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UNIDAD
DIDÁCTICA
DESARROLLO SOCIAL Y DE
LA PERSONALIDAD
OBJETIVOS DE LA UNIDAD
1. Introducción
2. Desarrollo social
2.1. Distinguir las personas de otras cosas
2.2. El desarrollo de la percepción de la persona
2.3. Tendencias evolutivas en la percepción de la persona
2.4. La percepción de las intenciones
2.5. La percepción de los rasgos psicológicos
2.5.1. Teoría cognitivo-evolutiva
2.5.2. Teoría de la perspectiva social
2.5.3. El conocimiento del mundo social
3. Desarrollo de la personalidad
3.1. Teoría psicoanalítica
3.2. Teoría de los rasgos
3.2.1. Estructura de la personalidad a lo largo del ciclo vital
3.2.2. Continuidad de la personalidad y cambio
4. Desarrollo adulto
4.1. Enfoque psicométrico
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│ Sumario
EJERCICIOS VOLUNTARIOS
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Sumario │
OBJETIVOS DE LA UNIDAD
• Comprender los procesos que llevan al niño a descubrir el mundo social.
• Conocer los rasgos característicos de la personalidad humana y su desarro-
llo a lo largo del ciclo vital.
• Identificar los procesos implicados en el desarrollo adulto.
• Comprender el proceso del envejecimiento humano y las teorías explicati-
vas del mismo.
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│ Sumario
1. INTRODUCCIÓN
Como se indica en el título, esta Unidad didáctica abarca dos grandes contenidos:
el desarrollo social y el de la personalidad. Por lo que se refiere al primero, es evidente
que el ser humano es un ser social, que vive y se relaciona con otros. Ahora bien, para
que estas relaciones sean armoniosas y cumplan su finalidad, cada uno ha de conocer
las intenciones y estados de ánimo de los otros, incluso adivinar y predecir cómo se van
a comportar en un momento determinado. Este conocimiento es mucho más complejo
que el conocimiento de los objetos y de la realidad física que nos rodea. Los objetos fí-
sicos son estáticos, pero los seres humanos con los que convivimos son dinámicos, tie-
nen ideas, intenciones y sentimientos.
El desarrollo social del niño tiene lugar, por tanto, a través de las relaciones que es-
tablece con otras personas y grupos con los que convive. Se trata de un proceso complejo
que comienza distinguiendo las personas de las cosas y termina con el descubrimiento del
mundo que forman estas personas, es decir, el mundo social. El niño, que forma parte de
este mundo social, es también, a su vez, una persona que crece y se desarrolla. Por eso,
a lo largo de esta Unidad didáctica vamos a considerar la naturaleza de la personalidad
y los rasgos específicos que la definen, así como su desarrollo a lo largo del ciclo vital,
incluidos el desarrollo adulto y el envejecimiento. La consideración psicológica del de-
sarrollo humano no termina pues en la adolescencia sino que continúa en la edad adulta
y se prolonga en los años de la madurez.
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Sumario │
2. DESARROLLO SOCIAL
Uno de los primeros descubrimientos sociales es que las personas son diferentes de
las cosas. Y esto tiene consecuencias para la investigación psicológica. Como señalába-
mos anteriormente, hasta hace poco, la mayor parte de las investigaciones de la infancia
ha estado centrada en el funcionamiento cognitivo y perceptual del niño. Lo importante
era cómo el niño descubría constancias y causalidades como la permanencia de los ob-
jetos, la continuidad de la forma, la constancia del tamaño, las relaciones medios-fines,
etc. Y esto implicaba sacar a los niños fuera del contexto social y observar su interac-
ción solitaria con los objetos. Pero el mundo social es algo más complejo e interesante
que la realidad física. ¿Cómo percibe el niño esa realidad social formada por personas?
Hay evidencia de que los niños están muy interesados en las personas desde el co-
mienzo de la vida. Esto no significa que perciban una diferencia entre personas y cosas.
Las personas están entre las configuraciones de estímulo más interesantes porque po-
seen contornos fácilmente distintivos o mecanismos ingeniosos para producir sonidos
y voces, pero esto no significa que sean conscientes de sus propiedades internas tales
como subjetividad, intencionalidad, y sentimientos. Dos estudios interesantes describen
las primeras reacciones de los niños a las personas. Richards (1974) ha señalado que
las observaciones de los niños más pequeños muestran que reaccionan diferentemente a
objetos y personas. Con los objetos simplemente concentran fijamente su atención y lo
escanean visualmente. En cambio, cuando interactúan con una persona, la postura del
niño es menos tensa, los ojos se amplían, la boca se abre, el rostro se ablanda y la son-
risa se hace más franca.
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│ Sumario
mucho más frecuentes cuando actuaban con la madre habladora y activa que en otras
condiciones; los sonidos emocionales como gritar, reír, eran muchos más probables
en presencia de la persona que de la muñeca. Es decir, los niños respondían de ma-
nera diferente a las cosas y a las personas. Falta conocer cómo se produce ese cono-
cimiento de las personas.
El desarrollo humano tiene que ser comprendido en un contexto social. Ahora bien,
¿cómo llega el niño al conocimiento de los otros?, ¿qué información utiliza para hacerse
una idea de ellos?, ¿cómo colaboran los adultos en ese desarrollo?, ¿cómo progresa este
conocimiento con el tiempo?, ¿qué habilidades necesita para ello?
Para llegar al conocimiento de los otros, el niño se vale de dos importantes fuentes
de información. Por una parte, en la medida en que los niños llegan a descubrir progre-
sivamente aspectos de sus propias propiedades físicas, mentales y emocionales, van re-
lacionando su nuevo conocimiento con la comprensión de los otros. Por ejemplo, aunque
el lenguaje temprano de los niños sobre los estados mentales está más centrado en sus
propias experiencias, hacen referencias también a los estados psicológicos de otros. Asi-
mismo, van aplicando las teorías iniciales que se forman a sus propios estados mentales,
pero también a los de los otros. Por otra parte, las personas están muy interesadas en los
niños y en cómo los niños reaccionan a ellas. Los padres tienen expectativas sobre la na-
turaleza y desarrollo del niño y tienden naturalmente a implicarlo en su propio mundo.
Pero ellos, como adultos, atribuyen significado a las acciones del niño y responden a ellas
como si el niño deseara participar en un discurso significativo. El conocimiento que los
niños tienen de los otros y las inferencias que hacen sobre sus pensamientos, sentimien-
tos y emociones, van así progresando poco a poco con la edad. ¿Cuáles son las etapas
clave de ese desarrollo?
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Sumario │
personas hay muchas diferencias. La primera, que las personas, frente a las cosas, tienen
intencionalidad. Las personas, por otra parte, deben seguir determinadas reglas sociales en
su conducta. Es, por tanto, un conocimiento más complejo que el de las cosas materiales.
Varios autores han estudiado las descripciones de los niños de sus amigos u otras
personas y los cambios relacionados con la edad en las características mencionadas. En
general, estos estudios muestran que los más pequeños se refieren más frecuentemente a
fenómenos externos como apariencia física de la persona, vestido, posesiones, mientras
que a los 7-8 años hay una creciente referencia a propiedades psicológicas como rasgos
de personalidad, necesidades, motivos y actitudes. El mismo cuadro se observa cuando
se pide a los niños definir términos de rasgo o definir a personas que previamente no han
visto implicadas en una interacción social.
Flapan (1968) pedía a niños que describieran a las personas vistas en escenas de pe-
lícula y encontró que los de 6 años señalaban y contaban rasgos superficiales de las es-
cenas mientras que los de 9 y mayores usaban inferencias y términos psicológicos para
explicar la conducta del personaje. Este patrón es tan fiable que el cambio de concreto
a abstracto ha sido aceptado como un rasgo central del desarrollo cognitivo social du-
rante la niñez media (Barenboim, 1981). Pero, ¿qué sabemos de las etapas anteriores? y,
sobre todo, ¿cuáles son las raíces de este conocimiento? Algunos estudios pioneros en
este campo (Meltzoff, 1995) señalan que los niños ya desde los primeros meses de vida
tienen algún conocimiento de las cualidades internas que manifiestan las personas, por
ejemplo, las intenciones. Dada la trascendencia de estos dos últimos estudios, vamos a
centrarnos en ellos.
Los psicólogos evolutivos han tratado de investigar cómo y cuándo los niños de-
sarrollan una teoría de la mente, es decir, la comprensión de otros como seres psicoló-
gicos que tienen estados mentales llamados creencias, deseos, emociones e intenciones
(Flavell, 1988; Wellman y Banerjee, 1991). La investigación sobre la comprensión que
tienen los niños de la mente ha estado centrada en dos preguntas diferentes:
• Cómo y cuándo los niños comienzan a ver a otros como teniendo estados
psicológicos que subyacen a la conducta (teoría mentalista).
• Cómo y cuándo los niños llegan a comprender los estados mentales como
interpretaciones activas del mundo y no simples copias de él (teoría repre-
sentacional de la mente).
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│ Sumario
Lillard y Flavell (1990) demostraron que los niños de 3 años tienen una preferencia
para construir la conducta humana en términos psicológicos. Por ejemplo, mostraban un
dibujo y pedían a los niños que lo describieran. Estos describían al niño del dibujo con
términos conductuales o mentales, diciendo que estaba triste porque se había derramado
la leche. Se daba un duplicado del dibujo al niño y se le pedía que explicara la escena.
Los resultados mostraban mayor probabilidad de que los de 3 años la explicaran en tér-
minos mentalistas que conductistas.
Meltzoff (1995) fue más lejos; intentaba remontarse a las primeras raíces de la com-
prensión de la mente de los niños. Pero tropezó con dos dificultades iniciales. Primero,
tenía que identificar el proceso psicológico más elemental y la edad en que los niños die-
ran pruebas de dominarlo en su vida diaria. Los filósofos señalaban que las creencias son
complejas ya que incluyen representaciones o interpretaciones del mundo y no simple-
mente actitudes o relaciones con él. Los deseos o motivos son más fáciles de comprender
y, por eso, son buenos temas para investigar en las primeras raíces de la comprensión de
la mente de los niños. Así, en el lenguaje de cada día y en las explicaciones verbales de
los problemas establecidos, los niños expresan deseos: «quiero leche, quiero…» antes
de hablar de creencias: «yo pienso…». Ahora bien, una psicología de la creencia surge
de una psicología anterior del deseo y este era el proceso ideal: el deseo, la intención.
El método suponía otra dificultad. Hasta la fecha, la mayor parte de las técnicas para
valorar la teoría de la mente de los niños habían descansado en el informe verbal. Pero con
este procedimiento era difícil probar a los niños de 2-2,5 años de edad. Esta circunstancia le
obligó a elegir otro, la imitación de la conducta observada. Y utilizó este procedimiento de
una manera novedosa. En el experimento 1, un grupo de niños observaba a un adulto que
simplemente demostraba la intención de actuar de una cierta manera, pero no lo conseguía.
Intentaba, pero fallaba la ejecución de la tarea intentada, de manera que nunca lograba el
estado final de la tarea y, por tanto, permanecía inobservada por el niño. Por ejemplo, en
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Sumario │
un caso, el adulto intentaba apretar el botón de una caja que hacía sonar una bocina. Para
un adulto es fácil leer la intención del actor. La cuestión era si los niños interpretaban esta
conducta en términos puramente físicos o si también eran capaces de leer, a través de los
movimientos físicos del cuerpo, la meta subyacente, es decir, la intención del acto.
El resultado del experimento 2 era que los niños de 18 meses no tendían a producir
la conducta objeto cuando lo hacía un aparato mecánico y sí cuando lo hacía el ser hu-
mano. Es decir, situaban a las personas dentro de un esquema psicológico que incluye
metas e intenciones.
Los niños siguen progresando, y a los 3-5 años tienen ya conciencia de cómo se compor-
tan sus amigos más íntimos en las diferentes situaciones de la vida, y de que son diferentes
en competencia académica y habilidades sociales, hasta el punto de elegir amigos distintos
para situaciones distintas: los que lo hacen bien en clase, para tareas académicas; los que
lo hacen bien en situaciones sociales, para actividades lúdicas, deportivas o sociales. Entre
los 5 y 6 años son conscientes de las consistencias de la conducta de sus amigos y cuando
oyen historias sobre dos amigos, uno que en el pasado ha sabido compartir y otro que no,
saben que, en el futuro, el primero estará motivado para hacerlo pero no el segundo. A los
4-6 años, pueden pensar en rasgos para definir a sus compañeros de manera significativa,
aunque usen pocas palabras de rasgos para describirlos. Y a los 7 años utilizan ya menos
atributos concretos y utilizan más descriptores psicológicos para describir a sus compañeros.
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│ Sumario
I. Comparaciones conductuales
A. Persona a persona:
1. Toni corre más rápido que Juan.
2. Toni y Quique no juegan a las canicas como Jorge.
B. Norma general:
1. Diana es la que dibuja mejor en nuestra clase.
2. Nicolás es el mejor jugador de baseball en tercer curso.
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Sumario │
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│ Sumario
Gráfica 1. P
orcentaje medio de comparaciones conductuales, constructos psicológicos y comparaciones
psicológicas por edad (Barenboim, 1981)
25
25
21
21
17
17 Comparaciones
Comparaciones
psicológicas
psicológicas
Constructos
Constructos
13
13 psicológicos
psicológicos
Comparaciones
Comparaciones
conductuales
coductuales
99
55
11
6 7 8
6 7 8 9
9 10
10
Esta teoría señala que el pensamiento de los niños sobre sí mismos y sobre los otros
viene determinado por el desarrollo cognitivo. No se puede olvidar que el pensamiento
de los 3-6 años atraviesa el estado llamado preoperacional en el que los niños tienden
a centrarse en los rasgos perceptuales más salientes de los sucesos. Por eso describen a
sus compañeros en términos concretos, observables, destacando su apariencia y sus po-
sesiones, así como las acciones que pueden hacer.
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Sumario │
EJEMPLO 1
Holly es una chica de 8 años a la que le gusta trepar a los árboles. Es la mejor trepadora
de árboles del vecindario. Un día, al bajarse de un árbol muy alto, se cae desde la rama
más baja aunque no se hace daño. Su padre, al verla, está muy preocupado y le pide a
Holly que le prometa que no volverá a subirse nunca a un árbol. Holly se lo promete. Ese
mismo día, un poco más tarde, Holly y sus amigos se encuentran con Shawan. El gatito
de Shawan está atrapado en un árbol y no puede bajar. Hay que hacer algo inmediata-
mente porque si no el gatito puede caerse. Holly es la única que sabe trepar a los árboles
lo suficientemente bien como para rescatar al gatito, pero se acuerda de la promesa que
le ha hecho a su padre.
El niño tiene un sentido de diferenciación del yo y del otro, como entidades diferentes, pero no dis-
tingue los respectivos puntos de vista. Desconoce cualquier perspectiva distinta a la suya. Piensa que
lo que cree que es bueno que haga Holly será aprobado también por los demás. Así, el niño, a esta
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│ Sumario
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edad, responde en las entrevistas que la chica salvará al gatito; y que la reacción del padre será «de
satisfacción porque le gustan los gatitos». Es decir, al niño le gustan los gatitos y piensa que a Holly
y a su padre también les gustan.
El niño es consciente de que el otro tiene una perspectiva social fundamentada, que puede o no
ser semejante a la suya, pero si esto ocurre es porque tienen informaciones diferentes; las perso-
nas no sienten ni piensan lo mismo porque están en situaciones diferentes o tienen distinta infor-
mación. Cuando se le pregunta si el padre se enfadará porque Holly trepó al árbol contesta que
«si no sabía por qué se subió al árbol se enfadará, pero si supiera por qué lo hizo, comprendería
que tenía una buena razón».
El niño comprende que las personas piensan o sienten de manera distinta porque cada una tiene su
propio sistema de valores y creencias. Es ya una concepción relativista. Es asimismo consciente de
que cada individuo tiene conciencia de la perspectiva del otro y que en esta conciencia influye el yo
y la visión que cada uno tiene del otro. El niño puede formar una cadena coordinada de perspecti-
vas, puede incluso anticipar las reacciones del otro a su conducta, pero no puede todavía considerar
su propia perspectiva y la del otro simultáneamente, solo puede hacerlo de manera secuencial. Por
eso no puede dejar la situación persona-persona y considerarla desde la perspectiva de un tercero.
El niño contesta en la entrevista que cree que Holly subirá a salvarlo a pesar de la prohibición del
padre, «porque ella sabe que su padre comprenderá por qué lo hizo». El niño, en este caso, está cen-
trándose en la consideración del padre desde la perspectiva de la niña. Y si le preguntan si su padre
querría que la niña subiera al árbol, el niño dirá que no, indicando con ello que está asumiendo la
perspectiva del padre y su interés por la seguridad de la niña.
El niño constata que ambos, el yo y el otro, pueden verse uno a otro mutuamente y simultánea-
mente como sujetos. El niño puede dejar la situación diádica, persona-persona, ver la interacción
desde la perspectiva de una tercera persona desinteresada y anticipar cómo cada participante (el
yo y el otro) reaccionará al punto de vista de su compañero. Por ejemplo, en el caso de la niña que
desea salvar al gato, el niño puede adoptar la opinión de una tercera persona desinteresada indi-
cando que sabe que la niña y su padre saben lo que cada uno está pensando y señalaría que «la
niña quería salvar al gato porque le gustan los gatos, aunque sabía que no debía subirse a los ár-
boles; y el padre sabía que la niña había sido advertida de no subirse a los árboles, pero el padre
no sabía nada del gato».
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La persona constata que la toma de perspectiva mutua no siempre conduce a una comprensión com-
pleta. Las convenciones sociales resultan necesarias porque son comprendidas por todos los miem-
bros del grupo (el otro generalizado) indiferentemente de su posición o experiencia. En el caso de la
niña que desea salvar al gato, el adolescente respondería que no sería castigada por su padre porque
el trato humano del gato justificaría la acción de subirse a los árboles.
3. DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD
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│ Sumario
La clave del modelo reside en la distinción fundamental entre las tendencias bási-
cas (potenciales psicológicos abstractos) y las adaptaciones características (sus mani-
festaciones concretas en el sistema de la personalidad). Es una distinción semejante a la
que hay entre genotipo y fenotipo. Hay asimismo tres componentes periféricos: las bases
biológicas, las influencias externas y la biografía objetiva.
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Sumario │
Figura 1. R
epresentación de los componentes de la personalidad y sus relaciones de acuerdo con la teoría
de los cinco factores (McCrae y Costa, 1999)
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│ Sumario
Tabla 1. E
jemplo de un ítem de la escala de extraversión [versión española NEO-PI R (2008), Madrid:
TEA, en pág. 12]
Extraversión E 2: gregarismo, Habilidades sociales, muchas Rousseau (muy bajo E2). Deja
una preferencia por la compa- amistades, participación en París para irse a la campiña.
ñía y la estimulación social. equipos deportivos y sociales,
pertenencia a diferentes grupos
y clubes.
Por otra parte, los resultados de la investigación empírica ha demostrado una serie
de semejanzas entre rasgos de temperamento y rasgos de personalidad. En primer lugar,
como los rasgos de temperamento, casi todos los rasgos de personalidad observados
muestran una moderada influencia genética; además, los rasgos de temperamento y los
rasgos de la personalidad, se ven afectados por la experiencia; muchos rasgos de ambos
dominios se caracterizan por emociones específicas habituales positivas y negativas. Es
decir, muchas de las definiciones entre temperamento y personalidad parecen estar rom-
piéndose. Por eso conviene examinar juntos los dos constructos.
Una vez clarificada la naturaleza de los rasgos (tendencias básicas que diferencian a
los seres humanos) y conciliados los constructos de temperamento y personalidad, vamos
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│ Sumario
Además, este mayor apoyo a varios de los cinco grandes factores se deriva de la inves-
tigación del temperamento en niños y adolescentes. Y, por último, una serie de medidas
observacionales y de tarea suministran apoyo a rasgos semejantes a los cinco grandes
factores en informes de profesores, padres y niños.
Sobre estas bases de consenso entre edades e instrumentos, y dadas las semejanzas
entre rasgos de temperamento y personalidad en la niñez y adolescencia, Damon y Ler-
ner (2008) han presentado una taxonomía de rasgos de personalidad en niños y adoles-
centes (véase cuadro 3). Se han visto obligados, no obstante, a incluir rasgos de orden
inferior pues los cinco grandes factores serían demasiado amplios para captar todas las
variaciones de la personalidad humana.
Cuadro 3. Taxonomía de los rasgos de personalidad en niños y adolescentes (Damon y Lerner, 2008)
Taxonomía
Extraversión. Niños y adolescentes varían en extraversión, es decir, en sus tendencias a comprometerse de-
cididamente con el mundo que les rodea. Los extravertidos son sociables, expresivos, socialmente potentes y
físicamente activos y enérgicos. En contraste, los introvertidos son quietos, inhibidos, y letárgicos. Los prees-
colares son semejantes. La extraversión abarca rasgos de orden inferior de sociabilidad y energía/actividad.
Neuroticismo. Los niños varían en su susceptibilidad a las emociones negativas y al malestar general.
Los niños y adolescentes altos en neuroticismo son ansiosos, vulnerables, tensos, fácilmente atacados,
susceptibles al estrés y la culpa, tienen baja tolerancia a la frustración, y se muestran inseguros en las
relaciones con otros. Los bajos en esta dimensión son estables y adaptados a las situaciones nuevas. Los
niños neuróticos, como los adultos neuróticos, tienden a ser inseguros, autocríticos y sensibles a la crí-
tica. El neuroticismo incluye los rasgos de tristeza y ansiedad.
Responsabilidad. Abarca las diferencias individuales de los niños en autocontrol, en cuanto se usa para
completar las tareas y esforzarse por lograr estándares. Los niños y adolescentes escrupulosos aparecen
descritos como responsables, atentos, persistentes, limpios, planificadores, con altos estándares y pen-
sando antes de actuar. Tienen rasgos como autocontrol, motivación de rendimiento y responsabilidad.
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esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)".
Sumario │
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Amabilidad. Incluye una serie de rasgos que los psicólogos evolutivos consideran importantes, aun-
que históricamente hayan sido excluidos del temperamento. El extremo alto de la amabilidad incluye
descriptores como afecto, interés, empatía, generosidad, gentileza y cuidado de otros. El extremo bajo
incluye tendencia hacia la agresividad, rudeza, cinismo y manipulación. En estudios de niños y adultos
la amabilidad incluye voluntad de acomodarse a los deseos de otros.
Apertura. Es probablemente el rasgo más debatido y menos comprendido de los cinco grandes rasgos
y, sin embargo, incluye un número de características potencialmente importantes. Los niños altos en
este rasgo se describen como rápidos en aprender, inteligentes, perceptivos, imaginativos, curiosos y
originales. Los componentes de orden inferior no son claros en la infancia pero el intelecto, la curiosi-
dad y la creatividad tienen aceptación.
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│ Sumario
4. DESARROLLO ADULTO
Las personas siguen desarrollándose más allá de la adolescencia. Dos modelos son
relevantes para el desarrollo adulto: el modelo de crisis normativa (Erikson y Levinson)
y el modelo del ciclo vital (Baltes).
El modelo de crisis normativa supone que hay un plan inherente para el desarro-
llo humano y que en cada momento de la historia personal la gente debe abordar una
crisis particular determinada (el desarrollo está en función de la edad). En la teoría de
Erikson (1982), el desarrollo adulto corresponde al estadio sexto que refleja la crisis en
intimidad versus aislamiento. Los jóvenes adultos que se enfrentan a esta tarea tienen
que fusionar su identidad en una relación heterosexual íntima que lleva a la procreación.
Los resultados negativos son el ensimismamiento y el aislamiento. El estadio séptimo de
Erikson es el de generatividad versus estancamiento. La persona generativa se preocupa
de guiar a la generación venidera. El que no supera la prueba sufre un estancamiento o
invalidez psicológica.
El modelo del ciclo vital (life span) enfoca el desarrollo humano desde tres pers-
pectivas:
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Sumario │
Desde el punto de vista psicométrico, los trabajos de Baltes (1993) señalan que el
desarrollo ontogenético continúa a lo largo del ciclo vital entero; es multidireccional:
algunos sistemas evolutivos muestran crecimientos y otros declives; y consta de ganan-
cias y pérdidas. Hay mucha plasticidad intraindividual en el desarrollo y este varía de
acuerdo con las condiciones históricas y culturales. Por último, el desarrollo humano
es contextual y dependiente de la interacción dialéctica de las influencias basadas en la
edad, historia, etc.
Por otra parte, se han hecho grandes descubrimientos en la naturaleza de los com-
ponentes del funcionamiento intelectual. La inteligencia fluida, el básico hardware del
sistema de procesamiento de la información, se describe como la habilidad para percibir,
recordar, pensar y procesar la información, basado en el funcionamiento del sistema ner-
vioso central. Mientras hace ya mucho tiempo que se ha asumido que las habilidades de-
clinan con la edad, poco después de la temprana adultez, este declive tiene poco impacto
funcional hasta muy tarde en la vida. La inteligencia cristalizada, un componente de la
pragmática del intelecto, que se refiere al conocimiento válido incorporado con la expe-
riencia, permanece estable o incluso crece a lo largo del ciclo vital hasta muy alta edad.
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│ Sumario
Los estudios del conocimiento diario, o inteligencia práctica dentro del contexto so-
cial y cultural, señalan que todo aprendizaje es social y que no se puede ver como mero
fenómeno interindividual. La atención al contexto es aplicable a la práctica de la educa-
ción adulta que ocurre en una serie de situaciones y descansa en el conocimiento con-
textual de los adultos en sus experiencias culturales. Un resultado importante es que la
ejecución cognitiva en situaciones de la vida real y contextos significativos como las cla-
ses o el lugar e trabajo son muy distintas de las condiciones de laboratorio donde las ta-
reas son artificiales.
Los años adultos tienen potencial para unas estructuras cognitivas de nivel superior
a las de la adolescencia. Algunos teóricos han propuesto estructuras cognitivas únicas
para la adultez que van más allá del estadio final de las operaciones formales de Piaget;
estas teorías posformales describen formas del pensamiento dialéctico, relativista, de so-
lución de problemas y metasistemático (Commons et al., 1984).
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Sumario │
del amplio uso de los estilos de pensamiento posformal en la adultez. Estos modos de
pensamiento adulto son cualitativamente diferentes de las formas de pensamiento en-
contradas en las edades tempranas. En qué grado ocurre ese pensamiento posformal es
una función del pensamiento adulto maduro.
Integración de los tres puntos de vista. Aunque los estudios de la investigación psi-
cométrica de la inteligencia, el conocimiento de la vida diaria y las estructuras posfor-
males ven el pensamiento adulto desde perspectivas diferentes, los hallazgos de estos
estudios permiten sacar algunas conclusiones que son aplicables al aprendizaje y a la
práctica de la educación adulta (véase cuadro 4).
2. El conocimiento adulto tiende a ser altamente contextual y específico del dominio. Los adultos
demuestran habilidades adaptativas y compensatorias utilizando estrategias cognitivas basadas
en la experiencia y en la experticia evolutiva conseguida a través de la práctica en dominios es-
pecíficos.
3. Los adultos son capaces de pensamiento de orden superior y de usar estructuras cognitivas que son
únicas de los adultos. La teoría e investigación posformal muestra que el pensamiento adulto puede
ser relativista, dialéctico, meta-sistemático y generativo (descubrir problemas por naturaleza). Estas
cualidades permiten a los adultos sobresalir en relaciones interpersonales, conocimiento social, jui-
cio práctico, creatividad y sabiduría.
5. ENVEJECIMIENTO
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│ Sumario
Las capacidades mentales más destacadas de los mayores son la inteligencia emo-
cional y la sabiduría. La inteligencia emocional es la capacidad de desarrollar estrategias
para evitar conflictos emocionales o al menos rebajar sus efectos negativos. Normalmente
los mayores tienen una mayor inteligencia emocional que los jóvenes. La sabiduría es el
conocimiento de la condición humana y arroja mucha luz sobre cómo combinar virtud
y conocimiento en la conducción de la vida. No es suficiente ser mayor para ser sabio.
Hace falta que la experiencia de la vida vaya acompañada de las cualidades necesarias y
de los patrones adecuados de pensamiento. Otra fuerza de los mayores es su capacidad
de mantener su autoimagen y su vida satisfactoria. Esa autoplasticidad adaptativa tiene
un efecto sobre la vida diaria y corresponde a la teoría de la optimización selectiva con
compensación desarrollada recientemente.
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Sumario │
Hay tres teorías principales que compiten entre sí (Mahoney y Restak, 1998):
5.2. P
ROBLEMAS A LOS QUE SE TIENEN QUE ENFRENTAR LAS PER-
SONAS MAYORES
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│ Sumario
La creencia popular dice que mientras los mayores tienen dificultad para recordar
sucesos recientes, recuerdan bastante bien los que ocurrieron años atrás. Estaría de acuer-
do con la famosa ley de Ribot que señalaba que la información se olvida en secuencia
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Sumario │
inversa al orden en que se aprendió. La investigación, sin embargo, señala que la memo-
ria remota de los mayores no es superior al recuerdo de sucesos recientes.
5.2.3. Contenidos
Con respecto a la recuperación de palabras, los mayores confiesan tener dificultad para
encontrar palabras comunes y nombres apropiados que son familiares en el lenguaje habla-
do y escrito cotidiano. Ahora bien, hay dos tipos de recuperación: automático y controlado.
Lo normal es que el procesamiento sea automático, que requiere la atención solo cuando
falla la automaticidad. El controlado es más lento y menos eficiente. El deterioro de la re-
cuperación de palabras podría resultar del acceso reducido al sistema de recuperación au-
tomático o fruto de una mayor dependencia de los procesos controlados menos eficientes.
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│ Sumario
Desde el punto de vista funcional, declive no debe confundirse con déficit. Es ra-
zonable pensar que el sistema de procesamiento de información de las personas jóvenes
funciona a un nivel mucho más alto que el necesario para sobrevivir. Podríamos decir
que comparativamente no es cierto que las personas mayores tengan mala memoria, sino
que los jóvenes tienen una memoria excelente.
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Sumario │
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│ Sumario
EJERCICIOS VOLUNTARIOS
Tras el estudio de esta Unidad didáctica, el estudiante puede hacer, por su cuenta,
una serie de ejercicios voluntarios, como los siguientes:
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
BALTES, P. B.: «Theoretical propositions of life-span developmental psychology: On the dynamics be-
tween growth and decline», Developmental psychology, 23, 1987, págs. 611-626.
— «The aging mind: Potential and limits», The Gerontologist, 33, 1993, págs. 580-594.
BALTES, P. B. y BALTES, M. M.: «Psychological perspectives on successful aging: The model of selecti-
ve optimization with compensation», en P. B. Baltes y M. M. Baltes (eds.), Successful aging: Perspectives
from the behavioral sciences, New York: Cambridge University Press, 1990, págs. 1-34.
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Sumario │
BARENBOIM, C.: «The development of person perception in childhood and adolescence: From behavio-
ral comparisons to psychological constructs to psychological comparisons», Child development, 52, 1981,
págs. 129-144.
COMMONS, M. L., RICHARDS, F. A. y ARMON, C.: Beyond formal operations: late adolescent and adult
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DAMON, W. y LERNER, R. M.: Child and adolescent development, New Jersey: Wiley. 2008.
ERIKSON, E. H.: «Major stages in psychosocial development», en E. H. Erikson (ed.), The life cycle com-
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FLAPAN, D.: «Children’s Understanding of Social Interaction», New York: Teachers College Press, 1968.
FLAVELL, J. H.: Cognitive Development, Englewood Cliffs: Prentice Hall, 1985.
— «The development of children's knowledge about the mind: From cognitive connections to mental re-
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York: Cambridge University Press, 1988, págs. 244-267.
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│ Sumario
SELMAN, R. L.: The growth of interpersonal understanding: developmental and clinical analysis, New
York: Academic Press, 1980.
WELLMAN, H. M. y BANERJEE, M.: «Mind and emotion: Children’s understanding of the emotional
consequences of beliefs and desires», British journal of developmental psychology, 9, 1991, págs. 191-214.
WELLMAN, H. M. y ESTES, D.: «Early understanding of mental entities: a reexamination of childhood
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WELLMAN, H. M.: The child’s theory of mind, Cambridge, MA: MIT Press, 1990.
Básica
En la red
Avanzada
DELVAL, J.: «La representación infantil del mundo social», en E. Turiel, I. Enesco, y J. Linaza. (1989), El
mundo social en la mente del niño, Madrid: Alianza Editorial, 1989, págs. 245-330.
FERNÁNDEZ-BALLESTEROS, R.: Mitos y realidades sobre la vejez y la salud, Barcelona: SG Edito-
res, 1992.
MARCHESI, A.: «El conocimiento social del niño», en J. Palacios, A. Marchesi y M. Carretero, Psicología
evolutiva, 3, Adolescencia, madurez y senectud, Madrid: Alianza, págs. 323-350.
SELMAN, R. L.: «El desarrollo sociocognitivo», en E. Turiel, I. Enesco y J. Linaza: El mundo social en la
mente del niño, Madrid: Alianza Editorial, 1989, págs. 101-124.
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