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XLIV REUNIÓN DE CRONISTAS E HISTORIADORES DEL ESTADO DE

VERACRUZ E INVITADOS NACIONALES

Martínez de la Torre, Veracruz


23, 24 y 25 de septiembre de 2022

Título del trabajo:


LOS ARCHIVOS MUNICIPALES DE
ACAXOCHITLÁN, HIDALGO

Presenta:
ARQ. ARTURO CASTELÁN ZACATENCO
Cronista del Municipio de Acaxochitlán, Hidalgo
LOS ARCHIVOS MUNICIPALES DE ACAXOCHITLÁN, HIDALGO

Un archivo no es sólo una sucesión de


documentos: es historia y memoria. (Joehán L. Romero)

Para comenzar, debo aclarar que utilizaré el concepto de archivo municipal como el conjunto
de documentos existentes en el municipio, producidos en el ejercicio de las funciones de
personas físicas o jurídicas, públicas o privadas y en cualquier soporte, incluidos los
informáticos, refiriéndome en particular a los documentos que tienen mayor importancia para el
quehacer de cronistas e historiadores: los archivos históricos.
Para los historiadores los archivos municipales son su principal fuente, su materia prima,
y también lo son para un sinnúmero de cronistas, pues además de recopilar y redactar los
hechos actuales que serán recordados, muchos también dedicamos tiempo a recuperar la
memoria histórica de nuestros pueblos, de nuestras ciudades o de nuestros barrios.
Esta reunión me parece una buena oportunidad para hacer una relación de los archivos
de Acaxochitlán: su ubicación, antecedentes y características generales, pero también para
reflexionar sobre un tema que nos atañen especialmente a los cronistas y que hoy pongo sobre
la mesa: el destino de nuestros acervos documentales físicos y digitales, que sin lugar a dudas
forman parte de la historia y del patrimonio cultural de nuestros pueblos, y que deben ser
considerados como parte del archivo municipal.
Por lo anterior, puedo enumerar 4 archivos históricos municipales: el de la presidencia
municipal, el de la parroquia de la Asunción de María, el del pueblo de Santiago Tepepa y mi
archivo de cronista municipal.

El Archivo histórico de presidencia municipal


Por referencias en documentos de otros acervos sabemos que este archivo databa del siglo XVI,
mismo que se destruyó en la década de los 70’s del siglo XX. Lo que quedó de este archivo se
encuentra resguardado por la Secretaría de turismo y cultural del municipio, en el Centro cultural
Corazón de barro rojo localizado en San Pedro Tlachichilco, está formado por 70 cajas,
distribuidas en 4 secciones: Presidencia, Tesorería, Registro civil y una sin título, que abarca
de 1848 a 1985. Al día de hoy no se ha podido reorganizar, pues después de consultarlo
encontré que algunos documentos están mal ubicados, por lo que es necesario hacer un nuevo
inventario y catálogo.
Dado que no se ha trabajado el archivo general municipal, no se ha transferido ningún
documento del archivo de concentración cuya vida haya concluido y que por el valor de la
información que contiene, haya sido seleccionada por salvaguardar la memoria histórica del
Municipio.
Durante la consulta a este archivo identifique algunos documentos con información
sobresaliente, como la copia de los Títulos de las tierras del pueblo de Los Reyes, copiado en
1848 de otro anterior de 1725; un legajo de 1910 con los documentos relativos a la
conmemoración en Acaxochitlán del centenario del inicio de la Independencia Mexicana; y una
descripción de 1901 de las bebidas tradicionales de Acaxochitlán.
Forman parte de este archivo el lienzo del “Fundo legal” de 1639 y los Títulos primordiales
del Pueblo de Acaxochitlán. El lienzo del Fundo está trazado sobre un lienzo de algodón de
1.5m por 1.9m, de color café rojizo, con dibujos y textos trazados en tinta café oscuro. Está
guardado en una caja de poliestireno en la sala de recepción de la presidencia municipal,
suspendido de la losa sobre una copia rígida de madera del mismo documento, esto para
mantenerlo en posición horizontal y evitar su deformación, pues el lienzo fue sometido a un
proceso de conservación en 2010.
Los Títulos primordiales es un cuaderno que constaba de 12 fojas, pues
desafortunadamente la última fue extraviada en 2016, su formato es de un cuartillo en papel
europeo con sello de 1639; está escrito en español. Se trata de una real cédula del otorgamiento
de los títulos y propiedades de tierras de Acaxochitlán en 1639. Este documento se localiza en
el archivo de la Secretaría municipal.
Respecto a los dos documentos citados anteriormente, en el año 2015, a partir de una
investigación realizada por el doctor Raúl Macuil Martínez, se pudo confirmar que estos
documentos son falsos. El lienzo y los Títulos primordiales pertenecen a un conjunto de
documentos manufacturados por Manuel Ramírez de Arrellano, quien a finales del periodo
porfiriano se dedicó a defraudar a gente de diferentes lugares del país solicitando donativos y
elaborando títulos, lienzos y mapas. Sin embargo, la realidad no debe ser el motivo para
desdeñar estos documentos, por sus características, ahora revisten una gran importancia de
legado cultural, pues forman parte de lo que se conoce como “Colección Ramírez de Arellano”.
Una pérdida relativamente reciente, fue la desaparición en 1996 del lienzo policromo de
1824. Se trataba de una especie de cuadro paisajista, pintado al óleo sobre una tela de algodón
de 1.57m por 1.90m; la tela estaba formada por dos lienzos de telar de cintura indígena, cosidos
uno arriba del otro. La pintura tenía una glosa que decía “fue copiado en noviembre de 1824,
de otro de 1738”, aunque el investigador Guy Stresser-Péan tenía la hipótesis de que el pintor
del siglo XIX en realidad trabajó sobre la pintura de 1738 añadiendo sólo algunos detalles a las
casas. Ahora solo existe un facsímil de este lienzo que pinte en 2009 que está bajo mi
resguardo, así como una copia de este facsímil localizada en la recepción de la presidencia
municipal.
La pérdida más lamentable de este archivo, es la de un mapa y un códice antiguo del siglo
XVI pintado en papel de maguey, de los que se hace referencia en una descripción de
Acaxochitlán de 1848.

El Archivo histórico de la parroquia de la Asunción de María


Se encuentra en una habitación contigua a la oficina parroquial. Data del siglo XVII, y aunque
por referencias existente en el mismo archivo respecto a pérdidas ocurridas a lo largo de su
historia, se conserva casi en su totalidad. En 2013 tuve la oportunidad de inventariar y catalogar
este archivo, quedando de la siguiente manera: 192 libros de la sección sacramental, de las
series de bautismos, confirmaciones, informaciones matrimoniales, matrimonios y defunciones,
que van de 1657 a 1900; y 15 libros de la sección disciplinar de diversas series, que van de
1721 a 1903.
Cabe hacer mención que el archivo es más extenso, pero solo trabajé con los
documentos de 1657 a 1900. En general su estado de conservación es bueno, aunque existen
algunos libros con problemas severos de hongos.

El Archivo de la capilla de Santiago Tlatelulco Tepepa


Este fue localizado en 2021 en el tapanco de la capilla del poblado cuando se realizaba la
rehabilitación de la cubierta. A solicitud de los fiscales Bonifacio González y Germán Galindo,
asesoré la rehabilitación del inmueble, por ello también pude realizar una oportuna intervención,
expliqué la importancia de los documentos y me permitieron realizar un inventario del archivo,
así como realizar acciones básicas de conservación. Este archivo se encuentra a resguardo de
los fiscales de la comunidad.
Este archivo está integrado por 34 expedientes que datan de 1784 a 1951,
pertenecientes a las series de correspondencia, cuadrante, fábrica, padrones e indiferente; y 10
libros, en su mayoría misales, que datan de 1725 a 1952. Todos los documentos son muy
valiosos en cuanto a la información que contienen, pero llamaron mi atención dos documentos
en particular, unas partituras musicales de 1812, puesto que no es común encontrar archivos
musicales, y menos en una comunidad relativamente pequeña; y un alegato de 1784 para
reducir las contribuciones de los habitantes de la comunidad a las cofradías de la cabecera
parroquial.

El archivo del cronista


Quizás sea muy pretencioso, pero los acervos documentales físicos que los cronistas vamos
recopilando a lo largo de nuestra vida, tienen también un gran valor histórico y cultural, pero
igual que muchos otros archivos de cronistas, no está asegurada su conservación y resguardo,
especialmente cuando un cronista fallece, a menos que este exprese su voluntad respecto al
destino de sus acervos para que queden en manos de alguna instancia gubernamental o
educativa. Hemos visto en varias ocasiones que los acervos de los cronistas terminan repartidos
entre sus familiares, que seguro algunos conservarán no por su valor cultural, sino por su valor
sentimental, aunque también, hemos visto con profunda tristeza como los documentos terminan
alimentando un boiler o en pacas para reciclaje.
Si tanto valoramos nuestro trabajo, también debemos asegurar que estos queden en las
manos indicadas para que nuestro legado sea conocido, valorado, conservado y disfrutado, y
que sea, además, la base sobre la que otros cronistas den continuidad al registro de la memoria
de nuestros pueblos.
Otro problema que enfrentamos los cronistas es la fragilidad de los archivos digitales,
pues ahora con las tecnologías de la información, las que nos han permitido acrecentar en gran
medida nuestros acervos, ahora están integrados por documentos frágiles, inseguros o
inestables, por así decirlo. Fotografías, videos, audios, textos, están condenados a perderse
por una simple falla en el sistema de nuestras computadoras o de los dispositivos de
almacenamiento. También con el vertiginoso avance tecnológico, no sabemos si existirán en el
futuro inmediato los medios para abrir o reproducir nuestros archivos digitales. Esta historia ya
nos ha tocado vivirla a la mayoría de nosotros, hoy es muy difícil escuchar un disco de acetato
o abrir un archivo Word que tenemos guardo en un disco de 3 1/2’, pues es muy complicado
encontrar los dispositivos para reproducirlos o leerlos; hace unos cuantos años era muy fácil,
pues estaba a nuestro alcance la tecnología. En torno a este tema tenemos un gran reto. De
entrada, una solución que propongo, es la de imprimir en papel lo que sea posible, esto puede
dar certeza a lo que tanto nos apasiona.
Mi acervo documental desafortunadamente no lo he podido inventariar. Está formado por
libros sobre Acaxochitlán, libros de autores acaxochitecos, videos, fotografías nuevas y
antiguas, revistas, periódicos, pinturas, mapas, artesanías, textos, grabaciones, físicos o
digitales, pero están visibles y palpables de alguna forma; todos estos documentos hoy se
pueden leer, escuchar o ver. Pero hay otra información cuya situación es todavía más endeble,
aquella que aún permanece en nuestra memoria, y que debemos también preocuparnos por
materializarla.
Los cronistas tenemos que dejar de ser enciclopedias andantes, porque en ese andar
podemos caer y perder la memoria, que es parte de la memoria colectiva e histórica de nuestros
pueblos. Debemos darnos espacio suficiente para escribir y registrar, asegurarnos de cumplir a
cabalidad la función principal que tenemos, que es la de escribir sobre hechos que vamos
presenciando y de aquellos que recuperamos de la memoria colectiva de nuestra sociedad.
En la Ley orgánica municipal para el Estado de Hidalgo, se menciona que entre las
funciones del cronista está la de integrar, conservar y enriquecer el archivo histórico del
Municipio, y estoy seguro que poco a poco lo voy consiguiendo, no solo con la recopilación de
diversos documentos y mis crónicas escritas, también lo conseguiré haciendo lo necesario para
que mis acervos documentales al final de mis días tengan un destino adecuado, como ya lo he
señalado, para que sean conocidos, valorados, conservados y disfrutados por la sociedad.
Invito a mis colegas cronistas a que reflexionemos sobres estos temas que he expuesto y que
tomemos acción.

Yo no vivo de la historia,
vivo para la historia,
y será ella quien me mantenga vivo,
aunque yo muera.

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