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ESCUELA SUPERIOR DE ADMINISTRACION PUBLICA ESAP

SEMINARIO ELECTIVA MECANISMOS DE PARTICIPACION CIUDADANA


UNIFICADO SANTA FE – ANDES-SONSON TERCER SEMESTRE
ESTUDIANTE: LUZ ELIANA ZAPATA RUEDA
TRABAJO FINAL

Colombia es un Estado que si bien ha avanzado en materia de Administración


Publica, más exactamente desde 1991 con la promulgación de la nueva
Constitución Política, también hay que aceptar que este mismo Estado ha venido
organizándose de forma frágil, en cuanto a temas de transparencia publica se
refiere y por ende de corrupción. En el análisis no se entiende como, tendiendo
tanto entes de control institucional desde el Ejecutivo y sus Superintendencias;
Organismos de Control, (Procuraduría General de la Nación-Contraloría General) ,
Fiscalía, en el nivel Nacional; y Personerías, Control Interno, Contralorías
Municipales y Regionales, en el nivel territorial; además de los diferentes tipos de
control interno en las entidades territoriales y de forma popular con los
mecanismos de Participación Ciudadana, que fortalece el control social y las redes
de veeduría a fin de minimizar los actos que atentan contra la eficacia, eficiencia e
impacto en la implementación de políticas pública.
Suficiente para tener un Estado con grandes estándares de transparencia, sin
embargo, analizando los resultados de la gestión pública, que en su mayoría no
son satisfactorios, nos asalta la pregunta:
¿Porque existe en nuestro país altos índices de pobreza, altos índice de
clientelismo y de corrupción, y malos resultados en cuanto a políticas
públicas se refiere?

Existe en nuestro país altos índices de pobreza ya que, durante los últimos años,
los individuos bajo la línea de pobreza conservaron las mismas características: en
los años noventa mantuvieron una estrecha relación con alguno de estos factores:
bajas destrezas, menores tasas de ocupación, mayores tasas de dependencia
(número de niños por adulto) y menores salarios. Los grupos más vulnerables a la
pobreza, en general, son: las mujeres, los niños, los discapacitados, los
inmigrantes, quienes no tienen vivienda propia y los ancianos; y los hogares más
vulnerables son aquellos con mayor cantidad de hijos, mayor cantidad de
miembros sin educación, jefe del hogar con baja escolaridad y poca experiencia
laboral. Los tres principales factores que afectan la distribución del ingreso en
Colombia son 1) la tasa de dependencia en los sectores rurales, 2) el tamaño de
los hogares y 3) los niveles promedio de escolaridad. Las políticas públicas deben
centrarse en disminuir la vulnerabilidad de hogares y personas que presentan un
alto riesgo de caer en la pobreza. Intentar disminuir las estadísticas a través de
maquillajes pasajeros no es la solución, es decir, darle pan y vestido a un grupo de
personas que no los tienen es una ayuda altruista u obligatoria, pero no es la
forma correcta de erradicar el problema. El Gobierno debe enfocar todos sus
esfuerzos para que las personas se mantengan en condiciones normales de
acceder a los recursos, es decir, evitar que caminen por la cuerda floja. Una de las
salidas es apoyar el acceso a crédito en el sistema formal y no como lo hacen
actualmente por medio de fraudulentos.

La literatura económica en general habla de reforma agraria y gasto público en


inversión social como alternativas para mejorar el problema de la mala distribución
del ingreso y la concentración de la riqueza, pero la historia nos demuestra que las
muchas reformas que el Estado ha hecho desde 1930 no han tenido el efecto
esperado y que a pesar de que los gobiernos siempre han invertido en gasto
social, la redistribución de esta inversión no ha logrado mitigar en gran medida el
problema; "esta estrategia de redistribución tiene muy poco impacto en la
concentración del ingreso, a pesar del hecho de que los programas (tales como
educación, salud, y programas especiales en el sector rural) son
considerablemente progresivos. Además, no hay que olvidar que el empleo no
sólo es un factor económico, sino social; la autoestima que produce el empleo
disminuye los riesgos de violencia y criminalidad.

Si bien todas las políticas sociales que se han aplicado en Colombia en los últimos
años han apuntado a mejorar la situación de las clases más desfavorecidas, no
pasa lo mismo con las políticas económicas. La práctica de políticas efímeras no
ha dado resultado, la implementación de planes de aplicación coyuntural se queda
con cada gobierno, por tal razón hay que pensar en la aplicación de todo un
sistema de políticas de largo plazo que tenga como núcleo el incremento de la
calidad de la educación.

Dice David Landes (1998): "a grandes rasgos, este mundo está dividido en tres
tipos de países: aquellos que gastan mucho dinero para que su población no
aumente de peso; aquellos cuyos habitantes comen para vivir y aquellos cuyos
habitantes no saben cómo obtendrán su próxima comida". Colombia tiene un gran
reto para este siglo: buscar las mejores estrategias para que la mayoría de su
población, los más de 27 millones que se encuentran en condiciones paupérrimas,
logren superar el drama de saber cómo obtendrán su próxima comida.

De igual forma se habla de altos índices de clientelismo y de corrupción, donde la


corrupción clientelar es una categoría de análisis conceptualmente híbrida que
incluye la ilegalidad, opacidad y los recursos de la corrupción para financiar los
favores políticos de las redes clientelares, producto de la superposición empírica
de redes clientelares verticales (patrón-cliente) con redes corruptas horizontales
(político-político de negocios). Esto no contradice la teoría que diferencia ambos
fenómenos, sin perjuicio de que puedan convivir y autorreforzarse. Cabe recordar
que el clientelismo no es un subtipo de corrupción, sino un fenómeno autónomo
que en determinadas circunstancias produce un cruce práctico y zonas solapadas
de clientelismo corrupto, donde ambos fenómenos se yuxtaponen y devienen
interdependientes: se trata de la obtención de fines clientelares con métodos
corruptos.
El desarrollo económico, el crecimiento de las clases medias y urbanas y la
competencia de la política programática (intercambio indirecto, mediado por
ideologías) fortalecen la democracia, incentivan la demandan de políticas públicas,
la competición ideológica y desprestigian la rendición de cuentas clientelar. El
clientelismo.

La implementación de una política pública exitosa no es una tarea fácil, ni es


cuestión de una única receta. Lo que sí es seguro es que el éxito de una política
depende en buena medida de tomadores de decisiones con formación en el
campo en el que estas se despliegan, con sólidas bases de administración
pública, que conozcan de métodos y técnicas, con un pensamiento lo
suficientemente organizado y estratégico para definir claramente el horizonte de
los cursos de acción, incluidos los objetivos de intervención, resultados, metas e
impactos esperados, y de un liderazgo que permita que la esencia de la iniciativa
perdure a pesar de los cambios organizacionales que son frecuentes en la
administración pública.

Un problema público podría definirse como una situación problemática que logra
acceder a la agenda del gobierno y consigue que se generen acciones específicas
para su intervención. Las pugnas que inciden en que un problema entre o no en la
agenda pública será tema de atención de un artículo posterior. Lo importante aquí
es que en muchas oportunidades la definición del problema no es del todo precisa;
quienes lideran el diseño de una iniciativa pública suelen confundir las causas que
originan el problema con los efectos que este provoca, situación que termina
limitando las oportunidades de acción de la política.

 El problema público suele cambiar drásticamente con el paso de los días, los
cursos de acción varían en función de quién toma las decisiones o escribe las
orientaciones técnicas, sin mencionar lo altamente incidente que es la variación
anual del presupuesto. Los funcionarios públicos suelen ir y venir; quien diseña
una política no es el mismo que la implementa y con toda seguridad, quien asigna
los recursos en el gobierno hoy tiene unas prioridades diferentes de las que
decidirá los rubros presupuestales de la política en el próximo gobierno. 

Existe un consenso académico en cuanto a los pasos a tomar para el diseño de


políticas públicas. Antes que nada, se debe crear una agenda de trabajo; se
reconoce el problema mediante estudios pertinentes para mejor entendimiento del
mismo; se procede a considerar opciones a tomar, las cuales son las posibles
soluciones a la cuestión tratada, luego se toma una decisión para introducir y
posteriormente aplicar la política.

Sin embargo, si este proceso no se lleva con la rigurosidad adecuada, aumenta el


riesgo a que la política diseñada falle.  

Con fines de estudio podemos tomar cualquier política pública que haya sido
implementada en el territorio nacional y no haya dado resultados deseados, o
cualquier política aplicada que sea considerada fallida. Con esta política en mente
nos hacemos la pregunta: “¿Qué falló?”.

Para determinar dónde estuvo el error hay que fijarse en los factores que afectan
la efectividad de la política. Por ejemplo, si existe debilidad en el diseño mismo de
la política, está condenada a fallar. El diseño puede sufrir, entre otras cosas, por
una falta de orden en las ideas al momento de conceptualizar la política, por una
celeridad que conlleve a no tomar en cuenta todos los aspectos del proceso, por
una falta de voluntad de hacer un diseño serio y acabado, o por falta de experticia
de parte de quienes diseñan la política.

Otro elemento que perjudica la eficacia de una política pública es el instrumento


que se elige para aplicarla, si no se toma en consideración que este instrumento
(ya sea una ley, un aparato o un cuerpo técnico o humano) no tiene capacidad de
realizar el trabajo designado, la política fallará. 

Una política puede fracasar también por falta de control de la estructura o por un


débil diseño institucional. Quiere esto decir que la institución encargada de
implementarla debe estar idealmente libre de obstáculos dentro de su propia
estructura, su burocracia, sus servidores o empleados.

Otro elemento fundamental que debe tomarse en cuenta es la capacidad


administrativa para implementar la política, en esto recae la suficiencia de
recursos monetarios, de personal, de contratación, de llevar a cabo la logística y
darle seguimiento, entre otras cosas. Una política pública puede ser ambiciosa,
pero nunca sobrepasar la capacidad de la administración para hacerla realidad. 
Cuando tomamos todos estos elementos y los estudiamos a fondo, se hace más
sencillo identificar las razones por la que una u otra política ha fallado, cuando se
determina en cuál área existe debilidad, se debe proceder a corregir el problema,
aunque esto signifique dar más de un paso atrás y rediseñar más de un aspecto. 

Debemos recordar que las políticas públicas buscan soluciones para los
ciudadanos de un territorio, es una ciencia para la gente y, como tal, si no existe
aceptación dentro de la sociedad al momento de aplicar una política, la misma
debe ser considerada un fracaso. Sin embargo, es menester enfatizar que,
independientemente de sus resultados, una política que es rechazada por el
pueblo es una política fallida.

ivan.ricaurte@esap.edu.co
Celular 3114250655

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