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Revelación.

1.1.2. La Revelación de Dios en la historia y por la historia. Cristo, plenitud


de la revelación sobrenatural histórica.
El tema de la historicidad, que se resume en sus etapas en Dei Verbum 3 y 4, es una característica
de la religión revelada, y es constitutivo de la misma.
1.1.2.0. Introducción.
El carácter histórico de la religión revelada supera las antinomias de las religiones anteriores: o
Dios se confunde con la naturaleza y el hombre está sometido a ella (religiones naturales); o Dios
guarda su trascendencia, pero el hombre ve anulada su distinción confundiéndose con él
(religiones místicas). Así, el carácter histórico de la religión revelada posibilita un verdadero
encuentro entre Dios y el hombre, que pone en juego su libertad. La verdad de la creación nos
muestra un Dios trascendente y no niega su presencia en la intimidad del hombre.
Las religiones de la naturaleza, hacían de las teofanías, una experiencia exclusiva de la bondad de
Dios. De aquí que la historia sea sólo destino; y en cuanto unida a los ciclos de la naturaleza, sea
circular. La historia es reflejo de lo sucedido en el tiempo mítico.
En las religiones que podemos llamar místicas, la experiencia de Dios se vuelca al interior: la salva-
ción será liberarse de lo histórico, porque es fuente de dolor, y fundirse con lo absoluto.
Aquí aparece lo histórico como característica de la religión revelada, y como solución a todas las
antinomias anteriores. La relación del hombre con Dios tiene las características de un verdadero
encuentro. Dios se revela en la historia.
De todo ésto, concluimos que el encuentro con Dios no pude ser simple salida del hombre hacia la
naturaleza, o un vuelo místico hacia su propia intimidad. Ambos movimientos niegan la
trascendencia de Dios y la libertad del hombre. El encuentro de la libertad del hombre con la
trascendencia suprema de Dios se da en la historia. Que Dios se revela en la historia humana
significa que se ofrece a la libertad humana en la dialéctica "promesa-cumplimiento",
mostrando un nuevo modo de condescendencia de Dios que se aviene a nuestra historicidad.
Estos elementos designan a la religión revelada como religión profética:
1) no se niega la posible experiencia de la interioridad.
2) se trata de una revelación positiva de Dios; la actitud religiosa del hombre, es la de quien espera
que Dios hable.
3) el modelo de unión del hombre con Dios será triádico, pues entre la vida de ambos se encuentra
su palabra.
4) esta perspectiva elimina todo dualismo, en cuanto que Dios se desvela en el hacerse de la
historia.
La Alianza es la forma estructurada del requerimiento total del amor de Dios. La historia de la
Alianza es la muestra de la suprema trascendencia soberana de Dios que se dona al hombre, pero es
la historia de la misma libertad del hombre requerida por Dios, que como respuesta positiva o
rechazo, configura la historia de la salvación. Cada punto de esta historia como gracia aceptada o
como rechazo, siempre implica la promesa de una donación mayor, hacia una nueva posibilidad.
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1.1.2.1. La historicidad de la Revelación desde el ser del hombre.
Como el modo de ser de la naturaleza del hombre es histórico, podemos presuponer esa historicidad
comprometiendo la revelación de Dios. Ya que "lo conocido está en el que conoce, según sea su
modo natural de ser"1.
La naturaleza del hombre está marcada con la unidad y la mutabilidad. Unidad que tiene que ver
con los aspectos formales; mutabilidad por la realización subjetiva de la misma en los individuos, a
lo largo de la historia. La mutabilidad del hombre es histórica; el hacerse de su esencia individual
no está marcada por la necesidad sino por la libertad.
Tornándose a la historia es la forma como el hombre presta oído a una posible revelación de
Dios.
Tornarse a la historia no es una actitud que depende indiferentemente del hombre para su
realización, sino que responde a su constitución esencial, ya que el hombre se desarrolla real y
efectivamente en la historia general. Por lo tanto, si en su propia historia no se ha hecho presente la
revelación, deberá observar si en otras realizaciones de la humanidad Dios no se hizo presente.
Deberá abrirse a la experiencia religiosa de los otros.
Hay razones teológicas respecto a la historicidad de la Revelación que se refieren a la
historicidad del hombre. Historia de la gracia y del pecado, de la redención y la libertad. Aquí
nos movemos en el campo de verdades reveladas.
La apertura del hombre creyente a la revelación se funda en el conocimiento de su ser creado y en
el reconocimiento de su pecaminosidad. Por eso espera la palabra de Dios como palabra de
salvación.
1.1.2.2. Las mediaciones de la Revelación sobrenatural histórica.
La Revelación se da a través de mediaciones. Y ésto tiene razones a partir de la existencia
humana, y también razones teológicas: la bondad de Dios que hace del mediador causa
instrumental de la Revelación.
Desde la antropología podemos decir que el hombre tiene autocomprensión concreta a partir de la
comprensión del mundo que lo rodea, y en la experiencia de la historia que nunca hace solo. Es que
el hombre, desde el venir al mundo, depende de los hombres para el desarrollo como hombre. El
estado social del hombre es condición indispensable de la vida intelectual del individuo; sin la
palabra trasmitida por otros hombres al individuo, jamás llegaría a poseer un solo pensamiento.
Por ello, la experiencia religiosa es la del hombre junto a otros, y dependiente de los otros. Aún la
experiencia religiosa se interpreta con la interpretación de la experiencia histórica de los otros. Para
nosotros son los profetas.
Existen razones teológicas respecto a la posibilidad de los mediadores. La primera tiene su punto de
partida en la Bondad de Dios, pues pertenece a su bondad, no sólo comunicar el ser, sino hacerlo
causa a su vez del ser. En el caso de la revelación se trata de una causalidad instrumental: debe ser
así para que la palabra del mediador sea auténtica palabra de Dios. Santo Tomás argumenta la
necesidad de predecesores, los profetas y la pluralidad de los mediadores, por la dignidad del
mismo Cristo2.

1Cf. STh. I q.12 a.4


2STh III q.1 a.5.
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1.1.2.3. Cristo, plenitud de la Revelación sobrenatural histórica.
Con esta reflexión pretendemos ver algunos elementos que nos muestren a Jesús con esta
característica de plenitud.
Jesús se tuvo a sí mismo no solamente como un profeta, sino que se entendió como el profeta
escatológico.
La palabra de Dios dicha para nosotros en todo lo que Jesús fue, hablo, e hizo, fue confirmada por
la Resurrección.
En tiempos de Jesús existían diversas expectativas en torno a la figura de un mesías profeta.
Por la misma acción taumatúrgica de Jesús, la gente lo reconoce como profeta que realiza milagros,
reinterpretando los signos que hacía1. Este profeta taumaturgo era esperado por los "hassidim" y se
lo relaciona con el perdón de los pecados.
Pero Jesús mismo no deja de identificarse como profeta sino por su destino, como ser que "un
profeta no es bien recibido en su tierra"2. Este profetismo se identifica con la figura del Siervo
Sufriente de Isaías (sacerdote, rey y profeta solidario con el pueblo, y con una misión liberadora
universal).
La ultima identificación es la de Jesús como profeta escatológico. Algunos identifican a Jesús con
un profeta como Elías, redivivo 3. Este profetismo se basa en Dt.18,15 en relación a Moisés: un
profeta que viene a restaurar la revelación de Dios y trae el fin escatológico.
Jesús cumple las expectativas judías y las supera (actitud ante la Ley), constituyéndose en el
portador de la Revelación definitiva, ya que El es el Hijo, el medio más excelente que Dios ha
elegido (Cf. Relato de la Transfiguración).
La cristofanía del Tabor confirma la superioridad y dimensión escatológica de la persona y el
ministerio de Jesús4. Corresponde a un acontecimiento de la vida de Jesús, leído por intuición
misteriosa de sus discípulos, con el trasfondo del libro del Exodo. El relato manifiesta elementos
que muestran a Jesús como revelador definitivo: se habla de metamorfosis, término usado por
primera vez por Pablo, junto a la gloria. Tiene también significación la montaña alta, figura del
Horeb o del Sinaí, y el encuentro con Moisés y Elías. Las tres tiendas son una alusión a la fiesta de
las tiendas. Fiesta en que se conmemora la estancia de Israel junto al Sinaí, mientras reciben la
revelación de la Ley por medio de Moisés. También la nube tiene su correspondencia con el libro
del Exodo. Finalmente "a los seis días", parece ser un esquema común, ya que en ese día tiene la
revelación de Yavé, en Ex.24,16. El Hijo debe ser escuchado. La voz divina hace definitivo el
sentido de la escena.
Siendo el Hijo, Dios se revela en El, mediante lo más querido, no hay medio más excelente; al dar
lo más querido, la revelación toma un tinte definitivo.
Lo definitivo de la revelación de Jesús tiene que ver con el misterio de su persona. El se denomina
"Hijo de Hombre": figura escatológica que resalta la definitividad de su misión y su origen
trascendente. Revela, además, el misterio de su filiación trascendente en su peculiar relación con

1Cf. Mt.11,3 ss
2Mc.6,4
3Cf.Mc.8,28
4Cf. Mt.17,1-8
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Dios a quien llama "Abba" en el curso de su experiencia humana.
Tenemos que recurrir al libro de Daniel1, para hallar el primer testimonio de este "Hijo de hombre".
En el Nuevo Testamento, la expresión "Hijo de hombre", aparece usada por abrumadora mayoría
por los evangelios, y siempre por Jesús. El uso de Jesús es referido a su vida terrena, a su pasión y
resurrección, y respecto a la gloria futura. Lo pone en relación con el libro de Daniel 2.
Razones sobre el uso que Jesús mismo hizo de la expresión "Hijo del hombre":
a) La expresión es de carácter palestinense, es mas, no tiene raigambre griega.
b) Desapareció del uso corriente de la comunidad helenística.
c) Es extraño que la comunidad ponga la expresión en labios de Jesús, en tercera persona, y con
relación a la muerte, y con sentido humilde y terreno. Ya que la experiencia de la comunidad es la
del Cristo Glorioso.
d) Lo mas significativo es que en ninguna perícopa donde se usa el título se vincula resurrección y
parusía, distinción que es propiamente pospascual.
e) La expresión aparece en labios de Jesús, pero en ninguna confesión de fe paleocristiana.
f) Por la predicación general de Jesús, el término "Hijo del hombre" lo usa con sus discípulos, para
referirse al Reino de los cielos.
Más importante aun que la categoría Hijo del hombre, es que Jesús se llame "Hijo", en relación con
Dios, su "Abba". El sentido de una filiación trascendente no podemos encontrarlo en antecedentes
veterotestamentarios, en una expresión determinada, como puede ser la de Hijo de Dios. Así se
llaman los ángeles (Job.1,6), a los miembros del pueblo individualmente tomados (Os.2,1), al
pueblo de Israel (Ex.4,22), y finalmente a los reyes (2S.7,12-14). Esta categoría es trascendente
solo en orden a la misión. Es significativa la supervivencia del término arameo, aun en la oración
de la Iglesia3. Esto es así, porque era la oración de Jesús.
En Mt.11,25-27: tenemos un texto auténtico donde Jesús desde su relación peculiar con Dios se
refiere a la Revelación. Jesús aparece aquí como el Unico que revela al Padre, revelándose a sí
mismo como Hijo. Por eso la Revelación histórica de Dios en Cristo, aparece, por la realidad
misma del revelador en su plenitud. DV 4.
Como característica (semitismos) del texto, podemos decir que el sentido con que se usa el verbo
"revelar", no es el griego. En cuanto al estilo, el asíndeton inicial ("te alabo"), la repetición del
verbo conocer, el paralelismo entre la segunda y tercera expresión para suprimir la falta de
pronombre que expresen reciprocidad, la estructura cuaternaria (el primer verso expone la totalidad
del tema, el segundo y el tercero lo explicitan en frases paralelas, y el cuarto es la conclusión sobre
la que recae la atención); eso sumado a la invocación "Abba", hablan de la autenticidad del texto.
v. 25: Jesús alaba a Dios por el conocimiento comunicado a los pequeños, que corresponde a la
bienaventuranza de los limpios de corazón. Tiene un tinte escatológico, porque la bendición viene
pues el padre ya dio a conocer; el tono es de promesa cumplida.
v. 26: la revelación es fruto de la benevolencia del Padre. Vemos el origen patrogenético de la
Revelación.

1Cf. Dn.7,13-14
2Cf. Mt.5,11; Lc.6,22; Jn.1,51
3Cf. Rm.8,15
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v. 27a: "Todo me ha sido dado por mi Padre". Uno podría pensar en el Poder que recibe el Hijo,
como en Mt.28,18, pero encontramos diferencias. La situación de Jesús es diversa, es el Jesús
prepascual; se le trasmite el conocimiento, con el verbo que lleva a pensar en términos de tradición,
cuando lo otro se traduce por dar. Este conocimiento se da por tradición, significa que se tiene
como recibido de otro, de Dios.
v. 27b: "y ninguno conoce al Hijo sino el Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo". Conocer es
un conocimiento directo de una persona, de modo pleno. Bíblicamente es un conocimiento en que
queda afectada la voluntad. Por eso este conocer, se refiere a una comunidad de vida. Aparece un
conocimiento único y exclusivo, que por ello es objeto de revelación, que depende del beneplácito
del Padre, con la mediación del Hijo.
v. 27c: "y a aquel que quiera revelarlo". El Hijo aparece dotado de poder revelador, y de
personalidad, en cuanto se refleja en su querer. Pero, por otro lado, su voluntad coincide con la
voluntad del Padre.
Esta capacidad reveladora del Hijo es expresada por Juan diciendo que el Logos se hizo carne.
En los vs. finales del Prólogo encontramos la misma idea: el Hijo es el revelador en plenitud.
Vamos al desarrollo de la teología de Juan. Tenemos que partir del uso del verbo creer. En la
mayoría de los casos esta para significar fe en una persona, y lo usa con "eis": "en". ¿Por qué el
acto de fe se dirige a Jesús? Porque Cristo es el revelador de Dios; el preexiste y es Dios.
v. 17: "Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos ha llegado por medio
de Jesucristo". La ley es la revelación en general. La verdad tiene sentido de revelación, y tiene
valor escatológico, en cuanto que ya vino. Es principio de nueva creación. La razón de plenitud se
señala en el versículo siguiente.
v. 18: "A Dios nadie lo ha visto jamas: el Hijo Unico que esta en el seno del Padre, El lo ha
contado". El no ha visto al Padre, sino que ha venido de El.
1.1.2.4. Consecuencias.
Que Cristo sea plenitud de la revelación sobrenatural histórica, tiene sus consecuencias. En cuanto a
Verbo encarnado implica una Alianza Nueva y definitiva, que da sentido pleno a la Revelación (cf.
DV 4).
Por ser revelación plena, no sólo se expresa con las palabras, sino con gestos y palabras
intrínsecamente unidas entre sí, en especial los milagros que realizaron la salvación.
Por ser revelación plena, no solo se expresa con las palabras, sino con gestos y palabras
intrínsecamente unidas entre si, en especial los milagros que realizaron la salvación.
No hay mayor donación de Dios en la historia.
Por ser plenitud, tampoco hay que esperar otra revelación pública.
El punto histórico culminante de la Revelación es Jesucristo. Pero tiene que haber una realidad que
históricamente lo haga presente a cada hombre. Por ello la Iglesia, que brinda la posibilidad a todos
los hombres hasta el fin de los tiempos, con la garantía de permitir el encuentro con Cristo, sin
error (infalibilidad).

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