Está en la página 1de 14

¿Qué es Hridaya, el Corazón Espiritual?

El Corazón Espiritual no es sólo el alma, la


actividad psíquica

Se considera al Corazón como el asiento de los sentimientos,


de la actividad psíquica. Pero ésta no es más que una
dimensión relativa e individual del Corazón.

El mundo de las emociones individuales, el alma humana, ha de


ser superado mediante el desapego para que se revele el
verdadero significado universal del Corazón. De este modo,
atman, el Corazón Espiritual, no tiene dimensiones física ni
mental como tales y no se expresa más que como un mero
temblor que se transfigura. Pero como dicen los yoguis: Dios
existe de forma incuestionable y sólo Él es real.

El Corazón Espiritual no es el chakra Anahata

Según la tradición tántrica, el chakra (https://hridaya-


yoga.com/es/los-chakras/) Anahata, el chakra del corazón,
simplemente es un nivel o dimensión de nuestro ser y de toda la
manifestación. El Corazón Espiritual es más que eso.

El Corazón Espiritual no es simplemente una chispa de Dios; el


Corazón Espiritual es Dios.

La relación entre atman y Brahman es de unidad. Los yoguis


jnana solían expresar esta visión paradójica diciendo que atman
(el Corazón Espiritual) y Brahman (lo Absoluto) son uno. «Este
atman es Brahman», también conocido como «Ayamatma
Brahma», es una de las cuatro mahavakya o grandes
afirmaciones (se podrían considerar sugerencias o ideas
poderosas) de las tradiciones védicas y upanishádicas.
La clave para comprender la naturaleza de la Unidad esencial
del Universo es ver nuestro Corazón -nuestro Ser eterno,
inmortal- idéntico a Brahman. Otra mahavakya aparece en el
Upanishad Chandogya: «Tat tvam asi», que significa que la
Realidad Última, Brahman, es lo que somos. De este modo, el
Corazón Espiritual no es simplemente un reflejo de todo.
Constituye la Conciencia Suprema, la esencia de todas las
cosas, el trasfondo de la existencia.

La Totalidad, la Unidad, somos completamente nosotros. En la


meditación para la Revelación del Corazón Espiritual, a todos se
nos está revelando el mismo Corazón, el mismo Ser Divino, la
misma Realidad Última. El Corazón del ser humano y el Corazón
del mundo son un solo Corazón.

Éste es nuestro enfoque en el Yoga del Corazón Espiritual, en


nuestros retiros y talleres. Tratamos de aportar la inspiración
para posibilitar la entrega al Corazón, a la Realidad Suprema, a
Dios (pero Dios experimentado más allá de cualquier concepto
o denominación religiosa). En este sentido, adquirimos
conciencia de nuestra identificación con la Integridad, con la
totalidad de la Vida.

¿Dónde debemos ubicar nuestro foco de


atención?

Según Ramana Maharshi, el gran maestro Advaita, «El dorado


átomo del Ser se ha de encontrar en la cámara derecha del
corazón, aproximadamente a un dedo de distancia de la línea
central del cuerpo. Aquí reside el Corazón, el Corazón Espiritual
dinámico. Se le demonima hridaya, está ubicado en el lado
derecho del pecho y es claramente visible para el ojo interno de
un experto en el Camino Espiritual. Mediante la meditación
puede aprender a encontrar el Ser en la cueva de este Corazón».
La palabra hridaya es un compuesto de hrid y ayam, que
significan respectivamente «centro» o «corazón» y «esto».

La práctica espirtual recomendada por


Ramana Maharshi

Si aceptamos la existencia de esta área de nuestro cuerpo, que


tiene un lugar privilegiado para la revelación de lo que realmente
somos, entonces, como señaló Ramana Maharshi
(https://www.sriramanamaharshi.org/ramana-maharshi/?
lang=es), la consecuencia lógica es que éste es el punto
fundamental en el que nuestra mente debe enfocarse en la
práctica de la concentración o durante las meditaciones.

Ramana sintetizó su visión del siguiente modo:


«Aquello que es esencial en cualquier sadhana (práctica
espiritual) es intentar traer de vuelta a la mente alborotada y
arreglarla en una sola cosa. Entonces, ¿por qué no se la podría
traer de vuelta y arreglarla en la Autoatención (en este
sentimiento de “Yo”)? Simplemente eso consitituye la
Autoindagación (atma vichara). ¡Eso es todo lo que hay que
hacer!».

¿Dónde debería residir el lugar natural de la


Conciencia Testigo?

Cuando reconocemos la necesidad de ser conscientes de


nosotros mismos -de mantener una Conciencia Testigo- como
actitud espiritual fundamental, es mejor que nos centremos en
la región central del pecho. Ésta es una acción importante y nos
ayudará a entender con mayor claridad que la conciencia
esencial de nuestro propio ser no es una función de la razón. No
es la mente ni un producto de la mente, tampoco los
pensamientos ordinarios, sino un resplandor que emana de la
región del pecho.

Ubicar el asiento de la Conciencia Testigo en el cerebro es una


actitud esteril. El testigo último no es la mente o un
pensamiento particular. Podemos imaginarnos un testigo de
nuestros pensamientos y, a continuación, con gran facilidad,
también podemos imaginar otro testigo de ese primer testigo
de nuestros pensamientos, y después otro testigo del testigo
del testigo, y así sucesivamente.

La mente puede jugar al juego de atestiguar el Infinito. Sólo si


ubicamos la Conciencia Testigo en el Corazón Espiritual, en ese
lugar de profunda intimidad desde el cual surge la intuición de
quiénes somos, podemos entonces adquirir conciencia de la
presencia del Testigo último. Este asunto no debe ser analizado
de forma teórica por la mente. Esto se revela en la meditación.

La infinitud del Corazón espiritual es absoluta

El Corazón es ilimitado y, dado que carece de forma, puede


contener la totalidad.

Resulta importante percatarse de que la relación entre algo


infinito, atman, el Ser Divino, con algo finito, como por ejemplo
el cuerpo físico o un punto sobre o dentro del cuerpo físico, sólo
puede ser una tarea relativa. Sabios como Ramana Maharshi
afirman que la conciencia de la Infinitud Suprema no se puede
ubicar en un lugar determinado en el cuerpo y que en el estado
de divina expansión, de sumergirse en el divino océano de la
Conciencia, ya no se puede hablar de cabeza, brazos, cuerpo ni
otras áreas.
Sin embargo, Ramana considera que en el momento de regresar
a la conciencia del cuerpo físico, cuando recuperamos la
conciencia de nuestro cuerpo físico, perdura un recuerdo de ese
estado y parece estar conectado al área del corazón físico, en la
parte central del pecho, ligeramente hacia la derecha. Esa
Infinitud Divina puede volver a encontrarse fácilmente
centrándonos en la región del corazón. Los místicos cristianos
también hablan de bajar la mente al Corazón.

El Corazón es el objeto, el medio y el Sujeto de


meditación

En este retiro, el objeto de meditación no es la respiración ni las


sensaciones corporales, los sentimientos o la mente como en
otros retiros, sino el Corazón Espiritual, atman, el Ser Divino.

Sin embargo, a medida que la meditación gana en profundidad,


el Corazón Espiritual cesa de ser simplemente un objeto de
meditación. Comenzaremos a ser conscientes de que también
es el Sujeto, la Conciencia Testigo, el propio Ser profundo e
íntimo, la propia fuente de nuestro proceso meditativo.

Esto nos ayudará a conocer directamente otro enfoque sobre la


meditación y la espiritualidad.

El Corazón se convertirá al mismo tiempo en la fuente de


atención (el conocedor), en el instrumento de conocimiento y en
el objeto de conocimiento. Este tipo de meditación es un
proceso que comienza en el Corazón y regresa al Corazón.

La relación entre la mente y el Corazón:


¿conquista o entrega?

«Grandes ideas proceden del Corazón».  –Blaise Pascal


La Divina Realidad de la Existencia, el presente, el «Yo soy»,
reside en el Corazón; el ser humano cerebral es un ser humano
limitado.

En general, la actividad de la mente está gobernada por la


intencionalidad y, de forma implícita, se produce un movimiento
gobernado por el ego. Se trata de una actividad que quiere
acaparar información y «conquistar», mantener el control sobre
los objetos de su actividad y el proceso del autoconocimiento.
Cuando retiramos los sentidos (pratyahara) y nos centramos en
el área del pecho, buscando los aspectos más profundos de
nuestro ser, comenzamos a buscar «el interior» en detrimento
de «el exterior».

De este modo, pasamos de la habitual actitud de «conquista»


de la mente a una disposición receptiva, contemplativa. Se trata
de un tipo de entrega que implica lucidez, discernimiento,
vigilancia.

Ahí todavía se puede hablar de acción, pero de una naturaleza


completamente distinta. Es algo más próximo al resplandor de
la presencia pura, no una acción del ego.

La última dualidad que existe en meditación: ¡el vacío en la


mente y la plenitud de la totalidad en el Corazón!

¿Cómo podemos generar un órgano de


percepción sutil?

En esta fase, la atención no procede sólo de la mente. Se


convierte en una atención de un órgano cognitivo superior sui
generis. Se trata de un órgano de un conocimiento no mediado
jnana, que aporta una íntima intuición sobre aquello que
realmente somos. Este nuevo órgano de conocimiento se forma
mediante una identidad funcional entre los atributos de la
mente y los del Corazón.

La atención del Corazón-mente implica una actitud de espera,


una orientación hacia un estado que trasciende la mente
racional, una esfera de paz, de sacralidad.

En consecuencia, la premisa del estado de entrega se crea


mediante una atención activa, superior, en la que, como ya se ha
mencionado anteriormente, el Corazón Espiritual es al mismo
tiempo la fuente de conocimiento (el conocedor), el medio de
atención (este órgano sutil de Conocimiento Espiritual) y el
objetivo de nuestra atención (el ojeto de atención).

De este modo, se puede hablar de una atención que emana


desde el Corazón y finaliza en el Corazón. Pero en este viaje
desde nuestro Corazón individual al Corazón de Dios, en este
Conocimiento, jnana, adquirimos conciencia de que todo está
incluido, la totalidad de la Creacion, Brahman, lo Absoluto en sí
mismo.

A esto le sigue que el Conocimiento verdadero, jnana, reside en


el Corazón, en el propio núcleo de nuestro ser. La revelación del
Corazón Espiritual lleva a esta sabiduría a penetrar
completamente nuestro ser y, por tanto, nos ilumina con su
brillo.

«El ignorante piensa que el Ser puede ser conocido a través del
intelecto, pero el iluminado sabe que él está más allá de la
dualidad del conocedor y lo conocido».  –Upanishad Kena
La unidad entre Bhakti, Amor y Jnana,
Conocimiento no mediado

La mejor forma de mantener la conciencia del Corazón


Espiritual es amar. Por esta razón, jnana, el conocimiento
directo, está tan relacionado con bhakti, que significa amor,
devoción, entusiasmo, fervor, sinceridad, ardor, adoración,
éxtasis.

«Dios nace en el Corazón y el Corazón nace en Dios», como dijo


el gran místico cristiano Meister Eckhart. Esta visión nos
conduce a la comprensión de que no hay nada que buscar en el
interior ni en el exterior. Dios ya está ahí.

La Bienaventuranza de la Existencia Pura, sat, expande el alma y


la comprensión. La Realidad Divina desvela un misterio de
amor-conciencia.

«El intelecto del Corazón» en la práctica


espiritual cristiana

En la espiritualidad cristiana, y para los Padres del Desierto, el


Corazón no es simplemente un órgano físico, sino el centro
espiritual del ser humano, su ser más profundo y verdadero, o el
santuario interior, al que sólo se puede acceder a través del
sacrificio de la individualidad, en el que el misterio de la unión
entre lo divino y lo humano se consuma.

En la visión de los Padres del Desierto, existe un órgano de


contemplación conocido como «el ojo del Corazón» o «el
intelecto del Corazón», nous. Este nous reside «en las
profundidades del alma» y representa el aspecto más interno
del Corazón.
Para ellos, nous, «el intelecto del Corazón», es la facultad más
elevada del ser humano a través de la cual puede conocer a
Dios o las esencias internas a través de medios de percepción
espiritual o aprehensión directa (St. Isaac el Sirio empleó el
término «cognición simple»).

«El intelecto del Corazón» no funciona formulando conceptos


abstractos y no llega a conclusiones mediante la razón
deductiva. Comprende la Verdad Divina a través de la
experiencia inmediata o la intuición.

La importancia de «custodiar el Corazón»

Para los Padres del Desierto, nipsis o «custodiar el Corazón», la


vigilancia, representa la sobriedad espiritual, un estado de
alerta, de vigilancia. Implica una actitud atenta en la que de
forma casi permanente somos conscientes del Corazón.

El principal manual de sus tradiciones es El Filokalia (una


colección de textos sobre las disciplinas de la oración cristiana
y una vida dedicada a Dios), que significa «Amor por la Belleza»
La belleza se entiende como una fuente de vida trascendente y
la revelación de la Verdad.

El título griego para El Philokalia es El Filokalia de los Padres


Nípticos, es decir, de los Padres que practicaban la virtud de la
vigilancia. Esto muestra cuán central era para ellos la
conciencia del Corazón Espiritual.

Se promueve la misma actitud en Hridaya Yoga, en nuestros


retiros y workshops.
El Ojo del Corazón

La expresión «el Ojo del Corazón» aparece también en la


tradición sufí. Aquí, representa la apertura hacia lo Divino, el ojo
a través del cual se puede observar la profundidad de Corazón y
a través del cual el Corazón puede conocer la Realidad Divina
Suprema. Según esta descripción, podemos imaginar que este
ojo del Corazón tiene dos caras:

a) Una está orientada hacia el «interior» a través del cual el


meditador/a puede «ver» las profundidades infinitas del
Corazón;
b) La otra está orientada hacia el «exterior». Ésta constituye el
ojo a través del cual el Sujeto Supremo, el conocedor interno,
Dios, o la Conciencia Testigo está atestiguando el mundo.

Para estas tradiciones, este lugar, en lo profundo del Corazón,


constituye el símbolo del punto de contacto con Dios.

Cultivar el Corazón es una necesidad


espiritual fundamental

El gran místico sufí y poeta Rumi afirmó:


«Hay una vela en tu corazón,
lista para ser prendida.
Hay un vacío en tu alma,
listo para ser llenado.
Lo sientes, ¿verdad?
Sientes la separación
del Amado.
Invítale a que te llene,
abraza el fuego.
Recuérdaselo a aquellos que te dicen lo contrario».
Del mismo modo en que la mente ha sido educada en la escuela
a través de un proceso de educaión, nuestro Corazón
(considerado aquí como el órgano de percepción espiritual)
necesita ser cultivado. En el ámbito del Corazón, la mayor parte
de nosotros somos en cierta forma o totalmente analfabetos.

Por supuesto, el proceso es diferente porque los atributos son


diferentes. El arte y la contemplación constituyen algunas de
las formas para cultivar el Corazón Espiritual, pero el mejor
método para la revelación del Corazón Espiritual y el Amor es a
través de la meditación.

Cualquier escuela espiritual auténtica debe inducir o incluso


«enseñar» los principios sagrados del reino del Corazón: amor
puro, anhelo, fervor, el sagrado temblor, la aspiración a Dios.

Un retiro para la revelación del Corazón Espiritual se puede


comparar en algunos aspectos con un ritual de iniciación. El
papel de los rituales más importantes en las tradiciones
antiguas fue el de eliminar la tendencia discursiva y reflectiva
de la mente y disolver la fuerza de la identificación, que
mantiene vivo la ciudadela de la individualidad.

En esos momentos, era necesario un silencio absoluto de la


mente antes de entrar en el santuario (que se corresponde con
la cámara secreta del Corazón). Era así como los iniciados/as
podían sobreponerse a sus egos, a su existencia personal, para
ir al encuentro de aquello que denominaban el Ser del Ser, la
Esencia Suprema.

Diferencias entre intuición y reflexión

El Corazón es un órgano subil de sabiduría, del así llamado


«intelecto trascendente». Se ha afirmado que: «La mente
racional no puede comprender el razonamiento del Corazón».
Dado que no puede ser comprendido por la mente racional, el
papel del Corazón Espiritual se ignora e incluso se niega. Al
refutar la intuición espiritual, que proviene del Corazón,
centrándonos sólo en la razón, el papel iluminador del Corazón
queda abolido. Al pensamiento racional se le denomina
reflexión porque, de hecho, es una reflexión de la energía del
Corazón. Debido a esto, las tradiciones antiguas consideraban
la razón, la racionalidad, simplemente una capacidad para el
conocimiento mediado reflejo.

La mente sabe a través de un proceso de adquisición de


información. El Corazón sabe a través de la entrega, de la
confianza, de la dicha.

El conocimiento de la mente es sequencial, el conocimiento del


Corazón es instantáneo, indiviso. Es revelacion. Es holístico.
Revela advaita, la no-dualidad.

Las «luminarias» de la conciencia

Se han establecido analogías entre el Sol y la Luna, por un lado,


y entre el Corazón y la mente, por otro. En el hinduismo la mente
se denomina chandra mandala, «el círculo de la luna», y el
Corazón, surya mandala, «el círculo del sol.»

Incluso las características correspondientes a cada uno de


estos dos órganos son simbólicas en y sobre ellos mismos:
radiante presencia en el Corazón y reflexión, inteligencia
discursiva de la mente. De hecho, la mente es simplemente una
herramienta para nuestra adaptación al mundo.

La intuicion, que procede del Corazón, es divina, ya que


representa una participación directa en la sabiduría espiritual
universal.
El Corazón, en calidad de Sol Espiritual, es una imagen del
Centro. Se le considera el lugar de la revelación, el centro vital
del ser y la fuente de la más profunda intuición. El Corazón es
un órgano «teofánico» (la teofanía es una manifestación visible
de Dios para la humanidad). Es un símbolo sagrado por
excelencia.

La mente es, por tanto, un instrumento imperfecto con una


habilidad inherente para comprender y realizar atman.

«La verdad del Ser no puede proceder de aquel que no ha


realizado qué es el Ser. El intelecto no puede revelar el Ser más
allá de la dualidad de sujeto y objeto». –Ramana Maharshi.

La fuente de energía de la individualidad

De acuerdo con Ramana Maharshi (según la tradición Vedanta


Advaita), esta energía sutil primordial asciende desde el
Corazón a la mente a través de un canal de energía (conocido
como atma nadi). Aquí alimenta el proceso de pensamiento y,
de forma implícita, la conciencia individual con todos sus
apegos y esperanzas, ilusiones y sufrimiento. Ésta es la razón
por la que la metne se visualiza como la Luna que simplemente
refleja la luz del corazón del Sol.

Regresando al Corazón, todo sonido vano del mundo se acalla…

El Corazón es un santuario de silencio.

Ahí, en la más sagrada intimidad y soledad de la «cueva del


Corazón», los humores de la individualidad se desvanecen y la
conciencia de unidad se revela. Ahí, el mundo y el ser humano
son uno. De este modo, de forma paradójica, la soledad y la
intimidad del Corazón revelan la Unidad esencial de toda la
existencia.
¿Qué es Hridaya Yoga?

En nuestros tiempos, la conexión entre nuestra inteligencia


intuitiva superior y el Corazón prácticamente se ha olvidado.
Incluso si aceptamos la idea de la existencia del Corazón
Espiritual de forma general, tendemos a aceptarla
simbólicamente.

El Yoga del Corazón Espiritual y el Retiro Hridaya para la


revelación del Corazón Espiritual parten de la premisa de que
las ideas tradicionales acerca del Corazón Espiritual pueden y
deben aplicarse de formas muy concretas y prácticas. El
Corazón, concebido como órgano de conocimiento directo,
puede y debe entrenarse de forma constante para aumentar su
pureza y capacidad de Amar, atestiguar, entregarse…

De este modo, los límites entre la individualidad se desvanecen


y a través del reconocimiento de su atributo fundamental como
entrada al Infinito, el Ser Supremo, atman, se revela.

También podría gustarte