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MIERCOLES SANTO

MONICION INICIAL
Queridos hermanos y hermanas nos reunimos hoy en vísperas de la
celebración e inicio del sagrado triduo pascual para celebrar este acto
de piedad EL PRENDIMIENTO DE JESUS, que, al meditar en este
acontecimiento previo a su pasión y muerte, nosotros como cristianos
descubramos en los signos, palabras y gestos que Jesucristo nos
presenta, un gran de amor.
Acompañar a Cristo en su pasión tiene que ser para nosotros un
enraizarnos profunda y convencidamente en los aspectos más
importantes de nuestra vida. El seguimiento de Cristo es para todos
nosotros un atrevernos a clavar la cruz en nuestra existencia,
conscientes de que no hay redención sin sacrificio, no hay redención si
no hay ofrecimiento.
MONICION AL PRENDIMIENTO
Atrevámonos a contemplar a Cristo y veamos cómo, sobre su cuerpo,
se ha ido escribiendo como una historia trágica todos los recorridos de
su pasión. En su cuerpo están escritos, a través de las huellas, a
través de las heridas, a través de los escupitajos, a través de los
golpes, a través de la sangre, todos los momentos que le han
acontecido. Por nuestra mente pueden pasar como un relámpago las
situaciones por las que Él ha querido atravesar. Hagamos nuestra la
imagen del Señor listo para ir al Calvario. ¡Cuántos dolores pasó
desde el momento de su prendimiento a través de los tribunales y a
través de las burlas!
Después de que la Palabra de Dios no presentara la imagen del siervo
doliente, vivamos este momento como si también nosotros
estuviésemos hace dos mil años en aquel huerto de los olivos,
presenciando este acontecimiento, el momento de la prueba, de
angustia y soledad, mientras lo observamos preguntémonos ¿somos
capaces de reconocer el inmenso amor de Dios? ¿soy como los
discípulos? ¿soy como el traidor? ¿soy capaz de hacer siempre la
Voluntad de Dios, aunque todo parezca obscuro en mi vida?
Observemos y vivamos este momento con atención
Oración de los fieles
Presidente: Hoy el Señor Jesús nos renueva su invitación a participar
en su banquete nutrirnos de Él, sacramento de salvación. Dirijamos a
Él nuestras invocaciones con la confianza de quien se sabe amado y
escuchado. para Oremos diciendo:

En tu fidelidad, escúchanos, Señor.

1. Por la Iglesia: que el Señor la haga cada vez más atenta a la belleza
del misterio que celebra en la Eucaristía, que debe vivir y transmitir
con cuidado y responsabilidad. Oremos.
2. Por las vocaciones sacerdotales: que el Señor no permita que a su
Iglesia le falten pastores según su corazón y que sigan partiendo el
pan de la Palabra y el pan eucarístico. Oremos.
3. Por los sacerdotes y las personas consagradas que están viviendo
situaciones de soledad, de oscuridad, de traición: que el Señor les
devuelva el impulso de los inicios, para que reencuentren, en su
fidelidad y misericordia, el gusto, la belleza y la alegría de la
llamada. Oremos.
4. Por la paz en las familias y entre nosotros: que el Señor nos
conceda la gracia de saber perdonar, escuchar, dialogar, seguros
de que la paz nace de nuestras relaciones sencillas, como las de los
apóstoles reunidos en torno a la misma mesa. Oremos.
5. Por todos nosotros: que el Señor convierta cada día nuestro
corazón a la comunión con Él y con los hermanos, para que siempre
estemos agradecidos por el don que Él nos ha dado. Oremos.

Presidente: Señor Jesús, tú eres bueno y perdonas. Acoge estas


súplicas y las que han quedado en el silencio de nuestro corazón. Lo
pedimos a ti que eres Dios y vives y reinas con Dios Padre, en la
unidad del Espíritu Santo por l los siglos de los siglos. – Amén.

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