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Ella es la Reina del cielo, pero se llama a sí misma “la esclava del
Señor”[3].
Ella es la Madre de Dios, pero obedece, igual que san José, a las
leyes civiles del emperador que ordena hacer el censo y tienen que viajar
lejos hasta Belén[4].
Por eso, la Virgen es la Madre de Dios, la Mujer elegida por Dios para
Madre suya o, mejor, la Mujer hecha expresamente por Dios para ser su
Madre.
Por eso, María es aclamada por Isabel bajo el impulso del Espíritu
Santo como la Madre de mi Señor, la Madre del Señor, nuestro Dios: “Pero,
¿quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor?”[13].
Un día Dios quiso bajar del cielo a la tierra y empezó viviendo 9
meses dentro del seno de la Virgen María. Así, Jesús fue creciendo dentro de
las entrañas de la Virgen. Jesús iba recibiendo la sangre y la vida del
Corazón de María y se iba formando perfectamente el cuerpo humano del
Hijo de Dios. La Virgen puede decir con toda razón que Jesús es “carne de mi
carne y sangre de mi sangre”.
Además, Jesús es la nueva Alianza de Dios con los hombres y, por
eso, María es la nueva Arca de la Alianza, recubierta por dentro y por fuera
con el oro más puro del amor y caridad[15], lugar del encuentro feliz de la
humanidad con la Divinidad. María es el mejor sagrario, la custodia viva de
nuestro Señor.
Seguro que te dará mucha fuerza para todos los momentos más
difíciles de tu vida, decirle de veras al Señor: Corazón de Jesús, en ti confío.
Te ofrezco esta breve oración, que he oído recitar a muchos amigos
míos, fortaleciendo su esperanza.
Y añadió:
Desde los primeros siglos, los cristianos han invocado a María con
esta bella oración:
Por eso Cervantes supo muy bien lo que eran las cárceles argelinas y
quedó siempre muy agradecido al desde entonces inolvidable amigo
religioso. De éste dejó escritas estas palabras el genial Cervantes en su
comedia El Tratado de Argel: “Es llegado un navío de España, y todos dicen
que es de limosna, cierto, en el cual viene un fraile trinitario, cristianísimo,
amigo de hacer bien y conocido, porque ha estado otra vez en esta tierra
rescatando cautivos, y dio ejemplo de una gran cristiandad y prudencia. Su
nombre es fray Juan Gil”[20].
Gustavo Johansson
sacerdote diocesano
Director espiritual de Mercabá
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[1] cf. Mateo 11, 29.
[2] cf. Lucas 1, 48.
[3] cf. Lucas 1, 38.
[4] cf. Lucas 2, 1-4.
[7] cf. Lucas 1, 51-53.
[8] cf. Mateo 5, 1-12.
[10] cf. Juan 1, 1.
[11] cf. Juan 1, 14.
[12] cf. Juan 5, 18.
[13] cf. Lucas 1, 43.
[18] cf. Hebreos 11, 1.