FECHA: 22 de marzo de 2022 ______________________________________________________________________
CAPITULO IX: EL LENGUAJE
INTRODUCCIÓN: Es fundamental, dentro de la predicación la manera cómo se predica, es eso lo que podemos notar más adelante, donde se nos presentan elementos esenciales sobre el contenido y la manera de expresarlo, a través de una serie de consejos prácticos, de manera que la predicación no se vuelva monótona sino al contrario pueda llegar de una manera más clara breve y concisa a los oídos de los oyentes. A lo largo de los siglos, notamos como diversos personajes han sido grandes oradores y cómo la retórica ha jugado un papel muy importante para construir, comunicar e incluso traducir un lenguaje elevado (teológico) a una comprensión más sencilla y accesible (popular). La homilética intenta dar nuevos aspectos a la predicación, de manera que la Buena Nueva sea accesible a todos los oyentes. Sin embargo, el lenguaje suele ser muy descuidado y es necesario hacer comprensible el Evangelio a través de un “lenguaje popular”, el cual no es un lenguaje trivial ni vulgar, sino que es entendido como la lengua que entiende el pueblo, de manera que el predicador se vuelve un traductor de la salvación. Se trata de ser inteligible sencillo vivo y concreto con un tono directo; sobre el lenguaje podemos notar tres niveles distintos: I. NIVEL SINTACTICO El oyente exige de la predicación, como condición fundamental, que esta sea comprendida y entendida más claramente a través de frases que conlleven exactitud, concisión y también dicción. 1. La construcción de la frase: Cada frase se ha de comprobar si está construida sintácticamente y se expresa de modo comprensible lo que se quiere decir. En este aspecto encontramos dos estilos, un hablado y un escrito: al hablar tengo que formar frases breves, al escribir puedo formar frases más largas, de manera que esto sea más concreto y fácil de comprender. 2. La voz activa: Con esto se hace posible y visible que el oyente puede identificarse con el que habla. 3. Palabras concretas: Suprimiendo palabras abstractas y sustituyéndolas por palabras que pueden ser dibujadas y más fácilmente comprendidas 4. Adjetivos: Los cuales no se pueden abusar, de lo contrario estos pueden sobrar. II. NIVEL SEMANTICO Entre las palabras difíciles de comprender, están los conceptos teológicos. Al usar estos términos se corre el peligro de que el predicador crea expresarse con claridad, pero el oyente no entiende de lo que habla; “No se ha hecho el hombre para el lenguaje religioso eclesiástico, sino el lenguaje para el hombre”. El lenguaje de la predicación necesita una forma más acoplada a la vida cotidiana, de manera que la predicación sea como si se estuviera hablando con un compañero y además, que estos conceptos más que bonitos, describan una experiencia y cercanía desarrollando una idea fundamental. III. NIVEL PRAGMATICO Sobre las frases es bueno pensar en que favorece, que pretende y a que invita. 1. Nivel de contenido: Hay una serie de puntos como pueden ser: partículas absolutas de la interpretación, frases determinadas que definen el caso y frases apologéticas que logran salvar sus afirmaciones de la condena de otro. 2. Nivel de la relación: Se refiere a los síntomas de la actitud con los oyentes, donde la predicación contiene un “nosotros” demostrando la unidad entre el predicador y los oyentes. También se presentan las partículas de seguridad rechazando toda duda y preguntas retóricas procurando la adhesión de los oyentes. IV. EL LENGUAJE DE LA PREDICACION COMO PROBLEMA FONETICO- ACUSTICO Es claro que un tono apropiado o falso, favorece o estropea respectivamente la predicación la Palabra de Dios la cual pasa a través del oído. Mucho de los defectos puede ser por la articulación deficiente o exagerada, tonos lentos, ritmos rápidos, pausas insuficientes, mal uso de micrófono y registro de voz muy alto. 1. La dicción: Consiste en la articulación y pronunciación clara y correcta de las palabras y expresiones. Para ello es recomendable una mejor articulación para emitir las palabras de la mejor manera posible. 2. Sobre el uso del micrófono: El micrófono ha contribuido a la monotonía de la mayor parte de las homilías. Cada uno debe familiarizarse con el equipo de sonido, en torno a la intensidad de voz que se ha utilizar para que se pueda hacerse oír y entender. El micrófono es el oído del oyente. El tono de voz es fundamental para un mayor acercamiento tú a tú; la distancia ante el micrófono también es importante y no puede faltar la dicción Como consejos prácticos se presentan: no levantar mucho la voz, ni tener un alto volumen en el micrófono, evitar las “s” prolongadas y si se ha de decir algo en voz alta retirarse del micrófono o también al bajar la voz acercarse, no mover la cabeza de un lado a otro si no hablar directamente al micrófono. No olvidamos de que no le estamos hablando a las masas que miramos sino al micrófono. Hay que hablarle al micrófono física y psicológicamente, el cuál debe estar colocado de una manera correcta para su mejor utilización. CONCLUSIÓN: Es muy interesante reconocer, como se nos brindan diversas herramientas para una mejor construcción en el momento de la predicación, pues muchas veces esta se puede quedar en meras frases sin sentido, “en el aire”, sin embargo, todo lo anteriormente presentado nos ayuda a trabajar para que el lenguaje sea más comprensible y accesible para todas las personas, sin perder su riqueza e importancia. Me llamaba mucho la atención, una realidad que ante la modernidad en muchos de nuestros templos suceden y es el uso del micrófono, ya que muchas veces se lo usa de una manera incorrecta y convierte la predicación, por un lado, de manera pasiva y por el otro, de manera fuerte, por esa razón es importante aprender a manejar estos medios y darles el mejor uso posible.