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TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR (6 de agosto 2023) Mt.

17,1-9 Ciclo A
(en lugar del XVIII DOMINGO ORDINARIO)
Pbro. Camilo Daniel Pérez
INTRODUCCIÓN
a) El sentido de la Transfiguración: El Monte Calvario y el Monte de la Transfiguración
Jesús acaba de hacer el primer anuncio de su pasión y resurrección con una reacción negativa de Pedro
(Mt. 16,21-23). Por lo cual, el Evangelista pone enseguida el episodio de la transfiguración para que
quede claro a sus discípulos, a la primera comunidad cristiana y a todos nosotros cuál es el sentido de la
cruz y del sufrimiento. En otras palabras que la subida al Monte Clavario solamente tiene sentido por el
Monte Tabor tradicionalmente identificado como el monte de la transfiguración. El Monte Calvario
significa el servicio, la donación, el trabajo, el estudio, la enfermedad, la discapacidad, el sufrimiento, etc.
que todo ello tiene su lado positivo, su Monte Tabor que nos construye como seres humanos e hijos de
Dios. Por tanto, el Monte Tabor significa la satisfacción, la alegría de darse, los resultados de la
dedicación y trabajo, la solidaridad, el amor y comprensión que se despliega en la enfermedad y en la
discapacidad, el acompañamiento, etc. Siempre el Monte Clavario lleva en su seno ya el Monte de la
Transfiguración. De ahí que lo contrario de la alegría no es el sufrimiento sino el desamor que nos trae
tristeza y frustración.
b) La experiencia cotidiana de la transfiguración.
Dios siempre nos está llevando al Monte Tabor: en el trabajo diario sentimos la alegría de su presencia y
el gozo de la entrega; en la amistad que nos procura, en el agradecimiento y benevolencia con el que se
acepta nuestro trabajo, en la ilusión con la que comenzamos cada día, en el amor a la familia que motiva
al padre de familia para ir al trabajo, pero, sobre todo, el Monte Tabor lo tenemos en la intimidad con
Jesús, en la oración, en su palabra, en sus obras. Repechar nuestro corazón al suyo es nuestra fuerza,
nuestro gozo y es donde tiene sentido nuestra vida, nuestro sufrimiento, nuestras penas y nuestras
esperanzas. El Monte Tabor es el monte para restaurar fuerzas y para reencausar nuestra vida.
1.- vv 1-3: “Seis días después…Jesús… se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente
como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto se aparecieron ante ellos Moisés y
Elías, conversando con Jesús.”
- Estos versículos expresan plenitud de vida y de gloria: Después de seis días, es decir, el séptimo, signo de
plenitud, Jesús se manifiesta resplandeciente, signo de gloria. Jesús entre Elías representando a los
profetas y Moisés representando a la Ley es la plenitud y el cumplimiento del Antiguo Testamento.
Tabor es, pues, vida, resurrección, cumplimiento y plenitud.
2.- v. 4: “Entonces Pedro le dijo a Jesús: Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí!…
- Pedro quería quedarse en el Monte Tabor, pero era necesario que bajara de ahí para experimentar la
inmensidad del amor de Dios en el Monte Calvario. Por consiguiente, no hay Monte Tabor sin Monte
Calvario y el Monte Calvario sólo se explica por el Monte Tabor, pues la cruz del amor es el camino de la
resurrección y de la vida, es el camino necesario para la transfiguración.
- Efectivamente, no hay Monte Tabor sin Monte Calvario. Solamente en el camino del Monte Calvario, el
cual es un camino de amor, de entrega y de donación vamos experimentando el inmenso amor de Dios.

- San Juan Pablo II nos recordaba cómo Catalina de Siena afirmaba que en las almas santas puede estar
presente la alegría junto con el sufrimiento (Cfr. NMI, 27). Es claro, pues la alegría no se contrapone al
sufrimiento, sino a la tristeza que brota del egoísmo. La Cruz es lo contrario de todo eso: es donación, es
amor, es entrega y todo esto trae felicidad, nos hace experimentar ya desde el Monte Clavario al Monte
Tabor.

3.- v. 5: “… una nube luminosa los cubrió… Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis
complacencias; escúchenlo.”
- Ahí, en el Monte Tabor, Nuestro Padre Dios con la presencia del Espíritu Santo, simbolizado por la
nube, nos hace la presentación de Jesucristo. Dios Padre se pone de aval de Jesús diciendo de él: “Éste es
mi Hijo amado, en quien me complazco, escúchenlo.” ¡Una gran teofanía!
- Dios Padre se juega su honor, su nombre en Jesucristo. En él está puesta toda su voluntad. Al pedir
nuestro Padre Dios que escuchemos (akoúete autoú= “escúchenlo”=tiene el sentido de obedecerlo) a su
Hijo también se está jugando su honor, su nombre en nosotros.

- En este versículo nos percatamos de que hay una serie de reminiscencias del Antiguo Testamento de la
manera como Dios se manifiesta a su pueblo. Así, por ejemplo, Ex. 34,29: El rostro de Moisés se vuelve
brillante cono el sol por haber hablado con Dios. Ex. 24,16: La manera de hacerse presente Dios es por
medio de una nube desde donde habla y cubre (episkiazo) con su sombra dando protección, gracia y
fortaleza a sus interlocutores (leer Lc. 1,35: El Espíritu Santo cubrirá con su sombra a María)
4.- vv. 6-8: “… los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de gran temor. Jesús… los tocó y les dijo:
Levántense y no teman…”
“Levántense” (=egérthete=resuciten) contrapuesto a “no teman” (mé fobeíthe, es decir, tengan fe) tiene el
sentido claro del compromiso en asumir desde lo profundo de su ser como discípulo el seguir a Jesús en
su misión hasta la cruz con todas sus consecuencias y hacerlo con la valentía de la fe en él que disipa todo
temor. La manifestación gloriosa de Jesús a estos tres discípulos hace remembranza a la teofanía
(manifestación) de Yhavéh en el Sinaí donde se consolida una alianza entre Dios y su pueblo (Ex. 24,1-
18). Ahora se trata de reafirmar la alianza de los discípulos con Jesús, quienes lo acompañarán desde la
experiencia íntima y dolorosa de Jesús en Getsemaní (Mt. 26,37) hasta la cruz. Como decíamos, escuchar
a Jesús es obedecerlo y tenerlo como la antorcha que ilumina el camino de la vida. Por eso al mirar a su
alrededor “no vieron más que a Jesús”.
5.- v. 9: “… Jesús les ordenó: No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya
resucitado…”
La orden de Jesús no es para guardar simplemente un secreto, sino para que no se malinterprete la
experiencia vivida con Jesús fuera del contexto de la pasión-muerte-resurrección y quede desdibujado el
sentido mesiánico de Jesús. No se puede separar el monte Calvario del monte Tabor. De otra manera, la
transfiguración de Jesús quedaría en una “desfiguración de Jesús y su obra” (Toribio Tapia).
6.- REFLEXIÓN
- Pedro quiere instalarse cómodamente sin asumir ningún compromiso. ¿A qué compromisos cristianos
he rehuido en mi vida?
- ¿Qué es lo que más me motiva y alienta del Señor Jesús para seguir adelante en mi vida?
- Traer a la memoria aquellos momentos en mi vida que he estado triste y alguien me ha consolado,
aquellos momentos en que he necesitado ayuda y alguien me ha apoyado, aquellos momentos en los que
no he sabido qué hacer y cómo salir adelante y alguien ha sido “mi tablita de salvación”. Esos apoyos,
esas ayudas, esos consuelos han sido el monte de la transfiguración para mí. Darle gracias a Dios por ello.
- Preguntarme: ¿Quién o quiénes necesitan de mí en estos momentos para ser su monte de la
transfiguración? Hacerlo con gusto y alegría. -Puedo pedirle a Dios que me ayude a transfigurarme para
manifestar con mis obras la gloria de Dios.

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