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“Efecto estético”
Nombre estudiante
Fecha Nivel/ III° Asignatur Lengua y Literatura
curso a
Puntaje ideal puntos Puntaje
obtenido y
nota
Unidad Diálogo: Literatura y Efecto estético
Objetivo de Aprendizaje OA 2: Reflexionar sobre el efecto estético de las obras leídas,
evaluando:
● Cómo los recursos y técnicas literarias de la obra inciden
en el efecto estético producido.
TEXTO 1 (Preguntas 1 a 2)
1. «Financieramente hablando, el señor Grandet tenía algo de tigre y de boa: sabía agazaparse,
contemplar largo tiempo su presa, saltar encima de ella, abrir la boca de su bolsa, tragarse
un montón de escudos y acostarse luego tranquilamente, como la serpiente impasible, fría
y metódica que digiere. Nadie le veía pasar sin experimentar un sentimiento de admiración
mezclado de respeto y terror. ¿No había sentido todo el mundo, poco o mucho, en Saumur, el
cortés arañazo de sus garras de acero? A este, el señor Cruchot le había proporcionado el dinero
necesario para comprar una propiedad, pero le había cobrado el once por ciento; a aquél, el
señor de Grassins le había descontado un giro, pero cobrándole una prima enorme. Pocos días
transcurrían sin que el nombre del señor Grandet dejase de pronunciarse, ya en el mercado o
ya por la noche en las veladas. Para algunos, la fortuna del anciano viñero era objeto de orgullo
patriótico; así es que más de un negociante y más de un posadero llegó a decir a los forasteros
con cierto orgullo:
2. ―Señor, aquí tenemos dos o tres casas millonarias; pero, respecto al señor Grandet, ¡¡ni él
mismo sabe lo que tiene!!».
Honoré de Balzac. Eugenia Grandet, 1833 (fragmento).
TEXTO 2 (Preguntas 3 a 5)
«Me pesaba su nombre como un grillo de hierro,
me pesaba su nombre como férrea cadena,
me pesaba su nombre como un fardo en los hombros,
como atada a mi cuello me pesara una piedra.
Ya no está junto al mío la injuria de su nombre,
y... me pesa!
Me pesaba su amor ambicioso y mezquino,
me pesaba su amor de deseo y de queja,
me pesaba su amor que más que amor fue odio,
su dignidad abrupta que más era soberbia.
Ya no tengo su amor, su dignidad, su odio,
y... me pesa!
Me pesaban sus celos pendientes de mis gestos,
me pesaban sus celos candentes de tragedia,
me pesaban sus celos adustos, implacables,
envolviendo mi cuerpo con obscura sospecha...
Ya no tengo sus celos, su sospecha, su injuria,
y iDios mío! me pesa...».
María Monvel. Me pesaba su nombre. Sus mejores poemas, 1922.
3) ¿Cuál de las siguientes opciones presenta el tema de la tercera estrofa del poema leído?
A) El desamor
B) El temor
C) La soberbia
D) El odio
E) Los celos
TEXTO 3 (Preguntas 6 y 7)
«CYRANO: ¡Sí!... Mi vida no fue más que un servir de apuntador a los demás y luego ser olvidado.
(A Rosana). ¿Os acordáis de la noche en que Cristián os habló bajo vuestro balcón? Pues bien, toda
mi vida puede resumirse en eso: mientras que yo permanecía abajo, en la sombra, otro subía a
recoger el beso de la gloria. ¡Es justo y lo apruebo ahora, a un paso de la tumba! ¡Molière es un
genio y Cristián era bello! (En este instante, tras el tañido de la campana de la capilla, las monjas,
por la avenida del fondo, se dirigen hacia sus oficios). ¡Que vayan a rezar: ya está sonando la hora!
ROSANA: (Levantándose, para llamar). ¡Hermana!... ¡Hermana!...
CYRANO: (Reteniéndola). ¡No! No vayáis a buscar a nadie, porque, cuando volvieseis, yo ya me
habría ido. (Las monjas han entrado en la capilla. Se oye la música del órgano). No faltaba más
que esto: ¡un poco de armonía!
ROSANA: Vivid, ¡yo os amo!
CYRANO: ¡No! Hasta en los cuentos, cuando alguien dice “te amo” al príncipe horrible, él siente
desvanecerse su fealdad con estas palabras. Pero como podréis observar, yo permanezco igual.
ROSANA: Yo os he hecho desgraciado... ¡yo, yo!
CYRANO: ¿Vos?... ¡Al contrario! Ignoraba la dulzura femenina. Mi madre me encontraba feo y no
tuve hermanas; más tarde, temí constantemente las burlas de las mujeres. Os debo el haber tenido
por lo menos una amiga. ¡Gracias a vos, por mi vida ha pasado una mujer!».
Edmond Rostand. Cyrano de Bergerac, 1897 (fragmento).
«Los hombres de la Tierra llegaron a Marte. Llegaron porque tenían miedo o porque no lo tenían,
porque eran felices o desdichados, porque se sentían como los Peregrinos, o porque no se sentían
como los Peregrinos. Cada uno de ellos tenía una razón diferente. Dejaban mujeres odiosas,
trabajos odiosos o ciudades odiosas; venían para encontrar algo, dejar algo o conseguir algo; para
desenterrar algo, enterrar algo o abandonar algo. Venían con sueños ridículos, con sueños nobles
o sin sueños. El dedo del gobierno indicaba desde carteles de cuatro colores, en innumerables
ciudades: Hay trabajo para usted en el cielo. ¡Visite Marte! Y los hombres se lanzaban al espacio.
Al principio solo unos pocos, unas docenas, porque casi todos se sentían enfermos aun antes
de que el cohete dejara la Tierra. Enfermaban de soledad, porque cuando uno ve que su casa se
reduce al tamaño de un puño, de una nube, de una cabeza de alfiler, y luego desaparece detrás
de una estela de fuego, uno siente que no ha nacido nunca, que no hay ciudades, que no está en
ninguna parte, y solo hay espacio alrededor, sin nada familiar, solo hombres extraños. Y cuando
los estados de Illinois, Iowa, Missouri o Montana desaparecen en un mar de nubes y, más aún,
cuando los Estados Unidos son solo una isla envuelta en nieblas y todo el planeta parece una
pelota embarrada lanzada a lo lejos, entonces uno se siente verdaderamente solo, errando por las
llanuras del espacio, en busca de un mundo que es imposible imaginar.
No era raro, por lo tanto, que los primeros emigrantes fueran pocos. Su número creció
constantemente hasta superar a los hombres que ya se encontraban en Marte. Los números eran
alentadores. Pero los primeros solitarios no tuvieron ese consuelo».
8) De acuerdo con la lectura del relato, los primeros emigrantes eran pocos porque
A) no podían imaginar cómo era el planeta al que se dirigían.
B) se enfermaban justo antes de partir al planeta Marte.
C) temían la soledad que les deparaba un lugar inhabitado.
D) no volverían a reencontrarse con sus seres queridos.
E) dejar la Tierra les provocaba una profunda soledad.
13. “Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión
novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea
a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el
terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de
los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles”.
De acuerdo con el segmento anterior, el personaje aludido se puede calificar como un lector
I. comprometido con las emociones que viven sus personajes.
II. concentrado, que se deja llevar por la trama del relato.
III. que disfruta de la ilusión literaria a la cual decide acceder.
A) Solo I
B) Solo III
C) Solo I y III
D) Solo II y III
14. ¿Qué enunciado sintetiza el contenido central de la novela que lee el personaje?
A) Una mujer se reúne con un hombre en una cabaña por última vez.
B) Un hombre es asesinado mientras lee una novela.
C) Una pareja de amantes decide dar muerte a un hombre.
D) Un lector es testigo de la planificación de un asesinato.