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Introducción
La atención a la diversidad es un concepto tan amplio que incluye las
dificultades de aprendizaje, las discapacidades físicas, psíquicas y sensoriales y
también los grupos de riesgo, las minorías étnicas, etc.
¡Manos a la obra!
CAMINO A LA INTEGRACIÓN
A) Alteraciones intelectuales:
Retraso mental: su característica esencial es una capacidad intelectual
general (CI obtenido por evaluación a través de diferentes test de
inteligencia administrados individualmente) significativamente inferior al
promedio, acompañada por limitaciones significativas de diferentes
actividades adaptativas (cómo afronta el sujeto efectivamente las exigencias
de la vida cotidiana y cómo cumple las normas de autonomía personal
esperables de alguien perteneciente a un determinado grupo de edad, origen
sociocultural, y ubicación comunitaria particulares) manifestándose en por lo
menos dos de las siguiente áreas de habilidades: cuidado de sí mismo,
comunicación, autocontrol, trabajo, habilidades sociales- interpersonales,
ocio, vida doméstica, habilidades académicas funcionales, utilización de
recursos comunitarios, salud y seguridad; con un inicio anterior a los 18 años
de edad.
Pueden especificarse cuatro grados de retraso mental
1. Retraso mental leve: CI entre 50- 55 y aproximadamente 70
2. Retraso mental moderado: CI entre 35- 40 y 50- 55
3. Retraso mental grave: CI entre 20- 25 y 35- 40
4. Retraso mental profundo: CI inferior a 20 ó 25
B) Trastornos del aprendizaje:
Estos trastornos se diagnostican cuando el rendimiento del individuo en lectura,
cálculo o expresión escrita es inferior al esperado para su edad, nivel intelectual y
escolarización.
C) Trastornos físicos:
1. Habilidades motoras: hace referencia a una alteración significativa del
desarrollo de la coordinación motora. El diagnóstico se establece si dicha
deficiencia no se debe a enfermedades médicas (parálisis cerebral,
distrofia muscular o hemiplejía), es decir, hablamos de trastornos del
desarrollo de la coordinación cuando el sujeto presenta dificultades en
actividades cotidianas teniendo en cuenta su edad cronológica y su
coeficiente intelectual por ejemplo: caminar, gatear, sentarse, atarse los
cordones, armar rompecabezas, jugar a la pelota, escribir, etc.).
D) Trastornos de la comunicación:
Î Impulsividad:
Î Destrucción a la propiedad:
Ha destruido deliberadamente propiedades de otras personas.
Ha provocado deliberadamente incendios con la intención de causar
daños graves.
Î Fraudulencia o robo:
A menudo miente para obtener bienes o favores o para evitar
obligaciones.
Ha robado objetos de cierto valor sin enfrentamiento con la víctima.
Ha violentado el hogar, la casa o el automóvil de otra persona.
H) Trastornos de ansiedad:
I) Trastornos físicos:
• Un alto grado de dedicación a las tareas: implica el ser capaz de emplear una
gran cantidad de energía en resolver un problema concreto o a una actividad
específica. La "perseverancia", es uno de los rasgos inherentes a la mayoría de las
definiciones sobre superdotados, definida como "afán de logro" y "devoción"
hacia sus específicas áreas de interés.
• Altos niveles de creatividad: sus ideas, dibujos, preguntas, juegos, etc., son
originales, ingeniosos, y poco corrientes. Este aspecto conlleva necesariamente el
hecho de preguntarse acerca de cómo medir la creatividad, y no sólo eso, pues la
misma definición de creatividad ya provoca en sí, disparidad de opiniones.
Ahora, ¿qué es el currículum?, ¿qué clase de cosa es, para que podamos tener
teorías acerca de él?
1
Coll, César “Psicología y curriculum” Editorial Laia, Barcelona, 1987
• Manifestar el tipo de docentes que se necesitan en la institución,
establecer sus funciones y promover formas ágiles de
organización que posibiliten el trabajo en equipo y coordinado.
La globalización
de los
está íntimamente relacionado con una forma de
aprendizajes organización de los contenidos que permita alcanzar un
mismo objetivo por distintas vías, en definitiva, unificar los
aprendizajes y ayudar a los alumnos a encontrar relaciones
entre ellos. Para conseguir tal fin es preciso poner en
marcha estrategias comunes tale como diseñar actividades
(en la institución, en el ciclo, en el aula ) que
impliquen a varios docente y que permitan trabajar contenidos y objetivos de
diferentes áreas. Resaltamos una vez más la necesidad del trabajo en equipo, y no
olvidemos que para lograrlo es necesario que tanto biblioteca, hemeroteca y
videoteca estén disponibles y organizadas.
Una metodología Esto supone dedicar tiempo y esfuerzo a la
que favorezca el adquisición de los procesos y estrategias para
aprendizaje aprender y una voluntad del profesorado de dar
activo, funcional participación al alumnado tanto en la organización del
y autónomo trabajo como en los procesos de evaluación.
Estrategias
metodológicas que Cambiar la metodología implica incidir en la
favorecen el trabajar práctica diaria del enseñar- aprender. Es en lo
con la diversidad cotidiano dónde realmente se producen los cambios.
Formulación de cuestiones
Evaluación
• Grupos flexibles: Esta se presenta como una innovación que se está aplicando
en muchos establecimientos educativos, y parte de romper la estructura del grupo-
clase en grupos más pequeños con el fin de responder más adecuadamente a las
necesidades de cada persona. La flexibilidad en el agrupamiento de los alumnos
facilita la atención de la diversidad siempre que se tengan en claro los objetivos y se
formen con los criterios adecuados a lo que se pretende.
Los estudios realizados por Oliver (1939) ponen en duda los agrupamientos según
niveles de competencias y ritmos de aprendizaje.
Se aboga por una composición heterogénea de los grupos y sin carácter fijo, que
fomente la cooperación y complementación de las aportaciones de unos y otros.
Sólo cuando se crea conveniente será necesaria la formación de grupos de alumnos
con necesidades semejantes.
Se deben plantear a los alumnos actividades variadas, tanto en las tareas a realizar
como en los entornos donde llevarlas a cabo y en los contenidos. No darles todo
acabado, es preciso que exista un margen de desarrollo de la capacidad de
organización, diseño y desarrollo de su trabajo. Es preciso darles la oportunidad de
consultar diversas fuentes de información y contraste de los datos obtenidos.
Procurar siempre que el papel de docente sea de mediador atento a las dificultades
de sus alumnos, involucrándose en la reflexión y orientación de las tareas.
METODOLOGÍA
ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD
Afirmamos entonces, que todos los niños tienen necesidades educativas pero
no todos tienen las mismas necesidades ni requieren el mismo tipo de ayuda
pedagógica. De hecho Marchesi y Martín (1990) dicen que cuando hablamos de
necesidades educativas especiales, se hace referencia a algún tipo de problema de
aprendizaje a lo largo de la escolarización que requiere una atención más específica
y la necesidad de mayores recursos educativos.
Es por esto que el currículum de los sujetos con N.E.E., no puede ser otro que
el currículum ordinario de la enseñanza obligatoria, realizando en él las oportunas
adaptaciones, más o menos específicas, para atender a las diferencias que presentan
algunos sujetos. En este ámbito es en el que se plantea el concepto de adaptaciones
curriculares.
Como señala Vygotski, el profesor tiene que ser el "optimizador" del desarrollo de
sus alumnos, es factor imprescindible para crear situaciones didácticas
estimulantes para el niño. Con la actividad en el aula guiada por el adulto,
el niño es capaz de ir más allá de su capacidad de comprensión en un
momento dado. Estas reflexiones de Vygotski cobran especial relevancia
cuando en el aula hay alumnos con necesidades educativas especiales.
El docente es el elemento esencial para crear las situaciones que hagan frente a esas
necesidades. Y para ello es muy importante su preparación, pero mucho
más lo es su actitud ante el hecho de la integración. Porque si va a recibir o
tener en su aula a alumnos con necesidades especiales, tendrá que realizar
importantes modificaciones en lo que antes hubiera sido su actividad
profesional. Ahora tendrá que programar adaptaciones diversas de aula e
individuales, en función de las características de sus alumnos (de todos sus
alumnos, con discapacidad o sin ella) y de los recursos materiales y
humanos de que disponga.
Los docentes deben plantearse un triple objetivo:
facilitar el trabajo escolar y la adquisición de los contenidos
curriculares,
propiciar y favorecer las relaciones en el aula,
conseguir dar respuesta educativa a todos los alumnos, promoviendo
la participación de los que tienen mayores dificultades.
Con todas estas premisas el docente habrá de plantearse qué tiene que
modificar, y si sus modificaciones afectarán al espacio físico del aula, al curriculum
y a la distribución del tiempo.
En lo que se refiere a los espacios físicos, se da por descontado que las
limitaciones motóricas y sensoriales de los alumnos requerirán modificación y
adaptaciones de los espacios físicos en el aula, pero las modificaciones más
significativas vienen dadas por la evolución en la metodología.
Una pedagogía más activa y cooperadora en el grupo, exige una disposición
del aula que favorezca la flexibilización de las agrupaciones, tiempos y tareas, en
busca de una mayor eficacia y una mejor socialización de todos los alumnos.
La vieja concepción de pupitres ordenados rígidamente, de forma
individual y dándose la espalda unos alumnos a otros, no favorece la
comunicación entre ellos, ni el trabajo activo en colaboración. Sin embargo, ya
hemos insistido antes en que es un hecho probado que la interacción dentro del
conjunto del alumnado, es un recurso inestimable con el que puede contar el docente
para su intervención con los alumnos con necesidades especiales. Los compañeros y
la fuerza del grupo son tan efectivos como la actuación del docente..
El docente debe diseñar las estrategias adecuadas para favorecer el
intercambio e interacción entre iguales, porque integrar no es simplemente colocar
niños juntos. Y es importante señalar que de tal situación en el aula, de esta nueva
concepción de la docencia, se benefician todos los alumnos, no solo los que
presentan necesidades especiales. Hay que insistir en esta realidad, en la idea de que
la nueva concepción de la escuela y de la docencia se ha visto enriquecida por la
incorporación de la educación especial al sistema ordinario y que esto beneficia a
todos los alumnos. No importa ser en esto reiterativos, porque no pocos padres han
tenido en algún momento el prejuicio de que sus hijos mejor dotados saldrían
perjudicados, en favor de la atención a aquellos con necesidades especiales y hay que
demostrarles que supone beneficio para todos, si se trabaja adecuadamente.
Parece contradictorio que hablemos de necesidades individuales y a la vez de
curriculum único y de objetivos generales del grupo. Sin embargo no lo es, se trata
de incorporar a los alumnos al proyecto global para su posterior integración en la
Sociedad, por eso hablamos de "escuela inclusiva". Pero al mismo tiempo al docente
le será tanto más fácil diseñar estrategias globales, cuanto mayor sea el conocimiento
individual de sus alumnos.
Partiendo de la base de que cada alumno se encuentra en su propio nivel de
conocimiento y experiencia respecto a una materia determinada, el docente puede
recurrir a la técnica de "instrucción a niveles múltiples".
La distribución del horario deberá el docente ponerla al servicio de las
actividades del aula, en virtud de las adaptaciones curriculares que haya planificado
con docentes de años paralelos o del área . Entre todos, en equipo, habrán
considerado qué alumnos recibirán los apoyos en el aula o fuera de ella, con qué
periodicidad, con qué duración. A la vez que habrán planificado que intervención
realizarán los especialistas dentro del aula y en qué horas.
Por otro lado, la temporalización adecuada al ritmo de maduración y
aprendizaje de un alumno determinado, tiene que ver con los objetivos de etapa.
Según algunos docentes, las siguientes estrategias han sido efectivas con
algunos estudiantes que tienen problemas del aprendizaje:
1. Aprovechar las fortalezas del estudiante;
6. Usar materiales que permiten la corrección propia, sin que el niño sienta
vergüenza;
Reconocer que los estudiantes con problemas del aprendizaje pueden beneficiarse del
tiempo para crecer y madurar
En otras palabras: el problema no es la dificultad; el problema es la solución.
¿CÓMO EVALUAR LAS DIFICULTADES?
Evaluación
La evaluación, por su parte, constituye uno de los factores condicionantes de
todas las prácticas educativas. Según sea el modelo evaluador elegido, así es el
modelo de enseñanza y aprendizaje desarrollado. Todo el sistema está en función de
la evaluación: lo que se evalúa es lo que vale, lo demás no cuenta. Se aprende para
aprobar, no para aprender. Las cabezas bien llenas, pero no bien hechas, se vacían
durante los periodos de vacaciones - lo sabemos todos -, y ese relleno es favorecido
por un sistema de evaluación que permita sólo la memorización y la valoración en
función de una prueba puntual en la que se demuestra lo que se "sabe", aunque se
olvide al día siguiente. Por otro lado, este modelo tiende a homogeneizar, a
uniformar al alumnado en cuanto a sus niveles de aprendizaje. Ni atiende al que no
llega a esa prueba estándar ni deja pasar adelante al que la tiene superada.
Ya es hora de dejar de utilizar la evaluación sólo para comprobar y comenzar
a utilizarla para mejorar. Para mejorar todos los ámbitos de actuación que comprende
el sistema educativo: los procesos de aprendizaje, los de enseñanza, el
funcionamiento de los centros, de la Administración, etc.
Un modelo de evaluación continua y formativa presupone evaluar procesos y
no sólo resultados; por lo tanto, ésta debe incorporarse desde el comienzo del trabajo
y sirve para ofrecer datos permanentemente acerca del desarrollo del aprendizaje.
Con ello, nos permite favorecer los aprendizajes de modo continuado y
personalizado con cada alumno, sin sujetarlo a unos parámetros o a unos niveles
iguales para todos. Hace posible graduar el ritmo de enseñanza ajustándolo con el
ritmo y estilo de aprendizaje de cada niño o joven. Somos iguales, pero somos
diferentes. Y las diferencias se atienden, también y especialmente, mediante un
modelo evaluador que le permita, que no obligue y constriña el avance de la persona
por el establecimiento de una evaluación rígida, uniformadora e igual para todos. Si
se quiere atender a la diversidad, no debe utilizarse la evaluación como
elemento uniformador de las personas, sino como clave para la diversificación
adecuada de los aprendizajes.
La evaluación ideográfica, según las capacidades y características de cada
alumno, permite y favorece valorar los progresos teniendo como referente al propio
alumno y sus posibilidades y circunstancias reales. Exigir más a quien más puede
servir de estímulo a la persona, de manera que no caiga en el "aburrimiento" y se
desentienda de lo que ocurre en el aula. No hay por qué encorsetar ni estrechar el
aprendizaje ni el camino para alcanzar los objetivos, sino que ese camino debe ser
flexible y amplio, permitiendo circular cómodamente a todos. Así la mayor parte
llegarán a la meta. De lo contrario, como está (desgraciadamente) comprobado,
muchos son los que se quedan por el camino.
Por otro lado, hay que abogar por una evaluación descriptiva, que exprese con
palabras los logros que va alcanzando el alumno y las dificultades que presenta. De
esta forma, tanto los alumnos como sus familias sabrán con claridad los aspectos en
los que destaca y en los que debe esforzarse para mejorar. Una sigla o un número no
dicen nada. Nadie sabe, con esas palabras sintéticas, lo que un alumno sabe o deja de
saber. Hay que ser más explícitos para favorecer la autoevaluación del alumnado y su
evaluación realmente formativa.
Se deben determinar las causas de la dificultad. Evaluar la dificultad del niño
pasa por ver a fondo los diferentes aspectos que, al alterarse, hacen que el niño no
pueda rendir en una programación normal. Hay una serie de pasos a dar por cada una
de las personas que intervienen en la acción educativa del niño. Los pasos a dar son
los siguientes:
1. El docente y/o los padres, deberían ser los primeros en darse cuenta de la
dificultad del niño. El docente debe evaluar el nivel escolar del niño, tanto en cuanto
a habilidades instrumentales (lectura, cálculo, etc.) como a desarrollo de procesos
lógicos y conocimientos propios de su nivel. Recordemos que eso es la dificultad, no
el problema.
En el caso de que tal nivel esté alterado, la dificultad del niño debe ser analizada
desde un punto de vista multiprofesional:
2. El médico pediatra debe explorar el estado físico del niño, y solicitar ayuda al
médico neurólogo o al psiquiatra infantil si detecta algún trastorno. Lo que dichos
profesionales encuentren alterado es un componente de la dificultad; no es el
problema.
3. El psicólogo del colegio debe determinar el nivel de inteligencia y los factores que
lo componen. Hay que hacer pruebas amplias, en exploración individual, para ver
qué mecanismos el niño es capaz de poner en marcha y cuáles no. Los tests de
inteligencia para aplicación individual permiten evaluar el lenguaje, aspectos
psicomotrices, formación de conceptos y capacidad de concentración, así como las
pautas de trabajo del niño. Las alteraciones que aquí se detecten son dificultades; no
son el problema.
4. El psicólogo debe también explorar y describir la personalidad del niño, a partir de
las entrevistas con los padres, cuestionarios de evaluación a padres y maestros,
entrevistas con el niño, pruebas de personalidad, con especial atención a las áreas
donde se detecte algún conflicto. Si lo hay, sigue sin ser el problema; es una
dificultad más.
5. El equipo pedagógico, o su responsable, debe considerar todas las dificultades que
se han hallado para cada caso, y ver de qué forma actúan, cada una de ellas y todas
entre sí. Tendremos así bien definidas todas las dificultades. Ahora es cuando
empieza la solución del problema.
Recordemos: el problema no es la dificultad. El problema
es la solución. Si la solución es mala, esto es el
problema.
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