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están presentes sólo en la L2 inglesa (Goldstein, 2004). Esta influencia inicial de la L1 puede
durar toda la vida, incluso para los que aprenden una L2 de niños.
Además de explorar el papel de la L1, los investigadores también se han preguntado si
los niños que aprenden una L2 son más rápidos para adquirir la fonología de la L2 que los
adultos. Un estudio que evaluó la precisión de la pronunciación de palabras holandesas por
parte de hablantes de inglés de 3 a 60 años que aprendían holandés como L2 encontró que,
durante los primeros 11 meses de exposición a la L2, los niños no eran más precisos en la
pronunciación de determinados fonemas que los adultos. Sin embargo, una serie de estudios
posteriores ha mostrado que luego de 12 a 18 meses de exposición a la lengua blanco, la tasa
de adquisición fonológica de los niños comienza a superar la de los aprendices adultos porque
su acento extranjero disminuye mucho más rápido luego de ese tiempo (Flege, 2004; Winitz y
otros, 1995).
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mayor precisión, que significa “sumergirse”. En segundo lugar, era más probable que los niños
L2 utilizaran onomatopeyas: otro niño describió la imagen diciendo “él ´splash´ en el agua”.
Por último, algunos niños recurrían al cambio de código para ser más precisos, por ejemplo,
un niño dijo “il va, um, sauter, eu, dive*” [“va, eh, salta, eh, se sumerge”]. Los niños L2 también
utilizaban con mayor frecuencia formas poco específicas que los hablantes nativos para hacer
referencia a sustantivos, como “una cosa” o el pronombre deíctico “ça”, que significa “eso”.
El aprendizaje del léxico en L2 se diferencia del aprendizaje del léxico en L1 en que el
niño es más maduro desde un punto de vista cognitivo cuando el proceso comienza, y también
tiene un léxico existente en su L1 al que recurrir para comprender las proyecciones entre el
léxico y los conceptos; entonces, es posible que los niños aprendices de L2 acumulen
vocabulario más rápido que los aprendices de L1 más pequeños para la misma lengua blanco.
Una serie de estudios parece avalar esta hipótesis, aunque también reflejan considerables
diferencias interindividuales. Por lo tanto, puede concluirse que el desarrollo precoz del
vocabulario parece ser un rasgo individual más que grupal para los niños que aprenden una
L2, pero cuando estos niños son mayores pueden ser más rápidos que los aprendices de
menor edad.
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El niño recurre a una palabra en inglés, su lengua nativa, para ser más preciso.
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desarrollo típico de esa lengua, lo que demuestra que la L1 del niño no era la fuente principal
de los errores en su interlengua. Además, Dulay y Burt (1973, 1974) y Dulay, Burt y Krashen
(1982) muestran que el orden de la adquisición de morfemas es similar al que puede verse
cuando se adquiere el inglés como L1: por ejemplo, los morfemas que se adquieren temprano
en el inglés L2 son el progresivo [-ing] y el plural [-s]; los morfemas que se adquieren de
forma tardía son el pasado [-ed] y la tercera persona singular [-s]. La investigación más
reciente confirma la dificultad especial que suponen los morfemas gramaticales en la
adquisición del inglés como L2 en los niños, y la predominancia de errores del desarrollo,
fundamentalmente de omisión, en la interlengua de los niños. Aquí hay algunos ejemplos de
errores de omisión y por comisión en el inglés como L2 en los niños: “we playing hide and
seek” (en lugar de “we ARE playing hide and seek”, omisión); “he want some ice cream” (en
lugar de “he wantS some ice cream”, omisión); “how you say that?” (en lugar de “how DO you
say that”, omisión); “I didn’t sawed” (en lugar de “I didn’t SEE”, comisión) y “there’s are not
maths in my school” (en lugar de “there’s no maths in my school”, comisión).
También se han encontrado diferencias entre la adquisición de L1 y la adquisición
infantil de L2. Los niños L2 muestran una proporción más grande de errores de comisión que
los más pequeños que están adquiriendo una L1, y existe un fenómeno de sobreproducción
del verbo “be” que parece ser específico de la L2 infantil. La sobreproducción de “be” consiste
en utilizar este morfema en contextos en que el inglés adulto no lo permite, posiblemente
como un marcador de finitud general multipropósito, por ejemplo “I´m sit down on my spot” o
“you´re win”, y se documentó en niños de variadas L1. Otra diferencia entre la L1 y la L2
concierne a la aparición de sujetos. Los sujetos nulos aparecen mucho en el habla infantil en
muchas lenguas, incluso en los casos en los que la lengua destino no permite sujetos nulos,
como el inglés. Sin embargo, en la adquisición L2 del inglés, los sujetos nulos son infrecuentes
o inexistentes, incluso cuando la L1 de los niños permite los sujetos nulos. Tal vez la
inmadurez cognitiva de los aprendices muy pequeños es la causa de que exista una etapa de
sujetos nulos en la adquisición de L1.
Como con la adquisición léxica, los investigadores se han preguntado si la adquisición
morfosintáctica es más rápida para los niños en una L2, ya que son más maduros
cognitivamente, que para los aprendices de L1 más pequeños. Jia (2003) encontró que les
llevó un promedio de 20 meses de exposición para que nueve niños con mandarín como L1
dominaran el uso del plural [-s] en su inglés L2 (dominio=uso del 80% o más). Jia consideró
que el promedio de L1 para el dominio del plural [-s] es de 17 a 21 meses luego de que
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comienza la producción, lo que lo vuelve similar al promedio para la L2, aunque el rango
puede ser más amplio para los niños L2. Otro estudio demostró que los niños tenían una
longitud media de la emisión (LME) de 4.66 a los 21 meses de exposición. Si se asume que la
producción comienza a los 12 meses, la mayoría de los niños con inglés como L1 alcanzan este
mojón luego de 29 meses de producción, mientras que estos niños L2 lo alcanzaron 8 meses
más temprano. Tal vez el hecho de que los niños ya tengan una lengua establecida y sean más
maduros desde el punto de vista cognitivo acelere el desarrollo de la longitud de la emisión en
la adquisición de la L2.
Comparación entre niños que aprenden una segunda lengua y sus pares
monolingües
Existe una cantidad sustancial de investigación que indica que se necesita de 5 a 7 años en la
escuela inglesa para que los niños L2 tengan habilidades académicas verbales que estén a la
par de las de los hablantes nativos (Cummins, 2000), pero ha habido menos investigaciones
que se enfoquen en el tiempo que lleva dominar la lengua oral. Hakuta, Goto Butler y Witt
(2000) exploraron medidas estandarizadas de dominio oral para 1872 niños con L1
minoritaria en San Francisco, y llegaron a la conclusión de necesitaban aproximadamente 5
años de escolarización en inglés para que los niños tuvieran un desempeño que se
encontraran dentro del rango de los hablantes nativos. Con respecto al vocabulario en
particular, dos estudios (Cobo-Lewis, Pearson, Eilers y Umbel, 2002; Eilers, Pearson y Cobo-
Lewis, 2006) han reportado que niños de Miami que hablaban español en casa e inglés en la
escuela tenían un desempeño por debajo de los niños monolingües hablantes de inglés, en
pruebas estandarizadas de vocabulario productivo y receptivo en el transcurso de la
educación primaria, aunque la brecha se reducía en quinto grado. El desempeño dentro del
rango monolingüe ocurría con más frecuencia para el vocabulario receptivo que para el
productivo.
Cuánto tiempo les lleva a los niños L2 alcanzar un desempeño que esté dentro del
rango normal de los hablantes nativos puede diferir dependiendo del aspecto del lenguaje que
se esté evaluando con la medida estandarizada. En síntesis, todos estos estudios parecen
señalar la posibilidad de que los bilingües no sean simplemente dos monolingües en una
persona; la experiencia de dos lenguas que poseen los niños L2 puede hacer que su
pronunciación, su competencia gramatical y sus habilidades de procesamiento tengan algunas
características diferentes.
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Distintas fuentes de las diferencias individuales en la adquisición infantil de
segundas lenguas
Hay diferencias individuales sorprendentes en las tasas de adquisición de L2, incluso para
niños con exposiciones similares a la L2 en el aula y programas de enseñanza similares. Las
diferencias individuales han sido más abordadas en investigaciones sobre adquisición de L2
que de L1, posiblemente porque los niños más pequeños que aprenden una L2 tienen más
potenciales fuentes de diferencias individuales en la adquisición que los aprendices de L1. Por
ejemplo, los niños L2 varían más en cuanto al input que reciben de la lengua destino que los
aprendices de L1, porque la cantidad de input está dividida entre dos lenguas (y con
frecuencia entre dos contextos), porque entran en contacto con la lengua destino a diferentes
edades, y porque ya tienen otra lengua en desarrollo cuando comienza el aprendizaje de la L2.
Las investigaciones apuntaron a determinar las distintas fuentes de las diferencias
individuales en la tasa de adquisición de L2 y los resultados finales han estado relacionados
con factores diversos que van desde características psicológicas y cognitivas internas, a
variables externas como el contexto social en que se recibe el input de la segunda lengua.
Estos factores son: la motivación; la aptitud; las características de personalidad; la tipología
de la primera lengua (si existen similitudes tipológicas entre la L1 y la L2); edad de
adquisición (si bien es un concepto controvertido, existe suficiente evidencia de que es
excepcional que un aprendiz tardío de L2 se vuelva indistinguible de los hablantes nativos); el
estatus socioeconómico (en algunos estudios, los niños con nivel socioeconómico bajo tienen
un desempeño peor en vocabulario y adquisición gramatical que los niños de nivel
socioeconómico alto); la calidad y el contexto del input de la segunda lengua.
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La investigación sobre el cambio de lengua dominante indica que esto puede ocurrir
de manera gradual y no necesariamente estará acompañado por una pérdida precipitada de la
L1, particularmente si los niños residen en comunidades donde se habla su L1 fuera de la casa.
Kohnert y colegas, en un estudio realizado en una escuela de California, encontraron que las
habilidades de procesamiento léxico en los niños con español como L1 e inglés como L2 eran
superiores para el español hasta que tenían aproximadamente entre 7 y 10 años de
experiencia con el inglés, punto en el cual las habilidades en las dos lenguas se equilibraban
bastante, a lo que seguía la superioridad emergente de las habilidades en inglés. Además,
Pease-Álvarez, Hakuta y Bayley (1996) encontraron que el conocimiento léxico y las
habilidades gramaticales en los niños con español como L1 que tenían entre 8 y 10 años, y
concurrían a escuelas de habla inglesa en California, todavía cumplían con los resultados
esperables a esa edad para los monolingües hablantes de español. Sin embargo, el cambio de
lengua dominante puede ocurrir más rápido en los niños L2 más pequeños. En un estudio de
Mägiste (1992) que exploraba el procesamiento léxico en niños con alemán como L1 y sueco
como L2, se encontró que el cambio a la L2 como lengua superior en el procesamiento léxico
ocurría luego de cuatro años de residencia para los niños, pero luego de seis años para los
adolescentes. Jia y Aaronson (2003) también encontraron que el cambio en preferencia de la
L1 a la L2, medida a través de cuestionarios, ocurría más rápido para los niños con L1
mandarín que tenían menos de nueve años de edad cuando llegaron.
Incluso cuando la L1 se mantiene, la variedad utilizada por los niños que adquieren
una L2 puede volverse diferente de la de los monolingües. Anderson (2004) hace una revisión
de varios estudios que reportan características léxicas/semánticas y morfosintácticas de los
niños con español como L1 que adquieren el inglés en los Estados Unidos. Las características
léxicas son fundamentalmente estrategias compensatorias que se utilizan cuando el niño no
conoce la palabra precisa en español, por ejemplo, la utilización de pronombres
demostrativos multipropósito como “esto”. Algunos cambios gramaticales parecen ser el
resultado de la transferencia de la L2 inglés, como el orden de palabras sujeto-verbo-objeto
rígido, mientras que otros parecen consistir en la simplificación de paradigmas, como el uso
de la tercera persona del singular como la forma verbal por defecto. Anderson también nota
que existen préstamos léxicos y mezcla de códigos con el inglés, como estrategia para llenar
los vacíos de vocabulario. Mientras que estas características son aceptadas típicamente como
ejemplos de atrición de L1, no siempre es posible separar algo que se aprendió en la L1 y
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luego se perdió (atrición) frente a algo que nunca se aprendió completamente en primer lugar
(adquisición incompleta), debido a un cambio en la calidad o la cantidad del input de la L1.
¿Por qué algunos niños de lenguas minoritarias pierden su L1 y otros pasan por un
cambio más gradual para convertirse en bilingües con L2 dominante? Wong Fillmore (1991)
señaló que el comienzo temprano de la adquisición del inglés era un factor de gran relevancia
para la atrición de la L1. Los resultados de esta encuesta de gran escala mostraron que el 73%
de los niños que asistían a jardín de infantes donde sólo se utilizaba el inglés o a un jardín
bilingüe, utilizaban algo de inglés en la casa, mientras que esto sólo fue cierto para el 48% de
los niños que asistían a programas de jardín de infantes donde sólo se utilizaba el español. Los
padres de los niños que asistían a programas donde sólo se utilizaba el inglés tenían entre 6 y
8 veces más probabilidades de describir las habilidades de sus niños en la lengua nativa como
deficientes o inexistentes. En cambio, otro estudio encontró que el comienzo temprano de la
adquisición del inglés como L2 no afectaba de forma adversa la conservación de la lengua
nativa en los niños con español como L1. Una razón para estos resultados discrepantes podría
ser que la muestra del primer estudio incluyó a algunos niños que tenían poco apoyo de la
comunidad para su L1, mientras que el segundo estudio evaluaba a niños de comunidades
donde el español se hablaba ampliamente.
Resumen
Regresemos a las tres preguntas que planteamos al principio y pensemos algunas respuestas
posibles.
(1) ¿los patrones de adquisición infantil de L2 y sus tasas son similares a los de la adquisición
de L1? Los patrones y las tasas son bastante similares en general entre la L1 y la L2; por
ejemplo, la morfosintaxis más compleja y la que se adquiere de forma tardía es la misma para
L1 y para L2, y las tasas de acumulación de vocabulario en la L1 y la L2 parecen ser las mismas
para todos los niños en general. Algunas excepciones notables incluyen patrones
potencialmente causados por la transferencia de L1, que es prominente en el desarrollo
fonológico, y la ausencia de patrones de la L1 como la omisión de sujetos y las LME cortas,
posiblemente debido a la mayor madurez cognitiva de los aprendices de L2. Además, la
variación individual en los patrones y las tasas posiblemente sea más pronunciada para la
adquisición de L2 en niños porque hay más fuentes de variación que en la adquisición de L1.
(2) ¿Cómo se comparan los niños que aprenden una L2 con los hablantes nativos de la lengua
blanco de su misma edad? Se cree comúnmente que los niños que aprenden una L2, a
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diferencia de los adultos, la adquieren rápido y con resultados finales uniformes con los de un
hablante nativo; sin embargo, las investigaciones no proporcionan suficiente evidencia para
dar sustento a esas creencias. En particular, la madurez cognitiva de estos niños no parece
darles ventaja como grupo en la tasa de desarrollo, y obtener un desempeño en la oralidad en
la L2 que esté a la par del de los hablantes nativos puede llevarles la mayor parte de la
educación primaria. También es importante considerar que algunas diferencias en el
desempeño entre los hablantes nativos y los niños que hablan una L2 puede deberse a la
naturaleza diferente, es decir, bilingüe, de su competencia lingüística, en lugar de ser una
marca de inferioridad respecto de los monolingües.
(3) ¿Qué ocurre con el desarrollo de la L1 de los niños que aprenden una L2 que es la lengua
mayoritaria de la comunidad? Los niños con L1 minoritaria experimentan un cambio en la
lengua dominante de la L1 a la L2, cuya rapidez o efecto sobre la habilidad en la L1 a largo
plazo está determinado por una combinación de factores sociales y psicológicos.
Comprender la ASL infantil es crucial para alcanzar una comprensión completa del
desarrollo lingüístico de los niños en los años escolares: porque los niños con dos lenguas son
mayoría a nivel global, y, por lo tanto, sus experiencias y resultados no son ni marginales ni
anormales. Se espera que el futuro niño ASL se estudie con menos énfasis en el desvío de la
situación monolingüe y con mayor aceptación del bilingüismo como un camino de desarrollo
saludable y ventajoso.
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