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Señor Jesús:
Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos.
"Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el
Hijo de Dios" (Jn. 6,69).
Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre
para decirle nuestro SÍ unido al tuyo.
Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones
personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social.
Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el
centro, el principio y el fin de todo.
Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres.
Quisiéramos decir como San Pablo: "Mi vida es Cristo" (Flp. 1,21).
Queremos aprender a "estar con quien sabemos nos ama", porque "con tan buen
amigo presente todo se puede sufrir". En ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del
Padre, porque en la oración "el amor es el que habla" (Sta. Teresa).
Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes básicas,
decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia vocación
cristiana.
El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir esos
"gemidos inenarrables" (Rom. 8,26) que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y
en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra.
En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas,
ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.
Estas palabras las pronunciaron por primera vez los discípulos de Emaús. Luego, en el
curso de los siglos, las han repetido infinitas veces los labios de muchos discípulos y
confesores tuyos, oh Cristo.
Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el
corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta
Madre.
Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu Palabra,
para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos.
Amén.
Juan Pablo II
T E R C E R A P AR T E
E X P O S I C I Ó N D E L S A N T Í S IM O
MONICIÓN DE AMBIENTACIÓN
Ahora, queridos amigos, sigamos con nuestra vigilia de oración para preparar nuestro
encuentro con Cristo, presente entre nosotros en el Santísimo Sacramento del Altar.
Juntos, en el silencio de nuestra adoración en común, abramos nuestras mentes y
corazones a su presencia, a su amor y al poder convincente de su verdad. Démosle
gracias especialmente por el testimonio perenne de la verdad, ofrecido por el Dr. José
Gregorio Hernández Cisneros. Confiando en sus oraciones, pidamos al Señor que
ilumine nuestro camino y el camino de toda la sociedad venezolana. Con la luz amable
de su verdad, su amor y su paz, nos disponemos a recibir a Jesús Eucaristía.
CANTO EUCARÍSTICO
Luego el celebrante dice:
Bendito sea el Santísimo Sacramento del Altar.
El pueblo responde:
El celebrante prosigue:
Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edtih Stein), nos dice, que a través de muchos de
los santos se construye la verdadera historia: “En la noche más oscura surgen los más
grandes profetas y los santos. Sin embargo, la corriente vivificante de la vida mística
permanece invisible. Seguramente, los acontecimientos decisivos de la historia del
mundo fueron esencialmente influenciados por almas sobre las cuales nada dicen los
libros de historia. Y cuáles sean las almas a las que hemos de agradecer los
acontecimientos decisivos de nuestra vida personal, es algo que solo sabremos el día
en que todo lo oculto será revelado”
¿Qué significa en mi vida ser beato ¿Cuál es el camino de santidad que Jesús me pide
en mi vida personal, en mi familia, en mi lugar de estudio, de trabajo, de descanso?
¿Qué es aquello que aún no he podido ofrecer generosamente a Dios, sabiendo que Él
lo pide todo y, a cambio, lo da todo?
CANTO EUCARÍSTICO
El primer lector:
El Papa Francisco nos alerta que es necesario llegar a las periferias, que son los
lugares más “peligrosos” de cualquier estado social. “Normalmente pensamos que la
periferia son los pobres, los más pobres, y sí, usualmente es verdad, pero las periferias
son los enfermos, las periferias del pensamiento, los agnósticos. ¿Yo me animo a llegar
ahí? ¿A escuchar, a hablar?”
El segundo lector:
Señor Jesús, danos la fortaleza de llegar a todos los sitios, en todas las ocasiones, a
todas las periferias existenciales; de verdad, no como una simple formulación de
principios, sino con nuestra presencia cercana. Que con tu presencia en nosotros,
sepamos compartir el gozo de permanecer unidos a ti, para descubrir juntos al Dios de
la misericordia, que espera el regreso de cada uno de sus hijos.
El primer lector:
Pidamos la gracia de poder “encarnarnos” en las periferias de nuestra realidad a las
que Dios nos llama de manera personal y comunitaria.
El segundo lector:
Jesús, que los Torrentes de Vida de tu Gracia se derramen sobre nuestra familia, en mi
parroquia, en mi Arquidiócesis, en mi país y en el mundo entero. Que nuestra vida sea
palabra que hable de ti, para que salgamos de nuestro encierro y nos pongamos el
Evangelio al hombro, en clave de servicio, a ejemplo del médico de los pobres.
CANTO EUCARÍSTICO
CUARTA P AR T E
O R A C IÓ N U N I V E R S A L
Nos reconocemos, Señor, ante ti, pobres y pecadores, incapaces de realizar por
nuestras propias fuerzas tu plan salvador que hunde sus raíces en ejercicio de la
caridad. Tú pones en nuestro camino modelos de hombres y mujeres que aun en su
debilidad han descubierto que sin ti nada pueden hacer. Sigue mostrando a nosotros,
esos santos de a pié, que nos enseñen a ser cada día más dóciles a las mociones de
tu Espíritu y así dejarnos convertir a ti a través de su gracia sanadora. Por ellos nos
unimos en oración diciendo todos.
1. Jesús Sacramentado, te pedimos por Venezuela, por todos sus hijos, los
que permanecemos aquí y los que están dispersos por el mundo. Que
nuestras familias se reúnan de nuevo en Venezuela para vivir en paz, la paz
que solo Tú das. Que los venezolanos nos unamos para lograr que nuestra
patria salga adelante y sea el hogar que todos aspiramos a tener, que como
dice José Gregorio nuestra alma ame a la filosofía, y se apasione por la
solución de los problemas que nos aquejan. Oremos.
4. Jesús Sacramentado, te pedimos que esta elevación de beato del Dr. José
Gregorio Hernández sea ocasión para nuestra santificación, que en tu
nombre y cada vez que se mencione al Dr. José Gregorio Hernández se
logre una conversión, que su figura sirva como agente para la
evangelización y para promover el más puro y recto amor a Ti. Oremos.
5. Jesús Sacramentado, que todos los enfermos sanen, asiste a los médicos
para que acierten en sus diagnósticos y sus prescripciones, que no falten
centros de salud y diagnóstico bien dotados, que no falten medicinas
eficaces. Oremos.
El celebrante concluye
Señor Jesucristo, que infundiste en tu siervo José Gregorio la constancia en la virtud, la
pureza en sus acciones, un gran amor por ti, a tu Santísima Madre y al prójimo, dígnate
glorificarlo ante tu Iglesia. Haz que nosotros, imitando sus virtudes, nos acerquemos
más a ti, y por los méritos de tu Pasión y Muerte, concédeme la gracia que te pido.
Virgen deCoromoto, Patrona de Venezuela, intercede por la glorificación de tu devoto
José Gregorio Hernández. Por Jesucristo nuestro Señor.
El pueblo responde:
Amén.
ACTO DE CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, nosotros, en esta hora de tribulación, recurrimos
a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te
oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu
presencia que nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la paz.
Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del
siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos
desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos
traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Nos hemos
enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado
endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios,
convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas,
olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común. Hemos
destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de
nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos
y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos: perdónanos, Señor.
Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu Corazón, nosotros, tus hijos queridos que
no te cansas jamás de visitar e invitar a la conversión. En esta hora oscura, ven a
socorrernos y consolarnos. Repite a cada uno de nosotros: “¿Acaso no estoy yo aquí, que
soy tu Madre?”. Tú sabes cómo desatar los enredos de nuestro corazón y los nudos de
nuestro tiempo. Ponemos nuestra confianza en ti. Estamos seguros de que tú, sobre todo en
estos momentos de prueba, no desprecias nuestras súplicas y acudes en nuestro auxilio.
Que tu llanto, oh Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que
has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y
mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz. Que tus
manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu
abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu
Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo
de la humanidad herida y descartada.
Santa Madre de Dios, mientras estabas al pie de la cruz, Jesús, viendo al discípulo junto a ti,
te dijo: «Ahí tienes a tu hijo» ( Jn 19,26), y así nos encomendó a ti. Después dijo al
discípulo, a cada uno de nosotros: «Ahí tienes a tu madre» (v. 27). Madre, queremos
acogerte ahora en nuestra vida y en nuestra historia. En esta hora la humanidad, agotada y
abrumada, está contigo al pie de la cruz. Y necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo
a través de ti. El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que te veneran con amor, recurren a ti,
mientras tu Corazón palpita por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la
guerra, el hambre, las injusticias y la miseria.
Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce latido de la paz
vuelva a marcar nuestras jornadas. Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo,
vuelve a traernos la armonía de Dios. Tú que eres “fuente viva de esperanza”, disipa la
sequedad de nuestros corazones. Tú que has tejido la humanidad de Jesús, haz de nosotros
constructores de comunión. Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de
paz. Amén.