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Seminario “Vida urbana y producción social del espacio: usos y apropiaciones diferenciales
de la ciudad”, Carrera de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, UBA
En la actualidad, es imposible concebir nuestro pensar, sentir y actuar sin tener en cuenta
que se encuentran articulados con las herramientas tecnológicas y digitales propias de
nuestra época. Esta relación podemos pensarla en el campo de la vida urbana cotidiana y
en los modos en que los usos de tecnologías repercuten en las formas de representar y
habitar el espacio urbano. Siguiendo esta línea, pensar al espacio como un producto social
significa entenderlo como un entramado de prácticas sociales con determinados saberes-
conocimientos que las orientan y les dan sentido. Dichos saberes se construyen a partir de
los elementos que conforman la ciudad, pero además bajo ciertas relaciones socio-
históricas de poder que producen, reproducen y transforman al espacio, de modo que, hoy
en día, las herramientas digitales (y quienes disponen y hacen uso de ellas) cumplen un rol
fundamental en la construcción del espacio urbano al ser dispositivos que habilitan la
producción y reproducción de sentidos. En consecuencia, en el presente trabajo se nos
presenta un interrogante que consideramos que no ha sido abordado en estudios anteriores
vinculados al uso de herramientas digitales en la experiencia urbana: cómo las aplicaciones
de geolocalización participan en los usos y prácticas de las personas en la ciudad.
Específicamente, en este estudio nos preguntamos cómo la clase media porteña representa
y vive el espacio urbano a partir de la información que brinda la aplicación de
geolocalización Google Maps y en función de los saberes que construyen colectivamente
los usuarios de la app sobre los distintos lugares de la ciudad.
2. ASPECTOS CONCEPTUALES
2.1. La relación del uso de las TIC con la producción social del espacio urbano
Ahora bien, nos parece de sumo interés identificar los usos que se desarrollan en Google
Maps y el sentido que los usuarios le atribuyen a estos, para entender cómo influye el
empleo de la app en las representaciones sociales del espacio urbano. En este sentido, las
prácticas físicas y virtuales participan en la formación de representaciones sociales que se
tienen de la ciudad. Para ello, partimos de la definición práctica que Umaña Reyes (2014)
recupera sobre las representaciones sociales1, como un tipo de saber instrumental que
permite elaborar ideas sobre los elementos que conforman el espacio; llevar a cabo una
acción social a partir de creencias, valores y deseos; y comunicarse con los otros,
permitiendo concebir y conocer el mundo de acuerdo con el marco normativo y los valores
socialmente compartidos.
Por otro lado, retomamos los conceptos de táctica y estrategia de De Certeau (2000) para
reflexionar acerca del papel activo de los sujetos y su capacidad creativa para manipular y
reinterpretar las representaciones dominantes, no sólo en las ciudades a partir de las
prácticas espaciales cotidianas, sino también en el ciberespacio por medio de los usos que
los usuarios le dan a las TIC. En definitiva, las representaciones dominantes del espacio
urbano, así como el diseño de plataformas digitales como Google Maps, tienen en común
que ambas son estrategias, es decir, producciones que se les imponen a los urbanitas para
que lleven a cabo un consumo específico o deseado. Sin embargo, mediante las tácticas,
los usuarios pueden alternar sus usos y prácticas en función de sus intereses y propósitos
particulares, por medio de una producción en segundo nivel. En consonancia, Freire y Villar
Onrubia (2010) afirman que las representaciones visuales del territorio tienen una estrecha
relación con las formas en que se habita el espacio, por lo tanto, éstas han sido objetivo de
los grupos dominantes para mantener el control social y domesticar el espacio a través de
distintas estrategias como el mapeo del ámbito urbano. Sin embargo, señalan a su vez que
“el mapa actúa en este contexto como un instrumento de reconfiguración y adaptación de
estos espacios, así como para la creación de otros nuevos” (Freire y Villar Onrubia, 2010:
4). De este modo, nos interesa observar de qué manera a través del uso de Google Maps
se produce lo que los autores llaman prácticas cartográficas alternativas. Es decir, formas
de mapeo disruptivas, heterogéneas, colectivas y subjetivas posibilitadas por la cultura
digital que generan nuevas representaciones sobre el espacio, así como nuevos modos de
1 La definición de representación social es tomada de la autora Martha de Alba (2007) que le da una
concepción práctica y apegada a la experiencia de los sujetos, ya que no sólo es un corpus
organizado de saber colectivo de un grupo que hace inteligible la realidad social, sino que se
encuentra en una relación dialéctica constante con la acción de los actores, modificando y
enriqueciendo la experiencia a rasgos generales, y a los efectos de nuestro estudio, la experiencia
urbana en particular.
habitarlo, y que a su vez reivindican la participación ciudadana en la producción social del
espacio como una práctica cotidiana. Dicho esto, nos parece importante señalar que tanto
las prácticas cartográficas alternativas como las desarrolladas en los ámbitos científicos-
políticos no reflejan la realidad, sino que responden a un contexto y a determinadas
relaciones sociales, culturales y de poder. El mapeo es un proceso y por lo tanto, no hay un
mapa absoluto sino que éste acontece a partir de cierta representación que alguien tiene
sobre el territorio en un momento dado (ibidem).
Consideraremos también la idea de habitar el espacio de Giglia (2012) como concepto clave
para entender el proceso continuo y dinámico de la experiencia urbana, en el cual el
habitante busca encontrar su lugar en el centro de una constelación de puntos de
referencias, al mismo tiempo que busca domesticar el entorno convirtiéndolo en un
ambiente que les sea útil y que tenga sentido (Giglia, 2012). En este sentido, la
incorporación de las tecnologías de la información a la experiencia urbana conlleva la
intervención en las prácticas y representaciones de modo tal que sitúan al sujeto en
territorios informacionales (Lemos, 2008) e implican una transformación o enriquecimiento
de la misma. Los territorios informacionales aluden a la relación entre comunicación y
espacialización a partir del uso de tecnologías móviles de comunicación e información en
las prácticas cotidianas de los sujetos (Lemos, 2008). De esta manera, la interacción de
tecnologías móviles con el espacio urbano permite la emergencia de nuevas significaciones
y transformar la experiencia del habitar.
Finalmente, proporcionar una perspectiva de género al análisis del espacio urbano nos
parece indispensable para comprender los usos y experiencias diferenciales que se dan en
éste, según las personas de distintos géneros. En este sentido, consideramos que las
vivencias, experiencias y representaciones del espacio son de gran relevancia para
comprender el habitar urbano, los usos y las tácticas de los usuarios de la ciudad.
Basándonos en el enfoque de Flores Perez (2014) y Marcús, et. al. (2020) no podemos
pensar los espacios como neutros, asexuados y homogéneos, sino que se encuentran
atravesados por los mecanismos sociales y culturales que mantienen la estructura
patriarcal. La división social del espacio-tiempo cotidiano organizado por una serie de
normativas de género, además de regular, controlar y delimitar el acceso a lugares, genera
una forma de estar en ellos y una diferente posición en la sociedad que a su vez conlleva
una experiencia diferencial del mundo en el que vivimos. Los sentimientos y percepciones
que se tienen sobre los lugares varían según el género, por lo tanto, a los efectos de este
estudio, nos interesa indagar en la relación entre los sentimientos de seguridad (o
inseguridad) y la experiencia de los usos diferenciales tanto de las apps de geolocalización
como en el habitar urbano.
3. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA
Para ello, se realizó un estudio de tipo cualitativo que nos permitió reconstruir las
experiencias “virtuales” relativas al uso de la aplicación que se encuentran directamente
relacionadas con las experiencias “físicas” en el espacio urbano de los usuarios. Para la
recolección de los datos, se realizaron de forma colectiva entrevistas en profundidad
semiestructuradas que nos permitieron recabar información no sólo vinculado al tema que
nos compete, sino también relativas a los temas de investigación de otrxs compañerxs del
seminario2. En relación al diseño muestral, cabe destacar que se trata de una muestra no
probabilística de tipo intencional compuesta por 15 casos, por ende, y a los fines de la
investigación, no buscamos una generalización sobre las percepciones y valoraciones de la
clase media de la Ciudad de Buenos Aires, sino aproximarnos a algunas de sus
concepciones por medio de sus testimonios.
Para el análisis de las entrevistas, se llevó a cabo un proceso compuesto por diversas
instancias: la lectura, la codificación de fragmentos, el grillado, la profundización en tres
dimensiones de análisis (el uso de Google Maps en la ciudad, la elección de lugares para
visitar a partir del uso de la aplicación y el sentido de inseguridad en la ciudad construido
por los usuarios), la comparación y la articulación de los testimonios con la teoría, que nos
2 Además del tema del presente estudio, los temas que se trataron en las entrevistas fueron
las transformaciones urbanas en los barrios de la Ciudad; la demolición del patrimonio
arquitectónico; los grandes teatros y microestadios en la Ciudad; las políticas de
urbanización de villas impulsadas por el Gobierno de la Ciudad; las valoraciones sobre el
uso de las plazas y parques; y los objetos que hacen a la arquitectura hostil de la Ciudad.
permitió realizar una indagación exhaustiva y compleja de las respuestas de lxs
entrevistadxs.
En primer lugar, cabe destacar que, de lxs 15 entrevistadxs, 12 se identifican con el género
femenino mientras que sólo 3 se identifican con el masculino. Por otro lado, el promedio de
edad de lxs entrevistadxs es de 42 años, 10 de ellxs tienen entre 35 y 42 años mientras que
5 tienen entre 43 y 56 años. A partir de estas variables buscaremos analizar si realmente
hay una diferencia en el sentido de seguridad según el género y además si la edad es otro
factor a tener en cuenta respecto a las sensaciones de inseguridad.
Para aproximarnos a las percepciones de la clase media porteña, hemos determinado como
filtro haber completado el nivel secundario. Específicamente, de los 15 casos, 8 cuentan con
estudios universitarios completos, 4 casos alcanzaron estudios terciarios completos y
finalmente 3 personas que no han terminado la universidad.
5. RESULTADOS
Sin embargo, las indicaciones respecto a los recorridos no son tomadas de manera
imperiosa, sino que lxs entrevistadxs señalan que hacen uso de las funciones que brinda la
aplicación de forma parcial. Por ejemplo, Verónica nos dice que:
En síntesis, el uso de Google Maps inaugura una nueva serie de prácticas espaciales que
transforman el espacio percibido de los usuarios, al mismo tiempo que interactúa con las
representaciones dominantes dispuestas en la app, de las que surgen imaginarios que
replantean y enuncian nuevas representaciones sociales a partir de los usos y prácticas
concretas en el espacio. Google Maps permite a los usuarios geolocalizarse y saber lo que
ocurre en tiempo real en un determinado sitio, en este sentido facilita la planificación de
trayectos de recorridos y obtener información sobre los lugares. No obstante, en las
prácticas cotidianas de los usuarios se observa cómo la subjetividad entra en juego en el
uso de la app ya que aplican de formas específicas las indicaciones y la información
brindada.
A partir de los testimonios de las entrevistas, diferenciamos dos grandes tipos de usos que
los usuarios dan a la aplicación: el primero, mayormente tratado en este apartado, se
vincula con la información misma que Google Maps aporta al usuario, que sirve para usos y
necesidades concretas de movilidad cotidiana en el espacio (alternativas de trayectos,
tiempos de recorrido, estado del tránsito, etc.). A este uso lo definiremos como utilitario. Por
otro lado, un segundo uso se relaciona con la información generada por los usuarios de la
app (reseñas, fotos y valoraciones de lugares de la ciudad) que configuran las
representaciones colectivas. En este sentido, se trata de un uso hedónico de la app
focalizado en el análisis positivo o negativo de las experiencias que se viven en la ciudad y
que ayudan a la elección de lugares para visitar en los momentos de esparcimiento. En el
siguiente apartado nos centraremos en el uso hedónico de la aplicación y los efectos que
tiene en las prácticas urbanas.
5.2. Elección de lugares para visitar a partir del uso de Google Maps
Google Maps puede servir como una herramienta decisiva en los trayectos de los usuarios
en la ciudad, ya que el saber colectivo construido en base a las experiencias incide en el
concurrir o no a un punto de la ciudad. Cuando se les preguntó a lxs entrevistadxs si
consideran las puntuaciones, las fotos y las opiniones de otros usuarios de Google Maps
sobre distintos lugares de la ciudad encontramos que la mayoría toma en cuenta el
contenido publicado para decidir si visitar o no un lugar. Principalmente tienen en cuenta la
información subida por las personas cuando buscan lugares nuevos para realizar
actividades de esparcimiento o de consumo, como los restaurantes, cafés, plazas o
parques, locales de ropa o lugares históricos cuando realizan turismo. En este sentido nos
referimos a un uso hedónico de la aplicación, ya que la finalidad se encuentra en la
búsqueda de espacios de ocio a partir del saber colectivo producido por las experiencias
positivas o negativas de los sujetos, aunque también algunxs se fijan en los comentarios
cuando buscan lugares que no se relacionan con el ocio, como ferreterías, farmacias u
hospitales, pero cuyas opiniones les son útiles para saber si encuentran o no lo que desean.
Cuando se indaga sobre los motivos por los cuales publican y tienen en cuenta los
comentarios, reseñas y fotos que suben las personas a la app para decidir ir o no a un
lugar, observamos que le otorgan múltiples sentidos a dicho contenido. Por un lado,
consideran que la información publicada es útil para orientar a las personas sobre la posible
experiencia que se les puede presentar a los usuarios en un lugar y así evitar espacios que
no cumplen con sus intereses o expectativas o, por el contrario, ayudarlos a elegir el mejor
lugar que cumpla con ellas. Además, varixs entrevistadxs afirmaron que sólo realizan
comentarios en aquellos lugares cuya experiencia es "muy buena" o "muy mala", por lo
tanto observamos en esta polarización que los usuarios entienden que los comentarios no
sólo se dirigen a los consumidores, sino que además contribuyen a modo de “premio” con
los locales o servicios que brinden una experiencia deseada o que funcionan como una
“sanción” para aquellos que no. De tal manera, en la valorización que le otorgan a los
comentarios publicados, se identifica una idea de merecer o no merecerlos, dado que las
opiniones son consideradas definitorias en el reconocimiento y por ende, en el habitar ese
lugar comentado. Por otra parte, aunque algunxs entrevistadxs atribuyen a los comentarios
un sentido de objetividad vinculado a cuestiones más específicas, como los horarios de
atención o datos sobre la ubicación, también reconocen que las opiniones volcadas en la
aplicación responden a una experiencia subjetiva, apegadas a la experiencia, los intereses y
valoraciones de la persona que lo publica, de modo que no es el comentario de un sólo
individuo el que tienen en cuenta, sino la representación colectiva sobre el lugar que se
produce.
“Me fijo mucho en las fotos que toma la gente porque una cosa es lo que te
muestra la página oficial del sitio... y otra cosa es lo que dicen las personas. Es
interesante para mi ver la visión desde el usuario, o sea desde el cliente [...] Por
ejemplo, cuando un restaurante sube la foto de un plato suele ser como la foto
publicitaria, o sea suele ser hermoso, con la luz perfecta, el plato todo... bien
decorado... En cambio la foto que sube la persona por ahí es más auténtica y te
muestran de verdad el verdadero tamaño de las porciones, el verdadero aspecto
de la comida” (Judith, 35 años)
Por otra parte, también los usuarios encuentran en la aplicación un canal de expresión y de
denuncia sobre sus experiencias urbanas. Por ejemplo, Delfina cuenta sobre una vez donde
no la atendieron bien en un restaurante de la ciudad y el descargo que luego hizo en la app:
“La otra vez por ejemplo me dieron unas rabas horribles y como no las quisimos
y nos las quisieron cobrar, le dije que no y nos echaron a la mierda, y bueno, les
puse un mal comentario. Es como la única herramienta que te da eso, si te tratan
mal en un lugar. (...) me parece que está bueno. También si vas a un lugar a
comer saber que está bueno que no, siempre ayuda, más ahora que te cagan
todo el tiempo, hay que estar atento”. (Delfina, 38 años)
Desde la visión crítica que propone Delgado (2011) sobre los espacios públicos -como en
una dimensión virtual lo son las aplicaciones que permiten la libre expresión de los
usuarios-, podemos afirmar que el diseño de comentarios y valoraciones pensado para la
aplicación, reproduce una representación del espacio (virtual) ciudadanista, dado que en él
las opiniones, comentarios y reseñas son publicadas por quien sea sin importar su origen
social, ocultando las relaciones de explotación o exclusión, y creando una ilusión de que las
matrices de dominación se disuelven en intereses y metas compartidas bajo la idea de
ciudadano-consumidor común del espacio urbano. En este sentido, la voz del usuario-
ciudadano es válida en tanto tiene el derecho a vivir la experiencia en un espacio de la
ciudad, y cuenta con la capacidad material de publicarlo en la red de Google Maps.
Finalmente, advertimos que tanto el uso utilitario como el uso hedónico de la aplicación
generan nuevas formas de mapeo asociadas a las representaciones colectivas y a las
experiencias personales que dotan a los espacios de nuevos sentidos. De esta forma, el
mapa no se trata de una representación plana, reducida y simplificada de la superficie
terrestre como se lo define tradicionalmente, sino que se trata de una producción social
compleja y cargada de sentido que redefine las formas de habitar el espacio. Así, en el
contexto de territorios informacionales, es decir, la existencia de áreas dónde la información
y la espacialización se encuentran imbricadas de modo tal que el uso de tecnología móviles
influencia a las prácticas espaciales (Lemos, 2008), reparamos en cómo la información
brindada por la app, los comentarios y valoraciones, así como recomendaciones de otras
fuentes, permiten la planificación de recorridos, trayectos, y demarcación de lugares para
visitar. En palabras de lxs entrevistadxs, Google Maps permite crear mapas donde se
marcan lugares para visitar en diferentes ocasiones:
“Me armo mapas, tengo un mapa de lugares por conocer en Google Maps y los
voy subiendo allí [los lugares por conocer], los guardo las direcciones, veo las
opiniones, veo más o menos los precios y… ya me voy haciendo una idea de
que bueno, este lugar lo puedo conocer pero cuando tenga plata, por ejemplo, si
son muy caros”. (Judith, 35 años)
Estas formas de mapeo habilitadas por la aplicación que Freire y Villar Onrubia (2010)
denominan prácticas cartográficas alternativas terminan demostrando que la elección de
trayectos y visitas a lugares ya no se da solamente por los medios tradicionales
(recomendaciones de allegados, lectura de blogs, páginas oficiales, etc.) sino que la
información ofrecida por la app tiene un peso determinante en las prácticas espaciales, y
que éstas entran en vínculo con las necesidades, deseos, posibilidades y expectativas de
los usuarios. Siguiendo esta línea, nos parece certero destacar la respuesta de Camila
acerca de las opiniones publicadas en Google Maps: “quizás es lo que hace que el mapa se
humanice un poco más, o sea, hace que el mapa sea algo armado por las personas”
(Camila, 36 años). En ese aspecto, el mapa que se construye es producto de la interacción
social, y se humaniza en primer lugar porque es leído a partir de las experiencias de habitar
el espacio de otras personas. De este modo, la construcción del mapeo es un proceso
continuo y dinámico al igual que la experiencia urbana misma, de forma que ésta lo
transforma al tiempo que sitúa a los usuarios en una constelación de puntos de referencias
(Giglia, 2012). En segundo lugar, el mapeo humaniza porque a partir de las
representaciones colectivas varían las formas de habitar y vivir la ciudad dado que la
información que brinda Google Maps domestica al entorno y lo convierte en un ambiente útil
y con sentido. La cultura digital permite la construcción de un mapa colectivo en el cual se
reivindica la participación de los usuarios para que le den forma, y donde se dispone llevar a
cabo una multiplicidad de prácticas alternativas, pero además permite la construcción de un
mapa personalizado en el cuál se marcan lugares por recorrer, se piensan trayectos y se
toman decisiones sobre la base del mapeo colectivo y la interacción de tecnologías móviles.
Por lo que nos refiere al último tema de análisis, nos propusimos indagar sobre las
sensaciones de inseguridad que tienen lxs entrevistadxs al transitar por la ciudad, si
consideran que Google Maps sirve como una herramienta para sentirse más segurxs y si
existen diferencias de género en torno a esto. En relación a las sensaciones de inseguridad,
la mayoría las relaciona al barrio o al horario en el que se mueven, por lo cual afirman
sentirse seguros en los lugares que conocen y si es de día, pero que pueden llegar a
experimentar sentimientos de inseguridad en zonas desconocidas o en “zonas peligrosas”,
es decir, lugares desérticos o donde se considera que hay más robos. Asimismo, coinciden
en que Google Maps no es una aplicación que lxs haga sentir más segurxs en la calle ya
que en sí misma no es una aplicación que garantice la seguridad o la prevención de un
delito per se.
Sin embargo, encontramos que la mayoría dice usarla cuando tienen que ir a lugares
desconocidos o nunca antes frecuentados y que la planificación previa del recorrido o la
familiarización con la zona a partir de la función Street View juegan un papel relevante para
prever situaciones de inseguridad. En este sentido, si bien la aplicación no impide que las
personas puedan sufrir experiencias peligrosas en la calle (como un robo), la representación
previa sobre los lugares que brinda permite que unx pueda reconocer mejor las zonas y no
sentirse tan perdidx ni expuestx. En este sentido, Ayelén nos comenta:
“En particular a mí me pone bastante ansiosa viajar en colectivo, en auto, ir a
algún lugar por primera vez, entonces el Street View me ayuda a verlo antes.
Como siempre está bastante actualizado, me ayuda a ubicarme visualmente en el
lugar o donde me tengo que bajar si voy en colectivo o qué casas están cerca del
lugar a donde voy, porque me ayuda a ubicarme visualmente”. (Ayelén, 39 años)
Por otro lado, cuando la inseguridad se vincula con el estar en una “zona peligrosa” algunxs
entrevistadxs señalan que la aplicación puede generar aún mayor inseguridad ya que al
indicar recorridos no diferencia por sí sola las zonas seguras de las inseguras y puede
indicar un camino que atraviese una “zona peligrosa” sin que unx lo sepa. En este sentido,
en algunas respuestas manifestaron el deseo de que la aplicación mejore sus funciones
describiendo la cantidad de personas a las que le robaron en un lugar o que actualice las
paradas de colectivos y los horarios de llegada. En resumen, se puede afirmar que la
aplicación incide en las prácticas espaciales de los usuarios, de modo tal que puede
provocar que una persona frecuente una zona considerada peligrosa y que en principio no
elegiría transitar, pero que termina circulando por ser la sugerencia de trayecto que propone
la app. De este modo, se genera una nueva sensación de inseguridad en el espacio urbano
del usuario que a priori sin la existencia de la app no se experimentaría.
Notamos que este tipo de afirmaciones se dan más en el género femenino que en el
masculino, y en parte se debe a que las tareas de cuidado han recaído sociohistóricamente
como una responsabilidad de las mujeres. Es por eso que subrayamos que la existencia de
un uso diferencial de la app se refleja en un uso diferencial del espacio urbano. Siguiendo a
Edith Flores Pérez (2014) entendemos a las mujeres como sujetos históricamente situados,
y al género como categoría de análisis social que nos permite hallar diferencias en las
experiencias de las personas en la ciudad. En este sentido, entendemos que las diferencias
entre varones y mujeres en el sentido de inseguridad y en la utilidad que le encuentran a la
app como herramienta para sentirse más segurx responden a estructuras de dominación
patriarcales donde la mujer es representada como inferior y por lo tanto como objeto de
abuso y que se traducen en experiencias desiguales del habitar urbano. Esta desigualdad
de género y al momento de transitar por la ciudad se manifiestan en las distintas estrategias
que deben realizar las mujeres en comparación a los varones, como la elección de lugares
que les queden cercanos o restringir los horarios para salir a momentos del día, y que
limitan el derecho a habitar la ciudad.
6. COMENTARIOS FINALES
En segundo lugar, las imágenes colectivas y con cierto grado de objetividad que se
producen en la interacción de los usuarios a través de la app repercuten en las
representaciones subjetivas sobre los lugares y dan cuenta de un proceso de selección que
se encuentra mediado por la tecnología. El potencial de brindar información no sólo acerca
de las alternativas de trayectos sino también de lugares de la ciudad para conocer, amplían
la mirada del usuario sobre la ciudad y a su vez fomentan prácticas espaciales relacionadas
al consumo que responden a la cultura capitalista propia de nuestra época. Sin embargo, a
diferencia de otras plataformas digitales, estas prácticas orientadas al consumo se anclan
en una búsqueda activa por concretar los propios deseos, necesidades y posibilidades de
los sujetos, por lo cual la información que brinda la app es usada a modo orientativo o
incluso preventivo cuando se trata de malas experiencias. De esta manera, queda abierta la
pregunta sobre el modo en que Google Maps opera afín a un proceso de mercantilización
del espacio urbano que se está intensificando día a día.
Por otra parte, el orden social dominante se consolida también en términos espaciales a
través de mecanismos de los que tal estructura ha desarrollado para conservar su posición
dentro de un colectivo urbano. Frente a esto, se observa que el mapeo colectivo reivindica
el papel activo de los sujetos al producir un mapa basado en las experiencias y la vida
social de los usuarios, cargado de sentidos más “humanos” y que posibilita visibilizar
cuestiones significativas de la ciudad que se mantenían ocultas en la cartografía clásica
mediante la incorporación de comentarios, fotos y opiniones, dotando a los espacios de
nuevos significados frente a los dominantes. De esta manera, a partir de las prácticas
cartográficas alternativas se domestica al espacio en términos de Giglia, es decir, se
imprimen representaciones sobre él que hacen que lo reconozcamos como propio.
Entendemos que el mapa construido socialmente ocupa una posición central en la
actualidad ya que permite la actividad de las prácticas cartográficas que, más allá de
representar relaciones espaciales, comienzan a visualizar información y condiciones de la
ciudad que nunca había sido recogida en tales bases de datos, al estar fuera de los
intereses de aquellos con la capacidad para generarlas. Pero a su vez, la disposición de
una herramienta como Google Maps, dota a los usuarios de la capacidad de clasificación y
delineación de espacios, proporcionando mayores certezas respecto a la ubicación y por lo
tanto, un accionar distinto dentro del espacio. En palabras de Bauman que retoma a De
Certeau y las relaciones entre las personas fuertes y débiles de una sociedad: “se podría
decir que la diferencia entre los fuertes y los débiles es la diferencia entre un territorio
conformado en la imagen de un mapa y un territorio abierto a la intrusión, a la
reacomodación de fronteras, y el restablecimiento de los mapas” (Bauman, 2000: 122). En
este sentido, Google Maps podría significar una herramienta que democratiza en términos
prácticos y no meramente ideales como vemos en la idea de espacio que propone la
ideología ciudadanista del espacio público -siempre y cuando se cuente con las condiciones
materiales y cognitivas que permitan la posibilidad de contar con dicha herramienta- al ser
una aplicación de libre acceso que brinda la información necesaria para situarse en el mapa
y tomar decisiones en base a ello.
Por otro lado, observamos que el derecho a vivir la ciudad libremente no se presenta de
igual modo para todxs, sino que el análisis sobre la ciudad debe tomar en cuenta las
relaciones sociales y de poder que atraviesan las experiencias urbanas. Teniendo en cuenta
esto, las herramientas digitales si bien habilitan prácticas cartográficas alternativas y
funcionan como canales de denuncia y de expresión, revisten relaciones desiguales y de
opresión que son tamizadas por la publicación de comentarios en los que el origen social y
las condiciones sociales y culturales no son visibles, pero que configuran a la experiencia
urbana de los sujetos. En este sentido, Google Maps aunque permita una mayor
democratización de voces o brinde un mayor sentido de seguridad a la hora de transitar, no
viene a resolver ni evidenciar las desigualdades a nivel estructural, como la desigualdad de
género presente también en el habitar, sino que habilita la producción de nuevas tácticas a
las personas o grupos sociales que se encuentran más desfavorecidxs por las relaciones de
dominación.
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