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%20Ihering.

Subjetivo con el código

Objetiva de hiering relacionada con los 2 codigos

Teoría ecléctica

La presente tesis examina el papel de la visita de control en la gestión eficiente y eficaz del
gobierno local de Rímac en el año 2019, con enfoque en la limpieza pública. Se realizó una
investigación descriptiva y correlacional que incluyó una revisión de literatura, entrevistas a
funcionarios y trabajadores de la municipalidad, así como encuestas a los residentes del
distrito. Los resultados indican que la visita de control es una herramienta importante para
mejorar la calidad de los servicios de limpieza pública en el distrito, y que su implementación
adecuada puede contribuir a una gestión municipal más eficiente y eficaz. Además, se
identificaron varias áreas de mejora en la implementación de la visita de control en el distrito
de Rímac, incluyendo la necesidad de una mayor capacitación de los inspectores y la necesidad
de mejorar la comunicación con los residentes del distrito. En general, este estudio sugiere que
la visita de control puede ser una herramienta valiosa para mejorar la calidad de vida en los
distritos urbanos, siempre y cuando se implemente de manera adecuada y se adapte a las
necesidades específicas de cada comunidad.
En materia de actuaciones por otro, las calidades de poseedor y mero tenedor están repartidas
de la siguiente forma:

Si la teoría de la voluntad estuviera en lo cierto, la diferencia entre mera tenencia y posesión


estaría dada por el animus. El poseedor tendría la cosa para sí y el mero tenedor tendría la
cosa para otro. Por lo tanto, todo mero tenedor es representante del poseedor. Es esto cierto?
Según Ihering, la explicación que ofrece la teoría de la voluntad no coincide con la clasifica ción
de las calidades efectuada por los romanos 40 . Si la teoría de la voluntad fuese cierta,
entonces todos los miembros del primer cuadro serían poseedores, ya que el arrendatario y el
comodatario tienen la cosa para ellos y no para el dueño (salvo el depositario que tiene la cosa
para beneficio del dueño). Algo parecido sucede con el segundo cuadro. Si la teoría de la
voluntad estuviera en lo cierto, todos los miembros del segundo cuadro deberían ser meros
tenedores ya que el representante indirecto, el vendedor, etc., tienen la cosa para otro. Por lo
tanto, la analogía entre la representación directa y la mera tenencia es incorrecta: no es cierto
que el mero tenedor sea representante del poseedor. Lo que si es cierto, piensa Ihering, es que
el tenedor ejerce la posesión de otro. Esto no es nada extraño. En Derecho Civil, es posible que
una persona ejercite los derechos de otro. Así ocurre con el cesionario de un crédito o el
comprador de 'un usufructo. El cesionario ejerce los derechos de crédito del cedente y el
comprador del usufructo ejerce el derecho de usufructo de otro. Finalmente, Ihering señala
que en el Derecho Romano algunas personas pueden adquirir la posesión para otras pero no
porque sean representantes de éstas, sino porque sirven como instrumento para la adquisición
de la posesión, como los esclavos y los hijos de familia". 4. La voluntad del poseedor es tener la
cosa definitivamente, la voluntad del mero tenedor es tener la cosa temporalmente. Para
Ihering este argumento no es más que una falacia. El hecho de que una institución sea
temporal no modifica su naturaleza42 . Por ejemplo, la propiedad puede constituirse
fiduciariamente mediante una condición resolutoria y ello no transforma la propiedad en otra
cosa. Lo mismo sucede con las servidumbres prediales. En principio se establecen a
perpetuidad pero nada impide que se establezcan por un plazo extintivo determinado. Esta
limitación no transforma la servidumbre en otra cosa. El hecho de que la posesión sea
temporal no la vuelve mera tenencia. El mismo error se comete con la teoría de que la
propiedad temporal se vuelve posesión, entendiendo por posesión una especie de derecho
real provisional. 5. El mero tenedor reconoce el derecho superior de un derechohabiente, el
poseedor no. La mera tenencia se caracteriza como una relación de dependenciajurídica
reconocida por el tenedor mismo. La posesión se caracteriza como aspiración a la autonomía,
a la independencia. Ihering acepta la posición del tenedor pero no la implicación que extrae la
teoría de la voluntad43 . Es cierto que el tenedor reconoce un derecho superior al suyo. Perc
de ahí no se sigue que no sea un poseedor. En el caso de la representación indirecta, el
mandatario (o sustituto) reconoce un derecho superior al suyo, y sin embargo, es un poseedor.
Lo mismo sucede con el vendedor que aún no ha hecho tradición de la cosa por estar
pendiente un plazo. El vendedor reconoce el mejor derecho del comprador, pero sigue siendo
un poseedor. En cuanto a la tesis de que el poseedor es autónomo mientras que el tepe. dor
no lo es, Ihering escribe:

Pueden, en verdad, existir las más variadas relaciones jurídicas respecto de une misma
cosa sin que entre sí se excluyan. La ley ha trazado para cada una de ella su esfera
particular, dentro de cuyos límites es completamente independiente evitando así el
conflicto de derechos. Es como el movimiento de una máquina en el cual cada rueda se
mueve sin ser obstáculo a la rotación de las demás Todas las personas concurrentes
pueden reconocerse viéndose cada una dentrc de su esfera y todas como
derechohabientes: el propietario reconoce al acree dor con prenda, al usufructuario, al
titular de una servidumbre predial, etc., ) recíprocamente. (....) El propietario reconoce
al poseedor y éste al propietario. La situación e; idéntica a aquélla en que el
propietario reconoce como derechohabiente al tene dor de unjus in rem y
recíprocamente. En ambos casos se trata de esfera; jurídicas independientes y
compatibles."

El argumento de Ihering es entonces que el reconocimiento de un mejo] derecho también


ocurre entre el poseedor y el propietario sin que tal coss vuelva al primero un mero tenedor.
En cuanto a la tesis de que el poseedor es autónomo, Ihering escribe en ur importante pasaje

El poseedor puede disponer de la cosa a voluntad. ¿El tenedor no? En este respecto
son perfectamente iguales. Pero el tenedor no tiene derecho de hacer lo. Debe
mantenerse en los límites trazados por su contrato: ¿es que hace otr; cosa el
poseedor? Hagamos la prueba con el poseedor típico de la teoría posi tiva, con el
propietario. ¿Tiene el derecho de disponer a voluntad de la cosa? Sí si al hacerlo no
lesiona los derechos de terceros. He aquí el cortejo de los que pueden impedírselo: son
muchos; en primer término, aquellos en quien debe respetar los derechos de
propiedad: los copropietarios y los que tienen un derecho eventual a la propiedad
(legado sucesivo, condición resolutoria, etc.); luego, los que tienen unjus in rem; por
último, los que sólo tienen un derecho de obligación: comprador, colono, inquilino. En
todas las empresas relativas a la cosa que impliquen ataque de hecho a esas personas,
es responsable para con ellas, del mismo modo en absoluto que el tenedor lo es
respecto de él en el mismo caso. Su posición respecto del comprador no es diferente
de la del colono respecto de 61; debe respetarle como derechohabiente por encima de
él, del propio modo que el colono debe respetarle a 61. Su pretendida independencia
jurídica, su autonomía, no existe, pues, el contrato le ata las manos como al colono o
como a cualquier otro tenedor.

Por lo tanto, no es cierto que el poseedor sea autónomo mientras que el tenedor no lo es. 6. la
posesión se caracteriza como pretensión a la posición de propietario. La voluntad de poseer
debe serla de poseer la cosa como propia (como propietario). Esta voluntad no existe en el
tenedor. Según Ihering, esta conclusión tampoco es correcta47 . Para ser poseedor basta con
dirigir la voluntad para ejercer un control sobre la cosa y eso es todo. El poseedor no tiene que
aprender a poseer como un propietario. Para probarlo, Ihering sostiene que la posesión es
conceptualmente independiente de la propiedad mientras que ésta último es dependiente de
aquélla. Por ejemplo, mientras que el interdicto posesorio no requiere probar la propiedad, la
reivindicación debe dirigirse contra el actual poseedor; la posesión puede adquirirse con
independencia de la propiedad pero ésta presupone la posesión en tres de los modos: la
ocupación, la tradición y la usucapión. Por lo demás, todo parece indicar que la posesión es
históricamente anterior a la propiedad. El orden de aparición debió ser el siguiente: posesión,
propiedad, derechos reales (servidumbres) y prenda. 7. En ciertas relaciones por motivos
particulares el Derecho Romano ha renunciado a exigir el animus domini pero esto es una
singularidad del regimen. Esta conclusión no es otra cosa que el reconocimiento anticipado del
fracaso de la teoría de la voluntad. El acreedor prendario, el enfiteuta, el depositario secuestre
y el precarista (este último como regla general) son poseedores a pesar de que no tengan el
tan citado animus domini. ¿Qué hace la teoría de la voluntad? En vez de reconocer su fracaso,
declara estos casos como singularidades caprichosas de la legislación. No contento con eso,
Savigny manifiesta que en la posesión derivada el animus possidendi no es animus domini. Sin
embargo, sostiene que hay voluntad de ejercer el jus possessionis. Según Ihering, si es verdad
que fuera posible dirigir la voluntad al ejercicio de los derechos d( la posesión, entonces habría
posesiones derivadas libremente pactadas poi los contratantes48 . Savigny sabe que esto no es
posible pero nuevamente en lugar de reconocer su fracaso, simplemente se limita a establecer
que 1; posesión derivada no puede darse si la ley no lo autoriza. Claramente, L solución que
ofrece la teoría de la voluntad para los casos citados no e: satisfactoria. 8. Por lo tanto, la libre
voluntad decide cuándo hay posesión' cuándo hay tenencia. Est( punto ya no necesita
refutación. Ninguna de las premisas que conducen a ests conclusión es cierta. Desde el punto
de vista lógico, la teoría de la voluntad e: inaceptable. b. Crítica Práctica. De acuerdo con
Ihering, se pueden formular dos obje ciones prácticas a la teoría de la voluntad. La primera
objeción está relacio nada con el procedimiento y la segunda con la política legislativa. Desde e
punto de vista del procedimiento, la teoría de la voluntad presenta serio: inconvenientes. Para
empezar, la prueba del animus domini es en extremc complicada49 . ¿Cómo se puede probar
el animus como algo distinto de corpus? Habría que recurrir a un discutible catálogo de actos
que son di señor y dueño, como pagar impuestos, hacer cierto tipo de reparaciones vivir cierto
tiempo, hacer determinados gastos, lo cual siempre dejaría lu gar para la duda.

Los defensores de la teoría de la voluntad podrían contestar a esta objeción modificando su


propia doctrina de la siguiente forma: `no defendemos la exis tencia de un animus domini
concreto en cada poseedor sino la presencia de ur animus domini o voluntad abstracta exigida
por la ley según la calidad jurídica d( la persona. Si se es dueño, el poseedor debe tener la cosa
para sí; si se es arrenda tarjo, el mero tenedor debe tener la cosa para otro. Habría así, dos
teorías de ls voluntad, la teoría de la voluntad concreta y la teoría de la voluntad abstracta
Nosotros defendemos la segunda teoría.' Ihering le cierra el paso a esta nueva posibilidad 50 .
Si todo lo que establecí la teoría de la voluntad es que la ley decide en qué casos se debe tener
ur cierto tipo de voluntad, entonces la única forma de probar este animus sería averiguando
bajo qué calidad jurídica se tiene la cosa. La única forma d( hacerlo sería acudiendo a la causa
de la posesión. Si alguien se pretende po seedor de un bien tendrá que demostrar que lo
compró, lo recibió en dona ción, legado o herencia, y así sucesivamente. Pero investigar la
causa de la posesión convertiría los juicios posesorios en petitorios. ¿Qué diferencia habría
entre un interdicto de vi y una reivindicación? Además, no sería posible suministrar la prueba
para la mayor parte de los bienes muebles. Si tomamos una persona promedio y le pedimos
que pruebe la posesión de todos sus muebles, difícilmente podría dar cuenta de su origen. En
conclusión, desde el punto de vista procesal, la teoría de la voluntad conduce a la
imposibilidad de probar la posesión. Es una construcción académica, que no tiene en cuenta
para nada el problema real de la prueba. Desde el punto de vista de la política legislativa, la
teoría de la voluntad también resulta condenable. Según Ihering, el legislador no permite que
la calidad de poseedor o mero tenedor la decida siempre el tipo de voluntad que se manifiesta
sobre la cosa51 . Si el mandatario o el arrendatario estuvieran en la posibilidad de mudar su
animus sin ningún otro requisito, la representación y el arrendamiento traerían graves riesgos
para el dueño. Si el acreedor prendario fuese libre para cambiar su posesión en tenencia, el
deudor prendario podría recuperar la cosa en cualquier momento. Ihering examina cómo
opera la transformación de la relación posesoria". Pretende demostrar que el cambio de
voluntad no es condición suficiente para transformarla. Veamos los dos casos posibles:
Transformación de mera tenencia en posesión. El arrendatario puede mudar su voluntad pero
sigue siendo tenedor hasta que el dueño se entere de su actitud. Así lo disponen las fuentes
romanas. El ocupante de un inmueble puede tener la cosa para sí pero sigue siendo tenedor
hasta que el dueño se entere de la ocupación. Transformación de posesión en mera tenencia.
El caso más frecuente es el constitutum possessorum (el dueño vende la cosa pero la toma en
arriendo o se reserva el usufructo). El constitutum no puede operar a voluntad de las partes.
Únicamente tiene lugar en los casos citados porque así lo disponen las fuentes romanas. Si
fuese verdad que a las partes les basta con cambiar su animus para abandonar la posesión y
hacerse meros tenedores y representantes, entonces se podría convenir por contrato la
eliminación de la tradición. Un caso puede aclarar este punto: (34) A vende un caballo a B.
Además, ambas partes convienen que A no deberá entregar materialmente el caballo a B. Por
el contrato, A renuncia a la posesión y se convierte desde ese mismo momento en mero
tenedor. ¿Es este acuerdo posible? ¿Podría B ejercitar su acción de cum plimiento contra A? Si
la teoría de la voluntad estuviera en lo cierto, el acuerdo sería válido pero B no podría ejercer
su acción de cumplimiento, ya que A habría cum plido con lo dispuesto en el contrato. Lo único
que le quedaría al señor I sería una acción de restitución de tenencia, aunque en todo caso,
quedaría sin definir si la restitución procedería según las reglas de mandato o e depósito.
Naturalmente, Ihering recuerda que esta no es la solución roma na53 . La constitutum
possessorum sólo permite transformar la posesión en mer; tenencia para los casos de reserva
de usufructo o toma en arriendo por e antiguo dueño. Todo ello para evitar la doble tradición.
La respuesta roma na del caso (34) es que no es posible este tipo de acuerdos. Hay que cum
plir con el modo de la tradición. Por lo tanto, no basta con mudar el animo para que opere el
constitutum. De la misma forma, el vendedor que aún nc ha entregado la cosa, si bien tiene un
animus alieno nomine detinendi, sigui siendo poseedor y no un mero tenedor. En resumen, el
legislador no h; considerado conveniente permitir que el cambio caprichoso de la volunta de
poseer sea suficiente para transformar la relación posesoria en uno otro sentido. c. Crítica
histórica. Según Ihering, la teoría de la voluntad no puede se. históricamente correcta 54 .
Cuando formulamos la crítica lógica, encontra mos que uno de los pasos cruciales en la
construcción de la teoría, es L afirmación de Paulo según la cual el representante tiene la cosa
para otrc De ahí se desencadena la tesis de que el poseedor tiene la cosa para sí y e mero
tenedor la tiene para otro. Pues bien, lo cierto es que en el Derecho Romano antiguo no existía
la representación directa. Toda representaciót era indirecta, lo cual quiere decir, que el
representante adquiría siempre l; cosa para sí y no para el mandante. Siglos más tarde, en la
época del Dere cho nuevo, se aceptaría la representación directa. El razonamiento de Iherinl es
entonces el siguiente: si la representación directa es el paso clave par; distinguir posesión de
mera tenencia, entonces los juristas romanos má antiguos no estaban en la capacidad de
establecer la distinción. Ahora bien la diferencia entre posesión y tenencia sí existía en aquel
entonces. Por k tanto, la teoría de la voluntad no es correcta. Hay que buscar el origen de l;
distinción en otras fuentes.
Ihering construye otra explicación que resumimos a continuación". La distinción
tenencia/posesión tuvo como origen la relación posesoria de las personas sometidas a
potestad. Mientras que el paterfamilias tenía el dominio del fundo (la granja romana), ejercía
la posesión civil y contraía obligaciones civiles; el filiufamiliae apenas tenía un peculio sobre
algunos bienes, ejercía la posesión natural (tenencia en la teoría de la voluntad) y contraía
obligaciones naturales. Cualquier disputa sobre la posesión o sobre las obligaciones de los hijos
de familia era conocida y resuelta por el padre de familia. Por esa razón no era necesario
concederle al hijo de familia ninguna acción civil de importancia. La tenencia o posesión
natural estaba limitada al ámbito doméstico. Fue sólo más tarde, con la aparición de los
contratos de arrendamiento, cuando los mismos principios de la tenencia doméstica pasaron a
las relaciones posesorias contractuales. Como el inquilino y el colono vivían en el mismo fundo
que el padre de familia, se les aplicó el mismo régimen de los hijos de familia: son tenedores
contractuales. El arrendatario debía acudir al padre para que este resolviera todas sus causas.
En el ámbito doméstico, los hijos de familia y los esclavos podían adquirir la posesión para el
padre, en el entendido de que servían como instrumentos de la posesión paterna. En el
Derecho Antiguo, las personas libres no podían adquirir la posesión para otros (apenas podían
conservarla). Cuando las personas libres empezaron a convivir en el mismo fundo que los hijos
sometidos a la potestad paterna, también se autorizó el que pudieran adquirir la posesión para
otros. Nótese que los romanos ya distinguían entre posesión y tenencia antes de que se diera
este avance. Al final de este período, toda relación posesoria ejercida por alguien distinto al
dueño, era considerada como mera tenencia. Con la aparición de los derechos reales (lus in
rem), el usufructuario y el usuario se encontraron desprotegidos frente a los nuevos nudo
propietarios. La calidad de meros tenedores los dejaba indefensos contra las perturbaciones.
Pero ya no era posible concederles la posesión, pues esto habría vulnerado el principio plurium
in solidum. ¿Cómo proteger a los titulares de derechos reales? Los juristas nuevos crean la
cuasiposesión o posesión de cosas incorporales para el usufructuario y el usuario. En esta
última etapa, la posesión regresa a casa, después de haber sido expulsada de las relaciones
domésticas por los primeros juristas. Ihering describe este proceso como una inversión de
roles. Al comienzo el padre era poseedor y el hijo tenedor. Al final, es el hijo el que posee y el
padre es el mero tenedor (cuando ejerce el usufructo legal sobre los bienes de hijo).

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