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RESUMEN DX.

NIÑOS - MAROÑO
UNIDAD 1
¿Es posible establecer una psicopatología psicoanalítica de la
niñez? - Clara Schejtman
Los niños llegan a consulta cuando algo no funciona como se espera. Lo patológico en
medicina busca una etiología (causa) pero el psicoanalista escuchará el modo de contarlo,
las circunstancias en la que aparece e inferirá el dolor psíquico. El analista de niños no sólo
se plantea el alivio del sufrimiento del niño y familia sino explora el síntoma que puede
desencadenar en otros momentos.
El psicoanálisis infantil apunta a construir recursos psíquicos y simbólicos para enfrentar los
desafíos que el crecimiento, adolescencia, salida exogámica y otras situaciones
desestabilizantes le impogan.
El diagnóstico en la primera infancia es una guía del trabajo terapéutico, explora los nudos
que detienen el desarrollo del niño y la apertura a las nuevas experiencias significantes y no
en una categoría definitiva que podría encasillarlo.
En la consulta es necesario:
➔ Formular hipótesis
➔ Plantear líneas de trabajo
➔ Realizar una devolución a los padres.

Estructuración psíquica, psicopatología y temporalidad.


Articulación entre la perspectiva diacrónica (historia – evolución) y otra sincrónica
(focalizada en el pedido de consulta, planteado por Saussure).
➔ Diacrónico, tiene lugar a través de o a lo largo del tiempo histórico, estructuras que
cambian en función del tiempo cronológico y hay equiparación entre cambios
estructurales y cambios temporales.
➔ Sincrónico, cuando se ha estudiado en su estructura actual o efectiva más
profunda, más básica. Propone ubicar la clínica infantil en el interjuego diacrónico –
sincrónico. Entendiendo las presentaciones clínicas en permanente cambio,
articulando tiempos cronológicos de la historia evolutiva y tiempo lógico de la
inscripción en el inconsciente (atemporal) de esas vivencia y las diferentes
determinaciones que aparecen en la consulta.

Perspectiva Diacrónica: tiempos de estructuración psíquica.


➔ Génesis: serie encadenada de hechos y de causas que conducen a un resultado.

Comienza antes del nacimiento biológico, en las representaciones y deseos conscientes e


inconscientes que los adultos sostienen del niño. Pensada como un proceso que sigue
cierto ordenamiento, interjuego entre los contenidos de las representaciones de la realidad
exterior vivencial del sujeto y el engarce con las líneas de fuerza, marcadas libidinal,
constituidas a partir del entramado primario que les da estatuto.
Evitar la patologización y medicalización apresurada de niños, Anna Freud. Nuestra idea es
un enfoque en los entramados, acontecimientos y puntos de fijación libidinales.

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Etapas libidinales, oralidad y analidad
Es central indagar la historia de la constitución del cuerpo erógeno a partir de la relación
entre la construcción de las zonas erógenas y la fantasmática parental que se pone en
juego en los primeros cuidados y en los intercambios con el adulto con el cuerpo del infante.
Constitución psíquica; el adulto investidor abre las zonas erógenas y produce un interjuego
libidinal con el infante desvalido, el adulto excita y al mismo tiempo calma, ubicándose como
agente de la operatoria de la ligazón de la cantidad de excitación y de distribución de goce y
más tarde de rehusamiento pulsional a medida que el niño va logrando mayores niveles de
satisfacción y de autonomía frente a las exigencias ambientales.
La experiencia de satisfacción (oralidad) da lugar a la instalación del polo de placer y a la
diferenciación placer – displacer. El agente maternante queda inscripto a partir de la
identificación primaria donde investimiento e identificación con el objeto primario no se
diferencian, generando omnipotencia, apuntalamiento autoconservación – sexualidad
(Freud 1930).
➢ Alimentación, el infante incorpora el mundo exterior a partir de la experiencia
libidinizadora con la madre. En la fase oral, el chupeteo, produce placer que no se
satisface con la disminución autoconservativa del hambre. El chupete facilita la
incorporación de la satisfacción vía una descarga autoerótica que puede colaborar
en la ligazón de la excitación sobrante y colabora en la tramitación de la espera del
objeto durante sus breves ausencias.

La constitución del autoerotismo tiene un valor estructurante y es un antecedente del nuevo


acto psíquico que se produce con la unificación narcisista.
En la dependencia vital del infante, el yo esta fusionado imaginariamente a ese otro deseo.
Esta fusión complejiza el proceso de separación. El destete es la primera separación del
cuerpo del otro y aquí se juegan angustias de separación en el niño y en la madre. Es la
madre quien vehiculiza el destete. Aquí el lugar del tercero significativo tiene un impacto
fundante en el sostén de la separación, tanto para el niño como la madre.
La satisfacción autoerótica oral se irá transformando. En ocasiones se producen defensas
marcadas frente al abandono del autoerotismo que se pueden manifestar en dificultades en
la aceptación de nuevos alimentos, anorexias tempranas y más adelante, rechazo a dejar el
pecho, la mamadera, el chupete.
➢ Analidad, hay un cambio en la zona erógena rectora que se manifiesta en el juego
placentero de retener y soltar. En el control de esfínter se afianza el distanciamiento
entre el cuerpo del niño y el de los padres y se instala la privacidad, se construye la
representación del cuerpo propio separado del de su madre que se llevará como
consecuencia el rehusamiento a la satisfacción pulsional en función del amor
sublimado. Esto se expresa mediante el berrinche y la terquedad como primeras
autoafirmaciones de un yo, vulnerable, pero que descubre su posibilidad de dominar
al objeto vía el domino del cuerpo. Las angustias son de pérdida de objeto frente a la
percepción de la separación del mismo que el niño intenta negar vía retención de las
heces. El control de esfínter produce gratificación narcisista, comienzo de
autonomía, sostén del propio cuerpo, diferenciación y colabora en la construcción
del mismo.

En situaciones donde hay dificultad para aceptar el inodoro o retienen muchos días se juega
una conflictiva de afirmación del yo. La diferencia entre el berrinche necesario y el

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negativismo extremo, podría ser un cuadro clínico para evaluar el tipo de intervención y
deslindar un posible devenir psicopatológico.

Caso clínico. Niña de 4 años con dificultades para dejar el pañal. Había logrado evacuar
pero retiene hasta 7 días y con mucho sufrimiento, requería enemas, laxantes que
aumentaban la tensión entre los padres y la niña. Niña con altibajos de ánimo y dificultades
de dicción, tenia buen nivel de desarrollo del pensamiento simbólico, era difícil entenderla.
En el trabajo clínico hicieron entrevista familiar con padres y hermanos y sesiones de madre
– hija, padre – hija y algunas individuales. En el material clínico con las sesiones con la
madre aparecía una asociación entre ser ella el bebé y ser la mamá de su hermanito. El
juego mostraba su bebe en la panza a su mama. Los primeros tiempos la mama estaba
embarazada. Se trabajo la reubicación de los padres en sus funciones y se produjo un
llamativo cambio tanto en los estados de ánimo como en la evacuación, logro superar la
fobia del inodoro y comenzó a avanzar en el lenguaje. La intervención fue breve. Se la
derivo a fonoaudiología. (pag 27 sesión)

Eje Narcicismo - Edipo


El niño viene a realizar el deseo irrealizado de los padres. Pelento sugiere que el niño debe
nacerle al narcicismo de los padres y ubicarse como Rey. Hay niños que nunca son Reyes y
deben hacer un enorme esfuerzo para justificar su existencia a la madre y al padre. Un
primer tiempo de narcisización y un segundo tiempo de detronamiento de su majestad el
bebe. Tiempo fundante del psiquismo, moviliza el narcismo parental y es un momento de
vulnerabilidad psíquica que requiere un sostén amoroso del adulto que le permita al niño
adquirir la capacidad de estar a solas en presencia de otro (Winnicott).

Dos problemáticas en la constitución del aparato psíquico


➢ Déficit de narcisización; depresiones tempranas, falta de vitalidad del niño que
podría ser anteceden e patología de vacío en adolescencia o adultez. La depresión
post parto y posterior puede producir dos tipos de reacciones, la madres deprimidas
retraídas tienen bebes retraídos y las depresivas intrusivas bebes irritables, estos
demandan al ambiente y tienen mejor posibilidad. Esto se puede relacionar con el
planteo de Winnicott de niños que constituyen un mecanismo antidepresivo de la
madre y los conceptos de depresión blanca y síndrome de la madre muerta por
André Green. Las madres deprimidas producen mayores fallas en el logro de la
reparación de afectos negativos y dificultan el restablecimiento de interacciones
positivas, pudiendo afectar la autorregulación de los afectos del bebe y aumentado
el retraimiento.
➢ La caída de su majestad, la pérdida de la omnipotencia narcisista. Situaciones que
se dan con la vuelta al trabajo o nacimiento de hermano, pueden producir caídas
abruptas y el niño verse inundado de angustia que no logra ligar. Hay niños no
destronados que son tiranos con sentimientos de temor a la pérdida narcisista que
se observa en berrinches excesivos, trastornos de conducta y dificultades de
adaptación a situaciones sociales. Respuestas defensivas frente a sentimiento de
vulnerabilidad y desvalimiento y requieren trabajo intrapsíquico con niño y padres.
En el momento de separación del vínculo dual es crucial la intervención paterna
metafórica y simbolizante. Vacilaciones, forclusiones parciales son algunas de las
problemáticas que se presentan, pudiendo dejar una impronta de inscripción no
representable como sus consecuencias para la psicopatología, agujeros psíquicos.

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Bleichmar, cap 5, la clínica infantil.
Desde el primer momento del tratamiento de un niño los padres están presentes en la
mente y en la relación que el terapeuta tiene con él. Los padres son el origen y la fuente del
mundo interno del niño, una relación diaria y actual; son los que mantienen el tratamiento ya
sea colaborando o perturbándolo.
El desafío del terapeuta se centra en la capacidad para crear una relación de alianza y
colaboración, que se consigue trabajando en contacto con la contratransferencia parental.
No se basa sólo en ser empáticos y no culpabilizarlos, sino en tener herramientas teóricas
que permitan comprender las motivaciones y sufrimientos como padres, y la decepción de
reconocer que algo falló en su empeño.
Se trata de entender que la psicopatología que presentan los niños consiste, generalmente
en problemas de relación que se manifiestan en forma de desórdenes psicofuncionales o de
ansiedades por parte de los adultos para ejercer de padres.
En la actualidad se cree que el formato de la entrevista inicial depende de la definición de la
problemática que haya hecho el analista luego del contacto telefónico. Para tomar esta
decisión se cuenta con datos mínimos: primero, quien los envía (escuela, obtención de un
informe, decisión familiar, solicitud del niño o adolescente); segundo quien realiza la
demanda (madre, padre, otro familiar). También hay que tener en cuenta la edad del niño, y
de forma somera el motivo de consulta.
Es conveniente que el primer contacto sea con el niño, porque los niños creen que los
adultos hacen alianza entre ellos, y de este modo se evita esa suposición.
Debe construirse una transferencia parental, donde los padres sienten que dejan a sus
niños en manos de alguien que puede ayudarlos con el problema que ellos no están
pudiendo solucionar. Especialmente sucede con la madre. Si bien llega formalmente
pidiendo ayuda, la acompaña un temor a ser criticada, censurada o acusada por las
dificultades que atraviesa, estando a la defensiva emocionalmente.
La alianza terapéutica implica que los padres queden dentro del proceso terapéutico y
participen activamente en el mismo; y por parte del terapeuta ya no se trata solo de apelar a
la empatía, sino de poseer una herramienta técnica y conceptual para operar con ellos. No
es siempre el lugar del terapeuta responder a la demanda de los padres. A veces, ellos
quieren que el terapueta se haga cargo completamente de la problemática que traen en
cuestión y no responsabilizarse ellos. El interrogante que debemos plantearnos es:
¿corresponde la demanda manifiesta con el motivo de consulta latente? ¿Qué esperan los
padres del terapeuta? ¿Podemos satisfacer esa demanda o no?
En la entrevista, hay que afinar la escucha y tener en cuenta especialmente los siguientes
datos:
● Los momentos de la relación en los cuales surgieron los problemas.
● La conducta del niño y los significados que construyó sobre la relación.
● La capacidad de los padres para comprender la naturaleza de cada problema y los
recursos para contener, tolerar o modificar tales problemas.Capacidad de los padres
para relacionar sucesos que han afectado a la familia (mudanzas, inestabilidad
laboral, etc.) o a ellos con los problemas del niño (función reflexiva).
● Los desencuentros que se configuran y los conflictos que se han generado.
● La orientación de la investigación, es decir, la información adicional al relato que
buscamos mediante nuestra interrogación, se centrará en datos respecto al vínculo
afectivo: comienzo, evolución y estado actual. A esto se refiere la totalidad de la
relación, es decir, el apego y las motivaciones padres y niños, los datos evolutivos,

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incluso como fue la concepción, si buscado o no, lactancia, si se prendio o no al
pecho, que estilo tienen los padres y madres, la cotidieaneidad del niño, etc.
La indagación en la consulta opera como un reorganizador, permitiendo captar y ligar
aspectos del pasado que estaban dispersos. En la medida en que el relato parental coincida
con el juicio clínico que elaboramos a lo largo del proceso de evaluación diagnóstica,
estaremos ante un mejor pronóstico.
Hay dos posiciones que suele tomar el terpauta: a) asumiendo parcialmente dicha
demanda, ya que el objeto es siempre lograr un grado de alianza y dirigir la consulta hacia
un grado de mayor desarrollo de la capacidad de parentalización; b) tomando un rol
suplementario al de los padres.
En el relato, es importante tener en cuenta no solo lo que se dice con palabras, sino lo que
se expresa con gestos.
Osofky y otros dividen los patrones de interacción atencional en positivos y de riesgo. El
patrón de interacción recíproca positiva se caracteriza por la disponibilidad emocional, el
entonamiento afectivo y las emociones positivas de la madre; se observa disfrute en ambos
al estar juntos, con caricias, sonrisas y contacto visual. A los patrones de riesgo los divide
en interacción apagada (poca comunicación mediante el rostro, la voz y la caricia),
enfadada (predomina la frustración e irritación) y mixta (no hay sincronía entre niño y
adulto).
Aberastury aporta la importancia de las sesiones con los hermanos, porque a veces el
paciente no es el mas o el único afectado.
La idea es convertir a los padres en los propios agentes terapéuticos.
Melanie Klein decía que el análisis de los niños no tiene porque ser diferente al de los
adultos.
El mayor aporte para la clasificación fue llevado a cabo por el Index Group de la Hampstead
Clinic, quienes formularon un marco conceptual útil aunque un tanto arbitrario, distinguiendo
cuatro subtipos de relación del paciente con el analista:
● La transferencia predominante de modalidades habituales de relacionarse: el niño
revela formas de relación que mantiene con cualquier persona, no es transferencia
en sentido estricto, pero representa un cierto grado de formas de estar-con y de
representaciones actuadas relacionales.
● La transferencia predominante de relaciones actuales, y la relación con el terapeuta
es una extensión de las relaciones con sus padres.
● La transferencia predominante de experiencias pasadas, cuando deseos, fantasías,
conflictos y defensas son revividas durante la terapia y desplazadas sobre el
analista.
● La neurosis de transferencia, que alude a la concentración de conflictos y deseos
reprimidos hacia la persona del analista con disminución en otras relaciones. Esto
pone énfasis en la figura del terapeuta como un adulto otro, nuevo, distinto de los
adultos significativos que introduce un contexto de interacción diferente y genera una
línea de desarrollo que hasta ese momento se hallaba ausente. Silvia Bleichmar
(2000) insiste en el concepto de neogénesis para dar cuenta de algo que no estaba
ni preformado y que no hubiera llegado a instalarse por sí mismo si no era en virtud
de las intervenciones psicoanalíticas.

El analista funciona en un doble rol, pero si acepta sólo el papel de objeto nuevo interfiere
con la repetición y las reacciones transferenciales, y si ignora o rechaza el papel de fuente
de nuevas experiencias. No se debe fomentar que el paciente se identifique con el analista,

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pero ¿Esto es real en el tratamiento con niños, cuando atendemos cara a cara y nuestras
expresiones emocionales son parte de la acción con la que participamos en el juego y en
las tareas que compartimos? No solo no es real, sino inadecuado, ya que una actitud de ese
grado será entendida por cualquier niño como distancia emocional y convertirá la relación
terapéutica en una relación muy artificial que le hace más difícil entrar en contacto.
Uno de los grandes miedos de los terapeutas es que los padres interrumpan el tratamiento
repentinamente, por eso es tan importante el trabajo en conjunto con los padres.
Antes se creía que la contratransferencia con los pacientes era un problema. Pero hoy se
reconoce la importancia de la misma en el proceso terapéutico. El buen analista es el que
puede colocarse fuera de la díada, y rescatar un yo observador que mire qué es lo que está
pasando.
Existen dos tipos de contratrasferencia: la contratransferencia concordante, cuando el
analista se identifica con ciertos aspectos del paciente; y la complementaria, cuando el
analista toma lo que está ausente en el paciente.
Una contratransferencia concordante con el niño es sentir las mismas angustias del
paciente, identificarse con ello, y cuando esto sucede el analista no está analizando. La
actitud frente a esta contratransferencia es preguntarse porque se reactiva y salir de la
identificación; mientras que en la complementaria hay que trabajar con lo que el paciente
está delegando o depositando en el terapeuta.
Existen, también, distintos tipos de juego; el juego funcional; La finalidad es el poner en
acto, poder hacer algo y el placer es funcional. Y el juego simbólico; El juego simbólico
depende de la aparición de la función semiótica o capacidad de simbolización. La
simbolización es la capacidad de desacoplar la representación que designa a un objeto o
cosa y hacerla funcionar como representando a otra, de forma personal, arbitraria y
motivada. Esto constituye el proceso por el cual se instituye el inconsciente dinámico repleto
de símbolos de producción individual. Esta operación se halla ausente en niños autistas.
También está el juego de reglas; El juego de reglas ya implica relaciones sociales o
interindividuales, la regla consiste en una regularidad impuesta por el grupo y su violación
se presenta como una falta.
El juego es una combinación variable de símbolos que conservan su significado
convencional, compartido colectivamente, y otra parte en que se expresa un componente
subjetivo y personal. Por eso es tan importante en el espacio terapéutico con niños.

Clínica de niños y adolescentes; El dispositivo analítico con el niño


- Dr. Carlos E. Tkach
SIGMUND FREUD (Imperio Austrohúngaro, 1856 – Reino Unido, 1939)

● Técnica en Psicoanálisis de niños: En su “Conferencia” del año 1932 sostiene que el


niño, si bien es muy analizable, no tolera mucho métodos que la asociación libre –
como método de asociación verbal.
● Juego infantil: Tiene varias conceptualizaciones sobre el juego, aunque la más
conocida y célebre es la que desarrolla a partir de la observación de su nieto, el
clásico caso del Fort-da, elaborada en sus últimos años, y la cual surge en el marco
de sus desarrollos teóricos sobre la pulsión de muerte y el más allá del principio del
placer. Muchos años antes había hecho diversas referencias al juego infantil, en la
línea del principio de placer, acerca del papel que tiene el juego en la vida del niño,
pero desde una perspectiva de observación de fenómenos culturales. En “El creador

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literario y el fantaseo”, se sintetizan las ideas de Freud previas al “Más allá del
principio del placer”. En este artículo, Freud compara al que juega con el espectador
de una situación dramática. Ambas situaciones son planteadas como fuentes de
placer para la vida psíquica. En el caso del espectador de un drama, no obstante las
tensiones psíquicas que puede acarrear, la fuente de placer proviene del hecho de
que el espectador se identifica con el héroe o personaje de la trama. En este
sentido, el juego infantil conllevaría algo similar: el niño, al jugar, se identifica con
algún papel y vive en el juego las peripecias de los personajes que representa. En
esta misma línea, Freud dice que, en última instancia, todo niño juega a ser grande,
a hacer todo lo que no puede hacer como niño. De esta manera, la ganancia de
placer tiene el mecanismo basado en que se constituye en un ahorro del costo que
dicha ganancia implicaría en lo real. Otra cuestión relativa plantea que el niño es
como el creador artístico: “todo niño que juega se comporta como un poeta que crea
un mundo propio o, mejor dicho, inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden
que le agrada”. Con esta afirmación, Freud establece el carácter de creación que
tiene el juego. Esta idea de Freud es la que más se va a emparentar con lo que
Winnicott desarrollará sobre el juego. En “Metamorfosis de la pubertad” (1905)
plantea que el espacio de juego es como el de las fantasías, es decir,
“representaciones no destinadas a ejecutarse”. El juego participaría del espacio de la
fantasía, en el marco ya de una noción de espacio psíquico, sería una forma de
ejecución de esas fantasías. A diferencia del juego, en el caso de los niños, en la
pubertad o la adolescencia, o incluso en el adulto, lo que viene a sustituir al juego es
el fantasear. En este sentido, la actividad de jugar tendría que ver con una actividad
de las fantasías y su puesta en representación en una actividad simbolizante,
simbólica, que ejecuta la fantasía. Esta concepción se relaciona fuertemente con lo
que plantea Winnicott acerca de la capacidad de jugar, que puede estar perturbada
en el caso de muchos niños, y que servirá a una formulación diagnóstica. El juego
del Fort-da y su conceptualización pone las cosas en otro orden. Lo que Freud
descubre es que el niño que juego repite activamente una experiencia displacentera.
No se trata de la búsqueda de la repetición de placer, sino de una búsqueda de
placer enigmática. Freud subraya que lo opuesto al juego no es lo serio – el niño
puede ser muy serio cuando juega – pero el niño que juega más allá del principio del
placer nos muestra otra forma de la repetición, y que hay algo que se repite en
acción, una experiencia que se caracteriza por ser de displacer, con o sin
representaciones. Si en la escena madre-niño, él es abandonado por la madre, en la
escena del juego, al tirar él el objeto, se constituye como aquel que activamente
echa al objeto en una escena representativa; pasa de la pasividad a la actividad. En
este caso tenemos una representación, una simbolización que, podemos decir, ya
tiene la palabra como soporte. De esto se desprende que, para que un niño pueda
jugar al Fort-da, debe haber alcanzado un nivel determinado de simbolización. André
Green indica cómo un niño tiene que haber sido amado para poder jugar al Fort-da.
Si ha habido una perturbación en el primer nivel – de la transicionalidad en
Winnicott, de la diferenciación yo-no yo, del estadio del espejo en Lacan – el juego
del Fort-da no es posible. El hecho de que el juego se repita y que el acto de arrojar
se repita más veces que el acto completo de arrojar y recoger, muestra que la
vivencia traumática insiste, y esto último remite a la existencia de algo que pulsa
intrapsíquicamente más allá del juego, haciéndole revivir el dolor del cual se quiere
curar. Lo importante no es reconocer la ausencia de la madre, sino poder renunciar

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a ella, es decir, aceptarla. El niño del Fort-da no sólo reconoce la ausencia de la
madre, sino que la acepta. En un caso contrario, nos encontraríamos con un niño
que, al volver la madre, se vengaría contra ella haciéndole un escándalo o no
queriendo comer, por ejemplo. En el niño del Fort-da nos encontramos con la
existencia de un espacio psíquico diferenciado de la madre.

MELANIE KLEIN (Imperio Austrohúngaro,1882 – Reino Unido, 1960)

● Técnica en Psicoanálisis de niños: es la primera en plantear el juego como método o


técnica específica para el trabajo con niños, llegando a conceptualizar la producción
del juego del niño como el equivalente a la asociación libre de los adultos. Klein
inventa un método a partir del método freudiano clásico. Silvia Bleichmar hace una
precisión importante acerca de este punto y sostiene que lo que Klein hace desde el
punto de vista metodológico es un ajuste del método al objeto de que se trata. El
objeto, en este caso, es el inconsciente infantil. En vez de asociación por palabra,
asociación por el juego. Lo que Silvia Bleichmar postula es que ese ajuste tiene que
ver con que, en el caso del niño, la estructuración psíquica está en constitución, de
modo que el inconsciente puede estar o no instalado en la tópica. Esta lectura
implica una concepción freudiana: la estructuración del inconsciente del niño, es
decir que no hay un inconsciente desde los orígenes sino que éste se constituye
como consecuencia de la operación en el psiquismo del mecanismo de la represión,
la represión primaria fundamentalmente. En la concepción de Melanie Klein, el
inconsciente está desde los orígenes. Klein es heredera de la segunda tópica
freudiana, dado que concibe al inconsciente más en el sentido del Ello de la segunda
tópica. Freud consideraba que el método que él había inventado implicada una
coincidencia entre investigación y tratamiento: tratamos al paciente investigando, e
investigamos tratando. En este sentido, el juego mismo deja de ser algo espontáneo
desde el momento en que el se lo encuadra en un dispositivo como el analítico,
quedando diferenciado del que puede realizar el niño en su casa. Klein señala que
se debe interpretar al juego de la misma forma que Freud nos enseñó a interpretar
los sueños, lo que implica hacerle producir asociaciones y, por ese camino, llega a la
analogía con las asociaciones libres verbales. En esta elucidación hay un factor que
no hay que perder de vista y es que, en el juego, el polo motor está abierto: el niño
pone en acto, escenifica. El tipo de lenguaje del fantasear se escenifica, cosa que no
ocurre en el sueño. Algo que interesa particularmente a Klein es que, siendo la
actividad de jugar el vehículo para la producción de un material psíquico, el trabajo
analítico y las intervenciones del analista deberán orientarse a liberar los obstáculos
que le impiden al niño producir ese material que no está expresado en fantasías. De
allí viene la idea de que le juego permite liberar la fantasía; y la acción de la
interpretación se orienta a aliviar la angustia que impide fantasear. Si el niño no
fantasea, porque hay inhibición de juego – consecuencia de la inhibición de la
fantasía – es por la presencia de angustia, sobretodo de la ansiedad persecutoria
producto de la pulsión de muerte que opera como un factor negativizante de la
capacidad simbólica. Sería un factor negativo en el sentido de que actúan los
procesos no ligados o autodestructivos que actúan contra la capacidad de Eros de
ligar y producir conexiones asociativas. Es esa angustia la que hay que aliviar para
poder liberar el fantasear para que el psiquismo pueda producir ligazones,
interconexiones. El alivio de la angustia y la culpa (la angustia en Klein está muy
ligada al sentimiento inconsciente de culpa) es lo que permitirá al niño expresar sus

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fantasías de muerte, agresivas, etc. Y esa expresión ya sería un camino de
liberación psíquica; la aparición de ese material ya sería un progreso del análisis, al
tiempo que brindaría la posibilidad de trabajar interpretativamente sobre la aparición
de ese material. Para Klein la respuesta a la interpretación no es tanto la
corroboración por parte del yo del niño – como buscaban Freud o Anna Freud – sino
que la eficacia de la interpretación va a estar dada por las asociaciones de juego que
se produzcan posteriormente. Es el juego el que marca si la interpretación ha sido
acertada o no. A Klein no le importa que el niño tenga registro consciente o registre
con su yo que eso a lo que juega tiene que ver con él, a diferencia de Anna Freud
quien dará importancia a esto desde el principio). Lo que importa a Klein es el
inconsciente del niño, porque el juego es la manifestación en acto del inconsciente.
Entonces, da por supuesto que hay una escisión, una disociación entre el jugar del
niño y su registro consciente de que ahí hablan sus formaciones del inconsciente.
Melanie Klein pensaba que los niños no podían hablar, no a causa de su
incapacidad, sino porque la angustia era lo que se los imposibilitaba. Entonces, el
juego aparece como un camino de producción de lo que ella denomina
“representaciones indirectas”. Las representaciones directas (sobre la base de una
idea de que pudiéramos llegar a las representaciones-cosa, como las denomina
Laplanche) no estarían disponibles o al alcance en el caso del niño, entonces el
juego le ofrece un material que permite hablar a la representación-cosa por vías
indirectas – como a través de un resto diurno en el caso de un sueño. El niño
kleiniano se diferencia del freudiano, en el sentido de que es un niño mortificado por
la presencia de la pulsión de muerte. La cura estará abocada justamente a
apaciguar, tramitar y elaborar la acción mortificante de la pulsión de muerte sobre el
propio sujeto, que tiene en su forma más instalada el superyó arcaico. Dicho superyó
arcaico es el cultivo de la pulsión de muerte original sobre el propio sujeto. Entonces,
el primer destino de la pulsión de muerte es la auto-destrucción. La cura, en el caso
de Klein, estará dirigida a operar sobre esta fuente de mortificación que es la auto-
destructividad de la pulsión o el temor a ser destruido – que es la angustia, y la
angustia paranoide es el resultado de la propia fuerza destructiva, proyectada para
poder dominarla, que retorna sobre el propio sujeto. Desde la óptica kleiniana, no
hay otros recursos clínicos aparte de la interpretación. Hoy creemos y sabemos que
en el trabajo del análisis, la interpretación no es el único recurso. D
● El juego infantil: Klein observa y postula que el juego le permite al niño lo que ella va
a llamar “liberar fantasías” y afirmar que el lenguaje del inconsciente, presente en los
niños, que se evidencia a través de los sueños y el juego, es de carácter “concreto y
pictórico”; haciendo una analogía entre el juego y el sueño, la figurabilidad se
muestra como puesta en escena. Por supuesto que hay desfiguraciones,
transformaciones, pero lo que tiene de elemento visual es denominado “pictórico”
como si la escena fuera un material imaginario con valor simbólico, un lenguaje
imaginario. Las fantasías participan de este registro, porque están a mitad de camino
entre el sueño y el juego mismo. El juego sería un modo, para Klein, de expresar
fantasías, de ponerlas en escena, aunque la fantasía inconsciente según Klein es un
concepto que da cuenta del psiquismo. Es decir, que ningún juego sería
directamente la fantasía inconsciente, sino que el juego sería el camino que el
fantasear encuentra para expresarse, como decía Freud, apuntalándose en “objetos
palpables y visibles del mundo”. Otro factor que va a poner de relieve Klein es que,
en el juego, participa un elemento que es anterior a la palabra y que es la acción; la

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cual va a remitir directamente a la acción pulsional, como impulsión y como
compulsión de repetición. Dice que es un mecanismo anterior a la palabra, más
primitivo. Lo que ocurre en el caso de Klein es que, para ella, las acciones humanas,
el juego en los niños pequeños, ya tienen un valor simbolizante, no son acciones
puramente sensorio-motrices. Para Klein, el juego expresa fantasías inconscientes,
miedos, emociones y afectos del niño. Es un modo de expresión de su mundo
interno, como un discurso y que, por eso, se puede interpretar. Vale hacer una
distinción entre la concepción freudiana y kleiniana. Freud, en “Más allá del principio
del placer”, define al juego como “uno de los modos de trabajo psíquico en su forma
más temprana”. Para Klein, hay algo inscripto en el psiquismo originalmente – el
inconsciente tiene sus inscripciones originales como consecuencia de la acción
pulsional constitucional endógena, en lo que podría ser una radicalización del Ello
freudiano a los extremos de algo constitucional. Por este motivo, el Otro desaparece
en la concepción kleiniana en su carácter estructural del psiquismo. Eso inscripto se
expresaría, a nivel simbólico, en el juego. Lo que está originalmente (la
representación, la fantasía) se traduce en acción de juego y la interpretación lo re-
traduce en palabras. Al respecto, para la concepción freudiana, como resultado de la
actividad del juego se produce el efecto de la instalación de una fantasía y no al
revés: la representación no es algo que estaría antes de la actividad, sino que se
constituye en el proceso mismo de la actividad. El planteo de Klein se diferencia de
ese modelo ya que, tanto en el juego como en las demás producciones del
psiquismo, lo que vamos a encontrar es la producción de lo ya inscripto desde el
origen. Lo interesante en este punto es que, para Klein, la manifestación de las
pulsiones agresivas no se relaciona para nada con el mundo objetivo que ha vivido
el niño, sino que es claramente un producto del funcionamiento psíquico endógeno
que encuentra sus apoyos en la vida de relación parental, pero que no reproduce
situaciones violentas o traumáticas que el niño haya vivido o esté viviendo
realmente.
● Patología en el juego: debemos reconocerle a Klein el descubrimiento del mundo
imaginario terrorífico que asola a los seres humanos, al igual que el descubrimiento
de un método de acceso al inconsciente del niño. Al jugar, el niño pone en acción el
trabajo del inconsciente, sobre todo del inconsciente fantasmático, porque escenifica
fantasías. La lucha entre las pulsiones es universal, todos los niños padecen este
sufrimiento y, desde este ángulo, las diferencias son de grado o intensidad, lo que
nos da el índice de la patología. En este sentido, la patología es todo lo que no se
muestra en la fantasía. Lo saludable en el niño es que muestre la lucha en la vida, la
crianza y también en el juego. Cuando el sentimiento de culpa es muy fuerte, Klein
sostiene que un niño puede presentar inhibiciones en el juego (como sucede en el
caso Dick). Hay una dialéctica entre la inhibición del juego y la capacidad de jugar, o
la detención del juego y las vicisitudes, alteraciones del juego. Klein lee las
interrupciones del juego, el cambio de secuencia, el abandono del juego, etc. como
la acción del sentimiento de culpa que le impediría al niño representar en el juego.
La interpretación, entonces, estará dirigida a que el alivio del sentimiento de culpa le
permita al niño expresar aquello que padece y no está pudiendo representar.

ANNA FREUD (Imperio Austrohúngaro,1895 – Reino Unido, 1982)

● Técnica en Psicoanálisis de niños: Anna Freud, siguiendo la línea de su padre, no


consideró al juego como un equivalente de la asociación libre del adulto, si bien lo

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consideraba como una forma de acercamiento y de trabajo en relación al psiquismo
infantil. Anna Freud critica el hecho de que, en el método de Klein, su interpretación
se volvió independiente de la corroboración por parte del niño. A. Freud buscaba la
corroboración a través de los registros preconsciente-consciente (corroboración
verbal); y le importará que el niño registre que lo que dice tiene que ver con él. Por
otra parte, señala que el niño que juega no puede equipararse al adulto que habla en
sesión, pues este último sabe o supone que todo lo que dice está dirigido al analista
para su entendimiento, en cambio no puede asegurarse que el niño al jugar suponga
que esa actividad está destinada al desciframiento por el analista porque, además,
para el niño el analista no está constituido como alguien de quien el niño espera
ayuda y así establecer con él una alianza terapéutica. Asimismo, para A. Freud, el
niño no podía hacer neurosis de transferencia porque ésta implicaba una reedición
de las primeras relaciones parentales, y en el caso del niño, éste no ha terminado
aún de realizar la primera edición de las mismas. Según A. Freud, el objeto que se
transfiere – y esa es la primera edición que no está terminada – son las imagos de
los objetos parentales o familiares como figuras totales – el padre, la madre, los
hermanos, etc. – son figuras de lo que Freud llamaba los objetos de la elección de
objeto de amor; mientras que Klein hace referencia a la madre y al padre en tanto
objetos parciales. Estos objetos parciales son los objetos de la fantasía, que no es
otra cosa que la representación mental de la pulsión. Entonces, en el caso de Klein,
la transferencia tiene que ver más con la dinámica pulsional que con la dinámica de
las relaciones de objeto en términos totales. Lo que se transfiere son los objetos
pulsionales fantasmáticos en términos de objetos parciales. Actualmente
consideramos que ambas perspectivas están presentes, y depende del momento de
la estructuración del niño, se impondrán articulaciones determinadas entre ambas
dimensiones.

DONALD WINNICOTT (Reino Unido,1896 – Reino Unido, 1971)

● Técnica en Psicoanálisis de niños: desde la perspectiva de Winnicott y otros autores,


se amplía el trabajo analítico infantil, en el sentido de no centrar exclusivamente el
trabajo con los niños en el juego como método exhaustivo o recurso único de acceso
al inconsciente y su funcionamiento. Los niños, aparte de jugar, hablan, ríen, lloran,
piden, se enojan. Inclusive, en el mismo campo de juego, pueden ocurrir muchas
cosas: no importa sólo su contenido simbólico sino que importa también, y en esto
concuerda Melanie Klein, el modo en que el niño juego, el cambio de un juego a
otro, lo que dice el niño mientras juega, lo que dice a partir del juego, que no
necesariamente tiene que ver con el juego concretamente, el uso del medio de
representación, etc. En relación a la polémica entre Anna Freud y Melanie Klein,
respecto a que la primera pone el acento en la situación analítica en la cooperación
consciente y la segunda lo coloca en la cooperación inconsciente, Winnicott sostiene
que no habría una respuesta que pueda considerarse universal al problema. Por otro
lado, la presencia del analista pasa a ser un factor que forma parte de la escena
analítica. A diferencia del modelo clásico freudiano o kleiniano, Winnicott pasa a
mostrarnos el papel de un analista que, además de ser intérprete, también ofrece su
marco, su persona como marco de disponibilidad, y su presencia pasa a ser un
elemento actual que influye en la producción de las asociaciones y del material
psíquico analítico que se dará en sesión. Respecto a las cuestiones de la angustia y
de la pulsión, Winnicott organiza una concepción que nos conecta con la actividad

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del juego en su carácter sublimatorio, creativo, productivo e inclusive como una
actividad terapéutica en sí misma. Frente a la inercia de la compulsión a la
repetición, se ofrece la alternativa clínica de la creatividad psíquica, alternativa a eso
patógeno que insiste y que puede costar tanto modificar.
● El juego infantil: Winnicott pone el acento en la creación, lo emparentará más con la
idea de creatividad que con la idea de creación artística propuesta por Freud. La
creatividad presente en el juego implica la capacidad de introducir en el mundo algo
que no existía, introducir una realidad particular, porque la realidad del juego, en la
concepción de Winnicott, es una realidad de “mundos sutiles”, cuya fuerza -y no su
debilidad- radica en eso: “es de una precariedad” y su fuerza radica en eso.
Winnicott realiza una teorización sobre el juego como fenómeno cultural, que está
presente en todas las culturas. Con este autor se abre una nueva posibilidad de
concebir al juego: ya no es meramente la traducción o expresión de lo que está en el
interior del psiquismo; la actividad de jugar tiene valor como un espacio en sí mismo.
El jugar es hacer. Hay un tiempo y un espacio singular para el juego, un espacio y
un tiempo donde las representaciones psíquicas ocupan la realidad – no lo real, sino
la realidad -. Justamente porque jugar es hacer, hay una diferencia entre el pensar o
el desear y el hacer del juego. Según Freud, el pensar era un modo de
representación que estaba por encima del mero representar; se ubicaría en un grado
más abstracto de representaciones. El desear puede figurarse en una
representación, como un niño podría decir: “quiero jugar a tal cosa”. La fantasía que
escenifica un deseo tiene la característica del instante. Ahora bien, llevar eso a la
realidad, de la misma manera en que ocurre en el jugar del niño, implica el inicio de
una secuencia que tiene un suceder en el tiempo que no coincidirá con la imagen o
la representación anticipada. Freud, refiriéndose al deseo, plante una diferencia
entre lo esperado y lo hallado; hay un hiato que implica una diferencia, la cual puede
ser intolerable de soportar. Es decir, el niño puede imaginar muchas cosas pero
cuando las tiene que ejecutar se enfrenta con una cantidad de dificultades que
evidencian sus capacidades o perturbaciones psíquicas. A diferencia de Klein, a
Winnicott no le importante tanto el muñeco o el objeto en tanto representa a la
madre, sino que éste importa más en tanto no es la madre; el valor del objeto y de la
actividad lúdica como representación se basa en el hecho de que no es la madre,
porque esa negación es la que permite la simbolización. Para Winnicott los niños
juegan por placer, para expresar agresión, para adquirir experiencia, etc. pero
además de esto, sostiene que “resulta menos cómodo aceptar que los niños jugar
para controlar la ansiedad o para controlar ideas o impulsos que pueden llevar a la
ansiedad si no se las controla”. Por otra parte, un exceso de ansiedad puede
conducir al juego compulsivo o repetitivo. Winnicott plantea que el juego, en su
carácter de actividad simbolizante, tiene un carácter precario. Con esto se refiere al
hecho de que cualquier interrupción del ambiente lo desarma y el juego desaparece.
La inestabilidad – precariedad – del juego aparece como una de sus características
centrales. Las discriminaciones que introduce Winnicott tienen la ventaja de
permitirnos discriminar modalidades psíquicas que están implicadas en los juegos de
los niños, por ejemplo, mayor actividad de simbolización, de la pulsión, de presencia
de fantasías o de fantasmas. En este sentido se diferencia de Klein. Ella no
encuentra otra cosa más que las fantasías de la pulsión. Y, en el caso de Winnicott,
no es que no esté la pulsión o la angustia, pero él se permite pensar modalidades de
juego que implican distintos mecanismos psíquicos en juego. En este sentido, hay

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juegos que pueden dominar la ansiedad y convertir el juego en algo creativo, y otros
que fracasan en ese intento de dominio y se presentan como psicopatología del
juego, en donde lo que prima es la huida, hay algo que refrenar, hay alguna
capacidad detenida. Lo que no logramos vislumbrar en estas situaciones clínicas de
juego es la espontaneidad, la cual está del lado de lo que permite, que lleva al juego
creativo, a la invención.
● Psicopatología del juego: en el apartado sobre “Las situaciones clínicas de juego”,
Winnicott formula lo que dio en denominar la “psicopatología del juego”. La
capacidad de jugar es un dato clínico fundamental para el trabajo con niños, como
elemento diagnóstico. La capacidad de un niño para el juego se refiere a la
capacidad de organizar fenómenos transicionales con objetos que funcionan como
representaciones y en ausencia del otro – aunque el otro esté ahí como sostén -.
Esa capacidad es un dato fundamental para evaluar a los niños en los primeros
encuentros, para indagar acerca de sus síntomas y sus perturbaciones. Nos dará
indicios sobre su estructura psíquica y sus potencialidades, y sobre las posibilidades
que tendremos de actuar sobre ellas o no. En última instancia, la capacidad de jugar
de un niño nos hablará sobre su capacidad representacional y de operar cambios
sobre ella. Acerca de la cuestión del tipo de proceso ante el cual estamos en el
juego del niño, cabe hacer una digresión. En una serie de procesos psíquicos
tendríamos en un extremo una presencia predominante de procesos secundarios,
con demasiado control; y en el otro extremo estaríamos ante el predominio del
proceso primario. El juego implicará siempre una intersección de estos dos niveles, a
predominio o del proceso primario o del secundario. También se presenta la
situación, de un juego compulsivo o de pasaje al acto, donde las representaciones
sirven sólo para la descarga pulsional directa, donde no haya creatividad, aunque
tome la máscara y la forma de juego. En estos últimos casos quedan canceladas las
funciones del proceso primario y secundario, porque la pulsión solo quiere la
descarga directa, ni siquiera con alucinación o con un mínimo de ésta. El juego en
sentido estricto, según Winnicott, implica sublimación y creación, simbolización,
metáforas, e incluso, en la situación analítica, comunicación al analista. En estas
condiciones del juego quiere decir algo, y desde su comienzo está dirigido a otro, al
analista que se encuentra actualmente en escena. Esta sería la situación ideal del
juego en el análisis de niños. Cuando le decimos a un niño: “vamos a usar todo lo
que hagamos para entender qué te pasa”, estamos diciendo “vamos a obtener un
saber sobre lo que te ocurre de todo lo que hagamos”; un saber que no está en
primer plano. Esto puede darse desde el comienzo en un trabajo analítico, pero
también puede suceder que no ocurra desde el primer momento. No hay proceso
analítico sin dificultades. La clínica es inherentemente con dificultades; porque el
campo en el que trabajamos es un campo resistencial. Las formaciones o
actividades lúdicas más resistentes, bajo la noción de “psicopatía del juego”
permiten entender cuestiones clínicas. Son formas de juego que no tienen las
características de sublimación, creación, etc. Una de las formas que puede adoptar
la psicopatología del juego es bajo la pérdida de la capacidad de juego. Dicha
capacidad puede no estar, puede estar ya mal constituida en la estructuración de un
niño, o puede estar constituida pero, por dificultades de ese momento, puede estar
funcionalmente no operando. Winnicott decía que en estas situaciones el primer
trabajo del analista es llevar al niño de la imposibilidad a la capacidad de jugar. Esto
implica pensar el trabajo analítico en un campo más amplio que el de entender

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significaciones, el de extraer significantes reprimidos. Implica construir algo que no
estaba constituido, dar lugar a que un proceso psíquico se constituya, es decir, de
contribuir a que ocurra. En el modelo clásico los procesos psíquicos o
acontecimientos psíquicos se daban por ya constituidos, habían sido reprimidos, el
trabajo era el de re-ligar lo que había quedado desligado; en los casos que plantea
Winnicott, se trata de constituir lo que no está. Entre los motivos que plantea
Winnicott para la falta de capacidad de juego, están la falta de confianza o
problemas en cuanto a la libre fantasía. Otra posibilidad es el juego estereotipado,
aunque conserve algo de la capacidad representativa o fantasmática. Esto puede
suceder regularmente o puede ser que exista un período de juego estereotipado.
Como material clínico hay que analizarlo. Se trata de la presencia de ciertos modos
de funcionamiento psíquico muy rígidos. Winnicott señala que, cuando en el juego
irrumpe la pulsión, o la angustia, pierde su carácter de simbolización. Este tipo de
juego “no quiere decir” algo, lo que nos muestra es un modo de descarga pulsional
que será lo que debemos recoger para analizar, pero no implica un sentido de
desentrañar, no quiere decir nada para el niño. Se trata de situaciones
fantasmáticas, o de fantasía donde el niño se aloja y ahí encuentra una especie de
satisfacción, a veces compulsiva. Hay otra forma en que aparece lo pulsional, que es
la sensualización y hace referencia a cuando el juego se vuelve una actividad
sensualizada, erogenizada, es decir, masturbatoria. Forma parte de la
psicopatología del juego cuando la finalidad de dichos juegos se reduce a esa
satisfacción sensual. En todo juego hay un elemento de satisfacción pulsional, sino
no se podría jugar. Pero se trata de una satisfacción pulsional sublimada,
simbolizada. En la psicopatología del juego estamos ante satisfacciones pulsionales
directas, no simbolizadas. Winnicott señala también dentro de la psicopatología del
juego la huida al ejercicio físico. En estos casos se produce una huida de la situación
analítica como una especie de ausentarse. Otra forma que señala es la huida al
fantaseo o al ensueño diurno. El fantaseo es distinto de la fantasía, en el sentido de
que es un estado manipulable entre el sueño verdadero y la actividad lúdica. Es una
fantasía pero dominada por un sujeto, mientras que cuando un niño juega, sus
fantasías se despliegan. Es como si hubiera una especie de ensoñación manipulada.
Entonces, está en un estado de repliegue sobre sí; y hay una escena en la que el
niño está.

Acerca del jugar - Ficha de cátedra / Dx de niños - Maroño


El juego como ingreso a la cultura
Entendemos al juego como punto de partida para el despliegue de una adaptación creativa
a la cultura. Corresponde a un tiempo y un lugar determinado, habilitando al sujeto la
posibilidad de una acción transformadora. El juego siempre implica una relación dialéctica
entre el adentro y el afuera y se transforma en el desarrollo de una capacidad de acción. En
el juego surge la necesidad de una conquista, una acción que permita la ampliación del
psiquismo y, por lo tanto, una vía hacia la subjetivación.
El juego toma un fragmento de la cultura o de la vida y lo coloca en una situación especial.
Necesita del ppio de realidad. Proporciona una forma de extraer ideas de su contexto
original de tal manera que se puedan desarrollar en otro contexto completamente nuevo. Es
una de las mejores formas de aprender los conceptos propio de la cultura, ya que se basa
en reglas estrictas y contextos muy definidos.

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Caillios destaca el espíritu del juego, que permite el desarrollo de las manifestaciones más
elevadas de su cultura, y para el individuo de su educación oral y de su progreso intelectual.

Todo juego es un sistema de reglas, sin embargo, también hay libertad de jugar, que implica
alegría y divertimento. El juego encierra y articula dos características: la regla y la libertad, y
necesita un punto de equilibrio entre ambas para que el juego no se interrumpa
El juego compartido es un fenómeno cultural que permite adquirir experiencia, consolida el
desarrollo de la personalidad y el sujeto se enriquece y aumenta su capacidad para percibir
la riqueza del mundo externo real y, por lo tanto, colabora en establecer lazos. Es a través
del juego que los otros tienen existencia independiente y aprenden a hacerse amigos y
enemigos, por lo que proporciona una organización para iniciar relaciones emocionales
permitiendo el desarrollo de contactos sociales y favoreciendo la comunicación

El juego simbólico en análisis de niños


Denominamos juego simbólico a aquella actividad qeu se desarrolla a partir del momento en
que existe un yo que sabe que está jugando diferenciándose de las actividades
exploratorias o sensoriales previas a esta adquisición.
El juego remite al producto de cierta actividad, a un producto con determinados contenidos,
la actividad en sí, el jugar, debe ser marcada por el verbo en infinitivo, que indica su
carácter de producción.
Todo niño que juega inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden, toma muy en serio
su juego. El niño diferencia muy bien de la realidad su mundo del juego, y tiende a apuntalar
sus objetos y situaciones imaginados en cosas palpables y visibles del mundo real.
El juego del Fort Da representa la renuncia pulsional del niño, y el modo de abreaccionar la
intensidad de una impresión y dominar así la situación. Describe el domeñamiento del
objeto y la simbolización de una ausencia ya que el niño logra separarse de la madre y
tolerar su desaparición. Pone palabra al objeto ausente y elabora una situación
desagradable siendo él el creador del objeto y de la situación.
Al instaurarse el ppio de realidad, una parte de la actividad de pensamiento se desprende y
queda libre de la prueba de realidad y sometido al ppio de placer. Se trata del fantasear,
que comienza con el juego infantil y que luego continúa como ensueño diurno en el adulto.
En el juego de los niños se crea un mundo fantástico, al que se lo toma muy en serio, pero
al mismo tiempo se lo diferencia de la realidad. Tanto el ensueño diurno como el juego son
realizaciones de deseos.
El juego es considerado la expresión privilegiada de los niños de la misma manera que el
lenguaje verbal lo es para los adultos.
La técnica de juego se crea entonces con el propósito de suplir la asociación libre del
adulto, entendiendo al juego como medio de acceso al icc del niño.
Acorde a M. Klein, a través del juego se produce una descarga de fantasías masturbatorias,
una proyección de las fantasías icc y una personificación en los juguetes o en los
personajes del juego, de las imagos/objetos del mundo interno distorsionadas por las
proyecciones del niño.
Para Freud, la fantasía icc surge luego de que se instaura el ppio de realidad. Para Klein la
fantasía icc es la expresión mental de los instintos y por ende existe desde el comienzo de
la vida.
Crear fantasías es una función del yo, por lo tanto, Klein plantea un yo desde el comienzo
de la vida psíquica, que con el tiempo va adquiriendo una mayor organización.

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La fantasía no es una fuga de la realidad: es lo que aparece o actúa, inevitablemente,
conjuntamente con las experiencias reales y en constante interacción con ellas.
Pero la función de la fantasía es múltiple y compleja. La fantasía también es una defensa
contra la realidad externa, pero también contra la realidad interna.
El trabajo en análisis es a través de la interpretación del juego, permite analizar las
relaciones del yo con los objetos internos y externos y las fantasías asociadas a ellos. Al
modificar las fantasías sobre estos objetos es que podemos influir esencialmente sobre la
estructura más permanente del yo.
Klein postula que, para interpretar un juego, es fundamental tener en cuenta no solo el
contenido de ese juego, sino también cuándo, cómo y de qué manera se realiza el mismo.
El niño con su jugar “actúa en lugar de hablar”.
Hanna Segal propone que si bien la fantasía icc colorea todas nuestras actividades, hay
actividades y fenómenos mentales que apuntan directamente a la elaboración y expresión
de la fantasía. Es el caso de los sueños, las ensoñaciones, el juego y el arte. El arte y el
juego se diferencian del sueño y de la ensoñación al ser los primeros intentos de traducir la
fantasía en realidad. El sueño y el juego, a su vez, tienen en común el ser actividades
mentales que intentan la elaboración de una fantasía icc y están sujetos a perturbaciones
similares.
Winnicott sostiene que el juego es terapéutico en sí mismo al promover y permitir que el
paciente llegue, por sí mismo, a aquello que desea transmitir. El juego se da en una zona de
juego que se denomina espacio transicional.
Labos propone que un niño en análisis implica poner en juego una demanda en
transferencia. A partir del establecimiento de esta relación, significa poner en juego las
formaciones del icc, ya sean actos fallidos, síntomas, chistes o sueños, expresados
lúdicamente en dibujos o juegos infantiles.
Para la autora el niño juega y al jugar habla, por lo que la lectura del juego, a partir de su
gramática, no es más que leer la fantasía icc donde el fantasma se construye. No es real ni
histórico, sino que es una construcción que emerge en el curso de la cura.
El juego infantil, implementado bajo la técnica de juego, es un discurso sin palabras donde
se pasa de un objeto a otro, siendo el preludio de un tiempo ulterior, en el cual el niño
avanzará sobre las palabras. Tanto aquí como anteriormente el objeto ocupa el mismo
lugar.
El niño, y por su inmadurez, utiliza las teorías sexuales infantiles para dar respuestas a
enigmas, como por ej. la diferencia sexual anatómica. Es así que las llamadas fantasías
primordiales u originarias se trataría de elaboraciones fantasmáticas que intentan cubrir la
inquietante angustia frente a los misterios esenciales.
El juego del niño en transferencia se establece a partir de la demanda, sostenida en el
enigma de querer saber acerca del sexo, del nacimiento y la muerte. Constituyendo la
transferencia el sostén del dispositivo analítico, emerge en tanto y sólo si el analista ocupa,
para el analizante, un lugar particular en el discurso: el lugar del sujeto supuesto saber,
lugar en que el niño supone al analista. Lugar que marca la dirección de la cura, de la
misma manera que en el análisis del adolescente o del adulto.
Ungar nos dice que el analista de niños juega con su paciente, pero también debe hacerle
saber con su actitud que se está constituyendo un espacio mental, desde el que observa y
reflexiona sobre lo que le está sucediendo. El juego no debería ser visto sólo como una
instancia en la que el niño se expresa, sino también como un espacio en el que él produce y
lo que produce es a sí mismo, produce subjetividad.
El proceso psíquico del juego.- Dio Bleichmar, E. (2005)

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El proceso psíquico forma parte del conjunto de las actividades cognitivo-afectivas del niño
El proceso que se desarrolla en el sujeto cuando juega se trata de una actividad placentera
particular que es el placer de ser causa de lo que sucede. Lo que motiva la actividad lúdica
se trata de una motivación narcisista, del placer que experimenta el sí mismo explorando,
haciendo, descubriendo y sintiendo que domina algo al hacerlo.
Se trata de una actividad espontánea y autoengendrada, voluntaria, que se inicia a partir de
una motivación interna que no depende de la recompensa o reforzamiento externo. Piaget
lo formulaba en términos de subordinación de lo real al yo, en sentido opuesto a la
adaptación a la realidad.
La diferencia del proceso de juego con los procesos de aprendizaje, de inteligencia o de
creatividad es la carencia relativa de una organización que se atenga a pautas establecidas.
Lo real se encuentra asimilado a los caprichos del sujeto, en vez de ser pensado conforme
a las reglas.

Diversos tipos de juego


Se puede clasificar el juego en tres grandes categorías: funcional, simbólico y de reglas.
● Juego funcional
○ La finalidad es el poner en acto, poder hacer algo, y el placer es funcional
(por la satisfacción de realizar la acción). Con el paso del tiempo los juego
funcionales se socializan y forman la base de los deportes.
● Juego simbólico y función semiótica (pensamiento egocéntrico en estado puro)
○ El juego simbólico depende de la aparición de la función semiótica o
capacidad de simbolización. La simbolización es la capacidad de desacoplar
la representación que designa a un objeto o cosa, y hacerla funcionar como
representando a otra, de forma personal, arbitraria y motivada. Esto
constituye el proceso por el cual se instituye el icc dinámico repleto de
símbolos de producción individual.
○ Esta función comienza a aparecer en el primer año de vida en formas pre
simbólicas como gestos o acciones significantes, los comportamientos de
pedido (protoimperativos), de atención (protodeclarativos) y en la imitación
por medio de la acción propia de un modelo ausente (como el dormir), lo que
Piaget denominó imitación diferida. A esto último también se aplica un
esquema de acción a objetos inadecuados (montar sobre un palo y galopar
como si anduviese a caballo), transformación de objetos (usar una banana
como teléfono) y la descontextualización de la acción (acariciar el pelo de su
madre y decir “michi” como a un gato).
○ Jugar a ser adulto, a ser mamá o al papá, constituye el procedimiento a partir
del cual el infante y los niños adoptan una identidad idealizada, admirada o
con la cual tratan de identificar, es decir, de ocupar su lugar de forma
imaginaria.
○ El juego simbólico es un procedimiento de expresión de realidades subjetivas
o de reproducción de experiencias vividas por medio de representaciones
simbólicas. El placer del juego simbólico radica en el placer de evocar y
recomponer lo evocado de acuerdo a los deseos propios.
● Juego de reglas
○ A partir de los 5 o 6 años los juegos simbólicos comienzan a desaparecer
tendiendo hacia un mayor orden relativo de las construcciones lúdicas, por
oposición a la incoherencia de las combinaciones simbólicas y por una

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preocupación creciente por la veracidad de la imitación de lo real. El juego de
reglas ya implica relaciones sociales o interindividuales, la regla consiste en
una regularidad impuesta por el grupo y su violación se presenta como una
falta.

Funciones del juego en el desarrollo


Las funciones que el juego permite desarrollar tienen relación con la perspectiva narcisista,
ya que el niño logrará a través del juego una afirmación o el restablecimiento del equilibrio
de la representación del sí mismo. Incluye:
● Realización de deseos y moratoria de la frustración: permite que ocurra lo que uno
desea o se propone
● Control imaginario sobre la realidad por medio de la asunción de roles adultos, lo
cual es equivalente a poder transformar lo vivido o sufrido pasivamente en sujeto
activo.
● Liberación de conflictos, el juego los ignora, los liquida o los elabora.
● Intentos de comprensión y de elaboración de experiencias vividas: al jugar, la
situación es aislada del contexto y queda recortada de los ppios que la rigen
(temporalidad, existencia y verdad) de modo que el niño al imponerle sus propias
leyes de evocación, reproducción y reensamblado implica un intento de comprensión
y dominio.

Indicadores relacionales en la hora de juego


● Contacto visual
● Actitud corporal
● Adecuación a la situación nueva
● Tono emocional, humor.
● Capacidad de empatía y comunicación con el entrevistador
● Respuesta al halado
● Respuesta a la prueba de límites
● Ver si se interesa por el entrevistador como persona
● Ver si está atemorizado, si mantiene distancia o si da poca información
● Ver si demanda constantemente atención

Análisis psicoanalítico de la hora de juego


● La temática de las narrativas y si ellas son recurrentes
● La dinámica del juego: que sucede entre los roles y la estabilidad de las
representaciones
● Relaciones amigables, destructivas
● Héroes o personajes significativos
● Grado, amplitud y adecuación de los sentimientos expresados en relación al
contenido
● Procedimientos frente a la angustia, conflictos y problemas de la tarea misma de
juego
● Si su juego es participativo o solitario
● Uso de los juguetes: si cumplen las funciones que representan materialmente o le
adjudica otras funciones

Perturbaciones en el juego

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El juego permite controlar la ansiedad, pero hay una medida de ansiedad que resulta
insoportable y destruye el juego. El aumento de ansiedad o el exceso de ella llevan al juego
compulsivo, repetitivo a una búsqueda de placer exagerado y si se excede aún más lleva a
la búsqueda de una gratificación sexual.
La excitación corporal de las zonas erógenas amenaza al juego y lo interrumpe. Esta
manifestación puede deberse a un agente externo que anula el sentimiento de unidad como
persona del niño.
La función del analista es de fundamental importancia para no perturbar la actividad lúdica
del niño. La interpretación fuera del material es adoctrinamiento y produce acatamiento. La
resistencia surge de la interpretación fuera de lugar. Cuando el analista no puede jugar, la
interpretación es inútil o provoca confusión.
Si el niño no puede jugar, el analista debe interpretar cuál es el juego potencial que el
paciente desplegaría y qué es lo que se lo impide. En ese caso, el analista debe aportar
aquello que permita su despliegue. La interpretación debe ser en forma lúdica
(interpretación lúdica) y en y desde el juego.
En los niños con déficits cognitivos,debemos reparar en el uso convencional, fijo, del
juguete o de la acción lúdica en el diagnóstico. En estos casos el juguete se utiliza como
objeto sobre el que se desarrolla una acción: agarrar un auto y deslizarlo, tomar un lápiz y
copiar formas, etc.
El juego simbólico depende de la aparición de la función semiótica o capacidad de
simbolización. Esta operación se halla ausente en niños autistas. Los niños autistas pueden
presentar comportamientos protoimperativos, pero carecen de la necesidad de buscar
compartir el foco de atención con el otro.

El campo transferencial múltiple en psicoanálisis de niños -


Armesto, Zimerman, Ekboir, Sahovaler
En los procesos diagnósticos y en los tratamientos analíticos, muchas veces efectuamos
entrevistas de niños con presencia de sus padres. Se trata de un encuadre que incluye la
presencia de un 3º en un psicoanálisis individual (el niño las solicita espontáneamente al
entrar). Que el niño decida esto, es decir, que decida entrar acompañado, ya es un
indicador clínico significativo acerca de los procesos de separación e individuación y de sus
defensas frente a las ansiedades. El 3º será convocado o no a participar según el niño lo
disponga, y las intervenciones serán dirigidas al niño, pero oídas también por el
acompañante. Nuestra mirada está enfocada a la comprensión del mundo interno del niño.

Casos clínicos:

Fernando, 4 años y medio. Problemas para aceptar reglas y pautas en su casa y en el


jardín. Era desafiante y no aceptaba un “no” aunque fuese para cuidarlo. En las primeras
dos sesiones entro con la mamá y luego con el papá. Con el padre jugó con la plastilina,
luego dibujó, luego encontró un ovillo de lana, el cual usa para atar al padre, la analista le
pregunta “¿Para qué lo atas? ¿Para que no se te vaya?” y el niño responde “Para que se
caiga”, luego, abandona ese juego, agarra uno de animales, toma un perro y dice “es una
víbora”.

En un comienzo, la analista pensó que, lo que se desplegó en la entrevista, eran las teorías
sexuales infantiles aceca del origen de los niños en su versión anal y la conflictiva edipica
negativa: el deseo de tener bebés con el padre. Luego, cuando le preguntó por qué lo

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ataba, lo hizo pensando en las dificultades del niño de contar con el padre y su temor a
perderlo. El niño dio una respuesta mostrando hostilidad contra el padre. La presencia del
padre, facilitó observar la hostilidad manifiesta contra él (esa hostilidad se visualizó al no
esperar su ayuda, al mancharlo, el intento de que se caiga, ver una víbora en un perro). El
campo transferencial múltiple permitió descubrir la degradación hacia el padre y entender la
desobediencia en el jardín como una renegación de la dependencia infantil haciendo un
salto a la pseudo adultez.

Esta hostilidad fue comprendida como una reacción ante un padre con una conexión
superficial y poco empática. La analista había registrado antes un padre infantil con rasgos
psicopáticos. Estas reacciones defensivas revelan una dificultad de realizar un apego
confiable y la angustia de no poder contar con el padre para una estructuración psíquica
adecuada. La presencia de un tercero no actuó como una resistencia, sino que facilitó la
comprensión de la conflictiva del niño. Tampoco interfirió en la comprensión del material,
sino que permitió ampliarla. El campo transferencial múltiple es una de las grandes
diferencias entre trabajar con niños o con adultos. En este campo se dan transferencias y
contratransferencias concordantes y complementarias. Así, al realizar una entrevista
psicoanalítica estamos creando un espacio nuevo y único, que pertenece a todos los
participantes del encuentro, donde se organizan el conjunto de los fenómenos subjetivos
que atañen tanto al analista como al paciente y a sus progenitores. Lo característico en el
campo múltiple es que el paciente sigue siendo uno solo, y todas las intervenciones están
centradas en él y destinadas al desarrollo de su análisis. Entonces, aun cuando el analista
comprenda las diferentes transferencias que circulan en el campo, sólo interpretará
explícitamente la del niño. Igualmente, una intervención en la línea de la transferencia
principal hace efecto también en las transferencias laterales. En este campo, el analista
elige conscientemente no interpretar aquello que pertenece a la privacidad del niño,
dejándolo para el momento en que la presencia de sus padres ya no sea requerida.

Juanito. Bigote; miedo a su padre por querer tanto a su madre. “Tú me has pegado hoy por
la mañana”.

Freud, sin dejar de prestar atención a la información que le habían aportado, extrae sus
propias conclusiones sobre lo que le parece el niño. Creemos que de no haber estado los 3
involucrados allí presentes, Freud no hubiera notado tan claramente el desplazamiento del
padre al significante caballo.

Las intervenciones que el analista realiza dentro de este campo múltiple interesan a todos
los integrantes de dicho espacio y la interpretación dirigida hacia el niño resulta también
efectiva para los otros participantes. Mientras el análisis progresa, el campo transferencial
múltiple tiende a transformarse en un campo donde sólo están involucrados paciente y
analista, esto se relaciona con la posibilidad del niño de ir prescindiendo de la presencia
externa real de sus objetos originales y del afianzamiento de la relación transferencial con
su analista.

La presencia de los progenitores no debería ser considerado un obstáculo, sino que abre un
amplísimo campo de posibilidades de profundización en la comprensión de la mente de los
pacientes.

20
UNIDAD 2
Bleichmar S - Cap 6 Hacia una teoría traumática de las neurosis
De las dificultades en la exposición de un material clínico
Por un lado, está el relato, el discurso que el adulto formula, en el cual se entremezclan las
preocupaciones por el niño y sus propias fantasías, deseos y angustias que tiñen a la
entrevista.
Por el otro lado, tenemos los discursos que se despliegan en la mente del analista.
Con dos oídos, uno que apunta a la ubicación de indicios que dan cuenta de la estructura
del niño y otro que busca en el adulto las determinaciones simbólicas, deseos y fantasías
que lo capturan en cierta trama, el analista va definiendo la dirección del diagnóstico y el
proceso de la eventual cura.
El analista se va aproximando al nudo patógeno. Pero esto debe ser realizado teniendo en
cuenta que, para desarticularlo, deberá permitir que se desplieguen transferencias
parentales. El niño mide al analista con respecto a sus padres, observando la interacción en
el momento del encuentro.
Triada:

Situación de consulta -> se trata, en principio, a través de un corte transversal en la


estructura psíquica del niño, de ubicar el modo de funcionamiento que la define
metapsicológicamente. A través de la historia singular del sujeto, podemos capturar las
relaciones entre la estructura edípica de partida y la historia significante que desembocara
en la estructura edípica de llegada. La estructura psíquica siempre es singular, su
constitución y modo de funcionamiento darán origen al conflicto al síntoma.

Al hablar de historia significante no se trata de una historia de vida, sino de aquella que
dará razón de ese particular ensamblaje entre traumatismo y síntoma. Historia de las
vicisitudes libidinales, tanto pulsionales como amorosas, teniendo en cuenta que están en
estrecha dependencia al semejante.

El relato materno, por el cual nos aproximamos a esta historia de las vicisitudes libidinales,
solo puede ser tomado como referencia, no pudiendo nunca ser concebido como una vía de
acceso al inconsciente del niño.

Hay dos órdenes de referencia considerados centrales en el comienzo de un análisis:

1. El que hace a la constitución del inconsciente infantil y su referencia al deseo


materno.
2. El que se juega en las determinaciones entre traumatismo y síntoma.

A partir de estos dos elementos, se pondrá en juego el concepto de metábola, y su función


en la simbolización, por relación al significante y su operancia en el inconsciente.

21
Caso Paula.

En la primera entrevista con la madre, ella manifiesta que “en realidad no sabe a quién le
está pasando algo”.

Cuando Paula tenía dos años y nueve meses, después de un choque, dejo de hablar. No
dejo de hablar directamente, sino que comenzó con un tartamudeo, ante el cual la mamá le
informo que no le gustaba, y que si lo seguía haciendo la iba a regalar. A partir de esta
intervención materna, la niña dejo de hablar definitivamente.

Condiciones edípica de partida.

Paula es la menor de tres hermanos.

La madre se casó joven y no pudo disfrutar de sus hijos mayores, al nacimiento del primer
hijo el marido se encariño tanto con el niño que ella sintió profundos celos. La segunda hija
llego al poco tiempo, y ella se sentía cada vez más presionada por la situación. Después de
varios años nació Paula y con ella pudo establecer la relación que nunca había tenido con
los mayores.

En cuanto al padre, ella hablaba de su marido como una persona posesiva, que la hacía
sentir muchas veces molesta. Guardaba devoción a sus padres, no habiendo nunca logrado
establecer una alianza conyugal con su mujer, a la cual consideraba siempre imperfecta en
relación a su propia madre.

La madre de Paula había sido, en su familia de origen, la única mujer de un grupo de siete
hermanos. Nunca tuvo buena relación con su madre, quien siempre la encontró imperfecta y
la criticaba. Tanto su deseo de tener un hombre para sí misma sin otros que obstaculicen el
vínculo, como la precocidad con la cual tuvo que hacerse cargo de las tareas maternas,
abrían una línea para entender su ambivalencia originaria a sus hijos como su ubicación en
el lugar de mala madre; ubicación subjetiva, de una falla que la atravesaba y la llevaba a
buscar, sin nunca sentirse suficientemente buena.

Paula fue una niña deseada narcisizada por la madre, logrando su propia renarcisizacion.
Tuvo un buen desarrollo, sin nunca presentar problemas. Pero cuando tartamudeo, la
madre fue presa de un colapsamiento narcisista, que la confronto con su falla como mujer y
como madre. El tartamudeo de Paula opero como un factor de derrumbe.

La sintomatología emergente en Paula había aparecido, según la madre, después de un


choque. ¿Por qué ese síntoma? La estructura edípica de partida no daba razón de la
elección neurótica realizada. Tampoco el choque en sí mismo permitía la comprensión
directa de los síntomas. Por lo cual era necesario encontrar las razones, históricas,
singulares, traumáticas, que conducían a Paula a esta elección de síntoma.

Vicisitudes históricas de Paula conducentes a la estructura edípica de llegada.

Paula fue deseada por toda la familia desde el embarazo, alimentada con pecho y biberón
debido a que su madre sentía que tenía poca leche para satisfacerla -> fantasma asociado
a la imposibilidad de ejercer plenamente sus funciones de satisfacer al otro.

22
Cuando llego a la consulta, el psiquismo de Paula había ya pasado por las constelaciones
que hacen a las primeras instalaciones de la represión originaria y que no han sido aun
resignificados por el Edipo.

Cuando se indaga acerca de la anustia ddel octavo mes, la madre responde, “sabes que no
se. Siempre la atendí yo. Nunca deje eso en manos de nadie”.

Hubo un episodio que luego cobraría importancia por su encadenamiento traumático ala
emergencia sintomal: “cuando Paula tenía ocho meses, la madre bajo del auto para buscar
a los otros dos niños, dejándola durante nos momentos adentro. Cuando volvió a buscar las
llaves, regresando desesperada a intentar abrir la puerta, la gente la rodeaba, tratando de
ayudarla como de tranquilizar a la beba, que lloraba desesperadamente”.

Se puede suponer que Paula lloro desesperadamente porque, por primera vez, algo la
separaba de los brazos de su madre; por otra parte, las caras desconocidas, unidas al gesto
de horror de la madre, propiciaron la emergencia de una verdadera angustia del octavo
mes, pero al modo de un excedente traumático.

Cuando paula tenía un año y medio los padres decidieron sacarla de la habitación
matrimonial, en la cual habitaba desde su nacimiento. Se realizo un desplazamiento real, la
habitación de los padres es cedida al hijo mayor, y Paula va a ocupar una habitación con su
hermana. Pero Paula no llora cuando sacan su cuna de la habitación, sino cuando es
retirada la cama de los padres. Define su propio espacio por referencia al lugar del otro,
poniendo de manifiesto que no ha logrado un espacio que la ubique en su propio sistema
de coordenadas.

Por esa misma época, deja el biberón; un día, al acabar de tomar pidió otro el cual le
produjo vomito por saturación. A partir de allí, no lo acepto nunca más.

Existía una hiperconexion de la niña con todos los actos y los objetos maternos; cualquier
cosa que la madre dejara en algún lugar, ella sabía dónde estaba “estando conmigo, se
adapta a lo que sea”.

A los dos años ya cantaba, conocía las partes del cuerpo, elegía su ropa, repetía canciones
que oía diferenciando entre las que le gustaban y las que no. Paula estaba en posesión del
sí y del no, era capaz de expresar sus deseos y aun de contraponerse al semejante.

La secuencia traumática

Llama secuencia y no traumatismo a los grupos de acontecimientos.

Primera secuencia: en marzo del año anterior a la consulta, cuando Paula tenía dos años y
cuatro meses, se produjo el primer choque. Fue sin consecuencias, Paula empieza a repetir
la frase “que le paso a mi mama”. Cada vez que la escena traumática aparecía en su
cabeza empleaba el lenguaje al modo que este opera cuando empieza a constituirse; como
objeto reasegurante. Destinado a sí mismo, se trata de una invocación tranquilizante que
metaforiza al objeto en su materialidad concreta. Hubo una subversión de la función
lingüística, produciendo una regresión de su funcion comunicacional a una defensiva.

23
Segunda secuencia: un mes después, en Julio, los padres parten solos de viaje por veinte
días. Cuando vuelven, la madre encuentra a Paula con un cambio de carácter, llanto y
berrinches.

Tercera secuencia: toda la familia se va de viaje con los abuelos. En el viaje de vuelta,
Paula repite “se cayó el avión mama”. Poco tiempo antes del viaje, Paula se cayó de la
cama. También por ese tiempo, la madre estaba entrando a la casa y se cayó, y Paula se
impresiono mucho. Por otro lado, durante estas vacaciones Paula durmió en la misma
habitación de hotel que sus padres.

Cuarta secuencia: segundo choque, de más gravedad, choque frontal. La madre iba con los
tres niños. Si bien ninguno sale herido, el auto queda muy dañado.

Algunas conductas que suceden luego de cada secuencia:

- Luego del primer choque, Paula entra reiteradamente a la habitación de su hermano,


choca los autitos. Correspondería a un intento de elaboración espontanea del primer
traumatismo.
- A la vuelta de las vacaciones, y luego del segundo choque, comienza a rechazar a
sus amiguitos. Un primo de su misma edad le pega, Paula habla reiteradamente del
episodio.
- Luego del segundo choque empieza el tartamudeo y, posteriormente, el mutismo.

En medio de la entrevista, Paula intento evitar que el dialogo prosiguiera, tratando de


impedir cualquier intercambio entre su mama y la psicóloga, demostrando así que se le
hacía intolerable la inclusión de un tercero en el interior de la simbiosis que aun perduraba.
Pero cuando la psicóloga interviene y señala el enojo que le producía eso, por la sensación
de exclusion que sentía, cedió su conducta.

“Me sentí la madre más mala del mundo” decía. Los fantasmas mortíferos contra su propia
madre retornaban. La menor conducta hostil era vivida como un riesgo de destrucción
plena, generando en la niña una precoz represión del sadismo que se inscribía en sus
síntomas.

Una génesis constituida apres – coup.

Podemos considerar a las secuencias traumáticas como tiempos segundos que se


resignifican, o recomponen, por apres – coup, diversos movimientos previos.

A los ocho meses de vida: queda encerrada en el auto, mientras la madre intenta
desesperadamente abrir la puerta. Primera impronta separadora inicial; Paula estaba afuera
del entorno materno. Doble juego en el interior del auto: espacio de soledad compartida con
la madre durante largos paseos, espacio de exclusión del cuerpo materno, a partir de este
traumatismo.

Al año y medio: expulsión de la habitación de los padres.

El episodio de quedar encerrada en el auto no cobra fuerza traumática solo por su


encadenamiento posterior, sino porque la vivencia de ser separada por primera vez de los
brazos de su madre se encadena al gesto de horror de esta, propiciando un
hiperinvestimiento destinado al apres – coup.

24
La reconducción de un síntoma histérico a una escena traumática solo se da si esa escena
satisface dos condiciones: idoneidad determinadora y fuerza traumática. Una escena
traumática puede tener fuerza traumática y no por ello idoneidad determinadora, o
viceversa.

El primer choque tiene idoneidad determinadora pero no ha alcanzado la fuerza traumática


necesaria, por eso queda en latencia.

¿Qué es lo que le otorga al segundo choque el incremento de la fuerza traumática? Hay que
buscar entre ambas escenas que elemento determina el que la primera quede resegnificada
por la segunda. Este está siempre del lado de lo sexual, y en este caso puede ser el
pequeño viaje realizado por los padres y la posterior inclusión de la niña en la escena
primaria a través del colecho en las vacaciones compartidas. Esta inclusión resignifica la
exclusión.

Entre determinantes edipicos (aquellos señalados como posición otorgada por el deseo
materno en su doble vertiente: hombre como sujeto donador e hijo como significante fálico)
y las vicisitudes de una serie histórico traumática que va marcando en sus movimientos
puntos de ruptura y nuevas saturaciones traumáticas de sentido, se ordena un posible punto
de lanzamiento para la comprensión del material.

Lo traumático es aquello que se escapa a la simbolizacion preconsciente, a la


temporalización, a la historizacion. Esta grieta solo puede rellenarse mediante
fantasmatizaciones, teorías encapsuladas cuyo estatuto no logra instituirse en el
pensamiento consciente y queda siempre librada a la formación de síntomas. El síntoma
mismo es concebido como el efecto de un intento de reequilibramiento espontaneo de la
economía libidinal.

Las cadenas traumáticas, así como los determinantes edipicos, dan cuenta de la
pluricausalidad. Esta no propicia una sobre determinación por sumatoria, sino un re
ensamblaje en el cual lo contingente deviene necesario, a partir del abanico de
posibilidades que la estructura de origen propicia.

De la neurosis traumática a una teoría traumática de la neurosis.

Laplanche retoma la teoría del traumatismo, su acción queda descompuesta en varios


tiempos supone la existencia de, por lo menos, dos acontecimientos.

La teoría de la seducción pone de relieve que todo el traumatismo viene al mismo tiempo
del exterior y del interior. Del exterior, porque es desde el otro de donde llega la sexualidad
al sujeto, del interior porque brota de ese externo interiorizado.

Estamos entonces ante una concepción del traumatismo en la cual todo es exógeno y
endógeno a la vez, lo exógeno se inscribe, deviene endógeno y se reactualiza a partir de un
nuevo elemento que viene a producir un re ensamblaje, una reactualización.

El traumatismo se juega en el interior y el exterior del psiquismo. Su eficacia no queda


suborddinada a la magnitud del estímulo exterior, sino a las relaciones que se establecen
entre estas cantidades externas que invaden al psiquismo y lo que internamente es
disparado.

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Hay dos orientaciones complementarias y divergentes que van a aparecer en la clínica
psicoanalítica:

a. Aquella que va a la teoría de la neurosis traumática; la neurosis de accidente, en la


cual la impreparación del Yo operaria produciendo una sideración de las defensas.
b. Por otra parte, la posibilidad de re-pensar la causación general de las neurosis,
como efecto del encadenamiento traumático, en tanto teoría traumática de la
neurosis.

Freud introduce el concepto de “verdad histórico-vivencial”, aquella verdad que constituye el


núcleo del delirio, y que es efecto de las tempranísimas inscripciones sufridas por el ser
humano en los comienzos de su constitución psíquica. Además señala, llamamos traumas a
esas impresiones de temprana vivencia, olvidadas luego, a las cuales atribuimos grande
significatividad.

La teoría traumática de la neurosis va a proponer que toda neurosis es el re ensamblaje, por


apres – coup, de elementos desgajados de lo que acontece, que ingresan de modo
descompuesto, desarticulando, e investando y resignificando representaciones. No se
sostendría en una regresión a un punto de fijación temporalmente establecido, sino que
sería la quiebra de toda temporalidad lineal y se sustentaría en la progresión de aquellas
representaciones que, al haber quedado en espera, son sobreinvestidas por los tiempos
posteriores que dan forma final al traumatismo.

La elección de neurosis: relaciones entre los encadenamientos traumáticos la


estructura edípica de partida.

En “La etiología de la histeria” se ve como factor a la herencia paternal; implica el intento de


demostrar que ya hay antecedentes patológicos. Este factor es algo del orden de la
sexualidad de los padres. Lo que da un carácter diverso a esta herencia es su carácter
factual, el hecho de que la acción seductora del adulto ha sido capturada traumáticamente
por el niño; como aflujo de excitación indomeñable, como enigma a resignificar.

El segundo factor es el factor constitucional; las vivencias sexuales infantiles son condición
básica, la predisposición. Ellas producen los síntomas histéricos, pero no de manera
inmediata, sino que solo cobran eficiencia patológica luego, cuando, pasada la pubertad,
son despertadas como unos recuerdos inconscientes.

El tercer factor es el traumatismo desencadenante.

Entre el segundo y el tercer factor se juega la sobre determinación; la fuerza determinadora


de las escenas infantiles se esconde, ello lleva a que uno crea haber encontrado la
explicación de un síntoma en el contenido de alguna de las escenas posteriores, chocando
luego con el mismo contenido de una de las escenas infantiles.

Los síntomas histéricos son sobre determinados. No remiten a una o dos escenas, sino a
una verdadera red.

Una revisión del concepto de series complementarias.

La ecuación etiológica expuesta para la determinación de las neurosis en la histeria deviene


en serie complementaria.

26
La fijación libidinal del adulto se descompone en otros dos factores:

- La disposición heredada la predisposición adquirida en la primera infancia.


- Tempranas experiencias sexuales.

Entonces, la causación de la neurosis es: predisposición por fijación libidinal (vivenciar


prehistórico + vivenciar infantil) + vivenciar accidental (traumático).

Si se sigue el planteo freudiano, la predisposición abarca lo singular lo singular, histórico,


del vivenciar infantil, más los prehistórico, aquello que se hereda. Si nos hemos definido por
un inconsciente determinado por inscripciones, no existente desde los orígenes, ¿Dónde
empezar la herencia, si no en las condiciones de partida, en aquellas que, desde el
fantasma y los deseos de los padres, dan origen a los traumatismos a los cuales es
sometido el niño desde los comienzos de su vida? Traumatismos fundantes del
inconsciente, el cual se genera como efecto exógeno de las impulsiones precoces a las
cuales es sometido por su indefensión dependencia del adulto a cuyo cuidado se
encuentra.

A partir del discurso de la madre, los determinantes edípicos de partida de Paula:

- Su lugar de única mujer en un grupo de siete hermanos varones.


- Su rivalidad con una madre ante la cual nunca se sintió aceptada.
- El carácter de hija favorita del padre.

Paula venía a ser la gran obra con la cual esta mujer culminara su posicionamiento ante un
marido que recibía los restos hipercríticos de su propia madre.

Si había un anudamiento narcisista entre la madre y Paula, este estaba atravesado por el
narcisismo secundario de la castración, tendiente más a un completamiento a un
resarcimiento, requerido a la niña, a partir de ideales del yo.

El padre, no pudiendo asumir nunca definitivamente su función en razón de una rivalidad, y,


al mismo tiempo, de la imposibilidad de transitar el desplazamiento edípico que posibilita al
hombre pasar del reconocimiento hacia su propia madre a aquel que emplaza a la mujer
amada en el lugar de madre de sus hijos.

Paula, ubicada en el lugar de objeto maravilloso que vendrá a colmar todas las fallas de una
mujer, a la cual esta hija es cedida a cambio de la apropiación que el hijo realiza de los otro
hijos.

Esta estructura de partida tiene ya una historia, que no se reduce a la historia edípica
originaria de los padres. En esto, se engarzan las vicisitudes histórico – traumáticas,
vivenciales de la niña. Ambos elementos, estructura edípica de partida y encadenamientos
representacionales previos, constituyen los factores de predisposición.

Lo incierto de la historia singular entra ya cualificado desde el otro, implantando en el


psiquismo infantil. En la primera infancia, el acontecimiento no deviene traumatismo por
simple encadenamiento, sino por su ingreso significante en la estructura deseante que
precede su cualificación.

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CASO PAULA - Silvia Bleichmar

Se trata en un principio de ubicar el modo de funcionamiento que tiene el sujeto, a través de


la historia singular del sujeto y las relaciones entre la estructura edipica de partida y la
historia significante que desembocará en la estructura de llegada. Estructura psíquica
siempre singular cuya constitución y modo de funcionamiento darán origen al conflicto y al
síntoma.

El relato materno solo puede ser tomado como referencia, no pudiendo nunca concebirse
como una vía de acceso al icc del niño, lo cual se logra con las propias producciones del
niño en consulta, capaz de constituir el síntoma. Hay dos órdenes de referencia que se
consideran centrales en el comienzo del análisis: la constitución del icc infantil y su
referencia al deseo materno, como también que se juega entre traumatismo y síntoma.
Mediante estos elementos se arriba al concepto de metábola, su función en la simbolización
y su operancia en el icc.

En una primer entrevista la madre manifiesta que “en realidad no sabe a quién le está
pasando algo” si a ella o a su hija. Cuando Paula tenía 2 años y 9 meses sufren un choque,
luego de ello la niña dejó de hablar. Comenzó en un tartamudeo al cual la madre le indica
que “si seguís tartamudeando te voy a regalar” con lo cual Paula decidió dejar de hablar
definitivamente. Aquí algo se pone de manifiesto en cuanto al narcisismo madre-hija “No
acepto tus fallas, si quieres estar conmigo deberás renunciar a tus imperfecciones”.

Estructura edípica de partida:


Paula es la menor de tres hermanos. La madre se casó de muy joven, no pudiendo así
disfrutar de sus hijos mayores, ya que al nacimiento del primer hijo su marido se encariñó
tanto que ella sintió profundos celos y no pudo disfrutar del tiempo con su pareja, quien le
decía que debía cuidar a los niños todo el tiempo. La segunda hija llego al poco tiempo y
ella se sentía cada vez más apresada de la situación. Pasaron varios años y entonces nació
Paula, con la cual pudo establecer una relación que nunca había tenido con sus hijos
mayores. Hablaba de su marido como un ser posesivo, aprensivo que la hacía sentir
muchas veces molesta debido a su obsesión con el cuidado de los niños, reprochando si
estos se lastimaban al jugar en la calle como ocurre con todos los niños.

El padre, segundo hijo de una familia patriarcal, en la cual el mayor se había quedado con la
herencia patrimonial, sin embargo, tenía una devoción ilimitada para con los padres, no
habiendo logrado nunca una alianza conyugal con su mujer, a quien consideraba siempre
imperfecta en relación a su madre. La madre, en su familia de origen, fue la única mujer de

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un grupo de siete hermanos. Hija favorita del padre, nunca tuvo una buena relación con la
madre que siempre la encontró imperfecta. Ante los cuestionamientos de la madre y sus
propias rivalidades edípicas, también su deseo de tener un hombre sin que la
obstaculizaran el vínculo, como la precocidad con la cual tuvo que afrontar la tarea materna
abrirían una línea posible para entender su ambivalencia hacia sus hijos como ubicación de
“mala madre”. Siempre sintió que “le falta algo” que no era “suficientemente buena”.

Paula fue la niña deseada y narcisizada por esta mujer que así logro su renarcisización
mediante intercambios libidinales con la niña. Habiendo tenido Paula un inicio del desarrollo
muy bueno; cuando tartamudeó, la madre cae presa del colapso narcisista que la confrontó
nuevamente con su falla como mujer y como mala madre, algo que en otros padres solo
sería un factor preocupante en esta mujer operó como un factor de derrumbe. Aquí toma
fuerza la frase que dice en la primera entrevista “en realidad no sabe a quién le está
pasando algo” en alusión a ella o Paula.

La sintomatología emergente había aparecido después del choque, según la madre. A los
pocos días del accidente automovilístico Paula comenzó a tartamudear y ante la frase
amenazante de la madre se inhibió la tartamudez y dejó de hablar por un tiempo. Bleichmar
siguiere ir desde el hecho desencadenante (el choque) a los determinantes, de porque
genera un síntoma y no otro. Debido a sus creencias recurrieron a un chaman quien les dio
una tortuga de agua, al llegar a la casa Paula la pone en una pecera y exclama “la tortuguita
camina” dijo. A partir de esto se comunico con la madre y sus hermanos guardando un leve
tartamudeo y un mutismo electivo. Pasan varios meses hasta que la madre decide hacer
una consulta con un especialista.

Estructura de llegada (historia de significantes para llegar al síntoma del tartamudeo)


Deseada por toda la familia desde el embarazo alimentada con pecho y biberón en razón de
que la madre sentía que tenía poca leche para satisfacerla (fantasma que asoma
reiteradamente en esta mujer). Cuando Paula llega a consulta su psiquismo había pasado
por las constelaciones que hacen a la represión originaria, que no fueron resignificadas por
el edípo. Teniendo en cuenta el relato materno Paula no era muy sonriente y si bien se
chupo el dedo nunca aceptó el chupete. ¿No lo acepto porque el dedo estaba siempre a
disposición, no generando así un objeto transicional, es decir, algo ajeno al cuerpo propio y
de la madre permita mediaciones e intercambios?

Hay dos hechos importantes en la historia:


-Cuando la hijita tenía ocho meses ella bajo del coche a buscar a los otros dos niños que se
encontraban en el colegio, dejándola durante unos momentos dentro del vehículo. Ahí
recordó que había olvidado las llaves en el interior junto a la niña, regresando desesperada
a abrir la puerta, mientras que la gente que las rodeaba tratando de calmar a Paula ya que
ésta en el interior del coche lloraba desesperadamente.

-Cuando la niña tenía un año y medio los padres deciden retirarla de la habitación
matrimonial, en lugar de retirar la cunita a otra habitación, la habitación de ellos mismos es
cedida al hijo mayor y Paula irá a ocupar la tercer habitación con su hermanita, todo este
movimiento se realiza para evitar la expulsión lisa y llana de la niña de la habitación, bajo la
racionalización de que “era mejor para estar cerca de las niñas”. Paula llora cuando es
retirada de la cama de los padres; define su propio espacio en relación al lugar del otro, no

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ha logrado aún su propio sistema de coordenadas el cual marca su posicionamiento ante el
otro.

A los dos años ya cantaba, conocía las partes del cuerpo, elegía su ropa, repetía canciones
diferenciando cuales le gustaban y cuáles no. No se puede considerar esta función
puramente imitativa, sino, que Paula estaba en posesión del SI y del NO, era capaz de
expresar sus deseos o contraponerse al mismo.

La secuencia traumática:
1-Cuando Paula tenía dos años y cuatro meses se produce el primer choque, sin
consecuencias, a lo cual la niña pregunta cuando llegan a la casa ¿Qué le pasó a mi
mamá? Reiterando esta frase y haciendo cánticos con la misma. Se puede suponer que la
escena traumática al momento de ser pensada por ella, utilizaba el lenguaje a modo de
objeto reasegurante y no comunicacional en el sentido estricto. En este primer choque no
hubo un problema del lenguaje pero si una regresión del lenguaje de su función
comunicacional a otra defensiva.

2-Un mes después los padres parten solos de viaje por veinte días, cuando vuelven la
madre encuentra a Paula con un cambio de carácter, llanto y berrinches.

3-Sale la familia de viaje con los abuelos, en el viaje de vuelta Paula pregunta en el
momento del aterrizaje del vuelo expresa “se cayó el avión mamá” Bleichmar indaga a la
madre sobre esto y relata que poco eitmpo antes de las vacaciones la niña se cayó de la
cama, en ese momento, habla por primera vez en la entrevista “cuéntale cuando te caíste”
dice. Y le cuenta que poco tiempo antes de las vacaciones iba entrando a su casa y se
cayó, lo cual impresionó a la niña. Y arma una cadena de significantes: se cayó el avión, se
cayó Paula, se cayó la madre. Pregunta con quién durmió la niña durante las vacaciones y
le comunican que en la cama con sus padres.

4-A la vuelta de las vacaciones se produce el segundo choque automovilístico, de mayor


gravedad. La madre nuevamente conduce y los niños van atrás, si bien ninguno resulta
herido el auto es gravemente dañado.

*Luego del primer choque Paula entra a la habitación de su hermano mayor, choca los
cochecitos y los estrella unos con otros, elaborando de manera espontánea el primer
traumatismo.

*Luego de la tercera secuencia, antes del segundo choque hay un cambio de carácter y
rechaza a los amiguitos, no quiere jugar con ellos. Un primo de su misma edad le pega y
Paula cuenta reiteradamente este episodio, se indaga a la madre si nunca le habían pegado
antes y responde que sí, que se habían criado juntos y que era común pero que nunca le
había molestado, recién después del viaje con la familia empiezan a molestarle los golpes
del primo.

Bleichmar se pregunta ¿Qué relación hay entre esta madre atrapada narcisisticamente en
este vínculo con la niña y los síntomas actuales de Paula? En medio de la entrevista, la
niña, intentó reiteradamente evitar que el dialogo entre la madre y la analista prosiguiera,
tratando de impedir cualquier intercambio entre ambas, haciendo relieve en que se le hacía
intolerable la inclusión de un tercero en esa simbiosis que perduraba. Le introdujo un lápiz

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varias veces en la boca de la madre, mientras ella gira la cabeza para evitarlo, interviene
diciéndole a Paula el enojo que le causaba que la madre hablara con la analista. Indaga a la
madre en una entrevista posterior sobre cómo se sintió cuando la niña metía el lápiz en su
boca y responde “me sentí la madre más mala del mundo” y pregunta el porqué de tal
respuesta, a lo cual la madre insiste en sus propias fallas. Ante cualquier acción hostil de la
niña la madre reacciona con intensa angustia, en consecuencia, cualquier signo de
hostilidad que Paula quiera expresar, lo va a reprimir tempranamente, ya que ve lo que le
produce a la madre y no es de su agrado. Aquí Bleichmar trata de encontrar relación entre
este mutismo y los afectos que no puede expresar para con la madre, ya que no está
preparada narcisisticamente para soportar el hecho de la hostilidad de su hija, también se
puede ver en la inhibición que tenía con los amiguitos y el primo algún rasgo del mutismo.

Genesis constituida por apres-coup


Bleichmar sostiene que se pueden resignificar ciertos hechos en la propia infancia, que no
hace falta alcanzar la pubertad para que se resignifiquen los hechos traumáticos y devenga
en síntoma.
A los ocho meses de vida: queda encerrada en el coche, por referencia al espacio maternal
originario “estaba afuera” del entorno materno. Primera impronta separadora que marca el
interior del coche.
Al año y medio: expulsión de la habitación parental y desplazamiento a la hermana de
aspectos de la simbiosis originaria con la madre.
El episodio ocurrido a los ocho meses no cobra fuerza traumática solo por su
encadenamiento posterior, sino porque la vivencia de ser separada por primera vez de la
madre encadena un gesto de horro en esta, propiciando al apres-coup.

Entrevistas posteriores con Paula


Paula entra en brazos de su madre, aferrada a ella, sin intenciones de desprenderse del
cuerpo de la madre, fue tomada con firmeza por Bleichmar y con resistencia por parte de la
niña, pudo retirarla de los brazos maternos para introducirse en el consultorio.
Comenzó a chillar frente a una canasta con juguetes diciendo “ya me quiero ir, ya me quiero
ir” con un llanto hondo y profundo se sucedió a los gritos, la analista se acuchilla ante ella y
le interpreta que cuando se separaba de mamá sentía mucha bronca porque mama, sola,
puede divertirse con papa y respondía entre llantos “si, si, si” a lo cual le dice que no podía
jugar ni con ella, ni con los juguetes ya que era pasarla bien, divertirse, y entonces su madre
la dejaría sola a modo de venganza. Realiza un reconto de cuando la mama y el papa se
fueron de viaje, de su impotencia y rabia ante esa sensación de abandono. Grita entonces
con angustia “y choco… y se cayó de la cama, cayó, cayó, el piso estaba sucio, todo
sucio… y cayó y chochó con el piso sucio”

Cayó al piso (la madre) acontecimiento real vivido, cayó de la cama, fantasía de expulsión
invertida, en la escena primaria (posiblemente presenciada en las vacaciones mientras
dormía con sus padres). Suciedad anal (en una niña que ha tenido un precoz control de
esfínteres, perfeccionista y obstinada) impregnando la escena primaria. Choque de los
autos y choque de los cuerpos, anudado en fantasmas la reiteración de excitaciones
traumáticas no metabolizables para la niña.

Luego Bleichmar hace una interpretación: cuando durmió en la cama con los padres y vio
que ellos se divertían y chocaban los cuerpos, sintió ganas de tirar a la madre de esa cama

31
sucia. Luego la mamá se cayó y chocó, temió haberla matado. “si, si (llora) el piso sucio, la
cama sucia y se cayó y se cayó(grita con desesperación)” Esa misma noche, la analista
recibe un llamado de la madre quien le informa que la niña se había negado a contarle que
había hecho con ella y que se había enojado a la noche cuando llegó la hora de dormir e
intentó morderla. Lo cual es positivo a modo de poder plasmar su hostilidad, su aspecto
más sádico es expuesto ante la madre y denota un progreso en el análisis de la niña, como
también negarse a contarle a la madre lo ocurrido en el espacio analítico, produce una
distancia entre ella y la madre.

En la segunda entrevista entro y luego de unos minutos manifiesta querer irse, sin
demasiada convicción, a los pocos minutos dice “tengo hambre” mientras miraba hacia la
canasta con desconfianza, Bleichmar interpreta que está enojada con ella por separarla de
la madre y por ello querría comerse a la madre para así no tener que ser separada de
nuevo. Le dice que tal vez por eso tiene miedo de meter la mano en la canasta porque es
como una boca grande y se la va a comer, Paula responde “metela tu” a lo que la analista
retira algunos juguetes de la canasta. Toma dos coches y durante un rato los hace rodar
hacia la analista, quien se los devuelve, generando así un espacio transicional. Pone el
coche grande boca abajo, agrega el otro más chico y lo choca. Bleichmar interpreta que el
coche grande se balanceaba como sus padres en la cama “si, si” responde “y entró una
culebra, vino de noche y se mete en la cama”. Interpreta que la culebra es el pito de papa,
el cual se mete en la cama con mamá “si, culebra fea” (grita con enojo) Luego se acuesta
en el piso y acaricia la alfombra. Por la noche, la analista, recibe nuevamente un llamado de
la madre de Paula, quien ha comenzado a hablar más fluidamente, e incluso con personas
que no tiene trato cotidiano. Esa misma tarde, después de la sesión, realizaron una visita a
familiares residentes de la ciudad y la niña paso largo rato jugando con sus primos a los
cuales no veía hace tiempo. Aprovecha a realizar algunas preguntas, cuando Paula era
chica el hermano mayor se caía a veces de la cama (otra representación que se anuda:
caer, ser expulsado del amor del otro) Le pregunta si ha habido algún episodio con alguna
culebra y responde que hace unos días el hermano mayor encontró una culebra en el garaje
y Paula comenzó a gritar “mata la culebra, mata la culebra” Luego de esto varios días tuvo
pesadillas en las cuales se despertaba, iba a la habitación de los padres y decía que había
una culebra mala.

Tuvo tres entrevistas más con Paula, el tartamudismo desaparece y luego mantiene
contacto telefónico a lo largo de tres años para hacer un acompañamiento de los padres, los
acompaña en su crecimiento como padres ante las dudas que planteaban y a ella no le
parecía necesario un tratamiento analítico completo para la niña, también por la distancia
que había entre su lugar de residencia de Paula y el consultorio, se habían separado de su
familia para realizar el tratamiento.

Punteo Trauma - Tkach


Breve historia del concepto
❏ El trauma no formó parte del paradigma que regía los desarrollos teóricos del
psicoanálisis “oficial”.
❏ La falta de desarrollo del concepto en autores como Klein y Lacan, de enorme
influencia en nuestro país, facilitaron el uso equívoco y difuso del concepto.

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❏ Sin embargo y gracias al a pertinencia clínica del análisis, muchos autores
comenzaron a abordar nuevamente la temática e incentivar una nueva
sistematización del concepto. (Ej. Silvia Bleichmar, Beyankar y Lezica)

Jacques Lacan
❏ En el primer Lacan, el concepto no tiene estatuto ni teórico ni clínico.
❏ Cuando es abordado (pre-Lacan o en el último), lo hace de un modo muy particular
enmarcado ya en su propio pensamiento.
❏ Es una conceptualización que deja la historia y las vicisitudes del sujeto reducidas a
un efecto estructural necesario e incierto en sus consecuencias clínicas.

Anna Freud
❏ Advirtió que el termino “trauma” estaba siendo usado de manera inapropiada o
abusiva.
❏ Este uso dificultaba la distinción entre “influencias patológicas en general” y el
trauma en particular.
❏ Señalaba la importancia de regresar a la idea original freudiana de “rompimiento de
la barrera contra estímulos”.

Vamos ahora con los aquellos que sí abordaron el tema…

Sigmund Freud
❏ Como toda la obra de Freud, el concepto de trauma presenta variaciones en sus
trabajos denotando la complejidad del tema.
❏ Contamos con al menos dos conceptualizaciones: una previa a 1920 y otra posterior.
❏ La primera, es luego puesta en discusión por el mismo Freud.
❏ La primera idea de Freud al respecto del trauma tiene que ver con los
acontecimientos accidentales sucedidos en los primeros tiempos.
❏ Dando lugar así a los desarrollos teóricos de la sexualidad infantil y la
fantasía.
❏ Comienza los desarrollos acerca de la secuencia causal de las neurosis, en la que
se asocian las dos escenas paradigmáticas del trauma.
❏ Para ello da ejemplos, esquemáticos y simplificados, inventados por él que
luego descarta para resignificar su complejidad (collar de perlas vs nexos
ramificados).

Conceptualizaciones post 1920

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● “Factor traumático” de carácter endógeno.
○ Tiempo original e inextinguible en el psiquismo.
○ Testimonia la fuerza de la pulsión.
○ Punto de vista económico y cuantitativo.
○ Trabajo del psiquismo para dominar la energía y su ligadura, en el primer
tiempo de la tramitación.
● El “carácter traumático” de las experiencias sexuales infantiles
○ Están enlazadas con impresiones dolorosas de angustia, prohibición,
desengaño y castigo.
○ La fijación inconsciente a un trauma origina que la “violenta pulsión aflorante”
fuerce a la superficie material de episodios sentidos como penosos.
○ Niño traumatizado por la violencia de la pulsión
● Trauma como vencimiento de la barrera protectora de estímulos
○ La sorpresa y la impreparación del YO.
○ Preparación y posibilidad de anticipación brindada por el ‘apronte angustiado’
o la ‘angustia señal’.
○ Cuando fracasa la angustia señal o al apronte angustiado, el aparato no logra
prepararse para lo que viene y aparece el trauma.
● “La situación traumática”
○ Nombra la emergencia de la ‘angustia automática’, también llamada angustia
traumática.
○ Es la situación vivenciada de ‘desvalimiento’, ‘desamparo’, ‘indefensión’.
○ Connotaciones que permiten cualificar los estados afectivos de la vivencia
traumática.
○ La angustia que emerge en la situación de peligro, remite a la ‘situación
traumática’ en tanto anticipación de esta última.
Hasta aquí, lo que sabemos de Freud:
➔ Luego de 1920 las especificaciones acerca del concepto de trauma se enmarcan en
la búsqueda de la etiología de las neurosis, sin que quede resuelto si existe una
relación entre ambos.
➔ Se puede calificar como traumática una vivencia únicamente a consecuencia de un
factor cuantitativo.
➔ Dicha vivencia causa un exceso de exigencias para el aparato psíquico provocando
reacciones insólitas y patológicas.
➔ Siguiendo la lógica de las series complementarias, en ciertas construcciones
producirá afectos de trauma algo que en otra no lo tendría.

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Donald Winnicott
❏ Winnicott tiene una conceptualización propia relativa a la noción de dependencia.
❏ Para él el entorno y la familia brindan protección contra traumas severos.
❏ Habla también de un aspecto “normal” del trauma vinculado a las acciones
“traumatizantes” de la madre para que el niño emplee nuevos mecanismos mentales
y habilidades.
❏ La dificultad aparece entonces, con los denominados traumas sutiles o traumas
tempranos.

El entorno
❏ En el momento de la dependencia absoluta del bebé, el trauma se genera cuando
aparece un derrumbe de la confiabilidad del ambiente previsible.
❏ El trauma se manifiesta en una falla o falta relativa en la instauración de la
organización yoica.
❏ El ambiente, que debía sostener, se convierte en persecutorio y penetra en las
defensas del niño.
❏ El quehacer materno suficientemente bueno, entonces, es aquel que permite al bebé
no verse obligado a enfrentar lo impredecible, hasta ser capaz de dar cabida a las
fallas del ambiente.
❏ Hasta aquí, el trauma parece una vivencia pasiva del niño no anticipable dada su
temprana etapa de constitución.
❏ Sin embargo, Winnicott agrega una dimensión activa del niño que termina de
configurar la conceptuación del trauma.

El mundo interno
❏ El niño tendrá reacciones frente a las fallas del entorno.
❏ Frente a la falta del objeto que cumpla la función, se quiebra la idealización del
objeto por el odio a un individuo.

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❏ En el mundo interno del niño aparece entonces un delio de ser perseguido por los
objetos buenos.
❏ El odio ante la falla del objeto, se transforma en “ser odiado”.

Trauma y angustia
❏ Se enmarca así, en la conceptualización de Winnicott, una dialéctica constante entre
ambos factores: INTERNO Y EXTERNO.
❏ Winnicott agrega una descripción del tipo de angustia a la que dan lugar los
sucesos traumáticos permitiendo cualificar la variedad de afectos que, mientras duró
la preminencia de lo cuantitativo, no era posible dar cuenta suficiente en el trabajo
clínico.
❏ Angustia impensable o de máximo dolor
❏ Angustia primitiva o arcaica
❏ Ese ‘espanto’ o ‘el dejar caer’. Que incluye:
❏ Caída perpetua
❏ Desintegración
❏ Escisión somática
❏ Despersonalización
❏ Un bebé bien atendido tendrá la posibilidad de edificar su capacidad de creer en sí
mismo y en el mundo.
❏ Aquel que no, llevará consigo para toda la vida experiencias de angustia impensable
y déficit en la esfera de la confiabilidad introyectada.

¿Qué nos permiten estos desarrollos?


● Pensar en una distinción entre traumatismo y trauma.
● Diferenciar entre:
○ Vivencia traumática
○ Evento o entorno disruptivo (Beyankar y Lezica)
○ Vivencia traumatogenica (Beyankar y Lezica)
● El autor reserva el término “traumático” solo al tipo de disfunción psíquica que ve
impedida la normal articulación entre representación y afecto
● Distinguir la situación disruptiva para denominar un evento factico de cualidades
desestabilizantes y distinguirlo de aquello que impide la articulación psíquica frente a
un evento disruptivo.
● Conocer los conceptos sobre los que se apoyan (y discuten) los autores que
continuaron los desarrollos de la idea de trauma, complejizando y profundizando sus
implicancias.
Esquema conceptual

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Síntomas en los niños: Neurosis infantil y neurosis de angustia -
Tkach
Freud diferencia a las neurosis actuales de las psiconeurosis. Las neurosis actuales se
dividen en: Neurastenia, Neurosis de angustia e hipocondría.
DEFINICIÓN
El mecanismo que Freud asigna a la formación de síntomas en las neurosis actuales es la
trasposición directa de la angustia, diferente a la psiconeurosis donde lo que hay es una
sustitución representativa: tienen un significado psíquico.
La neurosis de angustia (como neurosis actual) es la etapa previa de la constitución del niño
como psiconeurótico. Es decir que todo niño atraviesa una neurosis actual en movimiento
hacia la constitución de una psiconeurosis.
Neurosis actuales: lo que genera angustia es una acumulación de excitación somática de
naturaleza sexual. Acumulación que es consecuencia de una descarga estorbada. La
tensión física (somática) “no ligada psíquicamente” se muda en angustia.
Es así que sostiene que, a una acumulación cuantitativa de tensión se adjunta una
modificación cualitativa: se transforma en angustia sin atravesar un proceso psíquico, no
hay simbolización de la excitación somática como por ejemplo en la histeria de conversión.
Las neurosis actuales son la base para el posterior desarrollo de psiconeurosis.
- La neurastenia (neurosis actual) es el antecedente de la histeria de conversión
(psiconeurosis).
- La neurosis de angustia (neurosis actual) es el antecedente de la histeria de angustia
(psiconeurosis).
CAUSA
Desde el punto de vista etiológico, en las neurosis actuales la causa es actual. Actual como
“presente en el tiempo”, es decir que estaría operando ahora en la vida del niño.
Y actual en tanto “en acto”, lo cual implica la ausencia de mediación o de elaboración
psíquica.

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En cambio, en las psiconeurosis la causa hay que buscarla en el pasado o en
acontecimientos pasados reactivados en el presente. La causa es el conflicto entre
instancias, a nivel psíquico.
Es así que el autor se basa en una sintomatología especifica que se da en los niños que
pueden explicarse como pertenecientes a la neurosis de angustia en tanto neurosis actual:
presente en el tiempo y en acto.
Esta connotación va de la mano de pensar al niño como un sujeto en estructuración
psíquica, subjetividad en constitución por lo que:
Lo actual apunta a circunscribir causas actuales que operan en la vida del niño (no a hechos
del pasado como en la psiconeurosis) y en acto, como ya se dijo porque no hay mediación
psíquica (como en la psiconeurosis).
Los síntomas de angustia en los niños pueden dar cuenta de dificultades inevitables en la
constitución subjetiva hasta las perturbaciones de la constitución en si lo que puede
configurarse como un cuadro sintomatológico fijo.
SÍNTOMA
Los síntomas infantiles tienen en común ser síntomas de angustia, es decir el síntoma es la
angustia, que se exterioriza de diversos modos: irritabilidad general, expectativa angustiada,
el ataque de angustia, los ataques de angustia rudimentarios, terror nocturno y dos tipos de
fobias.
- Irritabilidad general
Indica una acumulación de excitación o una incapacidad para tolerarla. Se expresa por una
hiperestesia auditiva, que es también causa de insomnio.
- Expectativa angustiada
Es el síntoma nuclear. Se trata de la presencia de un quantum de angustia libremente
flotante que en función de la expectativa gobierna la elección y selección de las
representaciones (concepciones pesimistas/peligrosas o morales) y se halla dispuesta a
conectarse y ligarse a cualquier contenido que le convenga. Es energía libre, un “estado de
angustia”, que constituye un fenómeno de fondo permanente, crónico que puede
transformarse en un ataque de angustia.

Ataque de angustia
Es una exteriorización del estado de angustia, que irrumpe de pronto en la conciencia sin
que sea evocado por nada.
La diferencia con la expectativa angustiada o “estado de angustia” es que esta se mantiene
latente, pero en continuo acecho. En cambio, en el ataque de angustia no opera la
expectativa, es decir, no hay una forma de anticipación, la irrupción es repentina. Entonces
la expectativa podría ser el paso previo a que se dé el ataque.
En la expectativa angustiada hay una posibilidad de operación de las representaciones, es
decir que se produzca una conexión que le conviene al estado de angustia latente, por
ejemplo, peligro de muerte, de enfermedad, de un accidente. En el ataque de angustia, en
cambio, por su irrupción sin preparación, la vivencia de aniquilación, de morir o de volverse
loco enfatiza la sensación de su inminencia o de realizado.
Aunque el ataque no se acompañe de representación, el sujeto registra un estado de terror.
- Equivalentes del ataque de angustia o ataques de angustia rudimentarios
Son perturbaciones corporales que acompañan a la angustia por sí sola y de forma aguda
se vuelve el ataque mismo. Pero como la alteración corporal esta en un primer plano, no
hay un registro psíquico de la angustia que hay de fondo.

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Esto incluye perturbaciones de la actividad cardíaca, respiratoria, digestiva, parestesias,
sudor, temblores, vértigo locomotor, etc. Muchos de estos síntomas pueden aparecer de
manera crónica.
Aquí la angustia como ataque se traspuso al cuerpo, y es irruptora y aguda.
- Terror nocturno (adultos) pavor nocturno (niños)
Aparece como una variedad del ataque de angustia, que se acompaña de angustia, disnea,
sudor, etc. Puede estar enlazado con la reproducción de una vivencia o de un sueño, con lo
cual adquiere un sesgo histérico pero también se presenta puro y sin sueño.
- Dos tipos de fobias típicas
Ambas implican uno de los modos de la angustia libre y flotante que, dejando de flotar, se
liga a representaciones.
1. El primer tipo de fobia se refiere a peligros comunes (serpientes, tormentas,
oscuridad),
2. El segundo tipo de fobia incluye la agorafobia con sus variedades colaterales
caracterizadas en su conjunto por referencia a la locomoción.
Estas fobias se diferencian de las fobias correspondientes a la psiconeurosis de defensa y a
las de la neurosis obsesiva.
En ambas fobias una representación se vuelve compulsiva por el enlace con un afecto
disponible. En ambas vale “el mecanismo de traslación (o trasposición) del afecto” (se
destaca aun el punto de vista económico) pero en las fobias de la neurosis de angustia el
afecto es siempre la angustia y no proviene de una representación reprimida, por lo cual “el
mecanismo de la sustitución” no vale para las fobias de las neurosis de angustia.
Sintetizando
Mecanismo neurosis actuales: Trasposición directa. El afecto es siempre la angustia (que
no proviene de una representación reprimida), y la representación se elige arbitrariamente.
Mecanismo de la psiconeurosis: Sustitución representativa.
Se denomina Acción Especifica a aquella que permite el alivio psíquico. La neurosis de
angustia se produce cuando falla esta acción específica, es decir, cuando se impide el
procesamiento psíquico y esto se desvía a una excitación sexual somática.La acumulación
genera displacer, y como consecuencia se reacciona anormalmente. Es una angustia que
no se enlaza psíquicamente.
La neurosis de angustia y el problema de la angustia
Hay una diferencia entre afecto de angustia y neurosis de angustia. En el caso del afecto de
angustia, la psique se siente incapaz para tramitar, mediante la reacción correspondiente,
un peligro con causa exógena. Es un estado pasajero.
En cambio, la neurosis de angustia, se produce cuando la psique se nota incapaz para
reequilibrar la excitación generada endógenamente. Es un estado crónico, constante; y se
comporta como si la excitación se proyectara hacia afuera. La noción de proyección nos
remite a la relación interno-externo.
A) Angustia realista distinta a
B) Angustia neurótica.
La angustia neurótica se presenta de tres formas:
- Como angustia libremente flotante, en la neurosis de angustia.
- Como angustia psíquicamente ligada, en las fobias.
- Acompañada de síntomas o como estados equivalente de la angustia, en las
psiconeurosis.

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En su dimensión fisiológica, la angustia se define como un estado afectivo en el que se
distingue un carácter displacentero especifico, sensaciones corporales que constituyen
acciones de descarga y las percepciones de estas sensaciones.
Angustia-miedo-terror
La angustia se refiere al estado y prescinde del objeto. El miedo dirige la atención al objeto
y conduce a la fobia. El terror u horror surge como efecto de un peligro que no es recibido
con apronte angustiado, es el estado en que se cae cuando hay un peligro y no se está
preparado, se destaca el factor sorpresa.
Se concluye entonces: en la angustia hay algo que protege contra el terror, ya que es una
señal previa. La angustia puede presentarse como expectativa y como desarrollo mínimo
reducido a una señal, y el terror sería el desarrollo de angustia llevado al máximo.
Los estados de angustia más tempranos en los niños se explican por una libido que quedo
inaplicable. Estos estados de angustia se conocen como:
Fobias tempranas o Fobias regulares de la infancia
. la angustia frente a extraños: surge porque el niño no encuentra lo que espera ver: la
persona amada. Su añoranza y desengaño se traspone en angustia.
. angustia ante la oscuridad o soledad: también se explican por la nostalgia por la persona
amada.
Se explican como una libido, cantidad de energía, que no se satisface que no puede
mantenerse en suspenso por lo que es descargada como angustia.
En ambas la situación de peligro indicada por esta angustia es que, si la madre no está o ha
sustraído el amor a su hijo, la satisfacción ya no es segura y posiblemente queda expuesto
a los más penosos sentimientos de tensión, lo cual constituye una situación traumática. El
rostro ajeno y la soledad dan cuenta de la “añoranza de la madre, del rostro familiar "no hay
satisfacción al deseo del niño de la presencia de la madre. La frustración de esa excitación
libidinosa, que el niño no puede mantener en suspenso, se transforma en angustia.
Esta teoría de la angustia infantil va en el sentido de las neurosis actuales: la angustia no es
otra cosa que libido no empleada. Hay una excitación libidinosa que no se satisface y en su
lugar surge un estado de angustia.
Las fobias más tempranas de la infancia son fobias regulares, esperables; y son el paso
previo de las fobias de la histeria de angustia (psiconeurosis), que se trata de la represión
típica de las mociones de deseo provenientes del Complejo de Edipo. Estas fobias son
enigmáticas, a diferencia de las fobias de la temprana infancia que sí permiten una
explicación cierta.
Las fobias constituyen “las primeras neurosis de la infancia”, en las que un desarrollo inicial
de la angustia es relevada por la posterior formación de síntoma. El miedo, es a la propia
libido peligro interno que se traspone en peligro externo produciendo la fobia, una angustia
neurótica que se ha transformado en aparente angustia realista debido a la proyección.
Las fobias tempranas son diferentes a otras formas de neurosis en los niños denominadas
“neurosis declaradas”, como la zoofobia de Juanito. “Declaradas” se entiende como
manifiestas, opuestas a latentes.
Estas fobias esperables en la infancia se explican por, la endeblez del yo infantil, la
incapacidad del niño de distinguir la falta/ausencia verdadera del objeto amado, de la
temporaria.
Tanto las fobias tempranas como la fobia propiamente dicha (Histeria de angustia) se
consideran ambas como una neurosis. Las primeras como una neurosis de angustia, las
segundas como una psiconeurosis.

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En el caso de los niños, hay proyección como mecanismo originario de defensa para tratar
los estímulos endógenos como exteriores, pero todavía no habría represión en el
mecanismo de estas fobias infantiles tempranas.
A medida que el niño crece, se independiza y se constituye su aparato psíquico, manejara
de otra forma las situaciones de peligro, con menor debilidad yoica.
Las condiciones de angustia
Si se consideraba a la angustia como una señal de afecto del peligro de castración, en las
fobias tempranas la angustia se trata como una reacción frente a una perdida, una
separación o como una reacción frente a la ausencia del objeto.
El valor otorgado a las perdidas lleva a introducir las condiciones de angustia que consisten
en las diferentes situaciones de peligro predominantes en cada edad.
- El peligro de desvalimiento psíquico corresponde al periodo de la inmadurez del yo.
- El peligro a la perdida de objeto corresponde a la falta de autonomía de los primeros
años de la niñez.
- El peligro de la castración a la fase fálica.
- La angustia frente al superyó a la latencia.

Situación de peligro: es aquella que contiene la condición de expectativa, de prever y estar


esperando la situación traumática de desvalimiento vivida pasivamente. Actúa como señal
de peligro. Es vivida activamente. Anticipación y amenaza de ese factor. Apronte
angustiado.
Hay un primer estado de angustia que corresponde a un trauma consecuencia de una
Situación de desvalimiento: Angustia involuntaria por aumento de cantidad sin posibilidad de
descarga debido al estado de desvalimiento del lactante y sobreviene de manera
automática.
El niño necesita de un objeto externo para la satisfacción de la necesidad. Si esta necesidad
no es satisfecha se produce un estado de desvalimiento del yo frente a la tensión
hipertrófica de la necesidad.
A partir de la experiencia de que un objeto exterior aprehensible por vía de percepción
puede poner término a la situación peligrosa (situación de insatisfacción) el contenido del
peligro se desplaza de la situación económica a sus condiciones, la pérdida de objeto. La
ausencia de la madre se vuelve ahora el peligro. A partir de aquí se inicia la señal de
angustia.
Es conveniente destacar que la fuente económica de la angustia debe ser diferenciada de la
perdida de objeto, más aun, es la perturbación económica la que da su lugar a la
importancia de la madre como objeto y a su perdida.
A partir de la angustia traumática, consecuencia de una perturbación económica, se
derivaría la angustia señal como consecuencia de las condiciones de angustia (situaciones
de peligro). Es decir, que las condiciones de angustia como situaciones de peligro serian
secundarias en relación a la situación de peligro originaria y derivada de esta.
Pero al mismo tiempo el desvalimiento psíquico se concibe como la primera condición de
angustia debido a la endeblez del Yo. Para este caso, tanto como fenómeno automático y
como señal de socorro, la angustia demuestra ser producto del desvalimiento psíquico del
lactante. Esto indica que sobre el terreno de las neurosis actuales se desarrollan las
psiconeurosis.
Es necesario incluir una precisión acerca de como concebir lo que ocurre en la primera
infancia durante el proceso de constitución de las instancias psíquicas.

41
En el caso del niño que se halla en el acmé del complejo de Edipo – en quien la emergencia
pulsional provoca la angustia de castración y llama a la represión – estamos ante una
situación original en el sentido de inédita, una situación que dará lugar a procesos
constituyentes del aparato.
Entonces sí, la angustia señal que indica una situación de peligro, la de la castración, que
es así anticipada, desencadena la operación del automatismo del principio de placer-
displacer, luego represión y síntoma fóbico como síntoma psiconeurótico, creado para
“evitar la situación de peligro que es señalada mediante el desarrollo de la angustia”.

El concepto de trauma de Freud a Winnicott - Tkach


Anteriormente el concepto de trauma no formaba parte de los paradigmas que regian los
ejes de los desarrollos teóricos predominantes y desde hace mas o menos veinte año dicha
cuestión ha sido progresivamente retomada.
Introducción.
En la obra de MELANIE KLEIN el concepto de trauma esta prácticamente ausente.
En el PRIMER LACAN, la idea de trauma no tiene estatuto conceptual ni clínico. Si lo esta
en el LACAN pre-lacaniano y tambien en el ultimo, pero ya de un modo muy particular.
A partir del ÚLTIMO LACAN reaparece la idea de “trauma” en algunos desarrollos
contemporáneos. Millar señala que el acontecimiento traumático es el fundador de la huella
de afecto que mantiene el cuerpo y en la psique un exceso de excitación que no se deja
absorber. Lo traumático sería LA RELACION CON LA LENGUA. El significante seria la
causa de goce. Las vicisitudes del sujeto quedan reducidas a un efecto estructural
necesario.
Otra cuestión que favoreció la exclusión del concepto de trauma ademas de los paradigmas
conceptuales fue la banalizacion del concepto, y las dificultades para obtener una
perspectiva conjunta sobre la cuestión de lo traumático.
ANNA FREUD en 1964 señalo la necesidad, en ese momento de rescatar el sentido del
termino trauma, al que se referían de manera “impropia o abusiva”, esto a su parecer
dificultaba la diferenciación entre las influencias patogenas en general y el trauma en
particular.
La idea de Anna Freud subrayaba la importancia de la idea original freudiana del
rompimiento de la barrera contra estímulos.
La idea de trauma recuperó su vigencia gracias a los progresos de la clinica psicoanalítica
tanto a la complejidad de las problemáticas contemporaneas que enfrentamos como a las
de siempre, en una revisión conjunta y actualización del concepto.
Surge luego la distinción entre TRAUMATISMO Y TRAUMA en algunos autores. Hay una
necesidad de diferenciar entre VIVENCIA TRAUMÁTICA, SITUACION DISRUPTIVA Y
SITUACION TRAUMATOGENICA planteada por Benyakar y Lezica quienes proponen
reservar el termino “TRAUMÁTICO” para el tipo especifico de disfunción psiquica en que ve
impedida la normal articulación entre afectos y representaciones.

Puntualizaciones a partir de los conceptos Freudianos.


No se puede prescindir de dichas conceptualizaciones como punto de partida ya que
planteo los ejes de dicha problemática en psicoanalisis.
En los primeros desarrollos de la investigación analítica acerca de la escena traumatica , se
encuentra una afirmación que po no ser atendida puede haber conducido a modos erróneos
de concebir el trauma.

42
Freud afirma que los primeros ejemplos que distinguen la secuencia causal de asociación
de las dos escenas paradigmáticas sobre el trauma, fueron mal inventados por el, ya que
dichas resoluciones de síntomas asi ejemplificadas resultan imposibles en la practica
(cuencas del collar). Menciona que todos los ejemplos reales son incomparablemente mas
complicados. Continúa “la cadena asociativa siempre consta de mas de dos eslabones, las
escenas traumáticas no forman nexos simples como las cuencas de un collar, sino nexos
ramificados, al modo de un árbol genealógico”. Esto es, a raíz de cada nueva vivencia
entran en vigor dos o mas escenas tempranas, como recuerdos: comunicar la resolución de
un solo síntoma en verdad coincide con la tarea de exponer un historial clínico completo
(EJEMPLO CASO EMMA).

UNIDAD 3
Ficha de cátedra Regulación Afectiva y Estimulación Temprana -
DTNA
El primer desafío del infante es lograr la regulación de sus estados fisiológicos y
emocionales: sueño, digestión, irritabilidad, soledad, etc. Si bien estos procesos se
producen vía la actividad de las estructuras profundas del cerebro, dicha regulación ocurre
en el interior de un vínculo fundacional con un adulto, es a partir de la relación con otro
humano que el infante va logrando la autorregulación tanto fisiológica como emocional.
Los procesos de regulación emocional entre el infante y su madre pueden generar estados
de plenitud corporal, de sosiego emocional o por el contrario miedos. A su vez estos
estados conforman expectativas (las expectativas son huellas mnémicas) ante el contacto
con la persona que ejerce los cuidados que configuran la especificidad y el reconocimiento
de la misma y se constituyen como estados afectivos fundantes del psiquismo.
Afectos y regulación afectiva no son conceptos complementarios. Si bien la regulación
afectiva fue definida como la capacidad de controlar y modular nuestras respuestas
afectivas, creemos que justamente porque su producción se juega en el interior de los
vínculos primarios abarca una complejidad y heterogeneidad difícil de cercar.
Fonagy y Target relacionan la internalización de la función de transformación de los afectos
excesivos y negativos con la capacidad creciente del infante de ir autorregulando sus
propios afectos negativos. Enfatizan la relación entre la cualidad continente materna y el
desarrollo del pensamiento en el niño en momentos de estructuración del psiquismo.
Sugieren que una falla en la función de contención materna dificulta el proceso de
discriminación y convierte la identificación proyectiva estructurante en un proceso patológico
de evacuación permanente.
Desde el inicio de la vida, los infantes despliegan una actividad interna propia para solicitar
interacción. El infante tiene una capacidad regulatoria propia ya al nacer, pero es muy lábil e
insuficiente y requiere del andamiaje regulatorio que provee el ambiente cuidador. La
regulación de los afectos esta fuertemente ligada al desarrollo emocional del niño en las
distintas edades, al desarrollo psicomotor, social e intelectual del niño.
los padres proveen “reguladores ocultos”: calor, estimulación táctil y olfatoria, que
constituyen fuentes especificas e independientes de regulación de los comportamientos
emergentes del bebe y de los sistemas neuro regulatorios. Estos reguladores permiten
modular los estados emocionales y mentales del infante, co-crear estados diádicos de
conciencia y a partir de allí lograr la autorregulación. Desde la regulación afectiva, la madre
adquiere valor determinante en la estructuración del psiquismo del bebe a través de su
capacidad de transformar los estados afectivos del mismo.

43
El modelo de regulación mutua y conciencia diádica estudia el interjuego entre encuentros
recíprocos y sincrónicos y desencuentros en las interacciones diádicas madre- bebe. La
regulación mutua es crucial para el logro de la constitución de estados diádicos, los cuales
se van autoorganizando en función de estímulos externos e internos. Esta autoorganización
del infante apoyada por el adulto, facilita la expansión del yo hacia sistemas mas coherentes
y complejos donde el adulto cumple una función mediatizadora entre la inmadurez del
infante y el mundo exterior. Los desencuentros habituales en la interacción diádica implican
un fallo en la percepción y en la atribución de sentido por parte del bebe al despliegue
emocional del otro. La reparación es la transición entre estados no coordinados o
desregulados hacia estados regulados. El proceso de reparación es también un proceso
mutuamente regulado.
Cuando hay un fracaso prolongado en el proceso de reparación, los infantes intentan
restablecer la interacción esperada, pero si esta falla experimenta afectos negativos:
aumento del sentimiento de desvalimiento, dificultades en el logro de la regulación afectiva,
disminución en la vinculación social positiva.
Él bebe tiene disponibles recursos propios para lidiar con el afecto negativo que
experimenta: mirar para otro lado, auto consolarse, incluso auto estimularse. Estas
conductas controlan el afecto negativo del bebe distrayendo su atención de un hecho
perturbador o sustituyendo la estimulación negativa por una positiva. Estas conductas
regulatorias autodirigidas pueden funcionar como comunicación.
La regulación afectiva y el psicoanálisis nos permite pensar la regulación afectiva en el
primer año de vida a partir de dos líneas que se superponen: una ligada a la relación vital
interactiva bidireccional de regulación reciproca, donde la madre percibe la sensorialidad
singular innata del bebe y actúa en consecuencia, suplementando la inmadurez y
desorganización del infante y produciendo una homeostasis, y otra línea asimétrica ligada a
una madre seductora, libidinizadora, desviadora pero también portadora de la función
simbólica. La capacidad materna para leer los mensajes interactivos del niño es inseparable
de su organización psíquica inconsciente, pero también los desordenes de regulación
innatos de algunos bebes pueden dificultar la ardua tarea materna para el logro de la
homeostasis y activar fantasías de rechazo, obstruyendo la capacidad empática materna de
explorar el cuerpo y las reacciones singulares de su bebe.
Existen dos patrones interactivos que pueden alterar el proceso regulador: retracción e
intrusión. Los bebes de madres retraídas, a largo plazo, se auto calman y se retraen para
lidiar con su estado. Los niños de las madres hostiles e intrusivas no pueden reparar la
interacción porque la madre constantemente altera las actividades del niño. Estos bebes al
principio se enojan y se alejan de la madre. Estas conductas pueden tener éxito en limitar la
intrusividad materna. Muchos de estos niños internalizan un estilo para manejarse, enojoso
y protector, y que se emplea defensivamente, anticipándose a la intrusividad materna.
La alteración en los patrones tempranos de regulación y las dificultades en el logro de
ajustes diádicos producen no solo desordenes adaptativos, sino que se corre el riesgo de
que sean intermediarios de futuros síntomas o desordenes por la reacción que producen en
los padres.

Funcionamiento reflexivo materno: un modo de abordar el estudio de la relación


madre – hijo
Diversos autores señalaron la importancia de las representaciones parentales y su dinámica
– que involucra aspectos conscientes, inconscientes y preconscientes del funcionamiento

44
psíquico – para entender los modos de vinculación que los padres establecen con sus hijos
y en consecuencia el sentido de seguridad que el niño poseerá acerca de sí mismo.
Dos factores inciden sobre el grado de sensibilidad materna en el modo de responder al
niño: las representaciones de la madre sobre la relación que sostiene con su hijo y las
representaciones de la madre sobre su relación con sus propios padres. El estudio del
concepto del Funcionamiento Reflexivo Materno amplia el estudio de la regulación afectiva
diádica. El funcionamiento reflexivo, también mentalización, es la capacidad de percibir y
comprenderse a si mismo tanto como a los demás en términos de estados mentales, es
decir: sentimientos, pensamientos, creencias, deseos. Hace referencia a la aptitud para
comprender que tras las conductas o comportamientos de las personas subyacen
intenciones y emociones que son inobservables, cambiantes y dinámicas.
El reconocimiento de la madre de la dinámica de su propia experiencia afectiva le permite
comprender la existencia de una relación entre sus estados mentales y la conducta de su
hijo, desarrollando así un modelo mental de la experiencia interna de este. Esto, a su vez,
contribuye de manera crucial al desarrollo de la autorregulación afectiva del niño.
La experiencia que el bebe tiene de “si mismo” no esta dada genéticamente, se trata de una
estructura que evoluciona desde los primeros tiempos de vida, a través de la infancia, y su
desarrollo depende radicalmente de la interacción del niño con otras mentes reflexivas y
benignas.
Tanto el pensamiento como el lenguaje son pilares del Funcionamiento Reflexiva. El
lenguaje verbal es el canal mas importante para la interacción simbólica. Aun así, el mundo
subjetivo requiere una organización: los estados internos deben tener un significado en
función de comunicar a otros e interpretar a otros y de este modo organizar y significar
estados mentales.
Diferentes estudios relacionaron el Funcionamiento Reflexivo adulto con el ejercicio de la
parentalidad. Funcionamiento Reflexivo Parental: esta habilidad explica las cualidades
internas que permiten a una madre ser suficientemente sensible para comprender y
significar acciones, sentimientos, deseos e intenciones tanto propias como del niño. La
capacidad de una madre para sostener en su mente la noción de que su hijo es un sujeto
que tiene sentimientos, deseos e intenciones propias, le permite al niño descubrir su propia
existencia interna vía la experiencia que su madre tiene de él. La madre provee una base
segura para dicho descubrimiento que permite que el niño desarrolle un sentido de sí mismo
conectado y separado de ella.

Estimulación Temprana
En el escenario de la estimulación temprana un bebé es visto como “diferente”. Padres
mirando ese cuerpo, viendo sus propios fantasmas alojados en él, nominando-nominados
por un diagnóstico.
Según Coriat un bebe es ese elemento inasible, invisible a los ojos, que se apoya en el
cuerpo y lo toma, pero también tiene que ver con el otro, que lo mira, lo lee, lo habla, lo
piensa y lo significa.
Peaguda sostiene que no existe un bebé sin un cuerpo, pero ¿puede existir un cuerpo sin
un bebé? Esta idea de bebé remite por un lado a la presencia de un cuerpo que lo aloja,
una presencia corpórea que lo sustenta. Cuerpo y otro constituyen dos polos que no
pueden excluirse, se retroalimentan recíprocamente.
Pero, dice Peaguda, la palabra bebé remite a los padres, ya que un bebé no sólo está
formado con aquello con que nació sino con lo que hay de “bebé” en el deseo de los
padres.

45
La condición de prematuración requiere y es con un Otro que, desde antes de su
nacimiento, lo imaginariza y da un lugar que, al nacer, irá ocupando. La condición humana
bascula entre la prematuración y la anticipación en el Otro de este sujeto a advenir. El bebé
está inmerso en esta báscula entre la insuficiencia de su cuerpo y la anticipación en el Otro
que desde su deseo le “inventará una morada propia”.
Por lo que la autora sostiene que se produce una paradoja. Paradoja de la condición
humana: aquello que más nos aliena al Otro, es a su vez lo que nos constituye
psíquicamente, y por lo tanto nos permitirá emerger como sujetos.
Lo que sí es un universal es que existe una distancia, una hiancia entre aquello esperado y
lo encontrado y que da lugar al deseo, es decir que se establezca un circuito que nunca se
complete. Por lo tanto, la diferencia entre lo esperado y lo obtenido no está dada solamente
por y desde el deseo de los padres en el armado del bebe. El niño mismo irá
paulatinamente apropiándose del lugar otorgado. Es un interjuego, pero no simétrico, ya
que el bebé en su condición de prematuración se ve ubicado en dependencia absoluta al
otro, pero al existir esta diferencia entre lo esperado y lo encontrado del lado de los padres,
le irá permitiendo al niño muy de a poco apropiarse de este lugar que le fue otorgado.
Nuevamente surge una paradoja ya que por un lado se sostiene que la diferencia es lo que
posibilita que un sujeto advenga, que nunca se lo pueda capturar del todo, que no se
transforme en propiedad del otro. Los efectos de esta diferencia, en un sujeto humano, se
abren hacia dos posibilidades: una que está en la vía de la recuperación de aquello que
denominaríamos como perdido por estructura. Aquí es válido volver a mencionar la primera
experiencia de satisfacción. Recuperar el objeto perdido. Es por la vía de la recuperación
que el bebé se ubica en una estructura de deseo. O sea que el intento de recuperar aquello
no encontrado, pondrá en movimiento la búsqueda de la satisfacción.
El otro camino posible es que esta diferencia esté en la vía de lo que irrumpe y nos
ubicamos en el polo de esta paradoja que nos remite a lo que es el terreno propio de la
Estimulación Temprana.
La diferencia queda en un lugar cristalizado, sin posibilidades de desplazamiento y ligadura
posible por el aparato psíquico, y es donde se comienza a armar el escenario de la
estimulación temprana, ya que esta brecha cristalizada requiere del ingreso de un tercero, el
profesional que intervenga allí donde se establece una fractura, la de la función materna.
Si bien la fractura la ubica en el narcisismo de los padres, la misma tiene efectos directos en
el niño al ubicarlo en el lugar de la diferencia cristalizada y que el niño sea tomado como
“ajeno”, ajeno a los padres en su función y que él bebe no se les presenta como hijo y no
entraría en un circuito de filiación para ellos. La no inclusión del bebé en el campo de la
filiación, afecta directamente la posibilidad de proyecto respecto de ese hijo que, al no
reconocerlo como propio, no será incluido en un proyecto de futuro que permita a los padres
ver la posibilidad de trascender en su descendencia. Por lo tanto, los lugares donde se
ancla la diferencia, que describe como traumático, serán aquellos en los cuales los ideales
se vean fracturados e irrumpirá la presencia de lo ajeno que afectara algunos aspectos de
una crianza adecuada.
El dispositivo de la estimulación temprana se propone como un espacio posible de
elaboración de lo traumático de los padres en la medida que permita que sea resignificado
en la medida que es introducido en un nuevo circuito de significación al permitir que lo ajeno
sea desplazado permitiendo la tramitación de los ideales paternos. Los efectos de esta
elaboración de lo traumático permitirán transformar y desplazar lo ajeno de ese bebé y en
su lugar advendrá la presencia de hijo.

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La diferencia produciría efectos de recuperación en la medida que sea acotada, es decir
que está ubicada en algún aspecto del bebé que la hace soportable y tramitable para los
padres donde pueden realizar un proceso de elaboración resignando aquello esperado y
aceptando lo encontrado. Se debe sostener una escena que los padres y su bebé necesitan
desplegar y que permite ir devolviendo a los padres una imagen libidinizada de su bebé,
una imagen singular, en la que se juegan aceptación y rechazo, saber y desconocimiento,
posibilidad e imposibilidad.
En la práctica de la estimulación temprana se observa al bebé y se escucha a los padres.
Se juega con el niño, se establece una relación particular en la que el terapeuta se
involucra. Se debe sostener un “juego” transferencial en el que la función materna irá
reencontrando su lugar, para ir devolviendo a los padres, ese saber que fue adjudicado al
profesional.
Sosteniendo este juego fantástico (de fantasías como trama básica) las acciones del bebé,
las nuestras y las de los padres, adquieren nuevos significados, se toman significantes.

Ficha de Cátedra Patologías Border


Las patologías límites o narcisísticas del niño se encuentran en una posición original entre
neurosis y psicosis. Implica la entrada a un proceso de fragilidad progresiva.

En lo que se refiere al área psicótica, podría notarse un tipo de ansiedad catastrófica y


mecanismos primitivos (como la proyección masiva, la negación y el control omnipotente).
En lo que se refiere al área neurótica, existen mecanismos defensivos fóbicos y obsesivos.

La singularidad de estos casos se da por la falta de estructuración psíquica estable, debido


a fallas en la constitución de los límites del yo (estarían mal configurados tanto los límites
internos, que demarcan las diferentes instancias psíquicas, como los límites sujeto-objeto).

Esta “enfermedad de las fronteras del ser” deriva del fracaso en la discriminación yo-otro y
supone 2 angustias fundamentales: la de separación, abandono y pérdida del objeto; la de
invasión/intrusión o anulación del Yo por el objeto, es decir, por el otro.

Rasgos de personalidad:

1. Ansiedad intensa
2. Violentas explosiones de rabia
3. Pobre control de impulsos
4. Descargas de tensión a través del aparato muscular
5. Conductas bizarras
6. Perturbación en el sentido de realidad
7. Fantasías bizarras
8. Conductas con alternancias impredictibles
9. Impresión de caos con cierta habilidad en el control
10. Micropsicosis pasajeras
11. Trastornos en el aprendizaje (aún con un CI normal o alto)
12. Oscilaciones marcadas en el rendimiento de los tests de inteligencia
13. Contratransferencia intensa
14. Intolerancia a la frustración.

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Green reseña algunos puntos a tener en cuenta para pensar lo fronterizo desde distintos
modelos de abordajes:

1. El papel del yo, el Self y el narcisismo, con los mecanismos defensivos tempranos
de la disociación y la escisión, y sus consecuencias: la desinvestidura y la
identificación proyectiva.
2. La función de las relaciones de objeto, con especial atención a los influjos sobre los
procesos de pensamiento
3. La presencia de una angustia psicótica y su impacto sobre la función de ligadura en
los procesos psíquicos, con consecuencias para el pensamiento verbal.
4. Las fallas en la creación de un espacio transicional

En este tipo de pacientes hay una falla o defecto funcional de las representaciones cosa,
generando un funcionamiento intrapsíquico en los límites de la capacidad de simbolización y
en los de la analizabilidad. Esto ocurre cuando la experiencia de desencuentro con el objeto
es intensamente traumática, la experiencia de desamparo y el dolor psíquico puede producir
el desenvestimiento de las representaciones y quedar desligadas.

Hay una variedad de mecanismos de defensa:

1. La exclusión somática (no hay simbolización, sino desintrincación entre psique y


soma)
2. La expulsión por el acto (contrapartida del anterior)
3. La escisión (dentro de la esfera psíquica, con funciones necesarias para la
adecuada constitución del aparato psíquico. Aun así, se generan déficits en la
constitución de la representación cosa, entendida como aquel elemento encargado
de ligar el representante psíquico de la pulsión y darle figurabilidad. Así como
también los ataques sobre los procesos de ligazón en el pensamiento)
4. La desinvestidura (se expresa como una depresión en el sentido de una desligadura
radical, cuyo propósito es alcanzar un estado de vacío, de aspiración al no ser,
deseo de no deseo.

En estos pacientes no prima la angustia de castración, al contrario, el par formado por la


angustia de intrusión/angustia de pérdida es la que perturba la formación del pensamiento.

Winnicott plantea la importancia de la capacidad para “estar a solas”, que se ve alterada en


los pacientes fronterizos.

Misés explica otros aspectos que caracterizan a las patologías Border:

1. Fallas de investimiento libidinal narcisístico que se expresan por la discontinuidad de


los procesos de cuidado maternal. A pesar de las fallas el niño desarrolla un modo
defensivo que lo protege de la ruptura del vínculo y de la invasión de las angustias
primarias.
2. Fracasa el advenimiento del espacio transicional, hay una ausencia de objeto
transicional e incapacidad de jugar solo o encontrar placer en actividades lúdicas.
3. La posición depresiva de Klein no puede ser elaborada y la vulnerabilidad a la
pérdida de objeto es un aspecto central.
4. Fallas narcisísticas, falta de interiorización de los objetos buenos e incapacidad para
reparar los daños causados a la madre fantasmáticamente.

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5. Coexisten 2 vertientes: conformidad (sumisión y mimetismo) y leyes de la relación
dual (omnipotencia infantil).

El sujeto está dañado en sus capacidades de vinculación y todo lo que tendería al


reinvestimiento es percibido como amenaza insostenible.

Con respecto al juego, existe una fluctuación entre el momento en que existe un
reconocimiento del objeto físico como externo y tejiendo fantasías alrededor de él (como lo
hacen los niños neuróticos); y otros momentos en el que el objeto físico no es reconocido y
se vuelve indistinguible de los procesos ilusorios, además, señala el carácter fetiche a los
objetos físicos o mecánicos.

Desde el punto de vista de la relación con el terapeuta, se señala el brusco cambio en la


forma de vincularse (coexisten aspectos primitivos tipo autista o simbiótico con aspectos
transferenciales neuróticos).

La tarea principal en el análisis es constituir los límites del Yo y llevar al trauma hacia el
sistema de representaciones. En estos casos, cobra relevancia la función del analista como
objeto de investimentos y proyecciones masivas.

El hecho de que la diferenciación yo-otro no esté bien establecida, transforma


profundamente la concepción de transferencia. El “como si” no existiría más, la función
metaforizante no estaría bien afianzada y la propia sesión quedaría próxima al acting out.

En el tratamiento, el psiquismo del analista sufre verdaderas inundaciones afectivas


correlativas a las de los pacientes, y que sus reacciones emocionales se corresponden, en
forma muy próxima con niveles extremos de tensión, angustia, pesar y desesperanza.

Hay que aprender a trabajar con estos pacientes, usar intervenciones que no se limiten sólo
al registro del lenguaje verbal; que alcancen los primeros registros, las formas de
intervenir/conversar/interactuar.

En las ocasiones en que el analista actúa de forma involuntaria e inédita, prescindiendo de


la interpretación, pueden resultar imprescindibles para desestabilizar modalidades
relacionales rígidas.

● Una forma de trabajo recomendada es la de los dispositivos “en red”, cuyos


“componentes” son: sesiones vinculares, familiares y entrevistas con los padres,
que les permita obtener una revalorización narcisística y echar una mirada nueva y
reparadora hacia el niño, lo cual permite que modifiquen su posición, y tengan
relaciones más confiables
● Los vínculos y trabajo con educadores. Se trata de sostener el acceso a actividades
abiertas, destinadas a hacer emerger movimientos de investigación provenientes del
sujeto mismo, sosteniendo su deseo de conocer y ayudando a afrontar los miedos y
prohibiciones de ese ámbito
● Se incentiva que trabaje con sus capacidades para elaborar la pérdida y separación,
se lo ayuda a través de juegos, gestos, historias que se construyen con el. Se le
propone un material que permite enfrentar los afectos, acceder a una representación
y ponerlos en palabras hasta apropiarse de un pensamiento imaginario y metafórico,
que le permite pensar la ausencia.

49
Rubinstein, C. J. El círculo fronterizo
I. Antes de la segunda guerra mundial, la adolescencia se describía como una crisis
subjetiva. Después de 1950 pasa a ser un estado, una experiencia filosófica y un paso
obligado de la conciencia.

En la era posindustrial se consideraba una etapa de la vida con conflictos propios. En la


actualidad, no deben esperar a ser mayores para vestirse como sus padres, acceden a la
sexualidad con parejas elegidas. Prolongación de lo bueno de la infancia con la libertad de
los adultos, un estado casi ideal. En la adolescencia se termina de consolidar el ideal del
Yo. En la sociedad posmoderna los medios de comunicación promueven los valores del yo
ideal (menor esfuerzo, satisfacción inmediata). Se puede seguir actuando como niño, por lo
que tampoco hay un duelo por la infancia perdida. Este trabajo busca discutir sobre la
estructura familiar, donde de estructuras parentales frágiles surgirán estructuras familiares
semejantes, dando inicio a un ciclo perpetuador. En la psicopatología límite predominan de
manera inespecífica síntomas de impulsividad, extroversión patológica, labilidad afectiva,
híper reactividad emocional, etc.

II. Ana Freud: la adolescencia recapitula la infancia, y la manera de atravesar las etapas
está determinado por la modalidad de su desarrollo infantil. Asi también lo expresa Blos,
señalando que se debería considerar a la adolescencia como un segundo. En la
adolescencia, esto implica desprenderse de los lazos de dependencia familiares, para pasar
a integrar el mundo de los adultos. Crecer y convertirse en adulto, sostiene Piaget que
significa des-idealizar, confrontar las imágenes infantiles con lo real, rearmar internamente
las figuras paternas.

En 1963 un estudio mostró que la comunidad con mayor desintegración social mostraba
niveles más altos de patología psiquiátrica, es decir, si existe desintegración social, la
sociedad no puede suplir los déficits familiares, ni neutralizar los efectos de la patología
inter-familiar. Lineham atribuye la labilidad emocional de trastornos de la personalidad a la
ausencia de vínculos seguros en la sociedad actual, el aumento de la impulsividad y de la
violencia social se atribuyen a la misma causa. En el estudio IPDE, el trastorno limítrofe fue
el trastorno de personalidad más diagnosticado. Millon: la anomia de la sociedad
posmoderna afecta negativamente a los jóvenes, la ruptura de las normas sociales aumenta
el riesgo de la patología límite y el cambio social rápido reduce la importancia de la familia y
la comunidad. Ahora se da la forma relacional familiar móvil, precaria, heterogénea,
formando una nueva cultura. El vínculo familiar mutó hacia un modelo de matriz narcisista,
amplificando la importancia del individuo y el derecho a la satisfacción de las necesidades y
desvalorizando el valor del vínculo.

III. El paciente con trastorno límite presenta múltiples dificultades para su tratamiento, ya
que suele carecer de conciencia de enfermedad, y el juicio puede desviarse.

La etiología de esta entidad apunta a la poli causalidad y complementariedad. García


Badaracco describió el concepto de micro-trauma repetitivo: representa situaciones
cotidianas contradictorias, aparentemente menores, que vive el niño y que no le permiten
estar adecuadamente protegido mediante sus mecanismos de defensa. Por ejemplo: una
actitud materna oscilante y ambivalente entre la sobreprotección y la repentina ausencia
que genera sentimientos de abandono. El psiquismo infantil frágil es incapaz de procesar
estos estímulos, entonces se fragmenta y utiliza la escisión como intento de salvar una

50
parte del sí mismo antes que perderlo todo en una desintegración psicótica. El contexto
socio-cultural suele representar una exigencia con la que el enfermo no puede cumplir a
causa de sus inadecuadas funciones yoicas; por eso, circunstancias sociales como
empobrecimiento, desempleo, falta de vivienda, delincuencia, violencia real y simbólica,
etc., favorecen la descompensación de las personas que padecen trastornos de la
personalidad.

Con las funciones maternas y paternas fallidas, el niño fracasará en la separación-


individuación que debe darse entre los 18 y 36 meses, período donde el niño tolera el
alejamiento de la madre. Presenta una relación diádica, así tolera estar con uno u otro sin
angustiarse ante el alejamiento de sus padres. Esta es la angustia por abandono o de
separación que acompañará al enfermo más allá de lo que haga, por eso se denomina
flotante.Este modo de acompañar la angustia al sujeto, como si flotara en él provoca un
acostumbramiento del yo al malestar, a esta característica o modalidad se la denomina
angustia egosintónica. Esta angustia lo empuja a la acción autodestructiva. La vivencia
característica es el síndrome de difusión de identidad, que es la sensación subjetiva y
crónica de vacío que lo empuja a conductas destinadas a calmarlo (como consumo de
drogas, atracones, sexualidad promiscua, conductas violentas, etc).

El diagnóstico de borderline en la infancia no es sencillo, dado que no constituye una


entidad homogénea, sino que suele extenderse sobre un espectro de condiciones
patológicas con un grado de variaciones debidas a la falta de estructuración e integración
psíquicas.

Algunos autores, como Sius enfatizan que resulta difícil diagnosticar esta patología en niños
de preescolar, ya que presentan una conducta que podría ser considerada sana en niños
más pequeños, pero que resulta inapropiada en un momento más tardío. Estos niños
parecen saltar rápidamente para atrás y adelante. Estos saltos dependen del nivel de estrés
ambiental y de la contención externa. Sus defensas neuróticas no suelen alcanzar para
neutralizar la ansiedad que lo desborda, que se vuelve una amenaza en sí misma y se suele
transformar en pánico.

IV. Jameson ilustra la época actual: nuevo tipo de insipidez o falta de profundidad, un nuevo
tipo de superficialidad. Los denomina: el ocaso de los afectos en la cultura posmoderna. La
familia pasa por una profunda transformación en la estructura de sus vínculos, con
dificultades para activar la función mitopoiética y el riesgo es que se tomen mitos del afuera,
volviendo aún más precario el mantenimiento de la identidad familiar. También usar mitos
negativos para que prevalezca el mito del individualismo, que es la causa de la precariedad
de los vínculos familiares.

La subjetivación es el proceso que posibilita que se instaure un sí mismo (self)


suficientemente autónomo y diferenciado. Esto requiere de la experiencia específica de la
intersubjetividad, denominada “función subjetivante del ambiente familiar”. Tal experiencia
permite al individuo construir un sí mismo autónomo en el vínculo gracias a la identificación,
las investiduras y el entendimiento mutuo. En este caso hay mutuo reconocimiento,
alteridad y diferencia. Cuando no hay lugar para dos sujetos, nos encontramos con
relaciones interpersonales de naturaleza intrasubjetiva. Los individuos limítrofes viven
sentimientos de fragilidad e incertidumbre identitaria por la pérdida de los modelos

51
identificatorios. Frente a una vivencia más débil de pertenencia familiar, los vínculos
aparecen más frágiles.

UNIDAD 4
Cordova - La creación del cuerpo adolescente
Con la irrupción de la pubertad se producen vertiginosas transformaciones que serán
tramitadas e integradas en el entretiempo de la sexuación. El encuentro de la psique con el
nuevo cuerpo y su genitalidad produce un trabajo de inscripción que se expresará como un
proceso de crecimiento en dirección de la integración psicosomática y la subjetivación.

El cuerpo infantil deviene parcialmente soma e impone al psiquismo su “in-corporación”.


Ante el fracaso de la inscripción y la apropiación del cuerpo, este adquirirá el sesgo
patológico de intruso perturbador. La sombra de un objeto corporal ajeno y persecutorio
acechará al yo. La tarea adolescente consistirá en crear-se los ropajes imaginarios y
simbólicos para in-vestir con ellos ese real genital en estado de desnudez.

El nacimiento del cuerpo en los albores de lo originario.

Corpsi (cuerpo psíquico) es la constitución del cuerpo como integración psicosomática,


como cuerpo psíquico/erógeno. El cuerpo primero es soma, y a través del encuentro con el
Otro deviene cuerpo. El soma del infans es representado anticipadamente (“entramado de
base”). El viviente advendrá la condición de infans a partir de ese encuentro humanizante
(situación denominada “antropológica fundamental”), caracterizado por una asimetría
madre-hijo que deviene estructurante. El lenguaje del Otro materno va trazando una
geografía erógena y activando libidinalmente las superficies. La pulsión es convocada por la
sexualidad inconsciente de la madre. La madre sexualiza y da inicio al proceso de
sexuación del infans. El corpsi se va constituyendo en el doble encuentro originante con el
propio cuerpo y los procesos psicosomáticos maternos. El cuerpo es inicialmente vivenciado
como fragmentado y desarticulado, por la incoordinación de una motricidad demorada de la
percepción visual. La representación narcisista unificada del cuerpo y del yo se da a partir
de la identificación especular del otro en el estadío del espejo. El diferimiento del orgasmo
genital hasta la pubertad hace del cuerpo infantil un cuerpo expuesto a goces parciales y
fragmentados. Se van configurando, en un trabajo intersubjetivo con el Otro, la superficie y
límites del cuerpo erógeno.

La creación adolescente del cuerpo genital.

Con la llegada de la pubertad, el cuerpo infantil se transforma abruptamente en un territorio


invadido y gobernado por la sexualidad genital;

El cuerpo se transforma en un extraño heterogéneo para la psique. El resultado de esta


mutación es cuerpo-soma, de bordes sinuosos y cambiantes que impone un trabajo de
familiarización. Hay riesgo de ruptura del sentido de continuidad existencial. El yo tiene las
tareas de auto-transformarse y establecer un lazo de continuidad, a través de la
historización y fantasmatización.

Con la llegada de la pubertad, el grupo familiar debe dar lugar a la creación de otros grupos
y espejos.La exuberante sexualidad genital puberal y las alteraciones o distorsiones
corporales serán siniestras para el propio púber y sus padres.

52
La función del espejo generacional puede ser concebido como un espejo versátil y
polifacético, que configura una imagen re-unificada del cuerpo por medio de contactos,
miradas, gestos, modas, rituales etc. Esto apuntala al adolescente en su proceso de
desasimiento y des-identificación de lo familiar infantil y favorece la creación de ideales y
modelos identificatorios.

El propio cuerpo genital se irá creando en la adolescencia mediante las inscripciones e


identificaciones resultantes de los encuentros con el “otro cuerpo” y con el cuerpo genital de
los “otros”.

El nuevo cuerpo como resultante de encuentros y escrituras múltiples.

Hablando de la constitución del cuerpo genital, señalamos que la iniciación sexual es un hito
en los procesos de subjetivación. El otro, en su función de compañero sexual en presencia
con su participación ayuda en la inscripción del cuerpo genital

La apropiación del cuerpo se da en el encuentro con nuevos cuerpos, también en proceso


de escritura de lo propio en el otro y por el otro. En ese interjuego se posibilita la creación
del “nuevo cuerpo”

El cuerpo psíquico se constituye mediante la escritura del cuerpo en otros cuerpos y por
otros cuerpos, marcas que se denominan “excripciones” e inscripciones, posibilitadas por la
grupalidad.

La vestimenta adolescente añade una impronta personal y social a la superficie del cuerpo
en proceso de apropiación. Utiliza ropas viejas y gastadas, que representan partes de su
antiguo cuerpo niño.

La tenencia de esas prendas en “descomposición”, que caerán cuando finalice el proceso


de creación del nuevo cuerpo, podría ser el equivalente del acto de retener y de figurar el
duelo por las partes del cuerpo infantil perdido.

El tatuaje es una escritura en el cuerpo, un intento de marcar su superficie, hacer una


muesca en lo real y subjetivarlo. El adolescente irá creando de acuerdo a sus recursos,
estilos posibles de expresión sexual y modos singulares de encuentro erótico genital y
paragenital con el otro.

Lenguajes y escrituras del cuerpo.

Durante el entretiempo de la sexuación, en el que se pone en juego el arduo trabajo de


creación/apropiación del cuerpo, este se expresa de diversos modos:

● Conversiones
○ Significante que alude a las transformaciones corporales
○ Proceso de histerización, que crea síntomas conversivos transitorios,
desplegando escenas de seducción ofrecidas a la mirada del otro, en un
juego que representa las escenas sexuales infantiles. Son formaciones del
icc que dan cuenta de un adecuado proceso adolescnete, tramitando los
materiales sensuales e incestuosos activados por lo puberal.
● Somatizaciones

53
○ El cuerpo de la niñez se transforma en un nuevo soma, en una superficie
discontinua, heterogénea, sin inscripciones. Un cuerpo con fragmentaciones
transitorias. El soma es un espacio no inscripto e integrado todavía como
cuerpo, por lo tanto, no representado por el psiquismo, y según la eficacia de
los trabajos puberales devendrá un cuerpo propio o extraño
○ El cuerpo es sede de trastornos corporales transitorios, sensaciones
dolorosas, diversas somatizaciones y transformaciones corporales que
demandan un trabajo de inscripción de la adolescencia, que se denomina “in-
corporación”
○ Desencadenamiento de graves trastornos corporales que dan cuenta de un
proceso patológico.

Vegh: Afirma que los cuerpos escriben lo que no pueden decir, muestran lo que no pueden
escribir y sufren lo que no escriben ni muestran. El cuerpo en transición está abierto a la
“excripción”, excripciones que retornarán desde los otros como inscripción del cuerpo
propio. Esto exogamiza al cuerpo, posibilitando la excorporación del objeto, destituyendo el
autoerotismo en favor del hallazgo del objeto y la vida amorosa. El cuerpo es la inscripción
de lo nuevo en continuidad con lo ya inscripto y resignificado.

Creación del “cuerpo propio”, alteraciones y alteridad.

Cuando fracasan los procesos puberal y adolescente, se dan alteraciones. El cuerpo genital
o algunos sectores son rechazados y mudan definitivamente a la condición de “cuerpo
extraño”, soma compuesto por agujeros y órganos indescifrables para el sujeto que lo
remiten a la dimensión fallida de una castración que retorna. Entonces lo familiar se torna
siniestro. El cuerpo se torna inesperada y desmesuradamente seductor, perturbador. El
cuerpo será reprimido, escindido, proyectado, forcluido…, pero aun así retomará como
síntoma conversivo, trastorno psicosomático, fenómeno hipocondríaco, etc. La estrategia
del adolescente frente a esas perturbaciones se verificará en: intentos de atacar, suprimir o
controlar el cuerpo vivido como perseguidor; intentos de “des-embarazarse” del objeto
incorporado.

Grassi - Adolescencia Reorganización y nuevos modelos de


subjetividad
El des-orden
● Reorganización: implica que un orden es cambiado, transformado por
reacomodamientos, reordenamientos, por des-orden de lo existente.
● Organizaciones neo: surgen a partir de la incorporación de nuevos elementos.
● Des-orden: no es producto de una carencia del sujeto ni deviene por “evolución
natural” del desarrollo. Meta a alcanzar mediante un esfuerzo de trabajo psíquico.
● Desorganización: existen procesos adolescentes que pueden tomar esas
derivaciones en la medida en que aparezcan importantes interferencias que
obstaculizan el procesamiento o metabolización de los elementos nuevos que se
presenten. También son conocidas distintas resistencias al des-orden, de los padres
e instituciones y sobre todo las propias.
Apuntan a la incorporación de lo nuevo, de lo distinto, de lo hetero.
Lo puberal-lo adolescente

54
Implica un potencial saludable (no siempre desarrollado) de cambio. Distintos autores
plantean la adolescencia como un segundo nacimiento donde intervienen procesos de
incorporación y homogeneización. Tiene distintas fuentes:
➔ Campo intra-subjetivo: son los cambios corporales y la historia personal del
adolescente.
➔ Campo inter-subjetivo: relaciones familiares, conjunto de personas que viven en el
mismo lugar y círculo más amplio. El adolescente comparte con ellos un período
histórico-político-social.
➔ Campo trans-subjetivo: conecta con las generaciones precedentes.

Puntualizamos distintos elementos heterogéneos a metabolizar en este período:

1. Crecimiento y desarrollo que jaquean la identidad: los cambios corporales y el


nuevo funcionamiento endócrino y hormonal producen el crecimiento del cuerpo y la
aparición de los caracteres sexuales secundarios. Esto implica un proceso de
simbolización para el psiquismo. La maduración biológica que se genera entre los 12
y los 16 años replantea en simultáneo las identidades enraizadas a lo somático.
El crecimiento de los órganos sexuales internos y externos anuncian al psiquismo un
trabajo de metabolización de las diferencias de género sobre el desarrollo de la
identidad sexual.
La simbolización del crecimiento del cuerpo (erógeno) con su naciente genitalidad
implica trabajos psíquicos en relación con el estadio del Espejo como formador de la
función del yo (Lacan, 1975) y sus categorías (narcisismo e identidad, “lo extraño”,
Ford-da) y del Complejo de Edipo (identificaciones sexuales, de género y
generacionales) que comprometen toda la estructura del aparato psíquico.
Además el adolescente atraviesa una etapa de duelo por los padres de la infancia,
por la historia de las relaciones infantiles de objeto, por la mismidad, por el self, etc.
Esto implica una caída y transformación de la infancia, donde los referentes
simbólicos de la identidad son resignificados (nombre, apellido, filiación, pertenencia
a un sexo, a un grupo de origen, a una generación).
2. Los dos tiempos o fases de la sexuación (y el entretiempo): Bleichmar no lo
plantea como fases sino como dos sexualidades diferentes: una caracterizada por
cuidados precoses, implantada por el adulto, productora de excitaciones que
encuentran vías de ligazón y descarga bajo formas parciales y otra con primacía
genital, establecida en la pubertad.
Lo puberal-adolescente es el entretiempo de la sexuación en la medida en que la
culminación de la sexualidad (infantil) no se produce automáticamente. Requiere de
estaciones de recambio de la identidad. Lo puberal-adolescente tiene urgencia de
transformar y crear. Es una estación de recambio del cuerpo, del objeto, del
emplazamiento generacional. Si bien es momento propicio para las repeticiones de
los modelos de relaciones de objeto de la infancia, del narcisismo, del complejo de
Edipo, de la historia infantil y el pasado familiar, también es empuje para el origen y
los nuevos comienzos.
3. Erotismo genital y hallazgo de objeto alteran “lo familiar”: la iniciación sexual
marca un antes y un después, un hito en los procesos de subjetivación. La
inscripción del cuerpo genital no es sin angustia, en la inscripción de la categoría
misma de la alteridad del objeto. Con el coito se inscriben y reinscriben diferencias

55
corporales, de género y desiderativas. El otro se constituye en su alteridad como
sujeto de deseo.
4. La sucesión generacional y su reordenamiento: el potencial pasae de hijo/a au su
proyección como madre/padre es un corrimiento generacional cuya metabolización
implica deseo de muerte y asesinato de los progenitores como operaciones
simbólicas. Esto conlleva crisis y duelos que suceden en la adolescencia. Los
padres tienen que sobrevivir al asesinato (simbólico), deseo de muerte del cual son
objeto.

Maroño - La pubertad. De lo disruptivo a la traumático


Hay dos aspectos de la pubertad centrales: el extrañamiento en relación a lo corporal y la
pubertad como traumática.

Cuando el púber toma conciencia de su crecimiento se sorprende. Hay un desfasaje entre el


crecimiento corporal y la inscripción y representación psíquica de los cambios físicos.

Desde el psicoanálisis, se considera a la pubertad como traumática por el impacto que


producen en el psiquismo los cambios físicos que no son acompañados de su inscripción y
representación psíquica.

Maroño postula a la pubertad como un proceso normal del desarrollo no traumático, sí


potencialmente traumático; y al desfasaje como una situación disruptiva. Diferenciar lo
disruptivo de lo traumático permite resaltar las capacidades inherentes y propias de cada
sujeto para su elaboración.

La pubertad: situación disruptiva.

Algo pasa en y desde el cuerpo. En un principio, lo somático se le impone al púber. El


crecimiento corporal es drástico (caracteres sexuales genitales, desarrollo de la sex genital
y capacidad de procrear), y requiere de un tiempo para su elaboración.

Los cambios irrumpen sin mediar ninguna posibilidad de control. Sorpresa e incertidumbre,
ya que psíquicamente aún es un niño. Se encuentra con un cuerpo apto para las relaciones
sexuales, pero que no logró aún un desarrollo psíquico que acompañe estos cambios.

La imagen corporal se va construyendo y elaborando a lo largo de la vida, y es la


interiorización de la relación del niño con su cuerpo.

Aberastury: 3 duelos (por el cuerpo infantil, por los padres de la infancia y por la identidad y
rol infantil). Estos duelos repercuten en la esfera del pensamiento y una lograda tramitación
favorece la entrada a la adolescencia.La importancia de la relación del niño con su cuerpo
es uno de los indicios para medir la integridad de su yo, ya que hay una íntima relación
entre la imagen corporal y las funciones del yo, en especial la percepción, el juicio de
realidad y el control de la motricidad. Lo inesperado del encuentro del púber con una nueva
imagen produce efectos intra-psíquicos desestabilizantes.

Urribarri: Define a la adolescencia como una situación potencialmente traumática. El cambio


puberal es disarmónico, creando sensaciones de cambio caótico que altera el sentido de
identidad. La herida narcisística refiere a que el Yo queda desbordado e imposibilitado de
control, lo que disminuye su autoestima. Hay una vivencia de ajenidad por los cambios

56
corporales, que son vividos como provenientes de afuera. Estos cambios devienen
traumáticos cuando son tempranos, bruscos, intensos y en un corto plazo. Generan una
sensación de extrañamiento frente al cuerpo, ya que se arma la paradoja de saberlo como
propio, pero sentirlo desconocido.

Postular a la pubertad como una situación disruptiva permite:

● Resaltar las capacidades de cada sujeto para resolver y tramitar el impacto que el
cambio produce en el psiquismo
● Diferenciarlo de trauma
● Describir la importancia del proceso de metabolización y de la función de los factores
metabolizadores.

Lo disruptivo es el impacto de lo fáctico en el psiquismo, que desorganiza, desestructura y


provoca discontinuidad. La desorganización no le pertenece al impacto sino que depende
del sujeto que lo vive (Benyakar).

De lo heterogéneo a lo homogéneo.

Para postular lo disruptivo de la pubertad y de la vivencia ominosa se basa en la propuesta


de aparato psíquico de Benyakar. El autor sistematizó el modelo creado por Aulagnier.

Por medio de los espacios psíquicos se irán ubicando los diferentes fenómenos para poder
precisar las características transformacionales del psiquismo. Este proceso será llamado
“Proceso de metabolización”, ya que al diferenciar los espacios psíquicos se puede
establecer el modo en que lo no propio se transforma en propio para cada uno de los
espacios.

Todo estímulo proveniente del mundo de lo fáctico es heterogéneo al psiquismo,


imponiéndole la exigencia de un trabajo de metabolización para convertirlo en homogéneo y
pasible de ser usado para su desarrollo.

La metabolización psíquica es un proceso que se da en el interjuego entre los diferentes


espacios psíquicos: originario (da una primera y rudimentaria forma a los estímulos fácticos,
la percepción es endógena; desconoce la diferenciación interno-externo), primario
(predomina el contacto con algo que no es puro autoengendramiento, pero tampoco puede
llegar a reconocerse al otro como diferente; comienzo de diferenciación del afuera, pero la
relación con el objeto aún es difusa) y secundario (se afirma la categoría de lo externo;
alteridad con cualidades específicas).

La vivencia traumática.

Debe darse una desarticulación de afecto y representación que no pasa en todos los casos.
Esto puede deberse a un vivenciar traumático, que refiere a fallas primarias en la
simbolización, en la estructuración psíquica. La función de co-metabolización refiere a la
función maternante y paternante. Cuando esta falla, se da un vivenciar traumático y la
imposibilidad de metabolizar de lo disruptivo y de la vivencia ominosa. La confusión de
límites es parte de la problemática puberal. La presencia de figuras representativas es de
fundamental importancia.

La vivencia ominosa.

57
Para que se dé la nostalgia de lo que se extraña o se perdió, se necesita un segundo
tiempo (cuando el sujeto toma conciencia de que algo ya no está). El psiquismo debe
procesar este extrañamiento del cuerpo.

Waserman dice “una vez que se pone en marcha el cambio, no se puede parar, se vuelve
trauma o maravilla”.

Algo nuevo debe inscribirse, pero también algo debe re-presentarse. En la pubertad se da
ese interjuego entre lo novedoso (externo) y lo conocido (inernot).

El impacto disruptivo de la pubertad y la sensación de extrañeza implican la ruptura con lo


familiar y el cambio de relación consigo mismo y con el mundo.

Los cambios corporales quedan en espera a ser significados. La mirada funciona como
organizador de estas sensaciones y cambios; favorece la diferenciación entre fantasía y
realidad, la estructuración de experiencia interna y externa y la percepción y comunicación
de manera organizada.

La vivencia ominosa no es traumática ni patológica, es un tipo especial de articulación entre


representación y afecto, es una vivencia con una cualidad especial, la que hace que el
púber experimente una sensación de extrañeza posibilitándole el desarrollo de defensas
saludables para el logro de su elaboración.

La vivencia es esa particular articulación entre afecto y representación, es una función


psíquica articuladora que opera en el mundo interno. Es un concepto meta-psicológico que
alude a la actividad psíquica; es inefable, es decir que no puede ponerse en palabras si bien
siempre está implícita en el relato de un sujeto. La vivencia es el producto de un modo de
procesar que tiene el psiquismo, lo que la hace única y singular. La vivencia produce el
vivenciar, proceso mediante el cual se despliega la capacidad de articular el afecto con la
representación, y así poder procesar los eventos fácticos a los que se ve expuesta a lo largo
de la vida.

Benyakar postula la vivencia siniestra u ominosa, cuando existe una articulación particular
entre afecto y representación. Siniestro u ominoso, nos dice, tienden a homologarse con lo
terrible y desagradable, pero se trata del inter-juego que se produce entre lo propio/no-
familiar y lo familiar/no-propio, haciendo una clara diferencia con lo traumático.

Postulo a la vivencia ominosa como parte del proceso evolutivo, conlleva una función
subjetivante. Lo disruptivo de la pubertad, del orden de lo fáctico, promueve un proceso
psíquico que genera una vivencia con una cualidad específica ominosa que no es
patológica.

La vivencia ominosa es elaborable a diferencia de la vivencia traumática, y posibilita el


desarrollo de defensas saludables, en el mejor de los casos, para el logro de su
elaboración. Si bien ambas vivencias emergen de lo disruptivo, la ominosa no coarta el
procesamiento psíquico, sino que es inherente al mismo.

El registro de lo novedoso de los cambios somato psíquicos se dará con el pasaje del
espacio Originario al Primario. Es en la interrelación con lo externo, cuando el púber
confronta su imagen con algo del afuera y donde se produce el evento disruptivo que
genera una vivencia del orden de lo ominoso. A partir de la confrontación de su imagen en

58
el espejo o con otros sujetos, el púber se asombrara de sí mismo, de su imagen conocida
pero desconocida a la vez, lo que implicará una nueva re-presentación, de un afuera propio
pero no-familiar.

La aparición de lo somático psíquico y lo pulsional como heterogéneo, pueden tener dos


destinos: persistir como heterogéneo o ser metabolizado transformándose en homogéneo.

Por lo tanto lo disruptivo de la pubertad y la vivencia ominosa, serán tramitados a partir de la


modalidad de la metabolización subjetiva; es decir, propia de cada individuo, y en relación
con la función de los factores co-metabolizadores.

La función de metabolización es un proceso psíquico.

Uso el término factores co-metabolizadores porque: acuerdan con la propuesta de aparato


psíquico aquí utilizada; colaboran y participan con el proceso psíquico de metabolización de
un sujeto por lo que son co-metabolizadores; permite englobar, no sólo a las figuras
parentales, sino también otras figuras y a actividades que el púber puede realizar y
colaboran en la elaboración del proceso puberal.

Los factores co-metabolizadores refieren especialmente a la función maternante, y


paternante pero también a los vínculos: fraternos, de amistad y de otros sujetos
significativos en la vida del púber. El entorno; es decir, su mundo, sus lugares de
pertenencia, sus actividades, colaboran también en la metabolización de lo novedoso.

Para la tramitación satisfactoria de la pubertad, los vínculos que el púber establezca son de
extrema importancia. Quiero destacar en particular al grupo de pares, los amigos, como
aquellos que cumplen una función fundamental en la elaboración del proceso puberal. Los
amigos, como espejo del púber, le permiten reflejarse en ellos y lograr la elaboración y
registro de los propios cambios acaecidos a partir de ver que los mismos también ocurren
en ellos. La amistad funcionará como sostén del proceso ya que los grupos de pertenencia
mitigaran el sentimiento de soledad que experimentan, brindando un lugar de pertenencia y
una sensación de seguridad y fortaleza por el hecho de que a ellos “les pasa lo mismo” y
“pueden entenderme”.

Algunas reflexiones.

El comienzo de la resolución de la bisexualidad y del Complejo de Edipo, el pasaje de lo


fálico a lo genital, del Yo ideal al Ideal del yo, son algunos de los trabajos a realizar por el
púber.

La experiencia en la pubertad articula lo disruptivo y la vivencia ominosa, dándole a la


experiencia puberal esa cualidad específica. La reactivación del narcisismo infantil en la
pubertad hace que la propia imagen no sea aquella que se desea o espera, lo que provoca
una baja de la autoestima y una herida narcisística. La angustia por la pérdida del cuerpo
infantil resignifica la angustia de castración expresada en relación al ideal.

Conclusiones.

Con el devenir de la adolescencia, y para poder transitarla satisfactoriamente, el antes


púber debe haber logrado la concordancia entre la imagen interna de su cuerpo y la

59
externa. En la adolescencia debería lograrse que la confrontación con lo externo ya no sea
disruptiva ni ominosa, sino que sea concordante con la de su psiquismo.

La pubertad es un momento de cambio. Lo que comienza en la pubertad se consolida en la


adolescencia. En la adolescencia, los fenómenos están más relacionados con su entorno y
con los impactos sociales del mismo, produciendo problemáticas en relación con
desequilibrios narcisistas y padecimientos relacionados con los ideales.

Rother Hornstein - La pubertad: Un traumatismo


La adolescencia impone a la psique un trabajo de metabolización, de reorganización y de
transformación. Su fuerza des/estructurante depende del impacto vivencial de los cambios
corporales y las exigencias socio-culturales.

La historia del sujeto es una compleja trama de acontecimientos que se resignifican entre sí.
Historia constituida desde la historicidad del otro y constituyente a la vez. No hay historia sin
cuerpo ni cuerpo sin historia. Es en parte a través del cuerpo como la realidad humana se
aprehende. Los discursos sobre el cuerpo enunciados por la madre al principio y los
enunciados por el yo a posteriori van construyendo la propia historia libidinal.

La pubertad enfrenta al joven con una realidad que le impone un reordenamiento afectivo y
representacional para aceptar su nuevo cuerpo, renunciar a las satisfacciones infantiles, ir al
encuentro de nuevas investiduras objetales que le permitan acceder a nuevas posiciones
identificatorias.

El modelo traumático.

En Freud, es traumática aquella experiencia que aporta un montante de excitación que


excede la posibilidad del psiquismo de elaborarla por los medios habituales.

La pubertad es el traumatismo por excelencia, momento en el cual se reeditan las


experiencias sexuales infantil, que imponen un trabajo de simbolización; Traumatismo por
Excelencia ya que se trata del segundo tiempo, el cual resignifica las primeras inscripciones
de experiencias vividas que cobran carácter de traumáticas a partir de ese momento.

La pubertad promueve un estado de ruptura de un equilibrio anterior, tanto corporal como


psíquico. La pubertad obliga a una autoorganización psíquica del sistema. Un sistema
puede autoorganizarse cuando reacciona frente a las perturbaciones imprevistas
permitiendo que aparezcan nuevas propiedades, que pueden tomar la forma de una nueva
estructura. Para que una desorganización pueda producir reorganización es preciso que la
significación de las relaciones entre las partes se transforme. La posibilidad de
autoorganización del psiquismo estaría dada por el hecho de poder establecer sus propias
significaciones.

Los cambios corporales amenazan con desbordar la capacidad del aparato psíquico para
tramitar los conflictos. El conflicto entre pulsiones sexuales y prohibiciones puede facilitar la
aparición de una “estructura disipativa”.

La metamorfosis corporal de la pubertad obliga al encuentro del psiquismo con una nueva
representación del cuerpo que cambia y con una nueva forma de manifestación de su
mundo pulsional. Se impone un trabajo de simbolización. La pubertad cuestiona todo y
amenaza el funcionamiento del yo al mismo tiempo que invita a la recuperación de lo

60
histórico-vivencial, amplía el mapa de significaciones singulares y abre a nuevas formas de
productividad psíquica. El trabajo de la pubertad será la posibilidad de apropiarse de ese
cuerpo capaz de procrear.

El trabajo de la adolescencia.

Es la reapropiación de la historia infantil. La pubertad hace que el sujeto devenga


propietario de su cuerpo sin estar totalmente listo para renunciar a los beneficios de la
copropiedad que tenía con sus progenitores.

El adolescente está obligado a ubicar su cuerpo en un triple registro: real, libidinal y


simbólico. El sentimiento de extrañeza, la pérdida de los reparos y los límites llevan al
adolescente a tratar a su cuerpo como un objeto externo a su vida psíquica. Tratado como
un objeto que no se vive totalmente como parte de sí mismo, puede ser económicamente el
depositario de todos los afectos amenazantes para su propio psiquismo (odio, agresividad,
envidia). En adolescentes con patologías severas, su cuerpo puede ser maltratado,
transformándose en el equivalente de un objeto persecutorio que causa un intenso
sufrimiento, el cual puede estar al servicio de proteger al joven de sentimientos de odio
hacia uno de los padres que son respuesta a una falla identificatoria por parte de los padres.

La reapropiación del cuerpo sexuado dependerá de la solución que el sujeto encuentre a


partir del reconocimiento de “su” nuevo objeto, de la manera en que viva y metabolice los
ataques agresivos que retornarán sobre él y de la capacidad de vivir los afectos
ambivalentes sobre quienes fueron hasta entonces sus objetos de amor idealizados.
Dependerá de la posibilidad de traducción de las representaciones infantiles a un lenguaje
de las pulsiones genitalizadas y del borramiento de los recuerdos autoeróticos de la infancia
en provecho de la puesta en escena de una sexualidad que satisfaga también las
necesidades de ternura.

Unidad 5

Kancyper - La confrontación generacional - Cap 4, 8 y 9


4. La resignificación de las identificaciones en la adolescencia. El chancho inteligente

La libertad es la dimensión histórica del hombre, una perpetua invención, se disipa si no se


realiza en un acto, es una simple desición que siempre incluye a otro.

"Intentaré desarrollar las raíces de la genealogía de ciertas identificaciones arcaicas que


alinearon a Amanda, o el chancho inteligente"

Identificaciones alienantes, porque ha permanecido cautiva de ellas para cumplir una misión
singular al servicio de regular al "otro". El "otro" significa el narcisismo parental y la
identificación con él mismo.

A medida que se recurre al estudio de los orígenes se aborda el descubrimiento del ser. La
indagación sobre la identidad parte del estudio de las raíces.

A continuación plantearé: a) la importancia de la resignificación en las identificaciones del


adolescente, y b) la arqueología y la historia en el proceso psicoanalítico.

61
Estos temas se ilustraran en un caso con una adolescente de 18 años:

Primera entrevista: Conflicto desde los 13 años. No sabía si estar con el hermano o la
hermana, los tomaba como bandos separados. El padre la pesaba y la llamaba "chanchito
inteligente". Quiere que su vida sea paralela a la de sus padres. Manifiesta que no quiere
estar sola, que estando sola se deprimió y comió mucho (tiene 23k. De sobrepeso).

Segunda entrevista: Su segundo nombre, Sonia, es el de la madre del padre, la cual murió
cuando él tenía 13 años. A ella no le gusta pero el padre la obliga a usarlo. Le importa
mucho la mirada del padre. El la forzaba a bajar de peso, hasta que ella le escribió una
carta y el paró de pesarla constantemente. Se va a vivir al exterior y se pregunta si se va
porque quiere o para sacarse de encima a los padres. Quiere separarse de ellos. El padre
es muy demandante y, según ella, celoso.

Luego de cinco años de vivir en el extranjero, vuelve a otra consulta: Continúa teniendo
conflictos con su cuerpo. Sus padres se separaron. Dice que en ella persiste una pregunta
que la acecha desde siempre "¿Por qué será que cuando me veo en el espejo, empiezo a
insultar a mí padre?". Muestra un árbol genealógico de parte de su padre, cuenta que su
abuela murió por asma y sobrepeso. Expresa deseo de formar una familia con varios hijos
en un futuro.

Luego de dos años, le escribe una carta al terapeuta: Dice que este año no sintió la
necesidad de una consulta. Se compró un departamento y cuenta lo bien que le va en el
trabajo (servicio social en la municipalidad de su ciudad), dice que la elección del puesto no
es casual, que avanza a pasos agigantados y que no le extraña porque "fuera de mí
enorme capacidad, yo siempre corrí más rápido que la pelota… ¿No?".

Previo al nacimiento de Amalia, ya estuvo predestinada por el deseo del padre a ser la
obesa de la familia para ocupar el lugar de su obesa abuela.

A los 13 años Amalia materializó a su abuela en su propio cuerpo. Reeditaba entre ella y su
padre la relación sadomasoquista que el padre mantuvo y aún mantiene con su madre en
un interminable duelo que no logra resignar.

Amalia se identificó con el "chancho inteligente", resignificando en su adolescencia está


marca identificatoria que precedió a su nacimiento. Este caso ilustra que la identificación
arcaica es producto de una situación identificatoria compleja que se despliega en dos
tiempos, a semejanza de la situación traumática.

La resignificación en el recambio identificatorio de la adolescencia

El orden simbólico es el lugar que ocupa el hijo en la fantasmática individual en los


progenitores y en la pareja. Este lugar está determinado en relación con el sistema
narcisista de los progenitores, y se plasmara en una representación: será el representante
narcisista primario del deseo inconsciente de la madre y del padre. A partir de este
momento lógico el adolescente comienza a ser identificado con un rol, y es el punto de
partida de su identidad y su identidad sexual.

El representante narcisista operará durante toda la vida como referencia constante y el


adolescente necesitará efectuar un trabajo de reelaboración diario para conquistar su
condición subjetiva.

62
Leclaire afirma que la práctica psicoanalítica se funda en un trabajo constante de una fuerza
de muerte. Matar la representación del niño-rey es la condición en donde el yo comienza a
nacer.

Freud plantea el concepto de adolescencia como una nueva etapa libidinal en la cual las
transformaciones que acontecen se deben fundamentalmente a dos aspectos: la
subordinación de todos los orígenes de la excitación sexual a la primacía de las zonas
genitales, y el proceso del hallazgo del objeto, con mandato genital y más allá de las figuras
parentales.

Para conquistar este objeto exogamico, el aparato psíquico necesita sufrir transformaciones
especiales.

Este nuevo embate de la realidad de incompletas en el adolescente centra una primera


batalla narcisista que sacude todas sus instancias psíquicas (yo, ideal del yo, superyó, yo
ideal). Por esto, la adolescencia reinstala la asunción de la problemática de la bisexualidad
y de la castración simbólica: soportar la incompletud y la diferencia, tanto en el sistema
narcisista intrasubjetivo como en el intersubjetivo.

Todo adolescente guarda huellas mnémicas que solo puede comprender al experimentar
sensaciones propiamente sexuales.

La segunda escena le dan valor patógeno o traumante a la primera. Entonces, el


adolescente no puede recurrir a la defensa normal, porque el displacer proviene del
recuerdo, no de la percepción.

Lo importante en nuestro trabajo es buscar el pasado para re-escribirlo en una diferente


estructura. Lo revivido es fundamental y es el punto de partida que tiene el paciente, pero
no es el punto de llegada (que es la reestructuración).

El sujeto se define según como reestructure su biografía para transformarla en su propia


historia.

En la medida en que la constitución de la identificación se despliegue -resignificación


mediante- en dos tiempo, el segundo movimiento en torsión operará en sentido regresivo,
dando por una parte significado traumático a la identificación potencial y, por otra parte,
inaugurando el movimiento de la libido, que tiende a abandonar sus posiciones más
adelantadas y a regresar a etapas anteriores. Es así como se produce una separación de
los elementos que estaban mezclados.

La adolescente ante el espejo

Lo corporal en referencia a la imagen del propio cuerpo como algo ficticio, como una
configuración.

El adolescente se ve obligado a asistir pasivamente a una serie de modificaciones físicas y


hormonales.

Aberastury denominó esto como un duelo por la pérdida del cuerpo infantil, que producto un
fenómeno de despersonalización.

63
Las nuevas imágenes del nuevo cuerpo conmueven el patrimonio de las autoimágenes
anteriores, las cuales adquieren un nuevo tipo de significación.

Las imágenes anteriores que no habían alcanzado a adquirir una inscripción simbólica en
un contexto significativo cobra en la adolescencia un efecto y un valor patógeno

Las angustias provienen de la pérdida del cuerpo infantil, y fundamentalmente también del
impacto que produce la incompatibilidad de las nuevas imágenes provenientes de los
cambios del cuerpo, y el arsenal de las imágenes resignificantes de la historia.

La báscula de la idealización y de la omnipotencia en el adolescente y sus padres.

La necesidad del adolescente de dejar de ser "a través de" los padres para ser el mismo
requiere encontrar ideales nuevos en otras figuras más adecuadas a la realidad.

El adolescente representa para cada uno de los padres lo que es, lo que fue, lo que querría
ser y a la persona que fue una parte del sí mismo propio.

La reestructuración en el yo ideal durante la adolescencia sufre una conmoción por el


choque de dos sentidos, reabre a posteriori las heridas narcisistas no superadas en ambas
partes especulares.

Si el desafío conduce al desenganche, promoverá el crecimiento del adolescente hacía la


individuación. Este desafío se denomina "desafío trófico" y está signado por la pulsión de
vida. Por otro lado está el "desafío tanático" , signado por la pulsión de muerte, que repite
compulsivamente el reenganche. (Cómo en el caso de Amalia)

Arqueología e historización en el proceso analítico del adolescente.

En análisis partimos de dos vías complementarias desde el comienzo: la arqueológica (es la


exhumación y el conocimiento de los vestigios materiales dejados por el pasado, o en otras
palabras, los recuerdos) y la histórica (de reconstrucción de la síntesis del pasado y del
establecimiento de conexiones significativas).

La reminiscencia es un recuerdo sin sus orígenes, cortado de sus raíces. En el caso de


Amalia, el "chancho inteligente" opera como una reminiscencia, o como un cuerpo extraño
interno y se convierte tanto para el padre como para la hija en el punto de partida de sus
comportamientos más incomprensibles y generadores de sufrimientos innecesarios, que
prohíben en ambos la posibilidad de acceder a comprometerse, sin zozobrar y con arraigo,
a una vida exogamica libre de este objeto anacrónico, enigmático y rebelde a la
historización.

8. La Desmentida

El adolecer y la adolescencia de los padres del adolescente

La adolescencia es un movimiento pleno de fuerza, de promesas de vida, y no hay


adolescentes sin problemas o sufrimiento, este es el período más doloroso de la vida.

También representa la etapa de los duelos, las angustias, y las alegrías más intensas de los
padres del adolescente, quienes deben enfrentar elaboraciones psíquicas complejas,
debido a la reactivación y la resignificación de sus propias adolescencias.

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Ellos sufren duelos y angustias por la resignación de sus deseos narcisistas de inmortalidad
y completud investidos en el hijo. Además, deben admitir la sexualidad y la potencia de
desarrollo en el hijo, contrapuesto a las de ellos que se encuentran en disminución.

Cuando el padre no resigna su propia adolescencia y no puede ejercer su función paterna,


ni realizar la elaboración de estos duelos, se produce el borramiento de la diferencia
generacional, y la necesaria rivalidad edípica deviene una trágica lucha fraterna y narcisista.
En lugar de la confrontación se instala la provocación, la evitación o la desmentida, lo cual
altera el proceso de identidad.

El padre "pendeviejo". Compite con el hijo, se pone al mismo nivel, parece el hermano

Este padre no instituye la función paterna, no ejerce el corte en la diada, e impide que el hijo
acceda a la confrontación generacional.

La adolescencia se caracteriza por el definitivo desprendimiento mental de los padres, a


través de la superación del complejo de Edipo y de la culminación del desarrollo sexual.

La confrontación generacional y la dialéctica de las identificaciones

El adolescente debe rechazar ciertas identificaciones para acceder a otro nivel de


identificación que le permita lograr una posición independiente. Él debe rechazar lo
establecido en la tesis parental (tienes que ser como tu padre) para realizar un proceso de
separación interna. El sujeto, para desidentificarse, debe efectuar un segundo movimiento,
el de la antítesis (quiero ser cualquier cosa, salvo como mí padre), y se encontrará como
mutilado de los modelos pasados admirados, valorados y no cuestionados, y así pasa al
tercer movimiento, el de la síntesis (quiero ser yo, semejante a mí padre), donde aparecen
sentimientos de esperanza y vivencias de renacimiento, como consecuencia del nuevo
producto que surge del reordenamiento identificatorio a partir del acto de la confrontación.

Los padres blandos

El padre blando promueve la inversión de la función paterna. El hijo ocupa su lugar y


paternaliza a sus progenitores. El hijo, al quedar fundido con su padre, no puede efectuar la
síntesis de su propio reordenamiento identificatorio.

Tanto los padres blandos, como los "pendeviejos" generan un fenómeno particular
caracterizado por la reversión de la demanda de dependencia.

Reversión de la demanda de dependencia

Surge por el desvalimiento y la necesidad de los propios padres, que inducen precozmente
al hijo a operar como soporte de los progenitores, para poder garantizar la homeostasis de
la dinámica familiar. Esto inviste al hijo de una elevada carga narcisista y masoquista de
omnipotencia e idealización.

9. La Provocación

La resignificación en el adolescente y en sus padres

En la adolescencia se exteriorizan las consecuencias patógenas de “procesos primarios


póstumos”: experiencias, impresiones y huellas mnémicas de la infancia que han

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permanecido en el psiquismo sin haber producido efectos traumáticos patógenos, y que se
resignifican en esta etapa de recomienzo de desarrollo sexual debido a la maduración
orgánica, el incremento pulsional, la reestructuración de las instancias del aparato anímico y
las nuevas demandas del mundo social. El futuro y el pasado se condicionan uno al otro
para estructurar el presente; La adolescencia representaría una causación retroactiva desde
el presente hacia el pasado (Nachtraglich). El otro periodo significativo es la menopausia
debido a las reestructuraciones que se generan durante su transcurso.

La rectificación con posterioridad del proceso primario tiene un valor fundamental para
nuestra práctica analítica.

La adolescencia es un periodo turbulento, no solo para el hijo que crece sino para los
padres del adolescente, quienes asisten a la resignificación de sus propios momentos
evolutivos y de sus esbozos infantiles y adolescentes que han dejado como secuela algunos
capítulos olvidados de sus relaciones con sus propios padres y hermanos, y que se
reaniman a partir de la confrontación generacional con el hijo adolescente.

Ciertos padres suelen reaccionar con severos contraefectos de autoritarismo, en respuesta


a la autonomía que va mostrando su hijo adolescente. Esta situación de rivalidad puede
llegar a condicionar la resignificación de los complejos edípicos y fraternos no resueltos en
las historias parentales; denegando la confrontación generacional e implementando, en
cambio, un desafío entre padres e hijos.

Caso: Javier. 38 años.


A los 13 años comenzó una campaña de destrucción por parte de su padre, quien había
resignificado los complejos edípicos y fraternos no superados de su historia infantil y
adolescente con su hermano menor Miguel, quien precisamente tenía 13 años cuando
murió su padre (Abuelo de Javier).
“Lo único que le importaba era demostrar que era más que yo” “Miguel era el privilegiado de
mi abuela, y papá siempre hablaba muy mal de él; que era un loco y un vago, pero por lo
que yo recuerdo siempre trabajo” “Yo era un vago para mi papá también. Siempre
establecía un paralelismo entre mi tío y yo”
“Sigo enganchado en este resentimiento e impotencia, el rencor me traba. Lo tengo con mi
papá, con mi mama, con mi hermana, con mi ex mujer, con mis hijas y con mis socios;
tengo bloqueados mis sentimientos hacia ellos”.

El caso de Javier nos permite comparar aquellas situaciones traumáticas que pueden llegar
a transmitirse de generación en generación- resentimiento y resignificación- instalando la
compulsión repetitiva de una neurosis de destino en cadena.

La resignificación del complejo paterno

Este caso, se ilustra la permanencia de los complejos fraternos no resueltos en el padre del
analizante y desplazados sobre el hijo.

Javier, identificado en ese lugar desde el comienzo, en forma potencial y muda, ha


exteriorizado el significado traumático de la identificación con su tío Miguel en el 2do tiempo
(regresivo) del reordenamiento identificatorio que se produce en la adolescencia:

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- Dándole significado traumático a una identificación
- Libido regresa a etapas anteriores (1er tiempo)

Los efectos patógenos del complejo paterno suelen desplazarse en los vínculos de padres e
hijos, sellando el destino de ambas generaciones.

En en el caso de Javier, el padre denigra y reprocha en su hijo las heridas no superadas


con su propio hermano. El hijo remordido por el padre en su intercambio de roles, de un
objeto humillado, pasa a ser un sujeto atormentador. Ese falso enlace que se genera en la
transferencia de los componentes destructivos del complejo fraterno del padre en el hijo, se
sustenta por un deseo de represalia (Acto de hostilidad con que una persona responde a
otra como venganza por un daño recibido) tanto en el yo como en el objeto.

Se sustituye la confrontación generacional por la provocación y evitación de las diferencias


entre las generaciones, lo que promueve profundos trastornos en la construcción de la
identidad.

Javier, permaneció detenido en duelos no elaborados por el rencor contra su padre, y que
luego fueron desplazados- a través de relaciones sadomasoquistas- a su pareja, sus hijas y
sus compañeros de trabajo.

Resentimiento, duelo y repetición.

El resentimiento congela la desligadura y religadura que se despliega durante el recambio


objetal en el trabajo del duelo, y como consecuencia, la temporalidad subjetiva permanece
inmovilizada y la afectividad paralizada; puede llegar a extenderse debido a la existencia en
la memoria, que almacena una esperanza repetitiva del desquite. En muchos casos, esa
esperanza se cristaliza como rasgo de carácter, en la posición de víctima que reprocha,
reclama y no se reconcilia jamás.

El sujeto resentido alberga mociones sádicas hacia el otro- vueltas sobre sí mismo- que
pueden terminar en remordimiento; está abrumado por un pasado que no resigna, que no
puede separar ni mantener distante de su conciencia. Al no poder acceder a la cadena de
significación simbólica estos recuerdos no acceden a ser reprimidos sino que persisten,
escindidos. Lo escindido se mantiene fuera de circulación psíquica, y no puede evolucionar,
se cristaliza.
En el resentimiento, se repiten los sentimientos y las representaciones, sin configurar un
recuerdo integrado en una estructura diferente con una nueva perspectiva temporal. Esta
repetición está basada en la posibilidad de castigar al objeto responsable de los agravios.
Esta esperanza destructiva es esencial: sed de venganza, para restituir su dignidad al
sentimiento resentido.

El resentimiento puede operar como defensa, con una función antiduelo. Su compulsión a la
repetición expresaría una frustrada tendencia restitutiva para ligar y restablecer la situación
anterior a la herida originada por el trauma o agravio narcisistas. Esta herida se presenta
como una oposición a la cicatrización, y se alimenta de una repetitiva esperanza
reivindicatoria.

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El sujeto que no elabora sus resentimientos permanece inmovilizado en duelos
interminables; adhiere su libido al objeto deudor con el fin de realizar un triunfo de desquitar
sobre él, mediante fantasías de venganza, que se reflejan en actos vengativos hacia otros
objetos.

La relación objetal que sustenta el resentimiento presenta una configuración que se


singulariza por:
A. Inmovilización del objeto, con el fin de perpetuar una presencia continua
B. Maltrata al objeto, de descarga pulsional, complaciente de una relación sádica, por
los agravios y daños que el sujeto ha padecido.
C. Preserva al objeto, maltratado con crueldad pero con alta dependencia de cuidado.
Este cuidado dominante se ejerce en función de vigilar su presencia, porque garantiza la
esperanza del reencuentro con aquel objeto primario frustrador.

Filiación, historización y confrontación generacional.

El trabajo del proceso desidentificatorio de la filiación paranoide de Javier, producto de un


falso enlace proveniente de los complejos fraternos no resueltos por su padre y
desplazados sobre su persona, fue complejo y arduo.

Se realizó un trabajo de historización de la resignificación de sus traumas, que en realidad


había padecido el padre de Javier en su historia infantil, y que había dado lugar a la
identificación alienante de Javier con su tío Miguel.

Para ello, el analista dispuso elementos de distinta índole que permitieran una
reconstrucción a posteriori. Se utilizaron los recuerdos disponibles mediante el
levantamiento de represiones y el análisis de sueños y recuerdos encubiertos.

Javier, en lugar de enfrentar su verdad y afrontar las situaciones vividas, evitaba, ocultaba, y
guardaba en secreto las humillaciones. Después de un tiempo, sus represalias y el legalizar
ante sí mismo y los demás sus actos de venganza, se había cristalizado como rasgos de su
carácter, moldeando una neurosis de destino.

El proceso de su desidentificación se manifestó en el cese de la rumiación de sus reproches


y furias, que exteriorizaban su rencor, al mismo tiempo que sostenía el mecanismo de la
desmentida de su pertenencia al sistema de filiación. La provocación fue lentamente
abandonada y cedió paso a la confrontación generacional y fraterna. A partir de esto, dejó
de lado su rol de víctima y tomó una posición activa; afrontó la construcción compleja y no
concluida de su propia identidad

Rother Hornstein - Adolescencias trayectorias turbulentas - Cap 5


El niño es producto de la historia de las tramas relacionales y su subjetividad.
Yo, ideales y Superyó devienen como resultado de identificaciones con los otros en un
proceso que sólo acaba con el último suspiro. La adolescencia es parte de ese trayecto.
En la adolescencia predominan las dudas, los temores, las incertidumbres, y por sobre todo,
la capacidad de transformación.

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La inestabilidad del yo adolescente está en relación con el desasimiento de las relaciones
primarias y la tramitación del conflicto de separación, desilusión y fin de la omnipotencia
infantil.
La adolescencia entrama el cuerpo, lo psíquico, y lo social. Es un complejo que resignifica la
historia, la sexualidad, el narcisismo, las pulsiones, las relaciones, el armado identificatorio y
autoorganiza la subjetividad.
Si el adolescente puede reapropiarse de su historia infantil estableciendo nuevas alianzas
con su cuerpo, con la realidad, con su mundo relacional y con las distintas instancias
psíquicas, habrá transformación y creación subjetiva.
El primer avance pulsional, asumido por la fase edípica, conduce a la inserción de la
estructura familiar estable, conservadora. Se trata de la apropiación de los modelos
identificatorios que los objetos primarios proponen al niño.
El segundo inicia en la pubertad, en la inserción en la cultura. Aquí, el joven debe
procurarse sus objetos amorosos, desarrollar las capacidades que le permitirán responder
al principal impulso de la cultura de "reunir a los humanos en grandes unidades".
Lo simbólico y lo imaginario son irreductibles, pero cualquier transformación de las
representaciones simbólicas conllevan la reorganización de la subjetividad.
La adolescencia es un momento crucial para la eclosión de cuadros psicopatológicos
severos: esquizofrenia, patologías borderline, neo-sexualidades, depresiones, trastornos
bipolares.

Historia, acontecimiento y temporalidad.

Nuestra historia es lo que nos hace sentir únicos, sin impedir que nos vinculemos a diversos
lazos colectivos.
El niño es pensado, hablado y deseado por sus progenitores que lo incluyen en sus
historias, marcadas por su cultura. Cuando deviene el yo, el niño puede pensar sus propios
pensamientos, guardar sus secretos, mostrar sus diferencias y garantizarle a la madre que
ha cumplido con su función.
La intersubjetividad tiene un lugar central en la constitución del psiquismo al posibilitar la
singularidad de cada historia.
El trabajo de historización que éste realiza posibilita el acceso a la temporalidad y a pensar
su proyecto identificatorio. De eso se trata, de acceder al futuro.
La adolescencia es una trama signada por una serie de experiencias que se materializan en
su inicio con la pubertad, con la serie de duelos, traumas y con las vicisitudes azarosas de
la vida. Si hay retranscripciones y se establecen "nuevos nexos" y resignificaciones de lo
vivido, lo fantaseado y lo interpretado, lo traumático deja lugar a un trabajo de elaboración
que posibilita el crecimiento.
Lo infantil debe concluir para acceder a un proyecto adolescente. Tiene que haber nuevas
elecciones de objeto, consolidación de mecanismos de defensa, y la puesta en juego de
potencialidades.

Cuerpo - Pubertad - Adolescencia

En la clínica nos encontramos con cierta sobreinvestidura del cuerpo y una creciente
desinvestidura de la representación.
Los cuerpos requieren esfuerzo y dedicación, y producen sufrimiento ante la discordancia
con el cuerpo propuesto desde el imaginario social y el cuerpo real.

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La sexualidad no solo se apuntala en el cuerpo, es una necesidad para la vida psíquica. Sin
esa libido de la madre, no se constituye el narcisismo primario.
La pubertad irrumpe desde el cuerpo, reabre el protagonismo pulsional. El púber escucha a
ese cuerpo, lo descubre, lo ignora, lo contiene, lo odia, lo maltrata, lo usa, lo enferma. Y en
casa una de esas posibilidades se condensan los sueños, los padeceres, los placeres, y los
desvelos de una vida.
La adolescencia deviene proceso, rehistorización, recomposición narcisista, identificatoria y
libidinal.
Durante la infancia se constituye el capital fantasmático, defensivo e identificatorio. Las
constelaciones fantasmáticas son efecto de la unión entre lo vivido afectivo y una huella
específica de objeto y de la situación que desencadenó ese afecto en las distintas fases
relacionales por las que atravesó el niño. El yo posibilita el pasaje de afecto a sentimiento
cuando aparece la palabra y lo nombra.
La adolescencia no implica un acabamiento de los procesos iniciados en la pubertad, pero
si un tratamiento en el pasaje de los objetos prohibidos hacía objetos exogámicos.
Si el trabajo de represión es exitoso habrá un tiempo de conclusión para cada fase libidinal
y un tránsito logrado entre una fase y otra. Si hay un exceso de represión, es posible que se
incremente la amnesia y el desinvestimiento de recuerdos reprimidos y que el evocarlos se
transforme en una amenaza para el yo porque pueden disparar otros recuerdos
insoportables, excesivamente traumáticos en caso de que remitan a indiferencia libidinal o
sentimientos de odio por parte de las figuras primordiales.

Los padres, los educadores y lo histórico-social.

La consolidación identificatoria requiere la transmisión de lo reprimido en los padres. El


discurso de éstos lleva la marca de la represión, la repetición, el discurso social y el retorno
de lo reprimido, y promueve el trabajo de resignificación.
La adolescencia es un tiempo de ruptura que requiere de una serie de trabajos simbólicos
para reorganizaciones compatibles con una matriz relacional permanente y con un acceso a
elecciones de objetos posibles.
Las experiencias significativas que posibilitan el pasaje de una forma de relación a otra
enfrentan al adolescente con lo que hasta ese momento ignoraba respecto a sí mismo,
porque el reconocimiento de que se ha cambiado es siempre posterior al cambio y a veces
pone en evidencia el ser lo que nunca se quiso ser, o la distancia entre el propio sueño
narcisista y la diferencia con la realidad actual. Si está diferencia es insostenible para el yo,
pueden ocurrir conflictos identificatorios con resultados impredecibles, pero que pueden
poner en evidencia patologías narcisistas diversas: 1) esquizofrenia, paranoia, cuadros
borderline, si lo que está en juego es la identidad, el sentimiento de sí, la consistencia del
yo. 2) depresiones si predomina el déficit en la estima de sí. 3) indiscriminación con el otro
cuando se tiende a confundir al objeto fantaseado con el objeto real. 4) "clínica del vacío",
refiere a la no constitución de ciertas funciones yoicas o su pérdida cuando hubo exceso de
sufrimiento.
No se deben confundir crisis de identidad, momentos depresivos, trastornos de conducta,
con patologías que etiqueten y cierren un proceso de reorganización que lleva a
tramitaciones simbolizantes.

Uribarri Sobre adolescencia, duelo y a posteriori

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Revisión bibliográfica. Papel que la aflicción cumple en la adolescencia según Root:
desprendimiento afectivo de sus padres y orientación hacia nuevos objetos. Anna Freud
relaciona las dificultades en el tratamiento de los jóvenes con las de los pacientes en duelo
o que sufrieron un infortunio amoroso reciente (similitud emocional y comportamental)
“libido comprometida con un objeto de amor real del presente o del pasado inmediato; dolor
mental = resultado de la difícil tarea de retirar la catexia y renunciar a una posición que ya
no ofrece retorno del amor… En el adolescente su libido está a punto de desligarse de los
padres para catectizar nuevos objetos”. Blos: adolescencia ligada a la revivencia edípica
positiva y a la desconexión con los 1º objetos de amor; y la describe en términos de 2
amplios estados afectivos: duelo y enamoramiento; “ahora los deseos hostiles y sexuales
incestuosos deben ser abandonados, y las ligaduras afectivas que el adolescente tiene con
sus padres deben también haber cedido”. Vuelve a relacionar este proceso con el duelo,
que se desarrolla paralelamente con el júbilo de sentirse independiente del progenitor
interiorizado. La pérdida que debe aceptar el adolescente es doble: cuerpo de niño y
abandono de fantasía de doble sexo “la elaboración del duelo conduce a la aceptación del
rol que la pubertad le marca, y de ahí surgen defensas, cuyo fin es negar la pérdida de la
infancia”. Knobel: toma los duelos de Aberastury por el cuerpo infantil perdido, por el rol y la
identificación infantil y por los padres de la infancia; y suma el duelo por la bisexualidad
infantil, caracterizando a todos estos como verdaderas pérdidas de personalidad.
Fernández Mouján: “el duelo adolescente no es duelo puro. Durante la adolescencia la
pérdida coexiste con un renacer; no sólo se vive una pérdida y su consecuente
desplazamiento de la libido objetal hacia el yo, sino que hay un desplazamiento de la libido
narcisista hacia nuevos Objetos, requeridos no por la pérdida sino por la nueva
configuración yoica desarrollada”. Liga luego el duelo a 3 etapas de la adolescencia:
pubertad = duelo en el cuerpo, sobre 2 pérdidas (cuerpo físico tangible y esquema corporal,
que incluye la idealización del cuerpo adulto esperado); 15 AÑOS = duelo en el yo
psicológico (las identificaciones y la función imaginativa y pensante); última etapa
adolescencia = desplazamiento hacia nuevos Objetos y logro de una identidad básica que
posibilita al sujeto el estar solo. Los relaciona con los 3 períodos de duelo (Bowlby): de
protesta, desesperación, desapego y búsqueda de nuevos Objetos. “En la pubertad priva el
retiro del Objeto; en la mediana adolescencia predominan las tendencias narcisistas, la
idealización yoica, las ilusiones y la participación en identificaciones grupales o totalidades;
en el final de la adolescencia encontramos la vuelta al objeto externo”.

Revisión crítica. ¿Por qué, para el adolescente, su cuerpo cambiante es significado


necesariamente como pérdida? ¿O es que acaso no observamos, en la generalidad, que el
crecimiento y maduración puberal son ansiosamente deseados y jubilosamente recibidos? /
Si lo que caracteriza el sentido de identidad en el sujeto es continuar siendo el mismo aun
en el cambio, ¿cómo es que se pierde una identidad y se “deambula” hasta la adquisición
de otra? / Desde SF, el desenlace de una pérdida promueve una identidad en el yo con el
objeto perdido; pero desde esta perspectiva, ¿podemos imaginar algún joven identificado
con su cuerpo infantil o con su identidad infantil, como normal resultado de su
adolescencia? / F. Moujan habla de una pérdida que abarca todas las áreas, ¿cómo
sobreviven los jóvenes a tan intensa y devastadora sensación de pérdida?

Replanteos. El adolescente no pierde, sino que cambia, se transforma. Si bien le cuesta


dejar lo conocido, desea fervientemente lo nuevo y puja por lograrlo. No se constituye
propiamente una pérdida, sino que cambian, y este cambio a lo nuevo de alguna manera se

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basa, incluye y modifica al pasado infantil; por lo tanto no se pierde, por lo que no es motivo
de duelo. La creencia en la necesidad de elaborar duelos frente a los cambios promovió una
visualización equívoca de los jóvenes, que eran tildados de actuadores que no podían sentir
las pérdidas, lo que los acercaba peligrosamente a la psicopatía o como reacciones
maníacas por negación al duelo. En ambos casos se patologizaba una conducta normal.

Me parece más acertado hablar del grado de elaboración del duelo por lo perdido frente a la
asunción de lo nuevo, usar para explicación del funcionamiento juvenil el modelo de los
movimientos oscilantes entre lo regresivo y lo progresivo que caracterizan al adolescente,
que posibilita incluir en el futuro el pasado. Por esto para mí no hay tal pérdida del cuerpo
infantil, ni duelo. En cuanto a la representación psíquica del cuerpo, tampoco se pierde sino
que se va produciendo una parcial y continuada modificación de la misma. No se pierde la
representación del cuerpo infantil, sino que se encuentra incluida en la transformación que
dicha representación sufre. Lo mismo con la identidad, que no se pierde sino que se
transforma y complejiza, o con respecto a la relación con los padres que varía.

No es la palabra pérdida la que corresponde a este fenómeno, sino que en el joven este
alejamiento de la infancia está más precisado por el dejar, en el sentido de abandonar una
cosa, cesar, resignar; y desde esta perspectiva es que el joven deja un objeto, un modo de
satisfacción o de descarga, en última instancia deja su infancia para tomar lo nuevo y
encaminarse a la adultez. El dejar lo infantil se transforma en pérdida y traba para el
desarrollo en tanto la historia de este sujeto, condicionada por las diversas vicisitudes que le
ha tocado vivir y por la actitud de los padres, que condicionó y condiciona su aceptación o
rechazo de los cambios de la vida.

¿Qué se pierde o duela en la adol? renuncia forzada a los padres como objetos eróticos
de amor ardua y lenta tarea de duelo, que se encuentra ante 2 grandes escollos: debe
renunciar a ellos estando aún presentes, sino que por eso pierdan el vínculo; y debe
trocarse por una relación tierna y cariñosa, deserotizada. Este duelo se ve dificultado por la
ambivalencia afectiva. Para poder realizar la renuncia deben ser más intensos los
sentimientos amorosos, de modo tal que neutralicen los impulsos hostiles, y que el amor por
el progenitor del mismo sexo promueva su apartamiento en vez del enfrentamiento. Esta
compleja resolución se ve influida y condicionada por la actitud de los padres hacia él, y
entre ellos como pareja conyugal. La pérdida es también aceptada en tanto que puede
acceder al contacto genital y la vida amorosa de pareja. Mientras esté incipiente el conflicto,
el joven se aparta reactivamente de sus padres; hay coexistencia del nuevo objeto y del
anterior aún no plenamente resignado.

En la adolescencia temprana predomina la relación con amigos íntimos, que se instalan en


el acmé de la elaboración edípica negativa, como desplazamiento de la figura parental. En
la etapa posterior en que se acomete la conflictiva edípica positiva, también se ve
claramente la presencia de objetos heterosexuales y la práctica genital. Estos vínculos son
generalmente transitorios y poco comprometidos, aunque intensamente afectivizados. Es
recién después de estas renuncias y pruebas cuando finalmente se da el desenlace edípico.
La fantasía de bisexualidad declina a partir de la resolución edípica negativa, a la que se
agrega la delegación al partenaire de las fantasías ajenas al propio género y la satisfacción
placentera obtenida con la ejercitación genital desde el rol acorde con su género. Otro duelo
es la renuncia a la imagen ideal sobre cómo sería de joven o adulto. Esta discordancia entre
lo anhelado y lo que aparece crea un intenso conflicto, y su resolución implica un penoso

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duelo por la pérdida de un ideal de perfección física. También puede verse un duelo por
alguna capacidad o habilidad imaginada, y que la realidad lo muestra inoperante en eso.
Sólo mediante una lenta resignación impuesta por la realidad podrá descubrir, catectizar y
enaltecer aquellas capacidades que sí se tienen. Esta problemática es responsable de
muchas de las fluctuaciones anímicas de la adolescencia, y seguramente determinan sus
reacciones de vergüenza e inferioridad, pérdidas notorias de autoestima. También es de
crucial importancia para la elección vocacional e inserción laboral.

Procesos conexos con el duelo en la adolescencia. Desidealización del self y del objeto
(probablemente el proceso más doloroso del adolescente). El movimiento exogámico lo
conecta con otras familias, otros adultos, lo que le permite ir comparando y tomando una
imagen más realista de sus Padres. Este proceso de desilusión gradual hace que los
Padres caigan de ese lugar de semidioses y los perfila como sujetos con virtudes y
defectos, los humaniza. Es un proceso de modificación de las imagos parentales, de
resignificación, no de duelo. Lo mismo pasa con uno mismo, dejando de lado las
representaciones omnipotentes infantiles y las fantasías megalómanas. Esta modificación
está influida o es conexa con el duelo por la imagen esperada de sí mismo al crecer. Este
proceso posibilita al joven en la prueba de acción, de descubrir lo propio, que lo va
distinguiendo de los demás. O sea que el crecimiento implica una resignificación y
disolución de la omnipotencia infantil, cuya compensación es acceder al goce y las
prerrogativas de los adultos. No es mi idea generar una contraposición entre duelo y
resignificación, entender el proceso de duelo como una resignificación a posteriori.

En el tránsito adolescente juega un rol preponderante para el logro exitoso o fallido de su


misión el trabajo de puesta en memoria y puesta en historia, un après coup mediante el cual
un pasado continúa existiendo psíquicamente, otorgándole el sentido de identidad pese a
los cambios en una concatenación donde la fugacidad del presente se proyecta en un
proyecto futuro altamente catectizado. Osea que el adolescente no duela por la infancia
como un paraíso perdido, sino que se da cuenta cabalmente de que no volverá a ser, y es
esa añoranza que se genera que unida a las angustias y dificultades propias de la
adolescencia hacen que idealice la infancia, que por momentos añora.

Sobre las diferencias entre el adolescente y el que está en duelo o sufriera un


infortunio amoroso. Los pacientes en dichos estados se encuentran dificultados de
establecer contacto con el analista, ya que están totalmente abocados a la situación que los
aqueja. No es similar el caso de los adolescentes, que más allá de sus ansiedades y
preocupaciones que el crecer les depara, no por eso dejan de interesarse en nuevas
situaciones. Muchas veces es arduo lograr establecer el vínculo terapéutico con jóvenes,
pero no siempre es así: hay muchos deseosos de ser ayudados. Entonces no los vemos en
esa actitud refractaria e impenetrable, sino interesados y colaboradores. Casi se ha llegado
a una sinonimia equivocada entre adolescente y duelante, pero no es así, aquel que duela
siente que perdió alguien o algo que identifica claramente, mientras que el joven no conoce
el motivo de su penar e ignora las razones de su tristeza. El primero sufre un revés del
mundo externo que no quería que le ocurriese, mientras que el otro sufre por un proceso
interno, inconsciente. El primero está acaparado por este conflicto, mientras que el joven no
tiene noción clara de su proceso, más bien una vivencia difusa, y se ocupa e interesa en
otras cosas.

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Los duelos de los padres durante la adolescencia de sus hijos y procesos conexos.
La problemática de la adolescencia involucra a toda la familia, los Padres tienen que realizar
acomodaciones conductuales, duelos y modificaciones intrapsíquicas. Desde la gestación
volcaron expectativas e ilusiones sobre su hijo. La reestructuración adolescente, la
búsqueda de autonomía y desasimiento pueden generar que se opongan, o desvíen los
deseos parentales o que lo hagan de formas diferentes de lo esperado. Esto confronta a los
Padres con la pérdida del hijo ideal anhelado, ya que rompe con este ideal largamente
forjado.

La maduración del hijo engendra el riesgo de que la conflictiva edípica desemboque en


tragedia. Tendrá que perder a su hijo incestuoso deseado y resignar dichos impulsos duelo
concomitante al de su hijo. Esto se ve dificultado porque implica aceptar la vida genital del
hijo, lo que le hace perder una posición de privilegio.

Hay otros procesos conexos y que se les parecen sin ser estrictamente duelos. Uno referido
a la acomodación, un proceso lento y doloroso, de despegue e individuación mutua. Otro
referido a lo temporal y lo generacional el cambio acerca al joven a la adultez, y lo
homologa con sus Padres. Esto confronta a los Padres con su físico con señales de
envejecimiento, su proyecto de vida acotado, que lo lleva a replanteos. También se hace
evidente la vejez, declinación y muerte de la generación de sus propios Padres, por lo que
se ve ante 2 frentes al mismo tiempo: uno lo reconecta con su pasado adolescente y el otro
lo proyecta a la vejez y muerte, lo que implica una resignificación. Es importante la
reacomodación que se dé en la pareja conyugal, ligada a los duelos y procesos anteriores, y
en particular al reencuentro como pareja.

En el tratamiento psicoanalítico de jóvenes pueden observarse algunos de los fenómenos


de dificultad para aceptar el cambio y las modificaciones del crecer, pero esto solo no
alcanza para teorizar los duelos como ejes centrales del proceso adolescente.

Otro escollo en la teorización de la adolescencia se debe a 2 errores: 1) que pérdida implica


automáticamente duelo; lo que literalmente equivale a pérdida no implica necesariamente
que esto sea significado como pérdida por él. 2) uso del término duelo como unívoco,
cuando no lo es; no toda pérdida implica duelo, y hay otras formas de procesamiento.

Lo perecedero, para Sigmund Freud, no detiene, sino que potencia el deseo, lo que
desemboca en búsqueda de nuevos Objetos que resarcen de la pérdida. Osea que aquellos
que no pueden disfrutar de las cosas transitorias de la vida por aquello que “se pierde” con
el advenimiento de lo “nuevo”, es porque en su historia personal el cambio ha sido
significado de manera catastrófica, predominando los sentimientos angustiosos y las
vivencias de pérdida, pero esto no es lo esperable frente al desarrollo sino sólo en ciertas
patologías.

Unidad 6

Las nuevas tecnologías, su presencia en el psicoanálisis con


nin@s y adolescentes. Posición de los analistas frente a las T.I.C. -
Brezan, A. (2015)

74
Actualmente hay un avance brusco de las tecnologías y es importante observar cómo los
fenómenos socio tecnológicos atraviesan nuestras vidas e impactan sobre la clínica.

¿Qué son las TIC? tecnologías de la información y la comunicación, con las TIC tenemos
nuevas formas de acercarnos al conocimiento y nuevos modos de relacionarnos
socialmente.

2 formas distintas de leer la realidad:

1. Nativos digitales: personas nacidas a mediados de los 90 en plena era digital que
tienen un vínculo muy estrecho con las TIC y una configuración psicocognitiva
diferente. Su manera de relacionarse con el conocimiento y establecer vínculos
interpersonales está mediada por la tecnología.

2. Inmigrantes digitales: personas nacidas antes que tuvieron una relación tardía y
distinta con las TIC

Las TIC y las 3 dimensiones (lo simbólico, lo real y lo imaginario)

Con el avance de la tecnología surge el modo virtual y debemos actualizarnos y aprender a


utilizar las herramientas para no quedar excluidos del sistema. Este nuevo mundo virtual
produce un desequilibrio en los 3 registros dependiendo del recurso que se use para
establecer una relación con el otro (Whatsapp, Facebook, mail, cámara web, mensaje de
texto, etc.) Por ejemplo:

*Aumento de lo imaginario y disminución del registro de lo real y lo simbólico (Facebook)

*Aumento de lo simbólico y disminución de lo real e imaginario (participar virtualmente


en cursos de capacitación, el contacto es por palabra escrita)

*Reducción de lo imaginario (comunicación con el otro basada únicamente en la palabra


como por ejemplo mensaje de texto sin cámara)

Las TIC: diferentes aplicaciones y alcances

Las TICs se usan en diferentes ámbitos y es una herramienta beneficiosa en el ámbito


educativo, es un recurso para personas con discapacidad y para estimular diversas
habilidades (atención, memoria, socialización, lenguaje, motricidad, etc.) A través de las
TICs se puede visualizar cómo las personas en su condición de discapacidad pueden
transformar y hacer eco en otro que lo signifique. A través de las TIC estas personas con
necesidades especiales pueden trascender las representaciones de su condición para dar
una respuesta positiva y transformar su realidad accionando sobre ellas.

El juego y las TIC

El Juego es una herramienta para conocer al paciente, su constitución psíquica, su situación


emocional, capacidad intelectual, motivos causales de malestar, etc. “Conocemos,

75
comprendemos y podemos hacer una presunción diagnostica a partir de la forma en que lo
lúdico se hace presente y va pudiendo desplegarse o no, en el ámbito del consultorio”

El juego es un fenómeno cultural que brinda la posibilidad de establecer lazos sociales, a


través del juego se constituyen espacios con el otro y se generan vivencias. Pero no solo
debemos hacer foco en el juego tradicional donde se comparte un espacio y se da una
relación cara a cara, sino que debemos incorporar y conocer el juego virtual presente en la
actualidad. Es importante diferenciar:

® Uso de juegos virtuales como alternativa estableciendo un vínculo sano haciendo


uso de los beneficios

® Uso de juegos virtuales a modo compulsivo donde hay un abuso de la tecnología y


relación adictiva. Igual que en las adicciones, la pregunta no es por el objeto, sino
por el uso que c/u hace del mismo. Las adicciones a TICs hacen pensar en la
preexistencia de alguna patología que tiene como consecuencia una relación
particular del sujeto con el objeto.

Interrogantes que surgen al analista y que deben articularse con la singularidad del caso:
¿Qué relación tiene el sujeto con el objeto? ¿Qué función cumple el objeto en la estructura?

Ventajas Desventajas

Más posibilidades ya que hay nuevas Se pierde la posibilidad de sociabilizar con el


formas de comunicación y nuevas otro cara a cara, de estar con el otro en un
formas de jugar con el otro cuerpo junto a ese otro para escucharlo,
compartir, respetar.

Puede ser la puerta de entrada al Puede llevar al encierro y aislamiento del


intercambio en el mundo real sujeto.
permitiendo estar en el mundo con los
pares

Su uso produce un borramiento del sujeto,


despersonalización y pérdida de la
singularidad

Ejemplo: a un adolescente psicótico Ejemplo: adolescente rechaza todo tipo de


jugar por internet le permite vincularse invitaciones de sus pares y se aísla en su
con otros sin soportar el peso de la casa
mirada persecutoria

Vínculo entre analistas y pacientes atravesado por la tecnología ¿prohibir, desconocerla o


integrarla en la clínica?

76
En el consultorio nos encontramos con niños y adolescentes que nacieron inmersos en este
mundo virtual donde la tecnología tiene una función en la constitución subjetiva.

¿Qué debemos hacer los analistas? Los analistas debemos incorporar las TIC y conocer
estas nuevas tecnologías para pensar sobre el consumo, uso excesivo, efectos, riesgos y
beneficios de las mismas. Debemos sumarlas a los otros elementos como otra forma de
indagar sobre la subjetividad respetando la singularidad. No debemos resistirnos a ellas ni
rechazarlas ya que los pacientes en su vida utilizan la tecnología para estudiar, jugar,
relacionarse con los otros, organizar encuentros amorosos y demás. Usan el soporte
tecnológico para jugar y desplegar fantasías, evitar vínculos interpersonales, elaborar
situaciones traumáticas, como descarga de acción, etc.

Ej: caso de púber de 12 años que lleva el celular a las sesiones y le muestra a la analista
videos de youtube donde se pone en juego la sexualidad. A través del recurso tecnológico
va expresando tensiones que se juegan en su mundo pulsional y preocupaciones sobre el
cuerpo.

Lacan 1953: “Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de
su época”

-Los sujetos se apoyan en el objeto tecnológico para mostrar algo, será función del analista
acompañar al paciente a anudar y poner en palabras

-Las TICs tienen una función subjetivante, c/u organiza su juego, elige con qué jugar y dirige
el accionar lúdico. En el campo de la subjetividad se trata de que cada uno elija a qué jugar
porque cada quien sabe que tramitar en cada momento.

Jacques-Alain Miller “El analista es una suerte de servidor como los que hay en internet”
Respuesta de Raquel Carbona “Interpreto ese servidor que por elección nos permite
conectarnos, abrirnos si estamos dispuestos a lo nuevo, sirviéndonos al modo de un
instrumento, válido, una manera más práctica de salir del autismo de goce, cuando uno se
encuentra con la presencia viva de un analista.

Por 13 Razones: desafíos éticos frente al suicidio en una serie


televisiva. Cambra Badii I. y Mastandrea P. (2017)
El dispositivo estético de la serie televisiva: análisis desde una perspectiva psi:

Durante el año 2017, la serie 13 Reasons Why (Brian Yorkey, 2017), producida por Netflix,
ha tenido gran popularidad entre el público adolescente y adulto en general. El relato pone
de manifiesto problemáticas actuales –como el fenómeno del bullying, la violencia escolar,
el (des)trato de la diversidad sexual, el acoso y abuso hacia las mujeres– transitados por
personajes adolescentes que generan en los espectadores una empatía e identificación
respecto de esta etapa de la vida que no es atravesada sin conflictos.

La historia comienza a partir del suicidio de Hannah Baker, una adolescente de diecisiete
años que ha decidido, previamente a quitarse la vida, grabar trece cassettes con su voz,
donde queden registradas las razones de su muerte.

El objetivo es indagar la propuesta narrativa de la serie en dos niveles de análisis: siguiendo


lo que sucede con los personajes al interior del relato cinematográfico, y por otra parte

77
investigando el planteo del director en sí mismo, a través del mensaje que se pretende
transmitir y el dispositivo estético mediante el cual lo hace posible.

El suicidio en la pantalla

Una cuestión central dentro del análisis del dispositivo estético: la elección de mostrar
explícitamente el suicidio de Hannah, lo cual fue argumentado por los mismos productores
como un intento de representar el acto de la forma más explícita posible para desmotivar
imitaciones.

¿Cuál es la incomodidad al ver esta escena? ¿Cuáles son los efectos que puede generar en
los adolescentes que la miran?

La Organización Mundial de la Salud (2000) en su programa SUPRE (Suicide Prevention)


recomienda estrictamente que la imagen de la víctima, el método empleado para tal fin, y la
escena puntual del suicidio deben evitarse en las difusiones de noticias o ficciones sobre el
suicidio. Esta indicación está motivada en el reconocimiento de que el suicidio está
multideterminado, y que no sólo confluyen factores personales sino también familiares,
sociales, educativos.

Si bien la serie puede entenderse como una invitación a repensar la problemática del
suicidio (y del suicidio adolescente en particular), todo el contenido estético de esta extensa
escena radica en descripciones detalladas respecto del método utilizado, primeros planos
de la protagonista en el momento del suicidio, y algunos elementos de idealización –leídos
críticamente al interior de la serie, pero que no dejan de tener efectos. Estos elementos de
idealización se dan en un tiempo posterior al del suicidio pero previo en el desarrollo de los
episodios de la serie: así, vamos siguiendo el proceso de glorificación de Hannah como
mártir, viendo cómo hacen casi un santuario del lugar donde guardaba sus libros, para
llevarle flores y otras ofrendas recordatorias. Son estos elementos los que, conjuntamente
con la visualización de una escena de suicidio sin sufrimiento subjetivo explícito, pueden ir
en la vía de identificaciones riesgosas en personas que estén en un alto grado de
vulnerabilidad

Los compañeros de la escuela se ven a sí mismos como responsables de la muerte de


Hannah – sobre todo luego de escuchar los cassettes–, y esto puede resultar complejo por
varias cuestiones: en primer lugar, porque expone y multiplica el efecto de culpa de los
familiares y amigos de personas que han cometido un acto suicida (pensando cómo podrían
haberlo evitado, por ejemplo); porque esconde la responsabilidad de los adultos en tal
situación, y porque vela el mensaje de la serie advirtiendo que este suicidio es una “lección”.

El deslizamiento entre bullying y suicidio

En la actualidad, en término bullying ha adquirido gran popularidad en el dialecto cotidiano


para referirse a cualquier situación de violencia ejercida en la escuela. Sin embargo, es
necesario realizar una diferenciación conceptual respecto de los conflictos que pueden
ocurrir entre los jóvenes en este ámbito institucional. El fenómeno del bullying fue definido
por primera vez por Dan Olweus (1998) como una conducta de persecución física o
psicológica que se realiza en reiteradas oportunidades “entre iguales”, es decir, desde un
alumno hacia otro. Las características específicas que distinguen al bullying de otros tipos
de violencia son: que implica un comportamiento agresivo con el fin de hacer daño; que el
acoso debe existir de manera reiterada y aún fuera de la escuela; que debe suponer una
relación interpersonal en la que existe una asimetría de poder. Olweus afirma que dichas
situaciones de abuso ocurren bajo la complicidad o indiferencia de los otros compañeros.
Además, la gravedad de los hechos en la actualidad podría deberse a la falta de una
terceridad, que debería provenir de los adultos a cargo.

78
En la actualidad, por la popularidad del término y su impacto social, tiende a considerarse
toda conducta violenta como bullying, sin embargo, es necesario poder establecer una
distinción conceptual respecto de las distintas situaciones de padecimiento que acontecen
en el dispositivo escolar. Poder nombrar los hechos de manera correcta evita el
reduccionismo simplista que tiende a destinar el mismo tratamiento a todas las situaciones,
y permite pensar estrategias de prevención y cuidado frente a las conductas adolescentes
de riesgo

La angustia en la adolescencia

En esta etapa se enfrenta el cambio del cuerpo infantil ya comenzado en la pubertad, la


búsqueda de una identidad propia y diferenciada de los padres, se fortalecen los vínculos
con los iguales, al mismo tiempo que se necesita de su aceptación y reconocimiento. Grassi
(2010) denomina lo puberal-adolescente a los trabajos psíquicos que implican un potencial
saludable de cambio en esta etapa, promoviendo un des-orden del statu quopromotor de
neoorganizaciones. Lo puberal adolescente trabaja para la incorporación y homogenización
de lo nuevo, lo distinto (Maroño, 2016), que proviene de distintas fuentes: un campo intra-
subjetivo (cambios corporales y vicisitudes de la historia personal), un campo intersubjetivo
(relaciones familiares, conjunto de los coetáneos y círculo más amplio con quienes se
comparte un período histórico-político y social) y un campo que toma una dimensión trans-
subjetiva ya que conecta con las generaciones precedentes vía transmisión generacional de
la vida psíquica.

Para analizar esta cuestión, encontramos pertinentes los desarrollos de Lacan (1963)
respecto de las patologías del acto, acting out y pasaje al acto, como modos de respuesta
frente a la angustia: el acting out implica el armado de una escena fantasmática que
siempre se dirige a un Otro, se trata de una mostración que no entra en el terreno del decir.
Por el contrario, el pasaje al acto supone una borradura del sujeto de esa escena, es decir,
se deja caer del marco de su realidad fantasmática identificándose como resto.

En los adolescentes de la serie, encontramos diversas situaciones que podrían interpretarse


como acting out, llamados al Otro: abuso de sustancias; enfrentamientos violentos entre
ellos, conductas de riesgo, entre otras. Las mismas podrían leerse como un llamado al Otro
de la ley, es decir, como una demostración del sentimiento de abandono que genera la falta
de límites y de acompañamiento por parte de los adultos que deberían custodiar el proceso
de cambio que se encuentran atravesando.

La escucha de los adultos

Duek (2016) plantea que el período adolescente implica una reorientación subjetiva que
acontece en el mismo seno del yo, en la base identificatoria del ser mismo. En este proceso,
es necesario que los modelos previos caigan ya que, a través del repudio a los baluartes
familiares identificatorios, el adolescente busca diferenciarse. Al mismo tiempo, esta actitud
es un modo de sostenerse frente al dolor y sufrimiento inconsciente que implica el duelo por
el “ser infantil”, por los padres de la infancia. El fin de la infancia requiere asesinar
simbólicamente a esos padres para confrontar, destituir y dar espacio a una nueva
organización psíquica

El análisis del período de lo puberal-adolescente no debe desconocer que las condiciones


socioculturales en las que vivimos funcionan a modo de red de prácticas que intervienen en
la constitución misma de los tipos subjetivos reconocibles en una situación sociocultural
específica (Lewkowicz, 2004). En este sentido, la posmodernidad se caracteriza por la
ausencia de garantes simbólicos, aquellos que en la modernidad funcionaban a modo de
Gran Sujeto, como instancias de terceridad ante quien el sujeto pueda verdaderamente
presentar una demanda, formular una pregunta o hacer una objeción. El sujeto de la

79
posmodernidad debe definirse a sí mismo, lo cual lo confronta con la angustia de la
autofundación, ya que un sujeto definido autorreferencialmente es también un sujeto
penetrado por la ausencia de definición.

Nuevos rasgos se producen en la subjetividad actual, rasgos desligados a las funciones


tradicionales de la familia o la escuela. La velocidad y la aceleración son modos de estar en
esta era de la fluidez (Lewkowicz, 2004), produciendo subjetividades fragmentadas y vacías
de significación (Angelli, Altobelli y Otero, 2009).

Es a partir de estas condiciones de época que la relación entre los adolescentes y los
adultos se ha visto modificada. En base a los desarrollos de Duek (2016), consideramos
que dicho modo de vinculación corresponde a un rasgo típico de la etapa evolutiva en la
que se encuentran los protagonistas, al mismo tiempo que responde a la pérdida de
referentes simbólicos propios de la posmodernidad. Sin embargo, lo que resulta interesante
para analizar a partir de la historia presentada, es el hecho de que los adultos parecen no
tener recursos para alojar y acompañar a los jóvenes en esta lenta y progresiva
desvinculación de las ligazones emocionales y familiares.

La responsabilidad del consejero escolar

El episodio final de la serie está enfocado en la decisión que toma Hannah de finalmente
quitarse la vida, luego de haberse entrevistado con el consejero escolar.

En el devenir de la serie y de la historia de Hannah, vemos que el consejero escolar no es


simplemente “un adulto más” que falla y no la escucha. Es el único a quien Hannah acude
en busca de ayuda. El hecho de no poder alojar al Sujeto en esa situación, cuando fue
requerido en tanto profesional, duplica el daño.

Nasio (2011) plantea que existe una cierta disposición mental con la que el profesional debe
abordar a un adolescente en crisis: a) tiene que tener ganas de comunicarse con él y tratar
de sentir lo que él siente conscientemente, en primer lugar y luego, si se tiene la formación
adecuada, ir al plano inconsciente; b) sentirse uno mismo disponible y que nos sienta
disponibles para recibirlo sin reservas, tal como es. No juzgarlo; c) no jugar a ser amigos ni
ser demagogo. El joven espera encontrar un adulto que, por su diferencia y por su
presencia, le recuerde los límites de la realidad y al hacerlo, logre calmarlo; d) Mostrarle que
se toma en serio lo que dice e) alentarlo a hacer preguntar sobre cualquier tema; y f) no se
debe tomar ninguna iniciativa sin pedirle su opinión.

Todas sus intervenciones radican en los aspectos normativos del caso, y les dice a Clay y
Hannah “cuando un estudiante es abusado, mi función requiere que vaya a la Policía, pero
necesito saber exactamente qué pasó y quién lo hizo”. Así, no tiene en cuenta los
sentimientos de Hannah, y se pierde la posibilidad de elaborarlos. De todos modos, se
pueden cometer errores: no todos los profesionales pueden advertir el devenir subjetivo de
todos sus pacientes. Pero no es ahí donde radica la responsabilidad del consejero.

A modo de cierre

el testimonio de Hannah Baker posibilita empezar a pensar la responsabilidad frente al


semejante, el sufrimiento ajeno, y las experiencias límite en la adolescencia. El
deslizameinto más espinoso de la serie no radica en la indiferenciación entre bullying y
violencia escolar, o entre bullying y suicidio, sino justamente al introducir la posibilidad
cuantitativa de que existan efectivamente una o más razones para suicidarse. Nuestro
desafío radica entonces en poder ir más allá del dispositivo montado por los realizadores,
sosteniendo una mirada crítica que permita constituir preguntas allí donde la serie arriesga
agotarlas en apenas trece respuestas.

80
Ficha de cátedra sobre Trastornos de la Conducta Alimentaria.
Como hemos visto desde distintos autores, la pubertad/ adolescencia constituye un tiempo
de reestructuración psíquica debido a los cambios somato- instintuales, que conllevan una
serie de operaciones simbólicas referidas a la reapropiación del propio cuerpo y la re-
organización del esquema corporal, para así favorecer la tramitación de una nueva imagen
de sí y la consolidación de la identidad.

En la actualidad, la relación entre los sujetos está mediada por la cultura de la inmediatez, la
imagen y un marcado hedonismo e individualismo; surge entonces la pregunta ¿Cuál es el
lugar del adolescente dentro de esta constelación de transformaciones culturales?

En la búsqueda de una apariencia física que se acerque al modelo social idealizado en


tanto sinónimo de éxito social y sensual, encubren las jóvenes un sentimiento de soledad e
inseguridad frente a la búsqueda de la identidad propia.

Cuerpo e imagen corporal:

El cuerpo no se reduce a lo somático, sino que toma diversos modos de inscripción en la


vida psíquica: el cuerpo erógeno de la pulsión, el cuerpo representacional del yo. Según
expresa Freud, podemos unir cuerpo a la noción del “yo”.

¿Cómo se construye el cuerpo erógeno? El cuerpo biológico es subvertido, fraccionado por


las líneas libidinales en el primer encuentro madre-bebé. Es en el trasvasamiento narcisista
materno y a través de los primeros cuidados que se inscriben las primeras huellas de
placer, dando origen al deseo.

La estructuración psíquica comienza a generarse a partir de entonces, iniciándose una


historia relacional basada en identificaciones, desidentificaciones y sublimaciones. Luego,
en la adolescencia se deberán hacer sucesivas renuncias equivalentes, en términos
metapsicológicos, a sucesivas represiones que permitirán el pasaje del yo ideal al ideal del
yo, recobrando el amor a sí mismo. Además, la apropiación de sus zonas erógenas como
fuente de placer es la que propicia la integridad funcional del yo.

Es posible que a partir del sistema representacional se pueda ordenar, estructurar y


delimitar mejor la imagen consciente e inconsciente del cuerpo. El nivel representacional
(esquema corporal, sensaciones propioceptivas o interoceptivas y zonas erógenas) se
integrará a través de la organización narcisista del yo, que junto con la organización
fantasmática edípica unifica e integra este funcionamiento.

Acá entra la relación con los trastornos de alimentación: presentan un trastorno en la


imagen corporal. Hablar de “imagen del cuerpo” no significa que esta pertenece únicamente
al orden de lo imaginario, ya que es también del orden simbólico y de la estructura libidinal
mencionadas anteriormente, expuesta a un conflicto libidinal que debe ser desanudado por
la palabra del niño o adolescente. La imagen del cuerpo es memoria inconsciente de todas
las vivencias relacionales y al mismo tiempo actual, viva expresión de necesidad y deseo.

Los trastornos de la alimentación: OBESIDAD, BULIMIA Y ANOREXIA

Estos pueden presentarse en sujetos con diversas estructuras psíquicas; además, se hallan
condicionados por factores psíquicos, sociales, traumáticos y familiares

A continuación se detallan características de cada trastorno:

81
Obesidad: Su presencia en niños y adolescentes (difícil de determinar porque se
encuentran en etapa de crecimiento) hoy se ve favorecida por características de la
sociedad: “la cibercultura”. Este tipo de ingesta, rápida y sin registro de las cualidades del
alimento, está promovido porque los jóvenes hacen muchas otras cosas mientras comen
(como ver televisión y usar el celular).

En los adolescentes, más allá de las condiciones genéticas, el sobrepeso se produce


cuando se ingieren más calorías que las que se consumen. Pero además de los desórdenes
orgánicos que genera la obesidad, también existe el peligro de que se vea afectada su
salud emocional. La estigmatización social arma un circuito de discriminación, aislamiento y
sentimientos de desvalorización e inseguridad, afectando su inclusión social y laboral.

Desde el punto de vista pulsional, el modo de funcionamiento psiquico que se destaca se


llama fenómeno de binge (atracón), que se pone de manifiesto a través de un subjetivo
descontrol en lo que se refiere a la cantidad y calidad de alimentos. Esta ingesta no está
vinculada con el hambre ni con la búsqueda de placer, sino que se trata de manifestaciones
compulsivas donde el objeto de la adicción evita pasar por las dificultades que suponen las
relaciones con el otro, intentando así anular la falta y el vacío.

Anorexia nerviosa: Etimológicamente, “anorexia” deriva del griego: an “sin”, y arexis


“deseo”. Esta enfermedad se manifiesta como un intenso temor a engordar, aun
manteniendo un peso inferior al esperado según la edad y la talla.

Las personas con anorexia nerviosa tienen una imagen distorsionada del cuerpo, que hace
que se vean gordas incluso cuando están peligrosamente delgadas. A menudo se niegan a
comer, hacen ejercicio compulsivamente y desarrollan hábitos inusuales como rehusar
comer delante de los demás, lo que las lleva a una significativa pérdida de peso. Uno de los
síntomas habituales es la amenorrea (ausencia de por lo menos tres ciclos menstruales
consecutivos).

Pueden distinguirse dos subtipos de anorexia:

- Restrictivo, que se caracteriza por la pérdida de peso y se consigue haciendo dieta


y realizando ejercicio de forma intensa

- Compulsivo-purgativo donde el/la joven recurre regularmente a atracones o purgas,


y en algunos casos seguidos de vómito

Bulimia: La palabra “bulimia” remite a limos, que significa “hambre”, precedida por el prefijo
bou: “gran cantidad”. Se presenta con episodios recurrentes de compulsión alimentaria
(ingesta de alimento en un corto tiempo: dos horas), en cantidades superiores, seguida de
conductas compensatorias (vómitos, laxantes, diuréticos, ejercicio físico excesivo, etc.) que
intenta anular los excesos de ingestión.

Los atracones y las conductas compensatorias tienen lugar, al menos, dos veces por
semana durante un periodo de tres meses, y se presenta con más frecuencia en mujeres
(95%) en edades entre 14 y 19 años.

Se presentan dos subtipos:

- Purgativos: en el episodio de bulimia nerviosa, el individuo se provoca el vómito o


usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso.

- No purgativos: durante el episodio de bulimia nerviosa, el individuo emplea otras


conductas compensatorias inapropiadas, como el ayuno o el ejercicio intenso, pero no

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recurre regularmente a provocarse el vómito o a la utilización de laxantes, diuréticos o
enemas en exceso.

¿Pueden ser los trastornos de la alimentación abordados desde el psicoanálisis?


MODELO PSICOPATOLÓGICO:

El modelo teórico psicoanalítico permite conocer los modos en que la cría humana se
transforma en un ser humano sexualizado y atravesado por la cultura. Además se
consideran los acontecimientos traumáticos que determinan las características singulares
de su funcionamiento y las perturbaciones en relación a los trastornos de la alimentación,
permitiendo su abordaje.

El tratamiento de pacientes con síntomas que no se encuadran en las neurosis, sino en el


orden de los trastornos psicosomáticos, representativos de la potencialidad de hacer
descarga a través del acto en el cuerpo, nos llevó a plantearnos cuál es la naturaleza del
inconsciente.

Existe un inconsciente, que se manifiesta no sólo a través del retorno de lo


reprimido.

En el psicoanálisis podemos encontrar antecedentes que hablan de lo inconsciente


escindido que no entra en lo pulsional reprimido. En Freud (1920) la compulsión a la
repetición.

El inconsciente escindido representa un modo de funcionamiento no representable que da


cuenta de cierto grado de cristalización del funcionamiento psíquico, en contrapartida al
funcionamiento neurótico donde prevalece la condensación y el desplazamiento
representacional. Esta ampliación de la noción de inconsciente, implica incluir la categoría
de realidad en tanto no significada, lo desligado que aspira a la descarga y que el sujeto
identificará como algo ajeno o sin sentido.

Desde esto planteado podemos articular los trastornos de la alimentación:

Desde el funcionamiento neurótico, los trastornos de la alimentación serían síntomas en


sentido estricto, producto del retorno de lo reprimido, reglado por los procesos secundarios
y el principio de placer. Pero desde el funcionamiento narcisista nirvánico, las alteraciones
alimentarias serían del orden del trastorno que no obedecen al deseo y la defensa, sino
descargas, regidas por las leyes del proceso primario, con alteraciones en las funciones
corporales y comportamientos del orden del acto.

Estos modos de funcionamiento psíquico permiten pensar la circulación de la libido


narcisista, regulada por el “ideal del yo”’, que se incluye en la noción de conflicto, y en
paralelo con el narcisismo negativo “yo ideal”, que desmiente, duplica y descarga, y cuya
sede es el inconsciente escindido.

En la relación con el objeto no se juega ni el deseo ni la prohibición, sino que permanece el


conflicto entre el yo y el objeto, ya sea por ausencia excesiva y/o intrusión, poniendo en
juego los mecanismos propios de la vivencia traumática.

Cuando existen carencias narcisistas primarias, las relaciones objetales y la autoestima se


juegan en el cumplimiento del ideal que reviste entonces la condición de imposibilidad: esto
lo torna patogénico.

La búsqueda de la delgadez en sí misma no es suficiente para producir patología, pero es


necesaria para otorgarle especificidad como consecuencia de acontecimientos traumáticos,

83
duelos no tramitados, depresión materna, separaciones tempranas y los antecedentes en la
organización originaria del psiquismo. Es la representación totalizante, como sostiene S.
Bleichmar (1993), que deberá adquirir el bebé en el interior de los sistemas del narcisismo
yoico materno, permitiendo que la pulsión intrusiva atacante, encuentre desde el inicio
formas de ligazón por vías colaterales.

Cuando falla la función materna, el circuito excitación/apaciguamiento no se cumplirá y


devendrá un circuito enloquecedor en la medida que la madre no pueda calmar la tensión
endógena. La voracidad no será algo innato, reaparecerá como puntos de fijación, como
modos de energía no ligada, no cualificada.

- La manifestación de descontrol es propia de todo el campo de las impulsiones, es


definitoria de los fenómenos de obesidad, bulímicos y de las anorexias en el sentido
restrictivo.

Hay múltiples alteraciones que pueden darse como consecuencia de duelos no tramitados,
de fallas en la función nutricia, de relaciones de objeto internalizadas, de tendencias a la
repetición y de experiencias traumáticas.

La destructividad del propio cuerpo y el placer masoquista, remite al sufrimiento o al ataque


de los objetos internalizados (Sigmund Freud, 1940). Es a esos objetos, con los que el
sujeto se encuentra fusionado, hacia quienes la destructividad está dirigida. Pero además,
tiene una segunda finalidad específica, y consiste en que ese sufrimiento sea mostrado a
otro.

Otra perspectiva de las causas de anorexia en la Pubertad

Como mencionamos, la anorexia en niñas púberes se explica como la falla en el vínculo


primario madre-hija: primer encuentro constitutivo del psiquismo que permite la construcción
de la alteridad y del mundo interno. Sin desconocer dichos aportes, Maroño y Baratta (2017)
proponen la anorexia como consecuencia de una inadecuada metabolización de la vivencia
ominosa característica de la pubertad.

La pubertad en las niñas incluye cambios fundamentales propios que suponen una
amenaza a la integridad física y psicológica, destacándose la importancia de la
menstruación. El problema principal aparente es el control del peso y el logro del dominio
sobre el propio cuerpo, lo que encubriría otra dificultad: la búsqueda de control general, de
competencia y eficacia.

La VIVENCIA OMINOSA se postula como un modo de procesamiento psíquico


característico de la pubertad. Los cambios corporales en ésta etapa, requieren de un tiempo
para su elaboración y representación psíquica.

Benyakar (2006) propone a la vivencia como una particular articulación entre afecto y
representación; función psíquica articuladora que opera en el mundo interno.

Es así que ésta vivencia describe la interrelación que se da entre lo propio y no familiar, y lo
familiar no propio: el cuerpo, que se sabe propio pero se vive como no familiar, articulado
con un cuerpo familiar (conocido, el de la infancia) pero que se vive como no propio.

La vivencia además, admite dos destinos: ser metabolizada por la función e intervención de
otro, o permanecer heterogénea al psiquismo y desencadenar una vivencia traumática en la
medida en que el mundo externo no ofrezca figuras mediatizadoras o factores co-
metabolizadores.

84
El púber debe inscribir, representar, transformar su imagen en propia y familiar. Parece un
proceso sólo intra-psíquico pero ese efecto pulsional del psiquismo sobre sí mismo requiere
la existencia de un factor mediatizador, que permita al púber metabolizar sus propios
componentes pulsionales.

La falla o inadecuada metabolización de la vivencia ominosa, traería como consecuencia,


que la púber viva su cuerpo como no propio y no familiar lo que traería como consecuencia
una distorsión en la imagen corporal característica de la anorexia.

Se propone por lo expuesto, que en la anorexia hubo una inadecuada función de los
factores co-metabolizadores, que no permitió la metabolización de la vivencia ominosa y por
lo tanto restablecer la regulación entre afecto y la representación.

Finck, F. (2019) Presentaciones identitarias contemporáneas; una


mirada desde la filosofía y el psicoanálisis. - Finck, F. (2019)
El presente texto nos trae la idea de las “nuevas o modernas” presentaciones
identitarias las cuales “se darían a conocer” frente al acontecer contemporáneo, y
van obteniendo su lugar a partir del reconocimiento social y adquisición de derechos
de organizaciones pertenecientes, por ejemplo, a los medios de comunicación, que
de alguna u otra manera, guían el consenso unificado a todo lo que alude a lo
humano y sus patologías, adaptándose en conjunto al discurso social.

Podemos observar, con el pasar del tiempo, como las nociones de salud y
enfermedad se van modificando y amoldando a la época cultural, ya que existen o
existieron discursos que patologizan identidades y personas. Lo podemos ver como
anteriormente, la homosexualidad hasta 1990 era considerada una enfermedad
mental, hasta que hubo un cambio en la visión y posicionamiento de la mirada
respecto a la sexualidad y cuestión de género.

Estos nuevos cambios, progresos y revoluciones de alguna manera nos invitan a


cuestionarnos y reflexionar sobre la subjetividad, el ser humano en sí mismo, su
recorrido y existencia.

Siguiendo lo propuesto por el filósofo Kierkegaard, la experiencia de identidad alude


a un proceso de construcción, que tiene que ver especialmente con cuestiones
subjetivas intrínsecas de sí mismo. Implica estar de acuerdo con una verdad
auténtica, donde hay una convergencia entre lo que el sujeto hace y es al mismo
tiempo. Lo que caracteriza de algún modo a estas identificaciones disidentes es un
distanciarse y diferenciarse de lo conocido y de la norma e ideal impuesto
socialmente, encontrando su propio camino y verdad; a pesar de que, este recorrido
no siempre resulte sencillo poder lograrlo, ya que muchas veces se enfrentan con
grandes cuestionamientos y agresiones por parte de la sociedad misma.

Todo este nuevo planteamiento puede ser más fácilmente comprensible desde una
mirada filosófica, pero el autor se pregunta: qué sucede desde el campo de la
psicología y más precisamente, en el psicoanálisis. Si bien resulta más complejo la
variación de perspectiva y posicionamiento, se puede ver cómo con el avance del
tiempo, a partir de tensiones y desacuerdos, donde hay pensamientos que buscan
ser actualizados y explorados, se da un giro de visión, ampliando la misma y sin
tener ahora que considerar a la diversidad como determinantemente patologizadora

85
de las diferencias, sino más bien como una posibilidad del sujeto de su libre elección
de objeto y orientación sexual.

Teniendo en cuenta lo planteado, al momento de realizar un análisis, es de vital


importancia el tacto psicológico, tal como lo plantea Ferenczi, en el cual debemos
apartarnos de la posición del supuesto saber, dejando y poniendo en suspenso
nuestros juicios para entender la subjetividad del paciente, adoptando una postura
correcta en pos del bienestar del sujeto y su respectiva comprensión.

Por otro lado, la constitución del psiquismo a partir de la diferenciación sexual


muchas veces acarrea problemas, ya que no resulta fácil la posibilidad de sostener
el reconocimiento de la diferencia sexual, el adquirir una representación psíquica en
la que solo existen, desde un punto biológico, dos posiciones de deseo (masculino y
femenino), y que únicamente se puede ubicar en una de ellas. Hoy en día, se
propone escuchar y mantener una apertura hacia otras orientaciones sexuales que
están en un proceso de construcción y que esto no implique una exclusión de una
gran parte de la sociedad que están alzando su voz y buscan obtener un
reconocimiento. El objetivo que a su vez se intenta sostener desde la práctica clínica
es generar un marco de equidad para todos los sujetos, y así poder ir actualizando
las múltiples cuestiones que hacen al entendimiento de la conducta humana.

Pubertades trans. el fenómeno de extrañamiento en Girl. Ética y


Cine - Maroño, Ma. Del Rosario (2019)
Film Girl (Dhontu, 2018) - Características y especificidades del proceso puberal: El
impacto disruptivo en el cuerpo

Lara tiene 15, años quiere ser bailarina clásica, vive con su padre y con su
hermano de 7 años . Nació en el cuerpo de un niño, pero no pudo nunca
identificarse con ese lugar. Pretende acceder a una operación de reasignación de
sexo para finalmente poder percibirse de forma plena como una mujer . Inicia su
transformación sexual a los quince años . Se encuentra acompañada de padre, el
equipo médico tratante y un psicólogo con el que trabaja cuestiones relativas al
tratamiento.

Actualmente se encuentra atravesando un tratamiento hormonal y transitando la


inserción en su nueva escuela, expuesta a situaciones de humillación y muchísimo
dolor ante la mirada de los otros. Si bien el psicólogo sugiere que intente disfrutar el
presente como la mujer que ya es, podemos notar en sus expresiones que ella no
logra apreciar su cuerpo de la misma forma. Lara sufre la atenta mirada de sus
compañeras y compañeros de ballet. Se registra un impacto de lo somático en el
cuerpo: no puede mirarse desnuda en el espejo; se cubre, expresiones de tristeza,
rechazo. Aparecen diferentes situaciones de discriminación: por ejemplo en una
escena, un docente la invita a cerrar los ojos para preguntar a sus compañeras si
están de acuerdo en compartir el vestuario.

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En Lara el trabajajo de subjetivación por el duelo del cuerpo infantil queda velado
por el por el encuentro con un cuerpo diferente, un sexo biologico que le resulta
ajeno y que no corresponde a la identidad asumida por ella. Es decir que el
proceso puberal trans adquiere cualidades diferentes

Género y Diversidad sexual. Las pubertades Trans y el Doble impacto


disruptivo

- SEXO: Componentes anatómicos y biológicos.

- GÉNERO: Conjunto de aspectos psicológicos, sociales, culturales e


históricos vinculados a la femineidad y a masculinidad.

- GÉNERO INTELIGIBLE: Aquellos sujetos que perciben la inadecuación


de su género como efecto de una evidente discontinuidad entre el sexo, el
género, el deseo y la práctica sexual.

- QUEER: Simbolización de lo diverso. Se define como “raro” o “extraño”.


Hace referencia a una identidad flexible, polivalente y estratégica, en
contraposición con la concepción tradicional de la identidad moderna.

Género, identidad y orientación sexual, no se encuentran inicialmente inscriptas a


nivel natural en el ser humano, sino que devienen efecto de una determinada
construcción política, social y cultural.

En este cambio de paradigma, aquella concepción tradicionalista de la identidad aún


sostiene un peso importante en nuestra sociedad actual: lo cual se refleja en
diversas prácticas discriminatorias, en el sostenimiento de una determinada
normativización a nivel sexual, a pesar de los cambios en el ámbito de salud mental
y de la ampliación de derechos a nivel jurídico.

En el puber trans, como es el caso de Lara hay un DOBLE IMPACTO DISRUPTIVO:

1. Inevitable encuentro con un cuerpo diferente al infantil.


2. Contraste con la identidad de género.

La profesora Maroño en este punto plantea un escenario diferente, que se


contrapone a la clásica definición de Grassi sobre el fenómeno de extrañamiento en
la pubertad: que define que si en términos generales la pubertad se caracteriza por
la coexistencia de un cuerpo familiar como el infantil –que ya no es propio, en tanto
se ha perdido– y un cuerpo propio, pero no familiar; en la pubertad trans el cuerpo
puede ser vivido como no propio y no familiar.

RODULFO: El púber habita un cuerpo extraño porque algo novedoso ocurrió.

Hay en su imagen, algo familiar: le es conocida y desconocida a la vez, propia pero


aún no propia. y plantea que La adolescencia no se puede inaugurar sin la aparición
del extraño allí, sin verse como un extraño.

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Este extrañamiento que se da en la pubertad es algo que el psiquismo debe
procesar. Para Grassi (2010), la vivencia de extrañamiento corporal es el
sentimiento de extrañeza que bajo la forma de angustia no mentalizada está
asociado al cuerpo puberal, a la pérdida de los reparos y los límites corporales que
llevan al adolescente a tratar su cuerpo como un objeto externo extraño,

En Lara hay encuentro con un cuerpo del que ella no puede ni quiere apropiarse.

EL DOBLE IMPACTO DISRUPTIVO EN EL PÚBER TRANS

El encuentro con un cuerpo diferente al infantil produce un fenómeno de impacto


disruptivo en todo púber. En el púber trans este impacto es doble, porque además
hay una discordancia entre la identidad de género y el sexo biológico: lo fáctico se
impone, entonces, a través de un segundo impacto disruptivo, que incrementa y
cualifica el fenómeno de extrañamiento característico de la pubertad.

La Doctora Maroño propone un impacto disruptivo constituyente. Este “concepto que


pretende describir el proceso de subjetivación a través del cual se reorganiza la
imagen corporal y la construcción identitaria, precisamente a partir del encuentro
con un cuerpo que refleja una mayor concordancia entre la identidad de género y el
sexo biológico.” En el caso de Lara, aunque de forma drástica porque hay una
mutilación de por medio, se ve cómo se logra esta reorganización con el cambio
corporal y su impacto en la construcción de la identidad de ella.

CONCLUSIONES

Si entendemos que para transitar de forma satisfactoria la adolescencia, el sujeto


debe haber construido una cierta concordancia entre el modo en que percibe su
cuerpo y la imagen externa, la pubertad se erige como una instancia crítica en el
desarrollo del sujeto.

Por eso Charo plantea que, el púber trans enfrenta un doble trabajo: a la pérdida
del cuerpo infantil, se suma el encuentro con un cuerpo que manifiesta una
discrepancia entre el sexo biológico y la identidad de género. Lo somático se
impone produciendo entonces un doble impacto disruptivo.

En este contexto, la operación de reasignación de sexo puede posibilitar aquella


concordancia ausente entre la identidad del sujeto y el sexo biológico, y desplegar
ciertas condiciones de posibilidad para una elaboración del fenómeno de
extrañamiento, que permita al púber percibir su cuerpo como propio y familiar.

Es en esta línea de análisis que pienso al impacto disruptivo constituyente como


promotor de una reconstrucción posible a nivel subjetivo, que sólo se ve sustentada
sobre una primera reorganización de la imagen corporal.

Las reflexiones teóricas volcadas en este trabajo pretenden introducir en el campo


de la salud mental un espacio de discusión respecto de este escenario, para así
lograr una mayor comprensión de la complejidad que constituye a su abordaje
clínico.

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El psicoanálisis, en tanto trabaja de forma directa con el sufrimiento subjetivo, debe
hacer una revisión de las múltiples conceptualizaciones que sostienen su práctica, a
la luz de las nuevas presentaciones clínicas que se observan en la sociedad actual.

Si bien actualmente existen diversos desarrollos teóricos sobre diversidad y


transexualidad, aún falta profundizar sobre esta área en el campo de la salud mental
–y especialmente en el ámbito del psicoanálisis–, lo cual inevitablemente conduce a
la imposición de ciertos abordajes clínicos clásicos, que sostienen una concepción
normativa basada en el binario hombre-mujer.

La tendencia a enmarcar al sujeto en los cuadros psicopatológicos clásicos (histeria;


neurosis obsesiva; perversión; psicosis) demuestra por un lado: la incertidumbre y el
desconocimiento de ciertos profesionales de la salud mental para trabajar con lo
diverso, y ademas tiende a excluir a aquellos colectivos que no pueden clasificarse
actualmente de uno u otro lado de la norma,

Poner en cuestión algunos de estos conceptos sobre los que se erige la práctica
clínica implica una apuesta de trabajo sustentada principalmente sobre la pregunta y
la apertura a aquellas nuevas situaciones que se nos presentan en la actualidad.

Adolescencias y tatuaje en la era digital En: El Tatuaje, un enigma a


ser descifrado. Letra Viva. - Weintraub, E. (2012)
El nuevo contexto sociocultural:

Ser posmoderno después del año 2000 es ser digital. Vivir una cultura globalizada con sus
usos y costumbres uniformados bajo el paradigma de la información y la comunicación.

El mundo social se mueve por la acción constante de sujetos que producen información sin
cesar. Información libre y diversificada que se plasma en redes sociales virtuales, borrando
las fronteras entre lo público y lo privado.

Todo eso produce la ilusión de un continuum entre la vida real y la vida virtual.

Zygmunt Bauman planteó el concepto de modernidad líquida, en la que las formas de vida y
de conocimiento de la modernidad se están disolviendo, nuevas figuras van naciendo y
sobre todo están emergiendo nuevas formas de figuración.

La estética de la complejidad es la del pensamiento paradojal, que conjuga estabilidad y


cambio, unidad y diversidad, autonomía y ligadura, individuación y sistema. En estas
categorías los opuestos conviven enredados de múltiples formas en un proceso de
configuración temporal.

Las teorías universales y eternas están en plena decadencia y empiezan a surgir y a


valorarse modos de pensar que renuncian a la omnipotencia de la ciencia moderna.

Se trata de una cultura sin legados que cumplir.

Como heredera del debate de modernidad/pos modernidad ha nacido lo que llamamos


tecno cultura, que no implica solamente el uso de estas nuevas tecnologías y dispositivos
sino que se relaciona con una cuestión de capital cultural y simbólico que transforma y
modela percepciones, significaciones e imaginarios sociales y a la vez resulta modelado por
ella.

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El presente en el que vivimos nos muestra una fragmentación extrema de la experiencia
subjetiva manejada por las lógicas de lo tecno-urbano-consumista.

Alguno rasgos de la subjetividad actual son:

● Pasivación de los individuos respecto de la cultura y la vida social:


○ Predomina la “sociedad del espectáculo” en la que la contemplación de
imágenes provoca la no distinción entre realidad y virtualidad.Esta pasivación
produce una saturación del yo debido a la sobreabundancia de información y
discursos que ocupan un lugar central en la vida cotidiana.
● Robotización de los vínculos:
○ Se produce una sustitución del vínculo con el otro por la relación con
diversos dispositivos tecnológicos. Esto denota ausencia de compromiso
emocional y superficialidad en los afectos.
● Cultura de la obsolescencia:
○ Se convierte al otro en objeto descartable, se sobrevalora lo nuevo y lo
último, cualidades propias de la renovación permanente de los objetos
tecnológicos, negando los procesos de pérdida y de duelo.
● Subjetividad virtual y ficcional:
○ Se sustituye la percepción y análisis de la realidad por la virtualidad. Lo
virtual que introduce la imagen induce a pensar que todo puede ser posible
desde la pantalla. Muchas veces aparecen características esquizoides con
una afectividad disociada y una sensación de irrealidad frente a las
emociones propias y del otro.

Las grandes transformaciones ocurridas a partir de la mitad del siglo XX modificaron nuestra
comprensión en relación a la realidad, a los valores y las orientaciones éticas que rigen
nuestras elecciones, estos cambios producen nuevas condiciones de subjetivación.

El mundo material y social de hoy está marcado por la búsqueda de novedades (el
mostrarse actuales o “a la moda”) también se promueve la cultura de la obsolescencia, de la
renovación por la renovación. Esto demuestra como las categorías de tiempo y espacio se
han visto modificadas.

Rige la velocidad y la aceleración, es el reino del instante.

El mundo de los medios de comunicación masiva y la tecnocultura construyen una realidad


virtual que desplaza y reemplaza a la realidad material si esta resultara inalcanzable o
existiera una demora en su consecución. A través de la imagen disponemos en forma
inmediata de innumerables mensajes: culturas, ropas, modas, posibilidades de ser y objetos
a poseer se transforman en tan cercanos y posibles como para crearnos la ilusión de que
están al alcance de nuestras manos.

La subjetividad adolescente en el nuevo contexto sociocultural:

El nuevo contexto sociocultural y las tecnologías producen un impacto en la construcción de


subjetividad en niños y adolescentes. Los vínculos familiares y sociales se encuentran en
constante cambio, por lo tanto, los modos de convivencia, las formas de autoridad y las
formas de poder se van transformando constantemente.

El adolescente organiza su vida a través de las redes sociales, en las cuales deja excluido a
los adultos, sustituyendolos en la construcción de la subjetividad por los medios sociales.
Sin embargo, estas transformaciones en la cultura y en la vida social, tienen un correlato en
esta construcción, produciendo un caos, y a su vez abriendo nuevas posibilidades.

90
Por otro lado, a modo de desafío a la transitoriedad, a la moda, a la tecnología, surge el
tatuaje como una modificación permanente inscrita en la piel, como marca subjetivante. El
tatuaje como imagen personal pone la marca de la propia subjetividad que persiste en el
tiempo y a la vez posibilita el cambio.

Primera paradoja: el tatuaje como expresión estética, ideal de belleza y a la vez trazo
indeleble, que burla el paso del tiempo convirtiéndolo en eterno presente.

La imagen y la hiperestertizacion del cuerpo.

Vivimos en un mundo visual. La imagen es hoy la noción que vehiculiza el carácter


transformista y transitorio de la realidad.

La ética de la estética es la ética del instante, basada en la recuperación del lazo social a
través de las emociones y afectos expuestos públicamente y cuyo sentido de ser es
mostrarse y compartirse. Por medio de un exhibicionismo “lúdico” los cuerpos son
mostrados bajo un halo cosmético y adornados por incrustaciones y tatuajes. El cuerpo
aparece como escenario y laboratorio de las impresiones.

Guzman presenta una sociedad “cosmética” sujeta a una hiper estetización, y el tatuaje será
un fenómeno de ella.

Se da una paradoja con respecto al tatuaje, el cual representa para el adolescente una
marca propia, original, siendo a la vez expresión de la masificación, “un disfraz”, un “estar
de moda”.

Lucia Rabello plantea que habitamos en el mundo por nuestro cuerpo, existimos en él y a
través de él. El cuerpo nos remite a la dimensión de los sentidos, de las emociones, de los
placeres y sufrimientos.

La exaltación del cuerpo se constituye en una fuerza cohesiva entre los individuos a partir
del hedonismo, la seducción y el juego de las apariencias.

En vez de que el cuerpo sea utilizado por el hombre como un instrumento de trabajo, como
lo fue en la sociedad industrial, se inserta en la sociedad de consumo como objeto
extremadamente valorado para ser exhibido. El cuerpo posible de ser trabajado, casi
esculpido, permeable a las mutaciones, es producido a partir de valores sociales y
culturales, por los recursos y la tecnología, que permiten una distancia del cuerpo “natural”.

En la cultura de consumo, la estetización involucra el uso de bienes materiales no solo


como utilidades sino también con valor simbólico. Por lo tanto el consumo es entendido
como consumo de signos. Vestir el cuerpo, adornarlo, modificarlo, marcarlo o perforarse,
puede funcionar como función- signo, una función de reconocimiento, a partir de un efecto
artístico.

En las grandes ciudades, en las que los sujetos se vuelven anónimos entre la multitud, la
exterioridad del cuerpo, el vestirse, pintarse o tatuarse hace posible el ser visto, reconocido,
identificado. El cuerpo, como objeto de las más diversas prácticas de la cultura del
consumo, es capaz de sufrir una metamorfosis para servir tanto a Eros (bienestar, placer,
deseo) como a Tánatos (muerte, destrucción).

Lucia Rabello afirma que la fluidez y la versatilidad de la apariencia no implicaría


necesariamente una ausencia de sentido, una exterioridad que se agota en sí misma, sino
que tiene un significado que hay que decodificar y puede en ciertas situaciones, ser
favorable para la construcción de la interioridad en la constitución del sujeto.

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La creación del cuerpo adolescente. Néstor Córdova

El cuerpo en sus inicios es un soma, la estructura orgánica del viviente.

Mediante la relación con su madre irá configurando su estructura. El cuerpo psíquico, el


“corpsi”, se irá constituyendo en el doble encuentro originante con el propio cuerpo y los
procesos psicosomáticos maternos. Se irá formando así, en un trabajo Intersubjetivo, la
superficie y límites del cuerpo erógeno, transgrediendo sus leyes naturales y expresándose
mediante un lenguaje indescifrable para el saber médico.

El cuerpo será sede de un proceso intersubjetivo de “escrituración” que legitime su


apropiación. Llegada la pubertad, el grupo familiar debe ceder su supremacía y dar lugar a
la creación de otros grupos y otros espejos. La función del espejo generacional adquiere
entonces una importancia decisiva. Podemos concebirlo como un espejo versátil y
polifacético que va configurando una imagen re- unificada del cuerpo por medio de
contactos corporales, miradas, gestos, modismos verbales, musicalidades, modas y rituales,
entre otras.

La apropiación del cuerpo se da a partir del encuentro con nuevos cuerpos, tambien en
proceso de escritura de lo propio en el otro y por el otro.

La vestimenta adolescente con sus marcas significantes generacionales tiene una


dimensión de envoltura corporal. El adolescente con sus ropas, añade una impronta
personal y social a la superficie del cuerpo en proceso de apropiación.

El tatuaje sería una “escritura en el cuerpo”, un intento de marcar su superficie, de hacer


una muesca en lo real y subjetivarlo. Como los body piercings, perforaciones corporales.

Son múltiples las estrategias que contribuyen a construir una identidad adolescente en la
grupalidad y que finalmente conducen a la asunción imaginaria y simbólica del nuevo
cuerpo genital.

Isidoro Vegh, dice que “los cuerpos escriben lo que no pueden decir, muestran lo que no
pueden escribir y sufren lo que no escriben ni muestran.

El cuerpo “corpsi” es erógeno, psíquico, histórico y genealógico, es cuerpo hecho de


palabras y cuerpo de la palabra.

La estrategia del sujeto adolescente se manifestara a través de intentos de atacar, suprimir


o controlar el cuerpo vivido como perseguidor, mediante ciertas mutilaciones, accidentes,
conductas anorexica, ingesta de tóxicos, incorporación de objetos extraños, conductas
como un ascetismo extremo, y finalmente, la tragedia del suicidio.

Cuerpo y tatuaje en la adolescencia

Con el advenimiento de la pubertad, se producen profundas mutaciones tanto en el plano


intra como intersubjetivo, haciendo que el cuerpo genital cobre especial importancia. El
púber adolescente va a tener que inscribir y apropiarse de ese nuevo cuerpo para que no
devenga “cuerpo extraño” y este proceso de inscripción y apropiación muchas veces va a
invadir al sujeto de angustia y extrañeza.

La adolescencia es un momento de autoafirmación y diferenciación de lo familiar y del


mundo adulto, donde el adolescente va a constituir su propio mundo alejado de aquel del
adulto para ir construyendo gradualmente su propio edificio identificatorio y su autonomía.

92
La exploración autoerótica, el contacto corporal con el otro, el mirar y ser mirado, el vestir su
cuerpo con ropaje cambiante, adornarlo, tatuar y perforar, van a tener como objetivo
esencial y fundante la constitución e inscripción de su nueva corporeidad y el trabajo de
apropiarse del cuerpo va a requerir de una “escritura” intersubjetiva y va a ser con el otro,
en su función de partenaire sexual, que el sujeto inscribirá cabalmente su nuevo cuerpo
genital, por lo que la iniciación sexual va a ser un punto de inflexión en los procesos de
subjetivación del entretiempo puberal-adolescente.

El cuerpo por su parte va a ser un elemento privilegiado de comunicación social, es un


medio y espacio en el que se inscriben códigos éticos y estéticos que van a predominar en
un tiempo y espacio histórico., también va a mostrar parte del mundo interno, es un lugar en
el que las inscripciones son múltiples y polisemánticas que va a brindar información diversa
sobre las personas, los valores, ideologías, mitos, cuestiones de identidad, etc. El tatuaje
por su parte va a ofrecer una inscripción subjetivante ya que muchas veces se realiza con
otros pares, amigos o pareja donde se va a fidelizar la unión sellandolo con una escritura
corporal compartida.

A partir de la década de los 90’ se comienza a observar un cambio en los procesos de


socialización de adolescentes y jóvenes en las sociedades occidentales urbanas. El
concepto de identidad se va a ir diluyendo, ya no va a ser absoluto ni estable, sino que va a
ser racional. Aparece una subjetividad más fragmentada dando lugar a un complejo
entramado de relaciones, donde las formas de expresión y lenguaje juvenil va a sufrir
transformaciones y el sentido identitario del tatuaje va a quedar acotado a determinadas
subculturas donde muchas veces las marcas corporales servían como rebelión ante un
sistema u orden establecido, haciendo que se estigmatice a determinados grupos con estas
marcas como forma de neutralizar la rebeldía. Luego el tatuaje comienza a ser parte de la
moda y se convierte en un artículo más de consumo, por lo que ahora resulta muy difícil
definir qué tipo de adolescente o joven se tatúa, antes el tatuaje pertenecía a un
determinado grupo social. El lenguaje del cuerpo ligado al tatuaje se presenta como un
juego de subjetividades relacionales, un conjunto de representaciones y expresiones
simbólicas situadas en un espacio intermedio entre lo personal y lo social, lo público y lo
privado, entre el “yo piel” y el otro. Un verdadero espacio transicional que nuevamente nos
trae el tema de la paradoja: ni interno ni externo.

Es interesante también poder observar el cambio en la espacialidad del tatuaje en relación


con el espacio público y el privado, es frecuente que los primeros tatuajes se realicen en
zonas ocultas de la mirada del otro y del propio adolescente, a medida que avanza la
cantidad de tatuajes suelen realizarlos en zonas corporales más extremas ocupando
espacios más visibles y sustituyendo la expresión más intimista y personal por la exhibición.
En estos casos el adolescente, pese a no ser explícito en su comunicación, incita a ser
descubierto e interpretado en su lenguaje corporal personal y relacional.

A modo de conclusión: Los adolescentes interrogados acerca del significado del tatuaje.

Resulta imposible identificar el sentido de los tatuajes para los adolescentes de ahora. El
tatuaje se presenta como un multifacético interrogante para ser descifrado en la singularidad
de cada sujeto. Lo que predomina, con respecto al contenido de hoy en día, predomina la la
belleza por sobre las cuestiones ideológicas. la pregunta principal es ¿nos llevaría esto a
pensar que se han vaciado de contenido simbólico? muchas veces el tatuaje aparece como
síntoma, como una marca en el cuerpo de los adolescentes que hace notar la imposibilidad
de elaboración psíquica en una patología grave o en situaciones traumáticas. pero a su vez
puede estar visto como un ejercicio de interiorización subjetiva. a veces no basta solo con la
palabra o la elaboración psíquica para historizar, sino que se requiere de una marca
concreta que quede inscrita “a fuego” en el cuerpo a modo de ritual que inscriba los
recuerdos. el tatuaje en esta forma de pensar puede ser una acción que puede tener tanto

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valor de investidura como de agresión. se realizó una investigación denominada “el tatuaje:
un enigma a ser descifrado” en el marco del programa PROIMPSI de la facultad de
psicología de la UBA, con una muestra de 140 adolescentes cuya edad promedio era de 18
años. se les solicitó una definición personal de tatuaje. De dicha definición surgieron
distintas categorías: a)forma de expresión, b)marca de un suceso, c) reflejo de un
sentimiento, d)símbolo, e)adorno, f)otros.

Se llegó a la conclusión de que para el grupo de tatuados, el tatuaje fue considerado en su


mayoría como una forma de expresión. Y se infiere sobre este grupo una dificultad para
poner en palabras sentimiento o pensamientos. por eso los mensajes van a través del
cuerpo, en los tatuajes. para el grupo de no tatuados el tatuaje es en su mayoría un adorno,
es decir que se lo relaciona con la estética, un agregado, accesorio.

La categoría marca estaría asociada al grupo de tatuados con algo subjetivo, con una
representación de lo afectivo en el cuerpo, mientras que en los no tatuados la categoría
marca tendría que ver con algo externo, superficial. Al terminar la investigación se llegó a
que no existe una unidad de sentido.

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