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5ª PRÁCTICA GRUPAL

El desarrollo de la cocina peruana ha entusiasmado a muchos empresarios del


negocio de la restauración. Julián Contreras, prospero empresario catalán que
con frecuencia visita el Perú, ha decidido abrir en Barcelona un restaurante de
comida peruana. Inicia el negocio y abre el restaurante “Mi Perú” en la Vía
Laietana, una céntrica avenida de la Ciudad Condal, y de inmediato tiene gran
aceptación, tanto de la numerosa colonia peruana como de los extranjeros
ávidos de probar una cocina que se les antoja exótica. Al principio utiliza
productos europeos, pero pronto sus amigos peruanos le hacen notar la
diferencia de sabor y entonces decide preparar las recetas de la manera más
ortodoxa posible y para ello requería de algunos insumos peruanos originales.

Para ello se pone en contacto con un conocido suyo en Lima, el comerciante


Gastón Zamudio, especializado en insumos peruanos, quien inicia un periódico
envío de limones de Tambogrande, zapallo loche de Lambayeque, maíz
morado, harina de maíz, harina de lúcuma, mermelada de sauco, huacatay,
cebolla roja peruana, culantro fresco, quesos andinos, ají amarillo, ají mirasol,
ají panca, y en mucho menor medida rocoto arequipeño y ají limo. Los
embarques se realizan periódicamente cada dos meses saliendo de Lima con
destino a Barcelona.

La relación es tan buena y de tanta confianza que no han firmado un contrato y


todo se hace por comunicaciones a través de fax. Los pagos los hace el señor
Contreras a través de giros bancarios el mismo día que recibe los productos.

Tal es el éxito del restaurante “Mi Perú” y de la comida peruana que pronto se
convierte en unos de los lugares más concurridos de Barcelona, con largas
listas de espera, y además es muy solicitado para algunos eventos
empresariales que aprecian la alta calidad y sofisticación de la comida peruana.

Pronto la fama del Sr. Contreras trasciende las fronteras y es requerido para
atender una importante reunión empresarial europea que tendría lugar la
tercera semana del mes de setiembre de 2013 en la ciudad francesa de
Perpignan. Haciendo cuentas sobre costos de transportes e impuestos el Sr.
Contreras le solicita a su proveedor peruano el envío de una gran cantidad de
productos, por lo que esta vez tendrá que ser entregado el pedido en el puerto
de Marsella al mediodía del 12 de setiembre. El Sr. Zamudio recibe el pedido y
lo responde de inmediato, como es habitual en su relación comercial.

El pedido es despachado calculando holgadamente el tiempo de entrega. El


barco que lleva la carga parte de Lima y llega al puerto de Barcelona el 8 de
setiembre, con tiempo suficiente para continuar la ruta hacia Marsella. Sin
embargo, y debido a las adversas condiciones climáticas infrecuentes en esa
época del año, el barco que debía transportar la carga hacia Marsella no puede
partir el día 11 de setiembre. Enterado de esto en Lima, el Sr. Zamudio
contacta en Barcelona un transportista para que lleve por tierra la carga a
Marsella, pero se da con que no tiene en regla los papeles para internar en
Francia por vía terrestre productos agrícolas provenientes del Perú, por lo que
envía un fax al Sr. Contreras para hacerle saber que los productos se
encuentran en el puerto de Barcelona y a su disposición.

El Sr. Contreras tenía todo previsto para recibir la carga en Marsella, pues le
resultaba más económico. Debido a la premura y por la importancia de la
reunión empresarial que debe atender, le responde al Sr. Zamudio que no
tiene el tiempo suficiente para gestionar la importación a Francia de los
productos agrícolas peruanos, y que por lo tanto debe prescindir del envío y
comprar en la misma Perpignan los insumos necesarios. El Sr. Zamudio
responde que los productos se encuentran en el lugar donde usualmente se
han hecho todas las entregas y exige se realice el pago. El Sr. Contreras
rechaza dicha solicitud, pues alega que la mercadería no fue entregada en el
lugar convenido y le ha ocasionado grandes gastos. Al no ser recogida en el
plazo de 72 horas, y por tratarse de productos perecibles, la mercadería fue
retirada de la aduana e incinerada, recibiendo el Sr. Contreras una cuenta por
gastos de almacenamiento e incineración, cuenta que paga y de inmediato
envía al Sr. Zamudio para su reembolso.

El Sr. Zamudio lo contrata a usted como abogado y le pregunta cuál es su


apreciación del caso y como debe proceder en defensa de sus intereses.

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