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UdeSA - Ética

Introducción a la ética antigua: Sócrates y Protágoras


Selección de textos realizada para las clases magistrales
de y por profs. Julia Martínez y Lucía Vrljicak
Otoño de 2023

Sócrates

● El giro antropológico
1. Cicerón, Tusc. V, 4, 10:

La filosofía antigua hasta Sócrates [...] se ocupaba del número y del movimiento, y de
la fuente de la que todo procedía y a dónde todo volvía; y estos primeros pensadores
investigaron celosamente la magnitud, los intervalos y los recorridos de las estrellas y de
todos los cuerpos celestes. Pero Sócrates fue el primero que bajó a la filosofía del
firmamento, la situó en las ciudades e, incluso, la introdujo en las casas, y la obligó a
considerar la vida y la moral, el bien y el mal.

2. Cicerón, Académica I, 4, 15:

Yo creo que Sócrates -en realidad, esto está universalmente admitido- fue el primero
que apartó la filosofía de cuestiones [referidas a] la naturaleza [...] de las que se habían
ocupado todos los filósofos anteriores a él, y la aplicó a la vida ordinaria, orientando sus
investigaciones a las virtudes y a los vicios, y en general al bien y al mal. Consideraba los
fenómenos celestes más allá de nuestra comprensión o, en todo caso, y aunque pudiéramos
comprenderlos, irrelevantes para la vida buena.

● El cuidado del alma (psyché) y la adquisición de la virtud (areté): el


mayor bien
3. Platón, Apología, 29c-30b:

Yo [Sócrates], atenienses, os aprecio y os quiero, pero voy a obedecer al dios más que a
vosotros y, mientras aliente y sea capaz, es seguro que no dejaré de filosofar, de exhortaros y
de hacer manifestaciones al que de vosotros vaya encontrando, diciéndole lo que acostumbro:
'Mi buen amigo, siendo ateniense, de la ciudad más grande y más prestigiada en sabiduría y
poder, ¿no te avergüenzas de preocuparte de cómo tendrás las mayores riquezas y la mayor
fama y los mayores honores, y, en cambio no te preocupas ni te interesas por la inteligencia,
la verdad y por cómo tu alma va a ser lo mejor posible? Y si alguno de vosotros discute y
dice que se preocupa, no pienso dejarlo al momento y marcharme, sino que le voy a
interrogar, a examinar y a refutar, y, si me aparece que no ha adquirido la virtud (areté) y dice
que sí, le reprocharé que tiene en menos lo digno de más y que tiene en mucho lo que vale

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poco. [...] En efecto, voy por todas partes sin hacer otra cosa que intentar persuadiros, a
jóvenes y a viejos, a no ocupamos ni de los cuerpos ni de los bienes antes que del alma ni con
tanto afán, a fin de que ésta sea lo mejor posible diciéndoles: No sale de las riquezas la virtud
para los hombres, sino [que] de la virtud, [salen] las riquezas y todos los otros bienes, tanto
los privados como los públicos.

4. Platón, Apología, 36c

[Yo, Sócrates] No iba donde no fuera de utilidad para vosotros o para mi, sino que me dirigía
a hacer el mayor bien a cada uno en particular, segun yo digo; iba allí, intentando convencer a
cada uno de vosotros de que no se preocupara de ninguna de sus cosas antes de preocuparse
de ser él mismo lo mejor y lo más sensato posible, no que tampoco se preocupara de los
asuntos de la ciudad antes que de la ciudad misma y de las demás cosas según esta misma
idea.

5. Platón, Apología, 38a:

Si, por otra parte, [yo, Sócrates] digo que el mayor bien para un hombre es precisamente éste,
tener conversaciones cada día acerca de la virtud y de los otros temas de los que vosotros me
habéis oído dialogar cuando me examinaba a mí mismo y a otros, y si digo que una vida sin
examen no tiene objeto vivirla para el hombre, me creeréis aún menos. Sin embargo, la
verdad es así, como yo digo, atenienses, pero no es fácil convencerlos.

● La virtud es conocimiento y nadie hace el mal voluntariamente


6. Jenofonte, Recuerdos de Sócrates, III, 9, 4-5:

[Sócrates] no hacía ninguna diferencia entre sabiduría [conocimiento] y prudencia,


sino que juzgaba sabio y sensato al que conociendo lo que es bueno y bello lo practicaba y a
quien sabiendo lo que es feo lo evitaba. Y como insistían en preguntarle si a quienes sabiendo
lo que tenían que hacer hacían, en cambio, lo contrario los consideraba sabios y continentes,
dijo: «No más que a los que son ignorantes e incontinentes, pues creo que todos los hombres,
eligiendo entre las posibilidades que tienen a su disposición, hacen lo que creen más
ventajoso para ellos. Por ello creo que los que no obran correctamente no son ni sabios ni
sensatos». Decía también que la justicia y las demás virtudes en general son sabiduría, pues
las acciones justas y todo cuanto se hace con virtud es bello y hermoso, y ni quienes las
conocen podrían preferir otra cosa a cambio, ni quienes no las conocen podrían llevarlas a
cabo, sino que errarían aunque lo intentaran. Así también los hombres sabios llevan a cabo
acciones hermosas y buenas, y los que no son sabios no pueden, sino que incluso en el caso
de que lo intenten se equivocan. Por tanto, puesto que todas las acciones justas y en general
las hermosas y buenas se hacen por virtud, es evidente que la justicia y toda otra actitud en
general es sabiduría.

7. Platón, Protágoras, 345d:

Yo [Sócrates], pues, estoy casi seguro de esto, que ninguno de los sabios piensa que algún
hombre por su voluntad cometa acciones vergonzosas o haga voluntariamente malas obras;

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sino que saben bien que todos los que hacen cosas vergonzosas y malas obran
involuntariamente.

8. Platón, Protágoras 352c:

El conocimiento es algo hermoso y capaz de gobernar al hombre, y que si uno conoce las
cosas buenas y las malas no se deja dominar por nada para hacer otras cosas que las que su
conocimiento le ordena, sino que la sensatez es suficiente para socorrer a una persona.

● La búsqueda de una definición


9. Aristóteles, Metafísica, M 1078b28-32:

Dos son, pues, las cosas que cabe atribuir en justicia a Sócrates: los razonamientos
inductivos y las definiciones universales. Y ambas están, ciertamente, en el principio de la
ciencia.

10. Aristóteles, Metafísica, A 987a29–b14:

Sócrates se había ocupado de temas éticos y no, en absoluto, de la naturaleza en su


totalidad sino que buscaba lo universal en aquellos temas, habiendo sido el primero en fijar la
atención en las definiciones.

11. Platón, Laques, 191c–e:

Sócrates —(...) soy yo el culpable de que tú no respondieras bien, puesto que no te


pregunté bien. Quería, pues, saber no sólo acerca de los valientes de la infantería, sino
también acerca de los de la caballería y de todo género de combatientes1, pero, además, de los
que son valientes en los peligros del mar y de cuantos lo son frente a las enfermedades, ante
la pobreza y ante los asuntos públicos, y aún más, de cuantos son valientes no sólo ante
dolores o terrores, sino también ante pasiones o placeres, tanto resistiendo como dándose la
vuelta; pues, en efecto, existen, Laques, algunos valientes también en tales situaciones.
Laq.— Y mucho, Sócrates.
Sóc. — Por tanto, son valientes todos éstos. pero unos demuestran su valor ante los
placeres, otros, ante los dolores, otros, ante las pasiones y otros, ante los temores. Otros, creo,
muestran su cobardía en las mismas circunstancias.
Laq. — Desde luego.
Sóc. — Qué es, en definitiva, cada una de estas dos cosas, eso preguntaba. De nuevo,
pues, intenta definir primero el valor: qué es lo idéntico en todos los casos. ¿O aún no
comprendes lo que pregunto?

12. Jenofonte, Memorables, IV, 2, 34 y sg.:

Eutidemo: —Es posible, Sócrates, que el bien más indiscutible sea la felicidad.

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ej. La infantería de los griegos combate firme en su formación pero la de los lacedemonios huye
hasta quebrar las líneas de formación para luego pelear. La caballería de los escitas también
combate huyendo.

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Sóc. —Sí, Eutidemo, si no se compone de bienes discutibles.
—Pero ¿cuál de los elementos de la felicidad podría ser discutible?
—Ninguno, a no ser que añadamos la belleza, la fuerza, la riqueza, la fama, o alguna
otra cosa parecida.
—Pero es que tendremos que añadirlas, ¡por Zeus!, pues ¿cómo se podría ser feliz sin
ellas?
—Entonces, ¡por Zeus!, añadiremos elementos que producirán muchas consecuencias
funestas a los hombres. Porque muchos a causa de su belleza son corrompidos por los que se
vuelven locos por los encantos juveniles; muchos por su fuerza intentan empresas excesivas y
se precipitan en males mayores; muchos a causa de la riqueza se envician y van a parar a la
perdición, víctimas de asechanzas; y muchos también a causa de su fama e influencias
políticas sufrieron grandes desgracias.
—Es que si tampoco puedo hablar bien de la felicidad, entonces reconozco que no sé
lo que hay que pedirles a los dioses.

Los sofistas

● El relativismo
13. Platón, Teeteto, 152 a-b:

Sócrates — (...) Pero él [Protágoras] ha dicho lo mismo de otra manera, pues viene a
decir que «el hombre es la medida de todas las cosas, tanto del ser de las que son, como del
no ser de las que no son». Probablemente lo has leído. ¿No?
Teeteto — Sí, lo he leído, y muchas veces.
Sóc. — ¿Acaso no dice algo así como que las cosas son para mí tal como a mí me
parecen que son y que son para ti tales como a ti te parece que son? ¿No somos tú y yo
hombres?
Teet. —Eso es lo que dice, en efecto.
Sóc. —No es verosímil, ciertamente, que un hombre sabio pueda desvariar. Así es que
vamos a seguirlo. ¿No es verdad que, cuando sopla el mismo viento, para uno de nosotros es
frío y para otro no? ¿Y que para uno es ligeramente frío, mientras que para otro es muy frío?
Teet. — Sin duda.
Sóc. — ¿Diremos, entonces, que el viento es en sí mismo frío o no? ¿O creeremos a
Protágoras y diremos que es frío para el que siente frío y que no lo es para quien no lo siente?

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