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Francoise Dolto
Introducción
La Convención sobre los Derechos del Niño, a la que nuestro país le da rango constitucional,
estipula taxativamente que “El niño tiene derecho a ser escuchado cada vez que se toman
decisiones que lo afectan directamente.” Y que “El niño tiene el derecho de poder decir lo que
piensa, con los medios que prefiera.” A pesar de este marco legal, algunos de los procesos
judiciales que tiene a los niños como víctima, no respetan la normativa.
Esta sombra de sospecha que se cierne sobre la infancia por su sola condición de tal, cercena
gravemente su condición de sujeto de derecho. Se produce un deslizamiento mediante el cual
el eje del proceso judicial deja de ser probar o desechar un delito cometido por el imputado y
lo que se juzga es la palabra del niño.
La hipótesis con la que trabajamos es que desvalorizar la capacidad del niño de testimoniar en
el proceso judicial es negar su lugar de sujeto, más allá de las intenciones que motiven los
planteos:
2- Verdaderas dudas acerca de capacidad del niño para discriminar y denunciar el abuso del
que es víctima.
Que la declaración del niño tenga valor de prueba en un proceso judicial, implica guardar
ciertos recaudos al momento de recoger dicha prueba:
1- En primera instancia para garantizar el resguardo del pudor y la intimidad violentados del
niño.
2- En segundo lugar, para lograr que las condiciones bajo las cuales declare sean las más
óptimas para que pueda verbalizar, de todas las maneras que tenga a su alcance, lo que se
indaga.
3- En tercer lugar para protegerlo de ser sometido a excesivas tomas de declaración, del
tribunal, de las partes y sus respectivos peritos, en las que no siempre se guarda el debido
cuidado en los interrogatorios.
Todas estas razones fueron las que motivaron la reforma de la Ley Nº 25852 del Código
Procesal Penal de la Nación en el artículo 250 bis, allí se especifica que tratándose de víctimas
de abuso sexual que no hayan cumplido los 16 años de edad se seguirá el siguiente
procedimiento:
“a) Los menores aludidos sólo serán entrevistados por un psicólogo especialista en niños y/o
adolescentes designado por el tribunal que ordene la medida, no pudiendo en ningún caso ser
interrogados en forma directa por dicho tribunal o las partes;
d) A pedido de parte o si el tribunal lo dispusiera de oficio, las alternativas del acto podrán ser
seguidas desde el exterior del recinto a través de vidrio espejado, micrófono, equipo de video o
cualquier otro medio técnico con que se cuente. En ese caso, previo a la iniciación del acto el
tribunal hará saber al profesional a cargo de la entrevista las inquietudes propuestas por las
partes, así como las que surgieren durante el transcurso del acto, las que serán canalizadas
teniendo en cuenta las características del hecho y el estado emocional del menor.
Las condiciones que esta ley dispone para recoger la declaración testimonial, tienen como fin,
no solamente resguardar su integridad, como hacíamos referencia anteriormente, sino
también permitir que el niño despliegue todas las formas discursivas que tiene a su alcance,
más allá de lo verbalizado, tales como expresiones gráficas, dibujos, imágenes,
comportamientos: agresividad, angustia, risa, llanto e incluso el mostrarse desinteresado en la
situación.
Cuando el sistema jurídico aloja la palabra del niño cumple también una función terapéutica,
en tanto abre el camino para que lo que es puro trauma y dolor encuentre modos de ser
subjetivado y dimensionado. Poner en palabras, en dibujos, en juego, etc., lo traumático es una
forma de ir calmando su efecto.
En definitiva es otorgar un lugar como sujeto de derecho, más allá de las particularidades de
la infancia.
La controversia entre las garantías del imputado y el valor del testimonio del niño.
Se desprende del análisis de algunos expedientes judiciales sobre abuso sexual infantil, que en
su mayoría, se esgrime el argumento de que se vulneran los derechos constitucionales a la
legítima defensa y se pone en tela de juicio las condiciones bajo las cuales se realiza la
declaración del niño. Uno de las estrategias más usadas es que la representación de la defensa
no puede interrogar ni presenciar en forma efectiva la toma de declaración del niño.
Por otro lado, se cuestiona que dicha declaración será valorada por un experto psi, pero no
por ello se la considera pericia, ni se le da el tratamiento de las mismas. Y con mayor frecuencia
aún se cuestiona las unidades de análisis con las que los psicólogos y psiquiatras valoran dicho
testimonio.
El niño víctima tiene, como afirmábamos anteriormente, derecho a ser protegido por un
conjunto de prescripciones en las que se contemplan el respeto por el interés superior del
niño, pero en algunos casos no hay una correspondencia entre lo que dictamina la norma y el
modo efectivo en que los agentes judiciales intervienen, incluidos en este grupo algunas
participaciones de Jueces que bajo la figura de ubicarse como garantes de la legítima defensa
(inalienable derecho, sin duda, en tanto limita el poder punitivo del estado), pero en
detrimento de la situación de los niños víctimas de abuso.
Se encuentran fallos posteriores a la reforma de la ley 25.852, que haciendo caso omiso de la
reforma legal continúan devaluando la palabra del niño en pos de resguardar derechos
garantistas, terminan olvidando que los menores se encuentran en la franja más vulnerables de
todos los integrantes de la sociedad y cuando el Estado deja de velar por su protección hace un
abandono absoluto de la infancia.
Por ello, concluye que la falta de notificación previa a la defensa no acarrea la nulidad del
acto, en la medida en que la asistencia letrada conserva la facultad de examinar el testimonio
así producido e introducir las inquietudes que crea necesarias.”
Como podemos observar en este caso, el tribunal de la Cámara de Casación no hace lugar al
recurso, justificando el fallo en los argumentos que fuimos desarrollando a lo largo del trabajo.
La claridad que reviste la sentencia en cuanto al resguardo de la integridad vulnerada de un
menor, no es, lamentablemente, regla general, por el contrario encontramos casos en que los
Magistrados no interpretan el espíritu de esta reforma legal.
Conclusión
De este sintético recorrido sobre la declaración del niño en los casos de abuso sexual infantil
agravado por el vínculo. Llegamos a la conclusión que no basta con la eficaz reforma de la
norma, sino que es necesario garantizar la eficacia material de la misma, para lograr este
cometido es necesario profundizar las acciones de resguardo, asegurando en el poder judicial
un altísimo nivel de formación, independiente, que logre romper con prejuicios patriarcales y
machistas que continúan guiando las acciones de algunos agentes.
Por otra parte profundizar las reformas legales existentes, para garantizar el debido resguardo
del Estado, a la franja más vulnerable de la escala social: los niños. Finalmente la ejecución de
verdaderas políticas públicas, en tanto el Estado es responsable último, de garantizar la
protección de la infancia.