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PENSAMIENTO FILOSÓFICO DE HUME

1. CARACTERÍSTICAS DEL EMPIRISMO

2. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO

 Los elementos del conocimiento


 Las leyes de asociación de ideas
 Tipos de conocimiento
 El problema de la causalidad
 El problema del método

2.1. Problemas metafísicos derivados de su teoría del conocimiento

 El problema de la sustancia: Mundo, alma y Dios

2.2. Crítica a la religión

3. LA ÉTICA: EL EMOTIVISMO MORAL

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1. CARACTERÍSTICAS DEL EMPIRISMO:

Junto con el racionalismo, que se desarrolla en la Europa continental, el empirismo es


la otra gran corriente filosófica de la modernidad, que se desarrollará en Gran Bretaña
en los siglos XVII y XVIII. David Hume es uno de sus más representativos portavoces,
alcanzando un reconocido prestigio al llevar al empirismo, mediante el análisis del
conocimiento y la crítica de la metafísica y la moral, a sus últimas consecuencias.

En sentido amplio, hablamos de empirismo cuando lo aplicamos a cualquier


pensamiento filosófico que defienda que el conocimiento humano empieza por la
experiencia: Aristóteles, Epicuro, Sto. Tomás, Ockham…

En sentido estricto, nos referimos a la corriente filosófica británica que se desarrolla


entre los s. XVII-XVIII que defiende que el origen y límite del conocimiento es la
experiencia.

Al igual que el racionalismo, el empirismo tomará como punto de partida de la reflexión


filosófica el análisis de la conciencia; ante el fracaso de la filosofía antigua y de la filosofía
medieval, que habían tomado como referencia el mundo y Dios, respectivamente, la
filosofía moderna se caracteriza por tomar el sujeto como punto de partida de la reflexión
filosófica. Así, del mismo modo que Descartes, una vez descubierto el "yo pienso", pasa a
analizar el contenido del pensamiento, los empiristas comenzarán sus indagaciones
analizando los contenidos de la conciencia.

Las características del empirismo son:

El sujeto construye el conocimiento: la mente conoce directamente las ideas


Interés por establecer un método de investigación riguroso

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Estudio del valor y el alcance del conocimiento humano: el problema crítico
El origen de las ideas es la EXPERIENCIA: negación del innatismo
La razón es CRÍTICA: analiza sus posibilidades y límites
La experiencia es el origen y el límite del conocimiento
El criterio de verdad es la experiencia
Utilización del método inductivo (ciencias experimentales)

El objetivo de Hume es contribuir al avance del conocimiento construyendo una única


ciencia (igual que Descartes): una ciencia de la naturaleza humana, de la que partan todas
las demás, siguiendo los principios empiristas y el método inductivo de la ciencia
newtoniana.

Del mismo modo que Newton había descubierto en la naturaleza las leyes del
movimiento de los cuerpos, Hume intentará descubrir las leyes psicológicas que explican la
asociación de ideas en la mente y fundamentar en ellas el conocimiento.

2.TEORÍA DEL CONOCIMIENTO O EPISTEMOLOGÍA:

La teoría del conocimiento de Hume llevó al empirismo hasta sus últimas


consecuencias. Superó los residuos metafísicos y racionalistas que había en empiristas
como Hobbes, Locke y Berkeley.

 Elementos del conocimiento

Defiende que la única fuente de conocimiento son los sentidos y que todos los
contenidos de la mente son percepciones. Estas son de dos tipos, impresiones e ideas.

 Las impresiones son las percepciones originadas por los sentidos, es decir, los
actos inmediatos de la experiencia. Como la experiencia puede ser externa o
interna, habrá dos tipos de impresiones: impresiones de sensación (surgen de
causa externa y desconocida y mediante ellas conocemos las cualidades de los
objetos del mundo externo) e impresiones de reflexión que derivan de las ideas
(cuando las impresiones de sensación desaparecen dejan huellas en la mente que
reaparecen en forma de ideas. Las ideas son el origen a su vez de las impresiones
de reflexión y mediante éstas conocemos nuestros estados de conciencia). También
pueden ser simples, si proceden solo de un sentido o complejas si proceden de
varios.

 Las ideas son copias o huellas de las impresiones cuanto éstas han desaparecido;
por lo que no aportan ningún contenido de conocimiento nuevo que no haya sido
dado por la impresión correspondiente. Se diferencian de las impresiones en que
son más débiles y pueden aparecer en un orden temporal distinto. Pueden ser
simples o complejas.

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Por tanto, el criterio de verdad es que una idea será verdadera si procede de la impresión
correspondiente, si no es así será falsa

 (No hay ideas innatas; las ideas no se obtienen por abstracción frente a la hipótesis
tomista; tampoco son arquetipos ejemplares frente a Platón, los neoplatónicos y S.
Agustín; ni universales según el modo escolástico; ni modos del pensamiento según
Descartes. Hume defiende un nominalismo: las llamadas ideas universales, no son
más que palabras, no se refieren a nada real)

 Las leyes de asociación de ideas

El ser humano posee la facultad de la memoria, que permite recordar las impresiones
del pasado y formar las ideas, y la facultad de la imaginación capaz de variar y de
combinar de diversas formas las ideas entre sí siguiendo tres leyes de asociación:

 ley de semejanza: se asocia en virtud de un parecido o identidad;


 ley de contigüidad espacio-temporal: establecemos relaciones entre las ideas en
base a su proximidad espacial o temporal;
 ley de causalidad: (relación causa-efecto). Esta ley podría reducirse a la anterior,
pues en la relación causa-efecto lo que vemos es que a un hecho sigue otro hecho
contiguo.

 Tipos de conocimiento

En la sección cuarta de la "Investigación sobre el entendimiento humano", que lleva por


título "dudas escépticas acerca de las operaciones del entendimiento" se plantea Hume la
cuestión de determinar cuáles son las formas posibles de conocimiento. El entendimiento

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humano opera con las impresiones y las ideas para construir los juicios o proposiciones
científicas. Sólo hay dos tipos de juicios o conocimientos válidos: relaciones de ideas y
las cuestiones de hecho.

 Los juicios por relaciones de ideas: Se construyen conectando entre sí ideas que
guardan una determinada relación. Dependen exclusivamente de la actividad de la
razón. Las proposiciones de este tipo expresan simplemente relaciones entre ideas,
de tal modo que el principio de contradicción será la guía para determinar su verdad
o falsedad. Las proposiciones que las expresan son analíticas: el predicado está
contenido en la noción del sujeto, y son a priori, independientes de la experiencia
(universales y necesarias). Sólo en este campo es posible la certeza, pero se ha
renunciado a decir nada acerca de la realidad. A este tipo de conocimiento
pertenecen la lógica y la matemática.

 Los juicios por cuestiones de hecho: Se construyen a partir de los datos obtenidos
de la experiencia y su verdad solo puede ser conocida mediante una comprobación
experimental (depende de las impresiones). Por tanto, no son evidentes. Lo
contrario de un hecho es, en principio, siempre posible. No hay ninguna
contradicción en la proposición "el sol no saldrá mañana", ni es menos inteligible
que la proposición "el sol saldrá mañana". No podríamos demostrar su falsedad
recurriendo al principio de contradicción. Sus verdades no son necesarias ni
universales, por tanto sus razonamientos serán únicamente probables ( proposiones
sintéticas- el predicado no está contenido en la noción de sujeto- y a posteriori- a
partir de la experiencia). Sólo engendran mera opinión, aunque se nos impongan
necesariamente por virtud de la “costumbre”. A este tipo de conocimiento
pertenecen las ciencias empíricas.

 El problema de la causalidad

Hume se cuestiona sobre la validez de los razonamientos que realizamos.

Los razonamientos basados en relaciones de ideas no plantean problemas en cuanto a


su validez, pues el carácter necesario de las premisas garantiza la conexión necesaria de
la conclusión.

En los razonamientos basados en cuestiones de hecho, las únicas fuentes de evidencia


son la sensibilidad (impresión) y la memoria. Ambas tienen una limitación temporal, las
impresiones nos proporcionan evidencia sobre el presente y la memoria sobre el pasado.
Pero constantemente realizamos predicciones sobre hechos futuros, basándonos en el
conocimiento que tenemos del pasado y del presente.

¿A qué debemos recurrir, pues, para determinar si una cuestión de hecho es verdadera o
falsa? Todos los razonamientos sobre cuestiones de hecho, más allá de los sentidos y la
memoria, parecen estar fundados en la relación de causa y efecto.

Hume niega validez al principio de causalidad que, en su formulación general, dice


“Todo lo que empieza a existir tiene una causa”. Para que tal principio fuese
necesariamente verdadero tendría que ser o una relación entre ideas, cosa que no es, o un

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conocimiento de hechos, cosa que tampoco es, porque nuestro conocimiento de hechos se
limita a impresiones actuales e ideas actuales.

Según Hume, esta relación (causa-efecto) se establece a posteriori y, por lo tanto, no


es necesaria (por mucho que analicemos la idea de fuego no descubrimos en ella que
causa la dilatación del hierro).

Sin embargo, en nuestra vida estamos seguros que determinados hechos sucederán:
damos por sentado que dos fenómenos que siempre se han producido de manera contigua
tienen entre sí una relación de causa-efecto. Nos basamos en una inferencia causal y
pensamos que entre el efecto y su causa hay una conexión necesaria. Hume aplicará, en
este momento, el criterio de verdad.

Conclusión: Hume niega la causalidad en el plano ontológico, pero la admite en el


gnoseológico: este principio es subjetivo y procede de la experiencia, es una ley de
asociación de la imaginación, por lo tanto, la ciencia será mera probabilidad.

 El problema del método

 Hume niega validez al método deductivo. Los racionalistas parten de ideas


simples dadas en la intuición (ideas innatas) para construir ideas complejas por
síntesis. Hume no admite las ideas innatas.

 También niega validez al método inductivo, que consiste en pasar de un número


limitado de observaciones a proposiciones universales. Hume dirá que no hay nada
que nos permita pasar de un número limitado de experiencias, por muchas que
sean, a una ley universalmente válida y necesaria. Aunque el método no tenga valor

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real, este tipo de proceder tiene un cierto fundamento psicológico, el hábito y la
costumbre.

Las leyes de la naturaleza son probables (provisionalmente verdaderas), están


sometidas a constantes revisiones. La ciencia no es ni universal ni necesaria

2.1. CONSECUENCIAS METAFÍSICAS DERIVADAS DE SU TEORÍA DEL


CONOCIMIENTO:

 EL PROBLEMA DE LA SUSTANCIA:

Una vez analizado el origen y límite del conocimiento, Hume extrae las consecuencias
que se derivan para el conocimiento de la realidad. Se preguntará por la validez de la
idea de sustancia, y lo hará recurriendo al criterio de verdad que había fijado
anteriormente en el análisis del conocimiento para determinar la validez de una idea. La
principal tesis de Hume es que no solo no es posible el conocimiento de las tres sustancias
tradicionales (alma, mundo y Dios), sino que ni siquiera se puede afirmar que existan
(negación de la metafísica).

La idea de sustancia no procede de impresiones de sensación ni de reflexión. No


procede de una impresión de sensación porque la idea de sustancia no contiene nada
sensible (lo que tocamos y vemos son los accidentes). Tampoco es una impresión de
reflexión. Las impresiones de reflexión están constituidas por pasiones y por emociones.
Pero nadie ha hablado nunca de la sustancia como si fuera una pasión o una emoción. Si a
la idea de sustancia no le corresponde, pues, ninguna impresión de sensación, ni tampoco
ninguna impresión de reflexión, entonces no le corresponde en absoluto ninguna
impresión; y una idea a la que no le corresponde ninguna impresión, de acuerdo con el
criterio de Hume, es una idea falsa.

¿Cómo se produce, entonces, la idea de sustancia, sobre la que tantos filósofos han
estado de acuerdo? La idea de sustancia es producida por la imaginación; no es más que
una "colección" de ideas simples unificadas por la imaginación bajo un término que nos
permite recordar esa colección de ideas simples, una colección de cualidades que están
relacionadas por contigüidad y causación (que son dos de las leyes por las que se regula
la asociación de ideas, independientemente de que a estas les corresponda o no alguna
impresión).

Consecuencia: el concepto fundamental de la metafísica en pura ilusión.

Crítica a las ideas o conceptos abstractos: Todas las ideas son, pues, particulares. Lo
que llamamos conceptos o ideas abstractas, son el resultado de una generalización
inductiva, procedente de la experiencia, por la que terminamos por dar el mismo nombre a
todos los objetos entre los que encuentro alguna semejanza o similitud.

Hume realizará una crítica a las tres sustancias de Descartes:

 De la sustancia “mundo” (sustancia extensa) no podemos estar seguros de su


existencia pues no tenemos la impresión correspondiente. Pensar que la realidad

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existe porque es la causa de nuestras impresiones es una inferencia inaceptable,
porque no podemos relacionar una impresión con algo que está más allá de
nuestras impresiones. El principio de causalidad está limitado a aquello de lo que
tenemos impresión.

 En cuanto a la sustancia “yo” (sustancia pensante) carecemos de una impresión


individual de algo que podamos reconocer como el yo o conciencia. Solo somos un
flujo de impresiones e ideas que se suceden. Son la memoria y la imaginación las
que nos hacen creer en la existencia de un yo como una sustancia que permanece
fija e invariable a través de ese flujo. Frente al “pienso luego existo” de Descartes
producto de una intuición intelectual, Hume dirá que sólo tenemos intuiciones de
nuestras impresiones (intuición empírica), las cuales no son permanentes, sino que
se van sucediendo a lo largo de la vida.

 Respecto a la sustancia de Dios (sustancia infinita) no se puede conocer ni se


puede afirmar su existencia, puesto que carecemos de una impresión sensible de
ella. Quienes afirman su existencia lo hacen recurriendo a principios causales
(Tomás, Descartes, Locke, etc.) o a ideas innatas (Descartes y racionalistas). Hume
niega las ideas innatas, no puede haber ideas sin impresión correspondiente; y
niega validez objetiva al principio de causalidad. Por tanto, no hay base alguna para
sostener la existencia de Dios. A veces dice que tampoco hay base para sostener
su no existencia (agnosticismo).

CONCLUSIÓN: Si entendemos que la metafísica es el saber que trata de desentrañar el


ser de las cosas, la teoría del conocimiento de Hume conduce a una negación de la
metafísica: No puedo saber a qué se deben mis impresiones de sensación y de la realidad
externa no puedo tener conocimiento estricto. El conocimiento se basa en las impresiones
(realidad percibida), y no podemos conocer la realidad misma (fenomenismo). Esta
postura conduce a un escepticismo, pues no podemos saber nada de cómo sea la
realidad en sí misma. Hume dirá que la sustancia es fruto de la dinámica combinatoria de
la mente y no de las impresiones, por lo tanto, no responde a nada real.

El escepticismo de Hume no es un escepticismo metodológico como en Descartes, sino


consecuente con el análisis de nuestras facultades. Tampoco es un escepticismo absoluto,
sino moderado, puesto que acepta la creencia como guía para la vida.

2.2. CRÍTICA A LA RELIGIÓN:

Hume rechaza la concepción teísta de Dios (posición que defiende la existencia de Dios
trascendente, personal, único y supremo), la deísta (posición que defiende la existencia de
un Dios racional, negando valor a la revelación y a los rituales religiosos) y la religión
natural (posición que defiende que Dios habría transmitido en tiempos remotos un
sentimiento religioso a todos los hombres).

Comienza por negarle validez a las pruebas que pretenden demostrar racionalmente
la existencia de Dios. Éstas pueden ser reducidas a tres tipos diferentes:

1. Las que parten de la concepción de un ser que existe necesariamente


(demostraciones a priori), como el argumento ontológico de San Anselmo y las de
Descartes. Hume argumenta que todo lo que concebimos como existiendo también

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puede ser concebido como no existiendo, por lo tanto, no hay nada que exista
necesariamente. La existencia real es un hecho, y para las cuestiones de hecho su
contrario no implica contradicción.

2. Otras pruebas parten de la experiencia (demostraciones a posteriori). Luego aplican


el principio de causalidad, lo que les lleva finalmente a postular la necesidad de una
causa incausada. Las cuatro primeras vías de S. Tomás siguen este razonamiento.
Hume también niega validez a estas pruebas. En primer lugar, porque ya hemos
visto que el principio de causalidad no es más que una ley de la mente que rige la
combinación de ideas; pero además Hume sostiene que estas pruebas no conducen
a una primera causa, sino que más bien nos llevarían a través de un proceso
infinito.

3. Otro tipo de pruebas parten de que hay un orden en el universo y que, por lo tanto,
tiene que haber una causa inteligente de ese orden (quinta vía de S. Tomás).
Además de encontrarnos con la problemática noción de causa, esta prueba tiene
otro fallo. Hume dice que toda causa es proporcionada al efecto; si el mundo es
finito e imperfecto es difícil de sostener que su causa sea infinita y perfecta, y si la
causa del mundo es finita no hay razón para suponer que hay una causa única y no
varias.

No hay por lo tanto ningún conocimiento racional de Dios.

También niega validez al concepto renacentista e ilustrado de religión natural.


Según los defensores de la religión natural Dios habría transmitido en tiempos remotos un
sentimiento religioso a todos los hombres. Hume dice que no es cierto que todos los
hombres tengan sentimientos religiosos. Ni siquiera se puede decir que la religión sea una
superstición útil. La ignorancia y el miedo a lo desconocido son los factores que alimentan
la religión.

3. ÉTICA: EL EMOTIVISMO MORAL

Además de lo dicho en el "Tratado", Hume dedicará las "Investigaciones sobre los


principios de la moral" a fundamentar su filosofía moral. En consonancia con la oposición al
racionalismo, mostrada en la explicación del conocimiento y en la crítica de la metafísica,
se opondrá a los sistemas éticos que pretenden fundar en la razón la distinción entre el
bien y el mal y, en consecuencia, la vida moral del ser humano.

Que la moralidad existe es considerado por Hume como una cuestión de hecho: todo el
mundo hace distinciones morales; cada uno de nosotros se ve afectado por
consideraciones sobre lo bueno y lo malo. Las discrepancias empiezan cuando nos
preguntamos por el fundamento de tales distinciones morales: ¿Se fundan en la razón,
como han afirmado los filósofos desde la antigüedad clásica, de modo que lo bueno y lo
malo son lo mismo para todos los seres humanos? ¿O se fundan en el sentimiento, en la
forma en que reaccionamos ante los "objetos morales" según nuestra constitución
humana?

Hume nos ofrece argumentos detallados con los que rechazar la posibilidad de que la
razón sea la fuente de la moralidad, que derivan, en última instancia, de su análisis del

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conocimiento. Nos había dicho, en efecto, que sólo existían dos operaciones del
entendimiento, dos modos mediante los cuales puede la razón conocer algo: el
conocimiento de hechos y el conocimiento de relaciones de ideas. Si decimos que la razón
es la fuente de las distinciones morales, tales distinciones deberían obtenerse mediante
uno de los dos tipos de conocimiento señalados. Pero no ocurre así: ninguno de ellos nos
permite obtener la menor noción de lo bueno y lo malo.

Hume parte de la diferencia entre el ámbito del ser (cómo son las cosas) estudiado por la
razón y la filosofía teórica, y el ámbito del deber ser (cómo deberían ser) perteneciente al
mundo de los sentimientos y las emociones y estudiado por la filosofía práctica. Las teorías
éticas anteriores han confundido los dos ámbitos y han fundamentado el comportamiento
moral en la razón.

A) Las distinciones morales no proceden del conocimiento de hechos.

Lo que denominamos "bueno" y "malo" no puede ser considerado como algo que
constituya una cualidad o propiedad de un objeto moral. Si analizamos una acción moral,
sea buena o mala, y describimos los hechos, aparecerán las propiedades de los objetos
que interviene en la acción, pero no aparecerá por ninguna parte lo "bueno" o lo "malo"
como cualidad de ninguno de los objetos que intervienen en la acción, sino como un
"sentimiento" de aprobación o desaprobación de los hechos descritos.

Por lo demás, la moralidad no se ocupa del ámbito del ser, sino del deber ser: no
pretende describir lo que es, sino prescribir lo que debe ser. Pero de la simple observación
y análisis de los hechos no se podrá deducir nunca un juicio moral, lo que "debe ser". Hay
un paso ilegítimo del ser (los hechos) al deber ser (la moralidad). Tal paso ilegítimo
conduce a la llamada "falacia naturalista", sobre la que descansan en última instancia tales
argumentos.

B) Las distinciones morales no proceden del conocimiento de relación de ideas.

Si la moralidad no es una cuestión de hecho, ya que los juicios morales no se refieren a


lo que es, sino a lo que debe ser, queda sólo la posibilidad de que se trate de un
conocimiento de relación de ideas, en cuyo caso debería ser una relación del siguiente
tipo: de semejanza, de contrariedad, de grados de cualidad, o de proporciones en cantidad
y número. Pero estas relaciones se encuentran tanto en las cosas materiales (incluyendo a
los animales), en nosotros mismos, en nuestras acciones pasiones y voliciones. En este
caso deberíamos considerar lo "bueno" y lo "malo" del mismo modo, tanto en la acción
humana como en la acción de la naturaleza y de los seres irracionales, lo que, por
supuesto, no hacemos. Un terremoto con numerosas víctimas mortales, un rayo que mata
a una persona, un animal que incurre en conducta incestuosa... nada de eso nos hace
juzgar esas relaciones como "buenas" o "malas", porque no hay, en tales relaciones,
fundamento alguno para lo bueno y lo malo. Si la maldad fuese una relación tendríamos
que percibirla en todas esas relaciones: pero no la percibimos, porque no está ahí.

C) La moralidad se funda en el sentimiento

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La razón no puede, pues, encontrar fundamento alguno para la distinción de lo "bueno" y
lo "malo", para las distinciones morales en general, ni a través del conocimiento de hechos
ni a través del conocimiento de relación de ideas, por lo que parece quedar claro, dice
Hume, que la moralidad no se funda en la razón. Sólo queda, pues, que se base en el
sentimiento.

Consideramos, pues, que algo es bueno o malo, justo o injusto, virtuoso o vicioso, no
porque la razón capte o aprehenda ninguna cualidad en el objeto moral, sino por el
sentimiento de agrado o desagrado, de aprobación o rechazo que se genera en nosotros al
observar dicho objeto moral, según las características propias de la naturaleza humana.
Las valoraciones morales no dependen, pues, de un juicio de la razón, sino del
sentimiento. A esta postura se le denomina emotivismo moral.

¿Qué garantía tenemos, entonces, de coincidir con los demás en tales valoraciones
morales, eliminada la posibilidad de que la valoración moral dependa de categorías
racionales, objetivas, universales? ¿No nos conduce esta teoría a un relativismo moral?

Hume da por supuesto que la naturaleza humana es común y constante y que, del
mismo modo que el establecimiento de distinciones morales es general, las pautas por las
que se regulan los sentimientos estarán sometidas también a una cierta regularidad o
concordancia. Uno de esos elementos concordantes es la utilidad, en la que Hume
encontrará una de las causas de la aprobación moral. La utilidad, en efecto, la encontrará
Hume en la base de virtudes como la benevolencia y la justicia. Esto le convierte en un
precursor del movimiento utilitarista nacido en Inglaterra a comienzos del s. XIX.

El placer y el dolor moral son desinteresados y están íntimamente ligados al sentimiento


de empatía o simpatía (ponerse en el lugar del otro) que Hume considera impreso en la
naturaleza humana. A partir de la conversación con los otros, expresión del rostro, de los
gestos, etc. podemos hacernos una idea de las pasiones de los demás. Esa idea de sus
pasiones puede adquirir tal vivacidad que se convierte ella misma en una pasión, es decir,
una impresión de reflexión, para nosotros. Así surge la simpatía. Este hacerse idea de las
pasiones del otro se produce gracias a las dos leyes básicas de asociación: la semejanza y
la contigüidad. Por el hecho de pertenecer a la especie humana tenemos una serie de
semejanzas con los otros hombres que nos permite hacernos cargo de su estado de
ánimo; si además comparten lengua, país, etc. se facilita la simpatía. Es necesario además
que estemos en relación con las personas para que se produzca la simpatía.

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