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“AÑO DE LA UNIVERSALIZACIÓN DE LA SALUD”

Alumna: Mariela Ivonne Matias


Ortega
Código: 2014107459
DUED: Huánuco
Curso: Politicas públicas y
gobernabilidad
INTRODUCCIÓN
El siguiente trabajo va referido a las políticas publicas y gobernabilidad
Para muchos el proponer políticas públicas basadas en la realidad local significaría
algo natural cuando la descentralización político-administrativa funciona sin ningún
tipo de inconvenientes en sociedades responsables de su destino y de alto
compromiso en la gestión de lo público.
La gestión pública es una estructura procedimental de acción gubernamental que lleva
tareas de servicio a la sociedad a través de mecanismos legales y de ejecución
política denominadas en muchas ocasiones como políticas públicas, cuya orientación
final es la de servir a la ciudadanía garantizándole calidad de vida. Para ello, a lo largo
de diversas etapas de revisión y reestructuración, la gestión pública ha focalizado sus
acciones en la procura de espacios de acompañamiento por parte del ciudadano en
la construcción de una agenda pública que permita conocer sus necesidades y la raíz
de los problemas focales que permean las posibilidades de desarrollo social.
Preguntas

1.- PREVIA INVESTIGACIÓN COMENTE CUÁLES SON LAS FUNCIONES DEL


ESTADO EN LA ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO; POR QUÉ ES
IMPORTANTE LA EFICIENCIA, EFICACIA Y LEGITIMIDAD EN LA
GOBERNABILIDAD.

FUNCIONES DEL ESTADO EN LA


ECONOMIA DEL MERCADO

Ofrecer las Facilitar y vigilar Mantener la Atender las Cobrar los


Orientar y
condiciones la libre estabilidad necesidades de la impuestos con
fomentar
necesarias competencia monetaria población equidad

Eficiencia: Se refiere a lograr las metas con la menor cantidad de recursos. Obsérvese que
el punto clave en esta definición es ahorro o reducción de recursos al mínimo.

La eficacia gubernamental es un concepto que debe integrar la dimensión técnica de las


políticas, pero también la dimensión política de las mismas. Un gobierno es eficaz, a través
de sus políticas, cuando, por medio de procesos técnicos y políticos, genera resultados y
éstos son percibidos por la ciudadanía como positivos.

Su legitimidad deriva de las elecciones populares, pero la gente no es artífice de su


gobernabilidad. Para la visión convencional, el problema de la gobernabilidad es el
resultado de una sobrecarga del Estado.

2.- COMENTE POR QUÉ ES IMPORTANTE LOS PROGRAMAS SOCIALES;


CUÁLES SON LAS EXPERIENCIAS LATINOAMERICANAS.
(4puntos)

Es importante porque quienes viven en pobreza no logran satisfacer sus necesidades


mínimas. El valor nutricional de lo que consumen es muy bajo, pese a que dedican entre
50% y 80% de sus ingresos a su alimentación. Por ello, uno de cada cinco niños está
desnutrido.
Los programas sociales entre los que se encuentran los de Protección Social y los de
Promoción Social pueden llegar a la población de manera articulada y con ello favorecer
sus oportunidades de emerger de la pobreza.

Existen cuestionamientos respecto a si los programas sociales contribuyen de manera


significativa a reducir los índices de pobreza. El argumento suele ser que la generación de
puestos de trabajo es más eficiente y permite que, de manera rápida, los niveles de ingreso
se eleven.

Sin embargo, este argumento es válido solo a corto plazo. A la larga, la mera promoción
de puestos de trabajo sin otros condicionantes que eleven la calidad de la fuerza laboral
termina convirtiéndose en una trampa donde solo aquellos que tienen más oportunidades
de capacitarse y rendir mejor, los de mayores ingresos, pueden ascender en su vida
profesional y aumentar sus niveles de ingreso.

Los programas sociales no acaban con los bajos índices de ingresos en corto plazo. De
hecho, su objetivo no es ese precisamente. Estos están hechos para romper con la trampa
de la pobreza y permitir que los ingresos de las personas mejoren de manera sostenida,
mucho más que si el gobierno se hubiera enfocado solo a implementar programas de
empleo.

En una situación de pobreza extrema, al no tener los nutrientes suficientes, la educación


que reciba una persona no será aprovechada de la forma que se espera. La falta de
calorías hará que la gente tenga más frío y sufra de enfermedades que le impedirán trabajar
y gastarán más, envolviéndoles en esa trampa de pobreza sin salida aparente.

Para que los programas productivos tengan el impacto esperado, deben ir acompañados
de estrategias que rompan con esta trampa.

En general, para resolver estos problemas se propone mejorar la calidad del gasto social
haciendo que repercuta de manera tangible sobre la calidad de vida y la acumulación de
capital humano de la población peruana. Para ello se requiere, en lugar de crear nuevos
programas, reformar los ya existentes y cambiar el paradigma de la política social, pasando
del asistencialismo al desarrollo de capacidades en las personas y enfocando los esfuerzos
a la gestión social de riesgo. Para ello se necesitan metas y objetivos claros, teniendo en
cuenta los perjuicios sociales y económicos que generan la yuxtaposición de funciones, el
clientelismo, la subcobertura, y la filtración; y a la vez los beneficios, en estos mismos
ámbitos, de la eficiencia, eficacia, equidad y transparencia en la ejecución de estos
programas.

En el Perú existen alrededor de 40 programas de lucha contra la pobreza, adscritos en los


distintos sectores como los ministerios de Salud, de Educación, de la Mujer, de Trabajo,
de Agricultura, de Vivienda, de Transporte, de Economía y Finanzas y de Energía y Minas.
Dentro de las políticas de organización de recursos humanos, monetarios y administrativos
aplicados en estos programas es necesario distinguir tres momentos en el tiempo: los
programas sociales previos que se dieron en la década de los ochenta; los programas
sociales recientes en la década de los noventa y los programas sociales últimos que se
dieron a partir del año 2000. En el primer grupo se puede decir que, en términos de
recursos humanos, estuvo plagado por gente del gobierno, independientemente de si
tenían formación técnica o no. En términos monetarios, se utilizaron recursos ordinarios y
también de cooperación internacional para el refuerzo de estas instituciones. En el aspecto
administrativo, las instituciones estaban muy sujetas a las políticas del presidente y del
gabinete de ministros, y esto respondía a lo que era el enfoque de cómo resolver el
problema de pobreza en esa época: enfoque asistencialista.

En el segundo grupo se identifica un cambio considerable. Monetariamente tuvieron un


incremento significativo (se manejaban recursos cercanos a los US$2.000 millones). Por
el lado administrativo se implementaron procesos de reingeniería a fi n de tratar de reducir
los gastos administrativos para poder ser más eficientes y aplicar políticas de tercerización,
es decir brindar los servicios sociales básicos a través de terceros privados. En este
sentido, algunas ONG y otras empresas se convirtieron en ejecutores de los programas
sociales. En términos de recursos humanos, hubo un aumento de calificación, pero el
elemento político en las esferas superiores de decisión sí prevaleció, pues los cargos altos
eran ocupados por personas de confianza y de compatibilidad con quien estaba en el
poder. En relación con el último grupo de programas, se puede decir que las mejoras en
capital humano no son tan visibles porque el elemento político se ha superpuesto al
elemento técnico calificado. En cuanto al presupuesto, hubo un aumento de US$1.000
millones en el manejo de los recursos y administrativamente hay un retorno hacia las
épocas antiguas, con incrementos en el gasto administrativo para, por un lado, generar
empleo a los partidarios y, por el otro, incrementar los procesos que tratan de ser,
supuestamente, más participativos. Sin embargo, no se traducen en resultados concretos
ni cambios en el bienestar de la población objetivo. La aplicación de las políticas generó
dos resultados importantes. En primer lugar, los programas sociales, al carecer de un
sistema de evaluación y monitoreo de sus funcionamientos, trajeron consigo que el manejo
de padrón de beneficiarios, si es que lo tuvieran, sea limitado. Esto trae como consecuencia
dos grandes problemas: filtración (la población beneficiaria que no es población objetivo) y
subcobertura (población objetivo que no está siendo atendida). Particularmente, hay un
tercer problema que estuvo en la cúspide al finalizar la década de los noventa y aún se
manifiesta en los programas sociales de carácter productivo: la yuxtaposición de
beneficiarios (un beneficiario recibe un mismo servicio de diferentes programas). En
segundo lugar, la existencia de estos tres problemas genera pérdidas valorizadas en más
de S/.250.000 anuales para el Estado.

EL PRESUPUESTO

En el Perú, en el periodo 2000-2005 se destinó en promedio un 25% del presupuesto


público al gasto social1. Dentro de este rubro se considera el gasto en los llamados
programas sociales prioritarios, que equivale a aproximadamente el 46% del gasto social2.
Un hecho importante es que el gasto social y el gasto en programas sociales se ha
incrementado año tras año (ver gráfico 1.1); sin embargo, este esfuerzo de todos los
peruanos no se ha traducido en resultados tangibles en tanto los niveles de pobreza se
han mantenido casi constantes3. Por tal motivo, es legítimo preguntar qué ocurre y por qué
no se están logrando las metas propuestas. Una de las respuestas está en el manejo poco
eficiente de los recursos públicos destinados a los más pobres, el cual está sujeto a
múltiples problemas en la focalización: filtración y subcobertura (Vásquez 2004),
politización del gasto (Shady 2000), incremento en las planillas4 (CAD 2003), entre otros5.
Para 2005, la situación no fue muy diferente. Es más, con la implementación del programa
“Juntos” el monto destinado a los programas sociales va a incrementarse aun más6. De
hecho, es importante, y además es obligación del Estado, ayudar a las personas más
pobres, pero esta ayuda debe ser eficiente y eficaz en tanto existen múltiples necesidades
y se carece de los recursos suficientes para satisfacerlas. En este sentido, los resultados
obtenidos en la lucha y alivio de la pobreza no justifican los recursos que se están
destinando con este fin.

Experiencias en América Latina


Según datos de las últimas encuestas de gastos e ingresos disponibles, la experiencia de
América Latina en materia de reducción de la pobreza entre 2000 y 2014 fue alentadora.
Lo anterior se manifiesta en distintos resultados. Primero, si tomamos una línea de pobreza
de 4 dólares por día, vemos que la pobreza cayó del 45 al 25 por ciento de la población de
la región; de hecho, bajo una línea de pobreza más estricta (2 dólares y medio por día),
esta caída fue poco más pronunciada: del 28 al 14 por ciento. Segundo, esta reducción
tuvo lugar en todos los países: se trató de un fenómeno a nivel continente. Tercero, la
pobreza no aumentó entre 2008 y 2010 como resultado de la crisis financiera internacional.
Por último, a pesar de que el desempeño de la región no ha sido tan bueno en los años
posteriores a la crisis y que, de hecho, ha habido una desaceleración importante a partir
de 2011, hasta la fecha la pobreza no ha aumentado.

¿Qué factores explican estos logros? En términos generales, la historia subyacente tiene
dos grandes componentes. Por un lado, tenemos el crecimiento. Sin lugar a dudas, la
primera década del siglo fue favorable para América Latina debido, esencialmente, a las
excepcionales condiciones en los mercados internacionales de capital y el boom de
los commodities. Este contexto contribuyó a que la tasa de crecimiento de la región
superara el 5 por ciento, casi el doble que la tasa de crecimiento tradicional de los años ‘90
(que se encontraba entre el 2.5 y el 3 por ciento).

Sin embargo, el crecimiento no es todo. Como se mencionó, el crecimiento en la región no


solo se ha reducido, sino que a partir de 2011 cada año la tasa de crecimiento ha sido
menor que la del año anterior (y probablemente sea cero o negativa para el 2015). Esto
implica que este componente, si bien es importante, no lo explica todo: la pobreza continuó
cayendo a pesar de esta marcada desaceleración.

El segundo componente tiene que ver con una considerable mejora en las políticas
públicas de los últimos quince años. En particular, los gobiernos de la región han diseñado
e implementado programas para transferir ingresos a la población pobre de forma más
eficaz y eficiente que en el pasado, transformado las transferencias de ingreso en especie
o vía subsidios de precios a transferencias de ingreso monetarias, condicionadas en
comportamientos asociados a inversiones en capital humano (como, por ejemplo, aquellos
relacionados con la asistencia a la escuela de los niños o la inversión en salud del hogar).
Múltiples evaluaciones de impacto muestran que estos programas han marcado una
diferencia considerable en los estándares de vida de mucha gente. De hecho, América
Latina fue pionera en el mundo en el diseño e implementación de estos programas. Hoy,
los países de la región gastan entre un 0.5 y 1 por ciento del PIB en transferencias
focalizadas directamente, en principio, en el primer cuartil o tercio de la población. A pesar
de que existe una marcada heterogeneidad entre países en cuanto al tamaño de estos
programas, su nivel de cobertura y beneficiarios, y los comportamientos en los cuales se
condicionan, en términos generales, están siendo implementados en casi todos los países
de la región.
3.- PREVIA INVESTIGACIÓN COMENTE POR QUÉ ES IMPORTANTE LA
GOBERNABILIDAD; EL ESTADO Y LA SOLUCIÓN DE CONFLICTOS EN EL
PODER JUDICIAL.
(4puntos)

IMPORTANCIA DE LA GOBERNABILIDAD

1. Es importante porque da estabilidad institucional y política, y efectividad en la toma de


decisiones y la administración.
2. Es importante porque se relaciona con la continuidad de las reglas y las instituciones, y
en el paso, consistencia e intensidad de las decisiones.
3. Es la línea más corta entre el INPUT (Demanda) de la sociedad y
el OUTPUT (Resultado) del gobierno En términos generales, es la capacidad para la
continua adaptación entre la regla y el acto, entre la regulación y sus resultados, entre la
oferta y la demanda de políticas públicas y servicios.
4. La Gobernabilidad depende de la Gobernanza, por ejemplo, del nivel de madurez en
una sociedad organizada y su capacidad para asumir responsabilidades compartidas en la
implementación de decisiones y en el arte de gobernar correctamente.

IMPORTANCIA DEL ESTADO

El Estado es un territorio y la población de un país o nación, y funciona a través de un


sistema de organización social, que procura mantener la paz y reducir las desigualdades
entre los ciudadanos, mediante el conjunto de poderes públicos que están regidos por una
Constitución y las leyes existentes.
Para la economía de un país es importante el estudio de las funciones del Estado y de sus
instituciones gubernamentales, que forman parte del convivir nacional, sin embargo, el
exceso de autoridad ha demostrado altos niveles de corrupción y una administración poco
eficiente de los recursos públicos.
Es vital el estudio del Estado y sus funciones con el mercado de bienes y servicios del
sector privado, para analizar las políticas económicas y los problemas institucionales,
evitando el déficit fiscal y los desequilibrios macroeconómicos en la Administración Pública.
El conocimiento sobre el funcionamiento del Estado y de sus instituciones permite diseñar
políticas públicas de calidad y resolver sus problemas nacionales, para facilitar el desarrollo
económico de un país y su bienestar ciudadano.
Para que se cumpla con las metas y objetivos establecidos por la Administración Pública,
es necesario que en un país se respete y se cumpla con la Constitución y las leyes creadas
para un orden constituido.
Es clave el hecho de que todas las personas deben cumplir las leyes vigentes, incluidas
todas las autoridades que existan en dicho Estado, por muy alto que sea su cargo. Nadie,
absolutamente nadie, puede estar exento de cumplir las leyes. Si hay algún grupo de
personas que están exentos de cumplir las leyes, entonces no puede hablarse de Estado
de Derecho, sino de alguna forma de totalitarismo, en mayor o menor grado.
Todos los ciudadanos deben estar seguros de que todas las autoridades, sean las que
sean y por mucho que cambien, en todo momento cumplirán las leyes vigentes, ya que en
caso contrario los ciudadanos no pueden conocer el resultado de sus acciones de
antemano, y eso deteriora la Democracia, crea pobreza, etc. Es decir, todo el mundo debe
saber si aquello que está pensando hacer es legal o no antes de hacerlo, y no que la
legalidad de sus actos presentes dependa de decisiones futuras de otras personas, de
forma que pueda suceder que unos mismos hechos sean considerados legales al ser
realizados por una persona e ilegales si los realiza otra persona.
Por ejemplo, si para abrir un negocio hace falta una licencia X, todo el mundo debe tener
esa licencia para poder abrir ese negocio, y con los mismos requisitos. No puede ser que
a unas personas se les exija tener dicha licencia X, a otros se les permita abrir sin ninguna
licencia y a otros se les exija, además de la licencia X, tener las licencias Y y Z. Como
tampoco puede ser que los requisitos para conceder la licencia X varíen en función de
quién la solicite.
El poder del Estado está subordinado a las leyes, y en todo momento debe cumplirlas. Lo
cual quiere decir que todas las personas que trabajan para el Estado, incluyendo las
máximas autoridades, tienen los mismos derechos y obligaciones que el resto de
ciudadanos, y no pueden tomar ninguna decisión que no respete las leyes vigentes.
Evidentemente, es también imprescindible que todas las leyes vigentes cumplan ciertas
características.
Para que todo esto se pueda cumplir en la práctica, es imprescindible la Separación de
Poderes. Y, lógicamente, deben establecerse las normas por las que se elegirá a las
personas que ocupen esos Poderes en cada momento, y la forma en que unas personas
serán sustituidas por otras en los diferentes cargos públicos.
Todas las personas deben ser iguales ante la Ley, y nadie puede ser discriminado debido
a su edad, sexo, raza o religión.
En caso de que surjan conflictos entre personas, empresas, instituciones, etc., el Estado
de Derecho es lo que garantiza que los ciudadanos acudan al Estado para resolver dichos
conflictos, en lugar de tomarse la Justicia por su mano.

SOLUCIÓN DE CONFLICTOS EN EL PODER JUDICIAL


Son mecanismos de los cuales podemos valernos para poner fin a nuestras controversias,
se caracterizan entre otras cosas por ser altamente confiables, apegados a la equidad,
justicia y la ley.

4.- PREVIA INVESTIGACIÓN COMENTE SOBRE EL GASTO PÚBLICO EN


SALUD, EDUCACIÓN Y PENSIONES.
(4 puntos)

GASTO PÚBLICO EN SALUD


Según Comex Perú, si bien el Perú destina cada vez mayores recursos al sector salud, en
esa materia el país aún tiene importantes desafíos, pues aún está rezagado con respecto
a otros países de América Latina.
Así, por un lado, destaca que el presupuesto asignado al sector Salud se incrementó un
63.4% en los últimos cinco años, mientras que el gasto público ejecutado llegó a un 60.7%.
No obstante, añade que dichos niveles distan de aquellos registrados en países de la
región. De este modo, indica que, según cifras del Banco Mundial, el Perú registró un gasto
público per cápita por debajo del promedio de América Latina.
Además, observa que nuestro país mantuvo una menor participación del gasto en salud
sobre el PBI en comparación con los países de la Alianza del Pacífico (a excepción de
México) y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Por ello, Comex concluye en que resulta positivo el mayor énfasis que, desde el gasto
público, se ha dado al sector salud, y añade que un importante reto que esto conlleva es
la mejora de la eficiencia del gasto dentro de la gestión de la salud pública.

Así, ese gremio destaca que más del 70% de ese gasto corresponde a abordar problemas
de salud individual, es decir, aquellas acciones orientadas a la recuperación y rehabilitación
de la salud de las personas; mientras que, únicamente, entre un 6% y 7% es asignado a
la salud colectiva, que involucra la promoción de la salud y la prevención de riesgos y daños
en la población, lo que en buena parte implicaría que no tenemos un enfoque preventivo.

Comex observa que la estructura en el gasto antes mencionada se ha mantenido a lo largo


de los últimos cinco años, periodo en el que se observa, además, un incremento del 86%
del gasto por concepto de personal y obligaciones sociales del Estado.

Cita que, según el MEF, en 2018, el 51.1% del gasto público fue ejecutado por el Gobierno
nacional, principalmente por el Ministerio de Salud (Minsa), con el 62% del total; mientras
que los Gobiernos regionales y locales, un 46.6% y 2.3%, respectivamente.
Hacia mayo de 2019, el Gobierno nacional ejecutó un 32.3% del presupuesto asignado (S/
3,379 millones); mientras que los Gobiernos regionales, en promedio, un 29.9% (el
Gobierno Regional de Pasco reportó el menor nivel de ejecución, con un 16.7% de su
Presupuesto Institucional Modificado - PIM, y el Gobierno Regional de Ucayali, el de mayor
ejecución, con un 47.1% de su PIM).

Sin embargo, pese a que el sector salud cuenta con mayores recursos, es necesario -
remarca el gremio empresarial- realizar ajustes en la provisión del servicio a la población.

Así, indica que, de acuerdo con la Superintendencia Nacional de Salud, una de las causas
de mayor disconformidad entre los ciudadanos es el acceso a los servicios de salud, pese
a que, según el INEI, el 75.5% de la población cuenta con algún seguro, de los cuales, el
46.6% y 23.6% corresponden al Seguro Integral de Salud (SIS) y EsSalud,
respectivamente, ambos administrados por instancias públicas.

GASTO PÚBLICO EN EDUCACIÓN

El Perú se caracteriza por tener un gasto público en educación muy bajo, incluso cuando
se compara con países de similar nivel de desarrollo. Si bien existe acuerdo en torno a que
el gasto en el sector es insuficiente y parece existir voluntad política para elevarlo, es claro
también que el escenario fiscal impone fuertes restricciones a estos buenos deseos. Hacer
un mejor uso de los recursos disponibles continúa siendo, por tanto, una tarea central para
el sector. Existe, sin embargo, muy poca información acerca de los procedimientos que se
utilizan para determinar la asignación de recursos en el sector y qué tipo de lógica gobierna
esta distribución. El presente documento busca arrojar luz sobre este tema, a través de un
análisis de los determinantes del gasto público en educación. Específicamente, se quiere
establecer empíricamente qué factores explican la distribución el gasto por alumno a dos
niveles: unidades ejecutoras (UEs) y escuelas. Al nivel de UEs, usando información oficial
de gasto y características de las UEs, y encuestas de hogares para las variables socio-
demográficas, se estiman cuatro modelos con definiciones alternativas del gasto por
alumno y considerando tres grupos de determinantes: características de las UEs, demanda
educativa y características sociodemográficas del entorno. Los resultados subrayan la
importancia de las variables institucionales y, más específicamente, organizacionales. Por
el lado de la demanda, se descarta la influencia de los dos principales grupos de interés,
maestros y padres de familia. Finalmente, las variables socio-demográficas sugieren una
distribución regresiva y centralista del gasto por alumno, una vez excluidas las
remuneraciones; aunque también muestra cierto sesgo hacia áreas con mayor tasa de
analfabetismo y presencia de población indígena. Al nivel de las escuelas, los ingresos de
la APAFA por alumno están asociados a un mayor gasto público. Los resultados sugieren
que una reforma de la organización del gasto educativo podría el nivel promedio del gasto
por alumno.

GASTO PÚBLICO EN PENSIONES

El Sistema Peruano de Pensiones ha sufrido múltiples modificaciones en los últimos 30


años. En los años 70s y 80s, las instituciones que otorgaban pensiones a los trabajadores
civiles en el Perú eran el Instituto Peruano de Seguridad Social (IPSS) y las diferentes
instituciones del sector público bajo los regímenes del DL Nro. 19990 y del DL Nro. 20530,
respectivamente. Sin embargo, a finales de los 80s, con la crisis económica de esa época,
estos regímenes pensionarios comenzaron a mostrar desbalances financieros que llevaron
finalmente a la necesidad de implementar reformas. De este modo, en el año 1992 se creó
en el Perú un subsistema privado de cuentas individuales para que coexistiera junto con el
sistema público (DL 19990 y 20530). Por razones políticas se optó por no cerrar los
sistemas públicos sino, más bien ir reformándolos gradualmente y la expectativa era que
el sistema privado fuera siendo más atractivo para los nuevos trabajadores. Después de
muchos años y numerosos ajustes paramétricos mediante leyes e incluso una reforma
constitucional, la situación financiera del sistema público de pensiones se ha estabilizado.
Asimismo, por el lado del sistema privado, también se han realizado reformas significativas,
pero todavía su cobertura es muy limitada y presenta limitaciones importantes. Por el lado
asistencial, desde el 2011 se ha introducido un subsistema público de pensiones no
contributivas que, por ahora, está acotado a adultos mayores que viven en pobreza
extrema. En cuando a los trabajadores policiales y militares, también se ha hecho una
importante reforma a su sistema de pensiones (DL Nro. 19846) en el 2012, básicamente
orientada a corregir sus parámetros y reducir su carga fiscal. Es así que el sistema de
pensiones peruano cuenta con cinco subsistemas diferentes, y cada uno está administrado
y regulado por una institución diferente. No se tiene muy claro quién es la institución que
lidera la política previsional, pero es el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), en la
práctica, la institución que ha impulsado la mayoría de las reformas.

Situación financiera del sistema de pensiones, antecedentes generales


A. Sistema nacional de pensiones
El SNP es uno de los dos sistemas que existen en el Perú, en este caso es
administrado por la Oficina de Normalización Previsional (ONP), nacido desde el
1° mayo de 1973 y creado por el Decreto Ley N° 19990
Los aportes que realice el trabajador van a un fondo común solidario e
intangible. El trabajador tiene la figura de asegurado al sistema, y debe de haber
aportado un mínimo de 20 años para así disponer del acceso a la pensión de
jubilación.
La edad mínima para jubilarse y solicitar la pensión bajo el Sistema Nacional de
Pensiones es de 65 años. Sin embargo, existe una opción de acceder a
una pensión de jubilación adelantada; en el caso de las mujeres, es a partir de los
50 años; y en los hombres, desde los 55 años. Para poder jubilarse
anticipadamente, deben tener un mínimo de entre 25 años las mujeres y 30 años
los hombres de aportes.
EL Sistema cubre, además, la posibilidad de poder acceder a pensiones por
invalidez, viudez, orfandad y ascendencia, y capital de defunción, siendo el monto
máximo de pensión de jubilación es de S/. 857.36; el mínimo, de S/. 415.

B. Decreto Ley No. 20530


otorga las siguientes pensiones:
• Cesantía
• Invalidez
• Viudez
• Orfandad
• ascendencia.

C. Sistema privado de pensiones


Es un régimen que busca que sus aportantes puedan financiar su futura jubilación,
a través de un fondo de pensiones personal. Se creó como alternativa al Sistema
Nacional de Pensiones (SNP).
¿Quién supervisa las inversiones de las AFP?
Los fondos de pensiones no son patrimonio de las AFP, ya que están a nombre de sus
afiliados; por eso la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) controla
diariamente las inversiones que se hacen en los instrumentos financieros autorizados
(acciones, bonos, etc).

D. Caja de pensiones militar-policial


Esta institución administra, por ley, los fondos destinados al régimen previsional del
personal de las Fuerzas Armadas (FF. AA.) y la Policía Nacional del Perú (PNP).

E. Pensión 65
El Programa Nacional de Asistencia Solidaria, Pensión 65, se creó el 19 de octubre
del 2011 mediante Decreto Supremo N° 081-2011-PCM, con la finalidad de otorgar
protección a los adultos a partir de los 65 años de edad que carezcan de las
condiciones básicas para su subsistencia.

5.- PREVIA INVESTIGACIÓN COMENTE SOBRE LOS PARTIDOS POOS;


GOBERNABILIDAD Y DESCENTRALIZACIÓN.
(4 puntos)
La descentralización ha sido por muchos años uno de los temas de moda en el mundo de
las políticas públicas. La perspectiva del presente nos permite hacer ahora un balance
prudente de las políticas públicas inspiradas en esta idea. Como muestran los estudios de
caso de esta publicación, la descentralización no puede ser entendida como un axioma ya
que su efectividad y su contribución a la gobernabilidad democrática deben ser analizadas
caso por caso. A partir de los años 80, varios Estados de las Américas encararon proyectos
de descentralización transfiriendo funciones y responsabilidades a los gobiernos locales.
Estas iniciativas prometían mejorar la capacidad de respuesta y la responsabilidad política
(accountability) del Estado. Sin embargo cabe preguntarse si la promesa de la
descentralización se ha cumplido. Los estudios de caso que conforman esta publicación
expresan con claridad que las políticas de descentralización ven reducida drásticamente
su efectividad si no consideran el contexto de cada caso particular. Los obstáculos que se
destacan a partir de la comparación de los casos particulares son las importantes
asimetrías entre los gobiernos locales en cuanto a su capacidad de generar ingresos, de
estimular la productividad y de administrar nuevas funciones. El ejercicio de política
comparada que propone esta publicación nos muestra claramente que la contribución de
las políticas de descentralización al fortalecimiento de la democracia, es decir a la
expansión de la ciudadanía en sus aspectos políticos, civiles y sociales es variable y que
depende de una adecuada evaluación de cada contexto. Presentamos a continuación
algunos estudios con el objetivo de contribuir al análisis de las políticas de
descentralización; provocar un debate sobre las deficiencias en los actuales procesos, y
ofrecer herramientas de políticas comparada útiles para hacer frente a la problemática de
un continente con importantes y urgentes déficits de ciudadanía en sus esferas política,
civil y social.
El retorno a la democracia a inicios de este siglo abrió las puertas para que se expresaran
diversas opciones y demandas de reforma, tanto en lo político como en lo administrativo,
lo económico y lo social. Esas reformas fueron la promesa de la transición democrática,
encarnadas en la elección de Alejandro Toledo en el año 2001. Lamentablemente, cinco
años después constatamos la frustración de esa promesa y de las expectativas que ella
generó. Vivimos hoy, en efecto, el bloqueo y el retroceso de todas las reformas
emprendidas, con una sola excepción: el proceso de descentralización que se inició en
2001. Al ser la única reforma en marcha se convierte en la referencia obligada para
cualquier nueva propuesta de reforma integral del Estado. El objetivo de la
descentralización es acabar con el centralismo, que ha generado profundos desequilibrios
entre Lima y las regiones, y ha afectado la calidad y las condiciones de vida de todos los
peruanos. La concentración del poder político y económico en la capital y en algunas pocas
ciudades es un efecto de este grave problema estructural que define al Estado, la
economía y a la sociedad en su conjunto. La descentralización es, por tanto, un proyecto
de gran envergadura, que debe poner en cuestión el que ha sido el eje ordenador de la
distribución del poder y la riqueza en el Perú. Por esta misma razón es un proceso complejo
y conflictivo que se proyecta necesariamente en el mediano y largo plazo.
El proceso descentralista peruano se construye sobre la base de cuatro premisas
fundamentales:
• La subsidiariedad establece que deben transferirse a los gobiernos subnacionales
(regionales y locales) aquellas competencias y recursos que estén en condiciones de
ejecutar mejor que el gobierno nacional.
• La gradualidad quiere decir que la transferencia de competencias y recursos a los
gobiernos regionales y locales debe hacerse por etapas, de forma progresiva y ordenada.
• La permanencia quiere decir que el proceso es abierto y no tiene fecha de cierre, pues
supone un esfuerzo constante por descentralizar competencias y recursos; además es
obligatorio para todos los organismos del Estado.
• La integralidad quiere decir que se trata de una política de Estado que obliga al íntegro
del sector público; no es una iniciativa particular frente a la que cada sector puede negociar
su participación. Es difícil estar en contra de estos criterios generales, ya que es evidente
la necesidad de fortalecer los espacios subnacionales, de impedir el alto riesgo de una
transferencia precipitada de todas las funciones del gobierno central a las instancias
regionales y locales, de evitar poner un plazo de culminación a un proceso que por
necesidad es complejo y sujeto a permanentes redefiniciones, y de establecer que los
diversos sectores no pueden negociar o condicionar su participación en el proceso. Sin
embargo, en muchos casos, estos preceptos no se han cumplido o han sido utilizados para
frenar el proceso. En relación con la subsidiariedad, no existen criterios precisos sobre cuál
sería una adecuada asignación de competencias y de recursos a las regiones y las
municipalidades, por lo que no hay claridad de hacia dónde avanzar. En este contexto,
buena parte de la clase política y de los funcionarios buscan limitar el proceso a una mera
desconcentración de las funciones públicas. Para varios, la necesaria gradualidad de un
proceso como éste se ha convertido en un pretexto para no avanzar. No se ha adelantado
mucho en la transferencia de las competencias para diseñar e implementar políticas
regionales y no se ha avanzado nada en la transferencia de competencias a las
municipalidades. Aunque algo se ha adelantado en la descentralización del Presupuesto
General de la República, la mayor parte de las inversiones públicas que se hacen en las
regiones y las localidades sigue en manos del gobierno central y la descentralización fiscal
como tal no ha comenzado, pues está legal- Cuadernos Descentralistas 18 10 mente
condicionada a que se inicie la integración de las regiones. El carácter permanente del
proceso ha resultado en argumento para encubrir la carencia de objetivos y metas a ser
logradas en plazos definidos. Los tiempos establecidos en la Ley de Bases de la
Descentralización –como "hoja de ruta" del proceso– han quedado desfasados y han sido
sometidos a sucesivas modificaciones. La elaboración del Plan Quinquenal de
Transferencias 2005-2009 se ha reducido a una formalidad administrativa que no expresa
consensos significativos sobre hacia dónde y cómo avanzar. De esta manera se ha
desperdiciado la oportunidad de realizar un verdadero ejercicio concertado y participativo
de planeamiento estratégico en este terreno. La integralidad del proceso como política de
Estado ha sido cuestionada desde muchos sectores de la administración pública, por
funcionarios que buscan mantener sus actuales capacidades de decisión y de gestión de
recursos. Como resultado, se tienen avances desiguales de sector en sector y, en algunos
casos, una parálisis total del proceso descentralista que expresa ya no sólo dificultades
técnicas o complejidades procesales, sino también una clara falta de voluntad de avanzar
en este camino.

b. Una estrategia unilateral e insuficiente El proceso descentralista se ha concentrado en


las dimensiones política y administrativa. Se trata de aspectos particularmente importantes,
pues es en la transferencia de poder político que radica la posibilidad de transformar el
centralismo que ha caracterizado nuestra sociedad, economía, Estado y partidos. Sin
embargo, se ha carecido de una estrategia y de una política integral que vincule estas
dimensiones muy importantes del proceso con la económica, es decir, con aquélla
articulada a la inversión, la producción y el desarrollo en las regiones y las localidades.
Este vacío en la estrategia descentralista se contradice con un marco normativo que señala
que el objetivo de la descentralización es promover el desarrollo integral en democracia.
Se contradice también con el discurso del Consejo Nacional de Descentralización (CND),
que afirma que la descentralización tiene que convertirse en una estrategia que modifique
la forma de ocupación del territorio y que promueva el desarrollo económico equilibrado de
sus regiones, provincias y distritos, reemplazando los enfoques sectoriales por estrategias
multisectoriales en torno a una visión territorial. En este campo, muy poco o nada se ha
hecho para diseñar e implementar políticas orientadas a impulsar las potencialidades
productivas de las regiones a fin de hacer del desarrollo económico descentralizado un
componente que avance conjuntamente con la reforma política. De manera más amplia,
observamos que la descentralización avanza sin que se ponga en la agenda la necesidad
de producir cambios en la conducción de la economía nacional. Si bien ésta puede ofrecer
importantes éxitos macroeconómicos, se ha mostrado incapaz de superar problemas
centrales relativos al empleo, la productividad, la competitividad y la ampliación de los
mercados, entre otras dimensiones estratégicas para el desarrollo económico de la gran
mayoría de regiones del país. Todo ello en un marco estructural de continuidad de la
pobreza y de exclusión de la mayor parte de la población nacional del acceso a derechos
fundamentales. Si a ello agregamos las evidentes dificultades del sistema de partidos para
renovarse y abrirse a la democratización, la participación y el control ciudadano, nos
encontramos con un desafío sumamente complejo que no es enfrentado por quienes
conducen la reforma.
LA DESCENTRALIZACIÓN EN EL PERÚ la integral del Estado. Una clara manifestación
de esta situación es que el mismo Congreso de la República que aprobó el marco
normativo básico de la descentralización no logró aprobar la nueva Ley Orgánica del Poder
Ejecutivo. El diseño del Estado peruano de hoy es resultado de los drásticos cambios que
se hicieron durante el ajuste estructural de inicios de los noventa al Estado que heredamos
de las reformas militares de los setenta. En este nuevo diseño, que es funcional al modelo
neoliberal, el Estado perdió casi todas sus capacidades empresariales y de regulación
directa de los mercados. Se privatizaron las empresas públicas, se dieron en concesión las
nuevas grandes inversiones extractivas o de infraestructura y se crearon organismos
especializados y autónomos para la supervisión de las actividades de las empresas que
asumieron el control de servicios públicos en calidad de monopolios naturales. Asimismo,
se crearon islas de eficiencia en instituciones claves para el funcionamiento del modelo
económico. Este nuevo diseño se caracterizó también por la concentración extrema del
poder (Congreso con una sola cámara, distrito electoral único, intervención directa del
Poder Ejecutivo sobre el Judicial y el Ministerio Público, control de las Fuerzas Armadas
por el Servicio de Inteligencia, entre otros aspectos), así como por la ampliación a todo el
territorio nacional de un sistema clientelista de relación y control de la sociedad. Con el
derrumbe del proyecto autoritario se abrió espacio para la reforma descentralista. En estos
cuatro años, pese a todas las dificultades, se han dado pasos sumamente significativos: la
elección de los presidentes y gobiernos regionales es en sí mismo un hecho de
trascendencia para modificar la lógica de distribución del poder político. Junto con ello es
necesario reconocer los avances en términos de información y transparencia, de
participación y concertación en la gestión pública, así como de capacidad de seguimiento
y control de los gobiernos regionales y locales. Sería una ingenuidad y un grave error negar
las limitaciones, vacíos y deficiencias que tienen estas dinámicas de cambio, así como
ignorar que las ventanas que se abrieron para la descentralización con la transición pueden
cerrarse, cuestionando y amenazando su viabilidad. No obstante es importante recordar
que estamos debatiendo sobre la descentralización sobre la base de un proceso en
marcha, lo que no ocurre en los debates sobre la reforma judicial, policial u otras. Ahora
bien, reconociendo los avances, es también claro que llevar adelante la descentralización
del Estado manteniendo intacta su estructura general, es un camino que muestra cada vez
más limitaciones para revertir las tendencias que bloquean la reforma. Los pocos avances
tenidos en el proceso de transferencia de competencias y recursos, la continuidad de una
cultura burocrática en las administraciones regionales y locales, la exclusión de la
ciudadanía y sus organizaciones de la gestión regional y local, así como los problemas de
corrupción existentes, nos muestran la importancia de construir una visión de la
descentralización en el marco de una reforma estructural del Estado. d. Una
descentralización con serios problemas de conducción institucional El Consejo Nacional
de Descentralización –por problemas de diseño y de conducción– ha mostrado que no está
a la altura de los requerimientos de una tarea tan compleja como conducir la
descentralización. En el Consejo Directivo del CND, las regiones y municipalidades son
minoría frente a los representantes del Poder Ejecutivo, pero estos últimos normalmente
no han tenido rango suficiente para tomar decisiones sustantivas con los representantes
regionales y locales. Hay siempre, pues, una mayoría del Ejecutivo y, pese a ello, en
muchos casos no hay capacidad para definiciones. Como resultado, los representantes
regionales y locales ante el CND han sentido que ese no es un espacio en el que se puedan
negociar y tomar decisiones importantes. Cuadernos Descentralistas 18 12 Además, el
presidente del CND no ha podido ejercer su rango ministerial; en general ha tenido poco
peso en el Gabinete y frente a los ministros de los diferentes sectores. Para complicar las
cosas, en el CND ha habido un equipo técnico bastante heterogéneo en sus calidades
técnicas y con discrepancias importantes respecto de temas sustantivos del proceso, lo
que ha llevado en muchos casos a complejas negociaciones internas que han demorado
decisiones importantes. Dos carencias graves del proceso han sido la ausencia de una
estrategia de comunicaciones que permitiese al CND posicionar la descentralización en la
agenda nacional y la falta de implementación de un Plan Nacional de Asistencia y
Capacitación que apuntalase las capacidades técnicas regionales y locales. Por su parte,
los representantes de los presidentes regionales y de los alcaldes en el CND han carecido
de los mecanismos y recursos adecuados para representar realmente a sus representados,
en el sentido de consultarles e informarles sus puntos de vista y sus decisiones.
Particularmente dramático es el caso de los alcaldes distritales quienes, por su número,
ubicación y escasez de recursos, enfrentan tremendos problemas para reunirse entre ellos
y con sus representados. Los delegados municipales no se han renovado desde que fueron
elegidos a inicios del proceso. Los regionales han rotado a partir de un acuerdo político
entre el Partido Aprista y el resto de las fuerzas. Lamentablemente, varios presidentes
elegidos para representar a las regiones en el CND terminaron procesados por problemas
de corrupción. Finalmente, el presidente del CND y su equipo técnico no han tenido la
capacidad de concertar una estrategia descentralista coherente y consistente con una
significativa mayoría de actores institucionales, sociales y políticos. Como consecuencia
de ello han tenido que desarrollar una estrategia de negociación permanente, a veces
estéril, con todos los actores respecto de todos los temas. 2. La participación ciudadana
en la gestión local y regional a. Consejos de Coordinación Regional y Consejos de
Coordinación Local Un rasgo central de la reforma descentralista es la inclusión de diversos
mecanismos de participación ciudadana, vigilancia y rendición de cuentas en el diseño de
los gobiernos subnacionales. A partir de la modificación constitucional y de la Ley de Bases
de la Descentralización, la legislación regional y municipal definió a los Consejos de
Coordinación Regional (CCR) y a los Consejos de Coordinación Local (CCL) como los
espacios fundamentales de participación ciudadana para la consulta, coordinación y
concertación de los planes de desarrollo de mediano plazo y de los presupuestos anuales
de inversión. La sociedad civil participa en una proporción limitada a 40% en relación con
las autoridades electas. A pesar de las fuertes resistencias de la clase política, la
concertación y la participación en la elaboración de planes y presupuestos han logrado
afirmarse, lo cual restringe la discrecionalidad de los alcaldes y presidentes regionales. En
efecto, tan complejo fue el debate parlamentario al respecto, que tanto la Ley Orgánica de
Gobiernos Regionales como la Ley Orgánica de Municipalidades (LOM) fueron
originalmente aprobadas sin definir con claridad el derecho de participación, por lo que
debieron ser posteriormente revisadas para incorporar estos espacios que habían sido
previstos en la Constitución. La ardua negociación para lograr que el Congreso aprobara
la creación de estos mecanismos explica, por lo menos parcialmente, los problemas de
diseño que limitan su buen funcionamiento. Así, por ejemplo, el requisito de personería
jurídica para participar, excluye a muchas organizaciones de LA DESCENTRALIZACIÓN
EN EL PERÚ. En el año 2003, en el total de CCR, las organizaciones sociales de base
llegaron apenas al 8,5% de representantes, por debajo incluso de las organizaciones no
gubernamentales (ONG) que alcanzaron el 14,4%. Ver Defensoría del Pueblo: Estado de
los procesos de constitución de los Consejos de Coordinación Regional a nivel nacional,
Lima, agosto de 2003. En el primer caso, tal como lo identifica certeramente Romeo
Grompone, por defecto y por exceso. Por defecto, por su dificultad para pasar de
reivindicaciones gremiales sectoriales a propuestas de desarrollo; por exceso, porque la
agenda central no pasa por los CCR ni por los CCL. Las elites empresariales más
significativas se relacionan directamente con las autoridades y con el gobierno nacional.
Ver Grompone, Romeo: Notas sobre descentralización, relaciones entre Estado y sociedad
y participación ciudadana, Instituto de Estudios Peruanos, sin fecha.
Grupo Propuesta Ciudadana: Nota de Información y Análisis Nº 50, setiembre de 2005.
Base; establecer únicamente dos reuniones anuales, impide la consolidación de un
proceso cuya naturaleza es compleja; la ausencia de garantías dificulta que los acuerdos
sean respetados por las autoridades; la falta de recursos básicos –oficina y pasajes– resta
viabilidad y sostenibilidad al esfuerzo participativo; finalmente, los "representantes" de la
sociedad civil no tienen un mandato claro ni mecanismos de control y rendición de cuentas.
En la sociedad civil también se observan limitaciones, que dificultan aún más la situación:
i) ausencia de visiones compartidas sobre el desarrollo local o regional;
ii) baja calidad técnica de las propuestas y proyectos presentados;
iii) virtual exclusión de los sectores más vulnerables y con menor capacidad de presión
(indígenas, pobres rurales y mujeres);
iv) poca representatividad de los dirigentes;
v) debilidad de las organizaciones sociales y ausencia de algunas particularmente
significativas, como los Frentes de Defensa y las elites empresariales
Las autoridades regionales y locales no tienen voluntad política para impulsar estos
procesos, lo que se expresa en la creación de varios CCR y CCL sólo para cumplir con la
formalidad. Muchas de estas instancias son convocadas únicamente para su instalación y
para formalizar acuerdos tomados en el proceso de presupuesto participativo con los
agentes participantes. En numerosos casos, se busca coparlos con representantes
cercanos a la autoridad. La falta de voluntad queda graficada en la demora de las
autoridades para convocar a los procesos de renovación de la representación de la
sociedad civil en los CCR. De acuerdo a las normas, ésta debió hacerse en los primeros
60 días del año 2005, sin embargo, en el mes de setiembre seguían pendientes nueve
regiones.4 En estos dos años de funcionamiento, el desempeño de los CCR ha sido en
general pobre: en 2003, la mayor parte sesionó una vez en el año, mientras que en 2004
la mitad lo hizo con el mínimo que establece la ley, es decir, en dos ocasiones. b. El
presupuesto participativo A las limitaciones reseñadas se añade el paralelismo que supone
el mecanismo del presupuesto participativo, que crea la figura de los agentes participantes.
Esto debilita a los CCR y CCL, pues traslada el proceso participativo a un espacio externo
a los Consejos como tales. Al mismo tiempo, sin embargo, la experiencia de los
presupuestos participativos es la que introduce los procedimientos más abiertos para la
presencia de la sociedad en la toma de decisiones en el contexto de la descentralización,
al no exigir la formalización de las organizaciones que acreditan representantes. Asimismo,
porque existe un proceso relativamente fluido de información, capacitación, diagnóstico,
definición de prioridades, identificación y análisis técnico de las
propuestas.

BIBLIOGRAFÍA:
• https://www.youtube.com/watch?v=JApWatKy5Vo
• https://www.profuturo.com.pe/preguntas-frecuentes/faq/faq-sistema-
privado-de-pensiones
• https://busquedas.elperuano.pe/normaslegales/decreto-supremo-que-
dispone-el-reajuste-de-pensiones-del-reg-decreto-supremo-n-006-2020-
ef-1850691-6/
• https://feelingperu.com/pension-65/
• https://comunidades.cepal.org/ilpes/es/grupos/discusion/participacion-
ciudadana-en-la-gestion-publica

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