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qhipa inti lluqsimuyninchik

Era una noche de luna roja, según los rumores el amor se encuentra días cercanos a este
hecho; el leía a orillas del río Macta, un río manso de aguas cristalinas.
-Yo creo que nunca veré un poema tan hermoso como este río, cuyo cause avanza como la vida
de todo ser, sigue su paso sin tener un final acertado, sin saber cómo termina o saber si
terminará algún día.
Este poema lo hizo acordar a la soledad que afrontaba cada día, pues él nunca había sentido
algo por alguna chica, o eso fue lo que le enseñaron, el no podía sentir algo por alguien que no
fuera una mujer.
Al día siguiente todos los sirvientes estaban emocionados; Josefina, la mujer más longeva de la
servidumbre, fue a donde Julián.

- ¡Juliancha! ¡Juliancha! ¡El patrón! ¡Hoy día llega Don Francisco!

En ese momento Julián recordó lo que le habían contado, el patrón había hecho un viaje a
España para visitar a su hijo, y que posiblemente lo traería a la hacienda. Dejó de estar
pensando y se apuró, ya que quería volver a ver al hombre que le había brindado un hogar,
sacándolo de las frías calles.
Todos los sirvientes empezaron a organizarse para la fiesta de bienvenida, emocionados por la
llegada de su empleador. Al rato se escucharon los pasos de una carroza, todos salieron del
salón y corrieron hacia la entrada
De la carroza bajó el patrón quien se veía más longevo, después de pasar más de diez años
fuera del país, Julián fue a ayudarlo con su equipaje, cogió las maletas y cuando estaba a punto
de entrar a la casa bajó un joven de cabellos dorados, ojos color miel y piel blanca como la nieve
que cae en el invierno.
Al verlo Julián quedó pasmado, los nervios se apoderaron de él y terminó dejando caer las
maletas de Don Francisco, totalmente avergonzado las recogió y se fue corriendo a la hacienda.
Mientras tanto, los sirvientes recibieron con bailes y cánticos al patrón y a su vástago.
Julián nunca se había sentido así, creyó estar enfermo, tal vez solo fue la impresión de ver a
alguien diferente, un ser diferente a los demás. Mientras intentaba descifrar que le había pasado,
Josefina se dirigía hacia el

- Es como un ángel, ¿o tal vez solo estoy teniendo visiones? ¿Y si es un malagüero? (ente
parecido a un ángel que anuncia malas noticias)
Josefina lo escuchaba y burlándose le dijo:
- ¡No seas sonso niño! Solo es la impresión, es cierto que el joven es buen mozo, pero no
es ningún arcángel, y menos un malagüero.
El pobre joven, abochornado y enojado se fue cabizbajo hacia la chacra. Mientras tanto en la
fiesta de bienvenida

- Padre, ¿Quién era ese jovencillo tan simpático que dejo caer tu equipaje en la entrada?
- Oh, ese era Julián, lo traje cuando apenas tenía 4 años, era un pequeño huérfano
indefenso en las calles cuando lo conocí.
Andrés, el hijo del patrón sintió curiosidad al escuchar eso y fue a buscar al joven Julián, quien
estaba sentado leyendo bajo un árbol. Lo encontró y procedió a presentarse

- Hola; me presento, mi nombre es Andrés, mi padre me hablo de ti y quise conocerte

Julián se armó de valor y decidió hablarle

- Mucho gusto, soy Julián; perdón por lo sucedido, juro que no volverá a pasar

Andrés entre carcajadas le dijo:

- Tranquilo, no pasa nada, todos tuvimos accidentes alguna vez, yo casi no traje mis
pertenencias al viaje
Se sintió más confiado y empezó a reírse, ambos se rieron y empezaron a charlar. Así
pasaron las horas hablando distintos temas, riendo como si no hubiera un mañana. Mientras
el sentimiento de Julián iba aumentando cada vez más, uno nacía dentro de Andrés, a tal
punto que llegaron a enamorarse el uno del otro…
Empezó a atardecer y los dos jóvenes fueron a la hacienda donde Don Pedro los esperaba

- ¿Y ustedes dos? ¿Qué hicieron toda la tarde? Se perdieron de la fiesta, Josefina se retiró
temprano, dijo que estaba cansada, pero la celebración no perdió su encanto. ¡Como
extrañaba este lugar!
Los dos se despidieron, Julián se fue al corral con Don Pedro y Andrés a la habitación que le
habían preparado. Al llegar Julián decidió contarle lo que sentía por Andrés a Don pedro, ya que
lo consideraba como a un padre, cuando terminó de decírselo Don Pedro le dio una bofetada,
tirando a Julián al piso y le gritó

- ¡Insolente!, ¡Tú crees que serás un buen hombre de chacra teniendo esas actitudes!, ¡Tú
nunca serás un hombre de verdad!
Cogió el látigo con el cual azotaba a los aradores y cuando estaba a punto de “arreglar” tales
comportamientos, los dos escucharon gritos provenientes del lugar en el cual dormían las
mujeres. De entre la multitud salió una de las sirvientas y sollozando les dijo que Doña Josefina
había muerto, Luego aparecieron Don Francisco y Andrés y también recibieron la terrible noticia.
Al día siguiente Julián se escapó de la velada, estaba destrozado por entro, así que fue al rio en
el cual le gustaba leer, se tiró a las orillas y sollozando se cuestionó

- ¿Es verdad lo que dicen? ¿No soy un hombre verdaderamente? ¿Nunca seré uno?

Este se había enamorado tan profundamente de Andrés, sus ojos le recordaban a los de una
taruka

- Ese místico animal habitante de estos bosques, por esa taruka mi corazón tiembla; esos
ojos hacen que me sienta vivo, en paz, en mi lugar feliz pero que también poco a poco
van haciendo que mi alma muera; por guardar este secreto, estoy muriendo por dentro.
Decidió seguir ocultándolo, pues si no lo hacía, pensó que lo echarían de la hacienda. También
se dio cuenta que Don Pedro le había dicho a todos los hombres de la hacienda, lo golpeaban a
espaldas del patrón y de su hijo y amenazaban con contarle lo que sentía por Andrés al patrón.
El aguantaba estos maltratos por parte de todos a los que en un momento de su vida llamó
amigos, persistió y nunca se alejó de Andrés, el seguía hablando con el los todos los días, pero
ese sentimiento seguía aumentando a tal punto de que ya no quería ocultarlo más. Citó a Andrés
bajo el árbol más grande de esos campos, para confesarle sus sentimientos.
Julián fue y se encontró con Andrés, le confesó lo que sentía y para su sorpresa Andrés sentía lo
mismo

- El primer día que te vi, me agradaste bastante, pero descubrí que ese no era un
sentimiento de cariño entre amigos, tu voz, reflejaba armonía en mi alma, después me
enamoré de ti, se lo conté a mi padre, pero…
Resulta que Don Francisco tampoco era una buena persona, Andrés le mostró al joven
empleado unas marcas en su espalda, echas con el cinturón, su espalda estaba demasiado
herida, provocándole llanto a empleado. Sabían que si iniciaban una relación o empezaban a
demostrarse afecto el uno al otro, las cosas empeorarían, decidieron verse en secreto, pero cada
vez los dos regresaban peor, una mañana los dos decidieron pasar todo el día juntos, pastearon
las ovejitas, leyeron junto al río, y se quedaron dormidos al pie de un árbol y vieron el glorioso
inti lluqsimuy; se despidieron y al llegar a la hacienda el patrón recibió con gritos a su hijo y con
piedra ahuyento al pobre trabajador, un día Julián no vio a Andrés, en ninguna parte de la
hacienda, así que fue a preguntarle a las mujeres empleadas, quienes ya sabían el secreto de
ambos. Una se acercó a él, le entregó una carta y le dijo:

- El joven Andrés me dio esto antes de irse a dormir, me dijo que te lo entregara, él estaba
devastado a punto de llorar.
Julián recibió la carta y se fue a leerla a un lugar apartado de la hacienda, donde no lo
encontrarían, la leyó y cayó al suelo, dio un grito enorme que hasta el Taytacha lo oyó.
“Querido Julián, lamento mucho darte esta noticia, a estas horas lamentablemente yo ya no me
encuentro con ustedes, no me fui a España, estoy en Hanan Pacha con Josefina, donde el
Tayta me recibirá con los brazos abiertos, estoy en un lugar donde no recibiré más daño; perdón
por hacerte esto, por abandonarte, pero prefiero darte esta noticia así, en una carta en vez de
que me veas cada día muriendo poco a poco, en vez de que veas todos los maltratos que recibía
por parte de mi padre.
Fuiste y serás mi único amor, no sentí nada así por nadie más, te amé y te seguiré amando.
Desde aquí arriba prometo cuidarte, no dejare que nadie te haga algún daño y por favor no dejes
que lo que me pasó a mi te pase, no dejes que nadie te cause el daño que viví durante todo el
tiempo que habite aquí”
Julián entendió que Andrés lo había hecho porque no quería verlo sufrir, miro al cielo y dijo:

- Ay munakuskay, mana iskayrayaspa chay punchawmi qipa inti lluqsimusqayku karqa….

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