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El alemán Ulrico Schmidl fue uno de los tantos extranjeros que vino al Río de la

Plata atraído por las leyendas de riqueza de este nuevo mundo que vaticinaban anteriores
expedicionarios. Viajó con la expedición de don Pedro de Mendoza y permaneció en las
Indias desde 1534 hasta 1554 cuando volvió a Alemania instado por su hermano a
repatriarse de la Asunción.
En 1567 Ulrico Schmidl publica en Baviera el texto que relata sus vivencias, el
cual lleva como título: Verídica descripción de varias navegaciones como también de
muchas partes desconocidas, islas, reinos y ciudades... también de muchos peligros,
peleas y escaramuzas entre ellos y los nuestros, tanto por tierra como por mar, ocurridos
de una manera extraordinaria, así como de la naturaleza y costumbres horriblemente
singulares de los antropófagos, que nunca han sido descriptas en otras historias o
crónicas, bien registradas o anotadas para utilidad pública.

En dicho texto aparece la fenomenal narración de los acontecimientos que


precedieron a la segunda fundación de Buenos Aires.

¡¡HAMBRE!!

Ulrico Schmidl

Después que volvimos nuevamente a nuestro campamento


(Buenos Aires), se repartió toda la gente; la que era para la guerra
se empleó en la guerra y la que era para el trabajo se empleó en el
trabajo. Allí se levantó una ciudad con una casa fuerte para nuestro
capitán don Pedro de Mendoza, y un muro de tierra en torno a la
ciudad, de una altura como la que puede alcanzar un hombre con
una espada en la mano. Este muro era de tres pies de de ancho, y lo
que hoy se levantaba, mañana se venía al suelo.
Además, la gente no tenía qué comer y se moría de hambre y
padecía gran escasez, al extremo que los caballos no podían
utilizarse. Fue tal la pena y el desastre del hambre, que no bastaron
ni ratas ni ratones, víboras y otras sabandijas; hasta los zapatos y
cueros, todo tuvo que ser comido.
Sucedió que tres españoles robaron un caballo y se lo
comieron a escondidas; y así que esto se supo, se les prendió y se
les dio tormento para que confesaran. Entonces se pronunció la
sentencia de que se ajusticiara a los tres españoles y se les colgara
en una horca. Así se cumplió y se les ahorcó.
Ni bien se los había ajusticiado, y se hizo la noche y cada uno
se fue a su casa, algunos otros españoles cortaron los muslos y otros
pedazos del cuerpo de los ahorcados, se los llevaron a sus casas y
allí los comieron.
También ocurrió entonces que un español comió a su pro-pio
hermano que había muerto. Esto ha sucedido en el año de 1535, en
el día de Corpus Christi, en la referida ciudad de Buenos Aires.

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Relación del viaje a Río de la Plata, por Ulrico Schmidl,


Edición de Lorenzo E. López. Historia 16. Madrid, 1985. p.141.

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