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DISCAPACIDAD Y JUSTICIA

Amartya Sen
Ponencia en la Segunda Conferencia Internacional sobre Discapacidad y Desarrollo Inclusivo.
Banco Mundial, Diciembre 2004.

1.
Me siento muy privilegiado de estar presente en esta conferencia sobre
discapacidad y desarrollo –una materia de inmensa importancia. También estoy
muy agradecido por los comentarios gentiles de Jim Wolfensohn. Hay muy pocas
personas en el mundo que yo admire tanto como a Jim, y es maravilloso para mí
interactuar con él en esta reunión.

Las personas con discapacidades mentales o físicas son, no solamente los seres
humanos con más privaciones del mundo, sino también, muy frecuentemente, los
más olvidados. A pesar de que esta es una conferencia sobre asuntos prácticos, y
sobre una urgencia que preocupa – y también sobre las formas y medios- de
corregir los errores cometidos en contra de las personas con discapacidad, mi
enfoque principal será en la teoría, en particular el tratamiento del tema de la
discapacidad en teorías de justicia. Es importante ver por qué considerar la
discapacidad y la comprensión de la demanda de justicia para las personas con
discapacidad debe ser tan fundamental para la ética en general y las teorías de
justicia en particular. También argumento que es útil entender por qué las
principales escuelas del pensamiento en teorías de justicia han tendido a olvidar
este tema central, y cómo ese olvido o abandono, ha sesgado las políticas prácticas
en la dirección de la inacción. Incluso ha contribuido a suprimir el sentimiento de
que ese abandono, sea inadecuado, lo cual razonablemente puede acompañar al
fracaso al momento de tomar una visión responsable de la obligación social hacia
Las personas con discapacidad. Parte de esta plática, por lo tanto, tomará la forma
de “quien lo ha hecho” – a pesar de que es un quien lo ha hecho filosófico.

No hay nada más obvio como el problema de las personas con discapacidad y la
necesidad manifiesta de hacer algo al respecto. Hace 2500 años, cuando el joven
Gautama – más tarde conocido como Buda- dejó su hogar de príncipe, al pie de los
Himalayas, en busca de una iluminación, fue conmovido, en particular, por la
visión de la mortalidad (un cadáver que era llevado para ser cremado), la
morbilidad (él vio a una persona afectada severamente por la enfermedad), y
discapacidad (vio como una persona adquiría discapacidad por la edad). La
preocupación que sentía Gautama Buda por las privaciones y adversidades de la

1
vida humana han servido como una imagen poderosa que lleva la humanidad a
través de los años, y permanece extremadamente evocativa todavía hoy.

Hay algo inmediato y pugnante en el reconocimiento de la discapacidad que llama


a la reflexión y la respuesta. Se esperaría, con mucha razón, que la deliberación
que puede ser causada por esto refuerce la inmediatez y el llamado a actuar. Ser
justos con las personas en circunstancias divergentes es algo central para el tema o
materia de la justicia, y cualquier teoría de justicia adecuada nos debe decir cómo
puede lograrse el ser justos. Sin duda, no es difícil argumentar que la teoría de
justicia debe abordar este tema, para que pueda calificarse como una doctrina
adecuada, y debe identificar la deuda de la sociedad hacia las personas que resultan
tener discapacidades importantes. Por supuesto, pueden haber debates acerca de la
manera como precisamente el problema de las personas con discapacidad deba ser
superado o aminorado, y cuáles instituciones, reglas o convenciones serían
apropiadas para enfrentarse a este serio reto. Pero ignorar o desechar la lucha de
las personas con discapacidad no es una opción que una teoría de justicia aceptable
pueda tener.

Pero aún, en gran medida, esto es precisamente lo que las teorías de justicia que
han comandado lealtad a través de los siglos han tendido a hacer, y esto ha afectado
profundamente la comprensión práctica de la naturaleza de una buena sociedad y
las demandas de orden público y justicia social. Debemos examinar cómo ha
sucedido esto, y cómo las perspectivas empobrecidas que evitan abordar los
reclamos de las personas con discapacidad han venido a ocupar tales posiciones
centrales en filosofía política y economía de bienestar.

2.
Cualquier teoría de ética social, y particularmente cualquier teoría de justicia, debe
seleccionar lo que podremos llamar una “base informacional”, es decir, debe
decidir en qué aspectos del mundo debemos concentrarnos cuando se juzga el éxito
y el fracaso de una sociedad, y cuando se evalúa la justicia e injusticia. 1 En este
contexto, es particularmente importante tener una visión sobre cómo evaluar las
ventajas de un individuo. Consideren, por ejemplo, tres teorías prominentes de
evaluación social y justicia.

1
He discutido la base informacional sobre principios éticos y opción social en "On Weights and
Measures: Informational Constraints in Social Welfare Analysis," Econometrica, 45 (octubre 1977) y
"Informational Analysis of Moral Principles," in Ross Harrison, ed., Rational Action (Cambridge:
Cambridge University Press, 1979).

2
Primero, el utilitarismo -campeón para Jeremy Bentham y otros- se concentra en la
felicidad o el placer individual (u otra interpretación de "utilidad" individual) como la
mejor manera de evaluar si una persona está en ventaja o desventaja.

Un segundo abordaje, que puede ser encontrado en muchos ejercicios prácticos de


economía, (y ha tenido su parte en las teorías de economía de bienestar), evalúa la
ventaja de una persona en términos de sus ingresos y riquezas. Este es un abordaje
basado en la opulencia, así como el utilitarismo es un abordaje basado en la utilidad,
y sus enfoques informacionales basados en tales datos son ingresos agregados, por un
lado, y como distribución de ingresos, por otro.

Una tercera teoría es aquélla presentada por uno de los más grandes filósofos
políticos de nuestros tiempos, John Rawls. Ésta demanda que se le preste atención
a la libertad y su prioridad, pero más allá de la evaluación de la equidad
distribucional en que insiste la teoría Rawlsiana de justicia, la ventaja de cada
persona debe ser juzgada en términos de los “bienes primarios” que cada persona
tenga respetablemente. Los bienes primarios constituyen una categoría general de
recursos – o medios con propósitos generales – que ayudaría a cualquier persona a
promover sus fines. Rawls ejemplifica los bienes primarios señalando la necesidad
de incluir “derechos, libertades y oportunidades, ingresos y riquezas, y la base
social del auto-respeto”.2

Se puede demostrar fácilmente que ninguna de estas teorías dominantes de ética y


justicia pueden realmente prestarle seria atención al tema de la justicia para las
personas con discapacidad. Inicio examinando el segundo abordaje, la teoría
basada en la opulencia, que es el abordaje que los economistas frecuentemente usan
para enfocarse en la distribución de ingresos, y que tiende a dominar la discusión
pública de las preocupaciones distribucionales en los medios y en las discusiones
públicas en general. El problema básico de este abordaje fue señalado más
claramente hace 2300 años por Aristóteles, en su libro Ética Nicomacheana.
Aristóteles puntualizó: “La riqueza no es, evidentemente, cuán buenos somos para
buscarla; pues es meramente útil y por el amor a algo más”.3

El ingreso de bienestar no es algo que valoremos por sí mismo. Una persona con
discapacidad severa realmente no necesita ser juzgada por tener más ventaja sobre
una persona sin discapacidad, aún si él o ella tuviera un nivel más alto de ingresos o
riquezas que una persona sin discapacidad. Debemos examinar la capacidad global
2
John Rawls, A Theory of Justice (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1971), pp. 60-5).
3
Aristotle, Nicomachean Ethics, traducido por D. Ross (Oxford: Oxford University Press, revised
edition, 1980), book I, section 5, page 7.

3
que tiene cualquier persona para llevar una vida como ella desea llevarla, y esto
requiere que se preste atención a sus características personales (incluyendo sus
discapacidades, si las hay), así como sus ingresos y otros recursos, ya que ambos
pueden influenciar sus capacidades actuales. Basar la teoría de justicia en
fundamentos informacionales de la opulencia y distribución de ingresos sería una
confusión de los fines y los medios: los ingresos y opulencia son cosas que buscamos
“por el amor de algo más”, (como Aristóteles lo planteó).

Es extremadamente importante distinguir entre dos tipos de minusvalías que pueden


acompañar la discapacidad, los cuales podrían respectivamente ser llamados
“minusvalía de ganancia” y “minusvalía de conversión”. Una persona discapacitada
puede tener mayores dificultades para obtener un empleo o para retenerlo, o puede
recibir menor compensación por su trabajo. Esta minusvalía de ganancia puede ser
reflejada en la teoría basada en la opulencia, debido a que una persona discapacitada
puede tener serias desventajas en términos de sus ingresos y riquezas. Pero esto es
tan sólo parte del problema. Para realizar las mismas actividades que una persona sin
discapacidad, una persona con discapacidad física puede necesitar de mayores
ingresos que una persona sin discapacidad. Para facilitar su movilización, una
persona, por dar un ejemplo, que ha adquirido una minusvalía por un accidente o por
enfermedad, podría necesitar asistencia, o una prótesis, o ambas. La minusvalía de
conversión se refiere a la desventaja que una persona con discapacidad tiene al
convertir su dinero en buen vivir. No es suficiente estar únicamente preocupados por
la minusvalía de ganancia, ya que las personas con discapacidad tienden a sufrir
también por la minusvalía de conversión.

El tema es fundamental en la comprensión de las limitaciones de la visión de


pobreza basada en los ingresos. La pobreza puede ser vista como algo no adecuado
en las capacidades básicas que tiene una persona. Esto se relaciona con los bajos
ingresos, ciertamente, pero no sólo con eso. Con el mismo nivel de ingresos, una
persona con discapacidad puede realizar muchas menos actividades, y puede ser
seriamente privada en términos de las capacidades que él o ella tienen razón de
valorar. Por la misma razón por la que la discapacidad es un factor que dificulta
más recibir ingresos, la discapacidad también torna más difícil convertir los
ingresos en la libertad para vivir bien.

Déjenme ilustrar la influencia que tiene la minusvalía de conversión con algunos


resultados en los índices de pobreza del Reino Unido que obtuvo Wiebke Kuklys,
en una tesis iluminadora recientemente finalizada en la Universidad de Cambridge.4
4
Wiebke Kuklys, "Amartya Sen's Capability Approach: Theoretical Insights and Empirical
Applications," Ph.D. dissertation, Sidney Sussex College, Cambridge University, 2004; see particularly

4
Haciendo un corte en la línea de pobreza, en el 60% de la media nacional de ingresos,
Kuklys encontró que el 17.9% de los individuos viven en familias cuyos ingresos
están por debajo de la línea de pobreza. Si prestamos atención ahora a los individuos
viviendo en familias con algún miembro discapacitado, el porcentaje de tales
individuos viviendo con ingresos bajos y bajo la línea de pobreza es del 23.1%. Este
salto de cinco puntos porcentuales reflejaría enormemente la minusvalía de ingresos
asociado con la discapacidad y el cuidado de Las personas con discapacidad. Si
ahora la conversión de la minusvalía es introducido, y se señala que existe la
necesidad de más ingresos para aminorar las desventajas de la discapacidad, la
proporción de individuos en las familias con algún miembro discapacitado da un salto
al 47.4%, un salto de casi el 20% sobre la cantidad de individuos que viven bajo la
línea de pobreza (17.9%) de la población en general. Para tener una visión
comparativa de una manera distinta, del 20% extra de pobreza en la desventaja de los
individuos viviendo en familias con miembros discapacitados, como una cuarta parte
puede ser atribuido a minusvalías de ingresos, y como tres cuartas partes a
minusvalías de conversión.

Debido a que la prevalencia de discapacidad es relativamente menor en el Reino


Unido que en muchos países en desarrollo, el impacto total al tomar nota de la
minusvalía de conversión para las personas discapacitadas en la población británica
en su totalidad es relativamente moderada: incrementa los niveles promediados de
pobreza para los británicos en su totalidad, como Wiebke Kuklys lo demuestra, del
17.9% al 19.8%. A pesar de que este aumento está lejos de ser despreciable, la
diferencia tendería a ser mayor en los países donde la prevalencia de la discapacidad
es mayor, lo que se aplica para la mayoría de los países en desarrollo. Incluso en
Gran Bretaña, donde el índice total de pobreza se incrementa sólo en 2 puntos
porcentuales, el sufrimiento inequitativo de familias con personas discapacitadas se
refleja bien en la prevalencia de la pobreza ajustada a la capacidad para este grupo,
que es más del 240% mayor que para la población total. Si ignoramos la minusvalía
de conversión como medida de pobreza basada en los ingresos, se tiene el efecto de
distorsionar enormemente el nivel de pobreza de las familias con uno o más
miembros discapacitados.

Adicionalmente, algunos de los aportes para el buen vivir no provienen del ingreso
personal, sino directamente de arreglos sociales, tales como las instituciones de
educación pública o los servicios cívicos. Muchos niños discapacitados, sean
sordos o en sillas de ruedas, se les niega, en efecto, acceso razonable a la educación
primaria en muchos países en desarrollo, debido a la ausencia de arreglos para
personas discapacitadas. Se ha estimado que de los 100 millones o más de niños
Table 5.9, p. 125.

5
que no reciben educación en el mundo, alrededor de 40 millones tienen una
discapacidad de algún tipo u otro. La mayoría de las escuelas, particularmente en
los países menos desarrollados, se construyen sin contemplar el acceso a niños con
discapacidades físicas, y la mayoría de los maestros no tienen el entrenamiento para
trabajar con niños que tienen discapacidades de diferentes tipos, incluyendo
discapacidades de aprendizaje. La minusvalía de conversión se aplica, por lo tanto,
no sólo en convertir los ingresos personales en buen vivir, sino también en
convertir los servicios sociales en oportunidades que sean realmente utilizables.

Otra conexión que vale la pena señalar, es que las vidas de las personas con
discapacidad pueden ser más limitadas debido a actitudes sociales desfavorables
hacia las discapacidades mentales o físicas. Esto es, por sí solo, un factor material
cuando se somete a personas con discapacidad a minusvalías de conversión, pero
estas adversidades deben ser agregadas a posibilidades de maltrato real al cual
frecuentemente las personas con discapacidad son sometidas. Hay evidencia
considerable que la población con discapacidad tiene incluso un mayor riesgo, en
muchas situaciones, de adquirir el VIH y otras infecciones, debido al abuso físico y
sexual. Esto es minusvalía de conversión con venganza, una teoría de justicia que
concentra su atención en la idea de que adquirir una discapacidad difícilmente
pueda llegar a buen término con la demanda por lo justo, lo cual es central para las
fundamentaciones de la justicia.

3.
Veré ahora la teoría Rawlsiana de justicia. La concentración en los bienes
primarios en el marco Rawlsiano refiere a su visión de la ventaja individual en
términos de las oportunidades que gozan para perseguir sus objetivos respectivos.
Rawl vio estos objetivos como la búsqueda de las “concepciones del bien”
individuales, que varían de persona a persona. Al trabajar con este abordaje de la
ventaja individual, debemos tomar nota de dos tipos de variaciones que las
diferentes personas tienen. La primera refiere a los distintos objetivos que las
diferentes personas puedan tener, relacionados con sus propias “concepciones del
bien”. En esto, Rawls se concentra particularmente. Tiende a asumir que los
bienes primarios en general son suficientemente versátiles para adaptarse a la
diversidad de objetivos humanos que las diferentes personas puedan tener, pero
también argumenta el por qué el tener objetivos especialmente costosos no le da el
derecho a una persona a tener más ingresos que otra con demandas más modestas.

La segunda fuente de variación es con la que yo estoy principalmente preocupado


aquí, es que el hecho de que una persona con discapacidad pueda necesitar más
recursos y bienes primarios para lograr las mismas capacidades, aún cuando él o

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ella puedan tener exactamente la misma concepción del bien que puede tener otra
persona. Las personas con discapacidades mentales o físicas deben incurrir en
gastos adicionales para hacer las mismas cosas que otros hacen con facilidad, (tal
como caminar, hablar o ver) y algunas veces las personas con discapacidad no
alcanzan niveles comparables de actividad o desempeño como otras personas sin
discapacidad, aún incurriendo en muchos gastos. Ya he discutido acerca del
problema de conversión en el contexto de la habilidad diferenciada para convertir
los ingresos y otros recursos en la libertad para vivir bien. Una crítica similar
puede hacerse de la limitación del enfoque Rawlsiano en los bienes primarios, aún
cuando la lista de bienes primarios de Rawls va mucho más allá de los ingresos y la
riqueza, las minusvalías de conversión relacionadas a la discapacidad se aplica a la
lista completa de bienes primarios. Esto va en contra de la justicia, tomar la
posesión de los bienes primarios como un indicador de la ventaja individual,
cuando se evalúa la justicia distributiva.

Sin duda, la ampliación del enfoque informacional desde el ingreso hacia los
bienes primarios no es por sí solo adecuado para tratar las variaciones relevantes en
la relación entre los recursos y las capacidades. La población con discapacidades
mentales o físicas pueden ser mucho más privadas en términos de lo que pueden
hacer aún con las mismas cantidades de bienes primarios, incluyendo “derechos,
libertades y oportunidades, ingresos y riqueza, y la base social del auto-respeto”.
El problema básico surge del hecho de que, como el ingreso, los bienes primarios
son definidos independientemente de las características propias de cualquier
persona. Son adquisiciones y recursos que son “externos” a la persona; no captan
lo que la persona pueda hacer con las adquisiciones y recursos que él o ella tengan.
Una persona con discapacidad puede tener más bienes primarios que una segunda
persona que resulta ser una persona sin discapacidad, y por lo tanto ser juzgada de
ser más –no menos- aventajada que la segunda persona, mientras que ella puede ser
forzada (precisamente por su discapacidad) a llevar una vida más restringida y
cruda que la segunda persona.

4.
¿Y qué pasa con el utilitarismo? Este abordaje de la justicia no puede ser acusado
de concentrarse únicamente en objetos externos, como los ingresos y los bienes
primarios, ya que el enfoque del cálculo utilitario se hace en placeres humanos o el
logro de deseos. No está alienado de la vida humana en la forma en que se
contabilizan las ventajas como debe hacerse basados en los ingresos y los bienes
primarios.

7
El problema con el utilitarismo se encuentra en otro lado. Se enfoca sólo en
características mentales, y trata esas características como claves adecuadas de las
ventajas globales que las diferentes personas tienen. Esto desprecia, en particular,
la idea que los placeres y deseos de las personas se ajustan a las circunstancias, y se
adaptan a las adversidades. Consideren a una persona que es físicamente
discapacitada, pero que, a través de la iniciativa y la dedicación, logra tener una
vida con cierta felicidad debido a placeres que tiene de pequeñas gracias. En la
escala de utilidad o felicidad o placer, esta persona no puede, gracias a sus
iniciativas y esfuerzos, verse particularmente desventajada, aún su minusvalía en la
forma de una discapacidad y la disminución de capacidad no habría desaparecido
mínimamente porque estaba en una empresa o resultaba que tenía un temperamento
“agradable”. Por ejemplo, una persona con una discapacidad física permanecería
siendo “minusválida” aún si tomara alegremente su privación y se adaptara
creativamente a su desventaja. El reclamo de la persona con discapacidad a la
ayuda social no debiera eliminarse mientras que las privaciones importantes de
capacidades permanezcan. No importa qué nivel de placer o felicidad mental logre
exitosamente una persona crear para sí misma, a pesar de su discapacidad.

La lección básica se ve suficientemente clara. Si la evaluación de la justicia


distributiva nos requiere tomar nota de las oportunidades reales de un individuo
para la búsqueda de sus objetivos, entonces no es adecuado concentrar la atención
en los ingresos, o a los bienes primarios, o sólo a los placeres y deseos. Las
verdaderas capacidades de una persona deben, directa o indirectamente, ser
contabilizadas con las desventajas y problemas de un individuo. Esto es debido a
que algunos de nosotros hemos pensado que es necesario ir más allá de las teorías
de justicia más viejas, y de enfocarse en las capacidades por sí mismas cuando se
evalúa la justicia distributiva y lo justo.

Debido a que tuve el privilegio de dar seis lecciones aquí, en una anterior ocasión
en que se trajo la perspectiva de capacidades y sus implicaciones extensivas en el
desarrollo económico y social (que tomó la forma de lecciones impartidas en el
Banco por invitación del Presidente Wolfenson, y que luego fueron publicadas en
un libro “Desarrollo y Libertad” 5), no voy a dedicar mucho tiempo en la estrategia
y ramificaciones de ese abordaje. Pero el punto central es que si estamos
preocupados con la sustancia de las libertades, entonces tenemos que ver las
verdaderas libertades, incluyendo las capacidades correspondientes que tienen las
personas. La atención social a la discapacidad no puede ser sumergida o
disminuida al optar por las perspectivas relativamente distantes de los ingresos,
bienes primarios, o placeres.
5
Development as Freedom (New York: Knopf, 1999).

8
5.
La magnitud del problema global de la discapacidad en el mundo es
verdaderamente gigantesca. Los datos que me fueron aportados por el Banco
indican que más de 600 millones de personas – uno de cada diez seres humanos-
viven con alguna forma de discapacidad importante. Más de 400 millones de ellas
viven en países en desarrollo. Además, en el mundo en desarrollo, las personas con
discapacidad son frecuentemente las más pobres entre las pobres en términos de sus
ingresos, pero adicionalmente su necesidad de ingresos es mayor que la de las
personas sin discapacidad, debido a que necesitan dinero y asistencia para tratar de
vivir sus vidas normales e intentar aliviar sus desventajas. La deficiencia en la
habilidad para obtener ingresos – la minusvalía adquirida – se refuerza y magnifica
por la minusvalía de conversión: la dificultad en convertir ingresos y recursos en
buen vivir.

Una comprensión de las demandas morales y políticas de la discapacidad es


importante, no sólo porque es un rasgo de la humanidad tan amplio y deficitario,
pero también porque las consecuencias trágicas de la discapacidad pueden ser
superadas substancialmente con una ayuda social determinada e intervenciones
creativas. Las políticas que trabajen con esta habilidad pueden tener un dominio
grande, incluyendo el aminoramiento de los efectos de la minusvalía, por un lado, y
programas para prevenir el desarrollo de las discapacidades por el otro. Es
extremadamente importante el poder comprender que la mayoría de las
discapacidades son prevenibles, y mucho puede hacerse no sólo para disminuir el
sufrimiento de la discapacidad, sino también para reducir la prevalencia de la
discapacidad.

Sin duda, sólo una proporción moderada de las 600 millones de personas viviendo
con discapacidades fueron predeterminadas para vivir en estas condiciones desde la
concepción, o en el nacimiento. Por ejemplo, malnutrición materna y desnutrición
infantil pueden predisponer a los niños a enfermedades o minusvalías de salud. La
ceguera puede resultar de enfermedades relacionadas con infecciones o la ausencia
de agua potable. Otras discapacidades pueden originarse por enfermedades como
la polio, paperas o SIDA, así como accidentes de tránsito o lesiones de trabajo.
Otro tema es el relacionado con las minas antipersonales que se encuentran
dispersas en territorios de conflicto alrededor del mundo, y estas pueden matar
tanto mujeres como hombres y especialmente niños. La intervención social en
contra de la discapacidad debe incluir la prevención así como el manejo y el alivio.

9
Dado lo que puede lograrse a través de la intervención inteligente y humana, es
increíble cuán inactivas e indiferentes la mayoría de las sociedades pueden ser
respecto a la existencia de una carga no compartida de la discapacidad. Al
alimentar esta inacción, la confusión conceptual juega un rol importante.
Adicionalmente a que las teorías de justicia establecidas resultan ser inadecuadas
para proporcionar un entendimiento satisfactorio de la minusvalía de la
discapacidad, el sostenimiento entrelazado de estos abordajes tradicionales no sólo
afecta los discursos y la filosofía, sino también tiene una influencia en el alcance
de las discusiones públicas en esta materia críticamente importante. Por ejemplo,
la concentración en la distribución de los ingresos como guía principal para lograr
lo justo en la distribución impide un entendimiento del problema de la discapacidad
y sus implicaciones morales y políticas para el análisis social. Aún el constante uso
de las perspectivas de la pobreza basadas en el ingreso (tales como, la evocación
repetida de los números de personas que viven por debajo de $1 de ingresos por
día) puede distraer la atención del pleno rigor de la privación social, que combina la
minusvalía de conversión con la minusvalía de ingresos. Similarmente, la retórica
de utilidad y felicidad también desvía la atención de las verdaderas desventajas de
la discapacidad a los rasgos contingentes de las respuestas mentales a la
adversidad.

“Hombres prácticos,” ha argumentado John Maynard Keynes, “que creen ser


exentos de cualquier influencia intelectual, son usualmente los esclavos de algún
economista difunto”. Mientras la economía, particularmente la economía difunta,
debe ser responsabilizada al menos en parte de los males del mundo, la economía no
tiene un monopolio en estar difunta majestuosamente. La filosofía también – de las
deliberaciones muy elevadas y tratados muy abstractos para los alcances inmediatos
de las reflexiones cotidianas sobre lo bueno y lo malo – ejerce una influencia
poderosa en las ideas que afectan las políticas, instituciones y prácticas. Las teorías
involucradas hacen su propia contribución, pero incluso las ideas que son altamente
creativas para ciertos propósitos (como la teoría Rawlsiana de justicia – el más
grande avance en filosofía política en el último siglo –ciertamente lo es) puede
terminar bloqueando retiradas necesarias en una etapa posterior del debate filosófico.

La advertencia de Alfred Tennyson, pronunciada en un contexto diferente, tiene una


carga directa en la forma como la teoría puede sublimar nuestras preocupaciones
espontáneas y cándidas, y porque el compromiso incesante es una necesidad
inevitable:

sostenga el bien: defínalo bien:


por temor a la divina filosofía

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deberá empujar más allá de su marca, y será
Procurador para el señor del infierno.

Debemos resistir el abandono masivo de las necesidades de las personas con


discapacidad a través de la confusión conceptual. Aquí hay necesidad de claridad,
así como de compromiso.

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