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“La bestialidad es una modalidad del vicio que excede toda medida. Porque cuando
vemos que un hombre es radicalmente malo, decimos que no es un hombre sino un
animal” (Aristóteles).
El caso Odebrecht sigue dando mucho que hablar y salpica a muchos gobernantes,
algunos han tenido que renunciar a sus cargos y otros ir a la cárcel, como Lula da Silva
de Brasil.
Empero, los efectos de la corrupción en la economía de países ricos no son tan “graves”,
como se da en países pobres, puesto que el dinero producto de los sobornos se oculta al
fisco, en consecuencia, esta entidad recauda menos y esto repercute en una mayor carga
impositiva hacia los sectores más “esmirriados” de la sociedad que viven dentro de la
formalidad.
Con mucho acierto Roberta Jacobson señala que “la corrupción retrasa el crecimiento
económico, impide que los ciudadanos reciban la estructura que merecen, la corrupción
absorbe dinero de escuelas, hospitales y otros fines, e incrementa la desigualdad”.
El Papa Francisco indica que la corrupción es como pisar en el pantano, quien pone el pie
inicialmente ya no podrá salir, por el contrario, se va enfangando cada vez peor, esto es
la ciénaga.
La corrupción se ha vuelto un modo de vida para muchos, a diario salen a la luz hechos
de prácticas perversas, el país pareciera que sufre una corrupción endémica (como si
estuviera enraizada en los patrones sociales y culturales de las personas), lo cual es muy
difícil de combatir, mientras la esporádica (está menos arraigada en el comportamiento
social y cultural) presenta menos complicaciones en frenarla.
En el texto “La riqueza pública de las naciones”, de los autores suecos Dag Detter y Stefan
Folster, se propone una manera audaz para luchar contra la corrupción, es la creación de
Fondos Nacionales de Riqueza -como los que existen en Singapur y Austria- para evitar
el uso discrecional de los bienes del Estado (algo de eso fueron los gastos reservados).
Según Thomas Andersen, en su libro “El gobierno electrónico como una estrategia
anticorrupción. Economía y política de la información”, internet es una herramienta
eficaz para combatir la corrupción. El uso de las plataformas en la administración pública
es favorable en las áreas del pago de impuestos, las adquisiciones públicas y los trámites
burocráticos. Está claro que a mayor burocracia, peor es la corrupción.
Asimismo, se debe evitar por todos los medios posibles que la honestidad y la integridad
sean consideradas como demodé, por el contrario, se las debe revalorizar y, en definitiva,
son éstas las más importantes, que valdrán para alcanzar un pleno desarrollo sostenible.