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Virus Mentales

Article · March 2021

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Piero Gayozzo
Instituto de Extrapolítica y Transhumanismo
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Pensar, revista iberoamericana para la ciencia y la razón, es una invitación al librepensamiento
y al pensamiento crítico. También, una vía para conocer todo acerca de las pseudociencias
(falsas ciencias) y el mundo esotérico, analizando las evidencias disponibles mediante la razón y
el método científico

Director: Alejandro Borgo

Buenos Aires, Argentina
Center for Inquiry, Inc © 2021 · Todos los derechos reservados
https://pensar.org/

Título: Virus mentales*

*Este artículo ha sido originalmente publicado en la revista Pensar y cualquier reproducción sin
autorización no está permitida. Texto publicado originalmente el 15 de abril del 2021 en el portal
web de la revista Pensar. Recuperado de: https://pensar.org/2021/03/virus-mentales/

Autor: Piero Gayozzo

Coordinador General de la Sociedad Secular Humanista del Perú (SSH). Fundador y Sub-Director del think
tank de la SSH Instituto de Estudios Transhumanistas (IET), antes Extrapolítica y Transhumanismo.
Miembro de la Asociación Peruana de Periodistas y Comunicadores de la Ciencia APCIENCIA y de la
Asociación Peruana de Ateos (APERAT). Fundador y Editor Jefe de la revista Futuro Hoy y la Revista
Humanista del Fondo Editorial de la SSH. Redactor de la revista de divulgación científica N+1. Gestor del
Proyecto Foros Nacionales de la Cuarta Revolución Industrial. Comunicador y divulgador de ciencia y
filosofía con estudios en ingeniería industrial de la Universidad de Lima.

Contacto: pgayozzo@ssh.org.pe
Celular: +51 946314885
Twitter/Instagram: @pgayozzo
Orcid: https://orcid.org/0000-0002-5112-5431
Academia: https://ulima.academia.edu/PieroGayozzo

Resumen. En 1993 el biólogo Richard Dawkins publicó “Viruses of the Mind”, un texto en el que
analizó las similitudes entre los virus biológicos e informáticos. Las definió como composiciones
capaces de infectar un tipo de sistema determinado, copiarse a sí mismos y degradar el
funcionamiento del huésped. Es a propósito de dichas características que Dawkins acuña la
metáfora de virus mentales o ideas que infectan la mente de una persona. Originalmente
identificó la fe como un virus mental. En este trabajo proponemos la existencia de otros virus
mentales, los cuales están íntimamente vinculados. Para ello se definió qué es un virus mental,
se analizaron sus características, se identificaron 5 tipos de virus mentales y se describió cómo
se relacionan a partir de algunos ejemplos. El resultado mostró una retroalimentación y
complementariedad entre los virus mentales descritos.

Palabras clave: nacionalismo, posmodernismo, pseudociencias, sobrenaturalismo, teorías de

conspiración

Abstract. In 1993 the biologist Richard Dawkins published "Viruses of the Mind", a text in which
he analyzed the similarities between biological and computer viruses. He defined them as
compositions capable of infecting a certain type of system, copying themselves and degrading
 the functioning of the host. It is with regard to these characteristics that Dawkins coined the
metaphor of mental viruses or ideas that infect the mind of a person. Originally he identified
faith as a mental virus. In this work we propose the existence of other mental viruses, which are
closely linked. For this, what is a mental virus was defined, its characteristics were analyzed, 5
types of mental virus were identified and the way in which they are related was described based
on some examples. The result showed a feedback and complementarity between the mental
viruses described.

Keywords: conspiracy theories, nationalism, postmodernism, pseudoscience, supernaturalism

¿Qué son los virus mentales?
Para Dawkins, un virus mental es un paquete de
premisas e ideas erróneas que poseen nombre
propio y cuyas características son bastante similares
a las de un virus biológico o informático. Como
sistema de ideas, la metáfora de virus mental
coincide con la noción de campos cognitivos de
creencias infundadas desarrollada por Mario Bunge.
Iniciemos por ello.
Un campo cognitivo es un campo de
conocimiento, genuino o fraudulento, representado
por un sector de la actividad humana que tiene por
objetivo obtener, difundir y utilizar cierto tipo de
conocimiento (Bunge, 2010). Aunque Bunge lo define
a partir de una lista de 10 ítems, para usos prácticos,
en este artículo serán consideradas las que para
nuestro propósito poseen mayor relevancia, tales
como la comunidad que la integra, la cosmovisión o
modo de pensar y el discurso (ideología) o cuerpo
teórico.
Para proseguir es importante definir la ciencia
como un campo cognitivo de investigación. Esto
quiere decir que su cuerpo de conocimiento lo
obtiene de la experimentación rigurosa y coherente.
Por el contrario, llamaremos campos de creencia o
campos cognitivos infundados a toda aquella
empresa que se erija sobre la fe y presunciones no
científicas. Lo importante de esta aclaración es la
rápida demarcación que podemos efectuar entre
ciencia y lo que de ahora en adelante conoceremos
como virus mentales.
Un virus mental es un campo cognitivo infundado
o campo de creencia que se construye sobre una
ideología o doctrina antes que sobre un cuerpo
teórico experimental. La metáfora de Dawkins (1993)
se evidencia al notar que estas poseen las mismas
cualidades de replicación de un virus y que por dichos
motivos quien se haya visto “infectado”, o comulgue
con sus ideas, pueda ser observado metafóricamente
como un “paciente”.
Para empezar, los virus mentales requieren de un
huésped con disposición para replicar total o
parcialmente la información que se le brinde, es
decir, la doctrina. La existencia de una predisposición
psicológica, cuyos orígenes pueden ser muy diversos,
tales como carencias emocionales (Douglas & Green,
2018), poca flexibilidad cognitiva (Zmigrod,
Rentfrow, & Robbins, 2019) o simplemente escaso
conocimiento científico, entre muchas otras, son un
principal requisito para que se ejecute la “infección”.
Esta es la razón por la que un “paciente” acepta la
doctrina e intenta promoverla entre sus cercanos.
Por otro lado, los virus mentales generan en la
persona cierta disposición para obedecer los
comandos o doctrinas. Esto quiere decir que los
pacientes no solo comparten la información, sino que
están prestos a actuar de acuerdo a los ritos y a
obedecer parcial o totalmente lo que sus autoridades
ideológicas dictaminen. Sobre este punto, si bien es
cierto que los virus mentales influyen en el
comportamiento de las personas que infectan, no
siempre tienen un 100% de efectividad. No todos
obrarán de manera tan literal como los miembros del
Estado Islámico y Al Qaeda o con discursos tan
radicales como los fundamentalistas cristianos. Esto
principalmente porque, como indica Tuomela (1985),
la ciencia es una empresa tan reciente que en muchas
personas todavía existe la actitud esquizofrénica de
pensar científicamente en ciertas áreas de la vida y
en otras permitirse abrazar las explicaciones no
científicas y sobrenaturales. Esto último es lo que
describiremos como fases iniciales o moderadas del
“contagio”.
Los síntomas
En su libro “El Mundo y sus demonios” Carl Sagan
(2000) nos legó un lúdico y claro ejemplo de la actitud
de una persona cuya mente ha sido consumida por lo
que metafóricamente llamamos “virus mental”. El
capítulo “Un dragón en el garaje” retrata un ejercicio
mental en el que el autor, haciéndose pasar por un
“paciente”, le asegura al lector que en el interior de
su garaje yace un dragón. Acto seguido el lector
insistiría en verlo, pero el autor indica que sería
imposible, puesto a que el dragón es invisible. Luego
le siguen una serie de experimentos propuestos para
obtener algún indicio de la existencia de aquel
dragón, pero todas son refutadas con explicaciones
inverosímiles. Finalmente, llega un momento en que
no existe diferencia lógica entre aquel “dragón
invisible” y la mera idea de este.
Lo descrito por Sagan es el comportamiento
promedio de los defensores de y de quienes
comulgan con ideas infundadas. En efecto, existen
ciertos indicadores del razonamiento de que una
persona está infectado por algún(os) “virus
mental(es)”. Dawkins enlistó una serie de “síntomas”
que suelen caracterizar la “infección”. Los principales
son:
- El paciente es impulsado por convicciones
internas y profundas sobre la veracidad o
corrección de algo sin necesidad de evidencia
alguna. A esta actitud de confianza ciega se
le denomina fe.
- El paciente considera que mientras menos
evidencia requiera y mayor convicción posea
sobre sus creencias, se convierte en una
persona más virtuosa.
- El paciente cree que los misteriosos son de
por sí maravilloso y que es preferible no
buscarles explicación alguna.
- El paciente es o suele ser intolerante a
vectores o fuentes de fe diferentes.
A este conjunto de síntomas podemos agregarles
algunos a partir de lo narrado por Carl Sagan, y es que
los pacientes al ser contrastados con la realidad y la
evidencia científica, recurren a refutaciones
incesantes para salvar el dogma, algunas de estas
incluyen explicaciones extraordinarias e
inverosímiles que crean conflictos en su cuerpo
doctrinario y que realmente no explican nada.
Las familias virales
Los virus mentales son una familia de campos
cognitivos e ideologías que se complementan,
interactúan entre sí, se sobreponen y comparten
muchos principios. Es normal, por este motivo, que
una persona que participa de un campo cognitivo sin
fundamento adopte principios y crea también en los
presupuestos de otros. Veamos a continuación
algunos de estos:
Conspiracionismo
Si bien el conspirar es obra humana, se llama teorías
de conspiración al conjunto de explicaciones para
eventos importantes que involucran planes secretos
desarrollados por grupos malévolos y poderosos
(Jensen, 2013). Parte del razonamiento involucrado
en la formulación de las explicaciones que brindan las
teorías de conspiración es la correlación forzada de
eventos y datos aleatorios (van der Wal, Sutton,
Lange, & Braga, 2018). Se trata de un sesgo que da la
ilusión de certeza, pero que recurre a la especulación
para explicar maliciosamente eventos de alguna
índole.
Aunque este sesgo no es el único ingrediente.
Como virus mental, las teorías de conspiración
requieren de la disposición del paciente a aceptar sus
teorías. Son tres los factores que motivan a una
persona a aceptar las conspiraciones: la motivación
epistémica o deseo por entender un fenómeno; la
motivación existencial o la necesidad de control y
seguridad; y finalmente, la motivación social o la
necesidad de mantener una imagen positiva en un
grupo (Douglas, Sutton, & Cichocka, 2017).
Las teorías de conspiración infundadas y que
proveen explicaciones no causales son virus mentales
porque generan una desconfianza absoluta en las
instituciones, organizaciones y personas que
contradigan sus “teorías” y a sus promotores.
Quienes ponen en evidencia las conspiraciones
suelen ser vistos como mártires perseguidos y la
única forma de resistir es compartiendo la “verdad”
que intenta ser ocultada por las élites.
Nacionalismo
El nacionalismo es una postura ideológica política
que, de acuerdo a Bunge (2009)1, no configura una
única tendencia, sino que se trata de una gran
variedad de matices. En efecto, el nacionalismo
puede serlo de izquierda, como el chavismo, el
juchismo o el nacionalismo chino, como puede serlo
de derecha, como el nacionalismo norteamericano, o
incluso tercerposicionista como ocurre con las
ideologías fascistas.
En esencia, el nacionalismo defiende la
continuidad de una cultura, una etnia o un territorio,
factores que vincula para definir la arbitraria idea de
Nación o espíritu nacional (Anderson, 1993). Para su
promoción recurre a una retórica agresiva según la
cual la nación se encuentra en peligro o debe ser
devuelta a sus tiempos de gloria a través de un hábil
caudillo. Este caudillo, que es presentado como una
suerte de mesías, es portador de una doctrina y
recetas con las que salvará al pueblo y a la Nación de
su destrucción o letargo. Naturalmente, el
nacionalismo provee un sistema ético propio, el cual
basado en su definición de nación y de actuación
correcta, puede identificar como traidores y
enemigos a todos aquellos que no comulguen con su
ideología o no expresen un nacionalismo que el
partido considere “auténtico”.
La razón de incluir al nacionalismo como un virus
mental radica en que se construye sobre un dogma
en el cual la Nación reemplaza la idea de dios y de
bien máximo, además de que exige una devoción
total al caudillo y a su doctrina. Se trata de una
ideología centrada en la fe por la bandera y un
enorgullecimiento vano de la tradición cultural o
etnia.
Las pseudociencias
Las pseudociencias son campos de creencia que
formulan afirmaciones falsas sobre la realidad y las
pretenden presentar como ciertas (Bunge, 2010).
Para ello recurren al lenguaje especializado de las
ciencias y revisten sus doctrinas con teorías
científicas obsoletas (Tuomela, 1985). Las
1
P. 233. “Todos y cada uno de estos tipos [de
nacionalismo] tiene cuatro variedades: defensivo,
agresivo, de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo. De
tal modo, en total hay 4x31 = 124 nacionalismos posibles.
(Algunos de estos casilleros nunca han sido ocupados).”
2
P. 301. “Combinando esta observación con la idea de que
la ciencia no posee ningún método particular, llegamos a
la conclusión de que la separación de ciencia y no ciencia
pseudociencias, lejos de ser parte de una mala praxis
científica, son en sí mismas fraudes que no exhiben
progreso mediante la investigación, sino que buscan
la validación de sus dogmas centrales y carecen de un
marco teórico sólido que pueda ser sometido a
experimentación para su comprobación de manera
independiente (Grove, 1985).
Las pseudociencias son practicadas por grupos de
personas que se promocionan como miembros de la
comunidad científica. Por lo general sus prácticas no
buscan explicar ningún fenómeno, sino aumentar el
bienestar de los usuarios. Estas características son las
que les valen el rótulo de virus mentales.
Posmodernismo
El posmodernismo es un grupo de corrientes
intelectuales que rechazan el racionalismo de la
Ilustración y los emprendimientos intelectuales de la
modernidad, tales como la ciencia y el humanismo.
Se caracteriza porque su discurso teórico está
desconectado de las pruebas empíricas y se adhiere
firmemente al relativismo cultural y cognitivo, según
los cuales la moral carece de objetividad y la ciencia
es solo una narración más entre tantos mitos con los
que se coloniza y somete otras sociedades (Sokal,
2006). Este discurso anti-ciencia aviva y enaltece a las
pseudociencias, ya que las considera al mismo nivel
cognitivo y metodológico que las ciencias
(Feyerabend, 1986)2.
En la retórica posmoderna la objetividad no solo
es inalcanzable, sino que buscarla es un sinsentido.
En vista de que cada perspectiva personal o cultural
es igual de válida que otra en su propio contexto, la
comparación entre sistemas éticos, costumbres y
tradiciones se torna un hecho inadmisible puesto a
que la validez que se arguya sobre una declaración o
tesis, se hará siempre desde un enfoque cultural
determinado (Andrade Campo-Redondo, 2013).
no sólo es artificial, sino que va en perjuicio del avance del
conocimiento. Si deseamos comprender la naturaleza, si
deseamos dominar nuestro contorno físico, entonces
hemos de hacer uso de todas las ideas, de todos los
métodos, y no de una pequeña selección de ellos. La
afirmación de que no existe conocimiento alguno fuera de
la ciencia – extra scientiam nulla salus - no es más que otro
cuento de hada interesado.”
Sobrenaturalismo
El sobrenaturalismo es un enfoque ontológico (sobre
lo que existe) que acepta la existencia de elementos,
entidades e interacciones que escapan de las leyes
naturales o físicas, tales como ángeles, demonios,
fantasmas, dioses y otros espectros. Los seguidores
del sobrenaturalismo no requieren de alguna prueba
o evidencia material para aceptar dicha ontología,
sino únicamente de devoción y aceptación ciega. Es
por este motivo que, si bien el sobrenaturalismo es
un ingrediente epistemológico de una doctrina, aquí
lo consideraremos como un campo cognitivo
infundado que incluye la magia, la superstición y la
religión, además de instituciones, ya sean iglesias,
sectas o comunidades, que albergan doctrinas
sobrenaturalistas.
El cuerpo doctrinario del sobrenaturalismo
involucra, de manera general, asunciones erróneas
sobre la existencia de seres y fuerzas sobrenaturales
vinculados a leyes especiales que las gobiernan.
Podemos adscribirnos a las definiciones
antropológicas tradicionales de magia y religión para
profundizar en su entendimiento. La magia o
superstición será entendida como la creencia en la
existencia de poderes sobrenaturales impersonales
que son susceptibles a la manipulación por parte de
individuos considerados como “iniciados” de las
“artes ocultas”; mientras que la religión consiste en
la creencia en entidades espirituales que gobiernan
la realidad (Tuomela, 1985).
Los rasgos principales de este campo de creencia
son su cosmovisión ontológica sobrenatural, una
doctrina revelada por un ser divino e instituciones
que organizan los ritos, actos y ceremonias. En este
campo cognitivo se incluyen dos cosmovisiones o
desórdenes de razonamiento bastante usuales: el
pensamiento animista, un tipo de razonamiento que
atribuye emociones, intenciones y ciertas cualidades
propias de un ser animado a cualquier objeto
inanimado (APA Dictionary of Psychology, 2020); y el
pensamiento mágico, definido como la creación o
invocación de conexiones extraordinarias, relaciones
simbólicas basadas en la creencia o intuición de la
presencia fuerzas sobrenaturales en el mundo, para
entender, predecir o influenciar algún evento (James,
Handelman, & Taylor, 2011).
¿Cómo se vinculan estos virus mentales?
Como se indicó al inicio, en este artículo no solo
proponemos la existencia de otros virus mentales,
sino que estos están íntimamente ligados. En vista de
que los, aquí llamados, virus mentales comparten
ciertas características y patrones de razonamiento,
consideramos que podemos partir desde cualquier
vector y tras un análisis, llegar a otros. Empecemos
nuestro análisis desde el sobrenaturalismo.
El sobrenaturalismo, en su forma de institución
religiosa, está íntimamente vinculado con el
tradicionalismo y el comportamiento de un grupo
social. Esta vinculación puede servir de sustento en la
edificación de los “espíritus nacionales”, dependerá
de los criterios que el ideólogo considere necesarios.
La alianza entre el sobrenaturalismo y el
nacionalismo solo requiere de aquel paso
intermedio. Basta con revisar algunos antecedentes
históricos, como la Guardia de Hierro fascista de
Codreanu, así como algunos movimientos modernos
como la República Islámica de Irán, el sionismo, el
partido nacionalista Ley y Justicia de Polonia y el
Partido Popular Indio, para evidenciar el vínculo
entre nacionalismo y las creencias sobrenaturales.
El sobrenaturalismo no solo influencia el quehacer
político, sino que también hace declaraciones sobre
el funcionamiento de la realidad y de la naturaleza. Al
efectuarlo, el sobrenaturalismo propone tesis que no
pueden ser puestas a prueba, como la intervención
divina y los milagros. De esta manera desarrolla
corrientes pseudocientíficas que intenta dar por
ciertas. Uno de los casos que más controversia ha
suscitado en Estados Unidos fue el desarrollo del
creacionismo cristiano y el intento de que sea
enseñado como una postura científica con misma
validez que la teoría de la evolución (Kitcher, 1984).
También podemos incluir al reiki, la curación por
fe, los toques terapéuticos, la parapsicología y la
lectura de registros akáshicos, alineación de chakras
y auras como pseudociencias y pseudoterapias que
se derivan del sobrenaturalismo y del pensamiento
mágico.
Otra vinculación posible es la del
sobrenaturalismo con el conspiracionismo. Uno de
los más recientes ejemplos de esta coexistencia
“viral” fue la retórica del Estado Islámico. Su sistema
propagandístico se enfrascó en denunciar una
conspiración de Occidente para humillar y derrotar a
los árabes suníes (Lister, 2015). Es posible que esta
vinculación se explique a partir del esquema de
razonamiento que comparten ambos campos de
creencia, tanto el conspiracionismo como el
sobrenaturalismo incurrirían en pensamiento
teleológico (Wagner-Egger, Delouvée, Gauvrit, &
Dieguez, 2018), es decir, la atribución de
intencionalidad y una causa final a eventos y
entidades.
Cualquier otra vinculación es posible
Nacionalismo, pseudociencias y conspiraciones
El nacionalismo también se vincula con las creencias
pseudocientíficas. En ocasiones se sustenta en ellas y
también las promueve. En la Alemania Nazi, la
doctrina imperante y la piedra angular de su
maquinaria social fue la aceptación de la existencia
de una raza humana superior. Enceguecidos por esta
pseudociencia y la retórica nacionalista de una
conspiración judía mundial, miles de alemanes
cometieron los más deleznables actos de aniquilación
sistematizada.
Ahora, en los últimos años, el nacionalismo indio
ha centrado su atención en las raíces védicas e
hindúes de la cultura, esto con el propósito de
incentivar el estudio “científico” de la astrología
védica, la ciencia yogi, las matemáticas védicas, la
medicina ayurvédica y promover una cosmología
eminentemente sobrenatural amparada en el karma
(Sokal, 2006).
De misma forma, el nacionalismo es alentado por
teorías conspirativas y también recurre a ellas para
ocultar sus errores y perseguir a quienes considere
como indeseables o traidores a la causa. La Alemania
Nazi y la conspiración judía no es el único ejemplo.
Actualmente, la derecha radical heredera del
pensamiento fascista, recurre a las teorías
conspirativas del desplazamiento social, el genocidio
blanco y la colonización de Europa por parte de
musulmanes (Faye, 2016)3 u otras etnias inmigrantes
(Bergmann, 2018)4 para afianzar su posición, derruir
los valores humanistas y promover sus ideas.
3 4
Pg. 172. “Make no mistake about it, my words do not
relate to catastrophism, but to realism: the goal of Islam
in Europe is the gradual claiming of political power and,
initially, the médium-term establishment of an Islamic
Republic in France”.
Incluso, el nacionalismo apela a teorías de
conspiración para afianzar su influencia interna y
cohesionar a sus simpatizantes frente al “enemigo
extranjero”. Un estudio realizado por Serghei
Golunov identificó 94 teorías de conspiración
incluidas en los libros de geopolítica universitarios de
Rusia. Estas teorías tenían por autores a personajes
variados tales como Alexander Dugin o Nikolai Nartov
y colocaban a distintos países, como Alemania,
Japón, China, Finlandia o Arabia Saudita, como
agentes que buscan desintegrar o explotar los
recursos de Rusia. Tres cuartas partes de las teorías
identificaban a Estados Unidos como cabeza
promotora de la amenaza contra Rusia (Golunov,
2015).
Las pseudociencias fomentan conspiraciones
Por su gran alcance, es posible indicar que la
plataforma de videos YouTube sea una de las
principales fuentes de propagación de las teorías de
conspiración. Basta revisar algunos canales como
RIMBEL35 o NurParaTodos para evidenciar la fuerte
relación entre las pseudociencias, las conspiraciones
y lo sobrenatural.
Esto se manifiesta al revisar los videos sobre el
terraplanismo, aquella teoría pseudocientífica según
la cual la tierra es plana. Parte de la doctrina
terraplanista alienta a los seguidores a considerar
como cierta la teoría de conspiración que niega que
la humanidad haya llegado a la luna, así como sirve
también para fomentar las teorías de una
conspiración mundial judeo-masona-jesuita que
evita el acceso a la verdad a través de revistas e
instituciones científicas falsas (Nur para todos, 2018).
La desconfianza y las campañas de desprestigio
contra la ciencia, sus métodos y las instituciones que
configuran su comunidad, como vimos
anteriormente, son parte de la retórica posmoderna.
Este modo de razonamiento, cargado de
relativizaciones y de desconfianza, se torna un
agregado importante en el cóctel de la irracionalidad,
puesto a que los defensores de alguna teoría
conspirativa o pseudocientífica dejan de valorar el
P. 137. “The notion of replacement, or of white
genocide, has echoed throughout the rhetoric of many
anti-migrant far-right movements in the West –such as by
neo-racist protestors in Charlottesville in the USA in
2017…”
conocimiento científico y quedan a merced de
cualquier creencia.
El cuadro puede complicarse aún más si otras
teorías pseudocientíficas entran en escena. Por
ejemplo, la pseudoarqueología defiende ideas de
todo tipo, desde contactos transoceánicos
precolombinos hasta la intervención de culturas
extraterrestres en el desarrollo de las sociedades
humanas tempranas. Si se acepta las hipótesis de
contactos alienígenas se abren puertas a un sinfín de
teorías conspirativas. Una de estas, quizás la que goza
de mayor popularidad, narra el origen de la especie
humana como producto de un experimento genético
por parte de una raza reptiliana proveniente del
planeta Nibiru, los Anunnaki (Feder, 2010). Esta raza
alienígena estaría en contacto con las altas esferas de
poder económico y político modernas con un claro
objetivo: gobernar nuestras vidas (Parcerisa, 2020).
Solo hace falta un pequeño empujón para que el
sorbenaturalismo entre a tallar y designe a dichas
fuerzas como demoníacas y contrarias a dios o a
algún ser divino “luminoso”.
Conclusión
La metáfora de virus mental sirve para hacer
referencia a campos de creencia e ideologías que
alejan a sus seguidores de la realidad en algún grado.
Muchos de estos sistemas de pensamiento no actúan
de manera aislada, sino que se retroalimentan y
complementan con otros, creando en ocasiones un
bucle iterativo que no solo difunde la ignorancia, la
desinformación y el rechazo de la ciencia, sino que
alejan a las personas de la realidad a partir de un
razonamiento errado, desconfiado y fanático. La
peligrosidad del virus mental radica en que el
paciente pocas veces puede percatarse de su estado
y, además de defender sus ideas a toda costa,
recurrirá a otros campos de creencia o virus
mentales, volviendo su “infección” una situación
“crónica”.
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