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SENTENCIA
4. Juicio oral ordinario civil. Con motivo de esta nota, por escrito presentado
el cuatro de agosto de dos mil dieciséis ante el Tribunal Superior de Justicia
del Estado de Chihuahua, ********** y ********** (cónyuge del primero), por
derecho propio y en su carácter de representantes legales de sus menores
hijos **********, ********** y **********, todos de apellidos **********,
demandaron en la vía ordinaria civil de la Secretaría del Trabajo y Previsión
Social del Gobierno del Estado de Chihuahua y/o ********** y/o ********** y/o
********** y/o **********, las siguientes prestaciones: la responsabilidad civil
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1 Expediente ********** del índice del Juzgado Segundo Civil por Audiencias del Distrito Judicial
Morelos del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Chihuahua, fojas 2 y 3.
2 Ibidem, fojas 320 a 356 vuelta.
3 Toca 69/2017 del índice de la Primera Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia del Estado de
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III. COMPETENCIA
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IV. OPORTUNIDAD
12. El recurso de revisión hecho valer por la parte quejosa fue interpuesto en
tiempo y forma, de conformidad con el artículo 86 de la Ley de Amparo. De
las constancias de autos se advierte que la sentencia de amparo les fue
notificada de manera personal el siete de septiembre de dos mil dieciocho 9,
surtiendo efectos el diez de septiembre siguiente de conformidad con el
artículo 31, fracción II, de la ley de la materia; por lo que el plazo de diez días
que señala el artículo referido corrió del once al veinticinco de septiembre de
dos mil dieciocho, descontándose los días catorce, quince, dieciséis,
veintidós y veintitrés del mismo mes y año, por ser inhábiles de conformidad
con lo establecido en los artículos 19 de la Ley de Amparo y 163 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial de la Federación.
13. En dichas condiciones, dado que el recurso de revisión fue presentado ante
el Segundo Tribunal Colegiado en Materias Civil y de Trabajo del
Decimoséptimo Circuito el diecinueve de septiembre de dos mil dieciocho 10,
se concluye que se satisface el presente presupuesto procesal.
V. LEGITIMACIÓN
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Conceptos de violación
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Sentencia de amparo
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17.7. Ante ello, se dijo que la sentencia de apelación llevó a cabo un estudio
incorrecto del caso, por lo que se debía efectuar el análisis de
constitucionalidad correspondiente; destacándose que el análisis del
respectivo conflicto de derechos se haría a la luz de los precedentes y
jurisprudencias vigentes de la Suprema Corte sobre el tema de libertad
de expresión.
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Amparo adhesivo
Recurso de revisión
18. Al interponer su recurso, la parte quejosa formuló varios agravios; entre los
que destacan los siguientes:
18.1. En los agravios que se identifican bajo los numerales 1 a 12, se alegó
que el Tribunal Colegiado no resolvió correctamente ni valoró
adecuadamente (calificándolo como infundado o inoperante) lo
relativo: a las pruebas y la carga de la prueba; que se había dañado
su reputación con la información divulgada; que no se contestaron
todos los argumentos y se omitió analizar realmente el fondo de lo
planteado; que debió haberse suplido la deficiencia de la queja al
estar presentes menores de edad; que los informadores no se
apegaron a un estándar de diligencia y se apartaron de la verdad; que
no se dio valor a que se acreditaban todos los presupuestos de la
acción civil de daño; que posterior a la publicación han sufrido acoso
y extorsiones, que no se valoró la litis como fue planteada, etcétera.
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22. En relación con el primer requisito, con base en lo resuelto por el Tribunal
Pleno en la contradicción de tesis 21/2011-PL, fallada el nueve de
septiembre de dos mil trece, esta Primera Sala entiende que una cuestión
propiamente constitucional se actualiza cuando se exige la tutela del
principio de supremacía constitucional para la solución de un caso concreto,
porque justamente se presenta un conflicto interpretativo de la determinación
normativa que, para ese supuesto, otorga la Constitución; lo cual implica la
exigencia de desentrañar el significado de un elemento normativo o de
alguna norma fundamental o de un derecho humano reconocido en un
tratado internacional ratificado por México, mediante el despliegue de un
método interpretativo.
12 Lo precedente no implica que una cuestión de legalidad esté desvinculada de la fuerza protectora
de la norma fundamental, pues la Constitución Federal, en sus artículos 14 y 16, establece el
derecho humano a la legalidad, lo cual conlleva evaluar la debida aplicación de la ley; sin embargo,
ello se trata de una violación “indirecta” a la Constitución que no exige el ejercicio interpretativo de
un elemento genuinamente constitucional, sino sólo una referencia en vía de consecuencia.
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Por lo tanto, para que se actualice una cuestión de constitucionalidad para efectos de la procedencia
de un recurso de revisión en un juicio de amparo directo es necesario que en la sentencia recurrida
se haya realizado un pronunciamiento sobre la constitucionalidad de normas generales o se
establezca la interpretación directa de una norma constitucional o de los derechos humanos
reconocidos en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte o que,
habiéndose planteado alguna de esas cuestiones en la demanda de amparo, se haya omitido su
estudio en la respectiva sentencia.
Consideraciones que, entre otros muchos criterios, han quedado reflejadas en la tesis 1a.
CCCLXVIII/2013 (10a.) de rubro y texto: “REVISIÓN EN AMPARO DIRECTO. DIFERENCIAS
ENTRE CUESTIONES PROPIAMENTE CONSTITUCIONALES Y SUPUESTOS DE
INTERPRETACIÓN CONFORME, PARA EFECTOS DE LA PROCEDENCIA DE AQUEL
RECURSO” (tesis emitida por la Primera Sala, publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de
la Federación, Libro 2, Enero de 2014, Tomo II, página 1122).
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28. Para ello, primero, llevó a cabo una extensa relatoría del significado de los
derechos a la libertad de expresión, a la información, honor y vida
privada, así como del significado del interés público y la concurrencia de un
sistema dual de protección de la libertad de expresión. Segundo, aclaró que
el caso no se trataba del análisis de opiniones, sino de información divulgada
por un periodista en contra de diversos abogados, entre ellos, uno de los
quejosos. Y en consecuencia, consideró que estaba presente una temática
de relevancia pública y que ********** era una persona privada con
proyección pública debido a su profesión (pues se trataba de un abogado
practicante en materia laboral), lo que implicaba la aplicación del estándar
de real malicia.
30. Así las cosas, se estima que en el caso subsiste una cuestión de
constitucionalidad. En la demanda de amparo se solicitó el ejercicio de
ponderación en materia de libertad de expresión e información frente a los
derechos al honor y vida privada; el Tribunal Colegiado realizó tal
ponderación a partir de una interpretación directa del alcance de los
citados derechos humanos, y tales consideraciones del colegiado fueron
efectivamente cuestionadas en el recurso de revisión.
31. Sin que se pase por alto que el Tribunal Colegiado hizo alusión en ciertos
apartados de su sentencia a precedentes de esta Suprema Corte en materia
de libertad de expresión. A nuestro juicio, ello no es un obstáculo para
advertir una cuestión de constitucionalidad.
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13 Incluso, podría valorarse que la decisión tomada por el Tribunal Colegiado en cuanto a las
características definitorias para ser una figura pública contradice las premisas de nuestros
precedentes en cuanto al alcance de la libertad de expresión, información y derecho al honor y la
delimitación del concepto de figura pública.
14 Amparo Directo en Revisión 4067/2015, resuelto por esta Primera Sala en sesión correspondiente
al trece de abril de dos mil dieciséis. Unanimidad de cinco votos de la Ministra y los Ministros: Arturo
Zaldívar Lelo de Larrea, quien se reservó el derecho a formular voto concurrente, José Ramón
Cossío Díaz, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Norma Lucía Piña Hernández y Alfredo Gutiérrez Ortiz
Mena (Presidente y Ponente).
15 Tesis P./J. 22/2014 (10a.), Pleno, Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación,
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37. Asimismo, es un caso útil para hacer precisiones sobre el interés público
como concepto legitimador de la prevalencia de la libertad de expresión e
información sobre el derecho al honor y su relación con el concepto de figura
pública. Elementos que no han sido clarificados del todo en nuestros
precedentes y aún no gozan del carácter de jurisprudencia, por lo que el
caso servirá para seguirla integrando.
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39. Aunque el Tribunal Colegiado precisó que la parte quejosa hizo depender la
inconstitucionalidad de la norma en que la autoridad impusiera la condena
en costas de manera oficiosa y, en el caso concreto, todos los demandados
solicitaron dicha condena a excepción de uno; lo cierto es que el Tribunal sí
efectuó un análisis de constitucionalidad respecto de la norma
impugnada que, ahora, es combatido por la parte recurrente en su recurso
de revisión.
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VIII.1.
Análisis sobre el conflicto entre los derechos a la libertad de
expresión e información con el derecho al honor y vida privada
43. Adelantando nuestras conclusiones, esta Primera Sala considera, por una
parte, parcialmente fundados pero inoperantes ciertos agravios del
recurrente y, por la otra, infundados o inoperantes el resto de ellos. En
suma, el Tribunal Colegiado interpretó incorrectamente el alcance de los
derechos a la libertad de expresión y derecho a la información. Sin embargo,
dadas las características del asunto y la calificativa del resto de agravios, se
estima que no es necesario remitir nuevamente el asunto a valoración del
órgano colegiado, lo que nos lleva a confirmar la sentencia de amparo.
16 Criterio que, entre otras, se refleja en la tesis de jurisprudencia 1a./J. 38/2013 de rubro
“LIBERTAD DE EXPRESIÓN. SUS LÍMITES A LA LUZ DEL SISTEMA DE PROTECCIÓN DUAL
Y DEL ESTÁNDAR DE MALICIA EFECTIVA”.
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47. Situación que implicaba que, de acuerdo con el sistema dual de protección,
su umbral de tolerancia debía ser mayor que el de cualquier otro particular
en cuanto a la injerencia en su derecho al honor. Por lo tanto, se aplicó la
doctrina de la real malicia y se concluyó, en perjuicio de la parte quejosa, que
no se había cumplido con la exigencia de acreditar la malicia efectiva en la
publicación de la información que motivó su reclamo; negando entonces el
amparo solicitado.
49. En primer lugar, porque el propio Tribunal Colegiado reconoció que él, en su
ámbito privado, no era una persona con notoriedad en su comunidad. En
segundo lugar, porque la defensa de los derechos laborales no es, en todos
los casos, una función de interés público que conlleve a categorizar a las
personas involucradas en esas actividades profesionales como personas
17El Tribunal Colegiado apoyó esta consideración en las tesis aisladas 1a. CLXXIII/2012 (10a.) de
rubro “LIBERTADES DE EXPRESIÓN E INFORMACIÓN. CONCEPTO DE FIGURA PÚBLICA
PARA EFECTOS DE LA APLICACIÓN DEL SISTEMA DE PROTECCIÓN DUAL”; 1a. CXXVI/2013
(10a.) de rubro “LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DERECHO A LA INFORMACIÓN. UNA PERSONA
PUEDE ADQUIRIR PROYECCIÓN PÚBLICA, SI ESTÁ RELACIONADA CON ALGÚN SUCESO
QUE, POR SÍ MISMO, REVISTE INTERÉS PÚBLICO PARA LA SOCIEDAD”, y 1a. CLX/2013
(10a.) de rubro “LIBERTAD DE EXPRESIÓN. INTERÉS PÚBLICO DE LA INFORMACIÓN
RELACIONADA CON LA PROCURACIÓN E IMPARTICIÓN DE JUSTICIA”.
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50. Como lo adelantamos, esta Primera Sala estima que el recurrente acierta
parcialmente en ciertos razonamientos de agravios (sintetizados en los
párrafos 18.3. y 18.5. de la presente ejecutoria). De acuerdo al alcance
constitucional de los derechos humanos a la libertad de expresión y derecho
a la información, en su relación con el derecho constitucional al honor, la
mera intervención de una persona como abogado defensor de otra u otras
personas dentro del aparato de procuración de justicia y, en específico, en
juicios en materia laboral, no conlleva necesariamente y en todos los
casos su proyección como figura pública.
51. La relevancia pública para efectos de categorizar a alguien como una figura
pública no puede condicionarse solamente al ejercicio de una actividad
profesional que participa, directa o indirectamente, en materias que son
relevantes para la comunidad. Un abogado claramente puede llegar a ser
figura pública, pero ello se deriva del análisis de sus propias actividades en
relación con el contexto y el tema a debate en concreto, no por el solo hecho
del ejercicio de su profesión o su desempeño en cierta materia del Derecho.
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56. Para explicar a detalle lo anterior, dividiremos este apartado en dos sub-
apartados: en el primero aludiremos a la doctrina constitucional aplicable en
materia de libertad de expresión (A) y, en el segundo, aplicaremos dicho
estándar a la interpretación efectuada por el Tribunal Colegiado (B).
18 Lo anterior debido a que dichos argumentos corresponden a cuestiones de legalidad que resultan
inoperantes para efectos de la revisión en amparo directo de conformidad con la tesis de rubro
“REVISIÓN EN AMPARO DIRECTO. SON INOPERANTES LOS AGRAVIOS QUE ADUZCAN
CUESTIONES DE MERA LEGALIDAD”.
En todos esos agravios se aluden a aspectos no relacionados con las cuestiones de
constitucionalidad, tales como violación genérica de derechos, indebida fundamentación, falta de
exhaustividad, indebida valoración de aspectos fácticos, así como cuestiones de legalidad que
tienen que ver con la valoración de las pruebas correspondientes y la aplicación de algunas de las
tesis emitidas por esta Primera Sala y citadas por el Tribunal Colegiado en relación con los derechos
a la libertad de expresión e información y el derecho al honor y la vida privada.
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22 Criterio cuyo primer precedente, el cual ha sido reiterado en una gran variedad de nuestras
sentencias, proviene de la Opinión Consultiva OC-5/85 de 13 de noviembre de 1985. Serie A No.
5. La colegiación obligatoria de periodistas (Arts. 13 y 29 Convención Americana sobre Derechos
Humanos). En este documento se señaló que desde el punto de vista individual, la libertad de
expresión comporta la exigencia de que “nadie sea arbitrariamente menoscabado o impedido de
manifestar su propio pensamiento y representa, por tanto, un derecho de cada individuo”, de tal
manera que “la libertad de expresión no se agota en el reconocimiento teórico del derecho a hablar
o escribir, sino que comprende además, inseparablemente, el derecho a utilizar cualquier medio
apropiado para difundir el pensamiento y hacerlo llegar al mayor número de destinatarios” (párrafos
30 y 31) y, respecto de la dimensión colectiva, la libertad de expresión también comporta un derecho
de toda la sociedad a “recibir cualquier información y a conocer la expresión del pensamiento ajeno”
(párrafo 30), toda vez que se trata de “un medio para el intercambio de ideas e informaciones y para
la comunicación masiva entre los seres humanos”, que “comprende el derecho de cada uno a tratar
de comunicar a los otros sus propios puntos de vista implica también el derecho de todos a conocer
opiniones y noticias” (párrafos 30 y 31). Asimismo, este criterio ha sido utilizado como premisas
interpretativas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, entre otros, en los casos: Caso
Herrera Ulloa v. Costa Rica. Sentencia de 2 de julio de 2004. Serie C, No. 107; Ivcher Bronstein v.
Perú. Sentencia de 6 de febrero de 2001. Serie C, No. 74, párrafo 146; “La Última Tentación de
Cristo” (Olmedo Bustos y otros). Sentencia de 5 de febrero de 2001. Serie C, No. 73, párrafo 64.
23 Esta delimitación de las distintas vertientes del derecho a la libertad de expresión (entre libertad
de opinión y libertad de información), fue realizada por primera ocasión en el amparo directo 3/2011
(página 77 del engrose), fallado el treinta de enero de dos trece por unanimidad de cinco votos de
la Ministra y los Ministros: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (Ponente), José Ramón Cossío Díaz, quien
se reserva el derecho de formular voto concurrente, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez
Cordero de García Villegas y Presidente Jorge Mario Pardo Rebolledo.
24 Esta distinción normativa, como se detallará posteriormente, se hizo por primera vez en el amparo
directo 28/2010 (página 64 del engrose), fallado por mayoría de cuatro votos de los Ministros: Jorge
Mario Pardo Rebolledo, José Ramón Cossío Díaz, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y
Presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (Ponente), en contra del emitido por el señor Ministro
Guillermo I. Ortiz Mayagoitia.
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61. Ahora bien, entre los muchos aspectos relevantes de la libertad de expresión
y el derecho a la información se encuentra la forma en que son ejercidos
por las personas y los conflictos que pueden generarse con otros
derechos humanos, como el derecho al honor o la vida privada. Sobre este
tema, esta Corte ha reconocido la existencia de una presunción general de
cobertura constitucional de todo discurso expresivo, lo que genera una
posición preferencial de la libertad de expresión e información frente a los
derechos de la personalidad (dada la relación instrumental entre ese derecho
y el adecuado desarrollo de las prácticas democráticas)25.
62. En los Amparos Directos 28/201026 y 8/201227, esta Sala determinó que las
ideas y la información alcanzan un grado máximo de protección cuando: (a)
son difundidas públicamente y (b) con ellas se persigue fomentar un debate
público. Asimismo, en el segundo precedente citado se especificó que este
grado máximo de protección también se alcanza cuando los derechos a la
libertad de expresión e información “se ejercen por los profesionales del
periodismo a través del vehículo institucionalizado de formación de la opinión
pública, que es la prensa, entendida en su más amplia acepción”28.
63. Sin embargo, en relación con esta aclaración, esta Corte ha manifestado
que esta posición preferencial no significa que tal libertad sea absoluta
o que deba prevalecer en todos los casos sobre los derechos de la
personalidad (entre los que se encuentra el derecho al honor o vida privada),
25 De acuerdo con lo planteado en el amparo directo 8/2012, esta presunción general de cobertura
constitucional de todo discurso expresivo y la correspondiente posición preferencial de la libertad de
expresión frente a los derechos de la personalidad se justifica por la obligación primaria de
neutralidad del Estado frente a los contenidos de las opiniones y, en consecuencia, por la necesidad
de garantizar que, en principio, no existan personas, grupos, ideas o medios de expresión excluidos
a priori del debate público. Este criterio ha sido retomado en varios precedentes de esta Suprema
Corte y se refleja en la tesis aislada 1a. XXII/2011, emitida por la Primera Sala, publicada en el
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, enero de 2012, Página: 2914, de
rubro: “LIBERTADES DE EXPRESIÓN E INFORMACIÓN. SU POSICIÓN PREFERENCIAL
CUANDO SON EJERCIDAS POR LOS PROFESIONALES DE LA PRENSA”.
26 Fallado el veintitrés de noviembre de dos mil once por mayoría de cuatro votos de los Ministros:
Jorge Mario Pardo Rebolledo, José Ramón Cossío Díaz, Olga Sánchez Cordero de García Villegas
y Presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (Ponente), en contra del emitido por el señor Ministro
Guillermo I. Ortiz Mayagoitia.
27 Fallado el cuatro de julio de dos mil doce por mayoría de cuatro votos de los señores Ministros:
Jorge Mario Pardo Rebolledo, José Ramón Cossío Díaz, quien se reserva el derecho de formular
voto concurrente, Olga Sánchez Cordero de García Villegas, quien se reserva el derecho de formular
voto concurrente al apartado XI (respecto de la condena en gastos y costas), y Presidente Arturo
Zaldívar Lelo de Larrea (Ponente). El señor Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia votó en contra.
28 Ibidem, p. 53
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65. Por ello, para efectos de verificar la viabilidad o no de esa reparación, esta
Primera Sala ha resaltado los siguientes elementos de relevancia
constitucional que deben identificarse en cada caso concreto30:
29 Como se ha reconocido en diversos precedentes (por ejemplo, los Amparos Directos 8/2012 y
16/2012), los derechos de la personalidad derivan del reconocimiento a la dignidad humana, por lo
que se encuentran implícitos en nuestra Constitución Federal. Además, su reconocimiento es
expreso en los tratados internacionales ratificados por México, de modo que se encuentran
incorporados al orden jurídico mexicano de acuerdo con el artículo 1 constitucional. Véase en este
sentido la tesis aislada P. LXV/2009, Tribunal Pleno, Novena Época, Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta XXX, Diciembre de 2009, página 8, de rubro “DIGNIDAD HUMANA. EL
ORDEN JURÍDICO MEXICANO LA RECONOCE COMO CONDICIÓN Y BASE DE LOS DEMÁS
DERECHOS FUNDAMENTALES”.
30 Este estándar, de manera textual, fue incorporado en las consideraciones del amparo directo
24/2016 (página 20 del engrose), fallado el seis de diciembre de dos mil diecisiete por unanimidad
de cuatro votos de los señores Ministros: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (Ponente), Jorge Mario
Pardo Rebolledo, quien se reservó el derecho a formular voto concurrente, Alfredo Gutiérrez Ortiz
Mena, quien se reservó el derecho a formular voto concurrente, y Norma Lucía Piña Hernández
(Presidenta), quien igualmente se reservó el derecho a formular voto concurrente. Encontrándose
ausente el Ministro José Ramón Cossío Díaz.
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66. Para resolver el caso concreto, cabe detenernos en tres de estos elementos:
la temática comprometida en el asunto, la calidad de la persona que se
dice afectada y el criterio subjetivo de imputación31.
31 Lo anterior, se insiste, ya que para analizar la interpretación constitucional del Tribunal Colegiado,
debemos verificar: i) si el accionante del juicio ordinario, el cual es una persona que se desempeñaba
como abogado practicante en materia laboral, debe considerarse o no como una persona privada
con proyección pública o solamente privada; y b), en consecuencia de ello y como se verá más
adelante, definir entonces qué estandar de constitucionalidad resultaría aplicable cuando se está en
presencia de información relacionada con una cuestión de interés público, pero el sujeto que afecta
la divulgación de dicha información es una persona privada.
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(i) El interés general por la materia y por las personas que en ella
intervienen
(ii) El contenido de la información en sí mismo, según la doctrina de la
malicia efectiva.
69. Por lo que hace a la materia, se estima que el interés público es el concepto
que legitima las intromisiones en el derecho al honor de una persona cuando
se ejerce la libertad de expresar información32. Tal como se afirmó en el
Amparo Directo 16/201233, “lo que debe considerarse para decidir un caso
de ponderación entre las libertades de expresión y el derecho a la
32 En este sentido se ha expresado esta Sala en los Amparos Directos 28/2010 y 8/2012 y en el
Amparo Directo en Revisión 3111/2013. Vale citar, a manera de ejemplo, el párrafo específico en el
que se hace esta aseveración en el último precedente referido: “[…] lo que debe considerarse para
decidir un caso de ponderación entre las libertades de expresión y el derecho a la información, frente
a los derechos de la personalidad, será el interés público para legitimar la intromisión, más allá de
otras consideraciones. […]” (sentencia del catorce de mayo de dos mil catorce, p. 79).
Cabe destacar que esta centralidad del concepto de interés público también la encontramos en otras
tradiciones jurídicas, tal como muestra la Ley Orgánica Española 1/1982 sobre protección civil del
derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. En el preámbulo de dicho
ordenamiento es notoria la importancia del concepto de interés público cuando se afirma que “los
derechos protegidos en la ley no pueden considerarse absolutamente ilimitados”, ya que “los
imperativos del interés público pueden hacer que por ley se autoricen expresamente determinadas
entradas en el ámbito de la intimidad, que no podrán ser limitadas ilegítimas”. Siguiendo con el
preámbulo de la ley en comento, en otra parte se afirma que “existen casos en que tales injerencias
o intromisiones no pueden considerarse ilegítimas en virtud de razones de interés público que
imponen una limitación de los derechos individuales”. Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de
protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. BOE-A-
1982-11196.
En el mismo sentido, el Tribunal Supremo Español ha señalado que “cuando la libertad de
información se quiere ejercer sobre ámbitos que pueden afectar a otros bienes constitucionales,
como son el honor y la intimidad, es preciso para que su proyección sea legítima, que lo informado
resulte de interés público, pues sólo entonces puede exigirse de aquellos a quienes afecta o perturba
el contenido de la información que, pese a ello, la soporten en aras, precisamente, del conocimiento
general y difusión de hechos y situaciones que interesen a la comunidad”. STS 777/1997, sentencia
de once de septiembre de mil novecientos noventa y siete.
33 Fallado el once de julio de dos mil doce por unanimidad de cinco votos de los Señores Ministros:
Jorge Mario Pardo Rebolledo (ponente), José Ramón Cossío Díaz, Guillermo I. Ortiz Mayagoitia,
Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Los Ministros
José Ramón Cossío Díaz, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Arturo Zaldívar Lelo de Larrea
se reservaron su derecho a formular voto concurrente.
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34 Ibídem, p. 130
35 Tesis aislada 1a. XXVI/2011 (10a.), Primera Sala, Décima Época, Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Libro IV, enero de dos mil doce, Tomo 3, número de registro 2000102, de
rubro y texto: “LIBERTAD DE EXPRESIÓN. SU FUNCIONAMIENTO EN CASOS DE DEBATE
PERIODÍSTICO ENTRE DOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN. Sin importar lo perniciosa que pueda
parecer una opinión, su valor constitucional no depende de la conciencia de jueces y tribunales, sino
de su competencia con otras ideas en lo que se ha denominado el "mercado de las ideas", pues es
esta competencia la que genera el debate que, a la postre, conduce a la verdad y a la plenitud de la
vida democrática. Esto adquiere un valor trascendental cuando nos referimos a un debate
periodístico entre dos medios de comunicación, toda vez que éstos representan los principales
oferentes en este "mercado de ideas", ofreciendo al público opciones de ideas y posturas y
fortaleciendo el debate en aras de alcanzar la verdad. Por consiguiente, el castigo de los errores al
momento de expresarse corre el riesgo de inducir a un cauto y restrictivo ejercicio de las libertades
constitucionales de expresión y prensa, lo cual podría producir una intolerable autocensura.
Asimismo, obligar a los medios a que, para evitar responsabilidad, deban probar la verdad de sus
declaraciones, resulta una carga desmedida. Atendiendo a lo anterior, la simple crítica a la postura
o línea editorial de un medio de comunicación en el desempeño de una actividad no debe
confundirse sin más con un atentado a su honor. Incluso cuando el tono de la crítica sea elevado,
éste puede encontrarse justificado por el propósito de causar impacto, siendo conveniente recordar
que en el contexto de debate periodístico el uso de la hipérbole es un recurso frecuente. En este
sentido, si la prensa goza de la mayor libertad y del más amplio grado de protección para criticar
personajes con proyección pública, es no sólo lógico sino necesario concluir que la crítica a su labor
también debe gozar de la mayor libertad y más amplio grado de protección, pues de lo contrario se
estaría dotando a una persona, como ocurre con los medios de comunicación impresos, de un gran
y desequilibrado poder para criticar impunemente, opinando e informando sin ser sujetos del mismo
escrutinio público que pregonan, ejercen y cuya protección invocan. Lo anterior adquiere mayor
relevancia si consideramos que en el debate surgido del ejercicio de la libertad de expresión, la
réplica y la contra-argumentación son las mejores y más efectivas herramientas para defender la
propia actuación o punto de vista. Así pues, nadie tiene un mayor acceso al derecho de réplica que
un medio de comunicación. En ese sentido, cuando nos encontremos frente a una relación simétrica
entre dos medios de comunicación, es necesario sostener que los dos contendientes tienen un
mayor margen de libertad para la emisión de opiniones. Esto implica que los medios de
comunicación escritos, a diferencia de los simples particulares, pueden refutar desde sus páginas
las opiniones con las que no comulgan. En conclusión, esta Primera Sala considera, como lo ha
sostenido la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, que uno de los mecanismos idóneos
tendientes a promover el comportamiento ético de los medios de comunicación, es la crítica a su
actuación. Dicha crítica, enfocada a denunciar distorsiones, omisiones, posiciones o incluso noticias
ignoradas puede ser llevada a cabo por organizaciones no gubernamentales o, inclusive, por otros
medios de comunicación”.
36 Expresión tomada de la Corte Suprema de California, Estados Unidos, caso Schulman v. Group
37
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
38
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73. Para esta Corte, ambas perspectivas del interés público resultan
insuficientes. Sobre el concepto descriptivo del interés público, nuestro
rechazo del mismo fue planteado desde el Amparo Directo 6/2009, en donde
distinguimos entre el interés público y el interés del público, y aseveramos
que la curiosidad o el interés morboso no se encuentra amparado por una
especial protección constitucional; en consecuencia, “no es exigible a una
persona que soporte pasivamente la difusión periodística de datos tan
relevantes sobre su vida privada, cuando su conocimiento es trivial e
indiferente para el interés o debate público”38.
39
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
76. Por ende, desde el Amparo Directo 3/2011, esta Primera Sala adoptó una
posición intermedia para valorar cuándo estamos ante una cuestión de
interés público. De acuerdo con esta postura, “el criterio de interés público
debe fundarse en la información que el público considera relevante para la
vida comunitaria”; de modo que “una información se vuelve de interés público
cuando miembros de la comunidad pueden justificar razonablemente un
interés legítimo en su conocimiento y difusión”.
79. Sin que esta especial relevancia del discurso político implique que sea el
único amparado bajo la libertad de opinión e información. Como hemos
afirmado en otros casos, “la libertad de expresión no está confinada al ámbito
de los hechos u opiniones sobre asuntos públicos o a comentar la situación
39 Para esta caracterización de la postura de esta Sala, en el Amparo Directo 3/2011 nos apoyamos
en el razonamiento del Tribunal Constitucional español según el cual una información es de interés
público cuando versa sobre hechos que “puedan encerrar trascendencia pública y que sean
necesarios para que sea real la participación de los ciudadanos en la vida colectiva”. STC 105/1983,
sentencia de veintitrés de noviembre de mil novecientos ochenta y tres.
40 Corte Interamericana de Derechos Humanos, casos Fontevecchia y D’Amico v. Argentina, Op.
Cit., párrafo 61; Tristán Donoso v. Panamá, Op. Cit. párrafo 121, y Ricardo Canese v. Paraguay,
Op. Cit., párrafo 98.
41 Amparo Directo 6/2009, Op. Cit. pp. 48-49.
40
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de las personas que voluntariamente han buscado la luz pública”42. Más bien,
el interés comunitario viene dado por la contribución o el enriquecimiento del
debate público mediante la difusión de la información.
80. En suma, lo anterior quiere decir que los tribunales no deben formular en
abstracto una lista de contenidos materiales específicos que sean de interés
público; pues en gran medida esto nos haría caer en el extremo valorativo
recién criticado. Por el contrario, el entendimiento del interés público debe
adoptar una formulación amplia que permita determinar, a la luz del caso
concreto, si cierta información puede entrar dentro de este concepto.
82. Se insiste, es a través de esta concepción del interés público que buscamos
posicionarnos en el punto medio entre los enfoques descriptivo y valorativo.
Con tal actuar obtenemos mayor flexibilidad que con un concepto
estrictamente valorativo y la tarea de los jueces será buscar la conexión entre
una información determinada y la relevancia comunitaria de su difusión, no
un contenido específico delimitado de manera apriorística43. Al mismo
tiempo, tampoco se cae en que sea el simple interés lo que determine el valor
de la información, toda vez que se exige que ésta contribuya al debate
público para gozar de especial protección.
41
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
86. Circunstancia que, en el referido Amparo Directo 3/2011, nos llevó a entender
que había dos elementos a considerar para poder decidir si cierta información
privada es de interés público46: (a) “una conexión patente entre la información
privada y un tema o información de interés público”47 y (b) la condición de
44 Este punto fue hecho por esta Sala en el Amparo Directo 16/2012, en donde se afirmó que “la
relevancia pública dependerá en todo caso de situaciones históricas, políticas, económicas,
sociales, que, ante su variabilidad, se actualizará en cada caso concreto”. Op. Cit. p. 135.
45 Amparo Directo 3/2011, Op. Cit. p. 90.
46 Criterio que se refleja en la tesis 1a. CXXXIII/2013 (10a.), emitida por la Primera Sala, publicada
en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XX, Mayo de 2013, Tomo 1, página
550, de rubro y texto: “LIBERTAD DE EXPRESIÓN. ELEMENTOS DEL TEST DE INTERÉS
PÚBLICO SOBRE LA INFORMACIÓN PRIVADA DE LAS PERSONAS. Para decidir si
determinada información privada es de interés público en ejercicio del derecho a la libertad de
expresión, se requiere corroborar, en un test, la presencia de dos elementos: (i) una conexión
patente entre la información privada y un tema de interés público; y, (ii) la proporcionalidad entre la
invasión a la intimidad ocasionada por la divulgación de la información privada y el interés público
de la información”.
47 Criterio que se refleja en la citada tesis 1a. CXXXIV/2013 (10a.), emitida por la Primera Sala,
publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XX, Mayo de 2013, Tomo 1,
página 560, de rubro y texto: “LIBERTAD DE EXPRESIÓN. REQUISITO DE CONEXIÓN PATENTE
EN EL TEST DE INTERÉS PÚBLICO SOBRE LA INFORMACIÓN PRIVADA DE LAS PERSONAS.
Para decidir si este tipo de información es de interés público se requiere corroborar la presencia de
42
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
87. Ahora bien, tal como se describió en párrafos previos, son varios los
elementos de relevancia constitucional que deben identificarse para efectos
de analizar el ejercicio de la libertad de expresión frente a los derechos de la
personalidad: uno es que la información divulgada sea de interés público,
pero otros son la calidad de la persona que se dice afectada y el criterio
subjetivo de imputación necesario para poder asignar una responsabilidad
por el entonces hecho ilícito.
una conexión patente entre ésta y un tema o información de interés público. Este componente del
test de interés público tiene como función descartar aquellos casos en los que la información privada
es completamente irrelevante. La idea que está detrás de esta indagación es el hecho de que los
periodistas tienen amplio margen de apreciación sobre estas cuestiones, de manera que es
suficiente constatar que existe una conexión más o menos evidente entre la información divulgada
y el tema o la información de interés público. En este sentido, esta grada del test es incompatible
con un escrutinio estricto de la actuación del periodista donde se establezca la "pertinencia",
"conveniencia" o "necesidad" de la información privada difundida”.
48 Criterio que se refleja en la citada tesis 1a. CXXXV/2013 (10a.), emitida por la Primera Sala,
publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XX, Mayo de 2013, Tomo 1,
página 561, de rubro y texto: “LIBERTAD DE EXPRESIÓN. REQUISITO DE
PROPORCIONALIDAD EN EL TEST DE INTERÉS PÚBLICO SOBRE LA INFORMACIÓN
PRIVADA DE LAS PERSONAS. Para poder decidir si este tipo de información es de interés público,
se requiere corroborar si la invasión a la intimidad ocasionada por su divulgación es proporcional.
Este segundo componente del test de interés público persigue descartar aquellos casos en los que,
existiendo una conexión patente entre la información difundida y un tema de interés público, la
intensidad de la intromisión no guarda una razonable correspondencia con la importancia de la
información de interés público. Ahora bien, para determinar la intensidad de la invasión se deberá
atender a factores relacionados con la persona afectada y la información divulgada. En el primer
caso, deben examinarse, entre otros aspectos, si la persona afectada es un servidor público o un
particular con proyección pública, así como la circunstancia de si trató de evitar o fomentó su
exposición pública en relación con ese tema. En el segundo caso, resultan relevantes, entre otras
cosas, el hecho de que la información íntima se hiciera del conocimiento público antes o después
de la publicación por la que se pretende atribuir responsabilidad y si existía una expectativa de
confidencialidad sobre la información divulgada. Cabe aclarar que el examen de proporcionalidad
en casos de conflicto entre libertad de información y vida privada no se corresponde con el test en
tres gradas (idoneidad, necesidad y proporcionalidad en estricto sentido) que se utiliza
frecuentemente para analizar las intervenciones en derechos fundamentales”.
43
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
49 Tesis aislada 1a. CLXXIII/2012 (10a.), Primera Sala, Décima Época, Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Libro XI, agosto de dos mil doce, Tomo 1, de rubro y texto: “LIBERTADES
DE EXPRESIÓN E INFORMACIÓN. CONCEPTO DE FIGURA PÚBLICA PARA EFECTOS DE LA
APLICACIÓN DEL SISTEMA DE PROTECCIÓN DUAL. De conformidad con el "sistema de
protección dual", los sujetos involucrados en notas periodísticas pueden tener, en términos
generales, dos naturalezas distintas: pueden ser personas o figuras públicas o personas privadas
sin proyección pública. Lo anterior permitirá determinar si una persona está obligada o no a tolerar
un mayor grado de intromisión en su derecho al honor que lo que están el resto de las personas
privadas, así como a precisar el elemento a ser considerado para la configuración de una posible
ilicitud en la conducta impugnada. Al respecto, es importante recordar que, como esta Primera Sala
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación estableció en la tesis aislada 1a. XXIII/2011 (10a.),
cuyo rubro es: "LIBERTAD DE EXPRESIÓN. SUS LÍMITES A LA LUZ DEL SISTEMA DE
PROTECCIÓN DUAL Y DEL ESTÁNDAR DE MALICIA EFECTIVA", el acento de este umbral
diferente de protección no se deduce de la calidad del sujeto, sino en el carácter de interés público
que conllevan las actividades o actuaciones de una persona determinada. En este sentido, existen,
al menos, tres especies dentro del género "personas o personajes públicos" o "figuras públicas",
siendo este último término el más difundido en la doctrina y jurisprudencia comparadas. La primera
especie es la de los servidores públicos. La segunda comprende a personas privadas que tengan
proyección pública, situación que también resulta aplicable a las personas morales en el entendido
de que su derecho al honor sólo incluye la vertiente objetiva de dicho derecho, es decir, su
reputación. La proyección pública de una persona privada se debe, entre otros factores, a su
incidencia en la sociedad por su actividad política, profesión, trascendencia económica o
relación social, así como a la relación con algún suceso importante para la sociedad.
Finalmente, los medios de comunicación constituyen una tercera especie -ad hoc- de personas
públicas, tal y como se desprende de la tesis aislada 1a. XXVIII/2011 (10a.), cuyo rubro es: "MEDIOS
DE COMUNICACIÓN. SU CONSIDERACIÓN COMO FIGURAS PÚBLICAS A EFECTOS DEL
ANÁLISIS DE LOS LÍMITES A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN", emitida por esta Primera Sala de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación”.
Precedente: Amparo directo 8/2012. Arrendadora Ocean Mexicana, S.A. de C.V. y otros. 4 de julio
de 2012. Mayoría de cuatro votos. Disidente: Guillermo I. Ortiz Mayagoitia. Ponente: Arturo Zaldívar
Lelo de Larrea. Secretario: Javier Mijangos y González.
44
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
91. Criterios que llevan a esta Primera Sala a observar que, al menos, a lo largo
de nuestra línea de precedentes, se han identificado tres razones que
justifican la categorización de ciertos sujetos como figuras públicas; a
saber51:
92. Razones que no son excluyentes una de la otra; por el contrario, una figura
pública puede actualizarse por una de esas razones o porque reúne una o
más de esas razones.
93. Ahora bien, por lo que hace a la primera justificación, cabe resaltar que su
origen puede rastrearse en la formulación del sistema dual de protección por
parte de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión en el Informe
50Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación, Libro IV, Enero 2012, tomo 3, pág. 2914.
51La Relatoría Especial para la Libertad de Expresión destacó estas mismas razones en su Informe
Anual de dos mil ocho para justificar el umbral diferenciado de protección de los funcionarios
públicos y de quienes aspiran a un puesto público. En palabras de la Relatoría: “[…] los funcionarios
públicos y quienes aspiran a serlo, en una sociedad democrática, tienen un umbral distinto de
protección, que les expone en mayor grado al escrutinio y la crítica del público, lo cual se justifica
por el carácter de interés público de las actividades que realizan, porque se han expuesto
voluntariamente a un escrutinio más exigente, y porque tienen una enorme capacidad de
controvertir la información a través de su poder de convocatoria pública” (Informe Anual 2008,
Capítulo III.C, p. 130).
45
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
94. En torno a los servidores públicos, si bien se ha dicho que los individuos
que conforman una sociedad democrática delegan el manejo de los asuntos
de interés público en sus representantes, la titularidad en el manejo de estos
asuntos se mantiene en la sociedad; por lo que debe existir un derecho
correspondiente para “monitorear con las mínimas restricciones posibles el
manejo de los asuntos públicos por parte de los representantes”52. Así, en el
contexto de una sociedad democrática, el manejo y la representación de la
sociedad en los asuntos de interés público entraña una especial
responsabilidad, lo que nos da una razón justificativa de porqué una persona
determinada puede ser sujeta a una mayor injerencia en su honor y
privacidad53.
95. No obstante, los servidores públicos no son las únicas personas cuya
actividad incide n en el debate público y, por ende, en la sociedad; justo por
eso se ha construido el concepto de persona privada con proyección pública.
Al respecto, cabe mencionar lo que resolvimos en el Amparo Directo 8/2012,
en donde caracterizamos a ciertas personas físicas y morales como
personas privadas con proyección pública por su relación con una empresa
paraestatal que representa la fuente principal de ingresos del Estado.
Aunque estas personas no eran funcionarios públicos, su involucramiento en
un asunto que sí requiere un control democrático mediante la opinión pública
(la fiscalización del uso de los recursos públicos para pagar contratos
celebrados por una empresa estatal) justificó implícitamente esta
52 Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, Informe Anual 1999, Op. Cit. p. 20. Este mismo
razonamiento fue retomado por la Relatoría en su Informe Anual del año dos mil al comentar el
principio 10 de la Declaración de Principios sobre la Libertad de Expresión.
Misma posición ha tomado la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por ejemplo, en los
casos Herrera Ulloa v. Costa Rica, Op. Cit. párrafo 127; Ricardo Canese v. Paraguay, Op. Cit.
párrafo 97, y Kimel v. Argentina, Op. Cit. párrafo 87.
53 Esta postura también la encontramos en la doctrina del Tribunal Constitucional de España. Véanse
especialmente las resoluciones STC 134/1999 del quince de julio de mil novecientos noventa y
nueve, 192/1999 de veinticinco de octubre del mismo año y STC 50/2010 del cuatro de octubre de
dos mil diez.
46
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
96. Siendo que, en esta modalidad de personas privadas con proyección pública,
hemos dicho que una persona privada puede adquirir esa proyección pública
debido a su incidencia en la sociedad por su actividad política, profesión, por
su trascendencia económica y/o social, así como por su relación con algún
suceso importante para la sociedad55. Empero, esta afirmación no debe
valorarse a la ligera. Como lo detallaremos más adelante, la categorización
de una persona como figura pública no puede derivarse de la mera “calidad”
de la persona ni mucho menos de su sola profesión, sino de una valoración
conjunta de esa persona, sus actividades sujetas a discusión y su incidencia
en la sociedad.
97. Por ello, se insiste, aunque la profesión puede dar lugar a una proyección
pública, esa indicación no quiere decir que una determinada profesión, por
sí sola y en todos los casos, tendrá como consecuencia forzosa que las
personas que la ejercen deben catalogarse necesariamente como una figura
pública, con independencia del contexto, las circunstancias del caso y las
actividades realizadas por esa persona. Ello daría lugar a un elemento
extremadamente sobre inclusivo que afectaría gravemente los derechos al
honor y vida privada de esas personas. Tener una profesión no es lo mismo
que ser considerado constitucionalmente como un servidor público, por
ejemplo.
54 También está el caso de los privados que tienen una función social de responsabilidad y
relevancia, quienes se deben caracterizar como personas privadas con proyección pública por esta
misma razón normativa. Un claro ejemplo de este punto lo encontramos en el Amparo Directo en
Revisión 4067/2015 (pagina 61 y ss.), en donde esta Sala caracterizó al director de una institución
educativa de carácter privado como una persona con proyección pública. Esto en atención a que la
impartición de la educación constituye la prestación de un servicio público que sirve de garantía de
un derecho humano, y porque dicho servicio se relaciona de manera incondicional con la búsqueda
de diversos objetivos y valores de orden constitucional.
En cuanto a los medios de comunicación, una de las razones dadas en el Amparo Directo 28/2010
para caracterizarlos como figuras públicas fue su ejercicio de un poder de persuasión sobre la
opinión pública. Esto justifica el enriquecimiento del diálogo democrático mediante la crítica y la
emisión de opiniones diversas, y hace que sea particularmente valiosa aquella expresión que
cuestiona el sustento de los ejercicios informativos por parte de los medios de comunicación (véase,
el Amparo Directo en Revisión 2411/2012).
55 Cfr. Amparos Directos 28/2010 y 8/2012, citados anteriormente.
47
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
56 Como veremos más adelante, esta justificación aplica de igual forma para las personas privadas
con proyección pública. No tratamos el tema de los medios de comunicación por no ser relevante
para el caso en cuestión.
57 Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Herrera Ulloa v. Costa Rica, Op. Cit. párrafo
129.
58 Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Fontevecchia y D’Amico v. Argentina, Op. Cit.
párrafo 47. En adición a los casos citados, este razonamiento ha sido reiterado por esta Corte en
los casos Ricardo Canese v. Paraguay, Op. Cit. párrafo 98; Tristán Donoso v. Panamá, Op. Cit.
párrafo 122; y Kimel v. Argentina, Op. Cit. párrafo 86.
48
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
escrutinio público59. Sin que eso implique que ese escrutinio pueda ser
ilimitado. Por ejemplo, ese escrutinio no abarca todos los aspectos
relacionados con su vida privada que no guardan relación con cuestiones de
interés público.
49
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
50
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
107. Del lado de nuestros precedentes, tal aspecto fue así apuntado desde el
Amparo Directo en Revisión 2044/2008, en donde se señaló que una de las
consideraciones que los juzgadores deben tener en cuenta en este tipo de
casos es “que la condición de ser funcionario público, o de haberlo sido en el
pasado, otorga a quienes se consideren afectados por ciertas informaciones
u opiniones unas posibilidades de acceder a los medios de
comunicación y reaccionar a expresiones o informaciones que los
involucren muy por encima de las que tienen habitualmente los
ciudadanos medios”63. Esta consideración fue reafirmada en los mismos
términos en el Amparo Directo 6/200964.
51
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
112. A saber, esta Suprema Corte ha sostenido que para dar lugar a una
responsabilidad civil, es necesario que se acredite un criterio subjetivo de
imputación. Por ello, desde los primeros precedentes señalamos que,
cuando el ejercicio de la libertad de expresión (en su modalidad de libertad
de información) involucre a personas privadas en cuestiones de índole
privada o figuras públicas en cuestiones de índole privadas, lo que aplica
son los principios generales del derecho en materia de responsabilidad
extracontractual y, por ende, los criterios ordinarios subjetivos de dolo o
culpa66.
66 Criterio que se refleja en la tesis 1a./J. 32/2013 (10a.), emitida por la Primera Sala, publicada en
el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XIX, Abril de 2013, Tomo 1, página 540,
de rubro y texto: “LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DERECHO AL HONOR. EXPRESIONES QUE SE
ENCUENTRAN PROTEGIDAS CONSTITUCIONALMENTE. A juicio de esta Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, existe una presunción general de cobertura constitucional
de todo discurso expresivo. Cuando las ideas expresadas tienen por objeto exteriorizar un sentir
positivo o favorable hacia una persona, resulta inconcuso que no habría una intromisión al derecho
al honor de la persona sobre la cual se vierten las ideas u opiniones. Lo mismo puede decirse de
aquellas ideas que, si bien críticas, juzguen a las personas mediante la utilización de términos
cordiales, decorosos o simplemente bien recibidos por el destinatario. Lo anterior evidencia que no
existe un conflicto interno o en abstracto entre los derechos a la libertad de expresión y al honor.
Así, el estándar de constitucionalidad de las opiniones emitidas en ejercicio de la libertad de
expresión es el de relevancia pública, el cual depende del interés general por la materia y por las
personas que en ella intervienen, cuando las noticias comunicadas o las expresiones proferidas
redunden en descrédito del afectado, pues en caso contrario ni siquiera existiría un conflicto entre
derechos fundamentales, al no observarse una intromisión al derecho al honor. Es necesario matizar
que si la noticia inexacta involucra a figuras particulares en cuestiones particulares no tiene
aplicación la doctrina de la "real malicia", funcionado en su reemplazo los principios generales
sobre responsabilidad civil, lo cual opera de la misma forma cuando se trate de personas con
proyección pública pero en aspectos concernientes a su vida privada. Ahora bien, la relación
entre la libertad de expresión y los derechos de la personalidad, como el honor, se complica cuando
la primera se ejerce para criticar a una persona, de forma tal que ésta se sienta agraviada. La
complejidad radica en que el Estado no puede privilegiar un determinado criterio de decencia,
estética o decoro respecto a las expresiones que podrían ser bien recibidas, ya que no existen
parámetros uniformemente aceptados que puedan delimitar el contenido de estas categorías, por lo
cual constituyen limitaciones demasiado vagas de la libertad de expresión como para ser
constitucionalmente admisibles. De hecho, el debate en temas de interés público debe ser
desinhibido, robusto y abierto, pudiendo incluir ataques vehementes, cáusticos y
desagradablemente mordaces sobre personajes públicos o, en general, ideas que puedan ser
recibidas desfavorablemente por sus destinatarios y la opinión pública, de modo que no sólo se
encuentran protegidas las ideas que son recibidas favorablemente o las que son vistas como
inofensivas o indiferentes. Estas son las demandas de una sociedad plural, tolerante y abierta, sin
la cual no existe una verdadera democracia”.
52
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
115. Ahora bien, ante estos criterios, surge el siguiente cuestionamiento: ¿cuál
criterio subjetivo de imputación que resulta aplicable cuando la libertad
de expresión (en su modalidad de libertad de información) se relaciona
con cuestiones de interés público, pero el afectado es una persona
privada? En nuestros precedentes nunca hemos abordado esta
problemática y, por ello, como se señaló previamente, el caso resulta
importante y trascendente al ser una oportunidad idónea para pronunciarnos
al respecto.
67 Criterio que se refleja en la tesis 1a./J. 80/2019 (10a.), emitida por la Primera Sala, publicada en
la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 71, Octubre de 2019, Tomo I, página 874,
de rubro: “LIBERTAD DE EXPRESIÓN. EL ESTÁNDAR DE MALICIA EFECTIVA REQUIERE NO
SÓLO QUE LA INFORMACIÓN DIFUNDIDA HAYA SIDO FALSA, SINO QUE SE HAYA
DIFUNDIDO A SABIENDAS DE SU FALSEDAD O CON LA INTENCIÓN DE DAÑAR
(INTERPRETACIÓN DE ESTE ÚLTIMO ESTÁNDAR)”.
53
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
117. Sobre este aspecto, debe señalarse que este tema no goza de una solución
pacífica en el derecho comparado; incluso, en los Estados Unidos, país
donde surgió el criterio de real malicia, precisamente en un caso donde se
analizó si un abogado era o no una figura pública, la Corte Suprema de los
Estados Unidos llegó a una conclusión diferente: cuando la información
divulgada atañe a una persona privada, aunque ésta sea de relevancia
pública, no es aplicable la real malicia y los Estados serán los que definan el
estandar de responsabilidad; siendo que en la mayoría de los casos se
requiere entonces mera culpa o negligencia.
118. Este criterio derivó de una línea jurisprudencial emitida tras haberse fallado
el famoso caso New York Times v. Sullivan68 de mil novecientos sesenta y
cuatro69 (en el que se sentó que, a diferencia de los casos ordinarios de
68 New York Times v. Sullivan, 376 U.S. 254 (1964). En cuanto a los hechos, el caso partió de la
publicación de un anuncio pagado en el periódico New York Times en el que se describía de manera
falsa el tratamiento que recibían los protestantes de derechos civiles por parte de la policía. Ante
esta publicación Sullivan, el comisionado de seguridad pública de Montgomery, Alabama, demandó
al periódico exigiéndole una indemnización por la publicación.
La Corte Estadounidense determinó que los funcionarios públicos (public officials) no podían obtener
una indemnización de daños por difamación cuando la información o crítica publicada se relacionaba
con su conducta oficial, a menos que probaran que la publicación fue hecha con “real malicia”; es
decir, con una “temeraria despreocupación de si la información era falsa o verdadera” (la frase
“temeraria despreocupación” viene de la traducción de “reckless disregard” adoptada por el
doctrinario Gregorio Badeni en Badeni, G. (2005) Doctrina de la Real Malicia. Academia Nacional
de Periodismo, Argentina).
Posterior a esta sentencia, la Corte estadunidense amplió el criterio de la real malicia no sólo a las
personas que eran servidores públicos, sino a lo que nosotros conocemos como personas privadas
con proyección pública. Ello, en los casos: Curtis Publishing Co. V. Butts, 388, US 130 (1967) y
Associated Press v. Walker, 389, US 28 (1967).
69 Además de los pronunciamientos jurisprudenciales, vale la pena referir al artículo The Right to
Privacy, publicado en la revista Harvard Law Review en mil ochocientos noventa. De acuerdo con
la doctrina, este artículo representa el primer reconocimiento del derecho a la privacidad como la
base de los casos difamación, y en él los autores afirman que “el derecho a la privacidad no impide
la publicación de aquello que es de interés público o general”.
Asimismo, afirmaron que “por regla general, los asuntos por los que una publicación podría ser
prohibida pueden describirse como aquéllos que se refieren a la vida privada, a los hábitos, a los
actos y a las relaciones de un individuo, cuando no tienen una conexión legítima con su adecuación
54
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
120. Sin embargo, años más tarde, el caso Gertz v. Robert Welch, Inc.72, una
mayoría de integrantes de la Corte estadunidense limitó la aplicabilidad del
criterio de real malicia. En ese caso, en primer lugar, se debatió si un
abogado debía o no ser considerado como figura pública; en segundo
lugar, al valorarse que esa persona que se desempeñaba como abogado no
tenía una proyección pública73, la pregunta constitucional consistía en si,
para conseguir una condena por responsabilidad, tenía que probarse la real
malicia de un periodista que lo había difamado como un “comunista” y
“leninista”. La respuesta de la Corte fue negativa; fijando entonces la
aplicabilidad de la real malicia únicamente en atención al sujeto involucrado.
al cargo público que busca o para el cual es propuesto, y cuando no tiene una relación legítima ni
tiene nada que ver con un acto realizado por él en una posición pública o cuasi pública”. Warren, S.
y Brandeis, L. (1980) The Right to Privacy, Harvard Law Review, Vol. 4. No. 5, pp. 193-220. Sobre
la influencia de este artículo en la jurisprudencia estadounidense, véase Prosser, W. (1960) Privacy,
California Law Review, Vol. 48, No. 3, pp. 383-423, así como Editors (1963) The Right of Privacy:
Normative-Descriptive Confusion in the Defense of Newsworthiness, The University of Chicago Law
Review. Vol. 30, No. 4, pp. 722-734.
70 Rosembloom v. Metromedia, Inc., 403, US 29 (1971).
71 Ibidem, pp. 43-44.
72 Gertz v. Robert Welch, Inc. 418, US 323 (1974).
73 Las razones que llevaron a la Corte Estadounidense esta conclusión serán abordadas a la hora
55
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
74 Ibidem, p. 346.
56
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
127. Empero, en nuestro ordenamiento jurídico, no puede pasarse por alto que el
derecho de réplica goza de reconocimiento constitucional y lo tienen todas
las personas, no únicamente las figuras públicas. En ese tenor, las personas
privadas que sean traidas al debate público, tienen una vía exigida y regulada
constitucional y legalmente para poder expresar su postura sobre la
información divulgada y, con ello, proteger su reputación u honor.
128. Por su parte, es cierto que los derechos de la personalidad también gozan
de estatus constitucional; sin embargo, la posición que ahora se adopta no
vuelve imposible la reparación de esos derechos. Simplemente, al aplicar el
criterio subjetivo de imputación de real malicia a las personas privadas en
casos de información de interés público, lo que esta Suprema Corte busca
es incentivar la existencia de mayor información; priorizando el debate
público en temas de interés público75.
129. Como lo hemos aceptado en otros precedentes, una de las derivaciones del
sistema dual de protección es que no toda la información dada a conocer al
público será verdadera; es decir, posiblemente se divulgará información
falsa. Sin embargo, esa circunstancia, aun tratandose de personas que no
tienen proyección pública, es un escenario que acepta nuestra Constitución
con miras a respaldar nuestro régimen democrático.
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131. Ahora bien, aplicando al caso concreto lo expuesto en párrafos previos, como
lo adelantamos, esta Primera Sala estima que no resulta adecuada la
interpretación realizada por el Tribunal Colegiado.
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136. A nuestro juicio, en síntesis, en el caso nos resulta claro que existe una
temática de relevancia constitucional en la información divulgada. Sin
embargo, la concurrencia de esa información de interés público no genera
que el quejoso deba reputarse como una figura pública por su mera actividad
profesional. Más bien, se trata de una persona privada que está inmersa en
un tema de debate público.
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76 En el citado caso Gertz, una de las razones por las que la Corte estadounidense rechazó la
caracterización del actor (un abogado) como una persona con proyección pública fue justamente
que esto implicaría que todos los abogados entrarían dentro de esta categoría, lo que distorsionaría
el significado de las figuras públicas más allá de cualquier reconocimiento. Caso Gertz, Op. Cit. p.
351.
60
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144. Aquí, cabe detenernos en cierto argumento del Tribunal Colegiado, en el que
refiere que la intervención de los abogados en la impartición de justicia es lo
que causa su especial responsabilidad frente a la sociedad y lo que justifica
la injerencia en su derecho al honor. Al respecto, en el orden normativo,
podemos encontrar razones tanto a favor como en contra de poner un énfasis
constitucional para efectos del sistema dual en la actividad profesional que
desempeñan los abogados que intervienen en el aparato de impartición de
justicia.
145. Por un lado, esta Suprema Corte ha sostenido que los profesionistas en
general tienen una situación de responsabilidad y cumplimiento de deberes
sociales derivados de su carácter técnico, así como que existe un interés
particular en el debido asesoramiento jurídico de los particulares77. El debido
asesoramiento técnico-jurídico ha sido vinculado por este Alto Tribunal con
los derechos a la tutela jurisdiccional y a un recurso efectivo78, previstos en
los artículos 17 Constitucional79, 8.1 y 25.1 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos80. Se ha dicho, además, que para que los recursos
77 Véase la tesis emitida por el Pleno de esta Suprema Corte, Séptima Época, publicada en el
Semanario Judicial de la Federación, Volumen 67, Primera Parte, de rubro: “PROFESIONES,
EJERCICIO DE. SU REGLAMENTACION POR PARTE DE LAS LEGISLATURAS DE LOS
ESTADOS, NO ES INCONSTITUCIONAL. ABOGADOS (CODIGO ADMINISTRATIVO DEL
ESTADO DE CHIHUAHUA)”.
78 Contradicción de Tesis 187/2017, resuelta por esta Primera Sala en sesión correspondiente al
veintisiete de marzo de dos mil diecinueve. Mayoría de tres votos de la Ministra y de los Ministros:
Norma Lucía Piña Hernández (Ponente), Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, quien se reservó el derecho
de formular voto concurrente y Juan Luis González Alcántara Carrancá (Presidente), en contra de
los emitidos por los Ministros Luis María Aguilar Morales y Jorge Mario Pardo Rebolledo.
79 Artículo 17. […] Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales que
estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo sus
resoluciones de manera pronta, completa e imparcial. Su servicio será gratuito, quedando, en
consecuencia, prohibidas las costas judiciales. […]
80 Artículo 8. Garantías Judiciales. 1. Toda persona tiene derecho a ser oída con las debidas
61
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convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus
funciones oficiales. […]
81 Contradicción de Tesis 187/2017, Op. Cit. pp. 30-31.
Sobre este precedente, es importante destacar que el mismo parte de una contradicción de tesis en
materia penal, en donde el punto a dilucidar era relativo a la designación de un abogado público
para la representación de una persona privada de la libertad
No obstante, es posible extender las consideraciones sobre la asistencia letrada a las demás áreas
del derecho, pues la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha observado que el elenco de
garantías mínimas reconocidas en favor de las personas inculpadas por un delito se aplica en la
determinación de derechos y obligaciones en los órdenes “civil, laboral, fiscal o de cualquier otro
carácter” (Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Baena Ricardo y otros v. Panamá,
sentencia de 2 de febrero de 2001, Fondo, Reparaciones y Costas, serie C, número 72, párrafo
125).
82 La importancia de la libertad e independencia en el ejercicio de la abogacía ha sido
62
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149. Dicho en otras palabras, es evidente que no toda actuación que realice un
abogado litigante en el ejercicio de su profesión tiene que reputarse como
ajena al debate público; empero, se insiste, debe reconocerse el peligro en
una regla general que permita una mayor injerencia en el honor y
privacidad de una persona que interviene en el aparato de justicia sólo
por el hecho de desempeñar esa profesión y representación judicial.
Con esto se abriría la puerta a que los medios de comunicación revelen
información privada sobre los abogados litigantes con el único fin de
perjudicar una causa que defienden ante un tribunal e, incluso, se podría
propios socios. El abogado también debe ser independiente de su cliente, puesto que ostenta
también la confianza de terceras partes y de los Tribunales. Efectivamente, sin esta independencia
de sus clientes, no podría haber garantías sobre la calidad de su trabajo como abogado. […]”.
Como referencia doctrinaria, véase por todos Cruz Barney, O. (2018) El secreto profesional del
abogado en México, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México, Ciudad de México,
pp. 73-85.
83 El secreto profesional se configura tanto como un derecho como un deber respecto al abogado.
Como un derecho, el secreto profesional confiere al abogado una potestad frente al poder público
de no declarar sobre todo aquello que se ve amparado por el secreto profesional; como un deber,
lo obliga a mantener el secreto sobre toda la información que obtenga en su ejercicio profesional y
que parta de la confianza depositada en su confidencialidad (cfr. Cruz Barney, O. Op. Cit. pp. 7-8).
84 En su opinión disidente del caso Gertz, el Juez Warren E. Burger, entonces presidente de la Corte
Suprema de los Estados Unidos, sostuvo que el derecho a una defensa adecuada (the right to
counsel) se encontraría amenazado si cualquier abogado pudiera convertirse en el objeto de
cualquier reportero o editor irresponsable.
63
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151. La misma conclusión debe predicarse sobre los abogados que practican,
únicamente, su profesión en la materia laboral, pues las garantías de libertad
e independencia en el ejercicio de esta profesión no son exclusivas de los
abogados pertenecientes a las otras ramas del derecho. Al final, ellos
también deben garantizar la dualidad de confianza-confidencialidad en todos
los aspectos de su ejercicio profesional, por lo que no encontramos una razón
suficiente para no negar su categorización como personas privadas con
proyección pública.
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155. Incluso, en el caso concreto, tanto el Tribunal Colegiado como los recurrentes
están de acuerdo en que ********** es una persona sin notoriedad pública en
su comunidad y que no se ha expuesto por actos propios al escrutinio
público. Por ende, se estima que la postura interpretativa que categoriza de
manera genérica a ********** como una persona privada con proyección
pública que hizo el Tribunal Colegiado se apartó de este supuesto.
156. Por último, no podemos asumir que los abogados en general, los abogados
que participan en el aparato de justicia y, en particular, en el ámbito laboral,
por ese solo hecho, tengan un acceso privilegiado a los medios de
comunicación y a la opinión pública que conlleve su proyección como figura
pública.
157. Que un abogado en concreto cuente con este acceso, nuevamente, es una
cuestión contingente y, como tal, no depende de su profesión en sí misma.
65
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158. En el caso concreto, sin que fuere un elemento tomado en cuenta por el
Tribunal Colegiado, no encontramos ninguna evidencia de que **********
tenga un acceso privilegiado a los medios de comunicación, ya sea por su
ejercicio particular como abogado o por cualquier otra cuestión.
*****
159. Así las cosas, contrario a la posición interpretativa del Tribunal Colegiado,
ninguna de las justificaciones que hemos ideado para caracterizar a las
personas privadas con proyección pública están presentes en el caso
concreto; por lo que resulta fundado el argumento del recurrente relativo a
que, en la sentencia de amparo, se llevó a cabo una interpretación que
desatendió los elementos de valoración en los derechos a la libertad de
expresión, derecho a la información y derecho al honor para la
caracterización de las figuras públicas, en general, y las personas privadas
con proyección pública en particular. No obstante lo anterior, por las razones
que expondremos en seguida, dicha calificativa no es suficiente para
revocar la sentencia de amparo.
160. Esta Primera Sala estima que para resolver de manera correcta una cuestión
de constitucionalidad relacionada con los derechos a la libertad de expresión,
información y honor, el análisis del caso debe tomar en cuenta todos los
elementos valorados por el órgano de amparo para haber atribuido una
posición preferencial a la libertad de expresión. Así, a pesar de que en el fallo
del colegiado se interpretó incorrectamente el contenido de los referidos
66
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derechos para concluir que el quejoso debía ser categorizado como una
figura pública (en su sub-categoría de persona privada con proyección
pública), no puede pasarse por alto que también se examinó el concepto de
interés público y se llegó a la convicción que la información divulgada era de
relevancia pública para la comunidad.
161. Sobre este punto, advirtiendo la causa de pedir, se observa que el recurrente
pretende cuestionar esta calificación, ya que, a su juicio, si no se trata de
una persona con proyección pública, la información divulgada no guarda
relevancia pública y, por lo tanto, no puede aplicarse el estándar de real
malicia. No compartimos este razonamiento de agravio.
163. Bajo ese tenor, la interpretación efectuada en este aspecto por el Tribunal
Colegiado fue correcta: la información que se divulgó cumple con las
características de nuestra línea jurisprudencial para ser catalogada como de
interés público. Al respecto, la nota publicada sujeta a discusión tiene el texto
siguiente:
164. Como se observa, la nota periodística busca retratar una situación que ocurre
al interior del sistema de impartición de justicia laboral en el Estado de
Chihuahua, en donde se dice que doce abogados (entre los que se encuentra
**********) “acaparan” una gran cantidad de demandas laborales y tienen la
oportunidad de ganar hasta ********** de pesos. Asimismo, la nota pretende
exponer la supuesta conducta antiética de estos abogados para hacerse de
estos asuntos y, para esto, señala que emplean “coyotes”, que “realizan
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171. La real malicia, como criterio subjetivo de imputación, tiene como finalidad la
potencialización de la protección del principio de la libertad de expresión. A
saber, la política o directriz que persigue la figura de "la malicia efectiva" o
"real malicia" consiste en promover la libre manifestación y flujo de
información, ideas y opiniones; evitar el control del pensamiento; mantener
abiertos los canales del discurso y, consecuentemente, impedir la generación
de un "efecto de desaliento" en la población tendiente a inhibir de forma
absoluta el derecho a la libertad de expresión88.
174. Sin que esta postura, como ya lo referimos, deje en estado de indefensión a
la persona privada. Por el contrario, al traerla al debate público, en ejercicio
de su derecho constitucional a la réplica, esta persona privada puede obligar
constitucionalmente a los informadores a que publiquen su versión sobre los
hechos divulgados que estimen como falsos o inexactos89; incluso, si se
88 Criterio que se hizo explícito en el Amparo Directo en Revisión 172/2019 y se refleja en la tesis
1a. LXXVI/2019 (10a.), publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 70,
Septiembre de 2019, Tomo I, página 125, de rubro: “REAL MALICIA. SU PROPÓSITO”.
89 Criterio sobre el alcance del derecho de réplica que se adoptó en la Acción de Inconstitucionalidad
122/2015 y sus acumuladas, así como en el Amparo en revisión 1012/2016; razonamiento que se
refleja en la tesis 1a. CCLXXXIII/2018 (10a.), emitida por la Primera Sala, publicada en la Gaceta
70
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*****
del Semanario Judicial de la Federación, Libro 61, Diciembre de 2018, Tomo I, página 304, de rubro
y texto: “DERECHO DE RÉPLICA. SU PROCEDENCIA SÓLO DEPENDE DE LA CALIDAD DE LA
INFORMACIÓN Y NO DE LA PERSONA AGRAVIADA. El derecho de réplica no constituye un
mecanismo de reparación de agravios al honor, a la reputación y a la propia imagen; su finalidad es
tutelar el equilibrio informativo en el ejercicio cotidiano de la libertad de expresión. En este sentido,
la réplica, por un lado, es un mecanismo igualador de asimetrías en el acceso a los medios de
comunicación para que una persona sostenga una versión propia de hechos que le aluden y que
estime falsos o inexactos y, por otro, comporta una herramienta de maximización de la libertad de
expresión en su vertiente colectiva, pues brinda a la sociedad elementos para sostener un debate
democrático más robusto y crítico. De ahí que la procedencia de la réplica sólo dependa de un
componente objetivo, que atiende a la calidad de la información falsa o inexacta y no a uno subjetivo
en relación con el sujeto agraviado. Por ende, para efectos del derecho de réplica, es irrelevante el
carácter de servidor público”.
71
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VIII.2.
Análisis de constitucionalidad del artículo 159, fracciones III del
Código de Procedimientos Civiles del Estado de Chihuahua
179. Por su parte, el Tribunal Colegiado no coincidió con esta postura y determinó
que el artículo impugnado no violaba lo dispuesto en el artículo 17
constitucional, dado que no le impedía acudir a ejercer algún derecho ante
los tribunales establecidos para dirimir alguna controversia. En su escrito de
revisión, la parte recurrente combatió dicha conclusión y reiteró que la norma
es inconstitucional porque el hecho de que el legislador impusiera la
posibilidad de condenar al pago de costas de manera oficiosa, inhibe el
ejercicio ante los tribunales de cualquier acción legal.
181. En primer término, es preciso señalar que por el término “costas” se entiende
los gastos y erogaciones que las partes deben efectuar con motivo de la
72
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183. No obstante, las costas procesales sí están permitidas, en tanto que el propio
precepto constitucional autoriza que los tribunales impartan justicia a los
gobernados que lo solicitan en los plazos y términos que fijen las leyes, sin
que pueda pasarse por alto que en todo proceso judicial se generan una serie
de gastos por su tramitación: las copias, la preparación y desahogo de las
pruebas, la contratación de peritos, pero, sobre todo los honorarios de los
abogados (costas en sentido estricto); de ahí que la imposición de las costas
procesales persigue un fin constitucionalmente válido, relativo a que, como
consecuencia de la impartición de justicia, el vencedor se vea resarcido de
todos los gastos que tuvo que erogar a fin de demostrar la prevalencia de un
derecho que el condenado se negó a reconocer.
90 Las costas judiciales se definen como: “…aquellas que se establecen como contribuciones
fiscales para el pago de algunos servicios efectuados por los tribunales”, mientras que las costas
procesales en sentido estricto: “comprenden todas las restantes erogaciones” (Instituto de
Investigaciones Jurídicas. Enciclopedia Jurídica Mexicana. Tomo II “C”. Porrúa, 2ª edición, México,
2004. P. 658).
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186. Del contenido transcrito del artículo, esta Primera Sala advierte que el
artículo 159 del Código de Procedimientos Civiles para el Estado de
Chihuahua sigue un sistema de criterios objetivos para la condena en costas.
El criterio objetivo constriñe al juez a condenar en costas a la parte que se
sitúe en alguna de las hipótesis previstas en la ley para la condena en costas.
187. Además, el criterio objetivo establece en forma específica los casos en los
que el juez está constreñido a imponer una condena en costas, cuyas
hipótesis específicas, por regla general -y como sucede en este caso-, están
precedidas por la frase “siempre serán condenados”; lo cual denota la
intención del legislador de establecer un criterio general y abstracto para la
condena respectiva, cuyos supuestos de procedencia guardan similitud en la
medida que tienen por objeto sancionar, en esencia, a quien entable un juicio
injustificadamente, a quien no tenga derecho para reclamar las prestaciones
exigidas en el juicio, a quien interponga acciones o excepciones
improcedentes, a quien utilice la administración de justicia para retardar o
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188. Siendo que por lo que ve a los casos en que objetivamente procede tal
condena, esta Suprema Corte ha emitido diversos criterios91 al analizar, por
ejemplo, la legislación del Distrito Federal [hoy Ciudad de México], de
Coahuila, de Chiapas y de Durango y ha resuelto que los mismos se rigen
por dos sistemas: el sistema de compensación e indemnización y el sistema
de vencimiento puro.
190. Ahora bien, aplicando lo anterior al caso concreto, se estima que la norma
impugnada no limita la garantía de acceso a la justicia, en tanto que no impide
que los gobernados acudan a ejercer algún derecho ante los tribunales
establecidos para dirimir alguna controversia y solicitar que se les administre
justicia, ni tampoco impide que éstos la impartan. Es decir, la finalidad de esa
condena no es intimidar a los posibles recurrentes que haciendo uso de los
recursos y medios de defensa establecidos en la ley, pretenden la
modificación de lo ya resuelto.
91Al respecto puede verse la jurisprudencia 1a/J. 122/2012 (10a.) de rubro “COSTAS EN EL JUICIO
CIVIL HIPOTECARIO. NO SE ACTUALIZA LA FRACCIÓN III DEL ARTÍCULO 140 DE LAS
LEGISLACIONES DEL DSITRITO FEDERAL Y DEL ESTADO DE COAHUILA, CUANDO EL
DEMANDADO HUBIERA SIDO CONDENADO PARCIALMENTE POR LAS PRESTACIONES
RECLAMADAS.”, visible en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, libro XVII, febrero
de 2013, tomo 1, página 396; así como la diversa 1a./J. 44/2019 (10a.) de rubro “COSTAS EN
PRIMERA INSTANCIA EN EL JUICIO ESPECIAL HIPOTECARIO. SE ACTUALIZA SU CONDENA
PARA CUALQUIERA DE LAS PARTES A QUIEN LA RESOLUCIÓN DESFAVOREZCA
COMPLETAMENTE (LEGISLACIONES DE CHIAPAS Y DURANGO).”, visible en el Semanario
Judicial de la Federación, publicación el viernes 8 de noviembre de 2019.
75
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 6467/2018
191. Por el contrario, esa condena obedece a intereses de orden público tutelados
por el artículo 17 de la Constitución Federal, que autoriza al legislador a
establecer los procedimientos conforme a los cuales habrá de administrarse
justicia, y su fundamento radica en que el vencedor debe de ser reintegrado
en plenitud de su derecho y en consecuencia, resarcido del daño sufrido en
su patrimonio en un juicio que se vio forzado a seguir porque no se
satisficieron sus pretensiones de manera extrajudicial o porque se le
demandó indebidamente.
IX. DECISIÓN
193. En suma, por las razones antes apuntadas, deben calificarse como
fundados pero inoperantes, infundados e inoperantes los agravios
estudiados en el apartado VIII.1 y, por otro lado, e infundados los agravios
analizados en el VIII.2. Consecuentemente, aunque por razones diferentes a
las expuestas por el Tribunal Colegiado, lo conducente es confirmar la
sentencia recurrida y negar el amparo a la parte quejosa.
RESUELVE
92Tesis 1a./J. 38/2017 (10a.), Primera Sala, Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la
Federación, libro 42, mayo de 2017, tomo I, página 190.
76
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Primera Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Chihuahua,
con residencia en la ciudad de Chihuahua, consistente en la sentencia de
veintiocho de marzo de dos mil diecisiete, dictada en el toca de apelación
**********.
77