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LA JURISDICCIÓN.-
1
“Imaginemos a dos juristas de mediana edad que, entre café y tabaco, discuten el tema en una
vieja cafeteri ́a junto al Palacio de Justicia de Bogotá5. Entonces dice uno: –Sostener que la labor
del juez se limita a tomar, por un lado, las pretensiones de las partes y los hechos y, por el otro, los
textos legales, para luego, de forma mecánica, transformarlos en decisiones, parece
completamente alejado de la realidad o, al menos, de la realidad que yo veo todos los di ́as en los
tribunales. Responderá entonces el segundo: –¿Quieres decir que las decisiones judiciales
dependen de los jueces y no de la ley? ¿Que la administración de justicia es una actividad que se
realiza en medio de la anarqui ́a y el caos? Su interlocutor argumenta asi ́: –no hay que ponerlo en
términos melodramáticos, colega, es sólo que resulta innegable que el Derecho lo crean los jueces
mediante la práctica judicial. Sostener lo contrario seri ́a mera necedad o, a lo sumo, ingenui- dad. –
De ninguna manera (responderá el otro), nuestro sistema juri ́dico es perfectamente cerrado y
completo. La labor del juez sólo consiste en descubrir la norma aplicable al caso concreto. Ahora,
cuando el caso es muy complejo, el mismo sistema le proporciona las herramientas de inte- gración
que le permiten encontrar la solución, sin inventarse nada nuevo. Eś ta es, precisamente, la
diferencia fundamental entre la creación de las normas, que le compete al legislador, y su
aplicación, que corresponde a los jueces. Desconocer esta diferencia tan elemental sólo puede
explicarse por una profunda ignorancia. –Bueno (argumentará el primero), habrá que aceptar,
entonces, que el juez municipal, cuando se sienta en la silla de su despacho, se despoja de su
naturaleza humana y se transforma en un “autómata aplicador de normas” o, más bien, en una
“máquina de juzgar”. –veo que tienes serios problemas para digerir el carácter técnico de la
actividad judicial (responderá su compane ̃ ro); ¿tú prefieres, tal vez, un “juez superhéroe” que crea
y distribuye el Derecho, después de un trance de inspiración divina? (Fabricio Mantilla Espinoza, en
Revista de derecho XXXIII, 2º semestre 2009. PUCVALPO)
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Al respecto tres tesis: La Teori ́a que sostiene que el derecho, entendiendo por tal el conjunto de
las normas generales, es creado por el legislador y que los jueces se limitan a aplicar el derecho a
casos particulares. Señalada como la “doctrina tradicional”. La Teori ́a para la cual el derecho es el
conjunto de todas las normas, generales e individuales, y que sostiene que los jueces crean
derecho porque crean normas individuales. El representante más conspicuo de esta tesis es Hans
Kelsen. La Teori ́a que sostiene que los jueces no crean derecho en situaciones normales, pero si ́ lo
hacen porque crean normas generales en situaciones muy especiales. (Eugenio Bulyguin.
Universidad de Buenos Aires. ISONOMIA nº18/abril de 2003.
c) La Competencia.
d) La Cosa Juzgada.
3.1- Desarrollo.-
ETIMOLOGÍA DE LA VOZ JURISDICCIÓN.- (Sobre la base las
explicaciones del profesor Francisco Hoyos Henrechson)
La palabra jurisdicción deriva del latin jurisdictio que significa decir o mostrar el
derecho (Ius dicere). Tomaremos la acepción del vocablo en el sentido de
denotar la actuación del derecho objetivo, que es abstracto, atendida su
formulación por categorías en el sistema de la jurisdicción de derecho, para
resolver un caso concreto ( el litigio de que, en la especie, se tratare) sometido al
juicio del tribunal, como modo de obtener una solución vinculante y coactiva del
conflicto que da razón de ser a la acción y al proceso.
A.1.- Noción equívoca.-
La noción sin embargo es equívoca (como ya puede advertir a propósito de la
denominada “jurisdicción voluntaria”) y por consiguiente puede inducir a error.
Cuatro son los sentidos en que usualmente es aludida:
1.- En el ámbito territorial: Es así como, con frecuencia inusitada se habla del
“territorio jurisdiccional”.
2.- La jurisdicción como sinónimo de “competencia”: Se trata de conceptos
diferentes. Sin embargo, su indebido uso es común en el foro e inclusive en
algunas leyes. (hasta antes de la ley 18.969 de 10 de marzo de 1990, se hablaba
en el Código Orgánico de Tribunales de la “prórroga de la jurisdicción”).
3.- La Jurisdicción como sinónimo de poder: En efecto, frecuentemente, inspiradas
en la dirección ahora examinada, las leyes ponen de manifiesto la jerarquía o
investidura de que están dotados los órganos del poder público y, obviamente, de
un modo especial, los que constituyen el poder judicial. La función, cuestión que,
aunque recientemente, ha sido revisada a fondo como elemento valedero para la
precisión del concepto de jurisdicción, llegando a desconocerse su importancia en
extremo, ha sido olvidada por quienes así proceden, incidiendo en insuficiencia
conceptual, ya que, en principio, la jurisdicción consiste en el poder-deber, en
cuanto en tanto los jueces no tan solo juzgan, sino que tienen la obligación
constitucional de hacerlo, como resulta de la sola consideración de lo dispuesto por
en el artículo 76 de la carta fundamental, repetido en el artículo 10 inciso 2º del
Código Orgánico de Tribunales: Reclamada su intervención en forma legal y en
negocios de su competencia, no podrán excusarse de ejercer su autoridad ni aun
por falta de ley que resuelva la contienda sometida a su decisión, estableciendo
una de las bases fundamentales de la administración de justicia, conocida bajo la
denominación de “inexcusabilidad”.
4.- La Jurisdicción como función: Es la acepción a emplear en nuestro estudio. Vale
destacar que existe una estrecha vinculación entre las nociones de “función
judicial” y “función jurisdiccional” aunque la primera está subsumida en la
segunda. Basta para ello la denominada “jurisdicción voluntaria”, que no es ni
jurisdicción ni menos voluntaria.
3.2.- JURISDICCIÓN Y FORMULACIÓN DEL DERECHO.- Jurisdicción de
derecho y jurisdicción de equidad3.
De las normas contenidas en la C.P.R. concretamente de sus artículos 76 y
siguientes, así como –por ejemplo- de los artículos 1º del C.O.T., 1º del C.P.C., 1º
del C.P.P. (Procesal), 1º del C.J.M. (Código de Justicia Militar) se desprende
3
En significante integradora del derecho, se ha razonado respecto de la equidad. "Que, a mayor
abundamiento, se debe señalar que, frente a la laguna creada por el Tribunal Constitucional al
expulsar dos textos normativos relevantes para esta sede, esta Corte se ve en el supuesto
consagrado en los artículos 76 de la Constitución Política de la República e inciso segundo del
artículo 10° del Código Orgánico de Tribunales, en relación con el artículo 170 N° 5 del Código de
Procedimiento Civil, que es cumplir el deber de inexcusabilidad, integrando el vacío normativo con
los postulados de equidad y los principios y criterios normativos que emanan de nuestro
ordenamiento jurídico, entendidos holísticamente como un todo .” (Corte Suprema rol 37905-2017,
motivo 17º, 1º párrafo).
“La interpretación anterior en cuanto a que la situación referida no está reglada, lo confirma el
proyecto de reforma del Código de Comercio al contemplar para los procesos de ajustes e
impugnaciones situaciones de interrupción de la prescripción. De este modo, al no estar reglada la
materia, corresponde interpretar o integrar la norma insuficiente mediante criterios de analogía,
principios generales del derecho y la equidad natural según lo dispone el artículo 24 del Código
Civil” (Corte Suprema, rol 13786-2016. Considerando 5º)
inequívocamente que el ordenamiento jurídico nacional reserva a los tribunales de
justicia la potestad destinada a resolver los litigios que pudieren producirse entre
partes, debiendo hacer justicia por aplicación de preceptos y sanciones
establecidos por el legislador (jurisdicción de derecho) o por los propios jueces
(jurisdicción de equidad), en casos expresamente permitidos por aquel (Artículos
10 del C.O.T. y 170 Nº5 del C.P.C.).
El concepto de jurisdicción se vincula al sistema de legalidad. Así, se afirma, la
jurisdicción cierra un ciclo de producción jurídica, manifestado en la sentencia final
del juez, que no pasaría de ser la última etapa o acto de un tránsito iniciado por el
constituyente, quien pone los mandamientos constitucionales, proseguido por el
legislador quien los traduce en los principios expresados en las leyes, para que el
juez los aplique finalmente en su sentencia.
En teoría política lo afirmado en el párrafo anterior puede ser expuesto bajo el
concepto de “Estado de Derecho”: El constituyente como expresión de la norma
matriz o hipotética fundamental. Bajo su marco de forma y fondo (solo serán
normas jurídicas aquellas que el anterior admita como tales en cuanto a la forma
de producción y a su contenido) se producirán las leyes. Todo lo anterior (a su
vez) representa las reglas del juego que deben observar gobernantes y
gobernados y, además, uno de los pilares sobre las cuales el juzgador debe emitir
su dictamen cuando el conflicto se hubiere producido.
Queda así muy en claro que Constitución ley y la sentencia constituyen la
trilogía en que, jerárquicamente, se despliega la normatividad a que deben
sujetarse los comportamientos, (hechos y actos jurídicos) de los diversos sujetos
del proceso jurisdiccional. El Estado provee así, a través de los tres medios
indicados, a la pacífica convivencia de los individuos en sociedad; pero ello no
significa, porque la evolución ha sido evidente y sería inoficioso describirla, que
aquel haya manifestado su voluntad en todo tiempo y lugar de unos mismos
modos.
De otro lado, es posible hablar de jurisdicción de derecho y jurisdicción de
equidad. Ambas se manifiestan, en iguales términos, en el ordenamiento nacional
(así por ejemplo tratándose de árbitros arbitradores, que el C.P.C. establece y
regla en sus artículos 636 a 643; pero esencialmente en su artículo 640 Nº4 en
cuanto permite expresamente a los arbitradores fallar conforme a razones de
equidad; mas, como regla general, ha de estarse a la jurisdicción de derecho,
según resulta del artículo 170 Nº4 y los números pertinentes del Autoacordado
sobre redacción de sentencias; todo ello sin perjuicio tampoco de la excepción que
aparece formulada en el propio número 5 del mismo artículo y código.
Se dice que la jurisdicción de equidad habría precedido a la de derecho, porque
en las épocas primitivas habrían existido primero los jueces y luego los
legisladores: en aquel entonces existían solo rudimentarias organizaciones sociales.
Por consiguiente, las autoridades de esas sociedades en reciente formación, solo
se habrían hecho cargo de la solución de los problemas derivados de las
contiendas entre partes, relativas a los bienes de la vida una vez que el litigio
hubiere surgido. En aquellos albores de la organización estatal, si es que de Estado
se puede hablar por aquellos días, la autoridad, a fin de evitar que los entuertos
perdurasen (tan dañiños a los seres individualmente considerados como a las
incipientes sociedades de que formaban parte) intervenía en los conflictos,
disponiendo la solución a dar en cada caso concreto, para cuyo efecto establecía la
norma, no ya por categorías, sino para el asunto preciso sub lite. En un período ya
mucho más avanzado del progreso social, surge una manera nueva de solucionar
aquellos conflictos intersubjetivos de intereses de los justiciables: se preordenan
los instrumentos de solución del litigio (o sea la ley como mandato normativo
general, imperativo y abstracto) sin esperar a que surja primero el problema. Nace
así un derecho formulado por categorías, aplicable a todas las eventuales hipótesis
que pudieren observar no ya este Ticio con aquel Cayo, sino todos los Ticios y los
Cayos que se encontraren en idéntica situación fáctica. En lugar de legislar para
una situación actual, esto es, ya producida, se reglan situaciones eventuales,
prescindiendo de los casos concretos y dejando al juez el oficio –que le es propio-
de llevar a cabo el complejo silogístico que, en su día, ha de conducirle a la
concreción del mandato abstracto contenido en la norma, que no ha sido puesto
hasta ahora, como antes, para resolver un litigio ya existente en la realidad de la
vida. Es así como los justiciables, conocedores anticipadamente del estatuto
jurídico que regla, p.ej. el contrato de compraventa civil, mercantil o minero, etc.,
asumen sus eventuales responsabilidades en su calidad de compradores o
vendedores.
Sobre la presencia de la equidad en el derecho procesal, basta por ahora con
tener presente lo siguiente:
1.- La equidad, presente en el derecho sustantivo, igualmente lo está en el
derecho procesal. Al caso, nítidamente en la jurisdicción ejercida por los llamados
“árbitros arbitradores” 4.
2.- La presencia en el derecho procesal se advierte en cuanto el legislador
expresamente permite que un conflicto jurisdiccional pueda ser dirimida acudiendo
a la equidad. Véase para ello el mencionado artículo 170 del Código de
Procedimiento Civil. A falta de ley, se refiere a ley positiva, el asunto de que se
trate puede ser dirimido acudiendo a la justicia natural, a la máxima romana de
dar a cada cual lo suyo.
3.- Esta solución sin embargo, procesalmente debe estar expresamente permitida.
En general esta permisividad la podremos observar en el plano de la contienda
civil, entendiendo por tal, toda aquella que no corresponde al derecho
sancionatorio. (En el campo penal, especialmente en lo que se refiere a la tipicidad
y la punibilidad, se advierte –como sello de garantía al ciudadano- la observancia
del principio de legalidad, como sinónimo esto último de ley positiva)
4.- Que un sentenciador pueda acudir a la equidad natural como fórmula para
integrar su decisión es una manifestación concreta de la inexcusabilidad, pues si el
constituyente prescribe que el órgano jurisdiccional debe conocer y resolver aun a
falta de ley, no es sino esperable que se recepcione la equidad como elemento
integrador del derecho. (Con la salvedad de lo dicho para la contienda que recibe
la pretensión punitiva de castigo estatal)
5.- Acerca del contenido en sí de la equidad natural, véanse las lecciones de
Introducción al derecho, derecho civil, derecho constitucional y filosofía del
derecho.
4
DÉCIMO: Que, asimismo, no debe olvidarse que la interpretación de los contratos pertenece a
la esfera de las facultades propias de los jueces de la instancia y como tal restricción se prodiga
respecto de los tribunales de derecho con motivo del conocimiento que le corresponde a esta
Corte de los recursos de casación en el fondo, con mayor razón ha de sostenerse tal limitación
respecto de la interpretación que los árbitros arbitradores pueden hacer de los contratos sobre
los que versan los asuntos en los que se pronuncian y más aún si tal labor de exégesis se
pretende cuestionar a través de un recurso de queja, pues no puede soslayarse que los árbitros
de este tipo o categoría sólo tienen como mandato, en cuanto al pronunciamiento de fondo,
obedecer a lo que su prudencia y equidad les dictaren, tal como lo estatuye el artículo 223 inciso
3° con relación a lo dispuesto en el artículo 640 N° 4, ambos del Código de Procedimiento Civil.
En este sentido, el árbitro arbitrador goza de un amplio campo para ejercer
la jurisdicción de equidad que detenta, dentro del cual es lícito al amigable componedor
desprenderse de normas legales de orden privado al momento de resolver el asunto sometido a
su conocimiento, atribución que en todo caso emana de la renuncia que las propias partes
efectúan, al momento de someter la resolución de un conflicto particular a un arbitrador, a que
la controversia sea fallada con apego estricto a las normas de derecho. (Corte Suprema, rol
5736-2016.)
3.3- JURISDICCION, ADMINISTRACION Y LEGISLACION5.-
Si en el Estado se dieren circunstancias que posibilitaran concluir que la
separación de funciones es absoluta, es decir se tratare de una realidad sin
excepciones, no habría margen alguno de error para la calificación de cada uno de
los actos emanados por aquellos: Legislativo, ejecutivo y judicial, como
manifestaciones de la soberanía, con el ejercicio de ésta debidamente repartida,
sin motivos de duda, actuando en una esfera rígida de atribuciones, jamás podrían
entrar en conflicto y, por consiguiente, debería reputarse que son leyes todos los
actos del poder legislativo, administrativos todos los actos del poder ejecutivo y
judiciales todos los actos del poder judicial.
Una consideración así de simple del ámbito de actuación de los Estados
modernos es falaz, pues olvida la realidad en cuanto la existencia de las llamadas
“zonas grises”, muy difíciles de catalogar y que dan origen a dificultosos problemas
de calificación jurídica de los actos de los tres poderes del Estado en su actual
evolución. Surge con ello la imperiosa necesidad de establecer con sujeción a que
criterios ha de operarse para decidir en cada caso concreto frente a que clase de
5
Acerca de la jurisdicción y la administración: “TRIGESIMOTERCERO. Que, en
tercer lugar, cabe señalar que el principio de separación de funciones, que constituye una
base esencial de nuestra institucionalidad republicana y democrática (artículo 4º de la
Constitución), impide que exista una confusión entre las funciones administrativas y
judiciales. Las primeras apuntan a satisfacer necesidades públicas de manera regular y
continua (artículos 3° y 28, Ley Orgánica Constitucional de Bases Generales de la
Administración del Estado). Son expresión de la tarea que la Constitución le encarga al
Presidente de la República de gobernar y administrar el Estado (artículo 24 de la
Constitución). Esta tarea la cumplen los órganos de la Administración de distinta forma.
Así pueden dictar actos administrativos, actos normativos, celebrar contratos o convenios.
La función de los tribunales, en cambio, es ejercer jurisdicción. Esta consiste en
“el poder-deber que tienen los tribunales para conocer y resolver, por medio del proceso y
con efecto de cosa juzgada, los conflictos de intereses de relevancia jurídica que se
promuevan, en el orden temporal, dentro del territorio de la República y en cuya solución
les corresponda intervenir.” (Colombo Campbell, Juan, "La Jurisdicción en el Derecho
Chileno", Editorial Jurídica de Chile, 1991, pág. 41)” (STC Rol Nº 346/2002). Dicha función
se expresa en el pronunciamiento de sentencias.
Cuando la Tesorería retiene, dicta un acto administrativo, no jurisdiccional. No
está resolviendo conflictos de relevancia jurídica. De hecho, el conflicto de relevancia
jurídica sólo se produce después y a consecuencia de la actuación administrativa. Es frente
a ella que puede surgir el ejercicio de la jurisdicción.
Además, dicha decisión no produce efecto de cosa juzgada. El acto administrativo
desfavorable, como el de este caso, es esencialmente modificable (artículos 52 y 61 de la
Ley Nº 19.880) e impugnable. Proceden en su contra todos los recursos administrativos y
judiciales, conforme a las reglas generales (artículo 10 de la Ley Nº 18.575, Orgánica
Constitucional de Bases Generales de la Administración del Estado, y artículos 15, 54 y 59
de la Ley Nº 19.880). Sólo habrá cosa juzgada cuando el juez se pronuncie sobre la licitud
de la actuación administrativa (artículo 38, inciso segundo, y artículo 76, inciso primero, de
la Constitución);
TRIGESIMOCUARTO. Que no consideramos, entonces, que se vulnere el artículo
19, N° 3°, inciso quinto, de la Constitución, pues la Tesorería no está ejerciendo funciones
jurisdiccionales cuando cumple el mandato que le encargan las normas impugnadas y, por
lo tanto, los requirentes no están siendo juzgados por una comisión especial; (TC. Rol
3594-2017)
actos nos encontramos, cuestión que dista muchísimo de ser baladí o de contener
una estimación puramente doctrinaria.
La doctrina se ha valido de tres criterios fundamentales y posibles para decidir,
en los casos concretos que se ofrecen tanto a la consideración del teórico como a
la del práctico: 1º Orgánico; 2º Formal y; 3º sustancial.
Criterio Orgánico: Según la teoría de la separación absoluta de poderes del
Estado, actualmente sustituída por la tesis de la interdependencia o colaboración
de esos poderes, a cada uno de ellos correspondería funciones específicas e
inconfundibles. Es así como dentro de este esquema el legislativo legisla, el
ejecutivo administra y el judicial ejerce jurisdicción. Si dentro del marco anterior,
adscribimos a cada uno de los poderes mencionados la función que exclusiva y
excluyentemente se le supone privativa, resultará que cuanto emana del
Legislativo será legislación; administración todo lo que provenga del ejecutivo y;
finalmente jurisdiccional todo acto emanado del poder judicial. Sin embargo la
realidad demuestra que las funciones de la soberanía se ejercen de forma
predominante, más no de manera exclusiva y excluyente. De este modo no toda la
actividad de cada uno de ellos, traducida en la práctica en actos de la más variada
índole, se corresponde con la especial naturaleza de las funciones que
teóricamente le corresponde. Por ejemplo, la actuación como Jurado por parte del
Senado de la República en la acusación constitucional por notable abandono de
deberes. (¿Ejercicio de jurisdicción?)
Criterio Formal: Se atribuiría determinada naturaleza jurídica a un acto en razón
de las meras formalidades que, según la constitución y las leyes, hubieren de
rodearlo. Se parte aquí de la base, manifiestamente errónea, de que a cada
función del Estado correspondería un ejercicio reglado por manifestaciones
puramente externas. Así la ley sería tal por su aspecto puramente formal; Las
sentencias serían tales cuando se ajustasen a las reglas previstas para ellas
(artículos 170 C.P.C. –P/EJEM-).
Criterio funcional: Puede estimarse, aunque con ciertas reservas, como el medio
más seguro de elección para decidir acerca del carácter jurisdiccional o
administrativo de ciertos actos jurídicos, prescindiendo del órgano del cual
emanaren, así como las formalidades a que, eventualmente, estuvieren sujetos en
los distintos ordenamientos.
3.4.- EN ESPECIAL, CINCO CRITERIOS DE DISTINCIÓN: Jurisdicción y
legislación.
a) Las normas en el acto legislativo son generales. En el acto jurisdiccional son
particulares.
6
Acerca de la tríada: Jurisdicción, Administración y Legislación:
“TRIGÉSIMO: Que, en relación a lo anterior, cabe considerar que este Tribunal ha
fallado, en relación a la garantía del debido proceso, que “el legislador, para asegurar la
existencia de un debido proceso, en los términos que ésta Magistratura lo ha determinado,
contempla “el derecho a un proceso previo, legalmente tramitado, racional y justo, que la
Constitución asegura a todas las personas, debe contemplar las siguientes garantías: la
publicidad de los actos jurisdiccionales, el derecho a la acción, el oportuno conocimiento
de ella por la parte contraria, el emplazamiento, adecuada asesoría y defensa con
abogados, la producción libre de pruebas conforme a la ley, el examen y objeción de la
evidencia rendida, la bilateralidad de la audiencia, la facultad de interponer recursos para
revisar las sentencias dictadas por tribunales inferiores…”(STC Rol N°478, c.14; STC Rol
N° 3005, c. 9);
TRIGESIMO PRIMERO: Que, en el ámbito específico del Derecho Administrativo
Sancionador según lo ha resuelto este Tribunal (STC Rol N° 2264, considerando 33°), las
sanciones administrativas “deben cumplir dos tipos de garantías”.
Por una parte, garantías sustantivas. En este sentido, esta Magistratura ha
señalado que los principios inspiradores del orden penal contemplados en la Constitución,
han de aplicarse, por regla general y con matices, al derecho administrativo sancionador,
puesto que ambos son manifestaciones del ius puniendi propio del Estado (STC 294/96,
479/2006, 480/2006, 1413/2010, 1518/2010, 2381/2013).
Por la otra, deben cumplir garantías vinculadas al debido procedimiento. El
legislador debe permitir que quienes puedan ser afectados por dichas sanciones,
puedan defenderse de los cargos que les formule la autoridad, pudiendo rendir
prueba, impugnar la sanción, etc. (STC 376/2003, 388/2003, 389/2003, 473/2006,
725/2008, 792/2007, 1413/2010, 1518/2010, 2381/2013)”.
TRIGESIMO SEGUNDO: Que, en línea de lo anterior, se ha precisado que el debido
proceso, en el ámbito del derecho administrativo sancionador, debe garantizar el derecho
a defensa, debiendo los afectados ser emplazados para que puedan presentar sus
descargos, previo a la aplicación de la sanción. Así, en la STC Rol N° 2784, considerando
11°, se afirma:
“Que, precisamente, aplicando los incisos primero y segundo del artículo 19, N°
3°, de la Constitución Política, en sentencia Rol N° 376 se hizo exigible al legislador dictar
expresamente aquellas normas que garanticen el derecho a defensa, contemplando la
posibilidad de que los afectados sean emplazados y puedan presentar los correspondientes
descargos, antes que la autoridad administrativa les aplique una eventual sanción
(considerandos 29°, 30°, 34° y 35°).
“La STC Rol N° 389 ratificó que la ley tiene la obligación de contemplar un
procedimiento, que permita al afectado una adecuada defensa de sus derechos, en sede
administrativa, en forma previa a la imposición de alguna de las sanciones que ella
contempla, dándole la oportunidad de defenderse de los cargos que la autoridad le
formule (considerandos 29°, 33° y 34°).
“En STC Rol N° 437 (considerandos 14°, 17°, 22°), se objetó un proyecto de ley
que carecía de toda norma regulatoria acerca del procedimiento a través del cual podían
ser impuestas ciertas sanciones administrativas, sin contemplar el derecho a defensa. Y en
STC roles N°s 725 (considerando 21°), 1233 (considerando 16°) y 2264 (considerando
33°), se aprobó que la ley garantizara que la imposición de determinadas sanciones
administrativas solo podía hacerse una vez formulados los correspondientes cargos y
previa audiencia del acusado”;
TRIGESIMO TERCERO: Que, a lo anterior ha de agregarse que la jurisprudencia de este
Tribunal ha considerado, desde la perspectiva del debido proceso, que el acto
administrativo sancionador ha de ser impugnable jurisdiccionalmente. En este sentido, en
la STC Rol N° 766, considerando 12, se afirmó: “En todo caso, esta Magistratura ha
sujetado las sanciones administrativas al estatuto constitucional del artículo 19 Nº 3, en lo
relativo a los principios de legalidad y tipicidad, exigiendo que el acto administrativo
sancionador se imponga en el marco de un debido proceso, teniendo siempre el afectado
derecho a impugnarlo ante los tribunales de justicia”;
TRIGESIMO CUARTO: Que, lo señalado precedentemente a propósito del debido
proceso, es de suyo relevante, toda vez que esta Magistratura ha estimado que “no se
infringe el debido proceso sino cuando se aplican normas legales que riñen efectivamente
con las garantías constitucionales de naturaleza procesal” (STC 2802 c. 8°); (T.C. Rol
3625-2017)
3.5 ACTOS ADMINISTRATIVOS Y ACTOS JURISDICCIONALES.
El tema constituye el mayor obstáculo para los procesalistas, constitucionalistas
y administrativistas. Los puntos o caracteres que parecen diferenciar a los actos
administrativos versus los actos jurisdiccionales, parecen en rigor estar presentes
en ambos. Sin embargo, desde la perspectiva procesal es la Cosa Juzgada, el
más sustancial elemento de distingo. Lo anterior se explica en la similitud que
presentan estos actos. La actual concepción del Estado ha ensanchado de tal
modo la intervención de éste en la actividad de los ciudadanos que, con
frecuencia, el legislador atribuye funciones típicamente jurisdiccionales a órganos
administrativos y viceversa. Y aquello nada tiene de extraño si se recuerda que
administración y jurisdicción suponen la concreción, mediante la actividad de los
órganos públicos, de la normatividad abstracta establecida en el ordenamiento
jurídico. (Véase para ello las facultades que la ley entrega a los Inspectores del
Trabajo a propósito de las nuevas reglas para evitar el fraude a la legislación
laboral en el tema de la subcontratación. Por cierto que en este caso el Inspector
no está investido ni remotamente como tribunal de la República, pero en sustancia
sus potestades son sutilmente distintas a las que distinguen a un órgano
jurisdiccional. Quizás la mayor diferencia pueda encontrarse en la ausencia en la
presentación formal de una determinada pretensión)
En mi opinión la distinción se obtiene sobre la base de entender que un acto
jurisdiccional será sinónimo de producción de una regla particular de derecho
destinada a la resolución de un conflicto de interés jurídico, generalmente
amparado por el efecto de la cosa juzgada sustancial (que es aquella que clausura
toda posibilidad de una nueva discusión en el futuro sobre el particular) y que
proviene o emana de un tercero, objetiva, formal y sustancialmente imparcial,
autorizado expresamente para actuar de este modo y en donde la decisión dada es
posible de imponer por la fuerza si así fuere necesario. Si seguimos este criterio
sustancial, nos es posible concluir que es un error entender que un acto debe ser
reputado jurisdiccional en atención a provenir de un órgano jurisdiccional. Afirmar
aquello es solo una verdad a veces, pues no todos los actos emanados de un
órgano jurisdiccional tendrán este carácter. En efecto, en el caso de nuestro
estudio existen actos de los órganos jurisdiccionales que ni remotamente pueden
ser calificados como tales. Por ejemplo: Normas impartidas por los tribunales
superiores de justicia, acerca de la distribución entre los tribunales inferiores de las
distintas causas que les son sometidas a su conocimiento y resolución. La decisión
de imponer una medida disciplinaria a un abogado que no asiste a una audiencia
sin que justifique su inasistencia. Evidentemente que en el primer caso se trata de
reglas para un buen y mejor servicio y nada más. En el segundo no es sino la
manifestación de las potestades disciplinarias, expresión de los llamados caracteres
anexos o conexos de la jurisdicción (Conservadoras, Disciplinarias y
Conservadoras).
La lex generalis (norma decisoria del caso sub lite) mediante el ejercicio de
la función jurisdiccional por el juez, se convierte en lex specialis (sentencia). Aquí
el oficio que el ordenamiento jurídico asigna a la función jurisdiccional. Del mismo
modo, en el orden administrativo la norma general y abstracta del derecho se
transforma en particular en el caso concreto. Ejemplos: Pensemos en la hipótesis
de resolución de un contrato de compraventa celebrado entre Ticio y Cayo relativo
a un fundo de propiedad del primero. Ticio ha cumplido íntegramente y
oportunamente tal contrato, no así Cayo quien se ha negado a pagar el precio.
Esto lleva al primero a solicitar la resolución de tal pacto con indemnización de
perjuicios, en conformidad a lo dispuesto por los artículos 1489 y 1873 del Código
Civil. Suponiendo que las afirmaciones del actor relativas a los hechos de la causa
sean efectivas y que resultaren probadas en el juicio ¿Cuál deberá ser la sentencia
del juez?: Sencillamente, declarar resuelta la mencionada compraventa por
aplicación al caso de las disposiciones del Código Civil, dado que estas vienen
puestas por el legislador (son abstractas) para todos aquellos casos que se
encuentran en la situación fáctica descrita. La sentencia final, recaída en el aludido
caso sub lite, pasa a ser lex specialis de éste. Mediante el ejercicio de la
jurisdicción, el juez habrá concretado, para ese caso singular, la ley abstracta;
Supongamos ahora que, el Presidente de la República dicta un Decreto Supremo
concediendo a un particular el beneficio de su jubilación en cualquier rama de la
Administración Pública. ¿En que consiste, esta vez, la función del Supremo
Magistrado?: es la misma del juez en el caso anterior, ya que el Presidente aquí,
como el juez allí, se ha limitado a hacer concreta, respecto de determinada
persona (el funcionario que se acoge a jubilación), la voluntad abstracta de ley que
le otorga el derecho aludido. Estos ejemplos nos permiten destacar a un
funcionario (el juez) sirviendo un órgano jurisdiccional (el competente tribunal de
justicia) lo mismo que el Presidente de la República (autoridad máxima de la
nación) cumpliendo idéntica actividad. Ambos declaran el derecho, concretando el
caso singular (lex specialis) el mandato (abstracto) contenido en la ley ( lex
generalis) del respectivo ordenamiento jurídico. Creemos que queda así más claro
y se entiende mejor la afirmación inicial en el sentido de que es la extraordinaria
semejanza de funciones lo que plantea los problemas que existen para distinguir
los actos administrativos de los jurisdiccionales.
El elemento diferenciador se encuentra en LA EFICACIA DE COSA JUZGADA
QUE DESPLIEGA LOS ACTOS JURIDICOS PROCESALES y que solo se da allí donde
ha habido o podido haber ejercicio de jurisdicción. Los artículos 175 y ss del C.P.C.
reglan la institución de la cosa juzgada (tb. con expresión en el artículo 76 de la
carta política). Posible de conceptualizar como aquella cualidad ( la irrevocabilidad)
de ciertos efectos (declarativas, constitutivas, condena, cautelares y ejecutivos) de
algunas resoluciones judiciales (las sentencias definitivas e interlocutorias, artículo
158 del C.P.C.), en las hipótesis del artículo 174 del C.P.C. Además se expresa el
carácter de coercibilidad en la cosa juzgada. De este modo la cosa juzgada es
fuente de la ACTIO UIDICATI (acción de cosa juzgada) para hacer ejecutar los
juzgado y la EXCEPTIO REI IUDICATI (excepción de cosa juzgada), destinada a
impedir un nuevo juzgamiento del mismo objeto litigioso, siempre que concurran
los demás presupuestos, requisitos, condiciones y modos que la legitimaren en su
caso y que en algunas hipótesis –no en todas- está dada (en el conflicto civil) por
la triple identidad de parte, objeto y causa de pedir (el conflicto penal será
identidad de sujeto pasivo y hechos). La sentencia se hace perpetua e irrevocable
porque la permanencia del acto jurisdiccional es un rasgo esencial a éste. El acto
administrativo es también coercible, como el jurisdiccional; pero no es irrevocable
–aquí la regla general es la contraria-de donde se infiere que la irrevocabilidad es
el verdadero carácter distintivo de esas dos categorías de actos jurídicos. (Todo lo
anterior, sin perjuicio de la doctrina de los derechos adquiridos por actos de la
administración y la imposibilidad de afectarlos por una nueva decisión
administrativa, sin antes resolver el problema del dominio que se advierte sobre
tales derechos, en su calidad de cosas incorporales)
Además no se debe perder de vista los siguientes aspectos.
a) El problema surge pues tras administración y jurisdicción existe el
desenvolvimiento de la sociedad organizada en el plano normativo. En el campo de
la aplicación de las reglas que se han dispuesto para gobernar y encauzar la vida
en comunidad. En otras palabras es posible apreciar un sustrato común.
En ambas esferas, existe la necesidad de reglar o normar, de prescribir una
determinada situación. En sede administrativa, será la expresión de gobernar, de
dar aplicación a las leyes, reglamentos y resoluciones por parte de los distintos
entes que integran el aparato estatal. Así, por ejemplo, un municipio deberá
responder frente al pedimento de patente comercial sobre equis giro, un Hospital
frente a la solicitud de gratuidad en la atención reclamada sobre la base de la
indigencia del usuario. En el ámbito jurisdiccional puede ocurrir la pretensión de un
ciudadano de amparo por estimar que una autoridad administrativa amenaza
ilegalmente su derecho fundamental de la libertad personal, o de querer obtener
condena para que Pedro sea obligado a pagar una suma de dinero previamente
prestada).
b) No obstante las similitudes acusadas, en esto de la ley general y de la norma
particular, tanto en el ejercicio de la administración como en el ejercicio de la
jurisdicción, lo distintivo de esto último es la presencia de una contienda de
relevancia jurídica, que, por regla general, significará la presencia de dos o más
partes. En la administración el rasgo anterior raramente está presente. Este me
parece ser un aspecto notoriamente diferenciador. Dicho de otro modo, en la
administración y en la jurisdicción, se concreta la norma general en norma
particular, pues ambos, gobierno y justicia, actúan dentro del estado de derecho,
pero en nuestra área de estudio, la determinación jurídica es producto de una
previa contienda, que enfrenta a dos o más litigantes quienes piden y prueban. En
la esfera de la administración aquello no acontece (dejando para ello de lado la
instrucción de procesos de investigación sumarial, en donde se advierte similitud
con el objeto y fines del proceso jurisdiccional penal y, además, soslayando la
llamada intervención no contenciosa de los tribunales, que por no ser
esencialmente jurisdicción no pugna con la conclusión antes anotada)
c) Al distingo antes expuesto, se puede afincar la presencia de la cosa juzgada.
Pero cuidado, ya se ha dicho: la revocabilidad de los actos de la administración
que se hace aparecer como un aspecto propio de esta, pugna con la
inmodificabilidad de los efectos de los actos de la administración que han
significado la adquisición de derechos por parte de los ciudadanos que han
intervenido de buena fe. Sería algo así como la “cosa juzgada administrativa”. Un
ejemplo puede ilustrar mejor: Supongamos que un ciudadano pide y obtiene la
autorización municipal para funcionar en un determinado domicilio un café-cabaret
y pub. Obtenido el permiso, invierte importantes sumas de dinero, en el pertinente
local y poco antes de la inauguración o ya en funcionamiento, los responsables
municipales advierten que la autorización no era posible pues a 30 metros había
sido autorizada –dos días antes- la construcción de un jardín infantil, un hogar de
ancianos y una iglesia para el culto de la fe. Imaginemos que la ley no permite que
tales establecimientos, de tan disímiles fines, puedan funcionar con tanta
proximidad física. ¿Podrá la autoridad administrativa, pura y simplemente, caducar
la autorización?. Creo que en este caso, a la duda sobre la revocabilidad pura y
simple se añadirá la pertinencia de al menos indemnizar los perjuicios ocasionados
a aquellas personas que han concurrido de buena fe, ya el dueño del cabaret, del
jardín infantil, el asilo o la parroquia. ¿Será entonces que la llamada revocabilidad
en sede administrativa es, efectivamente, el punto diferenciador entre
administración y jurisdicción?.
6. - Según su función:
a)Tribunales sustanciadores o tramitadores: son aquellos que sustancian un proceso
pero que no dictan la sentencia;
b)Tribunales sentenciadores: son los que dictan las sentencias en asuntos
tramitados por los sustanciadores;
c)Tribunales mixtos: Realizan ambas funciones y constituyen la regla general;
7. - Según su jerarquía:
a)Tribunales superiores: C. Suprema, C. de Apelaciones y Cortes Marciales;
b)Tribunales inferiores: los restantes.
c)De casación: A través del recurso de casación se revisa la correcta aplicación del
derecho tanto en la tramitación del proceso (casación en la forma)como en cuanto a
la resolución del fondo del asunto(casación en el fondo); es la función principal de la
C.S., a la que también se conoce en otros países con el nombre de Corte de
Casación.
1) PRINCIPIO DE LEGALIDAD
a) En el aspecto orgánico:
La organización de los tribunales se encuentra establecida en la CPR,
fundamentalmente en los arts. 76, 77 y 78, en los cuales consagra a) la existencia
de los tribunales; b) normas básicas referentes al nombramiento de los jueces y c)
que la organización y atribuciones de los tribunales será determinada a través de
una ley orgánica constitucional, disponiendo el art. 4° transitorio que mientras se
dicta esa ley hará las veces de tal el actual C.O.T..
b)En el aspecto funcional:
En el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales los tribunales deben actuar
dentro del marco que la ley les señala; en Chile los tribunales son de Derecho en un
doble aspecto:
- Sólo pueden ejercer su potestad en los asuntos y dentro del territorio que la ley les
ha asignado, como lo dispone el art. 7 del COT aplicando al Poder Judicial la norma
constitucional del art. 6 en relación con el 7, preceptos constitucionales conforme a
los cuales los órganos del estado deben someter su acción a la Constitución y a las
normas dictadas conforme a ella, siendo nula toda actuación que exceda el ámbito
de la competencia que le ha otorgado la Constitución o la ley, cualesquiera sea la
razón que haya tenido para ello, como se desprende de la frase "ni aún a pretexto
de circunstancias extraordinarias".
- El ejercicio de la jurisdicción debe efectuarse conforme a las normas que señalan la
Constitución y la ley, debiendo fallar las causas con estricta sujeción al mérito del
proceso.
Al respecto el art. 79 de la CPR dispone que los jueces son personalmente
responsables de "falta de observancia en materia sustancial de las leyes que reglan
el procedimiento".
Además, entre normas legales que consagran el principio de legalidad en
materia de procedimiento podemos citar el art. 10 del COT, el que al señalar que los
tribunales no pueden excusarse de ejercer su autoridad ni aún a falta de ley que
resuelva la contienda está partiendo de la base que lo normal es que exista ley
conforme a la cual debe resolver; El art. 170 del CPC consagrándolos los requisitos
de la sentencia, indica entre ellos la perentoria obligación de precisar las normas
legales conforme a las cuales se dicta el fallo; el art. 767 del CPC se refiere al
recurso de casación en el fondo, señalando que éste puede interponerse contra
sentencia dictada con infracción de ley; por su parte, el 768 del CPC al indicar las
causales de casación en la forma, enumera una serie de infracciones a las normas
de procedimiento y de competencia.
Este principio de legalidad se encuentra resguardado en nuestro
ordenamiento jurídico precisamente a través del recurso de casación a que hemos
aludido, así como a través del recurso de protección de garantías constitucionales,
ya que éste puede interponerse cuando se vulnere la garantía constitucional del art.
19 N.3 en cuanto señala que nadie puede ser juzgado sino por un tribunal
establecido con anterioridad por la ley.
Por otra parte, el Código Penal sanciona como delitos en los arts. 223 y
siguientes a los miembros de los tribunales de justicia cuando fallaren a sabiendas
contra ley expresa, cuando por negligencia inexcusable dictaren sentencia
manifiestamente injusta en causa civil o criminal; cuando a sabiendas
contravinieren las leyes que regulan la substanciación de los juicios en términos de
producir nulidad.
Por más que alguna disposición legal aparezca injusta, el juez se encuentra
obligado a aplicarla.
Una aparente excepción a este principio es la facultad que en algunos
casos la ley le permite al juez, de valorar la prueba en conciencia o según la sana
crítica. No es una excepción propiamente porque es la propia ley la que señala en
qué casos procede. Las formas de apreciar la prueba pueden ser: legal o tasada,
conforme a las reglas de la sana crítica o en conciencia. La regla en la litigación
civil es la prueba legal o tasada, es decir, el legislador señala expresamente que
valor le daremos como juez a cada medio probatorio (ej. Dos o más testigos
contestes son plena prueba si no es desvirtuado por otra prueba, en materia civil).
La otra forma de apreciar la prueba es conforme a las reglas de la sana crítica que
da más libertad al juez permitiéndole fallar conforme a la lógica, las máximas de la
experiencia y los conocimientos científicamente afianzados. Por último, la prueba
en conciencia deja la apreciación de ésta al libre criterio del juez, quien incluso
puede fallar contra el mérito de la prueba. Además, en la ley encontramos otras
formas de valorar la prueba, por ejemplo la Constitución, en su artículo 12, señala
que la Corte Suprema conocerá como jurado y en Tribunal Pleno en los
procesos sobre privación o desconocimiento de la nacionalidad chilena por acto
administrativo. En el nuevo Código Procesal Penal, se establece que los tribunales
apreciarán la prueba con libertad, pero sin contradecir los principios de la lógica,
las máximas de la experiencia y los conocimientos científicamente afianzados.
2) PRINCIPIO DE TERRITORIALIDAD
Este principio está consagrado en el artículo 7º inciso 1º del COT: “ Los Tribunales
sólo podrán ejercer su potestad en los negocios y dentro del territorio que la ley
les hubiere respectivamente asignado”. Lo que significa que cada Tribunal deberá
actuar en un territorio físico determinado y en la materia que le corresponda (por
ejemplo, Juzgado de Familia de Paillaco).
Por razones de orden y buena administración de justicia, la ley distribuye la
jurisdicción (poder de juzgar) en los diversos juzgados creados por la misma ley, y
se le asignan determinados negocios y se le faculta para actuar en un territorio
determinado. Esa facultad que tiene cada tribunal para actuar dentro de la esfera
de sus atribuciones y en un territorio determinado se llama competencia. La
competencia se divide en:
* absoluta: la facultad del Tribunal de conocer de una determinada materia,
Ej.: laboral, civil, penal, de familia, etc.
* Relativa: la facultad del Tribunal de conocer de sus negocios en un
determinado territorio, Ej.: juzgado de Valdivia, de Paillaco, de Río Bueno. Corte de
Apelaciones de Valdivia (que incluye sus comunas).
El inciso 2º del artículo 7º del COT, dice “lo cual no impide que en los
negocios de que conocen puedan dictar providencias que hayan de llevarse a
efectúen otro territorio”, lo que no es una excepción, porque el Tribunal no actúa
directamente sino que a través de otro Tribunal que sí ejerce jurisdicción en ese
territorio, es lo que se llama jurisdicción delegada. Ej.: tribunal de Valdivia
quiere citar a un testigo que vive en Los Lagos, envía una comunicación de
Tribunal a Tribunal llamada exhorto.
Los actos que ejecuten los Tribunales fuera de sus territorios jurisdiccionales
son nulos, de nulidad absoluta (no pueden sanearse), en virtud del artículo 7º
de la Constitución, ( que también consagra el principio de legalidad) que dice que
“los órganos del Estado (Tribunal) actúan válidamente previa investidura regular
de sus integrantes, dentro de su competencia, y en la forma que prescriba la
ley….Todo acto en contravención a este artículo es nulo, y originará las
responsabilidades y sanciones que la ley señale.”
Excepción a la territorialidad: La prueba de “inspección personal del Tribunal”
podrá verificarse aún fuera del territorio señalado a la jurisdicción del Tribunal
artículo 403 inciso 2º del Código de Procedimiento Civil.
3) PRINCIPIO DE INDEPENDENCIA
Este principio se encuentra consagrado en el artículo 12 del COT, que dispone:
”El poder judicial es independiente de toda otra autoridad en el ejercicio de sus
funciones”. Este principio presenta un doble aspecto, positivo negativo.
* Positivo: el Poder Judicial es libre, soberano e independiente de los demás
poderes públicos (ejecutivo y legislativo). Consagrado en los artículos 7º inciso 1º
de la Constitución: “los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura
regular de sus integrantes, dentro de su competencia, y en la forma que prescriba
la ley”, artículo 76 de la Constitución:”La facultad de conocer de las causas civiles y
criminales, de resolverlas y de hacer ejecutar lo juzgado, pertenece
exclusivamente a los tribunales establecidos por la ley. Ni el Presidente de la
República, ni el Congreso pueden, en caso alguno, ejercer funciones judiciales,
avocarse causas pendientes, revisar los fundamentos o contenido de sus
resoluciones o hacer revivir procesos fenecidos”. También ver el artículo 222 del
Código Penal, que sanciona al empleado judicial que se arrogue atribuciones
propias de las autoridades administrativas y viceversa.
* Negativo: al Poder Judicial le está terminantemente prohibido intervenir y
mezclarse en las atribuciones o funciones de los demás poderes públicos.
Consagrado en los artículos 7º inciso 2º de la Constitución “Ninguna magistratura,
ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni aún a pretexto de
circunstancias extraordinarias otra autoridad o derechos que los que expresamente
se les hayan conferido en virtud de la Constitución o las leyes”, artículo 4º COT “
Es prohibido al Poder Judicial mezclarse en las atribuciones de otros poderes
públicos y en general ejercer otras funciones que las determinadas en los artículos
precedentes”. También ver artículo 222 del Código Penal.
Estas normas al proteger la independencia del Poder Judicial, consagran la
teoría clásica del Derecho Público, de división o separación de funciones de
los poderes del Estado. Sin embargo, hoy en día esta teoría se ha reemplazado
por la de “preponderancia de funciones”, o sea, se reconoce que cada poder del
Estado, ejercen tanto funciones ejecutivas, legislativas y judiciales, pero en cada
Poder predominará alguna de éstas.
5) PRINCIPIO DE INEXCUSABILIDAD
Así como por regla general, la ley ha prohibido al juez actuar de oficio, lo
obliga a actuar cada vez que es requerido legalmente, artículo 10º inciso 2 COT
“Reclamada su intervención en forma legal y en negocios de su competencia, no
podrán excusarse de ejercer su autoridad ni aún por falta de ley que resuelva la
contienda sometida a su decisión”, artículo 76 inciso 2º de la Constitución:
“Reclamada su intervención en forma legal y en negocios de su competencia, no
podrán excusarse de ejercer su autoridad, ni aún por falta de ley que resuelva la
contienda o asunto sometido a su decisión”. Para que exista esta obligación se
requieren dos requisitos copulativos: a) reclamo de la actuación del magistrado en
forma legal, o sea, como lo señala el código respectivo, y b) que sea en negocios
de competencia del magistrado.
El juez no puede excusarse de actuar ni aún por falta de ley que resuelva el
asunto sometido a su decisión, y en este caso en materia civil el juez deberá
recurrir a los principios de equidad (artículo 170 Nº 5 CPC).
6) PRINCIPIO DE SEDENTARIEDAD
Este principio implica la idea de la fijeza, o sea, que los jueces deben administrar
justicia en lugares y horas determinados. Se diferencia del principio de
territorialidad porque éste implica que el juez es competente dentro de un
territorio jurisdiccional, y la sedentariedad dice relación con que dentro de ese
territorio no debe el tribunal trasladarse de un lugar a otro, sino que debe
funcionar en un mismo lugar, evitando la existencia de los tribunales ambulantes.
No hay una norma de carácter general que consagre este principio, pero se
desprende de las obligaciones que tienen los jueces de residencia, porque el
artículo 311 del COT los obliga a residir en la ciudad o población donde tenga
asiento el Tribunal en que deban prestar sus servicios, y de asistencia,
consagrado en los artículos 312 y 312 bis del COT, que señala que los jueces están
obligados a asistir todos los días a la sala de su despacho y permanezca en ella 4
horas mínimo, si el despacho está al día y 5 horas si no lo está. Los jueces de
garantía y tribunales orales en lo penal, debe asistir 44 horas semanales a su
despacho.
Excepciones:
1) Artículo 312 inciso 2º COT, los tribunales por razones de buen servicio
pueden constituirse a lo menos una vez a la semana en poblados que esté fuera
de los límites urbanos de la ciudad en que tenga su asiento el tribunal. Ej: Juzgado
de Paillaco se constituye en las localidades de Reumén y Pichirropulli.( no es una
excepción a la territorialidad porque actúa dentro de su territorio jurisdiccional).
2) Artículo 21 A COT, “Cuando sea necesario para facilitar la aplicación
oportuna de la justicia penal, de conformidad a criterios de distancia, acceso físico
y dificultades de traslado de quienes intervienen en el proceso, los tribunales de
juicio oral en lo penal se constituirán y funcionarán en localidades situadas fuera
de su lugar de asiento”.
7) PRINCIPIO DE INAMOVILIDAD
Este principio tiene rango constitucional, porque el artículo 80 de la
Constitución “Los jueces permanecerán en sus cargos durante su buen
comportamiento, pero los inferiores desempeñarán su respectiva judicatura por el
tiempo que determinen las leyes”, es decir, la inamovilidad es un privilegio que
tienen los jueces que les permite seguir en sus cargos, mientras mantengan su
buen comportamiento. Este principio tiende a asegurar el principio de
independencia, para evitar persecuciones, presiones e influencias, porque se ha
sostenido que si fueran, por ejemplo, elegidos por votación popular por períodos
de tiempo, dependerían de criterios políticos para su designación, lo que afectaría
su independencia e imparcialidad.
Excepciones:
1) remoción acordada por la Corte Suprema, artículo 80 inciso 3º de la
Constitución, en que la Corte Suprema, por requerimiento del Presidente de la
República, de parte interesada o de oficio pueden acordar la remoción de un juez
que no ha tenido buen comportamiento, previo informe del inculpado y de la Corte
de Apelaciones respectiva. El acuerdo se toma por la mayoría del total de sus
componentes. Ej: Ministra Gloria Olivares, expulsada del Poder Judicial por haber
retirado de un tribunal un expediente en que su hijo se encontraba involucrado, y
haber ido a visitar a un procesado por tráfico junto a un médico y después la Corte
(integrada por ella) le otorgó la libertad atendido su estado de salud.
2) Por haber sido el juez mal calificado, en este caso queda removido de su cargo
(art.278 bis COT), si el juez figura en lista deficiente (de 1 a 7, obtiene menos de
3) o dos años seguidos en lista condicional (de 3 a 3,99).
3) Por sentencia ejecutoriada recaída en juicio de amovilidad, en que se declare
que el juez no tiene el comportamiento exigido por la Constitución para
permanecer en el cargo (art.332 Nº 4 COT). El procedimiento se encuentra en el
artículo 338 y siguientes del COT, y tiene poca aplicación práctica, generalmente
se utiliza la remoción del artículo 80 de la Constitución.
4) Por haber sido declarado responsable criminal o civilmente por delito cometido
por el juez en razón de sus actos ministeriales (art.332 Nº 9 COT). (Si es por un
delito común, también cesa en su cargo de juez, pero porque sobreviene una
incapacidad del artículo 256 COT).
5) Por declaración de culpabilidad hecha por el Senado: Juicio Político, con
respecto a los magistrados de los tribunales superiores de justicia, por notable
abandono de sus deberes (art. 48 y 49 Constitución).
Además el cargo de juez cesa por 1) jubilación a los 75 años de edad, 2)
renuncia, y 3) incapacidad legal sobreviniente, pero esto no afecta el principio de
inamovilidad.
8) PRINCIPIO DE INAVOCABILIDAD
Consagrado en el artículo 8º del COT “Ningún tribunal puede avocarse al
conocimiento de causas o negocios pendientes ante otro tribunal, a menos que la
ley le confiera expresamente esta facultad”.
Esto significa, que a los tribunales les es prohibido conocer causas o
materias que esté conociendo otro tribunal. También le es aplicable al Poder
Judicial, con relación a los otros poderes del Estado, porque el artículo 73 de la
Constitución prohíbe al Presidente de la República y al Congreso, avocarse causas
pendientes ante el Poder Judicial.
Lo que busca este principio, es evitar que exista más de una decisión
judicial frente a un mismo hecho, otorgando seguridad jurídica a las partes y
evitando, por ejemplo, sentencias contradictorias o que una persona reciba dos
condenas distintas por un mismo hecho.
En materia civil, para resguardar este principio, entablada una demanda que
ya está conociendo otro tribunal, el demandado podrá alegar como excepción
dilatoria la litis pendencia (artículo 303 Nº 3 CPC)
En materia penal, se contempla como excepción de previo y especial
pronunciamiento, la litis pendencia, contemplada en la letra b) del artículo 264 del
Código Procesal Penal, la que podrá ser alegada por el acusado hasta la víspera
del inicio de la audiencia de preparación del juicio oral , por escrito, o al inicio de
dicha audiencia, en forma oral.
Excepciones: 1) La acumulación de autos que regulan los arti ́culos 92 y
siguientes del CPC; 2) Los recursos procesales previstos por la ley. Un tribunal
distinto revisa lo que ha fallado por otro, con facultades para modificar, revocar o
anular la sentencia revisada.
9) PRINCIPIO DE PUBLICIDAD
Está consagrado en el artículo 9º del COT “Los actos de los Tribunales son
públicos, salvo las excepciones expresamente establecidas por la ley”. Lo que
también es confirmado por el artículo 380 Nº 3 del COT que señala como una de
las funciones de los Secretarios de los juzgados y de las Cortes de Apelaciones
“Dar conocimiento a cualquiera persona que lo solicitare de los procesos que
tengan archivados en sus oficinas y de todos los actos emanados de la Corte o
Juzgado, salvo los casos en que el procedimiento deba ser secreto en virtud de
una disposición expresa de la ley”.
La publicidad es la mejor garantía de una buena y correcta administración
de justicia. Si el tribunal actúa en conformidad a la ley, no debe temer a la
publicidad.
Antes de la reforma procesal penal, en el antiguo sistema, se encontraba la
mayor excepción a este principio: el sumario penal. En el antiguo sistema penal,
existían dos momentos procesales: la etapa de sumario y la de plenario. El sumario
era la etapa de investigación, a cargo del juez (hoy día en manos del Ministerio
Público), y dicha etapa era esencialmente secreta para cualquier persona, incluidas
las partes, a menos que el juez les otorgara conocimiento del sumario. Esta
situación atentaba contra el debido proceso y la bilateralidad, por cuanto el
procesado no tenía la oportunidad de controvertir ni de conocer las pruebas que lo
incriminaban. En cambio en el nuevo sistema procesal penal, no de los principios
es el de la oralidad, del que se deriva el principio de publicidad, lo que implica la
inmediata percepción de las actuaciones procesales, pruebas y sentencias por las
partes interesadas y por cualquier persona. Debido a esto se implementaron salas
especiales para el desarrollo de las audiencias y como además de conocer las
decisiones judiciales es necesario que éstas sean comprendidas se estableció en la
nueva legislación la obligación de los jueces de justificar sus decisiones.
Sin embargo, este principio tiene excepciones en nuestra legislación,
pudiendo mencionar a modo de ejemplo:
1) los acuerdos de las Cortes de Apelaciones, sin perjuicio de poder llamar
al relator de la causa artículo 81 COT.
2) Los procesos de separación, nulidad de matrimonio y divorcio,
artículo 86 ley 19.947, son reservados (públicos sólo para las partes) a menos que
el juez, fundadamente, y a petición expresa de los cónyuges resuelva lo contrario.
3) Materias de competencia de los Tribunales de Familia: cuidado
personal del niño, alimentos, medidas de protección, acción de filiación,
responsabilidad penal de los menores, adopción, nulidad, separación y
divorcio, violencia intrafamiliar, etc, se consagra en el artículo 15 de la ley
19.968, que creo estos Tribunales, como principio fundamental la “protección de la
intimidad”, y se señala que el juez podrá prohibir la difusión de datos o imágenes
referidos al proceso o a las partes, o disponer, mediante resolución fundada, que
todas o algunas de las actuaciones del procedimiento se realicen en forma
reservada.
4) En materia procesal penal, el artículo 289 del CPP, que consagra este
principio, señala que el Tribunal podrá disponer a petición de parte y por
resolución fundada, una o más de las siguientes medidas, cuando considerare que
ellas resultan necesarias para proteger la intimidad, el honor o la seguridad de
cualquier persona que debiere tomar parte en el juicio o para evitar la divulgación
de un secreto protegido por la ley: a) impedir el acceso u ordenar la salida de
personas determinadas de la sala donde se efectuare la audiencia, b) impedir el
acceso del público en general u ordenar su salida para la práctica de pruebas
específicas y c) prohibir al fiscal, a los demás intervinientes y a sus abogados que
entreguen información o formulen declaraciones a los medios de comunicación
social durante el desarrollo del juicio. Además los medios de comunicación sólo
pueden grabar determinadas partes de la audiencia que el Tribunal determine, a
menos que las partes se opongan. Si se opone sólo una de las partes, resuelve el
tribunal.
b)Responsabilidad ministerial:
Es aquella que emana de las conductas ilícitas que puedan llevar a cabo los
jueces en el ejercicio de sus funciones, pudiendo ser tanto de carácter delictual
como cuasidelictual, penal y civil.
El artículo 79 de la CPR señala La responsabilidad como principio
fundamental de organización de los tribunales, está en el artículo 76 de la
Constitución “Los jueces son personalmente responsables por los delitos de
cohecho, falta de observancia en materia sustancial de las leyes que reglan el
procedimiento, denegación y torcida administración de justicia y, en general, de
toda prevaricación en que incurran en el desempeño de sus funciones.”
Además el artículo 13 del COT señala “Las decisiones o decretos que los
jueces expidan en los negocios de que conozcan no les impondrán responsabilidad,
sino en los casos expresamente determinados por la ley”, lo que también es un
apoyo a la independencia del juez, para poder fallar con libertad, existiendo como
límite las conductas tipificadas como delito y el buen comportamiento que se les
exige.
La responsabilidad de los jueces puede ser penal o civil:
A- Responsabilidad penal de los jueces:
La responsabilidad penal es aquella en que incurre un juez que comete un
delito, y que lo obliga a responder ante la sociedad por ese hecho, y puede ser:
1) responsabilidad por delitos comunes: o sea, delitos no cometidos en el
ejercicio de su cargo, por ejemplo, un manejo en estado de ebriedad. En este caso
el juez goza de un fuero que permite que sea juzgado por un tribunal de más alta
jerarquía.
2) Responsabilidad por delitos ministeriales: se refiere a delitos cometidos
mientras ejerce sus funciones de juez, y estos delitos reciben el nombre genérico
de prevaricación, y están tipificados en los artículos 223 y siguientes del Código
Penal, y a ellos hace referencia el artículo 79 de la Constitución. La responsabilidad
de los jueces por este tipo de delitos, se persigue por una acción especial o
antejuicio llamado querella de capítulos, por el que se trata de establecer
previamente si la acusación entablada en contra del juez, es o no admisible, y
constituye una restricción para asegurar la seriedad de las acusaciones formuladas
en contra del juez, y de proteger a este juez de las presiones o venganzas de los
litigantes que se sienten perjudicados por un fallo. La ley la define como “aquel
procedimiento que tiene por objeto hacer efectiva la responsabilidad criminal de
los jueces, fiscales judiciales (con la reforma procesal penal se agregaron los
fiscales del ministerio público). Con la reforma procesal penal, artículos 424 y
siguientes del Código Procesal Penal, se establece que la querella se presenta por
un fiscal del ministerio público o por un particular, a la Corte de Apelaciones a fin
que se pronuncie sobre la admisibilidad. Si se declara admisible, se inicia el
procedimiento criminal en la forma ordinaria. Si se declara inadmisible, tiene valor
de sobreseimiento definitivo respecto del funcionario. La resolución es apelable
para ante la Corte Suprema.
Por regla general, los tribunales conocen de todo tipo de asuntos, sean éstos
de naturaleza penal o civil, entendido este último término en su concepto amplio,
como contrapuesto a penal. Sin embargo, por razones de orden práctico, en ciertos
territorios jurisdiccionales de mayor población, como Santiago, Valparaíso, se ha
optado por dividir la competencia entre juzgados civiles y del crimen.
Por otra parte, atendida la especialidad de algunas materias y a la cantidad
de casos que existan respecto de ellas, se ha establecido en algunos lugares jueces
especiales de menores y también del trabajo, los que, no obstante su carácter
especial se mantienen dentro de la organización general de los tribunales ordinarios
como Juzgados de Letras de Menores y Juzgados de Letras del Trabajo.
A nivel de Corte de Apelaciones rige plenamente el principio de la
competencia común; en lo que se refiere a la Corte Suprema, a partir de marzo de
1995 funcionan salas especializadas.
15) PRINCIPIO DE LA GENERACIÓN MIXTA o AUTOGENERACIÓN
INCOMPLETA: