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Ponencia de Juan José Bustamante,


Profesor del Centro de Estudios Orientales en el Congreso de ALADAA

¡Dedico esta ponencia a la memoria de mi


querido y admirado maestro el Dr. José León
Herrera, Namaskar Ji!

LA REALIDAD ÚLTIMA ES NO DUAL


Visión del Vedanta en el Hinduismo
y del Dzogchén en el Budismo del Tíbet
 
¿Qué es la Realidad? Queremos conocer la
Realidad que ES, más allá de la mera existencia
condicionada, aparente y cambiante, para
distinguir lo absoluto de lo fenoménico y
relativo.
¿Cuál es el Ser absoluto y cuál es la Verdad
última para el ser humano?
No debemos confiar enteramente en la
percepción sensorial, inconsistente y sesgada,
que imputa solidez y permanencia a fenómenos
transitorios y aparentes.
A la percepción sensorial la intervienen y
modifican memorias y expectativas, sesgos
conceptuales proyectados sobre los fenómenos.
Necesitamos sistemas de análisis poderosos no
limitados por la interpretación conceptual, sino
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basados en la experiencia profunda del


preguntador.

VISIÓN DE LA REALIDAD DEL


VEDANTA, EN EL HINDUISMO
El Vedanta es uno de los seis puntos de vista del
Hinduismo sobre la Realidad, que nos enseñan
a discernir lo real de lo aparente.
Vedanta, de Veda, de la raíz sánscrita Vid, que
significa visión, ‘conocimiento, sabiduría’, por
parte de los sabios (rishis, videntes, no porque
hayan visto algún fenómeno en particular sino
porque “han visto la Realidad” en sí), es
la ‘culminación’ de la sabiduría, en su sentido
más absoluto, sabiduría sobre la verdadera
naturaleza de los fenómenos y del más
importante de entre ellos, el ser humano.
No es que los rishis o “videntes” sólo hayan
pensado o discurrido con la razón sobre lo
absoluto, sino que han tenido una experiencia
trascendente de “lo Real”. La trascendencia es
concebida como superación de los límites.
Esta visión es Advaita, en sánscrito ‘No-dos’,
no dual o no dualista. No es un monismo,
porque no se afirma una unidad, más bien se
afirma que no hay dos, pues el Ser, Brahman,
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es la única Realidad. Es el Conocimiento – la


consciencia. Y el Ser Individual, Atman, no es
diferente del Ser Absoluto: “Ese Ser, esa
Esencia, eso eres tú”. Y se responde, “Yo
soy Eso, el Ser Absoluto”.
El Ser es indefinible, inefable, incognoscible,
inasible. El Uno sin segundo (sólo hay Ser, no
hay otra cosa).
Sobre él encontramos los ‘grandes dichos’ o
Mahavakyas, encontrados en las Upanishad:
“Eso eres tú”
‘El Ser eres tú’.
Yo soy el Ser’
“El Conocimiento es el Ser”
“Este Ser individual es el Ser”
El Ser es uno, sin segundo.
yo soy Eso.
Todo esto es Ser.
Esto, verdaderamente, es Eso

El término Tat, “Eso”, proviene de la misma


raíz indoeuropea que da el inglés “that”, y
pretende ser una referencia a lo inexpresable,
aquello de lo que no se puede afirmar ni negar
nada. Es decir, en verdad sin referencia alguna.
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De lo que podemos dar referencia es sólo de lo


relativo a algo, ‘esto’.

“Eso” es lo que está ‘más allá’ de todo ‘esto’.

La naturaleza del Ser, se dice en sánscrito SAT


– CHIT – ANANDA: Ser – Consciencia –
Plenitud.
Realidad del ser, lo que en verdad es, que es
verdad. Consciencia en cuanto que es puro
conocimiento. Plenitud en cuanto que es todas
las posibilidades que están incluidas en su
infinita potencialidad.
Esta ilusión de las apariencias es Maya, Lila, un
juego de los sentidos que imputa realidad a las
experiencias, cuando sólo son relatividades y
apariencias: los entes nos aparecen como reales,
pero eso es sólo una confusión, la de tomar por
real lo que no lo es. 
Afecta nuestra consciencia, vistiendo de
quimeras, de multiplicidad y de
impermanencia, lo que en verdad es Real, Uno y
Permanente.
El mundo, el samsara, el yo, es sólo un reflejo
cambiante del Ser inmóvil, o más bien un
espejismo del Ser. 
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Siendo el Ser nuestra verdadera identidad, el


objetivo de este camino espiritual y filosófico es
la liberación del sufrimiento implicado en el
“yo” personal y limitado, disolviendo el
espejismo del ego y de la mente ordinaria.
Por lo tanto, la liberación significa un cambio
en el estado de consciencia alcanzado a través
de la práctica introspectiva de la indagación,
que permite obtener el conocimiento
realizado, jñana, y descubrir nuestra verdadera
identidad como consciencia perfecta.
Es entonces que el jivatman, el ser vivo, se
transforma en el jivanmukti, el liberado en
vida: la mente mirando la mente se ha disuelto
a sí misma y a toda apariencia personal.
La limitación de la experiencia humana como
espacio de dolor ha sido trascendida y sólo el
Ser Es.
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VISIÓN DE LA REALIDAD DEL


DZOGCHÉN EN EL BUDISMO DEL
TÍBET
El Dzogchén
El Dzogchén es una enseñanza que se encuentra
en el Budismo. Sin embargo, no es una escuela
filosófica o de pensamiento, es más bien una
enseñanza sobre la Realidad y cómo
reconocerla o des-cubrirla.
El nombre de esta visión es Dzogchén, en
tibetano, compuesto de dos partículas: Dzogpa,
completo, pleno, y Chenpo, grande. Gran
Completud.
Es un camino particular de realización de las
potencialidades humanas.
Pero aún más importante, Dzogchén es nuestra
verdadera naturaleza, nuestra Realidad última,
Pura e Inteligente.
La verdadera naturaleza de la mente es la
Plenitud, la compleción, nuestra calidad de
completo, de no carencia.
El Dzogchén es entonces un camino radical
para Conocer la Realidad del mundo y de los
seres en su naturaleza más absoluta, no dual.
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No niega sin embargo la perspectiva relativa, la


incluye, sólo afirma que ésta es una percepción
fragmentaria de una Realidad más completa,
que no se percibe como evidente y que por ello
se ignora.
Y vivir en la ignorancia es lo que causa
incomodidad, dolor, sufrimiento.

La existencia condicionada y la mente


humana
En la sabiduría, la mente abre las puertas de su
percepción a lo ilimitado, concibiéndose a sí
misma como un espacio mental, una vacuidad
espaciosa pero llena de pura consciencia.
Vacuidad quiere decir que todas las formas
mentales que surgen en la mente no
permanecen en ella, sino que se disuelven al
surgir, simultáneamente, como escritura en el
aire o el agua, auto liberándose y dejando la
mente libre y fresca.
Por lo general no nos damos cuenta de ello y
creemos que las experiencias permanecen en la
mente (confundiéndola con la memoria) y
llegan a configurar contenidos mentales
‘sólidos’ y persistentes, tendencias del deseo y el
pensamiento, que pueden llegar a ser obsesivos,
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generando sensaciones de malestar, frustración


y hasta de las llamadas heridas psicológicas.
La mente es un potencial de sufrimiento si no
reconocemos ese proceso, pero también un
potencial de liberación, si es que descubrimos la
verdadera naturaleza de los contenidos y
procesos mentales.
El conocimiento de la mente tiene una
importancia capital para conocer la verdadera
Realidad, sin sesgos culturales, emocionales o
psicológicos.

La Verdadera Naturaleza de la Mente


El Dzogchén es entonces el Conocimiento (o la
no ignorancia) de la Verdadera Naturaleza de la
Mente, la Realidad, la Base impersonal de la
mente instrumental y personal del yo.
Este Yoga reconoce y constata que todos sus
contenidos surgen de su Base autoperfecta, y
retornan a ella, se Auto Liberan.
Lo que surge de la perfección es también auto
perfecto, aunque tenga formas aparentes
imperfectas, pues en esencia es perfecto ya, es
decir que no tiene una existencia inherente y
constituye sobre todo una forma pasajera que
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adopta la capacidad cognitiva de la mente. Es el


poder creativo de la mente.
Para el Dzogchén, lo que verdaderamente surge
en la mente ordinaria es la luminosidad natural
de la Consciencia, Ödsel, su inteligencia innata
o capacidad de darse cuenta, aun cuando esta
sea luego utilizada para fines contingentes no
inteligentes.
La Verdadera Naturaleza de la Mente o
Realidad es entonces experimentada como ese
espacio mental, vacío, libre y puro, que es la “la
Base” o Ghzi, un espejo en el que aparecen los
reflejos de su energía, “la clara luz de la mente”
o thukllé.
Esta luz, aunque no posee una forma específica,
se manifiesta continuamente en la mente
instrumental bajo el aspecto de la multiplicidad
de las formas mentales, conceptuales,
emocionales y corporales, namtog (S. vikalpa).
Son manifestaciones de la Base hechas de
espacio y luz mentales, puras, aunque
configuradas en formas diversas por la fuerza
de las propensiones psíquicas de la mente
convencional, que resultan de las propias
acciones, el karman..
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El Camino del Dzogchén


Para llegar a descubrir la Mente completa del
nirvana, ponemos en práctica dos actitudes: el
relajarnos para “Cortar a través de las
tensiones”, el Tregchöd, y el ver claro para
“Cruzar Saltando Directamente”, el Thögyal.
Puesto que las tensiones son solamente
aparentes, podemos, en primer lugar, relajarlas
para ir a través de ellas y penetrar hasta la
pureza original, kadag, mediante una Apertura
no referencial, Sin Objeto, soltando el control,
las ataduras y las resistencias.
Al soltar el control, se transfiere todo al espacio
absoluto de la consciencia – se le suelta y se le
permite que se auto libere.
Luego, descubrimos la mente vasta mediante el
“Cruzar Saltando Directamente”, el Thögyal, en
el cual se unen los surgimientos o formas
mentales que surgen nítidamente en la mente
como ‘clara luz’, con el espacio mental vacío de
la consciencia pura, donde esos surgimientos se
disuelven y se auto liberan en la expansión
espaciosa en la Apertura Natural.
Es espacio mental con forma disolviéndose en
espacio mental sin forma.
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Al liberarse todo surgimiento, se deja al


descubierto la llamada Mente Vajra – término
que significa rayo o diamante, representando la
naturaleza de la realidad última, que es
invulnerable, indestructible, real, incorruptible,
estable, inobstruída e invencible.
Todo es puro en la consciencia pura. Las
apariencias impuras no lo son en realidad. Por
eso tomamos la aparente mente impura como el
camino, no para transformarla en pura, sino
para reconocer su pureza primordial.
Así se descubre que la llamada Base o Fuente
tiene en realidad la misma pureza que la mente
llamada ‘ordinaria’, donde consideramos que
toda aparición mental y emocional es pura,
porque esté hecha de espacio mental
primordialmente puro.
Y descansamos allí, sin observar, sin enfocar la
atención en un solo punto – con la mente
descansada y sin esfuerzo.
Así nos mantenemos en un estado
contemplativo, en Consciencia de la
Consciencia, en Rigpa: Consciencia consciente.
El sujeto no es el yo, es la consciencia, sin que
tengamos que abandonar al yo convencional,
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puesto que, siendo ilusorio, ¿qué vas a


abandonar?
El yo es el medio para conocer la sabiduría, es
un despliegue espontáneo del espacio mental
puro y lleno de potencialidades, el Poder
Creativo de la Mente. Un despliegue de la pura
consciencia.
Reconociéndolo, ponemos en práctica la no-
meditación, sólo la mente cómoda.
El tiempo es abolido. ¡Sólo queda el instante!
Eso es todo.

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