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CELEBR R P RA VIVIR

LITURGIA Y SACRAMENTOS DE LA IGLESIA

Dionisio Borobio
LUXMUNDI DIONISIO BOROBIO
81

CELEBRAR PARA
VIVIR
Liturgia y sacramentos de la Iglesia

Otras obras publicadas


por Ediciones Sígueme:

- D. Borobio (ed.), La celebración en la Iglesia 1-III (LM 57-59)


- D. Borobio, l a iniciación cristiana (LM 72)
- D. Borobio, Sacramentos y etapas de la vida (Ve! 147)
- D. Borobio, Misión y ministerios laica/es (Ve! 151)
- G. Greshake, Ser sacerdote hoy (Ve! 161)
- C. Floristán, Teología práctica (LM 68) EDICIONES SÍGUEME
- M. Gesteira, La eucaristía, misterio de comunión (Vel 123) SALAMANCA
- J.-M. R. Tillard, La Iglesia local (Ve! 146) 2003
CONTENIDO

introducción ............................ ,...................... .. 11

PRIMERA PARTE

LA LITURGIA, MISTERIO Y VIDA

1. ¿Qué es celebración litúrgica? .................... 17


2. Liturgia, corporeidad, ritualidad ..................................... 27
3. La liturgia, «obra de la Trinidad» ................................... 37
4. La liturgia, «obra de la Iglesia» ...................................... 47
5. La liturgia, «obra de la asamblea celebrante» ................ 57
6. Liturgia y tiempo litúrgico............................................... 67
7. Liturgia y espacio litúrgico.............................................. 79
8. Liturgia y piedad popular ............................................... 89
9. Evangelización, catequesis y liturgia.............................. 101
10. Dimensión social comprometente de la liturgia y los sa-
cramentos ........ . ... . ... ... .. ... .. .. .. ... .. ... .. .. ... .. ... .. . .. . .. . .. . . 111

Cubierta diseñada por Christian Hugo Martín SEGUNDA PARTE

LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA


© Ediciones Sígueme S.A.U., 2003
C/ García Tejado 23-27 - E-37007 Salamanca/ España
l. ¿QUE ES UN SACRAMENTO? .................................. . 123
Tel. (34) 923 218 203 -Fax: (34) 923 270 563
e-mail: ediciones@sigueme.es l. Sacramento y sacramentos ... .... .......... ........ ............ l 25
www.sigueme.es 2. El sacramento es una celebración................................... 137
3. Donde Dios nos ofrece su gracia. Dimensión cristológica. 149
ISBN: 84-301-1509-9 4. . .. Y el hombre responde en la fe. Dimensión antropoló
Depósito legal: S. 1.516-2003 gica ................................................................................. 159
Fotocomposición Rico Adrados S.L., Burgos 5. Por la mediación de la Iglesia. Dimensión eclesiológica ... 169
Impreso en España / UE 6 . . . . A través de un signo concreto. Dimensión simbólica .... 177
Imprime: Gráficas Varona S.A.
Polígono El Montalvo, Salamanca 2003
8 Contenido Contenido 9

II. EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO........... 187 4. Los compromisos cristianos del matrimonio: indisolubi-
l. El bautismo, necesidad antropológica y acontecimiento lidad ............ 475
salvífica .......................................................................... 189 5. Preparación y celebración del sacramento del matri-
2. El gran don del bautismo: significado teológico ............ 199 monio.............................................................................. 483
3. La praxis bautismal de la Iglesia: los dos bautismos...... 209
4. Bautismo e iniciación cristiana: el futuro del bautismo .. 221 VII. LOS MINISTERIOS ECLESIALES. EL SACRAMENTO
5. Celebración del bautismo: símbolos bautismales ........... 231 DEL ORDEN ...................................................................... 495
1. Ministerios y comunidad eclesial ................................... 497
IIl. EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN.................. 241 2. El ayer y el hoy de los ministerios eclesiales .................. 509
1. Origen y vicisitudes del sacramento de la confirmación . 243 3. El ministerio ordenado: identidad del presbítero ........... 521
2. La confirmación, un nuevo pentecostés: Aspectos teoló- 4. Los servicios y ministerios laicales ................................ 533
gicos ................................................................................ 253 5. Ministerios al servicio de la iglesia y del mundo ........... 543
3. La confirmación, nacimiento a la identidad cristiana .... 261
VIII. EL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS
4. Preparación a la confirmación. Catecumenado preconfir-
ENFERMOS ................................. .......................... 553
matorio ............................................................................ 269
5. Celebración y símbolos del sacramento de la confirma- l. Jesús y la Iglesia ante la enfermedad .............................. 555
ción ................................................................................. 279 2. La enfermeda4 una situación para un sacramento ......... 565
3. La unción signo de salvación y solidaridad .................... 575
IV EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA ......................... 287 4. Acciones y gestos de la Iglesia respecto a los enfermos ... 587
5. ¿Cuándo y cómo celebrar el sacramento de la unción? .... 599
l. Ritos introductorios: formación de la asamblea ............. 289
2. Liturgia de la Palabra: anuncio de la salvación .............. 301
Bibliografía selecta en castellano .................................................. 611
3. Liturgia eucarística: presentación de ofrendas o los sím-
bolos de un misterio ....................................................... 317 Índice general ................................................................................. 619
4. Liturgia eucarística: plegaria de acción de gracias o rea-
lización del misterio ....................................................... 327
5. La eucaristía, banquete, sacrificio y presencia............... 341
6. Liturgia eucarística: la comunión en el misterio ............ 355
7. Ritos de despedida: renovación de la vida ...................... 365

V EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA ......................... 375


l. Reconciliación y reconciliaciones .................................. 377
2. ¿Que es el pecado? Pecado y sacramento de la penitencia . 385
3. Las formas históricas de la penitencia............................ 397
4. El sacramento de la penitencia, encuentro de reconci-
liación .. . .... ... ... ... ... . ...... ... ..... ..... ... . ..... ..... . ....... ..... ..... . 409
5. Las diversas formas de reconciliación penitencial ......... 423

VI. EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO .......................... 445


l. El matrimonio, una realidad humana ............................. 447
2. El matrimonio, sacramento cristiano .............................. 457
3. El matrimonio, misterio de salvación y de amor ............ 467
INTRODUCCIÓN

Hace unos años (1984) publicábamos el trabajo Sacramentos


en comunidad pensando especialmente en una catequesis sobre los
sacramentos para jóvenes y adultos. Lo hacíamos así porque, según
nuestra opinión, «todavía no existía en España un material orgáni-
co, coherente y completo para una catequesis integral dirigida a
ellos, sobre lo que es un sacramento y sobre cada uno de los sacra-
mentos de la Iglesia». Es cierto que desde entonces ha habido nu-
merosas publicaciones de materiales catequéticos pensando en es-
tos destinatarios. Sin embargo, seguimos creyendo en la necesidad
y utilidad de este material por diversas razones:
La acogida de Sacramentos en comunidad ha sido generosa y
amplia, estando desde hace unos años agotada la sexta edición y
difundido el libro en España y América.
El servicio prestado y la demanda constante de este material
nos mueven a proponerlo de nuevo, pensando sobre todo en los nu-
merosos laicos que desempeñan ya un ministerio en relación con la
catequesis y celebración de los sacramentos, y que desean tener un
medio que les ayude a comprender, celebrar y aplicar la celebra-
ción a la vida concreta.
Por otro lado, parece evidente que, dada la íntima relación entre
liturgia y sacramentos, entendidos como celebraciones de la Igle-
sia, se complete el tratamiento anterior con nuevos temas que ayu-
den a tener una síntesis completa y renovada de la totalidad de las
celebraciones del misterio cristiano, cuyo corazón lo constituyen
los sacramentos. Este es el motivo por el que hemos elaborado diez
nuevos temas sobre la «Liturgia, misterio y vida».
No podíamos desconocer, además, la exigencia de una revisión
y renovación de algunos aspectos ya desarrollados en los temas an-
teriores. La aportación del Magisterio de la Iglesia, la reflexión
12 Introducción Introducción 13

teológica, las nuevas situaciones pastorales ... reclaman una inte- Este sigue siendo también hoy nuestro propósito y deseo, espe-
gración, matización y aplicación de algunos aspectos, como queda rando que el material que se ofrece pueda servir y ayudar a profe-
reflejado, para quien compara atentamente la publicación actual. sores y formadores sobre todo de laicos, a sacerdotes en su tarea
Se trata, pues, no de una simple reedición, sino de una nueva edi- pastoral, a catequistas, a educadores de la fe, y a todo fiel cristia-
ción renovada, con material inédito, que completa y actualiza lo que no que quiera ahondar en el misterio de la celebración litúrgica y
para muchos ya fue una ayuda formativa, catequética y pastoral sacramental.
apreciada. La metodología sigue siendo la misma, con unos puntos
de desarrollo fijos que, además de ayudar a crear una estructura de
pensamiento, intentan presentar el tema desde sus diversas perspec-
tivas complementarias, aplicando la dinámica mistagógica clásica.
Así se explican los principales apartados de cada una de las ca-
tequesis: 1) Encuentro con la vida. 2) Profundización en el sentido.
3) Aplicación a la celebración y la vida. 4) Puntos para el estudio
y la revisión. 5) Oración y meditación. En el caso de la Eucaristía,
y atendiendo a su centralidad y frecuencia, añadimos un punto nue-
vo: «Actitudes para la participación», con la intención de ayudar a
mejorar la participación interna y externa, consciente y activa, de
cuerpo y alma en la celebración eucaristica.
Pretendemos ofrecer, en un lenguaje actualizado y sencillo, los
contenidos centrales y la doctrina fundamental sobre cada uno de
los temas nucleares de la celebración litúrgica y de los sacramen-
tos. Estos temas son presentados desde una perspectiva antropoló-
gica, teológica, celebrativa y pastoral. Por eso el material se ordena
según una dinámica formativa y catequética integral, que permita
unir y complementar armónicamente doctrina y vida, aconteci-
miento y sentido, contenido y celebración, rito y compromiso, ex-
periencia de fe y razones de esperanza.
Y debemos reconocer que este material obedece fundamental-
mente a una convicción y actitud personal en el trabajo que desde
hace treinta años venimos realizando como profesor catedrático de
Liturgia y Sacramentos en diversas Universidades (Deusto, Vitoria-
Burgos, Salamanca). Siempre nos hemos esforzado por unir la do-
cencia con una cierta actividad pastoral, por acercar la teología a la
praxis (y viceversa), por conectar la especulación a la vida (y vice-
versa), de manera que el discurso más racional y sistemático llega-
ra a ser mensaje de vida y catequesis, y el lenguaje teológico sobre
la fe viniera a ser también palabra para la transmisión de la fe, y en
definitiva que la teología pudiera llegar y ser también accesible al
pueblo de Dios.
PRIMERA PARTE
LA LITURGIA, MISTERIO Y VIDA
1
¿Qué es celebración litúrgica?

1. Encuentro con la vida

Cuando en el lenguaje común oímos hablar de «liturgia», con


frecuencia entendemos que se trata de un acto público ritualizado o
sometido a unas normas precisas, v.gr., liturgia de los juegos olím-
picos, de las elecciones democráticas, de una manifestación ... Y si
se trata de la «liturgia» de la Iglesia, también nuestra atención se
dirige sobre todo a la acción ritual que comporta. Pero el rito, sien-
do uno de los elementos centrales de la liturgia, no lo es todo. Den-
tro o a través de una acción litúrgica se encuentra el misterio y la
vida, detrás del aparecer se encuentra el ser, en el significante o
formas externas se manifiesta el contenido y el sentido interno. Y
no se puede separar una cosa de la otra. Cuando se hace así, se cae
fácilmente en el ritualismo o exterioridad formalista, o bien en el
interiorismo o subjetividad pietista.
Y la «liturgia de la Iglesia» es mucbo más. Es la «obra» por ex-
celencia de Dios, sin dejar de ser la acción más profundamente hu-
mana. Es el ámbito más significativo del encuentro y el diálogo en-
tre Dios y el hombre, en y por la comunidad. Es el medio donde
mejor se manifiesta la comunicación entre lo divino y lo humano,
entre el cielo yla tierra, entre Dios, la humanidad entera y la realidad
creada. Es, en fin, ese «lugar» donde el creyente siente y experimenta
que si Dios se alegra del hombre, también el hombre debe
alegrarse de Dios, viviendo así el gozo de una fiesta única y original.
Se dice que el hombre actual, condicionado como está por
el trabajo, el ritmo acelerado, el afán de tener y consumir ... , ha
per-dido en parte su capacidad de celebrar y festejar, porque ha
perdido la capacidad de contemplar y simbolizar, de gozar con
gratuidad y de comunicar sin interés. Sin embargo, creemos que,
aunque
18 La liturgia, misterio y vida ;;Qué es celebración litúrgica'! JY

cambien las formas y los ritmos, las actitudes y actividades, el - «Centralización en el amor», donde se resume la ley y los
hombre sigue celebrando y festejando. Nadie puede vivir sin cele- profetas (Me 12, 28-34; Mt 22, 39-40; Lc 10, 25-28).
brar, de la misma manera que nadie puede celebrar sin vivir. La - «Existencialización», en cuanto que se manifiesta en el servi-
cuestión es si, entre sus formas de celebración, cuenta también la cio diario y en el amor permanente (Me 10, 41-44; Mt 20, 24-28).
«celebración litúrgica», si goza de esa celebración, porque partici- - Y en una palabra «cristologización», en cuanto que que él es
pa en ella y vive su misterio desde la fe. el modelo y mediador cultual, el verdadero y único sacerdote (Rom
10, 9-13; Heb 5).
Esta «cristologización» o nuevo sentido del culto desde Cristo
2. Profundización en el sentido es lo que se prolonga en la comunidad primitiva, y lo que se mani-
fiesta en la misma utilización del término «leitourgia». El término
a) l a liturgia como culto existencial procede del griego (laos = pueblo, y ergon= obra) y significa, de
forma general, «obra del pueblo» u «obra para el pueblo». En el
La palabra «culto» (del latín cultus, colere: honrar, venerar) ex- Nuevo Testamento «leitourgia» se usa, bien para indicar el culto sa-
presa la relación del hombre con Dios, desde un reconocimiento de cerdotal y levítico ( Lc 1, 23; Heb 8, 2.6; 9, 21), bien para referir-
su grandeza, su poder y su misterio, y con actitud de reverencia, se al ministerio de la predicación o evangelización (Rom 15, 16;
adoración o humilde entrega por parte del hombre. Esta relación se Flp 2, 17), bien para referirse al mismo acto de culto (Hch 13, 2).
manifiesta en actitud interna (reconocimiento interior), pero tam- Es sobre todo san Pablo el que utiliza el término para indicar la ac-
bién en actos externos (ritos, ofrendas y sacrificios diversos), y so- tividad evangelizadora y caritativa (colectas) de la comunidad cris-
bre todo en el comportamiento existencial de la vida (justicia y de- tiana. Aunque a lo largo de la historia la expresión «liturgia» se uti-
recho, solidaridad con los pobres, verdad y perdón). La tentación lizó para designar sobre todo la acción ritual, con la renovación
del hombre religioso ha consistido siempre, como se muestra en la litúrgica se ha interpretado como el culto público que el «Cristo to-
Escritura, en pretender «contentar» a Dios con ritos y cultos exter- tal», cabeza y miembros, tributa al Padre (Mediator Dei, 29. Cf.
nos, sin incidencia en la conducta de vida, en la existencia cotidia- Sacrosanctum Concilium, 7). Y hoy se tiende a explicar «liturgia»
na. De ahí las denuncias de los profetas (Dt 10, 12-13; I s 1 , 10-20; en su doble movimiento: como obra de Dios para la santificación
58, 10-11; Am 5, 21-24 ... ), y del mismo Jesús contra la absoluti- del pueblo o Iglesia (servicio de Dios al hombre), y como obra del
zación de la ley del sábado, o del culto en el templo, o de la exte- pueblo o Iglesia para alabanza a Dios (servicio del hombre a Dios).
rioridad de las prácticas de purificación, de ayuno, de limosna y «Más que toda distinción entre el clero y los laicos, el término 'li-
oración (Mc2,8-28ypar;Jn2, 13-22;Mt21, 12-13;12, l0-12;Lc turgia' expresa que la obra de Dios para los muchos afecta a todos
6, 7-9; Mt 5). Jesús no rechaza el culto, pero se distancia crítica- (dimensión descendente), y que el encuentro de los hombres con
mente de algunas prácticas cultuales. Lo que él quiere es un verda- Dios en la alabanza, la acción de gracias, la oración y la súplica
dero culto «en Espíritu y en verdad» (Jn 4, 20-24), que se basa en (dimensión ascendente) es asunto de todos» (M. Kunzler).
su actitud cultual o de ofrenda de la vida entera entregada por los
demás, en la obediencia a la voluntad del Padre, y en la dinámica
del mismo Espíritu. La novedad del culto que Cristo proclama se b) L a liturgia como diálogo y comunicación
resume en estos aspectos:
- «Espiritualización», en cuanto que se trata de un culto «en el El diálogo de Dios con el hombre se inicia en la creación, tiene
Espíritu» (Jn 4, 20-24). su punto culminante en Cristo y se continúa en la liturgia y los sa-
- «Interiorización», en cuanto que su centro radica en la actitud cramentos. Se trata de un diálogo que tiene su iniciativa en Dios
interior (Me 2, 13-18). mismo, que encuentra su referente en Cristo desde la encarnación
20 l a liturgia, misterio y vida ¿Qué es celebración litúrgica? 21

hasta la ascensión, y que se prolonga de modo eclesial significati- otros medios sensoriales (tacto, colores, olores, sabores). Pero se
vo en la liturgia. Así lo ha reconocido la Sacrosanctum Concilium, trata de medios cargados de sentido sagrado, de significado divino-
7: «Realmente, en esta obra tan grande, por la que Dios es perfec- humano, de historia de salvación.
tamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia - El mensaje o contenido es la clave de la originalidad de la co-
siempre consigo a su amadísima esposa la Iglesia, que invoca a su municación litúrgica, porque en ella se contiene el misterio de sal-
Señor y por él tributa culto al Padre eterno. Con razón, entonces, vación invisible e inefable, porque en ella es Dios mismo el que se
se considera la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesu- transmite.
cristo. En ella los signos sensibles significan y, cada uno a su ma- - Y en cuanto al código o sistema de señales, no se trata de có-
nera, realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo místico digos técnicos, sino de códigos revelados, ni se trata de sistemas
de Cristo, es decir, la cabeza y sus miembros, ejercen el culto pu- automáticos, sino de actitud de fe, ni tiene por objetivo la simple in-
blico íntegro». La liturgia supone, pues, un verdadero diálogo de formación o formación, sino la conversión, la acogida agradecida,
comunicación o encuentro dialogal entre Dios y el hombre por la la salvación que se hace vida.
mediación de la Iglesia, por el que Cristo mismo continúa ejer-
ciendo su sacerdocio mediador, para alabanza del Padre y santifi-
cación del hombre (cf. Catecismo de la Iglesia católica, 1153). c) La liturgia como celebración festiva
Ahora bien, este como todo diálogo supone la comunicación.
Como es bien sabido, la comunicación, desde un punto de vista Este diálogo de comunicación original y único se caracteriza
técnico elemental implica estos elementos: 1) El emisor o comuni- también porque supone un encuentro festivo y gozoso, en el que
cador que puede ser una persona o un grupo de personas. 2) El re- Dios manifiesta la alegría de compartir y comunicar su vida, y el
ceptor o destinatario del mensaje, que puede ser muy diverso y de- hombre se alegra gozosamente de ser así amado por Dios, y de po-
be estar en condiciones de interpretarlo. 3) La señal o el medium der compartir este amor con los demás en la fe. El sentido festivo, la
por el que se transmite el mensaje salvando las distancias entre fiesta, el tiempo libre dedicado a holgar y disfrutar, es un elemento
emisor y receptor. 4) El mensaje mismo o contenido de la comuni- integrante de la vida humana, y también de la vida religiosa. En to-
cación que se quiere transmitir. 5) Y el código o sistema de señales das las religiones han existido días festivos dedicados a honrar a la
estructuradas que permiten comprender el mensaje, descodificar divinidad. El pueblo de Israel ordenaba diversas fiestas en honor de
las señales por parte del receptor. Yahvé (Sabbat, Pascua, fiesta de los Ázimos, Tabernáculos, Recon-
Aplicado a la liturgia, hay que decir que todos estos elementos ciliación). Y la comunidad cristiana continuó celebrando fiestas y
se realizan de modo original y propio, por el misterio y contenido solemnidades en honor del Dios de Jesucristo, y en referencia fun-
que implican: damental al misterio de Cristo (Día del Señor, Pascua, Pentecostés,
- El emisor es ciertamente el hombre(s) visible, pero en reali- Nacimiento del Señor. .. ). La celebración de estas fiestas, centradas
dad es el Dios invisible quien emite y del que parte la iniciativa de en su aspecto religioso, fue siempre también un momento de des-
comunicación. canso, de alegría, de liberación, de comunicación y relación espe-
- El receptor es también el hombre(s) o el grupo, pero en este cial. Pero, llegados al momento de la industrialización y urbaniza-
caso es la comunidad creyente, y por ella la misma la Iglesia y el ción (finales del siglo XIX-XX), del trabajo continuado que supone
mundo. la ruptura del ritmo día-noche, del agobio por la esclavitud del ho-
- La señal o el medium es también el hombre(s) a través de me- rario, por la producción y el consumo, unido a la reivindicación so-
dios auditivos (palabras, cantos, música, oraciones) y medios vi- cial de un tiempo de descanso (fin de semana) con frecuencia inde-
suales (gestos, ritos, signos y símbolos, imágenes y arte, espacios, pendiente del domingo, los cambios en la celebración festiva, y
estructuras funcionales [ambón, sede, sagrario ... ]), e incluso con sobre todo desde un punto de vista religioso, han sido muy grandes.
22 La liturgia, misterio y vida ¿Qué es celebración litúrgica? 23

Por un lado, el domingo ha dejado de ser «controlado» por la Igle- mismo Dios. No se va a la fiesta litúrgica para «ganar tiempo»,
sia y el tiempo festivo ha adquirido otros ritmos. Por otro lado, de- aunque es el tiempo mejor ganado. No se participa en el rito festi-
bido a la reacción ante un mundo y una sociedad centrada en lo téc- vo porque sea algo útil-pragmático, sino porque es algo in-útil, gra-
nico y racional, en lo laborioso y productivo, en la aceleración y tuito y libre. No se está con los demás en la fiesta para aprovechar-
falta de tiempo, se reclama de la misma Iglesia la recuperación del se de ellos u obtener una ganancia por ellos, sino para compartir
sentido festivo y gozoso de sus celebraciones, la superación de for- graciosamente lo que hemos recibido gratis. Sólo entonces la fies-
malismos estáticos, de fríos ritualismos. De ahí que se insista en la ta es liberación que rompe los moldes del comportamiento cotidia-
necesidad de destacar en la liturgia aquellos elementos que consti- no, convirtiéndose en verdadera «gracia» para el que así participa.
tuyen la esencia de la fiesta, como son: - La exuberancia y hasta el «exceso», que se manifiesta en el as-
- La referencia a un «tiempo nuevo», que más allá de las esclavi- pecto personal externo (vestidos, adornos ... ), y sobre todo en la or-
tudes de lo cotidiano y cronológico, permita la unión con ese tiem- denación y el adorno del mismo lugar y de los diversos elementos
po primordial e incondicionado, con ese referente salvador que sólo de la fiesta (manteles, flores, estandartes, cruces, objetos litúrgicos),
se sitúa en Dios, que afirma la bondad radical de las cosas, que per- así como en las acciones extraordinarias que allí se desenvuelven
mite soñar y esperar en otro futuro. (procesiones, música, cantos, danzas, representaciones, adornos de
- La afirmación de un sentido de vida, que superando las oscu- calles y plazas ... ). Es cierto que este sentido festivo no siempre se
ridades del acontecer diario (chronos), hace memoria del aconteci- manifiesta de la misma manera. Pero siempre debe manifestarse de
miento salvador que se celebra (kairós: Cristo), renueva el ideal de algún modo.
vida, y lo impulsa hacia una nueva realización.
- El juego o la acción ritual, como medio por el que el hombre
creyente expresa su fe y su libertad, sus sentimientos y aspiraciones 3. Aplicación a la celebración y la vida
más hondas, ese «plus» de sentido que las mismas palabras no lo-
gran manifestar. La fiesta litúrgica también debe ofrecer al creyen- a) Para que el diálogo y la comunicación sean reales
te la posibilidad de expresarse por la palabra y el rito, los signos y
símbolos, por la danza y el canto, por el juego y el divertimiento. Todo cuanto hemos dicho del diálogo y la comunicación debe
- La libertad y espontaneidad, que hace posible el que se supere posibilitarse a través de los medios de que se dispone en la cele-
la cerrazón de la norma, la esclavitud del ritmo, el formalismo im- bración litúrgica. Es cierto que el diálogo y comunicación con Dios
puesto, dando lugar a espacios de crítica y denuncia de lo injusto o de cada persona es siempre misterioso e intransferible. Pero, sobre
insano, a la vez que de creatividad constructiva, de espontaneidad
todo en cuanto es celebración comunitaria, se requiere que se pon-
liberadora. La liturgia, en su antes o en su después, también ofrece
gan los medios externos para una realización adecuada. Los prin-
esta posibilidad.
- La renovación de los lazos comunitarios, que implica la con- cipales medios son las personas que desempeñan un servicio o mi-
vocatoria y preparación de la fiesta, la nueva relación que se esta- nisterio, y en especial el que preside la celebración: su talante
blece entre los participantes, al compartir el rito y la acción, sin litúrgico, su capacidad de transmitir y comunicar con los demás y
discriminaciones o diferencias, poniendo cada uno lo que mejor sa- con el misterio, su acción comedida y armoniosa, su dicción y au-
be para alegría de todos. Una verdadera liturgia festiva supone siem- dición, su capacidad mistagógica (remitir al significado o misterio
pre una auténtica participación comunitaria, una renovación de la desde los signos y símbolos), la ordenación adecuada de todos los
comunidad. medios técnicos que mejoran todo esto (cuando es posible) ... Todo
- La gratuidad y gratitud por la vida, por los dones que la vida ello contribuirá de modo notable a que el diálogo pueda realizarse
nos aporta, por el don de los demás, y en especial por el don del y esté lleno de sentido.
¿Qué es celebración litúrgica? 25
24 La liturgia, misterio y vida

no dé su fruto en la tierra buena. Las acciones litúrgicas significan


b) No se improvisa la fiesta
lo que expresa la palabra de Dios: a la vez la iniciativa gratuita de
Dios y la respuesta de fe de su pueblo».
La fiesta litúrgica, como toda fiesta, requiere una preparación es-
merada de todos los elementos que entran en la misma. En primer lu-
gar, es necesario que estén preparados los «animadores» de la fiesta,
tomando conciencia de que una de sus finalidades es hacer posible 5. Oración y meditación
que la comunidad participe con ánimo gozoso, con talante de fiesta. a) La liturgia comienza con el uso que damos a las cosas creadas:
En especial habrá que prestar especial atención a la música y el can- Despierta, oh hombre, y reconoce la dignidad de tu naturaleza. Re-
to que alegran la fiesta, que expresan el sentimiento y la participa- cuerda que fuiste hecho a imagen de Dios; esta imagen que fue des-
ción gozosa. En segundo lugar, es preciso preparar los símbolos y truida en Adán, ha sido restaurada en Cristo. Haz uso como convie-
elementos que destacan el carácter festivo de la misma celebración, ne de las criaturas visibles, como usas de la tierra, del mar, del
como pueden ser: los adornos del altar, del ambón y del presbiterio cielo, del aire, de las fuentes y de los ríos; y todo lo que hay en ellas
(flores, manteles, cirios), de otros lugares de la misma iglesia, según de hermoso y digno de admiración, conviértelo en motivo de ala-
fiestas, posibilidades y tradiciones o costumbres. Tiene gran impor- banza y gloria del Creador. .. Las cosas buenas que ha hecho el
tancia la incorporación de elementos culturales, sobre todo en mo- Dios bueno no significan un obstáculo para vuestra fe. Lo que pre-
mentos en que es posible: ofrendas, entrada, despedida ... Es eviden- tendemos es que uséis de un modo racional y moderado de todas las
te, sin embargo, que no toda celebración litúrgica puede implicar criaturas y de toda la belleza de este mundo (De los Sermones de
estos elementos de fiesta. Se puede distinguir entre: 1) Reunión san León Magno: Sermón 7 en la Natividad del Señor, 2, 6).
celebrativa: como puede ser la celebración diaria de la eucaristía.
2) La celebración festiva: los días de domingo, que implica poner en b) También celebramos la eucaristía, agradeciendo a Dios los
acción muchos de los elementos festivos señalados. 3) La dones de la creación:
solemnidad festiva: en las fiestas principales del año litúrgico, Te decimos: «Gracias», por todo lo que nos has dado:
patronales ... , que suponen cierta exuberancia de elementos de por la luz del sol, las estrellas y la luna,
fiesta. las flores y los árboles,
los pájaros del cielo,
4. Puntos para el estudio y la revisión todos los animales de la tierra,
los peces de los mares y los ríos,
a) ¿Tienen un verdadero carácter festivo nuestras celebracio- las ciudades y los pueblos,
la casa en la que vivimos
nes? Medios que propondrías para recuperarlo.
y todo lo que nos alegra.
b) Lee el texto de I Cor 14, 26-40. Comenta con los demás, si
es posible, aquello que te sugiere el texto sobre el diálogo en la (Misal romano: Plegaria para niños de primera comunión)
asamblea.
c) Qué te sugiere este texto del Catecismo de la Iglesia católi-
ca, 1I 53: «Toda celebración sacramental es un eucuentro de los hi-
jos de Dios con su Padre, en Cristo y en el Espíritu santo, y este en-
cuentro se expresa como un diálogo a través de acciones y de
palabras. Ciertamente, las acciones simbólicas son ya un lenguaje,
pero es preciso que la palabra de Dios y la respuesta de fe acom-
pañen y vivifiquen estas acciones, a fin de que la semilla del Rei-
2
Liturgia, corporeidad, ritualidad

1. Encuentro con la vida

a) ¿Qué tiene que ver la liturgia con el «cuerpo»?

La religión cristiana, en cierta continuidad con la concepción


bíblica, entiende la persona como una totalidad corpóreo-espiri-
tual. Lejos de despreciar el cuerpo, lo aprecia y valora no sólo por-
que es «humano», sino también porque de algún modo es divino,
ya que su origen último está en la voluntad creadora de Dios, que
hizo al hombre en su totalidad «a su imagen y semejanza» (Gn 1,
27). Sin embargo, a lo largo de la historia, debido a la influencia
del pensamiento platónico, se extendió una cierta actitud deprecia-
tiva de lo corporal y material, en relación con el alma espiritual y
lo trascendente. Y como la liturgia es un acto que expresa y celebra
esta realidad espiritual y trascendente, no se dio gran importancia
al cuerpo en la acción litúrgica.
Pero hoy, debido a la recuperación de la concepción original
cristiana, a la mejor comprensión del carácter corpóreo-simbólico
del hombre, y en parte a la valoración (y hasta exaltación) del cuer-
po (salud, belleza, deporte, cuidados corporales ... ), hemos venido a
tomar conciencia más clara de la importancia del cuerpo en la mis-
ma acción litúrgica. Al fin y al cabo todo lo que hacemos en la ce-
lebración, podemos hacerlo gracias al cuerpo, con su capacidad de
expresión múltiple, con sus movimientos y sus gestos.

b) La ritualidad es distinta del ritualismo

También la valoración de los ritos ha sufrido sus vicisitudes a lo


largo de la historia. Unas veces se los ha exagerado cayendo en el
28 La liturgia, misterio y vida Liturgia, corporeidad, ritualidad 29

ritualismo, y otras veces se los ha denostado cayendo en el «com- - Símbolo: es una realidad distinta del hombre y del objeto sim-
plejo de lo ritual». En los últimos tiempos hemos vivido este doble bolizado, que nos remite a dicho objeto, al mismo tiempo que lo ha-
movimiento: si antes del Vaticano II se daba un cierto ritualismo ce eficazmente presente para nosotros, por la intencionalidad que
exagerado, en cuanto que la liturgia se entendía sobre todo como el lo inunda. El símbolo incluye gestos y ritos formando un sistema
cumplimiento fiel y minucioso de las ceremonias y los ritos; des- simbólico.
pués del Vaticano II se dio una cierta depreciación de los ritos o Gesto, rito y símbolos no son realidades contrapuestas y separa-
alergia a lo ritual, insistiendo en la palabra y la evangelización. Pe- das, sino interrelacionadas y unidas en la misma acción ritual. Siem-
ro, si la actitud ritualista conduce a la magia ritual, que atribuye a pre ha de tenerse en cuenta, sin embargo, que un simple gesto indi-
los ritos una eficacia automática; la actitud «verbalista» lleva al vidual no puede considerarse sin más como un rito, ya que este
abstraccionismo o a la racionalidad, que hace de la liturgia algo supone la repetición y la aceptación por diversidad de personas, y
desencarnado y sin vida. que el rito tampoco es sin más un símbolo, ya que si bien el sím-
Sin embargo, tanto la palabra como el rito son necesarios y se bolo suele implicar el gesto y el rito, no todo gesto o rito son sin
implican el uno al otro en la acción litúrgica. La forma de dar su más verdaderos símbolos. El rito acompaña normalmente a una ac-
verdadero puesto a los ritos es entender bien lo que significa la ción simbólica. Y el símbolo es normalmente un «sistema simbó-
«ritualidad», en cuanto valoración de una corporeidad que se ex- lico», que implica ritos y otros elementos.
presa, que necesariamente se comunica con palabras y acciones, No existe una definición de rito, sino muchas y variadas. Reco-
con signos y símbolos, con gestos y movimientos. Celebrar es gemos una que nos parece más completa y que se refiere al ritual:
también actuar en forma ritual. Celebrar es comunicar y comuni- «el ritual es un sistema codificado de prácticas, con ciertas condi-
carse con la totalidad corpóreo-espiritual que es el mismo hom- ciones de lugar y tiempo, poseedor de un sentido vivido y un valor
bre. Puede decirse que uno de los factores más perniciosos para simbólico para sus actores y testigos, que implica la colaboración
que la liturgia sea verdadera fiesta es la alergia o el miedo a la del cuerpo y una cierta relación con lo sagrado» (J. Maisonneuve).
expresión corporal, el descrédito al que a veces se somete a la ri- Pero sobre todo sabemos lo que es el rito por las funciones que
tualidad. al mismo suelen atribuírsele, y que también se cumplen en la mis-
ma celebración litúrgica:
Ordenación: porque deben realizarse según un determinado
2. Profundización en el sentido orden establecido. En la liturgia también hay una ordenación esta-
blecida.
a) Gesto-rito-símbolo Repetitividad: porque debe repetirse siempre lo mismo, en con-
tenido, acción y forma. Un sacramento se celebra repitiendo los
Para entender bien Jo que a continuación diremos sobre la cor- mismos ritos.
poreidad y la ritualidad, explicamos brevemente los conceptos: Acción: porque se trata de un hacer algo, y no sólo de un pensar
- Gesto: es un acto que implica la acción y movimiento corpó- o decir algo. La liturgia es la comunidad en acción ritual, que im-
reo, en relación a una cosa, una persona o un grupo, con el objeto plica a todos.
de indicar o expresar algo. El gesto no es sin más el rito. In-utilidad: porque en sí mismo el rito no es algo productivo a
- Rito: es en principio un acto realizado según un orden, repe- nivel material. No vamos a la liturgia para obtener un beneficio
titivo y de algún modo automático, susceptible de una diversidad material.
de interpretaciones, que suele implicar diversos gestos o acciones. Estilización: porque la conducta y los símbolos se apartan del
El rito es una acción que se ejecuta con exactitud y con cierta so- uso común o habitual. Celebramos la eucaristía con pan y vino, pe-
lemnidad. ro no de «uso común» como los del comedor familiar.
30 La liturgia, misterio y vida
Liturgia, cmporeídad, ritualidad 31

Sacralidad: porque guardan una cierta relación con lo sagrado. sia. No pueden cambiarse sin más, porque expresan la identidad sa-
En la liturgia, su finalidad es precisamente expresar esta relación cramental de la Iglesia, porque son principio de fidelidad e identi-
con el misterio de la salvación. dad. En cada caso tienen elementos comunes y diferenciantes.
Socialidad: porque tienen un significado social y sirven para la Ritos complementarios: son todos los demás, que forman parte
relación social. Toda liturgia es un acto público y social que nos in- del sistema ritual, explicitan y muestran más ampliamente su sen-
terrelaciona, y consolida nuestra pertenencia comunitaria. tido, y son igualmente necesarios para la plenitud de la celebración
A-rracionalidad: porque su lenguaje no es racional sino meta- del sacramento. Pero tienen una mayor dosis de culturalidad y co-
lógico. El rito no es explicación racional, sino mostración que su- rrespondencia con la mentalidad, las costumbres y manifestaciones
giere y remite. rituales de los pueblos en las distintas épocas. Por eso están some-
Ambivalencia: porque se abre a una interpretación múltiple se- tidos a cambio y adaptación, como ya reconocía la misma Consti-
tución de liturgia.
gún la intencionalidad. En la liturgia no se elimina toda ambiva-
lencia, pero se encauza desde la actitud de fe y el sentido atribuido
al rito concreto.
c) Acción ritual-corporeidad-comunidad
Carácter sintético: porque resumen y condensan pluralidad de
sentidos. El rito litúrgico expresa una totalidad de sentido divino- 1. Rito y corporeidad
humano, eclesial y comunitario.
Carácter procesual: porque aunque el rito más significativo se La acción ritual dice especial relación al cuerpo, es necesaria
desarrolle en un espacio y tiempo concretos, todo ritual lleva con- y connatural al hombre porque este es y tiene un cuerpo. Puede
sigo una preparación (antes), y una prolongación aplicada a la vida decirse, por tanto, que el fundamento de los ritos es la existencia
(después). Este es precisamente el proceso que se sigue en los sa- del hombre en un cuerpo encarnado. El hombre, en cuanto tiene
cramentos. cuerpo, no sólo tiene ritos, en sentido amplio «es» rito en todo lo
que hace, o mejor, es una «ritualidad viviente» en la totalidad de
la ordenación de su vida. La forma ritual concreta es la figura
b) Necesaria distinción ritual de la corporeidad en diversas situaciones. El hombre, ser-en-un-
cuerpo, se expresa y se compromete en sus ritos corporales. Por
Toda la vida del hombre, la vida familiar y la vida social están ellos se juega el «prestigio del cuerpo». En su comportamiento ri-
llenas de ritos, pues el hombre viene a ser como una «exposición tual la corporeidad se expresa, se comunica y emite una imagen
ritual permanente». Hay ritos seculares y ritos religiosos. Hay ritos de sí misma. De ahí que el cuerpo sea el primer símbolo del hom-
cristianos y ritos católicos. Fijándonos en los ritos católicos, es ne- bre, al que podemos calificar como ser simbólico por su cuerpo.
cesario tener en cuenta la distinción entre «ritos fundamentales» y Pues bien, esta ritualidad corporal es la que se pone en acción en
aquellos que no lo son: la liturgia.
Ritos fundamentales: llamamos así a aquellos ritos que consti- Más aún, el hombre es «ritual» no sólo porque es corpóreo, si-
tuyen el núcleo de la acción ritual, sin los que el acto no existe en no también porque es «animal social». El rito es una de las formas
verdad, y en torno a los cuales giran todos los ritos más secunda- más importantes de estar y comunicarse con los demás. Por el rito
rios, pero que contribuyen a la acción ritual. Así, en los sacramen- del cuerpo los demás acceden también a nuestra verdad personal.
tos, rito fundamental es la estructura esencial, el signo y la palabra Por eso, todo rito lleva e implica el prestigio del mismo cuerpo,
esenciales (v.gr. en el bautismo, el rito del agua con la fórmula «Yo suscitando la aceptación, el rechazo o la indiferencia. Esta impli-
te bautizo ... »). Tiene su fundamento en la Escritura, la Historia de cación de lo corporal en el rito supone una llamada a la misma es-
la salvación, y la Tradición más genuina y permanente de la lgle- tética del cuerpo (movimientos, gestos, actitud, palabra ... ), como
32 La liturgia, misterio y vida Liturgia, c01poreidad, ritualidad 33

parte importante de la estética de la liturgia. No es, por tanto, indi- 3. Aplicación a la celebración y la vida
ferente, la forma o ritualidad corporal con la que actuamos en la
celebración. Pues es en este lenguaje eminentemente sensible y a) El rito como contestación renovadora
corporal donde, según la tradición eclesial, se efectúa la comuni-
cación más «espiritual» de Dios (la del mismo Espíritu santo), y se La tentación de separar el rito de la vida es constante. Pero, bien
expresa la verdad del sujeto creyente. Los sacramentos atestiguan entendido, celebrado y vivido, el rito es uno de los elementos más re-
de este modo que lo más verdadero de la fe no se realiza sino en lo novadores de la misma vida. Y es así porque manifiesta la tensión
concreto del cuerpo. entre el ya y el todavía no, el dinamismo entre la repetición y la rea-
lización, entre lo que significa y lo que vivimos. El rito necesaria-
2. Rito y comunidad mente se relaciona con el mito, con el relato fundante, con la memo-
ria primordial o el ideal por el que aspiramos, que para los cristianos
Todos están de acuerdo en afirmar que el rito implica una di-
es en definitiva el mismo Cristo. Sin mito los ritos pierden su poder
mensión comunitaria o colectiva y social. Más aún, sólo llega a ser
de evocación. Pero, dado que el rito nunca representa perfectamente
verdadero rito de una comunidad cuando es aceptado y compro-
el acontecimiento al que remite, y supuesto que el hombre y la co-
mete a la comunidad o colectividad. Un rito es una acción simbóli-
ca de una comunidad. En el rito hay un elemento de comunicación munidad nunca realizan en su vida plenamente la verdad del mito o
y de autocomunicación comunitaria. Por medio del rito las perso- ideal, por eso mismo el rito es siempre profético y provocativo, ya
nas entran en comunicación y en comunión. Participar en el mismo que contesta y denuncia la situación actual y la mueve al ideal.
rito es compartir las mismas significaciones, adoptar las mismas Por otro lado, el rito religioso es la religión viva del pueblo, la
actitudes, comprometerse en los mismos actos. expresión y representación en acto de las creencias y esperanzas
El rito es recreativo de la misma comunidad, de su estructura y del pueblo. En él se integran religión y vida, vicisitudes cotidianas
de su vida. Es la expresión simbólica de la estructura de la comu- y sentido trascendente, realidad vivida e ideal por el que se aspira.
nidad, porque en su desarrollo intervienen los miembros de la co- La repetición del rito es la renovación de las grandes aspiraciones
munidad según el puesto y la función que en ella desempeñan. De del pueblo, y por lo mismo viene a ser el impulso permanente que
ahí que la Iglesia diga que la liturgia, sobre todo la eucaristía, es lo mantiene en sus luchas y esperanzas. Es como decirnos cotidia-
una celebración «jerárquicamente ordenada». namente que ese Dios, a quien celebrarnos y que manifiesta su pre-
Pero esto no debe llevar a pensar que el rito no hace sino en- sencia por el rito, no abandona al hombre en sus alegrías y triste-
cerrar a la comunidad en unas formas que pueden llevar al ritua- zas, de las que está sembrado este caminar por la vida.
lismo. Al contrario, el rito recrea a la comunidad, actualiza su
«relato fundante» o ideal evangélico, manifiesta su identidad pú-
blicamente, comunica a la misma comunidad con otras comuni- b) El rito tiene también sus riesgos
dades, es reclamo que anuncia y llama a la participación, la
igualdad, la fraternidad. Ahora bien, no todo rito cristiano encie- El rito es necesario, pero también comporta sus riesgos, que
rra la misma densidad de compromiso, ni tienen la misma im- con frecuencia se han convertido en realidades. Y estos riesgos o
portancia. El rito central es la eucaristía, hacia la que confluyen peligros pueden concretarse en:
y remiten los demás sacramentos y celebraciones litúrgicas. No Peligro del sacrilegio: malversación de lo divino (por ejemplo,
en toda celebración aparece implicada la Iglesia de la misma tirar la hostia sagrada).
manera (v.gr. en una procesión popular, o en la celebración del Peligro de magia: pretensión de dominar el poder divino (pen-
bautismo ... ). sar que con poner un rito, Dios tiene que conceder automática-
mente la gracia o el favor).
34 l a litu,gía, misterio y vida liturgia, corporeidad, ritualidad 35

Peligro de mentira: buscar la eficacia en lo injusto (salir en pro- Posturas corporales: de pie, de rodiJlas, sentados, inclinados,
cesión para que Dios proteja un negocio sucio). prostrados, con los brazos extendidos. ¿Cuándo?
Peligro de impureza: depreciación de la realidad creatural, cor- Movimientos del cuerpo: valorar las procesiones de entrada,
poral (considerar que las ofrendas materiales o la danza son en sí ofrendas, comunión, despedida. ¿Moviendo los brazos? ¿Con una
impuras). danza adecuada?
Peligro de proyección: proyectar en el rito complejos y proble- b) La liturgia es corporal, y por tanto sensorial, por lo que de-
mas (se manifiesta en la realización obsesiva de algunos ritos). be cuidarse bien lo que afecta a los sentidos. Piensa qué harías o
Peligro de inversión: emplearlos para otro fin que el propio (un mejorarías en Jo que se refiere a los cinco sentidos:
funeral para justificar el comportamiento político violento). El «vern: poner algo para contemplar: imágenes, cuadros, pro-
Peligro de obsesión: emplearlos en sentido esclavizante, de de- yección ...
pendencia (sobre todo se expresa en «manías rituales personales»). El «oír»: técnicas, lecturas, música, canto, campanillas, otros
Peligro de formalismo: reducirlos a pura exterioridad y auto- sonidos ...
matismo (realización puramente formal, sin expresar el sentido y la El «oler-gustar»: flores, incienso, pan bendito, plantas aromá-
vida). ticas ...
Peligro de extranjereidad: sentirlos lejanos, sin afectar a la vi- El «tocar»: bendiciones, unción, imposición de manos, dar la
da personal (cumplimiento del rito, ]levando una vida que lo con- mano, abrazo.
tradice). c) Compara los ritos y la participación de la comunidad que se
Ante todo esto, es preciso que el creyente adopte una postu- da con motivo de un partido de futbol (en el «antes», el «en» y el
ra adecuada, o una «estrategia del rito», por la que se vea Jlevado «después»), y lo que sucede en nuestras asambleas litúrgicas. Aun-
a corregir o evitar las deformaciones. EJlo exige «moderación ri- que son cosas muy diferentes, ¿no podemos sacar alguna lección?
tual», empleándolos en ritmo y momentos adecuados; «sobrie-
dad y discreción», puesto que no se trata de una repetición gesti-
5. Oración y meditación
culante o teatral; «habitabilidad», haciendo de la acción ritual un
momento de paz, acogida, verdad, comunicación y esperanza;
a) El sentido de las «renuncias» se expresaba acompañando
«vigilancia», revisando permanentemente su elocuencia y sinto-
gestos corporales significativos en la Iglesia primitiva:
nía con la fe y la sensibilidad del pueblo; «distancia crítica», so-
metiendo y aceptando la crítica que sobre nuestra acción ritual Tú estás de pie con las manos extendidas en la actitud del orante y
puede hacer la asamblea por diversos medios. Nunca debe olvi- mantienes la mirada baja. Después de haber dicho: «renuncio a Sa-
darse que el rito es sobre todo una acción simbólica, cuyo fin es tanás», tú añades: «Y yo me comprometo con voto; yo creo y soy
remitir y referenciar a lo real invisible, no repetir lo real prag- bautizado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu santo ... »
Esta consignación con la que eres señalado es el signo de que has
mático. Por eso implicará siempre una cierta discontinuidad y sido marcado desde ahora como oveja de Cristo, como soldado del
analogía. Rey del cielo ... Cierto, al principio tú estás desnudo, pues tal es el
aspecto de los esclavos y de los cautivos; pero cuando has sido mar-
cado, extiendes sobre tu cabeza un velo de lino, que es el signo del
4. Puntos para el estudio y la revisión estado libre al que has sido llamado (Teodoro de Mopsuestia, Ho-
milías Catequéticas XIII, 13, 17, 19).
a) ¿Crees que habría que dar más importancia a la expresión
corporal en nuestras celebraciones litúrgicas? Sugiere la que te pa- b) Toda la comunidad exulta de alegría y se siente renovada
rezca mejor de estas posibilidades: con el bautismo de adultos y la acogida de los nuevos miembros:
36 La liturgia, misterio y vida

Apenas los neófitos salen de las piscinas sagradas, todos los asisten- 3
tes les abrazan, les saludan, les dan el beso, les felicitan y comparten
su alegría de que, esclavos y cautivos en otro tiempo, han llegado a
ser en un instante hombres libres, hijos sentados a la mesa real (eu- La liturgia, «obra de la Trinidad»
caristía) (Juan Crisóstomo, Catequesis a los iluminados 2, 27).

). Encuentro con .la vida

a) No es el hombre sino Dios el verdadero «protagonista»

Al hablar de liturgia pensamos nonnalmente en la acción humana,


en la ejecución del rito por parte de los ministros o agentes humanos.
Pero con frecuencia nos olvidamos de que el verdadero agente, el au-
téntico protagonista, el centro y el contenido principal de la acción ri-
tual le corresponde a Dios, en y como él mismo es: Dios Padre, Dios
Hijo y Dios Espíritu santo. Si perdemos esta referencia, si olvidamos
este sentido, reducimos nuestra liturgia a una simple acción humana
o social, como podría ser la «liturgia» que tiene lugar en otras reunio-
nes o celebraciones (recepciones, parlamentos, aperturas o clausuras
de eventos, aniversarios ... ), en las que de diversas maneras también
hay: un rito de saludo y acogida, un discurso o palabra, un rito de co-
mensalidad, una despedida. Lo original de nuestra liturgia no son tan-
to las fonnas, cuanto el contenido y misterio. No son tanto los agen"
tes humanos, cuanto el «agente divino». No es tanto aquello que se
manifiesta y se ve, cuanto aquello que estando presente y actuando no
se ve. Todo lo que significamos, hacemos y decimos en la celebración
litúrgica y sacramental no son sino fonnas humanas por las cuales ex-
presamos la presencia actuante y salvadora de Dios invisible, pero
misteriosamente visible a través de los signos.

b) Lo propio del hombre es recordar y agradecer

Además de que, participando en la liturgia, el hombre significa


y expresa esta presencia de Dios, también hace algo que es muy
38 La liturgia, misterio y vida La liturgia, «obra de fa Trinidad» 39

humano y normal: recuerda y conmemora agradecido, con pala- anunciado por los profetas y comenzó a cumplirse en el pueblo de
bras y gestos aquellos acontecimientos por los que Dios ha ma- Israel, pero que llegó a su verdadera realización en Cristo, y ha si-
nifestado y realizado la salvación del hombre. Y es que aquellos do dado a conocer por la predicación de los apóstoles (cf. Rom 16,
hechos que marcan y deciden la vida del hombre, no son para ol- 25-27; Ef3, 3-12). La etapa del anuncio y preparación corresponde
vidarlos. Necesitamos recordarlos y revivirlos, para encontrar el al Antiguo Testamento. Y se cumple a través de personas (Abrahán,
sentido de nuestra vida, aquello que nos identifica y que estimula Moisés, David, los profetas, Juan Bautista ... ), de acontecimientos
nuestra esperanza. Tanto a nivel individual y familiar, como a nivel (sobre todo la liberación de Egipto, del exilio en Babilonia ... ), de
social y político, estas celebraciones tienen un objetivo primordial: instituciones (como la monarquía, el sacerdocio, la Ley ... ), de sig-
encontrar la propia identidad desde los acontecimientos históricos nos (el Arca, el Templo, la Pascua ... ). Pero se trata de una etapa pe-
que le dieron origen y la configuraron. Se trata de verdaderas ce- dagógica, de preparación y anuncio, a la que los padres de la Igle-
lebraciones conmemorativas, en las que el encuentro, la palabra y sia califican como «sombra», «figura», «anticipo» de una realidad
el rito tienen un puesto primordial. Por el encuentro manifestamos que todavía estaba por venir. En este tiempo de preparación tam-
una intención y deseo común que nos unifica. Por la palabra se re- bién nos encontramos con ritos y sigues que preludian y preparan
fiere y relata lo que sucedió (narratividad) y lo que en ese momen- nuestras celebraciones litúrgicas. Son, como dice el Catecismo,
to se renueva (memorial). Y por el rito se representa simbólicamente, «signos de Alianza», pues «el pueblo elegido recibe de Dios signos
se dramatiza ritualmente (representación) el mismo acontecimiento, y símbolos distintivos que marcan su vida litúrgica: no son ya so-
en un intento de revivirlo, traspasando las fronteras del espacio y lamente celebraciones de ciclos cósmicos y de acontecimientos
del tiempo. El rito es una forma de perpetuar el acontecimiento del
sociales, sino signos de la Alianza, símbolos de las grandes accio-
pasado, sacándolo de su limitación histórica concreta o espacio.
nes de Dios a favor de su pueblo. Entre estos signos litúrgicos de la
temporal, y haciéndolo presente y actual para la comunidad que lo
antigua Alianza se puede nombrar la circuncisión, la unción y la con-
celebra.
sagración de reyes y sacerdotes, la imposición de manos, los sacri-
ficios, y sobre todo la Pascua. La Iglesia ve en estos signos una
2. Profundización en el sentido prefiguración de los sacramentos de la nueva Alianza» (Catecismo
de la Iglesia católica, 1150).
a) Liturgia e historia de la salvación,. -Verdad y realización: es la etapa que se cumple en Cristo y
por Cristo. Pues, si «Dios habló de una manera fragmentaria y de
La liturgia cristiana no es un rito aislado sin historia, sino una muchos modos en el pasado por medio de los profetas, en estos
celebración en continuidad con otras celebraciones que a lo largo últimos tiempos nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien
de la historia celebró la comunidad creyente, tanto en el Antiguo instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos»
como en el Nuevo Testamento, y en la amplia historia de la Iglesia. (Heb 1, 1-2). Es el tiempo en el cual la Palabra no sólo es anun-
Se comprende bien la liturgia, si la situamos en este contexto, cual cio, se hace carne (Jn l, 12-14); el Emmanuel es en verdad «Dios
eslabón de continuidad de una historia de salvación, que tiene su con nosotros» (Mt 1, 23; Is 7, 14); Dios se manifiesta plenamen-
origen en la voluntad de Dios Padre, que llega a su máxima reali- te en la humanidad total (2 Tim l, 9-1 O; Tit 2, 11; 3, 4-7), y la sal-
zación en Cristo, que se continúa actualmente por el Espíritu en la vación llega a su realización plena. Cristo es quien lleva a pleni-
Iglesia, y que anuncia y se encamina hacia su punto culminante en tud las promesas de salvación de Dios para con los hombres a lo
la escatología. Explicamos brevemente estas etapas: largo de toda su vida, su misión y su misterio. Pero sobre todo
hay un momento culmen eu el que se manifiesta y realiza esta
-Anuncio y preparación: el plan de salvación de Dios es, como salvación: es el de su pasión, muerte y resurrección, es el miste-
dice san Pablo, el «misterio escondido» desde la eternidad, que fue rio pascual (Jn 19, 30.34). «Cristo, el Señor, realizó esta obra de
40 La liturgia, misterio y vida La liturgia, «obra de la Trinidad» 41

redención humana y de glorificación perfecta de Dios ... princi- b) La liturgia, «obra de la Trinidad»
palmente por el misterio pascual de la bianventurada pasión, de
su resurrección de entre los muertos y de su gloriosa ascensión» Por todo lo explicado, debemos decir que la liturgia y los sacra-
(SC 5). Más aún, es Cristo el que usando o asumiendo los «sig- mentos son «obra de la Trinidad». De la misma manera que la his-
nos de la antigua Alianza», les da un sentido nuevo, que instaura toria de la salvación es la obra realizada por el Dios único (etapa
la liturgia nueva: así, «realiza sus curaciones o subraya su predi- del Antiguo Testamento), que manifiesta y realiza su plan salvador
cación por medio de signos materiales o signos simbólicos (cf. Jn por Cristo (etapa del Nuevo Testamento), y la continúa por el Espí-
9, 6; Me 7, 33-35; 8, 22-25). Da un sentido nuev:' a los hechos y ritu santo (etapa de la Iglesia), así la liturgia es la continuación ac-
a los signos de la antigua Alianza, sobre todo al Exodo y a la Pas- tualizada de esa misma salvación de Dios Padre, por Cristo y el Es-
cua (cf. Le 9, 31; 22, 7-20), porque él mismo es el sentido de to- píritu. De manera que la liturgia y los sacramentos son como la
dos esos signos» (Catecismo de la Iglesia católica, 1151). No ex- concentración simbólica de una obra de salvación que ya ha sido
traña, pues, que los Padres hablen de Cristo como la «realidad» realizada por Dios en Cristo, pero que Dios mismo continúa ofre-
(no la sombra), la «verdad», la «realización», el «cumplimiento» ciendo a todos los hombres por el Espíritu, de modo especial en la
de las promesas antiguas. liturgia y los sacramentos. Estos son para nosotros hoy los verda-
- Continuidad y actualización: con el envío del Espíritu en Pen- deros «acontecimientos de salvación», los lugares privilegiados en
tecostés y la Ascensión comienza el tiempo de la Iglesia, o la ter- los que Dios Trino sigue realizando sus maravillas, manifestando
cera gran etapa de la historia de la salvación. Se trata de una etapa su amor y salvación a los hombres.
que tiene por misión la continuidad y la actualización permanente
Esta dimensión o estructura trinitaria de la liturgia y los sacra-
de la salvación realizada de una vez por todas por Cristo, pero que mentos constituye la misma esencia de su misterio, el principio
es ofrecida a todos los hombres de todas las épocas y lugares. Es
fundamental de su sentido. Por eso, además de recordarlo el Nuevo
ciertamente el Espíritu santo el agente principal, el impulsor inter-
Testamento, lo repetimos constantemente en la celebración: «La
no que con su gracia y su poder anima y mueve los corazones de
los fieles y de los hombres para que se realice esta misión. Pero el gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y b munión
Espíritu es el don escatológico invisible del Padre y del Señor re- del Espíritu santo estén con todos vosotros» (saludo m1crnl de la
sucitado, y necesita de medios visibles y externos para cumplir es- misa, cf. 2 Cor 13, 13). Por eso, el Catecismo insiste en que «la li-
ta obra. Estos medios son los hombres, y en concreto la comunidad turgia es también participación en la oración de Cristo, dirigida al
creyente en Cristo o Iglesia, que a través del anuncio de la Palabra Padre en el Espíritu santo» ( Catecismo de la Iglesia católica,
o predicación, del testimonio de justicia y caridad, de la jerarquía y J073), y afirmando que «la liturgia es la obra de la santísima Tri-
lo ministerios, de la liturgia y los sacramentos, hace presente este nidad» (ibid., 1077).
ofrecimiento permanente de salvación para todos los hombres: - En relación con el Padre: el Padre es el principio y el fin de
«Como Cristo fue enviado por el Padre, él mismo envió también a toda alabanza y bendición, de toda acción de gracias litúrgica. De
los apóstoles, llenos del Espíritu santo, no sólo para que, al predi- él procede toda «bendición» (eulogia= benedictio), es decir, todo
car el evangelio a toda criatura, anunciaran que el Hijo de Dios, bien, toda gracia, toda salvación, todo amor. Él es quien tiene la
con su muerte y resurrección, nos ha liberado del poder de Satanás iniciativa de la salvación, quien envía al Hijo y al Espíritu, quien
y de la muerte y nos ha conducido al reino del Padre, sino también impulsa la historia de la salvación hacia su plenitud. «Desde el co-
para que realizaran la obra de salvación que anunciaban mediante mienzo y hasta la consumación de los tiempos, toda la obra de
el sacrificio y los sacramentos, en torno a los cuales gira toda la vi- Dios es bendición» (Catecismo de la Iglesia católica, 1079). Esta
da litúrgica» (SC 6). bendición divina «es plenamente revelada y comunicada en la li-
turgia de la Iglesia: el Padre es reconocido y adorado como la fuen-
te y fin de todas las bendiciones de la creación y de la salvación; en
42 La liturgia, misterio y vida La /itwgia, <<obra de la Trinidad» 43

su Verbo encarnado, muerto y resucitado por nosotros, nos colma - En relación con el Espíritu santo: el Espíritu santo es el don
de sus bendiciones y por él derrama en nuestros corazones el don prometido para los tiempos mesiánicos (Is 32, 15; Ez 36, 26-27; JI
que contiene todos los dones: el Espíritu santo» (ibid., l 082). Y es- 3, I-2), que actúa en Cristo de una forma privilegiada (encarna-
te bendecir Dios al hombre, promueve la respuesta de la Iglesia y ción, vida pública, resurrección), y que es prometido por Cristo
del hombre creyente a Dios en la fe, en la alabanza y acción de gra- mismo como el gran bien para los hombres (Jn 20, 21-23), en or-
cias de la liturgia y los sacramentos, por los que decimos a Dios den a continuar la obra de la salvación, de modo especial por la
que «le queremos bien», que acogemos y reconocemos gozosos su confesión de fe, por la oración y la alabanza ( 1 Cor 12, 3; Flp 2, 11;
salvación y su vida. Ef 5, 18-20; Col 3, 16-17). El Espíritu es el «alma» de la Iglesia, el
- En relación con el Hijo: Cristo es la revelación definitiva, la que anima e impulsa el crecimiento personal en Cr_isto y la exten-
realización plena, el cumplimiento perfecto de la obra de salvación sión misionera del reino de Cristo, el que promueve y dinamiza los
querida por Dios. Por su encarnación, asumiendo nuestra naturaleza carismas para la edificación de la Iglesia en la unidad y diversidad,
humana, la divinidad se ha unido a la humanidad de un modo ex- y el que da sentido y eficacia a la liturgia y los sacramentos de la
traordinario, y el hombre puede encontrar y relacionarse con Dios de Iglesia.
modo único. En la cruz y en la resurrección el acercamiento y el Por eso, toda liturgia lo es «en la unidad», bajo el impulso yac-
amor del Dios Trino al hombre llega a su cima insuperable. Cristo es, ción del Espíritu de modo que sea una «adoración a Dios en Espí-
desde su encarnación, por su vida y su muerte y resurrección, el ver- ritu y en verdad» (Jn 4, 23-24). Por eso, todo sacramento implica
dadero y único sacerdote y mediador (1 Tiro 2, 5; Heb 8, 1-2; Rom 8, una invocación especial al Espíritu santo o bendición (epíclesis),
34; Col 3, 16-17). Él es el auténtico acceso al Padre, el que nos une que expresa su acción transformante, su presencia vivificadora. El
en alianza de amistad y nos relaciona con Dios, el que nos muestra nuevo Catecismo ha expresado muy bien esta obra del Espíritu
con su vida cómo tenemos que alabar y bendecir a Dios, el «Iiturgo» santo en la liturgia y los sacramentos cuando afirma: «En la litur-
por antonomasia. Ahora bien, esta acción sacerdotal mediadora de gia, el Espíritu santo es el pedagogo de la fe del pueblo de Dios, el
Cristo se continúa, se hace presente en la liturgia y los sacramentos. artífice de las obras maestras que son los sacramentos de la nueva
De modo que él es el centro y la mediación de toda liturgia: «Cristo Alianza ... la liturgia viene a ser la obra común del Espíritu santo y
ora por nosotros, ora en nosotros, es invocado por nosotros» (san de la Iglesia» (Catecismo de la Iglesia católica, 1091). Y al Espí-
Agustín). Y toda plegaria eucarística termina confesando: «Por Cris- ritu se le atribuye la preparación de los corazones a la liturgia por
to, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Es- la disposición de fe; el que hagamos «memoria» y actualicemos el
píritu santo, todo honor y toda gloria» (cf. SC 7). misterio de Cristo; el que los dones (v.gr. pan y vino) se transfor-
Por tanto, Cristo está presente en la liturgia como mediador y men; y el que por esos dones vengamos a una comunión más ple-
como salvador, que hace presente su obra y nos hace partícipes de na con Cristo y con la Iglesia (ibid., 1092).
la misma, asociándonos a su dinámica sacerdotal y redentora. Por
eso dice muy bien el Catecismo que mientras los acontecimientos
de la historia «suceden una vez, y luego pasan y son absorbidos por 3. Aplicación a la celebración y la vida
el pasado, el misterio pascual de Cristo no puede permanecer sola-
mente en el pasado, pues por su muerte destruyó a la muerte, y por a) Protagonistas de una historia maravillosa
todo lo que Cristo es y todo lo que hizo y padeció por los hombres
participa de la eternidad divina y domina así todos los tiempos y en El que la liturgia y los sacramentos sean signos privilegiados de
ellos se mantiene permanentemente presente. El acontecimiento de la historia de la salvación desde la ascensión hasta la parusía, no
la cruz y de la resurrección permanece y atrae todo hacia la vida» puede dejarnos indiferentes. Esta historia ha querido hacerla Dios
(Catecismo de la Iglesia católica, 1085). con los hombres, no sin ellos. Y estos hombres, en el momento ac-
44 La liturgia, misterío y vida l a liturgia, «obra de la 1hnidad» 45

tual, somos nosotros, en especial los bautizados. Somos nosotros garia eucarística: «Por Cristo ... , a ti, Dios Padre omnipotente, en la
los que, celebrando la salvación del pasado, nos comprometemos a unidad del Espíritu santo, todo honor y toda gloria ... ».
realizarla en el presente, anunciando y anticipando un nuevo futu-
ro en Dios. Celebrar la liturgia y los sacramentos es, entre otras co-
sas, sentirnos partícipes responsables de esta historia maravillosa. 4. Puntos para el estudio y la revisión
Es sentirse invitados, asociados y comprometidos con unos valo-
res, con unos ideales, con una salvación, que no sólo tiene la ga- a) El celebrar la liturgia (v.gr. laudes), los sacramentos, y sobre
rantía de Cristo, sino que Cristo quiere que sigamos haciéndola con todo la eucaristía, ¿te lleva a sentirte protagonista y responsable de
él. No se trata de recordar un pasado lejano y neutral, que pueda la historia? ¿Cómo ayudar a expresar y sentir esta responsabilidad?
dejarnos indiferentes. Se trata de presencializar un pasado que per- b) Repasa las diversas partes de la celebración de la eucaristía
manece, de ser protagonistas por Cristo y con Cristo de un presen- con la plegaria eucarística II, y señala cuántas veces se invoca o se
te que se está construyendo, y de un futuro que ya se está antici- alaba a la Trinidad.
pando. No somos los únicos que hacemos historia, pero la historia
que nosotros estamos llamados a «hacer» con Cristo es única. e) Comenta este texto del Catecismo de la Iglesia católica:
En esta dispensación sacramental del misterio de Cristo (los sacra
mentos), el Espíritu santo actúa de la misma manera que en los
b) Gratitud confesada y celebrada a la Trinidad otros tiempos de la economía de la salvación:
-prepara la Iglesia para el encuentro con su Señor;
Si Dios ha prometido y realizado la salvación por Cristo y el -recuerda y manifiesta a Cristo a la fe de la asamblea;
Espíritu, y sigue ofreciéndonos esa salvación por la liturgia y los -hace presente y actualiza el misterio de Cristo por su poder
sacramentos, no es en virtud de nuestra fe ni de nuestros méritos, transformador;
sino en virtud de su amor y de su «bendición». Se trata de una vo- -finalmente, el Espíritu de comunión une a la Iglesia a la vida y a
la misión de Cristo (Catecismo de la Iglesia católica, 1092).
luntad y acción de Dios gratuita, misericordiosa y permanente,
ofrecida a todos los hombres sin discriminación, que los creyentes
en Cristo tenemos la gracia de reconocer, confesar y celebrar. Y es-
S. Oración y meditación
to sólo podemos hacerlo desde una actitud humilde y agradecida,
hacia quien tan bien nos quiere y tanto nos ama, es decir, al Dios
a) En la Iglesia primitiva, el rito del bautismo era una verdade-
Padre de toda bondad, al Hijo salvador y redentor, y al Espíritu
ra confesión de la Trinidad,· unida al rito de la triple inmersión en el
consolador y renovador. El contraste entre la grandeza de lo que
agua, como muestra este testimonio:
Dios hace por los hombres y la pobreza de lo que los hombres ha-
cemos por Dios y por los demás, tiene que conducirnos también a Cuando aquel que será bautizado hubiera descendido al agua, el que
esta actitud de agradecimiento. Y es precisamente en la liturgia, los lo bautiza, imponiéndole la mano, preguntará: «¿Crees tú en Dios
sacramentos, y sobre todo la eucaristía, donde tal gratitud a la Tri- Padre todopoderoso?». Y él responderá: «Yo creo». Seguidamente
(aquel que bautiza), teniendo la mano puesta sobre su cabeza lo ha-
nidad se manifiesta. Por eso, toda la celebración tiene una estruc-
rá por primera vez.
tura trinitaria, y está sembrada de invocación, alabanza y acción de A continuación dirá: «¿Crees tú en Jesucristo, Hijo de Dios, que na-
gracias a la Trinidad: «Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu san- ció por el Espíritu santo de la Virgen María, que fue crucificado ba-
to ... ». Y en la conclusión de la oración colecta: «Por nuestro Señor jo Poncio Pilato, que murió y al tercer día resucitó de entre los
Jesucristo, que vive y reina contigo (Padre), en la unidad del Espí- muertos ... ?». Y cuando él haya dicho: «Yo creo», será bautizado
ritu santo, y es Dios ... ». O en la conclusión (doxología) de la ple- por segunda vez,
46 La liturgia, misterio y vida

Se preguntará a continuación: «¿Crees en el Espíritu santo, en la 4


santa Iglesia?». Y responderá: «Yo creo», y así será bautizado por
tercera vez (Tradición Apostólica de Hipólito de Roma [siglo III], La liturgia, «obra de la Iglesia»
cap. 21).

b) En la plegaria eucarística se invoca al Espíritu antes de la


consagración para que transforme los dones, y después de la mis-
ma para que transforme la comunidad eclesial:
Te rogamos, pues, Padre todopoderoso,
que envíes tu Espíritu sobre este pan y este vino (,,. ).
Señor, Padre de misericordia, l, Encuentro con la vida
derrama sobre nosotros
el Espíritu del Amor, a) ¿De dónde procede la liturgia?
el Espíritu de tu Hijo.
Fortalécenos por este mismo Espíritu En la mentalidad de no pocas personas sencillas está la creencia
a todos los que hemos sido invitados a tu mesa, de que la liturgia, tal como la celebramos en la Iglesia, tiene su ori-
para que todos nosotros (seamos un mismo pueblo).
gen en Dios mismo. Y esto es cierto en cuanto que el contenido y
(Plegaria eucarística V/a) misterio, el sentido y la verdad de nuestra liturgia es el mismo Dios,
que ha realizado sus planes de salvación en Cristo, y continúa su ac-
ción salvadora en el Espíritu por la Iglesia. Pero no es cierto, en
cuanto que, si exceptuamos aquellos aspectos claros que al respecto
se encuentran en la Escritura, las formas y estructuras litúrgicas, la
concreción ritual y los textos u oraciones son «obra de la Iglesia». Es
decir, la liturgia no nació ya configurada y ordenada en los evange-
lios, tal como hoy la tenemos. Más aún, a lo largo de la historia ha
pasado por diversas etapas y evoluciones, según épocas, lugares y
culturas. Aun permaneciendo la misma en su estructura y contenido
esencial, ha vivido diversos procesos de adaptación e inculturación,
como queda bien patente en la reforma litúrgica del Vaticano ll. Por
eso en la Constitución de liturgia se afirma: «Porque la liturgia cons-
ta de una parte que es inmutable, por ser de institución divina, y de
otras pattes sujetas a cambio, que en el decurso del tiempo pueden y
aún deben variar, si es que en ellas se han introducido elementos que
o no responden a la naturaleza íntima de la misma liturgia o han lle-
gado a ser menos apropiados» (SC 21 ). El saber distinguir lo que en
la liturgia es esencial y lo que es secundario, es muy importante pa-
ra mantener nuestra identidad litúrgica, para valorar los posibles
cambios, para no sacralizar lo secundario, para mantener una actitud
de adaptación bajo la guía de la Iglesia.
48 La liturgia, misterio y vida La líturgia, «obra de la lglesúw 49

b) La Iglesia se compromete en la liturgia Jesús es un judío piadoso y orante. Respeta las costumbres y
tradiciones del pueblo judío. Va a la sinagoga y al templo. Celebra
Pero, ¿quién tiene la facultad de «cambiar algo» en la liturgia? las fiestas, cumple con las peregrinaciones establecías y con el
Evidentemente, la autoridad eclesiástica competente, como afirma Sabbat. Pero también se distancia y en ocasiones adopta una acti-
la misma Constitución de liturgia: «La reglamentación de la sagra- tud ctítica ante estas prácticas y la esclavitud a la Ley que pueden
da liturgia es competencia exclusiva de la autoridad eclesiástica; suponer: así expulsa a los vendedores del templo (Jn 2, 13-22), cu-
esta reside en la Sede apostólica y, en la medida que determine la ra el día del Sábado (Mt 12, 9-14), recbaza la apariencia en el ayu-
ley, en el obispo ... y dentro de los límites establecidos, a las asam- no, limosna y oración (Mt 6, 1-21), se acerca a los leprosos (Me 1,
bleas territoriales competentes de obispos de distintas clases, legí- 40-45), come con los pecadores (Le 7, 29-32) ... Y sobre todo
timamente constituidas» (SC 22). Y esto es así, por varias razones: anuncia un culto nuevo, basado en la sinceridad y el amor (Mt 15,
porque es la autoridad, orientada por los expertos, la que determi- 1-20), y en el «Espíritu y la verdad» (Jn 4, 19-24).
na qué es lo esencial inmutable y qué lo más accidental variable; Al principio, la comunidad apostólica frecuenta el templo y la si-
porque la Iglesia expresa su propia identidad en lo que se dice y ha- nagoga (Hch 3, lss; 9, 20-22; 18, 7). Pero, ya desde el principio, co-
ce en la celebración; porque en ello compromete la expresión de su mienza a tener sus propias celebraciones, sobre todo la del bautismo
fe (]ex credendi) y la verdad de la oración (lex orandi); porque de (Hch 2, 38-40), y la de la eucaristía o fracción del pan «por las casas»
este modo quiere garantizar la unidad y la comunión entre las di- (Hch 2, 41-42). Pronto se instaura la celebración «el primer día de la
versas iglesias y con la Iglesia universal. Ahora bien, esto no quie- semana» o «día del Señor» (Ap 1, 11 ), y comienza a extenderse la
re decir que en la celebración de la liturgia y los sacramentos no «ecclesia doméstica» como lugar de reunión y celebración de los cris-
haya posibilidad de elección y de adaptación. La misma Iglesia tianos (cf Hch 20, 7-12), donde se lee y comenta la Palabra y se ce-
prevé los momentos en los cuales se puede hacer un rito o no, se lebra la eucaristía junto con un ágape(! Cor 11, 2-12.31 y 14, 1-40).
puede decir una oración u otra, se puede elegir una u otra lectura, Los siglos II y III son un momento de continuidad con la liturgia
una plegaria eucarística u otra distinta ... Nadie es dueño de la litur- del Nuevo Testamento, y de comienzo de cierta configuración ritual,
gia y los sacramentos para hacer de ellos y en ellos lo que quiere. como aparece en el catecurnenado, la evolución del rito eucarístico, la
Los sacramentos también son «obra de la Iglesia». En ellos se com- penitencia, la pascua anual con su preparación (triduo), el culto a los
promete y comprometemos a la misma Iglesia. Y por ellos se ex- mártires, y una cierta ordenación de la liturgia de las horas (testimo-
presa e identifica la Iglesia en su más profunda identidad. nios de la Didajé, Justino, Hipólito de Roma ... ). Se preocuparon por
marcar las diferencias, tanto con el legalismo judío como con el ri"
tualismo pagano, desde una creatividad específicamente cristiana.
2. Profundización en el sentido

a) Los orígenes del culto cristiano b) Etapas de una configuración eclesial

Los orígenes del culto cristiano se encuentran en el culto judío. Es- - La primera etapa de la liturgia cristiana (siglos IV-VII): se
te culto se desarrolla en dos centros: el templo y la sinagoga. El tem- caracterizó por un gran desarrollo y creatividad. Abarca desde el
plo, en torno al cual está la clase sacerdotal, es el lugar del sacrificio y Edicto de Milán (313), promulgado por el Emperador Constantino,
las ofrendas, de la oración tres veces al día, de la celebración de las hasta san Gregario Magno (590-604). El hecho de gozar de una
fiestas (v.gr. Pascua) y de las peregrinaciones. La sinagoga es el lugar mayor libertad y reconocimiento, permitió a la Iglesia una mani-
de la Ley y la Palabra, de la reunión y la predicación. La familia será festación pública y una solemnización de su liturgia. El domingo
el lugar más común de la celebración del Sabbat (sábado judío). fue declarado festivo. La eucaristía se enriqueció con nuevos tex-
50 La liturgia, misterio y vida La liturgia, <wbra de la Iglesia» 51

tos, oraciones y ritos. Se organizó el año litúrgico en sus diversos esto se une una cierta revisión de los libros litúrgicos al estilo de la
tiempos. La celebración de los diversos sacramentos se füe confi- Curia romana, de la que nacen el Misal y el Breviario, que serán
gurando ritualmente (penitencia, matrimonio, ministerios, unción). adoptados por los franciscanos y los extenderán por toda Europa.
Se da una gran creatividad literaria en las diversas iglesias locales, Varios fenómenos marcan esta época: la influencia del monacato; la
en donde se combina la unidad y la variedad. Así nacen los prime- extensión de las ordenes mendicantes (franciscanos, dominicos);
ros «fascículos» o «libelos» (libelli), que contienen colecciones.de la reivindicación laica! del ministerio de la predicación. Pero en el
formularios para la celebración, y que luego darán lugar a los lla- campo litúrgico y sacramental se da muy poca creatividad y avance.
mados «sacramentarios», que eran como los «rituales» de la época. Será la teología de los escolásticos (v.gr. santo Tomás de Aquino,
La liturgia romana comienza a gozar de gran prestigio entre las san Buenaventura ... ) la que más aporte a la reflexión teológica, aun-
iglesias. Por otro lado, el arte cristiano tiene una gran expansión: se que desligada de la celebración. En cuanto a la eucaristía se multi-
construyen basílicas, la escultura y la pintura cristianas se promue- plican las misas privadas, se impone la comunión bajo una sola es-
ven, los ornamentos y los objetos de celebración se enriquecen ba- pecie, crece la devoción al Santísimo (nace la fiesta del Corpus
jo la influencia del arte romano. Christi). Y, mientras crece la devoción privada y el intimismo cen-
- La segunda etapa de encuentro con el mundo franco-germá- trado en la humanidad de Cristo, se extiende el asociacionismo y la
nico (siglos VII-XI): abarca desde el final del pontificado del papa fraternidad por las Cofradías y Hermandades. En cuanto al arte al-
Gregorio Magno (604) hasta Gregorio VII (1073-1085). Los libros canza un gran esplendor con el románico y el gótico.
litúrgicos romanos se extienden por todo el occidente, llevados por - La cuarta etapa de conflicto con los Rejórmadores y de unifor-
los monjes y peregrinos que acudían a Roma. A esto se une la ad- midad litúrgica (siglos XV-XIX): a partir del siglo XV se extiende la
miración por la liturgia romana y el interés de la corte de Aquis- «devotio moderna», que pone el acento en lo individual, lo afectivo
grán, que pretendía una unificación litúrgica, también como apo- e íntimo, la imitación de Cristo, la contemplación y meditación de
yatura a la unificación política de Europa. Debido a este encuentro sus misterios. Esto, junto con el ritualismo reinante y ciertos abusos
de lo romano con lo franco-germánico, y a la tarea desarrollada por en relación con el culto (sufragios, indulgencias ... ), provocó la reac-
los expertos de Aquisgrán, se produce una fusión de ritos, una ela- ción de la Reforma protestante, que sólo reconocía dos sacramentos
boración de textos, que dan lugar a nuevos libros litúrgicos (Ge]a- (bautismo y eucaristía), rechazaba la misa privada y su carácter sa-
sianos del siglo VIII, Ordines, Pontifical romano-germánico), don- crificial, los sufragios e indulgencias ... De este modo, la liturgia
de se manifiesta más la emoción, el dramatismo, la interioridad. quedaba reducida a la Palabra y los sacramentos a «acontecimientos
Por otro lado, se da una evolución sacramental considerable: desa- de la Palabra». Como reacción, el concilio de Trento defiende lo que
parece el catecumenado y se generaliza el bautismo de niños; la los protestantes negaban, manda revisar los libros litúrgicos, se pro-
penitencia pasa de hacerse más en la publicidad a hacerse más en pone evitar los abusos existentes dentro de la misma Iglesia, insiste
privado; la unción de enfermos pasa a ser «extremaunción» al final en la necesidad de catequesis. Fruto de ello fue la publicación del
de la vida; en la eucaristía se multiplican las «apologías» u oracio- Misal (Pío V, 1570), del Pontifical Romano (Clemente vrn, 1600),
nes privadas para el sacerdote. Entretanto se reduce la participa- y del Ritual romano (Paulo V, 1614). Ciertamente, Trento logró la
ción del pueblo, que ya no entiende la lengua, ni los ritos reserva- uniformidad y unidad litúrgicas, pero descuidó la necesaria variedad,
dos al clero. adaptación, inculturación. En cambio, en el arte se vivió un momen-
- La tercera etapa de decadencia en la baja Edad Media (siglos to de exaltación y creatividad con el barroco.
XI-XIV): los libros litúrgicos vuelven a Roma. Al proceso de unifi- - La quinta etapa es la que comprende el «movimiento litúrgi-
cación promovido por Carlomagno, se une ahora la imposición del co» hasta el Vaticano JI (siglos XIX-XX). Es un momento de gran
papa Gregario VII ('r 1085), que impone la liturgia romana, suprime renovación litúrgica, promovida por el mismo cambio social parti-
la liturgia hispánica, y exige fidelidad a eclesiásticos y políticos. A cipativo, por la renovación en otros sectores de la Iglesia (bíblico,
52 La litwgia, misterio y vida La litwgia, «obra de la Iglesia» 53

patrístico, eclesiológico, teológico ... ), por las investigaciones e im- se opone a la diversidad. Más aún, dada su riqueza la está recla-
pulso dado en diversos monasterios de Europa (Solesmes, María mando: «La riqueza insondable del misterio de Cristo es tal que
Lach, Mont Cesar, Silos ... ), por la acogida de los documentos de ninguna tradición litúrgica puede agotar su expresión. La historia
los papas Pío X, Pío XII (Mediator Dei), y en fin por la multipli- del nacimiento y desarrollo de estos ritos testimonia una maravi-
cación de estudios al respecto. Se insiste en la liturgia como culto llosa complementariedad» (ibid., 1201).
público del Cuerpo total de Cristo, cabeza y miembros; en la espi- Ahora bien, junto a este principio de unidad hay que recordar el
ritualidad y pastoral litúrgicas; en la necesaria participación del exigitivo de diversidad. Pues la liturgia es una realidad viva y diná-
pueblo. De este modo, el ambiente estaba preparado para la refor- mica, que se celebra por hombres concretos, en épocas, culturas y si-
ma litúrgica del Vaticano 11 (1962-1965), cuyo docume_nto princi- tuaciones diferentes. Esta simple constatación nos dice que, dada la
pal es la Constitución de liturgia(= Sacrosanctum Concilium, pro- variedad y riqueza que existe entre los hombres en los distintos pue-
mulgada el 4.12.1963). Este es el referente principal de renovación blos, culturas y épocas, también las formas de expresión y celebra-
y acción litúrgica para nosotros hoy. En él encontramos los centros ción litúrgica tendrán que ser diferentes. Y, en efecto, así ha sido des-
de sentido de la liturgia y los sacramentos; los «grandes princi- de el principio de la Iglesia. Ya en la época apostólica pueden
pios» para la renovación y aplicación; los exigitivos de formación distinguirse distintas tradiciones: la más judeocristiana, la más hele-
y participación verdaderas ... Después del Concilio vino la tarea de nista. Después, con el extenderse de la Iglesia a todos los pueblos, es-
ejecutar y llevar a cumplimiento sus propuestas. Es lo que realizó tas tradiciones se multiplicarian, dando lugar a una riqueza ritual.
el llamado «Consejo» (Consilium) para la aplicación de la liturgia, «Las diversas tradiciones litúrgicas nacieron por razón misma de la
a través de diversas comisiones, que dieron como resultado la pu- misión de la Iglesia. Las iglesias de una misma área geográfica y cul-
blicación de los diversos libros litúrgicos actuales (Rituales, Litur- tural llegaron a celebrar el misterio de Cristo a través de expresiones
gia de las Horas, Calendario, Pontifical. .. ). Todo esto completado particulares, culturalmente tipificadas: en la tradición del 'depósito
con otros documentos posteriores con importantes aportaciones en de la fe' (2 Tim l, 14), en el simbolismo litúrgico, en la organización
relación con la liturgia y los sacramentos: sobre la eucaristía, la pe- de la comunión fraterna» ( Catecismo de la Iglesia católica, 1202).
nitencia, el matrimonio, otras celebraciones ... Así , hoy existe una variedad de tradiciones litúrgicas de rito latino,
además del rito romano, como son el rito ambrosiano, el rito hispá-
nico; y otras orientales, como las de rito bizantino, copto, siríaco, ar-
3. Aplicación a la celebración y la vida menio, maronita, caldeo. La Iglesia, lejos de oponerse a esta varie-
dad, desea que tales ritos «en el futuro se conserven y fomenten por
a) Unidad y diversidad litúrgicas todos los medios» (SC 4; Catecismo de la Iglesia católica, 1203).

La liturgia y los sacramentos celebran no muchos misterios, si-


no un único misterio, una única salvación y amor de Dios, por Cris- b) Liturgia y culturas
to y en el Espíritu, desde la misma fe y comunión eclesial. Es este
único misterio el que constituye y garantiza la unidad de cualquier La variedad de tradiciones litúrgicas, unida al cumplimiento de
verdadera celebración litúrgica de la Iglesia. Como dice el nuevo la misión de predicar el evangelio a todas las gentes, al respeto de-
Catecismo: «Desde la primera comunidad de Jerusalén hasta lapa- bido a las distintas culturas, a la necesidad de «encarnación» en pa-
rusía, las iglesias de Dios, fieles a la fe apostólica, celebran en todo labras y signos que sean elocuentes y accesibles a aquellos a quie-
lugar el mismo misterio pascual. El misterio celebrado en la liturgia nes se dirigen ... nos está hablando de que la liturgia también debe
es uno, pero las formas de celebración son diversas» (Catecismo de «encarnarse» en cada cultura, sin perder su propia identidad cris-
la Iglesia católica, 1200). Pero la unidad en el mismo misterio no tiana y eclesial, es decir, manteniendo aquello que en ella hay de
54 l a litwgia, misterio y vida l a liturgia, <<Obra de la Iglesia>; 55

permanente e inmutable (SC 2 I ). El principio lo ha formulado de bración penitencial etc.). Por «creatividad» se entiende la capacidad
forma muy precisa el nuevo Catecismo: «Por tanto, la celebración de proponer, donde lo exige la necesidad pastoral y lo permite la
de la liturgia debe corresponder al genio y a la cultura de los dife- Iglesia, nuevos textos y palabras, nuevos signos o ritos, de manera
rentes pueblos (cf. SC 37-40). Para que el misterio de Cristo sea que ayude y posibilite una mayor y mejor expresión del misterio, y
'dado a conocer a todos los gentiles por obediencia de la fe' (Rom participación de la asamblea (v.gr. en las moniciones presidenciales;
16, 26), debe ser anunciado, celebrado y vivido en todas las cultu- en las ofrendas de la misa; en los símbolos del adviento y la Navi-
ras, de modo que estas no son abolidas, sino rescatadas y realiza- dad; en algunos ritos de Semana santa etc.).
das por él (cf. CT 53). La multitud de los hijos de Dios, mediante La creatividad no es «invento», ni «cambio arbitrario», ni mar-
su cultura humana propia, asumida y transfigurada por Cristo, tie- ginación de lo oficial o establecido. Es y supone conocimiento de
ne acceso al Padre, para glorificarlo en un solo Espíritu» ( Catecis- las posibilidades y preparación, capacidad de sintonía con la asam-
mo de la Iglesia católica, 1204). blea celebrante, sensibilidad y preocupación porque se de una co-
El problema puede residir, no en formular el principio, sino en municación y diálogo de fe verdaderos, atención esmerada a las si-
aplicarlo a los diversos lugares, pueblos o culturas; en discernir con tuaciones de edad, tiempo y situación de los participantes. Hay una
verdadero criterio aquello que se puede o no adaptar o ineulturar. creatividad externa, que se manifiesta en la elección de uno u otro
La Iglesia nos recuerda los aspectos o elementos más adecuados elemento externo (palabra o signo). Pero más importante es la crea-
para la inculturación, como son el «lenguaje, la música y el canto, tividad interna, que se manifiesta en el talante litúrgico del cele-
los gestos y actitudes del celebrante, de la asamblea, la expresión brante, en el tono y el estilo de celebrar, en la armonía y estética,
artística de los diversos lugares litúrgicos (sede, ambón, baptiste- en la capacidad de vivir y sentir, haciendo vivir y sentir a los demás
rio ... ), los ritos de la piedad popular y las prácticas de devoción, la grandeza del misterio que celebramos.
algunos ritos complementarios en la celebración de los sacramen-
tos ... En todo caso, hay que evitar todo aquello que suponga un
cierto sincretismo religioso, magia, superstición, espiritismo, y que 4. Puntos para el estudio y la revisión
se oponga a la verdadera naturaleza de la liturgia'.
a) Recuerda y revisa las variantes de celebrar la eucaristía que
has vivido o que conoces en tu parroquia (los diversos curas), pue-
e) Creatividad y liturgia blo, ciudad. ¿Qué piensas de esa variedad que percibes, v.gr., en la
forma de realizar el rito penitencial, las ofrendas, la Palabra, lo que
Los documentos litúrgicos del Vaticano II hablan con cierta fre- dice y hace el que preside, otros ministerios ... ?
cuencia de «adaptación», y menos de «creatividad». Bien entendi-
do, no son realidades opuestas sino complementarias. La verdadera b) ¿Crees que nuestra liturgia está adaptada a la mentalidad y
adaptación implica una cierta creatividad; y la auténtica creatividad sensibilidad del hombre de hoy? ¿En qué aspectos crees que debe-
supone la capacidad de adaptación. Por «adaptación» se entiende la ría mejorarse esta adaptación?
capacidad de tener en cuenta los diversos tipos de comunidad, apli- c) La Iglesia prevé amplias posibilidades de adaptación en algu-
cando las formas o ritos más adaptados a la situación, según lo pre- nos casos. Respecto a la eucaristía, dice la Ordenación general del
visto por la ordenación litúrgica oficial de la Iglesia (v.gr. diversos Misal romano: «Las Conferencias episcopales podrán establecer pa-
formas de hacer el «rito penitencial» de la misa; elección del rito del ra su territorio las normas que mejor tengan en cuenta las tradiciones
«efetá» o no en el bautismo; elección de una u otra forma de cele- y el modo de ser de los pueblos, regiones y comunidades diversas»
(cf. Liturgia romana e inculturación, 54). Lee el texto con atención
1. Cf. Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, La
liturgia romana y la inculturación, Roma 1994. y piensa en qué tendríamos que mejorar. Esto vale especialmente:
56 La liturgia, misterio y vida

-para los gestos y actitudes de los fieles; 5


-los gestos de veneración al altar y al libro de los evangelios;
-los textos de los cantos de entrada; La liturgia, «obra de la asamblea celebrante»
-el ofertorio y la comunión;
-el rito de la paz;
-las condiciones para la comunión del cáliz;
-la materia del altar y del moviliario litúrgico;
-la materia y la forma de los vasos sagrados y las vestiduras li-
túrgicas;
-la manera de distribuir la comunión.
1. Encuentro con la vida

6. Oración y meditación a) La asamblea «imagen» de la Iglesia

a) El papa Gregario Magno ("r 604) responde a quienes duda- Con frecuencia hemos pensado que la liturgia y los sacramentos
ban de que la variedad de tradiciones no lesionara la unidad: son asunto del sacerdote, del sujeto que los recibe, o más lejana-
mente de la asamblea que celebra. Nos ha faltado asimilar y vivir la
Tú ten siempre presente la tradición de la Iglesia romana en la que dimensión eclesial y comunitaria de la liturgia y los sacramentos.
has sido educado y ámala siempre. Pero a mí me gusta que si tú en- Sin embargo, tenemos que afirmar que los sacramentos son de la
cuentras en la Iglesia romana, o en las de la Galia, o en cualquier
otra, algo que pueda agradar más al Dios omnipotente, lo recojas Iglesia, por la Iglesia y para la Iglesia. Esto significa que la Iglesia
con todo cuidado y lo lleves a la Iglesia de los Anglos, todavía tan es al mismo tiempo «sujeto» de la celebración, mediación de la ce-
joven en la fe, juntando todo cuanto hayas podido reunir de las di- lebración, y objeto de la celebración. La asamblea eucarística «re-
versas Iglesias. Pues hay que amar no las cosas por los lugares, sino presenta», no a un grupo o colectividad de un lugar concreto, sino
los lugares por las cosas buenas que hay en ellos. Así pues, selec- a la Iglesia universal. Por eso, se debe evitar en lo posible la «misa
ciona de cada Iglesia lo que hay de piadoso, de religioso y de recto, privada», así como superar el individualismo celebrativo o partici-
y todo ello recogido como en un ramillete, ofrécelo como Tradición pativo. La comunitariedad deriva directamente de la eclesialidad. Y,
a la mente de los ingleses (Epistolae Gregorii I, MGH II, 332ss).
si esto es así, surge inevitable la cuestión sobre las formas como se
expresa o debe expresarse esta dimensión eclesial, la cuestión sobre
b) El Salmo 144 nos recuerda que Dios no tiene fronteras, que
la importancia que damos a los diversos servicios y ministerios li-
todos los pueblos están llamados a alabarle, aunque cada uno a su
manera: túrgicos. En ello está implicado no sólo un estilo de celebrar, sino la
misma imagen de la Iglesia. Pues se puede afirmar: «dime cómo ce-
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, lebras, y te.diré cómo crees y haces Iglesia».
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado;
que hablen de tus hazañas,
explicando tus hazañas a los hombres; b) La liturgia «obra de la asamblea celebrante»
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo, La liturgia y los sacramentos existen sobre todo en cuanto son
tu gobierno va de edad en edad. celebrados en y por una asamblea. ¿Qué queremos decir con esto?
Es evidente que la fuente y el sentido de la liturgia y los sacramen-
58 l a litwgia. mislerio y vida l a litwgia, ((Obra de fa asamblea ceiebrante>i 59

tos es Dios mismo: son «obra de la Trinidad». También es claro santo y congregado y ordenado bajo la dirección de los obispos.
que es la Iglesia la que ha configurado las formas concretas de ee- Por eso, pertenecen a todo el cuerpo de la Iglesia, lo manifiestan y
lebración a lo largo de la historia. Y no menos claro es que la mis- lo implican; pero cada uno de los miembros de este cuerpo recibe
ma celebración, en cuanto acto externo, es obra conjunta del mi- un infütjo diverso según la diversidad de órdenes, funciones y par-
nistro que preside o sacerdote, del sujeto o sujetos que reciben un ticipación actual» (SC 26). De ahí que se exija el que «en las cele-
sacramento, y en definitiva, de la asamblea entera, llamada a par- braciones litúrgicas, cada cual, ministro o simple fiel, al desempe-
ticipar, a co-hacer o de alguna manera a concelebrar. Aunque de- ñar su oficio, hará todo y sólo aquello que le corresponde por la
bemos distinguir en esta acción diversos servicios o ministerios, naturaleza de la acción y las normas litúrgicas» (SC 28).
cada uno de los cuales intervendrá según la función que le corres-
ponde por vocación, carisma, consagración. Sin embargo, siempre
es cierto que nadie es «dueño» ni de la celebración ni de los sacra- b) La asamblea eucarística «es» Iglesia
mentos. Pues, siendo un don «ofrecido» por Dios, y «mediado» por
la Iglesia, son también una acción común, o con otras palabras, el Como hemos dicho anteriormente, la asamblea eucarística es
«bien común» más hermoso que tenemos los cristianos. Y de este la Iglesia en un lugar concreto. A la eucaristía se le llama «asam-
bien común nadie es excluido o marginado. Todos somos invitados, blea eucarística (synaxis), porque la eucaristía es celebrada en
todos tomamos parte, de todos depende que la celebración sea de la asamblea de los fieles, expresión visible de la Iglesia». Por tanto, la
verdad acción participada, fiesta gozosa. asamblea eucarística es manifestación espacio-temporal privilegiada
de la Iglesia. Es epifanía de la naturaleza íntima y de la estructura de
la Iglesia (SC 2). Ni la Iglesia existe sin asamblea, ni la asamblea
2. Profundización en el sentido existe sin Iglesia. Es, de algún modo, «sacramento» de la Iglesia. En
la asamblea eucarística, no sólo conocemos y reconocemos lo que es
a) Los sacramentos, sobre todo la eucaristía, manifiestan la natu- el Señor, sino también lo que es la Iglesia. Y es así, no sólo porque en
raleza de la Iglesia ella la Iglesia se manifiesta, está presente, se realiza, se identifica ... ,
sino también porque en ella los cristianos manifiestan que son «gen-
El Vaticano recoge algunos principios fundamentales en la rela- te de Iglesia», que pertenecen al cuerpo eclesial. Ahora bien, para
ción eucaristía-Iglesia. La eucaristía es la manifestación privile- que la asamblea sea signo de nuestro ser y pertenecer a la Iglesia, se
giada de la naturaleza de la Iglesia: (SC 2). ¿Cómo se explica es- requiere que se realice en plena comunión con la comunidad con-
ta afirmación? En primer lugar, porque aunque la liturgia no agota creta, con la Iglesia local y con la Iglesia universal. Sólo entonces
la acción de la Iglesia, sí es su «culmen y su fuente» (SC 10). En puede decirse que esta asamblea es mi forma privilegiada de ser Igle-
segundo lugar porque expresa la vida de los fieles y porque es ac- sia, y que esta Iglesia es mi forma peculiar de ser asamblea.
ción de Cristo y de la Iglesia (Christus totus). Más aún, la liturgia,
los sacramentos, y en especial la eucaristía son expresión de un
pueblo participante: la participación y la acción común del pueblo c) Participación y ministerios litúrgicos
de Dios en la liturgia son el concepto catalizador de una concep-
ción de Iglesia toda ella sujeto, mediación y objeto de la acción li- La asamblea debe ser manifestación de la Iglesia a través de la
túrgica, según la diversidad de oficios y ministerios, como pueblo participación y del ejercicio de los ministerios que expresen la
«jerárquicamente constituido». Por eso afirma la Constitución de misma estructura ministerial de la Iglesia, es decir, la estructura de
liturgia: «Las acciones litúrgicas no son acciones privadas, sino ce- un ministerio de la Palabra, de un ministerio cultual, de un minis-
lebraciones de la Iglesia, que es 'sacramento de unidad', pueblo terio de la caridad. No hay verdadera y plena celebración sin la par-
60 La liturgia, misterio y vida La liturgia, «obra de la asamblea ce!ebmnte» 6/

ticipación, porque el sujeto es la Iglesia en la asamblea total; por- 4. Aplicación a la celebración y la vida
que la celebración implica a la comunidad entera y reclama su res-
puesta; porque es en la participación donde aparece la naturaleza a) El ministerio del «animador litúrgico»
verdadera de la Iglesia.
Y esta participación, además de cumplir las notas que la carac- Hemos venido hablando y distinguiendo constantemente entre
terizan en toda la asamblea: interna y externa, de cuerpo y alma, servicios y ministerios. No podemos explicar ahora todo lo que
activa y consciente ... también debe realizarse a través del ejercicio ello lleva implicado. Sólo queremos decir que en la liturgia, como
de los diversos servicios y ministerios litúrgicos, sobre todo en el en la vida de la Iglesia, no todo el que desempeña un «servicio»
orden de la Palabra, del culto y de la caridad. tiene por qué recibir un «ministerio». Todo ministerio es un servi-
En la medida en que en la misma eucaristía se ejercen estos tres cio, pero no todo servicio es un ministerio. El ministerio supone
ministerios, en esa medida la Iglesia se manifiesta en su naturaleza asumir un servicio importante para la comunidad, de forma perma-
y en su misión (triple «rnunus»: profético, sacerdotal, real) (]GMR nente y estable en un más o un menos, por un mandato de la Igle-
58). Al que preside le pertenece representar y animar estos minis- sia, que suele expresarse por un signo público, que lo compromete
terios. A los fieles les corresponde también desempeñarlos a su ni- y lo hace reconocible ante la comunidad cristiana. Supuesto esto,
vel: el ministerio de la Palabra será ejerciendo la función de lector, pensarnos que en una comunidad los laicos que desempeñan servi-
«profeta» o testigo, monitor o, en su caso, predicador; el ministerio cios litúrgicos pueden ser muchos, en cambio los que desempeñan
del culto, ofreciendo y ofreciéndose, y alabando a Dios con el can- un verdadero ministerio litúrgico tendrán que ser pocos.
to (organista, cantor, salmista, director del canto); y el ministerio La Ministeria Quaedam habla del ministerio del lector y del
de la caridad, sirviendo al altar de acólitos, responsabilizándose de acólito, lo cual debe considerarse y valorarse. Pero creernos que, so-
la colecta y comunicación de bienes, ejerciendo el ministerio ex- bre todo en nuestro contexto hispano, podría tener mayor acogida y
traordinario de la comunión. sentido para el pueblo, el potenciar y perfilar la figura del «anima-
dor litúrgico», en lugar de la del «acólito», aunque en continuidad
con ella. ¿Cuáles serían en concreto estas funciones?:
d) La estructura ministerial de la asamblea celebrante -la animación y coordinación de los diversos servicios-minis-
terios que desempeñan los fieles en la celebración litúrgica, siendo
Teniendo esto en cuenta creernos pueden distinguirse: el principal responsable laico del equipo litúrgico;
- Servicios y ministerios en el orden de la Palabra: que serían -la realización de aquellas funciones que la Iglesia atribuye al
todos los que ejercen una función relacionada con la introducción, acólito: servir al altar y asistir al sacerdote, distribuir la sagrada co-
proclamación, explicación o aplicación de la Palabra: así el lector, munión, exponer el Santísimo, instruir a otras personas que pueden
el monitor, el profeta rectamente entendido. servir al altar;
- Servicios y ministerios en el orden del «culto»(= canto): se- -dirigir, sobre todo en caso de falta o ausencia del sacerdote, la
rían los que tienen relación con el canto, bien sea en su prepara- reunión de la asamblea del domingo, la celebración de la Palabra,
ción, acompañamiento o ejecución: así el organista, el director del una celebración común de la penitencia, las exequias ... y otros ti-
coro o del canto de la asamblea, el salmista o cantor. pos de celebración, excepto la eucaristía y la reconciliación sacra-
-- Servicios o ministerios en el orden de la caridad: serían todos mental;
aquellos que guardan relación con el servicio a los hermanos en el -elegir y ofrecer (juntamente con el sacerdote) materiales de
contexto de la celebración y en torno a las ofrendas: así el acólito, formación y de utilización para las celebraciones, revisar y corre-
el ministro extraordinario de la comunión, el responsable de la co- gir lo que se ha preparado, buscar la unidad y coordinación entre
lecta o de la comunicación de bienes. todos los que ejercen un servicio-ministerio con el presbítero.
()2 La liturgia, misterio y vida La liturgia, ((Obra de la asamblea cefebrunte>J ()3

El animador litúrgico no pretende suplantar ningún servicio o una misma responsabilidad: crear entre los presentes en la asam-
ministerio, ni venir a ser una especie de «sacristán camuflado». blea una verdadera intercomunicación en la fe, que les lleve al en-
Asumiendo las funciones propias del acólito, quiere ser el signifi- cuentro gozoso entre sí y con Dios. Esto significa, en efecto, que
cante personal laico cualificado de la dimensión litúrgica y el ani- para que un equipo litúrgico sea tal y cumpla su función, es preci-
mador y coordinador de los diversos servicios y ministerios, que de- so no sólo que desempeñe unas funciones en la liturgia, sino tam-
berán constituir el equipo litúrgico, en conexión con el presbítero. bién que viva unido en la fe, que esté comunicado en la vida, que
Si esto es así, se entiende que las condiciones y cualidades que mantenga una relación permanente con la comunidad y con otros
deben exigirse para que alguien reciba este ministerio, han de tener- grupos de la comunidad.
se muy en cuenta. En concreto, creemos que el animador litúrgico El equipo litúrgico tiene una estructura peculiar, dada la diver-
debe ser: una persona adulta (a partir de los veinte o veinticinco sidad de servicios y ministerios que desempeñan sus miembros.
años), capaz de asumir esta función; además de una formación teo- Podemos distinguir como tres estratos:
lógica fundamental (escuela universitaria de teología), debería tener -- Existen, en primer lugar, diversos servicios que pueden de-
una preparación litúrgica especial que le capacitara para conocer, sempeñar los fieles y deben ser suficientes para el número de ce-
vivir y transmitir el sentido y el misterio de aquello que realiza o lebraciones de cada comunidad: monitor, responsable de la colec-
celebra; debe ser capaz de preparar y dirigir en su caso una cele- ta, encargado de la acogida, organista, director de coro, cantor o
bración, teniendo en cuenta los elementos fundamentales de la salmista, «profeta» o intérprete de la Palabra.
misma; si ha de dirigir el equipo litúrgico tendrá que ser capaz de - Además existen tres ministerios laica/es instituidos por la
dialogar, revisar, coordinar los diversos servicios-ministerios que Iglesia, que es preciso respetar y poner en servicio cuando la situa-
se ejercen; y, si es posible, ha de ser alguien que pertenece y vive ción lo requiere: el lector, el acólito y el ministro extraordinario de
en la comunidad concreta, de manera que pueda responder a sus la comunión.
necesidades. Aunque con frecuencia no se den estas condiciones de - Finalmente, creemos que debería existir el ministerio litúrgi-
modo ideal, será preciso tenerlas en cuenta para promoverlas po- co laica/ instituido del animador litúrgico, como ministerio mayor
niendo los medios adecuados. y más realizable en la mayoría de los casos, que cumpliría las fun-
ciones que en otro lugar le asignábamos. De cualquier forma, sería
este ministro el que estaría encargado y animaría a la diversidad de
b) El «equipo litú r g ico», su estructura y sus funciones personas que ejercen los distintos servicios señalados de monitor,
responsable de la colecta, cantor. ..
El «equipo litúrgico» es el grupo de personas que ejercen los di- - Igualmente, habría que situar en este estrato al presbítero
versos servicios y ministerios en la celebración litúrgica y que pe- que, si debe presidir la asamblea, no puede estar ajeno a la forma-
riódicamente o cada semana se reúnen, no sólo para preparar coor- ción y preparación del equipo litúrgico. Entre el animador litúrgico
dinadamente la celebración y realizar dignamente sus diversas y el presbítero debe existir una relación y conexión permanente, ya
funciones, sino también para compartir su fe, alimentar su vida des- que es en definitiva el presbítero quien impulsa y anima, corrige y
de la acción y el espíritu litúrgico y así ayudarse a dar un testimo- preside, coordina y conduce a la unidad los diversos servicios y
nio verdaderamente cristiano. El equipo litúrgico se define por su ministerios que se dan en los distintos grupos de la comunidad
unidad y su pluralidad. Teniendo como objetivo común la celebra- cristiana.
ción ideal y la participación plena de toda la asamblea, cada uno de En cuanto a /as funciones que en conjunto se pueden atribuir al
sus miembros sirve a este objetivo realizando diversas funciones, equipo litúrgico, pueden distinguirse:
según su capacidad y su carisma: unos como lectores, otros como Formación litúrgica: difícilmente se podrán ejercer con dignidad
acólitos, monitores ... o como presidente. Todos comparten, pues, los servicios y ministerios, si no existe esta formación. Una forma-
64 La liturgia, misterio y vida La liturgia, ((Obra de la asamblea celebrante» 65

ción que debe llevar a saber y a vivir, a dejarse poseer del sentido y se tiene una reunión semanal. Se puede proceder según el siguien-
a transmitirlo, a adoptar la actitud adecuada y a saber expresarla pa- te orden: revisión de la celebración del domingo anterior; lectura de
ra bien de todos, a conocer los medios y técnicas y a utilizarlos de- los textos del domingo siguiente por el que va a hacer de lector y
bidamente. Nunca es suficiente hacer las cosas, sino hacerlas bien. comentario de los mismos. Esto supone: intervención de todos y
Maduración y crecimiento en la fe: el equipo litúrgico sólo llega diálogo a partir de un material previo, profundización doctrinal por
a ser y permanecer cuando deviene verdadero «grupo de fe», es de- parte del que dirige, aplicación a la celebración (puntos de homilía,
cir, cuando se crean unos vínculos no sólo de función, sino también moniciones ... ); distribución de servicios y ministerios; concreción
de amor y comunión, de acogida y pertenencia, de relación inter- de otros elementos para la celebración y, finalmente, entrega de ma-
personal y de compromiso cristiano compartido. Con otras pala- teríal de estudio para la preparación del domingo siguiente.
bras, cuando viene a ser una pequeña comunidad, que se encuentra Además de esta reunión semanal, conviene que el grupo tenga
y relaciona, tanto cuando ejerce su función en el culto como fuera otros encuentros o actividades esporádicas: algnnas celebraciones
del mismo. Si todo se reduce a cumplir una simple función, a una de grupo, algún retiro o encuentro de oración, intervenciones y cola-
ejecución más o menos dirigida, se acaba por perder el sentido de la boraciones extralitúrgicas con otros grupos sobre todo en momentos
función y por no vivir lo que se hace. significativos (tiempos fuertes, campañas, asambleas parroquiales o
Preparación de la celebración: al equipo litúrgico le corres- diocesanas ... ), otras celebraciones y encuentros festivos.
ponde estudiar y dialogar sobre la liturgia del día, a partir sobre to-
do de las lecturas y según las características de la fiesta, así como
preparar y ordenar la misma puesta en escena de la celebración. En 4. Puntos para el estudio y la revisión
concreto, el equipo litúrgico debe distribuir los diversos servicios-
ministerios para la celebración, elegir y determinar las partes va- a) Haz una revisión de la participación litúrgica en las celebra-
riables que le competen, concretar los medios necesarios y los sig- ciones de tu comunidad: ¿Se preparan adecuadamente por parte del
nos más oportunos para la celebración, ensayar las partes qne se sacerdote y de los demás que intervienen? ¿Qué servicios y minis-
crean más convenientes (OGMR 73). terios se desempeñan? ¿Qué sobra o qué falta, según el «ideal» que
Ejecución armónica de sen;icios y ministerios: es el momento propone la Iglesia?
de la actuación del equipo litúrgico por parte de algunos de sus b) Comenta brevemente este texto del nuevo Catecismo ha-
miembros. Dos cosas deben tenerse siempre en cuenta en estos blando de «los sacramentos de la Iglesia»:
momentos: la ejecución armónica, atendiendo al conjunto, a las
otras intervenciones, a los otros momentos de la celebración; y el Los sacramentos son «de la Iglesia», en el doble sentido de que
servicio humilde a la asamblea reunida, sabiendo que lo importan- existen «por ella» y «para ella». Existen «por la Iglesia», porque
te no es la «figura personal», sino el bien común. ella es el sacramento de la acción de Cristo que actúa en ella gracias
a la misión del Espíritu santo. Y existen «para la Iglesia», porque
Revisión permanente: el equipo litúrgico tiene que hacer revi-
ellos son sacramentos que constituyen la Iglesia, manifiestan y co-
siones para mejorar permanentemente. Cada celebración tiene su munican a los hombres, sobre todo en la eucaristía, el misterio de la
limitación, su peculiaridad. En concreto, hay que revisar cuál ha si- comunión del Dios Amor, uno en tres personas ( Catecismo de la
do el ambiente y participación de la asamblea; cómo se han desem- Iglesia católica, I I 18).
peñado todos y cada uno de los servicios y ministerios, desde el de
la presidencia hasta el de la acogida; cuál ha sido el efecto de los e) Si existe en tu comunidad un «equipo litúrgico», procura
diversos medios (palabras o gestos) que se han puesto en escena ... dialogar con alguno de sus miembros, para que te comunique su
El jimcionamiento del equipo litúrgico creemos que puede ser el experiencia, o bien para comentarle las sugerencias que este tema
siguiente: una vez determinados los miembros que participan en él, te ha aportado al respecto.
66 La liturgia, misterio y vida

5. Oración y meditación 6
a) San Agustín es uno de los Padres que comenta con más in-
sistencia la relación eucaristía-Iglesia. Para él, el sujeto de la cele-
Liturgia y tiempo litúrgico
bración es el «Christus totus», «el Cristo total», la cabeza y los
miembros:
Si queréis entender lo que es el cuerpo de Cristo, escuchad al Após-
tol; ved lo que dice a los fieles: vosotros sois el cuerpo de Cristo y
sus miembros (1 Cor 12, 27). Si, pues, vosotros sois el cuerpo y los
miembros de Cristo, lo que está sobre la mesa del Señor es símbo-
lo de vosotros mismos, y lo que recibís es vuestro mismo misterio. l. Encuentro con la vida
Por tanto, este alimento y bebida quieren significar la unión entre el
cuerpo y sus miembros, el cual es la Iglesia santa (Sermón 272; In a) El transcurrir de la vida
Jo. Trae/. 26, 15).
Todos experimentamos «cómo va pasando la vida». El día su-
b) Y en la Liturgia de las horas rezamos un himno que expre- cede a la noche y la noche al día, la semana a la semana, el año al
sa muy bien cómo la acción litúrgica es siempre acción de un «no- año. Vamos caminando en el tiempo, como transportados en una
sotros» o Iglesia, más allá de individualismos: sucesión de ritmos, que discurren entre ocio y trabajo, entre loco-
Padre nuestro, Padre de todos, tidiano y extraordinario, lo laborioso y lo festivo. Pero, ¿qué senti-
líbrame del orgullo de estar solo. do tiene este vivir en el tiempo, este transcurrir de nuestra vida?
No vengo a la soledad ¿Hacia dónde vamos y caminamos? ¿Hay una meta en la que de-
cuando vengo a la oración, semboquen nuestras aspiraciones, nuestros trabajos y descansos,
pues sé que, estando contigo, nuestras alegrías y nuestras penas? Hay quienes renuncian a plan-
con mis hermanos estoy; tearse estas cuestiones, y prefieren vivir «el día a día», disfrutan-
y sé que, estando con ellos, do lo más posible del momento, guiados por una especie de filoso-
tú estás en medio, Señor. fia pragmatista o hedonista; pero, en verdad, no puede ser esto lo
No he venido a refugiarme que dé pleno sentido a su vida, cargada siempre de insatisfacciones
dentro de tu torreón, en medio de «felicidades pasajeras». Hay otros que no renuncian a
como quien huye a un exilio
de aristocracia interior. plantearse las cuestiones señaladas, sino que buscan encontrar res-
Pues vine huyendo del ruido, puesta en un sentido que va más allá de la sola atención a lo inme-
pero de los hombres no. diato, del fragmento pasajero de felicidad de un momento, y para
Allí donde va un cristiano ello se remiten a un «modelo de vida que permanece», o a una me-
no hay soledad sino amor, ta que trascie.nde las limitaciones de lo pragmático humano, y en-
pues lleva toda la Iglesia tiende que este tiempo está cargado de eternidad y nos encamina
dentro de su corazón. hacia ella. Esta última actitud es la que debemos aceptar los cris-
Y dice siempre «nosotros», tianos, convencidos de que el «modelo» del vivir y el sentido últi-
incluso si dice «yo». mo de nuestra vida se encuentra en Cristo, y de que siguiendo este
(Himno de laudes del sábado de la II semana del T.O.) modelo caminamos hacia una meta de eternidad, donde serán col-
madas nuestras esperanzas y aspiraciones.
68 l a liturgia, misterio y vida Litwgia y tiempo litúrgico 69

b) Celebrar es vivir el sentido de esta vida hombres, sobre todo en Cristo, lo que hoy sigue realizando por el
Espíritu en la Iglesia y los sacramentos; y lo que el hombre debe ha-
¿Dónde descubre y renueva el cristiano este sentido del «discu- cer para responder en la fe e imitar en la vida el ejemplo de Cristo.
rrir de su vida»? Precisamente en la celebración litúrgica y sacra- La finalidad del año litúrgico no es sólo suscitar la admiración y
mental, en las fiestas del misterio y de la fe que nos propone la agradecimiento por la obra de Dios, sino también provocar en la
Iglesia a través del tiempo litúrgico o del «año litúrgico». Se trata Iglesia y en los fieles una respuesta de acogida y fidelidad. El año
de un ritmo diversificado: por un lado el ritmo semanal, marcado litúrgico tiene también una finalidad mistagógica y pedagógica.
por el domingo o día del Señor, cuyo centro es la eucaristía; y por Pues no basta saber que el Verbo se ha hecho hombre, que Cristo ha
otro lado el ritmo anual, marcado por los tiempos litúrgicos (ad- pasado por esta vida «haciendo el bien», que ha sufrido la pasión,
viento-Navidad, cuaresma-Pascua) y por las festividades del Señor ha muerto y resucitado por nosotros los hombres. Es preciso que a
(y de la Virgen y los santos), cuyo centro siempre es la Pascua; y esta memoria que hacemos, significamos y representamos de diver-
hay también un ritmo sacramental, que es el que está marcado por sas maneras (sacramentos, eucaristía, imágenes, procesiones, pie-
la periodicidad de la celebración de los sacramentos (eucaristía dad popular. .. ), se una un deseo de imitación y seguimiento perma-
diaria, semanal; penitencia; otros sacramentos: bautismos, matri- nentes, sobre todo cuando nos toca vivir las mismas situaciones que
monios ... ). La Constitución de liturgia nos dice que en estos tiem- Cristo vivió. Por eso las celebraciones del año litúrgico suponen es-
pos se da «un sagrado recuerdo» de la obra de la salvación y de los tos tres elementos:
misterios de la vida de Cristo (SC l 02. Cf. Catecismo de la Iglesia - El elemento cósmico: en cuanto que también están en rela-
católica, 1163). Por todo ello, para nosotros el sentido del tiempo ción con las estaciones y el ritmo solar (v.gr. primavera = pascua).
se viene como a hacer palpable y a concentrarse en las celebracio- - El elemento histórico: en cuanto que recuerda y remite a una
nes litúrgicas a lo largo de todo el año. El tiempo para nosotros no persona, una vida y un misterio, que es el de Cristo, cuya obra de
es un tiempo vacío y sin sentido, ni un tiempo simplemente cícli- salvación permanece y se nos ofrece siempre actual.
co de «eterno retorno». Es un tiempo lleno del «acontecimiento - Y el elemento ritual: en cuanto que comporta una representa-
Cristo»; un tiempo para vivir desde el sentido de vida que nos pro- ción y una actualización ritual, en palabras y signos diversos, de
pone el mismo Cristo; un tiempo «lineal» que se encamina a una aquellos mismos misterios que celebramos.
meta, ya alcanzada por Cristo en su resnrrección, y a la que tam-
bién nosotros esperamos llegar.
b) El domingo, fiesta semanal por excelencia del año litúrgico

2. Profundización en el sentido Aunque la festividad anual de la Pascua es el centro del año


litúrgico, el domingo es la fiesta semanal permanente durante to-
a) El año litúrgico y la presencia del Señor en sus misterios do el año. Si el domingo es importante a nivel social (día de des-
canso y ocio, día de la familia y el encuentro, día de la excursión
Llamamos «año litúrgico» a la celebración del misterio de Cris- y disfrute de la naturaleza ... ), es también importante con una es-
to en sus diversos aspectos, a lo largo del espacio y tiempo de un pecial intensidad y significado a nivel cristiano. Es cierto que,
año, y a través de los domingos, días de fiesta y tiempos litúrgicos entre los que nos llamamos cristianos, se dan dos fenómenos re-
en que se ordena. El año litúrgico es Cristo abarcando el tiempo, co- señables:
mo desglosando en el tiempo de un año sus misterios, las diversas - Por un lado, asistimos a una depreciación del sentido cristia-
secuencias de su vida. Con otras palabras, el año litúrgico por una no del domingo, pues muchos, inmersos en una dinámica seculari-
parte nos recuerda y hace presente lo que Dios ha realizado por los zada, ni participan en la eucaristía del domingo, ni ponen en este
70 l a liturgia, misterio y vida Liturgia y tiempo litúrgico 71

día ningún signo cristiano, ni dan sentido cristiano a su descanso o Se le llama «día del sol y de la luz», porque siendo Cristo el Sol
actividad dominical. que nos ha visitado de lo alto (Le l, 78-79), el «Sol de justicia»
- Por otro lado, se da una cierta revalorización del domingo, (Mt 4, 16. Cf. Is 9, lss), es también la Luz que ha vencido las ti-
pues muchos han venido a descubrir su sentido, participan con go- nieblas de la muerte y el pecado en la resurrección, de la que par-
zo en la eucaristía, han descubierto en ella un signo fundamental de ticipamos por el bautismo (Justino).
su identidad cristiana, sienten renovada su vida y su fe en el en- Se le llama «día octavo», porque habiendo vencido a la muer-
cuentro con la comunidad. te, vive para siempre, y ya no permanece atado a las limitaciones
Ciertamente, si no descubrimos el sentido cristiano del domin- del tiempo, sino que une en sí mismo el tiempo y la eternidad, re-
go, no podemos apreciarlo y vivirlo como cristianos. Para ello na- cordándonos el tiempo eterno al que estamos destinados (Pseudo-
da mejor que recordar su origen y sus aspectos fundamentales: Bernabé).
- Los antecedentes del domingo cristiano se encuentran en el Se le llama también «el señor de los días», porque es símbolo
«sábado judío» (Sabbat), día de descanso, día memorial de las ma- del señorío de Cristo sobre el tiempo, principio y fin (alfa y omega)
ravillas de Dios con su pueblo, día de renovación de la alianza, día de todas las cosas, centro al que confluye toda la realidad creada
de fiesta en honor de Yahvé. Jesús también celebraba el Sabbat, pe- (Eusebio de Alejandría).
ro se distancia de una interpretación legalista, cura en sábado, y Pero, así como estos nombres indican que el Señor resucitado
afirma: «El sábado es para el hombre, y no el hombre para el sába- es el centro del sentido del domingo, hay otros nombres que indi-
do» (Mt 12, 8; Jn 5, 8-13; Me 3, 1-5). can que el domingo es también el día de la reunión de los cristia-
- La novedad que Jesús aporta al sábado no consiste en la forma nos, el «día de la asamblea cristiana», que se reúne sobre todo pa-
de celebrarlo, sino en el contenido de su celebración que, a partir de ra celebrar la eucaristía. Por eso, se le llama «día del sol» (Didajé,
él, sobre todo de su pasión-muerte-resurrección, vendrá a ser un día Justino). Con la reunión en asamblea se quería expresar a la vez la
nuevo, no ya en recuerdo de las antiguas maravillas obradas por Dios, presencia del Señor resucitado, la unidad en la caridad, la mutua re-
sino en memoria del acontecimiento de su muerte y resurrección. En conciliación, la preocupación por los pobres, el encuentro fraterno.
él la antigua pascua ha sido sustituida por la nueva pascua (Jn 13). La Iglesia primitiva es consciente de la importancia que tiene esta
- Los primeros testimonios apostólicos (siglo !) ya nos hablan reunión dominical, como encuentro en el Señor que fortalece la fe,
de una celebración propia de los cristianos, que tiene lugar, no el consolida la unidad y fraternidad, manifiesta la identidad del ser
sábado, último día de la semana, sino el domingo o «día del Señor» cristiano. Por eso advierten que no asistir a la asamblea es muy gra-
(Ap 1, 9-1 O) que es «el primer día de la semana» (I Cor 16, 2; Hch ve y no admiten excusas (Didascalia de los apóstoles).
20, 7-12; 2, 42.46). Un poco más tarde (siglo II) abundan los testi- Y siendo el domingo día del Señor y día de la asamblea, es tam-
monios que nos hablan de cómo los cristianos «se reúnen el día del bién «el día de la eucaristía». La eucaristía no es el único objetivo
Señor para partir el pan y dar gracias a Dios» (Didajé 9, 1). de la reunión dominical, pero sí es el objetivo central. Así como la
- Más aún, a este día se le dan, con cierto entusiasmo, diversos pascua del Señor es el centro del sentido del domingo, la celebra-
nombres, que expresan su sentido y su originalidad: ción eucarística es el centro de todo gesto o acto litúrgico del do-
Se le llama «día del Señor» o «señorial», porque es el día en mingo. No hay día del Señor resucitado sin eucaristía, ni eucaris-
que Cristo muerto y resucitado ha venido a ser el Señor glorifica- tía que no sea día del Señor resucitado. Ya en los Hechos se dice:
do, vencedor del pecado y de la muerte. «El primer día de la semana, estando nosotros reunidos en la frac-
Se le llama «día primero», porque Cristo resucitó al día si- ción del pan ... » (Hch 20, 7). Y la Didajé exhorta: «Reuníos el día
guiente del sábado, y porque en ese día se renueva la creación pri- del Señor, romped el pan y dad gracias, después de haber confesa-
mera de todas las cosas, vencido el pecado que tuvo su origen en do vuestros pecados ... » (Didajé 14, 1). Es evidente que puede ha-
Adán y Eva. ber eucaristía sin domingo y domingo sin eucaristía, pero la expre-
72 La liturgia, misterio y vida Liturgia y tiempo litúrgico 73

sión significante más plena del acontecimiento pascual es el do- - El tiempo durante el año, incluye todos aquellos domingos
mingo con eucaristía o la eucaristía dominical. que no coinciden con los «tiempos fuertes» (33-34 domingos), en
los que se van recordando aspectos diferentes y fundamentales de la
vida cristiana. Su riqueza mayor está en la variedad de lecturas bí-
c) Los tiempos del año litúrgico blicas, distribuidas en tres ciclos (A, B, y C), junto con la variedad
de textos, oraciones y preces que para cada domingo se ofrecen.
La esencia del año litúrgico es la celebración del misterio de Cris-
to, en un desglosarse el cíclico temporal, con una especiál referencia
a la vida y acontecimientos terrenos de Cristo, y en un dinamismo de d) La Liturgia de las horas (Oficio divino) y la santificación del
interrelación entre pasado-presente-y futuro. Se trata de una historia tiempo
de salvación que, concentrándose en el ciclo de un año, no queda en-
cerrada en él, sino que por su dinamismo indica su continuidad y La Iglesia ha considerado siempre como uno de los elementos
apertura hacia su plena realización. Las celebraciones y fiestas del más importantes de la santificación del tiempo, la Liturgia de las ho-
año litúrgico nos remiten al misterio de Cristo, que es a la vez memo- ras u Oficio divino. Primero fue oración de la comunidad cristiana
ria del pasado, actualización en el presente y profecía o anuncio del (hasta el siglo V). Desde la extensión del monacato (siglo Vss) fue la
futuro. En concreto, la estructura y los tiempos del año litúrgico, tal oración más específica de los monjes, y en menor proporción del cle-
como nos los describe el calendario romano (1969) son estos: ro. El Vaticano II planteó una reforma global de la Liturgia de las ho-
- El triduo pascual (viernes, sábado y domingo), que conme- ras, en orden a santificar el curso entero del día y de la noche, y ade-
mora la pasión y muerte, la sepultura y la resurrección del Señor, y cuando más esta celebración a la mentalidad actual y a la posible
constituye la pascua anual, como momento central de todo el año participación de los fieles. De ahí que ha resaltado la importancia que
litúrgico. tienen las llamadas «horas mayores» (laudes y vísperas), proponien-
- El tiempo pascual es la cincuentena pascual, que «ha de ser do su recuperación litúrgica también para la comunidad cristiana.
celebrada con alegría y exultación, como si se tratase de un solo y Se trata de una oración que se dirige al Padre, por Jesucristo y en
único día festivo, más aún como si fuera un gran domingo». Pente- el Espíritu; y que se reza «en nombre de toda la Iglesia», en orden a
costés es la culminación de la pascua. ofrecer a Dios todos los momentos de la vida, y a santificar el tiem-
- La cuaresma, cuyo centro de sentido es la preparación a la po. «Santificar el tiempo» quiere decir ofrecerlo al servicio de Dios
Pascua, renovando el propio bautismo y convirtiendo el corazón y de los hombres, vivirlo en fidelidad a la voluntad de Dios, sentir
por las obras y el sacramento de la penitencia, que llevan consigo presente a Dios al ritmo de la luz y las tinieblas, del día y de la no-
la renovación de la misma comunidad cristiana. che, de las cosas creadas y del trabajo del hombre. Y todo ello refe-
- El tiempo de Navidad, en el que conmemoramos el misterio rido al misterio de Cristo, que entregó toda su vida a este mismo fin.
de la encarnación y del nacimiento de Cristo, al que se une la fies- La Liturgia de las horas consiste sobre todo en la plegaria. En
ta de la maternidad de santa María y la del bautismo del Señor. La ella hay muy pocos gestos o ritos. Es una plegaria que tiene su ele-
Iglesia celebra con gozo el misterio de la presencia del Señor (Dios mento central en los salmos, a los que acompañan los himnos, la
con nosotros), junto a la esperanza de su segunda venida gloriosa. lectura, los responsorios, las preces, las aclamaciones, cántico, pa-
- El tiempo de adviento, cuyo sentido es el de la preparación a drenuestro ... Las dos horas más importantes son los «laudes» u
la Navidad, en la esperanza del encuentro definitivo con el Señor. oración de la mañana, y «vísperas» u oración de la tarde, porque
El adviento viene a coincidir con el comienzo del año litúrgico. ambas marcan el ritmo del día y la noche, de la luz y de las tinie-
Estos tiempos se llaman «tiempos fuertes», tienen lecturas propias blas, articulando el tiempo de la actividad humana. La estructura es
para cada día, junto con prefacios, oraciones y preces especiales. parecida en los dos casos:
74 La liturgia, misterío y vida Liturgia y tiempo litúrgico 75

- Comienza con una invocación trinitaria a la que sigue un himno. cristiano, revisa sus actitudes y sus compromisos de vida. La euca-
- Siguen los salmos, que en laudes son: salmo-cántico del An- ristía es el gran «bien común» de todos los cristianos, del que no
tiguo Testamento-salmo; y en vísperas: salmo-salmo-cántico toma- podemos prescindir. No se puede marginar ni la eucaristía de la vi-
do del Nuevo Testamento. da, ni la vida de la eucaristía.
- Lectura breve de la Escritura. - No se puede afirmar, sin más, que siempre que deja de parti-
- Cántico evangélico: «Benedictus» en laudes y «Magníficat» ciparse en la eucaristía del domingo, se comete un «pecado mor-
en vísperas. tal». Hay muchas circunstancias que pueden justificar la no parti-
- Preces o peticiones en los dos casos. cipación esporádica o accidental en la eucaristía. Y siempre cabe
- Padrenuestro y oración conclusiva. aplicar la máxima de Jesús: «El sábado se ha hecho para el hom-
bre, y no el hombre para el sábado».
- Pero cuando un creyente, desde la conciencia de su ser cris-
3. Aplicación a la celebración y la vida tiano, llega a prescindir en su actitud y comportamiento normal de
la reunión dominical y la celebración de la eucaristía, hay que de-
a) El domingo, «¿día de precepto?» cir que algo importante está fallando en su vida, y que un pecado
serio comienza a apartarle de Dios y de la comunidad. Uno no es
En los primeros siglos, el domingo fue para los cristianos un perfecto cristiano sólo por ir a misa. Pero tampoco es verdadero
día festivo y gozoso, donde lo normal era reunirse con la comuni- cristiano si prescinde de la eucaristía.
dad y celebrar la eucaristía, y lo anormal era no participar en la
asamblea eucarística. Posteriormente, dada la desidia de algunos
cristianos, la Iglesia estableció el precepto del descanso dominical, b) Pastoral del año litúrgico
junto con la obligación de «oír misa». Durante tiempo, para mu-
chos prevaleció la ley del precepto sobre el gozo de la celebración El año litúrgico ofrece numerosas posibilidades de renovación
pascual y del encuentro comunitario, la obligación sobre la fiesta, pastoral. Pero, ¿cuáles son los medios concretos de esta pastoral?
la mala conciencia de pecado sobre el sentido de la celebración En primer lugar la Palabra, predicación o catequesis. Sólo una lla-
participada. Hoy es evidente que a muchos «no les dice nada» el mada, una educación en la fe, una iluminación sobre la riqueza y
precepto, ni se mueven a participar en la eucaristía por razón del contenido del misterio celebrado, puede conducir a los fieles a en-
pecado. ¿Cuáles son los criterios a tener en cuenta para una educa- trar en dicho misterio y a participar en su vida. Los momentos y ca-
ción y catequesis al respecto? racterísticas de esta catequesis podrán ser diversos según el tiempo
- El precepto dominical es un precepto de la Iglesia, cuya razón o la festividad de que se trate: catequesis verdadera o coloquios,
fundamental es pedagógica o de estímulo, para que no olvidemos charlas o conferencias, retiros o convivencias, celebraciones de la
la centralidad e importancia de la eucaristía dominical. Palabra o vigilias, lecturas personales o comunicaciones sencillas ...
- Es necesatio que valoremos el domingo y la eucatistía no tanto Lo importante será, en todo caso, que la comunidad «penetre», y se
por razón del precepto, como por razón de su profundo sentido ctis- «deje penetrar» por el misterio, objeto central de la celebración.
tológico (día del Señor resucitado ... ) y eclesiológico comunitatio En segundo lugar, otro medio es la valoración de los símbolos y
(día de renovación de la comunidad ctistiana). El domingo es el día de los ritos litúrgicos, a través de una digna presentación, de una eje-
del encuentro con la comunidad y del gozo y la esperanza pascual. cución viva, de una ordenación armónica, de una participación sin-
- La eucaristía permanece como la celebración central del mis- cera. Cuando se deja que los símbolos hablen y se acoge su mensaje,
terio pascual y de la fe de la Iglesia, en la que cada cristiano re- entonces se quiebra la dinámica opaca de lo sensible, y trasluce el
nueva su pertenencia a la comunidad, manifiesta su identidad de misterio trascendente. Esto exige, como es claro, que los símbolos
76 La liturgia, misterio y vida Liturgia y tiempo íilúrgico 77

aparezcan en su aspecto sensible (pan que sea «pan», fuego que sea tavo día» en que Cristo, tras su reposo del gran Sabbat, inaugura el
«fuego» ... ), que la acción simbólica sea ejecutada por ministros y Día «que hace el Señorn, el «día que no conoce ocaso» (liturgia bi-
fieles (en la medida que a cada uno le corresponde) con plena digni- zantina). El «banquete del Señorn es su centro, porque es aquí donde
toda la comunidad de los fieles encuentra al Señor resucitado que los
dad y elocuencia, transparentando y transmitiendo su misterio. invita a su banquete (Catecismo de la Iglesia católica, 1166).
En tercer lugar, se conduce y se penetra en el misterio a través
de una acción de vida y de un compromiso, que implica disposi- c) Comenta con otros miembros de la comunidad (sacerdote,
ciones y voluntad subjetiva coherentes con el mismo. Si la perso- Consejo parroquial, otros grupos) las posibilidades de una cate-
na y la comunidad creyente toman en serio lo que van a celebrar quesis especial a lo largo del año litúrgico, sobre todo con motivo
(preparación) o lo que han celebrado, deben esforzarse por mani- de los «tiempos fuertes» (adviento-Navidad, cuaresma-Pascua).
festar en actos lo que significan y actualizan en ritos. Si el misterio
ilumina y da sentido a la vida, la vida debe ser portadora y actua-
lizadora histórica concreta del misterio. 5. Oración y meditación
Si las fiestas litúrgicas resultan a veces celebraciones masifi-
cadas sin participación verdadera, es en gran parte porque no pre- a) Justino (siglo II) es el primer autor que nos transmite una
cede una evangelización y catequesis adecuadas. El año litúrgico descripción de la eucaristía en el «día del Señor». Sus palabras son
«posee una especial eficacia para alimentar la fe». Pero para ello es muy elocuentes:
preciso que la celebración vaya precedida (antes), implique (en), y
se continúe (después) en una verdadera catequesis evangelizadora. El día que se llama del sol, se celebra una reunión de todos los que
moran en las ciudades o en los campos ... Y celebramos esta reu-
Especialmente si se considera el año litúrgico como el gran marco nión general el día del sol, por ser el día primero, en que Dios,
sacramental para la celebración de los sacramentos, si se acompa- transformando las tinieblas y la materia, hizo el mundo, y también
ña con una profundización en la Palabra, si se introduce y se re- el día en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó de entre los
nuevan los signos por los que el pueblo (piedad popular) expresa su muertos (Apología I, 67).
fe en el misterio, entonces el año litúrgico será una guía y un me-
dio excelente de evangelización, de catequesis, de renovación. b) El prefacio X dominical del Tiempo ordinario recuerda no
sólo la actitud de acción de gracias a Dios que nos convoca, sino
también que el domingo es un día de fiesta, día del Señor resucita-
4. Puntos para el estudio y la revisión do, que anuncia el domingo sin ocaso:
En verdad es justo bendecirte y darte gracias,
a) Analiza cuáles son las causas por las que hoy mucha gente, Padre santo, fuente de la verdad y de la vida,
sobre todo jóvenes, no participan en le eucaristía del domingo. porque nos has convocado en tu casa
¿Qué medios habría que poner para que el pueblo apreciara más la en este día de fiesta.
eucaristía dominical? Hoy tu familia, reunida en la escucha de tu Palabra,
b) Comenta este texto del nuevo Catecismo sobre el domingo, y en la comunión del pan único y partido,
y reflexiona sobre los títulos que se le aplican: celebra el memorial del Señor resucitado,
mientras espera el domingo sin ocaso
La Iglesia, desde la tradición apostólica que tiene su origen en el misM en el que la humanidad entera
mo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada entrará en tu descanso.
ocho días, en el 4ía que se llama con razón «día del Señorn o domin- Entonces contemplaremos tu rostro
go (SC 106). El día de la resurrección de Cristo es a la vez el «primer y alabaremos por siempre tu misericordia.
día de la semana», memorial del primer día de la creación, y el «oc-
7
Liturgia y espacio litúrgico

l, Encuentro con la vida

Un elemento importante en la celebración litúrgica es el llama-


do «espacio litúrgico» o también «lugar sagrado», con el que nos
referimos al lugar en el que se reúne la asamblea y se desarrolla la
acción litúrgica, que normalmente suele ser un «templo», una «igle-
sia», una «capilla», un «santuario» ...

a) Pero, ¿necesita Dios templos o lugares sagrados?

Es evidente que los hombres necesitamos lugares de reunión, y


que a lo largo de la historia todas las religiones, y también la religión
cristiana y católica, ha procurado y dispuesto de estos «lugares sa-
grados». Sin embargo, en estos tiempos de secularización que vivi-
mos, algunos han elevado serias críticas sobre estos lugares sagra-
dos, porque a veces se los ha convertido en reductos de sacralidad o
en ámbitos al margen de las realidades del mundo, como si a Dios
pudiera encerrársele en un lugar determinado. Baste recordar algu-
nas expresiones de esta crítica: «Dios está en todas partes y no nece-
sita de espacios sagrados». «A Dios no se le puede encerrar en los
templos». «La creación entera es templo de Dios». «El verdadero
templo de Dios es el hombre». «Algunos templos son más expresión
o signo del poder de la Iglesia que de la presencia de Dios». «Los
templos se han convertido, a veces, en comercio de lo sagrado».,,
Es cierto que todas estas afirmaciones encierran verdad. Pero
no toda la verdad que ha significado y sigue significando el lugar
o espacio litúrgico. Los abusos que se han podido cometer a lo lar-
go de la historia, justifican la crítica, pero no la generalización. De-
80 La Liturgia, misterio y vida Liturgia y espacio litúrgico 81

bemos entender desde el principio que al hablar de lugar o espacio Esta es la razón fundamental de la necesidad del «espacio litúr-
sagrado no pretendemos reducir o encerrar a Dios en los límites de gico»: que el hombre no vive ni celebra su fe en solitario, que somos
una estructura material, sino significar que hay determinados luga- cristianos creyentes con los demás, que necesitamos reunimos para
res cuya estructura y finalidad principal es significar la presencia celebrar y hacer fiesta en honor de nuestro Dios, y que ese lugar de-
de Dios entre los hombres, y posibilitar la acción litúrgica que ma- be ser adaptado a la acción litúrgica que en él realiza la asamblea y
nifiesta el encuentro de los hombres con Dios. en ella la Iglesia entera. Por eso, el rrombre más propio de este lugar
de reunión no es «templo», sino «Iglesia» (Ekklesia), porque con él
se expresa el lugar de la reunión y el misterio de los que se reúnen:
b) No es Dios sino los hombres los que necesitamos «lugares que son la misma Iglesia de Jesucristo, los que han recibido el mis-
sagrados» mo bautismo, tienen la misma fe, y pertenecen al mismo Cuerpo (cf.
Hch 13, !; Rom 16, 5).
En efecto, Dios está presente en todas las partes, y él no necesita
nada especial para hacerse presente. Pero los hombres somos de car-
ne y hueso, y Dios mismo sabe que necesitamos cosas concretas pa- 2. Profundización en el sentido
ra que podamos reconocer mejor su presencia y así expresar nuestra
alabanza y encuentro con él. Por eso, a lo largo de la historia de sal- a) El templo en la Escritura
vación, Dios prometió su presencia especial en determinados lugares
y elementos (nube, arca, templo, cena pascual, pan y vino ... ), que En el Antiguo Testamento, en la época de los patriarcas, apare-
después se configuraron diversamente en la vida de la Iglesia. Pero cen dos lugares principales de culto: la tienda y el templo, consi-
es que también el hombre siente en sí mismo la necesidad de expre- derados como símbolos reales de la presencia de Dios y del en-
sar de modo concreto esta presencia de Dios, este acercarse a Dios: cuentro y oración a Dios (Ex 33; 2 Sm 7). Dos tradiciones recorren
por eso ha creado espacios y zonas determinadas de encuentro con la historia del templo: una de exaltación por su significado (2 Sm
Dios, por eso tiende a separar lo profano y lo sagrado, lo religioso y 7, 13; 1 Cr 17, 12), y otra de crítica profética por su mal uso (Jr 7;
lo secular. Pero esto no quiere decir que exista una separación entre Ez 8, 3-6). El templo no puede ser lugar de ritos y cultos externos,
Dios y el hombre, entre lo sagrado y lo profano. Lo sagrado se des- que se separan de la vida y de la justicia con el huérfano y la viuda.
cubre también en la misma entraña de la realidad creada, se encuen- El mismo significado del templo reclama derecho y justicia, ver-
tra como brotando del mismo corazón de la realidad secular o profa- dad y fidelidad (Is!, 13ss).
na, desde la que el hombre se siente como conducido a la misma En el Nuevo Testamento vemos que Jesús frecuenta el templo pa-
realidad de Dios. Todo lo creatural o profano, y en especial todo lo ra orar y predica alrededor del templo. Pero también se distancia del
humano, puede ser lugar de admiración, de alabanza, de relación a uso que se hace del templo (Jn 2, 13ss), relativiza el culto que en él
Dios. Lo sagrado de la realidad creada consiste en la manifestación se da anunciando un culto nuevo (Jn 4, 20-24), y hasta viene a decir
que a mí me produce de otra realidad sagrada o divina. Lo sagrado que él es el verdadero templo (Jn 2, 19-22): «Destruid este templo, y
no se limita a un espacio o tiempo determinado. Es toda la vida del en tres días lo levantaré ... Hablaba del templo de su cuerpo». Más
hombre vivida en la presencia del Dios trascendente lo que se con- aún, la comunidad primera llama también «templo» al mismo cris-
vierte en realidad sagrada. Y, sin embargo, siendo esto así, el hombre tiano que sigue y se ha incorporado a Cristo: «¿No sabéis que sois
necesita concretar y como concentrar lo sagrado en determinados es- templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si al-
pacios y lugares, no sólo para expresar su encuentro personal con guien destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el
Dios, sino también para compartir ese encuentro con los demás, pa- templo de Dios es sagrado, y vosotros sois ese templo»(! Cor 3, 16-
ra celebrarlo comunitariamente. 17). Y a la misma Iglesia se la llama también «templo», «edifica-
82 l a liturgia, misterio y vida Liturgia y espacio iítúrgico 83

ción», de la que los bautizados son piedras vivas (1 Pe 2, 4-8). Así adornan ... , de manera que a través de todo ello el hombre pueda
pues, en el Nuevo Testamento lo principal no es el templo de piedra, intuir la belleza del mismo Dios, el misterio que lo envuelve, lo
sino el templo de carne, que tiene su realización ejemplar en Cristo, trascendente de la misma realidad creada. Es el conjunto el que
y se prolonga en la Iglesia y en cada uno de los cristianos. Ahí se en- tiende a visibilizar la presencia de Dios, a facilitar la contempla-
cuentra el primer lugar sagrado, el primer espacio litúrgico de pre- ción, a entrar en el misterio más allá de lo cotidiano. Entonces el
sencia de Dios, de encuentro y de adoración a Dios. mismo templo viene a ser como un símbolo sacramento que mani-
fiesta el «esplendor de la gloria de Dios» entre los hombres.
- En segundo lugar, es preciso que el templo esté ordenado de
b) El simbolismo del templo cristiano manera que en él se posibilite del modo mejor posible la realiza-
ción de las funciones litúrgicas, que son: facilitar la reunió_n y co-
Al principio los cristianos visitaban el templo de Jerusalén. Pe- municación de la asamblea reunida; suscitar la participación activa
ro pronto comienzan a reunirse por las casas, para recordar la tra- por la escucha y respuesta a la Palabra, los gestos y ritos, la músi-
dición de los apóstoles, orar y «partir el pan» (Hch 2, 42). En Tróa- ca y el canto, la cercanía y visibilidad del presbiterio, la realización
de, Pablo celebra la eucaristía el día primero de la semana «en el de los diversos servicios y ministerios. Esto exige que los diversos
piso de arriba» de una casa (Hch 20, 7). En Roma comenzó a cele- lugares de la celebración (sede, altar, ambón ... ) estén adecuada,
brarse la eucaristía en las estancias de las casas de los patricios. Só- mente situados y ordenados. Y en ello entra también lajerarquiza-
lo con la persecución tuvieron que celebrar en las catacumbas. Y, ción y ponderación de las imágenes; la disposición de los distintos
después de Constantino, se comenzó a celebrar en las basílicas. elementos necesarios para la celebración: cruz, candelabros, obje-
Las iglesias posteriores a los siglos V y VI siguieron la misma es- tos y símbolos, flores ...
tructura de la basílica romana y bizantina. El espacio central es la - En tercer lugar, es necesario que el pueblo sea iniciado sobre
nave, lugar de la asamblea, orientada hacia el santuario donde se el simbolismo del mismo templo, para que pueda apreciarlo y vi-
encuentra el altar, que normalmente mira hacia oriente, para recor- virlo. Por ejemplo, «orientado a oriente», para expresar la luz y re-
dar el lugar por donde sale el sol, símbolo del Señor resucitado. surrección de Cristo; en forma de «nave» para significar la Iglesia
Posteriormente evolucionó la estructura y el arte del lugar sa- que se reúne y cual «nave» navega hacia el puerto eterno; llamada
grado, desde el arte románico, majestuoso, sereno y recogido a la «casa del señor», porque está destinada al encuentro con Dios; lla-
vez, al arte gótico, esbelto, luminoso y trascendente, al arte barro- mada «iglesia», porque la asamblea reunida es la imagen viva de la
co, exuberante, confesante y glorioso, y al arte moderno, que rom- Iglesia; adornada con imágenes y símbolos, para expresar la co-
pe moldes clásicos, es más funcional y atento a las funciones litúr- munión con los santos y la unión del culto terrestre con el culto de
gicas que deben desempeñarse. El Vaticano II ha reconocido la la Jerusalén celeste. Por tanto, la iglesia o templo, además de ser el
dignidad del arte de todas las épocas, la libertad de estilo y la ne- lugar necesario para la reunión, es un símbolo del mismo Cristo, de
cesidad de que los artistas se adapten tanto a los criterios estéticos la Iglesia, de la nueva Jerusalén.
como litúrgicos (cf. SC 122-130).
Pero lo más importante de un templo, de una iglesia o de una
catedral, no son las piedras o materiales, sino lo que ellas, en su 4. Aplicación a la celebración y la vida
configuración artística y en su funcionalidad litúrgica, representan
y significan. a) Dignidad y funcionalidad de los lugares de celebración
- En primer lugar, deben facilitar y mover al hombre al en-
cuentro con Dios, por el ambiente que se crea, por la dignidad y No basta que el templo en su estructura externa y en su conjun-
belleza, por la ordenación de las formas, por los símbolos que las to sea bello. Es preciso que cada uno de los lugares de celebración
84 La liturgia, misterio y vida Liturgia y espacio litúrgico 85

sea digno, exprese lo que significa, y posibilite una buena ejecu- - El baptisterio es el lugar destinado a la celebración del bau-
ción de la función litúrgica a la que está destinado. tismo. Normalmente está situado a la entrada de la Iglesia, para
significar que es el primer sacramento cristiano. La pila o fuente
- En primer lugar, el mismo espacio destinado a la celebración
bautismal es el centro del baptisterio. El simbolismo y cuidado del
no puede ser cualquier local, con cualquier decoración. Ha de ser
baptisterio es signo de la importancia que la comunidad da a este
un lugar ordenado, destinado y consagrado para ello, en el que se
acontecimiento.
han de conjugar la estética y elementos simbólicos con la funcio-
- El lugar para la reconciliación penitencial, es el destinado a
nalidad. Es cierto que en las grandes ciudades a veces no es posible
disponer de lo deseable, y se utilizan otros locales para la celebra- la celebración del sacramento de la penitencia, que puede ser una
capilla, un espacio adaptado al encuentro entre penitente y confe-
ción por razón de necesidad. Pero siempre ha de tenderse hacia el
ideal (cf. OGMR 273-275). sor, un confesionario. La dignidad y ambientación de este lugar de-
·- La nave es el lugar destinado a la reunión de los fieles, y de- be facilitar la realización de todas las partes del rito, tal como lo
be estar dispuesto de modo que facilite la visibilidad, la participa- prevén los documentos de la Iglesia (cf. Catecismo de la Iglesia
ción plena. En principio, en la nave debe haber un lugar destinado católica, 1480).
a los cantores y a los músicos.
- En la iglesia, el presbiterio ocupa un lugar especial y diferen-
ciado, pues es donde se desarrollan los ritos principales de la acción b) Riqueza y pobreza en el templo
litúrgica. Debe ser bien visible, y no distanciado de la asamblea.
- El altar es el elemento principal y el centro del presbiterio. Como ya hemos indicado, el templo tiene un sentido, es símbo-
Significa a la vez la mesa del convite pascual y el ara del sacrifi- lo que sintetiza nuestra fe, desempeñando una función muy impor-
cio; es signo del mismo Cristo que entrega su vida por amor, y re- tante para la comunidad cristiana. Siendo el lugar donde el creyen-
cuerdo de los mártires que entregaron su vida por Cristo: por eso te más expresa su relación con Dios, es lógico que haya procurado
existe la costumbre de colocar reliquias debajo de los altares siempre dignificarlo, hacerlo elocuente, poner en él todo aquello
(OGMR 259-266). que significa su amor, su reverencia, su reconocimiento a ese Dios,
- El ambón es el lugar reservado al anuncio de la Palabra. De- en el que está y del que depende nuestra vida y nuestro eterno des-
be ser un lugar fijo, visible, digno y apto para la proclamación. tino. Por eso muchos templos se han llenado de adornos, se han
Junto con el altar es la pieza más importante del presbiterio. Por empleado en ellos materiales riquísimos (oro, plata, esmaltes, már-
eso se habla de la «mesa de la Palabra» y de la «mesa del altar» moles, esculturas, pinturas etc.), se han donado para ellos bienes,jo-
(OGMR272). yas, coronas, insignias, vestidos lujosos, objetos litúrgicos ... Hasta
- La sede es el lugar propio del sacerdote que preside la cele- el punto de encerrar muchos de ellos verdaderos tesoros. Pero mu-
bración. No es un signo de autoridad, sino un signo de re-presen- chos se preguntan: ¿no es esto un signo de ostentación y riqueza?
tación del mismo Cristo, verdadero sacerdote que preside la cele- ¿No contradice esto la palabra y el ejemplo de Aquel que creemos
bración, y es mediador del sacrificio y la oración del pueblo. En la está presente en el templo? ¿No está reñida esta riqueza con el
catedral esta sede se llama «cátedra». amor, la caridad, la opción por los pobres, los mil espectáculos de
- El tabernáculo está destinado a la reserva de la eucaristía en pobreza y miseria que rodean nuestras ciudades?
orden sobre todo a la comunión de enfermos, y a la vez signd de Es cierto que, al menos en una primera apreciación, es dificil ar-
permanencia de Cristo entre los hombres, que nos invita a profun- monizar ambos aspectos. Pero, aún reconociendo el abuso y las exa-
dizar en la misma celebración, y a la adoración contemplativa y geraciones que han existido al respecto en la historia de la Iglesia, es
solidaria. Debería estar situado en una capilla adecuada para la preciso también admitir que la cuestión puede valorarse desde diver-
oración. sas perspectivas: la antropológica, la religiosa, la litúrgica, la so-
86 La liturgía, misterio y vida Liturgia y espacio litú,gico 87

cial. .. El amor de Jesús hacia los pobres no impidió que la Magda- Alabad al Señor en su templo,
lena derramara un ungüento precioso sobre él. La oposición entre alabadlo en su firme firmamento.
gasto en el templo y servicio a los pobres la percibe más quien no Alabadle por sus obras magnífica.s,
alabadle por su inmensa grandeza.
ama apasionadamente, o quien no se solidariza tanto con la muerte
Alabadlo tocando trompetas,
de Cristo. Una cosa es el l1tjo y la riqueza desproporcionada que pue- alabadle con arpas y cítaras.
den destinarse a un proyecto para el templo, y otra la riqueza que ha Alabadlo con tambores y danzas,
venido a tener el templo por voluntad y donación de los mismos fie- alabadlo con trompas y flautas.
les, y a veces incluso de los más pobres. Las razones de muchos pa- Alabadlo con platillos sonoros,
ra ello son «razones del corazón», razones de fe agradecida, de pro- alabadlo con platillos vibrantes.
mesas cumplidas. Deberá buscarse un equilibrio entre dignidad y Todo ser que alienta alabe al Señor.
sencillez; entre medios para la estética y belleza del templo y medios (Salmo 150, 1-6)
para la solidaridad y la caridad; entre aquello que se ofrece para hon-
rar a Dios, y aquello que debe ofrecerse para honrar al prójimo en el
que Dios está. Sin olvidar cómo los valores artísticos y religiosos de
los lugares de culto son riquezas culturales del mismo pueblo, que
cultivan y elevan la misma vida. No es honesto ni el despilfarro por
razón del culto, ni la reducción a la vulgaridad del lugar del culto.

5. Oración y meditación

a) San Juan Crisóstomo (345-407) es uno de los Padres que abor-


da la cuestión de la riqueza del templo y la pobreza del hermano:
Dios no necesita cálices de oro, sino almas de oro. No quiero decir
con esto que no hagáis tales regalos, sino que socorráis a los pobres
a la vez que hacéis esos regalos. Y aún mejor, antes de hacerlos. ¿A
qué vienen unos manteles tejidos de oro y puestos en su mesa (el_ al-
tar), si no tiene ni lo más elemental para cubrir su desnudez (Cristo
en el prójimo)? Te ocupas en enriquecer el pavimento, las paredes y
los capiteles de las columnas, y pones ricas lámparas en cadenas de
plata, y a él (Cristo en el hermano) preso y cargado de cadenas, ni
siquiera te dignas mirarle. Al decir esto, no intento prohibir el uso
de esos elementos de culto. Lo que intento es la solicitud por los de-
más. Incluso mi exhortación es que hagáis esto antes que aquello.
Por tanto, no te desentiendas del hombre que sufre, a la vez que te
preocupas del ornato del templo (In Mat. Hom. 50, 3-4).

b) El Salmo 150 nos recuerda cómo a Dios se le alaba en el


templo, pero también en la creación por sus obras maravillosas, y
con todo el ser, con cantos, música, danza:
8
Liturgia y piedad popular

1. Encuentro con la vida

a) Las múltiples expresiones de la/e

La fe del pueblo de Dios tiene múltiples expresiones, que en ca-


da época, cultura y lugar han conducido a diversas manifestaciones
o formas religiosas. Las formas más importantes y comunes para
todos los católicos son los sacramentos y la llamada «liturgia ofi-
cial», porque pertenece a todo el cuerpo de la Iglesia. Pero existen
también otras formas de expresar la fe más particulares y propias
de las distintas comunidades, iglesias y pueblos, a las que se les lla-
ma «devociones privadas», actos de «piedad popular» o «religiosi-
dad popular». Algunos quisieron oponer ambas formas de piedad:
la litúrgica-oficial, y la popular-privada. Pero en realidad ambas
formas tienen el reconocimiento de la Iglesia, y están presentes en
la vida de las comunidades cristianas. Más aún, es necesario que la
liturgia sea complementada con la piedad popular, y que la piedad
popular no pierda la referencia de la celebración litúrgica.
Respecto a la piedad o religiosidad popular, después del Vatica-
no II se dieron dentro de la Iglesia dos posturas: la de cierto des-
precio o marginación, por considerarla afectada por costumbres y
ritos poco coherentes con la vida, algunos cercanos a la magia y
superstición, contrarios a una mentalidad racional y analítica, don-
de lo que cuentan son la ciencia y el experimento. Y, por otro lado,
como reacción, se ha dado la postura de aprecio y valoración de la
piedad popular: por ser medio de expresión y transmisión de la fe;
por pertenecer a la esencia del pueblo; por ser una de las manifes-
taciones más importantes de la cultura; por responder a la antropo-
logía humana, y a la aspiración más honda del hombre. La consta-
90 l a liturgia, misterio y vida Liturgia y piedad popular 91

tación de esta doble postura nos indica ya, que debe hacerse un es- - «Religiosidad popularn: se refiere a una experiencia univer-
fuerzo por discernir los aspectos positivos y negativos de la piedad sal: en el corazón de toda persona, como en la cultura de todo pue-
popular, así como por armonizarla de modo equilibrado con la li- blo y en sus manifestaciones colectivas, está siempre presente una
turgia oficial o las celebraciones litúrgicas de la Iglesia. dimensión religiosa. Todo pueblo, de hecho, tiende a expresar su
visión total de trascendencia ... a través de mediaciones cultuales ...
La religiosidad popular no tiene relación, necesariamente, con la
b) ¿A qué llamamos «piedad» o «religiosidad» popular? revelación cristiana, aunque en muchos lugares está impregnada de
estos elementos (n. 1O).
Los autores no están de acuerdo en cuál es el nombre más ade-
cuado para designar esta realidad. Unos hablan de «religiosidad A lo resumido se pueden añadir las siguientes distinciones: se
popular», otros de «catolicismo popularn, de «devociones popula- trata de «piedad» porque expresa la fe en una determinada forma,
res», de «piedad popular». Es esta última expresión la preferida por que manifiesta la devoción del pueblo a un aspecto del misterio de
el Magisterio en su reciente documento titulado: Liturgia y piedad Cristo, a la Virgen, a un santo, a una tradición o rito. Y si decimos
popular (Roma 2002). En este documento se aclara el sentido de la que es «popular», es porque se entiende que es practicada por la
terminología, y se distingue entre: gran masa del pueblo, bien sea en un momento puntual (celebra-
- «Ejercicio de piedad»: designa aquellas expresiones públicas ción en un santuario), o bien en la sucesión secuencial de diversos
o privadas de la piedad cristiana que, aun no formando parte de la actos.
liturgia, están en armonía con ella, respetando su espíritu, las nor- Pero, dado que la piedad popular también se vive en diversas
mas, los ritmos; por otra parte, de la liturgia extraen, de algún mo- épocas, y está sometida a evolución, también puede distinguirse
do, la inspiración y a ella deben conducir al pueblo cristiano. Al- entre: 1) Piedad popular clásica: es aquella que tiene sus raíces en
gunos ejercicios de piedad se realizan por mandato de la misma la historia larga de los pueblos, y que ha venido practicándose de
Sede apostólica, otros por mandato de los obispos; muchos forman generación en generación, v.gr. procesiones de semana santa. A
parte de las tradiciones cultuales de las Iglesias particulares y de veces, estas tradiciones se han generado poco a poco. 2) Y piedad
las familias religiosas (n. 7). popular nueva: es aquella que va surgiendo en los nuevos tiempos,
- «Devociones»: en nuestro ámbito, el término se utiliza para debido a las condiciones sociales o demográficas, o al cambio de
designar las diversas prácticas exteriores (por ejemplo: textos de la sensibilidad religiosa, o a la nueva situación cultural. Hoy han
oración y de canto; observancias de tiempos y visitas a lugares par- desaparecido muchas «novenas». En cambio las fiestas de los
ticulares, insignias, medallas, hábitos y costumbres), que, anima- pueblos se han modificado y trasladado a fechas nuevas, v.gr. en la
dos de una actitud interior de fe, manifiestan un aspecto particular España rural al mes de agosto, sobre todo por el fenómeno de las
de la relación del fiel con las divinas personas, o con la virgen Ma- vacaciones.
ría en sus privilegios de gracia y en los títulos que lo expresan, o Por otro lado puede distinguirse entre: 1) Piedad popular litúr-
con los santos, considerados en su configuración con Cristo o en su gica: es aquella que está directamente relacionada con la liturgia
misión desarrollada en la vida de la Iglesia (n. 8). oficial de la Iglesia, v.gr. las procesiones de las fiestas patronales u
- «Piedad popular»: el término «piedad popular», designa aquí otras fiestas (domingo de Pascua de resurrección), antes o después
las diversas manifestaciones cultuales, de carácter privado o comu- de la celebración de la eucaristía. 2) Y piedad popular extralitúrgi-
nitario, que en el ámbito de la fe cristiana se expresan principal- ca: es aquella que no está tan relacionada con una celebración li-
mente, no con los modos de la sagrada liturgia, sino con las formas túrgica, sino que puede darse de forma independiente, v.gr. una pe-
peculiares derivadas del genio de un pueblo o de una etnia y de su regrinación, la participación como cofrade en una procesión, la
cultura (n. 9). visita privada a un santuario, una romería ...
92 La !itwgia, misterio y vida liturgia y piedad popular 93

2. Profimdización en el sentido Para unos, es aquello que emerge ante la problematicidad de


la existencia: cuando el hombre no tiene nada que hacer, hace ritos.
a) Piedad popular y antropología persona/is/a Si el hombre no tuviera ningún problema humano, psicológico, so-
cial, existencial, no experimentaría tal necesidad. La piedad popu-
La piedad popular no es algo impuesto al hombre, ni siquiera al- lar expresa un sentido y necesidad de salvación del hombre, más
go decidido por la Iglesia u otra institución religiosa. Es más bien allá del campo de sus posibilidades.
algo que arranca de la misma naturaleza humana, de la inclinación -· Es también la necesidad de expresar la alegría y la fiesta. La
profunda del hombre, de su búsqueda de sentido, de su necesidad de piedad o religiosidad popular no sólo surge en momentos de «cri-
ritos. ¿Por qué? El hombre vive, permanentemente, situaciones y sis», sino también en momentos de alegría y de fiesta, de necesi-
acontecimientos que sobrepasan su capacidad de explicación racio- dad de comunicación gozosa con los demás, de ruptura con lamo-
nal. Pueden tratarse de situaciones felices o infelices, más positivas notonía de lo cotidiano.
o más negativas. Con frecuencia estas situaciones coinciden con - La piedad popular puede ser igualmente la forma simbólica
momentos de tránsito, llamados «ritos de paso» o con las etapas de expresar el «plus de significación» de la existencia humana. Es
fundamentales de la vida (nacimiento, crecimiento, compromiso so- una forma de superar los problemas de la contingencia, un modo
cial, casamiento, jubilación, enfermedad, muerte). También se dan de expresar los sentimientos más profundos. En este sentido el ri-
otras situaciones especiales, como son diversos eventos familiares to resulta expresión y liberación de aquello que permanece escon-
(fiesta familiar), o colectivos (de éxito o de fracaso), que suponen dido en el hombre, de los deseos más escondidos del hombre.
una intensidad y experiencia especial. Esta experiencia implica: la - Otra interpretación es la que se puede llamar más «teológi-
aspiración, el deseo que el hombre siente en lo profundo de su ser, ca»: la piedad popular es la forma de expresar la fe personal o in-
más allá de lo material; el «plus de significación» de la vida, inex- dividual, la referencia al absoluto religioso, al trascendente o divi-
plicable sólo desde la razón; la necesidad de remitirse y contar con no en la forma que más le dice al individuo. Esta teología se
Alguien que explique el misterio de la vida, las preguntas funda- especifica dentro de la Iglesia católica, en la teología de los santos,
mentales. En una palabra, son momentos en que el ser religioso del de María, de los misterios de Cristo ...
hombre (homo religiosus) se manifiesta de forma especial.
Justamente en estas situaciones y experiencias, el hombre quie-
c) Valores de la religiosidad y piedad popular
re referir su vida al Ser superior, quiere «sacralizar» su vida, sien-
te la necesidad de ritualizar o significar esos momentos, de una u
otra forma. Unos lo hacen con ritos explícitamente religiosos, otros Muchos son los valores que se han destacado en la piedad popu-
lar o las tradiciones religiosas. Señalamos algunos más importantes:
con ritos seculares o civiles. La ritualización es el medio más nor-
mal para la mediación entre la experiencia religiosa y la realidad - Desde un punto de vista más antropológico: supone el reco-
divina. Y esta es, sin duda, una razón antropológica que explica la nocimiento del valor de los signos y ritos para el hombre, frente a
religiosidad o piedad popular. un racionalismo exagerado. Implica una actitud y comportamien-
to frente a lo religioso más espontáneo y libre, más creativo, desde
la misma base del pueblo. Manifiesta el modo de expresar el pue-
b) Interpretaciones de la religiosidad o piedad popular blo sus aspiraciones y sus luchas, sus esperanzas y alegrías. Está
más relacionada con los elementos cósmicos, naturales, unidos a la
Claro que no todos interpretan de la misma manera este fenó- tierra, a las estaciones, al monte, al lugar sagrado. Es origen de
meno. Las opiniones varían según la perspectiva desde la que se múltiples formas culturales y de expresión de la fe, que son las que
considere. van marcando la vida de los pueblos. Se convierten, fácilmente, en
Liturgia y piedad popular 95
94 La liturgia, misterio y vida

puntos de referencia espacio-temporal de la vida y del ritmo de una distanciamiento respecto a la vida sacramental de la iglesia; la ten-
comunidad y grupo social. Suponen una mayor autonomía y crea- dencia a separar el momento cultual de los compromisos de la vida
tividad respecto a lo dado oficial y a la autoridad del clero, mani- cristiana; la concepción utilitarista de algunas formas de piedad; la
festando un protagonismo del pueblo: es religiosidad del pueblo y utilización de signos, gestos y fórmulas que a veces adquieren exce-
para el pueblo ... siva importancia, hasta el punto de buscar lo espectacular; el riesgo,
- Desde un punto de vista más propiamente cristiano: el docu- en casos extremos, de favorecer la entrada en las sectas y de condu-
mento sobre Piedad popular y liturgia recuerda estos valores: la pie- cir a la superstición, la magia, el fatalismo o la angustia» (n. 65).
dad popular, considerada justamente como un «verdadero tesoro del En una palabra, hay que decir que a la piedad popular no le so-
pueblo de Dios», «manifiesta una sed de Dios que sólo los sencillos bran los ritos, pero a veces le falta: el contenido teológico evangé-
Y los pobres pueden conocer; vuelve capaces de generosidad y de lico que le da su sentido; la actitud de fe que le da comprensión
sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe· verdadera; la actitud de compromiso con la vida que le da verdad;
comporta un sentimiento vivo de los atributos profundos de Dios: l; la relación con la liturgia que le da complementariedad; la referen-
paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante; genera cia a la comunidad cristiana, que le da permanencia de vida.
actitudes interiores, raramente observadas en otros lugares, en el
mismo grado: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, des-
prendimiento, apertura a los demás, devoción» (n. 9). Además, la 3. Aplicación a la celebración y la vida
piedad popular manifiesta «un deseo sincero de agradar al Señor, de
reparar por las ofensas cometidas contra él y de hacer penitencia; el A la piedad popular no le falta sentido humano, pero sí conte-
desapego respecto a las cosas materiales, la solidaridad ... , el senti- nido cristiano. Su contenido tiene una cierta impregnación cristia-
do de amistad, de caridad y de unión familiar» (n. 61 ). na inicial que necesita purificación, desarrollo, evangelización, re-
novación. Sus actividades y actos de culto tienen una fuerte carga
cosmo-vital y religiosa, que exige cristianización, eclesialización,
d) Ambigüedades y peligros de la piedad popular incidencia en la vida. Muchos de los que nutren su fe en la piedad
popular son cristianos «intermedios» o a medias: ni ateos ni cre-
Desde un punto de vista cristiano y evangélico puede decirse yentes, ni no bautizados ni bautizados consecuentes. Su piedad es
que la piedad popular está también cargada de peligros, como pue- una realidad con la que hay que contar, pero no un ideal en el que
den ser la magia, la superstición, la ceguera o el fanatismo ... Pero hay que permanecer. En pocas palabras, sin perder sus valores, ne-
más importante puede ser la «instrumentalización» que a veces se cesitan evangelización (conversión evangélica), autentificación
hace de la piedad popular, bien porque se invierte el sentido reli- (compromiso en la vida), liturgización (integración litúrgica), co-
gioso del mismo acto, bien porque se le utiliza para intereses eco- munión .eclesial (mayor y mejor relación con otras instancias ecle-
nómicos o turísticos o de prestigio o de influencia social o de pro- siales). Explicitemos a continuación lo que implica cada uno de es-
paganda ideológica. tos puntos en el caso de las Cofradías.
El Directorio sobre la piedad popular y la liturgia señala estos
peligros: «presencia insuficiente de elementos esenciales de la fe
cristiana, como el significado salvífica de la resurreccción de Cris- a) Evangelización
to, el sentido de pertenencia a la Iglesia, la persona y la acción del
Espíritu divino; la desproporción entre la estima por el culto a los No es necesario que recojamos en este momento todas las de-
santos Y la conciencia de la centralidad absoluta de Jesucristo y de claraciones del Magisterio recordando la necesidad de evangelizar
su misterio; el escaso contacto directo con la sagrada Escritura; el la piedad popular. El mismo Directorio reconoce: «Para poner re-
96 La liturgia, misterio y vida Liturgia y piedad popular 97

medio a estas eventuales limitaciones y defectos de la piedad po- d) «Eclesialización»


pular, el Magisterio de nuestro tiempo repite con insistencia que se
debe 'evangelizar' la piedad popular, ponerla en contacto con lapa- Con esta expresión nos referimos a la necesidad que tienen
labra del evangelio para que sea fecunda. Esto la librará progresi- quienes practican estos actos de piedad popular, de renovar sus
vamente de sus defectos; purificándola la consolidará, haciendo vínculos de comunicación y comunión con los diversos estratos
que lo ambiguo se aclare en lo que se refiere a los contenidos de la de la comunidad eclesial (movimientos, grupos diversos), y so-
fe, esperanza y caridad. Y esta evangelización supone que hay que bre todo con la comunidad cristiana (sacerdotes y fieles). Con
dar su puesto al anuncio del kerigma, a la conversión y la fe, al en- frecuencia no existe sentido ni conciencia de pertenencia a la co-
cuentro con Cristo y la experiencia del Espíritu. munidad cristiana, y por ella a la Iglesia, de muchos de los que
practican actos de religiosidad o piedad popular. Sin embargo,
no es posible invocar a Dios y prescindir de la comunidad de los
b) Autentificación hijos de Dios. No es cristiano vivir de unos actos de piedad cris-
tiana, y sentirse desinteresado o al margen de la vida de esta co-
Llamamos así a esa necesaria tarea de convertir a quienes parti- munidad.
cipan en actos de piedad popular, a la verdad y coherencia entre lo
que significan y representan a través de sus actos, ritos, tradicio-
nes, y lo que en realidad son y hacen en su propia vida; entre lo que 4. Puntos para el estudio y la revisión
expresan a través de sus símbolos e imágenes, actos de culto y ce-
lebraciones diversas, y lo que interpretan sobre las mismas o reali- a) Describe brevemente los actos de piedad popular que se
zan en su actuación diaria. La vida privada, familiar, social, políti- practican en tu parroquia, tu pueblo, tu ciudad.
ca o económica ... , no puede separarse de la expresión religiosa. b) Haz una valoración (personal o en grupo) de los aspectos
positivos y negativos que descubres en la práctica de cada uno de
estos actos.
c) «Liturgización» c) Saca las consecuencias que creas se desprenden de este tex-
to del Directorio sobre piedad popular y liturgia:
Es a todas luces evidente que en muchos casos se manifiestan
serias contradicciones en quienes participan en actos de piedad La enseñanza de la Iglesia sobre la relación entre la liturgia y los
popular, en lo que respecta a la comprensión, participación y ar- ejercicios de piedad se puede sintetizar en lo siguiente: la liturgia,
monización de sus actos de culto público y prácticas de piedad, por naturaleza, es superior, con mucho, a los ejercicios de piedad
con la liturgia y la celebración de los sacramentos. Muchos no só- (SC 7), por lo cual en la praxis pastoral hay que dar a la liturgia el
lo desconocen los grandes principios de la celebración litúrgica y «lugar preeminente que le corresponde respecto a los ejercicios de
sacramental de la Iglesia, paradigma de todo culto público; sino piedad»; liturgia y ejercicios de piedad deben coexistir respetando
la jerarquía de valores y la naturaleza específica de ambas expre-
que no se interesan por las celebraciones de la comunidad cristia-
siones cultuales (n. 73).
na, prescinden de la participación en la eucaristía dominical, y no
ofrecen ninguna colaboración para que dichas celebraciones sean
una verdadera fiesta de encuentro con Dios y con los demás. Los 5. Oración y meditación
actos de piedad están así separados de las principales celebracio-
nes de la iglesia.
a) Uno de los ejemplos más antiguos y bellos sobre piedad
popular lo encontramos en el Itinerario de Egeria (finales del si-
Liturgia y piedad popular 99
98 La liturgia, misterio y vida
Déjame que sea columna,
glo IV), en la descripción que nos trasmite sobre cómo se cele- déjame morir por ti.
braba la Semana santa en Jerusalén. En concreto, respecto al Jue- Látigo de dos mil años
ves santo dice: que me separa de ti;
Al comenzar el canto del gallo bajan cantando himnos desde el In- el amor, que no es de antaño,
bomón hasta que llegan al lugar mismo en que oró el Señor, como agudo se clava en mí.
está escrito en el evangelio: «Y se apartó como un tiro de piedra y (Semana santa en Granada 1989, 48-49)
oró ... ». En este lugar hay una iglesia muy hermosa. Entra en ella
el obispo y todo el pueblo, dice una oración propia del lugar y del
día, un himno apropiado, y leen el texto del evangelio en el que el
señor dijo a sus discípulos: «Velad para que no caigáis en tenta-
ción». Leen todo el pasaje y de nuevo hacen oración. Desde allí ba-
jan andando, incluso los niños pequeños, hasta Getsemaní. Acude
muchísima gente, cansados por las vigilias y ayunos de todos los
días; por eso bajan el monte muy despacio cantando himnos hasta
Getsemaní. Preparan más de doscientas antorchas para alumbrar a
todo el pueblo. Al llegar rezan una oración apropiada, dicen un
himno y leen el pasaje del evangelio donde se narra el prendimien-
to del Señor. Apenas leído el texto, prorrumpe todo el pueblo en
sollozos, gemidos y llantos, tanto que se podría, tal vez, oír en la
ciudad estos gemidos. Después de esto caminan a la ciudad can-
tando himnos y llegan a la puerta a la hora en que un hombre ape-
nas puede distinguir a otro. Desde allí, todos, sin faltar uno, mayo-
res y menores, ricos y pobres, cruzan la ciudad. Esta noche todos
asisten a las vigilias hasta que es de día. Por tanto, desde Getsema-
ní va el obispo acompañado hasta la puerta y pasando por medio
de la ciudad hasta la cruz. Cuando llegan a la cruz ya comienza a
clarear el día i .

b) En España la piedad popular se ha expresado de forma es-


pecial en la Semana santa y la representación de la pasión y muer-
te de Cristo en la cruz. El pueblo ha cantado en coplillas y saetas su
devoción. Un ejemplo es el siguiente:
¿Por qué me sigues amando, di,
por qué te estás humillando?
Si yo nunca te pedí
tanto como me estás dando.
Que yo no quiero mirarte,
que no quiero verte así.

l. Peregrinación de Egeria. Itinerarios y guias primitivas a Tierra santa, Sí-


gueme, Salamanca 1994, 74-75.
9
Evangelización, catequesis y liturgia

1. Encuentro con la vida

La liturgia y los sacramentos, lejos de estar separados de las otras


dimensiones de la misión de la Iglesia, como son la Palabra (evan-
gelización, catequesis ... ), o la caridad Qusticia, solidaridad ... ), están
íntimamente unidos a ellas. Más aún, siendo «culmen y fuente» de la
vida de la Iglesia, las supone y a ellas conduce. Pero no siempre se
ha entendido y vivido esto de modo adecuado.

a) ¿Para quiénes son la liturgia y los sacramentos?

Es evidente que la primera respuesta es: «para los bautizados».


Pero si nos preguntamos: «¿todos los bautizados tienen la fe y las
disposiciones requeridas para participar y recibir los sacramentos
de la Iglesia?», entonces tenemos que afirmar que, por desgracia,
hay muchos que fueron bautizados nn día en la fe de la Iglesia, pe-
ro que nunca llegaron a ser de verdad evangelizados, ni a recibir la
necesaria catequesis, ni a tener la fe auténtica, que haya venido a
hacer de ellos «fieles cristianos bautizados y creyentes». En otros
tiempos se solía dar por supuesto que todo bautizado era un cre-
yente. Pero en los últimos tiempos este supuesto es contradicho por
la misma realidad. La «descristianización» y la secularización am-
biental han hecho que, también entre los bautizados, haya que di-
ferenciar entre: «bautizados creyentes», «bautizados de una fe in-
suficiente» (o creyentes a su modo), y «bautizados increyentes». Y,
sin embargo, muchos de aquellos que no han llegado a ser «bauti-
zados creyentes», también piden y quieren recibir los sacramentos.
Nos encontramos, por tanto, con una pluralidad de situaciones de
102 l a liturgia, misterio y vida
Evangelización, catequesis y liturgia 103
fe Yde vida cristiana que, por sí misma está reclamando una evan-
gelización y una catequesis o incluso catecurnenado, que haga po- 2. Profundización en el sentido
sible no sólo el que los no bautizados, sino que incluso los que fue-
ron un día bautizados vengan a la conversión y la fe. Porque es a) La liturgia y los sacramentos suponen la evangelización y la
evidente que la liturgia y los sacramentos son para bautizados, pe- catequesis
ro para «bautizados creyentes».
Si los verdaderos sujetos de la liturgia y los sacramentos son los
bautizados creyentes, y a la fe se viene por la evangelización y la
b) No son lícitos los planteamientos «alternativos» catequesis, es evidente que, de una u otra forma, ambas son nece-
sarias en un momento previo a la celebración, De ahí que la Iglesia
La problemática recordada obliga, por un lado a revisar la rela- haya afirmado siempre que «los sacramentos suponen la fe» (cf.
ción entre evangelización, catequesis y liturgia, y por otro lado a SC 59). Y el nuevo Catecismo nos recuerde que en la misión de
superar posibles planteamientos radicales o alternativos: «o evan- Cristo (Mt 28, 19) de bautizar se implica la misma evangelización:
gelización o sacramentos», «o fe auténtica o rechazo del sacra- «La misión de bautizar, por tanto la misión sacramental, está im-
mento», «o defendernos la verdad del sacramento o mejor es dejar plicada en la misión de evangelizar, porque el sacramento es pre-
de celebrarlo» ... Hay que pensar más bien en planteamientos con- parado por la palabra de Dios y por la fe que es consentimiento a
juntivos o complementarios: «evangelización que conduce al sa- esta Palabra» (Catecismo de la Iglesia católica, 1122; PO 4),
cramento», «fe que se alimenta con la catequesis y el sacramento», Ahora bien, ¿qué es y qué supone la evangelización? La evan-
«verdad del sacramento que se defiende celebrando bien el mismo gelización primera es el anuncio de la buena noticia del Reino, que
sacramento». Lo afirmaba con claridad el papa Pablo VI en la implica el anuncio del nombre, la doctrina, la vida, la misión, las
Evange!ii Nuntiandi: «Nunca se insistirá bastante en el hecho de promesas y el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios y Mesías
que la evangelización no se agota con la predicación y la enseñan- anunciado, que ha muerto y resucitado por nuestra salvación (cf.
za de una doctrina .... La evangelización despliega toda su riqueza EN 22-24), en orden a la conversión y la fe, que implican la adhe-
cuando realiza la umón más íntima, o mejor, una intercomunica- sión viva a Cristo y el ingreso en la comunidad eclesial, expresado
ción jamás ininterrumpida entre la Palabra y los sacramentos. En por diversos signos, sobre todo por los sacramentos de iniciación.
un cierto sentido es un equívoco oponer, corno se hace a veces la Esta evangelización primera se dirige sobre todo a los no creyentes
evangelización a la sacrarnentalización» (n. 47). Se trata, en d ;f i _ y no bautizados. Pero, dado que hay muchos que, aunque fueron
ni?va, de integrar n el proceso hacia el sacramento la evangeliza- bautizados, no han llegado todavía a ser verdaderos creyentes, se
c10n Y la catequesis, a la vez que desarrollarnos las posibilidades debe dirigir también a ellos, En otros casos, nos encontrarnos con
evangelizadoras y catequéticas que ofrecen la misma liturgia y los personas que tienen una cierta fe heredada por un contexto f amiliar
sacramentos. Bien sabido es que para ello hay que entender el «sa- o cultural, pero es una fe poco consciente y responsable, a la que
cramento» en su sentido dinámico o procesual, que implica un «an- no acompaña la conciencia de identidad y pertenencia, ni la prác-
tes» ne_c sario de discernimiento y preparación evangelizadora o tica ni el compromiso, También para estos se requiere una verda-
catequet1ca, un «en» de celebración ritual «mistagógica» que ali- dera evangelización, corno afirma Juan Pablo 11: «Se da una situa-
menta y educa la fe, y un «después» de acompañamiento que pro- ción intermedia, especialmente en los países de antigua cristiandad,
fundiza y ayuda a vivir el misterio creído y celebrado. pero a veces también en iglesias más jóvenes, donde grupos ente-
ros de bautizados han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no
se reconocen ya corno miembros de la Iglesia, llevando una exis-
tencia alejada de Cristo y de su evangelio. En este caso es necesa-
ria una «nueva evangelización» o «reevangelización» (Redempto-
104 La litwgia, misterio y vida Evangelización, catequesis y liturgia /05

ris missio, 33). El medio más apto y tradicional para esta evange- Por tanto, la liturgia no sólo inicia a la catequesis, sino que tam-
lización es, sin duda, el catecumenado, como lo propone hoy la bién es uno de sus contenidos fundamentales. Las palabras de la li-
Iglesia (RICA, cap. IV y V). turgia, desde la Palabra que se proclama en la celebración, hasta
La catequesis es la que hace avanzar y crecer en la conversión, la los textos y oraciones; los gestos y ritos, los signos y los símbolos,
fe, la experiencia del misterio y la conciencia de pertenencia a la la estructura y dinámica de la celebración, constituyen un «mate-
comunidad eclesial. Son las condiciones para una celebración y par- rial» imprescindible para la catequesis, que ha de saber integrar en
ticipación plena en la liturgia y los sacramentos. «La catequesis, su momento y de modo proporcionado estos elementos. Por eso el
distinta del primer anuncio del evangelio, promueve y hace madurar nuevo Catecismo insiste: «La liturgia es el lugar privilegiado de la
esta conversión inicial, educando en la fe al convertido e incorpo- catequesis del pueblo de Dios. La catequesis está intrínsecamente
rándolo a la comunidad cristiana. La relación entre ambas formas unida a toda la acción litúrgica y sacramental, porque es en los sa-
del ministerio de la Palabra es, por tanto, una relación de distinción cramentos, y sobre todo en la eucaristía, donde Jesucristo actúa en
en la complementariedad» (Directorio general para la catequesis, plenitud para la trausformación de los hombres» ( Catecismo de la
61 ). Por tanto, evangelización y catequesis son dos momentos de un Iglesia católica, 1074). La ventaja de esta catequesis es que parte
único proceso, que quedan integrados en el mismo catecumenado o, de los signos y símbolos, de la acción visible, conducen al misterio
a veces, en lo que se llama un proceso catequético de estilo catecu- de lo invisible: «La catequesis litúrgica pretende introducir en el
menal (ibid., 62). Ambas son necesarias para que los «ojos de la fe» misterio de Cristo (es 'mistagógica'), procediendo de lo visible a lo
puedan ver el misterio que se celebra, y para que la participación in- invisible, del signo a lo significado, de los sacramentos a los mis-
terna y externa pueda darse, y la gracia pueda ser acogida. terios» (Catecismo de la Iglesia católica, 1075).
Por otro lado, toda catequesis debe integrar en su dinámica un
«momento litúrgico», es decir, un tiempo dedicado a la oración o
b) La evangelización y la catequesis integran la liturgia y los meditación, al signo o al símbolo, a la memoria de lo celebrado o a
sacramentos la preparación de lo que se va a celebrar. De este modo, toda cate-
quesis adquiere también una dimensión litúrgica.
Una evangelización y catequesis verdaderas deben integrar en
su mismo contenido y dinámica, tanto las palabras de la acción li-
e) La liturgia y los sacramentos son también evangelización y
túrgica (textos, oraciones ... ), como los signos y ritos de los sacra-
mentos. La iniciación y crecimiento en la fe implican la iniciación catequesis
y conocimiento de los textos y signos de la celebración. Es lo que Es evidente que la liturgia y los sacramentos no están destina-
llamamos la «catequesis litúrgica o sacramental». Así lo pide la dos directamente ni a la evangelización primera o misionera (anun-
misma Constitución de liturgia: «Incúlquese también por todos los cio del kerigma para la primera conversión y fe); ni a la catequesis
medios la catequesis más directamente litúrgica y, si es preciso, sistemática de profundización en la fe; ni a la proposición de los
ténganse previstas en los ritos mismos breves moniciones ... » (SC dogmas que estructuran el mismo contenido de fe. Sin embargo, la
35.3). Y el Directorio general para la catequesis afirma que es ne- liturgia y los sacramentos también tienen una función, tanto res-
cesaria la catequesis para una participación plena en la liturgia, pecto a la evangelización permanente del pueblo de Dios, como
pues «la catequesis, además de propiciar el significado de la litur- respecto a la educación y profundización de esa fe, o respecto a la
gia y de los sacramentos, ha de educar a los discípulos de Jesucris- vivencia cultual de unas verdades dogmáticas que constituyen la
to para la oración, la acción de gracias, la penitencia, la plegaria esencia de la misma fe de la Iglesia.
confiada, el sentido comunitario, la captación recta del significado La tradición permanente, y de forma especial los documentos
de los símbolos» (n. 85). del Vaticano II y posvaticano insisten en este carácter pedagógico
106 La liturgia, misterio y vida
Evangelización, catequesis y liturgia 107
o didascálico de la liturgia. La Constitución de liturgia afirma:
«Aunque la sagrada liturgia sea principalmente culto a la divina de comunión; porque en ella se manifiestan comunicándose_ a la
Majestad, contiene también una gran instrucción para el pueblo vez las diversas dimensiones de la misión: palabra, culto, candad,
fiel» (SC 33). unidad; porque la fe es al mismo tiempo palabra de Dios anuncia-
Es evidente que una celebración preparada, participada, adap- da a la asamblea que la acoge, profesión de fe del pueblo de la nue-
tada, y realizada con verdadera dignidad y sentido litúrgico edu- va Alianza, acto comunitario de testimonio. Sobre todo, la espec1f1-
ca la fe y recuerda sus contenidos centrales, renueva el ideal del cidad radica en que esta educación se realiza a través de un con3unto
vida y nos acerca al misterio, nos hace conscientes de la identi- de elementos que integran : palabra de Dios y palabras de los hom-
dad cristiana e incrementa la conciencia de pertenencia eclesial, bres (homilía, oraciones, preces), signos y símbolos, _gestos Yac-
suscita y pone en acción la participación y el sentido comunitario, ciones, movimientos y posturas corporales, ceremomas Y cantos,
nos transmite una imagen de Iglesia y nos alimenta en la gracia ubicación de los celebrantes, colores, sonidos y hasta los aromas.
del Espíritu, estimula y sostiene nuestro compromiso y nuestra Todo ello posee una fuerza educativa y en su conjunto_procla!lla un
acción en la vida. Más aún, hay que reconocer que para muchos mensaje y una presencia, que con su pedagogía propia se a
,dmge
cristianos la celebración litúrgica, sobre todo de la eucaristía do- todo el hombre, como individuo y comumdad, como espmtu en-
minical, es la única fuente permanente de educación de su fe, ya carnado como mente y corazón.
que en el ritmo de vida que llevamos son pocos los que encuen- Es e ta diversidad integradora de elementos visibles Yaudibles,
tran un tiempo para formarse o educar su fe por la lectura, el es- la que encierra una calidad peda ógica úni,ca, en s alt rnancia de
tudio, el diálogo de fe en grupo. De ahí la importancia de que la palabra y signo, de contemplac10n y acc10n, de silenc10 y canto,
celebración que se ofrece sea preparada con esmero y participada de ministerios y carismas que, cada uno a su modo, van cond c1en-
en plenitud. do a la asamblea hacia el misterio inefable, hacia la presencia sal-
vadora de Dios por Cristo y el Espíritu.

3. Aplicación a la celebración y la vida


b) Especificidad procesual educadora de la liturgia y los
sacramentos
Pero con todo lo dicho no significa que haya que convertir la
celebración en un acto destinado a la evangelización o la cateque- Otro aspecto distintivo de la evangelización-educación_ e Ypor
sis, aunque las implique a su modo. la liturgia y los sacramentos es su carácter procesual dmmmco,
_o
en cuanto que se extiende y abarca tres momentos d1stmtos pero
complementarios del proceso sacramental: 1) El «antes» o mo-
a) Especificidad educativa mistagógica de la liturgia y los
mento antecedente(= preparación). 2) El «en» o momento real!-
sacramentos
zante (= celebración ritual). 3) Y el «después» o momento conse-
Por tanto, es preciso aclarar cuál es su especificidad. A nuestro cuente (= continuación o acompañamiento).
entender, además de implicar la presencia viva de Cristo evangeli- Estas tres dimensiones nos muestran el sacramento no solo co-
zador y la acción evangelizadora del mismo Espíritu, se resume en mo acto celebrativo puntual, sino también como proceso vital exis-
dos notas: su carácter mistagógico y su dinamismo procesual. tencial, que en su propio dinamismo tiende a tra fo1mar no u,n mo-
En efecto, se puede decir que la celebración tiene un valor edu- mento fugaz de la vida, sino la vida entera. As1 aparece mas qu_e
cativo, más aún, que es el lugar privilegiado para la educación de la explicitado en los diversos documentos a que nos vemmos refi-
fe, por las siguientes razones: porque en ella encontramos la fe en riendo: Constitución de liturgia, Rituales, Código, Catecismo ... En
acto de expresión, de confesión, de realización, de alimentación y verdad si estos tres momentos se realizan de modo adecuado, no
puede por menos de implicar la evangelización y la catequesis de
Evangelización, catequesis y líturgia !09
108 La liturgia, misterio y vida

preparación por encuentros personales y comunitarios que impli- 5. Oración y meditación


quen un proceso adecuado; así como la continuación posterior a la
celebración del sacramento, por un acompañamiento que supone a) La oración del mismo Jesús es un ejemplo de cómo debe-
la ayuda y la animación para vivir lo celebrado de modo coherente mos dirigirnos al Padre, para que sea alimento de nuestra fe:
y testimonial. Yo te bendigo, Padre,
Naturalmente, toda esta riqueza evangelizadora y catequética só- Señor del cielo y de la tierra,
lo podrá llevarse a efecto, si se tiene un verdadero proyecto de pas- porque has ocultado estas cosas a sabios y prudentes,
toral sacramental, y si se da una colaboración y coordinación de los y se las has revelado a los sencillos.
diversos servicios y ministerios de la comunidad cristiana. Entonces Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.
la comunidad aparecerá toda ella como necesitada de educación y Todo me ha sido entregado por mi Padre,
como educadora a la vez. y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre,
ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo,
y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
4. Puntos para el estudio y la revisión (Mt 11, 25-27)

a) Analiza si en tu comunidad o parroquia se da esta correla- b) Uno de los primeros testimonios cristianos, la Didajé o Ins-
ción entre evangelización, catequesis y liturgia: trucciones de los apóstoles, de finales del siglo !, nos transmite
- ¿Cuál crees que es la proporción entre bautizados y evange- unas oraciones muy bellas de acción de gracias, en relación con la
lizados? eucaristía:
- ¿Cuántos son los que reciben una catequesis antes de cele- Después de saciaros, daréis gracias así:
brar un sacramento? te damos gracias, Padre santo,
- La celebración que se ofrece, ¿es de verdad educadora de la por tu santo nombre,
fe? que hiciste morar en nuestros corazones,
b) Entérate de si existe un proyecto u orientaciones de pastoral y por el conocimiento y la fe y la inmortalidad
sacramental para la diócesis, la vicaría o la parroquia. Y, si puedes, que nos diste a conocer
léelo y haz una crítica positiva. por medio de Jesús tu Siervo.
c) Separa en frases y analiza el contenido de este texto del Ca- A ti sea la gloria por los siglos.
tecismo de la Iglesia católica que se refiere al tema tratado: (Didajé 10, 6)
La liturgia, obra de Cristo, es también una acción de su Iglesia.
Realiza y manifiesta la Iglesia como signo visible de la comunión
entre Dios y los hombres por Cristo. Introduce a los fieles en la vi
da nueva de la comunidad. Implica una participación consciente,
activa y fructífera de todos (n. 1071 ).
La sagrada liturgia no agota toda la acción de la Iglesia. Debe ser
precedida por la evangelización, la fe y la conversión; solo así pue-
de dar frutos en la vida de los fieles: la vida nueva según el Espíri-
tu, el compromiso en la misión de la Iglesia y el servicio de su uni-
dad (n. 1072).
10
Dimensión social comprometente
de la liturgia y los sacramentos

1. Encuentro con la vida

a) ¿ Qué tienen que ver la liturgia y los sacramentos con lo social?

«Religión», «Iglesia», «signos y ritos religiosos de la Iglesia»,


son realidades cargadas de dimensión social. Si la religión es «una
manifestación social de primer orden» (E. Durkheim), y la Iglesia
una comunidad religioso-social de primera categoría, los signos li-
túrgico sacramentales no pueden no ser sino elementos de sociali-
zación y compromiso social para los miembros de la Iglesia. Con
frecuencia, se ha pensado que la liturgia y los sacramentos tenían
poco que ver con las situaciones y problemas sociales de la vida.
De ahí la tentación permanente de recluir lo litúrgico al templo, y
lo sacramental al rito, como si lo que se hace y celebra en la Iglesia
no tuviera nada que ver con la vida.
Es cierto que la dimensión social no es todo en la liturgia y los
sacramentos, sino una dimensión o aspecto. Pero sin ella no abar-
caríamos la totalidad de la liturgia y los sacramentos, ya que se tra-
ta de un elemento fundamental constitutivo de su esencia y su ver-
dad. Para comprender bien el tema, es preciso que lo situemos en
el marco más amplio de la relación de la liturgia con las otras di-
mensiones de la misión de la Iglesia (martyría = palabra; koino-
nía=comunión; diakonía = caridad y justicia), y en definitiva con
los demás compromisos de la vida entera (no todo compromiso
cristiano se reduce a lo social).
112 La liturgia, misterio y vida Dimensión social de la liturgia y los sacramentos 113

b) No podemos separar asamblea-comunidad-sociedad rey. En efecto, en el cumplimiento de todas estas funciones está
presente de modo especial la dimensión socio-política. Como pro-
El hombre es un ser con los demás. Y el cristiano es un ser con feta, anuncia y denuncia con valentía, acompañando su palabra con
los demás en cristiano. La relación con los demás, en sus alegrías y sus signos, y conmoviendo a los diversos estratos de la sociedad
sus penas, en sus éxitos y fracasos ... , no es algo accidental, sino (Mt 12, 41; 2, l ss; Me l, 23; 2, 5ss; Le 4, 14ss). Como pastor, des-
fundamental en la vida ordinaria. Sencillamente, esto quiere decir califica a los falsos pastores, y se proclama públicamente como el
que somos seres sociables, sociales y en sociedad. Y cuando cele- verdadero pastor que conoce, reúne, conduce y salva a las ovejas
bramos venimos y participamos con esta vida y desde esta existen- perdidas (Jn 10, 3ss; Le 15, 4ss; Mt 15, 24; 18, 12ss; Me 6, 34).
cia y esta vida. La liturgia y los sacramentos no nos extraen de la Como sacerdote, si bien los sinópticos nunca le atribuyen este títu-
vida, aunque supongan una cierta discontinuidad y una como con- lo, adopta una actitud crítica respecto al culto externo y los sacer-
centración de la misma. dotes, y parece asumir él mismo la función del «verdadero sacerdo-
La asamblea litúrgica es la misma comunidad social en acto ce- te» del verdadero templo (Mt 12, 4ss; 21, 12-17; Me 14, 62). Como
lebrativo. Venimos de la sociedad en la que estamos insertos. Nos rey, anuncia la llegada de un nuevo Reino con y en él, rompiendo
reunimos como comunidad o grupo social de personas creyentes pronósticos mesiánicos y proponiendo valores nuevos para una re-
en Cristo. Realizamos una acción pública, participativa, y signifi- lación interpersonal y social nueva, basada en el servicio, la hu-
cada que es también un acto social. Y volvemos a la sociedad de la mildad, el perdón, la paz, la justicia ... (Me 1, 15; Le 17, 20; 19, 12-
que hemos partido para transformarla desde el misterio que hemos 15; Mt 12, 28; 5, 3-10; 20, 24-28).
celebrado. Por eso, la asamblea litúrgica manifiesta también toda Igualmente, encontramos esta dimensión social en la actitud de
una antropología social, de la que no podemos prescindir. Jesús frente al culto y las prácticas religiosas. Jesús es también un
En los últimos tiempos este aspecto ha tenido una mayor acogi- «judío orante», que pertenece a un pueblo «que sabe orar» y que
da y significación en los textos y acciones de la liturgia y los sa- ora y cumple con las prácticas establecidas (oración, sabbat, pas-
cramentos. Por otro lado, la conexión liturgia (sacramento)-vida- cua ... Pero al mismo tiempo se distancia y critica la separación que
compromiso, se ha convertido en el axioma por antonomasia de se hace entre culto y vida, templo y justicia, cumplimiento de la ley
toda educación o catequesis litúrgica. Sin embargo, el hecho de y ayuda al prójimo (Mt 21, 12-17; 12, 5-12). Él no rechaza las
que no se haya profundizado y explicitado siempre sus fundamen- prácticas religiosas (sacrificios, purificaciones, ayunos, limosnas,
tos, lleva con frecuencia a una deficiente interpretación teórica y oraciones ... ), pero los critica y relativiza en función de la sinceri-
práctica, que perjudica la sana y exigida realización del principio. dad del corazón, y del amor, la solidaridad y el perdón al prójimo
Por eso creemos necesario ordenar y exponer brevemente dichos (Mt 6, 1-18; 5, 23-24; Me 7, 18).
fundamentos. Por otro lado, la misma actitud y comportamiento de Jesús con
los pobres, los enfermos, los pecadores, los marginados o exclui-
dos, manifiesta la dimensión social de su vida entera (Le 4, 16-20;
2. Profundización en el sentido Mt 11, 3-6).La misma multiplicación de los panes es, al mismo
tiempo, signo de la eucaristía y de la solicitud de Jesús ante las ne-
a) La «liturgia» de Jesús y su opción por los pobres cesidades materiales del pueblo (Me 6, 33-44; Mt 14, 14-21). In-
cluso la Última Cena, no sólo es expresión de la comensalidad y
El fündamento más radical de la dimensión social de la liturgia fraternidad, sino también del servicio (diakonía) a los demás (lava-
se encuentra, a nuestro entender, en el mismo compromiso social torio de los pies), y de la entrega total de su vida por los demás (Jn
de Cristo, tal como aparece en los aspectos centrales de su misión 13, 1-20; Le 22, 27) . En todo ello vemos cómo Jesús une la acción
mesiánica, expresados en los títulos de profeta, pastor, sacerdote y ritual a la solicitud y solidaridad, al amor y el servicio, a la miseri-
114 La liturgia, misterio y vida Dimensión social de la !itwgia y los sacramentos 115

cordia y el perdón a todos los hombres, especialmente a los más J-39) . Pero, de una forma muy especial desarrolla este aspecto en
pobres: pecadores, publicanos, leprosos, samaritanos, niños y viu- relación con la eucaristía. La comunidad de los Hechos (Hch 2, 42-
das, enfermos y marginados ... (Mc 2, 26; Le 7, 37-39; Me 9, 42; Mt 47· 4 32-35· 5, JJ-16)eselejemplomáselocuentedeladimensión
25, 31-46). so ia! del c;lto, desde ese acto central que es la «fracción del pan».
Al mismo tiempo que aparecen relacionadas la Palabra (enseñanza
de los apóstoles), el culto (fracción del pan), y la caridad (comu ión
b) La comunidad primitiva y su compromiso social y comunicación de bienes), se destaca la 1mportanc1a, de la «kmn,o-
nía», por la que se entiende tanto la comumon e el agape eucans-
La comunidad primera comprendió y asumió perfectamente la ac- tico, cuanto la comunión de bienes, y la comumon de corazones.
titud y estilo de vida de Jesús, y los expresó de modo especial en sus Pero no todo fue fácil. La comunidad de Corinto (1 Cor 11, 17-
reuniones litúrgicas, en sus actos cultuales, en sus oraciones y ritos. 34) muestra las tentaciones y deformaciones de este ideal comuni-
En general cabe señalar que todos los momentos y ritos que lle- tario. El objetivo de la «cena del Señor» es no sólo conmemorar la
garán a ser «sacramentos» tienen una carga social importante. El muerte del Señor, sino también atender a las necesidades Yproble-
bautismo, no sólo hace partícipes de un nuevo pueblo, sino que mas de Ja comunidad, cuyos miembros (primeros conversos, ex-
también inaugura un nuevo tipo de vida basada no en la discrimi- tranjeros,judíos de la di.áspora: Hch 2, 5-11, 41) viven en gran par-
nación sino en la igualdad, la fraternidad y la unidad: «Todos los te una situación precaria e indigente. Sin emb rgo, el_banquete, que
bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío precedía al «acto sacramental eucarístico» habia perdido su caracter
o griego, esclavo o libre, hombre ni mujer, ya que todos sois uno en de fraternidad y solidaridad, porque «cada uno se adelanta a comer
Cristo Jesús» (Gal 3, 27-29; J Cor 12, 13). Por medio del rito de la su propia cena, y mientras uno pasa hambre, otro se embriaga» (11,
imposición de manos se recibe el don del Espíritu pentecostal pa- 21 ). Ante este hecho Pablo interviene amonestando duramente a la
ra la comunión y la misión al servicio de los demás (Hch 8, 8-17; 1 comunidad: no se puede comer la eucaristía y ser injusto; no se pue-
Tim 4, 14; 5, 22; 1Tim I, 6). En la reconciliación y el perdón se in- de realizar la reunión cuando se discrimina; no se puede alabar al
siste en que toda reconciliación con Dios es reconciliación con la Señor y avergonzar al hermano; no se puede compartir el pan, sin
comunidad (1 Cor 5, Jss.; Rom 16, 17; 2 Cor 5, 13-17; 2 Tes 3, estar dispuesto a compartir la vida entera. El conflicto de la_comu-
6ss ). Y en cuanto al rito de la unción de enfermos, la comunidad nidad de Corinto es un conflicto de carácter eucaristico social, por
primera expresa de forma especial esta solidaridad por medio de la la misma exigencia interna del banquete eucaristico.
visita, el ánimo y el consuelo, la oración y la unción (Sant 5, 13-17;
Mt 25, 26-27), consciente de que así continúa el ministerio y el
mandato del mismo Cristo en relación con los enfermos (Me 6, 13; e) El misterio celebrado y sus implicaciones sociales
J6, 17-18). Todo ello Jo entienden unido a una asistencia y ayuda
más general a los necesitados o «servicio de las mesas» (Hch 6, 1- El mismo contenido u objeto de la celebración (misterio pas-
6; Rom 12, 8-13; 15, 26-27) que,junto con la visita y servicio a los cual) es a la vez indicativo y exigitivo de un compromiso eclesial
«huérfanos y a las viudas en su tribulación», constituye la «religión de y para la vida.
pura e intachable» (Sant 1, 27). La liturgia, especialmente los sacramentos, y sobre todo la eu-
Los primeros cristianos están convencidos, además, de que la caristía es «anámnesis» o memorial objetivo de un acontec1m1ento
asamblea litúrgica no debe aceptar la discriminación entre pobres y de salv;ción liberadora, que tiene su máxima expresión y realiza-
ricos, sino que en ella debe aparecer expresado el principio de la ca- ción en Cristo y en su misterio pascual. Este misterio constituye el
ridad y la fraternidad (Sant 2, 1-9), así como el principio de la par- contenido y el sentido, el objeto y el objetivo primero de toda cele-
ticipación de todos, para el bien y la edificación común (1 Cor 14, bración litúrgica. La celebración, la actualización y la participación
Dimensión socíal de la liturgia y los sacramentos 117
1}6 La liturgia, misterio y vida

en el mismo es, a la vez, «indicativo» de un «compromiso pascual En verdad, el mismo contenido pascual de la celebración está
social» de Cristo ya cumplido, e «imperativo» de un «compromiso cargado de una dimensión social y de un dinamismo vital indiscu-
pascual social» del cristiano, todavía por cumplir. Basta ir recor- tible. Porque los sacramentos tienen contenido y estructura pascual,
dando cada uno de los aspectos centrales de este misterio actuali- por eso mismo tienen contenido y dinamismo social. Con otras pa-
zado, para comprender la riqueza de esta afirmación. labras, no se puede separar la cena del lavatorio de los pies, ni la
El misterio celebrado es, al mismo tiempo, «memoria» de una muerte de la persecución injusta, ni el sacrificio de la pasión, ni
liberación realizada, que se actualiza y perdura en el compromiso la alianza de la fraternidad y acogida a los pobres y pecadores ... La
liberador del cristiano; «alianza» que renueva nuestro compromi- eucaristía, como memoria de la pasión, muerte y resurrección del
so de amor y fidelidad a Dios y a los hombres; «banquete» al que Señor, con todo lo que conlleva de acción y reacción, será siempre
somos invitados para una comunión total de vida sin discrimina- un «memorial peligroso» para todo sistema o tipo de vida que se
ción ni injusticia; «encuentro» con el Dios vivo desde el encuentro imponga por la injusticia, la opresión, la persecución, la eliminación
con el hermano más pobre y necesitado; «oblación» de Cristo, a la de quien no la comparte.
que se une nuestra ofrenda existencial de la vida entera, nuestra ofren-
da social de la comunicación de bienes o dones, y nuestra ofrenda
cósmica de los bienes de la creación; «sacrificio» de Cristo y de la 3. Aplicación a la celebración y la vida
Iglesia, donde se recogen todos los «sacrificios» sinceros de los
hombres, y se contestan todos los «sacrificios» inútiles del mundo· a) La vida como liturgia existencial
«reconciliación», por la que Dios nos devuelve su amistad, y lo
hombres, rompiendo las barreras del pecado, el odio, el egoísmo, Como es ya bien conocido, el término «liturgia» en el Nuevo Tes-
la división ... nos perdonamos para construir la nueva fraternidad; tamento indica principalmente el culto espiritual, existencial y vital
«acción transformadora» del Espíritu (epíclesis) por la que los do- de los cristianos. De ahí que, mientras Pedro reconoce que el nue-
nes se convierten en cuerpo y sangre de Cristo, y el hombre es lle- vo pueblo es «linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo
vado a convertirse en verdadero hijo de Dios, que asume su empe- adquirido» para anunciar las alabanzas del Señor (1 Pe 2, 9), y
ño de transformar el mundo; «comunión», que uniéndonos en el «ofrecer sacrificios espirituales aceptos a Dios, por mediación de
mismo Cuerpo de Cristo, nos impulsa a luchar contra toda división Jesucristo» (2, 5) ... Pablo dice que su entrega a la evangelización,
eclesial y social, en pro de una verdadera y universal edificación de su sacrificio por las comunidades, y la caridad que estas demues-
la Iglesia; y, en fin, es también «misión», que renueva la misma tran unas con otras con la ayuda de las colectas (Rom 15, 16-27;
misión de la Iglesia en el mundo, para su transformación y consa- Flp 2, 17; 2 Cor 9, 12) son una verdadera «leitourgia». Más aún,
gración a Dios en la caridad y la justicia . para Pablo el sacrificio comienza por la ofrenda de la propia vida,
Los sacramentos son también actos liberadores, lugares de con- de las alegrías y sufrimientos del propio cuerpo que, como «hostia
testación y de esperanza, símbolos de libertad donde se expresa viva» y «culto espiritual» es ofrecido a Dios: «Os exhorto, pues,
una experiencia humana, se realiza la liberación de Cristo, y la co- hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestros
munidad se compromete para la liberación de las esclavitudes y cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será
opresiones de los hombres y de las estructuras injustas, con espe- vuestro culto espiritual» (Rom 12, J). Esta liturgia y este sacrificio
cial atención a los pobres y marginados. Los sacramentos tienen de la vida, nos dirá el autor de Hebreos, que están unidos al único
una fuerza profética, que debería llevar a quien los celebra a ser sacrificio de Cristo (Heb 13, 15-16). No tiene, por tanto, sentido
verdadero testigo en medio del mundo. El encuentro sacramental separar la liturgia de la vida, puesto que la misma vida del cristia-
con Dios sólo es verdadero si parte del encuentro con el «sacra- no es liturgia, que culmina en la celebración litúrgica de la comu-
mento del pobre». nidad cristiana y en los sacramentos, en especial en la eucaristía.
Dimensión social de fa liturgia y los sacramentos 119
J/8 La liturgia, misterio y vida
El hecho de que la asamblea litúrgica sea un espacio «sociali-
b) De la transformación sacramental a la transformación real zante transitivo» (sólo se está reunido en asamblea en algunos mo-
mentos), no significa que su efecto socializador comunitario no sea
Más aún, los sacramentos pueden contribuir de forma especial permanente. Este es, al menos, el ideal al que tiende, porque esta es
a la transformación de la vida y la sociedad cuando el creyente se también la mejor prueba de la unión y continuidad entre la comu-
compromete en la vida con todo aquello que celebra en el culto. nidad en la vida y la asamblea en la liturgia.
Siendo «fiesta» en medio del cotidiano vivir, los sacramentos Ciertamente, lo social de la liturgia y los sacramentos, no es lo
afirman un sentido de vida, confirman en la vida, la corrigen si es social de una asamblea civil, de un sindicato o de un parlamento.
necesario, y la estimulan hacia su meta y perfección. Si la fe vi- La liturgia es un «espacio socializante transitivo», es también un
vida en el seguimiento de Cristo es sacramental y conduce al sa- impulso para un compromiso social permanente. Así, la frate_rmdad
cramento, el sacramento también es «fiducial» y conduce a una expresada en la celebración, tiene que convertirse en una vida so-
vida de fe consecuente, que se manifiesta en su verificación y res- cial fraterna. Es la vida el lugar donde la actitud fraterna se con-
ponsabilidad social. En este sentido, el símbolo sacramental vie- vierte en solidaridad operativa de grupo, de sindicato o de partido.
ne a ser motivo, alimento, fuerza e impulso para la transforma- Es la vida el momento en el que el «simbolismo trascendente de-
ción social. No sólo se da en él una «misteriosa transformación» viene inmanente, operativo y manifiesto en el tejido de las relacio-
de la materia (pan-vino, agua, aceite ... por la invocación y acción nes sociales».
del Espíritu santo o epíclesis), sino que tiende a ser una real La acción litúrgica, por sí misma, no produce efectos sociopo-
transformación de la vida comunitaria y social. El gesto simbóli- líticos inmediatos, lo que deberá realizarse en otros ámbitos. Pero
co realiza, a su manera y en su propio nivel, lo que el ser humano el «trabajo ritual» que hay en ella conduce a estos efectos. Tampo-
concreta por medio de la praxis histórica: transformar la realidad co propone los medios concretos de acción social. P ro impulsa a
histórica, y transformar así las relaciones sociales, partiendo de la que estos medios se pongan por los responsables pohticos o socia-
transformación de sí mismo. les de esa acción.
La celebración litúrgica, por tanto, no sólo supone una transfor-
mación interna y hacia adentro, sino también una transformación
externa y hacia afuera de las relaciones interpersonales, sociopolíti- 4. Puntos para el estudio y la revisión
cas y hasta cósmicas. Y es que el gesto simbólico es también una
manera de transformar la realidad total hacia aquello que se simbo- a) Examina si este aspecto social tiene cabida y expresión en la
liza en la celebración simbólica. celebración litúrgica, sobre todo eucarística, de tu comunidad. Por
ejemplo:
- Si las homilías suelen incidir en este aspecto.
c) De la participación litú r g ica a la participación social - Si se pone de relieve el sentido social de la colecta, y la aten-
ción a los pobres.
La acción del «nosotros» en la celebración es de participación - Si se acoge a los marginados y se hace lo posible para que
ordenada y plena, por la palabra, el gesto, el movimiento y los ri- vengan los enfermos. .
tos, no afecta sólo al individuo, sino también a la comunidad ente- Si se da una verdadera participación de la asamblea: servi-
ra. Esta acción participada y festiva, en aquello que constituye y es cios, ministerios ...
para el bien común de la comunidad, no puede sino tener un efec-
b) Lee el texto de 1 Cor 11, 17-34 sobre la discriminación en-
to socializante en quienes participan, al crear en ellos una forma de tre pobres y ricos que se hacía en la asamblea de Corinto, y saca las
ser y actuar en participación ordenada y fraterna, que necesaria- consecuencias y aplicaciones para hoy.
mente ha de tener repercusiones en la vida.
120 La liturgia, misterio y vida

c) Propón algunos medios concretos que pueden ayudar a dar


mayor relevancia a este aspecto en la celebración de la eucaristía
dominical.

5. Oración y meditación
SEGUNDA PARTE

a) San Juan Crisóstomo es uno de los Padres que mejor desta-


LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA
ca la relación entre eucaristía y caridad con el pobre:
El Señor nos concedió hartamos de su carne divina, y se nos ha dado
a sí mismo en sacrificio. ¿Qué excusa, pues, tendremos si así ali-
mentados, pecamos; si comiéndonos un cordero, nos volvemos lo-
bos; si alimentados con una oveja, arrebatamos como leones? Porque
este sacramento no sólo nos exige ir en todo momento puros de toda
rapiña, sino también de la más pequeña enemistad. Este sacramento
es un sacramento de paz. No nos consiente codiciar las riquezas ..
¿Queréis de verdad honrar el cuerpo de Cristo? No consintáis que es-
té desnudo. No lo honréis aquí con vestidos de seda y fuera lo dejéis
perecer de frío y desnudez. Porque el mismo que dijo: «Este es mi
cuerpo», y con su palabra afirmó nuestra fe, ese dijo también: «Me
visteis hambriento y no me disteis de comer». Y, «En cuanto no lo hi-
cisteis con uno de esos más pequeños, tampoco conmigo lo hicis-
teis» (Homilía 50, 3-4; 52, 3).

b) En algunas de las nuevas «plegarias eucarísticas» aparece


con claridad este aspecto caritativo y social. En una de ellas se re-
za así:
Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana,
inspíranos el gesto y la palabra oportuna
frente al hermano solo y desamparado,
ayúdanos a mostrarnos disponibles
ante quien se siente explotado y deprimido.
Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor,
de libertad, de justicia y de paz,
para que todos encuentren en ella
un motivo para seguir esperando.
(Plegaria eucarística V/b)
¿QUÉ ES UN SACRAMENTO?
1
Sacramento y sacramentos

1. Encuentro con la vida

La palabra «sacramento» nos evoca espontáneamente los ritos


sacramentales de la Iglesia: bautismo, confirmación, eucaristía, pe-
nitencia, orden, matrimonio y unción de enfermos. Estamos acos-
tumbrados a que sólo se califiquen como «sacramento» a estos ri-
tos. Sin embargo, ya desde la primera tradición de la Iglesia, con la
palabra «sacramentum» se designaban otras muchas realidades:
Cristo, la Iglesia, la Escritura, la Pascua, el altar, la consagración
de vírgenes, los tiempos litúrgicos, la vida cristiana, la misma rea-
lidad creada ...
En los últimos tiempos, con los estudios teológicos y sobre to-
do con el Vaticano II, se ha venido a emplear la palabra «sacramen-
to» para designar de modo especial algunas de estas realidades, ta-
les como Cristo, la Iglesia, y de un modo más amplio el hombre y el
mundo. A este conjunto de realidades sacramentales se le puede lla-
mar «organismo sacramental pleno», ya que aun manteniendo cada
una sus rasgos diferenciales y específicos, coinciden sustancial-
mente en los elementos propios de la sacramentalidad, apoyándose
y explicándose mutuamente. Por eso creemos que, para comprender
los siete sacramentos de la Iglesia, es preciso situarlos en la relación
y el marco de las otras realidades sacramentales.
La pregunta que inmediatamente surge es la siguiente: ¿Es que
son de la misma forma «sacramento» Cristo, y la Iglesia, y la eu-
caristía, y el matrimonio ... ? ¿En qué coinciden y en qué se dife-
rencian? La respuesta plena la encontraremos a lo largo de estas
páginas. Baste por ahora tener en cuenta que a todos se les puede
aplicar un concepto amplio de sacramento, entendiendo por tal «la
manifestación visible de un misterio o un don invisible de Dios»;
126 ¿Qué es un sacramento?
Sacramenw y sacramentos 127
Ybaste saber que este concepto se realiza diversamente en cada ca-
so. De cualquier forma, resulta claro por esta constatación quepa- bre (Jn 1, 14; Col 1, 15; Tit 2, 11). En Cristo culmina la sacramcn-
samos de un concepto «restrictivo» a un concepto más «amplio» de talidad de la presencia preexistente de Dios (aquella que de un mo-
sacramento. do lejano se daba antes de su venida); y de él arranca y recibe su
Esto no quiere decir que podamos llamar a cualquier realidad sentido la sacramentalidad cristiana, pudiéndose afirmar con san
«sacramento», sino sólo a las realidades fundamentales de la vi- Agustín que «no hay otro sacramento de Dios sino Cristo». Por eso
se le llama con justo título «sacramento original».
da, Y dentro de ellas con especial significado a los siete ritos
cristianos que marcan las situaciones nucleares de la vida huma- Pero, más en concreto podemos explicar y decir que Cristo es
sacrarnento por diversos «títulos»:
na. Una cosa es la capacidad simbólica del hombre, que se ex-
tiende a todos los ámbitos de la vida, y escuchando el lenguaje -- Por su ser o por su verdad ontológica: ya que el hecho de ser
de las cosas y los acontecimientos (desde la piedra, el bosque, 0 Dios y hombre a la vez hace de él el mejor medio de comunión y
el r galo, hasta el encuentro personal, el banquete, o la fecha de de relación entre Dios y el hombre. Él es Dios humanamente y
un exito o un fracaso) puede convertirlos en símbolos que con- hombre divinamente. En su humanidad está la divinidad, y en su
tienen, recuerdan y visualizan otras dimensiones. Y otra cosa divinidad está la humanidad. Por ser Dios es capaz de revelarnos
distinta son estas «realidades sacramentales» en las que dicha perfectamente los planes del Padre; y por ser hombre es capaz de
capacidad simbólica se concentra o se condensa de modo espe- representarnos perfectamente ante Dios. En él no cabe separación
cial, manando d_e ellas un significado y un sentido de vida que entre el ser-para-Dios y el ser-para-el hombre. Por eso, en su mis-
condiciona la existencia entera. Es a estas, y sólo a estas, a las mo ser es sacramento perfecto, comunión plena del hombre y Dios,
que se les puede calificar de «sacramentos», y esto de modo di- aparición verdadera de lo que es Dios y el hombre, encuentro irre-
ferenciado. petible y único del hombre con Dios.
- Por su obrar o por su verdad ética: Cristo es sacramento
también porque con su vida, sus palabras y sus obras está mani-
2. Profundización en el sentido festando visiblemente la presencia del misterio y del poder invi-
sible de Dios. El ser sacramental de la encarnación lo despliega,
Veamos ahora estas diversas «realidades sacramentales», y có- lo realiza y lo concreta a lo largo de toda su vida, a través de sus
mo en ellas se realiza de modo común y diferenciado la sacramen- palabras, sus actividades, sus obras y milagros, que tienen en sí
tahdad. Sólo así podemos situar correctamente la explicación de mismos fuerza salvadora y posibilitan el encuentro real de los
los siete sacramentos de la Iglesia. hombres con Dios. Cristo no sólo es sacramento, también apare-
ce como tal ante los hombres. Su ser y su aparecer están en per-
fecta consonancia.
a) Cristo, «sacramento original» - Por sus actos privilegiados: son aquellos actos en los que se
manifiesta de un modo más cualificado y maravilloso el amor y la
Cristo es el primer sacramento, el sacramento original, porque presencia salvadora de Dios, como sucede en los milagros y cura-
de el dependen todas las demás realidades sacramentales. y es así ciones, en el perdonar los pecados, en el dar de comer su cuerpo y
porque en él se da la visibilización histórica más perfecta del amor beber su sangre, y sobre todo eu el dar su vida por la salvación de
Yla gracia de Dios para con los hombres; porque en él ha apareci- los hombres: pasión-muerte-resurrección-glorificación; es en estos
do Y se ha mamfestado carnalmente la divinidad; porque siendo momentos donde más aparece visible y humanamente el amor, la
D10s Y hombre se ha convertido en el lugar privilegiado de en- grandeza, la misericordia de Dios, y el mismo sentido de la vida
cuentro del hombre con Dios y de comunión entre Dios y el hom- humana, con sus tragedias y esperanzas. Es aquí donde Cristo apa-
rece más como sacramento para los hombres.
128 ¿Qué es un sacramento? Sacramento y sacramentos 129

b) La Iglesia, sacramento de Cristo o «sacramento principal» sacramento, es preciso que aparezca como tal ante los hombres y el
mundo, por sus palabras, sus obras, sus compromisos, su ordena-
Cristo ha culminado su obra de salvación entre los hombres con ción externa y sus instituciones. Sólo así atraerá a los hombres a la
el misterio pascual, Ninguna salvación puede superar la suya, Nin- salvación de Cristo, será sacramento de salvación y signo levanta-
guna revolución puede igualar la realizada por éL Ninguna victoria do en medio de las naciones (cf. LG 1, 8, 9, 48; GS 45; SC !, 5).
podrá parangonarse a la por él conseguida, Por su resurrección-glo- Esta es una de sus grandes tareas y responsabilidades,
rificación ha sido constituido en Cristo y Señor, y nos ha dado el - La Iglesia es sacramento por los signos privilegiados por los
don escatológico del Espíritu. Pero, desde su ascensión a los cielos, que muestra su sacramentalidad. Si bien todas las acciones de la
ya no es posible el encuentro con Dios a través de la humanidad y Iglesia son de algún modo sacramentales, en cuanto que tienden a
corporeidad de Cristo. Y, sin embargo, los hombres permanecemos manifestar la salvación invisible de Dios, hay acciones o signos en
en el mundo y seguimos necesitando la mediación de lo corpóreo, los que la Iglesia manifiesta y compromete de forma especial su
visible e histórico, como posibilidad de encuentro pleno con la sal- saeramentalidad: son la Palabra y los sacramentos, a los que ha de
vación que ha conseguido Cristo, sentado ahora a la derecha del unirse la caridad y el ministerio. Por ellos la Iglesia no sólo procla-
Padre. La respuesta a esta necesidad, la solución a esta situación ma la salvación (Palabra), sino que también la actualiza (sacra-
paradójica nos la ofrece Cristo en la Iglesia. La Iglesia es el primer mentos), la realiza prácticamente (caridad), y la promueve y ex-
signo sacramental, el primer sacramento intramundano de la gracia tiende ministerialmente (ministerios) ..Estos signos privilegiados
redentora, por medio del cual se hace presente en visibilidad histó- son insustituibles y complementarios entre sL Y, de alguna manera,
rica el don escatológico de Cristo resucitado, y por el que se con- todos ellos entran en la celebración de cada uno de los sacramentos
tinúa y realiza la salvación para todos los hombres de todas las para su realización plena. Es, pues, dentro del gran sacramento de
épocas. Por eso precisamente podemos llamarla «sacramento prin- la Iglesia, comunidad de creyentes, donde hay que situar los siete
cipal», porque toda sacramentalidad infrahumana y cristiana se ex- ritos sacramentales.
plicita desde la Iglesia, conduce a la Iglesia, y ha de entenderse en
relación con la Iglesia,
Ahora bien, ¿cómo realiza o tiene que realizar la Iglesia esta sa- c) El cristiano «sacramento existencial» o la sacramenta/idad de
cramentalidad que le viene de Cristo? ¿Cuáles son las dimensiones la vida cristiana
por las que es y se manifiesta como sacramento? La respuesta no
puede sino correr en paralelo a lo que decíamos de Cristo. Tanto la salvación de Dios cuanto la mediación de la lglesia están
- La Iglesia es sacramento por su ser, por su misma realidad y destinadas a la salvación de todos los hombres, No hay hombre que
misterio, ya que de manera semejante a Cristo, es divina y huma- no haya sido creado a «imagen y semejanza de Dios» (Gn 1, 26), ni
na a la vez; está constituida por elementos visibles (como sus insti- hay hombre que no haya sido salvado por Dios en Cristo, Todo hom-
tuciones y estructuras, su organización y relaciones) y por elemen- bre está bajo el orden de la creación y bajo el orden de la Alianza. A
tos invisibles (como la gracia y el Espíritu, la salvación y las todo hombre se le ofrece el don de la amistad y de la vida de Dios.
virtudes); dotada de formas terrestres y de bienes celestiales. Esta Sin embargo, esta realidad solamente son capaces de descubrirla y
doble polaridad constituye su propio misterio, y hace de ella en su de vivirla en sí mismos y en los demás, aquellos que tienen fe y han
totalidad el sacramento principal que visibiliza históricamente la sido incorporados a la comunidad de los creyentes por el bautismo,
salvación, el don escatológico del Espíritu, es decir, los bautizados cristianos. El cristiano está llamado a descu-
- La Iglesia es y debe ser sacramento por su obrar, por su vida brir y amar al «sacramento» que es todo hombre, poniendo en juego
ética, por su testimonio en el mundo, por la coherencia de sus y viviendo su misma realidad sacramental. El cristiano descubre el
obras eon su misterio. No basta con que se llame y sea en verdad «sacramento del hermano», siendo él mismo sacramento de Cristo y
I 30 ¿Qué es un sacramento? Sacramento y sacramentos 131

de la Iglesia entera. ¿Cómo sucede todo esto? Por las mismas razo- el testimonio que presta a la comunidad cuando ejerce un servicio
nes que señalábamos en Cristo y en la Iglesia. 0 ministerio concreto (v. gr. el de catequista, o el de monitor en la
asamblea litúrgica) ... Todo eso es, en verdad, un signo privilegiado
- En primer lugar, por su ser, por su misma realidad de cristia-
por el que muestra que para él la vida tiene su sentido desde Cris-
no, puesto que en él se da también la doble dimensión de lo visible
to y desde la Iglesia. Y esto es realmente comportarse como «sa-
corpóreo y de lo invisible divino, como miembro de la Iglesia que
vive la salvación y la gracia en su humanidad concreta. Es lo que di- cramento».
ce la misma Escritura cuando afirma que somos hijos de Dios, tem-
plos del Espíritu, miembros del Cuerpo, partícipes de la vida divina
d) El mundo, la realidad creada como «sacramento cósmico»
(] Cor 6, 19-20; 3, 16; 2 Cor 13, 5.11.16). La esencia del cristiano
consiste, por tanto, en ser de Dios en su mismo ser humano, en lle-
Finalmente, podemos decir que la creación, en cuanto obra de
var un tesoro divino en una vasija de barro. Este ser signo y sacra-
Dios en la que se refleja y manifiesta su «huella», tiene también un
mento que hace visible a Cristo y a la Iglesia, se cuniple de modo
carácter y un valor sacramental. Cierto, muy distinto del valor sa-
especial en los pobres y en los humildes que dan un testimonio
cramental que hemos atribuido a Cristo, la Iglesia y el hombre. Pe-
desde la fe.
ro no por ello despreciable. Entendiendo los términos en sentido
- En segundo lugar, el cristiano es y debe ser sacramento por
muy amplio, podemos descubrir en la creación los mismos «títulos»
su obrar, por su comportamiento ético, por su testimonio. Lo mis-
o aspectos de sacramentalidad que en las realidades examinadas.
mo que en Cristo y en la Iglesia, también en este caso al «sern sa-
cramento debe unirse el «aparecer» como tal sacramento en me- - La creación encierra una verdad sacramental por su mismo
dio de la comunidad creyente y en medio del mundo. La autenticidad ser, es decir, porque en ella Dios ha dejado su impronta y su huella,
de la vida, el compromiso han de ser una real manifestación visi- porque el mismo Creador está presente de alguna manera en su rea-
ble de la verdad misteriosa y escondida del ser cristiano, allí don- lidad creada, como el artista está presente en su obra de arte. Dios
de se desenvuelve el drama de la vida humana, donde se juega el creador se prolonga en su obra creadora total, y será el coajunto de
porvenir de los hombres. El problema, también en este caso, es la esta obra la que nos remita al Dios verdadero. «Vio Dios todo Jo
incoherencia o contradicción entre el ser y el obrar, el convertir- que había hecho, y todo era muy bueno» (Gn !, 31). Por tanto, en
se en anti-testimonio que, lejos de mostrar a Cristo y a la Iglesia, la misma realidad creada hay una realidad increada, en las cosas la-
los oculten. te un lenguaje de Dios, en la vida del cosmos se apunta a una vida
- Finalmente el cristiano es también sacramento por sus signos supracósmica. Y esto significa que la misma realidad creatural tie-
privile g iados. Estos signos tienen lugar en los momentos más de- ne una virtud sacramental.
cisivos y álgidos de la vida. En conjunto pueden concretarse en los - Más aún, la creación tiene una virtud sacramental por su apa-
momentos de la celebración sacramental, donde manifiesta en me- recer. Ella es, en su medida, aparición y mostración del Otro. La
dio de la comunidad el misterio y la fe que lo inundan; en su parti- creación entera debe entenderse como palabra y signo de Dios que
cipación en los acontecimientos decisivos de la historia, donde se nos habla y conduce al mismo Dios. La creación entera está prego-
juega su propio «prestigio» como cristiano; y en los compromisos nando permanentemente la grandeza de Dios (Sal 29; 67; 78; 98;
especiales en el interior de la comunidad cristiana, donde mani- 104; 136; 148). Por eso, lo «invisible de Dios, desde la creación del
fiesta su responsabilidad en la edificación de la Iglesia. El ejemplo mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras» (Rom J,
que un cristiano da cuando participa en una celebración (v. gr. la de 19-21). La creación entera viene a ser una hierofanía o manifesta-
la penitencia o de la eucaristía); la apuesta por la fe que hace cuan- ción de Dios, que en el Espíritu la impulsa hacia su transformación
do defiende en la vida pública los valores del evangelio ( v. gr. el en el «nuevo cielo y la nueva tierra». Naturalmente, es el hombre el
derecho a la vida o la verdadera libertad política, de enseñanza ... ); que tiene que detectar y leer esta presencia oculta en las cosas,
/32 ¿Qué es un sacramento? Sacramento y sacramentos 133

guiado por el Espíritu, que hace que podamos «descodificar» en lo los «signos privilegiados de su sacramentalidad» son los mismos
creado la presencia del Dios creador. Cuando el hombre es capaz elementos creaturales que vienen asumidos en la celebración de los
de admirar y contemplar, de escuchar e interpretar el lenguaje de sacramentos: pan y vino, agua, aceite, fuego ...
las cosas, entonces es cuando estas dejan oír su voz y su mensaje, Esto quiere decir que los siete sacramentos de la Iglesia inte-
abren su «interior y su corazón», y se convierten para él en señales, gran a su propio nivel las diversas realidades sacramentales que he-
en «sacramentos» que exhiben, contienen y remiten al Creador. mos indicado. Son como la «síntesis» más cercana y visible para el
- Incluso puede afirmarse que la creación tiene una fuerza sa- cristiano. Como la concentración significante de una presencia sa-
cramental por sus mismos signos privilegiados. Signos materiales y cramental del mismo Cristo, de la Iglesia, del hombre y del cos-
cósmicos, ciertamente. Pero signos que interpelan, sobrecogen, y mos. Por eso puede decirse en verdad que los siete sacramentos son
llevan al hombre a la admiración o a la angustia, al anonadamiento lugares o momentos privilegiados del encuentro de Dios-con el
o al orgullo. Tales pueden ser, por ejemplo, desde las grandes con- hombre-en la Iglesia-a través de un signo sensible. Estos son los
quistas de la investigación y la técnica, hasta los fenómenos estelares, aspectos fundamentales que iremos explicando en las siguientes
las catástrofes meteorológicas (gran sequía, o catastróficas inun- catequesis.
daciones), las conmociones telúricas (como los terremotos o la erup-
ción volcánica). ¿No son estos casos signos privilegiados por los que
se manifiesta la fuerza, la potencia escondida, el misterio de la natu- b) Del «ser» al «aparecer» sacramental
raleza? ¿No es este un lenguaje indescifrable e interpelativo por el
que se nos indica a los hombres la llamada de otra realidad? ¿No es Hemos dicho cómo toda realidad sacramental está llamada, si-
esto la aparición visible y conmovedora, desconcertante y hasta ca- guiendo el ejemplo de Cristo, a aparecer aquello que es. Es decir, a
si provocativa del mismo Dios para la humanidad entera? mostrar con la vida y las obras el misterio escondido que se lleva en
la propia entraña del ser cristiano. La responsabilidad recae en ca-
da uno de los bautizados, y en la comunidad de los creyentes. Sabe-
3. Aplicación a la celebración y la vida mos cuál es la exigencia, y cuál la realidad. Por desgracia, hay que
reconocer que muchas veces nuestras palabras y obras contradicen
a) Los sacramentos de la Iglesia como «síntesis» nuestrn propio ser cristiano. Por eso, nuestros signos no son elo-
cuentes, nuestras palabras no son atendibles, nuestras obras no son
Entonces, ¿qué son los siete signos sacramentales de la Iglesia? aceptables. Es cierto que, en medio de tanta debilidad y flaqueza,
¿Cómo se entienden a la luz de todo lo dicho? Entre los signos pri- también hay cristianos cuyo testimonio es admirable y valiente, apa-
vilegiados de las diversas realidades sacramentales hemos venido reciendo como verdaderos signos-sacramentos anunciadores reales
señalando los diversos sacramentos de la Iglesia. En Cristo nos de una salvación escondida: ellos son nuestro mejor bastión y nues-
aparecen señalados en las diversas situaciones sacramentales que él tra mayor «gloria», ellos son nuestros «santos» de ayer y de hoy. Pe-
consagra a lo largo de su vida: nacimiento, comienzo de su vida ro también es verdad que con demasiada frecuencia los que cele-
pública, Última Cena, encuentro con los enfermos ... En la Iglesia bramos los sacramentos somos en la vida «anti-sacramento»; que
tales signos son los que Cristo le ha dado y ella misma ha ido con- los que queremos dar testimonio somos en la realidad «anti-testi-
figurando a lo largo de la historia, es decir, los siete sacramentos. monio». El cristiano, como todo hombre, se debate entre el ideal y
En el hombre, estos signos son las celebraciones que la Iglesia le la realidad, entre el deseo y la flaqueza. Nos está permitido ser dé-
ofrece en los momentos decisivos de su vida: nacimiento, encuen- biles, lo que no nos está permitido es ser indiferentes. Podemos ex-
tro fraterno, matrimonio, enfermedad, compromiso especial con la cusarnos de no haber llegado a la meta, pero nunca podremos excu-
misión o ministerio ... E incluso en el mundo puede indicarse que sarnos de no haber corrido hacia ella. Seremos y apareceremos de
134 ¿Qué es un sacramento? Sacramento y sacramenros 135

verdad como «sacramentos» cuando los demás al ver nuestras obras caído se levanta y lo antiguo se renueva, y cómo por tu acción y la
glorifiquen al Padre que está en los Cielos. del sacramento de tu Iglesia todo vuelve a recobrar la integridad
originaria del principio.

4. Puntos para el estudio y la revisión b) El papa Pablo VI llamaba muy significativamente «sacra-
mento» a los pobres:
a) Señala las diferencias que encuentras entre la concepción Vosotros sois un signo, una imagen, un misterio de la presencia de
que tú tenías sobre el sacramento, y lo que has leído en este tema, Cristo. El sacramento de la eucaristía nos ofrece su escondida ima-
haciendo un sencillo cuadro comparativo. gen, viva y real. Vosotros sois también un sacramento, es decir, una
b) Lee el prólogo de san Juan 1, 1-14 y anota lo que esto te su- imagen sagrada del Señor en el mundo, un reflejo que representa y
giere respecto a la afirmación de que Cristo es el sacramento del Pa- no esconde su rostro humano y divino ... Toda la tradición de la
dre, o «sacramento original». Puedes completarlo con los siguientes Iglesia reconoce en los pobres el sacramento de Cristo, no cierta-
textos:Tit3,4;2Tim !, lO;Col 1, 15;2,9;Heb 1, 1-4. mente idéntico a la realidad eucarística, pero sí en perfecta corres-
c) Analiza ahora cómo se ve reflejada en el texto siguiente del pondencia analógica con ella ... Vosotros sois Cristo para Nos 1 •
Vaticano II la sacramentalidad de la Iglesia:
Cristo, mediador único, estableció su Iglesia santa, comunidad de
fe, de esperanza y caridad en el mundo como una trabazón visible,
y la mantiene constantemente, comunicando por ella a todos los
hombres la verdad y la gracia. Pero la sociedad, dotada de órganos
jerárquicos y el Cuerpo místico de Cristo,( ... ) la Iglesia terrestre y
la Iglesia dotada de bienes celestiales, no han de considerarse como
dos cosas, porque forman una realidad compleja constituida por un
elemento humano y otro divino. Por esta profunda analogía se asi-
mila al misterio del Verbo encarnado. Pues como la naturaleza asu-
mida sirve al Verbo divino como órgano de salvación indisoluble-
mente unido a él, de forma semejante la unión social de la Iglesia
sirve al Espíritu de Cristo, que la vivifica, para el incremento dél
cuerpo (LG 8).

5. Oración y meditación

a) Algunos creen que en una oración antigua, atribuida al papa


León Magno (siglo V) se encuentra uno de los primeros textos li-
túrgicos que aplican a la Iglesia el concepto «sacramento» (Sacra-
mentaría Gelasiano, feria VI, n. 432).
Oh Dios, cuyo poder es inmutable y cuya luz es eterna, mira con
bondad al admirable sacramento de toda tu Iglesia, y cumpliendo
tus eternos planes realiza pacientemente la obra de la salvación hu- 1. Pablo VI, Contra las injustas desigualdades entre ricos y pobres: Ecclesia
mana, de manera que todo el mundo experimente y vea cómo lo 28 (1968) 128.
2
El sacramento es una celebración

1. Encuentro con la vida

Durante mucho tiempo ha existido una concepción prevalen-


te en la Iglesia que consideraba a los sacramentos como «meros ri-
tos» que se administraban a quienes los pedían. En conjunto pue-
de afirmarse que reinaba una actitud y una mentalidad más bien
individualista: el rito se le daba al cristiano que lo pedía, y con fre-
cuencia se administraba sin la participación de la comunidad.
Con la renovación litúrgica recogida y promovida por el Vatica-
no II han cambiado en gran parte la actitud y la praxis señaladas.
Los principios de la participación comunitaria y la celebración go-
zosa están bien claros. Ya no se habla tanto de «recibir un rito»
cuando de «participar» en un sacramento. Y ha venido a ser más
frecuente la expresión «celebrar un sacramento», en lugar de «ad-
ministrar el sacramento».
También es verdad que durante mucho tiempo se consideraron
como cosas no sólo distintas, sino incluso separadas la «liturgia» y
los «sacramentos». Mientras la liturgia consistía en los actos de
culto y devoción, los sacramentos eran los ritos de necesidad y de
salvación. Por eso no se insistía en su carácter celebrativo y festivo,
en la gratuidad y comunitariedad que suponen.
Ha sido igualmente la renovación litúrgica la que ha puesto el
acento en la dimensión celebrativa de los sacramentos. Porque los
sacramentos son el mismo corazón de la liturgia, no pueden por
menos de ser celebraciones litúrgicas. Porque son encuentro con
Dios en la Iglesia, no pueden dejar de ser celebraciones comunita-
rias. Porque son signos de salvación ofrecida gratuitamente, no
pueden no ser celebraciones gozosas y festivas.
La mentalidad moderna, racionalista y funcionalista, técnica y
pragmática ha suscitado en los últimos tiempos una fuerte crítica
138 ¿Qué es un sacramento? El sacramento es una celebración 139

contra los ritos, cual si fueran un elemento superfluo, alienante o Por eso, la celebración es como una «ponderación comparada»
por lo menos sospechoso para la realización del hombre. Pero esta de la vida, ya que en ella se afirma la vida sacándola de su cerra-
misma crítica ha hecho surgir la defensa de la celebración ritual zón, de su automatismo o esclavitud, de su monotonía, y se afirma
desde todos los ámbitos. Y nunca como hoy el hombre se siente in- esa vida hacia la que en el fondo se aspira, y que es como el con-
clinado a reivindicar su derecho a ritos y celebraciones, a encuen- trapunto de la vida ordinaria.
tros gratuitos y gozosos, a símbolos por los que pueda expresar lo Naturalmente, todo esto supone la comunión y la comunidad,
más profundo de su ser, sin el reduccionismo que impone el com- tanto desde un punto de vista humano como cristiano. No se cele-
portamiento funcionalista o tecnificado. bra en solitario, sino poniendo en común con los demás el objeto y
·m hombre necesita celebrar para vivir. Y esta necesidad la ex- la alegría de la celebración. Por eso celebrar es participar, entrar en
perimenta de modo especial en los momentos álgidos, en las si- comunión de forma nueva con el grupo.
tuaciones decisivas de su vida. Son precisamente estas situacio- Todo esto sucede siempre a través de unos símbolos humanos y
nes, en cuanto asumidas y vividas en la fe, las que se celebran en religiosos, que suponen unos ritos o acción ritual. La celebración es
los sacramentos. Las cosas importantes de la vida se celebran ri- expresar algo «extraordinario» simbólicamente, es un obrar simbóli-
tualmente. Y los sacramentos son las celebraciones de estas «co- co. El símbolo expresa, une, refiere, hace presente, realiza aquello
sas importantes» desde el sentido último salvífica que tienen en mismo que expresa.
Cristo. Todos estos aspectos, aplicables también a la celebración huma-
na o profana, adquieren un carácter religioso y litúrgico cuando en
la celebración entran estos tres «personajes»: Dios, a quien se cele-
2. Profundización en el sentido bra y por quien se celebra; la Iglesia, en cuanto mediadora y anima-
dora de la celebración; y el creyente, en cuanto actor capaz de dar
Para explicar ordenadamente nuestro tema vamos a responder- un sentido y de festejar en la fe a Dios, unido a la comunidad de sus
nos a las siguientes cuestiones: «qué es celebrar», «qué se cele- hermanos. La celebración litúrgica no es, pues, una celebración
. bra», «quién celebra», «cuándo se celebra», «cómo se celebra». simplemente interhumana, sino humano-divina, porque para el cre-
yente Dios es el personaje principal de dicha celebración.
De ahí que pueda decirse de la celebración litúrgico-sacramen-
a) Qué es celebrar tal que «es la fiesta simbólica de los cristianos creyentes, por la que
se celebra la presencia salvadora y santificadora de Dios, se afirma
Celebrar es una actividad humana compartida por la que se de- el sentido de la vida nueva en Cristo, y se entra en comunión con
sea expresar algún aspecto vital importante. La celebración es una Dios y con los hermanos, a través de la mediación del mismo Cris-
actividad y una aspiración del hombre, no de Dios. to sacerdote, que se prolonga históricamente por la Iglesia en un
Pero esta actividad tiene de peculiar que no es pesada o im- acto celebrativo concreto».
puesta, sino lúdica y gratuita. Por eso celebrar es holgar y vacar, es
una actividad no utilitaria, sino in-útil. En ella el tiempo y el com-
portamiento se miden de forma especial. Lo propio de la fiesta es b) Qué se celebra
que algo se festeja y se celebra.
Esta celebración no sólo festeja algo externamente, sino que en La celebración litúrgica tiene por objetivo no un acontecimien-
ella es posible manifestar y expresar los sentidos más profundos de to humano simplemente, sino una historia divino-humana de sal-
la vida, los sentimientos escondidos, los contenidos indecibles, la vación cuyo acontecimiento central es Cristo. ;Por eso dice la Cons-
aspiración eterna, la felicidad buscada. titución de liturgia: «En efecto, la liturgia, por cuyo medio se ejerce
140 ¿Qué es un sacramento? El sacramento es una celebracíón 141

la obra de nuestra redención, sobre todo en el divino sacrificio de mos participar y ser asociados a su dinámica salvadora. Es un acon-
la eucaristía, contribuye en sumo grado a que los fieles expresen en tecimiento que «se mantiene permanentemente presente ... , que
su vida y manifiesten a los demás el misterio de Cristo y la natura- permanece y atrae todo hacia la vida» (ibid., 1085).
leza auténtica de la verdadera Iglesia» (SC 2). Y en otro lugar afir- - A la Iglesia en cuanto ella es la continuadora de la historia de
ma: «Esta obra de la redención humana y de la perfecta glorifica- salvación, y está destinada a cumplir una misión extraordinaria y
ción de Dios, preparada por las maravillas que Dios obró en el divina. No es que los sacramentos celebren a la Iglesia de la misma
pueblo de la antigua Alianza, Cristo el Señor la realizó principal- forma que celebran a Dios, pero al celebrarlos la misma Iglesia no
mente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, muerte, puede dejar de celebrar la grandeza que Dios ha puesto en ella, es
resurrección de entre los muertos y gloriosa ascensión» (SC 5). La decir: su ser «acontecimiento de Dios», «sacramento de salva-
liturgia celebra por tanto una obra de salvación -cuyo centro es el ción», mediadora y servidora de una misión que le supera, símbo-
misterio pascual de Cristo- que se actualiza en los sacramentos de lo de un gran misterio de gracia y salvación. La Iglesia, comunidad
la Iglesia -sobre todo en la eucaristía-, para glorificación de Dios de creyentes, no sólo celebra los sacramentos, ella misma se cele-
y santificación de los hombres. Los sacramentos celebran, pues: bra en los sacramentos, porque es en ellos donde mejor experi-
menta el gozo de ser y de aparecer como Iglesia.
- A Dios en lo que él mismo es y como se ha manifestado a no- - La vida cristiana también es celebrada en los sacramentos. Si,
sotros: como Padre del que parte toda iniciativa de salvación, y que como hemos dicho, el cristiano, antes de celebrar el sacramento, es
realiza sus planes a lo largo de la historia; como Hijo en el que se él mismo sacramento de Dios por su ser y por su vida, es lógico
han revelado y realizado en plenitud estos planes sobre todo por su que en el mismo sacramento exprese, celebre y se alegre de este ser
muerte y resurrecciún; como Espíritu que ha sido enviado para y de esta vida. El sacrificio de la vida entera, la liturgia existencial
continuar y realizar en todos los hombres a través de la Iglesia la que inunda todas nuestras acciones, es como recogida y concentra-
salvación alcanzada de una vez para siempre en Cristo. Los sacra- da en los ritos sacramentales privilegiados de la Iglesia. Por eso
mentos no celebran una cosa, ni una persona, ni un acontecimiento mismo, el cristiano no está fuera, sino dentro del sacramento, no es
o historia simplemente humanos, sino la historia de Dios con los un exiliado de la acción sacramental, sino parte integrante de la
hombres, la historia de nuestra salvación que da sentido a nuestra misma. En verdad podemos decir que por los sacramentos también
vida. Los sacramentos son los últimos actos de esta historia salví- celebramos nuestra vida y nuestra historia, y expresamos nuestra fe
fica, que se continúa hoy y aquí para nosotros. y nuestro amor. Pero no ciertamente como algo independiente de
- El misterio pascual de Cristo: Cristo es el verdadero revela- Dios, sino como algo que encuentra su pleno sentido en Dios. No
dor del Padre, el centro de la historia de la salvación, el momento nos celebramos a nosotros mismos, si'no a Dios en nosotros y a
culminante del amor y la misericordia de Dios. Ciertamente, como nosotros con Dios.
Mesías y Verbo encarnado, a lo largo de toda su vida, pero de for-
ma especial en el misterio pascual de su pasión, muerte, resurrec-
ción y ascensión a la derecha del Padre. La Iglesia destaca una y c) Quién celebra
otra vez esta centralidad del misterio pascual en la celebración,
afirmando que «en la liturgia de la Iglesia, Cristo significa y reali- Normalmente tendemos a pensar que los que celebramos, los
za principalmente su misterio pascual» (Catecismo de la Iglesia sujetos celebrantes, somos sólo las personas concretas que partici-
católica, l 085); que la economía sacramental «consiste en la co- pamos en un sacramento. Pero es preciso completar esta idea te-
municación de los frutos del misterio pascual de Cristo» (ibid., niendo en cuenta los siguientes puntos:
l 076). Y es que el misterio pascual de Cristo es un acontecimiento
que permanece, que es eterno, que supera los límites del espacio y - En primer lugar el verdadero sujeto celebrante, el protagonis-
el tiempo, y por eso se actualiza en la celebración, y todos pode- ta auténtico, el mediador por excelencia es el mismo Cristo. Él con-
142 ¿Qué es un sacramento? El sacramento es una celebración 143

tinúa por la liturgia y los sacramentos ejerciendo su sacerdocio, co- de, por lo mismo, unas actitudes de fe, de libertad y sinceridad de las
mo dice la Constitución de liturgia: «Con razón, pues, se conside- que él mismo como persona responsable debe responder. Dios nos
ra la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella ofrece personalmente su don en el sacramento. Y nuestra respuesta
los signos sensibles significan, y cada uno a su modo realizan, la no puede ser una aceptación anónima sino personal.
santificación del hombre, y así el Cuerpo místico de Jesucristo, es
decir, la cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro»
(SC 7). Aquella obra de alabanza y glorificación del Padre que d) Cuándo se celebra
Cristo realizara en su vida, sobre todo en su muerte y resurrección,
se continúa hoy por los sacramentos. Cristo es el único sacerdote Son diversos los momentos en los que la Iglesia se congrega en
mediador, él es el primer sujeto de la celebración. asamblea para celebrar la obra de la salvación:
- Junto a Cristo es preciso situar a la Iglesia entera, que como - En primer Jugar, cuando el hombre cristiano vive o «pasa»
cuerpo de Cristo y esposa ha sido asociada a esta obra maravillosi. por las situaciones fundamentales de su vida, como son nacer, cre-
Dice la misma Constitución: «Realmente, en esta obra tan grande, cer, comprometerse definitivamente en el amor o en la misión de la
por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santi- Iglesia, enfermar, sentir la ruptura del amor y unidad con Dios y
ficados, Cristo asocia siempre consigo a su amadísima esposa la con la Iglesia ... Todas estas se llaman «situaciones sacramenta-
Iglesia, que invoca a su Señor y por él tributa culto al Padre eterno» les», no sólo porque en ellas el hombre tiende a poner ritos y asa-
(SC 7). La Iglesia entera, representada en la pequeña asamblea de cralizarlas, sino sobre todo porque tales situaciones han sido asu-
una parroquia o comunidad, es el segundo sujeto de la celebración. midas y traspasadas de salvación por el mismo Cristo.
Un sujeto que se explica por los lazos misteriosos que unen a los - En segundo lugar, se celebra también en los momentos esta-
creyentes del mundo entero (en el mismo bautismo, fe, esperanza y cionales importantes del año. Son Jo que llamamos las grandes
caridad ... ), y que explican el que todos participemos de algún mo- fiestas del año litúrgico, cuyo centro es la Pascua de resurrección,
do en la acción y el culto de los demás. y cuyo soporte y actualización permanente es el domingo o día del
- En tercer Jugar, el sujeto de la celebración es la asamblea Señor. Baste recordar Jo que dice al respecto la Constitución de li-
concreta que se ha congregado para celebrar este sacramento par- turgia: «La santa madre Iglesia considera deber suyo celebrar con
ticular (v. gr. la eucaristía). En la asamblea concreta se hace pre- un sagrado recuerdo, en días determinados a través del año, la obra
sente la misma verdad y estructura de la Ekklesia. Por eso se trata salvífica de su divino Esposo. Cada semana, en el día que llamó
siempre de una asamblea «ordenada», ya que en ella hay diversas «del Señon>, conmemora su resurrección, que una vez al año cele-
funciones y ministerios o servicios (el que preside, el lector, los bra también, junto con su santa pasión, en la máxima solemnidad
cantores ... ); y de una asamblea «participante», ya que toda ella es de la Pascua. Además, en el círculo del año desarrolla todo el mis-
invitada a tomar parte en la acción litúrgica como algo propio, aun- terio de Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascen-
que sea un sujeto sólo el que recibe el sacramento (v. gr. caso del sión, Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida
bautismo de un niño o un adulto). del Señor» (SC 102).
- Finalmente, hay que señalar como sujeto privilegiado de la ce- - En tercer Jugar se celebra la obra de la salvación en un momen-
lebración a aquel que, en su caso, recibe el sacramento (v. gr. los no- to más concentrado, como es el del día natural. Pues en él no sólo
vios en el caso de matrimonio). Es indudable que él es parte activa celebra la Iglesia la eucaristía, sino también el «Oficio divino» o «Li-
principal en la acción litúrgica y sacramental. Los demás pueden turgia de las horas», por la que se pretende alabar a Dios permanen-
acompañarle y animarle con su participación, pero no pueden susti- temente, y santificar todas las horas del día. Así lo recuerda el docu-
tuirle en dicha participación (a no ser en un caso excepcional como mento llamado Ordenación general de la Liturgia de las horas, y la
el bautismo de un niño). Al sujeto que recibe un sacramento se le pi- misma Constitución de liturgia que dice: «Porque esta función sacer-
144 ¿Qué es un sacramento? El sacramento es una celebración 145

dotal (de Cristo) se prolonga a través de su Iglesia, que sin cesar ala- nuestra historia de salvación. Por eso, no comemos pan y vino en la
ba al Señor e intercede por la salvación de todo el mundo, no sólo eucaristía para saciarnos, sino para recordar y hacer memoria de la
celebrando la eucaristía, sino también de otras maneras, principal- Última Cena y la entrega de Cristo.
mente recitando el Oficio divino» (SC 83). Aunque esta alabanza co- - Y en cuanto a los ritos finales tampoco sucede nada de ex-
tidiana, al ritmo de las horas, ha sido realizada sohre todo por los clé- traordinario, solo que en nuestro caso la intención no es sólo de-
rigos, también los seglares están llamados a esta tarea, en especial en searnos bienestar material, sino sobre todo bienestar espiritual, y el
los dos momentos más importantes del día: la oración de la mañana compromiso que se establece no es sólo entre nosotros, sino prin-
o «laudes», y la oración vespertina de la tarde o «vísperas». cipalmente con Dios.

e) Cómo se celebra 3. Aplicación a la celebración y la vida

La forma como celebra la Iglesia los sacramentos está en con- a) Ningún sacramento es «sólo para mi»
sonancia con la forma normal como se celebran los acontecimien-
tos de la vida. En toda celebración suele haber una invitación a la Por todo lo dicho se comprende que los sacramentos no son al-
que responde una reunión y una acogida: primera secuencia; una go privado, que se celebre en solitario, sino algo común y público
parte fundamental de la celebración es el intercambio, la conversa- que debe celebrarse en comunidad. Los sacramentos son el bien
ción, la palabra o el discurso: segunda secuencia; pero junto a esto común de la Iglesia más significativo. Por eso, nunca puede decir-
siempre está un rito de uno u otro estilo, como puede ser un acto se que la celebración de un sacramento, aunque sea de forma es-
simbólico con una bandera, o una comida o banquete: tercera se- condida y «privada», no afecta e interesa a los demás cristianos, a
cuencia; y finalmente todo llega a su desenlace con la despedida y la Iglesia entera. Es cierto que el principal afectado, interpelado y
los buenos augurios para los participantes: cuarta secuencia. Pues agraciado será siempre el sujeto individual que recibe y celebra el
bien, esta es la estructura que tienen las celebraciones de la Iglesia, sacramento. Pero no independientemente de los demás, sino en re-
y en especial la celebración de los sacramentos, solo que en este lación con ellos. Su fe y su gracia, su alegría y su compromiso sa-
caso son originales tanto las palabras y los ritos cuanto el sentido y cramentales, son de algún modo la fe y la gracia y la alegría de to-
contenido que se les atribuye. da la Iglesia. [Porque los sacramentos no son «míos» ni «tuyos»,
-· Los ritos iniciales son ritos de acogida y reunión, pero no pa- sino «nuestros», de la Iglesia, por eso mismo la celebración y el
ra formar una asamblea cualquiera, sino la asamblea cristiana, que fruto de los sacramentos son también una realidad nuestra y para
se reúne en el nombre del Señor y con el Señor, con el objetivo nosotros. Por tanto, cuando alguien celebra un sacramento, es la
concreto de celebrar la obra de la salvación. Iglesia la que lo celebra con él y él con la Iglesia. Es la Iglesia la
- La Palabra es ciertamente palabra de hombres porque se ex- que se expresa y realiza por él y él por la Iglesia.
presa en términos y lenguaje humano, pero también es palabra de
Dios porque en ella Dios nos ha hablado y sigue hablándonos. Es
por tanto una Palabra única y original. b) Saber hacer fiesta en la fe
- Asimismo los ritos tienen mucha semejanza con otros ritos
humanos: comer y beber, lavarse con agua, ungirse para fortalecer La celebración sacramental no debería ser nunca una celebración
el cuerpo, encender una lámpara para ver o poner un signo de fies- triste. El cristiano que es consciente de su fe, de la salvación que le
ta. Y, sin embargo, estos ritos para nosotros no tienen ya una fun- ha sido ofrecida, no puede no alegrarse desde el fondo de su corazón.
ción natural sino sagrada, porque por ellos se recuerda y actualiza Con esa alegría que va más allá de la apariencia y de las fronteras de
146 ¿Qué es un sacramento? El sacramento es una celebración 147

lo pragmático, y que se hace torrente fecundo de vida para sí mismo Señor, hemos recorrido muchas veces
y para los demás. Esto sucede especialmente en los momentos sa- caminos de egoísmo con tus dones.
cramentales, aunque la situación no aparezca ante nosotros como to- Pensábamos poder poseerte a ti sin comunicarlo a los demás.
Pero tú, Señor, no eres posesión de nadie, eres don para todos.
talmente positiva, tal como sucede en la penitencia o la unción de en-
Danos la fuerza de compartir la alegría de tu salvación.
fermos. Saber hacer fiesta en la fe, es saber compartir con los demás Ayúdanos a poner en común el bien común de tus sacramentos.
la alegría de creer, es saber alegrarse del bien y el amor con los de- Y que al final podamos alegrarnos de haber vivido juntos
más, es saber compartir y con-sentir con las angustias y esperanzas en tu amor (D. Borobio).
de los demás. Cuando la celebración del sacramento es fiesta de fe,
entonces puede decirse que la fe se expresa y se canta y se hace co- b) El papa León Magno, en el siglo V, escribió unas homilías
municación gozosa, que no se oculta ni esconde. En el momento en con gran sensibilidad litúrgica. En el texto que proponemos insis-
que los miembros de una comunidad llegan a esta conciencia y acti- te en el aspecto de la alegría y gozo de quienes celebran, fundada
tud, ya no hay peligro de privatismo o individualismo sacramental. en Cristo Señor:
Entonces la celebración es lo natural y lo normal.
Hoy, amadísimos, ha nacido nuestro Salvador. Alegrémonos. No es
justo dar lugar a la tristeza cuando nace la vida para acabar con el
temor de la muerte, y llenarnos de gozo con la eternidad prometida.
4. Puntos para el estudio y la revisión Nadie se crea excluido de participar en este regocijo, pues una mis-
ma es la causa de la común alegría, ya que nuestro Señor, destruc-
a) ¿Aparecen hoy los sacramentos de la Iglesia como celebra- tor del pecado y la muerte, así como a nadie halló libre de culpa, así
ción? Haz una crítica justificada al respecto. Señala, por otra parte, vino a librar a todos del pecado. Exulte el santo, porque se acerca el
cuáles han sido tus mejores experiencias de celebración. premio; alégrese el pecador, porque se le invita al perdón; anímese
b) Lee el texto del Antiguo Testamento que se encuentra en Ne- el gentil, porque se le llama a la vida'.
hemías 8-10, y señala las principales partes de la celebración que
allí encuentras. Compáralo luego con la celebración de la Última
Cena, tal como nos la transmite Juan 13, 1-38.
c) Indica lo que más te llama la atención del siguiente texto de
la Constitución de liturgia del Vaticano II:
La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al
mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza. Pues los tra-
bajos apostólicos se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios por
la fe y el bautismo, todos se reúnan, alaben a Dios en medio de la
Iglesia, participen en el sacrificio y coman la cena del Señor. Por su
parte, la liturgia misma impulsa a los fieles a que, santificados con
los sacramentos pascuales, sean concordes en la piedad (SC l 0).

5. Oración y meditación

a) Te sugiero esta oración, invitándote a que hagas una más l. León Magno, Homilías sobre el año litúrgico. Hom. 21, 1, BAC, Madrid
personal, y si puedes la escribas: 1969, 69.
3
Donde Dios nos ofrece su gracia.
Dimensión cristológica

1. Encuentro con la vida

El sacramento no debe entenderse como una «cosa» u «objeto»,


sino como una celebración, donde se realiza un encuentro inter-
personal entre Dios, el sujeto y la Iglesia. Si partimos de esta con-
cepción, podremos comprender mucho mejor qué significa la gra-
cia en el encuentro.
Durante mucho tiempo ha existido en la Iglesia una compren-
sión más bien objetivista del sacramento, a partir de las definicio-
nes clásicas, no siempre bien interpretadas. Estas definiciones de-
cían, entre otras cosas que «los sacramentos contienen la gracia»,
que «confieren la gracia que significan», que la «comunican en
razón de la misma obra obrada (ex opere operato) a aquellos que
no ponen óbice» (son definiciones de los escolásticos, del conci-
lio de Florencia, del concilio de Trento ). La exageración de algu-
nas interpretaciones condujo a entender a veces el sacramento de
un modo un tanto mágico o automático, como si al poner el rito se
produjera la gracia dependiendo sin más de la materialidad de la
acción ritual. Con esta interpretación, no sólo se deformaba el ver-
dadero sentido del sacramento, sino que Dios y el hombre en su
encuentro interpersonal en la Iglesia aparecían también como mar-
ginados.
Hoy, en cambio, la situación es bien distinta: más que poner el
acento en el rito se pone en la vida; no se insiste tanto en la gracia
cuanto en la fe; no se valoran los elementos objetivos sino los sub-
jetivos. Al desequilibrio «objetivista» del pasado se responde, en
no pocos casos, con el desequilibrio «subjetivista» del presente. Es-
te subjetivismo se manifiesta en otras cuasi-definiciones que fácil-
150 ¿Qué es un sacramento? Donde Dios nos o.fi'ece su gracia 151

mente se proponen sin completarlas con otros aspectos, tales co- La salvación nos es ofrecida por Dios como un regalo siempre in-
mo: «el sacramento es la expresión de mi fe», o «el sacramento es merecido y gratuito, que él ha ido presentando al hombre de modo
la celebración de nuestra vida», o «por el sacramento buscamos pedagógico y paciente.
nuestra realización personal». Pero, así como decíamos que no En efecto, esta salvación la ha ido realizando Dios, según sus
puede reducirse el sacramento a una gracia sin Dios, de igual mo- planes, de un modo progresivo y unitario, a través de diversas eta-
do hay que afirmar que tampoco puede reducirse a una expresión pas que jalonan la historia de la salvación. Es una historia protago-
de fe subjetiva sin verdadera implicación de la Iglesia. En el sacra- nizada por unos personajes históricos, y tejida sobre un diálogo ro-
mento no podemos reducir ni el puesto de Dios, ni el puesto del su- to a menudo por el hombre, pero siempre reinstaurado por Dios. La
jeto, ni el puesto de la Iglesia, salvando evidentemente la gran di- síntesis de esta historia, su punto culminante, el quicio que la divi-
ferencia entre la acción de cada uno de estos «personajes». de en dos tiempos, el personaje que la re-unifica impulsándola ha-
Y, puesto que el personaje principal es Dios, puesto que de él cia el futuro ... es Cristo.
depende fontalmente la existencia, el sentido y la gracia del sa- Cristo, salvándonos por su vida, muerte, resurrección y glorifi-
cramento, por eso debemos comenzar por explicar cómo depende cación, ha salvado la misma historia, la ha transformado, pero no la
el sacramento de Dios, cómo actúa Dios en el sacramento, en qué ha liquidado ni nos ha sacado de esta historia. Así, lo que se ha rea-
consiste la gracia sacramental. Una cosa es evidente: la gracia de lizado «de una vez para siempre», debe continuar realizándose siem-
Dios o el Dios que se da gratuitamente es algo sublime y descon- pre. La salvación debe continuarse y llegar a todos los que vivimos
certante para el creyente, para todo hombre. Es fácil dar algo, pe- en la historia. Y serán precisamente los sacramentos, como signos
ro no darse a sí mismo. Es hermoso recibir un buen don, pero es llenos de realidad salvadora, los que continúen, manifiesten yac-
inefable e indecible recibir a Dios como don. Nunca la gratuidad tualicen esta salvación de Dios, hoy y aquí, de un modo privilegia-
do, para los hombres concretos.
recorre tal distancia como en el caso de la gracia que es Dios
mismo. Así, pues, la historia de salvación fue iniciada por Dios con un
acontecimiento cósmico (la creación); fue llevada a su punto cul-
minante en el acontecimiento pascual (muerte y resurrección de
2. Profundización en el sentido Cristo); sigue realizándose por unos acontecimientos sacramenta-
les (Iglesia-sacramentos), y llegará a su plenitud como un nuevo
acontecimiento cósmico (final de los cielos: nuevo cielo y nueva
La gracia del sacramento es en definitiva la presencia agracian-
tierra). Los sacramentos son, pues, las obras de Dios hoy y aquí, las
te de Dios, sacramentalmente manifestada y celebrada. Pero de un
maravillas que Dios sigue obrando en nuestra historia, y que hacen
Dios que es lo que es y como es, es decir, de un Dios Padre, que
especialmente accesible y cercana su salvación para nosotros.
nos ha salvado por Cristo, y continúa salvándonos por la fuerza
En este acontecer salvifico-sacramental sigue siendo Dios quien
transformante del Espíritu. Debemos pues hablar de la gracia des-
tiene la iniciativa, quien salva gratuitamente porque quiere, con su
de la presencia personal y peculiar de cada una de las personas di- libertad soberana e irreductible a toda manipulación humana. Y es
vinas, si bien Cristo es el centro desde el que mejor se comprende también Dios, nuestro Padre, el fin y la meta al que se dirigen nues-
esta agraciación.
tro culto y nuestra alabanza, por Cristo y en el Espíritu. Dios es, por
tanto, la fuente última y la meta de los sacramentos. Y, en conse-
cuencia, la gracia de los sacramentos es la maravilla de un Dios pre-
a) La iniciativa y la benevolencia de Dios Padre sente hoy para nosotros, ofreciéndonos su salvación, a través de sig-
nos sencillos, a los hombres concretos.
Dios, nuestro Padre, es la fuente de toda salvación. Esta salva-
ción es fruto de su iniciativa libre y de su amorosa benevolencia.
152 Los sacramentos de la iglesia Donde Dios nos ofrece su gracia 153

b) La actualización del misterio pascual de Cristo en compromiso. Participar en los sacramentos no será por lo mis-
mo recibir una gracia «tranquilizante» y neutral, sino dejarse po-
¿Cuál es Ía salvación qne Dios nos ofrece? No puede ser otra seer por un dinamismo de liberación y de amor como el que se ma-
que Cristo mismo, y a este en el acontecimiento central de su vida nifiesta en la Pascua de Cristo. Cuando hablamos de «gracia» de
o misterio pascual, por el cual esa misma salvación se ha realizado los sacramentos, no hemos de pensar, en consecuencia, en una «co-
para nosotros. Si Dios Padre es la fuente de los sacramentos, Cris- sa» objetual o en una idea abstracta, sino en un Alguien que sigue
to es el centro, el punto de referencia y el lugar del sentido de los vivo en medio de nosotros, sobre todo por los signos sacramenta-
sacramentos. les, ofreciéndose a sí mismo con lo más grande que ha hecho por
Y esto es así porque Cristo, y nadie más que él, determina el nosotros: morir y resucitar.
sentido de unos signos, no precisamente concretando los detalles
de su celebración (si tal «materia» o tal «forma», si tal rito o tal
otro), sino dándole un significado nuevo, llenándolos de un conte- c) El ofrecimiento del don del fapíritu
nido de vida más allá de las barreras humanas. De esta forma, Cris-
to viene a ser el origen más inmediato y el centro de s_entido de los Seguimos avanzando más en nuestra reflexión, y nos pregunta-
sacramentos. Esto es lo que quiere decirse principalmente cuando mos: La salvación o la gracia pascual de Cristo ¿en qué consiste
se afirma que «Cristo ha instituido los sacramentos». principalmente? De acuerdo que con su pasión-muerte y resurrec-
Por todo ello, se comprende también que la salvación que los ción nos da un ejemplo de vida supremo e irrepetible, pero después
sacramentos nos ofrecen y que Dios Padre nos da es la salvación de la ascensión y glorificación, ¿cómo llega esto a nosotros? Pues
que Cristo ha realizado «de una vez para siempre». Lo que los sa- bie_n, la respuesta no puede ser sino una: por medio del Espíritu san-
cramentos simbolizan y actualizan no es una salvación distinta a la to..! ! Espíritu es el don escatológico de la Pascua que Cristo nos da;
de Cristo, sino la misma salvación de Cristo, definitiva, única, irre- es aquel que tiene por misión continuar con una presencia viva la
petible: la del misterio de la Pascua. De ahí que pueda decirse que salvación de Cristo; es la forma de inmediatez y cercanía de Cristo
los sacramentos son actos del Cristo pascual en la visibilidad de la a los hombres. Claro que el Espíritu es invisible. Por eso actúa y se
Iglesia. Son memorial del acontecimiento de la Pascua. nos da ppr los sacramentos, haciéndonos experimentar la presencia
La gracia de los sacramentos es, por tanto, la inmersión y la de Cristo) El sacramento es como el «lugar» donde actúa el Espíri-
participación en el acontecimiento pascual-salvador de Cristo. La tu para el encuentro y la experiencia con el Señor resucitado.
gracia de los sacramentos es una gracia pascual que actualiza la f'Cristo, que sigue siendo el centro de la acción sacramental, no
salvación de la Pascua de Cristo. La gracia de los sacramentos es el sóÍo actúa por el Espíritu, sino que la forma de darse a sí mismo es
don mismo de la Pascua que se nos ofrece como don transforman- el Espíritu·; El Espíritu es el don que Cristo dio a la Iglesia en Pen-
te, el cual al sumergirnos en su dinamismo, nos asimila a Cristo, y tecostés, y el don que sigue dándonos hoy por la Iglesia en sus sa-
nos compromete a extender a todos los hombres la salvación que cramentos. Pero el Espíritu es un don que revierte a su origen: a
Cristo nos da. Se trata de una gracia liberadora, como liberador es Dios Padre y a Cristo. Por eso cabe decir que se trata de un don do-
el acontecimiento pascual. De una gracia que lleva al cristiano a nante, ya que en él mismo se nos da Dios Padre y Cristo salvador y
afirmar la vida sobre la muerte, el amor sobre el odio, la justicia glorioso.
sobre la injusticia, la libertad sobre la esclavitud, la gracia sobre el Durante mucho tiempo se había marginado la acción del Espíri-
pecado. tu en los sacramentos. Hoy ha vuelto a recuperarse su importancia y
La liberación presente y actuante del misterio pascual de Cris- su puesto. El Espíritu se encuentra en el origen de los sacramentos,
to, cual memoria perenne y provocativa, se convierte así para el ya que estos comienzan a realizarse desde la misión de la Iglesia en
cristiano creyente en realidad propia y en tarea común, en gracia y Pentecostés. Al Espíritu se le atribuye la eficacia de los sacramen-
154 ¿Qué es un sacramento? Donde Dios nos ofrece su gracia 155

tos, puesto que es él, y no un poder humano, el que transforma los tuante, como un Tú personal y vivo que transforma mi vida y la
dones sensibles-materiales (v. gr. pan y vino), en símbolos plenos de salva en Cristo, dándole una nueva orientación, fuerza y dinamis-
una presencia actuante de Dios. Por el Espíritu nos viene, y él mis- mo en el Espíritu». Esta presencia personal, salvadora y agraciado-
mo es la gracia principal de los sacramentos, ya que él es el don que ra de Dios se ofrece a todo hombre en la vida cotidiana. No hace
procede ahora y siempre del Padre y de Cristo resucitado. falta esperar al momento de celebrar un sacramento para saber que
Dios nos ofrece su gracia. Sin embargo, el creyente sabe que esta
oferta permanente de la gracia de Dios necesita expresarse en sig-
3. Aplicación a la celebración y la vida nos sacramentales; que el estar de Dios conmigo en la vida necesi-
ta alimentarse en un estar de Dios con nosotros en la celebración;
a) Todo procede de Dios. Todo de p ende del hombre que la ambigüedad de la vida necesita superarse con la verdad dél
sacramento; que, en fin, la alegría de la gracia necesita ser cele-
Con frecuencia se ha discutido en la Iglesia sobre la «tensión» brada y comunicada a los demás.
que parecen producir estas frases. Algunas expresiones no siempre Así, pues, la gracia de la vida no está reñida con la gracia del
han sido bien interpretadas. Tal es el caso de la eficacia de los sa- sacramento. Ambos momentos se complementan y exigen. La gra-
cramentos «ex opere operato». Pero hay que tener en cuenta que cia de la vida tiende a expresarse en el sacramento. La gracia del
con ello la Iglesia no pretende afirmar que los sacramentos obren sacramento tiende a realizarse en la vida. No puede ser de otra for-
automáticamente, comprometiendo la soberana libertad de Dios; o ma, ya que la gracia es siempre la misma: Dios presente ahí para
que con ellos se haga violencia a la divinidad, obligándola a con- mí. Cambiarán las formas de hacerse Dios presente, pero no pue-
ceder una gracia. Esta concepción mágica no ha sido nunca lo que de cambiar Dios, que siempre está ahí como lo que es: como Padre
la Iglesia ha entendido con el «ex opere operato». que nos ha salvado en Cristo y que continúa salvándonos en el Es-
Negativamente, el «ex opere operato» significa que esta gracia píritu. La gracia también tiene una estructura trinitaria. Todo viene
no depende de la santidad del ministro, y que el sujeto tampoco de Dios por Cristo y en el Espíritu; y todo vuelve a Dios desde no-
puede apoderarse de la gracia con su fe: Dios queda soberanamen- sotros, sobre todo en la celebración de los sacramentos, por Cristo
te libre frente a todo mérito humano. Todo sigue procediendo de y el Espíritu.
Dios por su iniciativa gratuita y libre.
Positivamente, «ex opere operato» significa que nos encontra-
mos ante un acto del mismo Cristo. Un acto que tiene su eficacia 4. Puntos para el estudio y la revisión
en la promesa de Dios que no se echa atrás, en el misterio de Cris-
to que siempre obra la salvación. Pero esta eficacia sólo es posible a) Hay dos actitudes falsas ante la acción-gracia de Dios en los
que se realice en su plenitud personal, cuando el hombre acoge con sacramentos:
fe y acepta libremente el don que Dios le ofrece. Por eso, todo pro- - la de quien cree que Dios obra automáticamente;
cede de Dios siempre, pero todo depende del hombre en su res- - la de quien piensa que lo único que cuenta es la acción o com-
puesta personal concreta. promiso del hombre.
Resume cuál ha de ser la actitud verdadera.
b) ¿Qué es en definitiva la gracia? b) Lee el texto de la Carta a los efesios 2, 1- l Oy señala cómo
ves reflejada aquí la unión entre salvación de Dios y respuesta del
Prescindiendo de distinciones un tanto complicadas, podemos hombre, entre gracia y fe.
decir que la gracia es «ese estar ahí de Dios para mí, presente y ac- c) Comenta brevemente este texto de un teólogo de la Iglesia:
156 ¿Qué es un sacramento? Donde Díos nos ofrece su gracia 157

El hombre no entra en contacto con Dios vivo más que cuando es únicamente un rito figurativo: es ante todo la celebración del acon-
confrontado de una manera explícita e histórica con la Iglesia de tecimiento de Cristo, vivida entre muchas personas, que se abren
Cristo. Pero la gracia de la redención no nos llega por vez primera y juntas a la presencia pascual. .. Gestos de Cristo que el Padre ha en-
exclusivamente cuando esta gracia nos es proclamada oficialmente viado por el poder del Espíritu, los sacramentos introducen a los
por la Iglesia en su palabra y sus sacramentos. Supuesta la realidad hombres en la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu, de don-
de una voluntad salvífica universal en Dios y de la inserción histó- de reciben su eficacia ... Significando la gracia del Espíritu, llevan
rica de esta voluntad, por la epifanía del hombre Jesús en la trama en ello la fecundidad del mismo Espíritu ... Gracias al Espíritu, la
humana de nuestra historia, hay que decir que la gracia, de una ma- acción sacramental de la Iglesia realiza lo que significa ... Pues si
nera latente y bajo formas veladas, está ya operando en toda la vi- los sacramentos tienen a hombres por ministros, tienen por princi-
da humana, en todo aquello que nosotros vivimos como hombres.,. pio al Espíritu santo 2 •
Lo que la Iglesia nos da de una manera explícita se encuentra ya
operante de una manera implícita en la existencia humana concreta.
Lo que se hace en la Iglesia es desvelar, poner al descubierto lo que
estaba implícito, por la proclamación y profesión solemne de la fe,
por la celebración de los sacramentos. En esta explicitación gana o
alcanza la gracia toda su eficacia 1•

5. Oración y meditación

a) En la bendición del agua bautismal, el Ritual del bautismo


de niños nos propone esta oración conclusiva, que expresa la ac-
ción de la Trinidad, y la participación en el misterio pascual, por el
agua bautismal:
Te pedimos, Señor,
que el poder del Espíritu santo,
por tu Hijo,
descienda sobre el agua de esta fuente
para que los sepultados con Cristo en su muerte,
por el bautismo
resuciten con él a la vida.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén (Ritual, n. 123).

b) El llamado Documento de Dombes es un documento ecu-


ménico muy importante, que recoge la doctrina común de las igle-
sias sobre la gracia del sacramento:
El Espíritu está presente y se da en el ministerio de los sacramentos,
donde se realiza lo que la palabra anuncia. Un sacramento no es

1. E. Schillebeeckx, Les sacrements dans le plan de Dieu: Présences l b2 2. Documento del grupo de Dombes, El Espíritu santo, la Iglesia y los sacra-
(1968) 26-27. mentos, n. 97-99: Diálogo Ecuménico 3 (1981) 454-455.
4
... Y el hombre responde en la fe.
Dimensión antropológica

1. Encuentro con la vida

En los últimos años, sin duda en sintonía con el contexto social


y cultural de nuestro tiempo, hemos pasado de la marginación a la
reivindicación del puesto del hombre en los sacramentos; de un
cierto «exilio» obligado a un cierto protagonismo pretendido. Ya
no se trata solamente del puesto de la fe, sino más bien del puesto
del hombre creyente, en la totalidad de su ser, en los sacramentos.
En efecto, no es sólo una actitud del hombre la que está presente en
los sacramentos, sino el hombre entero con la actitud que en este
caso más le cualifica: la fe.
La misma manera de hablar de los sacramentos hoy, como «en-
cuentro», como «signo o símbolo», como «lenguaje o comunica-
ción», como «expresión de la fe y celebración de la vida» ... está
indicando que nos encontramos en la corriente de una valoración
del puesto del hombre en la celebración sacramental. Y es que se
ha venido a caer en la cuenta de que el hombre, no sólo no entra
«de rondón» o como «de perfil» en el sacramento, sino que hay
una perfecta armonía y correspondencia entre el ser y la condición
simbólica del hombre, y los símbolos sacramentales que la Iglesia
nos ofrece.
En efecto, el hombre, por ser un ser en un cuerpo, es un símbo-
lo viviente, ya que a través del cuerpo tiende a expresar una inti-
midad, una libertad y voluntad, unos sentimientos y pensamientos
que no aparecen inmediatamente, sino sólo por la mediación cor-
poral. Y porque el hombre es simbólicamente, por eso necesita
también símbolos para comunicarse y realizarse. Ahora bien, si es-
to sucede en el campo de la relación entre los hombres, mucho más
... Y el hombre responde en fajé I 61
160 ¿Qué es un sacramento?

sucederá en el de la relación con Dios. La única forma de comuni- extrañas a la vida de Cristo, ni al misterio de la salvación de Cris-
carnos y relacionarnos con Dios son los símbolos «religiosos». Y, to. Al contrario, Cristo mismo, pasando de algún modo por todas
entre estos símbolos, los más importantes para un cristiano son los ellas (nacimiento extraordinario, comienzo de la misión pública,
sacramentos. Los signos sacramentales son precisamente esa ex- despedida en una comida pascual, participación significante en la
presión simbólica en acción, en correspondencia con la naturaleza celebración _del matrimonio _en, Caná, sufrimiento y dolor en la pa-
simbólica del hombre, a través de los cuales se realiza la interco- s10n, cumplimiento de la m1s10n del Padre en su ministerio públi-
municación de los distintos personajes integrantes del sacramento: co, muerte en la cruz ... ) las ha santificado y transformado, les ha
Dios, la Iglesia, el sujeto. dado un nuevo sentido, las ha salvado de su oscuridad. Por eso mis-
Por todo ello, los sacramentos no son algo que se impone al mo, desde él, estas situaciones están llenas de gracia, han sido ele-
hombre como «desde fuera», sino algo que viene pedido «desde vadas a situaciones sacramentales, y son celebradas como tales en
dentro». Antes de participar en los sacramentos de la Iglesia como los sacramentos de la Iglesia.
sujeto receptor, el hombre tiende a ellos como ser simbólico. Natu- Es cierto que no todas las situaciones sacramentales tienen los
ralmente que esta correspondencia sólo queda explicitada desde la n_iismos per iles antropológicos: en unas el enraizamiento antropo-
fe, pues sólo el creyente puede reconocer que lo que Dios le ofre- log1co es mas fuerte, ya que en ellas se da un «tránsito biológico»
ce es lo que él necesita como hombre religioso. Pero esto nos hace (como sucede en el nacimiento, la adolescencia, el matrimonio, la
comprender, además de la gran sabiduría de Dios, la evidente na- muerte); en otras, se manifiesta más la repercusión social y comu-
turalidad de los signos sacramentales. Los sacramentos son la ex- mtana (como se ve en el orden, el matrimonio, la penitencia). To-
presión simbólica religiosa más natural para el creyente en las si- das ellas suponen, sin embargo, un «tránsito vital», porque en todas,
tuaciones fundamentales de su vida. el hombre viene a conmoverse con esa llamada extraordinaria de
Dios, si es que se viven con autenticidad y sinceridad humana. Aun-
que sería un error identificar los sacramentos con el «acontecer» o
2. Profundización en el sentido «pasar» de una situación. Con todo, estas situaciones explican me-
JOr los sacramentos, muestran con mayor claridad la corresponden-
a) Situaciones fundamentales de la vida y sacramentos cia _entre lo q e el hombre vive y lo que Dios quiere. No son el prin-
c1p1O determmante de los sacramentos, pero sí son el sustrato
Hemos dicho cómo la vida del hombre está marcada por unos humano desde el que hay que explicar y en el que hay que aplicar el
acontecimientos culmen, por unos momentos álgidos o situaciones sacramento, pues «los sacramentos son para los hombres». Sin em-
fundamentales, tales como el nacer o el morir, el responsabilizarse bargo, el misterio de estas situaciones se aclara en la vida y el mis-
de una tarea importante o el comprometerse en el amor, el estar en- terio de Cristo. Siendo asumidas en los sacramentos, desde la fe ex-
fermo o el sentir la ruptura del pecado ... Se llaman «situaciones fun- phcan el mismo proceso de la vida humana en su dependenci de
damentales» porque, al mismo tiempo que constituyen un aconteci- D10s, y en su mexorable proceso hacia Dios.
miento personal y social que espontáneamente tiende a celebrarse y
ritualizarse, llevan al hombre a confrontarse radicalmente consigo
mismo, a preguntarse por su origen y su destino, a recapitular su his- b) Fe y sacramento
toria desde el pasado por el presente hacia el futuro, a optar por un
sentido de vida o tomar una decisión, a plantearse de forma nueva las Para que una situación sea sacramental para mí es preciso que
relaciones tanto consigo mismo, cuanto con los demás y con Dios. tal situación sea vivida en la libertad y en la fe. Cuando la Iglesia
Estas situaciones, que tocan el mismo corazón de la existencia af1r".1ª. que los sacramentos comunican la gracia «a los que no po-
humana y que el hombre tiende naturalmente a sacralizar, no son nen ob1ce», o que los sacramentos «suponen la fe», no quiere decir
162 ¿Qué es un sacramento? ... Y el hombre responde en ía.fé 163

que la gracia sea el fruto de nuestras obras o el resultado de un jeto». Estamos hablando no de «validez» del sacramento, sino de
trueque, o el efecto de nuestros méritos. Lo que quiere decir es que celebración ideal y participada del mismo. Cuando la asamblea que
el hombre no debe oponer resistencia o impedimento al don de está presente no cree (puede ser el caso de celebraciones de carác-
Dios, y que debe tener unas disposiciones adecuadas para que el ter más social; un matrimonio, un funeral), nos encontramos con
mismo sacramento realice aquello a lo que está destinado por el un signo verdaderamente contradictorio. La asamblea está llamada
mismo Dios. a apoyar la fe del sujeto que recibe el sacramento, a expresar de
La misma estructura interpersonal del sacramento está indican- forma visible la fe de la Iglesia, a mostrar la dimensión comunita-
do que este es diálogo y encuentro, llamada y respuesta, don y acep- ria de la fe. Y mal puede cumplir esta función si no es creyente.
tación, vocación e in-vocación. Por eso mismo supone una acogida - Evidentemente, para que la fe del sujeto y la fe de la asamblea
libre, consciente y responsable por parte del sujeto en un acto ver- sean auténticas, se requiere que sean eclesiales, que estén en con-
daderamente humano. Dios no impone sus sacramentos, los ofrece. sonancia y unión con la/e de la Iglesia entera. No hay sacramento
De ahí que los sacramentos supongan un ejercicio de la libertad, en eclesial verdadero donde no se profesa la fe de la Iglesia. Es en es-
correspondencia siempre con aquel acto radical que comprometió ta fe, expresada de diversas maneras en el rito, en la que se cele-
la misma libertad en el bautismo, y que supone el compromiso con bran los sacramentos. La fe de la Iglesia asegura la fidelidad al
la aceptación de los sacramentos. Un compromiso que está llamado evangelio, la objetividad y universalidad de su contenido, la verdad
a renovarse en cada celebración sacramental, ya que en ella se me del significado que atribuye al sacramento. La fe que profesamos
ofrece a mí algo personalmente, que me afecta en lo más íntimo de en los sacramentos es personal e individual, porque siempre se tra-
mi ser y me compromete. ta-de la fe de una persona concreta e insustituible. Pero es sobre to-
La respuesta en la libertad y el compromiso es siempre una res- do la fe eclesial y universal, en la que se inserta y con la que debe
puesta de fe, pues procede de la fe y a la fe conduce. Toda celebra- consonar la fe de todos sus miembros.
ción sacramental es un acontecimiento de fe: supone al mismo
tiempo la fe del sujeto, la fe de la asamblea celebrante y la fe de la
Iglesia. c) Sacramento y vida
- En cuanto a la/e del sujeto viene a ser un elemento constitu-
tivo de la misma realidad sacramental, de manera que no puede ha- Si el sacramento no sucede al margen de la fe del hombre, tam-
ber sacramento pleno sin fe verdadera, ni fe verdadera sin auténti- poco sucede fuera de la vida del hombre. El hombre cristiano sabe
ca expresión sacramental. Podrá darse esta fe en un momento que, antes de celebrar los sacramentos, es sacramento. Y así como
antecedente y concomitante como es el caso del bautismo de un su existencia sacramental debe conducirle al sacramento, el sacra-
adulto, o en un momento consecuente como sucede en el bautismo mento debe intensificar su vida sacramental, desplegando en ella
de un niño. Pero lo cierto es que no puede haber sacramento pleno toda su fuerza y su gracia. Ni hay sacramento verdadero sin vida
donde no hay fe verdadera. No puede haber fe sin sacramento ni sacramental, ni puede existir esta vida en verdad si no es con la
sacramento sin fe. Si el sacramento supone la fe, la fe incluye el sa- fuerza de la celebración de los sacramentos. Con otras palabras:
cramento. El que la fe sea en sí misma gracia de Dios, no quiere sól_o quien celebra puede vivir en plenitud su vida cristiana, y sólo
decir que sea secundaria o innecesaria. Sólo en la fe son verdade- qmen se esfuerza por vivir con autenticidad esta vida puede cele-
ramente eficaces y fructuosos los sacramentos, porque sólo en la fe brar el sacramento.
puede realizarse el encuentro de gracia que Dios inicia y conduce. El sacramento es un acontecimiento de gracia en la vida y para
- Respecto a la f e de la asamblea celebrante es claro que sólo la vida. Lejos de suponer una huida del mundo o de la vida, supo-
será verdadera asamblea participante si es asamblea creyente. Des- ne una afirmación y una promoción de la vida desde el amor, la fe
de luego, no se trata de la misma exigencia que en el caso «del su- y la esperanza cristianas. Es justamente en el sacramento donde
164 ¿Qué es un sacramento? ... Y el hombre responde en faje 165

afirmamos la forma original, no de evadirnos de los problemas del siderarlo como algo estático, sino como algo dinámico que nos re-
mundo, sino de estar presentes en el mundo y allí donde se juega el nueva y compromete en el proyecto de vida cristiano. El sacra-
porvenir del mundo. mento, por ser gracia transformante, es también proyecto de vida,
Por lo cual se entiende también que el sacramento, al hundir sus punto de arranque para el futuro nuevo.
raíces en la misma vida, no puede considerarse como un acto puntual
y pasajero, que pueda reducirse a su momento de celebración ritual,
aunque este sea el momento condensante y más significativo de la b) Ni rigoristas ni laxistas
realización del sacramento. El sacramento es, más bien, un acto di-
námico, un movimiento en progresión, un proceso que se manifies- La relación del sacramento con la fe ha planteado numerosas
ta y realiza en diversas etapas, en correspondencia con la historici- discusiones a lo largo de la historia, pero de modo especial en los
dad propia de la vida del hombre. Todo sacramento, a su manera, últimos años. ¿Pueden recibir los sacramentos aquellos bautizados
tiene un «antes» de preparación real y dinámica, un «en» de celebra- que no tienen fe o que tienen una fe muy mediocre? ¿Hay que su-
ción ritual público y comunitario, y un «después» de verificación y poner que todo el que pide un sacramento tiene la fe suficiente para
realización en la vida. Cierto que la identificación del sacramento celebrarlo? ¿Qué fe se requiere para celebrar dignamente un sacra-
tiene como marco la misma celebración ritual, y que este momento mento? La Iglesia ha tomado conciencia de que muchos bautizados
puede considerarse como el más importante, pero esto no quita la ne- no son verdaderamente convertidos, ni tienen auténtica fe. Por eso,
cesidad y el valor del momento antecedente y consecuente. ha vuelto a insistir en las exigencias y «garantías» de fe para cele-
brar el sacramento, en la necesidad de una preparación y un dis-
cernimiento adecuado. Con este deseo de exigencia y autenticidad
3. Aplicación a la celebración y la vida se han propuesto las pastorales preparatorias a los sacramentos. En
esta tarea no siempre se han evitado los extremismos: unos, más la-
a) Del sacramento de faje a /aje del sacramento xistas, se mostraban dispuestos a aceptar a cualquiera confiando en
que Dios obraría lo que falta a la disposición del hombre, por otra
El sacramento es la expresión más privilegiada de la fe y, a la parte difícil de medir. Otros, más rigoristas, exigían no sólo una
vez, la fuente más eficaz que la alimenta y fortalece. Al expresar la preparación prolongada, sino también un compromiso y autentici-
fe, al ponerla en común con los demás, la misma fe es alimentada dad cristianos, como condición para aceptar el sacramento, estan-
y fortalecida, es confirmada e impulsada a crecer con el apoyo de do a veces dispuestos a negarlo.
los demás. Una fe que no se expresa es una fe que no se realiza. En ¿Cuál debe ser el camino a seguir? La Iglesia no opta ni por el
la misma expresión celebrativa de la fe, como fenómeno antropo- laxismo que admite a todos sin más, ni por el rigorismo que niega
lógico, se ve fortalecida la fe, de la misma manera que en la expre- los sacramentos a quienes no llegan a unas condiciones idealmen-
sión del amor crece la relación de amor con el otro. te prefijadas. Lo que la Iglesia dice es que hay que proponer una
Pero es que el sacramento, siendo esto, es algo más. No sólo pastoral de espaciación (no dar los sacramentos inmediatamente),
exige la fe para poder celebrarlo, sino que también nos da la fe co- en la que sea posible una preparación seria y un discernimiento, de
mo fruto de la celebración. En el sacramento se pide la fe y se da la manera que cuando no se den las condiciones fundamentales se in-
fe. En el sacramento Dios fortalece nuestra fe con su gracia, nos vite a no celebrar en ese momento el sacramento, y cuando se den
confirma en la fe con su amor. Siempre que hay una disposición dichas condiciones pueda celebrarse dignamente. Creemos que la
sincera en el sujeto, la celebración del sacramento es un creci- solución al problema no es plantear una pastoral de exigencias, si-
miento en la fe, un lugar donde podemos decir confiadamente: no proponer una pastoral de buenas ofertas según las cuales sea po-
«Señor, auméntanos la fe». Y este aumento de la fe no hay que con- sible renovar la fe y celebrar los sacramentos con autenticidad. Pe-
166 ¿Qué es un sacramento?
... Y el hombre re_sponde en la fe 167
ro esto supone un necesario discernimiento, al que no puede re-
Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres,
nunciar la Iglesia, y que tiene que llevar al auto-juicio sincero de a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a
los propios sujetos. Otra cosa es el pretender «medir» la eficacia de Dios; pero en cuanto signos, también tienen un fin pedagógico, No
esta acción pastoral, lo que es imposible a los hombres. sólo suponen la fe, sino que a la vez la alimentan, la robustecen y la
expresan por medio de palabras y cosas; por ello se llaman sacra M
mento de la fe. Confieren ciertamente la gracia, pero también su ceM
4. Puntos para el estudio y la revisión lebración prepara perfectamente a los fieles para recibir con fruto la
misma gracia, rendir el culto a Dios y practicar la caridad (SC 59).
a) Si es necesaria una preparación para celebrar los sacramen-
tos, ¿qué preparación ofrecerías como la mejor en el caso del bau-
tismo y del matrimonio? ¿En qué casos podría plantearse la cues-
tión de no celebrar o retrasar el sacramento?
b) Lee y aplica el texto de la Carta a los romanos l O, 13-17 al
tema de la relación fe-sacramento, y a la necesidad de una prepa-
ración que suscite o haga crecer la fe.
c) Comenta brevemente este texto:
Los m_inistros sagrados no pueden negar los sacramentos a quienes
los pidan de modo oportuno, estén bien dispuestos y no les sea pro-
hibido por el derecho recibirlos.
Los pastores de almas y los demás fieles, cada uno según su fun-
ción eclesiástica, tienen obligación de procurar que quienes piden
los sacramentos se preparen para recibirlos con la debida evangeli-
zación y formación catequética, atendiendo a las normas dadas por
la autoridad eclesiástica competente (Código de derecho canónico,
canon 843, 1-2).

5. Oración y meditación

a) El Sacramentario Veronense es uno de los primeros libros que


nos transmite textos y ritos para la celebración de los sacramentos.
Algunas oraciones expresan muy bien la relación fe-sacramento:
Alimentados en tus sacramentos con el don de nuestra redención, te
suplicarnos, Señor, que la verdadera fe se perfeccione siempre en
nosotros con el auxilio de la salvación eterna (Sacramentada Vt?ro
nense, n. 4 l 7: L. C. Mohiberg 56).

b) La Constitución de liturgia nos ofrece como una definición


de sacramento, en la que se dice algo que merece la pena meditar:
5
Por mediación de la Iglesia.
Dimensión eclesiológica

1. Encuentro con la vida

A algunos les puede parecer que para que haya encuentro y gra-
cia sacramental basta la relación entre Dios y el sujeto concreto, en
donde realmente se realiza el encuentro interpersonal. Algo así co-
mo si bastara el «hilo directo» con Dios, sin mediación de otras ins-
tancias. No son pocos los cristianos, especialmente los jóvenes, que
en la actualidad no comprenden la necesidad de una intervención de
la Iglesia, por sus ministros y sacerdotes y con sus normas, en la ce-
lebración de los sacramentos. Las preguntas formuladas ante dicha
dificultad son diversas: ¿por qué tiene que obligar la Iglesia a ir a
misa los domingos? ¿No basta para celebrar el matrimonio cristia-
no que esté presente una comunidad, sin que sea necesario que in-
tervenga la Iglesia con el papeleo y los curas? ¿Por qué es necesario
confesar los pecados a un sacerdote?
Es preciso reconocer que en los últimos años hemos pasado de
un individualismo religioso, a un «individualismo eclesiológico»
contradictorio. Antes se resaltaba la relación personal con Dios sin
referencia a la comunidad. Ahora se insiste en la relación comuni-
taria con Dios sin presencia o referencia a la Iglesia. Junto a una re-
cuperación del aspecto comunitario, se da una incomprensión del
sentido eclesiológico concretado en la incomprensión de la nece-
sidad de mediación de la Iglesia. Tal vez nos hemos fijado dema-
siado en sus defectos institucionales y humanos; quizás hemos in-
sistido demasiado en la identificación entre Iglesia y jerarquía; y
por eso ahora fácilmente tomamos una parte (v.gr. algunos obis-
pos, o sacerdotes) por la totalidad, y condidonamos un ministerio
a las limitaciones de su realización histórica. A la postre todos los
170 ¿ Qué es un sacramento? Por mediación de la Iglesia 171

miembros de la comunidad eclesial pagamos el tributo de nuestros cir igualmente que no puede haber Iglesia sin sacramentos, ni sa-
propios defectos. cramentos sin Iglesia. Por eso los sacramentos no pueden dejar in-
Sin embargo, es preciso recuperar la dimensión eclesiológica diferente a la Iglesia: porque son de la Iglesia, por la Iglesia y para
de la fe y de los sacramentos, volviendo a situar a la Iglesia en su la Iglesia. De la misma manera que a mí no me puede dejar indife-
verdadero puesto. Es evidente que así como en una comunidad hu- rente mi acción: porque es mía, realizada por mí y para mí.
mana, cuyo ejemplo típico es la familia, nada sucede entre algunos En los sacramentos se ve comprometida la imagen de la Iglesia,
miembros que no repercuta en la totalidad, de igual modo nada su- su propio ser y aparecer, su vida y su misión. Los sacramentos son
cede en los miembros de la Iglesia que no interese ni afecte a la las «autorrealizaciones de la Iglesia». De ahí que ella no pueda de-
Iglesia entera. Y así, como en una familia casi nada tratan los hijos jar de intervenir de modo activo en su celebración. Más aún, tiene
con el padre sin que medie la madre, de igual forma en la Iglesia un derecho y un deber inalienables a esta intervención. ¿Para qué?,
nada puede «tratarse» con el Padre Dios sin que medie la madre podemos preguntamos. Primariamente, no para poner trabas o pe-
Iglesia. Una Iglesia que hay que dejar de identificar sólo con la je- ros, para imponer leyes o normas, sino para colaborar a la verdad
rarquía, y hay que comenzar a entender y vivir como la comunidad del sacramento, a la santificación de sus miembros, a la manifesta-
total y organizada de los creyentes, en donde ciertamente la jerar- ción del misterio de la gracia. La Iglesia está presente allí sobre to-
quía ocupa un lugar o puesto privilegiado. do como servidora de una misión y salvación que le ha sido dada,
en orden al bien de sus miembros y de sus comunidades. Esta es su
finalidad, aunque a veces pueda aparecer otra cosa.
2. Profundización en el sentido Y esta intervención autentificadora y santificadora revierte al
mismo tiempo en la autentificación y santificación de la misma
Así como el sacramento tiene una estructura trinitaria, porque Iglesia. Ella proclama la palabra de fe y expresa al mismo tiempo
en él interviene Dios Padre, Hijo y Espíritu santo, de igual modo su fe; manifiesta su identidad y se identifica a sí misma; actualiza
puede afirmarse que tiene una estructura eelesiológica, porque en la salvación y es salvada; santifica y es santificada; hace los sacra-
él interviene la Iglesia universal, la comunidad concreta, y el mi- mentos y «es hecha» por los sacramentos ... Los sacramentos son
nistro que representa a la Iglesia universal en y para la comunidad verdaderos acontecimientos salvífico-eclesiales en favor de cada
concreta. uno de los miembros de toda la Iglesia. Los sacramentos son la for-
ma más peculiar de la Iglesia de decirse a sí misma en relación con
Dios. Son el lugar y el espacio donde la Iglesia es más ella misma.
a) Sacramento e Iglesia

Para entender los sacramentos hay que situarlos en el interior de b) Sacramento y comunidad
la sacramentalidad de la Iglesia. La Iglesia es sacramento, porque
tiene que manifestar y continuar visiblemente en la historia la sal- Porque los sacramentos son de la Iglesia, por eso son también
vación que Dios ha obrado en Cristo. Esta tarea la realiza de diver- de la comunidad eclesial. Porque son eclesiales, por eso son comu-
sas maneras, siendo una de las más importantes los sacramentos. nitarios. La comunidad verdadera es la Iglesia en pequeño, de ma-
Los sacramentos son la realización de la sacramentalidad de la nera que allí donde hay una comunidad, allí está la Iglesia, siempre
Iglesia en las situaciones fundamentales de la vida para una perso- que la comunidad se mantiene en comunión de vida, de verdad y
na particular. Los sacramentos pertenecen a la esencia de la Iglesia. de amor con la Iglesia. Se comprende, pues, que los sacramentos
Y esto quiere decir que en la misma institución de la Iglesia se en- tienen que ser comunitarios porque son eclesiales; y son eclesiales
cuentra la institución fundamental de los sacramentos. Y quiere de- siendo comunitarios.
172 ¿Qué es un sacramento? Por mediación de fa Iglesia 173

Desde esta perspectiva no hay dificultad en explicarse la nece- yo, sino que él puede significar la presencia del poder actuante de
sidad de una participación comunitaria, el contrasentido de un indi- Dios. No es él quien da la gracia, sino el que hace posible que exis-
vidualismo sacramental. O el pensar que uno puede ser de verdad ta el sacramento de la gracia.
cristiano sin celebrar en y con la comunidad. Si ser cristiano es te- Por lo tanto, el ministro no es autor ni dueño de los sacramen-
ner una fe compartida y vivida en comunidad, celebrar la salvación tos. No podemos identificarlo con Cristo, pues no es Cristo, ni po-
y la fe es compartirla festivamente con los demás en los símbolos de demos identificarlo con la Iglesia, pues no es la Iglesia. Su inter-
la misma comunidad. La fe no es reducto de solitarios, es vida de vención no suplanta la intervención soberanamente libre del Cristo
intercomunión. No se celebra la fe en solitario, sino con los demás. pascual, ni reduce o hace superfina la intervención de la comuni-
Además, no se puede dudar de que la celebración de un sacra- dad, ni sustituye la fe del sujeto o su participación. Y, sin embargo,
mento afecta a la vida de la comunidad entera, ya que en esta cele- hay que decir que la intervención mediadora del ministro ordena-
bración (v. gr. un bautismo, un matrimonio) la misma comunidad do es absolutamente necesaria. Porque significa y hace presente a
se ve comprometida. En efecto, en la celebración la comunidad de- Cristo obrando «en su nombre y en su poder». Porque concretiza
be ser participante y testigo, animadora y acogedora; por la cele- la intervención de la Iglesia, «re-presentándola» en una situación
bración la comunidad asume la responsabilidad de educar en la fe, concreta y sacramental. Porque saca de la ambigüedad las dispo-
de dar testimonio cristiano, de poner los medios para que lo signi- siciones del sujeto, y significa para él el encuentro personal con
ficado en los ritos se realice en la vida; con la celebración la co- Cristo y la comunión con la Iglesia, y le garantiza la verdad del
munidad muestra su rostro y su imagen, lo en serio que toma los mismo sacramento. La función del ministro no es una función de
sacramentos y la vida cristiana, o lo a la ligera que se comporta. poder y honor, sino una función de servicio y significación. El
ministro no es todo en la celebración de un sacramento, pero sin mi-
nistro ordenado no puede haber verdadero sacramento. Él con su
c) Sacramento y ministro servicio o diakonía cumple una tarea hermosa y necesaria para
que en el sacramento se signifique y realice el misterio que en él
La dimensión eclesial de los sacramentos no sólo se concreta en se contiene.
la celebración comunitaria, sino también en la mediación eclesial
del ministro o presbítero, que concreta y visibiliza la intervención
de la Iglesia y la referencia de las acciones sacramentales a la fe de 3. Aplicación a la celebración y la vida
la misma. Es dentro de esta dimensión eclesial donde hay que si-
tuar la función del sacerdote en la celebración. a) Recuperar el sentido de la mediación eclesial
El ministro no debe considerarse como «un mago revestido de
poderes» que puede manipular a su antojo la gracia de Dios. Él no Hemos visto que una de las grandes dificultades para celebrar
obra con un poder propio, sino manifestando la presencia viva del los sacramentos es que no se entiende, por parte de muchos, la ne-
poder de Dios, y como condensando en sí la participación de la cesidad de la mediación eclesial. Creemos que esta, lejos de ser
Iglesia. Es lo que se quiere decir con estas fórmulas: el ministro una actitud profunda y meditada, es con frecuencia una reacción
obra «in persona Christi» (como ejerciendo las veces de la perso- espontánea y como emotiva. La expresión Iglesia está para no po-
na de Cristo) y también «in nomine Ecclesiae» (en el nombre o con cos asociada a determinadas áreas de poder, a imágenes de com-
el «mandato» y «representación» de toda la lglesia).(Su interven- ,, portamientos históricos criticables, a personas de la jerarquía muy
ción no es algo independiente y simplemente personal, sino algo determinadas ... Es preciso reconocer que en la Iglesia concreta de
dependiente y referente a Cristo y a la Iglesia, de modo que sin es- personas y medios hay muchos defectos y cosas que purificar. Pe-
ta referencia perdería su sentido. El ministro no ejerce un poder su- ro también es verdad que a veces reaccionamos con un concepto o
174 ¿Qué es un sacramento? Por mediación de la Iglesia 175

pensando en unas realidades de Iglesia casi inexistentes, propias de todo y sólo aquello que le corresponde según la naturaleza de la ac-
otros tiempos y situaciones. ción y las normas litúrgicas» (SC 28).
La recuperación del sentido y de la mediación eclesial en los Esto supone, respecto al ministro ordenado, que no debe acapa-
sacramentos pasa por la recuperación del afecto y del amor a la rar ni monopolizar las funciones que corresponden a los que desem-
Iglesia, y esto supone la misma renovación de nuestro concepto peñ n los di_versos servicios o ministerios en la asamblea (lector,
de Iglesia. Esta Iglesia, que somos todos, es el conjunto de la co- acolito, momtor, cantor. .. ); que debe manifestar su exquisito sentido
munidad de los creyentes que, a lo largo de la historia quiere man- de comunión eclesial y de amor a la Iglesia; que debe sentirse y ser
tener viva la antorcha de la salvación, del amor, del sentido de la signo de unión y de referencia a la universalidad de los creyentes;
vida y de la esperanza que nos viene de Cristo. Entre luces y som- que no debe obrar por su propia cuenta sino en nombre de la misma
bras, en medio de defectos y cualidades, con fidelidad e infideli- Iglesia. Al presbítero que preside le corresponde no hacer todo sino
dad vamos todos intentando cumplir nuestra misión. Cierto, hay hacer posible que todo se haga bien en la asamblea, y que la U:isma
unos que tienen más responsabilidad que otros por su ministerio. estructura orgánica de la Iglesia aparezca en la celebración.
Pero nadie puede sentirse excusado. Nadie puede no sentir, si es Respecto a la comunidad que participa, es preciso que en ella ha-
buen cristiano, que la piedra que tira contra la Iglesia no le hace da- ya personas capacitadas y dispuestas para cumplir con los servicios
ño a él mismo. La Iglesia es algo nuestro, porque también nosotros y ministerios litúrgicos. La indiferencia o la evasión al respecto ha-
somos la Iglesia. ce que no se participe como se debiera. La comunidad no puede pre-
Sin duda, la intervención de la Iglesia en los sacramentos se en- tender «hacer todo» como sustituyendo al presbítero, pero tampoco
tiende, no desde un individualismo o grupismo cristiano, sino des- puede quedarse sin «hacer nada» por irresponsabilidad. La media-
de la fe y la conciencia de unidad, de solidaridad, de comunión con ción_ eclesial aparecerá de modo más elocuente y vivo cuanto mejor
part1c1pe la asamblea entera, animada por los diversos servicios y
todos los creyentes, más allá de lo inmediato visible. No se puede
ministerios. También por los servicios y ministerios de los laicos se
medir la totalidad de la Iglesia desde el pequeño grupo eclesial, si-
manifiesta de modo especial la eclesialidad de los sacramentos.
no al revés. Sólo cuando me siento unido por unos lazos misterio-
sos e invisibles, pero profundos y reales, a mis hermanos en la fe,
sólo entonces puedo comprender que lo que yo hago les afecta e 4. Puntos para el estudio y la revisión
interesa a ellos. Y sólo cuando pienso que esta comunión no es só-
lo horizontal, sino también vertical con Cristo, con los apóstoles y a) Recoge y analiza algunas frases que repite la gente y que su-
sus sucesores, garantes de la comunión y de la misión de Cristo, ponen una critica a la mediación eclesial en los sacramentos.
sólo entonces puedo comprender que es necesaria la intervención b) Comenta brevemente el texto d e l Cor 14, 26-33.
de la Iglesia por sus ministros ordenados, como verdaderos «sím- c) Lee detenidamente el número 11 de la Lumen gentium del
bolos» de la gran comunión eclesial. Val!cano II, y subraya aquellas frases referidas a cada sacramento
en las que se destaca su dimensión eclesial.
d) Propón algunos medios concretos para hacer posible que se
b) Revisar las funciones del ministro ordenado y de la comunidad comprenda mejor esta dimensión eclesial de los sacramentos.

Como la mediación eclesial se expresa en el ministro y la comu-


nidad, es preciso que tal mediación aparezca realmente en la cele- 5. Oración y meditación
bración de los sacramentos. ¿Cómo? Cumpliendo lo que nos dice la
misma Constitución de liturgia: «En las celebraciones litúrgicas, ca- a) San Pablo da gracias a Dios por la participación de todos en
da cual, ministro o simple fiel, al desempeñar su oficio, debe hacer la misión, a la vez que expresa su unión con todos los hermanos:
176 ¿Qué es un sacramento?

Siempre que me acuerdo de vosotros, doy gracias a mi Dios. Cuan- 6


do ruego por vosotros lo hago siempre con alegría, porque habéis
colaborado en el anuncio del evangelio desde el primer día hasta ... A través de un signo concreto.
hoy ... Está justificado esto que yo siento por vosotros, pues os lle-
vo en el corazón, y todos vosotros participáis de este privilegio mío Dimensión simbólica
de estar preso y poder defender y consolidar el evangelio. Dios es
testigo de lo entrañablemente que os quiero a todos vosotros en
Cristo Jesús. Y le pido que vuestro amor crezca más y más en co-
nocimiento y sensibilidad para todo. Así sabréis discernir lo que
más convenga, y el día en que Cristo se manifieste os hallará lim-
pios e irreprensibles, cargados del fruto de la salvación que se logra
por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios (Flp !, 3-11).
l. Encuentro con la vida
b) Estos textos, uno de san León Magno, y otro del Catecismo de
la Iglesia católica, resaltan la dimensión eclesial de los sacramentos: La Iglesia ha dicho siempre que los sacramentos son «signos sen-
... es necesario que en ciertos días se celebre un ayuno general, Yen- sibles» y que «pertenecen al orden de los signos». Con ello quería
tonces es más eficaz y más sagrada la devoción, ya que toda la Igle- afirmar que aun siendo los sacramentos algo visible y concreto, no
sia concuerda en un mismo ánimo y sentimiento. Pues lo público se por eso hay que reducir su sentido a la materialidad del signo, sino
ha de preferir a lo privado, y se ha de entender que hay una principal que hay que atender al sentido que se expresa. Por ejemplo, el bautis-
razón de utilidad allí donde vigila el cuidado común (León Magno, mo comporta el signo sensible del agua y otros ritos, pero no se ex-
Homilías sobre el ayuno de Pentecostés 1, 2). plica el bautismo en su sentido cristiano a partir del sentido natural-
Los sacramentos son «de la Iglesia», en el doble sentido de que materialista del agua, sino a partir de lo que la fe lee en este elemento,
existen «por ella» y «para ella». Existen «por la Iglesia», porq:ue teniendo en cuenta su significado en la historia de la salvación.
ella es el sacramento de la acción de Cristo que actúa en ella gracias A lo largo de la historia de la Iglesia se ha hecho a veces una
a la misión del Espíritu santo. Y existen «para la Iglesia», porque lectura muy materialista de los signos sacramentales, predominan-
ellos son sacramentos que constituyen la Iglesia, manifiestan y co w do mucho el elemento ritual-material; otras veces se ha hecho una
munican a los hombres, sobre todo en la eucaristía, el misterio de la lectura muy espiritualista, olvidando que el signo se enraíza en la
comunión del Dios amor, uno en tres personas ( Catecismo de la vida y el mundo y a ellos tiene que conducir. Con estas polariza-
Iglesia católica, l 118). ciones se ha podido en ocasiones deformar la comprensión del sa-
cramento en cuanto signo o símbolo.
Y en los últimos tiempos, cuando creíamos haber redescubierto
el carácter simbólico de los sacramentos, nos hemos visto cuestio-
nados por la mentalidad simbólica reinante. Por una parte, hay
quienes desde una mentalidad más bien racionalista y técnica,
muestran su prevención y hasta su sospecha ante lo simbólico, co-
mo si fuera algo que puede hacer competencia a la ciencia, como si
sirviera para abonar una actitud alienante ante los compromisos de
la vida. ¿No tienden a desaparecer la religión y los ritos? ¿No hemos
superado ya la etapa de la inocencia simbólica? Estas y otras cues-
tiones se plantean.
J 78 ¿Qué es un sacramento? ... A través de un signo concreto 179

En cambio otros desde una actitud más valorativa Ypositiva, sea el mismo crucificado, ni que yo me identifique o reduzca a la
desde las aportacion s de las ciencias del hombre (antropolog(a,_ fi- cruz. La cruz no es más que un medio que para mí que tengo fe, me
losofia, psicología ... ), y desde la lectura de la constante histonca, recuerda y de algún modo hace presente al crucificado, aunque es-
vienen a decir que los símbolos son necesarios al hombre, que el te no está en carne y hueso en la cruz.
hombre no puede vivir sin símbolos y ritos, que hasta puede Yde- En conjunto, podemos resumir las características o notas más
be definirse el hombre como «animal simbólico». Para estos el pe- importantes del símbolo de la siguiente manera:
ligro de destrucción y alienación no le viene al hombre de los sí_';1- - La doble «intencionalidad» (P. Ricoeur) o dimensión: todo
bolos sino más bien de la carencia de los mismos, de la exaltac10n símbolo tiene una primera intencionalidad literal, material y con-
de la iencia y la técnica. El hombre no puede vivir y realizarse sin creta que nos viene dada por el sentido que a primera vista mani-
símbolos. Por eso, los que anunciaban la desaparición de la reh- fiesta, v. gr. el agua como elemento fecundante, que sacia nuestra
gión no han visto cumplidas sus profecías (por ejemplo, Nietzsche, sed y con la que nos lavamos ... Pero hay una segunda intenciona-
Marx), y los fenómenos religiosos surgen aquí y allí, Ycada vez re- lidad o dimensión, que es el sentido hacia el que apunta desde la fe,
sulta más claro que los símbolos nunca le sobran al hombre, aun- y por el que ya podemos hablar de «agua bautismal». El símbolo
que a veces le falte su correcta interpretación. supone, pues, la unión de dos sentidos, de dos intencionalidades.
Al afirmar, pues, que los sacramentos son simbolos, stamos - Su carácter analógico: esto quiere decir que hay una diferen-
diciendo que no son una añadidura superflua al hombre, m _un ele- cia y una semejanza entre el símbolo y lo simbolizado, que se veri-
mento de alienación, sino una parte esencial del hombre cnstiano, fica diferenciadamente en cada caso. Es decir, que existe una des-
y un elemento fundamental para su realización como hombre Yco- proporción entre lo que el signo nos dice a primera vista, aquello
mo cristiano. Pero, ¿qué significa en realidad un símbolo? ¿Qué que leemos desde una actitud determinada (la fe), y aquello que es
implica el que los sacramentos sean símbolos? la realidad a la que se refiere o remite. Siempre tenemos que decir
que lo simbolizado guarda «cierta semejanza» con el símbolo, es
«algo parecido a» ... pero salvando las distancias.
2. Profundización en el sentido - S u fuerza des-veladora: el símbolo des-vela, quita el velo de lo
que está escondido, manifiesta lo oculto, nos lleva de lo sensible y
a) Sentido y características del símbolo visible a lo no-sensible e invisible. El símbolo es la mejor forma que
tenemos los hombres de conocer lo desconocido, de correr el velo
La explicación de lo que es el «símbolo» es_ muy plural Yvar(a- misterioso. Claro que este des-velar nunca es pleno, dada la limita
da, según sea la óptica desde la que se mire (fllosofia, psicologia, ción humana. El símbolo pertenece al reino de la ambivalencia, des-
semiótica, antropología, teología ... ). No pretendemos dar una e - vela el misterio sin hacerlo desaparecer, expresa la experiencia sin
plicación detallada en este momento. Pero si su ti- agotarla, descubre el sentido sin hacer inútil la búsqueda.
_atendemos_
mología vemos la clave más importante de su mterpretac10n. Sim- - Función mediadora: ya hemos dicho que esta función me-
bolo viene del griego symballein, que significa poner algo en diadora o relacional es la más importante y la que orienta a todas
relación, juntar, unir, intercambiar, articular, venir a un pacto,:. Por las demás. El símbolo es mediación entre la unidad y la plurali-
tanto el símbolo tiene una función mediadora entre lo sensible Y dad, entre lo visible y lo invisible, entre tú y los otros, entre el
externo y lo espiritual e invisible. Y esto sólo puede ser así porque hombre y Dios. Los símbolos son mediadores respecto a uno mis-
participa de algún modo de las dos realidades, aunque no se identl- mo, porque ordenan y expresan nuestras experiencias profundas;
fique con ninguna de ellas de forma total. Por eJemplo, una cru_z de respecto a los demás, porque por ellos nos comunicamos con los
madera es un signo o un símbolo externo-visible, que nos remite Y demás; respecto a Dios, porque por ellos se expresa y realiza el
recuerda a Cristo crucificado, pero esto no significa ni que la cruz encuentro con Dios.
180 ¿Qué es un sacramento? .. .A través de un signo concreto 181

- Eficacia para hacer presente: no hay que pensar que el sím- hablábamos. El sacramento también tiene una primera lectura o in-
bolo es algo irreal, al contrario: es lo más real del hombre, pues no tencionalidad material (agua que fecunda y sacia, elemento natu-
en vano él mismo es símbolo. El símbolo no es algo independien- ral), una segunda lectura o intencionalidad espiritual (el agua que
te ni existe como algo separado del sujeto que lo produce (por desde la fe significa la historia de la salvación), y una tercera lec-
ejemplo, el lenguaje no existe fuera del hombre). Además, el sím- tura o intencionalidad eficaz (el agua que realmente salva y nos ha-
bolo contiene la misma realidad simbolizada, hace presente aque- ce participar del misterio de la muerte y resurrección de Cristo).
llo mismo que simboliza, precisamente porque lo simboliza. Por Evidentemente, esto lo sabemos y creemos apoyados en la palabra
ejemplo, si la cruz hace de algún modo presente al crucificado, no de Dios, en la que se apoya nuestra fe, y desde donde comprende-
quiere decir que lo haga presente en su física corporeidad, sino en mos el sentido.
la presencia que permite el símbolo. Todos los sacramentos son símbolos en los que se realiza esta
misma estructura, y donde se cumple el carácter desvelador del mis-
terio, y la función mediadora por la que nos comunicamos con di-
b) Los sacramentos en cuanto símbolos cho misterio ... Pero cada uno de los sacramentos son símbolo a su
manera, con unos elementos comunes y otros particulares, referi-
Desde lo dicho se puede comprender mejor que los sacramen- dos a una situación y no a otra, simbolizando un aspecto más que
tos son «símbolos». Las características del símbolo se cumplen en otro del mismo misterio de Cristo. Por eso, también decimos de los
los sacramentos, enriquecen su sentido y ayudan a su comprensión. sacramentos que son «analógicos» y no «unívocos».
Por supuesto, no queremos decir que sea ahora por primera vez
(con las aportaciones de las ciencias humanas) cuando se habla de
los sacramentos como símbolos. No, los padres de la Iglesia, tanto e) ¿Por qué diversidad de símbolos sacramentales?
orientales como occidentales, ya consideraron que los sacramentos
están en el orden de los signos-símbolos. Se trata de profundizar en En la Iglesia hay diversidad de símbolos. De entre todos ellos
este aspecto. los más importantes son los sacramentos. Pero, ¿por qué diversos
El sacramento es también una realidad de orden externo y visi- sacramentos en vez de uno solo? Y, ¿por qué siete en vez de nueve,
ble, que siendo distinta a uno mismo y a la realidad simbolizada, por ejemplo? Veamos en primer lugar las razones en que se funda
nos remite a ella, la representa inmediatamente para nosotros, y la diversidad de sacramentos:
nos desvela su misterio, en virtud de la semejanza, y de algún mo- - Razón cristológica: la diversidad sacramental encuentra su
do, de la participación en la misma realidad simbolizada. Pero el fundamento en Cristo, no sólo porque en el evangelio habla Jesús
sacramento no es un signo arbitrario, elegido al azar o capricho de de diversos signos y situaciones sacramentales (v. gr. bautismo, eu-
alguien. Es un signo o símbolo: 1) que tiene sus raíces en la histo- caristía, penitencia ... ), sino también porque él con su comporta-
ria de la salvación (así en el bautismo: agua del mar Rojo, agua que miento y actitud ante algunas situaciones (v. gr. matrimonio en Ca-
anuncian los profetas, bautismos en Israel, Juan Bautista, bautismo ná, enfermos ... ) hace que estas vengan a tener un sentido y un
de Jesús y promesa de un nuevo bautismo, bautismo de la primera valor sacramental nuevo.
comunidad ... ); 2) que supone una actitud de fe, que representa la No es que podamos encontrar en el evangelio todo lo que poste-
realidad que contiene (salvación-vida nueva-purificación en Cris- riormente se ha explicitado en la Iglesia sobre la diversidad de los
to); 3) que actualiza y realiza esa realidad en el sujeto (transforma- sacramentos. No aparece que Cristo llamara un buen día a los após-
ción-gracia bautismal). toles para decirles: «vais a tener tantos sacramentos», «se van a ce-
La misma estructura del sacramento queda explicada por la es- lebrar así» ... Y, sin embargo, sí es claro que Jesús, viviendo y asu-
tructura del símbolo, por el «juego de intencionalidades» del que miendo radicalmente las situaciones por las que pasa todo hombre,
¿Qué es un sacramento? ... A través de un signo concreto 183
182

las ha transformado, las ha dado un nuevo sentido, las ha converti- mentas_» no aparece así afirmado en la Escritura. Otra cosa es que
do en situaciones soteriológicas. Esto puede decirse del nacimiento, la Escntura nos ofrezca datos y afirmaciones suficientes como pa-
del inicio o inauguración de su misión pública, del momento pas- ra poder lleg_ar a esta determinación, lo cual parece claro. Pero en
cual de su despedida o Última Cena, de la situación de pecado y la reahd_ad_ ha sido la Iglesia la que, teniendo en cuenta estos datos es-
relación con los pecadores, de la enfermedad y el sufrimiento ... cntunsticos, los ha ido explicitando y concretando .a lo largo de la
Por otra parte la diversidad de sacramentos tiene su fundamen- histona por un lento proceso.
to también en la diversidad de aspectos del misterio de Cristo que De hec o, durante los once primeros siglos, la palabra «sacra-
los sacramentos representan. Es cierto que el misterio de Cristo es mento» tema un sen!Ido muy amplio, se aplicaba a múltiples reali-
uno y único, y no puede separarse. Pero los hombres necesitamos dades, no _preocupaba mucho su definición y fijación en un núme-
distinguir aspectos, para vivirlos mejor. Cada sacramento mani- ro det rmmado. Pero se plantearon diversas cuestiones y conflictos
fiesta sobre todo uno de estos aspectos. Así el bautismo expresa (hereJJas), como la necesidad de distinguir entre sacramentos de la
más el nacimiento a la vida por la participación en el misterio pas- antigua Y la nueva Alianza, las discusiones sobre la eucaristía el
cual; la confirmación, el don del Espíritu pentecostal; la peniten- asunto de la «eficacia» que hay que atribuirles ... lo cual llevó a la-
nficar tanto el concepto como el número de «sacramentos verdade-
cia, la reconciliación por la cruz; el matrimonio, la alianza de amor
entre Cristo y la Iglesia; el orden, la continuidad de la misión de ros». Esta tarea se realizó principalmente entre los siglos XII-XIII
Cristo con la fuerza del Espíritu pascual; la unción, la participación con los teólogos escolásticos, sobre todo Pedro Lombardo, y con él
en los dolores y sufrimientos de Cristo para la salud plena; la eu- Alberto Magno, Tomas de Aquino, Buenaventura ... Por su parte
los papa (sobre todo Inocencio JII en 1208) y los concilios (com;
caristía, el amor, la entrega y la unidad fraterna, en una especie de
el de Lyon en 1274, y el de Florencia en 1439: DS 851-854 y 13 ¡ 0-
«síntesis» de los diversos aspectos del misterio.
1328) confirmaron el septenario sacramental. Y el concilio de Tren-
- Razón antropológica: la diversidad sacramental también en-
t? mo a formular así esta propuesta fundamental para todos los ca-
cuentra una explicación y como un fundamento en el mismo
tohcos: «los sacramentos de la nueva ley han sido instituidos por
hombre. Consiste en la diversidad de situaciones fundamentales y
Cnsto, y estos son siete ni más ni menos» (DS 1601). Con ello qui-
momentos álgidos o etapas por los que pasa todo hombre: nacer, so Trento aclarar la discusión con los protestantes que defendían el
«hacerse hombre», comprometerse en el amor, pasar por la expe- que en la Iglesia sólo hay dos sacramentos verdaderos: el bautismo
riencia de ruptura y pecado, emprender una tarea o misión, estar Y}ª eucaristía. Desde entonces la Iglesia siempre ha defendido este
enfermo ... Si la forma como Cristo ha vivido estas situaciones es
numero de sacramentos, aunque las explicaciones puedan ser diver-
razón de diversidad sacramental, también lo es la forma como las sas, y aun aceptando que la palabra se puede aplicar a otras realida-
vive el hombre, aunque a un nivel diverso. des (como Cn_sto n:iismo, la Iglesia, el hombre), y que la sacramen-
Estas situaciones, precisamente por ser diversas, por vivirse tahdad se reahza diferenciadamente en cada caso.
en diferentes momentos de la vida, por implicar una riqueza an- Hoy son dos _ls e'.'plkadones más sólidas sobre el septenario:
tropológica diferenciada, por conllevar una distinta significación una la «exphcac10n simbohca», y otra la «explicación analógica».
o expresividad ritual (el hombre celebra diferentemente cada una
de estas situaciones) son un fundamento y una razón exigitiva de -. La exP_licación simbólica dice que el número siete es un nú-
la diversificación sacramental. Por tanto, a la pregunta «¿por qué mero simbohco_ en la Bibha y en la mentalidad de no pocos pue-
hay diversos sacramentos?», también se puede responder: porque blos. Siete sigmfica la umdad en la diversidad, la totalidad de la
son diversas las situaciones vitales que asumen los sacramentos. existencia, la plenitud del don de Dios, la variedad de aplicación a
Si ahora nos preguntamos: ¿Por qué estos sacramentos son sie- las_ diversas situacione de la v_ida ... Ciertamente, esto puede in-
te en concreto?, tendremos que recurrir a la razón eclesiológica pa- flmr en la det rmmac10n del numero siete, pero es preciso consi-
ra dar una explicación plena. En efecto, el número «siete sacra- derar esta razon Junto con las señaladas anteriormente.
... A través de un signo concreto 185
184 ¿Qué es un sacramento?

elementos que destacan la calidad de dicho símbolo: signo mate-


_ La explicación analógica nos parece más seda. Distingue n- rial, o gesto humano, rito y palabra, movimiento y reposo. Sólo en-
tre los «sacramentos mayores o principales» (bautismo, eucanst'.a),
tonces el símbolo será mediación articuladora y desencadenante de
y los «sacramentos menores o secundarios» (todos los <lemas), sentidos. Pues, en realidad cada símbolo está dentro de un sistema
apoyándose en la misma tradición y enseñanza de la Iglesia: Pa-
simbólico que explicita su sentido.
dres, escolásticos, el mismo Trento. En consecuencia cree que se
puede hablar de una «jerarquía» de sacramentos,_ y meJor de una
analogía sacramental, porque en cada caso se realiza la sacra1;1en- b) Saber apreciar los símbolos dados
talidad de forma diferente, sobre unos elementos c?munes. A_si_en-
tendido, el septenario es una forma de señala; y fiJar un «mmimo A veces nos hacemos la pregunta de «¿por qué no se pueden
sacramental» que se da en siete momentos o situac10nes, aunque la cambiar los símbolos?», dado que algunos no dicen mucho al pue-
forma como se realiza es diferenciable en cada caso. Esta explica- blo, o resultan poco elocuentes. ¿Por qué bautizar con agua, o im-
ción es más flexible y coherente, favorece el diálogo Y la compren- poner las manos ... y no hacer otra cosa?
sión hacia otras interpretaciones. El problema no es tanto el septe- La Iglesia es consciente de que no todos los ritos son inmutables,
nario, sino lo que se entiende y explica por septenario. y que muchos de ellos están sometidos al cambio, y son fruto de un
momento histórico-cultural concreto (v. gr. el rito de la sal en el bau-
tismo, o el «lavabo» en la misa). En cambio reconoce que hay otros
3. Aplicación a la celebración y la vida que, por su raigambre en la misma Biblia, por su conexión con la his-
toria salvífica, por su presencia permanente en la celebración eclesial,
a) Valorar el carácter simbólico de los sacramentos por su centralidad en el sacramento de que se trata (v. gr. agua para el
bautismo, pan y vino para la eucaristía ... ), no puede ni debe cam-
Los sacramentos se valoran como símbolos cuando ni se des-
biarlos, Así lo reconocía en la Constitución de liturgia: «Porque la li-
precia su carácter externo y sensible, ni se olvida u función me-
turgia consta de una parte que es inmutable, por ser de institución di-
diadora y relacional. Igualmente, se valoran los simbolos sacra-
vina, y de otras partes sujetas a cambio, que en el decurso del tiempo
mentales cuando la celebración no se reduce a discurso, cuando no
pueden o incluso deben variar, si es que en ellas se han introducido
se racionalizan los ritos, cuando se les deja hablar desde su ambi-
elementos que no responden adecuadamente a la naturaleza íntima de
valencia y su propio misterio.
la misma liturgia o han llegado a ser menos apropiados» (SC 21 ).
Sucede con frecuencia que se arrebata a los simbolos su lengua-
Los símbolos fundamentales de la Iglesia no sólo responden a
je, que no se les deja hablar desde su propia verdad, Tal es el caso
los símbolos fundamentales de la vida, son también la expresión de
cuando en una celebración se hacen ligera y superficialmente los g s-
su permanencia y su identidad. Por eso no es indiferente el cam-
tos y ritos, y todo el acento se pone en la palabrn humana; o bie
biarlos. Por eso deben apreciarse adecuadamente. Lo que no quie-
cuando no se crea una armonía de partes, que penrnta ver su plmah-
re decir que a esto no se una un esfuerzo por adaptar e inculturar
dad y riqueza de aspectos. Es preciso dejar que el símbolo realice su
aquellos signos respecto a los cuales esto es posible y necesario.
propio trabajo, sin instrumentalizarlo o maneJarlo a nuestro antOJO.
Cada símbolo tiene una estructura propia: en unos casos es un
signo material como el pan y el vino de la eucadstía, u?idos a una 4. Puntos para el estudio y la revisión
palabra y un rito celebrativo; y en otros es un signo as mterper-
sonal unido a unas actitudes, gestos y formas peculiares de cele-
a) Haz un recuento de los símbolos que no entiendes en la li-
bración como es el caso de la penitencia.,. Pero siempre será pre-
turgia y en los sacramentos de la Iglesia.
ciso ha erlo bien, dar relieve no sólo a una parte, sino a todos los
186 ¿Qué es un sacramento?

b) Lee los siguientes textos de la Escritura, y señala la relación


que cada uno guarda con un sacramento: Mt 28, 16-20; Hch 8, 34-
40; Hch 2, 42-46; Mt 18, 15-18; Jn 20, 21-23; Sant 5, 13-16; 1 Tim
5, 22; 1 Tit 1, 5-9; Ef5, 21-33.
c) Señala ahora los aspectos que ves sobre los sacramentos en
este texto del nuevo Código de derecho canónico:
Los sacramentos del Nuevo Testamento, instituidos por Cristo nues-
tro Señor y encomendados a la Iglesia, en cuanto que son acciones
de Cristo y de la Iglesia, son signos y medios con los que se expre-
sa y fortalece la fe, se rinde culto a Dios y se realiza la santificación
de los hombres, y por tanto contribuyen en gran medida a crear, co-
rroborar y manifestar la comunión eclesiástica; por esta razón, tan-
to los sagrados ministros como los demás fieles deben comportarse
con grandísima veneración y con la debida diligencia a celebrarlos
(canon 840).

5. Oración y meditación

a) San Agustín es uno de los Padres que mejor explicó el sen-


tido de «sacramento». He aquí un breve texto:
Por lo tanto, se llaman sacramentos, porque en ellos una cosa es lo
que se ve, y otra lo que se entiende. Lo que se ve tiene figura cor-
pórea, lo que se entiende implica un fruto espiritual (Sermo 272).

b) Esta invitación a la oración del Ritual de la confirmación re-


salta la unión de signo y significado, del símbolo y Jo simbolizado:
Oremos, hermanos a Dios Padre todopoderoso,
y pidámosle que derrame el Espíritu santo
sobre estos hijos de adopción,
que renacieron ya a la vida eterna en el bautismo,
para que los fortalezca con la abundancia de sus dones,
los consagre con su unción espiritual,
y haga de ellos imagen perfecta de Jesucristo. EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO
(Ritual de la confirmación, n. 31)
1
El bautismo, necesidad antropológica y
acontecimiento salvífica

1. Encuentro con la vida

Con frecuencia se oye decir que el bautismo de los niños no tie-


ne mucho sentido, dadas las condiciones en que se da. Hay quienes
consideran el rito del bautismo como algo innecesario y hasta su-
perfluo. Si en otros tiempos se bautizaba en algunos casos por una
razón un tanto mágica (librar y ahuyentar los males del niño), o por
una razón psicológica (quedarse tranquilo haciendo todo lo que
hay que hacer en estos casos), o incluso por una razón sociológica
y política (no desentonar de la costumbre social ni del «estar bien
visto») ... Hoy, al desaparecer en gran parte estas razones y apoya-
turas, hay personas que ya no encuentran mucha razón de ser al
bautismo.
Pero, ¿es que el bautismo ha dejado de tener sentido, porque ha-
yan cambiado unas circunstancias y una sensibilidad? Hay que de-
cir que no. El bautismo no sólo es un rito que se impone desde la
fe; es también un rito que se necesita desde la experiencia humana.
Responde a la voluntad de Dios y a la antropología humana. Qui-
zás por eso en todos los pueblos, en todas las religiones han existi-
do ritos lustrales, baños de agua religiosos (caso de los indios en el
Ganges, o de los egipcios en el Nilo ... ), bautismos de agua en uno
u otro sentido. Y estos ritos, se han situado precisamente en mo-
mentos de la vida en que se comenzaba algo nuevo: la nueva vida
del recién nacido, la nueva participación social del iniciado, el co-
mienzo nuevo del convertido y purificado ...
Por otro lado, es lógico que los padres de un niño recién nacido
deseen hacer un rito o celebrar aquel acontecimiento de modo es-
pecial, ya que conmueve su propia vida. Es en este momento cuan-
El sacramento del bautismo Antropología y salvación 191
190

do ellos sienten esto como una verdadera «necesidad antropológi- Naturalmente, no queremos decir que esto sea suficiente para
ca». Cuando un niño nace, algo grande sucede en la vida que recla- un cristiano. Son datos que nos descubren la riqueza humana del
ma significarlo y celebrarlo, para que no quede reducido a la vulga- acontecimiento del nacimiento-bautismo. Pero en esta misma cons-
ridad, y manifieste todo su escondido misterio. tatación se plantean dos insuficiencias para el cristiano creyente:
. . .
Todo esto es cierto. Pero ¿podrá reduc1rse el bautismo cnstrnno - La primera es la «insuficiencia antropológica» misma: por-
a esta explicación antropológica? ¿Cuál es en realidad la riqueza de que en realidad, siendo los sujetos los niños, en ellos no se da más que
la situación que se vive, y la grandeza del misteno salvador que se una situación biológica de tránsito (de la existencia intrauterina a la
ofrece? existencia extrauterina), pero no una situación antropológica-vital
de llamada, que es la que manifiesta la verdad sacramental. Son los
padres los que en ese momento viven por él algo que él debería vi-
2. Profundización en el sentido vir por sí mismo. Esto quiere decir varias cosas: que para los niños
esta situación es «insuficiente»; que el sujeto del bautismo de ni-
a) El bautismo, acontecimiento antropológico ños es de alguna manera un sujeto compartido: padres-hijos, en
vistas a promover un sujeto autónomo más tarde; que por tanto el
Sin duda el bautismo, como tal sacramento, responde a s mo- bautismo de niños no debe considerarse como el final, sino como
do a una situación antropológica determinada: es la s!luac10n del el principio de un proceso hacia el perfeccionamiento.
nacimiento carnal. Pero esta situación la viven los padre Yel hiJo - La segunda es la «insuficiencia cristiana». Por mucha rique-
de forma diversa, refiriéndonos siempre al caso de los mnos. El hi- za antropológica que descubramos en un acontecimiento como es-
jo vive la situación pasivamente, como trán it b_iológico quepa- te, nunca puede pensarse que esto es ya todo lo cristiano. Es, sí, un
dece; los padres activamente, como tránsito b10logico (traer al mun- elemento integrante, pero no la totalidad. Para que esta situación
do un hijo) y antropológico que les conmueve. En realidad hay que sea percibida como real y verdaderamente sacramental, es preci-
decir que esta es una situación que viven más los padres que el pro- so vivirla desde la fe; es preciso saber que la grandeza del don de
pio sujeto del sacramento. la vida, la felicidad del amor, y la angustia y esperanza están
En efecto son los padres los que con ocasión del nacimiento de apuntando hacia otra realidad y otro amor, que nos llama desde lo
su hijo viven'y se plantean unos interrogantes inevitablemente. Jun- más profundo de la existencia: Dios. Es, para nosotros, el Dios de
to a la alegría, la gratitud, la admiración y el contento por la nueva Jesucristo, desde el cual puede comprenderse plenamente el senti-
criatura y su estado de salud ... nacen las preoc_upaciones por el do de la vida y del nacimiento. Con otras palabras, el aconteci-
cambio que sucede en la vida familiar-matnmomal, por la salud, Y miento antropológico necesita del acontecimiento salvífica, para
el cuidado del hijo, por su presente y su futuro ... Tamp?co estan tener pleno sentido.
ausentes en esta situación los sentimientos de adm1rac10n Y con-
tento, con los que se mezclan la angustia y el temor, la experiencia
de la vida y de la muerte. b) El bautismo, acontecimiento salvífica
Esto es lo que lleva al hombre de tod_as las época Yculturas.ª
sentir la necesidad de ritualizar y sacralizar la situac10n del naci- El bautismo no es un simple rito, ni una acción meramente in-
miento. Por medio de estos ritos sociales o religiosos se han pre- dividual o aislada. Desde la fe, es un acontecimiento que se inser-
tendido tres cosas fundamentales: iniciar al recién nacido en el or- ta y continúa la historia salvífica, las acciones salvadoras de Dios
den social y religioso del grupo al que se pertenece; acrecentar las en la historia. Es un «kairós» o momento privilegiado que actuali-
esperanzas de bien y las promesas de futuro; ahuyentar las amena- za el amor gratuito y soberano de Dios respecto a una persona par-
zas y los peligros a los que se puede ver sometldo en la vida. ticular. En el bautismo acontece la salvación, no sólo para el propio
El sacramento del bautismo Antropolo g ía y salvación 193
192

en la visi-
sujeto que lo recibe, sino también para la Iglesia entera, positiva de la voluntad de Dios). Más allá de estas distinciones, lo
bilidad histórica del signo sacramental del agua. importante es saber que la necesidad del bautismo tiene su origen y
r ecisamen-
y en este como en los demás sacramentos es así, no p su fundamento en la libre decisión de Dios, en el acontecimiento de
sino porque se hace en Cristo. Y ello no porque Cristo así lo haya determinado por una ley,
te en virtud del elemento material del agua, sa-
nombre de Cristo y en virtud del Espíritu. La primera comunidad sino porque el bautismo aparece en Cristo como un momento inter-
de su bautismo, no de la oferta de salvación, que aceptamos y asumimos precisa-
be perfectamente que en esto consi_st la oríg_inalidad
bautisn:10 de mente por el signo bautismal (Mt 28, 29ss; Me 16, 16).
a diferencia de otros bautismos bibhcos, e mcluso del
os he bautizado De hecho, la primitiva comunidad entiende que el medio histó-
Juan Bautista. Él mismo lo había anunciado: «Yo
vez cu1;1- rico de unión y participación en la vida del resucitado es el bautis-
con agua, pero él os bautizará con el Espíritu santo».yna
toda acc10n mo. Fe y bautismo son dos medios necesarios que abren a la vida
plida la promesa del envío del Espíritu en Pentec stes,
bautismo de la nueva comunidad de los salvados. No tiene lugar un comien-
sacramental en la Iglesia sucede en virtud del Espmtu. El
del Espíritu, zo cristiano sin bautísmo cristiano. En este sentido podemos decir
es el primer sacramento que manifiesta esta acción
sacramentos. que el bautismo es necesario para la salvación que procede de Dios
nos introduce en la Iglesia, y nos da acceso a otros
digo: el que no nazca del agua y del Es- en Cristo.
«En verdad, en verdad, te
Pero surgen diversas preguntas: entonces ¿pueden salvarse los
píritu, no puede entrar en el reino de Dio_s,> (Jn 3, 5) . . que mueren sin bautismo? Y si pneden salvarse igualmente que los
que ser
Ahora bien ser bautizado «en el Espmtu» es lo mismo
Jesús», pues el Espíritu del bau- bautizados, ¿qué añade el bautismo en orden a la salvación? Las
bautizado «en l nombre del Señor preguntas son complicadas. Intentamos ofrecer algunas respuestas
el Espíritu por el cual se
tismo no es otro que el Espíritu de Cristo, fundamentales:
salvación (1 Cor 6, 11; l: 13;
comunica Cristo comunicándonos su
misma
Hch 2, 38; 8, 16; 10, 48 ... ). No extraña, pues, qu _en_una - Sobre «si pueden salvarse los que mueren sin bautismo» hay
frase se encuentren unidas las dos fónnulas: « ... habeis sido lavados, que distinguir dos situaciones: la de los niños inocentes con peca-
habéis sido santificados; habéis sido justificados en el nombre del do original, y la de los hombres conscientes que pueden tener un
Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios»_ (l_ Cor 6, 1! )_- pecado actual.
salvif1co
El bautismo es, por tanto, un verdadero acontecim1 to Sobre los primeros o niños inocentes, durante mucho tiempo (des-
que D10s
porque por él participamos de la historia de la salvac10n de la escolástica, sobre todo) se extendió en la Iglesia la opinión de
en el
ofrece a los hombres, porque Cristo nos transfonna y comumca que iban al «limbo de los niños» o lugar «intermedio» en que se-
de la Alian-
Espíritu su salvación, porque nos introduce en el pueblo rían privados de la visión de Dios, aunque gozarían de una especie
pueblo salvado por D10s, comp _esto por los de felicidad natural. Pero esta opinión hoy se considera insuficien-
za o Iglesia en cuanto
miembros que explícitamente han aceptado esta salvac10n. te. La explicación o respuesta va en varias direcciones:
- A partir de la voluntad universal de la salvación: si los niños
muertos sin bautismo no pudieran alcanzar la salvación de Cristo,
3. Aplicación a la celebración y la vida significaría que el pecado de Adán ha sido más fuerte que la mis-
ma Redención, lo cual se opone a la enseñanza de san Pablo (Rom
a) Bautismo y salvación 5, 20). Es cierto que el hombre, por el hecho de nacer y ser hombre
participa de la situación del mal, pero por el mismo hecho también
La teología católica clásica ha enseñado que el bautismo es ne- participa de la situación del bien o salvación que procede de Cris-
cesario tanto con «necesidad de medio» (porque es el med10 nece- to. Y Cristo ha vencido al pecado y el mal.
sario que se desprende de la misma naturaleza del objeto), cuan;º - A partir del «voto del sacramento» o «bautismo de deseo»: es
con «necesidad de precepto» (porque procede de una mamfestacion verdad que este deseo no puede ser explícito en unos niños recién
194 El sacramento del bautismo
Antropología y salvación 195
nacidos o sin ejercicio de su razón y libertad. Pero tal deseo se les La salvación sigue siendo para ellos una oferta de gracia, pero ellos
puede aplicar en la medida en que sus padres, la co1;1unidad con- no pueden colaborar conscientemente con esta salvación, ni pue-
creta e incluso la Iglesia desea para ellos la salvac1on verdadera. den vivirla en comunidad. Esta es la gran diferencia y esto es lo
En c so de los padres y de la comunidad cristiana la salvación que que añade el bautismo al no-bautismo. En el caso de los niños tam-
se desea es la de Cristo. En otros casos, se desea la salvación en la bién puede señalarse una gran diferencia: mientras los bautizados
que se cree. Cuando esto se da en las normales condicione de sin- rompen, a través de un signo explícito, con el poder del mal-peca-
ceridad y honestidad, basta para poder hablar de un «baul!smo de do, y son determinados explícitamente hacia el bien en la comuni-
deseo implícito». Y esto es suficiente para que aceptemos la salva- dad de salvación y por medio de ella, los no-bautizados no hacen
ción de los niños. esto ni pueden beneficiarse de esta forma de la salvación y del
-También se insiste en la esperanza de salvación de los niños compromiso de la comunidad por dicha salvación. Si los primeros
muertos sin bautismo, fundada en la misericordia de Dios Yen la son acogidos y tomados a su cargo por la Iglesia, como comunidad
actitud de Jesús respecto a los niños: «En cuanto a los niños muer- que lucha por la institución del bien, y por sus propios padres, co-
tos sin bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia mo sujetos comprometidos con esa comunidad, los segundos no
divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la son acogidos en el mismo sentido.
gran misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se En una palabra, la gran diferencia está en el ser y el aparecer,
salven (cf. 1 Tim 2, 4), y la ternura de Jesús con los niños ... (Me en el significado y contenido del mismo acontecimiento bautismal,
10, 14) nos permiten confiar en que haya un camino de salvación que en un caso sucede y desencadena una vida, mientras en el otro
para los niños que mueren sin bautismo» (Catecismo de la Iglesia no sucede y no puede afectar igualmente a la vida.
católica, 1261).
Cuando se trata de adultos o personas conscientes en el ejercicio
de su lib rtad que mueren sin bautismo, también estos pueden sal- b) Entre el rito humano y la celebración sacramental
varse si su vida es sincera y honrada, según su ideal o sus creencias,
segú su conciencia ética y su comportamiento en la vida. Lo afir- Hemos dicho que el bautismo es también una necesidad antro-
maba así el concilio Vaticano II: «Pues quienes ignorando sin culpa pológica y responde a un deseo de sacralizar-ritualizar esta situa-
el evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan no obstante a Dios con un ción fundamental de la vida. En sí misma esta tendencia o incli-
corazón sincero, y se esfuerzan bajo el influjo de la gracia en cum- nación no hay que considerarla como deficiente o negativa, sino
plir con obras su voluntad, conocida mediante el juicio de la con- como positiva y buena. También Dios nos habla por esta gramáti-
ciencia, pueden conseguir la salvación eterna» (LG 16). ca de la existencia, y es preciso no desoír esta voz.
- Sobre «qué añade el bautismo en orden a la salvación» hay Pero sucede con frecuencia que la actitud de algunos cristianos
que responder que añade la explicitud, la participación presente, queda fijada por esta necesidad. Ellos, al pedir el bautismo de sus
y la misma «certeza» y confianza en la salvación futura, el apoyo y hijos, buscan satisfacer esa necesidad sentida, pero no les importa
la acogida de la comunidad de los salvados en Cristo. Dios ofrece mucho el misterio que se les o frece. En realidad lo que piden es
su salvación a todos, aunque los propios sujetos no lo sepan o más un rito que un sacramento; más el cumplir con una costumbre
acepten. Unos conocen y reconocen esta salvación y por eso mis- que hace «estar en orden», que el celebrar un sacramento que sal-
mo pueden alegrarse, celebrarla y vivirla desde la fe y en la liber- va ... Por eso precisamente no son capaces de asumir su propia res-
tad. La salvación es para ellos una realidad explícita y vital que ponsabilidad, en orden a hacer crecer al propio hijo en el orden del
quiere vivirse en una comunidad de salvados: la Iglesia. Otrns, en bien y la salvación, en la fe y en la vida cristiana.
cambio, al no conocer o reconocer esta salvación, no pueden m ale- El cristiano no puede quedarse en ser un «religioso pagano», o
grarse por ella, ni celebrarla ni vivirla de forma consciente y libre. en pedir un rito cuando lo que se le ofrece es un sacramento. Es
196 El sacramento del bautismo Antropología y salvación 197

preciso descubrir y ayudar a descubrir por medio de la catequesis, En la celebración del sacramento del bautismo es evidente que hay
la preparación, la educación cristiana en general, el sentido salvífi- tres spectos, que no podéis ni aumentar, ni disminuir ni pasar en si-
ca del bautismo. Sólo así podrá vivirse no sólo como aconteci- lencio ... El pnmero se encuentra en la Trinidad, el segundo en el
miento antropológico, sino también como acontecimiento de sal- creyente, el tercero en aquel que actúa (ministro). Cada uno debe
vación en Cristo Jesús. ser cons derado en su nivel... La Trinidad ocupa el primer puesto,
porque sm ella no hay bautismo posible; después viene la fe del cre-
yente; finalmente la persona que actúa, pero que no reviste la mis-
4. Puntos para el estudio y la revisión ma importancia (Optato de Milcvi, D e schism. V, 4).

a) Señala las motivaciones más frecuentes por las que crees


que los padres suelen pedir el bautismo para sus hijos.
b) Lee el texto de Juan 3, 1-12 y comenta el sentido que desde
el texto tiene el bautismo cristiano, fijándote sobre todo en la ex-
presión «en el agua y el Espíritu».
c) Señala los aspectos en que mejor aparece reflejado que el
bautismo es un «acontecimiento de salvación» en el texto siguien-
te de los «Prenotandos» del Ritual del bautismo de niños:
El bautismo, baño del agua en la palabra de vida, hace a los hom-
bres partícipes de la naturaleza divina e hijos de Dios, En efecto, el
bautismo, como lo proclaman las oraciones de bendición del agua, es
un «baño de regeneración» por el que nacen. hijos de Dios de lo alto.
La invocación de la Santísima Trinidad sobre los bautizados hace que
los que son marcados con su nombre le sean consagrados y entren en
la comunión con el Padre, y el Hijo y el Espíritu santo (n. 5).

5. Oración y meditación

La bendición del agua bautismal expresa muy bien por qué el


bautismo es un «acontecimiento salvífico»:
Oh Dios .. mira, ahora, a tu Iglesia en oración, y abre para ella la
fuente del bautismo: que este agua reciba, por el Espíritu santo, la
gracia de tu Unigénito, para que el hombre, creado a tu imagen y
limpio en el bautismo, muera al hombre viejo y renazca, como ni-
ño, a nueva vida por el agua y el Espíritu (De la «bendición del
agua bautismal», Ritual, n. 123).

Los padres de la Iglesia nos ofrecen preciosas reflexiones sobre


el bautismo. Optato de Milevi, muerto en el 392, es uno de e11os:
2
El gran don del bautismo:
significado teológico

1. Encuentro con la vida

Hay muchos aspectos de la fe de un cristiano que no pueden ex-


plicarse con el discurso y la argumentación, porque su realidad y su
misterio escapan a las simples categorías o medidas humanas. Sin
duda, uno de estos aspectos es el bautismo, y más aún el bautismo
de los niños, en aquel sentido o riqueza teológica que se le atribuye.
Estamos ciertamente acostumbrados a oír que el bautismo nos
hace participar en la muerte y resurrección de Cristo, que nos da
una nueva vida y nos hace hijos de Dios ... Pero, ¿cómo es posible
comprender esto? ¿Desde qué supuestos pueden aceptarse estas
maravillosas afirmaciones?
Como en otros casos, el cristiano debe partir de tres actitudes:
la confianza en la palabra de Dios, que nos transmite el mensaje de
Cristo; la fe en la grandeza de Dios, para quien es posible lo que a
los hombres les parece imposible; y la unidad con la experiencia
histórica de la Iglesia, que a lo largo de los siglos viene profesando
esta confianza y esta fe.
Esto no quiere decir, sin embargo, que el cristiano no deba es-
forzarse por comprender el mismo misterio que celebra y del que
vive. Al contrario, siempre debemos saber dar razón de nuestra fe
y nuestra esperanza. Siempre hemos de estar dispuestos a com-
prender la riqueza del don que Dios nos ofrece, porque sólo así po-
dremos alegrarnos y celebrarlo de verdad, y sólo así podremos vi-
virlo y transmitirlo con autenticidad.
Por desgracia, hay muchos cristianos bautizados que nunca se han
parado a reflexionar sobre el sentido y la grandeza de aquello que se
nos ha dado y hemos celebrado. Pero nunca es tarde para realizar es-
200 El saCJ·amento del bautismo El gran don del bautismo: significado teológico 201

ta tarea, porque aún habiéndonos esforzado alguna vez por realizar- cipar personalmente, a través del rito bautismal, en el mismo acon-
la, nunca podemos decir que la hayamos realizado plenamente. tecimiento del «bautismo» de Cristo (Le 12, 50), en el cual ya es-
tábamos representativa y solidariamente presentes. «El bautismo,
en efecto, conmemora y actualiza el misterio pascual, haciendo pa-
2. Pr fundización en el sentido sar a los bombres de la muerte del pecado a la vida» (RB, n. 6).

Dice un autor, recogiendo los aspectos teológicos más impor-


tantes del bautismo: «El bautismo es baño de purificación, travesía, b) Transformación en el Espíritu
salud, tránsito a otro reino; es muerte y resurrección con Cristo, co-
municación del Espíritu, nueva creación, renacimiento, impresión Ser «bautizados en el Espíritu» es fundamentalmente lo mismo
del sello escatológico; es incorporación al Cuerpo de Cristo. Hace que ser «bautizados en Cristo Jesús», pues el Espíritu del bautismo
al cristiano miembro y ciudadano del pueblo de Dios. Y, en cuanto no es otro que el Espíritu de Cristo, el Espíritu a través del cual se
circuncisión cristiana, es entrada en la alianza de Dios. Es conce- comunica inmediatamente Cristo, por la mediación del bautismo.
sión de la herencia y de la vida, acto de la justicia divina, por la que Pablo expresaba así esta relación: «Habéis sido lavados; habéis si-
nos adviene la justificación y la adopción; es santificación e ilumi- do santificados; habéis sido justificados en el nombre de Jesucris-
nación; nos reviste de la vestidura nueva, es decir, de Cristo. En re- to y por el Espíritu de nuestro Dios» (1 Cor 6, 11). El bautismo en
sumen, es señorío de Cristo, escatología actualizada, don anticipado el Espíritu supone cuatro aspectos principales: la comunicación in-
de la plenitud de salvación» (J. Jeremías). De entre todos estos as- mediata del mismo Cristo (Espíritu de Cristo), la autocomunica-
pectos, queremos resaltar los más importantes. ción del Espíritu como don operante y transforman te ( l Cor l, 22;
Ef 1: 13; Rom 5, 5), el nacimiento nuevo o nueva creación (Jn 3, 3-
5; T1t 3, 4-7; 2 Cor 5, 7; Col 3, 10), y la incorporación a la Iglesia
a) El bautismo muerte y resurrección con Cristo para la constitución del Cuerpo de Cristo (1 Cor 12, 13; 2, 41-47).
Todos estos efectos son obrados por el bautismo como señalan los
La novedad del bautismo en la Iglesia radica sobre todo en su Padres, no debido a la virtud del agua, sino gracias a la bendición
intrínseca relación a Cristo. El Nuevo Testamento ha expresado es- o epíclesis parla que el Espíritu desciende sobre el agua. La epí-
ta novedad con varias fórmulas: en primer lugar «bautismo en el clesis es, junto con la fórmula bautismal, una palabra esencial del
nombre de Jesús, de Jesucristo o del Señor Jesús» (Hch 2, 38; 10, sacramento. El Espíritu es el sentido original, la causa transfor-
48; 8, 16; 19, 5). Por esta fórmula se expresa no sólo que Jesús es mante, y el don gratuito del bautismo.
el fundamento, sino también que es Cristo el que acoge y toma po-
sesión del bautismo, y que la vida entera queda radicalmente orien-
tada a Cristo. En segundo lugar, está la fórmula «con-morir y con- c) Vida nueva y filiación divina
resucitarn con Cristo por el agua (Rom 6, 1-11; Col 2, 11-13), por
la que se expresa que el rito exterior de inmersión es imagen sim- Porque el bautismo es «en Cristo» y «en el Espíritu», el cristia-
bólica sacramental de la muerte de Cristo, que nos hace participar no participa de la vida nueva que procede de Cristo en el Espíritu
del mismo acontecimiento pascual que representa. Esta «imitación comenzando a vivir «en Cristo», y «según el Espíritu» (teologí
simbólica», como bien ponen de relieve los Padres, actualiza y rea- paulma). «Bautizados en Cristo y revestidos de Cristo, habéis sido
liza en nosotros el mismo acontecimiento que significa, pero no de hechos semejantes al Hijo de Dios. Porque Dios nos predestinó pa-
un modo cruento e histórico, sino de un modo mistérico y sacra- ra la adopción, nos hizo conformes al cuerpo glorioso de Cristo ...
mental. Por tanto, ser bautizados actualmente en el Señor, es parti- Fuisteis convertidos en Cristo al recibir el anticipo del Espíritu san-
202 El sacramento del bautismo El gran don del bautismo: significado teológico 203
to» (Cirilo de Jerusalén, Cat. 21; Myst. 3, 1-3). Este texto de Ciri- e) Justificación y perdón de los pecados
lo de Jerusalén no hace sino recoger el contenido expresado en el
Nuevo Testamento cuando habla de «revestirse de Cristo» (Gal 3, El bautismo es incompatible con el pecado. La purificación y el
27; Rom 13, 14), de «nueva creación» (Gal 6, 15; Col 1, 15-20), de perdón de los pecados es un aspecto esencial del bautismo (Hch 2,
«nuevo nacimiento» (Jn 3, 3-5; Tit 3, 5-6; 1 Pe 1, 23), de «filiación 38; 22, 16; 1 Cor 6, 11 ), pero no es el único y principal aspecto. Más
divin a»(Ef l,5;Ro m8, 14-17 ;Gal4 ,5; 1 Jn3, 1-2).N osetra tade que efecto prioritario, es efecto simultáneo-derivado de la renovación
un simple cambio formal, ni de una mera modificación operativa, bautismal; más que condición para. la gracia, es fruto de la gracia,
sino de una transformación real y ontológica, de una radicación como indican no pocos Padres al distinguirlo de la penitencia (Tertu-
nueva que nos hace ser y caminar en novedad de vida, nos hace ser liano, Agustín, Juan de Damasco). Debe admitirse la propiedad cau-
«hijos en el Hijo», y nos da una nueva identidad: la cristiana. Por sal de la gracia sobre el perdón, lo mismo que se admite la «princi-
eso, puede decir la Iglesia: «El bautismo ... hace de los hombres palidad» eficaz de la salvación sobre el pecado. Respecto a los
partícipes de la naturaleza divina e hijos de Dios» (RB, n. 5). pecados que perdona el bautismo, el Nuevo Testamento no afirma
explícitamente cuáles son. Pero se entiende que si el bautismo es la
justificación radical y la nueva creación, no puede sino liberar al
d) Incorporación y edificación de la Iglesia hombre que desde la primera creación se encuentra, por Adán, en pe-
cado (teología paulina: Rom 5-7). El bautismo no puede sino ser el
El bautismo realiza al mismo tiempo la inserción a Cristo, la perdón de todo pecado, ya que en él se encuentra la frontera que di-
unión al Espíritu, y la incorporación al Cuerpo de Cristo en la uni- vide el antes y el después, lo antiguo y lo nuevo, el eón del pecado y
dad del Espíritu. La dimensión eclesiológica del bautismo se ma- el nuevo eón, el vivir en la carne y el vivir en y según el Espíritu. Y,
nifiesta de diversas maneras: para Pablo, lo mismo que el paso del sin embargo, a pesar de esta radical transformación, a pesar de que el
mar Rojo dio origen al pueblo de Dios, así el nuevo «mar Rojo» pecado ya no dominará más sobre el bautizado (Rom 6, 11.14), Pablo
del bautismo hace nacer el pueblo de la Iglesia (1 Cor 10, lss). El nos dice que la liberación definitiva no ha llegado aún, que la justifi-
bautismo es para el Apóstol el medio por el cual se pasa a ser cación no nos excusa de la lucha, que el hombre viejo puede renacer
miembro del Cuerpo de Cristo, en la unidad del Espíritu y en la di- (Rom 6, 2.17-20; 8, 4ss; 2 Cor 1, 22; Ef 1, 14). El bautismo es muer-
versidad de carism as(! Cor 12, 13; 12, 4-11). Los Hechos, por su te de todo pecado y lucha contra el pecado; es justificación y tarea.
parte, indican que el bautismo es una «incorporación», una «agre-
gación» a la comunidad de los creyentes (Hch 2, 41; 5, 16; 11, 24;
9, 13). Según esto, la incorporación a la Iglesia implica dos aspec- f) «Sello» de la conversión y de faje
tos: el interno y el espiritual, por la comunión en la fe, en el Esp í -
ritu y en la vida del Cuerpo (Pablo); y el externo y visible, por la El bautismo es don y respuesta del hombre. Fe y bautismo apa-
agregación concreta a una comunidad local (Hechos). Los Padres recen unidos de forma permanente en la Escritura (Hch 2 38· 8 35-
ven expresada esta incorporación eclesial en el catecumenado y en 39; Me 16, 16; Heb 11, 6) y en la Tradición. La fe y la on e;sión
los signos de la iniciación, por los que se muestran la acogida y el son al mismo tiempo condición personal necesaria para el bautismo
encuentro, la generación y el parto que tienen lugar en el bautismo (aspecto subjetivo) y expresión sacramental ritual del bautismo (as-
(León Magno, Sermo 63, 6. Cf. LG 63; AG 17). Pero esta genera- pecto objetivo). La fe es el medio en el que se sitúa un bautismo con
ción es de alguna manera autogeneración. Pues si la Iglesia hace el pleno sentido. «Ambos elementos están indisociablemente unidos.
bautismo, el bautismo hace y construye la Iglesia. Bautizando, to- Pues si la fe recibe del bautismo su perfección, el bautismo encuen-
da la Iglesia se bautiza y renueva. En el bautismo está implicada la tra su fundamento en la fe» (Basilio, De Spiritu Sancto 12, 28). El
comunidad entera. bautismo es igualmente expresión pública y litúrgica de la fe del su-
El gran don del bautismo: sign(/icado reológico 205
204 El sacramento del bautísmo

del bautismo de niños tanto la intervención de Dios cuanto la del


jeto creyente; es acto de consagración y «sello» eclesial de la fe; es
sujeto son peculiares. Respecto a la intervención de Dios hay que
profesión en gesto simbólico-sacramental de la adhesión a Cristo; es
decir que ningún sacramento, como el bautismo de niños, expresa
respuesta visible de aceptación personal del mensaje proclamado. El
con tanta claridad y fuerza la absoluta gratuidad del don de Dios
bautismo expresa y realiza la fe del sujeto y de la Iglesia, expresan-
do y realizando sacramentalmente el mismo contenido de esta fe: d que, sin ningún mérito por parte del sujeto, regala su gracia; la so-
beran iniciativa divina, que aún a riesgo de una respuesta posterior
misterio de la salvación. Bautismo y fe no pueden existir el uno sm
el otro. No hay conversión o fe primera que no sea bautismal, ni bau- negativa se adelanta, y nos ofrece la salvación ...
En cuanto a la intervención del sujeto también hay que decir que
tismo que no sea en la fe. El bautismo es «sacramento de la fe», y la
es origin l, en comparación con otros sacramentos. Aquí la respues-
fe tiene que ser «fe del bautismo». «El bautismo es, en primer lugar,
ta Yacogida del don sucede totalmente por la mediación de la Iglesia
el sacramento de la fe con que los hombres, iluminados por la gra-
Yde los padres del bautizado. De alguna manera en el bautismo de
cia del Espíritu santo, responden al evangelio de Cristo» (RB, 3).
niños se bautiza también la «relación pedagógica», el «compromiso
educador en la fe» de los padres. En la medida en que los padres
creen y e comprometen a personalizar en sus hijos la acogida de gra-
3. Aplicaciór a la celebración y la vida
cia bautismal en el futuro, en esa medida son de algún modo antece-
Todo lo dicho es la riqueza y el contenido teológico del bautis- dente y respuesta personal a la gracia de Dios. Pero, en cualquier ca-
mo, tal como se desprende de las afirmaciones de la Escritura Yde so, se trata de una respuesta «mínima», de una «primera» respuesta,
la Tradición de la Iglesia. Pero no basta con afirmar esto. Hay que en espera de un desarrollo y perfección posterior, que deberá llegar
preguntarse: ¿cuándo y cómo se realizan todos estos aspectos en con la consciencia, la libertad y la fe personal.
los sujetos que reciben el bautismo? ¿Basta ser bautizado para que
todo esto se «produzca» casi automáticamente? ¿Es lo mismo el
b) El bautúmo de niños, un don llamado a crecer y desarrollarse
caso del bautismo de adultos y el del bautismo de niños?
Sin duda, suponiendo que el que se bautiza es una persona cons-
ía a n: ¿es suficiente la respuesta ini-
ciente, libre y responsable, que acepta el don bautismal y tiene fe . Todav se plante una cuestió
cial o «pnm era» que se da en el bautismo de un niño, como para
verdadera, no hay dificultad en reconocer que allí se realiza este
q e el bautiz
u ado pueda consid erarse necesaria y definitivamente un
misterio y este contenido, ya que ni falta la oferta de Dios, ni está
perfecto cristiano, para el resto de su vida? Creemos, en primer lu-
ausente la respuesta del sujeto, ni falla la intervención de la Iglesia
por el signo externo del agua ... Pero, ¿sucede esto mismo en el ca- gar, que la gracia de Dios, ofrecida sin reservas y gratuitamente,
hay que entenderla como una oferta actuante hacia la plenitud de
so de que el sujeto sea un niño, que no es consciente, libre ni res-
acogida; como una transformación ontológica o del ser para la
ponsable y, por tanto, no puede dar una respuesta personal? Trate-
mos de explicar brevemente estas preguntas: transformación ética y personal o de la vida; como un don «míni-
mo» (desde un punto de vista subjetivo) en dinamismo y para su
desarrollo. Por ello, es preciso decir, en segundo lugar, que un bau-
tizado, aún siendo radicalmente un cristiano, un justificado y san-
a) Bautismo de niños, don de gracia para la libertad
tificado, por el hecho de haber sido bautizado, es sólo un cristiano
Supuesto siempre que la obra sacramental no se trata de «sim- que comienza, no un «perfecto cristiano». Si la salvación es invi-
biosis» entre la acción de Dios y del sujeto (acusación de K. tación Yoferta de Dios a la libertad humana, el bautismo de niflos
Barth), y que la intervención de Dios es primaria, irreductible e in- es oferta definitiva y compromiso para la libertad, pero no destruc-
comparable con la del sujeto ... hay que reconocer que en el caso ción de la misma. De todo lo cual se desprende que el bautismo de
206 El sacramento del bautismo El gran don del bautismo: significado teológico 207
niños es expresión máxima de la gratuidad del don de Dios, pero Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que os ha li-
expresión mínima de la acogida del hombre; que supone un reto y berado del pecado y dado nueva vida por el agua y el Espíritu san-
un compromiso a la libertad humana; que debe considerarse como to, os consagre con el crisma de la salvación ·µara que entréis a for
el principio y no el final del «hacer-se un cristiano»; que nos hace mar parte de su pueblo y seáis para siempre miembros de Cristo
cristianos en dinamismo, pero no ya perfectos cristianos. sacerdote, profeta y rey (Oración que acompaña a la unción de lo
bautizados con el santo Crisma: Ritual, n. 129).

4. Puntos para el estudio y la revisión Las Catequesis bautismales de los padres de la Iglesia insisten
en las actitudes necesarias para el bautismo:
a) En el capítulo 8, 26-40 de los Hechos de los apóstoles se nos Nosotros hablamos de catequesis no sólo para que tü entiendas si-
relata cómo sucedió el bautismo del eunuco por parte de Felipe. no para que ratifiques por la fe lo que entiendes ... Purifica, pue;, el
Lee detenidamente el texto y distingue las diversas «etapas» o «se- vaso de tu alma, a fin de recibir una gracia más abundante. La remi-
cuencias» que allí se sugieren. s n de los pec os se ofrece ciertamente a todos, pero la participa
b) Indica los ·aspectos teológicos del bautismo que se recogen, c1on en el Espmtu santo se concede en proporción a la fe: si tú te
y los que dejan de recogerse, en el texto siguiente: conviertes poco, recibirás poco; pero si trabajas mucho, tu recom-
pensa será grande (Cirilo de Jerusalén, Procatequesis I, PO 33, 333).
En efecto, incorporados a Cristo por el bautismo, constituyen el
pueblo de Dios, reciben el perdón de todos sus pecados y pasan de
la condición humana en que nacen como hijos del primer Adán al
estado de los hijos adoptivos, convertidos en nueva criatura por el
agua y el Espíritu santo. Por esto se llaman y son hijos de Dios (Ri-
tual del bautismo de niños, «Prenotandos», n, 2).

c) Reflexiona sobre cómo es entendido el puesto de la fe, según


este texto del nuevo Catecismo de la Iglesia católica:
El bautismo es sacramento de la fe (cf. Me 16, 16). Pero la fe tiene
necesidad de la comunidad de los creyentes. Sólo en la fe de la Igle-
sia puede creer cada uno de los fieles. La fe que se requiere para el
bautismo no es una fe perfecta y madura, sino un comienzo que es-
tá llamado a desarrollarse. Al catecúmeno o a su padrino se le pre-
gunta: «¿Qué pides a la Iglesia de Dios?» Y él responde: «la fe». En
todos los bautizados, niños o adultos, la fe debe crecer después del
bautismo ... Para que la gracia bautismal pueda desarrollarse es im-
portante la ayuda de los padres (Catecismo de la Iglesia católica,
1253-1255).

5. Oración y meditación

El Ritual del bautismo expresa en oración el sentido del bau-


tismo:
3
La praxis bautismal de la Iglesia:
los dos bautismos

1. Encuentro con la vida

La gran mayoría de los cristianos no conoce más que un bautis-


mo: el de los niños. Por eso su referencia bautismal sólo tiene en
cuenta este modelo, que es el más frecuentemente celebrado entre
nosotros. Quizá por eso en los últimos años, cuando se ha puesto
tanto el acento en la dimensión personal y humana, ha venido a cri-
ticarse a veces de forma radical el bautismo, sin tener en cuenta
otras formas bautismales legítimas tanto de ayer como de hoy.
No siempre fue así. La historia ha ido cambiando los ritos y la
praxis, la mentalidad y la actitud. Y ello nos ha llevado a perder de
vista la totalidad. Esto es lo que ha sucedido con respecto al bau-
tismo de niños. Al ser una realidad generalizada y como exigida, al
poner tanto el acento en el bautismo «cuanto antes» y para todos,
al estar extendida y aceptada esta praxis en una sociedad «total-
mente» cristiana ... no se tuvo suficientemente en cuenta la impor-
tancia y el valor del bautismo de adultos. Es cierto que este era
poco frecuente, y la mayor parte de las veces tenía lugar en las mi-
siones. Sin embargo, hay que decir que la referencia del bautismo
de niños al de adultos es totalmente necesaria, ya que sólo así se le
comprende y sitúa en su verdadero puesto.
En nuestros días, hemos venido a descubrir la importancia que
tienen los dos bautismos en la Iglesia: el de niños y el de adultos. Y
esto por varios fenómenos que se imponen desde la misma realidad:
en los últimos años ha aumentado el número de los que no se bauti-
zan de niños; también se ha incrementado relativamente el bautismo
de adultos en los países de la vieja cristiandad (Europa); la Iglesia
nos ha ofrecido, por primera vez desde hace muchos siglos, un ritual
2/0 El sacramento del bautismo La praxis bautismal de la iglesia: los dos bautismos 211

para el bautismo o iniciación de los adultos; muchos miran al proce- do y contenido del bautismo, sobre todo debido a las controversias y
so catecumenal de los adultos como verdadero modelo a imitar por herejías que se dan en esta época. Los testimonios que hablan sobre
los bautizados de niños, en un momento posterior. .. el tema bautismal son abundantes, como por ejemplo: la ])-adición
apostólica de Hipó/ita, Tertuliano, Cipriano, Orígenes, la Didascalia
de los apóstoles, san Ambrosio, san Agustín, san Cirilo de Jerusalén,
2. Profundización en el sentido Teodoro de Mopsuestia ... Teniendo en cuenta tales testimonios, po-
demos describir brevemente la praxis bautismal de la época.
a) Evolución bautismal en los primeros siglos

El comienzo de la práctica bautismal cristiana no está en la vi- b) El bautismo de adultos


da terrestre de Cristo, sino en la vida de la comunidad que nace en
Pentecostés y de la que nos hablan los Hechos. Los Hechos no nos Hablar del bautismo de adultos es hablar necesariamente del ca-
ofrecen una explicación ordenada y detallada de la praxis bautis- tecumenado con sus etapas y sus elementos, que culmina con los
mal de la primera comunidad, pero sí nos ofrecen datos suficientes ritos bautismales. Se trata de un proceso unitario, de un verdadero
y significativos. sistema de iniciación, con variedad de aspectos.
La condición que se pide para ser bautizado es escuchar, creer La estructura del catecumenado implica según la Tradición
en el evangelio y cambiar de vida por la conversión (2, 38-41; 8, apostólica (capítulos 15-16):
12; 19, 14; 3, 19). Predicación-conversión y fe-bautismo, son tres Una etapa de evangelización y conversión primera, que lleva
elementos o secuencias que aparecen constantemente unidos (cf. consigo la presentación y el examen de admisión en la comunidad,
Rom 10, 8-17; Mt 28, 18). Esto supone que normalmente los que con lo que se viene a ingresar en el catecumenado.
se bautizaban eran adultos, ya que sólo ellos podían seguir el pro- El tiempo de catecumenado o catequesis, que en Roma duraba
ceso indicado. tres años, estaba centrado en una formación en la fe y las costumbres
El bautismo de niños no se encuentra en el Nuevo Testamento (dimensión doctrinal), suponía un cambio de vida y costumbres (di-
ni explícitamente afirmado ni negado. Del silencio no se puede de- mensión moral), y comportaba la iniciación a la oración y diversos
ducir la no existencia. Más aún, aunque el bautismo de adultos es ritos, como imposición de manos y exorcismos (dimensión litúrgi-
lo normal, hay indicios que permiten dar como probable, en algu- ca). Este «itinerario catecumenal», comparable al largo camino del
nos casos, el bautismo de niños. Son los casos en los que se dice desierto (Orígenes, Hom. in Num 26, 4), es un momento de prueba
que se bautizaban familias enteras en las que con probabilidad y de gracia, de formación y decisión de la fe.
también había niños pequeños (Camelio: Hch 1O, 1-2.24.44.47-48; El acceso al bautismo es el tercer tiempo o etapa, y tiene lugar
Lidia: 16, 13-15; Crispo: 18, 8). En cualquier caso se trataría de ni- después de haber pasado por un largo examen, en el que los pa-
ños nacidos antes de la conversión de los padres. Nada sabemos de drinos y la comunidad dan testimonio de la conducta de los cate-
los niños nacidos posteriormente. cúmenos. Una vez considerados como aptos o «elegidos», se pre-
Los testimonios del siglo II-Ill muestran una clara continuidad paran intensamente con la oración, la imposición de manos y
con la praxis del Nuevo Testamento. Pero se da un claro progreso en exorcismo, y el ayuno, a la celebración de los ritos bautismales,
tres aspectos: la organización de la catequesis de preparación que da que tiene lugar en la vigilia pascual, y es presidida por el obispo
lugar al catecumenado como institución propia para hacer posible (Tradición Ap. 20).
que «nazca un cristiano» de verdad; la configuración ritual del pro- Pero esta estructura sufrió cambios, sobre todo a finales del si-
ceso de iniciación y sobre todo de los ritos bautismales, que culmi- glo IV y siglo V Así el ingreso en el catecumenado pasó a situarse
naba en la vigilia pascual; y la profundización teológica en el senti- por regla general al principio de la cuaresma, e iba acompañado de
212 El sacramento del bautismo l a praxis bautismal de la Iglesia: los dos bautismos 213

la inscripción solemne, de la imposición de manos, la signación ... Los ritos bautismales que finalmente significaban la iniciación
(las costumbres varían un poco entre Iglesia e Iglesia). En cuanto pueden distinguirse de forma triple: antes del bautismo tenía lugar
al tiempo de catecumenado se acorta o reduce a la misma cuares- la «devolución del símbolo» como expresión de que se había asi-
ma, en la que se concentran las catequesis y los ritos se multipli- milado, y la renuncia a Satanás, así como la profesión de fe o pro-
can: entregas del padrenuestro, del símbolo, escrutinios, devolu- mesas bautismales. En el bautismo tenía lugar la inmersión bautis-
ción del símbolo ... Precisamente para paliar esta concentración, mal, por la que los sujetos se sumergían tres veces en la piscina del
vino a tomar más importancia el tiempo posterior al bautismo, en bautismo profesando su fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu. Y des-
el que tenían lugar las catequesis mistagógicas, a partir de los sím- pués del bautismo tenía lugar (diversamente según las tradiciones)
bolos y la experiencia celebrativa. la unción, signación en la frente, imposición de manos, eucaris-
El contenido del catecumenado también nos lo describen de for- tía ... , para indicar especialmente el don del Espíritu y la complee-
ma clara las fuentes. Tiene tres claras dimensiones complementa- ción del bautismo (estos ritos posbautismales vendrían a ser poste-
rias: la más doctrinal o dogmática, que comenta los textos de la Es- riormente la confirmación).
critura, da una visión de la historia de salvación, y comenta la fe del A partir de los siglos VI-VII el catecumenado, así como el bau-
credo o símbolo de los apóstoles, el padrenuestro, insistiendo en la tismo de adultos, entró en un proceso de desfiguración y desapari-
dimensión trinitaria, salvífica y eclesial. Una segunda dimensión de ción al generalizarse el bautismo de niños, y considerarse la socie-
contenido es la más moral, que o bien insiste en el tema de las «dos dad como totalmente «cristianizada». Las fórmulas y ritos, antes
vías» (elección entre bien-mal), o bien pone el acento en el ayuno, pensadas para adultos, ahora se aplican a los niños sin gran adap-
la oración, la penitencia, el cambio de costumbres, para suscitar y tación. La Iglesia no se plantea la necesidad de un nuevo «sistema»
madurar la conversión verdadera. Y una tercera dimensión es la más de iniciación, que tenga en cuenta el comienzo con el bautismo de
litúrgica, que supone la explicación y la experiencia de los ritos y niños. Así se ha llegado prácticamente hasta nuestros días. Es cier-
símbolos, la iniciación en la oración y la celebración de la comuni- to que hubo algunos intentos de renovación en los siglos XVI-
dad, el descubrimiento del misterio desde los gestos litúrgicos. De XVII con las necesidades de evangelización planteadas por el des-
ahí la importancia de las imposiciones de manos, de los exorcis- cubrimiento del nuevo mundo. Pero no dieron su fruto. Habrá que
mos-escrutinios, de las entregas y las catequesis mistagógicas. esperar a finales del siglo XIX y XX para _encontrar una verdadera
La intervención de la comunidad es otro de los aspectos impor- renovación del catecumenado en las misiones africanas (cardenal
tantes del catecumenado. Este sólo se entiende desde la comunidad Lavigerie) y en algún país de centroeuropa (Francia). Finalmente,
y en relación con la misma. Por eso intervienen de una u otra forma después de un tiempo de experiencia (en 1962 publica la Sagrada
todos sus miembros: el obispo que preside, y realiza el exorcismo Congregación de ritos un ritual de adultos «ad experimentum»), el
solemne al final así como los ritos bautismales; los «padrinos», que Vaticano JI decide renovar el catecumenado y ofrecer un Ritual de
suscitan la primera fe y conducen a los candidatos a la comunidad, la iniciación cristiana de adultos (SC 64, 66; LG 17, 14; CD 14;
dando testimonio de su vida; los catequistas o «doctores audien- AG 13-14). Este Ritual es publicado el 6.1.1972, y tiene una im-
tium», que dan la catequesis y conducen a los grupos de catecúme- portancia excepcional para la Iglesia, y en conjunto para la renova-
nos; los presbíteros, que ayudan al obispo y apoyan todo el proceso ción de la iniciación cristiana, y del mismo bautismo de los niños.
con su colaboración múltiple; la comunidad entera, que testifica de
la fe de los candidatos, y está presente en los momentos álgidos del
proceso ... Se trata, pues, del proceso en el que la comunidad y el e) El bautismo de niños
catecúmeno van mutuamente al encuentro. La comunidad eclesial
es por eso como el seno materno que, engendrando a sus hijos, se Aunque ya hemos indicado cómo probablemente el bautismo
renueva a sí misma y crece, se enriquece y se realiza. de niños existió desde el Nuevo Testamento, y también en los pri-
214 El sacramento del bautismo La praxis bautismal de la Iglesia: los dos bautismos 215

meros tiempos de la Iglesia, hay que reconocer que sólo a partir del 1. Como aspectos más positivos y significativos pueden in-
siglo III vino a ser una práctica generalizada. Varias son las razones dicarse:
que motivaron esta extensión:
- La respuesta que el bautismo de niños supone a una situación
- La entrada en masa de numerosas personas a la Iglesia, al humana, en la que el hombre siente de modo especial su necesidad
convertirse la religión católica en la religión oficial, y no suponer de referir a Dios su propia vida.
tanto riesgo el ser cristiano. - La manifestación que en el bautismo se da de la gratuidad, la
- La multiplicación de las comunidades o. «parroquias» rurales, iniciativa y el amor de Dios, adelantándose a la misma respuesta
que impedían el que el obispo fuera quien realizara la iniciación en del hombre.
todos los lugares. - La inserción en la corriente del bien y la salvación que supo-
- El deseo de los mismos padres y de la Iglesia de bautizar ne respecto a los bautizados, por la que la misma comunidad se
pronto a los niños nacidos, para que no murieran sin bautismo, se compromete a ayudarles a crecer en ese bien.
les perdonara el pecado original, y así se asegurara su salvación. - El beneficio que significa para la Iglesia, que al bautizar se
- Las controversias con los llamados «donatistas» y «pelagia- bautiza y renueva su fe, crece y se realiza, dado que los sacramen-
nos», y la doctrina de san Agustín, que vinieron a justificar y ex- tos, y sobre todo este, son también para la Iglesia.
plicar doctrinalmente el sentido del bautismo de niños. - La acogida y relación que implica y significa con los miem-
bros más pequeños de la comunidad, a los que la Iglesia no puede
Estas y otras razones condujeron a dar carta de normalidad, y a abandonar y con los que necesita establecer una relación incluso
veces de hecho hasta de exclusividad, al bautismo de niños. En una sacramental.
sociedad totalmente cristiana lo «normal» era el bautismo de niños.
Esto suponía, además de la ruptura de un sistema coherente de ini- 2. Como limitaciones que se manifiestan en el mismo bautismo:
ciación, como el que antes estaba pensado para adultos, el riesgo
enorme de que muchos bautizados no llegaran a creer, y por tanto - La insuficiente situación antropológica por parte del sujeto
de que la Iglesia disminuyera en calidad y autenticidad, aunque au- bautizado, ya que el niño no puede vivir la riqueza de aquel acon-
mentara en número. Aumentan los bautizados, pero no aumentan tecimiento que en él sucede.
necesariamente los creyentes en la misma proporción. - La «mínima» acogida de gracia que se da por parte del mismo
Desde entonces la Iglesia, a-lo largo de los siglos y por encima sujeto, a través de la acogida de los padres y la comunidad, lo cual
de las diversas controversias (sobre todo la controversia protestan- implica una necesidad de complección en el futuro.
te), ha defendido el bautismo de los niños. Se trata de un derecho y - La incapacidad del niño de asumir la lucha contra el mal y la
un deber al que la Iglesia no puede renunciar. Pero en los últimos opción por la corriente del bien, que si bien se ha significado y aco-
tiempos se han planteado algunas cuestiones que han llevado a tra- gido por la comunidad, debe venir a personalizarse más adelante.
tar el tema no de una forma triunfalista, sino crítica. ¿Hay que bau- - La misma incorporación a la comunidad de la Iglesia, que si
tizar a los niños «cuanto antes»? ¿Se puede conceder el bautismo bien es real y auténtica y supone la acogida por parte de la comu-
indiscriminadamente a cualquiera que lo pida, aunque no «garanti- nidad, sin embargo debe venir a ser una pertenencia afectiva y
ce» la educación en la fe del bautizado? ¿Podemos contentarnos efectiva, aceptada por el sujeto.
con bautizar a personas que luego van a ser como «paganos» o «in- El reto que de algún modo significa todo esto en orden a una li-
creyentes»? ¿Cuáles son las condiciones de libertad y de fe que se bertad y fe personales tendrá que ser garantizado por los padres y
exigen? Ante estas y otras preguntas es preciso establecer una va- la comunidad, pero en definitiva depende de la propia persona,
loración lo más lúcida posible sobre las ventajas y también las li- bautizada con esta promesa. Evidentemente, las limitaciones no
mitaciones que se dan en el bautismo de niños: proceden del bautismo en sí, sino de la propia situación del sujeto
216 El sacramento del bautismo La praxis bautismal de la lglesia: los dos bautismos 217

bautizado que, al ser un niño, no puede asumir ni dar una respues- y del bautismo de niños, ha comenzado a hablar del «bautismo di-
ta personal al gran don que Dios le ofrece por la Iglesia. ferido», es decir, de aquel bautismo que, en casos de ausencia de fe
o de nulas garantías de educación en la fe por parte de los padres y
la comunidad, se retrasa hasta el momento en que tales condiciones
3. Aplicación a la celebración y la vida se den. En un reciente documento publicado por la Sagrada Con-
gregación de la doctrina de la fe en 1980, Instrucción sobre el bau-
a) El bautismo de adultos como referencia tismo de los niños, se dice: «Si las garantías son insuficientes será
prudente retrasar el bautismo. Pero los pastores deberán mantener-
Es preciso recuperar en la Iglesia el valor del bautismo de adul- se en contacto con los padres, de tal manera que obtengan, si es po-
tos como punto de referencia para la autentificación del bautismo sible, las condiciones requeridas por parte de ellos para la celebra-
de niños. Aparte de que existan más o menos personas adultas que ción del bautismo. Finalmente, si tampoco se logra esta solución,
se bautizan, la Iglesia no puede perder de vista que la plenitud de se podrá proponer, como último recurso, la inscripción del niño
los aspectos bautismales se cumple sobre todo en el bautismo de con miras a un catecumenado en su época escolar» (números 30 y
adultos, y que esto implica su empeño total por hacer posible que 28, 2). Últimamente, el nuevo Código de derecho canónico tam-
también en el caso de los niños, en unas etapas posteriores, venga bién recoge esta posibilidad (canon 868, 2).
a cumplirse esta verdad y plenitud del sacramento.
Esto supone igualmente que tanto la Iglesia como las comuni-
dades deben apreciar la importancia del catecumenado para los que c) El bautismo en la edad escolar
se encuentran en proceso de iniciación, aunque hayan comenzado
por el bautismo. El catecumenado, de una u otra forma, sigue sien- Es aquel bautismo que, respondiendo a una situación y necesi-
do una pieza fundamental de la iniciación, en orden a posibilitar y dad real, así como a la posibilidad ofrecida por el RICA de un Ri-
crear las actitudes propias de una persona creyente, que acepta el tual de la iniciación para los niños en edad catequética (capítulo
gran don de Dios. V), propone un «proceso, relativamente largo, de unos dos o tres
Así lo reconoce el mismo Catecismo de la Iglesia católica de años, que conducirá a los niños a la plenitud de la fe, por la acep-
modo significativo: «Desde que el bautismo de niños vino a ser la tación del bautismo, la confirmación y la eucaristía». Las diferen-
forma habitual de celebración de este sacramento, esta se ha con- cias de este tipo de bautismo con los demás son: que se trata de una
vertido en un acto único que integra de manera muy abreviada las situación peculiar, la edad es diferente, y la capacidad subjetiva es
etapas previas a la iniciación cristiana. Por su naturaleza misma, el singular. No se trata ni de niños recién nacidos ni de adolescentes o
bautismo de niños exige un catecumenado posbautismal. No se jóvenes, ni de adultos, sino de «niños en edad escolar, de enseñan-
trata sólo de la necesidad de una instrucción posterior al bautismo, za primaria», capaces ya de pensar, creer y crecer en la fe cons-
sino del desarrollo necesario de la gracia bautismal en el creci- ciente, libre y responsablemente.
miento de la persona. Es el momento propio de la catequesis» ¿Qué se ofrece para estos niños? Un proceso, a poder ser en
( Catecismo de la Iglesia católica, 1231 ). grupo, acompañado de adultos: catequistas, padres, padrinos, testi-
gos, y siguiendo las diversas etapas
1) Etapa primera de «acogida por parte de la Iglesia de la peti-
b) La posibilidad de un bautismo «diferido» ción de bautismo», que tiene lugar después de haberse formado el
grupo, en el marco de una celebración adaptada.
La Iglesia es consciente de los problemas señalados. Por eso, 2) La segunda etapa es la de «entrada en el catecumenado», y
sobre todo desde hace unos años, además del bautismo de adultos supone que se ha progresado en el conocimiento de Cristo, y se es
218 El sacramento del bautismo La praxis bautismal de la Iglesia: los dos bautismos 219

capaz de iniciar su seguimiento para amarle y conocerle mejor. Tie- puestos a recibir tu·s, dones, merezcan la adopción de hijos y la en-
ne lugar en el marco de una celebración de la Palabra, en donde en- trada en la comumon de la Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor
tran la «signación» y la «entrega del libro de los evangelios». (Oración de bendición sobre los catecúmenos, Ritual de la inicia-
3) La tercera etapa es el «escrutinio», y se sitúa en el momen- ción cristiana de adultos, n. 122).
to en que la fe del niño ha madurado de forma significativa, pero
experimenta también las dificultades de la vida espiritual. La cele- b) La Tradición apostólica de Hipó lito (siglo III) es el primer
bración de la penitencia le indica que con la misericordia del Señor documento que nos transmite el proceso de catecumenado que se-
puede vencer estas dificultades. guían los primeros cristianos:
4) La cuarta etapa es la de la «celebración de los sacramentos Aquellos que se presentan por primera vez para escuchar la Palabra
de iniciación», que tiene lugar en el marco de la eucaristía, en la serán conducidos antes de nada ante los doctores, antes de que lle
que el niño participa por primera vez con la comunión. gue el r.ueblo, y se les preguntará acerca de la razón por la que quie-
ren vemr a la fe ... Se les preguntará sobre su estado de vida ... So-
bre su oficio Yprofesión. Los catecúmenos escucharán la palabra
4. Puntos para el estudio y la revisión durante tres años ...
Cuan?o el doctor ha cesado de dar la catequesis, los catecúmenos
rezaran aparte, separados de los fieles ...
a) Concreta y formula las diferencias entre el bautismo de Cuando se ha elegido a aquellos que van a recibir el bautismo1 se exa-
adultos y el bautismo de niños: situación, rito, actitud del sujeto ... mina de nuevo su vida: si han vivido honestamente durante el tiem-
b) Valora un «proceso catecumenal» que conozcas (por ejem- po del catecumenado; si han honrado a las viudas; si han visitado a
plo, el de adultos con motivo de la confirmación ... ), o que tú mis- los enfennos; si se han dedicado a toda suerte de obras buenas ...
mo has hecho, señalando los aspectos positivos y negativos que en- Cuan o s aproxime el día en que van a ser bautizados, el obispo
cuentras, y si realmente te ha servido para iniciarte cristianamente. exorcizara a cada uno de ellos para ver si es puro. Si alguno no es
c) Lee el número 14 del decreto Ad gentes del Vaticano II y se- bueno o puro, se le despedirá ... (Tradición apostólica, n. 15-20).
ñala las características fundamentales que se desprenden respecto
al catecumenado.
d) En caso de que puedas, mira el Ritual de la iniciación cris-
tiana de adultos, donde se expone el sentido y estructura del cate-
cumenado, y saca unas c;mclusiones.

5. Oración y meditación

a) El Ritual de la iniciación cristiana de adultos nos propone, no


sólo los ritos, sino también las etapas y grados que debe seguir quien
desea el bautismo, o quiere renovarlo. Una de las oraciones dice:
Oh Dios, que por tus santos profetas exhortaste a los que se acercan
a ti: «Lavaos y purificaos», y dispusiste por medio de Cristo la re-
generación espiritual; mira ahora a estos siervos tuyos (los catecú-
menos), que se disponen con diligencia al bautismo: bendíceles Yi
fiel a tus promesas, prepáralos y santificalos i para que, bien dis-
4

Bautismo e iniciación cristiana:


el futuro del bautismo

1. Encuentro con la vida

La Iglesia tiene el derecho y el deber de bautizar a los niños de


padres creyentes, siempre que se den las condiciones normales. Es-
te acto, lejos de ser una «costumbre sin trascendencia», adquiere
una importancia extraordinaria, por condicionar una forma de vida,
que deberá desarrollarse posteriormente.
Por muy normal que hayamos llegado a considerarlo, no deja de
llamar la atención el que para el sujeto concreto sea un acto decisi-
vo sin su decisión, un acto de libertad sin su libertad, un acto de fe
sin su fe, un compromiso para toda la vida sin capacidad de dispo-
ner de la vida ... No es de extrañar, por tanto, que a veces surjan las
preguntas ya consabidas: ¿por qué me bautizaron sin mi consenti-
miento? ¿Por qué me embarcaron en esta aventura sin mi voluntad?
Pero en estas preguntas es preciso distinguir una razón y una
sinrazón: hay una razón porque en definitiva es cierto que los otros
«juegan» de algún modo con mi libertad. Pero también hay una
sinrazón, si llevamos la pregunta al extremo, porque la vida misma
es un «juego» de libertades, en el que los demás tienen una parte
importante, de la que nadie puede prescindir. Siempre somos libres
en dependencia de la libertad de los demás, y en este caso, en de-
pendencia de la libertad de los padres creyentes, de la Iglesia que
busca nuestro bien.
No obstante, la pregunta radical por el bautismo creemos que
no radica en este planteamiento, sino en si hemos interpretado o no
adecuadamente el mismo significado y función del bautismo de ni-
ños. Es un hecho indiscutible que hasta hoy han predominado una
praxis pastoral y una mentalidad iniciatoria, según las cuales uno
222 El sacramento del bautismo Bautismo e iniciación cristiana: el Jiituro del bautismo 223

llegaba a ser «verdadero cristiano» por el hecho de haber recibido La iniciación es algo que abarca a la persona total, no a un solo
el bautismo y de haber celebrado la primera comunión. Con esto se estrato o_aspecto de la persona. El iniciado cristiano es aquel que
tenía todo lo que hay que tener para ser cristiano. Pero, ¿es real- ha cambiado su manera de ser, de pensar, de sentir, de estar en el
mente así? ¿Supone una correcta interpretación de estos momentos mundo ... desde Cristo y el evangelio. Para que esto suceda se re-
sacramentales? quieren unos medios adecuados que expresen y realicen tal inicia-
Creemos que no. Con esta mentalidad y praxis, atribuimos al ción, y una disposición y capacidad subjetivas que permitan esa
bautismo de niños una plenitud que no puede dar, le pedimos una realización en la persona concreta.
función que no puede cumplir, lo sacamos de su contexto y sus re- Es evidente que la «iniciación» no es algo propio de la Iglesia
ferencias, lo reducimos a un rito más o menos automático. Es pre- ni de la religión católica. Muchas religiones y culturas han tenido
ciso liberar al bautismo de niños de esta especie de «secuestro» o y tienen sus procesos iniciáticos. En todos los casos la iniciación
«instrumentalización». Y la única forma es situarlo en el interior de conlleva la existencia de un lenguaje iniciático, es decir, de unas
la iniciación cristiana, considerarlo como el gran momento de un expresiones y términos que sólo entienden los iniciados; la acep-
proceso, como el inicio de un camino para el encuentro libre y tación de un «rito de tránsito», por el que se significa el paso de
consciente en la fe. Esto supone, ni más ni menos, que la recupe- una situación a otra (de no iniciado a iniciado); la «duración pro-
ración del concepto de «iniciación cristiana». gramada», por lo que iniciarse y ser iniciado supone un proceso,
una espaciación y una progresividad, que dura más o menos; fi-
nalmente, toda iniciación implica una «regulación social», en
2. Profundización en el sentido cuanto que supone la intervención del grupo social que inicia y al
que se inicia, a tenor de lo establecido o regulado por el mismo
a) Concepto de iniciación cristiana grupo.
Pero en la religión cristiana, existen además unos elementos de
iniciación, que no se encuentran en otras religiones o culturas.
De una forma muy general puede decirse que «iniciación cris-
El primer elemento es el contenido mismo de la iniciación: el
tiana» es el conjunto de elementos, acciones, celebraciones o sa-
cristiano no se inicia a cualquier misterio, sino al misterio de Cris-
cramentos que ofrece la comunidad cristiana a los niños, en orden
to, ni a cualquier Dios, sino al Dios de Jesucristo; ni a cualquier ti-
a conducirlos a la fe y hacer de ellos verdaderos cristianos. La ini-
po de vida, sino a la vida nueva en el Espíritu ...
ciación cristiana no es un acto aislado, sino una totalidad de actos
El segundo elemento específico son las mediaciones y medios
coherentes y complementarios, por los que se persigue un mismo
de iniciación: en nuestro caso no es cualquier comunidad, sino la
objetivo: el conducir a la plenitud del ser cristiano. Estos actos pue-
comunidad de la Iglesia; ni es cualquier rito, sino los sacramentos
den ser muy diversos, tales como la evangelización, la educación
y aquellos signos determinados por la misma Iglesia ...
de la fe en familia, el encuentro con miembros de la comunidad, la Finalmente, es original la misma actitud que se pide a los suje-
catequesis, los ritos y celebraciones, la oración y el compromiso, tos, y que implica una conversión verdadera, una fe firme, una es-
los signos de entrega y acogida ... peranza probada, una caridad fraterna. Es decir, no una actitud má-
Para que haya verdadera iniciación se requiere que se dé un gica, sino creyente; no una actitud pasiva, sino activa.
«tránsito», un cambio de una situación vital a otra, de una actitud a La iniciación cristiana supone, por tanto, estas dimensiones,
otra, de una fonna de comportarse a otra. Es un cambio de ser y de que necesariamente deben cumplirse en aquellos a quienes se con-
vida, un cambio de identidad. A esto le llamamos conversión, lo sidera iniciados:
cual supone una transformación radical de la vida, que se produce
cuando se ha optado por Cristo y el evangelio por la comunidad - la dimensión teológica: en cuanto significa el don gratuito de
cristiana, por el amor fraterno, la justicia y el bien. la salvación de Dios, que nos es ofrecido, y nunca falla;
Bautismo e íniciución cristiana: e!Júturo del bautismo 225
224 El sacramento del bautismo

madurez cristiana. La primera eucaristía es lo que dice la expresión:


- la dimensión eclesiológica: que supone la mediación e inter- «pnmera». Es un momento sacramental eucarístico de iniciación
vención de la Iglesia, y al mismo tiempo la aceptación de esa Igle- que no debe exaltarse, sino más bien «relativizarse», en función de
sia como comunidad de vida por parte del sujeto; otros momentos anteriores y posteriores.
- la dimensión personal: que implica no sólo el que los demás
- En segundo lugar, la catequesis permanente: el bautismo de
me inician, sino también el que yo acepto personalmente la inicia-
niños reclama una catequesis posterior, una educación permanente
ción, con una acogida libre, consciente y responsable;
en la fo de la Iglesia, que comienza con la educación y el ejemplo de
- la dimensión sacramental: por la que se significa al mismo
vida cnstiana de los padres; sigue con la preparación a la primera
tiempo el don de Dios, la mediación de la Iglesia y la respuesta del
eucaristía; y debe continuarse a lo largo de todo el proceso inicia-
sujeto a través de un signo;
- la dimensión histórica: que indica cómo las anteriores dimen- torio. Para que se dé realmente la iniciación es tan necesaria la Pa-
labra como el sacramento. Y la catequesis sitúa en su verdadero
siones exigen un proceso histórico, que se realiza en una historia
personal, y para una historia concreta. puesto a la Palabra. Tendrá que ser, cierto, una catequesis adaptada
Si esto es así, es evidente que todas estas dimensiones no se dan de la que se responsabiliza la comunidad entera, sobre todo los pa-
(por imposibilidad personal-subjetiva) en el niño que se bautiza. El dres. Pero, de cualquier forma, es una catequesis inexcusable.
bautismo de niños puede considerarse como la parte fundamental o - En tercer lugar, el catecumenado: cuando la catequesis se
la más importante de la iniciación, pero no como la iniciación total. prolonga hasta la adolescencia inclusive, entonces es posible co-
El bautismo de niños no puede realizar plenamente la dimensión menzar a hablar de catecumenado. El catecumenado, antecedente o
eclesiológica, ni la personal, ni la histórica. Es, sí, el momento más consecuente al bautismo, es parte integrante de la iniciación cris-
significativo de la gratuidad del don, el principio desencadenante tiana, porque es la institución más apta en orden a posibilitar la rea-
de la iniciación, pero no la iniciación total. lización de las diversas dimensiones de la iniciación. No es tan im-
portante que dicho catecumenado pueda tener lugar antes o después
del bautismo. Lo importante es que tenga realmente lugar, y que
b) El bautismo en el conjunto de la iniciación cristiana por él, se creen las condiciones aptas para la plenitud cristiana te-
niendo en cuenta las circunstancias de los propios sujetos (cf. C a-
De lo anteriormente expuesto se deduce que el bautismo de ni- tecismo de la Iglesia católica, 1231 ).
ños es un comienzo legítimo y necesario de la iniciación, siempre - En cuarto lugar, la confirmación: el sacramento de la confir-
que se den las condiciones necesarias. Pero no puede considerarse mación ha de considerarse como un momento sacramental de la
como la totalidad de la.iniciación, sino como una parte fundamen- iniciación cristiana, íntimamente unido al bautismo, y también al
tal referida a otras partes también necesarias. ¿Cuáles son estas catecumenado. Lejos de ser considerado como un «sacramento de
partes o «piezas» también necesarias de la iniciación, y cómo hay la juventud», o como un «sacramento del apostolado», ha de ser
que interpretarlas? valorado como sacramento de y para la iniciación cristiana. Supo-
ne, en efecto, un avance y progreso en la adhesión a Cristo y a la
- En primer lugar, la primera eucaristía: se trata de otro mo- Iglesia, en la fe y el compromiso cristiano. Tiende, por lo mismo,
mento importante, junto con la catequesis y actos que comporta, en a llevar a su plenitud lo que se había incoado en el bautismo. Para
orden a la iniciación de los niños bautizados. Esta «primera euca- que sea así, nada más lógico que situar en el «antes» de ]a confir-
ristía o comunión» celebrada a la edad del uso de razón (entre 7-9 mación ese catecumenado de iniciación en el que hemos insistido
años) no puede considerarse, sin embargo, como el momento cul- anteriormente.
minante del proceso de iniciación, sino como el primer momento - Finalmente, la eucaristía en la comunidad adulta: también
de una pedagogía eucarística, en vistas a una participación plena en esta eucaristía que se celebra con la conciencia y responsabilidad
la eucaristía de la comunidad adulta, cuando se llegue a una mayor
226 El sacramento del bautismo Bautismo e iniciación cristiana: e/futuro del bautismo 227

del iniciado en la comunidad adulta de cada domingo, debe ser mientas y contenidos, en la adecuación de medios y posibilidades
considerada como parte integrante de la iniciación. Este carácter reales;
iniciatorio hay que atribuirlo de forma especial a la eucaristía que - el pluralismo pastoral y la aplicación a las circunstancias no
se celebra en la misma confirmación o después de la misma, ya puede suponer un subjetivismo abusivo, por el que tanto padres co-
que es en este momento cuando el sujeto expresa mejor su incor- mo ministros aplican a capricho los principios pastorales. Supone
poración plena a la comunidad, su pertenencia afectiva y efectiva, más bien un mínimo «acuerdo criterio lógico», por el que se actúa
su responsabilidad en las tareas de la comunidad ... Sin embargo, de forma coordinada y coherente.
este sentido renovador-memorial de la iniciación se mantiene para
todo cristiano a lo largo de la vida. Por eso también la eucaristía
dominical es el centro de la vida cristiana. b) Pastoral concreta del bautismo de niños

La pastoral concreta debe tener en cuenta los criterios que se


3. Aplicación a la celebración y la vida proponen en el mismo Ritual del bautismo de niños (n. 3-15): ¡) Ni
celebración indiscriminada, ni negación radical del sacramento, si-
a) Importancia de la pastoral del bautismo de niños no evangelización, catequesis y digna celebración; 2) acentuación
del puesto fundamental de la fe de los padres, así como de su res-
Todo cuanto hemos dicho no significa en absoluto una minus- ponsabilida ,tanto en el bautismo cuanto en la educación posterior;
valoración ni del bautismo de niños, ni de su pastoral. Al contrario, 3) com,prens10n del sacramento como un proceso que exige una pre-
significa una valoración adecuada, reconociendo su puesto y su parac10n y una contmmdad, para «completar su propia verdad»· 4)
importancia. La praxis del bautismo de niños tiene un fundamento distinción entre petición de bautismo, preparación necesaria, ac gi-
y unas razones positivas de tal peso, que no puede ponerse en du- da y aceptación definitiva del sacramento; 5) posibilidad de un re-
da, siempre que se realice en las condiciones requeridas. El pro- traso del sacramento para permitir una preparación por medio de
blema no es «bautismo de niños sí o no», sino «bautismo de niños enc ;ntros personales y comunitarios. O responsabilidad y partici-
en solitario o dentro de la iniciación cristiana». El bautismo de ni- pac10n de la comumdad entera en la preparación y celebración.
ños es el principio, y no el fin de la iniciación. Es la apertura del En la preparación deberían valorarse tres situaciones fundamen-
proceso, no el término del mismo. tales de los padres: la de los que piden el bautismo por primera vez
Es muy importante y decisivo el que este comienzo se propon- Ya los que se les ofrece una preparación fundamental según el plan
ga y realice en las mejores condiciones de autenticidad y celebra- previsto; la de los que piden el bautismo para un hijo, habiéndose
ción. Así como el fundamento es la garantía de la solidez de un edi- preparado ya para el de otros hijos anteriores, a los que habrá que
ficio, de igual modo una buena pastoral bautismal es la garantía de ofrecer una preparación más específica; y la de los que aceptan el
un buen proceso de iniciación. Para que así sea, es preciso tener en situar el bautismo en Pascua, comprometiéndose a participar en una
cuenta varios criterios fundamentales: preparación prolongada durante la cuaresma (especie de catecume-
nado bautismal para padres). De cualquier forma, lo importante es
- el bautismo de niños no se puede celebrar indiscriminada- que esta preparación se realice en las mejores condiciones.
mente, sino sólo en aquellos casos en que los padres y la comuni-
dad garanticen una verdadera educación en la fe de sus hijos, lo
cual supone un discernimiento necesario; 4. Puntos para el estudio y la revisión
- la pastoral del bautismo hay que plantearla no como una
«pastoral de exigencias», sino como una pastoral de «ofertas», que . a) Da un juicio sobre lo que se propone en este capítulo, y ex-
encuentra su propio aval y justificación en la seriedad de plantea- plica las razones de dicho juicio.
228 El sacramento del bautismo Bautismo e iniciación cristiana: eljilfuro del bautismo 229

b) Comenta el siguiente texto: Los niños pequeños son ofrecidos, en efecto, para recibir la gracia
espiritual, no tanto por parte de aquellos que los llevan en sus bra-
La fe y el bautismo son dos medios de salvación, y están unidos el
zos (si bien también por ellos, si son buenos fieles), cuanto por par-
uno al otro de forma indisociable. Porque si la fe encuentra su per-
te de la sociedad toda entera de la Iglesia: de sus santos y sus fieles.
fección en el bautismo, el bautismo a su vez se funda sobre la fe.
Es, pues, la Iglesia madre, que reside en sus santos toda entera, la
Los dos reciben su perfección de los mismos atributos divinos ... La
que realiza este acto, porque es toda entera la que engendra a todos
profesión de fe que conduce a la salvación viene primero, y el bau-
y cada uno (san Agustín, Epístola 98, 5).
tismo que sella nuestra adhesión viene después (san Basilio, De
¿Qué decir de los pequeños niños, si es que ellos están afectados por
Spiritu Sancto XII, 28: PG 32, 117).
el pecado de Adán? Son llevados a la Iglesia, y si bien no pueden co-
rrer por sí mismos, corren por las manos y los pies de los otros, a fin
c) Valora si se realiza lo que dice el RICA sobre lo que debe de ser curados; la Iglesia madre les presta los pies de los otros para
hacerse con los niños que desean bautizarse en edad catequética: que vengan, el corazón de los otros para que crean y la lengua de los
Su iniciación requiere ante todo la propia conversión, madurada otros para que confiesen la fe, de manera que así como están afecta-
progresivamente en cuanto lo permite su edad ... Por consiguiente, dos en su enfermedad por el pecado de otro, de igual manera ellos
su iniciación debe prolongarse, como la de los adultos, durante va- sean salvados por la confesión que otro hace en su favor (san Agus-
rios años, si es necesario, antes de que se acerquen a los sacramen- tín, Sermón 176, 2).
tos, y debe distribuirse en varios grados o etapas, y jalonarse con di-
versos ritos (Ritual de la iniciación cristiana de adultos, n. 307).

5. Oración y meditación

a) El Ritual del bautismo de niños insiste en la responsabilidad


de los padres y padrinos en la educación de la fe de sus hijos bau-
tizados:
Queridos padres y padrinos:
En el sacramento del bautismo, este niño que habéis presentado a la
Iglesia va a recibir, por el agua y el Espíritu santo, una nueva vida
que brota del amor de Dios.
Vosotros, por vuestra parte, debéis esforzaros en educarlo en la fe,
de tal manera que esta vida divina quede preservada del pecado y
crezca en él día a día.
Así, pues, si estáis dispuestos a aceptar esta obligación, recordando
vuestro propio bautismo, renunciad al pecado y confesad vuestra fe
en Cristo Jesús, que es la fe de la Iglesia, en la que va a ser bautiza-
do vuestro hijo (Amonestación del celebrante a los padres y padri-
nos antes de las renuncias y la profesión de fe, Ritual, n. 149).

b) San Agustín insiste también en la responsabilidad de la Igle-


sia entera, en cuya fe son bautizados los niños, y que como madre
debe amamantarlos en la fe:
5
Celebración del bautismo:
símbolos bautismales

1. Encuentro con la vida

Sucede con mucha frecuencia que los cristianos pedimos ritos y


no conocemos el sentido de los ritos; utilizamos símbolos y signos,
y desconocemos su lenguaje; celebramos sacramentos, e ignora-
mos su contenido. Este hecho es la prueba de que nuestra inicia-
ción a los símbolos, que forma parte de la iniciación cristiana, es
mediocre e incompleta.
El hombre es un «ser simbólico», y su vida puede definirse tam-
bién como un «vivir simbólico». Esta verdad alcanza su máxima
expresión en el campo de lo religioso, en las mediaciones por las
que nos comunicamos con el Trascendente, con Dios. Para expresar
nuestro sentido trascendente y sobrenatural de la vida no sólo nece-
sitamos de los símbolos, sino también de una adecuada lectura de
los mismos. Los símbolos religiosos tienen un lenguaje que es pre-
ciso entender y asumir, para que la comunicación con Dios sea ver-
dadera. Y para entender este lenguaje es necesaria la iniciación, son
necesarios los ojos de la fe que los hacen transparentes, es necesaria
la iluminación de Dios que por ellos nos revela su misterio.
La catequesis sobre los símbolos se hace así ineludible, de mane-
ra que por el lenguaje de los símbolos sea posible la comunicación
proftmda con Dios, desde la profundidad del mismo ser humano cre-
yente. Oímos a veces decir con excesiva facilidad: «los ritos o símbo-
los de la Iglesia no me dicen nada». Ante esto cabría hacer la siguien-
te pregunta: «Y tú, ¿puedes decir algo de los símbolos?». Es cierto
que los símbolos hablan por sí mismos, y siempre pueden decimos
más de lo que nosotros ponemos en ellos. Pero sólo podrán decir-
nos algo de verdad, cuando nosotros podemos decir algo de ellos.
232 El sacramento del bautismo
Ce!ehración del bautismo: simbo/os bautismales 233

La celebración del bautismo es de una riqueza simbólica im-


dando _los mandamientos de Dios, amen al Señor y al prójimo, co-
portante. No todos los ritos y símbolos son originales de la Iglesia.
mo Cnsto nos enseña en el evangelio?».
Pero todos tienen un sentido original que procede de Cristo y de la
Ante la respuesta positiva de los padres, el celebrante continúa
Iglesia, y que nos corresponde conocer a los cristianos.
expresando la alegría y la acogida de la comunidad, poniendo co-
mo signo de la misma la señal de la cruz: «La comunidad cristiana
os recibe con gran alegría. Yo en su nombre os signo con la señal
2. Profundización en el sentido
de Cristo Salvador. Y vosotros, padres y padrinos, haced también
sobre ellos la señal de la cruz».
a) Dinámica y partes de la celebración del bautismo
Estos ritos se hacían y se hacen cuando se trata de adultos al
Dice el Ritual en los Prenotandos que «el rito del bautismo principio del proceso catecumenal. Tratándose de niños, se ha en
consta de cuatro partes, íntimamente ordenadas entre sí, for- en el momento mismo del bautismo. Todo el acento se pone en los
mando una unidad de celebración con un rito progresivo, que «responsables» (padres-padrinos) y en la misma comunidad que
culmina en el sacramento propiamente dicho y que es necesario acepta el bautismo.
respetar, para que la misma dinámica de la celebración ayude a - Liturgia de la P labra: si Dios es, en definitiva, el actor prin-
.
los fieles a una fructuosa y activa participación». Estas partes cipal de la celebrac10n, el que ofrece la salvación y el perdón, el
son: el rito de acogida, la liturgia de la Palabra, la celebración que_ da sentido al mismo bautismo, es lógico que le escuchemos y
del sacramento o rito bautismal y los ritos conclusivos o de des- acoiamos su Palabra. Es la Palabra la que nos da el sentido de lo
pedida (n. 66-77). que hacemos, la que nos invita a dar una respuesta a la llamada y la
oferta de Dios. La liturgia de la Palabra consta de las lecturas de la
- Los ritos de acogida: quieren expresar la mutua acogida y la Escritura, la homilía, la oración de los fieles ...
recepción de los niños, así como la intención de los padres, padri- Para que alcance toda su eficacia con la colaboración del hom-
nos y de la misma Iglesia al llevarlos y acogerlos. «Esto se mani- bre, es preciso que sea cuidadosamente elegida, preparada y reali-
fiesta por medio de la signación en la frente de los niños, hecha zada, atendiendo a las necesidades de los fieles. En esta tarea sería
por los padres y por el celebrante». «Tanto la petición del bautis- de desear que participaran los mismos padres-padrinos, ya que es a
mo por los padres como la aceptación de las responsabilidades ellos a quienes va dirigida de modo especial. Lo pueden hacer, en
que lleva anejas deben aparecer como una verdadera profesión de concreto: eligiendo la lectura o lecturas bíblicas; proclamando al-
fe ante la comunidad reunida» (n. 67-68). g_una de ellas en la cekbración; escuchando la homilía del que pre-
En efecto, esto es lo que expresan los ritos y fórmulas de aco- side o mcluso participando de algún modo en ella; respondiendo
gida. La acogida y_recepción supone una presentación de los bauti- con los cantos, la meditación y el silencio; formulando la oración
zandos, y por eso se comienza preguntando a los padres-padrinos: de los fieles.
«¿Qué nombre habéis elegido para este niño?». La Palabra de la celebración quiere ser un comienzo compro-
Pero como se debe indicar también con claridad la intención que metido de una palabra que es preciso sembrar en el corazón de los
tienen al llevarlo a bautizar se les pregunta: «¿Qué pedís a la Igle- bautizados a lo largo del proceso de iniciación cristiana. Es la lla-
sia para N.?». mada a una tarea de evangelización y catequesis permanente en la
Expresado claramente el deseo o intención, el celebrante hace
que están empeñados los padres, padrinos y la comunidad entera.
conscientes a los padres de cuál es su responsabilidad y compro-
Lo que los catecúmenos hacían antes del bautismo, los niños deben
miso, pidiendo de ellos una profesión pública ante la comunidad.
hacerlo después del mismo.
Por eso, prosigue: «Al pedir el bautismo para vuestros hijos, ¿sa-
- La celebración del sacramento: el número 73 del Ritual dice
béis que os obligáis a educarlos en la fe, para que estos niños, guar-
claramente las partes de que consta:
234 El sacramento del bautismo Celebración del bautismo: símbolos bautismales 235

a) Una preparación próxima que consiste en la bendición del loma, la resurrección ... Pero ya a partir del siglo IV la costumbre
agua del bautismo, y en la renuncia a Satanás y profesión de fe. se extendió a toda la Iglesia, alcanzando un uso muy diverso du-
b) El rito de la ablución con el agua, que puede hacerse por in- rante la Edad Media y posteriormente. La cruz está en los objetos
mersión o por infusión, invocando a la Santísima Trinidad. y lugares sagrados, la llevan las personas y se hace en diversos mo-
c) Finalmente, los ritos complementarios: la crismación, por la mentos del día y de la vida, se emplea en las celebraciones y los
que se significa el sacerdocio real del bautizado y su agregación al distintos actos religiosos.
pueblo de Dios; la vestidura blanca; el cirio encendido; y si se de- La cruz primera es Cristo crucificado. Las demás cruces son
sea el rito del «effeta». el signo de una aceptación de la salvación de Cristo crucificado.
A través de estos ritos y símbolos sencillos se expresa y realiza El signo de la cruz, cuando es verdadero, indica consagración, po-
un gran acontecimiento, no sólo para el bautizado, sino también sesión, sello, aceptación, elección. Ya el Apocalipsis habla de los
para la comunidad entera. La comunidad eclesial, al mismo tiempo sellados y elegidos porque están bajo el signo de la cruz (Ap 7, 3).
que bautiza, se bautiza y renueva su propio bautismo. Cada uno de El bautismo es precisamente el momento primero y más expre-
los miembros que participa está llamado a vivir este acontecimien- sivo en que se traza la cruz sobre el bautizando, poniendo su vida
to personal y responsablemente, haciendo «hoy» por sí mismo, lo bajo la señal de la cruz, que es señal de victoria y salvación. Por
que en otro momento otros hicieron por él. eso dice el sacerdote en el caso del bautismo de adultos: «Recibe la
- Los ritos de despedida: se componen de una monición del cele- cruz en la frente: Cristo mismo te fortalece con la señal de su vic-
brante que preside pronunciada ante el altar, de la oración dominical o toria; aprende ahora a conocerle y a seguirle». No se trata de un ac-
padrenuestro, de la bendición de las madres, de los padres y asisten- to superficial o secundario, sino de un signo que indica consagra-
tes, y según costumbre de alguna oración o canto a la Virgen. Si con el ción y pertenencia, profesión de fe y salvación, compromiso y
traslado al altar se quiere significar que la iniciación deberá culminar tarea para el futuro. Con la cruz somos acogidos, en el signo de la
en la eucaristía, con el rezo del padrenuestro se indica que los bauti- cruz somos ungidos y bautizados, con el signo de la cruz debemos
zados se llaman y son hijos de Dios por lo que pueden llamarle «Pa- crecer en la vida cristiana, por la cruz nos abrimos a la esperanza
dre». Por la bendición especial se expresa la tarea y responsabilidad de de la vida eterna cuando morimos ...
los padres, en primer lugar, y también de la comunidad cristiana. - El agua bautismal. El agua es un símbolo común con varie-
Son ritos que responden al comportamiento normal del encuen- dad de significados: sacia la sed, refresca, limpia, hace fructificar
tro y celebración entre los hombres, pero que para los cristianos la tierra. El agua y los «baños lustrales» no son exclusivos de la
tienen una expresión y un sentido nuevos. Al buen deseo se une el Iglesia, como tampoco lo es el bautismo en cuanto baño de agua.
compromiso; al don recibido, la necesidad de respuesta; al comien- El agua es un símbolo que las diversas religiones han empleado so-
zo, la tarea de continuación para el perfeccionamiento. bre todo para indicar la purificación: los indios con sus baños en el
Ganges, los egipcios en el Nilo, los judíos en el Jordán ...
Pero para los cristianos el agua es un símbolo con un significa-
b) Los símbolos de la celebración y su sentido do especial: el de la salvación obrada por Dios a lo largo de los si-
glos, y llegada a su punto culminante en Cristo. Desde el principio
- La cruz y la señal de la cruz. La cruz es el símbolo funda- Dios, por un acto creador, ordena las aguas primordiales y comien-
mental de los cristianos, porque representa el acontecimiento fun- za la historia de la salvación (Gn 1). En el diluvio el agua es medio
damental de la historia de la salvación y de la vida de Cristo, así y símbolo de salvación o de muerte: la familia de Noé se salva, los
como el centro de sentido de la fe cristiana. demás mueren (Gn 6, lss; 1 Pe 3, 18ss). Por el paso del mar Rojo
Los primeros cristianos no utilizaron mucho el símbolo de la Dios libera a su pueblo de la esclavitud y castiga a los egipcios, vi-
cruz, sino más bien los símbolos del pastor, el pez, el ancla, la pa- niendo a ser el mar Rojo el símbolo de la Pascua (Ex 13-15). Juan
236 1:;1 sacramento del bautismo Celebración del bautismo: simbo/os bautismales 237

Bautista bautiza en el Jordán para significar la conversión y la sal- gación a la comunidad de la Iglesia. Siempre se trata de una libera-
vación que llega con Cristo (Me l, 1-8; Le 3, 1-17). Y el mismo ción para una nueva vida en Cristo y el Espíritu, dentro de la co-
Cristo se bautiza en el Jordán indicando que la salvación ha llega- munidad cristiana.
do como anunciaba Juan, al mismo tiempo que anuncia un nuevo - La luz y la vestidura blanca. El símbolo de las «tinieblas y la
bautismo en el «agua y el Espíritu» (Mt 3, 13-17; Le 3, 21-22; Jn 3, luz» es común a las diversas religiones y culturas. También el Anti-
1-33). Más aún, Jesús mismo dice que él es el «agua viva» en el guo Testamento emplea este símbolo, siendo uno de los momentos
diálogo con la Samaritana (Jn 7, 37-38), declara su muerte como más significativos el de la columna de fuego en el desierto (Ex 19,
un verdadero bautismo (Le 12, 50), y del costado de Cristo clavado 16ss). En el Nuevo Testamento será Juan el que más emplee el sim-
en la cruz «brotará agua y sangre» (Jn 19, 34). Por su parte Pablo bolismo de la luz y las tinieblas. Cristo es la luz verdadera que ilu-
afirmará que por el agua del bautismo el cristiano participa de la mina a todo hombre que viene a este mundo (Jn 1, 9). Él es la luz del
muerte y resurrección de Cristo, es con-sepultado y con-resucitado mundo, y el que le sigue no anda en tinieblas (Jn 8, 12) ... Y también
(Rom 6, 3; Col 2, 12). Evidentemente Pablo piensa en el símbolo los cristianos han sido llamados a ser «hijos de la luz», a ser «luz del
de la «inmersión» por el que el bautizado se mete y sale del agua. mundo que brilla ante los hombres» (Mt 5, 14-16; Ef 5, 8).
El agua es, por tanto, un símbolo común, pero un símbolo ori- No es, pues, extraño que la comunidad primitiva diera pronto a
ginal para el cristiano. Toda una historia salvífica, todo un misterio Cristo resucitado el nombre de «Sol iustitiae», o llamara al día de
de amor de Dios al hombre se actualiza y realiza por este signo, pascua de resurrección el «día de la luz, el día del sol» (Justino).
que al mismo tiempo es purificación y muerte, resurrección y vida, Más aún, a lo largo del año litúrgico hay una noche que destaca por
seno materno y nacimiento a la nueva vida, principio y meta de la este simbolismo: es la vigilia pascual. En ella el pueblo congrega-
vida cristiana. do enciende el fuego nuevo, y del fuego nuevo se enciende el cirio
- La unción y la crismación bautismales. Las unciones han si- pascual, que es símbolo de la resurrección, como creación nueva
do frecuentes en las diversas religiones, y de forma especial en Is- de todas las cosas en Cristo. Por eso se canta: «Oh luz gozosa ... ».
rael, donde tenía un uso muy diverso: era signo de alegría y acogi- Y es justamente la vigilia pascual el momento privilegiado des-
da u hospitalidad; se utilizaba para ungir a los reyes, profetas, de siempre para el bautismo, para la iniciación de los que habían
sacerdotes; se aplicaba a la consagración de objetos sagrados; y se seguido el largo catecumenado. Por eso, ya desde antiguo se co-
empleaba también en el caso de enfermedad. menzó a utilizar en el bautismo este símbolo del cirio, como sím-
El Mesías es llamado así indicando que él es el «Ungido». Y los bolo de la luz y de la vida, de la resurrección y de la iluminación
evangelios testifican que Jesús de Nazaret es precisamente ese Me- pascual de la que participan los recién bautizados. Este símbolo de
sías, el «Cristo», el «Ungido» (Is 61, 1-2; Le 4, 16-22). la luz explicita el símbolo central del agua.
Pablo, por su parte, afirmará que los cristianos somos también Lo mismo sucede con el símbolo de la «vestidura blanca». Pa-
los «ungidos»: «Y es Dios el que nos conforta juntamente con vo- blo explicaba el bautismo diciendo «Los que incorporados a Cris-
sotros en Cristo y el que nos ungió y el que nos marcó con su sello to por el bautismo, os habéis revestido de Cristo» (Gal 3, 27). Muy
y nos dio su Espíritu como prenda de salvación» (2 Cor 1, 21-22). pronto los cristianos comenzaron a expresar mediante un símbolo
Desde esta tradición la Iglesia comenzaría a utilizar el símbolo lo que se afirmaba como contenido. Así, después del bautismo los
de la unción en los ritos bautismales, como nos refieren los diver- bautizados vestían una túnica o alba blanca, como signo de la nue-
sos testimonios. En el bautismo hay diversas unciones: la prebau- va vida recibida. Este alba la llevaban durante toda la semana de
tismal que acompaña a la oración de exorcismo, y viene a signifi- pascua, de donde viene el nombre de la «octava in albis»; era el
car la liberación del poder del mal para venir a ser poseídos por signo distintivo de su nuevo nacimiento ante la comunidad. Al fi-
Cristo y el Espíritu (Ritual, n. 119); y la posbautismal o unción con nal de la octava, el llamado domingo «in albis» tenía lugar el aban-
el crisma, que significa el sacerdocio real del bautizado y la agre- dono del alba o «depositio albarum», por lo que se significaba que,
El sacramento del bautismo Celebración del bautismo: slmbolos bautismales 239
238

después de recibida la catequesis mistagógica y de la experiencia nisterio especial en la Iglesia: catequista, encargado de la caridad;
celebrativa, podían considerarse como plenamente integrados en la en las celebraciones más frecuentes de la eucaristía dominical, y
comunidad ... Este simbolismo pasó también al bautismo de niños también de la penitencia ...
y, si bien no se puede realizar de igual manera, sigue manteniendo
su valor significante.
4. Puntos para el estudio y la revisión

3. Aplicación a la celebración y la vida a) ¿Piensas que los padres que bautizan a sus hijos conocen el
sentido de los símbolos y los ritos bautismales? ¿Qué medios se
a) Preparación y celebración del bautismo podrían poner para que dicho sentido se comprenda y permanezca
vivo tanto en los padres como en la comunidad, incluso después del
Las cosas importantes no dejan nunca de prepararse. Y el bau- bautismo?
tismo es algo sumamente importante para los cristianos. La cele- b) Lee los textos siguientes, y señala cuáles son los que más
bración es el momento simbólico más denso e importante de todo iluminan el sentido de los símbolos bautismales: Rom 6, 3-5; 8,
el proceso bautismal. Por él comienza una nueva vida cristiana, y la 28-32; 1 Cor 12, 12-13; Gal 3, 26-27; Ef 4, 1-6; 1 Pe 2, 4-5; 1 Pe
comunidad crece y se edifica. 2, 9-10; Jn 3, 1-6; 4, 5-14.
La tarea de preparación compete a todas las personas responsa- c) Comenta el canon siguiente:
bles que de algún modo participan: los catequistas, el encargado de Se ha de preparar la celebración del bautismo ... Los padres del ni-
la preparación, los padres y padrinos, el sacerdote ... Se trata de ño que va a ser bautizado, y así mismo quienes asumirán las fun-
buscar que los símbolos sean elocuentes para todos, que sean com- ciones de padrinos, han de ser convenientemente ilustrados sobre el
prendidos y vividos aceptando su misterio y su mensaje. Y esto só- significado de este sacramento y las obligaciones que lleva consigo;
lo se logra si se han explicado, si se realizan con dignidad y verdad, y debe procurar el párroco, personalmente o por medio de otras per-
si se tiene la actitud adecuada para asumir su contenido. sonas, que los padres sean oportunamente instruidos con exhorta-
ciones pastorales e incluso con oraciones en común, reuniendo a
varias familias, y visitándolas donde sea posible hacerlo (Código de
b) La renovación del bautismo derecho canónico, canon 851).

El bautismo no es algo para olvidar, sino para vivir de modo


permanente. Es lo que dicen los Prenotandos del Ritual: «Si el bau- 5. Oración y meditación
tismo constituye el fündamento de la vida cristiana, justo es que
sea evocado frecuentemente y que sea actualizado, sobre todo en a) El Liber Ordinum viene a ser como el ritual más importante
momentos y circunstancias en las que la vida cristiana crece o se que se utilizó en Hispania, entre los siglos VII-XI. Era la llamada
afianza o se cualifica con una vocación particular dentro del pue- «liturgia visigótica» o menor «hispánica». Recogemos la fórmula
blo de Dios» (Ritual, n. 104). de bendición, donde aparecen varios símbolos:
Los momentos de renovación del bautismo son: cuando tienen Realizadas estas cosas, se acerca el sacerdote a la fuente bautismal,
lugar otras celebraciones importantes de la iniciación, como la pri- sopla tres veces sobre la fuente o sobre el lugar donde va a ser bau-
mera eucaristía y penitencia, la confirmación; la cuaresma y sobre tizado el niño, mientras recita el siguiente exorcismo, vuelto su ros-
todo la celebración anual de la Pascua, especialmente en la vigilia tro hacia occidente: Apártate, espíritu inmundo .. , Después pronun-
pascual; el momento en que un cristiano asume un servicio o mi- cia la bendición ... Seguidamente el sacerdote hace la cruz con el
240 El sacramento del bautismo

óleo en la fuente o en el lugar del bautismo diciendo: En el nombre


del Padre y del Hijo y del Espídtu Santo, Dios que reina por los si-
glos de los siglos (Líber Ordinum, col. 24. Texto de la antigua litur-
gia hispánica).

b) El Catecismo de la Iglesia Católica explica así el rito del ba-


ño de agua:
Sigue entonces el rito esencial del sacramento: el bautismo propia-
mente dicho, que significa y realiza la muerte al pecado y la entra-
da en la vida de la Santísima Trinidad, a través de la configuración
con el misterio pascual de Cristo. El bautismo es realizado de la
manera más significativa mediante la triple inmersión en el agua
bautismal. Pero desde la antigüedad puede ser también conferido
derramando tres veces agua sobre la cabeza del candidato ( Catecis-
mo de la Iglesia católica, 1239).

e) Cuando se impone la vestidura blanca dice el que preside:


N. y N., sois ya nueva creatura y habéis sido revestidos de Cristo.
Esta vestidura blanca sea signo de vuestra dignidad de cristianos.
Ayudados por la palabra y el ejemplo de los vuestros, conservadla
sin mancha hasta la vida eterna.
En el momento de la entrega del cirio, se dice: «A vosotros, padres
y padrinos, se confia acrecentar esta luz. Que vuestros hijos, ilumi-
nados por Cristo, caminen siempre como hijos de la luz. Y perseve-
rando en la fe, puedan salir con todos los santos al encuentro del
Señor» (Ritual del bautismo de niños).

EL SACRAMENTO DE LA
CONFIRMACIÓN
1
Origen y vicisitudes del sacramento
de la confirmación

1. Encuentro con la vida

La confirmación fue durante mucho tiempo un sacramento ol-


vidado y marginado, que se celebraba más bien de forma masiva
cuando llegaba la visita pastoral del obispo, por regla general con
niños llegados al uso de razón.
Hoy se ha pasado del olvido a la relevancia del sacramento. Las
circunstancias históricas y eclesiales han hecho que se produzca un
deslizamiento sacramental, un cambio de acento importante. Si has-
ta no hace mucho se puso el acento en el bautismo, o en la primera
comunión, hoy se pone en la confirmación. Y no precisamente por
una justa revalorización de sus aspectos de contenido, sino por el mo-
mento en que se la sitúa (adolescencia), por la preparación que se exi-
ge (larga catequesis o catecumenado ), por la importancia que se da a
los compromisos que se derivan (cristianos activos), por el impacto
que produce para el resto de la vida (decisión cristiana más madura).
Junto a este fenómeno, se dan unas razones de fondo que están
motivando este acento en la confirmación, y que deben ser consi-
deradas conjuntamente. Tales son, por ejemplo, el que se busca
cumplir en la confirmación lo que no pudo cumplirse en el bautis-
mo de niños; la necesidad de una oferta adecuada para la juventud
en esta edad, que apoye y haga posible su opción cristiana; las mis-
mas posibilidades que ofrece la confirmación al ser un sacramen-
to no tan sometido a condicionamientos sociológicos como el bau-
tismo, o primera comunión; la misma renovación de planteamiento
que ha supuesto la enseñanza y el Ritual del Vaticano II.
Probablemente, se está cayendo hoy en algunas «deformacio-
nes» reales del sacramento, al insistir en unos aspectos determina-
El sacramento de fa confirmación Orígen y vicisitudes del sacramenLo de la confirmación 245
244

dos y marginar otros, al perder de vista los fundamentos de una op- Cristo cumple su promesa de enviar el Espíritu de una triple forma:
ción y la identidad del sacramento, en pro de una respuesta a pro- teofánica o más visible, por medio de signos extraordinarios, como
blemas inmediatos. Por eso será preciso plantear las cosas con ri- sucede en Pentecostés (Hch 2, l-42);personal o más invisible, por la
gor y con distancia crítica. fe y el amor de la vida ordinaria, como sucede en quienes viven «en
Cristo» y «en el Espíritu» (Jn 14, 16.24; Col 2-3; Rom 8, 8-1 O; Gal 2,
20); y sacramental o más simbólica, a través de signos concretos, co-
2. Profundización en el sentido mo sucede con el bautismo o con la imposición de manos (Hch 2, 38-
39; Me 1, 8; Jn 3, 5; Hch 8, 14-17; 19, 1-6). De aquí no podrá dedu-
Sabemos que las raíces de nuestro hoy se encuentran en el ayer. cirse sino que la comunidad creyente necesita expresar el don del
No nos hemos inventado ahora el sacramento de la confirmación. Espíritu de Cristo a través de formas visibles y externas, una de las
Su origen está en la misma economía del Espíritu a lo largo de la cuales es la sacramental. De hecho, esta forma sacramental aparece
Historia de la salvación, y sobre todo en el misterio Pascual y en la diferenciada en doble signo: baño de agua e imposición de manos.
promesa de Cristo. El Espíritu prometido y enviado por Cristo ne- Pero, ¿se trata de signos separados o de signos unidos? ¿Se refieren
cesita de una historización o sacramentalización, que nos lo haga los dos a la misma realidad o a realidades distintas?
accesible y cercano a quienes necesitamos de signos externos. Pues Parece claro que ambos ritos son para el don del Espíritu, si bien
bien, la primera historización del Espíritu es la Iglesia, cuerpo que con una diferencia: mientras el bautismo de agua es además para el
tiene por «alma» al Espíritu. También los sacramentos son una vi- perdón de los pecados, el nuevo nacimiento, la participación en la
sibilización del Espíritu, ya que en ellos actúa y se da el mismo Es- muerte y la resurrección de Cristo, y la incorporación a la comuni-
píritu. Pero sobre todo hay un sacramento que hace visible, que ac- dad (Hch 2, 38; Rom 6, 1-11; Col 3, 9-10; Jn 3, 3-5; 1 Cor 12, 4-11;
tualiza al mismo tiempo el Espíritu y el acontecimiento pentecostal Hch 2, 41 ); la imposición de manos es sólo para expresar la plenitud
por el que se da: es la confirmación. La confirmación es necesaria, del don pentecostal y la total comunión con la Iglesia de los apósto-
porque es necesario que se exprese de forma concreta y sacramen- les. En cuanto a la unidad o separación de los ritos está claro que el
tal el don del Espíritu pentecostal, así como es necesario el bautis- bautismo de agua e imposición de manos son dos ritos distintos, pe-
mo para que se exprese sacramentalmente el misterio pascual de la ro no dos ritos separados. En ambos casos se habla del don del Es-
muerte-resurrección de Cristo de forma simbólica adecuada. píritu, pero no corno algo distinto, sino como algo único, progresivo,
Este es el origen radical del sacramento de la confirmación. Pe- y diversamente significado. El objetivo es siempre el mismo: la ple-
ro ¿qué datos nos ofrece la Escritura sobre el mismo? ¿Cómo se ha na participación en el misterio de Cristo, y la total incorporación a la
configurado a lo largo de la historia? ¿Cuál ha sido el proceso de comunión de la Iglesia; el paso del hombre viejo al hombre nuevo, o
explicitación que del sacramento ha hecho la misma Iglesia? la iniciación bautismal cristiana. Y para que este paso o iniciación se
dé, son necesarios estos elementos, como parece indicarse en el ca-
pítulo segundo de los Hechos: la predicación o anuncio-la conver-
a) los datos sobre la confirmación en la Escritura sión y la fe-el bautismo de agua y la imposición de manos-la frac-
ción del pan y la comunión fraterna (Hch 2, 38-41).
El Nuevo Testamento no habla de «iniciación cristiana» ni de
«confirmación». Pero sí ofrece elementos, que serán punto de parti-
da para 1ma posterior clarificación y desarrollo. En primer lugar, ve- b) De la unidad a la separación
mos que el Espíritu prometido por Cristo (cf. Jn 14-17; Le 24, 49;
Hch 1, 8) es enviado a los apóstoles, a la comunidad de los creyentes, En la primera tradición de la Iglesia, hasta el siglo V, la inicia-
e incluso a todas las gentes (Jn 20, 22-23; Hch 2, 1-42; 10, 44-48). ción cristiana viene a identificarse y configurarse de modo más
246 El sacramento de la confirmación Origen y vicisitudes del sacramento de la confirmación 247

preciso. Se entiende como un proceso unitario, cuyos elementos glo XI, imponiéndose más tarde la edad de uso de razón); confir-
más importantes son los siguientes: el catecumenado, los ritos bau- mación cuando el obispo visitaba las comunidades (a todo tipo de
tismales (unción, baño de agua, ritos posbautismales de imposición edad prácticamente); participación en la eucaristía de la comuni-
de manos, crismación o signación, participación en la eucaristía), dad adulta (que sucedía antes de la confirmación, si la visita del
la experiencia celebrativa y el encuentro con la comunidad (mysta- obispo se retrasaba).
gogia). La finalidad de este proceso iniciático es triple: la conver- Esta evolución y cambios nos llevan a las siguientes conclusio-
sión y la fe personal por la palabra catequética y el rito; la incor- nes en lo que se refiere a la confirmación:
poración plena a la vida y a la comunión eclesial. La unidad de los - Al principio no aparece la «confirmación», ni como un rito
diversos elementos iniciatorios se pone de relieve no sólo porque el «separado y distinto», ni como un sacramento de caracteres defini-
único ministro (hasta el siglo IV) suele ser el obispo, y porque la dos junto al bautismo, sino como una parte de la totalidad iniciatoria.
celebración en que tiene lugar es única (vigilia pascual), sino tam- - Casi todas las liturgias, tanto orientales como occidentales,
bién porque los diversos ritos se entienden y explican en mutua re- testifican de uno u otro rito posbautismal (unción con el myron,
ferencia dinámica, como partes integrantes de una totalidad. Tal imposición de la mano, crismación, signación ... ), al que se une de
unidad será teóricamente defendida y ritualmente expresada inclu- modo especial el don del Espíritu.
so hasta la Edad Media, en caso de que fuera el obispo el que rea- - La función de estos ritos posbautismales viene a ser explici-
lizaba la iniciación en fechas como la vigilia pascual o Pentecostés. tativa de la misma gracia bautismal, y por eso se les atribuye un ca-
Pero de hecho esta unidad ya se rompe en la mayoría de los casos a rácter terminal, conclusivo, «perfectivo».
partir del siglo V, con excepción de las Iglesias orientales y en par- - Sólo en tiempos de la separación ritual vendrá a calificarse a
te de la Iglesia hispánica. los ritos posbautismalcs de «confirmatio», y a la acción del obis-
Las razones por las que se llega a la ruptura de la unidad de la po de «confirmare», siendo la reflexión teológica posterior la que
iniciación, y a la separación de los ritos posbautismales del con- reconocerá en estos ritos los caracteres propios de un verdadero
junto iniciático pueden resumirse así: por un lado, la conversión en sacramento.
masa de muchos paganos, la generalización del bautismo de niños
considerado como necesario, la multiplicación de las comunidades
en áreas extensas y alejadas de la ciudad, creando nuevas necesida- c) Del olvido a la renovación
des pastorales y exigiendo una nueva praxis; por otro lado, el que
los presbíteros vinieran a asumir la función de presidencia dentro Una vez separados los ritos de la iniciación, la confirmación
de la comunidad concreta, así como diversas funciones sacramen- entró en un período de cierto aislamiento respecto a los otros ele-
tales en otro tiempo reservadas al obispo (v. gr. bautismo de niños), mentos de la iniciación, y de un cierto olvido en el conjunto de la
junto con la reivindicación episcopal de intervenir en la iniciación vida eclesial. Es cierto que durante la Edad Media se produce un
cristiana, reservándose el rito posbautismal para el don del Espíri- gran esfuerzo por crear un ritual y una teología propios para la con-
tu o «confirmatio», de modo que se garantizara la unidad y comu- firmación. La unción crisma] y la imposición de manos vienen a
nión eclesial, condujeron a una inevitable separación ritual y cro- considerarse como elementos constitutivos del signo sacramental.
nológica de los ritos de la iniciación. Junto a estos ritos, se elaboran oraciones y fórmulas, y vienen a
Debido a esto nacerá una nueva ordenación práctica de la ini- imponerse otros ritos de menor importancia, como el clásico sopa-
ciación que, en el caso de los niños, se realizará así: bautismo por po en la mejilla ... Y no menos cierto es que durante esta época los
el sacerdote o diácono al poco tiempo de nacer (las fechas más se- autores escolásticos, como Pedro Lombardo, santo Tomás, etc., ha-
ñaladas eran Pascua y Pentecostés); comunión a los bautizados ba- cen un esfuerzo por elaborar una teología para la confirmación, a
jo la especie de vino (costumbre que vino a desaparecer hacia el si- la que definen en líneas generales como «el sacramento que au-
Origen y vicisitudes del sacramento de la confirmación 249
248 El sacramento de la confirmación
dades pastorales, siempre manteniendo la relación con respecto a
menta la gracia en el cristiano bautizado, y le da la fuerza para lu- los otros sacramentos de la iniciación.
char valientemente contra los enemigos internos y externos de la
Responsabilidad y participación de la comunidad: la confir-
fe, y para confesar abiertamente el nombre de Cristo, siendo mar-
mación es asunto de la comunidad, le afecta y la compromete; por
cados por el carácter del sacramento los cristianos que lo reciben
eso debe participar en la preparación y celebración.
de una vez para siempre».
- Clarificación de ministerios: se aclara cuál es la función del
Pero más tarde, a partir del siglo XIV la confirmación fue un sa-
obispo o de su delegado, de los padrinos y padres, de los catequis-
cramento olvidado y sin relieve. Su puesto en la vida de la Iglesia
tas, de la comunidad entera.
era insignificante. Algunos obispos apenas se preocupaban de con-
firmar o lo hacían en las iglesias catedrales, preocupándose más del
boato externo que de la instrucción de los fieles. En cuanto a los
3. Aplicación a la celebración y la vida
fieles, muchos no habían oído hablar nunca de la confirmación, o
eran confirmados a edad muy avanzada, o incluso morían sin haber
a) Ni marginar ni exaltar
recibido el sacramento ... Cierto que también en esta época hubo
voces de alarma, y Trento se preocupó de renovar la pastoral y pre-
paración al sacramento, y nacieron diversos catecismos para la ilus- Como puede verse, las vicisitudes de la confirmación son im-
tración del clero y de los fieles ... Pero la verdad es que el sacra- portantes. A través de todas ellas debemos discernir entre lo que es
mento no tenía gran relevancia en la Iglesia. Que uno se bautizara importante y lo que es más secundario. Se trata de redescubrir, con
o no, hubiera hecho o no la primera comunión se consideraba im- rigor, la identidad del sacramento, por encima de las interpretacio-
portante, y ni siquiera se «consentía». Pero si uno no se había con- nes más o menos personalistas que pueden existir.
firmado, no pasaba nada, a no ser desde un punto de vista canónico. Para ello deben evitarse los dos extremos: el olvido y la exalta-
Así las cosas, el Vaticano II supuso un momento de renovación ción. La confirmación no debe olvidarse, no debe considerarse co-
importante, por lo que afirmaba y pedía en el Concilio que se re- mo un sacramento para los «perfectos», no debe pensarse que «da
novara este sacramento, lo que sobre todo se hizo por la publica- igual el que se confirmen muchos o pocos» ... Esto supone un nue-
ción del nuevo Ritual de la Confirmación el 17 de septiembre de vo olvido en el que hoy podemos caer, con pretensiones de perfec-
1971: «Ordo Confirmationis». A grandes rasgos, podemos decir cionamiento. Pero, al mismo tiempo, también hay que decir que la
que las características generales del Ritual son las siguientes: confirmación no debe exaltarse, y menos como sacramento aislado
o en solitario. Cada uno de sus aspectos se comprende en compa-
- Revisión y renovación del rito: se propone una nueva fór- ración con los otros. Su sentido y función se aprecia mejor relacio-
mula, se determina mejor la esencia del signo y se renuevan las nándola siempre con los otros sacramentos y elementos del proce-
oraciones. so global de la iniciación cristiana: bautismo, educación familiar,
- Unidad dinámica sacramental: se entiende la confirmación en primera eucaristía, catequesis permanente, eucaristía en la comu-
conexión con el bautismo y la eucaristía, formando parte del «gran nidad adulta y compromiso en la misión.
sacramento de la iniciación cristiana».
- Evangelización, catequesis, rito: se insiste en la necesidad de
evangelización y de catequesis para aquellos que piden el sacra- b) La confirmación, un sacramento especial
mento, de modo que la fe crezca, el bautismo se perfeccione, y au-
mente la adhesión a Cristo y a la Iglesia. Decimos esto porque la confirmación es el resultado de un pro-
- Posibilidad de retraso: también se dice que, aunque la norma ceso de explicitación especial en la Iglesia, a partir de los datos del
que ha existido era la de confirmar a la edad de la confirmación, es Nuevo Testamento. No se encuentra en el Nuevo Testamento ni en
posible retrasarla a una edad más madura, atendiendo a las necesi-
250 El sacramento de la confirmación Origen y vicisitudes del sacramento de la conjihnación 251

la Tradición unas afirmaciones tan claras sobre la confirmación co- myron sea una cosa ordinaria. Así como el pan de la eucaristía, des-
mo, por ejemplo, sobre el bautismo o la eucaristía ... Por otra parte, pués de la invocación del Espíritu santo, no es un pan ordinario, si-
la confirmación es un sacramento en plena conexión y hasta depen- no el cuerpo de Cristo, de igual modo este santo myron no es ya al-
dencia del bautismo, lo cual tampoco sucede de forma semejante en go ordinario después de la epíclesis. El Espíritu santo lo ha hécho
eficaz gracias a la presencia de su divinidad. Simbólicamente eres
otros sacramentos. u gido en la frente y en los sentidos. Pero mientras el cuerpo es un-
Sin embargo, hay que afirmar que el hecho de que la Iglesia ha- gido e? un ? l amo visible, .e el alma la que queda santificada por
ya venido a llamar a los ritos posbautismales «confirmación», y a el Espmtu v1v1f1cante (san Cmlo de Jerusalén, Catequesis mistagó-
esta la califique y considere como sacramento, es una evolución le- gicas III, 3).
gítima, en orden a la explicitación total del misterio de Pascua y del
mismo contenido bautismal, cuyo origen está en Cristo. El signo y Las oraciones del Ritual de la confirmación expresan muy bien
el contenido los explicita la Iglesia no sólo desde los datos explíci- .
como por el sacramento participamos del Espíritu de pentecostés:
tos de la Escritura, sino también desde una coherencia de desarrollo Cumple, Señor, en nosotros tu promesa:
con los diversos elementos que integran el signo sacramental. derrama tu Espíritu santo,
para que nos haga ante el mundo
testigos valientes del evangelio de Jesucristo.
4. Puntos para el estudio y la revisión Que contigo vive y reina.
(Oración colecta del nuevo Ritual de Confirmación, n. 23)
a) ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de esta evolu-
ción histórica? ¿Qué consecuencias sacas de ello?
b) Lee el texto de Hechos 8, 14-17 y compáralo con el de He-
chos 19, 1-6, comentando brevemente su sentido.
c) En el Ritual de la confirmación se encuentra un documento
introductorio importante, que habla sobre la evolución del sacra-
mento, promulgado por Pablo VI. Se llama: Constitución apostóli-
ca Divinae consortium naturae. Procura leerlo, subrayando lo más
importante que encuentres.

5. Oración y meditación

San Cirilo de Jerusalén, un padre oriental del siglo IV, nos


transmite unas catequesis que se daban a los ya bautizados, expli-
cando los ritos bautismales (llamadas «catequesis mistagógicas»).
En una de ellas se explica el sentido de la confirmación, a la que
los orientales llaman «myron»:
Cristo fue ungido con el óleo espiritual de la alegría, es decir, con el
Espíritu santo ... Igualmente vosotros habéis sido ungidos con óleo
perfumado y habéis llegado a ser compañeros y partícipes de Cris-
to. Pero no te imagines que allí hay sólo un simple perfume o que el
2
La confirmación, un nuevo pentecostés:
aspectos teológicos

l. Encuentro con la vida

A los hombres nos cuesta comprender el misterio, y nos resul-


ta imposible la explicación en fórmulas humanas de una realidad
que en definitiva es divina. No es, pues, de extrañar que se den dis-
tintas explicaciones y formulaciones, en el intento de descubrir lo
específico de una realidad. Tal es el caso de la confirmación.
Si a esto añadimos los impulsos actuales de renovación, y la re-
visión del sentido del sacramento a la luz del Vaticano II, com-
prenderemos el que se den diversidad de opiniones. Claro que nor-
malmente la explicación del sentido de un sacramento no se agota
con un aspecto, sino que es preciso tener en cuenta la pluralidad de
aspectos que lo componen. Con todo, es cierto que los autores po-
nen el acento en algunos de ellos, que les parece ser la clave de in-
terpretación y de sentido.
-Así unos ven el sentido más importante en la referencia de la
confirmación a Pentecostés;
- otros lo ven en un cierto paralelismo entre la actuación del
Espíritu en Cristo y en los cristianos;
- otros en la especial unión que supone a la Iglesia y a las tareas
eclesiales por parte de los confirmados;
- otros en la configuración más plena a Cristo y el perfecciona-
miento de la vida cristiana;
- otros, en fin, en su función perfectiva y plenificadora del
bautismo.
En realidad, todos estos aspectos son ciertos y atribuibles a
la confirmación, tal como se deduce de los datos de la Escritura,
de la Tradición, de la teología y de la liturgia. Por eso, podría defi-
254 El sacramento de la confirmación La confirmación, un nuevo pentecostés 255

nirse la confirmación como «el sacramento eclesial (dimensión b) La confirmación, «sello del don del Espíritu santo»
eelesiológiea), de la iniciación cristiana (dimensión inieiatoria),
que confiere el don del Espíritu pentecostal (dimensión pneumato- Esta es justamente la fórmula del Ritual, que pronuncia el obis-
lógica), como fuerza para el perfeccionamiento de la_ vida b_autis- po cuando confirma: «Recibe por esta señal el don del Espíritu
mal en Cristo (dimensión cristológica), y para la par!Ic1pac1on ac- santo». Con ella se indica lo más central de la confirmación, el as-
tiva de la edificación de la Iglesia (dimensión eclesial y personal), pecto-eje de sentido. La confirmación es la sacramentalización del
por un testimonio en el mundo y ante los hombres (dimensión tes- don del Espíritu santo.
timonial). Veamos cómo se explican brevemente cada uno de estos También es verdad que este aspecto fue el más resaltado por los
aspectos. Padres y testimonios de la Iglesia a lo largo de la historia. Unas ve-
ces poniéndolo en relación con el Espíritu que Jesús recibe en el
Jordán, otras con el Espíritu de pentecostés, otras con el Espíritu
2. Profundización en el sentido que anima a la Iglesia al apostolado. De todos estos aspectos pare-
ce que el Vaticano II ha insistido principalmente en la relación de
a) La confirmación, sacramento de la iniciación cristiana la confirmación con el Espíritu de pentecostés. Por eso dice: «El
sacramento de la confirmación, por el que reciben la efusión del
Quiere decir que a la confirmación hay que considerarla como Espíritu santo, que fue enviado por el Señor sobre los apóstoles en
un momento sacramental del «gran sacramento de la iniciación el día de pentecostés ... » (Ritual, n. 1). Y a los confirmados se les
cristiana» , en referencia al bautismo, a la eucaristía y a los otros pregunta: «¿Creéis en el Espíritu santo ... que os será comunica-
momentos que integran esta iniciación. do ... por el sacramento de la confirmación, como fue dado a los
Como ya sabemos, esta unidad ha sido siempre afirmada por la apóstoles el día de pentecostés?» (Ritual, n. 28).
Iglesia, aunque no siempre la haya expresado adecuadamente, c?- Esta referencia especial de la confirmación a pentecostés es lo
mo sucedió después de la separación de los ritos. Hoy la Iglesia que distingue en su contenido al sacramento de la confirmación de
vuelve a insistir en esta unidad, de ahí que diga el Ritual del bau- otros sacramentos. Porque, siendo cierto que el Espíritu es el don
tismo de niños: «Los tres sacramentos de la iniciación cristiana es- de todos los sacramentos, ninguno está destinado a expresar con su
tán íntimamente unidos entre sí, de tal modo que conducen a los
estructura y signos el Espíritu que se da por el acontecimiento de
fieles a aquella plena madurez cristiana por la que pueden cumplir,
pentecostés, como la confirmación. De ahí que podamos decir que
en la Iglesia y en el mundo, la misión propia del pueblo de D10s»
la confirmación es la actualización de aquel acontecimiento, es
(Ritual, n. 2).
«un nuevo pentecostés».
Para algunos autores esta unidad supone un orden determmado
de celebración: primero bautismo, luego confirmación en segundo
lugar, y finalmente eucaristía. En cambio, otros autores creemos
c) La confirmación, perfeccionamiento de la vida bautismal en
que para salvar la unidad y referencia, no necesariamente hay que
Cristo
seguir este orden: la unidad se logra por una nueva re-estructura-
ción de la iniciación cristiana, y más importante es la mutua orde-
nación dinámica que el orden cronológico. Por lo mismo, dado el La confirmación, al estar unida al bautismo, tiene también por
actual estado de cosas (comienzo con el bautismo de niños) no de- función el perfeccionamiento de la vida bautismal, el crecimiento
be encontrarse inconveniente en retrasar la confirmación después de la vida en Cristo. Este aspecto es de destacar tanto más cuanto
de la primera eucaristía. que normalmente el bautismo se recibe de niños, y es preciso un
momento en que el bautizado crezca, asuma, ratifique lo que reci-
bió en otro momento de modo inconsciente.
256 El sacramento de la conjlrmación La confirmación, un nuevo pentecostés 257

Los padres de la Iglesia hablaron, por eso mismo, de «crisma de side la Iglesia local u obispo de mantener la unidad de la comuni-
perfección», de «óleo de consumación» (Cirilo de Jerusalén), de dad eclesial, y de asumir las tareas de la extensión y edificación de
«aquello que falta al bautismo» (Ambrosio). Fausto de Riez decía al la Iglesia. Si por el bautismo somos incorporados a la Iglesia ini-
respecto hacia el siglo V: «En el bautismo somos regenerados a la cialmente, por la confirmación somos integrados más directamen-
vida, después del bautismo somos confirmados para la lucha; en el te a la misión de esta Iglesia, a sus tareas apostólicas, proféticas, de
bautismo somos lavados, después del bautismo somos robusteci- caridad y justicia, de adoración y alabanza a Dios.
dos». Y el Ritual también habla claramente de este aspecto: «Por es-
ta donación del Espíritu santo los fieles se configuran más perfec-
tamente con Cristo y se fortalecen con su poder ... » (Ritual, n. 2). e) La confirmación nos compromete de forma especial al
Este perfeccionamiento se manifiesta en dos direcciones: la testimonio
más personal de unión y adhesión más plena a Cristo, aceptando su
mensaje y sn vida; y la más eclesial de unión y aceptación de la mi- El sacramento de la confirmación no mira solamente a la au-
sión de la Iglesia en el mundo. Como dice el mismo término, la tentificación y crecimiento de la vida cristiana personal y eclesial.
confirmación «confirma», reafirma, fortalece en lo recibido, da No es una simple operación intra-eclesial, independiente del mun-
fuerza para profundizarlo y expandirlo. La vida de Cristo se per- do y de la vida en que las personas trabajan, sufren y se alegran ...
fecciona en nosotros para que nosotros la pongamos al servicio de Al contrario, la confirmación mira de modo especial a la tarea del
los demás. cristiano en el mundo concreto, al testimonio que le corresponde
dar en las diversas situaciones de la vida.
Es este un aspecto permanentemente señalado en la Escritura
d) La confirmación nos une más perfectamente a la Iglesia y a sus y la Tradición. El Espíritu es fuerza que se da para la transforma-
tareas ción del mundo, para la valentía en la predicación como sucedió
con los apóstoles después de pentecostés, para ser «buen olor de
También la dimensión eclesial es un elemento constitutivo del Cristo» como dice Pablo, para ser testigos hasta los confines de
sacramento de la confirmación, con su especificidad propia. Este la tierra como afirman los Hechos: «Recibiréis la fuerza del Es-
aspecto vendrá a desarrollar aquella «agregación» primera a la píritu santo que vendrá sobre vosotros y seréis mis testigos en Je-
Iglesia que se dio en el bautismo, pero que estaba necesitada de rusalén, en toda Judea y Samaria y hasta los confines de la tierra»
crecimiento, de personalización, de aceptación de la pertenencia a (Hch 1, 8).
la comunidad de los creyentes. Es cierto, como han señalado algunos autores en los últimos
En los primeros siglos parece que este aspecto fue muy impor- tiempos, que no se puede exagerar este aspecto como si fuera el
tante. Tanto el gesto de la imposición de manos-unción, cuanto la único. Pero también es verdad que no puede olvidarse. El testi-
misma reivindicación de que el ministro fuera el obispo, se consi- monio es la verificación de la autenticidad de la fe. Y es en la
deraban como elementos que querían resaltar la unión con la Igle- confirmación cuando se asume, pública y conscientemente, este
sia de los bautizados, la comunión en la fe y la caridad. También el compromiso con el testimonio en el mundo. Es verdad que el
nuevo Ritual afirma este aspecto: «Por esta donación del Espíritu cristiano asume en sí este compromiso en el bautismo y en todos
santo los fieles se configuran más perfectamente con Cristo ... pa- los sacramentos. Pero la confirmación lo manifiesta públicamen-
ra dar testimonio de Cristo y edificar su Cuerpo en la fe y en la ca- te, lo proclama oficialmente ante la comunidad. Por eso dice el
ridad» (Ritual, n. 2). Vaticano 11: «El apostolado de los laicos es participación en la
En la confirmación se trata de una aceptación pública de la per- misma misión salvífica de la Iglesia, apostolado al que todos es-
tenencia a la Iglesia, y de un compromiso público ante el que pre- tán destinados por el Señor mismo en virtud del bautismo y la
258 El sacramento de la confirmación La conjlrmación, un nuevo pentecostés 259

confirmación» (LG 33). Y en otro lugar: «Por el sacramento de la No somos nosotros los que imponemos el contenido a la con-
confirmación, los bautizados son unidos más perfectamente a la firmación, sino esta la que nos los impone a nosotros. Para ello es
Iglesia; se enriquecen con una fortaleza especial del Espíritu san- preciso escuchar el lenguaje interpretativo de la Iglesia en su expe-
to, y de esta forma se obligan con mayor compromiso a difundir riencia histórica, y recoger aquellos aspectos fundamentales que
y defender la fe con sus palabras y sus obras, como verdaderos constituyen el núcleo permanente de sentido. Una vez hecho esto,
testigos de Cristo» (LG 11). nos es lícito insistir más en un aspecto o en otro, pero no el desfi-
gurar el contenido pleno.
La confirmación, con su sentido y sus símbolos no puede ser un
3. Aplicación a la celebración y la vida apéndice de una «catequesis o catecumenado con motivo de la con-
firmación». No se hace catequesis de un sacramento y para un sacra-
a) Si el sentido se convirtiera en vida mento sin apenas hablar del mismo. Será preciso tocar también otros
temas, pero no es lógico excluir el gran tema que quiere aglutinarlos.
Cuando se profundiza en el contenido o sentido de estas reali-
dades, se acaba descubriendo una grandeza que nos parece inal-
canzable, casi imposible de vivir. Sentimos la tentación de quedar- 4. Puntos para el estudio y _la revisión
nos en saber, sin decidirnos a vivir. Nos sentimos desbordados por
la grandeza del don, sin atrevernos a recibirlo incondicionalmente. a) De los aspectos teológicos señalados, ¿cuáles crees que la
La actitud verdadera ante esta reacción espontánea tiene que ser gente atribuye más a la confirmación, y cuáles margina? Recuerda
la humildad y el agradecimiento, la admiración y la apertura. Y cuáles fueron los temas de que te hablaron cuando te preparabas a
luego un deseo y una voluntad de ser fieles al amor de Dios, que se la confirmación.
nos ha manifestado en el don del Espíritu, y que se extiende a toda b) Señala los aspectos teológicos que aparecen en el texto si-
nuestra vida y a todas nuestras obras. guiente, y aquellos que faltan:
No es preciso que en cada momento hagamos un acto reflejo
El Espíritu santo, que desciende sobre las aguas bautismales con
que, recogiendo estos aspectos, intente realizarlos a la vez, expre- efusión salvífica, en el bautismo confiere la plenitud de la inocen-
sándolos en comportamientos diferenciados concretos. A veces nos cia y en la confirmación el aumento de gracia, pues aquellos que vi-
mueve más un aspecto que otro, y esto es bueno. En ocasiones re- ven en medio de este mundo deben caminar en medio de enemigos
cordamos más una dimensión que la otra, y es lícito. Cada uno de- y peligros invisibles. En el bautismo somos regenerados a la vida,
be encontrar aquel punto que se convierte en motor de su vida, y después del bautismo somos confirmados para la lucha. En el bau-
después esforzarse porque la vida se inunde de ese sentido. tismo somos lavados, después del bautismo somos robustecidos. Y
así, mientras que para aquellos que están para pasar a la otra vida
son suficientes los beneficios de la regeneración, para aquellos que
b) Fidelidad catequética al contenido deben permanecer en la vida son necesarios los auxilios de la con-
firmación. La regeneración ofrece la salvación a aquellos que de-
Sucede con alguna frecuencia que o no se conocen suficiente- ben ser recibidos en la paz de los justos, la confirmación da las ar-
mas y prepara a aquellos que están destinados a la lucha y a las
mente los contenidos de la confirmación, o conociéndolos se mar- batallas de este mundo (Fausto de Riez, Homilia in Pentecosten:
ginan a la hora de proponer una catequesis sobre el sacramento. Van Buchem 40-41).
Este es un grave error, que corre el peligro de desfigurar la identi-
dad del sacramento, o de instrumentalizarlo en función de unas e) Indica qué contenidos son más importantes y elocuentes pa-
concepciones personales determinadas. ra una catequesis sobre la confirmación.
260 El sacramento de la conjlnnación

5. Oración y meditación
3
a) Teodoro de Mopsuestia es otro de los padres orientales que
nos ha transmitido algunas catequesis o predicaciones sobre la ini-
La confirmación, nacimiento a la
ciación cristiana. En este caso se refiere a la confirmación: identidad cristiana
Así, cuando tú has recibido la gracia por medio del bautismo y has
sido revestido de una vestidura blanca y resplandeciente, el obispo
se adelanta, te signa en la frente y dice: «Es signado un. tal en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu santo». Porque Jesús,
después de salir del agua, recibió la gracia del Espíritu santo, que en
forma de paloma vino a morar sobre él, como consecuencia de lo
cual se dice de él que fue ungido por el Espíritu santo ... También tú 1. Encuentro con la vida
necesitas, pues, recibir la consignación en la frente. Y al signarte el
obispo dice: «Un tal es signado en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu santo», de manera que tú poseas este signo y sea Hemos repetido y visto que los sacramentos tienen una base o
prueba de que, cuando fueron nombrados el Padre y el Hijo y el Es- enraizamiento antropológico, y responden a una situación funda-
píritu santo, también el Espíritu santo descendió sobre ti y tú fuiste mental privilegiada de la vida humana, con todo lo que esto supo-
ungido (Teodoro de Mopsuestia, Homilías catequéticas, 6-8). ne de llamada y apertura desde la experiencia a la trascendencia,
desde lo humano a lo divino. También afirmábamos que el bautis-
b) La oración que pronuncia el obispo antes de la confirma- mo responde igualmente a una necesidad y situación antropológi-
ción, invocando al Espíritu santo, es esta: cas, pero que en el caso del bautismo de niños, se da un «desfase
Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que regene- antropológico», una insuficiencia de situación antropológica, debi-
raste, por el agua y el Espíritu santo, a estos siervos tuyos, y los li- do a que ellos no pueden vivirla propiamente.
braste del pecado: escucha nuestra oración y envía sobre ellos el Es- La cuestión que ahora nos planteamos es la siguiente: ¿puede
píritu santo paráclito; llenándolos de espíritu de sabiduría y de considerarse la situación antropológica bautismal como distinta de
inteligencia, de espíritu de consejo y de fortaleza, de espíritu de la situación antropológica de los otros sacramentos de la iniciación
ciencia y de pieda4 y cólmalos del espíritu de tu santo temor. Por cristiana, o debe hablarse de una única situación vital para el con-
Jesucristo nuestro Señor (Ritual, n. 32). Junto del proceso de la iniciación cristiana? ¿Cuál sería en concre-
to esta situación y qué supondría respecto a la totalidad, y más en
concreto respecto a la confirmación?
Pensamos que esta situación tiene que ver algo con la «identidad
cristiana» que llega a tener y asumir el bautizado, y que es impor-
tante en orden a conducir el bautismo a su plenitud de significado.
Lo que vamos a exponer debe considerarse como una explicación
coherente con el sentido y la interpretación de la iniciación cristia-
na, de la que ya hemos hablado en otros lugares.
262 El sacramento de la confirmación La c0>1flrmación, nacímiento a la identidad cristiana 263

2. Profundización en el sentido El verdadero momento de la experiencia de la iniciación cris-


tiana o del «nacimiento nuevo» creemos es aquel en que se llega a
a) Iniciación cristiana y situación fundamental ser hombre, se deja de ser «dependiente» para llegar a ser «autó-
nomo». Es el momento en que una persona experimenta su capaci-
Siendo consecuentes con el planteamiento que venimos hacien- dad de decidir responsablemente, de optar por unos valores con li-
do de la iniciación cristiana, y teniendo en cuenta la unidad de los bertad, de configurar su propio destino con lucidez. Es, en una
diversos elementos integrantes, hay que decir que a dicha inicia- palabra, aquel momento en que uno es capaz de unir el «hetera-na-
ción, globalmente considerada, no corresponden diversas situacio- cimiento» con el «auto-nacimiento», tomando postura ante los di-
nes humanas, sino una única situación diferentemente vivida y asu- versos «procesos de aprendizaje» dados, o ante los distintos «mo-
mida para el único «gran sacramento de la iniciación cristiana». delos de identificación» ofrecidos. La experiencia del nacimiento
Puesto que tanto el bautismo como la primera eucaristía y la biológico queda así completada con la experiencia del «re-naci-
confirmación son sacramentos de iniciación cristiana, no pueden miento» antropológico. El que un día vino a la vida, podría consi-
no referirse de forma común a la situación vital que dicha inicia- derarse ya como un iniciado en la vida. Esta es, a nuestro juicio, la
ción supone. ¿Cuál es esta situación? Parece evidente que de modo situación humana que debe asumir la iniciación cristiana.
global puede responderse que es el «nuevo nacimiento», del que Si esto es así, debemos preguntarnos todavía: ¿Cuál es, dentro de
nos hablan tanto el Nuevo Testamento (Col 2, 27; 2 Tim 2, 12; Rom la iniciación, el momento sacramental más apto para asumir esta si-
6, 4; Gal 6, 15; Jn 3, 3-5; Tit 3, 5-6), como la historia de las reli- tuación humana del «nuevo nacimiento»? En sí debería ser el mismo
giones (para la que la iniciación supone un nacer de nuevo), así co- bautismo, ya que su estructura signa! y su contenido hablan expresa-
mo los símbolos del mismo bautismo y la iniciación entera. mente de ello. Pero, dado el momento en que se celebra, y teniendo
Ahora bien, ¿dónde y cuándo se da este nuevo nacimiento des- en cuenta las actuales estructuras de iniciación, el momento sacra-
de el punto de vista subjetivo, en la persona que se está iniciando? mental más apto no puede ser otro que la confirmación (celebrada
Parece claro que no se da en el bautismo de niños, ya que el naci- entre los 16-18 años aproximadamente), unida a la participación ple-
miento biológico al que responde no puede ser para el niño lugar na con todos los «derechos y deberes» en la eucaristía de la comuni-
de experiencia vital (= situación sacramental), y en todo caso son dad adulta. Es entonces cuando los ritos bautismales llegan a super-
los demás (padres, familiares), los que viven una experiencia por fección posbautismalmente, y cuando el don bautismal «dado» viene
mí o en torno a mí, pero no puedo vivirla yo mismo. A lo más pue- a ser el don bautismal asumido expresamente, públicamente, ecle-
de considerarse el bautismo como el punto de partida biológico de sialmente, sacramentalmente, en la fuerza del don y del aconteci-
una experiencia de nacimiento, que tiende a crecer y desarrollar- miento del Espíritu pentecostal. Es entonces cuando el bautizado es
se hasta llegar al «auto-nacimiento relacionado». Pero en sí el capaz de descubrir y aceptar con lucidez de hombre su propia iden-
bautismo de niños sucede en una situación humana «deficiente», tidad cristiana, de venir a ser «él mismo» cristianamente.
y supone un «desfase antropológico», que clama por un desarrollo
y plenitud.
Tampoco parece que el verdadero «nuevo nacimiento» haya que b) Nuevo nacimiento y personalización iniciática
situarlo en la niñez, ni siquiera en la preadolescencia. A estas eda-
des, o bien se permanece en total dependencia del «seno familiar» y Desde un punte de vista cristiano, el nuevo nacimientc del que
del «seno social», o bien (caso de los preadolescentes) se vive una hablamos implica la «personalización iniciática» en un doble sen-
situación tan conflictiva, inestable y jlmbivalente, que no se es capaz tido: en cuanto supone una aceptación activa de la iniciación que la
de ser dueños de su cambio ni de su vida, y se pennanece más en el comunidad le está ofreciendo; y en cuanto que esta aceptación im-
nacimiento «dado», que en el nacimiento «personalizado». plica una respuesta positiva de la fe.
264 El sacramento de la co,¡jlrmación La confirmación, nacimiento a la identidad cristiana 265

La iniciación cristiana sucede en una dialéctica de movimien- pológico-cristiano, Y el sacramento que mejor puede expresar esta
tos, que se expresa en dos palabras: «iniciarse» y «ser-iniciado», situación es precisamente la confirmación,
«Iniciarse» es la participación activa y la colaboración personal en
la obra de la iniciación, «Ser iniciado» es la acción divina y la in-
tervención eclesial necesaria para que tal iniciación suceda, Pues 3, Aplicación a la celebración y la vida
bien, ambos aspectos son absolutamente necesarios: uno se inicia
porque al mismo tiempo es iniciado, y es iniciado porque a la vez a) La vida que celebramos
se inicia, No basta con que Dios y la Iglesia me ofrezcan su don,
significándolo para mí a través de los diversos «pasos iniciato- En los últimos años hemos venido insistiendo en que los sacra-
rios»; es preciso que el mismo sujeto acepte la oferta, que al don mentos celebran la vida y expresan la fe. Esto es cierto, como
responda el contra-don, que a la llamada suceda la activa colabora- siempre Jo ha reconocido de una u otra forma la Iglesia, Sin em-
ción, Sólo entonces la iniciación puede llegar a ser plena, bargo, no podemos olvidar que la verdadera vida que celebramos
Pero, ¿cuándo, en concreto, se manifiesta más esta participa- es la Vida de Dios en cuanto que es vida nuestra, o nuestra vida en
ción activa, este iniciarse realmente? Creemos que sobre todo en la cuanto está unida y agraciada por Dios.
experiencia del «auto-nacimiento» y en la confirmación, Si el mo- Si redujéramos la celebración de los sacramentos a la celebra-
mento bautismal ponía de relieve sobre todo un término de la dia- ción-expresión de la propia vida, no nos distinguiríamos apenas de
léctica: el «ser iniciado», el momento confirmatorio insiste en el quienes celebran con otros ritos y otra creencia que no son los cris-
otro término: el «iniciarse». Ambos son necesarios, Ninguno debe tianos, Lo específico de nuestra celebración no es nuestra vida, si-
ser exaltado ni marginado, no nuestra vida en el Dios de Jesucristo y su Espíritu, o la vida de
De modo semejante puede y debe hablarse en relación a la res- Dios en nosotros,
puesta de fe, Si la fe personal es un elemento constitutivo de todo Al afirmar que la confirmación es el sacramento que mejor asume
sacramento, también tiene que serlo de la confirmación, o mejor y expresa nuestra experiencia de «auto-nacimiento», tampoco pode-
del gran sacramento de la iniciación cristiana, Será realmente se- mos olvidar que este auto-nacimiento para nosotros supone asumir el
cundario el que tal fe se exprese antes o después del acto bautis- nacimiento que ya tuvo lugar en el bautismo como don de Dios, y que
mal; pero lo que no es secundario es que tal fe se dé en un mo- Dios mismo sigue ofreciéndonos en la confirmación, Celebramos un
mento u otro del proceso de iniciación, y que se exprese y celebre «nuevo nacimiento» a la vida de Dios, a la novedad del evangelio, a la
sacramentalmente, como un acto verdaderamente personal, cons- identidad cristiana, Siempre nacemos desde Dios y para Dios.
ciente, libre y responsable, que implique la aceptación de la propia
iniciación y cuanto supone, La necesidad e importancia de la res-
puesta de fe, como aceptación personal del don gratuito de la ini- b) Comenzar siempre de nuevo
ciación, no es una cuestión simplemente pastoral, es un asunto ple-
namente teológico. Sabemos que, dada nuestra condición humana frágil y limitada,
Podrá discutirse sobre los grados o contenidos de dicha fe; pe- nunca podemos decir que hemos llegado ya al finaL Es muy im-
ro no parece discutible su absoluta necesidad, Podrá también valo- portante hacer experiencia del nuevo nacimiento, porque supone
rarse diversamente la capacidad y realidad de la respuesta de fe en asumir la novedad de vida que se nos dio en una opción que mar-
eada uno de los momentos del proceso de iniciación; pero parece cará nuestro propio futuro, Pero esto no supone ni que estemos
claro que el momento más adecuado para una respuesta persona- «asegurados» o «inmunes» contra todo fracaso o regresión, ni que
lizada y su significación es la confirmación, La respuesta perso- Dios nos evite el tener que seguir esforzándonos por mantener
nalizada se da cuando tiene lugar ese «nuevo nacimiento» antro- nuestra vida cristiana y crecer en ella,
La confirmación, nacimiento a la identidad cristiana 267
266 El sacramento de la confirmación

El combate espiritual contra los enemigos invisibles es algo que


En la Escritura está desarrollado con precisión este pensamien- compete a todos. Pero cuando se trata de enemigos visibles es de-
to, tanto por Pablo como por Juan. Si Pablo dice que el bautizado cir, de los que persiguen la fe, la lucha compete a los confir ados,
debe mantener siempre una lucha contra la «carne», a pesar de que a los que ya han llegado a la edad de la madurez espiritual. Y esto lo
en él ha vencido ya el Espíritu; Juan afirma que siempre hay que deben hacer confesando su fe públicamente .. , El confirmado reci-
luchar contra las tinieblas, aunque hayamos participado de la luz, y be la potestad de confesar con sus palabras públicamente la fe de
que nadie puede afirmar que es «impecable», aún después de haber Cristo como por oficio ... Pues el hombre, cuando llega a la edad
recibido el bautismo. perfecta comienza ya a comunicar sus acciones a los demás (santo
Es preciso tener la voluntad y el coraje de comenzar siempre de Tomás de Aquino, Summa Theologica !Il, q. 72 a. 5).
nuevo, aunque nos sintamos a veces débiles para mantener nuestra
b) Puede ayudarnos a la meditación recordar las preguntas que
opción e identidad cristiana. La fuerza de comenzar siempre es la
hace el obispo a los que se van a confirmar:
garantía de vencer alguna vez.
Para ser cristianos de verdad tenéis que esforzaros por rechazar el
mal, que lleva al pecado y es negación de Dios.
4. Puntos para el estudio y la revisión Rechazaréis el mal:
- renunciando a hacer uso de malas artes que perjudican a los demás;
- al egoísmo, que no tiene en cuenta lo que es bueno para los otros;
a) ¿Crees que este aspecto antropológico ayuda a comprender
- a la violencia y a la venganza, como contrarias a las enseñanzas
mejor el sacramento de la confirmación? Indica lo que más te halla- de Cristo;
mado la atención. - a la mentira y la hipocresía, como contrarias a estar en verdad con
b) Señala la relación que tiene el texto siguiente del Vaticano 11 Dios;
con lo que hemos llamado «nuevo nacimiento»: - al descaro, que no es sinceridad sino ofensa;
- a la envidia y al odio, que pueden llevaros a verter el mal sobre el
El deber y el derecho del seglar al apostolado deriva de su misma hermano;
unión con Cristo Cabeza. Insertos por el bautismo en el Cuerpo - a toda injusticia, que no sólo es hacerla, sino encubrirla, impi-
místico de Cristo, robustecidos por la confirmación en la fortaleza diendo el que la justicia se lleve a cabo. A todo esto ¿renunciáis?
del Espíritu santo, es el mismo Señor el que nos destina al aposto M La fe que os dio en el bautismo y que ahora actualizáis, exige un
lado ... El apostolado se ejercita en la fe, ·en la esperanza y en la ca- .se
comprom1s0. ¿Os comprometéis a:
ridad que el Espíritu santo difunde en el corazón de todos los hijos - tomar el evangelio como norma de vida;
de la Iglesia ... Por consiguiente, a todos los cristianos se les impo- - hacer de las bienaventuranzas pauta de comportamiento;
ne la gloriosa tarea de trabajar para que el mensaje divino de la sal- - orar en el nombre del Señor y en unión de los hermanos;
vación sea conocido y aceptado en todas partes por todos los hom- - celebrar el día del Señor y la eucaristía;
bres (Apostolicam actuositatem, n. 3). - ser apóstoles, dar testimonio y así extender el reino de Dios·
- trabajar por la promoción del hombre ... ?
c) Formula y escribe el compromiso que se desprende de esta
(Ritual de la confirmación, n. l 05-106)
catequesis.

5. Oración y meditación

a) Santo Tomás nos dice que la confirmación es un compromi-


so para dar testimonio público de Cristo:
4
Preparación a la confirmación.
Catecumenado preconfirmatorio

1. Encuentro con la vida

Hasta hace poco tiempo apenas existía una verdadera pastoral


de confirmación. Cuando llegaba el tiempo de la visita pastoral del
obispo se preparaba a los niños con alguna instrucción y cateque-
sis, y todos eran confirmados por la sencilla razón de que todos ha-
bían sido bautizados y «eran cristianos».
En los últimos años las cosas han cambiado realmente, sobre
todo en dos puntos: el de la edad de la confirmación, y el de la pre-
paración y exigencias para la celebración del sacramento.
Entre los años 1950-1975 las discusiones sobre la edad de la
confirmación se extendieron de modo considerable. Las opiniones
eran y son muy diversas:
- la de quienes defienden la unidad de la iniciación expresada
según una ordenación más «tradicional» de los sacramentos (bau-
tismo-confirmación-eucaristía), que no admite cambio posible;
- y la de quienes también defienden la unidad de la iniciación,
pero expresada por otros medíos, a lo que no se opone la posibili-
dad del retraso de la confirmación, supuesto el bautismo de niños.
Las orientaciones del Vaticano II, del Ritual de la confirmación,
e incluso del nuevo Código de derecho canónico ni han «podido»
ni han pretendido solucionar el conflicto entre tendencias, dejando
una posible determinación a las Conferencias episcopales. En estos
documentos se pueden encontrar razones para defender una u otra
postura, y a nadie le pasa desapercibido el reconocimiento oficial
de una posibilidad de retraso (Ritual, n. 11; Código de derecho ca-
nónico, c. 890-891 ). De todo ello resulta un pluralismo de opciones
270 El sacramento de fa confirmación Preparación a la confirmación 271

pastorales que debe respetarse, siempre que se eviten falsos plan- catecurnenado dentro del mismo, lo cual sucede de la forma más
teamientos de fondo, o exclusivismos valorativos. Pensarnos que es aceptable en el momento de la confirmación.
preciso superar el «contencioso» sobre la edad, planteando la con- El «proyecto de iniciación» supone un plan en el que se orde-
firmación en un contexto más amplio de iniciación cristiana. Esta nan de modo coherente, progresivo y dinámico, tanto los elemen-
convicción es cada vez más clara en la Iglesia, en las diócesis y en tos sacramentales (bautismo, confirmación, eucaristía), corno los
los agentes de pastoral. dispositivos pastorales (encuentros con los padres, educación fa-
En cuanto a la pastoral o preparación del sacramento, en los úl- miliar, iniciación a la oración, catequesis permanente, relación con
timos años se ha venido a configurar según el siguiente modelo la comunidad o grupos comunitarios, catecurnenado ), de modo que
(con diferencias según los lugares): retraso de la confirmación a una evitando espacios vacíos u olvidos fundamentales, se atienda a la
edad más avanzada (entre 12-20 años); fijación de un periodo espa- capacidad evolutiva de la persona, se realice el sentido de cada ele-
ciado de preparación y catequesis, al que se le llama catecurnenado mento integrante del proceso, y se alcance en definitiva el objeti-
o proceso catecurnenal; insistencia en la maduración de la fe y el vo central de una plena incorporación al misterio de Cristo y de la
compromiso cristiano; utilización de esta pastoral corno medio para Iglesia.
responder a la necesidad de una oferta adecuada para la preadoles- En concreto, la confirmación y su pastoral pueden y deben ser
cencia, adolescencia o juventud; acento en la exigencia de una con- una pieza fundamental de dicho proyecto. Pero con una condición:
tinuidad en la acción y de una sinceridad de vida cristiana ... que vaya acompañada de la recuperación del catecurnenado, corno
Esta opción pastoral es preciso valorarla críticamente, para me- opción necesaria para la iniciación plena. Puesto que este catecu-
jorar lo que se pretende hacer. Tiene aspectos positivos como son: rnenado no se puede hacer antes del bautismo de niños, es preciso
la preocupación por atender a la juventud, el deseo de autentificar hacerlo en un momento posbautisrnal, que perteneciendo todavía al
la vida cristiana, la valoración de la libertad y la creación de un es- periodo iniciatorio, ofrezca las condiciones subjetivas y eclesiales
pacio para la opción en la fe, la superación del sacrarnentalisrno, el más adecuadas para ser realizado, cumpliendo su objetivo central
discernimiento y la búsqueda de renovación de la comunidad ... Pe- de llevar a plenitud la iniciación cristiana y culminando con un
ro también tiene aspectos negativos tales corno: una comprensión «sello» sacramental correspondiente. Este sello sacramental sería
deficiente del sacramento, que lleva a servirse de él para fines que justamente la confirmación. La opción por el retraso de la confir-
no le pertenecen, una falta de integración en el conjunto de la ini- mación sólo puede justificarse plenamente cuando supone e impli-
ciación cristiana, una excesiva acentuación del compromiso y una ca un verdadero catecurnenado.
desatención al simbolismo y la celebración, así como una defi- Corno puede comprenderse, tanto el proyecto global corno el
ciente realización del «catecurnenado». catecurnenado sólo será posible realizarlo y llevarlo a la práctica si
existe una comunidad que es sustento y ejecución responsable de
los mismos. En la medida en que haya una comunidad que com-
2. Profundización en el sentido prende, acepta, y se responsabiliza del proyecto y del catecurnena-
do, en esa medida es posible renovar la misma iniciación cristiana.
a) Confirmación, proyecto de iniciación cristiana y catecumenado No todos los miembros de una comunidad pueden ni deben com-
prometerse de la misma forma, pero sí en el mismo sentido, ani-
Supuesto el bautismo de los niños, creernos que es preciso un mando e impulsando la realización. Siempre debe haber un núcleo
retraso de la confirmación «a una edad más avanzada». Aceptado de comunidad que protagonice la acción: responsables, catequistas,
este retraso de la confirmación, es necesario un «proyecto de ini- testigos, padres ...
ciación cristiana» que sitúe el sacramento en su verdadero lugar y
función. Y, una vez logrado este «proyecto», hay que recuperar el
272 El sacramento de la confirmación Preparación a la conjtrmación 273

b) El catecumenado, sus objetivos y características tránsito, corno indicadores del don de Dios y el compromiso, corno
puntos estelares de referencia para la «memoria histórica».
El catecurnenado preconfirrnatorio, supuestos otros momentos -- Es un proceso comunitario y en comunidad: no sólo porque se
de iniciación, y el mismo sentido de catecurnenado, llene estos realiza en ·grupo, como lugar primario de experiencia comunitaria,
objetivos: sino también porque implica unas conexiones especiales con la co-
munidad de acogida y referencia, a través de sus responsables y tes-
- Crecimiento y maduración de la conversión y de la fe, para
tigos, en el ejercicio de sus diversos ministerios (obispo, sacerdote,
una adhesión y configuración más plena a Cristo.
catequistas, padres, padrinos, testigos ... ). Sólo cuando la relación
- Introducción y participación creciente en el Misterio, desde con la comunidad (grnpos ... ) se establece durante el catecurnenado,
un descubrimiento de la propia identidad cristiana, a partir de la
resulta coherente continuar con la comunidad después del mismo.
experiencia, el don y la fuerza del Espíritu.
. . - Es un proceso educativo-doctrinal: que tiende a transmitir los
- Profundización en el «nosotros» cristiano, por una expenencia Y
conocimientos fundamentales de la fe, la visión coherente de la
una inserción más vivas en la comunidad, cuya pertenencia se acepta.
historia salvífica, de manera que, por la enseñanza viva del miste-
- Aceptación responsable de las tareas eclesiales, con el com-
rio y la ilustración de las razones del creer, se pueda llegar a una
promiso de ser testigos de Cristo, y de difundir y defender la fe, pa-
adhesión consciente, libre y plena al mensaje de salvación. Los cri-
ra la edificación de la misma Iglesia.
terios de elección del material de catequesis deben cuidarse, para
Estos objetivos deben respetarse y perseguirse siempre, porque
que el contenido sea el adecuado.
expresan la identidad del catecurnenado. Desde el(os el catecurne-
- Es un proceso vivencia!: porque uno de sus objetivos principa-
nado cobra todo su sentido. El catecurnenado podna, por tanto, de-
les es promover e intensificar la conversión del corazón, por una ex-
finirse corno un tiempo de «noviciado», una institución pedagógi-
periencia del Dios vivo de Jesucristo, por una iniciación al misterio
ca, un proceso de iniciación, crecimiento y aprendizaje, por el que
y una apertura de los ojos de la fe a la comprensión de los símbolos,
la persona total, en su cuerpo y en su espíritu, en su razón Yen suco-
que conduce al verdadero encuentro, sobre todo en la celebración
razón, en su pensar, querer y actuar, se transforma, one tando su
de los sacramentos y en la oración. De nada serviría llenar la men-
vida de forma radicalmente nueva, hacia el Dios de Jesucnsto Yesa
te de conceptos, si el corazón permaneciera vacío de Dios.
comunidad, que suponen la conversión, la fe y el compromiso de-
- Es, finalmente, un proceso comprometente: porque compro-
finitivos. Para que esto se dé, es preciso instaurar un proceso,_ ?fre-
mete la vida entera al implicar un cambio radical de costumbres y
cer unos medios, comprometer a la comunidad, poner en acc1on la
conducta en correspondencia con el evangelio y la moral de la lgle,
Palabra suscitar la experiencia del Espíritu, y desplegar las nque-
sia, y al exigir una presencia testimonial en el mundo y en la Iglesia.
zas del ímbolo, de manera que lo enunciado se realice. Según lo
Por ejemplo, es totalmente contradictorio al catecurnenado el «pa-
cual, los elementos integrantes o características del catecurnenado,
sar» de la misa, o el marginar la moral cristiana, o el desentenderse
sin las que no podrá decirse que existe corno tal, son las s1gmentes:
de la vida social y política.
- Es un proceso dinámico señalado por etapas: lo que supone
duración y tiempo, dinamismo y progresividad, distinción de
_grados
y de momentos, programación adecuada. No se pued redum a ;n- e) Estructura del catecumenado preconflrmatorio
cuentros reiterativos, sin saber dónde se comienza, como se esta, Y
hacia dónde nos encaminarnos. Para ello son necesarias las etapas. La estructura de este catecurnenado del que hablarnos no puede
- Es un proceso marcado y significado por ritos: lo qu_e impli- ser otra que la del catecurnenado en general, cuya expresión más cla-
ca que se aceptan, eligen y proponen unos deterrnmados ntos-s1g- ra nos la propone la Iglesia en el Ritual de la iniciación cristiana de
nos para cada etapa, corno momentos expresivos del proceso Y del adultos. En ella es preciso distinguir los siguientes momentos:
274 El sacramento de la c01!firmación Preparación a la cor!flrmación 275

- La primera etapa de precatecumenado o evangelización, que 3. Aplicación a la celebración y la vida


pretende purificar las motivaciones de los sujetos, superar los con-
dicionamientos y crear una actitud de acogida, de fe y participación a) Pluralismo e identidad
que hagan posible el proceso, y la permanencia en el mismo. Este
tiempo puede durar más o menos, según la situación de la que parten La preparación a la confirmación es importante, cualquiera que
los sujetos: si se trata de muchachos que no han.crecido en la fe des- sea la forma en que se haga. Pero nunca puede pretenderse solucio-
pués del bautismo será preciso dedicarle más tiempo; si, en cambio nar con esta única acción los problemas o la renovación de la co-
se trata de muchachos que han tenido una educación permanente en munidad cristiana. La unicidad intensiva de acción respecto a este
la fe entonces no será necesario dedicar a esta etapa tanto tiempo. sacramento, no puede llevar a olvidar una pluralidad de acciones
- La segunda etapa, que comienza siendo significada por un ri- complementarias o no, en orden a conseguir el objetivo verdadero
to o celebración, es el catecumenado mismo. Es un tiempo normal- de toda pastoral: la autenticidad de vida cristiana, viviendo el ideal
mente largo (no menos de un año, ni más de dos), que tiene por ob- evangélico.
jetivo madurar la fe y conversión, profundizar en el contenido Tampoco se puede pretender que la misma pastoral de la con-
fundamental de la fe, en el misterio y en los signos. Las catequesis firmación tenga necesariamente una uniformidad en todos los ca-
más doctrinales tienen lugar en este momento. Por ser tan largo, sos. Dado que existen diversas interpretaciones y posibilidades le-
gítimas será preciso respetar aquellas opciones coherentes, que no
conviene distinguir en él diversos «tiempos», significándolos por
se oponen al proyecto diocesano y eclesial y respetan la propia
acciones, celebraciones, convivencias, etc. Al final del catecume-
identidad del sacramento. El pluralismo, sin embargo, debe medir-
nado debe tener lugar un momento álgido de «elección» o discer-
se, de modo que no contradiga la identidad del proyecto (si existe),
nimiento de las actitudes de fe y conversión, en orden a dar el pa-
m ponga por encima de lo previsto la simple apreciación personal
so hacia la preparación más inmediata al sacramento.
o subjetivismo.
- La tercera etapa, se llama «iluminación» o «preparación in-
mediata». Tiene por objetivo intensificar la vida de fe y oración,
profundizar en el misterio pascual, comprender los símbolos de la b) Condiciones para una realización del catecumenado
confirmación y preparar la celebración del mismo. Para ello se va- preconfirmatorio
loran más los signos, encuentros, celebración-oración que la mis-
ma explicación doctrinal. Los encuentros tienen un nuevo «estilo» Supuesto siempre el compromiso de la comunidad en relación
y el tiempo de duración no es muy grande: aproximadamente el con el catecumenado, las condiciones de realización se concretan
tiempo de pascua (unos 50 días). Al final de esta etapa es cuando en los siguientes puntos:
tiene lugar la celebración del sacramento de la confirmación.
- La cuarta etapa es la llamada «mistagogia» o de profundiza- - Interpretación correcta de la estructura catecumenal de ma-
ción en la experiencia de la celebración, en vistas a una continui- nera que se le dé dinamismo, y no se reduzca a discusión {eórica.
dad en la comunidad cristiana. Se trata de un momento en el que - Referencia permanente a los otros momentos de la iniciación
los confirmados, además de tener un contacto más directo con de modo que se valore el conjunto.
otros grupos de la comunidad cristiana, se plantean la cuestión de - Valoración del aspecto simbólico-litúrgico, para que tenga un
su continuidad segúu las diversas posibilidades: en grupos de fe, en verdadero puesto la experiencia, la oración, sin caer en un fácil ra-
grupos que ya existen en la comunidad, bien sea de catequesis, de cionalismo.
liturgia, o de caridad, o en pequeñas comunidades ... Todo ello en - Relación de los catecúmenos con la comunidad y viceversa, a
.
una doble perspectiva y actitud: servicio a la Iglesia y al mundo, fm de que no se cree el «grupo aparte», desconectado de la misma
sin excluir a nadie. comunidad.
276 El sacramento de la confirmación Preparación a la confirmación 277

- Determinación de los contenidos teniendo en cuenta lo propio Esta oración pide el crecimiento en la adhesión a Cristo y a la
del catecumenado y la confirmación, sin guiarse por un persona- Iglesia:
lismo excesivo, aunque atendiendo a las necesidades de los sujetos. Señor, Dios omnipotente, mira a tus siervos, que están instruyéndo-
- Fijación «flexible» del tiempo del catecumenado, para evitar se en el evangelio de Cristo: haz que te conozcan y te amen, para
tanto el automatismo de la fecha fija, cuanto la ambigüedad de un que de todo corazón y con ánimo gozoso cumplan siempre tu vo-
«ya veremos, cuando se esté preparado y maduro». luntad. Dígnate guiarlos en su marcha hacia ti; agrégalos a tu Igle-
sia, para que participen de tus misterios en esta vida y en la eterna
(Oración de bendición sobre los catecúmenos, Ritual de iniciación
4. Puntos para el estudio y la revisión cristiana de adultos, n. 123).

a) Señala las diferencias entre este plan de preparación a la


confirmación y aquel que seguiste cuando te preparabas tú.
b) Subraya los aspectos que ves recogidos en este texto del Ri-
tual de confirmación sobre el tema tratado:
Cuídese principalmente que a la confirmación preceda una cateque-
sis adecuada, y que se facilite a los candidatos una convivencia efi-
caz y suficiente con la comunidad cristiana y con cada uno de los
fieles, para que reciban la ayuda necesaria, de tal modo que los can-
didatos puedan adquirir la formación adecuada para dar testimonio
de vida cristiana y ejercer el apostolado; así su deseo de participar
en la eucaristía podrá ser sincero (Ritual de la confirmación. Pre-
notandos, n. 12).

c) Entérate del plan de la diócesis y de tu parroquia respecto a


la pastoral y preparación de la confirmación.

5. Oración y meditación

San lldefonso de Toledo, del siglo VII, nos transmite lo que el


obispo hace al confirmando en el momento de la unción con el
crisma, haciendo el signo de la cruz en la frente:
Se dice al catecúmeno: ¿crees en Cristo? Y él contesta: sí, creo, y se
hace la señal de la cruz. Lleva ya en la frente la cruz de Cristo y no
se ruboriza de la cruz de su Señor. Esta es la señal de que creyó en
su nombre. Hagámosle otra pregunta. ¿Comes la carne y bebes la
sangre del Hijo del Hombre? No entiende lo que le decimos: es que
Jesús aún no se ha confiado a él (san Ildefonso de Toledo, De cog-
nitione baptismi, 30).
5
Celebración y símbolos del sacramento
de la confirmación

l. Encuentro con la vida

Cuando la confirmación se celebra después de un largo periodo


de preparación, tiene el sabor y la calidad de todo aquello que se
prepara y por lo que se aspira. Entre una celebración masiva de
confirmandos que no han tenido preparación, y una celebración no
masiva de sujetos que se han preparado y han preparado este mo-
mento hay una gran diferencia.
Entonces, la celebración es intensa, porque el sentido escondi-
do se manifiesta, y los signos aparecen llenos de contenido y sig-
nificado en su referencia a Cristo y al Espíritu. Es personalizada,
porque allí saben los sujetos que se formula de modo consciente y
responsable su compromiso cristiano, su «sí» público a Cristo y a
la Iglesia. Es comunitaria, porque están presentes no sólo los pa-
dres interesados en lo que se celebra, sino también los catequistas,
los padrinos elegidos libremente por los candidatos, los grupos de
la comunidad más activos. Es participada, porque nadie se siente
extraño, y todo el mundo considera como suyo aquello que sucede.
Es festiva, porque aquel es un momento de alegría y fiesta, de co-
municación y de gozo en el Espíritu.
La celebración no tiene por qué ahogar los sentimientos, aun-
que no ha de ser sentimentalista. Por eso, es inevitable la emoción
de ver a unos jóvenes, que nos dan testimonio y estímulo, que son
una realidad y un futuro para la comunidad entera.
El sacramento de la conjlrmación Celebración y símbolos de la confirmación 281
280

2. Profundización en el sentido -· El obispo: Cristo es el único jefe, el que verdaderamente pre-


.
side, la piedra angular de la Iglesia (Hch 4, 11-12; 1 Pe 2, 4-6).
a) Estructura y partes de la celebración Después de la ascensión esta presidencia de Cristo es visibilizada y
representada, de modo original y privilegiado por los apóstoles a
La confirmación se celebra siguiendo el ritmo y las partes de qmenes les envió e hizo especialmente responsables de la misión
todo sacramento: (Jn 20, 19_-23; Me 16, 15-18; Mt 28, 18-20). Esta misión apostóli-
ca es contmuada a lo largo de los siglos por los obispos o sucesores
- En primer lugar, se da el saludo y el rito inicial de acogida. de los apóstoles, a quienes corresponde apacentar la grey, servir a
Reunidos en la Iglesia, el obispo, que preside la celebración, dirige la comumdad, proclamar el mensaje y las enseñanzas de Jesús y
unas palabras de bienvenida. Como la celebración tiene lugar dentro celebrar los sacramentos (1 Tim 5, 17-22; 1 Pe 5, 1-2; 2 Tim 4, J-
de la misa, se procede siguiendo las partes propias de la eucaristía. 5). Naturalmente que la misión no es algo exclusivo de los suceso-
- Después tiene lugar la «liturgia de la Palabra», en la que en-
res de los apóstoles u obispos, pero sí es exclusivo de ellos el ga-
tablamos un diálogo con Dios y entre nosotros. Dios es el interlo-
rantizar la continuidad, la fidelidad y la unidad en la misión, en
cutor principal, el que nos dice qué significa lo que vamos a hacer.
cuanto jefes o principales responsables de la misma en nombre de
Por eso escuchamos la Palabra y la explicación de la misma homi-
lía. En la confirmación, después de la lectura del evangelio, los Cristo. Esta función la ejercen los obispos en la Iglesia particular
o diócesis, como bien dice el Vaticano II:
confirmandos son presentados al obispo y este se dirige funda-
mentalmente a ellos. La diócesis es una porción del pueblo de Dios que se confia a un
-Terminada la homilía viene el rito de la confirmación: en pri- obispo para que la apaciente con la cooperación del presbiterio, de
mer lugar, se renuevan las promesas del bautismo o profesión de fe forma que, unida a su pastor y reunida por él en el Espíritu santo
ante la comunidad. Indica la unidad entre confirmación y bautis- por el evangelio y la eucaristía, constituye una Iglesia particular, e
mo, así como la necesidad de la fe para celebrar el sacramento. la que verdaderamente está y obra la Iglesia de Cristo, que es una,
Después el obispo y los sacerdotes presentes imponen las ma- santa, católica y apostólica. Cada uno de los obispos, a los que se ha
nos sobre los confirmandos e imploran el don del Espíritu santo. encomendado el cuidado de cada Iglesia particular, bajo la autori-
A continuación el obispo unge con el santo crisma en la frente dad del sumo pontífice, como sus pastores propios, ordinarios e in-
mediatos, apacientan sus ovejas en nombre del Señor, desarrollan-
a cada uno de los confirmandos, haciendo al mismo tiempo la se-
do en ellas su oficio de enseñar, de santificar y dé regir (Decreto
ñal de la cruz. sobre el ministerio pastoral de los obispos, n. 11; LO 20).
Finalmente saluda al confirmado, deseándole la paz, es decir,
que el Espíritu'esté con él y le acompañe siempre. Además, el obispo está llamado a ser el signo visible y la ga-
-Terminado el rito de la confirmación se tiene la «oración uni-
rantía de la unidad entre todos los miembros de la Iglesia particu-
versal», y la misa continúa como es costumbre. Al final se despide
lar, y de estos con las otras Iglesias y con la Iglesia universal.
a los confirmados y a la asamblea con una bendición especial.
El romano pontífice, corno sucesor de Pedro, es el principio y fun-
damento perpetuo y visible de unidad, así de los obispos como de la
b) Los símbolos de la confirmación multitud de los fieles. Del mismo modo, cada obispo es el principio
Y!'undamento visible de la unidad en su Iglesia particular, formada
Como todo sacramento, la confirmación tiene unos signos espe- a imagen de la Iglesia universal (LG 23).
cíficos, por los que se expresa el contenido que encierra. Estos sím-
bolos son: el obispo, la unción con el santo crisma, la imposición de Teniendo esto en cuenta puede comprenderse el sentido de la
manos y la misma comunidad. Vamos a explicarlos brevemente. presencia Ypresidencia del obispo en la confir m ación. Por una par-
282 El sacramento de la conjlrmación Celebración y símbolos de La confirmación 283

te, hay que reconocer que esta presidencia tiene una larga historia. gelistas testifican que Jesús de Nazaret es precisamente ese Me-
Ya en la Escritura (Hch 8, 14-17; 19, 1-9) vemos que son los após- sías, el Cristo, el Ungido, porque posee el Espíritu (Le 4, 18ss).
toles los que intervienen para imponer las manos a los bautizados San Pablo dirá que los bautizados son también «cristianos» o
y hacerles participes del Espíritu pentecostal. En la praxis de la pri- «Cristos», porque también han recibido el Espíritu y han sido se-
mitiva Iglesia era el obispo el que presidía y celebraba la iniciación llados por él. «Y es Dios quien a nosotros y a vosotros nos mantie-
cristiana en la vigilia pascual. Cuando se multiplicaron las comu- ne firmemente unidos a Cristo, quien nos ha consagrado, nos ha
nidades y el bautismo lo hacían normalmente los presbíteros, los marcado con su sello y nos ha dado su Espíritu como prenda de
obispos reivindicaron para sí (al menos en occidente) el derecho a salvación» (2 Cor 1, 21-22). Pablo parece que se refiere a una un-
presidir y signar en la frente (papa Inocencia). Aunque con el tiem- ción interna del Espíritu, y no tanto a un signo externo de unción o
po se exageró un poco el aspecto jurídico de esta presidencia, en signación (= marca) que la expresara. Sin embargo, probablemen-
verdad su sentido originario era significar y garantizar la unidad de te a partir de estos textos la Iglesia comenzó a utilizar muy pronto
los iniciados con la Iglesia. la unción con el crisma para significar el don del Espíritu (Tertu-
Por tanto, el sentido de la presencia del obispo no es manifestar liano, Cipriano, Cirilo de Jerusalén ... ).
un poder o un grado jerárquico, a través de unos signos externos y La unción con el crisma significa, por tanto, que nosotros reci-
secundarios: mitra, báculo ... , sino el expresar y realizar la unidad bimos el Espíritu como un don indeleble que nos marca: es lo que
de la Iglesia, el unirnos más plenamente a ella y a sus tareas en el llamamos el «carácter»; que nos unimos más perfectamente a Cris-
mundo, como colaboradores activos, el significar el don del Espí- to, a quien nos consagramos: ungidos; que se nos da la fuerza del
ritu pentecostal recordando y actualizando aquel gran aconteci- Espíritu para ser fuertes y cumplir la misión: buen olor de Cristo;
miento: «El ministro originario de la confirmación es el obispo. que por el don del Espíritu somos transformados en orden a dar
Por regla general el sacramento es administrado por el mismo obis- testimonio y asumir las tareas de la Iglesia.
po, de manera que se manifieste más claramente la referencia a la - La imposición de manos: la imposición de manos es un signo
primera efusión del Espíritu santo el día de Pentecostés» (Ritual de tradicional en la Biblia y uno de los más importantes en la confir-
la confirmación, n. 7). Por tanto, la presencia y presidencia del mación. El gesto de imponer las manos puede significar diversas
obispo, al mismo tiempo que recuerda que el confirmado acepta y cosas: posesión de algo, protección de alguien, transmisión de una
se compromete a edificar la Iglesia en la unidad, también recuerda virtud o un poder. ..
y actualiza el carácter pentecostal de la confirmación. En el Antiguo Testamento la imposición de las manos significa
- La unción con el santo crisma: es el signo más importante de frecuentemente la transmisión de un poder, de una fuerza de Dios
la confirmación. El crisma es una mezcla de aceite de oliva y de (Ex 14, 3). También Jesús imponía las manos a los niños (Me 10,
bálsamo. Lo consagra el obispo el jueves santo y sólo él puede ha- 16) y a los enfermos (Mt 9, 18). El mismo Jesús dice a los discípu-
cerlo. De este modo viene a ser un símbolo de la gracia y de los los: «Impondrán las manos a los enfermos y estos quedarán cura-
efectos que produce en nosotros el don del Espíritu. dos» (Me 16, 18).
Ya en el Antiguo Testamento la unción era un signo para expre- La primera comunidad empleaba este gesto en diversas ocasio-
sar el don del Espíritu de Dios. Los reyes, los sacerdotes, los pro- nes. Así, los discípulos imponen las manos sobre siete discípulos
fetas eran ungidos. Por este gesto se indicaba que Dios les daba su para transmitirles un poder y un ministerio en la comunidad (Hch
fuerza (ruaj, en hebreo) para cumplir su misión, de cara al pueblo 6, 6). Y también empleaban este gesto para transmitir el don del
y a la comunidad (l Samuel). Espíritu (Hch 8, 17; 19, 6).
Los judíos esperaron durante largo tiempo un Salvador, un en- La Iglesia ha utilizado el gesto de la imposición de las manos
viado de Dios. A este le llamaron el Mesías, el Ungido, porque so- también en diversas ocasiones: para la reconciliación, para la orde-
bre él iba a reposar el Espíritu en abundancia (Is 11, 1-5). Los evan- nación, incluso para la unción de enfermos ... Pero este gesto siem-
284 El sacramento de la confirmación Celebración y símbolos de la confirmación 285

pre ha estado presente en la confirmación, de una u otra forma. Sin En verdad, puede decirse que confirmando, la misma comun.i-
duda se debe a que por él se significa de forma especial la dona- dad se confirma y se renueva. La confirmación es acontecimiento
ción y el envío del Espíritu, en este momento de la gran «epíelesis pentecostal, nueva llamada a la conciencia de la misión, renovación
pentecostal personal» de la confirmación. de las tareas y compromisos de fe, para la comunidad entera. Todo
esto exige que exista una verdadera ambientación, preparación, ani-
mación de la misma comunidad. Son muchos los gestos por los que
3. Aplicación a la celebración y la vida esto se puede expresar, desde la forma de participar hasta la acogi-
da del obispo, desde la felicitación y apoyo a los confirmados, has-
a) Confirmación y presidencia del obispo ta la confraternización en un sencillo ágape ...

El nuevo Ritual de la confirmación ha dejado claro que el minis-


4. Puntos para el estudio y la revisión
tro originario de la confirmación es el obispo (n. 7). El Código de
derecho canónico dice: «El ministro ordinario de la confirmación es a) Manifiesta tu experiencia sobre la celebración de tu confir-
el obispo; también administra válidamente este sacramento el pres- mación o la de otras personas, si has participado en ella. Indica lo
bítero dotado de facultad por el derecho común o por concesión par- que comprendiste de aquellos signos, y lo que no habías entendido
ticular de la autoridad competente» (canon 882). Tanto en un docu- hasta ahora.
mento como en otro se enumeran los diversos ministros que, con la b) Comenta brevemente el signo principal de la confirmación,
debida autorización, pueden administrar este sacramento. tal como lo concretaba Pablo VI:
Sin duda se tiene en cuenta las necesidades de las diócesis y las
múltiples ocupaciones del obispo, que no le permiten siempre el Por tanto, .. decretamos y establecemos que, en adelante, sea observa-
poder presidir esta celebración que, por otra parte, no se quiere ma- do en la Iglesia latina cuanto sigue: el sacramento de la confirmación
se confiere mediante la unción del crisma en la frente, que se hace con
siva. Sin embargo, es una limitación del significado el que la con- la imposición de la mano y mediante las palabras: «accipe signaculum
firmación no sea administrada y presidida por el obispo. Por muy doni Spiritus Sancti (recibe por esta señal el don del Espíritu santo).
digna y santa que sea la persona que preside por delegación, nun-
ca podrá significar todo lo que puede significar el obispo, jefe de la c) Distingue los aspectos que se señalan en esta «definición» de
iglesia particular ... El que, como dice el Ritual, en estos casos «en la confirmación que propone el nuevo Código de derecho canónico:
la homilía se recuerde que el obispo es el ministro originario del
sacramento» (n. 18), no soluciona el problema. Los obispos debe- El sacramento de la confirmación, que imprime carácter y por el
rían considerar esta tarea como prioritaria. que los bautizados, avanzando por el camino de la iniciación cris-
tiana, quedan enriquecidos con el don del Espíritu santo y vincula-
dos más perfectamente a la Iglesia, los fortalece y obliga con mayor
fuerza a que, de palabra y obra, sean testigos de Cristo y propaguen
b) Confirmación y participación de la comunidad y defiendan su fe (canon 879).
La confirmación es un acontecimiento eclesial por excelencia,
como lo indican todos los signos de que consta. Esto exige que sea S. Oración y meditación
una verdadera participación y celebración de la comunidad entera,
un auténtico acontecimiento comunitario en el que participan todos a) San Cipriano, del siglo III, explica el sentido de «perfeccio-
cuantos se sienten pertenecientes a la Iglesia por esta comunidad namiento» que tiene la unción posbautismal, aunque todavía no la
concreta. llama «confirmación»:
286 El sacramento de La confirmación

Es necesario que aquel que ha sido bautizado sea también ungido, de


manera que, una vez recibido el crisma, es decir, la unción, pueda
ser el ungido de Dios y tener en sí la gracia de Cristo.,. Pues lo di-
cen de aquellos que habían sido bautizados en Samaría, a los cuales
les impusieron solemnemente la mano de Pedro y Juan, cuando vi-
nieron, para que recibieran el Espí:r:itu santo .. , Lo cual también se
hace ahora entre nosotros, de modo que aquellos que han sido bauti-
zados en la Iglesia sean presentados a los jefes de la Iglesia y puedan
recibir el Espíritu santo, y ser consumados con el sello del Señor por
nuestra oración y por la imposición de la mano (san Cipriano).

b) El Ritual nos propone una monición significativa, que ex-


plica el sentido del rito central de la confirmación o unción con el
crisma:
Hemos llegado al momento culminante de la celebración. El obispo
les impondrá la mano y los marcará con la cruz gloriosa de Cristo )
para significar que son propiedad del Señor. Los ungirá con óleo
perfumado.
Ser crismado es lo mismo que ser Cristo. ser Mesías, ser Ungido. Y
ser Mesías y Cristo comporta la misma misión que el Señor: dar tes-
timonio de la verdad y ser, por el buen olor de las buenas obras, fer-
mento de santidad en el mundo (Ritual de la confirmación, n. 33).

EL SACRAMENTO DE LA
EUCARISTÍA
1
Ritos introductorios:
formación de la asamblea

l. Encuentro con la vida

El fenómeno de la reunión es tan antiguo como la humanidad


misma. Pero no siempre se ha valorado la reunión de la misma for-
ma. Ha habido épocas en las que ha predominado más el indivi-
dualismo, el autoritarismo, la autocracia; y otras épocas en las que
ha venido a prevalecer el asociacionismo, el carácter grupal, el sen-
tido comunitario, la democracia. Nuestra época se caracteriza, cier-
tamente, por lo último. «Reunirse» ha venido a constituir para noso-
tros como el «pan nuestro de cada día». Y no es raro escuchar que
padecemos una verdadera «inflación de reuniones» y sufrimos del
estado patológico de la «reunionitis».
En todo caso, es claro que toda reunión supone una convocato-
ria, implica una congregación de miembros, tiene un objetivo deter-
minado, exige una participación más o menos ordenada, y da lugar
a un tipo u otro de «asamblea». Cada día tienen lugar entre nosotros
numerosas asambleas. Hay asambleas de todo tipo: de patronos y de
obreros, de políticos y sindicales, de profesores y de estudiantes,
de asociados y de independientes ... El lenguaje «asambleario» nos
resulta ya familiar. En la asamblea se analizan situaciones y proble-
mas, se explican asuntos, se dialoga o se discute, se piden opiniones,
se toman resoluciones. La «asamblea» viene a ser hoy como el lugar
colectivo de identificación, como la pieza clave de la democracia. Pa-
ra unos constituye algo así como la panacea de la autogestión; para
otros el lugar de la instrumentalización y las mentiras; y para otros la
posibilidad de la decisión anticipada. Hay, sin duda, asambleas verda-
deras y falsas, liberadoras y esclavizantes. La validez de la asamblea
en sí misma, no garantiza sin más la autenticidad de una asamblea.
El sacramento de la eucaristía Ritos introductorios:fOrmación de la asamblea 29/
290

También los cristianos nos «reunimos en asamblea», en diversas - Unir la vida con la celebración, destacando la tonalidad o ca-
circunstancias y por motivos diferentes. Pero nuestra asamblea por rácter propio de la misma, según las circunstancias, el día o el tiem-
antonomasia es la eucaristía. No es ninguna novedad. Aunque la ex- po, el mensaje de la Palabra (moniciones).
presión «asamblea eucarística» nos suene a nuevo desde el Vaticano - Preparar el ánimo para escuchar y acoger, con fe viva y abier-
II. La verdadera novedad debería consistir en el carácter y estilo de ta disponibilidad (kyrie), el mensaje de la Palabra.
la asamblea, en nuestra forma de estar y participar, en el sentido y - Crear sentimientos de alegría y confianza, que conduzcan a ha-
contenido de lo que celebrarnos, en los compromisos y decisiones cer de la eucaristía una auténtica celebración festiva (cantos, gloria).
que asumirnos. Si es verdad que los ritos de apertura tienden a cons- - Resaltar que la misma celebración es un don gratuito de Dios,
tituirnos en asamblea eucarística, ¿podríamos decir que efectiva- que es quien crea en nosotros las verdaderas disposiciones y actua-
mente cumplen su objetivo? ¿No hay entre nosotros individualismo liza para nosotros su misterio de salvación (oración y colecta).
e indiferencia? ¿No parecernos más un conglomerado de descono-
cidos que una asamblea de creyentes? ¿No se da acaso la dispersión
local y, lo que es peor, la separación y la división interna? b) La formación de la asamblea

¿Qué es una asamblea eucarística? ¿En qué se diferencia de


2. Profundización en el sentido otros tipos de asambleas? ¿Cuáles son las condiciones que se re-
quieren para que se constituya corno tal asamblea?
a) El sentido y la finalidad de unos ritos Una primera respuesta fundamental la encontrarnos en la Orde-
nación del Misal romano, que define así la eucaristía: «La cena del
«Todo lo que precede a la liturgia de la Palabra, es decir, la pro- Señor, o misa, es la asamblea sagrada o congregación del pueblo
cesión de entrada, el saludo, el acto penitencial, el kyrie, con el glo- de Dios, reunido bajo la presidencia del sacerdote para celebrar el
ria y la colecta, tiene el carácter de exordio, introducción y prepa- memorial del Señor. De ahí que sea eminentemente válida, cuando
ración. La finalidad de estos ritos es hacer que los fieles reunidos se habla de la asamblea local de la santa Iglesia, aquella promesa
constituyan una comunidad y se dispongan a oír corno conviene la de Cristo: «Donde están reunidos dos o tres en mi nombre, allí es-
palabra de Dios y a celebrar dignamente la eucaristía» (IM 24). toy yo en medio de ellos (Mt 18, 20)» (n. 7).
El rito introductorio, que se inicia con el canto de entrada y la Una respuesta más explícita puede resumirse en los siguientes
procesión de los ministros, y concluye con la oración presidencial aspectos:
tiene, pues, este objetivo: - La asamblea eucarística no es la reunión de un grupo de per-
- Unir a los participantes en una misma intención y actitud, ex- sonas pertenecientes a un mismo club, o a un mismo partido, o a
presadas por el canto, los movimientos, las oraciones. una misma asociación. Las personas que allí se congregan no lo
- Constituir una asamblea eucarística acogiéndose mutuamente hacen simplemente por tener una misma ideología, ni por aceptar
(saludo), tornando conciencia de ser una comunidad de creyentes, unos mismos valores humanos, ni por sentir una misma necesidad
que representan a la Iglesia universal. religiosa ... , sino porque han recibido un mismo Bautismo, tienen
- Suscitar una actitud de conversión y reconciliación, que au- una sola fe, confiesan a un solo Dios y Padre, que nos ha salvado
tentifique la reunión fraternal, y haga de nuestra ofrenda un sacri- por Cristo y nos renueva en el Espíritu (cf. Ef 4, 4-6).
ficio sincero (rito penitencial). - La asamblea eucarística no puede estar formada por cualquier
- Expresar la especificidad de la asamblea, que se reúne en tipo de personas, sino por cristianos bautizados y creyentes, que
nombre de Cristo (saludo) y es presidida por él, a través del pres- desean expresar, celebrar y renovar su fe en la fe de la misma Igle-
bítero o el obispo, corno signos representativos de Cristo-cabeza. sia, proclamada y actualizada en la eucaristía. La eucaristía es el
292 El sacramento de la eucaristía Ritos introductorios: .fbrmación de la asamblea 293

lugar privilegiado de la manifestación, profesión, celebración e los creyentes, cuando existe la presencia concreta de una comuni4ad,
identificación de la fe. Quien no es creyente bautizado no puede cuando el «nosotros eclesial» se visibiliza en un «nosotros» de asam-
celebrar en plenitud la eucaristía. blea cultual. Por algo la Iglesia prohíbe que los días festivos se cele-
- La asamblea eucarística se constituye, no por iniciativa hu- bre la misa en oratorios privados y exige para el pleno cumplimien-
mana, sino por iniciativa divina. Es Dios quien nos convoca a los to del deber dominical la reunión con los demás cristianos.
hombres, no los hombres los que convocamos a Dios. Es Dios - Y esta asamblea se reúne, no para cualquier acción o decisión,
quien congrega a su Iglesia en asamblea, no la asamblea la que sino para conmemorar el acontecimiento de salvación en el acto
congrega a la Iglesia en Dios. Los ministros de la Iglesia pueden cultual de la acción de gracias o «fracción del pan». Si el pueblo de
representar la llamada y convocatoria de Dios, pero no pueden su- Dios es, ya de por sí, una comunidad cultual, la asamblea eucarís-
plantar al verdadero Convocador. Lo mismo que la salvación de la tica es la reunión del pueblo de Dios para aquel acto cultual donde
Iglesia tiene su origen en Dios, así la asamblea de la Iglesia, don- se conmemora, de la forma más extraordinaria y real, el aconteci-
de se celebra dicha salvación, tiene lugar por iniciativa de Dios. miento salvador de la pascua. La asamblea eucarística es la Iglesia
- Por eso, en la asamblea eucarística no puede no estar presen- congregada y re-unida, en un lugar y tiempo concretos. La finali-
te aquel mismo que la convoca: el Dios de nuestro Señor Jesucristo. dad de nuestra asamblea es una finalidad original y específica. No
En su nombre nos reunimos («en el nombre del Padre»), con su simplemente humana, sino también divina. No sólo inmanente, si-
nombre nos saludamos («el Señor esté con vosotros»), por su nom- no también trascendente.
bre nos dirigimos al Padre («por nuestro Señor Jesucristo ... »). Cris- - Por fin, la verdadera asamblea eucarística se constituye como
to promete su presencia en la asamblea, y está realmente presente tal, cuando no es contradictoria ni discriminatoria. Cuando no se
de formas diversas: por la misma asamblea y por el que la preside, basa en motivos puramente humanos, como la cultura, la amistad,
en la Palabra y en el sacramento (cf. SC 7). No nos reunimos, pues, el proyecto social. .. Cuando no congrega sin discernimiento al pe-
en nombre de ningún líder o personaje meramente humano, sino en cador público y al testigo fiel, al opresor y al oprimido, al creyen-
el nombre, con el poder y en la presencia del Señor Jesús. te y al increyente. Cuando reúne a hermanos que viven, no bajo el
- La asamblea eucarística debe ser, por una parte, una asamblea signo manifiesto de la división o del odio, sino del amor y de la re-
de comunión eclesial, en comunión con la Iglesia. Lo mismo que la conciliación, propios de la fraternidad cristiana.
Iglesia es «sacramento» de Cristo, así la asamblea eucarística es sa- Ciertamente, no toda asamblea es cristiana, ni toda asamblea
cramento de la Iglesia. La eucaristía es la manifestación y la reali- cristiana es eucarística, ni toda asamblea cristiana eucarística es
zación más privilegiada de la estructura y sacramentalidad de la perfecta. Pero toda eucaristía requiere una asamblea. Y esta asam-
Iglesia. No puede haber verdadera eucaristía si no es eucaristía blea debe esforzarse por manifestar y realizar aquellos rasgos que
eclesial. De ahí la necesidad de que toda eucaristía sea presidida la especifican e identifican respecto a todas las demás. Siendo
por el sacerdote, como signo visible que «representa» la presencia siempre consciente de que no es ella la que hace existir la eucaris-
viva de Cristo y la comunión con la Iglesia. tía. Pues la asamblea no se da a sí misma la eucaristía, sino que la
- La verdadera asamblea eucarística exige igualmente la presen- recibe como una tradición que le ha sido dada, como un don que
cia de una comunidad, la constitución de un «nosotros». Es verdad procede de Cristo (1 Cor 11, 23).
que esta comunidad está siempre de algún modo presente por la
unión «mística» de todos los creyentes, pues «todos somos uno en
Cristo Jesús» (Gal 3, 28). «Él es la Cabeza del cuerpo de la Iglesia» c) La conversión de la asamblea
(Col 1, 18), y el verdadero sujeto de la liturgia no es el individuo, si-
no la Iglesia entera. Con todo, la asamblea eucarística viene a ser tal, Lo mismo que en la Iglesia hay «justos y pecadores», y entre
en su plena visibilidad y significatividad, cuando se da la reunión de los pliegues de su manto de virgen se esconden las manchas de
294 El sacramento de La eucaristía Ritos introductorios: formación de la asamblea 295

sus miembros impuros (san Paciano de Barcelona), así en la asam- - Según la enseñanza de la primera tradición cristiana, no se
blea eucarística también hay cristianos más sinceros y cri.stianos puede ofrecer el sacrificio, si no se reconocen los propios pecados,
más injustos, y entre la grandeza del deseo de una celebración de ni participar del sacrificio, si no se superan las divisiones e injus-
la fe, se esconde la miseria de una mediocridad del amor. Todos ticias de la fraternidad cristiana. «Quien coma el pan o beba el cá-
somos débiles y pecadores, y si dijéramos que no tenemos peca- liz indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor» (1
do, mentiríamos(! Jn !, 8-10). Si la Iglesia es «santa y está siem- Cor 11, 27). «Reuníos cada día del Señor, romped el pan y dad gra-
pre necesitada de purificación» (LG 8; OP 3), ¿cómo no admitir cias, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que
esta misma necesidad en la asamblea, signo concreto y visible de vuestro sacrificio sea puro» (Didajé 14, n. J). Dados la fragilidad y
la Iglesia? Por eso es lógico que, a lo largo de los siglos, se haya el egoísmo humanos, es justo que esto encuentre una expresión
impuesto la costumbre de incluir en la misa ritos, gestos y oracio- permanente y adecuada en la eucaristía.
nes de conversión y reconciliación, como el «beso de la paz», la - Sin duda la eucaristía, por su misma naturaleza y exigencias
oración del «padrenuestro», el «rito penitencial». Aunque los dos es un momento y Jugar privilegiado para la conversión y el perdón
primeros elementos sean más tradicionales que el tercero (rito pe- comunitarios. Y esto, no sólo en cuanto son deseados por el hom-
nitencial), cuya extensión y configuración se produjo en la Edad bre pecador, sino sobre todo en cuanto son concedidos por el Dios
Media, lo cierto es que para el pueblo se ha convertido en el rito y misericordioso. La palabra de Dios es siempre anuncio de salva-
momento más significativo para la conversión y el perdón dentro ción y llamada a la conversión, pero lo es de modo especial cuando
de la misa. La reforma del Vaticano II, aun sin querer darle gran se proclama en la eucaristía. Todo perdón de Dios es, en definitiva,
importancia para no confundirlo con una celebración penitencial, actualización de la reconciliación obrada por Cristo en la Cruz, pe-
ha hecho de él un rito elocuente al principio de la misa. Es posible ro en ningún lugar se actualiza de modo tan eminente esta reconci-
que carezca de lógica estructural, pero no carece de sentido. En liación como en el sacrificio reconciliador de Cristo, que celebra la
efecto: eucaristía. La eucaristía exige la reconciliación y obra la reconci-
- El cristiano tiene conciencia de que, aun habiéndose converti- liación. Nos quiere reconciliados para ser plenamente reconcilia-
do radicalmente a Dios, siempre está necesitado de una conversión dora, ya que es memorial del mismo sacrificio reconciliador de la
permanente. Nuestra conversión y nuestra fe no son nunca tan per- Cruz. Por eso afirma el concilio de Trento que en este sacrificio sa-
fectos como para no tener que convertirnos, porque siempre hay al- cramental se encuentra el perdón de los pecados, incluso los más
go de qué convertirnos. ¿No es normal que esta necesidad de con- graves, por la fuerza del misterio que se celebra, ya que Dios con-
versión encuentre un espacio y rito adecuados, precisamente en cede a los participantes la conversión y el amor (Ses. XXII, cap. 2:
aquel momento en que más nos vemos confrontados con nuestra DS 1743).
exigencia de santidad? Todas estas razones explican el sentido y la función del acto pe-
- La eucaristía es un encuentro de hermanos, entre los que mu- nitencial, el cual debe entenderse, no como el rito que concentra de
chas veces hay divisiones e injusticias, odios y egoísmos. No es po- modo exclusivo la dimensión penitencial y reconciliadora de la eu-
sible una verdadera celebración, si no existe una verdadera conver- caristía (pues deben valorarse igualmente la liturgia de la Palabra,
sión, un auténtico y consecuente deseo de reconciliación: «Si, pues, el memorial del sacrificio, el padrenuestro y el rito de la paz), sino
al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un como el momento inicial tendente a suscitar una actitud de conver-
hermano tuyo tiene algo que reprocharte, deja tu ofrenda allí, de- sión y reconciliación, que se irá desarrollando y realizando a lo lar-
lante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; lue- go de toda la celebración eucarística. Otra cosa será el puesto que
go vuelves y presentas tu ofrenda» (Mt 5, 23-24). ¿No es también podría ocupar, la forma de realizarlo, su valor y «eficacia» respec-
el acto penitencial un momento oportuno para expresar esta recon- to al perdón.
ciliación con el hermano?
296 El sacramento de la eucaristía Ritos introductorios:fórmacfón de la asamblea 297

d) Fe de la asamblea en Cristo presente y actuante vosotros») y oramos al Padre por medio de Cristo; la Palabra pro-
clama la salvación obrada por Dios en Cristo, y la eucaristía actua-
Hemos dicho anteriormente que una de las notas de la asamblea liza el acontecimiento pascual en signos sensibles; el altar, situado
eucarística es que esta se congrega «en el nombre del Señor», por- en el punto central de convergencia del templo, también representa
que él es quien convoca y se hace presente y actuante entre los su- a Cristo y su acción redentora, ritualmente anticipada en la última
yos. Queremos explicitar brevemente esta realidad. Cena y cruentamente realizada en la cruz; la comunión, en fin, nos
- Cristo está presente en la asamblea, no de modo pasivo o in- da al mismo Cristo en forma de comida, para ser todo en todos, en
cógnito, sino de modo activo y reconocido. Más aún, él es el pri- la unidad de un solo Cuerpo.
mer actor de la acción litúrgica, el agente principal de la eucaristía.
Sin él, actuando en la fuerza del Espíritu, no habría eucaristía. Cris-
to es el centro de la acción litúrgica, y el mediador eficaz de la ala- 3. Actitudes para la participación
banza y la santificación en la eucaristía.
- En la eucaristía, esta presencia de Cristo es especialmente in- ¿Con qué actitudes se debe participar en la asamblea para que
tensa y significativa. Como bien afirma la Constitución de liturgia: llegue a ser una verdadera asamblea eucarística?
«Cristo está siempre presente en la Iglesia, sobre todo en la acción Contribuir a la formación de la asamblea: no basta con «querer
litúrgica. Está presente en el sacrificio de la misa, no sólo en la per- asistir» o incluso desear participar. Es preciso poner los medios. La
sona del ministro, 'ofreciéndose ahora por el ministerio de los sa- asistencia puntual, el saludo amable a los que conmigo entran en la
cerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz', sino tam- iglesia o se sientan a mi lado, la disposición de ánimo para vivir lo
bién, sobre todo, en las especies eucarísticas» (SC 7). Está, pues, que se va a celebrar, el colaborar al clima festivo, la misma coloca-
presente como sacerdote y víctima, es decir, como aquel que ofre- ción cerca del altar y no dispersos, la preparación antecedente de
ce el sacrificio y como aquel que se ofrece en verdadero sacrificio. las lecturas del día ... todo ello pueden ser actitudes y gestos que
Cristo no realiza un nuevo sacrificio en la misa, pero sí hace pre- contribuyen a la formación de la asamblea.
sente su autosacrificio de modo sacramental. La eucaristía es el Superar los individualismos: la asamblea no es la simple reu-
memorial del sacrificio de Cristo. nión ordenada de las personas en un lugar determinado. Es tam-
- Esta presencia de Cristo nos lleva a comprender su verdade- bién, y sobre todo, la unión de corazones, es una acción común,
ro protagonismo como actor principal. Es cierto que en la acción que nos afecta y compete, porque es de todos. Nada más contrario
litúrgica, Cristo asocia siempre consigo a la Iglesia, de modo espe- a la asamblea eucarística que el individualismo, la atención exclu-
cial a través del ministro, que actúa «representando» a Cristo mis- siva al propio gusto, u oración, o participación, prescindiendo de
mo y a la Iglesia. Con todo, hay que decir que cuando alguien bau- los demás. La eucaristía es una acción comunitaria, en la que cada
tiza, es Cristo quien bautiza (san Agustín; SC 7), cuando alguien uno debe estar, participar y vivir con los demás. Por eso, el estar
ofrece el sacrificio, es Cristo quien lo ofrece ofreciéndose. El mi- dispuesto al servicio en la asamblea (ejerciendo un ministerio), el
nistro es como la mediación concreta de Cristo mediador. No es el atender a los más ancianos o pequeños, el no buscar la propia co-
ministro quien transforma el pan en el cuerpo de Cristo, ni quien modidad, el no molestar con nuestras oraciones o nuestros gestos
nos santifica o nos salva, sino Cristo en la fuerza del Espíritu. a los demás ... serán signos por los que superaremos nuestro indi-
- Se comprende, pues, que todos los elementos de la acción li- vidualismo.
túrgica tiendan a expresar esta centralidad de Cristo. Nos reunimos Perdonar y aceptar el perdón: quien participa en la eucaristía
en el nombre del Señor; la asamblea hace presente a Cristo entre debe estar dispuesto, con toda su alma y todas sus fuerzas, a recon-
los suyos; el sacerdote que preside es signo «representativo» de ciliarse con Dios y con los hermanos. La medida del perdón que
Cristo; nos saludamos deseándonos a Cristo («el Señor esté con Dios nos concede, es el perdón que nosotros damos y aceptamos de
298 El sacramento de la eucaristía
Ritos introductorios:JOrmacíón de la asamblea 299
nuestros hermanos. Pedir perdón en la asamblea eucarística, sin es-
ni las lecturas, ni la intervención de los que ejercen un ministerio, ni
tar dispuestos a erradicar el odio y la injusticia de nuestro corazón Y
los elementos externos necesarios para la celebración ... Es absurdo
nuestra vida es convertir el acto penitencial y toda la eucaristía en
pensar que todo esto implica una actitud ritualista o detallista. Lo
una farsa y n una mentira. Es verdad que no saldremos de la misa
exige el respeto a la asamblea y a la misma acción litúrgica.
para reconciliarnos, ni estará a nuestro lado el hermano o he man s
Discernir lo más importante: hablar de lo importante y lo se-
con quienes estamos «en deuda», ni seremos capaces de pedirle pu-
cundario es, con frecuencia, bastante relativo. Con todo, atendien-
blicamente perdón dentro de la asamblea. Sin embargo, nuestro de-
do a la variedad de formas actuales, y a las constantes en las for-
seo y compromiso sincero deben ser el poner tod s los med10s ne- mas históricas, puede hacerse esta distinción. Sin duda, en el rito
cesarios para encontrar la reconciliación en la vida. Lo contrano
de apertura resalta como más importante la mutua acogida y salu-
priva de verdad a nuestra participación en la eucadstía.
do, la invitación a la reconciliación fraterna, la oración colecta. Po-
Reconocer al Señor presente: sabemos que Cnsto esta presen-
drá hacerse de una u otra forma, pero nunca deberán faltar estos
te y actuante entre nosotros. Pero es preciso reconocerle como tal,
elementos. No es, por tanto, lo mismo suprimir la «antífona de en-
con los ojos de la fe, a través de los diversos signos que expresan
trada» que el saludo del sacerdote, no decir el Kyrie que eliminar el
esta presencia. Los ojos del que participa con fe son como los del
acto penitencial, prescindir del gloria que olvidarse de la oración ...
vidente, que miran y ven. Reconocer al Señor presente es hacerse
Aplicar el rito penitencial: el rito penitencial debe aplicarse se-
con los ojos de los discípulos de Emaús, capaces de reconocer.ª
gún unas posibilidades y un ritmo, y atendiendo a las circunstan-
Cristo resucitado en la fracción del pan; el ser capaces de descubnr
cias. Aunque siempre debe invitarse a la conversión y el perdón, no
a Cristo en los hermanos, en la Palabra, en los signos, en el denso
siempre es necesario hacerlo de la misma forma y con la misma in-
silencio y en la admiración del corazón. Sólo así es posible llegar
tensidad. Por ejemplo, en una pequeña comunidad de «misa diaria»
a la unión de la fe, y superar las limitaciones del que preside, y des- bastará con darle un relieve especial un día a la semana (viernes),
cubrir la grandeza del misterio.
haciéndolo de diversas formas: invitación más amplia; silencio más
prolongado, manifestación general de culpabilidad, rezo de un sal-
mo penitencial, letanía penitencial, gesto fraterno de reconciliación
4. Aplicación a la celebración y la vida
(rito de la paz) ... Igualmente en la asamblea dominical, podría po-
nerse especial acento en este rito una vez al mes, adoptando una de
Crear el clima adecuado: el clima de una reunión está condicio-
las formas indicadas. Es preciso sacar el rito penitencial de su au-
nado con frecuencia por el clima en la apertura de dicha reunión.
Lo mismo sucede con la asamblea eucarística. Se debe cmdar este tomatismo, convirtiéndolo cuando se hace en un verdadero gesto
clima en lo posible y según las circunstancias: teniendo las cosas de reconciliación.
preparadas con antelación, creando un ambiente de siknc10 y aco-
gida, saludando en la puerta a la gente que viene, haciendo sonar 5. Elementos para la revisión
una música de fondo, proponiendo algún elemento aud10visual que
concentre la atención, ensayando algún canto ...
a) Examinar las actitudes que solemos tener cuando acudimos
Preparar la puesta en acción: la vida está compuesta de peque-
a la asamblea dominical: cumplimiento de un precepto, gozo, dis-
ños detalles, decimos. Pero con frecuencia, cuanto más se conocen
gusto, disponibilidad, individualismo, apertura ...
esos detalles, más los despreciamos. Se sabe lo que hay que hacer, y
b) Elementos que habría que corregir o potenciar para que se
sencillamente no se le da importancia. Sin embargo, es necesario
cumplieran los objetivos del rito de apertura.
preparar las cosas cada vez, como si fuera la primera vez. Nada de-
c) ¿De qué forma y con qué ritmo sería más conveniente pro-
be dejarse a la improvisación: ni el canto, ni la monición de entrada,
poner el rito penitencial en tu comunidad?
300 El sacramento de la eucaristía

6. Oración y meditación 2
La Didajé o Enseñanza de los apóstoles, es un documento de Liturgia de la Palabra: anuncio
finales del siglo !, donde ya se nos habla de las disposiciones para
participar en la eucaristía:
de la salvación
En los domingos del Señor, reuníos y partid el pan, y haced gracias,
confesando antes vuestros pecados, para que vuestro sacrificio sea
puro. El que tenga algún disgusto con un amigo, no asista a vuestra
reunión hasta haberse reconciliado, a fin de que no se contamine
vuestro sacrificio. Pues esto es lo que dijo el Señor: «En todo lugar
ofrézcaseme sacrificio limpio, porque soy yo Rey grande, dice el
Señor, y mi nombre es admirable en las naciones» (cf. Mal 1, 11 1. Encuentro con la vida
14) (Didajé 14; Solano I, 55).
Puede decirse que, en condiciones normales, no hay encuentro
La oración colecta que reza el sacerdote al principio de la misa ex- humano, ni reunión, ni asamblea, en los que la palabra o comuni-
presa la fe y actitud de la asamblea en la festividad de que se trata: cación oral no juegue un papel importante. La palabra es expresión
Dios de misericordia infinita, de la interioridad, medio de comunicación, llamada al encuentro y
que reanimas la fe de tu pueblo al diálogo, epifanía personal y puerta de acceso al misterio del otro.
con la celebración de las fiestas pascuales; Pero la palabra cobra muchos sentidos según la intención y la
acrecienta en nosotros los dones de tu gracia, forma como se pronuncia o proclama. Hay palabras monológicas,
para que comprendamos mejor que el bautismo nos ha purificado, porque se dicen sólo con la intención de expresarse y afirmarse a
que el Espírítu nos ha hecho renacer sí mismo; y palabras dialógicas, porque tienden a interpelar y sus-
y que la sangre nos ha redimido. Por nuestro Señor ...
citar la respuesta de los demás. Se dan palabras verdaderas, por-
(Colecta del segundo Domingo de Pascua) que tienden a expresar sin engaño la realidad percibida, sentida o
vivida; y palabras falsas, porque pretenden decir lo que no res-
ponde a dicha realidad. Existen palabras inteligibles, porque se da
adecuación entre expresión y contenido, capaz de ser percibido
por los oyentes; y palabras ininteligibles, porque se da una inade-
cuación entre expresión y contenido, y no permiten al sujeto
oyente establecer una relación ordenada entre lo que la palabra
quiere decir en sí y lo que realmente dice en un contexto concre-
to. Podríamos señalar otras muchas distinciones. Baste lo dicho
para comprender que la calidad de una palabra puede medirse por
su carácter dialógico, por su verdad expresada, por su inteligibili-
dad concreta.
También en la asamblea eucarística tiene un puesto primordial
la Palabra. En la eucaristía la Palabra se proclama y se anuncia, se
explica y se aplica, se hace oración y canto, diálogo y respuesta,
acontecimiento y celebración. Esta Palabra, aun siendo palabra hu-
Litwgia de fa Palabra: anuncio de la salvación 303
302 El sacramento de la eucaristía

mana, no es sólo palabra de hombre, es sobre todo «palabra de desarrolla la homilía, Dios habla a su pueblo, le descubre el miste-
Dios». Y esto, no sólo porque nos habla de Dios y sobre Dios, sino rio de la Redención y Salvación, y le ofrece el alimento espiritual;
porque en ella y a través de ella habla Dios mismo. Por ello, el ca- y el mismo Cristo, por su Palabra, se hace presente en medio de los
rácter dialógico, la verdad y la inteligibilidad de esta Palabra son fieles (OGMR 33).
especiales, y no pueden identifiearse eon la palabra simplemente La liturgia de la Palabra constituye una unidad dinámica y rít-
humana. mica, donde los distintos elementos se enlazan y apoyan para desa-
Pero se hace necesaria una distineión. No toda palabra que se rrollar el carácter dialógico que la especifica. La Palabra se proclama
pronuncia en la eucaristía es «palabra de Dios». Llamamos «pala- y escucha en la lectura; se medita y se acoge en el silencio y el canto;
bra de Dios» a lo que se eontiene en la Escritura y se proclama en se profundiza y aplica en la explicación homilética, y se torna en res-
la asamblea. Llamamos «palabra de la Iglesia» a la que pronuncia puesta de fe, oración «sacerdotal» y compromiso en el credo y la ora-
el sacerdote en la homilía, en comunión con la enseñanza de la ción universal. Se da, pues, un triple movimiento: el descendente de
Iglesia. Llamamos «palabra sacramental» a la palabra que expresa Dios al hombre; el expandiente: de la Iglesia al bautizado; el ascen-
y realiza el misterio o «plegaria eucarística» (canon). Llamamos dente: del creyente por la Iglesia a Dios. Dios llama por su Palabra
«palabra oracional de la fe» a la que se contiene en el «credo» o proclamada en la Iglesia y el hombre responde con su fe, en la fe de
símbolo de la fe, en las diversas oraeiones de la misa, y por la que la Iglesia. La palabra de Dios es pro-vocación (interpela), en la con-
la misma Iglesia y la asamblea celebrante expresa su fe. Todas es- vocación (asamblea), para la in-vocación (respuesta). En esto se dife-
tas «palabras» tienen su sentido y su intención, expresan y realizan rencia la palabra de Dios proclamada y celebrada en la asamblea, de
algo, nos interpelan y nos eonvocan, suponen la llamada y la res- la palabra de Dios leída y meditada en privado: en que allí se expresa
puesta. Ni el que dice, ni el que escucha estas palabras puede per- y realiza la mediación dialogante de la Iglesia de forma privilegiada.
manecer indiferente. La indiferencia ante la palabra es la prueba ·- Esta palabra de Dios proclamada implica la misma presencia
de Dios como el verdadero «Proclamadorn que se dirige a su pue-
del sinsentido de esa palabra para mí. Y cuando la palabra que es-
cuchamos, decimos o cantamos, pierde su sentido, ya no tiene ra- blo congregado. «Cuando se leen en la Iglesia las sagradas Escri-
zón de ser el encuentro en que tal palabra resuena. ¿Sucede esto turas, es Dios mismo quien habla a su pueblo, y Cristo presente en
también en algunas de nuestras eucaristías? su Palabra, quien anuncia el evangelio» (OGMR 9). Porque Cristo
está presente en su Palabra, esta hace presente a Cristo en los que
la escuchan. Si en todo caso, la palabra que dirigimos a los demás
2. Profundización en el sentido es una forma de hacernos presentes a los demás, en este caso, la
Palabra que Dios nos dirige es una forma especial de hacerse pre-
La Palabra ha tenido siempre un papel y un puesto preferente sente en nosotros. Escuchamos su Palabra, pero no vemos su arti-
en la eucaristía. Pero, ¿cómo se ha entendido, realizado y expresa- culación; le oímos por la Palabra, pero no sentimos su presencia.
do esto? Más aún, la Palabra que nos es dirigida «hoy y aquí», no es una Pa-
labra anunciada por primera vez en este «hoy y aquí». Es más bien
la Palabra que, desde que fuera proclamada en un tiempo y espacio
a) La proclamación de la Palabra en las lecturas concretos por Cristo y los apóstoles, se ha convertido en un «hoy y
aquí» eterno, inmutable, permanentemente actual, permanente-
Las leeturas tomadas de la sagrada Eseritura, con los cantos que mente vivo. Su fuerza y fecundidad, su capacidad de convocación
se intercalan, eonstituyen la parte prineipal de la liturgia de la Pa- Y conversión, su verdad y su virtud salvadora no sólo son de ayer,
labra; la homilía, la profesión de fe y la oraeión universal u oración son de hoy y serán de siempre. Por eso mismo proclamar la Palabra
de los fieles, la desarrollan y concluyen. En las lecturas, que luego en la asamblea eucarística, es hacer presente entre nosotros al que
304 El sacramento de la eucaristía Litwgia de fa Palabra: anuncio de la salvación 305

permanece presente en su Palabra, con su fuerza salvadora y su vir- y se impone una tarea selectiva de aquellos más significativos pa-
tud transfonnante, más allá del espacio y el tiempo, en un hoy que ra la liturgia. En cada época y en cada tradición litúrgica se ha lle-
se extiende hasta la eternidad. Cristo no ha caído en el silencio. vado a cabo esta selección, con frecuencia diversa y variada. Hoy
Presente en su Palabra, sigue hablándonos. el Vaticano II queriendo abrir para el pueblo de Dios los «tesoros
- La palabra de Dios que se nos ofrece en la eucaristía, no es de la Biblia» (SC 51) nos ofrece, en un periodo de tres años (lla-
fruto de la eucaristía, sino del don previo y preexistente a la euca- mados los tres ciclos), las partes más significativas de la sagrada
ristía. Pero en la eucaristía esta Palabra se hace viva y eficaz; se Escritura, en orden a un alimento más pleno de la fe, y a una me-
convierte en noticia que resuena y en acontecimiento que se cele- jor comprensión del misterio celebrado.
bra. De este modo, lo anunciado se actualiza y realiza, envolvién- Ahora bien, aun tratándose de un mismo misterio, cada día, ca-
donos en el único acontecimiento salvador que constituye la Pala- da domingo, cada fiesta litúrgica, lee unos textos concretos que
bra y el signo de la eucaristía. Aunque se puede distinguir entre la expresan de modo directo y preferente uno de los aspectos del
«mesa de la palabra de Dios y del cuerpo de Cristo» (DV 21; misterio total. Será ese aspecto que coincide, relata y recuerda el
OGMR 8, 34), en realidad se trata de dos mesas tan estrechamente acontecimiento celebrado, según la festividad, los tiempos y mo-
unidas entre sí que constituyen un solo acto de culto (ibid., 8). No mentos del año litúrgico.
hay, en verdad, sino una sola mesa, en la que se nos sirve la «Pala- De este modo, a lo largo del ciclo litúrgico, se anuncia, se ex-
bra hecha carne» y comernos el «pan de vida que ha bajado del cie- presa y se vive toda la riqueza de aspectos y dimensiones que dicho
lo» (Jn 1, 14; 6, 35). Podernos decir que en ningún momento, corno misterio contiene.
en la eucaristía, la Palabra «deviene sacramento y el sacramento
deviene Palabra», de modo que nos encontrarnos con una Palabra
actuante signalrnente, y con un signo elocuente verbalmente. Lo b) La actualización de la Palabra por la homilía
que se anuncia y se «significa», no es algo, sino a Alguien presen-
te y vivo en la Palabra y en el pan. Y esta presencia es, no pasiva, La homilía no es en sí misma palabra de Dios, pero sí es parte
sino activa y anunciante a la vez. La Palabra se hace signo «eficaz» integrante de la proclamación actualizada de esta Palabra. Por eso
y el signo se hace Palabra elocuente. Por todo ello, la Palabra que se dice que «en las lecturas, qne luego desarrolla la homilía, Dios
se anuncia en las lecturas, viene a ser un acontecimiento especial habla a su pueblo» (OGMR 33). «Aunque la palabra divina, en las
en la celebración eucarística. Si el lugar privilegiado para escuchar lecturas de la sagrada Escritura, va dirigida a todos los hombres de
la Palabra es la asamblea, la asamblea privilegiada para escuchar la todos los tiempos, y está al alcance de su entendimiento, su eficac
Palabra es la eucaristía. cia aumenta con una explicación viva, es decir, con la homilía, que
Sean cuales sean los textos que se proclaman, siempre se anuncia viene a ser parte de la acción litúrgica» (ibíd., 9).
y realiza el único «misterio de la Redención y Salvación», anunciado - En principio debe decirse que la homilía es una explicación
de antiguo por los profetas, realizado en Cristo Jesús, continuado del contenido central de la Palabra; aplicación a la vida concreta de
en la Iglesia, y en tensión hacia su plenitud escatológica. La misma la comunidad; e implicación de ese mismo contenido aplicado en
selección de los textos nos recuerda esta dinámica del aconteci- la celebración ritual (cf. OGMR 41 ). La homilía se centra en los
miento en la historia de la salvación: la primera lectura del Antiguo textos y el misterio proclamados, arranca y se enraíza en la vida, y
Testamento o «profeta» nos recuerda el anuncio de la Salvación; el encuentra su pleno sentido en la celebración del misterio y la vida.
evangelio o palabra del Señor nos habla de la realización de esta Es discurso explicativo, mensaje actualizado y acontecimiento ce-
salvación en Cristo; la segunda lectura o «apóstol» nos relata la lebrativo. Ninguno de estos aspectos debe limitarse, ni mutilarse,
continuación de dicha salvación en la comunidad de la Iglesia. Na- ni exagerarse, para que la homilía no degenere y pierda los contor-
turalmente, la Biblia nos ofrece una riqueza de textos muy grande, nos de su propia naturaleza.
3()(, El sacramento de la eucaristía liturgia de la Palabra: anuncio de la salvación 307

- La homilía es el anuncio más pleno de la buena noticia, porque Del mismo modo hay que afirmar que la homilía no puede re-
supone y contiene de algún modo las otras formas de predicación ducirse simplemente a la catequesis. La «catequesis» (catecheo) es
(kcrigma, didaskalia, catequesis), a las que, lejos de oponerse, com- una instrucción iniciante, de carácter más bien catecumenal, por la
plementa y lleva a plenitud. Pero debido a su carácter litúrgico-cele- que se pretende profundizar en los contenidos fundamentales de
brativo, constituye una forma original y específica de transmisión de la fe. En sí, la catequesis tendría su puesto antes del bautismo, mien-
la palabra de Dios. La homilía es a la vez anuncio (kerigma), que ex- tras la didaskalia lo tendría después del bautismo. Pero dada la pra-
plica el contenido de la fe (didaskalia), confirma en la fe (cateque- xis bautismal actual, la catequesis y la didaskalia deben realizarse
sis) y transforma la vida (mystagogia), celebrando la misma vida de después del bautismo. Si esto es así, se comprende que la homilía
la fe (leiturgia). Pero, siendo todos estos aspectos no puede reducir- tiene también una dimensión catequética. Toda homilía, como toda
se con exclusividad a ninguno de ellos. Y todos ellos deben ser desa- celebración eucarística, suponen la iniciación y son iniciantes; su-
rrollados en función del polo de atracción o del centro de especifi- ponen la catequesis y son catequéticas; suponen la fe y alimentan y
cidad que les da colorido, tonalidad. Este centro es la misma liturgia. profundizan la fe. Sin embargo, dificilmente podrá justificarse una
- Para explicar brevemente las afirmaciones anteriores, pode- homilía que sistemáticamente se convierte en catequesis, y menos
mos decir lo siguiente: si tal catequesis es teorizante y no mystagógica.
La homilía no es el kerigma en sí, porque no es el primer anun- Lo propio o específico de la homilía es que se trata de una pa-
cio, o la primera llamada, o la evangelización inicial, o el testimo- labra que es acción litúrgica, acontecimiento ce/ebrativo. Palabra
nio iniciante para los sujetos que le escuchan. En principio se su- y rito constituyen en la celebración los dos aspectos integrantes de
pone que quien escucha una homilía y participa en la eucaristía es la acción litúrgica, por los que se anuncia, se actualiza y realiza el
ya un evangelizado, convertido e iniciado. Y, sin embargo, aun su- misterio de la salvación. La palabra de la predicación, lo mismo
poniendo que así sea, la homilía tiene siempre un carácter kerig- que las palabras que acompañan el rito, son proclamación o inter-
mático. Porque la palabra de Dios no pierde nunca su fuerza de pretación viva de ese misterio presente y operante en la asamblea
anuncio novedoso, de noticia y de kerigma. Porque nunca puede que celebra, de modo que así aparece su grandeza, su significado,
decirse que la conversión y la fe han llegado al ideal, porque la di- su riqueza. La homilía tiene un carácter sa/vífico porque proclama
mensión kerigmática adquiere acentos siempre nuevos en el con- las maravillas obradas por Dios en la historia de la salvación. Tie-
texto litúrgico por el aspecto del misterio que se anuncia y realiza. ne un carácter actualizador, porque declara estas maravillas como
Tampoco puede decirse que la homilía es sin más «didaskalia» operantes y presentes en la celebración actual, continuadora de las
que enseña, ilustra y explica la doctrina de la fe. Este objetivo de- intervenciones salvíficas. Tiene, en fin, un carácter profético, por-
bería realizarse en toda su plenitud en otros momentos, no cedien- que anuncia el dinamismo de estas acciones maravillosas de Dios
do sin más a la tentación racionalizadora o tematizadora que con hacia su plenitud escatológica. La homilía, como la misma cele-
frecuencia acecha a la homilía. Pero tampoco puede negarse que bración, es memoria del pasado salvífica, anuncio de una presen-
la homilía tiene una dimensión didaskálica, ya que también expli- cia salvadora, y profeta de un futuro escatológico de salvación. Y el
ca, ilustra y enseña. Pero lo hace siempre desde el centro litúrgico centro de la homilía, lo mismo que el centro de la celebración, lo
que la caracteriza. Y por eso debe evitar el intelectualismo, el mo- constituye el centro de la historia de salvación: el misterio de Cris-
ralismo o el dogmatismo. La homilía tiene que enseñar, sin querer to. Por eso la homilía tiene que ser, principalmente, «sermo = ex-
ser enseñanza; tiene que explicar sin pretender ser lección; tiene hortación, predicación, proclamación, apoteosis en palabra, canto
que ilustrar la mente sin quedarse en la razón. Su misión es conti- familiar y anuncio de ese acontecimiento del misterio de Crísto en-
nuar la «enseñanza» (didaschein) del Maestro, desde la misma en- tre nosotros, que nos transforma, y nos salva». Su lenguaje, su to-
señanza bíblica, sin pretender convertirse en «enseñanza» al mar- no, su contenido, deberán ser, por tanto, otros de los de la exposi-
gen de la Biblia. ción temática, el discurso racional, la explicación sistemática ... La
308 El sacramento de la eucaristía liturgia de la Palabra: anuncio de fa salvación 309

verdadera función de la homilía, su específico sentido es «procla- mos sea la última palabra sobre Dios. El único que puede tener una
mar las maravillas obradas por Dios en la historia de la salvación o palabra sobre Dios es Dios mismo.
misterio de Cristo, que está siempre presente y obra en nosotros Finalmente digamos que la homilía debe ser siempre una pre-
particularmente en la celebración litúrgica» (SC 35). Se trata, pues, dicación «circunstanciada» y situacional, es decir, adaptada a las
de conducir a la asamblea a la convicción y la experiencia de que lo necesidades de los sujetos a quienes se dirige, a su situación vital
anunciado acontece, y el misterio de Cristo se realiza «aquí y aho- y de fe, a sus interrogantes y problemas, a su capacidad de recep-
ra», para la asamblea reunida, por la mediación de la Iglesia. ción y asimilación, de manera que se suscite y madure la conver-
- En cuanto al contenido de la homilía hay que decir que este sión, se alimente la fe, y se favorezca al máximo una respuesta po-
debe basarse y centrarse sobre todo en el mismo contenido de la sitiva al mensaje, y una celebración festiva del misterio. Para que
Palabra proclamada. No es la homilía la que impone el contenido sea así es preciso que la homilía parta de los problemas y espe-
de la Palabra, sino esta la que se lo impone a la homilía. La homi- ranzas, de las alegrías y sufrimientos de la misma asamblea. La
lía es un «servicio» (diakonía) de la palabra a la Palabra, de mane- elocuencia de la vida hace elocuente la Palabra de vida. También
ra que esta sea entendida, aceptada, celebrada y vivida en lo que es necesario que dicha Palabra despliegue todo su carácter profé-
verdaderamente anuncia y contiene: la salvación. Para que la ho- tico, de anuncio y de denuncia, de juicio y de gracia, de interpela-
milía sea verdadera no debe olvidar el anuncio integral y no par- ción y de verdad, de don y de contra-don ... La Palabra debe de-
cializado de los diversos aspectos del misterio. La selección de los cirse no encadenada, limitada o parcializada, sino libre y elocuente,
centros de contenido debe tener en cuenta la totalidad del misterio, con la valentía de la verdad, sin el temblor de la mentira. El carác-
la plenitud de la fe, la situación de los sujetos, el carácter de la ce- ter profético de la homilía no debe confundirse, ni con la acusa-
lebración. Para que el predicador sea auténtico debe tener concien- ción sistemática, ni con la justificación hiriente, ni con el silencio
cia de que no es el dueño, ni el propietario del evangelio, ni el po- cobarde, ni con el politiqueo o la demagogia de turno. A veces se-
seedor de su verdad plena, sino el depositario, heredero y servidor rá muy dificil poner las fronteras, pero es claro que lo profético, es
que intenta transmitirlo con fidelidad (cf. Evange/ü nuntiandi, 15). ante todo, la misma verdad del evangelio, dicha en cada «aquí y
Ni la instrumentalización de la Palabra en favor de unos objetivos ahora», con la limpidez y transparencia que le dan su imperecede-
espúreos; ni la domesticación del contenido en virtud de una inten- ro valor, su insobornable fuerza y poder. En unos casos esta di-
ción «privada»; ni la personalización de la verdad por la fuerza de mensión profética será anuncio gozoso, esperanza irrefrenable,
una concepción concreta ... son servicios a la Palabra. La misión amor y entrega ... En otros será denuncia, o grito conmovedor, o
del predicador no es predicarse a sí mismo, sino predicar a Cristo. llamada provocadora ... Lo profético no es, sin más, la acusación,
Ni es ser el reflejo de una ideología, la expresión de una opción, o es la misma verdad del evangelio.
el portavoz de un grupo, sino el exponente más fiel posible de la
irreductible e insobornable verdad del evangelio.
Cierto que este es el ideal, pero la realidad queda lejos con fre- c) l a respuesta a la Palabra por la profesión de fe y la oración
cuencia. Entre servir a la Palabra y servirse de la Palabra hay un
«entre» o «intermedio» inevitable, marcado por la tensión dialécti- «El símbolo o profesión de fe, dentro de la misa, tiende a que el
ca entre la subjetividad-objetividad, del cual no podemos prescin- pueblo dé su asentimiento o respuesta a la Palabra de Dios oída en
dir por ser hombres, mejor, estos hombres concretos. Nuestro men- las lecturas y en la homilía, y traiga a su memoria, antes de empe-
saje sobre Dios, a partir de su Palabra, será siempre el humilde zar la celebración eucarística, la regla de su fe» (OGMR 43).
intento de acercarnos a la verdad y al misterio de Dios, con la es- - La Palabra suscita al diálogo, expresa el encuentro y la comu-
peranza de que responda a la misma realidad. Nunca podemos ha- nicación y reclama una respuesta. Y esta respuesta, para la asam-
blar de Dios con la insolente pretensión de que aquello que deci- blea celebrante, es la profesión de fe. Para creer se ha escuchado la
310 El sacramento de la eucaristía Liturgía de la Palabra: anuncio de la salvación 3/l

Palabra, y porque se ha creído se invoca al autor de la Palabra, con- 3. Actitudes para la participación
fesándolo como el Dueño, el Salvador y el Señor (cf. Rom 10, 14).
No se trata aquí de una profesión o un acto de fe cualquiera. Se tra- a) Disposición para el diálogo personal
ta de una profesión solemne, porque tiene lugar en la misma cele-
bración; pública, porque se proclama ante los demás; comunitaria, Estar dispuesto al diálogo con Dios desde su Palabra, es abrir-
porque lo hace la comunidad; objetiva, porque expresa la fe de la se a las actitudes que permiten el desarrollo de las virtualidades de
misma Iglesia; actualizada, porque supone una verdadera actuah- dicha Palabra. Y estas actitudes pueden concretarse en los siguien-
zación renovada de la fe antes de la celebración. tes puntos:
Aunque el «credo» no sea un elemento esencial e insustituible
en la liturgia de la Palabra (de ahí que haya ocasiones en que no se -Escuchar como si no hubiera otra Palabra.
reza), sí es imprescindible como elemento dinámico-lógico de la -Comprender en la medida en que permite esa Palabra.
misma, la respuesta de fe, que deberá expresarse, bien de forma -Acoger el don que nos ofrece la Palabra.
significante explícita, bien a lo largo de la misma celebración. El -Comprometerse en la respuesta que damos a la Palabra.
verdadero encuentro interhumano que supone la Palabra 1mphca la Cuando quiero escuchar, comprender, acoger y vivir el mensa-
oferta del don de Dios en la Palabra, la recepción del don en la fe, je de salvación de la Palabra, ya me está salvando la misma Pala-
la respuesta del contra-don en el compromiso de la vida. Esta ac- bra, ya puedo dialogar desde la Palabra, aunque no llegue a escu-
ción desencadenada por la misma Palabra, exige su expresión y ex- charla, o comprenderla, o acogerla, o vivirla como debiera.
pansión externa en la ordenación litúrgica. Por ello, bien el símbo-
lo u otro elemento deberían asumir expresamente esta función.
-- «En la oración universal u oración de los fieles el pueblo, b) Colaboración para el diálogo comunitario
ejercitando su oficio sacerdotal, ruega por todos los hombres»
(OGMR 45, 33). Se trata, ciertamente ,de una oración por la que La Palabra no admite monopolios, ni manipulaciones. Su fuer-
los fieles bautizados (y no los catecúmenos, por ejemplo) ejercen za dialógica nos implica y compromete, no sólo como individuos,
su sacerdocio común, su mediación sacerdotal, en favor de todos sino también como comunidad. La comunidad es el lugar propio de
los hombres, intercediendo ante Dios por sus necesidades. En sí proclamación de la Palabra. En la comunidad la Palabra encuentra
misma, la oración universal no tiene por finalidad ser respuesta a la sus ecos y resonancias. Por desgracia, aparece muy poco esta rela-
palabra de Dios, ni comentario oracional de su contenido. Por su ción y este diálogo de la comunidad sobre la Palabra. La comunidad
sentido, más que el último acto de la liturgia de la Palabra, debe ca- es, las más de las veces, un grupo necesariamente presente, pero
lificarse como el primero de la liturgia eucarística, al abrir a la uni- dialogalmente ausente. Escucha la Palabra sin dialogar sobre la Pa-
versalidad la mediación sacerdotal del pueblo de Dios, en unión labra. Oye, entre interesada e indiferente, lo que otros dicen y pien-
con la mediación de Cristo. Con todo, pensamos que esta oración san sobre la Palabra, sin poder expresar lo que ella piensa y cree. A
encuentra aquí su pleno sentido, porque expresa la apertura univer- veces, este hecho se debe también a la misma actitud pasiva e indi-
sal de la fe creída, manifiesta el destino universal de la salvación, ferente de los oyentes. La colaboración para un diálogo comunitario
indica el compromiso universal entrañado en la Palabra, y solicita podría consistir en: una preparación o formación personal sobre la
la solidaridad del pueblo de Dios con todos los hombres. De este eucaristía, que hiciera posible mi interpretación en comunidad; en
modo, lo que se ha proclamado y creído, vuelve a proclamarse ora- un intercambio antecedente con el que predica, comentando con
cionalmente para que todos lleguen a creerlo, y así se extienda la otros el sentido de la Palabra; en la disposición personal a comuni-
salvación a todos los hombres.
car a los demás lo que el Espíritu «me dice» sobre la Palabra, si se
dan las circunstancias ...
312 El sacramento de la eucaristía Liturgia de la Palabra: anuncio de la salvación 313

c) Acogida del mensaje de salvación 4. Aplicación a la celebración y la vida

Por la Palabra se nos anuncia y transmite un mensaje, no simple- a) Pr e p arar la Palabra


mente humano, sino divino. La Palabra es Dios transmitiéndose y
dándose a sí mismo. Acoger el mensaje es necesariamente acoger al Toda preparación dispone y anticipa el resultado de una ac-
que se transmite en el mensaje. Y esta acogida sólo se da cuando ción. La Palabra de la eucaristía del domingo puede prepararse de
existe la apertura y la sencillez del niño; cuando se está dispuesto a muchas formas:
que el Otro irrumpa en mi propio ser; cuando no se teme la aventu- -Leyéndola y reflexionando, o meditando sobre ella personal-
ra de nuevos horizontes, el cambio que supone «abandonarlo todo y mente a lo largo de la semana.
seguir»; cuando se sabe que el fiarse de esta Palabra, el apostar por -Dialogando sobre esta Palabra en familia, cuando se dedica un
su verdad, es el camino para la plenitud y la salvación. La Palabra tiempo a preparar juntos la eucaristía.
que escuchamos en la eucaristía es ya para los que participan, una -Profundizando en su sentido por el estudio o el diálogo en el
Palabra creída, una Palabra sobre la que se ha expresado la opción y grupo.
se ha orientado la existencia. La acogida de esta Palabra en cada eu- -Colaborando con el sacerdote en la preparación de la homilía.
caristía es la renovación gozosa de aquella primera acogida, es el re- -Orando cada día, a partir del mismo mensaje que transmiten
vivir eucarístico de aquella primera experiencia salvadora. Acoger las lecturas.
cada día el mensaje es alegrarse de haberlo acogido de una vez para
siempre, sabiendo que merece la pena fiarse de lo que anuncia.
b) Facilitar la escucha y comprensión

d) Aceptación de la palabra fraterna No basta con preparar y vivir personalmente la Palabra; es pre-
ciso hacer posible que los demás también la preparen, escuchen y
Sucede, a veces, que nuestras actitudes subjetivas, aun siendo comprendan lo mejor posible. ¿Cómo?
muy buenas, chocan contra la barrera de unas condiciones y formas
-Con la disposición de las condiciones técnicas necesarias: mi-
de transmisión mediocres y deficientes. La palabra del que predica
crófono, amplificadores.
no es palabra de Dios, sino palabra de un hombre; su mensaje nos
-Con la creación del clima adecuado: silencio, expectación, ac-
suena más a humano que a divino; su forma de explicar y aplicar
titud de escucha.
puede parecernos más obstáculo que ayuda ... El que tiene la misión
-Con la presentación de los textos, por medio de breves intro-
y responsabilidad de predicar no posee, ciertamente, para todos y en ducciones, moniciones, o incluso símbolos.
todos los casos, las mejores condiciones y cualidades para la trans- -Con una proclamación adecuada de la lectura: pausa, entona-
misión fiel del mensaje. Ni su verdad es, sin más, la verdad, ni su ción, sentido ...
consecuencia es, sin más, el compromiso. Y, sin embargo, es preci- -Con la creación de un rito adecuado y equilibrado entre lectu-
so saber aceptar la palabra fraterna, escuchar a través de ella la lla- ra, canto, silencio y meditación, que no minusvalore ni exagere
mada de Dios, ver más allá de la humana limitación, atender más al ninguno de estos elementos.
contenido que a la forma, sentirse, en fin, interpelado en aquello so-
bre lo que nosotros mismos podríamos interpelar al hermano. Siem-
pre habrá razones para decir: «médico, cúrate a ti mismo», o «haga-
mos lo que nos dice, pero no imitemos lo que hace». Con todo, Dios
se acerca también a través de la miseria y fragilidad humana.
Liturgia de fa Palabra: anuncio de la salvación 315
314 El sacramento de la eucaristía
La liturgia de la eucaristía se desarrolla conforme a una estructura
c) Adaptar los diversos elementos fundamental que se ha conservado a través de los siglos hasta
nosotros. Comprende dos grandes momentos que forman una uni-
Para que la Palabra cumpla sus objetivos y realice lo que signi- dad básica: 1) La reunión, la liturgia de la Palabra con las lecturas,
fica, hay que saber aplicar y adaptar los diversos componentes, se- la homilía y la oración universal. 2) La liturgia eucarística, con la
gún las diversas circunstancias y situaciones. Esta tarea parece más presentación del pan y del vino, la acción de gracias consecratoria y
necesaria en los siguientes elementos, dada su actual estructura: la comunión. Liturgia de la Palabra y liturgia eucarística constituyen
juntas «un solo acto de culto» (SC 56); en efecto, la mesa preparada
-El número de las lecturas, sobre todo en asambleas diversifi- por nosotros en la eucaristía es a la vez la de la palabra de Dios y la
cadas y homogéneas, v. gr. niños. del cuerpo del Señor (Catecismo de la Iglesia católica, 1346).
-El canto interleccional o salmo responsorial, buscando la me-
jor forma de realización, según la asamblea. b) Actitudes y gestos por los que personalmente creo que valo-
-El credo o símbolo de la fe, ofreciendo las diversas posibilida- ro más o menos la liturgia de la Palabra.
des; rezado o cantado, profesión de fe en silencio o expresamente pa- c) Análisis crítico de la forma en que se realiza la liturgia de la
ra el caso. Símbolo apostólico o Niceno-Constantinopolitano, for- Palabra en la asamblea eucarística en la que suelo participar.
ma más abreviada o más larga. d) Posibilidades y medios para renovar esta parte fundamental
-La oración de los fieles, teniendo en cuenta no sólo el conte- de la misa.
nido de la Palabra, sino también la peculiaridad de la asamblea. A
veces, serán preferibles (a pesar de la tradición) las peticiones es-
pontáneas, otras las peticiones «hechas». 6. Oración y meditación
Los padres de la Iglesia ponen de relieve la unión que existe en-
d) Aprovechar las distintas posibilidades tre las «dos mesas»: la de la Palabra y la de la eucaristía:
... Y se dice que bebemos la sangre de Cristo no sólo con el rito de
La adaptación y las posibilidades afectan no sólo a los elemen- los sacramentos, sino también cuando recibimos sus palabras, en
tos «dados», sino también al elemento que está por dar: la homilía. las cuales consiste la vida, como también él mismo dice: «Las pala-
Según los casos, se ofrecerán las siguientes posibilidades: bras que yo he hablado, son espíritu y vida» (cf. Jn 6, 63). (Oríge-
-El sacerdote que preside prepara y predica. nes, Homilía 16, 9: Solano !, 30).
. .. Más aún, como la carne del Señor es verdadera comida y su san-
-Predica el sacerdote, pero prepara con los seglares.
gre verdadera bebida (cf. Jn 6, 56), análogamente, lo único bueno
-Predica un seglar en un caso excepcional, y prepara con el en la vida presente es esto, a saber: el comer su carne y beber su
sacerdote (a quien sigue correspondiéndole la homilía), p. ej. pa- sangre; no sólo en el misterio (eucaristía), sino también en la lectu-
ra las celebraciones dominicales sin eucaristía. ra de las Escrituras ... (san Jerónimo, Ecc/ 3, 12ss; Solano II, 39).
-Prepara y predica un seglar cualificado, que ha recibido este
ministerio. La importancia de la proclamación de la Palabra, sobre todo del
-Tiene lugar una «homilía dialogada», si se dan las debidas evangelio, se destaca en la petición y bendición del que lo va a pro-
condiciones. clamar:
(En caso de que sea un diácono) Padre, dame tu bendición.
S. El Señor esté en tu corazón y en tus labios,
5. Puntos para la revisión para que anuncies dignamente el evangelio;
a) Resume la idea central de este texto del Catecismo de la en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu santo.
R. Amén (Ordinario de la misa, n. 13).
Iglesia católica cuando se refiere a la eucaristía:
3
Liturgia eucarística: presentación de ofrendas
o los símbolos de un misterio

l. Encuentro con la vida

Nuestra sociedad está montada sobre un sistema de producción,


compraventa y consumo. Una buena parte de los afanes de los
hombres se centra en comprar y en vender. La mentalidad mercan-
tilista, utilitarista, pragmática, nos invade. Lo gratuito, lo inútil, lo
improductivo, lo emocional va cediendo su puesto paulatinamente.
Cierto, somos capaces de mostrarnos a veces desprendidos y mag-
nánimos, y damos cosas y regalamos objetos, sin que de por medio
entre el contrato o la compraventa. Pero, incluso en estos casos
suele suceder que, o estamos movidos por una sociedad de consn-
mo, o damos con cierta actitud interesada, esperando que aquel que
recibe nuestro don, responda con un contra-don semejante.
Lo dificil para el hombre, no suele ser dar, sino dar sin esperar re-
cibir, dar gratuita y desinteresadamente, dar perdiéndose a sí mismo
en el don. Lo realmente importante en el don, no es dar, sino darse.
No es dar de lo mío, sino darme a mí mismo. Con otras palabras, es
dar dándose; es convertirse en don donante; es ofrecerse a sí mismo
en la ofrenda. Cuando el don, además de ser desinteresado implica y
compromete al donante, llega a su máxima verdad de don. Entonces,
ya no hay lugar, ni a la indiferencia, ni al egoísmo, ni a la objetiva-
ción, ni a la impersonalidad. Entonces el que recibe el don ya no se
considera como un «él», sino como un «tú», y el que da el don ya no
es un «rostro» desconocido, o una mano incógnita, sino otro tú con
el que es posible el diálogo, otro rostro al que es posible amar.
La liturgia eucarística comienza con una presentación y ofren-
da de dones materiales. ¿Cómo nos sentimos los donantes en la rea-
lización de este gesto? ¿Cuál es la actitud con la que «entregamos»
el don? ¿Cómo consideramos a quien recibe el don?
318 El sacramento de fa eucaristía Liturgia eucarística: presentación de ofrendas 319

2. Profundización en el sentido rnentariedad entre la palabra y el signo, entre Cristo que nos habla
y Cristo que se hace pan y vino.
La liturgia eucarística está ordenada siguiendo la pauta de las Se percibe, en segundo lugar, un cambio de nombre y de senti-
palabras y gestos de Jesús en la Última Cena. Ya que: do. Ya no se habla de «ofertorio», sino de «preparación y presenta-
a) «En la preparación de los dones se llevan al altar el pan y el ción de los dones». Con ello quiere decirse que no hay que atribuir
vino con el agua; es decir, los mismos elementos que Cristo tomó a estos dones todavía un carácter propiamente oblativo o sacrifi-
en sus manos. cial. Este carácter lo tendrá después de la consagración, y se ex-
b) En la plegaria eucarística se da gracias a Dios por toda la presará en las fórmulas de oblación que contiene la plegaria euca-
obra de la salvación, y las ofrendas se convierten en el cuerpo y rística. No se trata, pues, de una primera parte del sacrificio, sino
sangre de Cristo. de la preparación de los dones para el sacrificio. A Dios no le ofre-
c) Por la fracción de un solo pan se manifiesta la unidad de los cernos pan y vino, sino el cuerpo y la sangre de Cristo, corno me-
fieles, y por la comunión los mismos fieles reciben el cuerpo y la morial de la presencia del sacrificio redentor, al que se une el sa-
sangre del Señor, del mismo modo que los apóstoles lo recibieron crificio de la Iglesia. El valor de este rito es más funcional que
de manos del mismo Cristo» (OGMR, 48). central. No es el momento culminante de la celebración, sino la
En su conjunto, la liturgia eucarística está polarizada por los preparación necesaria a dicho momento. Una preparación que, no
dos centros celebrativo-rituales más importantes: la plegaria euca- por tener este carácter, deja de tener importancia y sentido.
rística con la consagración, y la participación en el sacrificio con la Se nota, en tercer lugar, un cambio de fórmulas y oraciones:
comunión. Y estos centros están precedidos por otros dos momen- mientras en un primer momento las oraciones que pronunciaba el
tos preparatorios: la preparación del altar para el sacrificio, y la sacerdote estaban llenas de elementos que indicaban ofrenda u
preparación de la asamblea para la comunión. La primera parte de oblación, ahora manifiestan un carácter más bien bendicional o eu-
la liturgia eucarística es, pues, la destinada a preparar los dones y el cológico. Al modo de la «beraká» o bendición judía, se comienza
altar, anteriormente llamada «ofertorio». Sobre ella queremos re- bendiciendo a Dios, porque Dios mismo nos ha bendecido. («Ben-
flexionar ahora. dito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tie-
rra ... »). Los dones que el Señor nos ha concedido y que hemos he-
cho «nuestros», se los devolvernos los hombres corno dones para el
a) «Preparación de los dones» más que «ofertorio» sacrificio. No hay mejor ofrenda para Dios que el don de Dios
aceptado por el hombre. A la bendición descendente de Dios, res-
Dice la Ordenación general del misal romano: «Al comienzo de ponde la bendición ascendente del hombre, en un gesto que impli-
la liturgia eucarística se llevan al altar los dones que se convertirán cará de nuevo el movimiento de descenso y de ascenso de Dios al
en el cuerpo y sangre de Cristo. En primer lugar se prepara el altar hombre y del hombre a Dios en Cristo y el Espíritu.
o la mesa del Señor, que es el centro de toda la liturgia eucarística,
y entonces se colocan sobre él el corporal, el purificador, el cáliz y
el misal. Se traen a continuación las ofrendas: es de alabar que el b) Ofrenda de sí mismo más que ofrenda de los dones
pan y el vino lo presenten los mismos fieles» (OGMR, 49).
Se advierte, en primer término, un «cambio de escena» o de lu- Aunque al momento de la preparación de los dones no ha de
gar de desarrollo de la acción: antes el lugar había sido el ambón, atribuírsele un carácter propiamente sacrificial, sin embargo, no
ahora es el altar; antes, el objeto de atención había sido el Libro, puede negársele un tono personalmente ofertorial. Es una especie
ahora son los dones. Este cambio indica, al mismo tiempo, la con- de preludio dispositivo, significante de una actitud sacrificial que
tinuidad de la acción y el avance rítmico, la unidad y la comple- debe extenderse a todos los participantes, y debe alcanzar su rno-
320 El sacramento de la eucaristía Litwgia eucarística: presentación de ofrendas 321

mento más álgido y expresivo en la plegaria eucarística. No se tra- «materia», los verdaderos dones para el sacrificio, no son sólo el
ta de la oblación misma, sino de la preparación dispositiva y signa! pan y el vino, sino los que presentan el pan y el vino. Si en este
de dicha oblación. No se trata de una ofrenda parcial absoluta e in- momento puede señalarse un sentido de ofrenda, no es porque se
dependiente, sino de una ofrenda personal relativa y dependiente ofrece a Dios pan y vino, sino porque por el pan y el vino nos ofre-
de la ofrenda de Cristo en el «offerimus» de la plegaria eucarística. cemos a nosotros mismos, con el sacrificio de nuestra vida entera,
Nos encontramos, pues, ya aquí, con el preludio de una acción que como expresión de una actitud sincera que nos permitirá unirnos
aparece toda ella unida a la acción de Cristo, con el «antes» de un después al sacrificio de Cristo, para ser en él una única oblación
misterio que ya comienza a realizarse, comprometiendo a toda la agradable a Dios.
familia de la Iglesia.
Por eso no es de extrañar, sino de alabar, el que con discreción,
se hayan mantenido en las fórmulas algunos elementos ofertoria- c) Dones para los pobres más que dones para el altar
les, como sucede en el «Bendito seas, Señor», y en el «Rogad, her-
manos». En el primer caso, la bendición que devolvemos a Dios, Pero, ¿dónde se manifiesta que la presentación de los dones son
no es una bendición neutra o impersonal, sino una bendición que la ofrenda de sí mismo? ¿Existe un gesto externo en el que se ma-
implica la vida, el esfuerzo, el trabajo del hombre («este pan, fru- nifieste nuestro sacrificio? Así es, en efecto. Se trata de las ofren-
to de la tierra y del trabajo del hombre»). En el segundo caso, pe- das y la colecta.
dimos a Dios que reciba por el ministerio del sacerdote el sacrifi- «Se traen a continuación las ofrendas: es de alabar que el pan y
cio de la comunidad y de la Iglesia entera, de manera que, unido al el vino lo presenten los fieles ... Aunque los fieles no traigan pan
sacrificio de Cristo, sea alabanza y gloria de su nombre («para que y vino suyo con este destino litúrgico, como se hacía antiguamente,
este sacrificio mío y vuestro sea agradable a Dios ... »). En este mo- el rito de presentarlos conserva igualmente todo su sentido y signi-
mento se expresa de modo cualificado la ofrenda personal de los ficado espiritual. También se puede aportar dinero u otras donacio-
participantes y de la Iglesia entera. La eucaristía es sacrificio de nes para los pobres o para la Iglesia, que los fieles mismos pueden
Cristo y sacrificio de la Iglesia, en la medida en que Cristo sigue presentar o ser recogidas en la nave de la Iglesia; se colocan en un
ofreciéndose por la Iglesia y la Iglesia se ofrece con Cristo. Se tra- sitio oportuno fuera de la mesa eucarística» (OGMR, 49).
ta de dos ofrendas en una única oblación. La Iglesia y cada uno de El origen del rito de presentación de ofrendas y dones materia-
los participantes ofrecen ofreciéndose a sí mismos. Somos, por les es muy antiguo. Parece que al cesar la costumbre del ágape fra-
tanto, «oferentes» que «se ofrecen», precisamente para que la terno en la Iglesia primitiva, se mantiene e incrementa el uso de
ofrenda sea sincera. En realidad, los dones no son la ofrenda, sino aportar bienes para los pobres. San Justino dice, en el siglo II (Apo-
el signo de la ofrenda. logía I, 67, n. 6), que cuando los cristianos se reúnen para celebrar
El pan y el vino son, en un primer tiempo (significante prime- la eucaristía no pueden dejar de pensar en los más pobres y necesi-
ro desde lo que se ve), signo material-cósmico; en un segundo
= tados. Y san Cipriano, en el siglo III, afirma que no se puede venir
tiempo (significante segundo = la actitud interna, que en parte se a celebrar el sacrificio sin traer un «sacrificio» para los pobres (De
ve y en parte no se ve), son signos y realidad de la ofrenda de los opere et eleemos., 15). Aunque al principio la aportación de estos
participantes y de la Iglesia entera, en actitud de unión con la obla- dones se hacía en diversos momentos de la misa, bien al principio
ción de Cristo; en un tercer tiempo, con la consagración, serán pre- o al final, con el tiempo se hizo coincidir este gesto con el de la pre-
sencia del sacrificio de Cristo (realidad significada = misterio pre- paración de las ofrendas para el sacrificio eucarístico, viniendo a
sente que no se ve) y símbolo eficaz de una oblación realizada de llamarse «ofrendas» tanto al pan y al vino que se separaban para la
una vez para siempre en la Cruz, pero que se actualiza y se hace eucaristía, cuanto a las limosnas para los pobres. Posteriormente,
presente en y por la oblación de la Iglesia. Así, pues, la verdadera sobre todo desde la Edad Media, los dones materiales serán susti-
322 El sacramento de la eucaristía Liturgia eucarística: presentación de ofrendas 323

tuidos por la aportación económica o en dinero. Costumbre esta cesidades de la comunidad, de cumplir con el «precepto» de la co-
que, con las modificaciones propias del tiempo y la cultura, se ha municación de bienes, de actualizar, en una palabra, nuestro com-
conservado hasta nuestros días de una u otra forma. promiso por la justicia. La limosna de caridad, no es la justifica-
Aparte de esta anotación histórica, es importante resaltar su ver- ción oficial de la injusticia, ni el ocultamiento público del expolio
dadero significado. No puede haber verdadero sacrificio a Dios si legal. Debe ser la llamada a la justicia, a la solidaridad, a la supe-
no hay sacrificio respecto a los hermanos necesitados. Es agradable ración de los egoísmos, que después se prolonga y verifica en la
a Dios nuestra ofrenda, cuando va unida al amor y a la caridad a los vida concreta.
demás. El gesto de presentar el pan y el vino para el banquete euca-
rístico, sólo tiene pleno sentido cuando se presentan también otros
dones para que todos puedan tener «pan y vino». No se puede com- c) Ofrecerse a sí mismo
partir el pan de la eucaristía sin estar dispuestos a compartir el pan Los signos deben ser expresión del corazón. La mejor ofrenda a
de la vida. El don es dar de lo nuestro dándonos. Dios no acepta Dios es el propio ofrecimiento al hermano. Los demás, quizá, ne-
nuestros dones de pan y vino, si a: través de ellos no nos damos a cesitan nuestros bienes, pero sin duda necesitan nuestro amor. Si
nosotros mismos en sacrificio, expresado en una ofrenda que es au- detrás de una ofrenda está la actitud del amor, hemos autentifica-
todonación de sí mismo a los demás. La comunión sólo será tal en do nuestra ofrenda y hemos dado más que el don. Siempre estamos
la comunicación de bienes que sea autocomunicación de sí mismo. en deuda con los demás en el amor. En todo caso, ofrecerse a sí
Este debe ser, y no otro, el sentido de las ofrendas y la colecta. mismo es poner ante Dios, con sencillez, lo que somos y tenemos:
nuestras alegrías y nuestras penas, nuestros deseos y esperanzas,
nuestras luchas y nuestros fracasos ... Nuestra obediencia, nuestra
3. Actitudes para la participación reconciliación, nuestros buenos deseos, nuestro sacrificio espiri-
tual de la vida.
a) Contemplar y vivir

El momento de la presentación de los dones y preparación del d) Estar dispuesto a colaborar


altar es un momento de pausa psicológica entre la Palabra y la ple-
garia eucarística; es un momento visual que debe llevarnos a la Aportar la ofrenda es una cosa, colaborar para la ofrenda es otra.
contemplación serena de los movimientos y de los ritos, a la medi- Y esta colaboración puede hacerse prestándose a llevar los dones al
tación sincera de la Palabra escuchada. En este momento se trata altar, a realizar la colecta, a ordenar los movimientos de la asamblea,
de prepararse con la propia ofrenda personal a -la gran oración eu- a realizar la comunicación de bienes en nombre de la asamblea, a dar
carística. Nuestra atención debe centrarse ya en el altar, como sig- cuenta del destino de dichos bienes ...
no viviente de la presencia de Cristo, representada también de mo-
do especial en el ministro que preside.
4. Aplicación a la celebración y la vida

b) Aportar la propia ofrenda a) Valoración de los signos y proporcionalidad

Ni la calidad ni la cantidad cuentan para Dios, sino la caridad El «ofertorio» debe valorarse para que exprese de verdad lo que
y la sinceridad. En este momento, todos debemos ser responsables significa: un momento de reposo, de «tránsito», casi de descanso
de nuestro deber de ayudar a los más pobres, de atender a las ne- visual, de preparación de los dones y del altar, de disposición del
324 El sacramento de la eucaristía Liturgia eucarística: presentación de ofrendas 325

ánimo. Según las circunstancias podrá realizarse de una u otra for- 6. Oración y meditación
ma, buscando la variedad y la adaptación: en silencio (el que presi-
de «puede», no «debe» necesariamente pronunciar las oraciones en a) Los textos que recogemos de la época patrística pueden ayu-
voz alta), pronunciando las oraciones «Bendito seas, Señor» en voz darnos a meditar sobre el sentido de las ofrendas: unidad, caridad,
alta, con música de fondo, mientras la asamblea entona un canto ... ofrenda espiritual de la propia vida:
La procesión de las ofrendas, aunque no está prescrito el que se ... Como este pan partido estaba disperso por los montes y recogido
haga todos los días festivos, puede realizarse más o menos solem- se ha hecho uno, así se recoja tu Iglesia de los confines de la tierra
nemente, según las circunstancias y la festividad. En este caso se en tu Reino. Porque tuya es la honra y el poder por Jesucristo para
presentan junto con el pan y el vino para el sacrificio (ya preparados siempre ... (Didajé 9; Solano!, 54).
con antelación), los dones de los fieles o la colecta. Esta procesión, ... Nosotros, por tanto, después de esto (del bautismo y de recibir la
por su sentido, no debe ni exaltarse con exceso, ni marginarse sin eucaristía) recordamos siempre ya para adelante estas cosas entre
más. Hay que reconocer que es uno de los momentos más signifi- nosotros; y los que tenemos, socorremos a todos los abandonados,
cativos para el pueblo, y como tal hay que valorarlo y apreciarlo. y siempre estamos unidos los unos con los otros ... Los ricos que
quieren, cada uno según su voluntad dan lo que les parece y lo que
se reúne se pone a disposición del que preside y él socorre a los
b) Realización adecuada de los gestos y ritos huérfanos y a las viudas y a los que por enfermedad y por cualquier
otra cosa se hallan abandonados, y a los encarcelados, y a los pere-
A cada gesto su tiempo, para cada rito la intervención corres- grinos y, en una palabra, él cuida de cuantos padecen necesidad ...
(Justino, Apología primera, 66-67; Solano!, 63-64).
pondiente. Deben tenerse en cuenta las siguientes observaciones:
- Mientras se realiza la colecta (que siempre debe estar a cargo Pero es necesario que cuando hagamos esto (el sacrificio eucarísti-
de personas adultas) el que preside y toda la asamblea se sientan. co) nos inmolemos a nosotros mismos a Dios en contrición de co-
El presidente permanece en la sede hasta el final. razón, porque los que celebramos los misterios de la pasión del Se-
- Mientras tanto, el diácono o el acólito (adulto), puede prepa- ñor debemos imitar lo que hacemos. Pues, entonces en verdad, será
para nosotros la oblación (hecha) a Dios, cuando nos hiciéramos a
rar el altar. Si hay diácono será este quien salga a recibir los dones
nosotros mismos oblación ... (Gregorio Magno, Diálogos 1. 4, 59;
que presenta la asamblea, junto con el presbítero. Solano JI, 687).
- En caso de que no haya diácono, es el mismo presidente el
que recoge los dones, y los coloca sobre el altar, o en otro lugar b) La oración que acompaña la presentación de ofrendas es
apropiado. muy rica en contenido: une la ofrenda cósmica, con la ofrenda hu-
- Durante la colecta y la procesión de ofrendas se entona un can- mana (trabajo), y con la divina (pan de vida).
to propio de «ofertorio», o bien se acompaña el acto con música.
Bendito seas, Señor, Dios del universo,
por este pan,
fruto de la tierra y del trabajo del hombre,
5. Puntos para la revisión que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;
él será para nosotros pan de vida,
a) ¿Cuáles son los símbolos que, en general, te parecen más Bendito seas por siempre, Señor.
apropiados para presentar con los dones del pan y del vino?
b) ¿Qué valor se da en nuestra comunidad a la colecta como (Ordinario de la misa, n. 21)
signo y medio de realizar la comunicación de bienes?
c) Posibilidades y formas concretas para una mejor realización.
4
Liturgia eucarística: plegaria de acción de gracias
o realización del misterio

). Encuentro con la vida

Se dice que el hombre actual está perdiendo, en alguna medida,


su capacidad de admiración. Nos hemos acostumbrado a la preci-
pitación de los acontecimientos de la vida, a la voracidad del tiem-
po, a que suceda lo insospechado y a que lo que se califica de sue-
ño se realice. Cada día oímos y sabemos más sobre las hazañas del
hombre, sobre los resultados de la investigación, sobre los frutos
de la técnica. Casi nada nos admira ya, porque partimos del su-
puesto de que «todo es posible», y consideramos casi una ingenui-
dad la afirmación de lo imposible.
Por otro lado, el hombre secularizado vive su relación con el
mundo y los sucesos cósmicos de forma nueva. La naturaleza para
él ya no está llena de misterios, ni de fuerzas escondidas, ni de se-
cretos ocultos. Ha llegado a dominar de forma increíble sus leyes y
se siente dueño y señor; sabe explicar sus secretos y controlar sus
fuerzas, y no espera encontrarse con lo extraordinario e imprevisi-
ble. Su actitud ante la naturaleza no es ya la actitud de quien con-
templa extasiado su belleza o admira sobrecogido su grandeza. Es
más bien la actitud de quien puede servirse, dominar y explotar la
naturaleza. Las cosas han dejado de hablar al hombre de hoy, o me-
jor, el hombre de hoy ya no escucha ni entiende el lenguaje de las
cosas, sino que les impone su propio lenguaje. La realidad creada,
en otros tiempos «transparente» para el hombre, se ha convertido
en opaca. El qne se acerca a la naturaleza ya no es el hombre poe-
ta, o el hombre rural, es el hombre técnico y el hombre seculariza-
do. Y las cosas guardan silencio ... Y es más dificil que del corazón
del hombre nazca la admiración, la maravilla, la sorpresa, la expe-
riencia de lo «numinoso» y de lo sagrado.
328 El sacramento de la eucaristía Liturgia eucarística: plegaria de acción de gracias 329

Precisamente por esta actitud y esta forma de ser en la vida, el a) l a plegaria eucarística como lugar y forma privilegiados de
hombre de hoy no está dispuesto a aceptar y acoger fácilmente las acción de gracias
cosas como don. Tendemos a pensar que casi todo podemos «exi-
girlo» porque responde a nuestros derechos, o nos corresponde Si Dios ha amado de tal manera a los hombres en su Hijo Jesús,
porque es fruto de nuestros méritos y nuestras obras. La aceptación es justo que toda la vida del cristiano tenga que ser una acción de
como don de algo que otro nos da porque le sobra, o la acogida de gracias permanente. Pero esta acción de gracias se expresa de un
algo que el otro nos da porque quiere, inmerecidamente, casi nos modo peculiar en la eucaristía. Ya de la primera comunidad se dice:
molesta. Nos resulta cada vez más dificil aceptar el don, y dar gra- «Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común ... , par-
cias por el don, desde una conciencia de gratuidad del que inmere- tían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sen-
cidamente recibe. cillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de to-
Necesitamos, pues, recuperar la simplicidad y sencillez de un do el pueblo» (Hch 2, 44-47).
niño para admirar y gozar del don. Necesitamos despertar la con-
Y en el siglo II (Didajé, Ignacio de Antioquía), nos encontra-
ciencia de limitación, para ser agradecidos por el don. Necesitamos
mos con que toda la acción celebrativa, hasta entonces denomina-
vivir en la espera de lo insospechado y extraordinario, para poder
da como «fractio panis» (fracción del pan) o «coena dominica»
admirar la grandeza del Otro y cantar gracias por su bondad.
(cena del Señor), recibe el nombre de «eucaristía» (del griego «ja-
ris» y «eu», que significa una acción de gracias gozosa). Desde en-
2. Profundización en el sentido tonces no se ha dejado de llamar al conjunto de la celebración «eu-
caristía», si bien durante mucho tiempo ha predominado el nombre
Las actitudes indicadas son el punto de partida necesario para de «misa». Con el Vaticano II se ha vuelto a imponer el nombre de
poder dar gracias a Dios. Pero, ¿por qué necesitamos y debemos «eucaristía», viniendo a llamar a la parte central de la misma (an-
dar gracias a Dios? Sencillamente porque Dios nos ha creado, por- tes «canon») «plegaria eucarística». Es precisamente en la «plega-
que nos ha manifestado un amor sin medida, porque él es nuestro ria eucarística», que constituye el corazón y punto culminante de la
pasado, nuestro presente y nuestro futuro, porque ha obrado mara- misa, donde llega a su plenitud y máxima expresión la acción de
villas en nuestro favor ... En una palabra, porque nos ha concedido gracias y la alabanza que la comunidad, y con ella la Iglesia, diri-
el don insospechado y maravilloso de su Hijo, porque se ha dado a gen al Padre, en nombre de Cristo y por medio del Espíritn. Por eso
sí mismo como don: «Porque Dios amó tanto al mundo, que dio a el «Ordo misae» se expresa en los siguientes términos:
su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que Ahora es cuando tiene lugar el centro y culmen de toda la celebra-
tenga vida eterna» (Jn 3, 16). «Siempre estamos en deuda con el ción, cuando se llega a la plegaria eucarística, que es una plegaria
amor de Dios porque él nos ha amado primero y nunca llegaremos de acción de gracias y santificación. El sacerdote invita al pueblo
a amarle como él nos ha amado» (1 Jn 4, 8-1 O). Por eso no es ex- a elevar el corazón hacia Dios, en una oración y rendimiento de gra-
traño que la primera comunidad cristiana sintiera la necesidad de cias, y se lo asocia a su propia oración, que él dirige en nombre de
cantar y dar gracias a Dios, con el corazón lleno de alegria y en la toda la comunidad, por Jesucristo a Dios Padre. El sentido de esta
fuerza del Espíritu,« ... llenaos del Espíritu, y recitad entre vosotros oración es que toda la congregación de los fieles se una con Cristo
salmos, himnos y cánticos inspirados. Cantad y tocad para el Señor en la proclamación de las maravillas de Dios y en la ofrenda del sa-
con todo vuestro corazón, y dad continuamente gracias a Dios Pa- crificio (OGMR 54).
dre por todas las cosas en nombre de nuestro Señor Jesucristo» (Ef
5, 18-20). En efecto, toda la plegaria eucarística es un canto de acción de
gracias: al principio, en el prefacio, decimos: «Demos gracias al
Señor, nuestro Dios»; en el medio, con la consagración: «dándote
330 El sacramento de la eucaristía Liturgia eucarística: plegaria de acción de gracias 331

gracias y bendiciendo»; al final, con la doxología: «Por Cristo ... a Cristo. Se alaba a Dios por una misma historia de salvación. Pero
Ti, Dios Padre omnipotente, todo honor y toda gloria». una historia que para el judío espera llegar a la plenitud, y para el
La Plegaria eucarística no puede confundirse con cualquier tipo cristiano ha alcanzado ya esa plenitud en Cristo. La «beraká» cris-
de plegaria o discurso. Tiene su estilo propio, su género literario tiana es una bendición cristocéntrica y cristologizada.
original. Es el estilo y el género bendicional: es una bendición a La plegaria eucarística tiene, pues, como objetivo expresado y
Dios, es decir, una alabanza y acción de gracias. significado el «dar gracias», el «alabar a Dios». A través de ella la
Este tipo de oración tiene su antecedente en la «Bendición ju- Iglesia da gracias a Dios, por Cristo, en el Espíritu. Más aún, po-
día», (en hebreo: «Beraká»; en griego: «eujaristia», «eulogia»; en demos decir que por medio de la plegaria eucarística es el mismo
latín: «benedicto», «gratiarum actio»), que era una oración de ala- Cristo quien continúa dando gracias al Padre, por la Iglesia del Es-
banza, frecuentemente rezada por el pueblo judío. Pero es preciso píritu. El nuevo Catecismo lo expresa así: «La eucaristía, sacra-
distinguir dos clases de bendición: la descendente, por la que se ex- mento de nuestra salvación realizada por Cristo en la cruz, es tam-
presa la bendición que procede de Dios a su pueblo, a una persona bién un sacrificio de alabanza en acción de gracias por la obra de
determinada; y la ascendente, por la que se manifiesta la alabanza la creación. En el sacrificio eucarístico, toda la creación animada
del pueblo o de las personas concretas a Dios. Son numerosos los por Dios es presentada al Padre a través de la muerte y resurrec-
ejemplos de esta oración de bendición: Gn 14, 19; Ex 18, 9-11; Tob ción de Cristo. Por Cristo, la Iglesia puede ofrecer el sacrificio de
3, 11-15; Neh 8-9 ... En todas ellas se manifiesta una dinámica alabanza en acción de gracias por todo lo que Dios ha hecho de
bendicional descendente-ascendente a la vez. Se comienza alaban- bueno, de bello y de justo en la creación y en la humanidad» ( Ca-
do a Dios por sus obras y recordando la obra de Dios que merece tecismo de la Iglesia católica, 1359).
alabanza; se pide que Dios siga protegiendo a su pueblo, que repi- En efecto, Cristo ha cumplido la voluntad del Padre, ha sido
ta sus maravillas hoy, para que su pueblo le siga alabando; se con- una ofrenda y una respuesta viviente de acción de gracias al Padre.
cluye con una alabanza final a Dios, en la confianza de que Dios Para él, dar gracias significaba tener conciencia de su filiación y de
seguirá bendiciendo a su pueblo (cf. Catecismo de la Iglesia cató- su misión y aceptar la voluntad del Padre agradecido. Su muerte es
lica, 1078-1083). una acción de gracias viviente y sacrificial a Dios, y su resurrec-
Como buen judío, también Cristo pronunció con frecuencia es- ción es la aceptación y la respuesta de Dios al don agradecido de su
te tipo de oración bendicional: en las comidas sagradas, en ocasio- Hijo. Toda la vida de Cristo es una acción de gracias permanente,
nes especiales, y sobre todo en la Última Cena. «Yo te bendigo, Pa- que llega a la radicalización máxima en el Misterio pascual, y se
dre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas prolonga en la eucaristía. Él hizo nuestra acción de gracias. Él es
a sabios y prudentes, y se las has revelado a los pequeños ... » (Le nuestra acción de gracias. Jesús es, al mismo tiempo, el don del
I O, 21; cf. Jn 11, 41-42). «Tomó luego el pan, y dadas las gracias, amor de Dios y la respuesta de alabanza de Dios, la «gracia» de
lo partió y se lo dio diciendo: 'Esto es mi cuerpo ... '» (Le 22, 19). Dios y las «gracias» a Dios, la «acción de gracias» de Dios y la
En la institución de la eucaristía Mateo y Marcos emplean lapa- «acción de gracias» del hombre, la «eucaristía divina» y la «euca-
labra «bendecirn (eulogein), mientras Lucas y Pablo utilizan la ex- ristía humana». Nuestra eucaristía, no sólo parte de la de Cristo, si-
presión «dar gracias» (eujaristein). En los dos casos se trata de una no que Cristo mismo viene a ser nuestra eucaristía.
verdadera oración de bendición. Este mismo género de oración se- Esta eucaristía es la eucaristía que la Iglesia celebra en el Espí-
guirá utilizándose en el Nuevo Testamento (Le 1, 45-46; 67-79) y en ritu. En realidad ya no es Cristo el que necesita dar gracias a Dios,
la comunidad primitiva. Pero, si en la forma no existe diferencia sino la Iglesia la que necesita dar gracias a Dios por Cristo y el Es-
fundamental, si existe en el fondo o contenido. Los judíos bendicen píritu. En sí, no es Dios quien necesita nuestros sacrificios, ni
y dan gracias a Dios por la liberación de Egipto, los cristianos cen- nuestras gracias o bendiciones, sino la misma Iglesia. La eucaristía
tran su alabanza y acción de gracias en la liberación salvadora de es esa gran escuela de pedagogía donde la Iglesia aprende, día tras
332 El sacramento de la eucaristía Liturgia eucarística: plegaria de acción de gracias 333

día, por la ofrenda de su libertad y la experiencia de la gratuidad, lo atribuye gran importancia y que no sólo se da en la plegaria euca-
que es y significa creer en Dios, «servir» a Dios, amar a Dios con rística, sino también en todos los sacramentos. Lo peculiar de la
el corazón agradecido (cf. san Ireneo ). En este sentido se com- plegaria eucarística es que, al menos en Occidente, nos ofrece dos
prende por qué «dar gracias» no es un gesto neutro e indiferente, epíclesis: la primera ya indicada, antes de la «consagración», y la
sino un gesto que compromete, lo mismo que a Cristo. La eucaris- segunda, que invoca al Espíritu sobre la comunidad, para que la for-
tía implica la ética, la alabanza, el compromiso, la bendición, la talezca y una en la caridad, y se pronuncia después de la «consa-
respuesta, el don, el contra-don. gración». En todo caso, la epíclesis resalta la presencia viva, la ac-
tuación transformante y la fuerza santificadora del Espíritu, por la
que actúa Cristo, a través de los signos sensibles.
b) Elementos estructurales de la plegaria de acción de gracias - El relato de la institución o palabras llamadas de «consagra-
ción», en el que repetimos los gestos y las palabras de Jesús en la
La plegaria eucarística no sólo tiene un género particular, tiene Última Cena, renovando y actualizando el acontecimiento salvador
también una estructura específica. que significan. Se trata de perpetuar el Misterio pascual, cum-
Prefacio-aclamación o sanctus-epíclesis o invocación a Dios pliendo el mandato del mismo Señor: «Haced esto en conmemora-
para que envíe su Espíritu-relato de la Última Cena o «palabras de ción mía». La eucaristía es el verdadero memorial del sacrificio.
consagración»-anámnesis o memorial de la muerte y resurrección- Toda la plegaria eucarística recuerda este misterio, pero especial-
oblación por la que se ofrece al Padre, en el Espíritu, la hostia in- mente el relato de la Última Cena.
maculada-intercesiones unidas al recuerdo de los santos-doxología - La anámnesis o memorial es el recuerdo y actualización del
final o glorificación a Dios con aclamación de la asamblea. Misterio pascual de Cristo, expresado con fórmulas diversas, que ha-
Brevemente, podemos explicar el sentido y la dinámica de cada cen tanto la asamblea con su aclamación («anunciamos tu muer-
una de estas partes. te ... ») como el sacerdote con las fórmulas que pronuncia después de
·- El Prefacio es el punto inicial de la plegaria eucarística. For- la «consagraciqn». Aquí no se trata, ni de un simple recuerdo de una
ma una unidad integrada eri el conjunto y expresa de modo desta- realidad pasada, ni de un mero aniversario de un suceso lejano, sino
cado, por el estilo y contenido, el carácter de acción de gracias. Es de un verdadero memorial actualizante, de un recuerdo eficaz que
una bendición dirigida a Dios Padre, que recuerda diversos aspec- hace presente el acontecimiento que celebra, sumergiéndonos y ha-
tos de la historia de salvación según la fiesta (hay unos ochenta ciéndonos participar de su salvación. Y este acontecimiento es para
prefacios), y tiene por centro la salvación obrada en Cristo. los cristianos la pascua de Cristo, su pasión, muerte y resurrección
- La aclamación o sanctus viene a ser la unión explícita y reso- actualizados hoy en la celebración eucarística, de modo sacramental
nante de la asamblea a la alabanza del que preside. Es una aclama- y mistérico. Se conmemora el pasado histórico-salvífico, se actuali-
ción gozosa, con antecedentes judíos (cf. Is 6), que desde muy za este pasado en un presente mistérico-sacramental, y se anuncia por
pronto entró en la plegaria eucarística (siglo IV), y forma parte el pasado y desde el presente un futuro escatológico y plenificador.
esencial de la misma. Su contenido expresa nuestra unión con los - La oblación es la secuencia siguiente a la anámnesis. La eu-
ángeles y santos de la iglesia celeste y terrestre, es decir, con todos caristía es memorial, pero memorial de un sacrificio que se actua-
aquellos que alaban a Dios, lo mismo que nosotros. liza mistéricamente en la celebración, y es ofrecido al Padre unien-
- La epíclesis primera o prímera invocación al Padre para que, do en una única oblación el sacrificio de la Iglesia. No ofrecemos
por medio del Espíritu, santifique y transforme los dones del pan y a Dios un sacrificio nuevo, ni distinto, sino el mismo sacrificio de
del vino en el cuerpo y la sangre de Cristo. Esta primera epíclesis Cristo que se actualiza en el memorial. El don del Padre, que es Cris-
sigue al momento de la «transición» entre el prefacio y las palabras to, y que un día se ofreció en contra-don en la cruz, hoy vuelve a
de la Última Cena. Se trata de una invocación a la que la Iglesia ofrecerse al Padre de forma sacramental llevando consigo el con-
334 El sacramento de la eucaristla Liturgia eucarística: plegaria de acción de gracias 335

tra-don del sacrificio de la Iglesia. Este es el verdadero momento de ra lo que nos sorprende y fascina, lo que nos atrae misteriosamen-
la oblación. En este momento ofrece y se ofrece, no sólo el sacer- te y nos supera maravillosamente. Admirar el misterio no es expli-
dote, sino la comunidad entera, y por ellos la misma Iglesia. car el misterio, ni reducirlo a la lógica de la razón, es dejarse po-
- Las intercesiones y el recuerdo de los santos, que están pre- seer por la grandeza del misterio y estar dispuesto a acogerlo en el
cedidas por la segunda epíclesis o invocación al Espíritu para que fondo del corazón. Para admirar el misterio hay que ser capaces de
transforme la comunidad, expresan la comunión de la Iglesia de la contemplarlo, dejando que nos penetre con su fuerza y nos cautive
tierra con la Iglesia del cielo. En este momento, se pide que lo que con su grandeza. Para ver el misterio es preciso tener ojos de fe y
Dios realizó un día con su pueblo siga realizándolo hoy con la hu- corazón de niño, dejando que lo inexplicable se manifieste y lo es-
manidad entera, con la Iglesia terrestre en todos sus miembros (pa- condido se revele. El misterio, no son las palabras, ni los signos, si-
pa, obispos, sacerdotes, fieles), y con la Iglesia celeste en los di- no lo que ellos indican, la realidad a la que remiten. La plegaria eu-
funtos, de manera que todos podamos llegar a la plenitud de la carística nos indica, representa y muestra el misterio, pero sólo los
salvación. Estas peticiones son un signo de solidaridad y de comu- ojos de nuestra fe pueden verlo, sólo la admiración es capaz de
nión, un deseo de que llegue a realizarse la salvación proclamada y «comprenderlo».
actualizada en el misterio. El «recuerdo de los santos» es algo así
como la proposición de una meta, ya alcanzada por ellos, y a la que
con su ayuda, sus méritos e intercesión aspiramos todos a alcanzar. b) Celebrar la salvación
- La doxología final (de «doxa» = gloria) es la glorificación
conclusiva al Padre, por Cristo, y en la unidad del Espíritu. Es co- La plegaria eucarística es el momento más cualificado en que
mo un momento que concentra y condensa el carácter bendicional se nos manifiesta y ofrece la salvación como don actual que nos
y de acción de gracias de toda plegaria eucarística, en una conclu- transforma. Celebrar esta salvación es acogerla y compartirla, es
sión de alabanza. Resalta el carácter ascendente y descendente de gozarse y alegrarse en ella, es dar gracias y alabar por ella, es ha-
la bendición: Dios nos bendice por Cristo, y por Cristo bendecimos cerla vida y convertirla en esperanza. Nuestra participación en la
a Dios. También se pone de relieve el carácter trinitario y cristo- plegaria eucarística, no será, las más de las veces, la palabra, sino
céntrico de la plegaria (Padre-Hijo-Espíritu; «por él, con él y en el silencio que admira, que hace suyo lo que escucha, que acoge lo
él»), así como la dimensión eclesiológica de la misma, expresada que se proclama, que se goza con lo que acontece, que contempla
en el «amén» final. Este «amén» condensa la aceptación, la acogi- lo que cree.
da, el sí de la Iglesia, al don y la salvación que Dios nos ha ofreci-
do y, en definitiva, a la voluntad y plan de Dios sobre los hombres.
No extraña que se afirme que este es el amén más importante de c) Dar gracias por el don
todos los «amén» que pronuncia la Iglesia.
Vivimos en un mundo que corre el peligro de perder su capaci-
dad de admiración y de agradecimiento sincero. El agradecimiento
3. Actitudes para la participación es para el hombre un signo de aceptación, de reconocimiento, de
dependencia. Si esto sucede entre los hombres, más debe suceder
a) Admirar el misterio con Dios. Dar gracias a Dios es reconocer que él nos ha dado y co-
municado algo inmerecido, es aceptar que él está cerca y próximo,
La primera actitud para participar en la plegaria eucarística es se preocupa y comunica al hombre. Dar gracias a Dios es reconocer
la admiración. Para admirar hay que estar abiertos a lo desconoci- su bondad, su misericordia, su amor, su salvación. La actitud de
do, dispuestos a lo imprevisible, atentos a lo maravilloso. Se admi- agradecimiento es la mejor actitud para la plegaria eucarística, pues
336 El sacramento de la eucarístía Liturgia eucarística: plegaria de acción de gracias 337

de este modo hay sintonía entre lo que se significa en la acción y lo que no distraigan de aquello que se está proclamando. Hoy sólo
que se siente en el corazón. Participar en la plegaria eucarística con existen tres aclamaciones: el «Santo», la aclamación de después de
actitud interesada o egoísta es contradictorio. Acostumbrados a di- la «consagración», y la del final de la «plegaría eucarística». Sería
rigirnos a Dios para pedir, es preciso que aprendamos a alabar a posible que, como en la misa con niños, se propusieran otras acla-
Dios para agradecer. La «gracia» que Dios nos da en la eucaristía maciones. En todo caso, este es el mejor medio que se puede em-
sólo tiene una respuesta digna por parte de los que participan en la plear para favorecer una mayor participación, y no el recitar «todos
eucaristía: ¡Gracias! juntos» la plegaria. Respecto a los gestos, también deben valorar-
se convenientemente, atendiendo a las características de la asam-
blea. El cambio de postura durante la «consagración» (de rodillas)
4. Aplicación a la celebración y la vida tiene su sentido y, aunque las normas prevén que por cualquier
«causa razonable» puede estarse de pie, pensamos que no debe im-
a) Proclamación de la plegaria eucarística ponerse. Guardar un breve silencio, mientras se produce el movi-
miento de la asamblea, puede ser un gesto significativo.
La plegaria eucarística es una oración que corresponde procla-
mar sólo al que preside la celebración. Por eso mismo, y porque se
trata de una plegaria larga, cuyas expresiones no siempre son inte- c) Variedad y «repetihilidad» de la plegaria eucarística
ligibles para los fieles, el que preside debe poner especial cuidado
y esmero en su proclamación. Una proclamación que debe ser in- Conocemos las dificultades de participación en la plegaria eu-
teligible, pensada, comunicativa, poniendo énfasis en los momen- carística. Sabemos que la variedad es una forma de ayudar a la par-
tos más importantes (v. gr. prefacio, institución, doxología), dejan- ticipación, pues rompe la monotonía, despierta la atención, facili-
do pequeños espacios de silencio en determinados lugares (v. gr. ta la comunicación, y puede hacer más sencillo el lenguaje. Pero
primera epíclesis, institución, «memento de difuntos»), cuidando esa variedad no depende de cada uno, no es el resultado de una im-
la entonación y el ritmo. En buena parte, la participación de la provisación. Es difícil crear particularmente la variedad, mante-
asamblea en la plegaria eucarística depende de la proclamación del niendo el contenido y la estructura propia de la plegaria, sin poner
que preside, de su sinceridad y de su verdad, de su fuerza para ma- en peligro su identidad. Por eso, la Iglesia quiere ordenar tal varie-
nifestar y transportar el misterío. El que preside no «reza para sí», dad, proponiendo diversos medios para lograrla: diversidad de ple-
proclama para los demás y en nombre de los demás. Debe cuidar, garias eucarísticas (trece en total, tres especialmente para niños),
pues, de que allí «funcione» la comunicación, se transmita la vida, formularios distintos para los prefacios y algún otro momento de la
y se transparente el misterio. plegaria. Además recomienda las moniciones presidenciales. Entre
ellas destaca la que sirve de introducción a la plegaria eucarística,
buscando la unión con el tema central de la homilía, de modo que
b) Participación en la plegaria eucarística se manifieste la actualización y la unión con la vida. Tampoco hay
que descartar la posibilidad de intercalar en el interior de la misma
Es cierto que durante la plegaria eucarística la asamblea debe plegaria eucarística breves expresiones o frases, que actualicen y
participar internamente, con su silencio y admiración, con su con- den unidad a la Palabra y la oración, al mismo tiempo que suscitan
sentimiento y acción de gracias. Pero también es verdad que debe la participación. «Algunas variantes en el texto habitual, limitadas
participar externamente, con sus aclamaciones y sus gestos. Las en número, resultan gratas y útiles para suscitar la atención y la
aclamaciones deben ser breves, no retóricas, que expresen un sen- piedad, y para revestir la oración de un matiz particular» (cf. Eu-
timiento gozoso, que no rompan el ritmo, que acentúen la acción, charistae participationem, n. 8-1 O).
338 EL sacramento de la eucaristía Liturgia eucarística: plegaria de acción de gracias 339

Esta variedad debe apreciarse junto con la «repetitividad». El Los prefacios expresan de modo admirable los sentimientos
objetivo de la participación verdadera no suele lograrse por im- que pueden movernos a dar gracias a Dios:
provisar y variar más, sino por ayudar a vivir y penetrar más en el Te darnos gracias,
misterio celebrado. Y esto exige sin duda la catequesis, pero tam- Padre fiel y lleno de ternura,
bién la familiaridad con el texto, la penetración en su sentido, la porque tanto amaste al mundo
asimilación sosegada y sin sobresaltos, la interiorización paulati- que le has entregado a tu Hijo,
na. La repetición de fórmulas estables e idénticas, incluso estereo- para que fuera nuestro Señor y nuestro hermano.
Él manifiesta su amor
tipadas es un elemento común a toda religión, cuyo valor es la es-
tabilidad religiosa, la seguridad vital, la identificación comunitaria. para con los pobres y los enfermos,
Deberá evitarse, por supuesto, la rutina y el formulismo ritualista, para con los pequeños y los pecadores.
Él nunca permaneció indiferente
con la fuerza de expresión, con la novedad de contenido nunca ante el sufrimiento humano;
agotado con la misma forma, con los aspectos del misterio desta- su vida y su palabra son para nosotros
cados, con la lectura que aporta en cada momento la vida y sus la prueba de tu amor;
acontecimientos. como un Padre siente ternura por sus hijos,
así tú sientes ternura por tus fieles.
Por eso te alabamos y te glorificamos,
5. Puntos para la revisión y con los ángeles y los santos,
cantamos tu bondad y tu fidelidad,
a) Describir la forma como suele ser proclamada la plegaria eu- proclamando el himno de tu gloria.
carística en la propia comunidad. ¿Favorece o no la participación? (Prefacio de la plegaria eucaristica V/c)
b) Dificultades más importantes que se perciben para partici-
par en la plegaria y comprender su sentido.
c) Actitudes que tienen los fieles, personal y comunitariamen-
te, durante la plegaria eucarística.
d) Medios que se proponen para lograr una adecuada partici-
pación durante este momento tan importante de la misa.

6. Oración y meditación

La Didajé, nos ofrece un ejemplo de cómo se entendía la euca-


ristía como acción de gracias:
Acerca de la eucaristía, haréis las gracias de esta manera; primero
sobre el cáliz: Gracias te hacemos, Padre nuestro, por la santa viña
de tu hijo David, que nos has revelado por Jesús, tu Hijo. Gloria a Ti
por los siglos.
Sobre la fracción del pan: Gracias te hacemos, Padre nuestro, por la
vida y la ciencia que nos revelaste por tu Hijo Jesús. A Ti la honra
por los siglos ... (Didajé 9s; Solano 1, 53).
5
La eucaristía, banquete, sacrificio
y presencia

1. Encuentro con la vida

a) Banquete y sacrificio, realidades existenciales

El misterio que se expresa y celebra en la eucaristía implica va-


rios aspectos centrales que es preciso explicar de modo breve, por-
que constituyen la esencia de la teología eucarística.
Si todo sacramento responde en alguna medida a una situación
fundamental, el sacramento de la eucaristía puede decirse que res-
ponde y se relaciona, de forma análoga a lo que sucede en otros sa-
cramentos, a la situación convivencia] y festiva del banquete fami-
liar o comida fraterna. De ahí que también pueda afirmarse que en
ella se recoge toda la experiencia humana y social que supone este
banquete familiar: acogida y relación de amor, solidaridad y fami-
liaridad, deseo de compartir los bienes, los frutos de la tierra y del
trabajo humano, el alimento y disfrute del compartir festivo ...
Por otro lado, esta comida fraterna también incluye el sacrificio
de una vida que implica trabajo y preocupación por los demás, a
veces conflicto y competitividad. Este aspecto sacrificial es algo
que no siempre comprendemos los hombres de hoy. Vivimos en
un mundo que no siente ninguna atracción por el sacrificio. Se
aprecia la vida, la felicidad, el placer, la comodidad, el disfrute de
los bienes ... Pero no se aprecia el sacrificio, el desprendimiento, el
olvido de sí, el esfuerzo en favor de los demás, la renuncia a las
propias apetencias o inclinaciones naturales ...
Hay sacrificios que nos impone el propio «peso» de ]a vida, la
relación humana, y que rechazamos; y otros que podemos impo-
nemos por propia voluntad, y en los que su aceptación remite a otra
342 El sacramento de la eucaristía La eucaristía, banquete, sacr(ficio y presencia 343

realidad distinta de sí mismos. También el sacrificio tiene sus as- 2. Profundización en el sentido
pectos positivos: en primer lugar, el sacrificio es una forma origi-
nal de encontrarse consigo mismo, de relativizar las propias ape- Tratemos ahora de profundizar en estos tres aspectos de senti-
tencias. En segundo lugar, el sacrificio es una forma privilegiada do: el de «banquete f raterno»; el de «sacrificio memorial»; y el de
de salir fuera de sí y de encontrarse con los demás, sobre todo «presencia transformante».
cuando tiene al prójimo como punto de referencia. Puede ser un
aprendizaje del servicio, una forma de hacer triunfar el amor sobre
el egoísmo. En tercer lugar, el sacrificio es una de las formas más a) La eucaristía banquete fraterno
genuinas de encuentro con el OTRO, con el absoluto y trascendente,
con Dios. El sacrificio es la apertura por la que nosotros accede- Por otro lado, la utilización del pan y el vino tienen un sentido
mos a Dios, y Dios irrumpe en nosotros. En una palabra, el sacri- por sus antecedentes y simbolismo. Pan y vino son símbolos com-
ficio es la prueba del amor. Y a Dios se le encuentra en el amor, plementarios de la comunión con lo divino, como se puede apreciar
porque Dios es amor. en los banquetes sagrados de los griegos, o en la comida y bendi-
ción pascual de los judíos. Detrás del pan y el vino está la creación
entera en cuanto remite al Creador. No es por casualidad por lo que
b) La presencia corno expresión del amor sacrificado Cristo ha asumido el pan y el vino como símbolos del banquete eu-
carístico. Y es que un banquete es algo más que saciar el hambre y
Por otro lado, y en relación con la «presencia», hay que decir la sed. El banquete no es un acto individual, es una fiesta en co-
también que no hay forma más elocuente de hacerse presente al munión, que congrega a la familia, los amigos, los convocados, la
otro que a través de la presencia corporal con amor. comunidad.
Existen para el hombre muchas formas de hacerse presente y de Por todo ello, la eucaristía repite y se estructura sobre los gestos
estar presente: por la palabra, la imagen, los signos ... De entre to- que Cristo mismo realizó en la cena pascual o Última Cena. Sus se-
das estas formas de presencia, las más excelentes, desde un punto cuencias corresponden a: l) Jesús se reunió y dialogó con sus dis-
de vista humano, son la presencia física por el propio cuerpo y la cípulos = asamblea y palabra. 2) Jesús tomó el pan y el vino = pre-
presencia espiritual por el amor, que viene a ser el modelo más su- paración de las ofrendas. 3) Jesús dio gracias y pronunció la
blime de presencia cuando se unen en una única forma de estar bendición = plegaria eucarística. 4) Jesús partió el pan= fracción
presente, acogiéndose y dándose al otro desde el amor y por medio del pan y preparación a la comunión. 5) Jesús lo dio a sus discípu-
de la acción y expresión corpórea. La simple presencia corporal no los = comunión. Y de ahí también que la primera comunidad cris-
supone, por sí misma, el máximo grado de presencia, aunque sea tiana llamara a la eucaristía «banquete o ágape eucarístico» ( 1 Cor
su máxima posibilidad. El máximo grado de presencia personal es 11, 17-34), «cena del Señor»(! Cor 11, 20), «fracción del pan»
aquel que se basa en el amor e implica la acción, la comunicación (Hch 2, 42).
y expresión del propio cuerpo, porque es la presencia capaz de aco- Se trata de una comida fraterna simbólico-sacramental, donde
ger al otro en su propia singularidad, como un «tú», y de comuni- lo importante es la capacidad y actitud de fe por la que podemos
carse a él desde la profundidad del ser, y llegar hasta el verdadero unir el significante de la comida material (pan y vino) con el signi-
encuentro interpersonal. ficado de la presencia memorial del acontecimiento pascual, al
Pues bien, es justamente de este tipo de presencia personal, fun- modo como se dio en la Última Cena del Señor. Y ello debe mani-
dada en la entrega y el amor, y expresada a través de la realidad festarse en las actitudes y signos, como la participación, el carácter
corpórea, de la que hablamos cuando nos referimos a la presencia festivo por la música y el canto, la comunicación y el diálogo, y so-
de Cristo en la eucaristía, en las especies del pan y del vino. bre todo la comunión ...
El sacramento de fa eucaristía La eucaristía, banquete, sacrificio y presencia 345
344

Los padres de la Iglesia se refieren de modo constante a este ca- cruz y la eucaristía. La eucaristía es representación de la autodona-
rácter de banquete de la eucaristía. Santo Tomás cantará de modo ción de Cristo, y esto es lo que significa dar su vida para la salva-
admirable el amor y la grandeza de Dios manifestado en el ban- ción del mundo (Juan), expiación por nuestros pecados (sinópti-
quete de la eucaristía: cos), nueva comunión de alianza entre Dios y su pueblo (Lucas y
Pablo), perdón de los pecados y reconciliación (Mateo).
¡Oh banquete precioso y admirable, banquete saludable y lleno de Ahora bien, el sacrificio de Cristo abarca toda la acción salvífi-
toda suavidad! ¿Qué puede haber, en efecto, de más precioso que ca de Jesús, desde la encarnación hasta su culminación en la cruz y
este banquete en el cual se nos ofrece, para comer ... al mismo Cris- resurrección, supone la abolición de los sacrificios antiguos (He-
to, verdadero Dios? No hay ningún sacramento más saludáble que
este, pues por él se borran los pecados, se aumentan las virtudes y breos), y según los diversos textos implica no sólo la donación de
se nutre el alma con la abundancia de todos los dones espirituales. sí mismo, la entrega martirial, sino también la representación cul-
Se ofrece en la Iglesia por los vivos y los difuntos, para que a todos tual. Por eso, puede decirse que el sacrificio de Cristo es la entre-
aproveche, ya que ha sido establecido para la salvación de todos. Fi- ga total que de su persona hace Cristo, desde la encarnación hasta
nalmente, nadie es capaz de expresar la suavidad de este sacramen- la muerte-resurrección, por amor y como hombre-para-los-demás,
to, en el cual gustamos la suavidad espiritual en su misma fuente y en orden a manifestar el gran amor salvador de Dios, la manera de
celebramos la memoria del inmenso y sublime amor que Cristo luchar contra el pecado, y el sentido del sufrimiento y de la muer-
mostró en su pasión (Opúsculo 57. En la fiesta del Cuerpo de Cris- te de los hombres, en la esperanza de la resurrección.
to, lect.1-4. Citado en el «oficio de lectura» para la festividad del Y este sacrificio de Cristo es también el «sacrificio de la Igle-
Corpus Christi: LH, vol. lll, 522-523). sia». Significa la entrega que en unión a Cristo hace de sí misma la
Iglesia en sus miembros, participando así en la ofrenda de amor al
Y últimamente el Vaticano II, sobre todo el nuevo Catecismo, Padre y a los hombres, con la donación de la propia vida, y con la
ha resaltado este aspecto, insistiendo en la inseparabilidad del as- actualización permanente del sacrificio de Cristo, a cuyo acto sa-
pecto sacrificial y del convivía!: cerdotal ha sido asociada por el mismo Señor. No se trata de un
La misa es, a la vez e inseparablemente, el memorial sacrificial en sacrificio distinto al de Cristo, sino del mismo sacrificio de Cristo
que se perpetúa el sacrificio de la cruz, y el banquete sagrado de la al que es asociada y se une la misma Iglesia con su entrega de amor
comunión en el cuerpo y la sangre del Señ9r ... El altar, en torno al y fidelidad, lo que se expresa de modo especial en la celebración
cual la Iglesia se reúne en la celebración de la eucaristía, represen- eucarística.
ta los dos aspectos de un mismo misterio: el altar del sacrificio y la Y la eucaristía es la representación memorial del sacrificio de
mesa del Señor, y esto, tanto más cuanto el altar cristiano es el sím- Cristo, es decir, el sacramento del sacrificio de Cristo, en cuanto
bolo de Cristo mismo, presente en medio de la asamblea de sus fie- representación y actualización memorial y dinámica del mismo e
les, a la vez como víctima ofrecida por nuestra reconciliación y co-
mo alimento celestial que se nos da (Catecismo de la Iglesia, irrepetible sacrificio, al que la Iglesia es asociada para su edifica-
1382-1383). ción, y en el que la Iglesia entera está llamada a participar por su
entrega y fidelidad a la misma dinámica de amor de Dios, hecho
sacrificio en Cristo. La eucaristía es, pues, «presencia activa y me-
b) La eucaristía memorial del sacrificio de Cristo morial» del sacrificio de Cristo, en la mediación sacrificial de la
Iglesia.
Todas las religiones, y también el pueblo judío conocieron y La tradición de la Iglesia ha afirmado siempre este carácter sa-
practicaron sacrificios, ofrendas, etc. En el Nuevo Testamento se crificial de la misa. De modo especial se vio urgida a defender es-
afirma que el único y verdadero sacrificio es el de Cristo, y que ta doctrina como reacción a la postura de los protestantes en el
existe una unión entre el sacrificio o inmolación de Cristo en la concilio de Trento. Por eso afirmó:
346 El sacramento de la eucaristía La eucaristía, banquete, sacr{ficio y presencia 347

En la Última Cena (Cristo) dejó a su Iglesia un sacrificio visible en catológico en el reino del Padre, anunciando la muerte del Señor
el que estuviera representado aquel sacrificio cruento que iba a rea- hasta que venga (EM 3'. Cf. Catecismo de la Iglesia católica, 1357,
lizar una sola vez en la cruz, para que así permaneciera su memo- 1365, 1367).
ria hasta el final de los tiempos y su eficacia salvífica se aplicara a
la remisión de los pecados que cometemos diariamente ... , ofreció En una palabra, se trata de afirmar: 1) Que el sacrificio de Cris-
a Dios Padre su cuerpo y su sangre bajo las especies de pan y de vi- to es único e irrepetible. 2) Que la eucaristía no es repetición sino
no ... , y se lo mandó con estas palabras: «Haced esto en memoria actualización de este único sacrificio. 3) Que esta representación
mía» ... Así lo entendió y enseñó siempre la Iglesia. Porque habien-
do celebrado la antigua pascua ... instituyó una pascua nueva, que se realiza de modo sacramental, es decir, por los signos del pan y
era él mismo, que hab.ía de ser inmolado por la Iglesia ... en memo- del vino, que significan el acontecimiento pascual de Cristo. 4)
ria de su tránsito de este mundo al Padre (DS 1739-1742). Que en esta representación actualizadora es_tá implicada la vida, la
misión y el misterio entero de Cristo, aunque ahora ya sea el Señor
El Vaticano II, más allá de toda intención polémica, ha recogi- escatológico de la gloria. 5) Que en esta actualización eucarística del
do y expresado con claridad la doctrina sobre la eucaristía como sacrificio de Cristo, está implicado también el sacrificio del Cuerpo
sacrificio. Baste recordar algunos textos: entero de Cristo, que es la Iglesia, en el que se recogen los mil sa-
crificios de la vida de la Iglesia en sus miembros. 6) Que, por tan-
Nuestro Salvador, en la Última Cena, la noche que le traicionaban,
instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre, con el cual to, no se trata ni de dos sacrificios, ni de dos sujetos oferentes: el
iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la único sacerdote y el único sacrificio es el de Cristo, pero implican-
cruz, y a confiar así a su esposa, la Iglesia, el memorial de su muer- do a la Iglesia como la mediación necesaria para la continuación,
te y resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo manifestación y realización de la dinámica de amor y sacrificio del
de caridad ... (SC 47). mismo Cristo.
Este sacrificio, «en unión con el sacrificio de Cristo, único media-
dor. .. se ofrece incruenta y sacramentalmente en la eucaristía» 1•
c) La eucaristía presencia transforman/e
Esta enseñanza es desarrollada en otros documentos, y en espe-
cial por Pablo VI en la Instrucción Eucharisticum Mysterium de La presencia real de Cristo en la eucaristía ha suscitado siempre
1967, en donde se ofrece una admirable síntesis de los aspectos preguntas importantes, y ha enfrentado al creyente de forma muy es-
centrales de la eucaristía: pecial con el misterio y la grandeza del poder de Dios. Es evidente
que la sensibilidad religiosa y la praxis de la mayoría de las comuni-
Por eso la misa o cena del Señor es a la vez e inseparablemente: sa- dades cristianas respecto a la «presencia eucarística», ha cambiado
crificio en el que se perpetúa el sacrificio de la cruz; memorial de la
radicalmente en los últimos años. La exaltación del momento conse-
muerte y resurrección del Señor, que dijo: «Haced esto en memoria
mía» (Le 22, 19); banquete sagrado, en el que, por la comunión del cratorio dentro de la misa (elevación prolongada, velas, campanillas,
cuerpo y de la sangre del Señor, el pueblo de Dios participa en los genuflexiones ... ) se ha moderado en formas litúrgicas más austeras,
bienes del sacrificio pascual, renueva la nueva alianza entre Dios y y se ha integrado más armónicamente en el conjunto de la anáfora y
los hombres sellada de una vez para siempre con la sangre de Cris- la celebración total. La adoración y el culto eucarísticos en sus di-
to, y prefigura y anticipa en la fe y en la esperanza el banquete es- versas formas (visita al Santísimo, exposiciones, adoración nocturna,
actos de desagravio, procesiones eucarísticas ... ) ha disminuido. El
l. «Ahora bien, por el ministerio de los presbíteros se consuma el sacrificio acento se pone más en la celebración misma que en la adoración,
espiritual de los fieles en unión con el sacrificio de Cristo, mediador único, que por
manos de ellos, en nombre de toda la Iglesia, se ofrece incruenta y sacramental- más en la participación litúrgica que en los actos extralitúrgicos. Más
mente en la eucaristía hasta que el Señor mismo retorne)) (PO 2). aún, la participación en la eucaristía dominical ha venido a ser hoy
348 El sacramento de la eucaristía l a eucaristía, banquete, sacr{ficio y presencia 349

en muchos casos no sólo la celebración central, sino incluso la con- Es presencia «sustancial» («per modum substantiae» ), porque
centración celebrativa casi exclusiva de muchas comunidades, y has- contiene la misma persona de Cristo y, a diferencia de su presencia
ta con cierta frecuencia el único síntoma o expresión del ser y apa- en otros sacramentos, resalta la identidad (bajo forma sacramental)
recer como cristianos en medio de este mundo. de los elementos consagrados con la persona de Cristo glorificado.
Y, sin embargo, se trata de algo muy importante, que debemos Es presencia «permanente», porque es fiel y definitiva, no
comprender en un marco más amplio que el de las palabras de la ficticia y transitoria, sino que permanece una vez consagradas las
consagración. La presencia eucarística del Señor debe entenderse especies.
también desde su presencia extraeucarística en la Iglesia y en el Es presencia «relacionada», porque debe entenderse en relación
mundo. Y la presencia en el pan y el vino eucaristizados debe com- con las diversas formas de presencia en la celebración eucarística:
prenderse asimismo desde las diversas formas significantes de la !) presencia «comunitaria», en la asamblea reunida; 2) presencia
presencia del mismo Cristo en la eucaristía: asamblea, palabra, al- «evangélica», en la proclamación de la Palabra, sobre todo elevan-
tar ... No es un Cristo dividido o a través de una persona distinta el gelio; 3) presencia en los diversos signos del altar, ministro; 4) fi-
que se hace presente, sino el mismo y único Señor resucitado el que, nalmente, presencia «somática especial», en el pan y el vino con-
bajo formas diversas, manifiesta su presencia plena e integral, viva sagrados.
y dinámica para la transformación de las personas, de la comuni- Se trata siempre de la presencia real y personal de Cristo, aun-
dad eclesial, de la humanidad entera. Así lo afirma la Iglesia en el que diversamente significada, que alcanza su plenitud y su máxima
Vaticano JI (SC 7), y lo recoge en el nuevo Catecismo: «Cristo es- identidad-densidad en la presencia en el pan y el vino transforma-
tá siempre presente a su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. dos, destinada a una presencia y una transformación personal y
Está presente en el sacrificio de la misa, sea en la persona del mi- eclesial, en compromiso y dinámica de una transformación del
nistro ... sea sobre todo en las especies eucarísticas. Está presente mundo hasta la plenitud escatológica.
con su virtud en los sacramentos ... , está presente en su palabra ... » La presencia eucarística tiene una clara finalidad: la koinonía o
(SC 7). Está presente en la oración de la Iglesia, en los pobres, los participación de los creyentes, su transformación real en Cristo, en
enfermos, los presos ... (Catecismo de la Iglesia católica, 1373). su cuerpo que es la Iglesia, su «transustanciación» personal en una
La Iglesia, a lo largo de la historia, ha empleado y emplea diver- vida nueva, prenda y garantía de la vida eterna, su transformación
sas expresiones para significar la presencia singular de Cristo en las en agentes de extensión de este cuerpo en medio del mundo. Esta
especies eucarísticas: «transformación», «conversión», «transustan- transformación «no es menos honda y radical de lo que es la con-
ciación», y últimamente «transignificación», «transfinalización» ... versión o transustanciación de los dones. Aún más, habría que de-
No se trata de absolutizar una expresión, despreciando las demás, cir que la transustanciación eucarística es signo o sacramento de
sino de complementar la expresión más fundamental o «transus- otra realidad más profunda: de nuestra conversión en el Cuerpo de
tanciación» con las restantes, para una mejor comprensión del mis- Cristo, en la Iglesia».
terio. Pero, en síntesis, lo que la Iglesia nos enseña al respecto se
puede resumir en los siguientes puntos: se trata de la presencia no
de una cosa u objeto, sino de la persona del mismo Cristo resucita- 3. Actitudes para la participación
do, con el que gracias a su autodonación por la muerte y resurrec-
ción, nos encontramos y entramos en comunión. a) El sacrificio de los cristianos
Es presencia «verdadera» porque se basa en sus palabras e im-
plica su entrega por amor. La celebración litúrgica no constituye toda la realidad del culto
Es presencia «real», porque hay identidad entre el Jesús históri- cristiano. Antes de celebrar el culto, el cristiano vive cultualmente,
co, el Señor resucitado y el Cristo eucarístico. por el servicio y la ofrenda total de su vida. Antes de hacer liturgia,
350 El sacramento de !a eucaristía La eucaristía, banquete, sacrificio y presencia 351

el cristiano es por su vida una liturgia viviente. Antes de ofrecer un 4. Aplicación a la celebración y la vida
sacrificio entiende su vida como un sacrificio espiritual (Rom 12, !;
cf. 6, 13.19; 7, 5). El verdadero sacrificio de los hombres que agra- a) Los signos sacrificiales de la eucaristía
da a Dios debe tener estas características: referencia al misterio pas-
cual, la pascua centro y fundamento (Ef2, 21; 4, 15-16); carácter Recordemos, en primer lugar, el principio según el cual todo lo
espiritual, «adoración en espíritu y en verdad» (Jn 4, 23-24; Rom 8, que contiene de misterio la celebración eucarística, debe expresarse
15); dimensión eclesial, puesto que todos formamos parte de un y significarse en ella: el carácter de sacrificio, lo mismo que el ca-
Cuerpo(! Cor 12, 12ss; 1 Pe 2, 5 ); realización existencial, entrega rácter de banquete deben encontrar su adecuada significación exter-
de sí mismo y de la propia vida, transformación de la propia exis- na. No se deberá, por tanto, ni olvidar que el altar tiene que significar
tencia por la fe y la caridad (2 Cor 9, 12; Fil 4, 18. Desde esta reali- la mesa, ni prescindir del símbolo de la cruz; ni convertir la eucaris-
dad cultual puede entenderse cómo nuestro «sacrificio» de la vida tía en un ágape cualquiera, ni exaltar sólo el simbolismo sacrificial.
puede ser asumido por Cristo en su propio sacrificio, no por razón Pero, ¿cuáles son los signos por los que se expresa el sacrificio?
de que sea incompleto, sino por necesidad de nuestra santificación. Sabemos que durante tiempo los teólogos se preocuparon amplia-
mente por esto2 • Sin embargo, hoy es común la opinión de que el
signo del sacrificio lo constituye la celebración total de la eucaris-
b) Los sacrificios de la humanidad y el sacrificio de la eucaristía tía, con sus palabras y gestos, y supuesto su carácter memorial y
pneumatológico 3• Más en concreto, se manifiesta en los momentos
Celebrar el sacrificio de Cristo, el de la Iglesia y el de la propia principales de la liturgia eucarística, como son: la presentación de
existencia cristiana, no puede dejarnos indiferentes ante los mil sa- ofrendas, la plegaria eucarística y la comunión.
crificios que atraviesan la historia cotidiana de los hombres. La lo- Por la «presentación de dones» (pan, vino, colecta, otros do-
cura de las crnces que los hombres vamos sembrando en el camino nes ... ) se significa la fuente de todo don creatural que es Dios, uni-
de la vida, parece como si quisiéramos reducirla a un acto litúrgico do al trabajo y esfuerzo del hombre. Es decir, la dimensión creatu-
que nada soluciona, o un signo que a pocos llega. Sin embargo, en ral-cósmica, personal-existencial, y social-eclesial del sacrificio de
este signo se puede condensar el principio de una transformación, la Iglesia en y desde el sacrifico de Cristo.
de una lucha por la justicia, de una solidaridad que prolongue la Por la «plegaria eucarística» se expresa, sobre todo por medio
obra de Cristo entre los hombres, de una anti-sacrificialidad fun- de la bendición, las palabras de la consagración sobre el pan y el
dada en el sacrificio del amor. La eucaristía nos compromete en la vino, los signos de elevación y veneración ... , que se trata del ver-
misma dinámica del sacrificio, estando dispuestos a participar del dadero sacrificio de Cristo al que es asociada la Iglesia, en alaban-
mismo proceso sacrificial de Cristo. Esta participación se conden- za a Dios Padre, y en la virtud del Espíritu santo. La doxología fi-
sa en una frase: «Ser-para-los-demás siendo con-los-demás». Si nal es el colofón de este sacrificio, con la participación del «amén»
únicamente estamos con-los-demás, podemos llegar a un cierto solemne de la asamblea.
grado de solidaridad en el trabajo o las tareas y problemas de su vi-
da, pero no llegamos a entregar nuestra vida, nos quedamos toda- 2. Baste recordar algunas opiniones: Los «inmolacionistas», como Suárez afir-
vía en la periferia del ser, pero no entramos, ni nos damos desde el maban que el signo del sacrificio es el cambio de la sustancia del pan y del vino. Be-
larmino !o veía en la destrucción de las especies por la comunión. De Lugo en que
fondo del ser. Sólo podemos realizar esto cuando de verdad somos- Cristo después de la consagración venía a estar en un estado de «incapacidad». Entre
para-los-demás, estando dispuestos a pensar más en ellos que en los «oblacionistas», Lepin veía la oblación en el hacerse presente Cristo en el pan-vi-
nosotros, a dar más que a recibir, a amar estando «auténticamente no. De la Taille lo veía en la actualización del mismo sacrificio de Cristo. Billot en
la muerte mística que se da por la presencia de Cristo en las especies ...
ahí», para los demás. La gratuidad del amor de Dios, sabemos ex- 3. Por ejemplo, B. Neunheuser, J. Betz, H. Schürmann, J. Ratzinger, E. Rufi-
presarla en la gratuidad del amor por los hombres. ni, F. X. Durrwell, L Ligier, M. Gesteira, J. Aldazábal, etc.
352 El sacramento de la eucaristía La eucaristía, banquete, sacrificio y presencia 353

Por la «comunión» se significa el fruto y finalidad del sacrifi- 5. La adoración es igualmente el gesto de solidaridad con las ne-
cio, que es la comunión con y de Dios mismo, para la edificación cesidades y necesitados del mundo entero, en cuanto que se tienen
del Cuerpo de Cristo en la tierra. Porque es sacrificio de comunión, presentes en la oración, y desde esta petición solidaria, verificada en
se come el alimento que asimilado es vida en Cristo de todos los la vida, se incrementan la justicia y la fraternidad. Los adoradores
que nos unimos en el mismo Cuerpo de Cristo. En este sentido, la también participan, a su modo, de la tarea de la evangelización'.
comunión no sólo es parte integrante, sino también parte esencial
del sacrificio eucarístico. El signo de la participación plena en el
sacríficio es la comunión. 5. Puntos para la revisión

a) .Lee y señala cuáles son las expresiones de la plegaria euca-


b) De la participación a la adoración: «Eucaristía adorada» rística II que no entiendes.
b) Señala los diversos aspectos teológicos de la eucaristía que
La presencia permanente de Cristo exige reciprocidad y acogida. aparecen en este texto del Catecismo de la Iglesia católica:
Cristo está presente en el pan y el vino ofreciéndose de modo per- Cumplimos este mandato del Señor («Haced esto en memoria mía»)
manente, sobre todo por la comunión. Se trata más de una presencia celebrando el memorial de su sacrificio. Al hacerlo, ofrecemos al Pa-
fundamentalmente destinada a la comunión. La eucaristía es don, dre lo que él mismo nos ha dado: los dones de la creación, el pan y el
alimento y exigencia de la fe, es expresión y culminación de la vi- vino, convertidos por el poder del Espíritu santo y las palabras de Cris-
da de fe. Y no se trata sólo de la presencia, comunión y fe de un mo- to en el cuerpo y la sangre del mismo Cristo: así Cristo se hace real y
misteriosamente presente (Catecismo de la Iglesia católica, 1357).
mento, sino de una realidad que debe continuarse en una vida euca-
ristizada, que se expresa tanto en la adoración como en la caridad.
c) Qué consideras más positivo o negativo en la práctica actual
En este sentido hay que interpretar la «eucaristía adorada, como
del «culto eucarístico fuera de la misa» en tu propia comunidad.
contemplación y solidaridad». Para una correcta vivencia de la ado-
ración, pueden servirnos estos puntos de reflexión:
1. La adoración eucarística es una adoración trinitaria, que im- 6. Oración y meditación
plica la actitud de agradecimiento y admiración del amor de Dios
Padre, la mediación salvadora de Cristo, y el don gozoso y conso- a) Podemos meditar las palabras de san Juan Crisóstomo, para
lador del Espíritu. entender mejor cuál es el misterio de la consagración:
2. La adoración es tiempo exterior y espacio interior para una
No es el hombre quien convierte las cosas ofrecidas en el cuerpo y
recentración de la vida en Cristo, confesando su presencia activa la sangre de Cristo, que por nosotros fue crucificado. El sacerdote,
permanente, su cercanía y acompañamiento, en orden a la trans- figura de Cristo, pronuncia aquellas palabras, pero su virtud y la
formación personal y social. gracia son de Dios. Esto es mi cuerpo, dice. Y esta palabra trans-
3. La adoración es la contemplación y reconocimiento de la pre- forma las cosas ofrecidas (De prodit. Judae horn. I, 6).
sencia sacramental y real de Cristo en las especies, fuera de la cele-
bración de la misa, así como la prolongación de la eucaristía en la b) El sentido de la ofrenda de la Iglesia y de cada uno de los par-
vida. ticipantes en la eucaristía puede ayudamos a una mejor participación:
4. La adoración es un verdadero encuentro dialogal por el que,
en la contemplación y admiración silenciosa, nos abrimos a la ex-
periencia de Dios, al gozo y alegría de la fe, de donde dimana la 4. XLV Congreso eucarístico internacional (Sevilla 1993), Christus, lumen
gentium (Cristo, luz de los pueblos), Madrid 1992, 39-41. Cf. D. Borobio, Euca-
fuerza para una acción más consecuente y evangelizadora. ristía y nueva evangelización, Bilbao 1992, 85-! 18.
354 El sacramento de la eucaristía

Participando del sacrificio eucarístico, fuente y cumbre de toda la 6


vida cristiana, ofrecen a Dios la Víctima divina y se ofrecen a sí
mismos juntamente con ella (LG 11).
Liturgia eucarística:
Los presbíteros, consiguientemente, enseñen a fondo a los fieles a la comunión en el misterio
ofrecer a Dios Padre la Víctima divina en el sacrificio de la misa y
a hacer, juntamente con ella, oblación de su propia vida ... Así son
ellos invitados y conducidos a ofrecerse a sí mismos, sus trabajos y
todas sus cosas en unión con él mismo (PO 5).

c) Las plegarias eucarísticas destacan el sentido sacrificial de


la eucaristía:
Así, pues, Padre, 1. Encuentro con la vida
al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo, El hombre «está» con los demás y «es» con los demás. Nos re-
mientras esperamos su venida gloriosa, sulta relativamente fácil y nos es realmente necesario el «estar»
te ofrecemos, en esta acción de gracias, con los demás para ayudarnos y prestarnos servicios, para trabajar
el sacrificio vivo y santo. y convivir. .. Pero no nos resulta tan fácil el «ser» verdaderamente
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, con los demás, para unir nuestras intenciones y deseos, para com-
y reconoce en ella la víctima
por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad ... partir la vida y el ideal, para comunicar la interioridad y el miste-
Que él nos transfonne en ofrenda pennanente ... rio. Decimos que el hombre es «un-ser-con-los-demás», porque es-
tá esencialmente referido a los otros, y porque los otros son parte
(Plegaria eucarística III)
constitutiva y posibilidad de realización de su propio ser. Pero, es-
ta verdad difícilmente llegamos a realizarla en plenitud por una
apertura, comunicación y unidad con los demás. Siempre hay una
distancia entre mi «yo» y el «yo» de los demás; siempre hay un
misterio y una singularidad irreductibles, que no permiten la plena
comunión. Y, sin embargo, el hombre tiende, desde el fondo de su
propio ser, a la comunicación, a la unión, a la fusión. La experien-
cia del desgajamiento, de la separatividad, de la soledad, es algo
que teme el hombre, porque recorta sus posibilidades de realizarse
como hombre.
Podemos «estar» solos, pero no podemos «sern solos. El ser hu-
mano aspira a la unión con todos los seres, y a través de ellos a la
unión con el SER absoluto. La vida del hombre es como una búsque-
da, entre apasionada y trágica, fascinante y gozosa, de unidad con el
«sern concreto, y a través de este «sern con los «seres», y a través de
los «seres» con el «SER». Detrás de los seres finitos se encuentra la
plenitud del SER infinito, que nos atrae desde la contingencia y fini-
tud, hacia la unidad e infinitud que sólo en él podemos encontrar.
356 El sacramento de la eucaristía Liturgia eucarística: la comunión en el misterio 357

Aunque vivimos en un mundo con apariencia de comunicación, a) El padrenuestro


convivencia y solidaridad, en pocas épocas como la actual, se ha
sentido el hombre tan solo y perdido, tan aislado y anónimo. Nos El padrenuestro expresa de modo cualificado los dos motivos
unimos en esfuerzos y trabajos, comulgamos en progresos y con- más importantes por los que se reza en estos momentos: la petición
sumo; pero en la profundidad de nuestro ser nos sentimos, con ex- del «pan nuestro de cada día», que para los cristianos se da princi-
cesiva frecuencia, divididos y solos. La comunión que buscamos, palmente en el Cuerpo de Cristo; y la petición del perdón de Dios
no la hallamos; la unidad por la que aspiramos, no la encontramos. y de los hermanos, que prepara inmediatamente a la comunión del
¿Tiene algo que decir la comunión eucarística a esta experiencia «pan de Cristo».
humana? ¿Es la comunión una respuesta a la soledad, individualis- La eucaristía es cena pascual, banquete y comida, en la que se
mo y división del hombre? nos ofrece un pan del cielo, un alimento espiritual, que sacia nues-
tra hambre y es prenda de vida eterna (cf. Jn 6). El maná del de-
sierto no fue capaz de saciar el hambre del pueblo peregrinante. El
2. Profundización en el sentido pan de vida es capaz de saciar el hambre del pueblo creyente. La
eucaristía es el pan que Dios nos ofrece y que nosotros pedimos ca-
« Ya que la celebración eucarística es un convite pascual, con- da día, para poder continuar caminando por el desierto de la vida,
viene que, según el encargo del Señor, su cuerpo y su sangre sean sin morir de hambre. Sólo si comemos este pan, podemos alcanzar
recibidos como alimento espiritual. A esto tienden la fracción y los la meta. Sólo comiendo el pan de vida, esperamos llegar a la vida
otros ritos preparatorios, con los que se va llevando a los fieles has- eterna. El pan de la eucaristía es un pan pascual, símbolo rememo-
ta el momento de la comunión» (OGMR 56). rativo de una liberación pasada, actualización de una liberación
Estos ritos preparatorios son: presente y prenda de una liberación futura. Comer el pan es acep-
- El padrenuestro, por el que pedimos a Dios el «pan nuestro tar el don de la liberación, de la salvación definitiva.
de cada día» y el perdón, de la misma manera que nosotros perdo- Por otro lado, el padrenuestro es la oración típica del perdón. Des-
namos a los demás. de el principio parece situado en este momento, con la intención de
- El rito de la paz, con el que suplicamos la paz y la unidad pa- expresar el perdón de Dios y la mutua reconciliación, necesarias pa-
ra la Iglesia, y nos damos mutuamente la paz como signo de fra- ra el que comulga. Por eso, muchas liturgias advierten a los fieles an-
ternidad y caridad. tes de comulgar: «Sancta, sanctis», es decir, «las cosas santas son pa-
- La fracción del pan, por la que se repite el rito realizado por ra los santos», y sólo aquellos que están en esta disposición pueden
Jesús en la Última Cena, y se expresa la entrega de Cristo y la par- comulgar, según la enseñanza del Apóstol ( l Cor 11, 28). Los Padres,
ticipación fraterna en un solo pan. por su parte, insisten en la dimensión penitencial o el carácter purifi-
- La comunión, por la que recibimos el sacramento y participa- cador del padrenuestro, mandando que se rece diariamente en la eu-
mos en el banquete sacrificial, al mismo tiempo que realizamos la caristía y en la Liturgia de las horas. San Agustín decía, por ejemplo:
unidad y la caridad en el Cuerpo de Cristo. «Los pecados, incluso los monstruosos, se perdonan en el bautismo;
- La acción de gracias, con la que la asamblea, por el silencio, los pecados veniales, con la oración del Señor ... En el bautismo so-
el canto y la oración, se dirige a Dios para alabarle y agradecerle el mos lavados una vez, en la oración del Señor somos lavados diaria-
don de la eucaristía. mente ... Borra, por lo tanto, esta oración diaria los pecados peque-
Vamos a explicar y reflexionar brevemente sobre el significado ños de cada día, y borra también aquellos otros, cometidos por
de cada uno de estos ritos y momentos. ligereza, cuando nos apartamos de ellos por el arrepentimiento, cam-
biando la vida a mejor» (PL 40, 636). La oración del Señor es, pues,
un lugar privilegiado por el que se expresa y realiza, en la comunidad
358 El sacramento de la eucaristía Liturgia eucarística: la comunión en el misterio 359

y en cada uno de los participantes, la reconciliación que se ha pro- c) La fracción del pan
clamado y actualizado en el sacrificio de la eucaristía, haciendo pre-
sente la misma reconciliación que tuvo lugar de una vez para siempre Dice el Ordo Missae que «el gesto de la fracción del pan, reali-
en la Cruz. El perdón mutuo es la condición, el signo y la garantía del zado por Cristo en la Última Cena, fue, en los tiempos apostólicos,
perdón de Dios. Y este perdón es la posibilidad para la unión verda- el que sirvió para denominar a la íntegra acción eucarística. Este ri-
dera en el amor y la vida del Cuerpo de Cristo. to no sólo tiene una finalidad práctica, sino que significa además
que nosotros, que somos muchos, en la comunión de un solo pan
de vida, que es Cristo, formamos un solo cuerpo» (OGMR 56c).
b) El rito de la paz De entre los ritos preparatorios a la comunión, el más antiguo
posiblemente es la fracción del pan. Se encuentra en todas las li-
El rito de la paz es un gesto de caridad y de unidad. En principio, turgias y, además de repetir el gesto del Señor («partió el pan»),
no expresa tanto la paz que nos viene del altar, cuando la paz que tiene como función práctica: partir el pan para distribuirlo a los fie-
nos deseamos y damos mutuamente. Tal como se practicaba hasta la les en la comunión. Aunque al principio el rito fue de una gran so-
reforma, el rito expresaba más una dimensión «vertical»: del altar al briedad, con el tiempo, se le unieron un buen número de ritos y fór-
sacerdote que presidía, de este al diácono, del diácono a los demás mulas, y se acentuó su carácter simbólico. «Partir el pan», no sólo
ministros y de estos al pueblo. Con el tiempo, llegó incluso a con- significaba preparar el alimento para ser comido, significaba tam-
vertirse en un rito clerical reservado a los clérigos comulgantes, bién multiplicar la presencia de Cristo resucitado (Teodoro de Mop-
dándolo a los fieles (con frecuencia sólo a autoridades) en algunas suestia), y expresar la unión de los diversos comensales en un mis-
celebraciones especialmente solemnes, por medio del llamado mo pan, y compartir la vida comiendo el pan de vida, y recordar la
«portapaz». Con la reforma actual, el rito adquiere más un sentido entrega de Cristo en su pasión como ese «cuerpo que se rompe»
«horizontal», ya que se propaga entre los participantes, y no queda para la salvación de muchos (aspecto recordado en el «cordero de
reservado a los clérigos, se da entre todos y a todos está destinado. Dios»). No obstante, todos estos significados, habrá que poner el
Esta forma de realización del rito expresa mejor la fraternidad y la acento en aquel aspecto más directamente expresado por el rito: la
unidad entre hermanos, la comunión y la paz entre los participantes. unidad de muchos en un solo cuerpo. Como dice el Apóstol: «El
Si el gesto externo responde a la actitud interna, nos encontramos pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Por-
aquí con un medio muy adecuado para la preparación a la comunión que, aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues
eucarística. En efecto, no se puede desear la paz sin sentirse «en todos participamos de un solo pan» (! Cor l O, 17).
paz» con los demás; no podemos unirnos en un gesto, si nos dividi-
mos en la acción; no es posible expresar buenos deseos, si en el co-
razón hay malas intenciones. El rito de la paz es, en el lugar en que d) La comunión
se encuentra, la expresión visible del perdón y la reconciliación mu-
tuos, que hemos pedido en el padrenuestro, y que nos dispone de La comunión del sacerdote que preside y de los fieles que par-
modo adecuado a la comunión en el Cuerpo de Cristo. ticipan es parte fundamental de la misa. Es cierto que, aunque só-
Más aún, por este rito expresamos también nuestra petición y lo comulgue el sacerdote, no por eso deja de tener sentido el sacri-
deseo de paz y de unidad «para la Iglesia entera y para toda la fa- ficio. Pero, en sí, la ofrenda del sacrificio y la comunión en el
milia humana». Nadie queda excluido de esta paz, de esta fraterni- sacrificio son dos aspectos inseparables del mismo misterio. La co-
dad. La paz, la reconciliación y la unidad de la Iglesia universal co- munión es la participación plena en el sacrificio, ya que el sacrifi-
mienzan a realizarse por la paz, la reconciliación y la unidad de la cio ha sido instituido en forma de comida, y sólo quien come pue-
comunidad concreta, a partir de la asamblea eucarística. de decir que ha participado plenamente en el sacrificio. El ideal es.
360 El sacramento de fa eucaristía Liturgia eucarística: la comunión en el misterio 361

que no haya sacrificio sin comunión, ni comunión sin sacrificio o conciliación; si no se rompen las barreras que nos dividen, los egoís-
fuera del mismo (cf. comunión fuera de la misa). mos que nos separan, las injusticias que nos oprimen. Crear frater-
Además la comunión es por excelencia el signo más expresivo y nidad no es solamente orar por el perdón, ni tender la mano en sig-
realizante de la unión de los diversos miembros entre sí, por la no de paz; es también y sobre todo, estar dispuestos a recibir y dar
unión de todos en Cristo Jesús. Lo que se anunciaba en la fracciói1, efectivamente el perdón, comprometerse con todas las fuerzas a
llega a su punto culminante en la comunión. Comulgar, no sólo es construir la paz. La mejor manera de prepararse a la comunión es
unirse en el mismo pan y vino del sacrificio, es dejarse unir por crear comunión; el mejor modo de recibir el perdón es dar perdón.
aquel mismo que sigue ofreciéndose en sacrificio. Por la comunión La fraternidad humana es el requisito de la comunión; y la comu-
nos unimos en el gesto y en la acción, en el alimento y en la vida nión es la fuerza y el centro de la comunidad cristiana.
que el alimento nos da. La comunión es koinonía de todos con Cris-
to y de Cristo con todos. Cuando la comunión es verdadero acto hu-
mano y cristiano, se convierte en la expresión más privilegiada, au- b) Participación por la comunión
téntica, concreta y visible de la comunidad interna de la Iglesia con
Es preciso superar los prejuicios jansenistas, la mentalidad pu-
Cristo, y al mismo tiempo viene a ser el lugar más eficaz y reali-
ritana, la actitud indiferente, la presencia pasiva. No es lo mismo
zante de dicha unidad. La comunión eucarística expresa y realiza
comulgar que no comulgar en la eucaristía. Celebrar la eucaristía
la unión en el amor, en virtud de Aquel que se da como comida pa-
con11eva, como elemento esencial, comulgar en la eucaristía. Ofre-
ra la unión y el amor. La comunión con Cristo realiza la comunión
cer el sacrificio supone participar de la comida del sacrificio. Quien
con el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Por tanto, en la eucaristía
participa en el banquete de la eucaristía y no come de la mesa euca-
no sólo se comulga con Cristo, se comulga también con la Iglesia,
siendo la comunión el máximo signo de pertenencia a la Iglesia. rística, es como el que responde a la invitación a un convite y no
Por lo mismo, la comunión eucarística es el medio y la forma participa comiendo en el convite. Hemos de buscar, sí, la purifica-
más sublime de «estarn y de «sern con los demás, desde el «ser» con ción, pero también hemos de superar la indiferencia. En sí mismo,
y en Cristo. Ningún medio puede igualarse a la comunión para su- el no comulgar en la eucaristía es signo de nuestro estado de ex-co-
perar la separatividad, la soledad, el egoísmo o el anonimato. Quien mulgados por el pecado. Indica que estamos separados de la comu-
come el pan eucarístico no está solo, permanece en Cristo y Cristo nión eclesial y que hemos roto con la vida de Dios de un modo fun-
permanece en él. Quien participa en la comunión no se une a Cris- damental. Pero si esto no se da, porque no tenemos conciencia de un
to sólo de un modo moral o espiritual, sino también de una manera pecado real y subjetivamente mortal, sino sólo de pecados leves o
real y fisica, a través del pan y el vino consagrados. Entonces llega- de ligereza, entonces debemos confiar en la eficacia reconciliadora
mos a «ser» con Cristo y en Cristo, de tal modo que no haya lugar a de la eucaristía, y no hemos de tener reparo en comulgar.
la soledad, ni a la desesperación, alcanzando el máximo grado de
unidad posible, esa unidad que supera las posibilidades humanas y c) Unidad en un solo cuerpo
se sitúa en el marco de lo que sólo es posible desde Dios y por la fe.
Quien participa en la eucaristía por la comunión expresa, ac-
tualiza y realiza la unidad del cuerpo místico por la participación
3. Actitudes para la participación en el único Cuerpo de Cristo. La comunión es el acto cristiano por
a) Apertura a /a fraternidad y reconciliación el que debemos salir de nuestro egoísmo, individualismo o solip-
sismo. No se comulga para encerrarse en uno mismo, sino para sa-
Quien participa en la eucaristía debe estar dispuesto a crear y lir de sí mismo, con una voluntad de edificar la unidad eclesial en
.vivir la fraternidad. Pero no hay verdadera fraternidad si no hay re- el amor que procede de Cristo. El encuentro del «yo» individual-
362 El sacramento de la eucaristía Liturgia eucarística: la comunión en el misterio 363

humano con el «Tú» universal-divino, lleva consigo la realización b) Valorar el rito de la paz
del «nosotros» eclesial. Un «nosotros» que se realiza al mismo tiem-
po a nivel místico y a nivel corpóreo y a partir precisamente de la La recuperación del rito de la paz tiene su importancia y no de-
comunión. Nada más extraño y contradictorio a la comunión que be prescindirse del mismo si es que no existen razones ponderadas
la permanencia en la división, obstáculo a la unidad. y suficientes. En España se ha extendido el rito de «darse la mano».
Hay lugares donde se hace con normalidad; otros donde sólo se pro-
pone en algunas fiestas especiales, y otros donde se prescinde siste-
4. Aplicación a la celebración y la vida máticamente del mismo. La praxis varía incluso en un mismo lugar
o ciudad, de una comunidad a otra. Por regla general el gesto es más
a) Adaptar según las circunstancias común en las celebraciones de pequeñas comunidades, donde sue-
le realizarse en forma de verdadero abrazo o beso de paz.
No cabe duda que, a pesar de lo criticable de algunos elemen- Pensamos que no debería prescindirse sin más de este rito, so-
tos, puede y debe desarrollarse este rito adecuadamente, adaptán- bre todo en las celebraciones de la eucaristía de los domingos y
dolo a la función que le corresponde. Esta adaptación, que consis- días de fiesta. Y, en todo caso, puede proponerse en aquellas cir-
te sobre todo en crear una dinámica apropiada, puede hacerse de la cunstancias o fiestas que son suficientemente significativas para la
siguiente manera: comunidad. Sabemos que lo importante no es el rito, sino la since-
- Haciendo unas moniciones para la invitación al padrenuestro ridad con que se hace y la verdad que expresa. Pero también somos
y al rito de la paz, que sean adaptadas, breves y sugerentes. conscientes de que el rito mismo «provoca», ayuda y contribuye a
-Aplicando el embolismo que sigue al padrenuestro al tema del crear la fraternidad y la reconciliación.
día y a la situación concreta, siguiendo la dinámica a que introdu-
ce la misma fórmula «Líbranos, Señor, de ... ». O bien, como se ha-
ce en algunas Iglesias de Occidente, haciendo que el padrenuestro 5. Puntos para la revisión
termine con la aclamación doxológica: «Tuyo es el Reino, tuyo el
poder y la gloria por siempre, Señor». a) ¿Se dan en tu comunidad cristiana las condiciones de recon-
- Valorando el gesto de la fracción del pan, a ser posible con la ciliación y fraternidad, que hacen de la eucaristía una celebración
utilización de pan más grueso y significante y, en todo caso, ha- auténtica, desde un punto de vista evangélico y humano?
ciendo que el gesto sea verdaderamente visible. Para ello se reque- b) ¿Cómo podría mejorarse la participación en la eucaristía por
riría que los panes o las hostias fueran grandes (al menos, algunas) la comunión de tu comunidad? ¿Qué prejuicios hay que superar?
y no estuvieran ya partidos. De este modo se significaría también ¿Qué catequesis o medios se pueden utilizar?
que el sacerdote hace participar a los demás de su pan. c) ¿Tiene verdadero sentido para tí el rito de la paz? ¿Cuándo y
- Haciendo que la distribución de la eucaristía sea un rito ágil, cómo poner en práctica este rito?
en el que colaboran también los laicos si es necesario (pues para
eso se ha renovado este ministerio, que pueden desempeñarlo tam-
bién las mujeres), y creando un clima de silencio adecuado, donde 6. Oración y meditación
se dé gracias y se profundice en los sentimientos de unidad y de
amor. a) San Ambrosio, en el siglo IV, nos habla de la eucaristía co-
mo alimento que nos fortalece .
. . .Dice a sus discípulos: «Dadles vosotros de comer, no sea que
desfallezcan en el camino» (Mt 14, 16; 15, 32). Tienes el manjar
364 El sacramento de la eucaristía

apostólico; cómelo, y no desfallecerás. Come de él antes, para venir 7


después al manjar de Cristo, al manjar del cuerpo del Señor, al ban-
quete del sacramento, a aquel cáliz con el que se embriaga el afec- Ritos de despedida: renovación de la vida
to de los fieles; para que (te) vista con la alegría del perdón de los
pecados, (te) quite los cuidados de este siglo, el miedo de la muer-
te, las preocupaciones. Con esta embriaguez no titubea el cuerpo,
sino que resurge; el espíritu no queda confundido, sino consagrado
(san Ambrosio, Sermón 15, n. 28; Solano!, 349).

Los prefacios de la eucaristía ponen de relieve el aspecto de


banquete y comunión. Por ello damos gracias a Dios:
l. Encuentro con la vida
En verdad es justo y necesario
es nuestro deber y salvación darte gracias ... Una de las acusaciones más frecuentes respecto a la eucarístía
por Cristo Señor nuestro, de los cristianos, es que esta aparece como separada de la vida. Ce-
verdadero y eterno sacerdote.
lebramos, sí, la eucaristía, pero la vida sigue igual. Ni somos «me-
El cual, al instituir el sacrificio de la eterna alianza,
se ofreció a sí mismo como víctima de salvación, jores» los que participamos en la misa, ni hacemos «mejor» la vida
y nos mandó perpetuar esta ofrenda desde la misa. Todo sucede como si existiera una ruptura insupera-
en conmemoración suya. ble entre la existencia que vivimos y la liturgia que celebramos, en-
Su carne, inmolada por nosotros, tre lo cotidiano y lo litúrgico, entre la acción y el rito. Nuestra eu-
es alimento que nos .fortalece; caristía parece no expresar ni implicar la vida; parece no partir ni
su sangre, derramada por nosotros, conducir a la vida. Aunque teóricamente se afirme esta unión, en la
es bebida que nos purifica. práctica se afirma la desunión, pues las obras de los practicantes no
(Prefacio I de la santísima eucaristía) testifican lo que anuncian.
Dejando a un lado el aspecto exagerado, parcial y generalizan-
te que pudiera haber en la anterior apreciación, hay que reconocer
una cosa como cierta: los «practicantes» celebramos muchas veces
la eucaristía como si no existiera la vida, y nos comportamos en la
vida como si no existiera la eucaristía. Por «ir a misa» no somos
peores que los demás, pero tampoco puede decirse que seamos me-
jores. Nuestra justicia y nuestra caridad, nuestra responsabilidad y
solidaridad, en muchos casos, no son precisamente un ejemplo o
testimonio, fruto de la sinceridad con que celebramos la eucaristía
y asumimos los compromisos que implica.
Es verdad que la eucaristía no transfo1ma automáticamente nues-
tras vidas, ni garantiza la autenticidad coherente de nuestras obras.
También es cierto que somos débiles, y que a los buenos deseos no
siempre acompañan las justas realizaciones; y que la inconsecuencia
de los demás no puede justificar la propia inoperancia ... Pero no por
eso deja de ser un problema la tentación permanente de convertir la
366 El sacro.mento de la eucaríst/a Ritos de despedida: renovación de fa vida 367

eucaristía en «rito vacío», en «cumplimiento de un deber» ) en «au- cibida y operante en los signos. Este misterio o realidad de fe cele-
tojustificación de una conducta», en «comportamiento socio-religio- brada es el acontecimiento salvador, el paso de Cristo al Padre,
so», en «celebración sin vida», en «culto sin compromiso». muerto y resucitado, que recapitula todo en sí. Lo que los cristia-
La clave de la cuestión nos parece que reside, no tanto en lo que nos celebramos no es cualquier cosa, algo indeterminado e impre-
la eucaristía es en sí, ni en su estructura o en sus ritos, cuanto en la ciso, sino que celebramos un acontecimiento concreto, a Alguien a
actitud insuficiente, en la falta de conversión y de fe, en la indife- quien conocemos y amamos: Cristo salvador. Celebramos, pues,
rencia ante la llamada, en el conformismo con el cumplimiento ri- no la muerte, sino la vida; no el pecado, sino la victoria sobre el pe-
tual. Nos falta algo así como el coraje, o quizás la capacidad de cado; no la esclavitud, sino la liberación; no la destrucción, sino la
tomar absolutamente en serio aquello mismo que hacemos y ce- resurrección.
lebramos. En todo caso, debemos preguntarnos: ¿Cómo debe estar - Ahora bien, esta vida no es algo extraño a un cristiano. Es
la vida en la eucaristía y la eucaristía en la vida? ¿Cómo superar la precisamente lo que nos hace cristianos. Es la vida por la que he-
tentación permanente de nuestro extrañamiento práctico? mos sido salvados y renovados, la vida que se nos ha comunicado
en el Espíritu, la vida que da sentido a nuestra existencia. No está
fuera, sino dentro de nosotros. Es nuestra propia vida. Nuestro vi-
2. Profundización en el sentido vir es precisamente Cristo. Hay, por tanto, una coincidencia entre
la vida que se nos ofrece como don de la eucaristía y la vida que
Los ritos de conclusión de la misa son sencillos y breves. Des- nosotros llevamos a la eucaristía. Lo que celebramos no es algo
pués de un espacio de silencio para la alabanza y la acción de gra- fuera de nosotros mismos, sino algo que está dentro de nosotros,
cias, el sacerdote dice la oración conclusiva y, tras el saludo, ben- aunque sin confundirse con nosotros: es nuestra vida, que es la vi-
dice y despide a la asamblea. Despedida esta «con la que se da en el Espíritu de Cristo; es la salvación, que es la salvación de
disuelve la asamblea, para que cada uno vuelva a sus quehaceres, Cristo.
alabando y bendiciendo al Señor» (OGMR 57). La simplicidad de - Debido a nuestra humana condición y a nuestra naturaleza
los ritos quizás les priva de suficiente elocuencia, pero no de sufi- corpórea, para celebrar esta vida necesitamos símbolos pertene-
ciente sentido. Y el sentido es que la asamblea vuelva transforma- cientes a nuestro mundo, externos y sensibles: son el pan y el vino,
da a la vida, para transformar la misma vida. De la vida venimos, los ritos de la celebración. Pero estos símbolos y ritos, lejos de su-
con la vida celebramos, a la vida volvemos. La eucaristía celebra la poner la renuncia a la propia vida para celebrar la vida de Dios,
vida. La vida celebra la eucaristía. Se da, pues, una mutua exigen- exigen como condición el compromiso con la vida de Dios para ce-
cia de eucaristía y vida. lebrar la propia vida. Toda nuestra vida está comprometida en la
celebración. Los símbolos expresan y actualizan, no sólo la vida de
Dios, sino también, en algunos sentidos, nuestra vida en Dios. En
a) La eucaristía celebra la vida la celebración, no sólo actualizamos lo «ya vivido», proyectándo-
nos hacia lo que «vamos a vivirn, sino que también actualizamos lo
Nada más extraño a lo que significa la eucaristía que considerar que vivimos en el presente, con sus alegrías y tristezas, con sus tra-
que lo que celebramos en ella tiene muy poco que ver con la vida. gedias y esperanzas. Nuestra vida presente en Dios se presenciali-
Participar en la eucaristía como si la eucaristía fuera extraña a la za también por medio de los símbolos eucarísticos, y desde la ac-
vida, es negar la misma entraña o esencia de la eucaristía. La euca- titud de fe. Es nuestra propia vida la que está comprometida en la
ristía celebra la vida y es vida. ¿Por qué? eucaristía, ya que vamos a la celebración con todo lo que somos y
- La celebración eucarística se define por sus elementos sensi- tenemos, para descubrir, en y desde el misterio o vida de Cristo, lo
bles y por el misterio que celebra, es decir, por la realidad de fe re- que debemos ser y tener.
368 El sacramento de la eucaristía Ritos de despedida: renovación de la vida 369

b) La vida celebra la eucaristía del mundo, es el lugar necesario para la verificación de la autenti-
cidad de su participación en la eucaristía. La acción de gracias que
La eucaristía es, en verdad, el «culmen y la fuente» de la vida nos pide el Ritual no es sólo la alabanza de los labios ni el senti-
cristiana. Quien de verdad ha celebrado su vida en la eucaristía, no miento del corazón, es principalmente la acción y el compromiso.
puede no seguir celebrando la eucaristía en su vida. La eucaristía En realidad toda celebración eucarística lleva consigo la exi-
transforma la vida, convirtiéndose en su punto central de referen- gencia de una respuesta que compromete, si bien esto se manifies-
cia, en su foco iluminador, en su estímulo y su fuerza. Así como la ta de un modo especial en algunos momentos:
eucaristía hace existir de modo nuevo lo cotidiano, sacándolo de su - El hecho de participar en la eucaristía supone ya un principio
vanalidad y de su anonimato y convirtiéndolo en signo, o en canto, de respuesta a la convocación que Dios nos hace, lo cual nos lleva-
o en fiesta, de igual modo lo cotidiano hace existir de forma nueva rá necesariamente a tomar conciencia de las exigencias como pue-
la eucaristía, convirtiéndola en sustancia de la vida, en motor de la blo y como comunidad.
acción, en actitud que abarca la existencia entera. - La proclamación, escucha y acogida de la Palabra supone
La eucaristía no cambia automáticamente la vida, pero, al cele- igualmente un dejarse interpelar por Dios, un confrontar su voluntad
brarla, la expresa de forma nueva, la hace existir de modo diferen- con nuestra vida, una llamada a la conversión y a la fidelidad. Si de
te, la recrea en algún sentido. Por eso mismo la vida no puede ol- veras acogemos esta Palabra, no podemos no sentirnos comprome-
vidarse, ni prescindir sin más de la celebración. Y tampoco la vida tidos para la vida. Nuestro compromiso tiene que ser la respuesta.
puede desarrollarse al margen de aquello que le da sentido y con- - La actualización del misterio que se expresa sobre todo en la
tribuye a realizarse. anáfora es otro de los momentos álgidos donde se nos urge al com-
Así pues, la vida está obligada a celebrar la eucaristía, vivien- promiso. La eucaristía, memorial de la pascua de liberación, es una
do de ella y orientándose hacia ella, contando con su mensaje y su llamada a continuar la liberación de Cristo en el mundo, a hacerse
fuerza, transformando la realidad y asumiéndola, haciéndose obras solidarios con la vida de Cristo en las tareas de la vida, o a entre-
de justicia y de caridad, asumiendo las tareas y las luchas de los garse con Cristo por la salvación de los hombres.
hombres, «compartiéndose» en servicio, sobre todo a los más po- - De la misma manera, la comunión eucarística, es un signo de
bres y necesitados. nuestra unión con Cristo, con la Iglesia y con la humanidad ente-
Celebración y vida están profundamente unidas. En el fondo se ra, que nos compromete de modo inevitable a crear la fraternidad
trata de la misma vida, pero expresada y vivida de diversas formas, cristiana, y a trabajar por la solidaridad humana.
· que se complementan y necesitan para el pleno desarrollo de la vi- Las exigencias éticas de la eucaristía no son, pues, el apéndice
da cristiana, en y a partir de Cristo. de la celebración, sino la «constante» de la misma. Sin la voluntad
permanente y sincera de respuesta a la llamada de Dios, a la aco-
gida de su don, no podría decirse que hay verdadera celebración
c) Las exigencias éticas de la eucaristía eucarística, desde un punto de vista subjetivo. La verificación de
esta voluntad la hacemos precisamente en la vida.
La eucaristía no es una obra del hombre, aunque la celebre el
hombre para el hombre; es más bien un don de Dios. Pero un don 3. Actitudes para la participación
que se nos ofrece para ser acogido y encontrar la respuesta en el
contra-don humano. El mismo intercambio simbólico exige y lleva a) Asumir la propia responsabilidad
entrañado el contra-don (cf. M. Mauss ), que no es otra cosa sino la
respuesta ética al don eucarístico. El compromiso o la praxis ética La misa debe ser y aparecer por sus signos y sus palabras, por
de los cristianos, que se empeñan en la transformación y liberación la actitud y sinceridad de los participantes, por la atención a los
370 El sacramento de la eucaristía Ritos de despedida: renovación de fa vida 371

problemas reales de la vida, como una celebración verdadera- sacrificios de la vida, en la ofrenda permanente del trabajo y el
mente comprometida, que lejos de apartarnos de la vida, nos ha- descanso, en la sinceridad de la justicia y la caridad.
ce participar más en la vida. No les falta razón a muchas perso-
nas, sobre todo jóvenes, cuando acusan a nuestras eucaristías de
4. Aplicación a la celebración y la vida
abstracción e irrealismo, de desconexión con el lenguaje, las as-
piraciones y los problemas de los hombres. Hay quien piensa que a) Expresar la unión con la vida
el problema reside en los signos y formas de celebración que se
utilizan; y quien cree que la verdadera causa se encuentra en el Si en la eucaristía debe quedar patente la unión con la vida, con
lenguaje y la palabra desencarnada de los sacerdotes que cele- sus situaciones concretas, con sus problemas reales, es evidente
bran. Sin duda, no les faltan razones a quienes así juzgan. Pero que tal conexión debe expresarse, decirse y significarse de modo
consideramos que la razón fundamental de la desconexión entre conveniente. Esta tarea compete principalmente a quienes ejercen
eucaristía y vida, está en la actitud más bien indiferente y des- los diversos ministerios en la eucaristía, sobre todo el que preside
comprometida de los participantes. Del sacerdote depende que la celebración. Para ello es preciso que preceda una adecuada pre-
esta unión se actualice y se haga patente por sus palabras. De los paración de los diversos elementos: homilía, moniciones, cantos,
signos depende el que tal unión se exprese y se celebre significa- ofrendas, etc., de manera que también tenga en cuenta los aconte-
tivamente. Pero de quienes participamos depende el que esta cimientos de la vida, las preocupaciones y problemas, las alegrías
unión sea vivida y realizada dentro de la celebración y después de y gozos de la comunidad. No se trata de convertir la eucaristía en
la misma. Es preciso asumir la propia responsabilidad. Los sig- una simple asamblea, ni de instrumentalizarla al servicio de ningu-
nos de la misa y el sacerdote que la preside, deben ayudarnos a na ideología. Se trata sencillamente de sacar todas las consecuen-
realizar esta unión, pero nunca pueden sustituirnos. En definitiva, cias de la celebración del misterio de Cristo en una situación con-
depende de cada uno de nosotros el celebrar la vida en la euca- creta y para unas personas determinadas, cuya vida se celebra y
ristía, y el celebrar la eucaristía en la vida. compromete también en la eucaristía.

b) Continuar la eucaristía en la vida b) Crear un espacio para el compromiso

Para unir la eucaristía con la vida, es preciso tener conciencia A veces, la dificultad de esta falta de conexión entre eucaristía
de la continuidad de la eucaristía en la vida. Ningún sacramento y vida radica en que no existen o no se saben crear los espacios
termina en su celebración, y menos la eucaristía. Así como siempre adecuados para expresar este aspecto. ¿En qué momento de la mi-
debe haber un «antes» que prepara la celebración, de igual modo sa hay que ponerlo especialmente de relieve? Como hemos dicho,
siempre debe haber un «después» que la prolonga. Quien piensa la conexión con la vida debe estar presente en toda celebración. No
que todo concluye con «pasar por el rito», no ha comprendido na- se trata de crear espacios cerrados en este aspecto. Con todo, nos
da del mismo rito, cuya virtud es precisamente el desvelar el mis- parece que puede ponerse de relieve sobre todo: en el momento de
terio y las exigencias de la vida. Si la Escritura ha sido expresión y pedir perdón (rito penitencial) por nuestras situaciones de pecado;
celebración de la vida, no puede no ser sustento, fuerza, y estímu- en la homilía o predicación; en la presentación de ofrendas; en la
lo de la vida. En ello conocemos la autenticidad de nuestra partici- monición final y en la despedida. La liturgia de cada día y de cada
pación. No basta con desear comprometerse en la vida, es preciso domingo nos orienta, por su mismo contenido y sentido, hacia un
llegar a vivir y realizar el propio compromiso en la vida; es nece- aspecto determinado de unión con la vida y compromiso. Bastará
sario ser capaces de prolongar el sacrificio de la eucaristía en los con que sepamos detectarlo.
372 El sacramento de fa eucaristía Ritos de despedida: renovación de la vida 373

c) Saber despedirse Tú, Señor omnipotente,


creaste todas las cosas por tu nombre,
La despedida de la misa tiene actualmente una estructura sen- y diste a los hombres manjar y bebida para su disfrute,
cilla, casi esquemática. Después de la comunión parece que todo a fin de que rindan gracias,
se precipita con excesiva rapidez, sobre todo cuando no se guarda y a nosotros nos has concedido espiritual alimento y bebida y vida
eterna por tu Hijo.
un momento de silencio para la alabanza y acción de gracias de Ante todo te hacemos gracias porque eres poderoso, a Ti la honra
modo debido: silencio, canto de acción de gracias o salmo, ora- por los siglos. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, para librarla de todo
ción adaptada, notificaciones sobre acontecimientos que interesan mal y para perfeccionarla en tu caridad.
a la comunidad, monición de despedida, música festiva mientras la recógela de los cuatro vientos ya santificada en tu Reino que le
asamblea se dispersa. Sin ser excesivamente prolijos ni extender tienes preparado. Porque tuya es la honra y el poder por los siglos.
innecesariamente la celebración, no cabe duda que debemos saber Amén ...
despedirnos, creando un clima adecuado y dando tono oportuno a (Didajé, 9s, n. 10; Solano!, 54-55)
nuestras palabras.
La unión con la vida la expresan de modo admirable algunas
plegarias eucarísticas, como por ejemplo:
5. Puntos para la revisión
Que todos los miembros de la Iglesia
sepamos discernir los signos de los tiempos
a) Analiza este texto del Catecismo, destacando la idea central: y crezcamos en la fidelidad al evangelio;
La eucaristía entraña un compromiso a favor de los pobres: para re- que nos preocupemos de compartir en la caridad
cibir en la verdad el cuerpo y la sangre de Cristo entregados por las angustias y las tristezas,
nosotros debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus herma- las alegrías y las esperanzas de los hombres,
nos (cf. Mt 25, 40). Como dice san Juan Crisóstomo: «Has gustado y así les mostremos el camino de la salvación.
la sangre del Señor y no reconoces a tu hermano. Deshonras esta (Plegaria eucarística V/c)
mesa, no juzgando digno de compartir tu alimento al que ha sido
juzgado digno de participar en esta mesa. Dios te ha liberado de to-
dos los pecados y te ha invitado a ella. Y tú, aún así, no te has hecho
más misericordioso» (In 1 Co 27, 4) (Catecismo de la Iglesia cató-
lica, 1397).

b) ¿Cuál es la causa principal por la que los practicantes tende-


mos a separar la eucaristía de la vida?
c) ¿Cómo crees que debería expresarse el compromiso de los
cristianos en la eucaristía?

6. Oración y meditación

El testimonio de la Didajé nos ayuda a dar gracias a Dios por la


eucaristía, verdadero alimento que nos une en la caridad:
EL SACRAMENTO DE LA
PENITENCIA
1
Reconciliación y reconciliaciones

l. Encuentro con la vida

En 1975 fue publicado un nuevo Ritual de la penitencia para la


Iglesia entera, fruto de la renovación conciliar del Vaticano II. Ya
en aquel momento, unos lo acogieron con entusiasmo, otros con
escepticismo. A lo largo de estos años se ha mejorado mucho en al-
gunos aspectos del sacramento, tales como su carácter celebrativo,
su dimensión comunitaria, su unión con la reconciliación de la vi-
da, la importancia dada a la Palabra ... Pero estos aspectos aparecen
oscuros para no pocos fieles, tales como el sentido del pecado, la
obligatoriedad de una confesión íntegra, la necesidad de confesar-
se antes de comulgar, o la razón de la intervención de la Iglesia por
medio del ministro ...
Por todo ello, podemos decir que el sacramento de la penitencia
es un sacramento no plenamente renovado, al que le afecta una ver-
dadera «crisis»; muchos han abandonado la confesión, o incluso la
celebración de cualquier forma del sacramento; otros comulgan fá-
cilmente aunque sus pecados sean serios; otros han perdido la con-
ciencia de pecado, el temor al castigo, el sentido de necesidad del
ministro ... Se da, en no pocos casos, una verdadera «crisis de iden-
tificación» con el sistema y las formas de celebrar el sacra.mento
que propone la Iglesia. Y el verdadero problema no lo constituye
tanto la pregunta sobre el «cómo» y el «cuándo» celebrar la peni-
tencia, sino la pregunta de si «es necesario celebrarla todavía». Sin
duda, muchas cuestiones surgen porque no se ha comprendido bien
cuál es el puesto central que deben ocupar en la vida de un cristia-
no aspectos como : la conversión, la reconciliación y el perdón.
Por otro lado, en los últimos años se ha extendido una «acusa-
ción» contra la penitencia-confesión: los cristianos, se decía, quie-
ren solucionar los problemas con la confesión, cuando lo que im-
378 El sacramento de la penitencia Reconciliación y reconcilíaciones 379

porta es el compromiso en la vida, la lucha por la justicia y por la -- La experiencia de la división: como dice el documento obje-
reconciliación real. En vez de considerar el sacramento como estí- to de estudio en el Sínodo de obispos de 1983, «nuestro mundo pa-
mulo y fuerza para renovar la vida, se les acusaba de bloquear el rece caracterizarse sobre todo por múltiples tensiones y divisiones,
proceso de renovación de la misma ... Pero, ¿puede acusarse de es- que se desarrollan en círculos concéntricos siempre más amplios;
to al sacramento, o más bien a algunos que celebran el sacramento? surgen discordias y divisiones en las familias, en los diversos gru-
¿Quién ha dicho que el sacramento de la reconciliación no tiene que pos sociales y económicos, en naciones enteras, y finalmente en el
ver nada con la vida? ¿Es lícito separar las reconciliaciones reales género humano, reducido a dos bloques opuestos» (n. 6). Esta di-
de la reconciliación sacramental? ¿No será que cotnprendemos y vi- visión, motivada, ciertamente, por las injusticias, la confrontación
vimos falsamente el sacramento de la penitencia reconciliadora? de intereses, el conflicto de las ideologías, la lucha por la hegemo-
nía y el poder, se manifiesta no sólo fuera de la Iglesia, sino tam-
bién dentro de la misma: división entre grupos, oposición «ideolo-
2. Profundización en el sentido gizada» entre personas e incluso comunidades, actitudes radicales
de crítica que a veces llevan a la ruptura y división con la Iglesia ...
a) La «desreconciliación» como experiencia - La experiencia de la injusticia: es esta una triste experiencia
universal, especialmente viva en nuestro tiempo. A pesar de la pro-
Todos tenemos experiencia de la falta de reconciliación, de la clamación y defensa de los derechos humanos y de la exaltación de
desreconciliación que se da en la vida a diversos niveles. Basta re- la dignidad y valores del hombre ... cada día se incrementan más
cordar algunas de estas experiencias para caer en la cuenta: las injusticias, las diferencias entre pobres y ricos, el comporta-
miento injusto a todos los niveles: el político, el económico, el la-
- La experiencia de la no-totalidad: por ella experimentamos la
no-coincidencia con nosotros mismos, la oposición entre el ideal boral-social, el religioso, el personal. En dos niveles resalta de for-
que tenemos y la realidad que vivimos, la contradicción entre el ma especial hoy esta injusticia: el laboral, con el problema del paro
deseo y los actos, en una palabra, la imposibilidad de ser «total- o desempleo; y el personal, con la ausencia de reconocimiento de
mente nosotros mismos». la persona como un «tú» singular, en pro de un funcionalismo des-
- La experiencia de la no-inocencia: por ella experimentamos personalizado y anónimo. Esta injusticia, generadora de numerosos
que, en esta oposición entre ideal y realidad, no somos neutrales o conflictos, provoca también una «lógica de indignación», que con-
indiferentes, sino que estamos implicados con nuestra libertad y duce con frecuencia o bien a la dialéctica de la violencia, o bien a
responsabilidad, y por tanto tenemos una «culpa», no podemos de- la frustración de la impotencia. La injusticia no es «cuestión de los
clararnos sin más «inocentes». Nuestra aspiración por ser inocen- otros». Con frecuencia, se padece la injusticia y se es injusto; se
tes se ve contradicha por nuestra realidad de «culpables» en diver- oprime y se sufre la opresión; se padece violencia y se es violento.
sas actitudes y acciones. Evidentemente, todas estas y otras experiencias de desreconci-
- La experiencia de la de-pendencia: por ella el hombre, sin- liación no pueden dejar al hombre indiferente. Todos, de una u otra
tiéndose en medio de un mundo alienado y alienador, a través de sus forma, las padecemos y las provocamos, estamos implicados en
múltiples mecanismos y estructuras condicionantes, viene a perci- ellas y somos responsables de ellas. Y surge una pregunta lógica:
bir que su no-totalidad y su no-inocencia, no dependen exclusiva- ¿Dónde está la raíz última de estos males? ¿Por qué el hombre,
mente de él, sino también de las imposiciones del complejo social, queriendo en principio el bien, hace el mal? ¿Por qué, queriendo
económico, cultural. .. Que, siendo un «producto condicionado» a superar toda experiencia negativa, se siente como incapaz de salir
múltiples niveles, es por lo mismo un ser dependiente, im-potente, de ella? ¿Para el cristiano, que se deja guiar por la palabra de Dios,
un alguien programado y planificado en alguna medida por algo la raíz última de estos males está en el pecado, en el egoísmo que
distinto de sí mismo. inclina y lleva al hombre a decidirse por el mal, en vez de por el
380 El sacramento de fa penitencia Reconciliación y reconciliaciones 381

bien? «No se trata de un mal cualquiera, de naturaleza puramente ideal. La primera reconciliación consiste en aceptarse a sí mismo
psicológica o social, sino del pecado, mal que el hombre admite li- corno limitados, en condición tensional, inacabada, abierta, y en
bremente ante Dios y contra Dios, rechazando su amor» (Reconci- actitud de lucha y superación constante hacia el ideal. El desprecio
liatio et poenitentia, n. 8). de sí mismo es la aceptación de una imposibilidad de reconcilia-
ción, que bloquea todo proceso futuro.
- l a esperanza de una reconciliación definitiva: sólo es posible
b) l a búsqueda y el camino de una reconciliación verdadera que la auto-reconciliación no fracase cuando se espera en una re-
conciliación superior, que da fuerza y sentido pleno a los esfuerzos
El hombre no puede quedarse en la contemplación de sus pro- del hombre por vivir reconciliado. Esta reconciliación superior es
pias miserias. Desde el fondo de su corazón busca un mundo me- para nosotros la reconciliación de Cristo, verdadero horizonte y sen-
jor, un bien, una paz y una justicia que le llaman. Desde la desre- tido desde el que se comprende la tarea reconciliadora del hombre.
conciliación busca también una reconciliación verdadera, que le Desde Cristo, la auto-reconciliación no será ya peligro que bloquea
permite vivir con gozo y esperanza, a pesar de su fragilidad. ¿Dón- el avance, sino comienzo que hace posible la meta. El cristiano sos-
de está la reconciliación? tiene que la única utopía real de reconciliación, porque en él ya se
-Falsos caminos de reconciliación: son aquellos por los que el ha realizado tal reconciliación por su muerte y su cruz de una forma
hombre pretende reconciliarse suprimiendo, rechazando o negando maravillosa, es la reconciliación que Cristo nos ofrece ... Ahora
uno de los polos que constituyen la tensión: o a sí mismo, o el mal bien, la fe y la esperanza en esta reconciliación no niegan ni resuel-
que considera está fuera de sí mismo. Es falsa, por tanto, la recon- ven el conflicto, no nos curan de la finitud ni nos sacan del inaca-
ciliación de aquel que cierra los ojos a la realidad y hace como si bamiento, no nos excusan de la lucha ni hacen inútil nuestro esfuer-
no existiera; o la del que comienza excusándose a sí mismo de mo- zo. Todo lo contrario, nos ayudan a vivirlo con mayor intensidad,
do total; o la del que pretende reconciliarse aniquilando al contra- pero también con mayor seguridad y esperanza de que al final triun-
rio; o la del que renuncia a todo esfuerzo de reconciliación dicién- fará la reconciliación en nosotros como en Cristo. Y esto será así, si
dose «no hay nada que hacer». Estos caminos son falsos, porque nosotros sabemos romper la dialéctica de la violencia, si perdona-
niegan en principio la condición básica para la reconciliación, que mos como él, si somos capaces de defender a los pobres como él. Es
es aceptar los dos polos o realidades que hay que reconciliar. cierto que la plenitud de esta reconciliación no la alcanzamos en la
- La reconciliación consigo mismo, camino para la reconcilia- tierra. Pero ya aquí tenemos un preludio y anticipo realizante y
ción verdadera: la actitud y el camino verdadero para la reconci- comprometente de la misma: es el sacramento de la reconciliación.
liación consisten, como primer paso, en el reconocimiento de que - La realización de la reconciliación en el sacramento de la pe-
la propia limitación no es totalmente negativa, sino posibilidad de nitencia: el sacramento de la penitencia hay que entenderlo no co-
un descubrimiento del valor de la existencia humana, de la verda- mo un simple rito desligado de la vida y de la historia personal de
. dera condición del hombre, como ser creado, indigente de Dios. Y reconciliación, sino corno una celebración cristiana en la que se ex-
esto tiene que ser así porque el hombre no es ni un «no» ni un presa, se condensa y manifiesta nuestro esfuerzo de reconciliación
«ya», sino un «todavía-no», un ser inacabado llamado a perfeccio- permanente, en la confianza plena de que Dios nos da su reconci-
narse, y ante lo que debe ser creativo, y debe sentirse llamado a lu- liación definitiva. El sacramento de la penitencia supone que noso-
char y avanzar. La posibilidad de la reconciliación para el hombre tros reconocemos nuestra no-totalidad, nuestra no-inocencia, nues-
está en la auto-reconciliación con su propia posibilidad, y no en la tra injusticia o nuestra división, pero no para quedarnos en ellas,
absolutización de su situación. Reconciliarse consigo mismo es, sino para tomar conciencia de que estas situaciones han sido supe-
entonces, reconocer lo que se es y lo que se está llamado a ser, radas en Cristo, y que son para nosotros una llamada a la reconci-
aceptando con esperanza la tarea y la aventura de una lucha por el liación real desde la reconciliación sacramental, y una exigencia de
382 El sacramento de La penitencia Reconciliacíón y reconciliaciones 383

compromiso para la vida. El sacramento de la penitencia es ese sig- b) Reconciliaciones reales y reconciliación sacramental
no que Dios nos ha dado, para recordar y actualizar su reconcilia-
ción en Cristo, para asegurarnos una reconciliación presente en el El sacramento de la reconciliación no es una «tapadera», ni una
mismo Cristo, y para impulsarnos en una tarea y un esfuerzo de re- «excusación» del propio pecado, ni un intento de «arreglar las co-
conciliación en la vida, que no pierda nunca la esperanza de que al sas con un rito pasajero».. Es el reconocimiento de las propias
final triunfará el amor, la reconciliación y la paz definitiva de Dios. des-reconciliaciones y las de los demás, en orden a, con la fuerza y
la esperanza de la reconciliación de Dios, comprometerse y esfor-
zarse por llevar la reconciliación a la vida. Esto es lo que siempre
3. Aplicación a la celebración y la vida ha querido indicar la Iglesia al imponer una «satisfacción-repara-
ción o penitencia» a los penitentes. Lo que sucede es que no lo he-
a) E/sacramento de la penitencia y la vida mos tomado realmente en serio. Las reconciliaciones reales están
indicando que la penitencia no termina con la celebración del sa-
Es evidente que el sacramento de la penitencia no puede consi- cramento, sino que de algún modo comienza entonces. La prueba
derarse como algo fuera de la vida, ajeno a nuestras angustias y es- de la autenticidad de nuestra reconciliación sacramental está en la
peranzas, extraño a nuestras situaciones vitales. Al contrario, la verificación de nuestras reconciliaciones reales, es decir, si donde
conversión y la penitencia deben considerarse como un «existen- hacíamos mal, hacemos bien; si donde había odio, ponemos amor;
cial cristiano», es decir, como algo que hay que vivir si se quiere si donde reinaba la injusticia, comienza a reinar la justicia ... No es
ser cristiano en verdad. ¿Por qué? Sencillamente, porque sólo es que tengamos que considerar el sacramento de la penitencia como
cristiano el que cree, y sólo cree el que se convierte, y sólo se con- un simple «instrumento para animarnos», pues por el hecho de ce-
vierte el que constantemente reconoce su limitación y se esfuerza lebrar el encuentro con Dios misericordioso que nos reconcilia en
por llegar al ideal. Por eso en el evangelio se une tan estrechamen- Cristo y el Espíritu tiene pleno sentido en sí. Pero es que esta re-
te el «convertíos y creed» (Me 1, 15). Porque sólo creemos en Dios conciliación sólo es plena y verdadera, como dice el evangelio,
convirtiéndonos, y sólo nos convertimos a Dios creyendo. No hay cuando supone el perdón y la reconciliación con el hermano, como
fe sin conversión, ni conversión sin fe. Y, porque esto es así, dado rezamos cada día en el padrenuestro: «Perdónanos nuestras deudas,
que la conversión es el centro del sacramento de la penitencia, y así como nosotros perdonamos a nuestros deudores».
que este es e l ámbito o signo eclesial propio por el que la expresa-
mos, también hemos de decir que el sacramento es una necesidad
existencial de la vida cristiana, del que no se puede prescindir. 4. Puntos para el estudio y la revisión
Otra cosa distinta será cuándo y cuántas veces debemos cele-
brar este sacramento. En principio, baste decir, que el sacramento a) Describe las situaciones más graves de des-reconciliación
(división, violencia, injusticia ... ) que conoces y ves a tu alrededor.
ni puede reducirse a una «devoción diaria», ni puede distanciarse
a un «alguna vez será». El sacramento es necesario celebrarlo b) Lee y comenta el texto de 2 Cor 5, 15-20: ¿Quiénes son lla-
mados «ministros de la reconciliación»? ¿En qué sentido podemos
cuantas veces el cristiano crea que su pecado es tan serio, que debe
llamarnos todos «ministros de reconciliación»?
expresar y pedir la reconciliación para realizarla en plenitud ante
c) Analiza lo que quiere decir este texto del documento prepa-
Dios y la Iglesia. Cada uno deberá establecer para su vida y situa-
ratorio del Sínodo de 1983, y señala cómo aparece la unión entre
ción, teniendo en cuenta lo que dice la Iglesia, las veces que habrá
reconciliación sacramental y reconciliación en la vida:
de celebrarlo, el ritmo penitencial de su vida. Pero siempre sabien-
do que lo que celebra es la reconciliación con Cristo y la Iglesia, El Sínodo se propone, en primer lugar, reafirmar el ministerio de la
desde su conversión-penitencia o reconciliación en la vida. reconciliación confiado a la Iglesia, como parte esencial de su mi-
384 El sacramento de la penitencia

sión, para que aparezca con mayor claridad la conexión entre la im- 2
portancia de la conversión de los corazones y la reconciliación de la
sociedad. El Sínodo se propone igualmente presentar los principios ¿Qué es el pecado? Pecado y sacramento
relativos al ejercicio recto y fructífero de este ministerio, tanto dentro
de la misma comunidad eclesial, como para todos los cristianos y to- de la penitencia
da la sociedad extraeclesial. La Iglesia de Cristo, luz de los pueblos,
podrá así aparecer y ser en el mundo actual, que sufre tantas y tan
graves divisiones, como signo creíble y sacramento de reconciliación
para todo el género humano (Reconciliatio et poenitentia, n. 1).

5. Oración y meditación
J. Encuentro con la vida
a) San Isidoro de Sevilla (siglo VII) nos recuerda la relación
que la penitencia tiene con el bautismo: En la vida de la Iglesia han existido tiempos en los que se ha
tendido a ver pecados por todas las partes, cayendo en ciertas cla-
La reconcihación es lo que tiene lugar después de que se ha cum- sificaciones casuísticas y abusivas exageraciones. Hoy, en cambio,
plido el tiempo de penitencia; pues así como somos reconciliados
parece que para muchos cristianos hubiera desaparecido el pecado
por Dios cuando nos convertirnos por primera vez_ del paganismo,
de igual manera somos reconciliados por Dios· cuando volvemos de la enseñanza de la Iglesia y de la propia vida personal. De una
por la penitencia, después de haber pecado (san Isidoro de Sevilla, cierta polarización de la penitencia en el pecado, hemos pasado a
Etym. VI, 19). una cierta praxis de la penitencia sin verdadera conciencia de pe-
c.ado. Se ha dicho, ya bace algún tiempo, que el hombre actual ha-
b) La exhortación Reconcilia tia et poenitentia de Juan Pablo II, bía perdido la conciencia de pecado. No creemos que esto sea cier-
que recoge el resultado del Sínodo de los obispos de 1983, insiste to, porque el hombre sigue sintiéndose abrumado por el pecado de
en cómo es inseparable la reconciliación con Dios, con la Iglesia y un tipo o de otro. Lo que ha cambiado realmente es la sensibilidad
con los demás: ante el pecado, el acento que se pone en uno u otro pecado: se ha
dado un real deslizamiento de conciencia. Así, mientras en otro
La reconciliación con Dios, que exige del hombre la conversión y la
penitencia, rehace su unidad interior y le devuelve la paz con los
tiempo el pecado era sobre todo sexual, hoy es social; si antes el
demás y con el mundo. Todos estos son aspectos diversos de una acento se ponía en el culto, hoy se pone en la justicia; si se valora-
única e idéntica reconciliación, pero íntimamente unidos entre sí ba más lo individual, hoy se valora más lo colectivo y solidario ...
(Reconciliatio et poenitentia, n. 9). Junto a este cambio de sensibilidad, ha habido también un cambio
en los criterios de valoración: antes se miraba más a los actos, hoy
c) Puedes meditar sobre el sentido de la fórmula de absolución se mira más a las actitudes; antes se consideraba más la materia o
que pronuncia el sacerdote sobre el penitente: el objeto, hoy se mira más a la libertad y capacidad humana; antes
se contemplaba más la gravedad de la obra hecha, hoy se atiende
Dios, Padre misericordioso,
que reconcilió consigo al mundo más a la rectitud de la orientación total de la vida ...
por la muerte y resurrección de su Hijo Es verdad que en cada momento podemos caer en extremos y
y derramó el Espíritu santo para la remisión de los pecados, exageraciones. Y hay que reconocer que ni todo puede reducirse a
te conceda, por el ministerio de la Iglesia, actos aislados, ni todo puede quedarse en «opciones» u «orientacio-
el perdón y la paz. nes» generales de la vida. La vida está compuesta de opciones fün-
386 El sacramento de la penitencia ¿ Qué es el pecado? 387

damentales y de actos concretos. Y es preciso decir también que el mensión religiosa es la referencia a Dios que para un cristiano tie-
hombre actual tiende más a una concepción difuminada, de peca- ne el pecado. A la luz de la fe, el pecado del hombre aparece como
minosidad general y difusa, que a una concepción personalizada y una ruptura de la relación con Dios y con la comunidad de los cre-
concreta de pecado. Somos capaces de aceptar el pecado, sí, pero a yentes (cf Ritual, n. 43). «El pecado es una culpa cometida libre-
la hora de concretarlo ya no sabemos decir qué es pecado y dónde mente con la que el hombre adopta una posición negativa contra
hay realmente pecado, al menos en muchos casos. Esta especie de Dios, aun en el caso en que se trate directamente de una injusticia
difuminación en una pecaminosidad universal o general es, con fre- con los demás hermanos" (Reconciliatio et poenitentia, n. 13).
cuencia, obstáculo para celebrar el sacramento de la penitencia. - La opción fundamental: el pecado no es tanto un acto aisla-
A estos fenómenos, es preciso añadir otros no menos importan- do, cuanto una opción fundamental: la vida del hombre se com-
tes, como son el «subjetivismo» y el «relativismo» moral. Consiste prende no como una sucesión discontinua de actos aislados, sino
en pretender determinar lo que es o no pecado según la propia apre- como una totalidad, como una historia en la que cada acto ha de
ciación subjetiva, según el punto de vista personal, convirtiendo el comprenderse a la luz del todo. Esta vida total del hombre está sos-
«a mí me parece» en categoría moral última de discernimiento. Si a tenida por un proyecto existencial, por una decisión u opción fun-
esto unimos la diversidad de criterios reinantes, incluso entre los damental, que es la que le da sentido. En la vida de todo hombre se
que predican la moral y entre los mismos confesores, comprendere- da, de un modo o de otro, alguna vez, esta opción por un ideal que
mos el «confusionismo» que en no pocos cristianos existe. Cierto constituye el móvil de nuestro comportamiento. Esta opción fun-
es que a muchos tal situación les deja indiferentes. Sin embargo, no damental nos lleva a adoptar unas actitudes determinadas ante las
se puede ser neutral ante esta situación. Sencillamente porque de situaciones, los acontecimientos y las tareas de la vida. Nos Jleva a
ella depende también la vida cristiana, la integración de la conver- obrar según valores o criterios que para nosotros son fundamenta-
sión y reconciliación en la propia vida, el sacramento de la peni- les. Según esta opción y estas actitudes nuestros actos tienen un
tencia. Sabemos que el sacramento no tiene por centro el pecado, sentido. Ellos son la expresión de una decisión más honda. Por
sino la conversión y la misericordia de Dios. Pero el reconoci- ellos se manifiesta, se fortalece o se debilita nuestra opción funda-
miento del pecado es el punto de partida para la conversión y la re- mental. El pecado más importante y más grave será, por tanto, pa-
conciliación. Quien no tiene conciencia de pecado, no siente nece- ra un hombre que ha optado por un proyecto de vida cristiano, la
sidad de pedir perdón. desviación y la renuncia a este proyecto. Supone una verdadera
ruptura, un cambio de orientación fundamental, un rechazo del
amor a Dios y a los demás como principio máximo de vida.
2. Profundización en el sentido - La libertad: el pecado supone la libertad del hombre. Es verdad
que el hombre está condicionado en su vida de muchas maneras.
a) Existencia del pecado Hay incluso quien se pregunta: ¿Puede el hombre obrar con plena
advertencia y libertad? Y sin embargo, lo que hoy más ama el hom-
El pecado existe porque existe el poder del mal y el mal en el bre es precisamente su libertad. No podemos ni negar una libertad en
corazón y en las obras del hombre. Pero, ¿qué es el pecado? ¿Cuál
el hombre, ni afirmar una libertad absoluta o ideal. Todos nos vemos
es la verdadera esencia del pecado? Señalamos los tres aspectos
influenciados y movidos a determinadas acciones y actitudes por la
más importantes:
familia, el ambiente, la sociedad ... Pero no podemos declararnos
- La vertiente religiosa: el pecado tiene para el creyente una simplemente «víctimas» de unos condicionamientos, de unos deter-
doble dimensión: la ética y la religiosa. La dimensión ética cons- minismos extraños. También somos conscientes de que contribuimos
tituye el contravalor o desorden que el hombre, con su comporta- o aceptamos libremente el mal, de que pudiendo habernos compor-
miento, ha aceptado o inducido en la vida personal o social. La di- tado mejor nos hemos comportado peor. No hacemos lo que los de-
388 El sacramenw de fa penítencia ¿ Qué es el pecado? 389

más quieren, simplemente porque ellos lo quieren. También somos nos ha creado y nos ha salvado. De él depende nuestra vida y hacia
responsables. Si negamos nuestra libertad para obrar el mal, nega- él caminamos. Lo que Dios nos ofrece, lo que ha hecho por noso-
mos nuestra libertad para hacer el bien. Si no aceptamos nuestra res- tros, lo que de nosotros quiere no puede dejarnos indiferentes. El
ponsabilidad eu el mal, tampoco podemos aceptarla en el bien. cristiano está llamado a guardar las relaciones de amistad con el
Padre, a mantener fielmente el «si» que un día dio por el bautismo,
a cumplir la voluntad de Dios ... El pecado será precisamente lo
b) las dimensiones del pecado que se opone a todo esto:
-Una negación y un rechazo del amor de Dios.
El pecado del cristiano es una realidad que implica diversos as- -Un reto a la amistad y salvación que Dios nos ofrece.
pectos. Ninguno de ellos puede ser marginado o negado si quere- -Un «NO» de infidelidad a la Alianza.
mos tener una visión completa. A lo largo de la historia, sin embar- -Un rechazo del proyecto y de los planes de comunión de Dios.
go, se han experimentado cambios de insistencia en un aspecto u -Un prescindir de Dios en mi vida.
otro. La conciencia moral cristiana no siempre se ha comprendido Cuando decimos que el pecado es una «ofensa a Dios», no que-
de la misma manera. También hoy nos sentimos inclinados a poner remos decir que a Dios podamos «hacerle daño», sino que vamos
el acento más en un aspecto que en otro. Insistimos más en el peca- contra la voluntad y los planes de Dios, que nos ha salvado en Cris-
do contra el prójimo, que ene! pecado contra Dios; hemos despla- to y nos ha dado su Espíritu.
zado nuestra atención de lo sexual a lo social, de lo privado a lo co-
lectivo ... Sin duda queremos recuperar aspectos olvidados, pero 2. El pecado como rechazo de los demás: dimensión social-ecle-
corremos nuevos riesgos, como son el olvidar la dimensión vertical sial: el amor a Dios y el amor a los hermanos es algo inseparable,
o de referencia a Dios de todo pecado; o el no considerar la res- son dos aspectos indisociables del único «si» al Dios de la Alianza.
ponsabilidad personal a costa de insistir en el pecado «colectivo». Todo pecado contra Dios es también un pecado contra la comunidad
Para todo cristiano, su pecado tiene tres dimensiones funda- de los que están unidos a Dios o creen en Dios. Todo pecado contra
mentales o vertientes: el hombre es un pecado contra Dios que vive y ama al hombre, has-
-Es un rechazo de Dios: dimensión religiosa. ta el punto de identificarse con él: «Lo que hicisteis a los demás, a
-Es un rechazo de los demás: dimensión social-eclesial.· mi me lo hicisteis ... ».
-Es un rechazo o negación de sí mismo: dimensión personal. Nos resulta hoy más fácil comprender cómo nuestro pecado no
es una realidad puramente privada o individual: repercute, afecta,
l. El pecado como rechazo de Dios: dimensión religiosa: cual- lesiona las relaciones con los demás. Pero, ¿quiénes son esos «de-
quier pecado del hombre tiene una referencia a Dios, va contra más»? Podemos distinguir dos planos:
Dios. Esta referencia sólo es comprensible desde la fe. Quien no - El plano social: por ser los hombres seres-con-los-demás, es
cree en el Dios vivo de Jesucristo, quien no cuenta con su salva- evidente que mi actitud egoísta, mi injusticia o mi odio influyen y
ción, dificilmente puede comprenderlo. Más aún, incluso a los cris- perturban las relaciones con la comunidad humana, con la socie-
tianos nos resulta dificil a veces aceptarlo: «¿Por qué tiene que ir dad. Con su actitud de pecado el hombre colabora a mantener o
mi pecado contra Dios, si ni siquiera he pensado en él?». Y, en crear una situación de pecado. Arrastra o induce a pecar.
efecto, normalmente, el pecador no tiene una voluntad expresa de Por otra parte, la dimensión social del pecado se manifiesta tam-
separarse o rechazar a Dios. No pensamos en el rechazo de Dios, bién a través del influjo que ciertas situaciones sociales de pecado
nos limitamos a prescindir de él, lo ignoramos. tienen sobre mí, al moverme a pecar, o quizá, al condicionarme.
Sin embargo, el cristiano sabe que Dios no está lejano, ni es ex- Cuando una colectividad colabora, participa o mantiene unas
traño a su vida. Para él, contar con Dios es vivir. Dios es aquel que estructuras o situaciones de pecado, bien sea sociales, políticas o
390 El sacramento de fa penitencia ¿Qué es el pecado? 391

económicas suele hablarse de «pecado colectivo». Se llama así por- El pecado destruye el ideal del hombre, y conduce a la frustra-
que se entiende que se da una responsabilidad colectiva, una cul- ción y a la negación del propio ser, y de su vida. Por eso mismo, el
pabilidad general en tales situaciones. pecado está en contradicción con la esperanza de realización per-
- El plano eclesial: el cristiano vive en comunidad o en comu- sonal. Por algo se le llamó desde siempre: enfermedad, lepra, pla-
nión con los demás creyentes. No sólo es con los demás, sino que ga, mal, muerte ...
también es-con-los-demás-en-cristiano. Como miembro de estaco- La dimensión personal del pecado indica también que todo pe-
munidad de fe y de amor, a la que se incorporó por el bautismo, cado es una actitud personal, una decisión libre y consciente. No
tiene un deber de dar testimonio, de colaborar a su edificación en podemos negar nuestra libertad ni nuestra responsabilidad en el pe-
el mundo ... Su pecado tiene, por tanto, una dimensión eclesial. cado, aunque a veces aparece condicionada. De lo contrario nega-
Afecta a la comunidad, perturba y lesiona sus relaciones con ella. ríamos el pecado mismo, la posibilidad de pecar y, por tanto, tam-
Su pecado, que es rechazo de Dios es, al mismo tiempo, una herida bién la posibilidad de hacer el bien.
para la Iglesia. Pecando, el cristiano contradice la misión recibida
en el bautismo, no da testimonio de su fe, no ayuda a los demás y,
en una palabra, «oscurece el rostro de la Iglesia ante los hombres». c) Las distintas clases de pecado
Con esta actitud de pecado compromete, además, la vida de fe y de
caridad de sus hermanos y es, a veces, ocasión de escándalo. Esto Hemos visto en qué consiste el pecado y cuáles son sus dimen-
se realiza, sobre todo, cuando se da un pecado verdaderamente siones. Pero, ¿acaso tienen todos los pecados la misma gravedad?
mortal. Al separarse de Dios, se separa del Espíritu de Dios que vi- ¿No cabe una intensidad diversa de compromiso en el pecado del
ve y es el alma de la Iglesia. «Aunque no queda excluido automá- hombre? ¿No ha distinguido siempre la Iglesia un más y un menos
ticamente de la comunidad de los hijos de Dios, se convierte en un en el pecado?
hijo que marcha lejos de la casa paterna». Por otro lado, el aspecto Desde siempre hemos conocido la distinción entre «pecados
eclesial del pecado, no sólo se refiere a la repercusión de mi peca- veniales» y «pecados mortales». La Iglesia sigue hoy empleando
do en la Iglesia, sino también al influjo que una situación eclesial esta misma distinción, tanto en el Código de derecho canónico, v.
de pecado puede causar en mí. La Iglesia «es santa y necesitada de gr. cánones 988-999, como en el Documento del Sínodo, n. 16,
purificación a la vez», porque en su seno hay miembros pecadores, donde dice: «Teniendo presentes los valores morales y la 'ley de la
y porque en ella, en cuanto sociedad e institución han podido crear- gradualidad' que sirven para juzgar la responsabilidad de la per-
se situaciones de pecado. sona en sus opciones éticas, el pecado grave es el acto por el que
el hombre rompe su verdadera y auténtica relación con Dios, que
3. El pecado como rechazo o negación de sí mismo: dimensión se ha revelado en Cristo como amor, no queriendo poner en él su
personal: cuando el hombre peca quiere, de algún modo, verificar confianza. Esto se da no sólo en el rechazo directo y formal del
en sí mismo su capacidad y sus posibilidades. Piensa, quizá, cons- amor de Dios, sino también en toda transgresión deliberada de
truirse y realizarse. Sin embargo, el pecado es su propia destruc- cualquier norma y valor moral, siempre que se trate de materia
ción. Es la negativa que uno se da a sí mismo para realizarse según grave. El pecado venial, por el .contrario, es el acto que, sin rom-
su deber-ser. Es el rechazo de su propio proyecto de vida en Cristo. per la comunión con Dios, dificulta, debilita y enfría poco a poco
Si el pecado va contra Dios y contra los demás, no puede no ir el fervor de la caridad».
contra uno mismo, cuya realización sólo es posible en referencia a Sin embargo, muchos teólogos moralistas y pastores piensan
Dios y a los demás. Significa una cerrazón sobre su propio yo, hoy que es necesario revisar y completar esta distinción. No se tra-
prescindiendo egoístamente de Dios y de los demás. Por eso es una ta de negar la distinción anterior, sino de profundizarla, a la luz de
falsa realización de sí mismo. lo que la teología y la psicología entienden hoy como posibilidad
392 El sacramento de la penitencia ¿Qué es el pecado? 393

de consentimiento perfecto y de advertencia plena, Por eso proponen cia plena y consentimiento perfecto. Es más bien, fruto de la debi-
una división triple, que quiere expresar mejor los distintos niveles o lidad y fragilidad humanas. Y no supone un rechazo de Dios y de
profundidad de compromiso de la persona humana. Aunque la ter- los demás como principio máximo de nuestra vida, ni un cambio
minología que se emplea no es uniforme y la clara delimitación de de nuestra opción fundamental.
fronteras es muy dificil, podemos hacer la siguiente distinción: Esta situación de pecado se manifiesta, por ejemplo, en la in-
-Pecado «mortal». mediata reacción de la persona para repararlo, en los medios que
-Pecado de debilidad o de fragilidad. pone para evitarlo posteriormente, en la tónica normal de su vida
-Pecado «venial». orientada en contra de esta situación, en el esfuerzo constante por
superarla ...
L El pecado mortal Aunque estos pecados no nos priven de la gracia, son una seria
inconsciencia contra la fe y el amor que profesamos. Aunque no
El pecado mortal es una opción libre y conscientemente hecha, cambien nuestra opción fundamental, pueden lesionada seriamen-
que implica una ruptura radical y total con Dios y con los demás, te. Aunque no nos separan de la comunión eucarística, si pueden
Es un rechazo de Dios y del amor como principio máximo de nues- comprometerla, Por eso exigen un pronto rechazo y una conversión
tra vida.
sincera.
«El pecado mortal hunde sus raíces en la mala disposición del
corazón del hombre, se sitúa en una actitud de egoísmo y cerrazón, 3. El pecado venial
se proyecta en una vida construida al margen de las exigencias de
Dios y de los demás, y se concreta en una oposición de 'iniquidad' Son las faltas o debilidades «cotidianas», que disminuyen en
frente a Cristo», nosotros la caridad, pero no rompen nuestras relaciones con Dios y
«El pecado mortal supone, por tanto: un fallo en lo fundamen- con la Iglesia, ni las lesionan siquiera notablemente, Demuestran la
tal de la existencia cristiana. Implica una opción fundamental del imperfección y debilidad de nuestro amor a Dios y a los hermanos,
hombre en relación con Dios. Aunque puede manifestarse en actos contra las que hemos de luchar cada día.
singulares y aislados, de ordinario se expresa en situaciones, en ac- Estos pecados no nos apartan de la comunión eucarística, y si
titudes, o en un conjunto de actos» (Ritual, n. 46), vivimos en una actitud permanente de conversión, se nos perdonan
El pecado mortal es, pues, algo muy serio, que dificilmente su- por las diversas formas de penitencia «cotidiana».
cede todos los días, El hombre no cambia de orientación en su vida
por cualquier cosa, Es cierto que toda nuestra vida está llena de de-
cisiones, pero no todas tienen la misma importancia, Las decisiones 3. Aplicación a la celebración y la vida
totales, radicales, «definitivas», suceden pocas veces en la vida.
Cuando este pecado se da, el cristiano ha de emprender un serio a) Pecado y celebración del sacramento de la penitencia
proceso de retorno a la comunión con Dios y con la Iglesia, Y esta
le pide que manifieste su situación en la confesión, El sacramento Hemos dicho que la celebración del sacramento depende de
de la penitencia responde, sobre todo, a esta situación posbautis- la conciencia de pecado, Pero no hemos afirmado que dependa
mal de pecado «mortal». de la «conciencia clara de pecado mortal», o bien de haber llegado
a fijar con exactitud el nivel de gravedad en que nuestro acto se si-
2. El pecado de debilidad o de fragilidad túa. No es este un buen planteamiento, Y nos sucede, con frecuen-
cia, que al no saber clasificar nuestro pecado, o al encontrarnos
Es aquel pecado que, aun versando sobre una materia grave en con nuestra conciencia difuminada de pecado, no vemos razón pa-
sí misma, no se realiza, por diversas circunstancias, con adverten- ra celebrar el sacramento de la penitencia, Pero, más allá de clasi-
394 El sacramento de la penitencia ¿Qué es el pecado? 395

ficaciones exactas o valoraciones perfectas, imposibles para los nuestras propias fuerzas, y que la «confesión» no pretende ser una
hombres, es bueno que tengamos en cuenta los siguientes criterios «tortura», smo la expresión sincera y consecuente de la confesión
para un proceder penitencial: por la que experimentamos nuestra propia responsabilidad en el
- Todos somos pecadores: el cristiano no se puede obsesionar con pecado, y la sinceridad de nuestra conversión.
el pecado, pero tampoco puede ignorar que es pecador, porque nun- En cuanto al modo de confesar nuestro pecado, cada uno debe
buscar aquel lenguaje que mejor exprese lo que nos constituye co-
ca llega a realizar el ideal. Por eso dice san Juan: «Si decimos: 'no te-
mo pecadores, yendo al centro de nuestra actitud o a lo más impor-
nemos pecado' nos engañamos, y la verdad no está en nosotros»(! Jn
tante, con la intención de que el confesor pueda comprendernos y
l, 8). Por tanto, nadie puede negar que necesita reconciliación.
- En el pecado hay un más y un menos: nos resulta dificil cla- ayudarnos. Es cierto que a veces no se encuentran palabras ade-
cuadas, que tememos la reacción o lo que el confesor pueda pensar
sificar con exactitud (y quizá ni debemos pretenderlo). Pero todos
o dectr, _que nos quedamos insatisfechos ... Con todo, es preciso
reconocemos que en nuestras actitudes y actos hay «un más y un
descubrir el valor de este mismo acto como expresión de sinceri-
menos», una menor y mayor gravedad. Que no es lo mismo «insul-
dad, como encuentro consigo mismo, como disposición a ser ayu-
tar» que «calumniar», «no tragar a alguien» que «matarlo», «robar
dados por el hermano. Hemos de saber que el sacerdote, con todos
un bolígrafo» que «explotar seriamente al trabajador» ... Y esto
sus defectos, no es el que está por encima del pecador, sino el que
quiere decir que, siendo conscientes de este «más», debemos tam-
se siente pecador con los pecadores. Por otro lado, cuando uno in-
bién ser consecuentes con el afrontar en serio nuestra actitud, y
aprestarnos a convertirnos y reconciliarnos. tenta decir aquello que le constituye pecador, debe confiar en que
- La ambigüedad reclama la «seguridad»: podemos decirnos, ya ha reconocido suficientemente su pecado, y en que Dios, que ve
ciertamente: «Yo ya pido perdón a Dios, y estoy seguro de que él me el corazón del hombre, le perdona.
perdona», o bien: «Como no sé exactamente hasta dónde llega mi
pecado, voy a continuar lo mismo». Pero, ¿es bueno continuar en es-
4. Puntos para el estudio y la revisión
ta ambivalencia y como excusación sincera? ¿Quién me asegura que
me he convertido y que Dios me ha perdonado? Necesitamos una
a) ¿E qué 1;1edida cre s que se ha perdido la conciencia de pe-
füerza, una ayuda, un signo que nos haga salir de esta ambigüedad.
cado hoy. ¿Que piensas tu y la gente que conoces con respecto al
Y este signo es el sacramento de la reconciliación. Por eso, prescin-
pecado?
diendo de que podamos o no «medirn nuestro pecado, una cosa es
b) Lee estos textos de la Escritura que tratan sobre el pecado
cierta: que necesitamos, al menos de vez en cuando, convertirnos y
y saca unas conclusiones: Me 7, 14-23 y l Cor 5, 9-13.
celebrar esta conversión por el sacramento de la penitencia.
e) ¿De cuántas «clases de pecado» se habla en el texto siguiente?
La inclinación al mal, que permanece después del pecado original,
b) Pecado y confesión del pecado y se agrava con los pecados actuales, ejerce un influjo en las mis-
mas estructuras sociales que en cierto modo están marcadas por el
En muchos casos la dificultad no radica en reconocer el propio pecado del hombre. Se trata de una situación objetiva de carácter
pecado, sino en tener que confesarlo, y en el modo de confesarlo. social, político, económico y cultural, contraria al evangelio; de ella
ha de responder la persona porque tiene su origen en la libre volun-
En primer lugar, hemos de reconocer que la Iglesia sólo obliga a tad humana, individual o de los hombres asociados entre sí. En es-
confesar el pecado «mortal» o «grave», y este cuando no hay una te sentido se habla con razón de pecado social, que algunos llaman
imposibilidad moral o física. Se trata de una obligatoriedad no ab- «estructural». Todo pecado tiene siempre una dimensión social
soluta, sino relativa a la posibilidad del propio sujeto (cf. DS pues la libertad de todo ser humano posee por sí misma una orien
1679). Por tanto, hemos de pensar que no se nos exige más allá de tación social (Reconciliatio et poenitentia, n. 13).
396 El sacramento de la penitencia

5. Oración y meditación 3
El texto de san Paciano nos ayuda a meditar sobre la distinción Las formas históricas de la penitencia
de los pecados:
Aunque menospreciando el Espíritu santo por muchas ofensas, so-
lamente nos legó (Dios) estos mandatos bajo pena capital (homici-
dio, adulterio e idolatría). Los restantes pecados se remedian com-
pensándolos con buenas obras. Estos tres crímenes, en cambio, han
de temerse ... como una bebida envenenada, como la flecha mortal,
pues pueden no sólo manchar el alma, sino causarle la muerte. De
modo que la terquedad se remediará con la dulzura, un insulto se 1. Encuentro con la vida
compensará con una satisfacción, el mal humor con la alegría ... En
cambio, ¿qué podria hacer el homicida? ¿A qué remedio acudiría el Fascinados por el presente y el futuro que nos presentaba la mo-
deshonesto? ¿Podrá acaso templar la ira del Señor el que de él se dernidad, hemos venido en los últimos tiempos a tener no pocas
aparta? (san Paciano de Barcelona, Paraenesis ad poenitentiam, prevenciones sobre el pasado histórico. «No me cuentes historias»
cap. 3).
ha venido a ser como una frase hecha para decir «no me obligues
El Ritual de la penitencia propone esta oración que explica el a perder el tiempo». Pero, no podemos olvidar que las raíces del
presente se encuentran en el pasado, y que la experiencia de siglos
sentido del perdón:
es una clave insustituible para interpretar nuestra experiencia ac-
Señor, Dios, que nos llamas de las tinieblas a tu luz, de la mentira: a tual. ¿De dónde viene el sacramento de la penitencia? ¿Cómo lo
la verdad, de la muerte a la vida: infunde en nosotros tu Espíritu celebraron los cristianos a lo largo de la historia? ¿Cuántas formas
santo, que abra nuestros oídos y fortalezca nuestros corazones, pa- de penitencia han existido? ¿Por qué hoy se nos imponen estas for-
ra que percibamos nuestra vocación cristiana y avancemos decidi-
damente por el camino que nos conduce a la verdadera vida. Por Je- mas concretas, y cuál es su razón de ser?
sucristo nuestro Señor. Amén (Ritual de la penitencia, n. 363). La historia de las formas de la penitencia tiene una importancia
extraordinaria por varias razones: porque muestra en qué medida la
comunidad es capaz de adaptar la forma a la sensibilidad del mo-
mento; porque nos lleva a descubrir lo permanente y lo accesorio, lo
inmutable y lo mutable, lo fundamental y lo secundario; porque nos
aclara sobre la diversidad de formas que también hoy pueden existir;
porque nos lleva a no absolutizar ciertas concepciones, a relativizar
algunos aspectos, y a poner el acento en lo verdaderamente central.
No es cierto que lo que únicamente importa es el contenido, lo
interior, el sentido. Esto será lo más importante, pero no lo único.
Para los hombres de carne y hueso es igualmente decisiva la mani-
festación externa, la forma o estructura que una realidad adquiere
y eon la que aparece ante nosotros. Es el único medio que tenemos
de reconocer y realizar la identidad. Por eso, una de las cosas que
más trascendencia tiene en la vida es la coherencia o armonía entre
sentido y forma, entre verdad interna y manifestación externa, en-
398 El sacramento de la penitencia LasfOrmas históricas Je la penitencia 399

tre fe-conversión y formas de celebración. En las formas externas, una cercanía de Jesús a los pecadores y una llamada radical a la
en su autenticidad o falsedad, en su adecuación o inadecuación, nos conversión, a los valores del Reino ... Jesús perdona, pero no ocul-
«jugamos el tipo» de la misma verdad que representan. ta el pecado ni excusa de la conversión: «Tu fe te ha salvado, vete
en paz», o bien «Se le ha perdonado mucho porque ha amado mu-
cho». Más aún, la novedad de contenido salvífico no supone la
2. Profundización en el sentido novedad o cambio de formas penitenciales, sino su interna trans-
formación. Por eso Jesús, al hablar de la penitencia y reconcilia-
a) La penitencia en sus orígenes: la Escritura ción, no habla de formas nuevas, sino de actitudes y contenidos
nuevos, como se desprende de los textos evangélicos donde más
Aunque no se puede pretender encontrar en la Escritura formas expresamente se trata del perdón-penitencia: Mt 18; Mt 9, 1-8; Jn
o estructuras penitenciales que son fruto de una evolución poste- 20, 21-23.
rior, si encontramos en ella el germen originante y fundante de Ahora bien, ¿cómo vive la penitencia la comunidad primera?
posteriores desarrollos. ¿De qué manera expresa la reconciliación cuando hay pecadores?
Los primeros cristianos tienen conciencia de haber sido salvados y
1. El Antiguo Testamento reconciliados, y de haber recibido una misión salvadora y reconci-
liadora. Los bautizados han entrado en la nueva vida, y están lla-
En el Antiguo Testamento se distinguen diversas clases de pe-
mados a la santidad. Por eso son llamados «santos» ( 1 Pe 1, 16;
cado (Nm 15, 22-31): «de inadvertencia», «voluntario», «de mano
alzada» o rebelión contra Dios ... a cada uno de los cuales respon- Hch 15, 29). Nadie debiera pecar en adelante. Sin embargo, en la
comunidad de los santos hay también pecadores (Mt 15, 19; Le 18,
de un modo de expiación o penitencia según su gravedad. Si los pe-
11; Rom 1, 26 = catálogo de pecados). ¿Qué hacer con ellos? Se
cados de «inadvertencia» son expiados y perdonados por medio de
manifiestan dos praxis complementarias:
los sacrificios, las liturgias penitenciales o la oración, los de «ma-
La praxis «preventiva-exhortativa» (consejos morales), que ayu-
no alzada» implican la exterminación o la excomunión (Ex 12, 15;
da, exhorta y anima a vivir según la nueva vida (1 Cor 8, 11-12;
Lv 7, 25-26; I 8, 6-29). El pueblo de Israel conoció diversas formas
Heb 2, 12; 1 Tes 5, 11-14).
de celebrar la penitencia, de expresar la conversión y la reconcilia-
La «praxis correctiva», que implica la amonestación fraterna, la
ción, como son: los ayunos, la oración, los sacrificios en el templo,
mutua corrección y reconocimiento del pecado, la ayuda mutua pa-
las liturgias comunitarias, la gran fiesta de la expiación o «Yom-
ra convertirse y permanecer fieles (Mt 18, 15-16; Sant 5, 16; l Tim
Kippur» ... Pero la forma más llamativa e importante era la «exco-
5, 20; 2 Tim 2, 25-26).
munión»: cuando se trataba de un pecado muy grave, sobre todo en
La «praxis de reconciliación fraterna», que supone el perdón
el judaísmo extrabíblico, los jefes o sacerdotes intervenían pronun-
mutuo, la disposición a reconciliarse con el hermano, como condi-
ciando la sentencia de excomunión e imponiendo los castigos o
ción para el perdón de Dios y la validez de la ofrenda: «Dios per-
condiciones para la posterior reintegración en la comunidad. Pare-
dona nuestras ofensas, si nosotros perdonamos a los que nos ofen-
ce que la «excomunión» vino a configurarse como la forma oficial
den» (Mt 18, 21-22 y 32-35; 5, 23-24; 6, 14-15).
más significativa para la penitencia de los pecados graves. Esta es
La praxis «curativa-penitencial», que implica una penitencia o
la praxis con la que se encontró Jesús.
esfuerzo manifestado de conversión, y hace posible la reconcilia-
ción (Mt 18, 15-18; l Cor 5, 1-11). Es en este contexto donde hay
2. El Nuevo Testamento
que interpretar textos tan importantes como Mt 18, 15-18: «Si tu
En el Nuevo Testamento nos encontramos con una .novedad de hermano peca ... porque lo que atéis en la tierra quedará atado en el
vida, con un anuncio nuevo de perdón y de reconciliación, con cielo ... ». O en Jn 20, 21-23: «Recibid el Espíritu santo. A quienes
400 El sacramento de la penitencia LasfOrmas históricas de La penitencia 401

perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los re- o «eclesiástica». Se llama «penitencia canónica», porque es aque-
tengáis les quedan retenidos». Estos términos «atar-desatar», o bien, lla penitencia oficial que se hace según lo establecido por los cá-
«retener-perdonar», según la exégesis actual, significan el acto por nones de los concilios y en la publicidad de la Iglesia, e incluye tres
el que a un miembro de la comunidad se le «pone al margen», se le momentos constitutivos del proceso penitencial: a) la entrada en el
separa de la comunidad o se le «excomulga» (atar), con vista a rein- «grupo de penitentes», que suponía reconocer el estado de exco-
tegrarlo, por otro acto correspondiente, en la comunión perdida, mulgado; b) la expiación penitencial o cumplimiento de las peni-
«levantándole la excomunión» y las obligaciones que sobre él pesa- tencias impuestas, para expresar la conversión; c) la reconciliación
ban (desatar). Esta parece que era la praxis o comportamiento de la con la Iglesia, en el Jueves o Viernes santo, por la que se expresaba
comunidad cristiana con los miembros que realmente tenían un pe- la reconciliación con Dios.
cado muy serio, no cualquier tipo de pecado. Así lo muestra el «ca- Esta penitencia tiene como características fundamentales:
so del incestuoso» de que nos habla 1 Cor I, 1-11.
- Su carácter procesual: no se hace en un momento o en un día.
Según esto, la forma de penitencia «oficial» más significativa de Puede durar años según la gravedad del pecado. En este tiempo se
la comunidad primera fue también la «excomunión», que implicaba:
dan, al menos en algunos casos, como diversos ritos y etapas.
- la exclusión o separación de la comunión plena con la Iglesia, - Su unicidad: se concede y celebra una sola vez en la vida,
porque el pecado no es sólo una ofensa contra Dios o un hermano, porque se considera que el repetirla facilita el pecado, hace incons-
sino contra la Iglesia entera(= atar); ciente, y se opone a la opción bautismal.
- el esfuerzo y ayuda para recuperar al pecador, con el ejemplo, - Su dureza: las obras penitenciales que se mandan son de un
la caridad y la corrección fraterna, que culminará con la reconci- rigor extraordinario: privaciones, dejar negocios, no usar del ma-
liación final(= desatar); trimonio, no tener relación normal con la comunidad ...
- la conexión, unidad y dependencia entre lo que aparece suce- - Su excepcionalidad: no se concede a todos, sino sólo a los que
diendo «en la tierra» visiblemente y lo que de modo invisible su- se cree que pueden cumplirla, y no por cualquier pecado, sino por
cede «en el cielo» por la acción eficaz del perdón de Dios. pecados gravísimos, sobre todo «adulterio, homicidio, idolatría».
La praxis de excomunión es un proceso con doble movimiento, - Su dimensión comunitaria: los penitentes forman un grupo
por parte del pecador y de la comunidad: uno de separación y de aparte (no se hace penitencia en privado), y mantiene una relación
apartamiento mutuo por iniciativa del pecador, y otro de acerca- especial con la comunidad, que participa, ora, interviene en su
miento y vuelta, por voluntad del pecador y de la comunidad, para ayuda.
llegar a la reconciliación mutua en Dios y por Dios. - Su publicidad: es una penitencia «pública», no porque se ha-
yan confesado los pecados en público, sino porque aparece y se ve
que tales personas son pecadores, porque el proceso sucede en la
b) La penitencia desde el siglo III al VII: «penitencia canónica» visibilidad-publicidad.
Naturalmente, junto a esta se extendieron otras formas de peni-
A partir del siglo III la Iglesia viene a determinar con más pre- tencia «menores» o «paralelas» como: la penitencia de los conver-
cisión sus formas de penitencia, cosa que hasta entonces no suce- sos, la de los clérigos y monjes, la cuaresmal, la cotidiana, la de
día. Siempre se parte de una distinción fundamental de pecado y de muchos que la dejaban hasta el final de la vida (por la dureza que
forma de penitencia, según lo cual: 1) a pecado venial, leve o coti- suponía) ... Pero esta fue la forma oficial impuesta en aquel mo-
diano, corresponde una penitencia cotidiana, que pueden ser las mento, y que permanecerá, para algunos pecados, hasta el Renaci-
obras de penitencia, de caridad, la oración de los salmos, el padre- miento (siglo XIV-XV).
nuestro, el ayuno, la limosna y la oración, etc. 2) Y a pecado mor-
tal o grave, corresponde la penitencia oficial, llamada «canónica»
402 El sacramento de la penirencia Las JOrmas históricas de la penitencia 403

c) La penitencia desde el siglo VII al XIII: «penitencia tarifada» Escritura: reconocimiento del pecado, esfuerzo de conversión por
penitencias y reconciliación por la absolución.
Se llama así a aquella forma de penitencia que viene a exten-
derse en Occidente, a partir de finales del siglo VI, y cuya pecu-
liaridad consiste en la «tasación» precisa de las penitencias que d) La penitencia desde el siglo XIJI al XX.· «penitencia de
hay que cumplir por cada pecado, después de una confesión deta- confesión»
llada que se realiza ante el sacerdote, guiado por los catálogos
que se proponen en los «libros penitenciales» al uso en la Iglesia. Llamamos «penitencia de confesión» a aquella que viene a im-
La característica más saliente de este tipo de penitencia es la asig- ponerse en la Iglesia a partir de finales del siglo XII, según la cual
nación de una «pena» particular a cada pecado y la posibilidad de el centro de la penitencia pasa a ser la confesión o declaración oral
repetir la penitencia (principio que antes aparecía como sagrado). de los pecados ante el sacerdote, unida a la absolución inmediata,
En comparación con la forma de penitencia anterior o «canóni- sin esperar a que se cumpla la satisfacción u obras penitenciales,
ca» se producen cambios llamativos e importantes, por ejemplo: que ahora pasan a segundo plano.
- el ministro ya no es sólo el obispo, es también el sacerdote; Varias son las causas que contribuyeron a este cambio decisivo:
- desaparece el «una sola vez en la vida», y se impone la repe- la dureza de las penitencias anteriores; los abusos de las «conmu-
tición cuantas veces se necesite; taciones» (suplir una pena larga por otra más breve: 1O años por
- el proceso de penitencia ya no es público, sino privado: cada tres misas) y de las «redenciones» (hacer que otra persona cumpla
uno realiza en privado sus penitencias, después de confesarse; la penitencia por el interesado); el descuido o dificultad de muchos
- la comunidad ya no está presente ni participa como antes: se penitentes, que realizada la confesión según el sistema anterior, se
comienza a privatizar la celebración; olvidaban de volver luego a recibir la absolución; la valoración de
- esta penitencia es para todos, y no sólo para los pecados que la confesión como el elemento que «concentra» y sustituye a la sa-
se consideran gravísimos, pudiendo hacerla jóvenes y monjes ... tisfacción o penitencias ...
- de una concentración de pecados sometidos a penitencia en Como resultado de todo ello vino a verificarse un verdadero
los «tres pecados capitales», se pasa a larguísimos catálogos, y na- cambio de estructura o forma penitencial: a finales del siglo XIII
ce una casuística exagerada; es ya general la praxis según la cual el penitente, después de con-
- la confesión, que antes ocupaba un puesto relativamente se- fesarse, recibe inmediatamente la absolución (lo que sucede ahora
cundario, como condición para iniciar el proceso, ahora comienza por primera vez) sin esperar a cumplir la satisfacción, que queda
a ser el elemento más importante ... reducida a una especie de apéndice penitencial poco significativo.
Y, no obstante estos cambios, hay que decir que el proceso o es- Dos elementos jugaron aquí un papel decisivo: la teoría según la
tructura fundamental permanece, porque la forma concreta de pro- cual la confesión oral con «humillación y vergüenza» condensa y
ceder es la siguiente: sustituye a las largas penitencias anteriores, y la importancia que se
Primer acto: reconocimiento del pecado o confesión, tasación y le da a la absolución, como necesaria para el perdón, porque ex-
aceptación de penitencias. El penitente se marcha. presa el poder dado por Cristo a sus sacerdotes.
Segundo acto: cumplimiento de las penitencias u obras peni- La imposición de esta forma no quiere decir, sin embargo, que
tenciales durante el tiempo requerido. no hubiera y se pusieran en práctica otras, como eran la «peregri-
Tercer acto: vuelta del penitente para la reconciliación y la ab- nación penitencial» (los peregrinos reciben una penitencia, y son
solución, que no se da más que al final. reconciliados al final de la peregrinación); o bien la «penitencia
Se trata de la permanencia de la estructura penitencial funda- pública solemne», que es administrada por el obispo para el caso
mental, en cuanto mantiene las secuencias que aparecían ya en la de pecados públicos escandalosos, y se realza durante la cuaresma,
404 El sacramento de la penitencia LasjOrmas históricas de la penitencia 405

ingresando el miércoles de ceniza y celebrando la reconciliación el al menos se recuerde, para indicar que nuestra conversión es fun-
Jueves santo. Es, como se ve, la pervivencia de las formas antiguas damentalmente a Dios.
de penitencia. - La acción de gracias: a la cual se Je reconoce también un pues-
Con el concilio de Trento desaparecerán estas formas, y práctica- to en la celebración, para indicar que es elemento integrante y que
mente se impondrá la llamada «penitencia privada» como única for- el penitente no debe olvidarse de ella.
ma, que permanece hasta nuestros días, y que hemos venido a llamar - La forma de celebrar el sacramento: que hoy no sólo es una (la
«confesión», porque es el acto al que más importancia se le da. confesión) como antes, sino tres (celebración comunitaria con la con-
fesión y absolución particular; y celebración comunitaria con confe-
sión y absolución general), de manera que se expresen mejor las di-
e) l a penitencia en el Vaticano 11: «penitencia de reconciliación» versas dimensiones del sacramento (cf. Ritual de la penitencia, n. 5).
- El lugar de celebración y la forma del confesionario: aunque
Ha habido que esperar al Vaticano II para que se renovara la mis- el Jugar más apropiado sea la Iglesia, el ritual prevé otras posibili-
ma concepción y forma del sacramento, no ciertamente para que se dades según las circunstancias. Y además, dadas las exigencias de
olvidara lo fundamental permanente. ¿Cuáles son los cambios más leer la Palabra y expresar el encuentro, así como la sensibilidad ac-
importantes del Vaticano II respecto al sacramento de la penitencia? tual, se exige también el cambio de forma o estructura material del
confesionario.
- El nombre del sacramento: ya no habla la Iglesia sólo de «sa-
cramento de la confesión», sino más bien de «sacramento de re-
conciliación», o bien de «penitencia». Esto es así, porque la expre-
3. Aplicación a la celebración y la vida
sión «reconciliación» tiene fundamento en la Biblia (cf. 2 Cor 5,
18-20), es una expresión clásica en la Iglesia primitiva, que deno-
a) Mantener lo importante
mina lo central del sacramento que es el encuentro de reconcilia-
ción, y pone el acento en la alteridad o en lo interpersonal del mis-
Sabemos que una de las fuentes de mayor error y confusión ha
mo sacramento. El nuevo Catecismo dice que se le puede llamar de
cinco formas: «sacramento de la conversión»; «sacramento de la sido el no discernir entre lo importante y lo secundario. La histo-
ria nos ayuda a esta tarea. Para la Iglesia, en la penitencia como en
penitencia»; «sacramento de la confesión»; «sacramento del per-
dón»; «sacramento de la reconciliación» (Catecismo de la Iglesia otros campos, una cosa es «importante» cuando tiene su origen en
católica, 1523-1524). el mismo Cristo, pertenece a su tradición permanente, y está fun-
- La misma concepción del sacramento: que lo entiende no co- dada en la naturaleza del objeto de que se trata. Según esto, los as-
pectos importantes de la penitencia, lo que nunca puede ni debe
mo un acto esporádico y pasajero, sino como un proceso dinámico,
unido a la virtud de penitencia o conversión permanente y a las re- faltar para que haya verdadero sacramento, es lo siguiente:
conciliaciones de la misma vida. Y tampoco entiende el sacramen- - Conciencia de pecado: sin conciencia y reconocimiento del
to como un «acto privado», sino como una verdadera celebración pecado no puede haber penitencia.
eclesial, en la que se encuentra afectada la Iglesia entera. - Conversión sincera: la conversión es el mismo centro de la
- La fórmula de absolución: que es nueva y expresa de un mo- penitencia. Sin conversión no puede haber perdón.
do más claro el misterio del sacramento, su naturaleza y sus efec- - La manifestación externa de nuestra conversión: puesto que
tos, pidiendo que se pronuncie en lengua inteligible, y que el pro- vivimos y pertenecemos a una comunidad, debemos expresar nues-
pio sujeto participe respondiendo. tra conversión ante esta comunidad a la que ofendimos también con
- La palabra de Dios: que, si antes apenas aparecía directamen- nuestro pecado. Podrá ser de una forma u otra, según determine la
te, hoy se pide que tenga un puesto claro, que se lea algún texto o Iglesia o según la situación de pecado. Pero nunca puede faltar.
406 El sacramento de la penitencia LasfOrmas históricas de la penitencia 407

- La intervención de la comunidad: ya que nuestro pecado le - la forma con que decidimos celebrar la penitencia, que también
afecta tiene derecho y deber de intervenir para animarnos, acoger- puede ser distinta según nuestro gusto y situación de pecadores;
nos, perdonarnos. Esto se expresa en diversas formas: grupo, pe- - el mismo «precepto pascual» con el simple deseo de «cumplir
queña o gran comunidad, Iglesia, pero sobre todo por el «ministro». la ley», cuando se trata de una orientación a tener en cuenta, que de-
- La reconciliación: es el punto álgido de la penitencia. Es una be ser aplicada a la situación personal y ritmo propio.
reconciliación que Dios nos concede por la mediación pascual de
Cristo y la fuerza del Espíritu, en y a través de la reconciliación con
la Iglesia. 4. Puntos para el estudio y la revisión
- El compromiso o propósito: por el que mostramos que la pe-
nitencia y la reconciliación tienen que continuar y verificarse eu la a) Escribe las conclusiones que tú mismo sacas de esta visión
vida, de una u otra forma. de las formas penitenciales a lo largo de la historia.
b) Lee con detenimiento estos textos de la Escritura: Le 15, 11-
32; Mt 18, 15-18 y Jn 20, 19-23, e indica cuáles son los elementos
b) Relativizar lo secundario fundamentales que deduces.
e) Señala y distingue los diversos aspectos penitenciales que
Una cosa es secundaria cuando no afecta a la esencia del obje- aparecen en este texto:
to, sino que es nna manera de hacer, un modo de vivir o de expre- El discípulo de Cristo que, después del pecado, movido por el Espí-
sarse propio de un tiempo determinado, de un lugar, de unas cir- ritu santo, acude al sacramento de la penitencia, ante todo debe con-
cunstancias. Lo secundario es, por lo mismo, mutable, y la Iglesia vertirse de todo corazón a Dios. Esta íntima conversión del corazón,
puede cambiarlo para adaptarse más a la mentalidad y los tiem- que incluye la contrición del pecado y el propósito de una vida nue-
pos. Lo cual no quiere decir que lo secundario sea despreciable o va, se expresa por la confesión hecha a la Iglesia, por la adecuada
que haya que olvidarlo. En concreto, en la penitencia se conside- satisfacción y por el cambio de vida. Dios concede la remisión de
los pecados por medio de la Iglesia, a través del ministerio de los
ra secundario: sacerdotes (Ritual de la penitencia, n. 6).
- el distinto modo de comprender el pecado que, salvando los
valores objetivos siempre válidos, acentúa un aspecto u otro;
- el sentimiento o la falta de sentimiento que produce en noso- 5. Oración y meditación
tros la conversión: tristeza, lágrimas, consuelo, etc.;
- el modo de manifestar nuestra conversión externamente, que Tertuliano, un autor del siglo III, resalta muy bien la dimensión
puede hacerse por formas y signos diversos; eclesial de la penitencia:
- la manera de confesar oralmente nuestros pecados, que de-
pende de nuestra concepción y modo de expresarnos; No puede estar bien el cuerpo, cuando uno de sus miembros está
- la meticulosa declaración de todos los pecados con todas sus malo: sufre todo él, y todo él debe trabajar para la curación. Donde
se encuentran uno o dos fieles, está allí presente la Iglesia. Ahora
circunstancias, que no es necesaria;
bien, la Iglesia es Cristo. Por lo cual, cuando tú extiendes las manos
- el lugar donde celebramos la penitencia, que puede ser la a las rodillas de tus hermanos, tocas a Cristo, ruegas a Cristo. De
Iglesia, el confesionario, u otro lugar; igual modo, cuando tus hermanos lloran sobre ti, es Cristo el que
- la persona o sacerdote con quien nos confesamos, que puede sufre, es Cristo el que suplica a su Padre. Y lo que un hijo pide es
cambiar según los gustos o circunstancias; prontamente concedido (Tertuliano, De pcenitentia 1O).
- las palabras de la absolución, que pueden también ser cam-
biadas por la Iglesia, para expresar mejor el contenido;
408 El sacramento de la penitencia

Puedes rezar con esta oración breve, pero llena de contenido, 4


que nos propone el Ritual:
El sacramento de la penitencia,
Te rogamos, Señor, que nos absuelvas de todos nuestros pecados, encuentro de reconciliación
para que, obtenido el perdón de nuestras culpas, te sirvamos con un
espíritu libre. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén (Ritual de la pe-
nitencia, n. 113),

1. Encuentro con la vida

A lo largo de la historia han existido muchas concepciones de-


ficientes sobre la penitencia, que de una u otra forma han tenido su
eco y aceptación en la comunidad cristiana. Una de estas concep-
ciones ha consistido en confundir la totalidad con la·parte, es decir,
confundir el sacramento con la sola confesión, como si esto fuera
lo único que realmente había que hacer. Esta especie de «confesio-
nalismo» o «reduccionismo a la confesión» ha conducido a olvidar
en parte los otros elementos del sacramento, como son la impor-
tancia de la intervención de la Iglesia y la comunidad, el valor de la
conversión, lo admirable de la gratuidad del perdón de Dios ...
Otra concepción deficiente ha consistido en considerar la peni-
tencia sólo como un medio psicológico para la tranquilidad perso-
nal, para liberarse de un peso, para tener un consuelo ... Es cierto
que estos aspectos entran también en juego, y que es incluso bueno
el sentir tal tranquilidad y sosiego psicológicos. Pero no se puede
reducir el sacramento a esto, ni se ha de confundir el sacramento
con una cura psiquiátrica. Ni el confesor tiene por qué jugar al psi-
quiatra, ni la penitencia es un gabinete de psiquiatría, ni el peni-
tente está allí como enfermo psíquico, aunque este sea un elemen-
to que hay que tener en cuenta.
También se ha pensado a veces que la confesión y el encuentro
penitencial eran el medio para una «dirección espiritual» o el lugar
para un tipo de «consultorio». No se puede negar al sacramento el
diálogo, ni la consulta, ni un cierto tipo de dirección y corrección. Pe-
ro, en realidad, la celebración del sacramento tiene que ser eso: cele-
bración y símbolo, expresión y palabra, encuentro de reconciliación.
Encuentro de reconciliación 411
410 El sacramento de la penitencia

es aquel que busca a sus hijos con entrañas de misericordia hasta


Por regla general, ha existido una concepción de la penitencia
más bien desagradable, tristona y negativa, como cuando se hace que los encuentra. Para ofrecernos su amor no espera la respuesta
algo que sólo merece la huida o el rechazo. Nos hemos sometido al del hombre, para concedernos su perdón no necesita nuestros mé-
rito como a una carga que hay que soportar, porque pensamos que ritos. Nos confundimos si pensamos que el perdón es una conquis-
es necesario para el perdón de nuestros pecados. Pero nada más ... ta de nuestras obras o una especie de «compra-venta» por los mé-
Y nadie duda, en efecto, que en principio no es agradable recono- ritos de nuestro esfuerzo. Si nosotros podemos «volver» a Dios es
cerse pecador, que la penitencia es laboriosa, que supone ascesis y porque Dios ha «vuelto» primero a nosotros, porque nos ha salva-
compromiso. Pero esto no es todo. La penitencia es sobre todo un do por la muerte y resurrección de Cristo.
encuentro gozoso que renueva la fe, el amor y la esperanza; que - La mediación salvadora de Cristo: Cristo es el centro de la
nos lleva a encontrar de nuevo al Padre y a recibir su abrazo de per- salvación de los hombres. Por eso, cuando los hombres queremos
dón, como el «hijo pródigo». Mirada así, tiene la reconciliación pe- reconciliarnos entre nosotros y con Dios no podemos prescindir de
nitencial otro rostro y otra dimensión. lo que él ha hecho por nosotros.
El sacramento de la reconciliación recuerda y hace presente el
misterio de la muerte y resurrección de Cristo. A partir de este mis-
2. Profundización en el sentido terio comprendemos lo que significa reconciliarse: un proceso de
lucha contra el pecado, una entrega al servicio de los demás, un ca-
El sacramento de la penitencia es un encuentro gozoso de re- mino doloroso hacia la creación de una situación nueva de amor.
conciliación del hombre con Dios, por la mediación de la Iglesia. De diversas maneras el penitente expresa esto con sus actos: re-
Nos encontramos, pues, con los «tres personajes» que intervienen nuncia al pecado, conversión, confesión, compromiso con la obra
siempre en la acción sacramental: de reconciliación en medio del mundo.
-Dios, que promueve y hace posible la reconciliación plena; - La renovación en el Espíritu: ¿No es cierto que solemos pen-
-la Iglesia, que colabora y hace visible el encuentro de recon- sar poco en el Espíritu cuando celebramos la reconciliación? Sin
ciliación; embargo, Cristo unió al don del Espíritu la misión y el poder de la
-el sujeto penitente, que acepta y participa activamente en la re- Iglesia para la reconciliación de los pecadores: «Recibid el Espíri-
conciliación. tu santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdona-
Pero, ¿en qué consiste exactamente esta intervención (por supues- dos ... » (Jn 20, 22-23).
to a distinto nivel) de Dios, la Iglesia y el penitente? ¿Cuándo pode- Más aún, el Espíritu es el que nos mueve a la conversión, nos
mos decir que se da realmente el «encuentro de reconciliación»? transforma y nos renueva en la fe y la gracia del bautismo. En la
fuerza del Espíritu, la Iglesia y cada uno de nosotros podemos con-
tinuar hoy la obra de reconciliación de Dios entre los hombres. Te-
a) Dios misericordioso al encuentro del hombre pecador niendo todo esto en cuenta, podremos comprender el sentido de la
fórmula de absolución, que ha sido renovada por la Iglesia y quie-
La reconciliación, para un creyente, no es fundamentalmente re expresar esta intervención maravillosa y gratuita de Dios:
una obra humana, sino una obra divina, en la que interviene Dios Dios, Padre misericordioso,
como él es: Padre, Hijo y Espíritu santo. que reconcilió consigo al mundo
- La iniciativa de Dios Padre: Dios, nuestro Padre, es la fuente por la muerte y la resurrección de su Hijo
de toda misericordia y reconciliación. Por voluntad suya hemos si- y derramó el Espíritu santo
do salvados en Cristo de una vez para siempre. Por su iniciativa, para la remisión de los pecados,
te conceda, por el ministerio de la Iglesia,
hoy, podemos actualizar esta reconciliación en el sacramento. Dios
El sacramento de la penitencia Encuentro de reconciliación 413
4/2

el perdón y la paz. unidos en la fe y en el amor, en la esperanza y la gracia, en el bien


Y yo te absuelvo de tus pecados y también en el mal.
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu santo. Nuestra vida, nuestro esfuerzo permanente de conversión y, so-
bre todo, nuestra oración constituyen algo así como esas manos in-
visibles que se extienden para ayudar al hermano caído, dondequie-
b) Intervención de la Iglesia en la obra de la reconciliación ra que se encuentre.
Además toda la Iglesia está presente en el proceso penitencial,
La Iglesia es la asamblea del pueblo de Dios, la comunión de porque toda ella predica la conversión, intercede por sus miembros,
todos los que creen en Cristo Jesús, la familia de los que por el bau- nos ayuda, nos consuela y nos acoge a través de su actitud perma-
tismo han llegado a ser hijos de Dios y tienen un mismo Padre. Ca- nente, así como con los mil ejemplos que, aquí y allá, nos ofrece.
da uno de los bautizados estamos llamados a vivir e incrementar la - La colaboración de la comunidad particular: cada uno de los
fe, el amor y la unidad de esta gran familia. cristianos manifiesta su pertenencia a la Iglesia universal a través
Nuestro pecado es una prueba de nuestra infidelidad a esta mi- de su pertenencia a una comunidad concreta, que solemos llamar
sión. Es una renuncia a nuestra fe bautismal. Es una separación de parroquia. En ella, la intervención de la Iglesia en el proceso peni-
Dios y de la Iglesia. Por eso puede afirmarse que el pecado de uno tencial de sus miembros se concreta, se localiza, se hace más cer-
de los miembros afecta y lesiona las relaciones con la comunidad cana y palpable.
entera. ¿Acaso no sufre todo el cuerpo cuando uno de nuestros ¿No pueden ayudarnos y estimularnos las personas que nos ro-
miembros está enfermo? ¿No afecta a toda la familia la ofensa he- dean? ¿Su palabra y su ejemplo no son, a veces, medios por los que
cha a un hijo de esa familia? descubrimos el amor de Dios y la necesidad de mejorar nuestra vi-
Si esto es así, es lógico que la comunidad entera se preocupe o da? De mil maneras podemos ayudarnos unos a otros a la conversión
se interese por la situación de sus miembros pecadores. No puede y reconciliación: con el perdón mutuo y la corrección fraterna, con
quedar indiferente. Tiene derecho y obligación de intervenir. La re- la palabra de ánimo y el ejemplo de vida, con nuestra justicia y ser-
conciliación de los penitentes no es algo que afecte sólo al pecador vicio a los demás, con nuestra propia celebración del sacramento ...
y al confesor. No es sólo cuestión de la jerarquía, es cuestión de to- - La mediación del ministro de la Iglesia o sacerdote: al pensar
do el pueblo de Dios. ¿Sería lógico que un asunto familiar quisie- en el sacramento de la penitencia, aparece inmediatamente la figura
ra arreglarlo uno de los miembros de la familia sin contar con los del confesor. Nos cuesta, hoy más que nunca, comprender la necesi-
demás? Lo mismo sucede con la reconciliación: nunca es una cues- dad de su presencia y mediación en el sacramento: «¿por qué ha de
tión «privada», siempre es un asunto comunitario. entrar de por medio un hombre en la reconciliación sacramental?».
¿Cómo es posible y cómo se realiza esta intervención de la co- «¿No puedo yo 'arreglar mis cuentas' directamente con Dios?».
munidad? Podemos distinguir tres niveles: Esta dificultad, es cierto, se debe a una resistencia instintiva a
-El de la Iglesia universal. manifestar a otro hombre nuestra propia intimidad. Junto a posi-
-El de la comunidad particular. bles experiencias desagradables aparece hoy una justa valoración
-El del ministro de la Iglesia. de nuestra personalidad. No aceptamos fácilmente que nadie nos
juzgue «desde fuera», y más si desconoce nuestra vida.
- La presencia de la Iglesia universal: tal vez alguien pudiera Pero, quizá, nos pase también que no hemos comprendido de-
decir: ¿cómo yo, que vivo en un determinado lugar, puedo interve- bidamente el sentido y la función del ministro o sacerdote. La in-
nir en la reconciliación de un penitente lejano y desconocido? tervención del ministro no pretende:
Sabemos, por la fe, que la Iglesia es el cuerpo de Cristo y la co- -lesionar nuestra conciencia,
munión de los santos. Más allá de toda barrera humana estamos -ni mutilar nuestra personalidad,
El sacramento de la penitencia Encuentro de reconciliación 415
414

-ni asumir el papel de juez que sólo a Dios compete, cramento, sin ellos no hay sacramento de reconciliación. Funda-
-·ni limitar la función reconciliadora de toda la Iglesia, mentalmente, estos actos del penitente se reducen a tres:
-ni sustituir o minusvalorar los actos del penitente. -conversión(= contrición),
-manifestación externa de la conversión (=confesión),
Su presencia y mediación tiende más bien a: -obras de penitencia y compromiso(= satisfacción).
-hacer visible y eficaz el perdón de Dios, Tratemos de explicar lo que significan estos tres momentos del
-concretar la intervención de la Iglesia universal, proceso penitencial o actos del penitente.
-significar la reconciliación con la Iglesia y con Dios,
-dar más autenticidad y profundidad a nuestros actos, I. La conversión (= contrición): la conversión es algo así como
-ayudarnos y animarnos desde nuestra situación personal, el «motor de la vida cristiana». Hay una conversión «primera» y
-expresar el encuentro de gracia con Dios misericordioso. fundamental, que es la que fue sellada por el bautismo y compro-
No, el ministro no suplanta a Dios ni degrada al penitente. Por metió toda nuestra existencia en un proyecto de vida cristiano. Nun-
ser representante cualificado de Dios y de la Iglesia, nos asegura ca debiéramos renunciar a aquella opción primera que ha debido
con su presencia y su palabra(= absolución) la reconciliación con darse en uno u otro momento de nuestra vida. Sin embargo, somos
la Iglesia entera y con Dios. débiles y pecamos.
Con su intervención el ministro ejerce un verdadero servicio, al A una situación de pecado de «fragilidad» y de pecado «venial»
sacar nuestros actos de la ambigüedad y garantizarnos el perdón. ha de corresponder una actitud de conversión permanente. Debido
¿Cómo podríamos estar seguros si no, de que nuestra conversión es a la fragilidad permanente de nuestra vida, la conversión ha de ser
verdadera, y de que hemos sido reconciliados con Dios y con la también una actitud permanente en la vida. Siempre hay razón pa-
Iglesia? ra convertirse, porque siempre hay pecados de qué convertirse.
El ministro en la reconciliación no asume el papel de un juez La conversión, lo mismo que la fe, pertenece a la esencia del
severo ni la función de un árbitro implacable, sino la figura de pa- ser cristiano. Sin fe no hay conversión auténticamente cristiana.
dre misericordioso, de pastor solícito, de médico que cura las heri- Sin conversión no hay fe verdaderamente activa. Pero además,
das en nombre de Dios, de maestro que nos guía y orienta. Se tra- cuando el hombre peca seriamente (= pecado «mortal») está lla-
ta de un encuentro de gracia y salvación, no de castigo y condena. mado a convertirse con una especial urgencia e intensidad. La con-
versión que realiza en el momento en que toma conciencia de su
pecado, es lo que llamamos la conversión «segunda». ¿En qué con-
c) El hombre pecador al encuentro de Dios misericordioso siste, qué supone esta conversión?:
- No es un simple sentimiento de disgusto por el pecado, ni se
Todo cuanto hemos dicho hasta aquí, por muy importante que reduce a un «remordimiento» por haber obrado mal.
sea, sólo podrá realizarse si el hombre pecador responde a la lla- - Implica, ciertamente, un rechazo y un alejamiento del peca-
mada de Dios y acoge el don de gracia que se le ofrece por la do que obstaculiza nuestras relaciones con Dios y los demás.
Iglesia. - Pero la conversión no tiene por centro el pecado, sino el amor
Dios no violenta nuestra voluntad, ni nos impone su perdón. y la gracia de Dios. Es un don de Dios.
Dios no nos reconcilia si nosotros no queremos ser reconciliados. - Supone un cambio radical e íntimo, una reorientación de nues-
El riesgo de Dios es la libertad del hombre. tra libertad hacia Dios, el amor, la justicia ... el evangelio.
Por eso, nuestra respuesta libre y sincera es tan necesaria como - Para que esa conversión sea verdadera, debe manifestarse en
el mismo don de Dios o la intervención de la Iglesia, aceptando obras de justicia y caridad, y en signos externos.
siempre la desproporción entre uno y otro aspecto. Los actos del - También va unida a un compromiso o propósito firme de se-
penitente son de la máxima importancia en la realización del sa- guir luchando contra el pecado en la vida.
416 El sacramento de la penitencia Encuentro de reconciliación 417

La conversión es el elemento central de los actos del penitente; pecado mortal, la confesión es el signo establecido por la Iglesia
de ella depende la verdad de la penitencia. Aunque confesemos de- para que el penitente desvele su situación, y para que ella misma
talladamente nuestros pecados, si no hay conversión, en un momen- pueda discernir su situación y reconocerlo como reconciliado.
to u otro de nuestro proceso penitencial, no puede haber perdón. A pesar de todo esto, es un hecho la gran dificultad que hoy ex-
Dios no niega su perdón a quienes le aman, pero no puede perdonar perimentan muchos fieles para confesarse. Más aún, tal vez sea es-
a quienes no se arrepienten. Donde hay conversión, allí hay perdón. ta la razón por la cual algunos abandonan la celebración del sacra-
Si la conversión es todo esto, alguien podría preguntarse: ¿quién mento. «¿Por qué confesar los pecados a un ser humano como yo?
puede entonces convertirse? ¿Cuándo puedo saber que mi conver- ¿No basta acaso que me confiese pecador ante Dios o ante la co-
sión es verdadera? Sería inútil que pretendiéramos «medir» nuestra munidad en general?».
conversión, o concentrar en un momento todos los aspectos que Aún reconociendo la espontánea aversión y lo dificultoso de la
implica. Esto no es posible, ni necesario. Sólo Dios conoce el se- confesión oral, hemos de saber descubrir también en este acto las
creto de nuestro corazón. Los hombres dificilmente podemos saber grandes ventajas que encierra:
cuándo nuestra conversión es perfecta. Por la confesión manifestamos externamente la sinceridad de
Una cosa es cierta, en todo caso, si queremos de verdad con- nuestra conversión, empleando el modo de expresión más normal
vertirnos, Dios nos llevará a la conversión verdadera. Quien since- de los hombres: la palabra.
ramente desea convertirse, ya tiene conversión. Quien de verdad La confesión manifiesta de un modo más claro el carácter per-
hace penitencia, nunca dejará de convertirse. sonal del proceso penitencial. Todos pueden ayudarme a convertir-
2. La manifestación externa de la conversión ( - confesión): la me, pero nadie puede convertirse por mí.
conversión es algo que acontece en el corazón del hombre, pero Por la confesión, la Iglesia quiere garantizar al máximo este
también algo que no puede quedar en la interioridad del hombre. carácter personal de la conversión; quiere dirigirme a mí, perso-
Necesita expresarse, decirse, plasmarse en obras, para de este mo- nalmente, una palabra de consuelo; quiere acogerme en su comu-
do reconocer su propia verdad. Esta necesidad de manifestación nión, significando la personal acogida de Dios.
externa de la conversión hace de ella un acto verdaderamente hu- Para que todo esto pueda darse, es preciso que el pecador ma-
mano y cristiano: nifieste y asuma la responsabilidad de su propio pecado. Cuando
Humano, porque siendo el hombre a la vez cuerpo y espíritu, alguien ha pecado gravemente contra Dios y la Iglesia, no basta
sólo puede realizarse a través de la manifestación corporal. con que se reconozca pecador, es preciso que se reconozca «este»
Cristiano, porque siendo miembro de la Iglesia, realidad espiri- pecador concreto, para que, como tal, pueda ser reconciliado.
tual y social, sólo puede hacer perceptible su conversión a través de La confesión tiene también un valor psicológico, en cuanto res-
unos signos externos. ponde a la necesidad que el hombre siente de decir lo que es, para
La Iglesia reconoce que hay muchas maneras de manifestar ex- liberarse de lo que no debe ser.
ternamente la conversión. Todas ellas son válidas y suficientes Estas razones, aunque no resuelvan la dificultad de la confesión
cuando se trata de pecados que no suponen la ruptura con Dios y oral, pueden ayudarnos a comprenderla. Sobre todo si tenemos en
con la Iglesia (pecados leves, de debilidad). Pero si se trata de un cuenta que la confesión que la Iglesia quiere no es la repetición me-
pecado real y subjetivamente mortal, la Iglesia, desarrollando lo cánica y detallada de los pecados, sino la manifestación de aquello
que de algún modo está implícito en la Escritura, manda que lama- que nos constituye fundamentalmente como pecadores. Aprender a
nifestación externa de la conversión se haga bajo la forma de con- confesarse es una de las tareas que a todos nos concierne.
fesión oral, a no ser que exista una imposibilidad que lo justifique. 3. Obras de penitencia y compromiso(= satisfacción): durante
El pecador, que por su pecado se alejó de la Iglesia, por su con- mucho tiempo la satisfacción ha ocupado casi un lugar «ridículo»
fesión debe manifestar el deseo sincero de volver a ella. En caso de en la obra de la reconciliación. La hemos concebido como el pago
418 El sacramento de fa penitencia Encuentro de reconciliación 419

de una pena, o el castigo por el pecado. ¡Como si Dios fuera un juez ciliación para mí», sino también de una participación en una obra
vengativo, capaz de retener su perdón, hasta que cumplamos la «pe- común de los creyentes a lo largo de los siglos, y por lo tanto tam-
nitencia»! bién de una «reconciliación para los demás».
No, la satisfacción es una parte muy importante del proceso pe- Cristo es el gran reconciliador de la historia y en la historia. Sin
nitencial que debe recuperar su seriedad y su puesto. No puede él la historia no tendría sentido pleno ni horizonte. Su reconciliación
considerarse como un «apéndice sin importancia», sino como par- es definitiva y escatológica, «de una vez para siempre». Pero en es-
te necesaria e integrante del dinamismo de conversión. te momento concreto de la historia, la reconciliación debe conti-
Por la satisfacción se expresa y realiza la conversión cristiana nuarse, especialmente en los seguidores de Cristo. Y esta continua-
en la vida; se manifiesta la autenticidad de nuestros propósitos; se ción sucede ya, ciertamente, en la vida, en los esfuerzos por la paz,
repara, de algún modo, el mal causado ... la justicia y el amor de cada día ... Pero tiene su punto culminante y
La satisfacción viene a ser la prueba de que no huimos de nues- expresivo = sacramental, precisamente en la penitencia. Este es el
tras responsabilidades, ni consideramos la penitencia como una eva- acto por el cual el creyente se confiesa necesitado de reconciliación
sión fácil de nuestras tareas en el mundo. y comprometido con la reconciliación: reconciliado y reconciliador.
Está indicando que la penitencia no termina en un momento, Nosotros, celebrando la penitencia, además de actualizar la recon-
que la conversión y reconciliación no es cosa de un instante. Debe ciliación de Cristo, asumimos nuestra responsabilidad y protagonis-
continuar en la vida, en una lucha permanente contra el pecado y mo de ser reconciliadores en esta historia y este mundo.
sus consecuencias.
La sinceridad de nuestra conversión se manifiesta en la verdad
de nuestras obras. Ellas vienen a ser como una ayuda, una medici- b) La misericordia de Dios, posibilidad de nuestra celebración
na, un estímulo para la construcción de una realidad más justa, en
cada uno y en la sociedad. Hemos dicho que el sacramento es un encuentro «desigual» de
Concluyamos ya diciendo que los actos, la colaboración del pe- diversos personajes: Dios, la Iglesia, el penitente. Esto no quiere
nitente son parte fundamental del sacramento, porque son la ex- decir que se trate de una especie de simbiosis en plano de seme-
presión de un esfuerzo de retorno, de una fe en la misericordia del janza e igualdad. Cada uno interviene como lo que es: Dios como
Padre. Forman parte no sólo de una historia personal de conver- Dios, la Iglesia como Iglesia, y el sujeto u hombre como hombre.
sión, sino también de una historia eclesial de salvación y de lucha En este sentido, y por muy importante que sean la Iglesia y el pe-
contra el pecado, ya inaugurada por Cristo. También el pecador, nitente (sin los que ciertamente no hay sacramento pleno), hay que
que se renueva, es protagonista de una historia de reconciliación. poner el acento en la primacía y la gratuidad del don de Dios.
En efecto, no somos nosotros los que determinamos la inter-
vención de Dios, sino Dios el que determina y posibilita nuestra in-
3. Aplicación a la celebración y la vida tervención. Es Dios el que nos hace tomar conciencia de nuestro
pecado desde la propia interioridad. Él es quien mueve nuestro co-
a) Protagonistas de una historia de reconciliación razón a la conversión y con su gracia nos convierte. Él es quien nos
perdona por su misericordia. No es el hombre el que reconcilia a
El sacramento de la reconciliación no es un gesto aislado del Dios consigo, o el que tiene que perdonar a Dios, sino al revés ...
penitente ni de la Iglesia. Es el signo eclesial más excelente por el Esto significa que la actitud del hombre debe ser siempre de agra-
que se continúa y actualiza, para una persona y por una persona decimiento y confianza, de acogida y de alabanza. ¡Nunca nos da-
concreta, la historia de reconciliación que ya Dios iniciara desde el remos cuenta suficientemente del gran misterio de la reconcilia-
pecado del primer hombre. Se trata, pues, no sólo de una «recon- ción y del perdón que Dios nos ofrece!
420 El sacramento de la penitencia Encuentro de reconciliación 421

4. Puntos para el estudio y la revisión ios Padre, que no se complace en la muerte del pecador,
smo en que se convierta y viva,
a) Escribe las tres ideas que más te han llamado la atención de que nos amó primero
todo lo que se dice en este capítulo. y mandó su Hijo al mundo
b) Señala cuáles son los puntos en los que más habría que in- para que el mundo se salve por él,
sistir en una catequesis al pueblo sobre la penitencia. os muestre su misericordia y os conceda su paz. Amén.
Nuestro Señor Jesucristo,
c) Lee estos textos de la Escritura: Ex 34, 6-7; Mt 18, 12-14 y que fue entregado por nuestros pecados
21-22. y resucitado para nuestra justificación,
d) Comenta el texto siguiente: que infundió el Espíritu santo en sus apóstoles
Ya que la reconciliación con Dios exige y produce precisamente la par que recibi.era l poder de perdonar los p cados,
reconciliación con los demás hombres y también el propósito sin- os libre, por m1 mm1sterio, de todo mal
cero de reparar los efectos negativos, incluidos los sociales, del pe- y os llene de su Espíritu santo. Amén.
cado, a nadie se le puede ocultar la significativa aportación del sa- El Espíritu consolador,
cramento de la penit ncia a la tranquilidad de los espíritus, la paz que_ s nos dio para el perdón de los pecados,
social, la entrega celosa y constante hacia los hermanos, la elimina- punflque vuestros corazones y los llene de su claridad
ción de estructuras injustas y la instauración de un orden justo (Re- para que proclaméis las hazañas del que os llamó a saIÍr
conciliatio et poenitelltia, n. 24). de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Amén
(Fórmula para la absolución general del Ritual, n. 15 !)

5. Oración y meditación

El papa san León Magno nos habla de los dos sacramentos de


reconciliación: bautismo y penitencia. Por ellos, la Iglesia continúa
la obra de reconciliación de Cristo:
La múltiple misericordia de Dios socorrió a las caídas humanas, de
manera que la esperanza de la vida eterna no sólo se reparará por la
gracia del bautismo, sino también por la medicina de la peniten-
cia ... El mediador de Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre (1
Tim 2, 5), dio a quienes están puestos al frente de su Iglesia lapo-
testad de dar la acción de la penitencia a quienes confiesan sus pe-
cados y de admitirlos, después de purificados por la saludable sa-
tisfacción, a la comunión de los sacramentos, por la puerta de la
reconciliación. El mismo Salvador interviene incesantemente en es-
ta obra de reconciliación (san León Magno, Epístola a Teodoro de
Frejus, cap. 2).

La formula de absolución general que nos propone el Ritual es


un ejemplo admirable de cómo la reconciliación y el perdón son
obra de la Trinidad:
5
Las diversas formas de
reconciliación penitencial

1. Encuentro con la vida

Cuando uno está convencido profundamente de algo, tiende a


contemplar la realidad de que se trata desde la óptica que más le
convence, con el peligro de olvidar otros aspectos. Así, hay perso-
nas que, hablando del sacramento de la penitencia, están conven-
cidas de que lo importante es hacer las cosas como siempre se hi-
cieron, porque es lo que les convence, y en definitiva lo que ha
configurado su propia vida penitencial. Otras en cambio, vienen a
considerar que esta forma ya no tiene sentido, y que es preciso bus-
car formas nuevas. No obstante, una cosa es cierta: durante mucho
tiempo se presentó la «confesión» como si fuera la única forma po-
sible de perdón en la Iglesia. Pero, la reconciliación, como las mil
realidades de la vida, generalmente no se agota en un aspecto.
Así, en los años anteriores al concilio Vaticano II se comenzó a
insistir y a hablar de la pluralidad de formas de penitencia en la
Iglesia, volviendo los ojos a las diversas formas históricas que
existieron. El Vaticano 11, consciente de que era preciso recuperar
esta variedad, y ofrecer nuevos caminos de celebración sacramen-
tal y no sacramental, ha dado un gran paso en este sentido. Por eso
nos propone diversidad de formas penitenciales.
Esta diversidad no responde a un «capricho» ni supone una no-
vedad, se fundamenta en la misma praxis histórica, y en la necesi-
dad de expresar adecuadamente lo que la misma Iglesia cree del sa-
cramento. La vida, lo mismo que la fe, necesitan hacerse fiesta y
signo para ser verdaderas. Y estos signos deben recoger los diver-
sos aspectos del sentido de la realidad que quieren expresar. ¿Cuá-
les son estos aspectos, en concreto, en la penitencia?
424 El sacramento de la penitencia
las diversasjOrmas de reconciliación penitencial 425

- La dimensión existencial de la misma conversión, que se rea- - La caridad con los hermanos, expresada en la renuncia a nues-
liza en la vida cotidiana y pide por tanto unas «formas cotidianas tra comodidad o bienes (= ayuno, limosna), como signo de un es-
de penitencia». fuerzo por crear unas situaciones más justas, por ejemplo, ayuno
- La dimensión personal del proceso penitencial, que nos urge voluntario en la campaña contra el hambre.
a responsabilizarnos de nuestro propio pecado y exige una «forma - L a corrección fraterna, con actitud de servicio y con disposi-
más personalizada o individual de penitencia».
ción de aceptar la ayuda y corrección de los demás.
- La dimensión eclesial del sacramento, que indica la interven-
- El perdón mutuo, que acepta y ofrece el perdón al que nos ha
ción de toda la Iglesia y reclama unas «formas comunitarias de ce-
ofendido, y hace posible la reconciliación con Dios.
lebración».
- El compromiso por la justicia y liberación del hombre, con
Así, pues, en el mismo sentido y verdad de la penitencia, avalado
acciones y gestos, que incluso pueden suponer un riesgo personal.
por la experiencia histórica de la comunidad eclesial (cf. Ritual de la
·- La pobreza voluntaria y los gestos de solidaridad con los más
penitencia, 3), se fundamenta la exigencia de distinguir diversas for-
mas de penitencia: 1) «cotidianas»; 2) «litúrgicas»; y 3) «sacramen- pobres y oprimidos de la tierra.
tales», cuyo valor es distinto, pero cuya necesidad es evidente. Todas - La participación en la tarea evangelizadora de la Iglesia, el
las formas penitenciales deben tener un puesto en la vida cristiana. esfuerzo sincero por renovar la propia fe.
No podemos separarlas o yuxtaponerlas. Ni quedarnos sólo con una, - La lectura individual de la palabra de Dios, que nos descubre
despreciando las restantes. Seria empobrecer el sacramento quedar- el verdadero sentido de nuestra vida y obra en nosotros la salvación.
nos con una imagen deformada de lo que es la reconciliación. - La oración, y sobre todo el padrenuestro, que nos ayuda a
confrontar nuestra vida con la voluntad de Dios, tiene también va-
lor remisivo.
2. Profundización en el sentido - E l diálogo penitencial o reconciliación real entre esposos, pa-
dres e hijos, amigos ...
a) Las formas «cotidianas» de conversión-reconciliación: la peni- -- La confesión a un laico o el reconocimiento de las propias li-
tencia en la vida mitaciones ante otro, como signo de autenticidad y aceptación de
la ayuda de los hermanos.
Ya dijimos que la conversión-reconciliación no es cosa de un - La revisión de vida, por la que, en un clima de verdadera ca-
momento pasajero, sino actitud y tarea permanentes de la vida. Pues ridad, confrontamos nuestra vida con las exigencias del evangelio,
bien, esta actitud se expresa en múltiples formas, en nuestro com- descubrimos las situaciones de pecado y nos comprometemos a lu-
portamiento personal y en la relación con los demás. char contra ellas ...
La Iglesia ha reconocido desde siempre el valor y la importan- Estas y otras formas pueden ser camino para la conversión sin-
cia de estas formas de penitencia en la vida. Durante los últimos si- cera y la reconciliación real. ¿Acaso no expresamos con estas obras
glos quedaron, de hecho, marginadas y olvidadas. Hoy volvemos a nuestro esfuerzo por mejorar, nuestra lucha contra la mediocridad
darnos cuenta de su importancia y valor. Recordemos las formas y el pecado? ¿Podemos pensar que Dios nos perdona en el sacra-
más importantes: mento, si no nos hemos convertido y reconciliado con los herma-
nos en la vida?
- El cumplimiento del deber, como expresión de nuestro deseo de Debemos aprender a valorar como conviene todas estas formas
ser honrados con nuestra misión en la familia, la sociedad, la Iglesia. con la conciencia clara de que Dios no limita su perdón al momen'.
- La aceptación de aquellas situaciones vitales, en las que se to en que vamos a confesarnos y recibimos la absolución en el sa-
pone a prueba el sentido de nuestra vida y nuestra fe, como pueden cramento. El nuevo Catecismo nos recuerda esto mismo de forma
ser: una desgracia, un contratiempo, la enfermedad ...
clara: «La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones
426 El sacramento de la penitencia Las diversas formas de reconciliación penitencial 427

muy variadas. La Escritura y los Padres insisten sobre todo en tres te? ¿No demostraría un cierto egoísmo religioso querer vivir el es-
formas: el ayuno, la oración, la limosna; además citan como medio fuerzo de conversión en solitario?
de obtener el perdón de los pecados los esfuerzos realizados por re- A esto quieren responder lo que la Iglesia llama las «celebra-
conciliarse con el prójimo, las lágrimas de penitencia, la preocupa- ciones penitenciales»: son aquellas celebraciones en las que la
ción por la salvación del prójimo, la intercesión de los santos y la asamblea congregada, movida por la palabra de Dios y la invita-
práctica de la caridad, 'que cubre multitud de pecados'» (Catecis- ción divina, toma conciencia de su pecado, expresa su deseo de
mo de la Iglesia católica, 1434; cf., también, 1435-1438). conversión por un acto (=rito) penitencial y pide perdón a Dios y
Habíamos pensado, con cierta exageración, que para que Dios a los hermanos a través de la oración de la Iglesia.
nos perdonara cualquier pecado era preciso pasar por el confesio- Aunque estas celebraciones no han de confundirse con el sa-
nario. Pero Dios viene también a nuestro encuentro y nos perdona cramento de la reconciliación, tampoco pueden separarse de él. La
a través de los mil caminos de la vida, siempre que halla un cora- participación sincera en estas celebraciones manifiesta y perfec-
zón sincero. Todas estas formas perdonan nuestros pecados y son ciona nuestra voluntad de conversión, y nos reconcilia entre noso-
eficaces a su modo. tros y con Dios.
Esto no quiere decir, sin embargo, que el sacramento de la pe- ¿Cuáles son, en concreto, las celebraciones penitenciales más
nitencia no sea necesario, especialmente cuando se trata de peca- importantes en la vida de una comunidad? Podemos concretarlas
dos muy serios. Estas formas no están separadas ni excluyen el en tres:
puesto del sacramento de la penitencia. Al contrario, están orien- -Las celebraciones penitenciales comunes.
tadas a la celebración plena del sacramento, por el que se expresa -El rito penitencial de la misa.
eclesialmente la reconciliación con Dios y la comunidad. Son, de -La celebración espaciada de la cuaresma.
algún modo, el comienzo de la celebración sacramental y la ex-
pansión del sacramento celebrado. Expresan la incidencia y encar- I. Las celebraciones penitenciales comunes: estas celebracio-
nación del sacramento en la vida. nes tienen un puesto y están recomendadas por el Ritual de la peni-
Cuando estas formas se saben valorar debidamente, entonces tencia. Su diferencia con el sacramento de la reconciliación es que
encuentra pleno sentido y recobra toda su seriedad la celebración en ellas no se da un rito penitencial en sentido estricto, es decir, no
del sacramento. Entonces comprenderemos, que lo más importan- hay una manifestación individual del pecado, ni una absolución.
te no es confesarse muchas veces, sino hacer de la reconciliación La estructura o ritmo de estas celebraciones es muy sencillo:
sacramental un verdadero acontecimiento que marca mi vida. -encuentro o reunión de los participantes;
-proclamación y reflexión común (con diálogo o sin él) sobre la
palabra;
b) Las formas litúrgicas de conversión-reconciliación: las celebra- -acto penitencial por el que se reconoce el pecado y se pide
ciones penitenciales perdón;
-rezo del padrenuestro y oración conclusiva.
La penitencia en la vida no excluye la celebración de la peni- Las ventajas de estas celebraciones son importantes:
tencia en la liturgia o el encuentro de conversión en comunidad. El - Expresan el aspecto comunitario y social del pecado, la con-
cristiano no vive en solitario su actitud de conversión permanente. versión y la reconciliación.
Junto a él hay también otras personas, con la misma fe y el - Manifiestan la voluntad y el esfuerzo común por ayudarse,
mismo amor, que quieren convertirse y reconciliarse. ¿Por qué no animarse, convertirse ...
unir, entonces, nuestras fuerzas? ¿Por qué no nos reunimos para - Fortalecen el espíritu y la actitud penitencial y contribuyen a
descubrir nuestro pecado, para ayudarnos y animarnos mutuamen- una educación de la conciencia cristiana.
428 El sacramento de la penitencia Las diversasjOrmas de reconciliación penitencial 429

Ofrecen una mayor flexibilidad y una participación más es- - Sólo en caso de tener conciencia de haber cometido un peca-
pontánea, pudiendo incluir otros elementos. do mortal, debe el cristiano recurrir a la reconciliación sacramental
- No es necesario que las dirija un sacerdote. También puede o de la penitencia antes de acercarse a comulgar. Se trata de situa-
dirigirlas un seglar. ciones particularmente graves, en las que se considera que ha ha-
- Nos ayudan a comprender que para celebrar la conversión-re- bido una ruptura con Dios y la comunidad.
conciliación, no siempre es necesario el sacramento. A veces nos - Sin embargo, si un cristiano en estas condiciones, y con una sin-
movemos por un afán exagerado de absolución. cera urgencia de participar en la eucaristía (que incluye el arrepenti-
A pesar de estas ventajas podemos caer en dos peligros: consi- miento de su pecado y el propósito de celebrar el sacramento tan
pronto como sea posible) no encuentra ministros para la reconcilia-
derarlas sin valor en sí, porque en ellas no se nos absuelve de los
ción, puede acercarse a comulgar fructuosamente, después de haber
pecados, o darles tanto valor que pensemos que ya no es necesario
hecho un acto de contrición perfecta (Código de derecho canónico, c.
nunca el sacramento. Debemos valorarlas sencillamente como lo
856; Eucaristicum mysterium, n. 35; Ritual de la penitencia, n. 67).
que son: un encuentro de hermanos para la conversión o reconci- - Es un contrasentido el que la mayoría de los cristianos que
liación. Pero un encuentro eficaz y verdadero. Algo semejante a la
participan en la eucaristía no comulguen. Porque, o bien se parti-
«revisión de vida», aunque a un nivel distinto. cipa con sinceridad, en comunión de fe y amor, y entonces se nos
perdonan los pecados, o bien faltan estas actitudes y entonces re-
2. El rito penitencial en la celebración de la eucaristía: consti- sulta contradictoria la misma participación en la eucaristía. Si se
tuye este rito una forma abreviada de celebración penitencial. Aun- tiene en cuenta el sentido reconciliador de la eucaristía, y la serie-
que tiene un valor en sí, no debe separarse de los restantes elemen- dad del pecado mortal, hay que concluir que son muchos los cris-
tos o momentos penitenciales de la misa: liturgia de la Palabra, tianos que podrían comulgar y no lo hacen, siendo así que se es-
padrenuestro, rito de la paz, comunión ... A través de todos ellos re- fuerzan por vivir sinceramente su fe.
conocemos nuestro pecado, manifestamos nuestra conversión y pe- La eucaristía es, por tanto, un lugar privilegiado de reconcilia-
dimos perdón juntos. ción. El rito penitencial del comienzo no sólo nos prepara a una
Todos estos momentos penitenciales de la eucaristía reciben su participación plena, sino que recibe su eficacia y sentido del sacri-
pleno sentido a partir del misterio que se celebra. Son como una ficio de reconciliación que celebramos.
explicitación del carácter reconciliador de la eucaristía y, al mismo Pero esta reconciliación no está separada ni sustituye a la re-
tiempo, una preparación para la participación plena. conciliación del sacramento de la penitencia, sino que en ella en-
La eucaristía es, en efecto, un banquete sacrificial en el que se cuentra su culminación, su expresión eclesial más plena, cuando
expresa y realiza la Alianza y la comunión de los hombres con Dios. existe un pecado real y subjetivamente mortal.
En la eucaristía se hace real, aunque misteriosamente presente, el sa-
crificio de Cristo para la salvación y reconciliación de los hombres. 3. La celebración espaciada de la cuaresma: la cuaresma ha si-
Podemos decir que es sacramento de perdón y reconciliación, do considerada siempre por la Iglesia como «un sacramento», a
porque celebra, actualiza y nos integra en la reconciliación que través del cual el cristiano reconoce su pecado y se esfuerza por
Cristo obró por todos los hombres en la cruz. Quien participa con convertirse y reconciliarse con Dios y con los demás. La peculia-
sinceridad en la eucaristía, en comunión de fe y amor, es reconci- ridad de la cuaresma tiene un doble aspecto:
liado por la misma fuerza del misterio que celebra. Por una parte, se trata de un proceso comunitario, ya que toda la
El pecador verdaderamente arrepentido encuentra el perdón de comunidad se empeña y se compromete en el proceso penitencial.
sus pecados, incluso de los más graves, en el sacrificio eucarístico de Por otra parte, se trata de un proceso espaciado, que indica una
reconciliación (Trento, Sesión XXII, cap. 2: DS 1743). ¿Se puede marcha por etapas hacia la reconciliación plena, que hace posible
entonces comulgar en cualquier caso, sin necesidad de confesarse? la celebración para toda la fiesta de la resurrección.
430 El sacramento de fa penitencia Las diversas.fórmas de reconciliación penitencial 431

La cuaresma constituye y significa la marcha de un pueblo pe- celebración más específica de la reconciliación cristiana: el sacra-
regrinante y penitente hacia la resurrección. Es como un gran sa- mento de la penitencia.
cramento de la penitencia para toda la comunidad eclesial. Por eso En la vida del hombre, las cosas importantes, los acontecimien-
tiene también una estructura litúrgica: tos decisivos reciben la consagración de un símbolo o un rito. Se
•-La cuaresma se inicia con una convocación a la comunidad y celebran y se hacen fiesta. También la conversión y la reconcilia-
con un rito penitencial: la imposición de la ceniza. ción han de celebrarse. También ellas tienen un rito propio, una li-
-Durante la cuaresma somos invitados más insistentemente a turgia que las expresa y las realiza en la comunidad. Este rito, esta
escuchar la palabra de Dios y convertirnos (lecturas bíblicas, ejer- liturgia es el sacramento de la reconciliación.
cicios, encuentros de reflexión y revisión .. } No celebramos el sacramento de la penitencia para «conquistar
-A lo largo de este tiempo la Iglesia nos pide obras de peniten- el perdón», sino para expresar eclesialmente la reconciliación y pa-
cia: ayuno, limosna, abstinencia, oración, caridad ... ra alegrarnos juntos porque Dios nos ama, nos renueva y nos da su
vida. La fiesta de la reconciliación es el medio por el que el proce-
Toda la cuaresma es como una celebración pascual, en la que so penitencial sale de su posible ambigüedad y viene a ser algo
procuramos reconciliarnos y se nos proclama la reconciliación des- constatable ante la comunidad de los hermanos.
de la cruz. Tal vez para algunos haya perdido sentido la cuaresma y El sacramento de la reconciliación no es ajeno a ninguna de las
para otros sea algo trasnochado. Pero su sentido sigue interpelán- formas penitenciales señaladas, pero no se identifica con ninguna
donos a todos cuantos nos decimos creyentes en Cristo. de ellas. Constituye el punto culminante de un esfuerzo penitencial
Durante la cuaresma puede vivirse con más intensidad el pro- manifestado de mil maneras. Responde, sobre todo, a una situación
ceso penitencial, espaciándolo por etapas, de dos formas: seria de pecado.
Individualmente: el penitente procura tener el encuentro-confe- Significa visible y eficazmente la reconciliación con Dios y
sión al principio de la cuaresma. Una vez clarificada su situación con la Iglesia manifestada por la intervención del ministro que ga-
de pecado, se marcha para madurar su conversión en la vida, con rantiza y proclama visiblemente el perdón que Dios nos concede.
obras de justicia y caridad, a lo largo del tiempo cuaresmal. Final- Es el punto de concentración de la penitencia cotidiana y de las
mente vuelve al sacerdote, antes del Jueves santo, para recibir la re- otras formas de celebración penitencial, y la máxima expresión del
conciliación o absolución. esfuerzo de conversión del penitente y de la misión reconciliadora
Comunitariamente: un grupo de personas o pequeña comuni- de la Iglesia.
dad inicia su proceso penitencial al principio de la cuaresma. A lo El sacramento específico de la reconciliación cristiana es uno y
largo del tiempo de la cuaresma, una vez a la semana, tienen un en- único. Sin embargo, aunque no hay diversos sacramentos de la pe-
cuentro para escuchar la Palabra, dialogar, reflexionar y orar jun- nitencia, sí hay diversas formas de celebrar el mismo sacramento.
tos, ayudándose mutuamente a la conversión y reconciliación. Este La historia es testigo elocuente de esta pluralidad de formas y la
proceso culmina antes del Jueves santo con la celebración comuni- Iglesia, por lo mismo, no duda en reconocerlo. ¿No es acaso la va-
taria del sacramento de la reconciliación. riedad signo de riqueza?
Así pues, la Iglesia, consciente de que tal diversidad no sólo no
empobrece u oculta el sentido del sacramento, sino que enriquece
c) las formas sacramentales de conversión-reconciliación: el y posibilita la expresión litúrgica de su imagen plena, nos propone
sacramento de la penitencia tres formas de celebrarlo:
-Rito para reconciliar a un solo penitente.
El cristiano busca convertirse y reconciliarse no sólo en la vida -Rito para reconciliar a muchos penitentes con confesión y ab-
y en el encuentro con los demás, sino también y sobre todo en la solución individual.
432 El sacramento de la penitencia Las diversasfOrmas de reconciliación penitencial 433

-Rito para reconciliar a muchos penitentes con confesión y ab- nitencia; la absolución del sacerdote; la alabanza de acción de gra-
solución general. cias y despedida con la bendición del sacerdote» ( Catecismo de la
Estos tres ritos o formas litúrgicas de celebrar el sacramento man- Iglesia católica, 1480).
tienen una unidad fi.mdarnental de contenido y de estructura. Las tres Expliquemos ahora la estructura del rito, el sentido de sus par-
son celebraciones, las tres significan el encuentro de reconciliación tes, y la forma de realización:
entre Dios y el hombre por el ministerio o intervención de la Iglesia.
En las tres permanece el mismo signo sacramental: la acogida, la Pa- a) Acogida del penitente
labra, el rito de reconciliación (confesión-absolución), el compromi- Indica el momento del encuentro entre el penitente y el minis-
so y la acción de gracias. Con todo, cada una de ellas expresa de un tro o sacerdote. Es lógico que, por ambas partes, haya un saludo y
modo más adecuado algunos de los aspectos de la penitencia, com- una acogida fraternal y humana, sencilla. No es necesario, aunque
plementando así lo que en las restantes queda menos perfectamente está muy bien, que el penitente comience diciendo «Ave María pu-
significado. rísima» ni otras fórmulas semejantes. Podernos saludarnos también
Intentemos ahora explicar brevemente en qué consisten cada diciendo «buenos días», «buenas tardes» ...
una de estas formas de celebración del sacramento. Lo ideal sería que el sacerdote y el penitente se conocieran. Es-
to favorecería el diálogo penitencial y la ayuda mutua. Pero con
1. La reconciliación de un penitente en particular frecuencia, son desconocidos el uno para el otro. En tal caso, sería
Esta forma expresa de un modo más claro el carácter personal conveniente que el sujeto se presentara con breves palabras.
de la conversión y del perdón; el encuentro y el diálogo en referen- Naturalmente, estarnos hablando de celebración. No ha de con-
cia a una situación particular; la necesaria responsabilidad con res- fundirse, pues, este momento, con un diálogo cualquiera. Es lógico
pecto a unos compromisos de cara a la lucha contra el pecado. que comencemos con el siguo de la cruz, por ejemplo, y que en un
momento determinado el ministro nos exhorte a la confianza en
Sin embargo, en ella aparecen menos perfectamente significa-
Dios y nos invite a escuchar su Palabra.
dos el carácter de celebración que tiene el sacramento y los aspec-
Por otro lado, el penitente, si se dan las condiciones, puede pa-
tos comunitarios del mismo. Podernos caer fácilmente en una pri-
sar a un despacho o a la capilla penitencial para celebrar allí la .re-
vatización, que pierda de perspectiva la presencia y la mediación conciliación. Se trata de hacer posible un encuentro más humano y
de la comunidad eclesial. El Ritual ha querido darle a esta forma fraternal. Y la Iglesia lo permite y recomienda. La estructura de los
de celebración un carácter de verdadero encuentro penitencial. Na- confesionarios deberá ir cambiándose poco a poco, de manera que
da más alejado de su intención que el reducirlo a un rápido cum- sea posible la realización normal de las partes del rito.
plimiento ritual o a una especie de «protocolo penitencial».
«El hecho de que esta haya sido durante muchos siglos la única b) Lectura de la palabra de Dios
forma penitencial en ejercicio, hace que la revisión sea más necesa-
ria para recuperar y conservar los valores que indudablemente con- Es este un elemento «nuevo» en esta forma de celebración del
tiene» (Ritual, n. 73). El nuevo Catecismo describe muy bien las sacramento. Tiene gran importancia y nunca debe faltar, a no ser
partes del sacramento: «Corno todos los sacramentos, la penitencia por graves razones. Sencillamente, porque a través de la Palabra
es una acción litúrgica. Ordinariamente los elementos de su cele- Dios ilumina nuestra vida, nos llama y nos convierte, nos hace ver
bración son: saludo y bendición del sacerdote, lectura de la palabra en qué consiste y cuán grande es su misericordia. Esta lectura pue-
de Dios para iluminar la conciencia y suscitar la contrición, y ex- de realizarse de diversos modos:
hortación al arrepentimiento; la confesión que reconoce los pecados - La puede hacer el sacerdote, bien leyendo directamente de la
y los manifiesta al sacerdote; la imposición y la aceptación de la pe- Biblia o recordándonos de memoria un texto.
434 El sacramento de la penitencia Las diversasJOrmas de reconciliación penitencial 435

- La puede hacer el mismo penitente, que antes ha elegido un - Debemos buscar en todo momento nuestra sinceridad, cons-
texto porque le resulta el más significativo. cientes de que el sacerdote no tiene por qué dudar de nuestra palabra.
Lo ideal es que esta lectura se haga en el momento de la celebra- A través de esta manifestación hemos de darnos cuenta de que
ción. Pero, dada la estructura actual de los confesionarios y mientras colaboramos también a la verdad del sacramento y a la sinceridad
van cambiando, a veces es dificil. Por eso, cabe contar con varias de nuestra conversión, que encuentra así su manifestación más
posibilidades: plena.
- Hacer la lectura inmediatamente antes del encuentro con el
sacerdote, indicando, llegado el momento, cuál ha sido el texto que d) Determinación y aceptación de la satisfacción
se ha leído.
Después de la confesión se determina la satisfacción, que ha de
- Hacerla después individualmente en casa o en la Iglesia. O
considerarse no como un castigo, sino como un signo de renova-
bien, si se participa a continuación en la eucaristía, acoger esta Pa-
ción, de continuidad de la penitencia en la vida, de compromiso en
labra como la llamada de Dios a la conversión, integrándola en el
la lucha contra el pecado y el mal, de reparación del mal hecho al
proceso penitencial. Es claro que estas dificultades no se plantea-
rían del mismo modo si la celebración tuviese lugar en una sala o prójimo. Como nos recuerda el nuevo Catecismo: «Muchos peca-
dos causan daño al prójimo. Es preciso hacer lo posible para repa-
local destinados para ello.
rarlo (por ejemplo, restituir las cosas robadas, restablecer la reputa-
c) Confesión de los pecados ción del que ha sido calumniado, compensar las heridas). La simple
justicia exige esto. Pero, además, el pecado hiere y debilita al peca-
El penitente, si lo tiene por costumbre, puede comenzar rezan- dor mismo, así como sus relaciones con Dios y con el prójimo. La
do el «yo confieso». Pero no es necesario. absolución quita el pecado, pero no remedia todos los desórdenes
Normalmente, en la declaración de los pecados, ha de ser el pe- que el pecado causó» (Catecismo de la Iglesia católica, 1459).
nitente quien lleve la iniciativa, pues es quien de verdad conoce su Aunque la satisfacción le corresponde imponerla al ministro, lo
situación y, además, se supera así la sensación de «interrogatorio» ideal sería que lo hiciera con la colaboración del mismo penitente,
más o menos mecánico de este momento. El sacerdote no tiene la que conoce mejor que nadie su vida y dificultades. Para que esto
función de investigar en la conciencia del pecador, sino la misión suceda así, es preciso que el penitente se acostumbre a profundizar
de ayudarle a descubrir la raíz de su pecado y a convertirse. en su vida, viendo la raíz de su pecado, y los medios más eficaces
Este momento suele ser el más dificultoso para el penitente, a para luchar contra el mismo.
veces por una comprensión imperfecta de cómo debe comportarse. La satisfacción ha de ser adaptada y proporcionada a la grave'
Conviene que tengamos en cnenta varias cosas: dad del pecado. La situación de pecado es el punto de partida para
- La Iglesia nos pide que confesemos nuestros pecados morta- la determinación de la satisfacción. Si nuestro pecado es la injus-
les, es decir, aquello que nos constituye subjetiva y realmente en ticia, el odio, el egoísmo en las relaciones familiares ... , la satisfac-
pecadores. ción debe tender a encarnarse en esas situaciones para superarlas.
- No es necesario, aunque puede ser conveniente, que confese- Ya hablamos en otro momento de la importancia y seriedad de
mos nuestros pecados veniales. la satisfacción. El penitente no ha de extrañarse si el confesor le
- Tampoco es necesario que nuestra confesión sea minuciosa y sugiere la posibilidad de marchar a madurar su proceso de conver-
detallada, diciendo el número y las circunstancias, hasta el punto sión a través de las obras(= satisfacción), antes de darle la absolu-
de hacernos obsesivos y escrupulosos. ción, que tendría lugar después de un periodo de tiempo. Más aún,
- Mejor es decir en pocas palabras la actitud fundamental y cul- el mismo penitente debe estar dispuesto a pedir él mismo, en oca-
pable, y aquellos hechos más significativos que la encarnan, que siones, esta sucesión espaciada y más originaria del proceso peni-
no repetir mecánicamente nuestros actos de pecado tencial. No se olvide que hasta el siglo XII la Iglesia celebró el sa-
436 El sacramento de La penitencia l a s diversas formas de reconciliación penitencial 437

cramento siguiendo este orden: reconocimiento del pecado, obras - Expresa la iniciativa de Dios Padre, la mediación de Cristo y
de satisfacción y reconciliación o absolución. la transformación en la fuerza del Espíritu, que sucede en la recon-
A veces nos resulta dificil concretar la satisfacción: ¿Qué hacer? ciliación.
¿Qué es lo que más me conviene en mi situación? Para facilitar esta - Manifiesta de un modo claro la dimensión eclesial del sacra-
tarea sugerimos algunas pistas que nos parecen más importantes: mento, que se realiza a través de la intervención y ministerio de la
Iglesia y nos reconcilia con la misma Iglesia .
.. La satisfacción ha de orientarse preferentemente en la línea
- Indica también la gracia y el efecto del sacramento, que es la
de caridad y la justicia: reparar el daño, ser justos donde hemos
la
reconciliación con Dios y con la Iglesia, el perdón y la paz.
sido iajustos, solidarizarnos con gestos y acciones para crear situa-
El penitente ha de escuchar con actitud humilde, con gozo y gra-
ciones más justas y fraternales ...
titud estas palabras que proclaman el perdón de un modo eficaz. Su
- También ha de orientarse a hacer más auténtica nuestra vida participación la expresa respondiendo «Amén» al final. No debe, por
cristiana: promoviendo el estudio, la reflexión, el diálogo, el cono- tanto, rezar por su cuenta ninguna oración durante este momento.
cimiento de la palabra de Dios, la oración ...
- Puede orientarse hacia una participación más plena en la tarea g) Acción de gracias y despedida del penitente
de la comunidad: servicio a los más pobres, catequesis, educación
en la fe, compromisos de la comunidad ... Aunque siempre se ha considerado la acción de gracias como la
- A veces convendrá que se centre en actos de vencimiento per- conclusión lógica del sacramento, este elemento tiene ahora su pues-
sonales: dominio ante situaciones irritantes, sencillez en lugar de to propio dentro de la misma celebración.
autosuficiencia en el trato con los demás, aceptación de la opinión El Ritual propone varias fórmulas para la acción de gracias. Pe-
de los otros en lugar de la imposición de la propia ... ro nada impide el que se empleen otras de un modo más espontá-
neo. Lo importante es que tenga su puesto en la celebración.
e) Manifestación de arrepentimiento por parte del penitente De este modo concluye el rito, que supone la despedida del
Se trata de una oración sencilla, por la cual el penitente mani- confesor y del penitente. Podríamos preguntarnos ahora, antes de
fiesta y pide la verdadera conversión, la contrición de los pecados. concluir: ¿En qué situaciones conviene o se debe celebrar la peni-
tencia bajo esta forma?
Algo semejante al antiguo «Señor mío, Jesucristo».
El penitente puede servirse de unas fórmulas que propone el - Cuando se trata de una situación de pecado mortal, la Iglesia
Ritual para el caso. Pero también puede hacer una oración espon- pide que se personalice el proceso penitencial de este modo. Sólo
tánea expresando su conversión y pidiéndola a Dios. en estos casos es necesario y obligatorio el encuentro individual
Mientras recita esta oración, el sacerdote escucha. No se trata con el sacerdote, manifestando la situación de pecado.
de un acto simultáneo a la absolución, sino de un acto antecedente. - Es muy conveniente que se celebre también bajo esta forma el
sacramento, cuando se trata de pecados que, sin suponer una rup-
f) Imposición de manos y absolución tura total de nuestra orientación fundamental y de nuestras relacio-
Seguidamente, el sacerdote extiende ambas manos o al menos nes con Dios y los demás, sí suponen una lesión seria de nuestra
la derecha sobre la cabeza del penitente y pronuncia la fórmula de opción, y un debilitamiento de la misma. Se trata de aquellos casos
absolución, por la que se significa la reconciliación con la Iglesia y que, aun siendo fruto de nuestra debilidad, pueden apartarnos del
con Dios. La fórmula que nos propone el Ritual es nueva y muy ri- amor a Dios y a los hermanos, bien sea por la reincidencia, o por la
ca en contenido: gravedad de la materia, o por el peligro que entrañan.
- En todos los demás casos cada penitente deberá decidir con li-
- Encuadra el sacramento de la penitencia en la obra de recon- bertad y sinceridad si le conviene celebrar el sacramento de esta for-
ciliación llevada a cabo por Dios a lo largo de la historia. ma. La confesión frecuente puede ser provechosa, pero nunca se ha
438 El sacramento de la penitencia Las diversasjórmas de reconciliación penitencial 439

de considerar como una cura psicológica, o como el simple cumpli- La estructura del rito es como sigue:
miento de una costumbre, sino como la expresión de una mayor fi-
delidad al evangelio y al Espíritu, en la lucha contra el pecado. - Reunión de la comunidad y ritos iniciales: acogida, oración,
palabra de Dios, homilía, examen de conciencia.
2. La reconciliación de muchos penitentes con confesión y ab- - Rito de reconciliación: confesión general, canto o letanía, ora-
solución individuales ción del Señor, confesión y absolución individual, satisfacción.
- Acción de gracias y despedida: canto, oración de acción de
Esta forma de celebrar el sacramento viene a ser como una sín- gracias, bendición, envío de los participantes en la celebración.
tesis de las otras dos formas restantes. Pretende unir en convenien-
te equilibrio dos aspectos fundamentales del proceso penitencial, ¿Cuándo y cómo celebrar la penitencia bajo esta forma? Propo-
individuo y comunidad, afirmación de la dimensión eclesial del sa- nemos algunas sugerencias al respecto:
cramento y de la responsabilidad personal del sujeto. Por regla general el penitente ha de tender a dar a esta forma un
La misma estructura de la celebración quiere manifestar esta puesto prevalente en su vida. Es la forma ideal, sobre todo cuando
doble vertiente de la conversión-reconciliación. Por una parte, la el número de penitentes no es muy amplio y la celebración se desa-
presencia y participación de la comunidad, significa: rrolla con el debido sosiego y ritmo. Debemos tener como meta el
-la dimensión social y eclesial del pecado; hacer las cosas bien, y no el hacerlas simplemente. Si la celebra-
-la necesidad de que toda la comunidad se arrepienta y renueve; ción es más larga, hemos de ser comprensivos.
-el apoyo mutuo y el perdón fraterno; Cualquiera que sea nuestra situación de pecado, hemos de con-
-la reconciliación con la Iglesia. siderar que esta forma de celebración responde adecuadamente a
las exigencias requeridas. La confesión habrá de hacerla de distin-
Por otra parte, la confesión y absolución individuales, quieren ta manera el que tiene un pecado mortal, que el que sólo tiene pe-
resaltar: ca?os de deb_1ltdad o pecados veniales. Por otra parte, la participa-
-la necesaria personalización del proceso; c10n no 1mphca necesariamente la confesión.
-el personal ofrecimiento del perdón de Dios y de la reconci- El penitente ha de adoptar una actitud de verdadera participa-
liación con la Iglesia; ..
c10n consciente y plena. La mera presencia pasiva es un signo ne-
-la responsabilidad individual con respecto al propio pecado. gativo respecto a la autenticidad de la conversión. Esta participación
Esta personalización quiere evitar igualmente el posible peligro de ha de mamfestarse a lo largo de la celebración entera, superando el
anonimato o masificación, que nos conduciría a deformar la ima- posible peligro de considerar todos los elementos como una simple
gen del sacramento. preparación de la confesión.
Hay que señalar, no obstante, algunas limitaciones que encierra: El pe itente no ha de extrañarse si, en alguna ocasión, se sugie-
-la impresión de que se rompe el ritmo, cuando llega el mo- re la pos1b1hdad de una celebración espaciada. Nada impide el que,
mento de la confesión; en determinadas ocasiones, se proponga a los fieles, debidamente
-el nerviosismo y la impaciencia que puede producirse en sacer- catequizados, una celebración de este tipo en tres tiempos: el pri-
dotes y fieles ante la excesiva duración del acto; mero, de acogida y palabra (incluso confesión); el segundo de ma-
-la precipitación con que se tiende a realizar el encuentro de la duración de la conversión y satisfacción, con posibilidad d confe-
confesión, dando la impresión de que se trata de un «pasar», más o sarse libremente cuando uno desee; el tercero, de reunión de los
menos, protocolario o ritual. penitentes para la reconciliación y acción de gracias.
Algunas de estas limitaciones son inevitables, si tenemos en cuen-
ta, por ejemplo, que es dificil prever el número de penitentes que va
a participar, y por tanto, el número de confesores que se requiere.
las diversasfórmas de reconciliación penitencial 441
440 El sacramento de la penitencia
- Quedarnos solamente con esta forma de celebración, despre-
3. Reconciliación de muchos penitentes con con fe sión y abso-
ciando las restantes y minusvalorando los aspectos positivos de la
lución generales
confesión individual.
La Iglesia, siguiendo una tradición existente, pero olvidada du- - Pensar que lo único importante es recibir la absolución, sin
rante algún tiempo, ha reconocido a esta forma de celebrar el sa- valorar debidamente los otros elementos de la celebración sacra-
cramento un puesto dentro del Ritual. mental y, sobre todo, la seriedad y exigencias que implica.
Con esta forma, tan completa, válida y excelente como las otras
dos, se quiere responder a aquellas situaciones pastorales extraor- Las condiciones y la actitud con las que el penitente ha de par-
dinarias, que constituyen una «grave necesidad». Para que se dé es- ticipar en esta celebración las indica el mismo Ritual:
ta grave necesidad se requieren las siguientes condiciones: - Los penitentes han de arrepentirse sinceramente de sus peca-
-insuficiencia de sacerdotes; dos y estar decididos a enmendarse. La conversión sincera el cam-
-afluencia correlativamente numerosa de penitentes; bio radical e íntimo son absolutamente necesarios. La ab;olución
-privación de la gracia del sacramento o de la sagrada comu- nos serviría de bien poco si no existe la conversión.
nión de los fieles, sin culpa propia. - También han de estar dispuestos a reparar los escándalos y
La Iglesia confía a los obispos la determinación, para sus igle- daños que se hubiesen ocasionado. Pues la reconciliación no pue-
sias locales, de aquellos casos en que se dan las condiciones re- de reducirse a una evasión de nuestras responsabilidades ante la
queridas y en los que se permite celebrar el sacramento bajo esta Iglesia, la sociedad ...
forma, teniendo en cuenta su carácter más excepcional. En cual- - Al mismo tiempo, para que se nos conceda el perdón se re-
quier caso, conviene que todos sepamos apreciar los valores que quiere el propósito de confesar individua/mente, a su debido tiem-
entraña esta forma de celebración: po, los pecados mortales que en las presentes circunstancias no se
- Responde a una situación pastoral real y al deseo de la Iglesia han podido confesar. Esta manifestación ha de hacerse, a poder ser,
de que nadie quede privado de la gracia del sacramento por causas antes de recibir una nueva absolución general, y en todo caso, en la
ajenas a su voluntad. confesión anual. Si la Iglesia obliga a esto no es porque los pecados
- Significa de un modo cualificado la responsabilidad común mortales no se hayan perdonado con la absolución general, sino
en el pecado y, en general, los aspectos comunitarios de la reconci- porque considera necesario que manifestemos nuestra conversión
liación. de este modo, para ofrecernos una ayuda personal en nuestra lucha
- Acentúa de un modo más claro la acción divina, su iniciativa permanente contra el pecado.
misericordiosa y la gratuidad de la reconciliación; al mismo tiem- - A quienes tienen tales disposiciones y desean recibir la abso-
po que expresa mejor, por la fórmula de absolución que se emplea, lución sacramental, se les pide en la celebración que manifiesten
la fe penitencial de la Iglesia. con un signo este deseo, v. gr., arrodillándose, inclinando la cabe-
- El mismo penitente es urgido de un modo especial a que asu- za, acercándose procesionalmente al lugar de la presidencia ... Con
ma responsabilidades respecto de su pecado y su conversión, que este signo, la Iglesia quiere hacer posible la identificación de los
deberá manifestar individualmente en otro momento, si tiene peca- penitentes en cuanto personas; concretar, e invitar al mismo tiem-
dos mortales. po a una petición concreta.
Concluyamos diciendo que esta forma de celebración del sa-
Naturalmente, también debemos evitar algunos peligros o apre-
cramento puede y, a veces, debe tener un puesto en la vida de la co-
ciaciones deficientes a que puede dar lugar:
munidad. Todos necesitamos apreciarla en su justo valor. Será ne-
- Considerar que esta forma de celebración es la forma «jiícil»,
cesario evitar tanto un afán desmesurado de recibir muchas veces
donde se concede el perdón «a precio más barato», excusándonos
la absolución general, cuanto una timidez y duda sobre si realmen-
de una verdadera conversión y compromiso.
442 El sacramento de la penitencia Las diversasjórmas de reconciliación penitencia! 443

te se nos habrán perdonado los pecados. Tengamos en cuenta que b) La necesidad de un ritmo penitencial
las circunstancias y necesidades en que vive la Iglesia en sus dis-
tintas comunidades son muy diversas. Además de suponer que cada comunidad debe orientar y pro-
Cualquier cristiano tiene derecho a participar en esta celebra- poner un ritmo penitencial adecuado, entendemos que cada fiel de-
ción sacramental para el perdón y la reconciliación, sean sus peca- be buscar y «hacerse» con aquel ritmo penitencial que en concien-
dos mortales, graves o leves. Y cualquier cristiano que sincera- cia es el mejor, según su situación y tipo de vida.
mente ha celebrado así el sacramento puede ir a comulgar, con El ritmo penitencial establece la concreción de cuántas veces y
plena tranquilidad de conciencia. qué forma de penitencia debemos celebrar a lo largo de un perio-
Los hombres solemos poner a veces excesivas condiciones al do de tiempo determinado, v. gr., un año. Aunque no haya que pro-
perdón de Dios, pero Dios, que ve el corazón del hombre y cono- ceder con fixismos exagerados, sí es preciso concretar espacios y
ce nuestra sinceridad sabe perdonarnos, a pesar de nuestras limita- tiempos, para que nuestros propósitos e ideales no queden en pura
ciones. Con esta confianza hemos de saber acoger lo que la Iglesia utopía siempre irrealizada. Así se puede pensar en un ritmo:
hoy nos propone para celebrar el sacramento de la reconciliación.
- Semanal de penitencia: una vez a la semana fijarse en algún
aspecto de la penitencia cotidiana: leer la Palabra, visitar un enfer-
3. Aplicación a la celebración y la vida mo, rezar el salmo 50, participar en la eucaristía ...
- Mensual: proponerse cada mes, si hay posibilidad, el dedicar
a) Complementariedad de formas un día a la revisión o al diálogo penitencial, o quizás participar en
una celebración de la penitencia comunitaria con o sin absolución
De todo lo expuesto se deduce que las diversas formas de peni- general.
tencia deben considerarse complementarias, y no exclusivas. Esto - Trimestral: cada tres meses sería muy conveniente que todo
quiere decir que tanto los pastores, cuanto la comunidad concreta, creyente procurara participar en una celebración comunitaria de la
y cada uno de los creyentes, debe preocuparse de celebrar en sus penitencia, o bien (si se cree conveniente-necesario) confesarse.
diversas formas la conversión-reconciliación: unas veces de forma -Anual: por el que debemos tener en cuenta también el «una vez
comunitaria y otras muy personalizada; poniendo el acento en una al año», cuyo tiempo más propicio es ciertamente la cuaresma. En es-
eucaristía especial al mes, o considerando la cuaresma como ver- te tiempo deberíamos celebrar con especial pausa y revisión (quizás
dadero proceso penitencial; revisando la vida en grupo para corre- espaciación) el sacramento de la penitencia en su forma A. E inclu-
girnos y convertirnos, o buscando un diálogo de ayuda y consejo so se debería celebrar de forma especialmente solemne en la comu-
con alguien en quien confiemos ... nidad, cual «día de la reconciliación de la comunidad», la forma B.
La complementariedad soluciona el problema mismo del valor
de cada forma penitencial, pues la remite al aspecto que las otras
formas desarrollan con más claridad. Así, el que la «absolución 4. Puntos para el estudio y la revisión
general» no haya supuesto la confesión individual de los pecados
no sería problema, porque se supone que también se irá de vez en a) Resume tu experiencia de participación en las celebraciones
cuando a celebrar la penitencia más individualmente, y entonces comunitarias de la penitencia, señalando lo positivo que has podi-
se confesarán aquellos pecados que allí el penitente se compro- do vivir.
metió a confesar. b) Lee el texto de lsaias 1, 10-20, y saca las conclusiones que
se desprenden en cuanto al valor de las formas de penitencia.
e) Comenta y señala de qué se trata en el texto siguiente:
444 El sacramento de la penitencia

Esta constante vida penitencial la vive el pueblo de Dios y la lleva a


plenitud de múltiples y variadas maneras. La Iglesia, cuando compar-
te los padecimientos de Cristo y se ejercita en las obras de misericor-
dia y caridad, va convirtiéndose cada día más al evangelio de Jesucris-
to y se hace así, en el mundo, signo de conversión a Dios. Esto la
Iglesia lo re;.:tliza en su vida y lo celebra en su liturgia, siempre que los
fieles se confiesan pecadores e imploran el perdón de Dios y de sus
hermanos, como acontece en las celebraciones penitenciales, en la
proclamación de la palabra de Dios, en la oración y en los aspectos pe-
nitenciales de la oración eucarística (Ritual de la penitencia, n. 4).

5. Oración y meditación

Los Padres ya hablaron de las diversas formas de penitencia.


Puedes meditar sobre el modo como las pones en práctica.
Además de la gracia común del bautismo, además del precioso don del
martirio, que se alcanza por la efusión de la sangre, hay todavía nume-
rosos frutos de la penitencia, para procurarnos la absolución de los pe-
cados ... También la caridad cubre la masa de nuestros pecados ... Y la
limosna constituye un remedio de los pecados ... De igual modo las lá-
grimas en abundancia procuran la purificación de nuestros pecados ...
También el confesar nuestra culpabilidad opera la remisión de los pe-
cados ... La aflicción del corazón y del cuerpo procura la remisión de
las faltas cometidas ... La corrección de nuestra vida ... La intercesión
de los santos ... La caridad y la fe ... El buen consejo al hermano ... El
perdón de las ofensas ... Veis, por tanto, cuántos medios de acceso nos
ha abierto al perdón la clemencia de nuestro Salvador, hasta el punto
de que no pierda el ánimo ningún pecador deseoso de salvarse: ¡Tantos
remedios le llaman a vivir! (Juan Casiano, Collatio XX).

Esta oración del Ritual nos recuerda cuál es el ideal al que Dios
nos llama. La penitencia mira más al futuro que al pasado:
Dios y Padre nuestro, que nos has predestinado a ser tus hijos adop-
tivos, para que fuésemos santos en tu presencia y viviésemos con
gozo en tu casa, recíbenos y consérvanos en tu amor, para que vi- EL SACRAMENTO DEL
vamos con alegría y caridad en tu santa Iglesia. Por Jesucristo nues- MATRIMONIO
tro Señor. Amén (Ritual de la penitencia, n. 341 ).
1
El matrimonio, una realidad humana

l. Encuentro con la vida

Nadie duda de que el matrimonio es una de las realidades huma-


nas más importantes y ricas de la vida. Configurado de una u otra
forma, existió siempre y en todos los lugares, como la forma más co-
mún y excelente de convivencia y amor, de generación y propaga-
ción, de realización personal y social. Sin embargo, no siempre se
han considerado, valorado y apreciado igualmente los diversos tipos
de matrimonio de la historia. La historia y la cultura cristiana nos
han legado un modelo de matrimonio monogámico, considerado co-
mo el «espacio» único de relación sexual y generación, y fundado
sobre un compromiso indisoluble. Este modelo de matrimonio, que
por supuesto admite diversas interpretaciones y aplicaciones, es hoy
«contestado» por algunos sectores y grupos. Por eso se dice que «el
matrimonio está en crisis».
La «contestación» del modelo matrimonial expuesto se mani-
fiesta en una especie de «acusaciones» y de proposiciones «alter-
nativas», como son: el matrimonio tradicional es una institución
fracasada porque no ayuda a la realización personal, sino que es
fruto del contrato y la ley; además está en oposición a las exigen-
cias de la libertad y la sexualidad, a las que reprime reduciéndolas
al espacio intramatrimonial; favorece situaciones de conformismo
y alienación en una sociedad capitalista y burguesa que pretende
prolongar sus autoritarismos y sistemas; es fuente de opresión de la
mujer y de individualismo, impidiendo unas relaciones más abiertas
y extensas; no acepta ni tiene en cuenta las ventajas del «matrimo-
nio a prueba» o del «matrimonio de hecho», o incluso de la simple
«cohabitación» o «convivencia de pareja temporal», como posibili-
dad mejor de realización.
448 El sacramento del matrimonio El matrimonio, una realidad humana 449

Naturalmente, no pueden generalizarse estas actitudes como se a la mujer como reacción más natural? ¿A qué se debe esa fuer-
«acusaciones» a todos los grupos sociales. Debe apreciarse la do- za y esa inclinación que nace de la profundidad de la naturaleza?
sis de verdad que puede haber en tales reacciones. Y, sobre todo, La respuesta de la Biblia es que se debe a Dios, que el matrimo-
deben tenerse en cuenta, a la hora de reflexionar sobre el matrimo- nio es una realidad de este mundo porque así lo ha querido Dios,
nio, los «nuevos» valores sobre los que se quiere solidificar esta que el hombre-mujer son el centro de la creación porque Dios lo
realidad excelente. Tales valores los encontramos, por ejemplo: en dispuso desde el principio. Se trata de una realidad que disfruta de
la recuperación del amor como centro del matrimonio, por encima la bondad, la dignidad, la autonomía de las cosas creadas en sumo
del contrato, el interés o la conveniencia; en la defensa de la liber- grado. Una realidad que no hace falta «sacralizarla» al estilo de las
tad, no sólo para elegir el consorte, sino también para realizar la religiones paganas, ni mitificarla con arquetipos sexuales divinos
propia vida, la vida matrimonial; en la superación de los autoritaris- (dios amante-diosa amante) para que tenga sentido. Sencillamente,
mos y discriminaciones, en defensa de la igualdad y participación el matrimonio es la parte más excelente de la creación querida y
de todos en la vida familiar; en la mayor apertura y socialización del obrada por Dios. Esto es lo que quieren decirnos en lenguaje su-
núcleo matrimonial-familiar, abriéndolo a otros grupos y responsa- gestivo y acomodado a la cultura del tiempo los dos relatos de la
bilidades; en el esfuerzo por convertir el matrimonio en un lugar de creación en el libro del Génesis: Gn 2, 18.21-25: primer relato, más
felicidad, gratificación y realización personal. antiguo, hacia el siglo X a.C. Gn 1, 26-31: segundo relato, más mo-
Todo esto son aspectos positivos. La Iglesia y el cristiano no pue- derno, hacia el siglo V a.C.
den negar estos aspectos. Al contrario, creen que todo lo que es real- Del estudio de estos dos relatos se desprenden algunos puntos
mente humano y humanizante en el matrimonio, es también verda- importantes que destacan el valor humano del matrimonio así que-
deramente cristiano. Por eso, es preciso partir del matrimonio como rido por Dios:
realidad humana, para comprender también su verdadera riqueza - Hombre y mujer los creó: la secularidad del matrimonio, su va-
cristiana. lor humano y terreno no debe confundirse con la afirmación «no tie-
ne nada que ver con Dios». Según los textos, el matrimonio tiene va-
lor humano, porque así lo ha querido Dios. En él tiene su origen y su
2. Profundización en el sentido centro de sentido. Dios es su autor y su creador. El matrimonio es el
resultado del amor creativo y de la voluntad soberanamente libre
a) El matrimonio, una realidad de este mundo querida por Dios de Dios. El gran rito de consagración-bendición del matrimonio es
el mismo acto creador de Dios ... Y este acto de creación no es in-
El matrimonio (compromiso y unión de dos en el amor) es una dividualista o solitario: es una creación «a-dos», como «varón y
realidad terrena, secular, humana. Es la realidad más profunda y mujer», para formar «una sola carne». El hombre total no existe
radicalmente humana. Prueba de ello es que los hombres de todas como varón o mujer solos, sino como varón-mujer, como masculi-
las épocas se han unido en matrimonio, considerándolo como un no-femenino.
hecho plenamente natural y humano. Este simple hecho muestra - La sexualidad humana es obra de Dios: la diferenciación se-
hasta qué punto se trata de una realidad que tiene por sí misma sus xual, la atracción y mutua donación, radican en este ser creados
valores, su sentido, su consistencia. En sí, el matrimonio no nece- «a-dos», ordenados el uno al otro, que abarca la totalidad de la per-
sita ninguna añadidura de sentido religioso para tener sentido, y sona. La bisexualidad es la manifestación más clara de que Dios ha
por eso, tanto creyentes como increyentes se casan sin dudar del va- creado al hombre como ordenado a la mujer, y viceversa. La bon-
lor de aquel acto. Pero, ¿por qué esto es así? ¿Está Dios ausente de dad de la sexualidad no puede estar mejor expresada: Adán y Eva
esta realidad humana, o esia realidad humana es así porque ha si- estaban desnudos y no sentían ninguna vergüenza. Y es que el sexo
do querida por Dios? ¿Por qué el hombre se siente llamado a unir- goza de la misma dignidad que cualquier órgano del cuerpo (ma-
450 El sacramento del matrimonio El matrimonio, una realidad humana 451

nos, ojos, boca), y es una dimensión constitutiva y esencial del mis- b) El matrimonio, una vocación del hombre a realizarse en el
mo hombre creado. Sólo después de la tragedia del pecado, aquella amor
bondad original comenzará a mezclarse con el dolor y la ambigüe-
dad. Sólo entonces Adán y Eva comenzarán a sentir vergüenza. El matrimonio no sólo es una realidad humana querida por Dios,
-- Creados en igualdad para el encuentro: los textos del Géne- es también una exigencia, una necesidad y una vocación del hom-
sis insisten en la creación recíproca, la complementariedad y la bre para su realización plena. Si partiendo de Dios descubrimos lo
igualdad entre el hombre y la mujer. El varón necesita una ayuda que es el matrimonio (punto de vista bíblico-teológico), también
adecuada, una parte con la que comunicarse a nivel de reciprocidad podemos descubrirlo partiendo del mismo hombre, del misterio y
e igualdad. Ningún animal es esta ayuda. Sólo la mujer hace posi- las características más profundas de la persona humana (punto de
ble el encuentro, sólo ella es el válido interlocutor, el «tú» en quien vista antropológico-personalista). De este modo descubrimos có-
el hombre se descubre y se reconoce a sí mismo desde la igualdad. mo los planes de Dios se encuentran con las aspiraciones más hon-
La imagen de la «costilla» es el recurso literario para indicar que el das del hombre, y vemos cómo lo que Dios quiere es justamente lo
varón y la mujer coexisten al mismo nivel de persona humana, tie- que los hombres buscamos. Los límites de la humanidad son los
nen el mismo origen, dignidad e igualdad. Por eso exclama el hom- comienzos de la divinidad. En las fronteras más hondas del hombre
bre: «¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!». siempre se encuentra Dios ... Para descubrir esta «coincidencia»
- Colaboradores de Dios en la obra de la creación: la fecundi- vamos a fijarnos en varios aspectos:
dad del encuentro entre el hombre y la mujer no es la única fina- -el hombre es un ser con los demás,
lidad de la diferenciación sexual, pero sí es el resultado más im- -sobre todo en el amor,
portante de encuentro matrimonial en el amor. La fecundidad es el - a través de un cuerpo,
don matrimonial más excelente de Dios, es la colaboración más ex- -sexuado o diferenciado sexualmente.
celente del hombre a la obra de la creación. Pero la fecundidad de-
be entenderse en el marco de una llamada a la colaboración crea- - El hombre es un ser con los demás: nadie duda de esta afir-
dora total, a la dominación del mundo, al progreso y la cultura, a la mación y realidad. No somos en solitario, sino con los demás. Por
creatividad en todos los órdenes de la vida. Dios llama a procrear eso buscamos y necesitamos la comunicación, la interrelación. Los
personas capaces de creatividad, creadores, no esclavos o abando- otros son la posibilidad de ser, de conocerse, de reconocerse y rea-
nados o indefensos ... Por eso se une: «Sed fecundos y multipli- lizarse. En los otros vemos nuestra coincidencia y nuestra diferen-
caos, llenad la tierra y sometedla». cia. El ser con los demás es un constitutivo de la propia persona,
-- A imagen de Dios los creó: el hombre, en todo lo que tiene, en pertenece al mismo núcleo personal. .. Pues bien, el matrimonio es
cuanto ser y ser-a-dos es y está llamado a ser «imagen de Dios». el lugar privilegiado, el punto más significativo de la relación in-
En la relación hombre-mujer esta imagen aparece en todo su es- terpersonal, del ser con los demás. Es un ser-con-los-demás con-
plendor. En cuanto hombre y mujer representa el amor, la comu- centrado en el ser con el otro a un nuevo nivel: el nivel de una com-
nión, la diferencia, la relación, la ternura, la fidelidad y la fuerza prensión, aceptación, entrega ... que no son comparables a ninguna
creadora de Dios. No sólo es portavoz de la imagen de Dios, si- otra relación.
no también presencializador del Dios vivo, memorial permanente - Ser con los demás en el amor: el acto de comunicación y re-
de su presencia y sus atributos, generador de otras «imágenes» de lación más perfecto es el amor. El amor, como acogida, afirmación
Dios por los hijos, manifestador de la huella de Dios en la creación y búsqueda del otro, como comunicación mutua y realizante, es lo
por sus obras creadoras, por su trabajo de humanización ... Y si es- que mejor nos lleva a descubrir el sentido del «ser con los demás».
to es así, no puede negarse, desde su misma raíz, la referencia del Sólo cuando amo a alguien puedo comprender en verdad lo que
matrimonio a Dios, su profunda dimensión religiosa, trascendente. significa «ser y estar con el otro», en un gozo y una gratificación
452 El sacramento del matrimonio El matrimonio, una realidad humana 453

incomparables. Claro que esto sucede si se trata de un verdadero todo lo anterior. Claro que el sexo, lo mismo que el cuerpo, no es-
amor, es decir, un amor que se da y se recibe, que afirma al otro, tá exento de ambigüedad y misterio: puede ser apertura o cerrazón,
que lo promociona, que es justo y hace libre, que se da sin medi- amor o egoísmo, fuente de vida o negación e instrumentalización.
da ... Pues bien, lo que también ahora decimos es que el matrimo-
nio es la forma privilegiada de ser con el otro en el amor. Es verdad
que existen diversas formas de amor, como son el amor filial, el 3. Aplicación a la celebración y la vida
paterno, el de amistad o caridad ... Pero, desde un punto de vista
humano, el matrimonio es la forma y el grado más completo e in- a) Valores permanentes del matrimonio
tegral del amor interpersonal, ya que abarca todos los estratos del
ser: el espiritual, psicológico, corporal, afectivo ... Esta es la gran- Los valores humanos permanentes del matrimonio son los va-
deza y el misterio del matrimonio. lores que se desprenden del mismo ser matrimonial, de la esencia
- A través de un cuerpo: el hombre sólo existe en un cuerpo, es del ser del hombre y la mujer en el amor comprometidamente. Es-
una «coexistencia corpórea». Y sólo se relaciona, comunica y ex- tos valores deben ser aceptables y realizables en todo matrimonio,
presa por su cuerpo. Por eso se dice que el cuerpo es el primer sím- al menos como ideal. También desde la fe será preciso asumir tales
bolo del hombre. Ahora bien, este cuerpo que es medio expresivo, valores, porque en definitiva el sacramento del matrimonio es el
lenguaje vivo y comunicativo, presencia y transparencia ... también matrimonio mismo, y los valores del sacramento tienen como su-
es para nosotros límite, finitud, barrera y traba. ¿Por qué? Pues puesto y fundamento los mismos valores del matrimonio. ¿Cuáles
porque por el cuerpo nunca somos todo lo que queremos ser, ni de- son estos valores permanentes?
cimos todo lo que queremos decir, ni hacemos todo lo que quere- - El amor que abarca al hombre total: podrá vivirse o expresar-
mos hacer. De ahí que nos topemos con la resistencia de la enferme- se de una u otra forma este amor, pero lo cie1to es que sin amor no
dad, con la incoherencia de la palabra, con el error, con el dejarnos hay verdadero matrimonio. Es un amor que no excluye ningún as-
arrastrar por las pasiones ... Más aún, a veces el cuerpo es también pecto de la persona humana, sino que abarca al hombre total: sen-
máscara, engaño, encubrimiento, porque por él expresarnos externa- timiento y voluntad, cuerpo y espíritu, sexo, eros y ágape.
mente una cosa e internamente pensamos otra. El cuerpo, en ésta su - La mutua e incondicional aceptación: el mismo amor supone
ambivalencia, se nos presenta como misterio. la aceptación del otro sin condiciones. El amor condicionado no es
- Diferenciado sexualmente: este es el último aspecto impor- amor pleno. Se aceptan las cualidades y los defectos, lo positivo y
tante del hombre. La diferenciación sexual es fundamento de la al- lo negativo, las «alegrías y las penas», el pasado, el presente y el
teridad, de la comunicación e inclinación al otro, del amor, de la futuro de aquel a quien se ama.
misma diferencia corporal. El hombre sólo es sexuado: o masculi- - La unión permanente y la fidelidad: la fidelidad es la forma
no o femenino (aunque también haya restos de feminidad o mascu- en que se concreta la aceptación incondicional. La prueba de que
linidad en el sexo contrario). No se trata de una dimensión acci- aceptamos a alguien en verdad es que le permanecemos fieles, por
dental, sino esencial del hombre: algo que impregna todo nuestro encima de veleidades o vicisitudes. El amor verdadero también
ser y personalidad. La sexualidad humana no es comparable con la tiende a ser fiel, duradero, permanente.
sexualidad animal, porque en el hombre es fuente de relación in- - La creatividad y procreación: la creatividad mutua, la reali-
terpersonal y de amor, porque es sexualmente humanizada ... Y en zación conyugal, la procreación son fruto del amor entre la pareja.
el matrimonio, de la misma manera que entra el ser con el otro, y el La relación interpersonal y la sexualidad también apuntan en el
amor, y el cuerpo, también entra la sexualidad, la diferenciación. mismo sentido: la creatividad y la procreación. No es que este sea
Más aún, el matrimonio es la forma más excelente de realiz.ación el último sentido y función de la sexualidad y el amor, pero sí es
del hombre como realidad sexuada, precisamente porque implica uno de los más importantes, y no se puede excluir.
454 El sacramento del matrimonio El matrimonio, una realidad humana 455

- Finalmente, la publicidad e institución: este es otro elemento b) Lee detenidamente los textos del Génesis 2, 18.21-25 y 1,
antropológico fundamental del matrimonio. El matrimonio no es 26-31, y señala las interpretaciones falsas que has oído al respecto,
algo privado, sino algo que afecta a la sociedad, a la comunidad, en relación o comparación con lo que has leído en este tema.
Por eso debe expresarse, por eso la misma comunidad tiene un cier- c) Comenta brevemente este texto:
to derecho a intervenir. Cuando el matrimonio se reduce a algo co- Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza: llamándolo a la
mo «clandestino», cuando el amor teme manifestarse por algo, es existencia por·amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor. Dios
prueba de que padece alguna deficiencia. es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de
amor. .. Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la
vocación y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del
b) Sentido religioso del matrimonio amor y de la comunión. El amor es por tanto la vocación funda-
mental e innata de todo ser humano ... El amor abarca también el
Dios no puede estar ausente de la obra de sus manos. El ma- cuerpo humano, y el cuerpo se hace partícipe del amor espiritual
trimonio, que tiene como esencia la relación interpersonal entre (Juan Pablo II, Familiaris consortio, n, 11).
hombre y mujer en el amor, es todo él como una gramática abier-
ta sobre Dios, como el grito de Dios desde las fibras más hondas
5. Oración y meditación
y las inclinaciones más profundas del ser humano. Los mismos
«déficit» y «superávit» de estas características del matrimonio nos
a) San Isidoro nos ayuda a meditar sobre la bondad del matri-
hablan de esta llamada a la trascendencia, de esta referibilidad ha-
monio, expresada en la bendición de Dios:
cia el Absoluto,,, El matrimonio es relación con el otro humano,
pero ¿acaso este otro responde a mis aspiraciones en plenitud? Su La unión matrimonial que es bendecida por el sacerdote, fue ben-
limitación me está diciendo que detrás está la plenitud del TÚ di- decida ya por Dios en la creación, según lo que está escrito: «Dios
vino. El matrimonio es también amor, pero ¿no vemos en este creó al hombre, a su imagen los creó, varón y mujer los creó, y los
bendijo diciendo: creced y multiplicaos» (Gn 1). Pues de modo se-
amor la limitación y el riesgo, la aspiración hacia un amor que no mejante a como se hizo en el paraíso se hace hoy en la Iglesia (san
logramos alcanzar? Es porque este amor apunta al otro AMOR, al Isidoro de Sevilla, De ecci. off II, 20, 5).
amor que sin negar lo humano lo asume hasta lo divino. Igualmen-
te hemos dicho que el matrimonio es relación corpórea por un b) El Ritual ora pidiendo a Dios que aquello que él mismo
cuerpo sexuado, y sin duda el matrimonio es el marco más perfec- creó, se realice en la fidelidad del amor:
to de expresión y comunicación sexual. Pero, ¿no se convierte el
sexo y el eros en fuente de aspiración no alcanzada, en limitación Señor, Dios nuestro,
y riesgo? Detrás del placer y del goce, más allá de la bondad de la que al crear el género humano
estableciste la unión entre el hombre y la mujer:
relación fisica, hay siempre una llamada a la felicidad sin límites, une en la fidelidad del amor
una aspiración a la infinitud que permanece sin reducirse a un mo- a estos hijos tuyos que celebran su boda,
mento pasajero, para que, amándose sin egoísmo,
den testimonio de tu amor.
(Ritual del matrimonio, n. 185)
4, Puntos para el estudio y la revisión

a) Describe el «modelo» de matrimonio al que hoy aspiran los


jóvenes, según ves en ti y a tu alrededor,
2
El matrimonio, sacramento cristiano

1, Encuentro con la vida

Todo el mundo acepta con facilidad, porque es un hecho de ex-


periencia, que el matrimonio es «una realidad humana», Pero no
todos aceptan o comprenden que el matrimonio sea un «sacramen-
to cristiano», ¿Es que necesita el matrimonio ser sacramento para
tener sentido? ¿Qué añade el sacramento al matrimonio que no ten-
ga este por sí mismo? ¿Qué es lo propio y específico del matrimo-
nio cristiano? Estas y otras preguntas son lógicas y normales,
Más aún, en los últimos años, debido quizás a la incidencia de
la secularización en la vida cristiana, y la valoración de todo lo hu-
mano, son no pocos los creyentes que contestan o no comprenden,
o incluso no aceptan la forma como hoy presenta y vive la Iglesia
el sacramento del matrimonio. Para muchos el matrimonio padece
una verdadera crisis de identidad, por las siguientes razones:
- porque se contestan los valores transmitidos y heredados de la
tradición cristiana;
- porque muchos miembros de la Iglesia tienen dificultad en
identificarse con la moral, la enseñanza, las cualidades del matri-
monio tal como las entiende y explica la Iglesia;
- porque se da un rechazo positivo, por parte de no pocos miem-
bros de la misma institución, configuración canónico-eclesiástica y
forma de celebrar el matrimonio, tal como Jo propone la Iglesia;
- porque en muchos aspectos se percibe un cierto desfase entre
la teología y el derecho, entre la teoría y la realidad, entre los datos
de las ciencias humanas y las exigencias de la moral eclesial, entre
lo que la celebración expresa y lo que la situación vital supone,
Sin duda, hay que reconocer en no pocos aspectos la verdad de
esta crítica. La Iglesia no puede permanecer atada a modelos cu!-
458 El sacramento del matrimonio El matrimonio, sacramento cristiano 459

turales, o a «morales» que sólo expresan una mentalidad de un mo- occidental que «los ministros» son los mismos esposos, porque son
mento histórico. Pero también es cierto que la Iglesia no puede re- ellos los que dándose y recibiéndose mutuamente se administran el
nunciar a lo que es la esencia de su concepción matrimonial. Y uno sacramento, ante el testigo cualificado del sacerdote, corno víncu-
de los elementos de esta «esencia» es que el matrimonio, para los lo de unión con la Iglesia y de re-presentación del mismo Cristo
cristianos bautizados creyentes es un sacramento, es decir, es una (cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 1623).
realidad humana que remite, apunta, significa, expresa y realiza al- - Y también acerca de la «gracia sacramental» puede afirmar-
go más que lo que aparece y se ve: nada más y nada menos que el se que se realiza originalmente. Pues, en otros sacramentos el suje-
mismo amor de Dios a los hombres, expresado en el amor de Cris- to es individual, y en cambio aquí el sujeto es un «a-dos» al que
to a su Iglesia. Pero, ¿cómo se explica todo esto? afecta la gracia, creando un vínculo unitivo, siendo en sí misma
gracia esponsalicia unitiva, una gracia que se comparte de modo
especial.
2. Profundización en el sentido - Más aún, respecto a la «permanencia» del mismo sacramento
también es original el matrimonio, ya que en otros casos el sacra-
a) El matrimonio, «un sacramento distinto» mento dura lo que dura la celebración (otra cosa será sus compro-
misos), y en cambio en el matrimonio decimos que es un «sacra-
El matrimonio es ciertamente un sacramento, porque tiene las mento permanente», porque dura siempre, al menos mientras dura
mismas características de todos los sacramentos de la Iglesia: ha si- el amor expresado en los signos matrimoniales de la vida. Por eso, el
do elevado a sacramento por Cristo, es un signo externo en sí mis- matrimonio es fuente de santificación permanente, y los esposos es-
mo, significa y comunica la gracia haciendo presente el misterio tán llamados a santificarse el uno al otro.
del amor de Cristo a la Iglesia ... Pero, aun siendo esto cierto, rea-
liza todos los elementos de modo «distinto» a los demás sacra-
mentos, por ejemplo la eucaristía. Esta semejanza y diferencia es lo b) Casarse, una situación fundamental para la experiencia de
que llamarnos «analogía». Y en este caso la analogía se muestra en gracia
los siguientes datos, que hay que tener en cuenta.
El casarse es una situación fundamental de la vida humana, que
- Respecto a la «institución», en el matrimonio decimos que Cris-
los hombres de todas las épocas y pueblos han llenado de solemni-
to lo ha instituido, pero de forma original, porque en sí ya fue «insti-
dad y de fiesta, de ceremonias y ritos. A veces, da la impresión de
tuido» en la creación, y lo que ha hecho Cristo es «elevarlo» a sacra-
que todo queda reducido a folklore y exterioridad, a acto social y
mento. ¿Cómo? Dándole su pleno sentido, haciéndolo signo de un
externo. Sin embargo, cuando alguien vive en sinceridad este acon-
amor que se ha manifestado y realizado en él desde la encarnación,
tecimiento, algo importante sucede en su vida, que la conmueve
pero sobre todo en su ministerio.pascual: su muerte y resurrección.
desde lo más profundo del ser. No, casarse no es nunca un acto vul-
- En cuanto «signo externo», el matrimonio también es espe-
gar, ni un simple protocolo que deja «neutrales» a los sujetos que
cial: no tiene una materialidad sensible corno signo, tal corno suce-
se casan. Es, más bien, un acontecimiento de tal densidad, que pro-
de por ejemplo con el pan y el vino de la eucaristía. El signo ver-
voca al hombre hacia una experiencia difusa o consciente, de gra-
dadero del matrimonio es la misma realidad humana del hombre y
cia y de gozo. ¿Cómo se explica esto?
la mujer expresándose su amor y compromiso, con las palabras, el
consentimiento, los anillos, las arras ... - Porque se trata de una situación que se vive como algo gran-
- Sobre el «ministro» del sacramento decimos normalmente de y hermoso, que comporta contento y felicidad, desde la expe-
que es el sacerdote, y por eso la eucaristía, por ejemplo, sólo pue- riencia del amor. Y esto lleva a preguntarse sobre el «porqué de es-
de presidirla él. En cambio en el matrimonio afirma la tradición ta grandeza y alegría que nos supera».
460 El sacramento del matrimonio El matrimonio, sacramento cristiano 461

- Porque es una situación que nos enfrenta con nuestro misterio la riqueza humana, lo hace portador de una riqueza divina. Y esto
más profundo, y suscita la pregunta: ¿Quién soy yo para vivir esto? es así, sencillamente en Cristo y desde Cristo.
¿Quién es y quién vendrá a ser el otro para mí? ¿Cómo salvar las No es que Cristo formulara en el evangelio una «tesis» sobre el
amenazas y los riesgos del amor? matrimonio. Al contrario, el Nuevo Testamento habla relativamen-
- Porque es una situación que nos obliga a recapitular nuestra te poco del matrimonio. Pero sí lo suficiente como para compren-
existencia o nuestra historia: pasado revisable, presente decisivo, der el valor y sentido que le ha dado Cristo, con sus palabras y sig-
futuro desconocido. Todo se ve con nuevos ojos. Y sobre todo, es nos, y sobre todo con su muerte y resurrección.
ahora cuando se siente la fuerza del futuro, lleno de ilusiones, pe- - En primer lugar, Jesús reconoce el valor del acontecimiento
ro también incierto. matrimonial en el primer momento de su vida pública: participan-
- Porque, justamente esta situación, el hombre la vive desde un do en las «bodas de Caná» (Jn 2, 1-11). Aunque Jesús no se casó,
compromiso de la libertad, desde un «para siempre», que no deja puede decirse que vivió sobre todo en este momento la situación
de ser una apelación muy seria a la responsabilidad respecto a sí y matrimonial, una situación de gozo y de apuro, que Jesús convier-
respecto al otro. Se trata de una decisión que. ciertamente marca e te en situación de alegría y gracia, en situación mesiánica y «sa-
impacta la propia vida. cramental», que indica cómo la verdadera abundancia, alegría y
- Porque el matrimonio es comienzo de un nuevo tipo de rela- fiesta están en Dios. La Iglesia ve en las bodas de Caná «la confir-
ción, respecto a sí mismo (que viene a comprenderse de forma nue- mación de la bondad del matrimonio y el anuncio de que en ade-
va), respecto a los demás (mujer e hijos, con los que tendrá que con- lante el matrimonio será un signo eficaz de la presencia de Cristo»
tar de modo especial, como algo «suyo»), y respecto a Dios (ante (Catecismo de la Iglesia católica, n.1613).
quien sólo puede estar y orar desde la anterior responsabilidad). - Jesús hereda la imagen matrimonial o esponsalicia: y lo ha-
Pues bien, esta situación, de la que se es consciente más o menos ce así aceptando el simbolismo profético, que llama esposo a Yah-
explícitamente, es un verdadero «lugar» para la experiencia de gra- vé y esposa a su pueblo. Jesús viene a asumir la figura del «espo-
cia. En efecto, cuando uno la vive desde la sinceridad profunda que so», y según esto se entiende la parábola de los «invitados a las
no se cierra sobre la riqueza que entraña, se ve como sobrecogido y bodas» (Mt 22, 1-14 ), la explicación de por qué los discípulos no
embargado por la grandeza de un misterio que no sabe describir con ayunan mientras el esposo está con ellos (Mt 9, 14-15), la parábo-
palabras. Y este misterio, que siente indeciblemente, es la presencia la de «las diez vírgenes» (Mt 24, 1-13 ), y las bodas escatológicas
de Dios. Cuando uno se entrega a la aventura matrimonial con toda de que habla el Apocalipsis (21, 9; 19, 7).
el alma, aceptando al otro como el «rostro indigente y amable», y - Jesús defiende la indisolubilidad del matrimonio: y la defien'
aceptando la imprevisibilidad del futuro, con plena confianza y aper- de porque defiende la voluntad originaria de Dios: «al principio no
tura a la vida que se le ofrece, también entonces hace experiencia de fue así»; porque defiende la igualdad del hombre y la mujer, sa-
algo inexplicable y grande, de algo que se le impone y le llena. Y es- liendo al paso de la ley que permitía el «repudio» y abandono de la
to es la presencia graciosa y maravillosa de Dios. Esto es la gracia. misma; lo defiende porque piensa que por encima de la ley está el
plan de Dios sobre el mismo matrimonio: «serán una sola carne» ...
No es que Jesús dé una ley absoluta, pero si propone un absoluto
e) El matrimonio cristiano, una nueva forma de amar ideal, que el cristiano debe empeñarse en cumplir con todas sus
fuerzas. Y, si viniera el irreversible fracaso, también Jesús muestra
Los cristianos no hemos inventado ni el matrimonio ni el amor. la misericordia (cf. Me 10, 1-11; Le 16, 18; 1 Cor 7, 10-12; Mt 5,
Los cristianos se casan y aman como todos los demás hombres. Pe- 31-32 y 19, 3-9) (cf. Ritual del matrimonio, 4).
ro entienden su matrimonio y su amor de una forma nueva, porque Pues bien, a partir de esta actitud de Jesús, y sobre todo de su
la viven desde unas referencias y un sentido que, sin negar nada de entrega, de su alianza y pacto, de su amor y su unidad manifestados
462 El sacramento del matrimonio El matrimonio, sacramento cristiano 463

en el misterio pascual, en relación con la humanidad y con la Igle- 3. Aplicación a la celebración y la vida
sia, se comprende la explicitación que de este misterio hace san Pa-
blo: «Maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a su a) Creer en el misterio
Iglesia y se entregó por ella ... Por eso, dejará el hombre a su padre
y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. El misterio es grande, inabarcable en nuestras pobres categorías.
Este símbolo es magnífico; yo lo estoy aplicando a Cristo y a la Sólo puede vivirlo quien, además de ser un bautizado, es un creyen-
Iglesia» (Ef 5, 25-30). En este texto. Pablo está poniendo en rela- te. La fe es esencial en y para el sacramento del matrimonio, porque
ción el matrimonio de Adán y Eva (matrimonio prefigurativo ), con sólo por la fe se desvela lo oculto, se comprende el sentido, se hace
el matrimonio Cristo-Iglesia (matrimonio de realización ideal), y transparente el signo, sobrecoge y nos hace gozarnos en el misterio.
con el matrimonio de los cristianos (matrimonio que actualiza el Por desgracia, no todos los que se casan por la Iglesia tienen es-
ideal). El misterio consiste en la referencia y remitencia de estos ta fe que les lleve a celebrar el sacramento en plenitud. Es cierto
«matrimonios». El matrimonio cristiano está llamado a ser una ac- que hay una voluntad de casarse según lo quiere la Iglesia, pero só-
tualización, una representación del matrimonio de amor de Cristo lo esto no es la fe que pide la misma Iglesia para que el matrimonio
y la Iglesia, de la unión definitiva de Cristo con la Iglesia. Por eso, sea ese signo consciente, transparente del amor de Dios.
el matrimonio cristiano puede considerarse como verdadero sím-
bolo sacramental, que remite y realiza en sí la realidad simboliza-
da. No se trata de un símbolo que nos lleve sólo a un mejor cono- b) No «encerrar» la experiencia y la gracia de Dios
cimiento de la realidad que simboliza, sino de un símbolo que realiza
lo que significa, que lo hace presente. Esto quiere decir, que cuando Tendemos a pensar que la gracia de Dios sólo es para los cris-
el matrimonio se celebra en la fe, hay una realización del amor de tianos, y que sólo el matrimonio cristiano tiene la fuerza de sacra-
Dios especial en esa pareja. Que cuando marido y mujer se aman mento. Pero, en realidad, hay que decir que el matrimonio es algo
en la totalidad de su ser, están expresando el mismo amor de Dios, común a todos los hombres, sean o no cristianos. Y que, por tanto,
están recordándose lo grande que es el amor de Dios con los hom- por el hecho de serlo, cualquier matrimonio tiene una cierta «vir-
bres, y con ellos en especial. En esto consiste la grandeza y el mis- tud» sacramental o simbólica (se simboliza el amor mutuo, el uni-
terio del matrimonio cristiano: en que tiene un «plus» de sentido, versal, la trascendencia quizá ... ). Y, si esto es así, si todos los que
un contenido de verdad, una dimensión única e inefable: la que se casan están llamados a vivir la situación antes descrita, también
procede del amor de Dios a los hombres, realizado en Cristo, y per- pueden hacer todos experiencia de gracia, y pueden sentir en esta
petuado en la alianza con su Iglesia, que se hace presente en la situación la llamada del Absoluto, aunque no lleguen a llamarle
alianza matrimonial. «Dios de Jesucristo». Y, cuando esto se da con sinceridad y verdad,
El nuevo Catecismo lo explica así: «Toda la vida cristiana está también habrá que decir que Dios está presente y les da su gracia,
marcada por el amor esponsal de Cristo y de la Iglesia. Ya el bau- y en ellos (implícitamente) se está realizando el misterio del amor
tismo, entrada en el pueblo de Dios, es un misterio nupcial... El a los hombres.
matrimonio cristiano viene a ser por su parte signo eficaz, sacra- Los cristianos no acaparamos la gracia de Dios. El hecho de ha-
mento de la alianza de Cristo y de la Iglesia. Puesto que es signo y berse casado por la Iglesia no es título para una donación «auto-
comunicación de gracia, el matrimonio entre bautizados es un ver- mática» de la gracia. Muchos que no se casan o no están casados
dadero sacramento de la Nueva Alianza» (Catecismo de la Iglesia por la Iglesia pueden ser más sinceros y vivir mejor su matrimonio
católica, 161 7). que los cristianos. ¿Les negará Dios su amor y su gracia?
464 El sacramento del matrimonio El matrimonio, sacramento cristiano 465

4. Puntos para el estudio y la revisión Que de tal modo realicen el débito conyugal,
que no te olviden a ti. Amén.
a) Consulta a algún joven que se haya casado recientemente, o Que no vivan al margen de ti,
a algún adulto casado, sobre si entiende y vive este misterio cris- sino que te agraden permaneciendo en la fe. Amén.
tiano del matrimonio. (M. Ferontin, Líber Ordinum. Supp/ementurn, col. 438)
b) Lee estos textos de la Escritura sobre la alianza matrimonial
de Dios con su pneblo, y saca tus conclusiones: Os 2, 4s; Ez 16, 8s;
Le 14, 16-24.
e) Comenta y señala lo que te llame la atención del canon 1055:
La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen
entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índo-
le natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de
la prole, fue elevado por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sa-
cramento entre bautizados. Por tanto, entre bautizados, no puede
haber contrato matrimonial válido que no sea por eso mismo sacra-
mento (Código de derecho canónico, 1055, 1-2).

5. Oración y meditación

Este párrafo de las orientaciones del Ritual del matrimonio, nos


ayuda a meditar sobre el misterio y la gracia del sacramento:
Dada su condición de miembros de Cristo, que no se pertenecen a sí
mismo sino al Señor, los esposos cristianos se entregan y reciben mu.:.
tu.amente, como don del mismo Cristo, que sale al encuentro de los
mismos y actúa en ellos y a través de ellos. Y así por ese sacramento,
imbuidos del Espíritu de Cristo, su amor conyugal es asumido por el
amor divino, están fortificados y como consagrados para cumplir su
misión conyugal familiar, y llegan cada vez más a su pleno desarrollo
personal, a su mutua santificación, y por tanto, conjuntamente, a la
glorificación de Dios ... El sacramento del matrimonio ... presupone
la madurez de la fe y de la vida cristiana, alimentada por la palabra de
Dios, sellada por los sacramentos que completan la iniciación cristia-
na (Ritual del matrimonio, Prenotandos, n. 5-6).

Este testimonio de la liturgia hispánica (entre los siglos VI-XI),


nos transmite una bendición que se hacía a los esposos:
Concédeles, Señor, la mutua concordia en el temor,
y la misma bondad en el amor. Amén.
Que se amen, y no se aparten de ti. Amén.
3
El matrimonio, misterio de
salvación y de amor

l. Encuentro con la vida

A lo largo de la historia se han dado dos concepciones funda-


mentales que han dividido la explicación teológica del sentido del
matrimonio: una más «espiritualista», que exaltaba lo espiritual
del amor y marginaba lo corpóreo-sexual considerándolo como algo
puramente instrumental para la procreación (concepción que predo-
minó en la Iglesia católica); y otra más «corporalista», que exaltaba
el valor del cuerpo, del sexo y el placer, y no ponderaba suficien-
temente los aspectos espirituales del amor fiel, en relación con el
amor de Dios a los hombres (concepción que predomina en am-
bientes más hedonistas y liberales).
Estas dos concepciones generales siguen de algún modo vigen-
tes en la misma Iglesia y entre los cristianos. Bien es verdad que
actualmente los jóvenes valoran de otra forma el cuerpo, la sexua-
lidad y el erotismo en el matrimonio, y en general en la relación
hombre-mujer. Nadie piensa que el matrimonio se justifica sólo
por la procreación o por dar al hombre un «remedio para su concu-
piscencia», entre otras cosas porque esto puede de hecho lograrse
también sin el matrimonio. Y serán muy pocos los que crean que
las relaciones matrimoniales, con el gozo y placer que suponen,
deben reducirse al mínimo porque en ellas siempre se muestre una
amenaza de dominio de la pasión. Gracias a Dios, estas concepcio-
nes, vigentes durante mucho tiempo en la Iglesia, han sido supera-
das por una más positiva comprensión de los valores integrales del
encuentro entre el hombre y la mujer.
No sólo se afirma hoy el valor positivo de la sexualidad, el ero-
tismo, el encuentro gratificante y gozoso entre el hombre y la mu-
468 El sacramento del matrimonío El matrimonio, misterio de salvación y de amor 469

jer, sino que la teología y la moral no dudan en afirmar que esta se- el deseo del encuentro corporal y carnal, la voluntad de acercamien-
xualidad y erotismo son parte integrante del sacramento del matri- to y contacto fisico. En sí mismo, el eros es inclinación al otro, aper-
monio, porque son parte del matrimonio mismo, porque Dios ha tura al otro, posibilidad de encuentro interpersonal, fuerza y dina-
creado en el hombre esta realidad como algo bueno y digno, por lo mismo para la relación con la otra persona. Se trata de un punto de
que el hombre realiza la misión y vocación que el mismo Dios le partida para la realización del amor recíproco y total, de un impulso
ha dado. Sin embargo, hay que reconocer que hoy tenemos inclina- bueno, positivo y digno para la vivencia humana de la sexualidad.
ción a exaltar estos valores, sin tener suficientemente en cuenta que Y, sin embargo, no es esto todo. El eros, hay que decirlo, es una
hay que integrarlos con otros, para que no reviertan contra el mis- fuerza positiva, pero también un riesgo. Y es así porque está carga-
mo hombre, como sucede con todo el asunto de la comercializa- do de ambigüedad y de inclinación deformante. Porque, por su
ción y explotación por el sexo, el abuso y negación de la dignidad misma fuerza e inclinación, tiende a poseer lo que le satisface, a
humana, la pornografia y el erotismo a la venta ... convertirlo en instrumento. El eros se convierte fácilmente en fun-
Este punto de partida nos dice que también la sexualidad y el ción devoradora del amor. Su insaciabilidad le hace aparecer como
eros deben entenderse como misterio antropológico-teológico del voraz. Sufre la tentación permanente del egocentrismo y el egoís-
matrimonio. Pero esto sólo sucederá desde la fe en el misterio mo. Pretende hacer girar todo en torno a sí y sus exigencias. Fácil-
del amor de Dios, que es capaz de dar sentido a estas realidades, y mente reduce el sexo a la genitalidad, y el encuentro a pura bús-
desde la vida común en la comunidad eclesial, que hace posible la queda personal de placer ...
realización de estos valores sin reducirlos a puro subjetivismo. Precisamente por eso, se dice que el eros necesita del «ágape», es
decir, del amor verdadero. De un amor, no que mate al eros, sino que
lo encauce y dé sentido, que le ofrezca el verdadero marco de reali-
2. Profundización en el sentido zación. El «ágape» es don, oblación, comunicación personal, acep-
tación y solicitud no egoísta, mirada al otro sin destruirlo, ser-con y
a) Matrimonio, eros y ágape al mismo tiempo ser-para el otro. Así entendiendo el ágape es la ne-
cesidad del eros para encontrar su pleno sentido. Eros y ágape no es-
Decíamos que el sacramento del matrimonio es el matrimonio tán llamados a oponerse, sino a complementarse y ayudarse. Ambos
mismo con toda su riqueza y variedad de aspectos. Por tanto, si el se necesitan para que el encuentro hombre-mujer sea pleno, y ni hu-
matrimonio abarca al hombre en cuanto realidad corpórea, y el cuer- ya o desprecie el encuentro carnal, la pasión de la unión, ni la reduz-
po es necesariamente sexuado, y esta diferenciación sexual supone ca a objeto de posesión o a meta última. En el ágape el eros encuen-
la existencia del eros, habrá que decir que tanto el cuerpo, como el tra su pleno sentido, su reposo y su paz, su libertad y su fecundidad.
sexo y el eros forman parte del mismo sacramento del matrimonio, Pues bien, este eros y ágape humanos del matrimonio son par-
son signos de la existencia permanente de tal sacramento. te integrante del sacramento del matrimonio. Y al serlo cobran nue-
Aparte del fundamento bíblico que tiene esta afirmación en los va dimensión, porque entonces comienzan a explicarse desde el
mismos pasajes del Génesis, y sobre todo en ese extraordinario can- «eros» y el «ágape» del mismo Dios, es decir, desde la «pasión» y
to al amor y a la expresión sexual-erótica entre la pareja al que se el «amor» de Dios por los hombres. Es en el eros y el ágape de
refiere el Cantar de los Cantares (cf. 1, 2; 3, 1-2; 7, 7-13), hay que Dios, manifestado en Cristo (pasión y muerte por amor), donde en-
decir que la misma teología y antropología reconocen el valor posi- cuentran su último sentido el eros y el ágape humanos. Más aún, en
tivo del «eros» en el hombre. Supuesta la diferenciación sexual, la fe podemos decir que el eros y el ágape humanos son una parti-
«eros» es esa fuerza del hombre, que arranca de la atracción de los cipación, una actualización del eros y el ágape divino. No hay amor
sexos, y que nos impulsa al encuentro con el otro, como capaz de verdaderamente humano y cristiano que no encuentre su fuente
saciar nuestra tendencia. El eros incluye la complacencia en el otro, en el amor de Dios. Ni hay eros que no encuentre su sentido en el
470 El sacramento del matrimonio El matrimonio, misterio de salvación y de amor 471

eros-pasión-amor de Dios a los hombres. Es precisamente en esta trimonial. Su füerza y su ayuda nos hará descubrir la presencia per-
unión donde comprendemos también que eros y ágape están unidos manente del misterio pascual en el matrimonio, y encauzará en ar-
a «thanatos» = a la muerte, a la renuncia y a la entrega, al sacrifi- monía la sexualidad, el eros, el ágape y el thanatos.
cio ... Como lo estuvieron en Cristo. El eros y el ágape encuentran
su luz en la cruz, en la entrega total por el otro.
c) Matrimonio, Iglesia, comunidad

b) Matrimonio, historia de salvación, pascua de Cristo El matrimonio es un momento privilegiado de la manifestación


y edificación de la Iglesia. La Iglesia está presente en el matrimonio
El matrimonio cristiano simboliza la historia de un amor personal no tanto como instancia jurídico-canónica, cuanto como misterio de
que comenzó en la creación, alcanzó su suprema realización en Cris- comunión. Es decir, corno comunidad de acogida y ayuda, de pre-
to, y llegará a su pleno desarrollo en la escatología. El matrimonio de sencia y signo de salvación, de animación e impulso para evitar to-
dos cristianos concretos no es, pues, un acto aislado de la historia, es dos estos aspectos señalados del matrimonio. Más aún, la Iglesia
un eslabón más dentro de la gran cadena de la historia, que simboli- quiere estar en el matrimonio y la familia con una especial solicitud,
za y hace presente el amor esponsal de Dios a los hombres. que procede de la importancia que tienen para el mismo füturo de la
Ahora bien, este amor de Dios a los hombres ha tenido su cen- Iglesia: es la solicitud que quiere animar la fe, la caridad, la unión,
tro y su punto culminante en Cristo, en su pasión-muerte y resu- la edificación de los hijos, la armonía y colaboración, la presencia
rrección, en el misterio pascual. Por eso, los que se «casan en el en el mundo desde la realidad matrimonial-familiar.
Señor» representan y actualizan sobre todo este acontecimiento Pero no sólo la Iglesia está de forma especial en el matrimonio.
pascual, en el que se nos da la clave de interpretación del sacra- También el matrimonio debe estar de forma especial en la Iglesia, se-
mento cristiano. Porque es en el misterio de la muerte de Cristo en gún lo que le corresponde. En efecto, el matrimonio, por ser una rea-
la cruz, por amor, donde vernos qué significa el eros, el amor y la lidad a-dos, una comunidad interhumana, representa de forma espe-
muerte matrimonial. Porque en esta pasión y muerte encontrarnos cial a la Iglesia, es signo más elocuente de su verdad, su amor y su
la última palabra del amor verdadero, un amor que es donación y unidad. En el matrimonio cristiano aparece, se compromete, se rea-
entrega, y que a pesar del sacrificio, y por medio de él, vence al liza la Iglesia. Por eso precisamente, el Vaticano II no tuvo dificultad
egoísmo, y abre camino a la esperanza definitiva. De ahí que pue- en recordar (recogiendo una expresión patrística), que el matrimonio-
da decirse que el amor pascual es la verdadera gracia del sacramen- la familia es una «ecclesia doméstica», una Iglesia en pequeño: «En
to del matrimonio. Y que el matrimonio es corno un «memorial» esta especie de Iglesia doméstica los padres deben ser para sus hijos
permanente de esta gracia pascual. los primeros predicadores de la fe, mediante la palabra y el ejemplo,
Y, porque es así, también podernos afirmar que el matrimonio y deben fomentar la vocación propia de cada uno». Esta compara-
supone el don del Espíritu santo. Si el Espíritu es el don escatoló- ción y verdad supone: que la familia tiene unas tareas semejantes a la
gico de Cristo, fruto del misterio Pascual, al ser el matrimonio ac- Iglesia: engendrar y educar a los hijos en la fe; iniciarlos a la Palabra,
tualización de este misterio, es también actualización de aquel don. a la oración y a la caridad; aparecer corno sacramento de salvación
Sólo en la gracia del Espíritu pueden cumplir los esposos su misión ante el mundo; gnardar la unidad y la caridad interna ...
y sus compromisos, desarrollar su unión y su amor, permanecer en Por lo tanto, el matrimonio-familia debe expresar de forma pe-
la fidelidad y la entrega, ser templos del Espíritu santo e «Iglesia culiar su compromiso con la comunidad cristiana a la que pertene-
doméstica». El Espíritu que se nos dio en el bautismo, y por el que ce. Y sólo en el interior de tal comunidad será posible el cumpli-
establecimos una alianza con Dios, se nos da también en el matri- miento de su misión en plenitud. No corno miembros solitarios,
monio, para realizar esta alianza con Dios desde la alianza ma- sino como miembros solidarios.
472 El sacramento del matrimonio El matrimonio, misterio de salvación y de amor 473

3. Aplicación a la celebración y la vida padres, además de orar juntos, deben pedir perdón juntos o cele-
brar juntos la penitencia, sabiendo reconciliarse y comenzar siem-
a) La vida matrimonial como sacramento permanente pre el camino matrimonial. Y sobre todo, los padres pueden y de-
ben participar en la eucaristía juntos, con la conciencia de que en
El matrimonio tiene una «estructura de alianza». Esto quiere ella se actualiza el misterio de la nueva alianza, y ellos son llama-
decir que debe realizarse al modo de la alianza de Dios con su pue- dos a ser signos vivientes cada día de esta alianza renovada en su
blo: es decir, en continuo perfeccionamiento y dinamismo. El ma- vida.
trimonio es un sacramento especial, porque permanece como signo
incluso después de haber sido celebrado en la Iglesia. Esta perma-
nencia, es decir, este ser y estar del hombre para la mujer y vice- 4. Puntos para el estudio y la revisión
versa en un compromiso y donación permanente, expresados de
múltiples maneras, no es, sin embargo, algo que haya llegado a su a) Escribe las cosas que no hayas entendido de este capítulo, y
perfección plena. El matrimonio siempre está en deuda consigo procura buscar un diálogo sobre ellas con las personas de tu comu-
mismo. Siempre hay que estar renovando el compromiso del amor, nidad o grupo.
para que el amor no perezca. Siempre hay que revivir la promesa b) ¿Qué crees que se puede hacer para que los novios que se
de fidelidad, para que no se convierta en infidelidad. El matrimonio van a casar o los ya casados, puedan comprender y vivir esta ri-
es una aventura que debe descubrirse y realizarse cada día, supe- queza del matrimonio?
rando hoy el fracaso de ayer, incrementando mañana la felicidad de c) Ojea y lee algún pasaje del Cantar de los Cantares (v. gr.,
hoy. Por todo ello puede decirse que es en verdad un «sacramento cap. 7) y señala aquello que te sugiere.
permanente». d) Comenta este texto:
Entre los cometidos fundamentales de la familia cristiana se halla el
eclesial ... Son múltiples y profundos los vínculos que unen entre sí
b) La renovación del matrimonio por los sacramentos a la Iglesia y a la familia cristiana (ecclesia doméstica), de modo
que sea ) a su manera, una imagen viva y una representación histó-
En continuidad con lo anterior, tenemos que preguntarnos: ¿có- rica del misterio mismo de la Iglesia ... La familia cristiana está lla-
mo se logra esta renovación permanente del matrimonio? ¿Cómo mada a tomar parte viva y responsable en la misión de la Iglesia, de
se alcanza esta fe renovada, este compromiso y fidelidad que no manera propia y original, es decir, poniendo al servicio de la Iglesia
y de la sociedad su propio ser y obrar, en cuanto comunidad íntima
languidecen? Evidentemente, con la autenticidad de la vida, con de vida y amor ... Su participación en la misión de la Iglesia debe
los mil detalles de la entrega, el amor, la comprensión del otro, la realizarse según una modalidad comunitaria. Juntos, pues, los cón-
solicitud y la convivencia ... Pero también de forma especial, con yuges, en cuanto pareja ) y los padres e hijos en cuanto familia, han
la participación común en los sacramentos de la Iglesia. Los pa- de vivir su servicio a la Iglesia y al mundo (Juan Pablo II, Familia-
dres cristianos ven jalonada su vida (cuando tienen hijos) por los ris consortio, 49-50).
sacramentos que piden y quieren para sus hijos, o que animan a
sus hijos a pedir por sí mismos: bautismo, primera eucaristía, con-
firmación, matrimonio. Si cada vez que un hijo celebra uno de es- 5. Oración y meditación
tos sacramentos, los padres supieran renovar su fe bautismal-ma-
trimonial, y pudieran revisar sus compromisos, y alegrarse de este La Gaudium et spes es el documento del Vaticano II que más
gran don de Dios ... ¿No sería esto una excelente ocasión de per- habla del matrimonio. Aquí resalta la relación entre el amor huma-
manecer en la verdad sacramental de su matrimonio? Más aún, los no y el divino:
474 El sacramento del matrimonio

Este amor, por ser eminentemente humano, ya que va de persona a 4


persona con el afecto de la voluntad, abarca el bien de toda la per-
sona y, por tanto, es capaz de enriquecer con una dignidad especial Los compromisos cristianos
las expresiones del cuerpo y del espíritu ... El Señor se ha dignado
sanar este amor, perfeccionarlo y elevarlo con el don especial de la del matrimonio: indisolubilidad
gracia y la caridad. Tal amor que asocia a la vez lo humano y lo di-
vino, lleva a los esposos a un don libre y mutuo de sí mismos, com-
probado por sentimientos y actos de ternura, e impregna toda su
vida; más aún, por su misma generosa actividad crece y se perfec-
ciona. Supera, por tanto, con mucho, la inclinación puramente eró-
tica, que, cultivada de forma egoísta, se desvanece rápida y lamen-
tablemente (Vaticano II, Gaudium et spes, 49).
l. Encuentro con la vida
Este prefacio canta en acción de gracias cómo Dios nos ha crea-
El matrimonio de cualquier hombre, como el del cristiano, com-
do por amor, y llama a los esposos a participar de modo especial de
porta una serie de compromisos ineludibles: atención y cuidado por
ese mismo amor: el otro, correspondencia y fidelidad, responsabilidad paterna y edu-
Realmente es justo y necesario ... darte gracias ... Porque al hombre, cación de los hijos ... Pero el matrimonio cristiano, además, implica
creado por tu bondad, lo dignificaste tanto, que has dejado la imagen y pide unos compromisos bien definidos: la unicidad (matrimonio
de tu propio amor en la unión del varón y la mujer. Y al que creaste monogámico ), indisolubilidad (permanencia del vínculo que no pue-
por amor y al amor llamas, le concedes partícipar en tu amor eterno. de ser disuelto) y fructuosidad (aceptación de los hijos fruto del ma-
Y así, el sacramento de estos desposorios, signo de tu caridad, con- trimonio). Entre todos estos compromisos, el que más «conflicto y
sagra el amor humano: Por Jesucristo Nuestro Señor (Ritual del ma-
trimonio, Prefacio, n. l02). discusión» plantea hoy, el que verdaderamente ha venido a conver-
tirse en problemático para muchos es el de la «indisolubilidad». En
una cultura occidental (que no en una oriental o africana) el matri-
monio monogámico no origina problemas, lo que quizás los origina
es el llamado «matrimonio sucesivo» (casarse diversas veces). Tam-
poco suele ser hoy gran problema el número de hijos que se tiene,
debido a que el llamado «control de natalidad» es una cuestión acep-
tada, y la Iglesia admite también diversidad de métodos válidos pa-
ra ello, siempre que no contradigan el aprecio y el respeto por la
misma generación y sus procesos, y no supongan actitudes egoístas
(asunto de la «paternidad» responsable).
La indisolubilidad, en cambio, es objeto de incomprensión y
discusión para muchos. En una sociedad cambiante como la nues-
tra, no se concibe fácilmente el compromiso de «fidelidad para
siempre». Muchos jóvenes sienten realmente miedo ante esta pro-
mesa, e incluso hay quienes, dadas las condiciones de vida y men-
talidad, no se atreven a formularla y asumirla consecuentemente.
Se piensa, por otro lado, en la posibilidad de fracaso del matrimo-
nio, en la experiencia de muchos matrimonios que han sucumbido,
476 El sacramento del matrimonio La índísofubilidad del maírimonio 477

y cuya vida, lejos de ser una realización, ha sido destrucción y dad, la duración, la misma indisolubilidad, encuentra su fundamen-
f rustración. Se aboga por el derecho y la libertad de decidir, sin to en el amor matrimonial mismo. Sólo hay amor verdadero cuan-
«interferencias de la Iglesia», sobre el futuro de una convivencia do es incondicional y para siempre, no cuando en principio parte
cuyos resultados no se pueden prever. Se dice también que es me- de condicionales, o lo hace depender de un espacio y un tiempo de-
jor para los hijos, llegado el caso de verdadero fracaso y conflicto terminados. Amor duradero, fidelidad e indisolubilidad no son as-
irreparable, el que los esposos se separen y reconstruyan su vida pectos disociables, sino vertientes complementarias e integrantes
incluso volviéndose a casar. .. Si a esto añadimos que el divorcio es de la misma realidad del amor matrimonial.
reconocido y regulado por la mayoría de las legislaciones civiles de Por eso mismo, la indisolubilidad no debe considerarse como
los estados, comprenderemos que el ambiente no es precisamente algo impuesto desde fuera, sino como algo que nace y se reclama
favorable para aceptar y vivir con gozo positivo la unidad y fideli- desde dentro, desde la misma intención y voluntad y sentimiento
dad matrimonial desde la promesa de un «para siempre». del amor hacia el otro. En este sentido, lo que dice el evangelio y lo
Hay no pocos cristianos que confunden, no obstante, lo que es que afirma la Iglesia no seria sino la explicación positiva de algo que
simple «separación» con «divorcio». La Iglesia reconoce, llegada desde la creación ha sido inscrito por Dios en el hombre, al darle esa
una determinada situación, la posibilidad de «separación» de vivien- capacidad de amar y de entregarse al otro.
da y convivencia entre esposos cristianos que se casaron e incluso Por supuesto, esto no quiere decir que, también desde un punto
llegaron a vivir su matrimonio con normalidad. En cambio, no acep- de vista humano-antropológico, no se reconozca que tal amor, aun-
ta el «divorcio», en cuanto que supone no sólo la separación, sino el que en principio quiera ser para siempre, pueda llegar un momento
volverse a casar de nuevo, considerando roto el vinculo anterior. Al en que se frustre y fracase. El hombre, y por tanto el amor humano,
mismo tiempo, la Iglesia distingue entre «indisolubilidad intrínseca» es también histórico, y está sometido a evoluciones y cambios. Por
del matrimonio: que es aquella que afirma que el matrimonio, por el eso exige ser renovado y mantenido cada día. Y llegado el momen-
vínculo que supone, no puede ser disuelto por propia voluntad de los to del fracaso, se dice, ¿cómo mantener la indisolubilidad? Si esta
se apoya en el amor, y el amor ha desaparecido, ¿no desaparece
cónyuges; e «indisolubilidad extrínseca», la que dice que en caso de
igualmente su expresión más radical que es la fidelidad para siem-
matrimonio sacramentalizado, rato y consumado, no hay ninguna
pre? ¿Qué quedaría ya de esta indisolubilidad sino una ley?
autoridad humana capaz de disolverlo, ya que el hombre no puede
Si se da este caso, la Iglesia dice que, aun cuando haya desapa-
separar lo que Dios ha unido. Pero, más que distinciones, debemos
recido el amor, permanece el vínculo, y ella no puede disolverlo,
preguntarnos en esta exposición por las razones y el fundamento de
sencillamente porque no tiene poder para ello. Entonces admite la
la indisolubilidad, de modo que podamos comprender y vivir la en-
separación. Se duele del fracaso. Quiere ser comprensible y acoge-
señanza del evangelio y de la Iglesia. dora con sus hijos. Pero no permite el divorcio, porque se apoya en
la voluntad de Cristo expresada en el evangelio. Tal actitud sólo se
comprende desde la misma radicalidad del evangelio, aunque tal
2. Profundización en el sentido vez habría que comprenderla más desde la misericordia que el mis-
mo evangelio manifiesta.
a) La indisolubilidad, exigencia del amor matrimonial verdadero

El argumento clásico de que la indisolubilidad viene exigida por b) l a unión indisoluble, una voluntad de Dios expresada en la
la misma institución natural del matrimonio, ha sido enriquecido en Escritura
los últimos años por las aportaciones de la antropología del amor, al
poner el acento en los valores personalistas del matrimonio y en las Ya en el Génesis aparece claramente expresada la voluntad de
exigencias del amor, centro del matrimonio. Según esto, la fideli- Dios Creador sobre la unidad y fidelidad a la que está destinado el
47X El sacramento del matrimonio La indisolubilidad del matrimonio 479

matrimonio. Cuando afirma que «por eso dejará el hombre a su pa- bargo, la forma de explicar esta conexión ha sido diversa entre los
dre y a su madre, y se unirá a su mujer, y será una sola carne» (2, 24), autores. El argumento fundamental es este: si el matrimonio es
no se refiere, como sabemos, a una unidad externa y temporal, sino a símbolo real y eficaz del amor de Cristo a la Iglesia, de la alianza
una unidad interna, total y duradera, que es la única posibilidad para pascual; y si este amor y alianza son fidelísimos e irrevocables,
llegar a ser una sola «persona», un solo «corazón», una sola «carne», porque Cristo no se vuelve atrás ni fracasa en su amor, esto quiere
alcanzando una intimidad de comunión tal, que reclama, por su pro- decir que el matrimonio cristiano también está llamado a ser un
pia naturaleza, la perdurabilidad, la estabilidad, la indisolubilidad. amor fidelísimo y una alianza irrevocable.
En el Nuevo Testamento, según se deduce del examen de los Entre la unión esponsal Cristo-Iglesia y la unión matrimonial
textos referentes al divorcio, Jesús defiende la indisolubilidad del marido-mujer se establece una relación real-sacramental, que es
matrimonio, revirtiendo al ideal querido por Dios en la creación, origen y fundamento de las mismas características o cualidades del
recuperando la primitiva y genuina pureza de los orígenes («al matrimonio cristiano: unicidad, indisolubilidad. La indisolubilidad
principio no fue así»), situando el tema por encima de la casuísti- es así algo intrínseco al mismo matrimonio cristiano, por su conte-
ca de la ley y de las discusiones de escuela (cf Me 10, 1-12; Mt 19, nido y sentido salvífico-mistérico; es la forma original de realizar
1-9). Al entender y plantear así el tema de la indisolubilidad y del la sacramentalidad, significando eficazmente la unión fiel y la en-
divorcio Jesús está diciendo, que aquello que el matrimonio tiene trega amorosa y definitiva de Cristo a su Iglesia. La razón de la in-
de indisoluble, lo tiene por su misma naturaleza, desde su realidad disolubilidad del matrimonio está por tanto, además de en el mis-
creatural, por voluntad de Dios creador. En sí, Jesús no añade ra- mo contenido del amor, y en la voluntad expresa de Dios, en su
zones nuevas de indisolubilidad, pero desvela, aclara las razones calidad sacramental.
existentes y, al asumirlas y defenderlas, manifiesta su «positiva vo- Por eso mismo, hay que decir que la alianza matrimonial es
luntad» al respecto: «Pero yo os digo ... lo que Dios ha unido que un compromiso personal, pero con carácter supra-personal, en
no lo separe el hombre». Por tanto, Jesús defiende la indisolubili- cuanto que representa una realidad que le supera, y en cuanto la
dad original, proponiéndola como un «ideal» encarnado, que han mutua y total fidelidad, ya no es algo que afecta exclusivamente a
de realizarlo personas limitadas y concretas, sometidas a la gracia, los cónyuges, sino a la misma Iglesia, a la fidelidad de Cristo a la
pero también a la debilidad de la carne, en una condición huma- Iglesia que por ellos se representa. La infidelidad o ruptura matri-
na mortal. Así se explica el que la primera Iglesia (Marcos, Mateo, monial es el fracaso de la misma verdad del símbolo matrimonial
Lucas, Pablo), aun manteniendo siempre el ideal, supiera aplicarlo (en unas personas concretas) en cuanto significante de la fidelidad
a las circunstancias concretas, y admitiera excepciones en algunos de Cristo a la Iglesia. Y todo ello, por la verdad sacramental del
casos extraordinarios (la famosa «porneia», y el llamado «privile- matrimonio.
gio paulino» ). La fuerza de las situaciones, la atención a la debili-
dad humana, el principio de la misericordia fueron en la Iglesia
primera principios que se pusieron igualmente en práctica. De ello 3. Aplicación a la celebración y la vida
siempre tiene que aprender la Iglesia ...
a) Entre el ideal y la realidad

c) La indisolubilidad exigencia de la sacra mentalidad del No se puede dudar que la indisolubilidad tiene unos fundamen-
matrimonio tos indiscutibles por todo lo que hemos dicho anteriormente. Cons-
tituye un «ideal» irrenunciable, por el que todo cristiano debe luchar
La indisolubilidad se ha explicado siempre, de una u otra ma- con todas sus fuerzas. Lo mismo que el cristiano debe esforzarse sin
nera, en relación con la sacramentalidad del matrimonio. Sin em- respiro por cumplir las bienaventuranzas, el amor fraterno, el segui-
480 El sacramento del matrimonio La indisolubilidad del matrimonio 481

miento de Cristo, así también debe empeñarse día tras día en vivir la Desde luego, es preciso distinguir situaciones, como afirma la Fa-
fidelidad matrimonial. Hay, sin embargo, una diferencia de «idea- mi/iaris consortio: «Hay diferencia entre los que sinceramente se
les», en cuanto que el de la fidelidad y unión matrimonial implica han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abando-
un compromiso explicitado junto con el otro cónyuge, en orden a nados del todo injustamente, y los que por culpa grave han destrui-
una tarea común, y constituye un elemento básico del matrimonio. do un matrimonio canónico válido. Finalmente están los que han
No se trata de distinguir entre ideales más importantes o menos im- contraído una segunda unión en vistas a la educación de los hijos,
portantes. Probablemente para un cristiano el más importante es el y a veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el pre-
de las bienaventuranzas. Se trata de que este ideal concreto de la cedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nun-
unidad matrimonial es algo que se formula a-dos explícitamente en ca válido».
la alianza matrimonial. Y ello debe urgir de forma especial. Cualquiera que sea la situación, el mismo papa Juan Pablo II di-
Pero el matrimonio cristiano no se libra por el hecho de este ce: «Exhorto vivamente a los pastores y a toda la comunidad de los
compromiso de sus dificultades. Sabemos que el matrimonio tie- fieles para que ayuden a los divorciados, procurando con solícita
ne momentos de prueba y de dureza. Pero quien tiene fe debe sa- caridad que no se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y
ber que cuenta con la gracia y la ayuda de Dios. Sólo desde una aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida. Se les
confianza en que el amor fiel de Cristo y de la Iglesia sean la fuer- exhorta a escuchar la palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de
za para la fidelidad en el amor matrimonial, se llegará a vivir esta la misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de cari-
realidad, no con agobio y disgusto, cual carga pesada de una ley, dad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a edu-
sino con el gozo de estar expresando y realizando el amor más car a los hijos en la fe cristiana ... » (n. 84).
grande que pueda existir. La fidelidad en el amor no es una des-
gracia, es una gracia de la que los esposos cristianos deben estar
agradecidos. Siempre tendremos que decir que la realidad está le- 4. Puntos para el estudio y la revisión
jos del ideal. Lo malo es cuando se llega a decir que esta realidad
ya no tiene nada que ver con el ideal, porque se ha renunciado a él. a) Expresa la opinión de los jóvenes que conoces sobre la indi-
El fracaso no consiste en decir «todavía no», sino en afirmar «ya solubilidad y el divorcio.
nunca jamás». b) Medita los textos siguientes de la Escritura sobre el tema del
divorcio: Mt 19, 3-9 y 1 Cor 7, 10-22.
c) Sugiere los medios que habría que poner para evitar llegar a
b) Amor de la comunidad con los «fracasados en el amor» situaciones de ruptura matrimonial.
d) Subraya las ideas centrales de este texto del Catecismo:
Por desgracia a veces sucede que el amor comprometido viene El amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza,
a ser un amor fracasado, es decir, una vida rota, irreparablemente una fidelidad inviolable. Esto es consecuencia del don de sí mis-
dividida. Suceden dos casos extremos: el de los «separados y di- mos que se hacen mutuamente los esposos. El auténtico amor tien-
vorciados no casados de nuevo», y el de los «divorciados casados de por sí mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero ... Su moti-
vo más profundo consiste en la fidelidad de Dios a su alianza, de
de nuevo». Al margen de la situación legal que esto pueda plantear, Cristo a su Iglesia. Por el sacramento del matrimonio los esposos
hay una cuestión que debe preocuparnos: ¿cuál es la actitud que la son capacitados para representar y testimOniar esta fidelidad. Por
comunidad o el grupo cristiano debe tomar ante estas situaciones o el sacramento, la indisolubilidad del matrimonio adquiere un sen
casos? tido nuevo y más profundo ( Catecismo de la Iglesia católica,
La comunidad tiene un principio irrenunciable, cualquiera sea 1646-1647).
la situación: es la caridad, la comprensión, la acogida y la ayuda.
482 El sacramento del matrimonio

5. Oración y meditación 5
a) Podemos profundizar en esta doctrina meditando este texto Preparación y celebración
de Juan Pablo II: del sacramento del matrimonio
La comunión conyugal se caracteriza no sólo por su unidad, sino
también por su indisolubilidad ... Enraizada en la donación personal
y total de los cónyuges y exigida por el bien de los hijos, la indiso-
lubilidad del matrimonio halla su verdadera última razón en el de-
signio que Dios ha manifestado en su revelación: él quiere y da la
indisolubilidad del matrimonio como fruto, signo y exigencia del
amor absolutamente fiel que Dios tiene al hombre y que el Señor
Jesús vive hacia su Iglesia (Familiaris consortio, n. 20). l. Encuentro con la vida

b) El Ritual expresa en oración la voluntad de Dios sobre la fi- No está lejos todavía el tiempo en que, para celebrar un sacra-
delidad en el amor de los esposos: mento, bastaba dirigirse a la iglesia y comunicarlo al sacerdote. Se
El Señor, que hizo nacer en vosotros el amor, daba por supuesto que quienes pedían el sacramento tenían las dis-
confirme este consentimiento mutuo, posiciones de fe y libertad, de conocimiento y compromiso que un
que habéis manifestado ante la Iglesia. sacramento supone. Es cierto que, ya hace algún tiempo, los párro-
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. cos hacían una especie de «examen sobre la doctrina católica» a los
Recibe en tu bondad, Señor, que querían contraer matrimonio. Pero no puede decirse que esto
los dones que te presentamos con alegría, supusiera una verdadera pastoral y preparación al matrimonio.
y guarda con amor de padre Ha pasado ya el tiempo de la «Iglesia de cristiandad». Lama-
a quienes has unido en la alianza sacramental. yoría de los pastores y fieles somos conscientes de que ni todo
(Ritual del matrimonio, n. 95 y I O1) bautizado de niño es ya un cristiano convertido, ni todo el que pi-
de un sacramento tiene la fe, ni todo el que tiene una fe es necesa-
riamente un creyente cristiano. Hay no pocos que piden casarse
por la Iglesia movidos por múltiples motivos que, en sí mismos,
son insuficientes, aunque sea explicable su actitud. Unos lo hacen
movidos por la costumbre, otros por la solemnidad de la ceremo-
nia, otros por las instancias y casi obligación familiar, otros por
asegurarse el que todo esté según el orden previsto ... En realidad
hay un buen número de esposos que lo que piden a la Iglesia es
un «rito», mientras que lo que desea ofrecerles y celebrar la Igle-
sia es un sacramento. Gracias a Dios, en los últimos años pos-
conciliares se ha ganado en libertad y consciencia respecto al sa-
cramento del matrimonio. El matrimonio civil ya no se considera
como una «denigración pública»; en los padres, en la sociedad y
en el ambiente existe un mayor respeto y libertad por las diversas
opciones.
484 El sacramento del matrimonio Pr e p aración y celebración del matrimonio 485

De cualquier forma, es evidente que para la Iglesia se imponen En segundo lugar, hay que insistir en la preparación «próxi-
dos actitudes fundamentales: el ofrecer y exigir una preparación ma». Esta preparaciónjue exigida siempre por la Iglesia de una u
adecuada para la celebración del sacramento; y el distinguir entre otra forma. El mismo Derecho Canónico pedía un «examen» o in-
las diversas situaciones de fe de los sujetos que piden el sacra- terrogatorio previo (canon 1020), que hoy explica de forma más
mento, En concreto, respecto a estas situaciones hay que distin- adaptada el nuevo Código. Esta preparación es tanto más necesa-
guir entre bautizados «creyentes» (que han venido a tener fe ver- ria cuanto que han cambiado radicalmente las circunstancias y ac-
dadera) y bautizados «no creyentes» (porque no han venido a titudes de quienes piden el sacramento. La preocupación se centra
creer nunca o han perdido totalmente la fe). Más aún, puesto que según esto, no tanto en los «impedimentos», cuanto en el «impe-
la «línea divisoria» entre la fe y la no-fe no siempre resulta clara, dimento»: la falta de fe y la incapacidad para asumir los compro-
es preciso distinguir también entre bautizados que tienen una reli- misos del matrimonio cristiano.
giosidad sin referencia explícita a Cristo, y bautizados que tienen Ahora bien, si esta es la necesidad, ¿ cuál es la respuesta y los
una religiosidad referida a Cristo. Según estas distinciones, y te- medios que ofrece la Iglesia? La respuesta no puede ser otra que la
niendo en cuenta la dificultad de «medir», así como el riesgo de evangelización, la catequesis, la integración en la propia vida de
clasificar, nos parece que la mayoría de los casos pueden encua- los valores cristianos del matrimonio. Ya el Ritual afirmaba: «Ca-
drarse en estas tres situaciones fundamentales: a) la de los que sarse por la Iglesia o en el Señor es una auténtica confesión de fe
profesan explícitamente la fe y desean vivirla con sinceridad: ante la comunidad cristiana reunida, que exige de los novios una
bautizados creyentes; b) la de los que manifiestan alguna fe míni- madurez en la misma fe y que necesita una adecuada catequesis».
ma, con frecuencia llena de ambigüedades y contradicciones, pe- Y la Familiaris consortio dice: «La preparación próxima compor-
ro sin ninguna incidencia en la vida: bautizados con fe insufi- ta -desde la edad oportuna y con una adecuada catequesis, como
ciente; c) la de los que no creen ni quieren creer y explícitamente en un camino catecumenal- una preparación más específica para
se declaran no creyentes, manifestando un rechazo positivo de la los sacramentos, como un nuevo descubrimiento». Y es que para la
Iglesia: bautizados no creyentes. Iglesia la catequesis de preparación sacramental no es una añadi-
dura al sacramento, es parte integrante del mismo proceso sacra-
mental, por el que los creyentes orientan dinámicamente su vida
2. Profundización en el sentido hacia ese momento culminante en el que el compromiso se hace
gesto litúrgico, lo creído se expresa, y lo vivido se hace fiesta en la
a) Medios para una pastoral prematrimonial comunidad, cobrando pleno sentido en la celebración.
Es evidente que los contenidos y medios para esta preparación
Los medios deben adaptarse siempre a las diversas situaciones. pueden ser diversos según las circunstancias. Normalmente deben
Con todo, y por regla general, cabe distinguir entre preparación suponer el encuentro personal y el encuentro o proceso en grupo.
«remota» y preparación «próxima». Por regla general, se trata de los llamados «cursillos prematrimo-
Entendemos por preparación «remota» aquella que se da a lo lar- niales», o «encuentros de preparación al matrimonio», con una
go de la vida, desde la niñez hasta la juventud adulta, y en la que se duración de siete días. Sería necesario en algunos casos, si ello es
van conjugando experiencias, conocimientos y testimonios en la lí- posible, proponer un «proceso catecumenal», que diera mayor es-
nea de los valores del matrimonio. Los responsables de esta prepara- pacio y tiempo a la preparación, que distinguiera diversas etapas, y
ción son la familia (experiencia y testimonio de vida), las institucio- que integrara de modo adecuado palabra-símbolo o celebración
nes educativas (instrucción y orientación humana y psicológica) y la y acción. Sea como sea, deben tenerse en cuenta estos contenidos
misma Iglesia (valores humanos y cristianos del matrimonio por la centrales: amor humano y matrimonio; sexualidad, eros y ágape en
catequesis). el matrimonio; matrimonio, bautismo y fe; sacramentalidad del
486 El sacramento del matrimonio Preparación y celebración del matrimonio 487

matrimonio; misterio y sentido del sacramento; cualidades esen- En el segundo caso, donde se presenta la verdadera dificultad, es
ciales del matrimonio: unidad, indisolubilidad; matrimonio y com- en el de los sujetos que permanecen con una fe «insuficiente y am-
promiso social; celebración del sacramento del matrimonio. La ca- bigua». La Familiaris consortio, aunque reconoce no ser la situación
tequesis estrictamente sacramental debe corresponder a la etapa de ideal, aconseja admitir a la celebración a quien «está imperfectamen-
«preparación inmediata», que tiene lugar en los últimos meses, se- te dispuesto», y esto por las siguientes razones: porque estos sujetos
manas o días. «están ya realmente inseridos en la alianza personal de Ctisto con la
Iglesia»; porque «dada su recta intención, han aceptado el proyecto
de Dios sobre el matrimonio»: porque, al menos «de forma implíci-
b) Celebración del sacramento del matrimonio ta, acatan lo que la Iglesia tiene intención de hacer cuando celebra el
matrimonio»; porque, el hecho de que en su petición «haya motivos
Es claro que, aunque la Iglesia llegara a poner todos los medios sociales no justifica un eventual rechazo por parte de los pastores».
a su alcance para despertar en los novios una actitud de fe sufi- Las razones tienen su peso. A los novios que piden el matrimonio no
ciente, nunca podría asegurar la desaparición de las diversas situa- suelen sobrarles los ritos, pero les falta la fe. Nadie duda que puedan
ciones de fe que señalábamos como contradictorias con el conteni-
tener una fe, lo que se duda es si esta fe es la que permite celebrar el
do y el sentido del sacramento. Si después de la preparación estas
sacramento. Habrá que tener en cuenta que la situación señalada ad-
situaciones persisten, ¿cuál debe ser la actitud? ¿Qué forma de ce-
mite un más y un menos «cualitativo» que es preciso distinguir a
lebración puede o debe proponérseles?
nuestro juicio del siguiente modo: si la situación en que permanece
su fe es insuficiente en un grado tal que lesiona la validez del sacra-
1. Situaciones de fe y diversidad de formas de celebración
mento, y no manifiestan ningún deseo de búsqueda, desde una acti-
Vamos a proponer el diverso comportamiento a seguir, tenien- tud purificada de condicionamientos y presiones externas, entonces
do en cuenta los criterios de la Familiaris consortio, que comien- no se les deberá admitir al sacramento, ya que este seria inválido ...
za reconociendo: «En efecto, la fe de quien pide desposarse ante la Pero si no se da este peligro de invalidez y los novios, aún imperfec-
Iglesia puede tener grados diversos y es deber primario de los pas- tamente dispuestos, muestran un deseo de búsqueda, entonces se les
tores hacerla descubrir, nutrirla y hacerla madurar. Pero ellos deben podría hablar de dos posibilidades: celebración sacramental sin eu-
comprender también las razones que aconsejan a la Iglesia admitir caristía, por regla general; o bien celebración civil y rito de acogida
a la celebración a quien está imperfectamente dispuesto». en vistas a una posterior celebración sacramental plena, lo cual sólo
El primer caso que podemos considerar es el de la permanencia debería darse en casos excepcionales y en determinadas condiciones.
en la increencia y rechazo de la fe. La actitud no admite dudas. La El tercer caso, que lejos de presentar dificultad señala el ideal,
misma Familiaris consortio reconoce: «Cuando por el contrario, a es el de los novios «verdaderamente creyentes». La Iglesia, des-
pesar de los esfuerzos hechos, los contrayentes dan muestras de re- pués de haber acogido a los novios a una preparación conveniente,
chazar de manera explícita y formal lo que la Iglesia realiza cuando se alegra de poder celebrar con ellos el sacramento, sabedora de
celebra el matrimonio de bautizados, el pastor de almas no puede ad- que por él no sólo consagra el vínculo matrimonial de dos de sus
mitirlo a la celebración. Y, aunque no sea de buena gana, tiene obli- miembros elevándolo al rango de la sacramentalidad eclesial, sino
gación de tomar nota de la situación y de hacer comprender a los in- que también ella misma crece y se edifica en el amor conyugal ha-
teresados que, en tales circunstancias, no es la Iglesia sino ellos cia Cristo, su Esposo. Cuando existe esta fe, lo lógico y normal, lo
mismos quienes impiden la celebración que a pesar de todo piden». coherente y exigido es la celebración: «el matrimonio cristiano exi-
Por tanto, en este caso, la Iglesia no puede imponer el matrimonio, ge por norma una celebración litúrgica, que exprese de manera so-
los pastores tienen obligación de no admitirlos al sacramento, los cial y comunitaria la naturaleza esencialmente eclesial y sacra-
mismos contrayentes no pueden exigir ningún tipo de celebración. mental del pacto conyugal entre los bautizados».

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