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1Cf. Mt.11,3 ss
2Mc.6,4
3Cf.Mc.8,28
4Cf. Mt.17,1-8
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Dios a quien llama "Abba" en el curso de su experiencia humana.
Tenemos que recurrir al libro de Daniel1, para hallar el primer testimonio de este "Hijo de hombre".
En el Nuevo Testamento, la expresión "Hijo de hombre", aparece usada por abrumadora mayoría
por los evangelios, y siempre por Jesús. El uso de Jesús es referido a su vida terrena, a su pasión y
resurrección, y respecto a la gloria futura. Lo pone en relación con el libro de Daniel 2.
Razones sobre el uso que Jesús mismo hizo de la expresión "Hijo del hombre":
a) La expresión es de carácter palestinense, es mas, no tiene raigambre griega.
b) Desapareció del uso corriente de la comunidad helenística.
c) Es extraño que la comunidad ponga la expresión en labios de Jesús, en tercera persona, y con
relación a la muerte, y con sentido humilde y terreno. Ya que la experiencia de la comunidad es la
del Cristo Glorioso.
d) Lo mas significativo es que en ninguna perícopa donde se usa el título se vincula resurrección y
parusía, distinción que es propiamente pospascual.
e) La expresión aparece en labios de Jesús, pero en ninguna confesión de fe paleocristiana.
f) Por la predicación general de Jesús, el término "Hijo del hombre" lo usa con sus discípulos, para
referirse al Reino de los cielos.
Más importante aun que la categoría Hijo del hombre, es que Jesús se llame "Hijo", en relación con
Dios, su "Abba". El sentido de una filiación trascendente no podemos encontrarlo en antecedentes
veterotestamentarios, en una expresión determinada, como puede ser la de Hijo de Dios. Así se
llaman los ángeles (Job.1,6), a los miembros del pueblo individualmente tomados (Os.2,1), al
pueblo de Israel (Ex.4,22), y finalmente a los reyes (2S.7,12-14). Esta categoría es trascendente
solo en orden a la misión. Es significativa la supervivencia del término arameo, aun en la oración
de la Iglesia3. Esto es así, porque era la oración de Jesús.
En Mt.11,25-27: tenemos un texto auténtico donde Jesús desde su relación peculiar con Dios se
refiere a la Revelación. Jesús aparece aquí como el Unico que revela al Padre, revelándose a sí
mismo como Hijo. Por eso la Revelación histórica de Dios en Cristo, aparece, por la realidad
misma del revelador en su plenitud. DV 4.
Como característica (semitismos) del texto, podemos decir que el sentido con que se usa el verbo
"revelar", no es el griego. En cuanto al estilo, el asíndeton inicial ("te alabo"), la repetición del
verbo conocer, el paralelismo entre la segunda y tercera expresión para suprimir la falta de
pronombre que expresen reciprocidad, la estructura cuaternaria (el primer verso expone la totalidad
del tema, el segundo y el tercero lo explicitan en frases paralelas, y el cuarto es la conclusión sobre
la que recae la atención); eso sumado a la invocación "Abba", hablan de la autenticidad del texto.
v. 25: Jesús alaba a Dios por el conocimiento comunicado a los pequeños, que corresponde a la
bienaventuranza de los limpios de corazón. Tiene un tinte escatológico, porque la bendición viene
pues el padre ya dio a conocer; el tono es de promesa cumplida.
v. 26: la revelación es fruto de la benevolencia del Padre. Vemos el origen patrogenético de la
Revelación.
1Cf. Dn.7,13-14
2Cf. Mt.5,11; Lc.6,22; Jn.1,51
3Cf. Rm.8,15
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v. 27a: "Todo me ha sido dado por mi Padre". Uno podría pensar en el Poder que recibe el Hijo,
como en Mt.28,18, pero encontramos diferencias. La situación de Jesús es diversa, es el Jesús
prepascual; se le trasmite el conocimiento, con el verbo que lleva a pensar en términos de tradición,
cuando lo otro se traduce por dar. Este conocimiento se da por tradición, significa que se tiene
como recibido de otro, de Dios.
v. 27b: "y ninguno conoce al Hijo sino el Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo". Conocer es
un conocimiento directo de una persona, de modo pleno. Bíblicamente es un conocimiento en que
queda afectada la voluntad. Por eso este conocer, se refiere a una comunidad de vida. Aparece un
conocimiento único y exclusivo, que por ello es objeto de revelación, que depende del beneplácito
del Padre, con la mediación del Hijo.
v. 27c: "y a aquel que quiera revelarlo". El Hijo aparece dotado de poder revelador, y de
personalidad, en cuanto se refleja en su querer. Pero, por otro lado, su voluntad coincide con la
voluntad del Padre.
Esta capacidad reveladora del Hijo es expresada por Juan diciendo que el Logos se hizo carne.
En los vs. finales del Prólogo encontramos la misma idea: el Hijo es el revelador en plenitud.
Vamos al desarrollo de la teología de Juan. Tenemos que partir del uso del verbo creer. En la
mayoría de los casos esta para significar fe en una persona, y lo usa con "eis": "en". ¿Por qué el
acto de fe se dirige a Jesús? Porque Cristo es el revelador de Dios; el preexiste y es Dios.
v. 17: "Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos ha llegado por medio
de Jesucristo". La ley es la revelación en general. La verdad tiene sentido de revelación, y tiene
valor escatológico, en cuanto que ya vino. Es principio de nueva creación. La razón de plenitud se
señala en el versículo siguiente.
v. 18: "A Dios nadie lo ha visto jamas: el Hijo Unico que esta en el seno del Padre, El lo ha
contado". El no ha visto al Padre, sino que ha venido de El.
1.1.2.4. Consecuencias.
Que Cristo sea plenitud de la revelación sobrenatural histórica, tiene sus consecuencias. En cuanto a
Verbo encarnado implica una Alianza Nueva y definitiva, que da sentido pleno a la Revelación (cf.
DV 4).
Por ser revelación plena, no sólo se expresa con las palabras, sino con gestos y palabras
intrínsecamente unidas entre sí, en especial los milagros que realizaron la salvación.
Por ser revelación plena, no solo se expresa con las palabras, sino con gestos y palabras
intrínsecamente unidas entre si, en especial los milagros que realizaron la salvación.
No hay mayor donación de Dios en la historia.
Por ser plenitud, tampoco hay que esperar otra revelación pública.
El punto histórico culminante de la Revelación es Jesucristo. Pero tiene que haber una realidad que
históricamente lo haga presente a cada hombre. Por ello la Iglesia, que brinda la posibilidad a todos
los hombres hasta el fin de los tiempos, con la garantía de permitir el encuentro con Cristo, sin
error (infalibilidad).
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