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Escuela Astroconstelaciones

Diplomado en
Psicogenealogía y
Transgeneracional
Escuela astroconstelaciones
Cecilia Garcia Robles Mayo 2020 a enero 2021 www.astroconstelaciones.com

Diplomado en Psicogenealogía y Transgeneracional

- Lic Cecilia García Robles - www.astroconstelaciones.com


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Clase 6: Temas

• Ciclos biológicos memorizados

• Parentalización

• Movimiento interrumpido

• Apego infantil

• Heridas de la infancia

Cada exceso es una memoria. Cada emoción es una regresión.

Christian Fléche

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Prólogo del libro “Transforma las heridas de tu infancia” de Anamar Orihuela

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Clase 6: Autobiografía

Ciclos Biológicos Memorizados

• La técnica de CBM fue descubierta por Marc Fréchet al observar la repetición de


ciertos eventos de forma similar cíclicamente.
• Ciertas situaciones o acontecimientos de nuestra vida adulta, incluso bloqueos, son
un reflejo de otra situación anterior de pasado (de la vida infantil, del PSG, o del
TG).
• Estos acontecimientos en una psique infantil produjeron un shock emocional, un
trauma, un complejo. No pudieron ser integrados, comprendidos, elaborados, y
dejaron secuelas.
• El inconsciente repite incansablemente, hasta que somos capaces de recordar y
elaborar.
• Estas situaciones se graban en términos de memorias cíclicas, como un reloj
biológico. Pueden grabar una fecha (síndrome de aniversario), un mes, una
estación del año o una edad.

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Conflicto programante

• El conflicto programante, también conocido como coyuntural, es el conflicto que


tuvo lugar en la infancia y condicionó el síntoma. Dejó una predisposición a
desarrollar, en la vida adulta, una determinada enfermedad, complejo, malestar,
angustia (un programa)
• El impacto es tal que supera el límite de lo tolerable. Planta la semilla, que luego
podrá o no desplegarse.
• En sí mismo no alcanza para dar síntomas. Deja una labilidad psíquica.

Conflicto estructurante

• Cuando este conflicto proviene de nuestro TG se le llama conflicto estructurante.


Son los programas heredados de nuestros ancestros.
• Aquí también se incluyen los conflictos del PSG. Por ejemplo: una madre que no
quería tener hijos, el sentimiento de ser rechazado por los padres, etc.

Conflicto desencadenante

El bioshock es un shock biológico que tiene las siguientes características:


1. Es dramático para la persona. La realidad es psíquica.
2. Se vive en soledad
3. No le encuentro solución
4. Es imprevisto
5. Es un trauma específico. Se puede localizar en un tiempo y espacio
6. Queda reprimido en el inconsciente
7. Habrá una tendencia a repetirlo cíclicamente
8. Una necesidad biológica no fue satisfecha

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El conflicto desencadenante implica una situación en la vida adulta que genera un


shock emocional, un impacto, y detona, dispara aquella labilidad estructural. Despierta
una memoria celular, y esto produce, luego una enfermedad o dificultad física o
psicológica.
Esta situación es inocente, no necesariamente es grave. Despierta una memoria
asociada a la emoción vivida en esa vivencia emocional primaria (CP)
La expresión del conflicto o la enfermedad puede aparecer en el futuro, unos meses o
un año posterior.

CP: conflicto programante


CD: conflicto desencadenante

CP CD

5 años 45 años

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Ciclos biológicos horizontales

Consultamos la última fecha en la que la persona vivió esa situación difícil, separación,
enfermedad, drama, accidente, pérdida de hogar, etc.

Dividimos esta fecha por 2, hasta llegar a la edad del PSG.

Ejemplo: Rita se separó a los 44 años y a raíz de esto desencadenó una profunda
depresión. Podemos investigar las fechas cíclicas dividiendo hacia atrás:

• 44/2= 22 años

• 22/2= 11 años

• 11/2= 5 años y medio

Le pregunto si le pasó algo a los 5 años y medio (puede ser 5 años, 6 años). Dice que
no recuerda, pero la madre le contó que a esa edad su padre se fue de casa.

¿Cómo lo experimentó? Como un abandono. Su madre, a raíz de esto, entró en una


depresión.

Ciclos biológicos verticales o de autonomía

• Los ciclos biológicos verticales se establecen en la edad en la que nos


emancipamos.

• La emancipación es como un nacimiento para la biología.

• Desde la edad de emancipación, contamos la cantidad de años después que


apareció el conflicto.

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• Ejemplo: me fui de casa a los 22 años. A los 27 tuve un accidente. El excedente
es 7, y el ciclo es de 22.

• Primer ciclo: 0 a 22 años. Le sumo el excedente: 0+7= 7 años

• Segundo ciclo: 22 a 44 años. Le sumo el excedente: 22+7= 29 años

• Tercer ciclo: 44 a 66 años. Le sumo el excedente: 44+7= 51 años

• Cuarto ciclo…

Los ciclos biológicos mostrarán la repetición cíclica del trauma. No podemos cambiar el
pasado, pero podemos cambiar la percepción del evento traumático.

Como el evento fue vivido en soledad, en estado de desvalimiento, sin recursos,


podemos llevarle los recursos que nuestro niño interior necesitaba.

Para resignificar realizaremos una línea de vida.

Los CBM funcionan en la mayoría de los casos, pero no en todos. En otros casos,
podemos pedir a la persona que contacte con el conflicto de su vida adulta, que
conecte con la emoción, y que recuerde un momento en la infancia en el que
experimentó esta emoción.

También se puede realizar una línea de vida:

La persona realizará picos altos y bajos de alegría y tristeza a lo largo de su vida. Los
más bajos serán los momentos más complejos, y los picos más altos pueden ser los
momentos alegres que aporten los recursos que necesita.

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Parentalización

La parentalización es una de las peores heridas infantiles

Es un concepto técnico que designa un modo de funcionamiento patológico de la


dinámica familiar, que implica una distorsión subjetiva de una relación, donde el hijo
cumple un rol de padre y suele expresarse a través de conductas dependientes.
Asimismo, está cargado de obligatoriedad y sentimiento de culpa. Esto produce una
inversión en los roles generacionales

El niño es privado de su infancia, de su rol de niño, y debe ocupar el rol de adulto.

La obligación del adulto es cuidar del menor, educar, proteger, dar cariño… NO AL
REVÉS.

En muchos casos, padres inmaduros, con grandes carencias afectivas y heridas


infantiles demandan o esperan que sus hijos las sanen, cubran sus necesidades. En
otros casos, son padres depresivos, enfermos, viudos, sobrepasados por las
obligaciones de la vida cotidiana. Otras veces, el hijo es como un “amigo”. El padre no
puede ubicarse en ese lugar vertical, de autoridad. Lo convierte a su hijo en su
confidente, en su consejero, en su oído. Lo vuelve su sostén emocional. A veces, la
parentalización ocurre cuando un padre espera de su hijo/a que se ocupe de sus
hermanos y de la casa, a la par que ellos.

Se lo comienza a tratar al niño como un adulto (para ciertas cosas). Su psique es aún
infantil. Pierde su rol de hijo y asume un rol de padre

Esto lo priva de sus derechos como niño. Es un ABUSO EMOCIONAL.

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En el flujo normal del amor, este fluye de arriba hacia abajo: desde la bisabuela a la
abuela, de la abuela a mamá, de mamá a mí, de mí a mis hijos, etc.:

Cuando algo ocurre que corta este flujo descendente del amor, se produce una
inversión, donde los hijos dan a sus padres, poniéndose en el lugar de padres de sus
propios padres, o de parejas de sus padres.

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Esto es reforzado por la familia, quien lo felicita por ser tan “maduro”, tan “responsable”.

Por lo común, no es un solo padre el que elige al hijo que será parentalizado, sino todo
el sistema familiar.

Esta madurez precoz en psicología se conoce como sobreadaptación. Los niños


sobreadaptados hacen todo en su alcance por cumplir, por ser aceptado por sus
padres. Se produce una madurez prematura, antes de tiempo. Son los que no dan
trabajo. Nunca se quejan ni lloran. No hay que preocuparse por ellos porque siempre
se portan bien. Reprimen sus propias necesidades afectivas, sus propias emociones y
deseos personales.

Las consecuencias son muchas.

• El sentimiento de culpa que sienten por hace que se les dificulte independizarse
del hogar, mudarse a otra ciudad, casarse, ya que es interpretado como un
abandono para los padres. Esto será mayor cuánto más mártires sean los
padres. Se obtura la verdadera autonomía.

• El desarrollo psicológico se detiene y se fija en esa etapa. Esto genera una


profunda herida que buscará sanarse. Hay un arquetipo de víctima, ya que fui
privado de mis derechos (herida de injusticia)

• Genera una fuerte dependencia emocional, tanto busque a alguien que me dé el


apoyo y la contención que no tuve, o vuelva a repetir el mismo modelo de apoyo
emocional ajeno.

• Hay un profundo sentimiento de desvalorización y no merecimiento. No fui


merecedor ya que las necesidades de los adultos o hermanitos estuvieron por
encima de las propias.

Hay al menos tres posibles roles para el hijo parentalizado:

• El cuidador de los padres (el hijo bastón, el bastón de la vejez). Su vida debe ser
sacrificada para ayudar a sus padres, contenerlos, y asegurarse que estarán allí
para cuidar de ellos en la vejez. En muchos casos, sin casarse ni vivir una vida
propia.

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• El chivo emisario (el hijo síntoma). Siendo el mal ejemplo, el problemático, es el
causante de todos los males familiares

• El hijo sano. Al menos uno debe permanecer sano. Debe cumplir con todos los
sueños frustrados de sus padres. Es el que termina una carrera universitaria, es
el que tiene un trabajo estable, el que tiene una vida tipo.

• El chivo expiatorio es sacrificado para suplir necesidades familiares. Esto lo hace


cargar con una mayor responsabilidad, pero también le da un cierto estatus.

Sacrificarse por la familia produce méritos contables. La víctima familiar obtiene una
ganancia secundaria de su rol.

Dice Iván: Un progenitor proclive al martirio y el autosacrificio (con mayor frecuencia, la


madre) posiblemente resulte ser la fuerza de mayor cohesión y la influencia que más
control ejerce dentro de la familia. El mismo principio se aplica al niño parentalizado
como forma de sacrificio

.Movimiento de amor interrumpido

Bert Hellinger dice al respecto:

"Este movimiento amoroso interrumpido es la base de la neurosis. En el punto en el


cual un movimiento amoroso hacia la madre fue interrumpido, el hijo siente miedo, y se
enoja. Ese enojo es el otro lado del amor. Si no amara, tampoco podría estar enojado.
Se enoja porque necesita tanto a su madre y porque la ama. Cuando entonces la
madre quiere ir hacia el hijo después de la separación, el hijo gira hacia el otro lado
porque está enojado con la madre. De esa manera el movimiento amoroso continúa
interrumpido, no alcanza el objetivo.

Cuando una persona cuyo movimiento amoroso hacia la madre y hacia el padre fue
interrumpido muy tempranamente más adelante quiere ir hacia otras personas, en
especial hacia una pareja, en el cuerpo surge el recuerdo de la interrupción temprana, y
sube el dolor. Entonces, en lugar que esa persona vaya hacia el otro comienza un
movimiento circular. En aquel punto en el cual podría avanzar, dobla hacía la derecha o
hacía la izquierda y vuelve al mismo punto. Allí surge nuevamente el miedo, vuelve a
girar y vuelve a llegar al mismo punto. Ese movimiento circular caracteriza el
comportamiento neurótico."

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Teoría del Apego

John Bowlby fue un psicoanalista de origen británico quien desarrolló la Teoría del
Apego, observando los casos de hospitalismo (como un síndrome depresivo infantil)
tras la segunda guerra mundial. Muchos niños habían quedado huérfanos y cuidados
por enfermeras, pero aunque sus necesidades físicas fueran satisfechas, un número
demasiado alto de niños y niñas lactantes morían o desarrollaban graves trastornos
psicológicos.

Esto fue estudiado y descubrieron que la causa se debía a la falta de conexión


emocional entre las enfermeras y los niños, que denominó privación materna.

La Teoría del Apego postula que nacemos en un estado de profundo desvalimiento lo


que nos vuelve dependiente de otros para sobrevivir.

Necesitamos, durante un largo período, de nuestra madre/padre (o quienes


desempeñen la función materna), para que proporcione todo lo que necesitamos para
sobrevivir. En la teoría del apego se le llama figuras de apego a quienes estén
disponibles para satisfacer las necesidades del bebé. Esto implica tiempo, cuidados,
atención, responder a las demandas constantes, ser capaz de decodificar y poner
palabras a ese llanto.

Venimos al mundo pre-programados con una serie de conductas específicas de la


biología humana, llamadas liberadores sociales (sonreír, llorar, gatear). Estos
programadores aseguran la supervivencia humana, a partir de la vinculación con otros.
Esto nos vuelve seres dependientes.

El llanto es la forma que tiene el niño de expresar su malestar, que es decodificado por
los padres. Por lo tanto, no sólo proporcionan lo materialmente necesario, sino que
ponen palabras e intención a las necesidades inespecíficas del bebé. Enmarca su
malestar y esto es lo que permite que pueda contactar y reconocer sus emociones.

Cuando estos no logran dar cuenta en tiempo y forma de este auxilio, se produce una
angustia y una desilusión.

A esto Margaret Malher denominó bajada del tono, ya que los niños comienzan a
perder interés en el ambiente. Disminuyen sus interacciones con el entorno y se
produce una introyección de la libido, como si estuvieran ocupados en su mundo
interno más que el externo.

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Esto ocurre cuando la angustia se sostiene mucho tiempo. Como un estado depresivo,
de desesperanza, en el que percibe que el otro no lo auxiliará. Esta bajada de tono
desaparece cuando alguno de los padres acude en su auxilio.

5 estilos de apego

En función a cómo hayan respondido las figuras de apego a las necesidades físicas y
emocionales del lactante, se establecerá el estilo de apego infantil.

Esto tendrá consecuencias en la psique adulta y los estilos de relaciones que


establezcan en el futuro.

Hay una tendencia a mantener el estilo de apego de la infancia durante la vida adulta,
aunque las experiencias vinculares durante la infancia, adolescencia y adultez puede
afectar los estilos vinculares.

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Los estilos de apego se pasan de una generación a la otra. De acuerdo a cómo fui
alojado por mis padres, será como sea capaz de alojar, contener y dar amor a mis
hijos.

Apegos inseguros pueden pasarse generación tras generación sin ninguna elaboración.

Esto tiene como consecuencia que nos vinculamos con nuestros hijos desde nuestro
propio niño herido, no desde un adulto sano.

Hasta que no sanemos nuestro niño herido muy difícilmente seamos padres capaces
de alojar a nuestros hijos.

Apego seguro:

Las figuras de apego se muestran empáticas y son capaces de responder


adecuadamente a las demandas del bebé. Ante la separación, el bebé llora, pero a su
regreso loga calmarse. Confía que sus necesidades serán satisfechas y puede tolerar
la separación mejor. Este es el estilo de apego más difundido.

Crecerán siendo adultos con confianza en sí mismos, lo que se traducirá


posteriormente en sus relaciones sociales. Serán capaces de reconocer sus estados
mentales y a solicitar ayuda cuando lo necesiten.

Apego ansioso:

En el estilo de apego ansioso, el bebé no se tranquiliza hasta que su madre regrese.


Cuando lo hace, le costará calmarse, y quedará preocupado que vuelva a desaparecer.

En la vida adulta tendrá mucho temor en las relaciones, estará atento a que el otro no
se vaya, no lo abandone. Hay mucha conexión con sus emociones, pero especialmente
al miedo a ser abandonado. Se vuelven dependientes emocionales. Sentirá que da
todo en las relaciones, pero el otro no lo hace. Siente inferioridad respecto al amor que
recibe del otro.

Apego evitativo:

Se angustia en extremo ante la partida de la figura de apego. A su regreso, se vuelve


emocionalmente distante. No confía que sus necesidades serán satisfechas. Esto hace

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que se desconecten de sus emociones, y de adultos, de las de la pareja. Huyen de las
relaciones muy cercanas y no saben reconocer o lidiar con sus emociones.

De adultas son personas muy autosuficientes, parecen seguras de sí mismas, en


control, pero en el fondo, sienten una fuerte inseguridad en los vínculos y no son
capaces de generar vínculos cercanos. Al estar desconectados de sus emociones y las
ajenas, no pueden establecer relaciones sanas. No están disponibles emocionalmente.

Apego ambivalente

Las figuras de apego se han mostrado inconsistentes e impredecibles, dependiendo de


su propio estado emocional y cargan a sus hijos de sus propios estados emocionales.
Muchas veces se han expresado indiferentes o insensibles a las necesidades
emocionales del niño, pero en otras ocasiones, se han mostrado afectuosos y
competentes. Esto produce una inseguridad, angustia y desconfianza en el niño. Se
muestra con ira ante su madre por su partida. Necesita el contacto, pero lo rechaza
porque tiene miedo de perderlo. Se vuelve desconfiado con el resto y con su cuidador.
No cree que pueda ser gratificado. Le cuesta aprender a regular sus emociones. En la
vida adulta, intentará agradar para lograr la conexión. Le costará establecer límites
sanos y tenderá a sobrecargarse de las emociones ajenas. Tienen picos de emociones,
altibajos muy fuertes. Genera un trauma generacional y un cambio de roles.

Apego desorganizado

Este fue el último en ser descripto en 1999. En este estilo no hay una predominancia de
un único estilo de apego. Por momentos se muestran ansiosos, otras veces, iracundos.
En otros casos depresivos. Incluso, pueden no responder de ninguna manera. La figura
de apego (normalmente casos de psicopatología y drogadicción) tiene un
comportamiento errático ante el pequeño. Son hogares violentos, abusivos,
trastornados. Envían mensajes contradictorios (dicen algo con las palabras, pero
expresan otra cosa con el cuerpo). Este estilo de apego muestra la confusión del niño
en relación a cómo el padre reaccionará.

En la adultez suelen vivir estados emocionales extremos, un caos interior constante,


establecen relaciones abusivas de pareja y tienen predisposición a la psicopatología.

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Heridas infantiles

Durante la infancia hemos vivido experiencias muy dolorosas que dejaron profundas
huellas a lo largo de nuestra vida.

Estas huellas son invisibles, y por lo tanto, serán desatendidas como adultos.

Se expresan a través de pensamientos, emociones y conductas disfuncionales que


tenemos de adultos, especialmente en nuestras relaciones.

Cuando no nos enseñaron a amar y respetar nuestro cuerpo, nuestras necesidades,


nuestras emociones, luego, como adultos, no sabemos cómo hacerlo, o no nos
creemos merecedores.

Cuando vivimos dolores en la infancia, se forma una personalidad acorazada para


protegernos del dolor de la infancia o de etapas conflictivas en la vida.

La infancia es la etapa donde se forman los cimientos de nuestra personalidad adulta, y


en la que nos sentimos más vulnerables y dependientes de otros. Por eso, las
experiencias dejan huellas para toda la vida.

Los dolores que nuestros padres no pudieron superar de las propias heridas infantiles
con sus padres, las viviremos a través de dolor, de angustias, de miedos, de enojos.

Solemos tener las mismas heridas que nuestros padres, ya que nos pasan sus propios
dolores no sanados a través de creencias, castigos, conductas disfuncionales, etc. Este
ciclo se repite ya que en nuestros hijos proyectamos la infancia que tuvimos o no
pudimos tener (tanto sea que la repitamos igual o la reparemos en el opuesto)

Esto crea corazas físicas y máscaras que usaremos para defendernos. Las corazas se
presentarán en el cuerpo, donde quedará nuestro yo verdadero atrapado.

Las máscaras son las formas que encontramos de protegernos del mundo exterior. A
mayor herida, mayor máscara.

Estas heridas deben ser contactadas si queremos sanarlas.

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Herida del abandono

Es la más profunda y dolorosa. Alguno de nuestros cuidadores nos abandonó, sea


porque se fue, porque murió, porque nos tuvo que dejar al cuidado de alguien, o porque
ambos padres trabajaban largas horas. Otras veces, estaban físicamente, pero no
emocionalmente, porque estaban enfermos, deprimidos, ocupados, distantes, fríos o
desconectados emocionalmente del niño. La emoción principal que genera es la
tristeza.

La máscara es la dependencia emocional. Se basan en la necesidad del otro. El miedo


al abandono hace que nos quedemos en toda relación, aunque nos cueste mucho
sufrimiento.

Esto nos lleva a la victimización y a adoptar roles de salvadores para sentirnos valiosos
y queridos. Si somos necesarios, el otro no nos dejará.

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El estilo de apego es el ansioso.

Herida del rechazo

Se sintieron no aceptados por sus padres. Esto está directamente vinculado al PSG,
especialmente cuando el hijo se siente no deseado por alguno de sus padres, o si sus
padres deseaban un hijo del otro sexo, o padres que ellos mismos se rechazan o han
sufrido rechazo de sus padres. También de padres muy exigentes o despectivos por
sus hijos.

La máscara es la del huidizo. Rechazan, huyen antes de ser rechazados. Esto se


relaciona con el apego evitativo.

Afecta muy fuertemente el autoestima. No se sienten válidos. Sienten mucha


vergüenza, autorrechazo. Les cuesta mucho poner límites. Buscan la soledad para
evitar ser rechazados. Creen que no necesitan de nadie y tienden a crear mundos
internos para evitar conectar con el mundo externo.

Herida de humillación

El niño percibe que sus padres se avergüenzan de él. A veces, por algún “defecto”
físico, psicológico, o intelectual; otras veces, porque lo comparan con hermanitos,
primos u otros niños.

Se sienten indignos, no dignos de amor. Sienten vergüenza y culpa.

La mascara del masoquismo surge porque, de adultos, se olvidan de cuidar de sí


mismos con tal de ser aceptados y queridos por otros.

Se culpan, se avergüenzan de sí mismos y muchas veces se esconden. Satisfacen sus


necesidades a través de la comida o vicios. Se sacrifican por los demás porque no se
creen dignos de amor. Se cargan con sus padres.

Suele asociarse a un apego ansioso.

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Herida de injusticia

Normalmente, de niños tuvieron padres muy exigentes, rígidos, fríos, con altísimas
expectativas. Había poco reconocimiento y valoración. Nunca era suficiente para esos
padres. Eran perfeccionistas y le remarcaban los defectos constantemente. Se sienten
inútiles. Suelen sentir preocupación, impotencia y soledad.

La máscara es la rigidez. Se desensibilizan, no sienten nada, pueden tener muchas


contracturas corporales. Creen que la vida es esfuerzo y trabajo duro. Niegan las
emociones. Son autosuficientes y altamente productivos (posiblemente
sobreadaptados).

Tienden a establecer un estilo de apego evitativo o ambivalente.

Herida de traición

Sintieron que los padres los traicionaron, y generó no sólo una desconfianza en sus
padres, sino también un sentimiento de no ser digno o merecedor de amor. Suelen
sentir mucha ira y frustración.

Por lo tanto, tenderán al control. Sienten que no pueden bajar la guardia, que en
cualquier momento serán traicionados por el otro, que no pueden confiar. No toleran la
incertidumbre. Ponen altas expectativas en los demás, pero no tienen los mismos
estándares consigo mismos.

Es un estilo de apego ansioso o ansioso-ambivalente.

Este material pertenece al Diplomado de Psicogenealogía y Transgeneracional dictado entre mayo 2020 y enero
2021. Prohibida su reproducción o adaptación total o parcial.

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