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LOS DERECHOS HUMANOS Y EL SISTEMA INTEGRAL DE JUSTICIA

PENAL PARA ADOLESCENTES EN MÉXICO

I. INTRODUCCIÓN

El sistema jurídico mexicano se encuentra en constante actualización y


armonización con los parámetros internacionales sobre la protección de los
derechos humanos, ya sea mediante reformas legislativas a nuestros
ordenamientos o a través de actuaciones judiciales de control de convencionalidad.

El Derecho Penal es una de las materias que se encuentran bajo constante


observación y evolución, pues cada día se busca que esta rama del Derecho Público
tenga un efecto sancionador menos restrictivo de la libertad personal, que las
autoridades encargadas de la impartición de justicia penal tengan límites de
actuación claros y que se priorice la reinserción social efectiva de las personas
encontradas culpables.

En este sentido, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece


en sus artículos 1, 14, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22 y 23 los principios rectores generales
de la justicia penal, los derechos de las personas imputadas, los derechos de las
víctimas y ofendidos, las obligaciones de las autoridades, etc.

Es de nuestro particular interés, el contenido del artículo 18, ya que en él se


establece la obligación de la Federación y las entidades federativas a crear un
sistema enfocado en las personas adolescentes a las que se le atribuye la comisión
o participación en un hecho que la ley señale como delito, dandole origen al Sistema
Integral de Justicia Penal para Adolescentes.

Actualmente, contamos con dos leyes especializadas en materia de protección de


los derechos de los niños, niñas y adolescentes: la Ley General de los Derechos de
Niñas, Niños y Adolescentes (LGDNNA), y la Ley Nacional del Sistema Integral de
Justicia Penal para Adolescentes (LNSIJPA), cuyo contenido, además de
reconocerlos como titulares de derechos y obligaciones, busca garantizar que la

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aplicación de la ley penal sea de acuerdo a sus capacidades y siempre en favor de
sus intereses.

Ambos cuerpos legislativos, son indispensables para entender el tratamiento que el


Estado le da a las infancias y adolescencias que atraviesan un procedimiento penal,
sin embargo, es la LNSIJPA el ordenamiento jurídico en el que se desarrollan los
principios, derechos y obligaciones específicas de los actores del proceso penal
respecto de los adolescentes en conflicto con la ley, desde el momento de su
detención, hasta el cumplimiento de su sentencia.

La Ley que le da vida al Sistema de Justicia Penal para Adolescentes es un texto


garantísta y muy ambicioso porque, por una parte, busca regular el poder punitivo
del Estado y maximizar la protección de los adolescentes señalados por cometer un
delito, y por otra, pretende asegurar el integral desarrollo de los adolescentes,
mediante la imposición de medidas específicas para su adecuado desarrollo y
enfocadas a su efectiva reinserción familiar y social.

II. ANTECEDENTES

La justicia penal para adolescentes fue inexistente en nuestro país durante mucho
tiempo, ya que contábamos con un sistema tutelar de menores de corte
administrativo que más allá de esclarecer la comisión de delitos por parte de los
adolescentes, se enfocaba en castigar características de la personalidad
consideradas anormales por los titulares de los órganos administrativos encargados
de su realización.

El modelo tutelar mantuvo en incertidumbre jurídica a los niños, niñas y


adolescentes en conflicto con la ley, porque no tenía parámetros claros respecto del
por qué podían ser puesto bajo la custodia del Estado en un centro de internamiento
o un hogar sustituto. Además, perpetuaba prácticas arbitrarias y discriminatorias
porque, gran parte del razonamiento empleado para decidir sobre la comisión de la
infracción supuestamente cometida se basaba en un perfil psicopedagógico que
estableciera las causas de la conducta infractora y anormalidades de la
personalidad.

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Al respecto, Castillo López (2018) agrega que “este procedimiento no garantizaba
la defensa adecuada de los adolescentes, ya que no les brindaba la oportunidad de
ser defendidos por sus padres o un abogado, en violación directa a lo establecido
en el artículo 14 constitucional”, (p.1015)1.

Para los años noventa, el Estado mexicano ratificó la Convención sobre los
Derechos del Niño2, que en su artículo 40 establece las directrices y obligaciones
de los Estados para la impartición de justicia para niños, obligándose a garantizar
que, a todo niño que se alegue que ha infringido la ley se le presuma inocente y se
le permita el acceso a asesoría jurídica para su defensa, entre otras muchas
medidas en pro de los niños.

Sin embargo, hubo poco progreso en la materia, pues la “Ley para el Tratamiento
de Menores Infractores para el Distrito Federal en materia común y para toda la
República en materia Federal”, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 24
de diciembre de 1991, seguía siendo administrativa y discriminatoria, en el sentido
de que continuó basando su decisión sobre el internamiento de los adolescentes en
el diagnóstico de personalidad y no remitía el proceso en su contra a una autoridad
judicial, como la Convención lo establecía.

Fue hasta el año 2003 que la preocupación por los adolescentes en conflicto con la
ley empezó a tomar relevancia y se presentó la primera iniciativa de reforma al
artículo 18 constitucional para atender las necesidades específicas en la materia, y
aunque realmente sus propuestas no consistieron en la planeación de un sistema
especializado en justicia penal para adolescentes, considero que fue el parteaguas
para alentar el estudio legislativo al respecto.

Una segunda propuesta de marzo de 2005 planteó la creación de un nuevo sistema


de justicia para adolescentes tanto para la Federación, como para las entidades

1
Castillo López, J. (2018). La evolución de la justicia de menores y adolescentes en México ha sido
inadecuado a su contexto sociocultural. Revista Alegatos, UAM-Azcapotzalco. (100). 1007-1034.
https://alegatos.azc.uam.mx/index.php/ra/article/view/678
2
La Convención sobre los Derechos del Niño fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas
en su resolución 44/25, el 20 de noviembre de 1989. México ratificó la Convención el 21 de septiembre de
1990.

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federativas y el aquel entonces, Distrito Federal; en ella se urgió la necesidad de
que todos los servidores públicos que intervinieran en el sistema fueran
especializados en su funcionamiento y en los derechos de niñas, niños y
adolescentes.

Para diciembre del mismo año, se reformó el párrafo cuarto del artículo 18
constitucional y fueron adicionados dos fragmentos más3, que de manera general
establecen lo siguiente:

 La obligación de la Federación, los Estados y el Distrito Federal a establecer


un sistema integral de justicia aplicable a las personas que tengan entre doce
años cumplidos y menos de dieciocho años de edad, cuando se les atribuya
la realización de un delito.
 A las personas menores de doce años que hayan realizado una conducta
prevista como delito, se le brindará rehabilitación y asistencia social.
 La operación de este sistema estará a cargo de instituciones, tribunales y
autoridades especializados en justicia para adolescentes.
 Las medidas aplicadas atenderán al interés superior del adolescente.
 Las formas alternativas de justicia tienen cabida en este sistema.
 Tiene como fin la reintegración social y familiar del adolescente, así como el
pleno desarrollo de su persona y capacidades.
 El internamiento será únicamente aplicado a personas mayores de catorce
años, cuando se trate de conductas graves, durante el menor tiempo posible.

Así, se rechazó el modelo tutelar que concebía a los niños como objetos de tutela,
ya sea de sus padres o del Estado, e incapaces, lo que daba como consecuencia
una intervención estatal ilimitada y discrecional.

En el artículo segundo transitorio de este Decreto y con el fin de hacer efectiva la


creación de este sistema, se estableció un plazo de seis meses a partir de su
entrada en vigor para que la Federación y las entidades federativas elaboraran las
leyes, instituciones y órganos que se requerían para la aplicación del propio
Decreto. No obstante, tuvieron que pasar dos años para que el primer proyecto viera
la luz a nivel local en el entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México.

3
DECRETO por el que se declara reformado el párrafo cuarto y adicionados los párrafos quinto y sexto, y se
recorre en su orden los últimos dos párrafos del Artículo 18 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 12 de diciembre de 2005.

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Sin embargo, fue hasta junio de 2016 que se publicó en el Diario Oficial de la
Federación la Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para
Adolescentes (LNSIJPA), en la que se plasman los principios del sistema, las
instituciones, órganos y autoridades especializadas que lo conforman, los
mecanismos de justicia alterna y las pautas para la reinserción social de los
adolescentes.

III. EL SISTEMA INTEGRAL DE JUSTICIA PENAL PARA ADOLESCENTES

La Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes (LNSIJPA)
delínea a lo largo de sus 266 artículos el desarrollo del procedimiento penal
especializado en los adolescentes; y en sus diferentes títulos, establece los
principios del sistema, los derechos de las víctimas, las instituciones que lo
conforman, los derechos y obligaciones de los adolescentes, las particularidades
del procedimiento, los mecanismos alternos de solución de controversias, la
ejecución de las medidas de sanción y las pautas de la prevención social del delito.

La LNSIJPA es un ordenamiento jurídico bastante complejo porque contiene


disposiciones que van más allá del procedimiento penal y que no solo vinculan a las
autoridades judiciales, sino también a las familias y la sociedad en general. Para
fines de este ensayo, me enfocaré en exponer tres principios que, a mi
consideración son los pilares del SIJPA: a) el interés superior de la niñez, b) la
especialización y c) el carácter socioeducativo de las medidas de sanción.

La primera cuestión que debemos abordar antes de explicar los principios rectores
del SIJPA, es la relativa a quiénes son los sujetos del sistema y qué entiende la Ley
por adolescentes. En sintonía con su fundamento constitucional, los sujetos de esta
Ley serán aquellas personas que aún no cuplan con los dieciocho años de edad
pero tengan los doce años cumplidos, es decir, se considera adolescente a toda
persona que se encuentren dentro del rango de los doce a los dieciocho años de
edad.

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Y en atención a las diferencias cognitivas y del desarrollo de los adolescentes, divide
este rango en tres grupos etarios:

CLASIFICACIÓN RANGO DE EDAD


 Grupo etario I. De 12 a 14 años.
 Grupo etario II. De 14 a 16 años.
 Grupo etario III. De 16 a 18 años.

Esta clasificación tiene como objetivo diferenciar las etapas del desarrollo en las
que se pueden encontrar los adolescentes objeto de la Ley, pues son distintas las
necesidades, el nivel de comprensión y el desenvolvimiento social con el que
cuentan, dependiendo de la edad que tengan. Por ello, es necesario brindarles un
trato que tome en consideración su edad como una condición de vulnerabilidad,
pues no se encuentran en las mismas condiciones sociales que las personas
adultas.

Las niñas, niños y adolescentes conforman un grupo vulnerable porque, se


enfrentan a las dificultades de la vida con mayores obstaculos que otras
agrupaciones de personas. Rodríguez Vignoli (2001) define a los grupos vulnerables
como “segmentos de la población que, por diversas razones, se consideran en
condiciones de indefensión particularmente agudas y que, por lo tanto, requieren de
un trato especial”, (p.18)4.

En este caso, las infancias y adolescencias se encuentran en una situación de


vulnerabilidad por no contar con los dieciocho años requeridos para ser
considerados como ciudadanos en nuestro sistema legal, impidiendoles ejercer la
totalidad de sus derechos por si mismos, creando una dependencia del adolescente
o niño con sus padres o tutores legales; es decir, la característica de su edad, por
aun estar en proceso de desarrollo, los vuelve vulnerables.

4
Rodríguez Vignoli, J. (2001). Vulnerabilidad y grupos vulnerables: un marco de referencia conceptual
mirando a los jóvenes. CEPAL-ONU.

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Esta desventaja derivada de su edad, obstaculiza la defensa de sus derechos
humanos, su participación en la toma de decisiones que repercuten en su vida y los
expone a riesgos como la violencia familiar, la deserción escolar, entre otros. Vale
la pena citar a Castillo Lora (2023) quien manifiesta que los sistemas de justicia
enfocados en adolescentes son procedimientos exclusivos en razón de la edad de
las personas adolescentes:

Es decir, se trata de un procedimiento exclusivo para una persona determinada


en razón a la edad biológica que se incluye a la esfera del Derecho Penal en
forma indirecta y diferente, con una característica propia y singular, en atención
al sujeto que se somete, orientado por una política criminal garantista5, (p. 91).

Para intentar contrarrestar esta situación de vulnerabilidad, la Convención sobre los


Derechos del Niño obliga a los Estados parte a brindarles un trato diferenciado a las
niñas, niños y adolescentes, justificado en el interés superior de la niñez.
Significando que, todas las autoridades tienen la obligación de, a través de sus
acciones, buscar el mayor beneficio posible para el desarrollo de los niños y
adolescentes, ya sea mediante el diseño de políticas públicas, la creación de
instituciones especializadas o la adaptación de los procedimientos a sus
necesidades.

a) El interés superior de la niñez

Como lo mencioné con anterioridad, este principio es uno de los pilares de la


LNSIJPA, ya que en aras de subsanar esta situación de vulnerabilidad, establece
todo un sistema procesal penal que pretende lograr que la experiencia de los
adolescentes acusados de la comisión de un hecho con apariencia de delito, sea lo
menos perjudicial para su desarrollo físico y psicológico. Bajo la misma premisa,
Cillero Bruñol (2001) afirma que:

Las disposiciones relativas a los derechos de los niños reafirman que, como
personas humanas, tienen iguales derechos que todas las personas;
especifican estos derechos para las particularidades de la vida y madurez de

5
Castillo Lora , F. (2023). Los sujetos procesales en el sistema de enjuiciamiento penal para adolescentes y la
especialización necesaria de los órganos operadores del sistema. JUS Revista Jurídica Cuerpo Académico De
Derecho Constitucional Facultad De Derecho Culiacán, 1(7), 83-144.
https://revistas.uas.edu.mx/index.php/JUS/article/view/45

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los niños; establecen derechos propios de los niños; regulan los conflictos
jurídicos derivados del incumplimiento de los derechos de los niños o de su
colisión con los derechos de los adultos; y orientan y limitan las actuaciones de
las autoridades públicas y las políticas públicas en relación con la infancia6,
(p.36).

La LNSIJPA encuadra en su artículo 12 qué debemos entender como interés


superior de la niñez, pero no ofrece una definición concreta; establece que tiene una
triple funcionalidad dirigida a asegurar el disfrute pleno y efectivo de los derechos
de los adolescentes, porque debe ser entendido como un derecho, un principio y
una norma de procedimiento.

El interés superior de la niñez reconoce a las infancias y adolescencias como


titulares de derechos, toma en cuenta sus opiniones, aprecia sus condiciones
sociales, familiares e individuales y los efectos que puedan tener en el futuro de la
persona adolescente, las decisiones que adopten las autoridades administrativas y
judiciales.

Atendiendo a la función tripartita antes mencionada, el Protocolo para Juzgar con


Perspectiva de Infancia y Adolescencia define al interés superior de la niñez en su
acepción de derecho sustantivo, como la consideración primordial que las
autoridades deben observar al momento de tomar una decisión sobre la cuestión
controvertida que comprenda a un niño, niña o adolescente. Mientras que, como
principio jurídico, este concepto supone la interpretación de las normas en la manera
más favorable para satisfacer efectivamente sus derechos y libertades. Y cuando
hablamos de su función como norma procesal, nos referimos a que las personas
juzgadoras y todas aquellas autoridades que intervengan en el procedimiento,
deberán respetar los derechos y las garantías procesales que les asisten
específicamente a las infancias y adolescencias, (2021, p. 43-49) 7.

6
Cillero Bruño, M. (2007). El interés superior del niño en el marco de la Convención Internacional sobre los
Derechos del Niño. Revista Justicia y Derechos del Niño, (9), 125-143.
http://www.iin.oea.org/cursos_a_distancia/el_interes_superior.pdf
7
Mora Sierra, R y otros. (2021). Protocolo para juzgar con perspectiva de infancia y adolescencia. Suprema
Corte de Justicia de la Nación.

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En resumidas cuentas, el interés superior de la niñez impone a las autoridades la
obligación de dirigir sus actuaciones en busca del mayor grado de protección hacia
las personas adolescentes, ya sea a través de la interpretación más favorable de la
ley o del dictado de medidas especiales que satisfagan sus necesidades
específicas.

Si este concepto tripartito tiene como objetivo el satisfacer integramente las


necesidades de las personas adolescentes, concretamente, de aquellas que se
encuentren en conflicto con la ley y atraviesan un proceso penal, es necesario que
todas las autoridades competentes estén enteradas de los alcances, funciones y
propósitos del interés superior de la niñez, porque de lo contrario, su efectiva
aplicación sería imposible.

Para ello, los servidores públicos administrativos y judiciales deberán adquirir


conocimientos específicos sobre los derechos de las niñas, niños y adolescentes;
entender sus capacidades y necesidades; estudiar las reglas procesales del
Sistema de Justicia Penal para Adolescentes; y capacitarse para trabajar con ellos
de una manera apta y de acuerdo a sus capacidades.

b) El principio de especialización

En el artículo 23 de la LNSIJPA el legislador abordó esta situación y estableció la


obligación que las autoridades del SIJPA tienen para especializarse en la impartición
de justicia penal para las personas adolescentes:

Artículo 23. Especialización

Todas las autoridades del Sistema deberán estar formadas, capacitadas y


especializadas en materia de justicia para adolescentes en el ámbito de sus
atribuciones.

Las instituciones u órganos que intervengan en la operación del Sistema,


deberán proveer la formación, capacitación y actualización específica a sus
servidores públicos, de acuerdo a su grado de intervención en las diferentes
fases o etapas de dicho Sistema, por lo que incluirán lo anterior en sus
programas de capacitación, actualización y/o de formación correspondientes.

Asimismo, deberán conocer los fines del Sistema Integral de Justicia Penal para
Adolescentes, la importancia de sus fases, particularmente de las condiciones

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que motivan que las personas sujetas a esta Ley cometan o participen en
hechos señalados como delitos por las leyes penales y las circunstancias de la
etapa correspondiente a la adolescencia.

Desde el inicio del procedimiento, todas las actuaciones y diligencias estarán a


cargo de órganos especializados en el Sistema, en los términos de esta Ley.

La especialización es una característica derivada del principio del interés superior


de la niñez y es uno de los aspectos más importantes del SIJPA, porque como lo
explica Rodríguez (2020), “toma en cuenta este carácter de la adolescencia, para
poder constituir alrededor del sujeto adolescente un escenario, una experiencia de
respeto de los derechos que le permita esbozar un proyecto de vida ciudadano”,
(p.4)8.

En este orden de ideas y reiterando la necesidad de un trato diferenciado justificado,


Barbirotto (2011) señala que la justificación detrás de la especialización obligatoria,
es la etapa de desarrollo en la que se encuentran los adolescentes:

La razón de ser está en el reconocimiento de la adolescencia como la etapa de


la vida en la que las personas se encuentran en plena evolución intelectual,
emocional y moral, sin haber culminado el proceso de formación para la vida
adulta, lo que facilita, si se interviene a tiempo, la recuperación del sujeto
transgresor en una proporción superior a la de los infractores mayores de edad,
9
(p. 1).

Este principio persigue el objetivo de atender y compensar las desventajas que


llevaron a la persona adolescente a cometer algún delito, para que mediante el
proceso penal se logre su reinserción social y la restitución del daño para la víctima,
a través del diseño e imposición de sanciones especializadas en el contexto del
adolescente.

El principio de especialización es aplicable a todas los servidores públicos en


contacto con los adolescentes en conflicto con la ley, desde los policías, agentes

8
Rodríguez, J. (2020). Especialización y adolescencia: ¿Por qué es necesario un sistema de justicia penal para
adolescentes?. En Psicología Jurídica - Ciclo de Formación Profesional-Cátedra: II. Universidad de Buenos
Aires.
9
Barbirotto, P. (2011). El Principio de Especialidad en la Justicia Penal para niños y adolescentes. Necesidad
de respetar el derecho a un juzgamiento especializado en los procesos de reforma y modernización de la
Justicia Penal Juvenil. Revista Pensamiento Penal, 1-11.

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del Ministerio Público, los operadores administrativos, peritos, jueces, magistrados,
su defensa pública o privada y también, en los servicios que se le brinda al
adolescente durante el proceso; hasta las evaluaciones médicas y psicológicas
realizadas por profesionistas especializados en la adolescencia.

Carlín Balboa (2018) agrega que “los operadores del sistema deberán acreditar
conocimientos interdisciplinarios en materia de derechos de niñas, niños y
adolescentes, conocimientos específicos del sistema penal para dolescentes y el
desarrollo de habilidades para el trabajo con adolescentes”, (p. 13)10.

Al respecto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, emitió un criterio


jurisprudencial en la tesis P./J. 65/2008 respecto a la especialización de los órganos
jurisdiccionales y como deberá ser acreditada esta característica esencial del
SIJPA:

SISTEMA INTEGRAL DE JUSTICIA PARA ADOLESCENTES.


ACREDITACIÓN DE LA ESPECIALIZACIÓN DEL FUNCIONARIO QUE
FORMA PARTE DE AQUÉL.

Al referirse la especialización a una cualidad específica exigible al funcionario


que forma parte del sistema integral de justicia, debe acreditarse, como sucede
con otros requerimientos legales exigidos para ejercer cargos o funciones
públicas, principalmente de dos formas: a) por medio de una certificación
expedida por una institución educativa con reconocimiento oficial, y b) por una
práctica profesional en la materia, por un plazo razonablemente prolongado y
un prestigio o reconocimiento adquirido en ella, que respalde su conocimiento
amplio y actualizado. Lo anterior, porque la manera más común a través de la
cual se acredita el conocimiento específico de una materia es cursando una
instrucción específica que así lo avale, al final de la cual la institución educativa
certifica que los conocimientos en la materia han sido adquiridos y acreditados
por el sujeto y, además, porque no puede desconocerse que hay otras formas
de adquirirla, como la práctica y la experiencia de vida, que, junto con diversos
estándares de acreditación, son aptos para demostrar que se tiene un
conocimiento sobre la misma. Aunado a lo anterior debe considerarse el
desdoblamiento subjetivo que tiene la especialización (en cuanto al trato que

10
Carlín Balboa, A. (2018). Manual básico de justicia para adolescentes. México: Consejo de la Judicatura del
Estado de Nuevo León.

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debe darse al adolescente), que también deberá acreditarse y verificarse a
través de los exámenes que científicamente resulten adecuados para ello11.

Podemos observar que esta obligación del Estado para formar y capacitar a los
servidores públicos en contacto con los adolescentes en conflicto con la ley y sus
familias durante el proceso penal, también implica un derecho que las personas
adolescentes pueden hacer exigible desde el momento de su detención, hasta el
dictado de su sentencia, para que todas las diligencias que se realicen durante el
procedimiento penal en el que estén involucrados, sean manejadas por personas
especializadas en el SIJPA.

Actualmente, existen deficiencias en el cumplimiento del principio de


especialización como lo expuso la Encuesta Nacional de Adolescentes en el
Sistema de Justicia Penal (ENASJUP) 2022, publicada en marzo de 2023 por el
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)12, que entrevistó a un total de
3413 personas adolescentes sujetas al SIJPA, de las cuales un 65.9% sufrió
violencia psicológica por parte de la autoridad que realizó su detención y un 45.9%
sufrió algún tipo de violencia física, entre los que destacan las patadas y los golpes
con las manos (86.8%).

Los datos anteriores nos señalan que los policías, siendo el primer contacto, no
están lo suficientemente capacitados para atender detenciones de personas
adolescentes, es decir, el principio de especialización del sistema no ha permeado
hasta las primeras filas del sistema de seguridad pública.

El hecho de que el 86.8% de la población adolescente entrevista alegara haber


sufrido de golpes, y el 48.4% de las adolescentes manifestaran ser víctimas de
acoso sexual, manoseo, exhibicionismo o intento de violación, es preocupante
porque significa que las autoridades encargadas de la seguridad pública no
respetan derechos humanos, ni cuentan con conocimientos específicos en materia

11
Tesis: P./J. 65/2008. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Novena Época. Tomo XXVIII.
Septiembre de 2008. P. 610. Registro digital: 168782.
12
Instituto Nacional de Estadística y Geografía. (2022). Encuesta Nacional de Adolescentes en el Sistema de
Justicia Penal, 2022. Recuperado en: https://www.inegi.org.mx/programas/enasjup/2022/

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de los derechos específicos de infancias y adolescencias, lo que se traduce en una
grave afectación a la dignidad de las personas adolescentes.

Estas estadísticas deberían servir como una llamada de atención para las
autoridades, con el fin de implementar programas de educación y sencibilización de
los cuerpos policiales sobre la importancia de respetar la integridad de las personas,
especialmente de los niño y adolescentes durante las detenciones.

Es muy importante que este enfoque sea utilizado por todos los órganos
impartidores de justicia, pues es uno de los peldaños del Sistema de Justicia Penal
para adolescente y es indispensable para garantizar el cumplimiento de los
derechos específicos de los adolescente, iniciando desde su detención, hasta el
cumplimiento de las medidas de sanción dictadas en la sentencia.

c) El carácter socioeducativo de las medidas de sanción

Cuando las personas adolescentes sean encontradas responsables de la comisión


de un hecho que la ley señala como delito, se le impondran las medidas de sanción
que el juez o la jueza considere convenientes para la reparación del daño de la
víctima y la reintegración del adolescente a su familia y a la sociedad.

Para decidir respecto de las medidas más adecuadas, se debe considerar el plan
individualizado de ejecución, el método socioeducativo más adecuado para
alcanzar la reintegración social y familiar, y las condiciones que favorezcan el libre
desarrollo de la persona adolescente, (Patiño Lara, 2022, p. 577)13. La Ley preve
dos tipos de medias de sanción: las que no son privativas de la libertad y aquellas
que si restringen la libertad.

13
Patiño Lara, A. (2022). La jurisprudencia especializada en el Sistema de Justicia Penal para Adolescentes y
la transversalidad del juicio de amparo en S. Cobo Téllez (coord.), Manual de justicia penal para
adolescentes. Suprema Corte de Justicia de la Nación.

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Medidas no privativas de la libertad Medidas privativas o restrictivas de la
libertad
 Amonestación.  Estancia domiciliaria.
 Apercibimiento.  Internamiento.
 Prestación de servicios a favor de la  Semi-internamiento o internamiento en
comunidad. tiempo libre.
 Sesiones de asesoramiento colectivo y
actividades análogas.
 Supervisión familiar.
 Prohibición de asistir a determinados
lugares, conducir vehículos y de
utilizar instrumentos, objetos o
productos que se hayan utilizado en el
hecho delictivo.
 No poseer armas.
 Abstenerse a viajar al extranjero.

En esta cuestión, la clasificación de los grupos etarios tiene una gran influencia, ya
que el artículo 145 de la LNSIJPA establece limitantes claras sobre la duración del
cumplimiento de las medidas de sanción, pues para las personas adolescente de
entre catorce años cumplidos y menos de dieciséis años, la duración máxima de las
medidas de sanción será de tres años; mientras que para aquellas que tengan entre
dieciséis años y menos de dieciocho años será de cinco anualidades. Las medidas
privativas de la libertad solo podrán ser impuestas a las personas adolescentes
mayores de catroce años y con la duración más breve posible, debido a que son de
naturaleza extrema y excepcional.

En este sentido, vale mencionar los datos que la ENASJUP 2022 arrojó al respecto,
ya que del total de la población estimada de personas adolescentres dentro del
SIJPA, al 58.1% se le dictó una medida en externación, al 41.6% alguna en
internamiento, el 14% recibió una medida en estancia domiciliaria y el 1.3% en semi-
internamiento; ilustrando una clara tendencia a la mínima restricción de las
libertades personales de los adolescentes a la hora de decidir sobre las medidas de
sanción.

Para las medidas de sanción que requieran un seguimiento, como la prestación de


servicio social en favor de la comunidad, las condiciones en las que se llevarán
acabo se plasmarán en el plan individualizado de ejecución del adolescente, así

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como las actividades educativas, deportivas o culturales en las que participará; los
objetivos que se pretenden cumplir, las autoridades que coadyuvaran para su
cumplimiento, si es necesaria asistencia personal para adolescente, entre otras
cuestiones previstas en el artículo 188 de la LNSIJPA.

Estas medidas tendrán un carácter preponderantemente socioeducativo, es decir,


estarán enfocadas en brindar al adolescente herramientas sociales para la creación
de vínculos sanos, y educación para mejorar sus posibilidades de seguir con sus
estudios o encontrar un trabajo. Silva Balerio (2017), define este tipo de medidas
como “el conjunto de acciones, proyectos y programas educativos llevadas a cabo
en contextos institucionales diversos que tienen por finalidad la promoción cultural
y social de los sujetos mediante la trasmisión y mediación con contenidos culturales
de valor social”, (p. 7)14.

Del análisis sistemático de la LNSIJPA se desprende que el objetivo de las medidas


de sanción es fomentar en las personas adolescentes el respeto por los derechos
humanos y las libertades fundamentales; ofrecerles conocimientos específicos para
que aprendan a crear vínculos positivos con su entorno, impulsar su formación, el
pleno desarrollo de su personalidad y de sus capacidades, para mejorar las
posibilidades de su efectiva reintegración al núcleo social y familiar.

Esta impartición de conocimiento será a través de la organización de talleres


pedagógicos, culturales, deportivos e inclusive, psicológicos; los cuales se
impartiran dentro de los centros de internamiento o en instituciones aliadas con el
SIJPA que tengan como objetivo brindar herramientas educativas que permitan a
las personas adolescentes aprender un oficio, continuar con sus estudios
académicos hasta el mayor grado posible, desarrollar sus habilidades artísticas y
sociales.

Es claro que las medidas socioeducativas se alejan de la concepción meramente


castigadoras de las sanciones y se pretenden reeducar a los adolescentes para

14
Silva Balerio, D. (2017). El proyecto socioeducativo de las sanciones penales juveniles: informe final.
Uruguay: CINTERFOR-OIT.

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mejorar su nivel de vida y aumentar sus posibilades de no reincidir en el delito; es
por esto que el proceso de reintegración debe inciarse desde la ejecución de las
medidas de sanción, porque su objetivo es modificar la percepción que las personas
adolescentes tienen de los ámbitos familiares, escolares y comunitarios.

Para cumplir este fin, la persona juzgadora tendrá que analizar dichos ámbitos, así
como esuchar la opinión del adolescente en cuestión, para poder decidir cuáles
serán las medidas de sanción que propicien el aprendizaje del adolescente y
satisfagan la reparación del daño de la víctima. Un dato interesante sobre este
tópico, es que el 96% de la población adolescente en internamiento manifestó estar
de acuerdo con las condiciones establecidas en su plan individualizado de
ejecución, según la ENASJUP 2022.

Aunado a lo anterior, es necesario mencionar que la mayoría de los adolescentes


que cumplieron con alguna medida en internamiento retomó sus estudios, acudió a
algún taller educativo o cultural como parte de su plan individualizado; la ENASJUP
2022 expuso que el 77.3% asistió a talleres para aprender un oficio, el 64% se
presentó a la impartición de talleres culturales y un total del 83.3%, continuó con sus
estudios durante el tiempo de su internamiento.

Otro aspecto a resaltar es el relativo a la impartición y la asistencia de las personas


adolescentes a terapias psicológicas como parte de su plan individualizado de
ejecución, en este sentido, la ENASJUP 2022 expuso que el 93.8% de aquellos que
cumplían con una medida de internamiento asistió a terapia psicológica, de este
porcentaje el 93.3% de manera individual, el 52.3% además de manera grupal y el
29.6% también tuvo acceso a terapias familiares.

Los datos señalados nos demuestran las diferentes formas en que las medidas
socioeducativas se esfuerzan por reeducar a los adolescentes sujetos al sistema,
pues no solo se enfocan en una educación académica o laboral, también intenta
redefinir la manera en que los adolescente se relacionan con los demás a traves de
la terapia psicológica como herramienta.

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Por otor lado, Gómez Barrera (2018) considera que otro factor que la persona
juzgadora deberá tomar en cuenta al momento de dictar las medidas de sanción,
son “los recursos económicos y humanos con los que cuenta el Estado para cumplir
con la finalidad de la medida, de forma real y en beneficio del menor”, (p. 203)15; es
decir, deberán imponer medidas que, de acuerdo a las posibilidades materiales que
el Estado ofrece, puedan ser cumplidas.

La LNSIJPA sigue un criterio bastante similar, pues en su artículo 166 establece la


responsabilidad que el Estado tiene para crear y organizar programas para el
seguimiento, supervisión y atención integral de las personas adolescentes
sentenciadas; y que, de no existir estas condiciones, no se le atribuirá al
adolescente el incumplimiento de las medidas de sanción, sino al Estado, porque
de este es la obligación de diseñar políticas públicas que permitan la ejecución de
las sentencias.

Por último, la ENASJUP nos alumbra sobre las expectativas de reinserción que las
personas adolescentes, tanto en internamiento, como en externación, tuvieron una
vez cumplida su medida de sanción, evidenciando que aquellos en externación
tuvieron expectativas un poco más altas que los adolescentes en internamiento. Por
ejemplo: el 90.7% de los adolescentes en externación consideró lograr una
reinserción familiar efectiva, mientras que este porcentaje bajo a 83.5% tratandose
de aquellos en internamiento. Además, al preguntarles sobre la probabilidad de que
volvieran a delinquir, el 79.7% de los que cumplían con una medida en internamiento
respondieron que sería improbable y el 91.8% de los que se encontraban en
externación dio la misma respuesta.

El principio socioeducativo tiene como objetivo la rehabilitación social del


adolescente para evitar su reinsidencia delictiva, a través de la enseñanza de
conocimientos que le permitan desarrollar sus capacidades educativas,
emocionales, laborales y sociales, brindados por personal especializado; para que,

15
Gómez Barrera, A. (2018). La medida de internamiento impuesta en el nuevo sistema de justicia penal para
adolescentes en México : estudio comparado con el internamiento en España. Universidade de Vigo.

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en un futuro, pueda navegar en la sociedad de mejor manera y sepa crear vínculos
positivos con circulo social cercano.

IV. RESPONSABILIDAD COMUNITARIA SOBRE LA PREVENCIÓN DEL


DELITO
A lo largo del Libro Quinto de la LNSIJPA el legislador abordó de manera innovadora
lo relativo a la prevención de la delincuencia y la reinsidencia delictiva a la que los
adolescentes están expuestos día a día, ya que menciona de manera explícita la
responsabilidad que la sociedad civil, las instituciones educativas y la comunidad
tienen para evitar la creación de ambientes violentos que puedan perjudicar el
desarrollo de los niños, niñas y adolescentes.

Como se mencionó antes, las infancias y adolescencias son consideradas como un


grupo vulnerable debido a que, por su minoría de edad, se encuentran expuestas a
riesgos sociales difíciles de combatir por si mismas; en el caso de los adolescentes
en conflicto con la ley, esta vulnerabilidad se agrava al privarles de la libertad. Dicha
indefensión es la justificación para que las autoridades les brinden una protección
reforzada y especializada, que no se limita a un solo campo de su vida, como la
salud o la educación, sino a todas aquellas cuestiones que afecten su desarrollo
físico, psicológico y social.

En este orden de ideas, es lógico que los ordenamientos nacionales e


internacionales en materia de protección de personas menores de edad, dirijan sus
disposiciones a la prevención del delito y establezcan obligaciones para que los
Estados construyan dinámicas encaminadas a reducir y paulatinamente eliminar,
los riesgos sociales que ponen en peligro a las personas adolescentes.

La LNSIJP se apega a este razonamiento y en su artículo 250 define a la prevención


social del delito como el conjunto de políticas públicas, programas, estrategias y
acciones orientadas a reducir factores de riesgo que favorezcan la generación de
violencia y delincuencia, así como a combatir las distintas causas y factores que la
generan.

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Para Argaez Rodríguez y otros (2018) los factores de riesgo son “conductas de
riesgo, las cuales son acciones activas o pasivas que involucran peligro para el
bienestar y, que conllevan directamente a consecuencias negativas para la salud o
comprometen aspectos del desarrollo”, (p. 260)16. Básicamente, los factores de
riesgo consisten en acciones de hacer o no hacer que comprometen el desarrollo
de las personas adolescentes y que están aparejadas al descuido de la comunidad
cercana, por ejemplo: el involucramiento en conductas delictivas, el embarazo
adolescente, la deserción escolar, el consumo de drogas, etc.

La mayoría de estas conductas no serían posibles si el medio en el que se


desenvuelven los adolescentes, no fuera apto para ello y a pesar de que los riesgos
sociales se encuentran focalizados a ciertos grupos, sus consecuencias nos afectan
a todos.

El diseño e implementación de políticas públicas en materia de prevención del delito,


son competencia tanto del Poder Ejecutivo, como del Legislativo y el Judicial, en
cualquiera de los tres niveles de gobierno, porque no basta con que a nivel federal
se promulgue una ley que pretenda proteger los derechos de los adolescentes, si la
administración pública y los órganos de justicia no cuentan con las herramientas
para echar a andar dichas propuestas.

Sus principales objetivos son el pleno ejercicio de los derechos humanos de las
personas adolescentes, evitar la comisión de delitos, fomentar la formación
ciudadana y evitar la estigmatización de aquellos que fueron sujetos al SIJPA.

Para la creación de las medidas de prevención, las autoridades deberán atender a


lo dispuesto a la clasificación que la LNSIJPA hace en su artículo 251, que a grandes
rasgos son las siguientes:

1. Primaria: a través de medidas universales, se enfoca en la creación de


oportunidades para los adolescentes, antes de la comisión de algún delito.

16
Argaez, A., Echeverría, R. y otros. (2018). Prevención de factores de riesgo en adolescentes: intervención
para padres y madres. Psicología Escolar e Educacional (22). 260-269.

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2. Secundaria: consiste en medidas específicas dirigidas a los adolescentes
que se encuentran en situaciones de mayor riesgo de cometer delitos.
3. Terciaria: son las medidas específicas para los adolescentes que fueron
sujetos del SIJPA y que cumplieron con una medida de sanción, dirigidas a
evitar la reincidencia delictiva.

Las medidas preventivas deberán adaptarse a las circunstancias de los


adolescentes que pretenden proteger, dividiendo su acontecer en dos momentos:
antes de la comisión de un delito y durante el cumplimiento de una sentencia penal;
en ambos el objetivo es el mismo, evitar que las personas adolescentes cometan
conductas delictivas, pero las estrategias empleadas para ello serán diferentes,
pues las causas y las condiciones que experimentan los adolescentes lo son.

En palabras de Niño Martínez (2017), la prevención tiene dos vertientes: “cuando


los adolescentes han cometido un delito se busca que no reincidan y cuando no se
ha presentado una actitud delictiva, pero se necesita descubrir los potenciales
riesgos que activan la criminalidad a través de conductas antisociales” 17, (p. 269).

La prevención del delito permea en todos los ámbitos de la vida de los adolescentes,
por lo que es indispensable que se aborde desde diferentes puntos de vista y se
diseñen estrategias que desde la educación, la salud, la cultura, el esparcimiento,
la planeación urbana, la economía y el trabajo, protejan a los niños, niñas y
adolescentes de potenciales riesgos.

Para ello, la LNSIJPA retoma los principios establecidos en la Ley General para la
Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia, de los cuales me gustaría
resaltar el plasmado en el artículo 3, fracción IV:

Artículo 3. La planeación, programación, implementación y evaluación de las


políticas públicas, programas y acciones se realizará en los diversos ámbitos
de competencia, por conducto de las Instituciones de Seguridad Pública y
demás autoridades que en razón de sus atribuciones deban contribuir directa o

17
Niño Martínez, J. (2017). Prevención del delito en adolescentes en el Estado de México. La idea de riesgo y
el sistema de preceptorías. Intersticios Sociales (16), 255-290.

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indirectamente al cumplimiento de esta Ley, debiendo observar como mínimo
los siguientes principios:

(…)

IV. Trabajo conjunto. Comprende el desarrollo de acciones conjuntas entre las


autoridades de los distintos órdenes de gobierno, así como de los diferentes
sectores y grupos de la sociedad civil, organizada y no organizada, así como de
la comunidad académica de manera solidaria, para que contribuyan a la
prevención social de la violencia y la delincuencia y al mejoramiento de la
calidad de vida de la sociedad;

(…)

Sumado a las instituciones que se enlistan en la fracción antes citada (autoridades,


sociedad civil y comunidad académica), la LNSIJPA agrega a la comunidad, las
organizaciones empresariales, los organismos internacionales y los medios de
comunicación, como actores corresponsables en la prevención de la delincuencia,
porque desde sus diferentes enfoques, se pueden llevar acabo distintas actividades
en contra de los riesgos que rodean a los adolescentes.

Es decir, el Estado es el principal actor en la prevención del delito y la reinsidencia


delictiva, pero no es el único responsable del cuidado de las niñas, niños y
adolescentes, pues todos jugamos un papel importantísimo en su desarrollo,
especialmente la familia y la comunidad inmediata. Bajo este orden de ideas,
podemos afirmar que el modelo de prevención del delito que propone la LNSIJPA
es comunitario.

De igual forma, la LNSIJPA establece las directrices que las autoridades educativas
deberán seguir para prevenir la violencia mediante la enseñanza de valores como
el respeto y la tolerancia, la procuración de la participación activa del adolescente
en el proceso educativo, el fomento de un sentimiento de identidad y pertenencia a
la escuela y a la comunidad, entre otras acciones.

La ley antes mencionada establece que el cuidado de los adolescentes es


obligación de las familias, los gobiernos y la sociedad de manera conjunta, pues al
ser la familia el núcleo de la sociedad y nuestro primer lugar de aprendizaje de
principios y valores, es imprescindible que el Estado procure su bienestar e

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integridad y que la sociedad en general coadyuve para cuidar y proteger a las
personas adolescentes.

Este apoyo que gobierno y sociedad debe brindar a las familias y adolescentes, será
a través de acciones destinadas a diminuir las carencias que afecten su calidad de
vida; Díaz Mejía (2016) explica que este modelo “considera prevención el resultado
de construir seguridad en la comunidad desde las personas, para ellas y con ellas”
18, (p. 75).

Porque al momento de diseñar los programas preventivos, se deberá analizar los


factores de riesgo que más repercutan en la comunidad en cuestión y se tendrá que
proponer acciones que la propia comunidad, con ayuda de otros actores
corresponsables, puedan llevar a cabo para disminuir la situación de malestar
social.

Claro que en el desarrollo de las medidas de prevención, deberán estar involucrados


personas especializadas en materia de derechos humanos de las niñas, niños y
adolescentes, que tengan conocimientos en distintas disciplinas y aporten saberes
específicos a la visión interseccional con la que se debe crear la red de apoyo
comunitaria entre personas adolescentes, familias, sociedad y gobierno.

V. CONCLUSIONES

Nuestro sistema jurídico logró abandonar las disposiciones legales que


consideraban a los niños, niñas y adolescentes como objeto de tutela y se adentró
a un modelo garantista cuyo objetivo es la promoción del desarrollo de las personas
adolescentes que atraviesan un proceso penal como acusados, basando las
actuaciones de la autoridades intervinientes en el respeto a los derechos humanos,
el interés superior de la niñez y el principio de especialización.

La Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes, es una
legislación bastante completa y de corte garantista porque amplía los derechos de

18
Díaz Mejía, N. (2016). Repensando el Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes: Intervención
comunitaria. Conflicto & Sociedad (4). 63- 79.

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los adolescentes al ser un grupo vulnerable, reduce el poder punitivo del Estado al
restringir su facultad para privar de la libertad a aquellos adolescentes que sean
encontrados responsables de la comisión de un delito, e involucra a la sociedad en
general en el cuidado de las niñas, niños y adolescentes.

Parte del reconocimiento de las personas adolescentes como titulares de derechos


y obligaciones, capaces de comprender y responsabilizarse de las consecuencias
de sus actos, pero en diferente medida que los adultos, pues su proceso de
desarrollo aún no está completo y por su edad, están expuesto a mayores riesgos
sociales que otros grupos de personas.

La Ley, aborda esta situación de una manera adecuada ya que, al tener el interés
superior de la niñez como eje rector, busca que la acción penal sea lo menos dañina
para el desarrollo psico-social de los adolescentes que se enfrentan a los tribunales
como acusados.

Para ello, se valen del principio de especialización que obliga a las autoridades
administrativas y judiciales que tienen contacto con ellos, a contar con
conocimientos específicos en materia de derechos humanos y derechos de niñas,
niños y adolescentes, para que ofrezcan un trato libre de discriminación,
revictimización y estigmatización de los adolescentes en conflicto con la ley.
Además, deberán contar con la capacidad suficiente para comprender el contexto
de vulnerabilidad que los obliga a brindar esta protección especializada y reforzada.

El proceso penal que el Sistema Integral de Justicia para Adolescentes, más que
castigar el comportamiento, busca corregir y reeducar a los adolescentes, a través
de la imposición de sanciones socioeducativas. Este tipo de medidas pretenden
brindar a los adolescentes conocimientos académicos, sociales y psicológicos para
evitar su reincidencia delictiva, fomentar la creación de vínculos sociales sanos y
crear un sentido de pertenencia hacia su comunidad.

La Ley propone un trabajo conjunto entre gobierno y sociedad civil para apoyar a
los adolescentes y sus familias a combatir los factores de riesgo que les afecten,
para ello, establece las pautas que las autoridades administrativas, legislativas y

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judiciales deberán seguir para crear estrategias de prevención del delito en
diferentes ámbitos.

También llama a la sociedad civil, la comunidad académica, los organismos


internacionales y a las empresas a unir esfuerzos para crear mejores condiciones y
oportunidades que permitan a las infancias y adolescencias a desarrollar todas sus
habilidades mediante la educación, cultura, el deporte y actividades sociales, en el
mayor nivel posible y así alejarlas de la delincuencia.

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