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EL RESPETO A SUS DERECHOS

El Comité de los Derechos del Niño, en su Observación General número 20


emitida en 2016, señala que la adolescencia es una etapa en la vida de las
personas caracterizada por crecientes oportunidades, capacidades, aspiraciones,
energía y creatividad, pero también por un alto grado de vulnerabilidad. Las y los
adolescentes son agentes de cambio, un activo y un recurso fundamental con
potencial para contribuir positivamente a sus familias, comunidades y países.
No obstante, en la realidad las políticas públicas encaminadas a mejorar sus
condiciones de vida con frecuencia excluyen a grupos poblacionales que enfrentan
condiciones especiales de vulnerabilidad. Las omisiones y falta de efectividad de
la actuación estatal en ese rubro, pueden generar un impacto negativo sobre las
personas menores de edad en términos de seguridad emocional, salud,
sexualidad, educación, aptitudes, resiliencia, y comprensión de los derechos,
cuyas consecuencias no solo obstaculizan el desarrollo óptimo de la persona, sino
también el desarrollo social y económico presente y futuro.
El modelo garantista de protección a los derechos que estableció la expedición de
la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, tiene como
objetivo principal lograr que todas las personas menores de edad, sin distinción,
tengan un desarrollo integral. Realizar esa meta exige que el Estado cumpla a
cabalidad sus obligaciones constitucionales de observancia, protección, defensa y
restitución de los derechos de la niñez y adolescencia, desde un enfoque
diferenciado que valore sus condiciones personales y contexto de vida, tanto en lo
individual como en lo colectivo.

En el Informe Especial Adolescentes: Vulnerabilidad y Violencia, publicado por la


Comisión Nacional de los Derechos Humanos y el Centro de Investigaciones y
Estudios Superiores en Antropología Social en el mes de enero de 2017, se
precisa que la conducta delictiva de los y las adolescentes es el resultado de
diversos factores que interactúan de manera compleja, los cuales, por lo general,
se asocian a condiciones de vulnerabilidad derivadas de la falta de satisfacción y
acceso a derechos fundamentales tales como abandono familiar, pobreza,
violencia física, psicológica y sexual, deserción escolar o negación del servicio
educativo, entre otros.
Comprender esas circunstancias es determinante para dimensionar la importancia
de contar con un sistema de justicia que abone a la restitución de derechos de ese
grupo etario.
Como titulares de derechos, las personas adolescentes que han cometido
infracciones a la ley penal deben gozar, en principio, de la misma protección
jurídica que el resto de quienes se encuentran en esa etapa de desarrollo vital; sin
embargo, debido a que al entrar en contacto con el sistema de justicia se les
coloca en una situación de especial vulnerabilidad, se hace necesario atender
parámetros específicos que garanticen su seguridad, integridad y el respeto
irrestricto a su dignidad en todo momento.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha determinado que los
sistemas de justicia juvenil deben tener como propósito principal la rehabilitación,
la formación integral, y la reintegración y reinserción social de niñas, niños y
adolescentes, a fin de permitirles cumplir un papel constructivo en la sociedad.
Para ello, se requiere satisfacer plenamente los derechos al debido proceso, la
seguridad jurídica, a una defensa adecuada, la especialización de los operadores
jurídicos, y el acceso a los recursos de impugnación. De igual manera, es
inexcusable el cumplimiento de los principios y derechos plasmados en la Ley
General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes para garantizar un
tratamiento basado en la perspectiva de derechos y sin discriminación.
El sistema integral de justicia para adolescentes instaurado en México con motivo
de la reforma al artículo 18 de la Constitución General de la República que entró
en vigor en marzo de 2006, parte del reconocimiento de que las y los adolescentes
son sujetos de responsabilidad, sin que esa situación, en ningún caso, constituya
un obstáculo para que gocen de los derechos y las respectivas garantías
constitucionales y legales que les asisten de forma que, aunque se trate de un
sistema de naturaleza penal, las características de los sujetos activos lo convierten
en una modalidad de atención especializada.

De acuerdo con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, las instituciones,


tribunales y autoridades encargadas de la operación del sistema de justicia para
adolescentes, están obligadas a orientar todas sus actuaciones y determinaciones
con base en el principio de interés superior de la niñez y adolescencia, con la
finalidad de adoptar las medidas que resulten más benéficas y convenientes para
promover el pleno desarrollo de su persona y sus capacidades.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su informe Violencia,


Niñez y Crimen Organizado de 2015, externó su preocupación por el hecho de
que diversos Estados de la región, incluido México, no habían logrado aplicar en
su integralidad el modelo de la justicia restaurativa que imponen los instrumentos
internacionales de derechos humanos para las personas menores de 18 años, y
manifestó que, en muchos casos, aunque se han incorporado a la legislación
nacional los principios que rigen ese modelo, existe en los hechos una limitada
disponibilidad de programas centrados en la rehabilitación y la reinserción de las y
los adolescentes, es decir, no privativos de la libertad.
La Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia para Adolescentes, publicada en
junio de 2016, contiene varios aciertos importantes tales como la inclusión de los
principios y derechos que homologarán los sistemas de justicia en las entidades
federativas; las disposiciones generales sobre la prevención social de la violencia
y la delincuencia para personas adolescentes; el establecimiento de límites de
edad diferenciados para su aplicación; en el caso de personas de entre 12 y 14
años que cometan un acto ilícito, la mención expresa que sólo serán aplicables
medidas de protección distintas a la privación de la libertad, y que esta última
medida -de privación- sólo podrá prescribirse para adolescentes de entre 14 y
hasta antes de cumplir los 18 años, la cual tendrá una duración máxima de 5 años.
Dicha Ley Nacional define los principios de especialización, legalidad, mínima
intervención, aplicación de la ley más favorable, presunción de inocencia,
aplicación de mecanismos alternativos, justicia restaurativa y reinserción social,
así como el derecho de las y los adolescentes a ser escuchados en los procesos
jurisdiccionales, situación que evidentemente retoma de lo establecido en la
Constitución General de la República.

El Estado mexicano tiene mucho que hacer para brindar mejores condiciones a
sus adolescentes, especialmente a aquellos que se encuentran en circunstancias
de mayor vulnerabilidad; así como para que los sistemas de justicia logren
proporcionarles las herramientas necesarias para su tránsito hacia la edad adulta
en las mejores condiciones posibles que les permitan reducir su situación de
desventaja en relación con otros jóvenes del país; de lo contrario, se les estará
condenando a vivir en condiciones de desigualdad, sin que logren desarrollar su
potencial y capacidades al máximo.
Se enfatiza que la manera más adecuada de hacer frente a la violencia y la
inseguridad en México que afecta a las niñas, niños y adolescentes, es el diseño e
instrumentación de políticas públicas de carácter integral que tomen en
consideración las causas estructurales que originan esos problemas; el trabajo
directo sobre los factores de riesgo; el refuerzo de protección personales desde un
enfoque que considere la centralidad de los derechos humanos.

Los diversos sectores que colaboran y coordinan su actuar deben acelerar los
esfuerzos que permitan ofrecer soluciones asequibles y realizables en el corto
plazo en favor de las y los adolescentes que por alguna razón se encuentran
insertos en el sistema de justicia integral y que requieren de atención
especializada a partir de la asignación de recursos presupuestarios suficientes.

Es de la mayor importancia el fortalecimiento del sistema de justicia penal para


adolescentes en la totalidad de las entidades federativas del país, puesto que
estamos a más de cinco años de la publicación de la Ley General de la materia y a
más de seis años de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes.

EL INTERES SUPERIOR DEL ADOLESCENTE

El del interés superior del niño constituye un principio de aplicación obligatoria


para todos los organismos públicos y privados y para cualquier tipo de autoridad
que interviene en aquellos asuntos en los que se discuten los intereses jurídicos
de los menores de edad. En ese sentido constituye, también, en concierto con
otros principios, un punto de referencia esencial en la aplicación de medidas a los
adolescentes que se encuentran en conflicto con la ley penal. No obstante que se
trata de un principio de observancia obligatoria para los operadores jurídicos cuya
función es resolver los conflictos en los que se ven involucrados los intereses de
los adolescentes, su aplicación en los casos concretos no es la adecuada.
Circunstancia motivada fundamentalmente, aunque no exclusivamente, por la
imprecisión en el contenido de dicho principio. Conforme a ello el análisis profundo
y, en especial, el conocimiento del contendido del principio del interés superior del
niño es una obligación para el encargado de la impartición de justicia de
adolescentes. El desconocimiento de ese principio genera la emisión de acuerdos
infundados y con ello resoluciones que trastocan los derechos humanos de
adolescentes. En la práctica judicial penal la emisión de sentencias impositivas de
medidas sin atender al contenido de dicho principio es una constante en nuestro
sistema. La simple enunciación del mismo sin su adecuado desarrollo genera
resoluciones definitivas inmotivadas que a nadie convencen y que inciden en
serios agravios a los intereses de los adolescentes que son sujetos de condena.
Lo anterior constituye un problema que debe ser resuelto y que constituye el
objeto del presente ensayo. El trabajo que se expone se divide en cuatro partes:
En la primera se hace referencia a los fundamentos que derivan de los
Documentos Internacionales, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, de las Leyes Federales y de la Ley local en materia de adolescentes.
En la segunda parte del trabajo se mencionan algunos ejemplos de la práctica
judicial en los que puede apreciarse la actividad del juzgador en el momento de
resolver una causa en la que se ve involucrado el adolescente en conflicto con la
ley penal. Finalmente, se cita el contenido de diversas legislaciones del país que
señalan reglas que tienden a concretizar el contenido del principio del interés
superior del adolescente con la finalidad de actualizarlo en los casos concretos.
Con esta mención se sugiere considerar tales reglas al momento de emitir una
resolución definitiva, con el propósito de dar contenido al principio del interés
superior del adolescente y legitimar dicha resolución evidenciando la búsqueda del
bienestar del adolescente.
Bases normativas del principio del interés superior del adolescente
El principal antecedente del principio del interés superior del adolescente se tiene
en el articulo 3.1 de la Convención sobre los derechos del Niño que, a la letra,
enuncia: “En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las
instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una consideración especial a la que se
atenderá será el interés superior del niño”. Por otro lado, en el párrafo quinto del
articulo 18 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se enuncia
que “la operación del sistema en cada orden de gobierno estará a cargo de
instituciones, tribunales y autoridades especializados en la procuración e
impartición de justicia para adolescentes. Se podrán aplicar las medidas de
orientación, protección y tratamiento que amerite cada caso, atendiendo a la
protección integral y el interés superior del adolescente”. Así mismo en el artículo
4 de la Ley Federal para la protección de los derechos de las niñas, niños y
adolescentes, se indica que “ De conformidad con el principio del interés superior
de la infancia, las normas aplicables a niñas, niños y adolescentes, se entenderán
dirigidas a procurarles, primordialmente, los cuidados y la asistencia que requieren
para lograr un crecimiento y un desarrollo plenos dentro de un ambiente de
bienestar familiar y social. Atendiendo a este principio, el ejercicio de los derechos
de los adultos no podrá, en ningún momento, ni en ninguna circunstancia,
condicionar el ejercicio de los derechos de niñas, niños y adolescentes”.
Finalmente en el artículo 4 de la ley de justicia para adolescentes del estado de
Guanajuato se señala que Son principios rectores de la presente ley: I. La
protección integral y el interés superior del adolescente, reflejado en el
reconocimiento a su calidad de persona, sujeto de derechos y responsabilidades.
La inaplicación del principio del interés superior del adolescente en la práctica
judicial
Como puede notarse, los dispositivos transcritos en el punto anterior no
desarrollan con detalle el contenido del principio del interés superior del niño o
adolescente. Acaso sólo la Ley Reglamentaria del artículo 4 de la Constitución
Federal hace referencia a la finalidad buscada con dicho principio y, por otro lado,
la Ley local identifica el interés superior con el reconocimiento a la calidad de la
persona del adolescente. En gran medida la falta de contenido específico del
principio del interés superior del niño o adolescente descrito en los ordenamientos
internacionales, constitucionales y legales ya mencionados, y que constituyen el
soporte jurídico de las resoluciones judiciales en nuestro sistema, ha generado un
deficiente manejo de ese principio al momento de resolver una causa penal de
adolescente, lo que se manifiesta ante la simple enunciación del concepto en las
resoluciones judiciales pero sin que exista un desarrollo adecuado de su contenido
ante la imprecisión del citado principio, o bien se interprete de forma tal que
resulten decisiones judiciales incongruentes. En efecto, al analizar las
resoluciones judiciales definitivas en materia penal de adolescentes, con relación
al citado principio, se aprecia que no existe uniformidad de criterios lo que se
traduce en grave afectación a los intereses de los adolescentes y en inseguridad
jurídica. Así, en la causa penal seguida a un adolescente por la comisión de la
figura típica de robo calificado al momento de individualizar el “grado de
responsabilidad” se indica que “evidencia un grado de responsabilidad cercano al
índice mínimo, y que presenta necesidades serias de reorientación, por lo que
atendiendo a los principios de proporcionalidad, del interés superior del
adolescente y de humanidad, es legal y justo imponerle…” En diverso expediente
por el mismo delito se indica, luego de imposición de medidas, Y en el expediente
que se formó a diverso adolescente por la comisión de la figura típica de
homicidio, “que con ello se respeta además, el principio que rige al sistema,
relativo al interés superior del adolescente.” previo al señalamiento de medidas, se
dijo que era imperativo analizar el ámbito familiar, personal y social del
adolescente para imponer la medida que le es más adecuada, teniendo en cuenta
el interés superior del propio adolescente que se traduce en que se deberá
imponer al adolescente aquella medida que más le beneficie para su desarrollo
personal, conciliando los interese con los de la sociedad, imponiéndosele a dicho
adolescente un internamiento de tres años y seis meses. Tal fue el sentido de la
resolución de primera instancia. Sin embargo el análisis que hace el resolutor de la
Segunda Instancia, es en el sentido de que los factores que le perjudican al
adolescente no contrarrestan las circunstancias que le favorecen, por ello se
decidió graduar en una escala menor la responsabilidad del adolescente y se dijo,
además, que la medida de internamiento era necesaria en el presente caso no
obstante que el Comité Auxiliar Técnico sugirió la inaplicación de medidas porque
las medidas a imponer deben ser proporcionales a la conducta realizada, por ello
era necesario que permaneciera en internamiento. Con relación al principio del
interés superior del adolescente sólo se enunció y se expresaron los
ordenamientos que lo describen y, por separado, se mencionó que la medida de
internamiento se considera racional y acorde a las necesidades de reintegración
social y familiar del adolescente, ya que será un medio propicio para que
reflexione sobre la gravedad de la conducta tipificada como delito que desplegó.
Del contenido de las resoluciones puede observarse la diversidad de criterios que
existe al referirse los jueces al principio del interés superior del adolescente. Del
análisis profundo de las resoluciones puede apreciarse la diversidad de opiniones
para ubicar dicho principio y sobre todo de darle el contenido correcto de acuerdo
a las circunstancias del caso. Como crítica final debe mencionarse que resulta
inexplicable como es que a un adolescente que se desenvuelve en un medio
familiar, social, educativo, económico y psicológico adecuados se decida aplicar
una medida de internamiento bajo la idea de que es en beneficio de su interés, ello
no obstante que un cuerpo colegiado especializado haya recomendado no
imponer medida alguna atendiendo a las características personales de dicho
adolescente. Sin duda la única motivación que el juzgador tiene para explicar esa
imposición se encuentra en las características del hecho delictuoso cometido. Sin
embargo, aceptar ese criterio implica imponer como dogma que en todos los
casos de comisión de un hecho grave se someta a internamiento a una persona,
sin importar sus intereses personales. Tal situación sólo se sostiene en un sistema
donde la retribución estatal impera sobre los derechos individuales. En todo caso
la discusión sobre la pertinencia de la medida de internamiento sobre un
adolescente que socialmente resulta un modelo a seguir, seria sostenible en
cuanto se discutieran las razones de la aplicación de esa medida frente al interés
superior del adolescente. Esto es, en cuanto el juzgador desarrolle el contenido de
ese principio en el caso concreto, llegando a concluir porqué la medida de
internamiento se impone conforme a ese interés superior, se estaría en posibilidad
de discutir lo acertado de la medida. Sin duda imponer la medida de internamiento
como un medio propicio de la reflexión del adolescente sentenciado no es
argumento suficiente que inspire a la discusión.

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