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INTRODUCCIÓN

Durante la Edad media y el descubrimiento de América y de Honduras, los españoles llegaron a


nuestros territorios con aires de grandeza y avaricia por nuestras riquezas, tierras y recursos
que en esos momentos estaban vírgenes sin extranjeros. En el territorio existía muchas etnias
indígenas que Vivian en sus tierras. El momento de la conquista fue cuando los españoles
pretendían someter al pueblo hondureño hurtando las riquezas y tierras y cambiando las
costumbres que se tenían. Sin embargo, en las zonas existían líderes indígenas que
organizaron a los nativos para forjar resistencia al sometimiento, se menciona a Lempira como
héroe nacional que lucho hasta los últimos días por defender el territorio hondureño, de igual
manera hubo muchos más caciques indígenas que lucharon por la justicia de los
suyos y el prevalecimiento de sus costumbres. La desigualdad que había en el
armamento durante esta guerra era de gran ventaja para los españoles, los nativos no estaban
listos para la guerra sin embargo lucharon hasta donde pudieron por defender a Honduras,
hoy en día se les recuerda como grandes personajes que hicieron historia y que nos muestra la
valentía y el amor que debe de haber por nuestro país.

OBJETIVOS

Demostrar detalladamente la resistencia que tuvieron los indígenas tras la llegada de


los españoles, al invadir su tierra. Asimismo, presentar y explicar la historia del gran
Cacique Lempira, a todo el lector y lograr demostrar cual fue la verdadera historia de
su muerte.
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También enumerar los diferentes líderes que fueron igual de importantes como el
Cacique Lempira en la resistencia Indígena.

En general nuestro objetivo es dar a conocer por medio de este informe a todo el
lector cual fue el inicio de la resistencia indígena, hasta el fin de los gran líderes de la
época indígena.

LA RESISTENCIA INDIGENA EN HONDURAS

Habiendo llegado Cortés a Trujillo, se dedicó a pacificar la zona, en donde sólo los pobladores
de las provincias de Chapagua y Papayeca aplicaron diferentes formas de resistencia: retirarse
a las montañas en una primera fase y el combate posterior. Los Chapagua se adscribieron
pronto a la dominación española, pero los Papayeca continuaron manifestando su hostilidad
lidereados por Pizacura quién fue capturado; Mazatl asumiendo el cargo de jefe se negó a
rendirse y fue capturado y ejecutado por las tropas españolas. Aunque Pizacura recobró su
libertad, su pueblo no corrió tal suerte ya que fueron vencidos y esclavizados. En 1526,
conquistadores al mando de Diego de Salcedo incursionaron en Olancho el Viejo en busca de
las huestes del cacique Benito, Señor de Silca. También corrió la suerte de sus compañeros al
ser capturado, murió al ser lanzado a una jauría que le dio muerte. Pese a ello, la conquista fue
detenida temporalmente en esta parte del país.
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1530 fue el año de Copán Galel. Tropas de Hernando de Chávez se enfrentaron a los chortí al
mando del jefe supremo Copán Galel y les obligaron a replegarse hasta el actual departamento
de Ocotepeque en una resistencia que sólo prolongaría el anunciado final. Cinco años más
tarde Francisco de Montejo por entonces Gobernador de la Provincia de Higueras y Cabo de
Honduras, envió al capitán Alonso de Cáceres a pacificar a los lencas que mantenían una fuerte
resistencia en la zona centro occidental de Honduras. Llegado a fines de 1536, Cáceres
emprendió una tenaz lucha que controló la mayoría de las rebeliones exceptuando la del
cacique Lempira quién operaba en Cerquín con más de dos mil hombres. De acuerdo a la
probanza de méritos de Rodrigo Ruiz, el bravo jefe fue derrotado en lucha cuerpo a cuerpo,
pese a ello la rebelión continuó hasta el año de 1539 en que se dio por pacificada la zona.

La versión tradicional sale de unos escritos del cronista español Antonio de Herrera y
Tordesillas, de 1626. Pero Martínez y Argueta afirman que, del siglo XVII, hasta la mitad del XIX
nadie escribió sobre Lempira como el cacique defensor del territorio hondureño, sino hasta
que “José Milla y Vidaurre, que era un gran poeta, un gran escritor, un gran novelista, en
Guatemala escribió toda esa historia de Lempira (basada en lo escrito por Herrera) y aquí la
agarraron como texto histórico, por lo que esa es la versión que le enseñan a uno”, afirmaba
Mario Felipe Martínez.

Argueta expresó que por este poema épico los criollos y mestizos supieron de la existencia del
personaje de origen lenca llamado Lempira, y Rómulo E. Durón fue de los primeros
historiadores que investigó sobre él “y su fuente principal para redescubrirlo fue la
Historia de las Indias escrita por el cronista español Herrera”.

Durante muchos años, la existencia de Lempira fue objetada en vista de lo inverosímil que se
narraba su muerte, sin embargo, la vista del documento encontrado por el Dr. Mario Felipe
Martínez Castillo, nos permite conocer la verdad histórica de los sucesos que acaecieron en
aquellos días. No se trata de que existan dos versiones sobre la muerte de Lempira: se trata de
que se ha esclarecido un mito histórico y la verdad ha salido a la luz, tal como ocurrió y no,
como nos la inventaron.

Lempira fue un hombre lenca, jefe guerrero de Cerquín, quien fue comisionado por el cacique
Entepica para que organizara la resistencia a la penetración española, en 1537, teniendo como
base de operaciones el peñón de Cerquín, aliándose con el subgrupo Lenca de los Cares. Según
las crónicas españolas, logró reunir un ejército de 30,000 soldados, procedentes de 200
pueblos. Su ejemplo sirvió para que otros grupos aborígenes se alzaran también en armas en el
Valle de Comayagua. Los intentos hispanos por derrotarlo, dirigidos por Francisco de Montejo
y su lugarteniente Alonso de Cáceres, resultaron infructuosos.

La versión de la forma en que, finalmente, lograron vencer a Lempira, durante muchos años
fue producto de una investigación basada en la obra del Cronista Antonio de Herrera y
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Tordesillas en su «Historia general de los hechos de los Castellanos en las islas, tierra firme del
Mar Océano», también conocida como “Décadas” por ser diez tomos publicada en
Madrid entre 1601 y 1615 en las imprentas de Juan Flamenco y Juan de la Cuesta en cuatro
volúmenes, Herrera afirmó que Lempira murió a traición, mientras hablaba con dos emisarios
enviados por Montejo, asesinado por un arcabucero montado en las grupa de un caballo. Pero
esta versión generaba más preguntas que respuestas. Durante muchos siglos nadie se acordó
de Lempira, aparece por primera vez en la “Historia de Centroamérica” de Pepe Milla
quién tomó como fuente la obra de Herrera y Tordesillas; posteriormente, los historiadores
hondureños del siglo XIX y XX copian literalmente el texto y así se genera la versión
generacional que todos conocimos en algún momento sobre la muerte de Lempira: la traición.

La verdad histórica, sin embargo, fue producto del descubrimiento de la Probanza de Méritos
de Rodrigo Ruiz, quien afirma en ese documento haber dado muerte a Lempira en combate
cuerpo a cuerpo, cortándole la cabeza como prueba fehaciente. Las Probanzas de Méritos eran
documentos legales en donde un participante de la invasión española solicitaba al rey
cumpliera su palabra y en función de los méritos de batalla le diera tierra e indios para que se
la cultivasen. Ello implicaba no sólo la declaratoria del demandante, sino también de cuantos
testigos pudieran incluirse para dar veracidad a la misma; también debían incluirse cartas de
veracidad de los oficiales bajo cuyo mando estuvo el demandante y de autoridades del
momento que pudieran dar fe del hecho relatado. Así, Don Rodrigo Ruiz mediante notario,
presentó su probanza de méritos con más de veinte testigos en un expediente que contiene un
gran volumen de páginas.

Esta pieza documental fue localizada por el historiador nacional Mario Felipe Martínez Castillo,
y había sido escrita en México en 1558; está catalogada en Patronato Regio Legajo No. 69,
Ramo No. 5 en el Archivo de Indias, en Sevilla y consta de 90 folios (páginas). En él, Don
Rodrigo narra los eventos que condujeron a que su patrulla enfrentara las huestes de Lempira
y como le mató:

“…Si saben que viendo yo el dicho Rodrigo Ruiz lo que se hacía y estábamos en gran
peligro todos los españoles pues era público que venían todos los naturales de la provincia a
darnos guerra y que no podía ser menos que al salirnos del dicho Real para nos volver al
asiento de Siguatepeque como estaba mandado nos habían de matar e tomar vivo algún
español por estar como estábamos muchos delos heridos e malos que no podían pelear, yo el
dicho Rodrigo Ruiz como celoso el servicio de su Majestad poniendo en gran peligro mi
persona por evitar tanto mal como se esperaba procure entrar en el dicho escuadrón de los
enemigos con mi espada y rodela y fui a la parte y lugar do estaba animando a su gente el
dicho capitán llamado Lempira el que traía vestida y las armas de los españoles que había
muerto y peleando con él le mate y córtele la cabeza la cual por traerla al dicho general recibí
muchas heridas ansié en la cabeza como en el rostro con todo lo cual la saque en las manos y
nunca la desee aunque venia peleando y herido de peligrosas heridas de las cuales llegue a un
punto de muerte y la cabeza le di al general en sus manos digan lo que saben e vieren para el
juramento que tienen hecho y si esto paso ansié en verdad…”(se respeta la ortografía
del documento original).
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Con base en su contenido, el Dr. Martínez Castillo concluye: «el levantamiento de Cerquín fue
totalmente cierto… el Capitán indígena que lideraba a los pueblos de la provincia de
Cerquín se llamaba Lempira». Con la muerte de Lempira se consolidó el dominio territorial
español sobre la región central y occidental de Honduras y se fundaron nuevos poblados, entre
ellos Gracias, en 1539. Fernando Cruz sostiene que: «En Honduras se ha tomado
acertadamente a Lempira, un lenca, como símbolo de la nacionalidad. Por falta de
investigación histórica y de divulgación de lo que ya se ha investigado, su figura parece
abstracta y etérea, a veces revestida de falsos ropajes en otras ocasiones…». Filánder
Díaz Chávez lo ha llamado: «guerrero de la dignidad nacional». Para Roberto Zapata, Lempira
«es el pilar de la nacionalidad, porque fue él quien inició las luchas por la libertad y la defensa
de Honduras». Sobre el significado del nombre Lempira, Jorge Larde y Larín sostiene que, en la
lengua lenca, lempa quiere decir «señor» (título de alta dignidad o jerarquía); y era, «cerro o
sierra». Uniendo ambos vocablos resulta Lempaera, y haciendo la ligación correspondiente
Lempira…Lempira, pues, era indio de pura raza lenca o potona, y tal nombre significa
«Señor de la Sierra”. Lo cierto es que, en el documento referenciado, se nombra a un tal
Lempira, por lo que tampoco puede considerarse que el nombre haya sido falso. (Martínez
Castillo, Mario Felipe, Los últimos días de Lempira y otros documentos, Ediciones Nueva
Universidad, 1ª. Edición, 1987).

A continuación, ponemos a disposición la versión de Herrera y Tordesillas sobre la muerte de


Lempira:

“El Adelantado Montejo, en viéndose pacifico Gobernador de Honduras, quitó los


repartimientos a cuantos los tenían por don Pedro de Alvarado, como se dijo, y echó de la
tierra todos los indios, que voluntariamente fueron de Guatemala, y trató de pacificar los
pueblos que aún no estaban seguros e usó mucha diligencia, e industria como persona de
prudencia; y cuando pensó, que toda la tierra estaba con quietud, de que mostraba mucha
gloria, como lo había escrito al Vicerrey don Antonio de Mendoza, se levantó un valiente indio
en una provincia llamada Cerquín, en los términos de la ciudad de Gracias a Dios, puesta entre
Sierras dificultosa para ser conquistada. Este indio, llamado Lempira, que significa señor de la
sierra, convocó a todos los señores de la comarca, con los cuales, y los naturales juntó 30,000
hombres; persuadió les él cobrar libertad, siendo cosa vergonzosa que tantos y tan valerosos
hombres, en su propia tierra se viesen en la miserable servidumbre de tan pocos extranjeros;
ofreció de ser su capitán, y ponerse a los mayores peligros; aseguró, que si estaban unidos
sería cierta la victoria para ellos, y prometiendo de seguirle, unos por voluntad y otros por
temor, se comenzó la guerra, y mataron algunos castellanos que hallaron descuidados por la
tierra. El Adelantado Montejo, sabido del levantamiento, envió desde Gracias a Dios al Capitán
Cáceres con algunos soldados castellanos para que pusiese a Lempira en obediencia, el cual ya
había mandado fortalecer un peñón muy nombrado que le llamaban Cerquín, y desde allí se
defendía con daño de los castellanos, que padeciendo en el sitio, que duró seis meses, grandes
trabajos, por haber invernado en campaña, pudiera ser que no acabaran tan fácilmente la
jornada, si no sucediera la muerte de Lempira, la cual sucedió de esta manera:»
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«Había muchos principales que le seguían en esta guerra, unos contra su voluntad, porque no
los tuviesen por cobardes, otros por respeto que tenían a Lempira; y otros hubo que le dijeron
que dejase aquella guerra, y tomase por amigos a los castellanos, pues a cabo había de perder;
pero él era tan animoso que jamás mostró flaqueza, ni quiso dar oídos a los medios de paz que
los castellanos le ofrecían, antes los tenía en tan poco, que desde su fuerte los decía muchas
injurias. Visto su mucho atrevimiento, y que no se hallaba modo para aprovecharse de él, el
capitán Cáceres ordenó que un soldado se pusiese a caballo, tan cerca, que un arcabuz le
pudiese alcanzar de puntería, y que este le hablase, amonestándole, que admitiese la amistad
que se le ofrecía; y que otro soldado, estando a las ancas, con el arcabuz le tirase; y ordenando
de esta manera, el soldado trabó su plática, y dijo sus consejos y persuasiones, y el cacique le
respondía, que la guerra no había de cansar a los soldados ni espantarlos, y que el que más
pudiese vencería; y diciendo otras palabras arrogantes, más que de indio, el soldado de las
ancas le apuntó cuando vio la ocasión, y le dio en la frente, sin que le valiese un morrión, que a
su usanza tenía, muy galano y empenechado; cayó Lempira rodando por la sierra abajo,
armado de aquellos sayos o corseletes de algodón, basteados, muy provechosos para la guerra
de indios, que usan los castellanos. Con esta muerte de Lempira, que el día antes anduvo muy
triste, se levantó gran alboroto y confusión entre los indios, porque muchos huyendo se
despeñaron por aquellas sierras, y otros luego se rindieron».

«Mucho antes que los castellanos llegaran aquellas partes de Gracias a Dios, los indios tuvieron
noticias de ellos, y no por eso dejaban las pasiones y guerras; porque en particular, los de
Cerquín tenían por imposible, que se pudiese llegar a donde estaban, por la multitud delos, y
porque primero abrían de pasar por muchas tierra, y vencer muchas gentes, y en especial a los
Cares y Potones, aunque entre ellos había guerra cruel, en la cual tenía Lempira tanta fama de
valiente, que afirmaron, que en una batalla mató 120 hombres de su mano: y certificaron
indios viejos que se tenía por cierto, que Lempira estaba hechizado, o como dice el vulgo
encantado; porque en infinitas batallas en que se halló jamás fue herido, ni le pudieron flechar.
Era de mediana estatura, espaldudo, y de gruesos miembros, bravo y valiente, y de buena
razón, nunca tuvo más que dos mujeres y murió de 38 a 40 años. Y los indios tenían por cierta
la opinión, que, si no muriera Lempira, Cerquín no se ganara tan presto; para esta guerra se
pacificó y confederó con los Cares sus enemigos: juntó los hombres de más de 200 pueblos, y
de señores, y caballeros conocidos tenía más de 2000. Su congregación fue en la Sierra de las
Neblinas, en su lenguaje Piraera; adonde estaba una gran población, cuyo Señor era Entepica,
que en muriendo este, se dividió en muchos pueblos. Aquí se concertó la guerra, y nombraron
por general a Lempira, el cual muchas veces acometió a los Castellanos, a los indios mexicanos
y guatemaltecas, que andaban con ellos, en los cuales hacía mucho daño, y los suyos le
recibían; pero como eran tantos, no lo echaban de ver; Alonso de Cáceres le envió una
embajada rogándole, que aceptase la paz, y obedeciese al Rey de Castilla, prometiendo de
tratarle bien: fue la respuesta matar a los mensajeros, porque no quería conocer otro señor, ni
saber otra ley, ni tener otras costumbres de las que tenía; y cuando no se acertara la suerte de
haberle muerto, como se ha dicho, con él se pasara muy gran trabajo». Tomado de: «Historia
General de los hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra firme del Mar Océano», (Madrid,
1601), 4 tomos, de Antonio de Herrera y Tordesillas, nombrado primer historiador de las Indias
por el Rey Felipe II.
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La duda sobre este documento es la siguiente: ¿Cómo podían mantenerse 30,000 indios en la
montaña? ¿Que comían? ¿Como supieron que la bandera blanca significaba paz? Si había
indios obligadamente debieron estar en el campamento mujeres y niños. ¿De qué iba a vivir
toda esa gente? ¿Como es posible que un arcabuz con potencia de tiro horizontal de 20 varas
lograra disparar a más de 200 metros diagonalmente vertical? ¿En qué idioma hablaron para
entenderse? Más pareciera que esta crónica está encaminada a hacer ver más heroica la gesta
española que la indígena, cosa que sería lógica si el que pagaba por la misma, era el Rey de
España.

La probanza de Don Rodrigo Ruiz claramente establece una muerte que no deja lugar a dudas,
y sobre todo presenta datos más fidedignos que la de Herrera y Tordesillas.

LIDERES DE RESISTENCIA A LA CONQUISTA

BENITO

Señor de Silca, en el departamento de Olancho. Destruyó la ciudad de Villa Hermosa, fundada


por los españoles a comienzos de la conquista en el Valle de Olancho. En la rebelión
encabezada por Benito participaron aproximadamente 300 caciques. En la acción perecieron
33 castellanos y 12 resultaron heridos. Entre los muertos figura el famoso descubridor y
navegante español, Juan de Grijalba, que exploró Yucatán y México. Capturado por Diego
López de Salcedo, Benito fue llevado a Nicaragua donde murió “aperreado”
(despedazado por los perros).
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CICUMBA.

Este cacique del Valle de Sula, llamado también Socremba, ofreció pertinaz resistencia a las
tropas conquistadoras de Pedro de Alvarado, quien según algunos se habría expresado en
términos elogiosos del valiente guerrero nativo. Este murió en combate con las márgenes del
caudaloso río Ulúa, al cabo de esforzada y desigual pelea en defensa de su tierra y de su
pueblo. La escasa información acerca de sus hechos en las páginas de nuestra historia resulta
inexplicable.

COPÁN GALEL.

En 1530 los indígenas chortís se enfrentaron, bajo sus órdenes a las tropas de Hernando de
Chávez en la región de Chiquimula de la Sierra, próxima a Esquipulas. Nuestro héroe se
atrincheró con sus huestes en Citalá, donde los ataques hispánicos resultaron infructuosos.
Desafortunadamente, un nativo que sentía enemistad por el cacique mostró a Chávez el punto
débil de su defensa. De este modo pudo ser vencida su resistencia chortí. Según algunos
historiadores y arqueólogos; como el francés Girard, el lugar donde ocurrió la acción se
encuentra en Ocotepeque, cerca de la frontera con Guatemala.
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ENTEPICA.

El historiador Herrera se refiere varias veces a Entepica o Tapica, señor principal y cacique de la
provincia de Cerquín y del pueblo de Piraera. Entepica encargó a Lempira —jefe guerrero lenca
de la localidad de Cerquín— organizar la resistencia a la invasión española por la gran fama
que tenía de invencible; se hablaba de que él solo había matado a 120 hombres sin recibir una
herida.

LEMPIRA.

Su nombre, de origen lenca, significa “Señor de la Sierra”. Entre 1537 y 1538 opuso
tenaz resistencia a los conquistadores españoles. La lucha se prolongó por más de seis meses,
hasta que el capitán Alonso de Cáceres, según la versión más conocida, lo venció mediante la
traición en la comarca de Cerquín, localizada en el departamento que en la actualidad lleva su
nombre. Una segunda versión refiere que el héroe indígena murió luchando cuerpo a cuerpo
con el soldado español Rodrigo Ruiz. En su homenaje la moneda hondureña es el Lempira.

HISTORIA DEL CACIQUE LEMPIRA

Si bien es cierto el nombre del cacique lenca Lempira es el único que ha transgredido a nuestra
cultura general, no es el único registrado en los anales de nuestra historia. Pizacura, fue el jefe
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de la resistencia indígena contra las huestes de Hernán Cortes, cuando este realizó su
expedición a las Honduras. Habiendo llegado Cortes a Trujillo, se dedicó́ a pacificar la zona, en
donde solo los pobladores de las provincias de Chapagua y Papayeca aplicaron diferentes
formas de resistencia: retirarse a las montañas en una primera fase y el combate posterior. Los
Chapagua se adscribieron pronto a la dominación española, pero los Papayeca continuaron
manifestando su hostilidad lidereados por Pizacura quien fue capturado; Mazatl asumiendo el
cargo de jefe se negó́ a rendirse y fue capturado y ejecutado por las tropas españolas. Aunque
Pizacura recobró su libertad, su pueblo no corrió́ tal suerte ya que fueron vencidos y
esclavizados. En 1526, conquistadores al mando de Diego de Salcedo incursionaron en Olancho
el Viejo en busca de las huestes del cacique Benito, Señor de Silca. También corrió́ la suerte de
sus compañeros al ser capturado, murió́ al ser lanzado a una jauría que le dio muerte. Pese a
ello, la conquista fue detenida temporalmente en esta parte del país.

1530 fue el año de Copan Galel. Tropas de Hernando de Chávez se enfrentaron a los Chortí al
mando del jefe supremo Copan Galel y les obligaron a replegarse hasta el actual departamento
de Ocotepeque en una resistencia que solo prolongaría el anunciado final. Cinco años más
tarde Francisco de Montejo por entonces Gobernador de la Provincia de Higueras y Cabo de
Honduras, envió́ al capitán Alonso de Cáceres a pacificar a los lencas que mantenían una fuerte
resistencia en la zona centro occidental de Honduras. Llegado a fines de 1536, Cáceres
emprendió́ una tenaz lucha que controló la mayoría de las rebeliones exceptuando la del
cacique E lempira quien operaba en Cerquín con más de dos mil hombres. De acuerdo a la
probanza de méritos de Rodrigo Ruiz, el bravo jefe fue derrotado en lucha cuerpo a cuerpo,
pese a ello la rebelión continuó hasta el año de 1539 en que se dio por pacificada la zona.

La versión tradicional sale de unos escritos del cronista español Antonio de Herrera y
Tordesillas, de 1626. Pero Martínez y Argueta afirman que, del siglo XVII, hasta la mitad del XIX
nadie escribió́ sobre Lempira como el cacique defensor del territorio hondureño, sino hasta
que “José́ Milla y Vidaurre, que era un gran poeta, un gran escritor, un gran novelista, en
Guatemala escribió́ toda esa historia de Lempira (basada en lo escrito por Herrera) y aquí́ la
agarraron como texto histórico, por lo que esa es la versión que le enseñan a uno”, afirmaba
Mario Felipe Martínez.
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Argueta expresó que por este poema épico los criollos y mestizos supieron de la existencia del
personaje de origen lenca llamado Lempira, y Rómulo E. Durón fue de los primeros
historiadores que investigó sobre el “y su fuente principal para redescubrirlo fue la Historia
de las Indias escrita por el cronista español Herrera”.

Durante muchos años, la existencia de Lempira fue objetada en vista de lo inverosímil que se
narraba su muerte, sin embargo, la vista del documento encontrado por el Dr. Mario Felipe
Martínez Castillo, nos permite conocer la verdad histórica de los sucesos que acaecieron en
aquellos días. No se trata de que existan dos versiones sobre la muerte de Lempira: se trata de
que se ha esclarecido un mito histórico y la verdad ha salido a la luz, tal como ocurrió́ y no,
como nos la inventaron.

E lempira fue un hombre lenca, jefe guerrero de Cerquín, quien fue comisionado por el cacique
Entepica para que organizara la resistencia a la penetración española, en 1537, teniendo como
base de operaciones el peñón de Cerquín, aliándose con el subgrupo Lenca de los Cares. Según
las crónicas españolas, logró reunir un ejército de 30,000 soldados, procedentes de 200
pueblos. Su ejemplo sirvió́ para que otros grupos aborígenes se alzaran también en armas en el
Valle de Comayagua. Los intentos hispanos por derrotarlo, dirigidos por Francisco de Montejo
y su lugarteniente Alonso de Cáceres, resultaron infructuosos.
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Alonzo de Cáceres
fue procesado en 1531 por la muerte de un indígena y condenado al destierro y la pérdida de
sus oficios de regidor y todos sus esclavos.

La versión de la forma en que, finalmente, lograron vencer a Lempira, durante muchos años
fue producto de una investigación basada en la obra del Cronista Antonio de Herrera y
Tordesillas en su “Historia general de los hechos de los Castellanos en las islas, tierra firme
del Mar Océano”, también conocida como “Décadas” por ser diez tomos publicada en
Madrid entre 1601 y 1615 en las imprentas de Juan Flamenco y Juan de la Cuesta en cuatro
volúmenes, Herrera afirmó que Lempira murió́ a traición, mientras hablaba con dos emisarios
enviados por Montejo, asesinado por un arcabucero montado en las grupa de un caballo. Pero
esta versión generaba más preguntas que respuestas. Durante muchos siglos nadie se acordó́
de Lempira, aparece por primera vez en la “Historia de Centroamérica” de Pepe Milla
quien tomó como fuente la obra de Herrera y Tordesillas; posteriormente, los historiadores
hondureños del siglo XIX y XX copian literalmente el texto y así́ se genera la versión
generacional que todos conocimos en algún momento sobre la muerte de Lempira: la traición.

La verdad histórica, sin embargo, fue producto del descubrimiento de la Probanza de Méritos
de Rodrigo Ruiz, quien afirma en ese documento haber dado muerte a Lempira en combate
cuerpo a cuerpo, cortándole la cabeza como prueba fehaciente. Las Probanzas de Méritos eran
documentos legales en donde un participante de la invasión española solicitaba al rey
cumpliera su palabra y en función de los méritos de batalla le diera tierra e indios para que se
la cultivasen. Ello implicaba no solo la declaratoria del demandante, sino también de cuantos
testigos pudieran incluirse para dar veracidad a la misma; también debían incluirse cartas de
veracidad de los oficiales bajo cuyo mando estuvo el demandante y de autoridades del
momento que pudieran dar fé del hecho relatado. Así́, Don Rodrigo Ruiz mediante notario,
presentó su probanza de méritos con más de veinte testigos en un expediente que contiene un
gran volumen de páginas.

Esta pieza documental fue localizada por el historiador nacional Mario Felipe Martínez Castillo,
y había sido escrita en México en 1558; está catalogada en Patronato Regio Legajo No. 69,
Ramo No. 5 en el Archivo de Indias, en Sevilla y consta de 90 folios (páginas). En él, Don
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Rodrigo narra los eventos que condujeron a que su patrulla enfrentara las huestes de E lempira
y como le mató:

“…Si saben que viendo yo el dicho Rodrigo Ruiz lo que se hacía y estábamos en gran
peligro todos los españoles pues era público que venían todos los naturales de la provincia a
darnos guerra y que no podía ser menos que al salirnos del dicho Real para nos volver al
asiento de Siguatepeque como estaba mandado nos habían de matar e tomar vivo algún
español por estar como estábamos muchos de los heridos e malos que no podían pelear, yo el
dicho Rodrigo Ruiz como celoso el servicio de su Majestad poniendo en gran peligro mi
persona por evitar tanto mal como se esperaba procure entrar en el dicho escuadrón de los
enemigos con mi espada y rodela y fui a la parte y lugar do estaba animando a su gente el
dicho capitán llamado Lempira el que traía vestida y las armas de los españoles que avía
muerto y peleando con él le mate y córtele la cabeza la cual por traerla al dicho general recibí
muchas heridas ANSI en la cabeza como en el rostro con todo lo cual la saque en las manos y
nunca la dese aunque venia peleando y herido de peligrosas heridas de las cuales llegue a un
punto de muerte y la cabeza le di al general en sus manos digan lo que saben e vieren para el
juramento que tienen hecho y si esto paso ANSI en verdad…”(se respeta la ortografía del
documento original).

Con base en su contenido, el Dr. Martínez Castillo concluye: “el levantamiento de Cerquín
fue totalmente cierto… el Capitán indígena que lideraba a los pueblos de la provincia de
Cerquín se llamaba Lempira”. Con la muerte de Lempira se consolidó el dominio territorial
español sobre la región central y occidental de Honduras y se fundaron nuevos poblados, entre
ellos Gracias, en 1539. Fernando Cruz sostiene que: “En Honduras se ha tomado
acertadamente a Lempira, un lenca, como símbolo de la nacionalidad. Por falta de
investigación histórica y de divulgación de lo que ya se ha investigado, su figura parece
abstracta y etérea, a veces revestida de falsos ropajes en otras ocasiones…”. Filánder Díaz
Chávez lo ha llamado: “guerrero de la dignidad nacional”. Para Roberto Zapata, Lempira
“es el pilar de la nacionalidad, porque fue el quien inició las luchas por la libertad y la
defensa de Honduras”. Sobre el significado del nombre Lempira, Jorge Larde y Larin
sostiene que, en la lengua lenca, lempa quiere decir “señor” (título de alta dignidad o
jerarquía); y era, “cerro o sierra”. Uniendo ambos vocablos resulta Lempaera, y haciendo
la ligación correspondiente Lempira…Lempira, pues, era indio de pura raza lenca o
potona, y tal nombre significa “Señor de la Sierra”. Lo cierto es que, en el documento
referenciado, se nombra a un tal Lempira, por lo que tampoco puede considerarse que el
nombre haya sido falso. (Martínez Castillo, Mario Felipe, Los últimos días de Lempira y otros
documentos, Ediciones Nueva Universidad, 1a. Edición, 1987).
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A continuación, ponemos a disposición la versión de Herrera y Tordesillas sobre la muerte de


Lempira:

“El Adelantado Montejo, en viéndose pacifico Gobernador de Honduras, quitó los


repartimientos a cuantos los tenían por don Pedro de Alvarado, como se dijo, y echó de la
tierra todos los indios, que voluntariamente fueron de Guatemala, y trató de pacificar los
pueblos que aún no estaban seguros e usó mucha diligencia, e industria como persona de
prudencia; y cuando pensó́ , que toda la tierra estaba con quietud, de que mostraba mucha
gloria, como lo había escrito al Vicerrey don Antonio de Mendoza, se levantó́ un valiente indio
en una provincia llamada Cerquín, en los términos de la ciudad de Gracias a Dios, puesta entre
Sierras dificultosa para ser conquistada. Este indio, llamado Lempira, que significa señor de la
sierra, convocó a todos los señores de la comarca, con los cuales, y los naturales juntó 30,000
hombres; persuadíosles el cobrar libertad, siendo cosa vergonzosa que tantos y tan valerosos
hombres, en su propia tierra se viesen en la miserable servidumbre de tan pocos extranjeros;
ofreció́ de ser su capitán, y ponerse a los mayores peligros; aseguró, que si estaban unidos
seria cierta la victoria para ellos, y prometiendo de seguirle, unos por voluntad y otros por
temor, se comenzó́ la guerra, y mataron algunos castellanos que hallaron descuidados por la
tierra. El Adelantado Montejo, sabido del levantamiento, envió́ desde Gracias a Dios al Capitán
Cáceres con algunos soldados castellanos para que pusiese a Lempira en obediencia, el cual ya
había mandado fortalecer un peñón muy nombrado que le llamaban Cerquín, y desde allí́ se
defendía con daño de los castellanos, que padeciendo en el sitio, que duró seis meses, grandes
trabajos, por haber invernado en campaña, pudiera ser que no acabaran tan fácilmente la
jornada, si no sucediera la muerte de Lempira, la cual sucedió́ de esta manera:”
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Representación popular de la muerte de Lempira.

“Había muchos principales que le seguían en esta guerra, unos contra su voluntad, porque no
los tuviesen por cobardes, otros por respeto que tenían a Lempira; y otros hubo que le dijeron
que dejase aquella guerra, y tomase por amigos a los castellanos, pues a cabo había de perder;
pero él era tan animoso que jamás mostró flaqueza, ni quiso dar oídos a los medios de paz que
los castellanos le ofrecían, antes los tenía en tan poco, que desde su fuerte los decía muchas
injurias. Visto su mucho atrevimiento, y que no se hallaba modo para aprovecharse de él, el
capitán Cáceres ordenó que un soldado se pusiese a caballo, tan cerca, que un arcabuz le
pudiese alcanzar de puntería, y que este le hablase, amonestándole, que admitiese la amistad
que se le ofrecía; y que otro soldado, estando a las ancas, con el arcabuz le tirase; y ordenando
de esta manera, el soldado trabó su plática, y dijo sus consejos y persuasiones, y el cacique le
respondía, que la guerra no había de cansar a los soldados ni espantarlos, y que el que más
pudiese vencería; y diciendo otras palabras arrogantes, más que de indio, el soldado de las
ancas le apuntó cuando vio la ocasión, y le dio en la frente, sin que le valiese un morrión, que a
su usanza tenia, muy galano y empenechado; cayó Lempira rodando por la sierra abajo,
armado de aquellos sayos o corseletes de algodón, basteados, muy provechosos para la guerra
de indios, que usan los castellanos. Con esta muerte de Lempira, que el día antes anduvo muy
triste, se levantó́ gran alboroto y confusión entre los indios, porque muchos huyendo se
despenaron por aquellas sierras, y otros luego se rindieron”.
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Cada año, los niños de Honduras recrean la muerte del indio lempira en su versión tradicional.

“Mucho antes que los castellanos llegaran aquellas partes de Gracias a Dios, los indios
tuvieron noticias de ellos, y no por eso dejaban las pasiones y guerras; porque en particular, los
de Cerquín tenían por imposible, que se pudiese llegar a donde estaban, por la multitud delos,
y porque primero abrían de pasar por muchas tierra, y vencer muchas gentes, y en especial a
los Cares y Potones, aunque entre ellos había guerra cruel, en la cual tenía Lempira tanta fama
de valiente, que afirmaron, que en una batalla mató 120 hombres de su mano: y certificaron
indios viejos que se tenía por cierto, que Lempira estaba hechizado, o como dice el vulgo
encantado; porque en infinitas batallas en que se halló́ jamás fue herido, ni le pudieron flechar.
Era de mediana estatura, espaldudo, y de gruesos miembros, bravo y valiente, y de buena
razón, nunca tuvo más que dos mujeres y murió́ de 38 a 40 años. Y los indios tenían por cierta
la opinión, que, si no muriera Lempira, Cerquín no se ganara tan presto; para esta guerra se
pacificó y confederó con los Cares sus enemigos: juntó los hombres de más de 200 pueblos, y
de señores, y caballeros conocidos tenía más de 2000. Su congregación fue en la Sierra de las
Neblinas, en su lenguaje Piraera; adonde estaba una gran población, cuyo Señor era Entepica,
que en muriendo este, se dividió́ en muchos pueblos. Aquí́ se concertó́ la guerra, y nombraron
por general a Lempira, el cual muchas veces acometió́ a los Castellanos, a los indios mexicanos
y guatemaltecas, que andaban con ellos, en los cuales hacía mucho daño, y los suyos le
recibían; pero como eran tantos, no lo echaban de ver; Alonso de Cáceres le envió́ una
embajada rogándole, que aceptase la paz, y obedeciese al Rey de Castilla, prometiendo de
tratarle bien: fue la respuesta matar a los mensajeros, porque no quería conocer otro señor, ni
saber otra ley, ni tener otras costumbres de las que tenía; y cuando no se acertara la suerte de
haberle muerto, como se ha dicho, con él se pasara muy gran trabajo”. Tomado de: “Historia
General de los hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra firme del Mar Océano”,
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(Madrid, 1601), 4 tomos, de Antonio de Herrera y Tordesillas, nombrado primer historiador de


las Indias por el Rey Felipe II.

La duda sobre este documento es la siguiente: ¿Como podían mantenerse 30,000 indios en la
montaña? ¿Que comían? ¿Como supieron que la bandera blanca significaba paz? Si había
indios obligadamente debieron estar en el campamento mujeres y niños. ¿De qué iba a vivir
toda esa gente? ¿Como es posible que un arcabuz con potencia de tiro horizontal de 20 varas
lograra disparar a más de 200 metros diagonalmente vertical? ¿En qué idioma hablaron para
entenderse? Más pareciera que esta crónica está encaminada a hacer ver más heroica la gesta
española que la indígena, cosa que sería lógica si el que pagaba por la misma, era el Rey de
España.

La probanza de Don Rodrigo Ruiz claramente establece una muerte que no deja lugar a dudas,
y sobre todo presenta datos más fidedignos que la de Herrera y Tordesillas.

“Invencible, soberbio, grandioso, de alma audaz y de cuerpo de acero; para herir al temible
guerrero fue precisa la odiosa traición…”. Así́ dice la segunda estrofa el himno a Lempira.

Pero, habría que preguntarse si Lempira murió́ a traición, si reunió́ un ejército de 30,000
hombres e, incluso, si realmente era un cacique. No podemos dejar totalmente de lado las dos
versiones en torno a la figura de Lempira, es por ello que nos abocamos a dos historiadores:
Mario Argueta y Mario Felipe Martínez.
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LAS VERSIONES

La versión tradicional sale de unos escritos del cronista español Antonio de Herrera y
Tordesillas, de 1626. Pero Martínez y Argueta afirman que, del siglo XVII, hasta la mitad del XIX
nadie escribió́ sobre Lempira como el cacique defensor del territorio hondureño, sino hasta
que “José́ Milla y Vidaurre, que era un gran poeta, un gran escritor, un gran novelista, en
Guatemala escribió́ toda esa historia de Lempira (basada en lo escrito por Herrera) y aquí́ la
agarraron como texto histórico, por lo que esa es la versión que le ensenan a uno”, dijo
Martínez.

Argueta expresó que por este poema épico los criollos y mestizos supieron de la existencia del
personaje de origen lenca llamado Lempira, y Rómulo E. Durón fue de los primeros
historiadores que investigó sobre el “y su fuente principal para redescubrirlo fue la Historia
de las Indias escrita por el cronista español Herrera”.

La segunda versión se desprende de lo investigado por el historiador Mario Felipe Martínez en


el Archivo de Indias, de Sevilla, España, quien, por espacio de diez años, entre 1970 y 1980
estuvo buscando documentos sobre la historia de Honduras y Lempira, y fue ahí́ donde
encontró́ la probanza de méritos del español Rodrigo Ruiz, quien hace mención de un capitán
llamado Lempira, con quien peleó cuerpo a cuerpo. Todo esto el historiador lo registró en su
libro “Los últimos días de Lempira”. He aquí́ las dos versiones contrapuestas.
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MITOS Y REALIDADES SOBRE LA HISTORIA DE


LEMPIRA.

En la escuela nos ensenaron que Lempira era un cacique. Martínez apuntó que esto es falso, ya
que era un soldado común y corriente a quien por ser joven y fuerte los jefes ancianos “lo
nombraron jefe de batallón”. Esto el historiador lo sustenta con la probanza de méritos
de Rodrigo Ruiz, quien lo menciona como “indio capitán”, a lo que Martínez agregó que el
español no pudo equivocarse en llamarlo de esta manera, ya que el español estuvo con Hernán
Cortes en México, así́ como en las peleas que hubo con Cuauhtémoc y Moctezuma, luego lo
mandaron con don

Pedro de Alvarado a la conquista de Guatemala y posteriormente bajar a Honduras,


“estando Ruiz en tantos lugares y habiendo tenido contacto con reyes y todas las demás
jerarquías, ¿no iba a saber quién era cacique y quien era un simple indio?”.

Además, el historiador agregó que don Pedro de Alvarado registra que “el más grande señor
de estas tierras es el cacique Sucumba, que domina todo el Valle de Sula”, y de igual forma
mencionó a otros caciques que los españoles registran.

Otra de las enseñanzas escolares sobre Lempira, es que reunió́ un ejército de 30,000 hombres,
con quienes luchó en contra de los españoles durante seis meses.

Respecto a esto el historiador dijo tajantemente que “ni Honduras ni Centroamérica


pueden organizar un ejército así”́ , y agregó que de haber sido cierto esta sería una zona
arqueológica inmensamente rica, “porque hubiera restos de comales, de piedras de moler,
restos de todo lo que se necesita para poder hacer todo ese tipo de ayuda para un ejército”.

Y en su libro “Los últimos días de Lempira”, cita lo escrito por Ruiz, quien registró sobre
los indígenas que se resistían con Lempira lo siguiente: “copia de dos mil hombres con
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mano armada nos dieron una guasábara, en la cual nos mataron a Francisco de Mesa y a
Juan Rasparan y salimos de dicha guasábara muchos heridos”. Por lo que el ejército de
Lempira no era de 30,000 hombres, por esta y la anterior razón.

También los libros escolares registran que después de luchar durante seis meses, los españoles
se valieron de la traición para matar a Lempira.

Martínez manifestó́ en relación a esto tres razones por lo que esto es falso: La primera es que,
si hubieran peleado por seis meses, ¿cómo no se iban a dar cuenta los indios que en el mismo
caballo iban dos hombres, y que uno de ellos iba oculto en la parte de atrás?

La segunda es que el Congolón, donde estaba Lempira cuando llegaron los emisarios españoles
mide más de 150 metros, y un arcabuz de aquella época tiene un disparo de corto alcance: 50
metros.

La tercera razón es que en su probanza de méritos Rodrigo Ruiz registró que “yo el dicho
Rodrigo Ruiz como celoso del servicio de su Majestad poniendo en gran peligro mi
persona por evitar tanto mal como se esperaba, procuré entrar en dicho escuadrón de los
enemigos con mi espada y rodela y fui a la parte y lugar donde estaba animando a su gente el
dicho capitán llamado Lempira, el que traía vestida y las armas de los españoles que había
muerto, y peleando con él le maté y córtele la cabeza, la cual por traerla al dicho general recibí́
muchas heridas así́ en la cabeza, como en el rostro, con todo lo cual la saqué en las manos y
nunca la dejé, aunque venia herido de peligrosas heridas de las cuales llegué a punto de
muerte, y la cabeza di al general en sus manos”, tal y como lo relató Ruiz en su probanza
de méritos, sobre el enfrentamiento que tuvo con Lempira.

Ruiz también escribió́ sobre Lempira que alborotaba a los pueblos de la provincia, y sacó de los
sepulcros a Rasparan y a Mesa, les quitó sus vestiduras para ponérselas él y luego los colgó́ de
unos pinos.

Otro punto que se pone en duda es que Alonso de Cáceres ordenó que Lempira fuera muerto a
traición. Martínez registró que cuando sucedió́ la muerte del indígena, Alonso de Cáceres
estaba pacificando el valle de Comayagua, basado en la probanza de Ruiz. Y una de las
creencias más sobresalientes es que Lempira defendió́ la soberanía nacional, por eso debe ser
llamado héroe.

Por su parte, el historiador Mario Argueta dijo que “para el siglo XVI no había una unidad
geográfica, había distintas regiones pobladas por diferentes etnias, y Lempira defendía su
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hogar, sus tierras ubicadas en el sur oeste hondureño”. El historiador Mario Martínez es del
pensar que

“Lempira no defendió́ la soberanía nacional, defendió́ su pedacito de tierra, Honduras no


existía, existía el país de las Hibueras, el país de Naco, el país de Sula, el país de Olancho, eran
un montón de pequeños cacicazgos que generalmente eran enemigos los unos de los otros”.

LEMPIRA, HÉROE NACIONAL

Argueta considera que “Lempira tiene todos los méritos para que sea visto, respetado y
estudiado como el primer héroe hondureño y como el primer defensor de la soberanía
nacional”.

No obstante, Martínez expresó que “héroe no, el héroe debería de ser Sucumba (cacique del
Valle de Sula), o Toreaba (cacique que vivió́ en la zona de Trujillo) que fueron los que sí me
mencionan los españoles y que se enfrentaron a ellos y les causaron muchas bajas, porque, por
ejemplo el cacique Benito en Olancho les mató 15 caballos, 15 caballos era como destruir hoy
15 tanques de guerra, y que les causó muchísimo daño y, entonces a ellos no los toman en
cuenta para nada”, y agregó que ellos sí eran mencionados en la época de la colonia.

No cabe duda que Lempira era un hombre aguerrido, pero la historia novelesca que se cuenta
sobre su muerte, debería verse a la luz de las investigaciones de Martínez, quien sustenta esta
nueva versión en los documentos de Ruiz, que datan de 1558, y que están en el Archivo de
Indias, en España.

Algunos centros educativos ensenan las dos versiones, aunque en otros se guarda con celo la
tradicional, a pesar de que muchos maestros conocen la actual.
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CONCLUSIONES

Como primera y principal conclusión, luego de un análisis, podemos concluir que en


efecto existieron más líderes indígenas que también son muy importantes, cabe
resaltar que no son mencionados, pero no los hace menos importantes, asimismo
podemos llegar al final de este informe dándonos cuenta que a lo largo de la historia
se han hecho modificaciones con respecto a la historia del Cacique Lempira.

La situación de las comunidades indígenas es cada vez más difícil, desmoronándose


gran parte de su organización social y muchos de ellos han pasado a ocupar los
estratos más bajos de la sociedad como asalariados de los colonos.

- Los escasos servicios proporcionados a las comunidades rara vez consideran sus
características propias, como en el caso de la titulación de tierras en que es difícil que
se les reconozcan sus áreas tradicionales de caza, pesca y recolección. Al no disponer
de títulos sobre las tierras que ocupan, no tienen acceso a la asistencia técnica ni al
crédito.

- La población indígena subsiste en condiciones infrahumanas, habitando ranchos de


madera y paja sin ningún tipo de servicios y comodidades. Deriva la subsistencia
básicamente de pequeños cultivos de maíz, plátano, yuca y un poco de caza y pesca.

- La integración regional del área es muy débil, tanto a nivel interno como externo,
debido a la falta de una adecuada infraestructura vial y de comunicaciones, a las
grandes distancias existentes a los centros de decisión nacional, a la ausencia de
servicios básicos, y a la baja densidad de población.

ANEXOS

LA RESISTENCIA INDIGENA
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CACIQUES
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