. En este sentido, consideramos que las
vivencias, experiencias y representaciones del espacio son de gran relevancia para
comprender el habitar urbano, los usos y las tácticas de los usuarios de la ciudad.
Basándonos en el enfoque de Flores Perez (2014) y Marcús, et. al. (2020) no podemos
pensar los espacios como neutros, asexuados y homogéneos, sino que se encuentran
atravesados por los mecanismos sociales y culturales que mantienen la estructura
patriarcal. La división social del espacio-tiempo cotidiano organizado por una serie de
normativas de género, además de regular, controlar y delimitar el acceso a lugares, genera
una forma de estar en ellos y una diferente posición en la sociedad que a su vez conlleva
una experiencia diferencial del mundo en el que vivimos. Los sentimientos y percepciones
que se tienen sobre los lugares varían según el género, por lo tanto, a los efectos de este
estudio, nos interesa indagar en la relación entre los sentimientos de seguridad (o
inseguridad) y la experiencia de los usos diferenciales tanto de las apps de geolocalización
como en el habitar urbano.
3. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA

En base a la pregunta-problema planteada anteriormente sobre cómo a través del uso de


Google Maps participan los usuarios en la producción social del espacio urbano en la
Ciudad de Buenos Aires, nuestro objetivo general es identificar de qué manera la
información que brinda Google Maps influye sobre las representaciones y usos del espacio
urbano de la clase media porteña de entre 35 y 55 años. En tal sentido, tendremos en
cuenta tanto la propia información de la app referida a mapas, información de transportes
públicos, tránsito, tiempos de llegada, etc. como la información elaborada por los usuarios
de la app, a saber, las recomendaciones, valoraciones, opiniones e imágenes de los lugares
de CABA. Específicamente, buscaremos en primera instancia, analizar cómo el uso de la
app influye sobre los trayectos de recorrido en los usuarios, en segundo lugar, comprender
de qué modo la elección de lugares para visitar se encuentra mediada por el uso de la app,
por último, buscaremos detectar la relación entre el sentido de seguridad sobre el espacio
urbano y el uso de Google Maps y analizar las diferencias de género en torno al sentido de
seguridad.

Para ello, se realizó un estudio de tipo cualitativo que nos permitió reconstruir las
experiencias “virtuales” relativas al uso de la aplicación que se encuentran directamente
relacionadas con las experiencias “físicas” en el espacio urbano de los usuarios. Para la
recolección de los datos, se realizaron de forma colectiva entrevistas en profundidad
semiestructuradas que nos permitieron recabar información no sólo vinculado al tema que
nos compete, sino también relativas a los temas de investigación de otrxs compañerxs del
seminario2. En relación al diseño muestral, cabe destacar que se trata de una muestra no
probabilística de tipo intencional compuesta por 15 casos, por ende, y a los fines de la
investigación, no buscamos una generalización sobre las percepciones y valoraciones de la
clase media de la Ciudad de Buenos Aires, sino aproximarnos a algunas de sus
concepciones por medio de sus testimonios.

Para el análisis de las entrevistas, se llevó a cabo un proceso compuesto por diversas
instancias: la lectura, la codificación de fragmentos, el grillado, la profundización en tres
dimensiones de análisis (el uso de Google Maps en la ciudad, la elección de lugares para
visitar a partir del uso de la aplicación y el sentido de inseguridad en la ciudad construido
por los usuarios), la comparación y la articulación de los testimonios con la teoría, que nos

2 Además del tema del presente estudio, los temas que se trataron en las entrevistas fueron
las transformaciones urbanas en los barrios de la Ciudad; la demolición del patrimonio
arquitectónico; los grandes teatros y microestadios en la Ciudad; las políticas de
urbanización de villas impulsadas por el Gobierno de la Ciudad; las valoraciones sobre el
uso de las plazas y parques; y los objetos que hacen a la arquitectura hostil de la Ciudad.
permitió realizar una indagación exhaustiva y compleja de las respuestas de lxs
entrevistadxs.

4. CARACTERÍSTICAS SOCIODEMOGRÁFICAS DE LXS ENTREVISTADXS

En este apartado nos proponemos describir brevemente las características


sociodemográficas de lxs entrevistadxs que consideramos más relevantes a los propósitos
de nuestra investigación. Estas características nos permitirán más adelante ahondar en el
conocimiento analítico sobre lxs entrevistadxs y poder establecer relaciones según los
distintos aspectos que presentan.

En primer lugar, cabe destacar que, de lxs 15 entrevistadxs, 12 se identifican con el género
femenino mientras que sólo 3 se identifican con el masculino. Por otro lado, el promedio de
edad de lxs entrevistadxs es de 42 años, 10 de ellxs tienen entre 35 y 42 años mientras que
5 tienen entre 43 y 56 años. A partir de estas variables buscaremos analizar si realmente
hay una diferencia en el sentido de seguridad según el género y además si la edad es otro
factor a tener en cuenta respecto a las sensaciones de inseguridad.

Para aproximarnos a las percepciones de la clase media porteña, hemos determinado como
filtro haber completado el nivel secundario. Específicamente, de los 15 casos, 8 cuentan con
estudios universitarios completos, 4 casos alcanzaron estudios terciarios completos y
finalmente 3 personas que no han terminado la universidad.

Respecto al barrio de residencia, nos encontramos con que 6 de lxs entrevistadxs se


encuentran al centro de la Ciudad de Buenos Aires, comprendiendo los barrios de Villa
Crespo, Caballito, Chacarita y La Paternal. Mientras que otros 5 residen al norte de la
ciudad (Coghlan, Belgrano, Villa Urquiza y Las Cañitas) y 4 viven hacia el sur y oeste
(Balvanera, Parque Patricios y Liniers). Esta distribución espacial tiene sentido, dado que al
ser todxs de clase media cuentan con mayor capacidad adquisitiva para residir en barrios
cuyo costo de vida es más alto. Además, 9 son propietarixs, 6 alquilan y una persona tiene
un préstamo. El hecho de que la mayoría sean propietarixs también puede explicarse por la
clase social de pertenencia ya que denota un claro acceso a la vivienda por medio del
mercado formal.

5. RESULTADOS

5.1. Uso de Google Maps para moverse en la ciudad

Al preguntarle a lxs entrevistadxs si usan o no la aplicación, la frecuencia, ocasiones y


motivos de uso, nos encontramos con que la mayor utilidad que encuentran en Google
Maps se vincula con el “sentido de ubicación” en la ciudad. Es decir, a través de la
aplicación y sus distintas funciones los usuarios exploran recorridos para movilizarse de un
lugar a otro en distintos medios de transporte o caminando, saber dónde se encuentra un
lugar, qué colectivo tomar, cuáles son las calles por las que tienen que ir y cuál es el
trayecto más rápido o el más seguro. En este sentido, muchos de lxs entrevistadxs señalan
que el uso que le dan es diario y aunque en general es para orientarse cuando tienen que
dirigirse a lugares que no conocen, además hacen uso de la aplicación para ir a sitios que
frecuentan habitualmente. Respecto a esto último, se observa que al utilizar la aplicación los
usuarios experimentan un mayor “relajamiento” al transitar ya que no tienen que ir
presentando tanta atención por dónde van y además les permite prever situaciones a la
hora de moverse por la ciudad, dado que no sólo indica recorridos sino también si hay
complicaciones como el tránsito y el tiempo que tardarían en llegar. Por consiguiente,
Google Maps se ha convertido en una herramienta fundamental para la mayoría a la hora
de elegir trayectos ya que permite dotar de un mayor sentido de la ubicación y de la
temporalidad.

Sin embargo, las indicaciones respecto a los recorridos no son tomadas de manera
imperiosa, sino que lxs entrevistadxs señalan que hacen uso de las funciones que brinda la
aplicación de forma parcial. Por ejemplo, Verónica nos dice que:

“(...) antes de agarrar Panamericana, si el tránsito está medio complicado, por


ahí me indica que vaya por cierto lugar, y no le doy bola ahí, la dejo hablando,
recalculando, recalculando, pero porque, a mi lo que me interesa es más
adelante, por ejemplo que me avise la bajada, entonces ya la pongo, entonces
pongo el destino para que me dice, cuál es la bajada porque me resulta más
cómodo eso.” (Verónica, 56 años)

En tal sentido, remitimos a De Certeau (2000) y su noción de táctica para pensar la


capacidad creativa que tienen los usuarios frente al diseño de dispositivos que organizan las
prácticas sociourbanas. De este modo, si las estrategias de los grupos dominantes se
presentan como un conjunto de acciones planificadas en busca de determinado propósito,
los consumidores a través de sus prácticas cotidianas aprovechan y transforman estas
estrategias en beneficio propio. En este caso, observamos que lxs entrevistados ven el
mapa pero no siempre siguen lo que indica el mapa, sino que hay una apropiación del uso
de Google Maps en función de sus propios intereses. Asimismo, algunas respuestas
apuntaron a la necesidad de no depender de la aplicación sino que sea una herramienta
para situaciones concretas ya que, según Delfina (38 años), el uso frecuente hace que uno
vaya “desconociendo la ciudad porque el mapa es terrible (...), va borrando tu memoria, tus
recuerdos, el ver las cosas y poder relacionarlas y ubicarte, entonces perdés tu ubicación”.
Además de pensar esta reivindicación de la apropiación del espacio urbano como una
táctica de los usuarios, a partir de Lefebvre (1974) se observa cóomo el espacio concebido,
es decir, el espacio de los expertos, científicos y planificadores que lo organizan en base a
determinados códigos y signos y que buscan hegemonizar las formas de percibir y vivir el
espacio, entra en tensión con el espacio vivido, donde los usuarios desde su capacidad
imaginaria ponen en juego las representaciones del espacio y a su vez se abre lugar a las
expresiones creativas y de sublevación de los sujetos a partir de las prácticas espaciales
que se dan en el espacio percibido.

En síntesis, el uso de Google Maps inaugura una nueva serie de prácticas espaciales que
transforman el espacio percibido de los usuarios, al mismo tiempo que interactúa con las
representaciones dominantes dispuestas en la app, de las que surgen imaginarios que
replantean y enuncian nuevas representaciones sociales a partir de los usos y prácticas
concretas en el espacio. Google Maps permite a los usuarios geolocalizarse y saber lo que
ocurre en tiempo real en un determinado sitio, en este sentido facilita la planificación de
trayectos de recorridos y obtener información sobre los lugares. No obstante, en las
prácticas cotidianas de los usuarios se observa cómo la subjetividad entra en juego en el
uso de la app ya que aplican de formas específicas las indicaciones y la información
brindada.

A partir de los testimonios de las entrevistas, diferenciamos dos grandes tipos de usos que
los usuarios dan a la aplicación: el primero, mayormente tratado en este apartado, se
vincula con la información misma que Google Maps aporta al usuario, que sirve para usos y
necesidades concretas de movilidad cotidiana en el espacio (alternativas de trayectos,
tiempos de recorrido, estado del tránsito, etc.). A este uso lo definiremos como utilitario. Por
otro lado, un segundo uso se relaciona con la información generada por los usuarios de la
app (reseñas, fotos y valoraciones de lugares de la ciudad) que configuran las
representaciones colectivas. En este sentido, se trata de un uso hedónico de la app
focalizado en el análisis positivo o negativo de las experiencias que se viven en la ciudad y
que ayudan a la elección de lugares para visitar en los momentos de esparcimiento. En el
siguiente apartado nos centraremos en el uso hedónico de la aplicación y los efectos que
tiene en las prácticas urbanas.

5.2. Elección de lugares para visitar a partir del uso de Google Maps

Google Maps puede servir como una herramienta decisiva en los trayectos de los usuarios
en la ciudad, ya que el saber colectivo construido en base a las experiencias incide en el
concurrir o no a un punto de la ciudad. Cuando se les preguntó a lxs entrevistadxs si
consideran las puntuaciones, las fotos y las opiniones de otros usuarios de Google Maps
sobre distintos lugares de la ciudad encontramos que la mayoría toma en cuenta el
contenido publicado para decidir si visitar o no un lugar. Principalmente tienen en cuenta la
información subida por las personas cuando buscan lugares nuevos para realizar
actividades de esparcimiento o de consumo, como los restaurantes, cafés, plazas o
parques, locales de ropa o lugares históricos cuando realizan turismo. En este sentido nos
referimos a un uso hedónico de la aplicación, ya que la finalidad se encuentra en la
búsqueda de espacios de ocio a partir del saber colectivo producido por las experiencias
positivas o negativas de los sujetos, aunque también algunxs se fijan en los comentarios
cuando buscan lugares que no se relacionan con el ocio, como ferreterías, farmacias u
hospitales, pero cuyas opiniones les son útiles para saber si encuentran o no lo que desean.

Entendemos a la publicación de reseñas o valoraciones como una manifestación de la


experiencia en el espacio urbano, y en línea con De Certeau, hay una producción en
segundo grado que se da a partir del consumo o uso de sitios en la ciudad. A partir de ello,
los usuarios recurren a la app para comentar una buena experiencia y recomendar acudir al
sitio (si se trata de un buen servicio, una buena atención en un comercio, etc.), denunciar
una mala experiencia (un mal trato en un lugar), incluso aportar transformaciones que se
viven en la ciudad (que un local se mude o cierre) o añadir información que en la aplicación
no se detalla del lugar (la historia de un edificio o monumento cultural o datos acerca de su
arquitectura).

Cuando se indaga sobre los motivos por los cuales publican y tienen en cuenta los
comentarios, reseñas y fotos que suben las personas a la app para decidir ir o no a un
lugar, observamos que le otorgan múltiples sentidos a dicho contenido. Por un lado,
consideran que la información publicada es útil para orientar a las personas sobre la posible
experiencia que se les puede presentar a los usuarios en un lugar y así evitar espacios que
no cumplen con sus intereses o expectativas o, por el contrario, ayudarlos a elegir el mejor
lugar que cumpla con ellas. Además, varixs entrevistadxs afirmaron que sólo realizan
comentarios en aquellos lugares cuya experiencia es "muy buena" o "muy mala", por lo
tanto observamos en esta polarización que los usuarios entienden que los comentarios no
sólo se dirigen a los consumidores, sino que además contribuyen a modo de “premio” con
los locales o servicios que brinden una experiencia deseada o que funcionan como una
“sanción” para aquellos que no. De tal manera, en la valorización que le otorgan a los
comentarios publicados, se identifica una idea de merecer o no merecerlos, dado que las
opiniones son consideradas definitorias en el reconocimiento y por ende, en el habitar ese
lugar comentado. Por otra parte, aunque algunxs entrevistadxs atribuyen a los comentarios
un sentido de objetividad vinculado a cuestiones más específicas, como los horarios de
atención o datos sobre la ubicación, también reconocen que las opiniones volcadas en la
aplicación responden a una experiencia subjetiva, apegadas a la experiencia, los intereses y
valoraciones de la persona que lo publica, de modo que no es el comentario de un sólo
individuo el que tienen en cuenta, sino la representación colectiva sobre el lugar que se
produce.

En este sentido, y en sintonía con el planteo de Rosa-Jiménez y García-Moreno (2018)


podemos destacar de las percepciones de lxs entrevistadxs que, si bien las experiencias de
consumo y del habitar son subjetivas, a partir de los comentarios se produce una imagen
colectiva objetiva acerca de los lugares que repercute en las formas de representar la
ciudad. Respecto a esto, Ayelén nos dice:

“(...) a veces valorás más la opinión de un extraño que de alguien conocido,


porque ya tenés una opinión formada de esa persona que conoces, entonces
decís ‘este es rockero entonces el bar de cumbia me va a decir que es una
porquería’ busco alguien que haya ido que yo no conozco y es como una
opinión, lo consideraras una opinión más neutra por ahí”. (Ayelén, 39 años)

Podemos observar en esa argumentación que la validez de los comentarios o reseñas


residen, en parte, en la capacidad de producir una imagen colectiva objetiva del lugar afín a
la realidad y alejada de las deducciones que pueden generarse respecto a las
recomendaciones de alguien conocido, las cuales se vinculan directamente con los
intereses o gustos de la persona. La capacidad de brindar una imagen objetiva también se
identifica cuando lxs entrevistadxs comparan la publicidad propia de los lugares en las
cuales lo publicitado no siempre es lo que parece, en contraposición con la sumatoria de
experiencias reales de las personas las cuales son percibidas como una imagen más
auténtica sobre el lugar. De este modo, a partir de las representaciones colectivas que
generan los usuarios en Google Maps se pueden producir nuevos significados respecto a
los dominantes y cuyo peso es considerable a la hora de elegir ir o no a un lugar. En
palabras de Judith:

“Me fijo mucho en las fotos que toma la gente porque una cosa es lo que te
muestra la página oficial del sitio... y otra cosa es lo que dicen las personas. Es
interesante para mi ver la visión desde el usuario, o sea desde el cliente [...] Por
ejemplo, cuando un restaurante sube la foto de un plato suele ser como la foto
publicitaria, o sea suele ser hermoso, con la luz perfecta, el plato todo... bien
decorado... En cambio la foto que sube la persona por ahí es más auténtica y te
muestran de verdad el verdadero tamaño de las porciones, el verdadero aspecto
de la comida” (Judith, 35 años)

Por otra parte, también los usuarios encuentran en la aplicación un canal de expresión y de
denuncia sobre sus experiencias urbanas. Por ejemplo, Delfina cuenta sobre una vez donde
no la atendieron bien en un restaurante de la ciudad y el descargo que luego hizo en la app:

“La otra vez por ejemplo me dieron unas rabas horribles y como no las quisimos
y nos las quisieron cobrar, le dije que no y nos echaron a la mierda, y bueno, les
puse un mal comentario. Es como la única herramienta que te da eso, si te tratan
mal en un lugar. (...) me parece que está bueno. También si vas a un lugar a
comer saber que está bueno que no, siempre ayuda, más ahora que te cagan
todo el tiempo, hay que estar atento”. (Delfina, 38 años)

Desde la visión crítica que propone Delgado (2011) sobre los espacios públicos -como en
una dimensión virtual lo son las aplicaciones que permiten la libre expresión de los
usuarios-, podemos afirmar que el diseño de comentarios y valoraciones pensado para la
aplicación, reproduce una representación del espacio (virtual) ciudadanista, dado que en él
las opiniones, comentarios y reseñas son publicadas por quien sea sin importar su origen
social, ocultando las relaciones de explotación o exclusión, y creando una ilusión de que las
matrices de dominación se disuelven en intereses y metas compartidas bajo la idea de
ciudadano-consumidor común del espacio urbano. En este sentido, la voz del usuario-
ciudadano es válida en tanto tiene el derecho a vivir la experiencia en un espacio de la
ciudad, y cuenta con la capacidad material de publicarlo en la red de Google Maps.

Finalmente, advertimos que tanto el uso utilitario como el uso hedónico de la aplicación
generan nuevas formas de mapeo asociadas a las representaciones colectivas y a las
experiencias personales que dotan a los espacios de nuevos sentidos. De esta forma, el
mapa no se trata de una representación plana, reducida y simplificada de la superficie
terrestre como se lo define tradicionalmente, sino que se trata de una producción social
compleja y cargada de sentido que redefine las formas de habitar el espacio. Así, en el
contexto de territorios informacionales, es decir, la existencia de áreas dónde la información
y la espacialización se encuentran imbricadas de modo tal que el uso de tecnología móviles
influencia a las prácticas espaciales (Lemos, 2008), reparamos en cómo la información
brindada por la app, los comentarios y valoraciones, así como recomendaciones de otras
fuentes, permiten la planificación de recorridos, trayectos, y demarcación de lugares para
visitar. En palabras de lxs entrevistadxs, Google Maps permite crear mapas donde se
marcan lugares para visitar en diferentes ocasiones:

“Me armo mapas, tengo un mapa de lugares por conocer en Google Maps y los
voy subiendo allí [los lugares por conocer], los guardo las direcciones, veo las
opiniones, veo más o menos los precios y… ya me voy haciendo una idea de
que bueno, este lugar lo puedo conocer pero cuando tenga plata, por ejemplo, si
son muy caros”. (Judith, 35 años)

Estas formas de mapeo habilitadas por la aplicación que Freire y Villar Onrubia (2010)
denominan prácticas cartográficas alternativas terminan demostrando que la elección de
trayectos y visitas a lugares ya no se da solamente por los medios tradicionales
(recomendaciones de allegados, lectura de blogs, páginas oficiales, etc.) sino que la
información ofrecida por la app tiene un peso determinante en las prácticas espaciales, y
que éstas entran en vínculo con las necesidades, deseos, posibilidades y expectativas de
los usuarios. Siguiendo esta línea, nos parece certero destacar la respuesta de Camila
acerca de las opiniones publicadas en Google Maps: “quizás es lo que hace que el mapa se
humanice un poco más, o sea, hace que el mapa sea algo armado por las personas”
(Camila, 36 años). En ese aspecto, el mapa que se construye es producto de la interacción
social, y se humaniza en primer lugar porque es leído a partir de las experiencias de habitar
el espacio de otras personas. De este modo, la construcción del mapeo es un proceso
continuo y dinámico al igual que la experiencia urbana misma, de forma que ésta lo
transforma al tiempo que sitúa a los usuarios en una constelación de puntos de referencias
(Giglia, 2012). En segundo lugar, el mapeo humaniza porque a partir de las
representaciones colectivas varían las formas de habitar y vivir la ciudad dado que la
información que brinda Google Maps domestica al entorno y lo convierte en un ambiente útil
y con sentido. La cultura digital permite la construcción de un mapa colectivo en el cual se
reivindica la participación de los usuarios para que le den forma, y donde se dispone llevar a
cabo una multiplicidad de prácticas alternativas, pero además permite la construcción de un
mapa personalizado en el cuál se marcan lugares por recorrer, se piensan trayectos y se
toman decisiones sobre la base del mapeo colectivo y la interacción de tecnologías móviles.

5.3. Experiencias de inseguridad en la ciudad y su vínculo con Google Maps

Por lo que nos refiere al último tema de análisis, nos propusimos indagar sobre las
sensaciones de inseguridad que tienen lxs entrevistadxs al transitar por la ciudad, si
consideran que Google Maps sirve como una herramienta para sentirse más segurxs y si
existen diferencias de género en torno a esto. En relación a las sensaciones de inseguridad,
la mayoría las relaciona al barrio o al horario en el que se mueven, por lo cual afirman
sentirse seguros en los lugares que conocen y si es de día, pero que pueden llegar a
experimentar sentimientos de inseguridad en zonas desconocidas o en “zonas peligrosas”,
es decir, lugares desérticos o donde se considera que hay más robos. Asimismo, coinciden
en que Google Maps no es una aplicación que lxs haga sentir más segurxs en la calle ya
que en sí misma no es una aplicación que garantice la seguridad o la prevención de un
delito per se.

Sin embargo, encontramos que la mayoría dice usarla cuando tienen que ir a lugares
desconocidos o nunca antes frecuentados y que la planificación previa del recorrido o la
familiarización con la zona a partir de la función Street View juegan un papel relevante para
prever situaciones de inseguridad. En este sentido, si bien la aplicación no impide que las
personas puedan sufrir experiencias peligrosas en la calle (como un robo), la representación
previa sobre los lugares que brinda permite que unx pueda reconocer mejor las zonas y no
sentirse tan perdidx ni expuestx. En este sentido, Ayelén nos comenta:
“En particular a mí me pone bastante ansiosa viajar en colectivo, en auto, ir a
algún lugar por primera vez, entonces el Street View me ayuda a verlo antes.
Como siempre está bastante actualizado, me ayuda a ubicarme visualmente en el
lugar o donde me tengo que bajar si voy en colectivo o qué casas están cerca del
lugar a donde voy, porque me ayuda a ubicarme visualmente”. (Ayelén, 39 años)

Google Maps puede brindar en cierta medida un sentido de seguridad, al permitir la


planificación previa de los recorridos en la acción de “visualizarse en el mapa” y al proveer al
usuario una representación de su habitar el espacio urbano físico a través del espacio
virtual. Además, cabe mencionar que cuando se les preguntó sobre las sensaciones que
generaría la situación de no poder hacer uso de la app para ubicarse, algunxs describieron
que experimentarían sentimientos de ansiedad, enojo y frustración; otros definieron a la
situación como horrible. María menciona las diferencias entre lo que era perderse en la
ciudad antes de disponer herramientas de geolocalización, a lo que es actualmente: "No me
gusto la sensación de estar perdida [...] antes del celular uno estaba acostumbrado a
perderse, ahora uno se desacostumbró a perderse, es como estar incomunicado" (María, 54
años). Por lo tanto, si una dimensión de la inseguridad se asocia según lxs entrevistadxs a lo
desconocido, podemos decir que Google Maps es una herramienta que ayuda a atenuar
esas sensaciones, ya que permite ubicar la zona en donde se encuentra un lugar, los
transportes públicos para movilizarse y las características del espacio, generando una
disposición totalmente diferente a habitar un espacio desconocido en el cual no hay una
orientación precisa de los puntos del mapa.

Por otro lado, cuando la inseguridad se vincula con el estar en una “zona peligrosa” algunxs
entrevistadxs señalan que la aplicación puede generar aún mayor inseguridad ya que al
indicar recorridos no diferencia por sí sola las zonas seguras de las inseguras y puede
indicar un camino que atraviese una “zona peligrosa” sin que unx lo sepa. En este sentido,
en algunas respuestas manifestaron el deseo de que la aplicación mejore sus funciones
describiendo la cantidad de personas a las que le robaron en un lugar o que actualice las
paradas de colectivos y los horarios de llegada. En resumen, se puede afirmar que la
aplicación incide en las prácticas espaciales de los usuarios, de modo tal que puede
provocar que una persona frecuente una zona considerada peligrosa y que en principio no
elegiría transitar, pero que termina circulando por ser la sugerencia de trayecto que propone
la app. De este modo, se genera una nueva sensación de inseguridad en el espacio urbano
del usuario que a priori sin la existencia de la app no se experimentaría.

En cuanto a si se observan diferencias de género respecto a los sentimientos de seguridad


o inseguridad en la ciudad, los tres entrevistados que se autoperciben como varones
afirmaron que no se sienten inseguros en la calle y que Google Maps no es una herramienta
que consideren usar por cuestiones de seguridad sino para saber cuánto tiempo les puede
llevar ir de un lugar a otro o saber orientarse en un lugar que no conocen; mientras que las
mujeres respondieron sentirse inseguras en determinadas ocasiones, por ejemplo, según el
barrio o el horario en el que transitan, o incluso dependiendo la edad que tengan, ya que
reconocen que ser mujer y jóven son factores que las exponen a situaciones violentas.
Asimismo, para la mayoría de ellas, las funciones de geolocalización pueden generar una
mayor sensación de seguridad al brindar la información necesaria para sentirse ubicada e
informada sobre los lugares que recorren y así poder anticiparse a lo que se van a
encontrar. Pero, además, el hecho de compartir ubicación con otras personas y que puedan
seguir los trayectos que hacen en tiempo real, es un factor que les otorga seguridad, por
ejemplo, cuando tienen una cita con un desconocido o cuando viajan de noche y solas. Por
otro lado, este tipo de funciones no sólo brindan seguridad a la persona que transita la
ciudad, sino a quien supervisa la ubicación en tiempo real, aspecto que también es
mencionado por entrevistadas mujeres a diferencia de los entrevistados hombres que no
hicieron alusión a ninguno de los dos usos de geolocalización. En esas situaciones, María
declara sentirse bastante segura a la ciudad, pero si tuviera hijos, utilizaría la app para
sentirse segura de saber dónde están:

“Yo me acuerdo de mi amiga y compañera de tesis, Claudia. Claudia tiene dos


hijos y ella los vigilaba siempre con un programita que tenía instalado en el
teléfono y en el de sus hijos también para ver donde estaban en cada momento
que ella quería, y eso me parece que tiene que ver con Google Maps. Y con un
sistema de geolocalización, me parece que para un cuidado de adolescentes o de
niños, niñes [...] me parece que es bastante importante y ahí sí la usaría. Creo que
ahí la usaría justamente más que nada para saber dónde están mis niñxs en ese
momento. Como no la uso, en ese caso sí me haría sentir más segura.” (María, 54
años)

Notamos que este tipo de afirmaciones se dan más en el género femenino que en el
masculino, y en parte se debe a que las tareas de cuidado han recaído sociohistóricamente
como una responsabilidad de las mujeres. Es por eso que subrayamos que la existencia de
un uso diferencial de la app se refleja en un uso diferencial del espacio urbano. Siguiendo a
Edith Flores Pérez (2014) entendemos a las mujeres como sujetos históricamente situados,
y al género como categoría de análisis social que nos permite hallar diferencias en las
experiencias de las personas en la ciudad. En este sentido, entendemos que las diferencias
entre varones y mujeres en el sentido de inseguridad y en la utilidad que le encuentran a la
app como herramienta para sentirse más segurx responden a estructuras de dominación
patriarcales donde la mujer es representada como inferior y por lo tanto como objeto de
abuso y que se traducen en experiencias desiguales del habitar urbano. Esta desigualdad
de género y al momento de transitar por la ciudad se manifiestan en las distintas estrategias
que deben realizar las mujeres en comparación a los varones, como la elección de lugares
que les queden cercanos o restringir los horarios para salir a momentos del día, y que
limitan el derecho a habitar la ciudad.

6. COMENTARIOS FINALES

A modo de conclusión, la llegada de Google Maps a la vida cotidiana representó un cambio


sustancial en las prácticas y en las representaciones del espacio urbano. En primer lugar,
constituye una herramienta de uso diario para los sujetos ya que al indicar trayectos permite
que se desarrolle un mayor sentido de la ubicación y, de este modo, posibilita recorrer
lugares que no se frecuentan habitualmente y experienciar el habitar la ciudad de forma
más planificada. Sin embargo, como se ha señalado, hay una apropiación en el uso de
Google Maps que responde a lógicas subjetivas y que denotan la capacidad creativa de los
sujetos para manipular las formas de concebir el espacio a través de las prácticas
espaciales cotidianas.

En segundo lugar, las imágenes colectivas y con cierto grado de objetividad que se
producen en la interacción de los usuarios a través de la app repercuten en las
representaciones subjetivas sobre los lugares y dan cuenta de un proceso de selección que
se encuentra mediado por la tecnología. El potencial de brindar información no sólo acerca
de las alternativas de trayectos sino también de lugares de la ciudad para conocer, amplían
la mirada del usuario sobre la ciudad y a su vez fomentan prácticas espaciales relacionadas
al consumo que responden a la cultura capitalista propia de nuestra época. Sin embargo, a
diferencia de otras plataformas digitales, estas prácticas orientadas al consumo se anclan
en una búsqueda activa por concretar los propios deseos, necesidades y posibilidades de
los sujetos, por lo cual la información que brinda la app es usada a modo orientativo o
incluso preventivo cuando se trata de malas experiencias. De esta manera, queda abierta la
pregunta sobre el modo en que Google Maps opera afín a un proceso de mercantilización
del espacio urbano que se está intensificando día a día.

Por otra parte, el orden social dominante se consolida también en términos espaciales a
través de mecanismos de los que tal estructura ha desarrollado para conservar su posición
dentro de un colectivo urbano. Frente a esto, se observa que el mapeo colectivo reivindica
el papel activo de los sujetos al producir un mapa basado en las experiencias y la vida
social de los usuarios, cargado de sentidos más “humanos” y que posibilita visibilizar
cuestiones significativas de la ciudad que se mantenían ocultas en la cartografía clásica
mediante la incorporación de comentarios, fotos y opiniones, dotando a los espacios de
nuevos significados frente a los dominantes. De esta manera, a partir de las prácticas
cartográficas alternativas se domestica al espacio en términos de Giglia, es decir, se
imprimen representaciones sobre él que hacen que lo reconozcamos como propio.
Entendemos que el mapa construido socialmente ocupa una posición central en la
actualidad ya que permite la actividad de las prácticas cartográficas que, más allá de
representar relaciones espaciales, comienzan a visualizar información y condiciones de la
ciudad que nunca había sido recogida en tales bases de datos, al estar fuera de los
intereses de aquellos con la capacidad para generarlas. Pero a su vez, la disposición de
una herramienta como Google Maps, dota a los usuarios de la capacidad de clasificación y
delineación de espacios, proporcionando mayores certezas respecto a la ubicación y por lo
tanto, un accionar distinto dentro del espacio. En palabras de Bauman que retoma a De
Certeau y las relaciones entre las personas fuertes y débiles de una sociedad: “se podría
decir que la diferencia entre los fuertes y los débiles es la diferencia entre un territorio
conformado en la imagen de un mapa y un territorio abierto a la intrusión, a la
reacomodación de fronteras, y el restablecimiento de los mapas” (Bauman, 2000: 122). En
este sentido, Google Maps podría significar una herramienta que democratiza en términos
prácticos y no meramente ideales como vemos en la idea de espacio que propone la
ideología ciudadanista del espacio público -siempre y cuando se cuente con las condiciones
materiales y cognitivas que permitan la posibilidad de contar con dicha herramienta- al ser
una aplicación de libre acceso que brinda la información necesaria para situarse en el mapa
y tomar decisiones en base a ello.

Por otro lado, observamos que el derecho a vivir la ciudad libremente no se presenta de
igual modo para todxs, sino que el análisis sobre la ciudad debe tomar en cuenta las
relaciones sociales y de poder que atraviesan las experiencias urbanas. Teniendo en cuenta
esto, las herramientas digitales si bien habilitan prácticas cartográficas alternativas y
funcionan como canales de denuncia y de expresión, revisten relaciones desiguales y de
opresión que son tamizadas por la publicación de comentarios en los que el origen social y
las condiciones sociales y culturales no son visibles, pero que configuran a la experiencia
urbana de los sujetos. En este sentido, Google Maps aunque permita una mayor
democratización de voces o brinde un mayor sentido de seguridad a la hora de transitar, no
viene a resolver ni evidenciar las desigualdades a nivel estructural, como la desigualdad de
género presente también en el habitar, sino que habilita la producción de nuevas tácticas a
las personas o grupos sociales que se encuentran más desfavorecidxs por las relaciones de
dominación.

7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- Bauman, Z. (2000). Modernidad líquida. Fondo Económico de Cultura.
- De Alba, M. (2007). Mapas imaginarios del Centro Histórico de la Ciudad de México:
de la experiencia al imaginario urbano. En Ángela Arruda y Martha de Alba (Coords.)
Espacios imaginarios y representaciones sociales: aportes desde Latinoamérica.
(257-287). Anthropos.
- De Certeau, M. (2000). La invención de lo cotidiano. 1. Artes del hacer. Instituto
tecnológico y de estudios superiores de Occidente.
- Delgado, M. (2011). Espacio público. Discurso y lugar. El espacio público como
ideología. Catarata.
- Flores Pérez (2014). Narrativas urbanas de acoso sexual. Memorias, afectos y
significaciones de las mujeres en la Ciudad de México. Ángulo Recto. Revista de
estudios sobre la ciudad como espacio plural. (6) núm. 1. 57-76.
- Freire, J., Villar Onrubia, D. (2010). Prácticas cartográficas cotidianas en la cultura
digital. Razón y palabra. 73.
- Giglia, A. (2012). Habitar, orden cultural y tipos de hábitats. El habitar y la cultura.
Anthropos.
- Lefebvre, H. (2013). La producción del espacio. Capitán Swing.
- Lemos, Andres (2008). Mobile communication and new sense of places: a critique of
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- Marcús, Juliana; Boy, Martín; Benitez, Joaquín; Berardo, Martina; Márquez,
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COVID-19. Modos diferenciales de usar y valorar el espacio en el Gran Buenos Aires
durante la fase 1 del ASPO, 2020. Revista Ensambles en Sociedad, Política y
Cultura (13), 96-129.
- Rosa-Jiménez, C. y García Moreno, A. El impacto de las TICs en el imaginario
urbano. Nuevas herramientas digitales en la dialéctica del territorio líquido vs ciudad
tradicional. Imagonautas (2018) 11: 82-106.
- Umaña Reyes, Lorena (2014). Las representaciones sociales sobre el Zócalo de la
Ciudad de México como espacio para la protesta. Estudio etnográfico en el contexto
electoral de 2009. Revista Mexicana de Opinión Pública (16), 73-95.

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