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Corazones en guerra

CAP I
El ruido de los truenos se mezclaba con el de los misiles y el refugio donde se encontraban
dejaba pasar el agua de la lluvia y algunos escombros volaban del impacto de los misiles. Hace
pocas horas habían logrado escapar de los campos, aprovecharon un revuelto entre obreros y
guardias y huyeron. Entre el miedo y la adrenalina pudieron llegar rápido a un pueblito en ruinas,
se metieron a un edificio.

Dada la situación comenzaron a contar sus historias. Kacper Zelenski contó su historia familiar,
él había nacido en una familia humilde con 2 hermanas y un hermano mayor a quien habían
enviado a conseguir comida en medio de un toque de queda, más nunca volvió. Su voz se quebró
al contar que tuvo que ver morir de a poco a sus hermanas debido a que contrajeron
enfermedades infecciosas, tuberculosis y tétanos. Adam trató de consolarlo mientras los demás
solo podían mirar con lástima, hasta que Adam, tratando de cortar el ambiente, comenzó a contar
algunas historias de cuando ayudaba a su padre en la sastrería de la familia. Sus historias trajeron
risas y lágrimas de nostalgia, casi todos se acordaron de sus vidas antes de los ataques nazistas
junto con sus familias, años de gloria para ellos. Luego siguió Eva, ella vivía con sus padres y su
hermana pequeña, los soldados nazis los habían descubierto y mataron a sus padres, ella y su
hermana lograron escapar, pero luego su hermana, Milena, fue raptada por otra familia y jamás la
volvió a ver. Anezca consoló a Eva, pero eso no pudo evitar hacer que recordara a su numerosa
familia, no sabía de su paradero desde hace tiempo, solo sabía que su tío, hermano, padre y
abuelo habían muerto intentando salvar a las mujeres de la familia de ser llevadas a Chelmno,
luego de esa pérdida ella no supo más de lo que fue de sus vidas, ya que Anezca fue llevada al
Auschwitz, donde conoció a quienes estaban con ella en ese momento. Todo iba bien hasta que
oyeron como lograban abrir la puerta del edificio que estaba a punto de desmoronarse, y supieron
que habían descubierto su refugio temporal.

Los amarraron con sogas y los encerraron en una camioneta toda oscura y los llevaron hasta una
estación de trenes y los pusieron en vagones sin asientos como si fueran mercaderías. El camino
fue largo, cuando llegaron, Anezca vio a Frederick, él la miro desde un auto completamente
confundido y furioso y se dirigió hacia donde estaba ella, la agarro y la llevo detrás de una de las
camionetas. La besó y muy enojado le pregunto qué hacían allí de nuevo, ella le dijo que los
habían atrapado nuevamente y que no habían podido escapar. Ella se marchó antes que
sospecharan y se dirigió con sus amigos, en ese momento los hicieron desnudarse y ponerse unas
batas con pantalones a rayas y los llevaron dentro del campo. Allí se encontraron al general
Heinrich Himmler, quien estaba disfrutando la situación, y al lado de su padre, Frederick, lo cual
era irónico, el hijo de los de los generales más temidos y cercano a Adolf Hitler tenía una
relación secreta con una judía que se encontraba ahí mismo.

CAP II

Comenzaron a llevarlos y separarlos en distintos distritos. Ninguno sabía que estaba pasando,
tenían miedo de que por saber que habían escapado los reprendan o que peor aún, que el
"proceso mortal" como ellos solían llamarle, sea más rápido. Eva sollozaba mientras los
generales le rapaban la cabeza, Anezca tuvo suerte de no ser rapada, debido a que fue
considerada más “pura” que su amiga. Según lo que Eva había contado antes en el refugio
temporal, tenía gran inseguridad respecto a su físico y lo único con lo que se sentía segura era su
cabello y ahora sentía que no era nada, se sentía desnuda. Llegó la noche y fueron todos a comer
hasta que en un momento de puro silencio en el comedor se escuchó como se abrían las puertas
violentamente y comenzaron a marchar cuatro guardias. Entre esos estaba Frederick, quien la
miró con cara de arrepentimiento a Anezca, ella sabía qué iba pasar.

-La producción de ollas está siendo cada vez más lenta. Nos obligan a a tomar represalias entre
ustedes para solucionar este problema. - Comenzaron a llevarse algunas personas mayores
pidiendo que se despidan, que probablemente sea la última vez y sea su última cena. Adam quiso
levantarse a pelear por todo lo que estaba viendo, familias separadas, tal como él tuvo que sufrir,
pero Frederick y otro cadete que parecía bastante joven lo detuvieron. El poco alivio que había
sentido Anezca cuando vio que no era una represalia hacia su escape se fue a ver cómo
intentaron llevarse a sus amigos y a ella al intentar ayudar a su amigo. Los cuatro amigos se
metieron a la pelea, pero lastimosamente no terminó favoreciéndolos, sino que fueron llevados a
una especie de penitencia. Eva rompió en llanto, creyendo de qué esto haría que se aproxime su
muerte al haber hecho enojar a los nazis. Sabía que podrían deshacerse de ellos sin problema, ya
que no tenían ningún propósito para ellos. Frederick que veía cómo estaba la menor comenzó a
tratar de calmarla a ella y a su amada. Empezó a decirles que se calmaran, que en realidad no los
estaban llevando a ninguna cámara de gas, sino que estaban siendo llevados a penitencia
temporal hasta que se calmen un poco y puedan volver a sus camas. pero lo que él no sabía era
que su padre quien estaba allí presente estaba prestando con mucha atención todo lo que sucedía
entre ellos. Los dejaron en penitencia a los demás y se llevó a Fredy por un momento.

- ¿Qué carajos estás haciendo? - Le preguntó a Frederick.

El hizo como que no entendía lo que su padre le preguntaba, que él no estaba sospechando de él:

-Estoy cumpliendo con mi deber. Dijiste que teníamos que llevarlos a la penitencia. ¿No es así?
- Pregunto a su padre.

Frederick tenía miedo si bien él nunca tuvo problemas para hacerle frente a su padre, no temía
por él sino por la joven, pero se dio cuenta que mintiendo haría que muchas personas más salgan
afectadas. Entonces le contó la verdad, le contó que fue cautivado por su belleza y comenzó a
conocerse con ella a escondidas, llegando a querer ayudarla a escapar. Mientras él le contaba
esto la cara de su padre se fruncía con todo lo que le contaba su hijo, no podía creer que había
criado tan mal a su muchacho para ayudar a judíos, a esa raza tan asquerosa, tan repugnante.

-Yo no elijo mi sentimiento padre, espero que puedas entenderlo. - Termina su explicación
Frederick y su padre le sonrío. Frederick a lo mismo mostró una grata sorpresa, pensó que le iba
ayudar a salvar la vida de su amada, pero para nada, era otra la realidad.

-Está bien hijo, entiendo, no puedes cambiar tus sentimientos, así que te voy a ayudar a empezar
a olvidarlos de a poco.

La sonrisa en su cara aumenta y Frederick poco a poco va cayendo a la realidad. Su padre no iba
ayudarlo o tal vez sí pero no es la manera que él esperaba. -Mañana en la mañana quiero que
vayas con los obreros y les digas todos los quehaceres que tienen que no dudes en tener que
pegar mesas que soltar gritos ni hasta dudes en tener que pisar algunas manos. Dijo eso y se
retiró hacia su oficina. Frederick creyó que estaba todo bien, que él iba poder salvar a sus amigos
y que les iba a poder ayudar, pero no, estaba tan alejado de la realidad y aquella lo iba a golpear
tan duro casi como fue pedido que haga en la mañana con los judíos obreros.
CAP III

Una nueva mañana helada comenzaba en Auschwitz, cada día que pasaba era una pesadilla para
Frederick. Como le había encargado su padre, tenía que ir a controlar todas las tareas de los
obreros y comprobar que se realicen eficientemente, sino debía castigarlos sin lástima ni temor.
En aquel galpón a cielo abierto, se encontraban estos presos cumpliendo sus quehaceres, cuando
Frederick descubrió que uno de ellos había hecho mal su trabajo. Procedió a gritarle y golpearlo
de la forma más violenta posible, tanto así que la víctima quedó inconsciente en el piso.

Esta reacción era resultado, probablemente, del enojo y tristeza por la que estaba pasando
Frederick, la situación era muy difícil para él, no podía dejar de pensar en Anezca, su amada.
Pero tampoco podía traicionar a su padre. Lo que en este momento él no sabía es que su
enamorada lo estaba buscando y mientras él descargaba su furia con un inocente obrero, minutos
antes, ella se las había arreglado para salir a buscarlo. Hace días no hablaban y necesitaba verlo.

Cuando ella había logrado escaparse para buscarlo, ya sabía dónde lo iba a encontrar, así que se
dirigió hacía el galpón de los obreros. Cuando llegó, miedosa, intentó espiar el galpón para
llamar a Frederick, pero se encontró con una horrible situación, nunca lo había visto así, estaba
sorprendida y desilusionada. Parecía un monstruo. Cuando Frederick terminó, se dio vuelta y la
vio. Ella ni bien se dio cuenta de eso salió corriendo, él detrás corrió para alcanzarla. Frederick
solo quería hablar con ella.

Finalmente la alcanzó y lograron hablar.

-Frederick suéltame, no quiero hablar con vos, ya vi suficiente- Dijo ella

-Por favor déjame explicarte, Anezca- Rogó él- Vos sabes que son órdenes de mi papá, además
estoy muy mal con esta situación, no controlé mis fuerzas. También había más soldados en el
galpón que saben lo que tengo que hacer, el obrero se equivocó y no lo pude dejar pasar, por
favor entiéndeme.

-Pero sabes que podrías haber disimulado un poco, no era necesario dejarlo inconsciente en el
piso Frederick.

-Si ya lo sé, ya admití que me pasé- Concluyó él.


Anezca no se podía enojar, tal vez era su último momento juntos y él era su debilidad. Se
besaron, ahí sin importarles nada ni nadie que los pudiera ver. Lo que claramente ellos no sabían
es que, en efecto, el asistente de su padre, Sigmund, estaba pasando por ese lugar en ese
momento y los vio. Sin dudarlo, Sigmund, que quería ganarse la confianza de Heinrich fue a
contarle la escena que había visto. Algo muy malo se aproximaba para los tortolitos.

CAP IV

El general Heinrich estaba en su oficina cuando vio a Sigmund llamándolo desesperadamente,


creyó que era un aviso de que otra judía intento escaparse, pero lo que le comentó fue mucho
peor.

-General lamento que tengo que informarle sobre algo que presencie recientemente. - Dijo serio
para después seguir, luego de que Heinrich le haya dado un asentimiento de cabeza. - Acabó de
ver a su hijo, Frederick, besándose con una de las judías que habían escapado.

Los ojos del general parecieron salirse de sus orbitas cuando escucho eso, su propio hijo
traicionándolos de esa manera. Echó a todos de su oficina no sin antes pedirles que notifiquen a
su hijo para que vaya a su oficina. Heinrich se sentó serio mirando a un punto fijo mientras se
impacientaba, en su cabeza comenzó a idear un plan para hacer desaparecer a esos judíos antes
de que terminen de "contaminar" a su hijo. Pasaron unos minutos, los cuales parecieron horas, y
finalmente Frederick estaba en la oficina de su padre.

- ¿Me llamaste? - Pregunto mirándolo a los ojos y cerrando la puerta que tenía detrás.

-Si. - Respondió el general de forma seca. -Me contaron que te estabas besando con una de las
judías que escaparon la otra vez. - El rostro de Frederick empalideció mientras su padre lo
miraba decepcionado.

Heinrich lo miro por última vez mientras salía de su oficina, Frederick lo siguió con miedo de lo
que él podía ser capaz de hacer, vio como le decía a uno de los tenientes algo que no pudo
escuchar, el teniente asintió y se marchó fuera de su vista. Frederick, asustado, fue cerca de las
cámaras de gas para ver como comenzaban a ingresar a un par de judíos, entre la multitud pudo
divisar a los amigos de Anezca, intento encontrarla con la vista, pero no lo logro, de esta manera
comenzó a preocuparse cada vez más, sabia de lo que era capaz su padre cuando se enojaba y eso
le hacía temerle. Haciéndole caso a sus impulsos y pensamientos intrusivos, fue corriendo hacia
su habitación, donde comenzó a raparse todo su cabello, luego de esto se desnudó y tomo una
bata rayada que en algún momento perteneció a un judío que posiblemente hubiera tenido su
misma edad.

Comenzó a correr hasta la cámara de gas, y ahí, como si fuera cuestión de suerte, se reencontró
con su amada, pero esta vez, sabiendo que esta iba a ser la última vez que se verían. Anezca le
dio una mirada confundida, si bien Frederick se mezclaba entre todos los judíos, ella siempre iba
a poder reconocer esos distintivos ojos azules que tanto adoraba. El la miro y no dijo nada, ella
tampoco, con una sola mirada ambos pudieron trasmitirse todas las palabras que no les salían
decir. Se tomaron de las manos y entraron juntos. No había un plan ni mucho menos una idea de
la manera en la que podían escapar solo había un fin, que iban a pasar juntos y enamorados,
como si fueran uno solo. Finalmente entraron, Anezca comenzó a derramar lágrimas cuando
sintió el gas entrando por sus pulmones, apretó la mano de su amado y se dieron una última
mirada llena de amor. Mientras tanto, afuera, el gerente Heinrich buscaba a su hijo por todos
lados, cuando entro a su habitación y vio todo el pelo y ropa tirada se dio cuenta de lo que estaba
pasando, corrió hacia los que controlaban la cámara para informarles lo que estaba pasando, pero
se dio cuenta que era demasiado tarde cuando vio a sus compañeros festejando porque ya habían
podido "exterminar" a los judíos. La boca de Heinrich se abrió en shock y se tuvo que sentar para
poder asimilar todo lo que había pasado; Su hijo había muerto, pero había muerto junto al amor
de su vida y sin una pizca de arrepentimiento por lo que hizo, Frederick murió junto a la persona
que más amaba.

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