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El Holocausto en los Documentos: 1.

El Diario de Ana Frank


Tras la invasión de Holanda por los Nazis, los Frank, comerciantes judíos alemanes emigrados a Ámsterdam en 1933, se ocul -
taron de la GESTAPO en un atillo del edificio donde el padre de Ana tenía sus oficinas comerciales.
Eran ocho personas y permanecieron recluidas desde junio de 1942 hasta agosto de 1944, fecha en que fueron detenidos y
enviados a campos de concentración. En el altillo y en las más precarias condiciones, Ana, a la sazón una niña de trece años, escribió
su estremecedor Diario: un testimonio único en su género sobre el horror y la barbarie Nazi, y sobre los sentimientos y experiencias
de la propia Ana y sus acompañantes. Ana murió en el campo de Bergen-Belsen en marzo de 1945. Su Diario nunca morirá. He aquí
algunas líneas:
“Viernes 9 de octubre de 1942
Querida Kitty:
Hoy no tengo más que noticias desagradables y desconsoladoras para contarte. A nuestros numerosos amigos y conocidos ju-
díos se los están llevando en grupos. La GESTAPO no tiene la mínima consideración con ellos, los cargan nada menos que en vago -
nes de ganado y los envían a Westerbork, el gran campo de concentración para judíos en la provincia de Drente. Miep nos ha habla -
do de alguien que logró fugarse de allí. Debe ser un sitio horroroso. A la gente no le dan casi de comer y menos de beber. Sólo hay
agua una hora al día, y no hay más que un retrete y un lavatorio para miles de personas. Hombre y mujeres duermen todos juntos, y a
éstas últimas y a los niños a menudo les rapan la cabeza. Huir es prácticamente imposible. Muchos llevan la marca inconfundible de
su cabeza rapada o también la de su aspecto judío.
Si ya en Holanda la situación es tan desastrosa, ¿cómo vivirán en las regiones apartadas y bárbaras y adónde los envían? No -
sotros suponemos que la mayoría los matan. La radio inglesa dice que los matan en cámaras de gas, quizá sea la forma más rápida
de morir…” Frank, Ana (2001): Diario, Buenos Aires, Plaza & Janés Editores.
“Jueves 6 de abril de 1944
Querida Kitty:
Me has preguntado cuáles son mis pasatiempos e intereses, y quisiera responderte, pero te aviso: no te asustes, que son unos
cuantos.
En primer lugar: escribir, pero en realidad no lo considero un pasatiempo.
En segundo lugar: hacer árboles genealógicos. En todos los periódicos, libros y demás papeles busco genealogías de las fami-
lias reales (…). En muchos casos voy bastante adelantada, sobre todo ya que hace mucho que llevo haciendo apuntes cuando leo al -
guna biografía o algún libro de historia. Muchos párrafos de historia hasta me los copio enteros.
Y es que mi tercer pasatiempo es la historia, y para ello papá ya me ha comprado muchos libros. ¡No veo la hora de poder ir a
la biblioteca para documentarme!
MI cuarto pasatiempo es la mitología griega y romana. También sobre este tema tengo unos cuantos libros. (…)
Otras aficiones que tengo son las estrellas de cine y los retratos de familia. Me encantan la lectura y los libros. Me interesa mu-
cho la historia del arte, sobre todos los escritores, poetas y pintores. Los músicos quizá vengan más tarde. Auténtica antipatía le tengo
al álgebra, a la geometría y a la aritmética. Las demás asignaturas me gustan todas, especialmente historia.”
Video: https://youtu.be/OI9aoXjlnl4
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2. Relato de una sobreviviente de un campo de concentración: Dunia Wasserstrom


Dunia, la única sobreviviente de un convoy de mil mujeres francesas conducidas al campo de concentración de Auschwitz du-
rante la Segunda Guerra Mundial, nos relata lo siguiente:
“Sonó el silbato y el tren frenó y se inmovilizó. Después de cuatro días y cuatro noches, cuarenta mujeres encerradas en un
vagón de carga, sin ventilación, sin comer, sin beber, habiendo tenido que hacer todas sus irreprimibles necesidades en el mismo lu-
gar que pisaban, detuvieron también su respiración.
Las puertas del vagón, que formaba parte del convoy en el que fueron transportadas, en las mismas condiciones, unas mil mu -
jeres y niñas judías, se abrieron en lo que parecía ser el fin de su calvario. Cuatro días, con sus noches, de verdaderas pesadillas, de
insomnio, tratando de no pisar o aplastar a las demás, con las gargantas secas y la atmósfera sofocante en medio de la inmundicia
más nauseabunda.
Unas voces en alemán “los, los, raus mit euch” (rápido, rápido, salgan) nos volvieron a la realidad. A la realidad más brutal,
porque a latigazos nos obligaron a saltar fuera del vagón, y sobre nosotras continuaron lloviendo golpes, puñetazos y hasta patadas.
Algunos cuerpos cayeron fuera de los vagones sin pronunciar ni una sola sílaba, inanimados. (…)
`Dejen sus equipajes aquí –dijeron los alemanes-, ya se las enviarán´. Nos ordenaron asimismo, formar en hilera de cinco y
marchar rápido. Los soldados nos escoltaban a ambos lados de la columna; iban armados y llevaban unos perros. Marchamos hasta
llegar a una gran puerta, en cuyo arco superior se leía ´ARBEIT MACHT FREI´ (EL TRABAJO OS LIBERARÁ) y penetramos a una
larga y ancha calle formada a un lado y otro lado por barracas de piedra.
Se nos encerró en un granero vacío, donde todavía se nos retuvo durante veinticuatro horas sin comida y sin darnos de beber.
(…) Al amanecer…se nos ordenó quitarnos los vestidos y nos obligaron a meternos en una sucia tina con agua maloliente, nos corta -
ron los cabellos, nos dieron un vestido rayado en gris y blanco, unos calzones y una camisa, las tres prendas muy manchadas y de
una tela gruesa hecha de fibra artificial de madera, y unos zuecos de madera difíciles de amoldarse a nuestros pies, los que nos llena-
ban de llagas, se hinchaban y deformaban. (…)
Se nos envió nuevamente al granero vacío en donde, ¡por fin!, nos dieron de beber. ¡La primera vez, después de cinco días!
(…) Al día siguiente nos hicieron llenar un cuestionario con nuestros datos personales. (…)
Nos tatuaron a las tres semanas de nuestra llegada, cuando generalmente se tatúa casi en el momento del ingreso. Pinchaban
el brazo con una aguja mojada en tinta china azul, trazando con pequeños puntitos –pinchazos- el mismo número del cuestionario que
llenamos al ingreso. (…)
Los suicidios
No puedo olvidar el verano de 1942, recién llegada allí. Extenuadas por la diarrea, quedaban nuestras compañeras tiradas en
el suelo, a la intemperie, sin fuerzas para llegar hasta las zanjas. Varias noches me sucedió tener que sortear los cuerpos echados,
retorciéndose; pero, a mi regreso, estaban inmóviles, inanimados. A la luz de la luna, la tierra cubierta de cadáveres semejaba un
campo de batalla. Las letrinas estaban emplazadas cerca de las alambradas cargadas de alta tensión eléctrica. Detrás de esta alam-
brada había una garita con centinelas. Éstos, para romper su aburrimiento, se divertían disparando a las internadas que corrían hacia
las letrinas. De tiempo en tiempo sonaba un disparo, e inmediatamente, la carcajada odiosa del centinela, satisfecho de no haber
errado incluso en la noche.
A todo lo largo de la alambrada aparecían al amanecer los cuerpos electrocutados de quienes preferían quitarse la vida, pre-
sentando actitudes irónicamente siniestras. El suicidio estaba considerado como acto de sabotaje, pues sólo los centinelas podían
matar, exclusivamente ellos tenían derecho sobre la vida o la muerte de los internados.
Los soldados gritaban: -Ustedes no han venido a un sanatorio, sino a un campo de concentración alemán de dónde sólo po -
drán salir por la chimenea. Si alguno de ustedes no le gusta, puede arrojarse contra los alambres electrificados.
A la suicida fracasada se la condenaba a recibir veinticinco latigazos al pasar lista por la mañana, y raramente sobrevivía al
castigo.
La identificación
La GESTAPO (Policía Militar) decidía el tipo de triángulo que debía llevar el deportado: rojo: los presos políticos, amarillo: isra-
elitas o judíos, verde: condenados por delitos comunes, rosa: los homosexuales, morado: los incondicionales de la Biblia ((biblióla-
tras), negro con la letra R: rusos, negro: asociales, y amarillo y negro: cónyuges de judíos o judías.
Los alimentos
Cada día recibíamos: 250 gramos de pan; 50 gramos de salchichas, tres veces por semana; 20 gramos de margarina, tres ve-
ces a la semana; medio litro o un litro de sopa de col con pedazos de papa. Por las mañanas nos daban un líquido al que llamaban
café y por las noches otro líquido llamado té.
Todos los alimentos tenían un sabor áspero, asqueroso, repugnante. Averiguamos que se trataba del bromuro que se nos da-
ba en dosis, incluso en el pan, tanto para entontecernos como para lograr que las mujeres perdiéramos la menstruación. (…)

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A los alimentos no se les ponía sal, porque la sal neutraliza el bromuro. Estaban desprovistos de vitaminas y eran muy pobres
en calorías. (…) Las consecuencias de esa insana alimentación no tardaban en presentarse: se formaban úlceras en las manos y en
las piernas, los dientes se caían, aparecía la disentería y, en general, todos los deportados languidecíamos, quedando en la piel y en
los huesos.” Wasserstrom, Dunia (1974): Nunca jamás, México, UNAM.

Viseo síntesis de la película La lista de Schindler:


https://youtu.be/ZQElYvBMaRs
El Campo de Auschwitz:
https://youtu.be/jHJCs49yDgI
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3. Texto escolar alemán “El hongo venenoso”.
En el texto que acompaña la imagen se lee:
“La nariz judía es torcida en la punta. Pare-
ce el número 6”. Y, a su vez, se puede obser-
var que en el pizarrón el judío aparece como
encorvado. Además dice: “de la misma mane-
ra que es difícil diferenciar entre hongos ve-
nenosos y los comestibles, es muy difícil
comprender que los judíos son canallas y de-
lincuentes”

Actividad:
1. ¿Quiénes participan de la clase y qué ob-
servan en el pizarrón? ¿Por qué es discri-
minatorio? ¿Qué es discriminar?
2. ¿Existe discriminación en nuestros días?
¿Por qué motivos y contra quiénes?

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Genocidio
La Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio, adoptada por la Asamblea Ge -
neral de la Organización de las Naciones Unidas el 9 de diciembre de 1948 e incorporada a la Constitu -
ción Nacional de la República Argentina de 1994 a través del artículo 75, inciso 22, define el concepto
de genocidio. El artículo II conviene:
“En la presente Convención se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a conti -
nuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional étnico, racial
o religioso como tal: a) matanzas de los miembros del grupo; b) lesión grave a la integridad física o
mental de los miembros del grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia
que hayan de acarrear su destrucción, física, total o parcial; d) medidas destinadas a impedir los naci -
mientos en el seno del grupo; e) traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.”

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