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El documento presenta la definición de argumentación en la antigüedad según tres autores. Se define la argumentación como un proceso retórico y discursivo que busca apoyar una conclusión con razones de manera intencional y convencional. La argumentación jurídica se define como el proceso de convencer mediante el razonamiento y las pruebas para resolver disputas y problemas de manera negociada en lugar de judicializar todo.
El documento presenta la definición de argumentación en la antigüedad según tres autores. Se define la argumentación como un proceso retórico y discursivo que busca apoyar una conclusión con razones de manera intencional y convencional. La argumentación jurídica se define como el proceso de convencer mediante el razonamiento y las pruebas para resolver disputas y problemas de manera negociada en lugar de judicializar todo.
El documento presenta la definición de argumentación en la antigüedad según tres autores. Se define la argumentación como un proceso retórico y discursivo que busca apoyar una conclusión con razones de manera intencional y convencional. La argumentación jurídica se define como el proceso de convencer mediante el razonamiento y las pruebas para resolver disputas y problemas de manera negociada en lugar de judicializar todo.
ENIT YISELA MUÑOZ VASQUEZ 2014124061 1 Desde la antigüedad, la argumentación ha sido objeto de interés en todas las áreas donde se practica el arte de hablar y de escribir de manera persuasiva. En la actualidad, el estudio de la argumentación ha recobrado vigencia debido a la gran influencia que los medios de comunicación tienen sobre la sociedad. Esta influencia se manifiesta en el planteamiento de estrategias argumentativas para convencer al público acerca de ciertos valores e ideas. Ejemplo de esto son los discursos argumentativos relacionados con la publicidad o el pensamiento político. Así pues, la principal motivación del estudio de la argumentación (por parte de los argumentadores) consiste en establecer si el razonamiento planteado es verosímil, es decir, si quien es objeto de la argumentación estará dispuesto a aceptarla. Un argumento no es solamente la afirmación de algunas opiniones, ni tampoco simplemente es una disputa. Son intentos de apoyar opiniones con razones. De este modo son esenciales. Lo es así porque es una forma de tratar de documentarse acerca de qué opiniones son mejores que las demás, ya que no todos los puntos de vista son iguales para las personas. Algunas conclusiones pueden apoyarse en buenos razonamientos, mientras que otras tienen un sustento más débil, pero frecuentemente se desconoce cuál es cuál. Por ello, se tienen que dar argumentos en favor de las conclusiones, para luego valorarlos y considerar cuán fuertes y verdaderos son. Por lo tanto, argumentar es importante por otro motivo, ya que una vez que se ha llegado a una conclusión apoyada en razones se explica y se la defiende mediante argumentos.
2. Defina la argumentación de acuerdo con lo expuesto por 03 autores
en la materia. Perelman y Tyteca (1989) muestran que la argumentación es retórica8, así como Eemeren y Grootendorst (1984) señalan que la argumentación es un conjunto de actos del discurso9. Nosotros, entendemos que ambas afirmaciones tienen la misma base. La argumentación se construye sobre una base retórica10: los caracteres y estados del orador (ethos) y su auditorio (pathos), estableciendo entre ellos una interacción pragmática. Pero, la argumentación es sobre todo retórica porque en el centro se sitúa el ser humano con su pensamiento, sus sentimientos y sus acciones. Y, por ejemplo, aunque es difícil separar estos tres elementos (pensamiento, sentimiento y acción) en el uso de la lengua, una de las cartas (The need for better understanding) del texto correspondiente a la página de Internet mencionada anteriormente (Defeat Depression): “LA NECESIDAD DE UNA MEJOR COMPRENSIÓN La depresión es una de las formas más comunes de enfermedad y se ha convertido en uno de los trastornos más fáciles de tratar. Muchas personas pueden encontrar un alivio adecuado en un entorno de atención primaria. Es lamentable que con demasiada frecuencia este trastorno pase desapercibido y, a menudo, los
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pacientes no pueden comunicar claramente su angustia a sus médicos. Doy la bienvenida a este sitio web que estoy seguro ayudará a lograr una mayor comprensión de estos trastornos, y con una mejor comunicación entre el paciente y el médico, se puede erradicar mucha angustia innecesaria”. Moeschler (1985: 56-9) señala tres condiciones necesarias a la noción de «acto de argumentación»: 1. El carácter intencional, presentando intencionalmente un argumento relacionado a una conclusión, y de lo cual deriva un valor argumentativo. 2. El carácter convencional, asociado a las marcas argumentativas: marcas axiológicas (de orientación positiva o negativa), operadores argumentativos (dentro de la misma oración), conectores argumentativos (entre oraciones), y responsables de la actividad argumentativa. 3. El aspecto institucional, imponiendo un conjunto de normas en el cuadro de la interacción, y obligando al interlocutor a sacar un determinado tipo de conclusión. Pero, además, la argumentación es un proceso que implica: una interacción discursiva entre interlocutores, y la utilización y producción de un texto lingüístico. Este proceso podría ser definido como social, cognitivo y lingüístico. Anscombre y Ducrot (1988)13, haciendo intervenir a la enunciación como base de la argumentación, y teniendo en cuenta más su base lingüística, conciben a la argumentación como un enunciado E1 (o un conjunto de enunciados) destinado a hacer admitir otro enunciado E2 (o un conjunto de enunciados). Y para que esto pueda suceder no basta con que E1 dé razones para E2, sino que la estructura lingüística de E1 debe de satisfacer ciertas condiciones para que pueda constituirse, en un discurso, un argumento para E2. La lengua presenta unas exigencias para esta relación, ya que, según sus investigaciones, algunos enunciados E1, aún proporcionando las mejores razones del mundo para hacer admitir otros enunciados E2, son sin embargo incapaces, en un discurso, de servir de argumentos a favor de E2. Pero, es un rasgo constitutivo de muchos enunciados orientar al interlocutor hacia un cierto tipo de conclusión (por el hecho de que se excluye otro tipo de conclusión). Consideran que los posibles encadenamientos argumentativos en un discurso están ligados a la estructura lingüística de los enunciados y no únicamente a las informaciones que ellos llevan. también diferencian entre acto de argumentar y valor argumentativo. En un discurso, a los enunciados que pueden autorizar una conclusión, se les reconoce un cierto valor argumentativo (orientado por la presencia o no de operadores y conectores argumentativos), pero el acto argumentativo es realizado a partir del valor argumentativo que es dirigido hacia la conclusión. En este proceso actúa el acto de orientación argumentativa, que consiste en dar, explícita o implícitamente, una orientación (intención) argumentativa a un enunciado. Aquí, entendemos que, si el acto de argumentar es tal acto porque conduce a una conclusión, esta conclusión no tiene necesariamente que ser impuesta, sino que puede orientar el discurso hacia un tipo de conclusión y hacia
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la exclusión de otras: Cuando nosotros hablamos de argumentación, nos referimos siempre a unos discursos que comportan, al menos, dos enunciados E_ y E_, donde uno es dado para autorizar, justificar o imponer al otro; el primero es el argumento, el segundo la conclusión. […] Puede, por otra parte, hacerse que el enunciado conclusión esté puramente implícito, pero que pueda ser, en este caso, reestablecido fácilmente (Anscombre y Ducrot, 1988: 163; traducción nuestra).
3. ¿Qué es la argumentación jurídica? Definida por autores.
Miguel Carbonell: El objetivo fundamental, meta o propósito de toda argumentación jurídica es convencer, porque un abogado que no sepa persuadir no será bueno en su profesión, consideró Miguel Carbonell, reconocido abogado y docente, durante su participación en la 32 Feria Nacional del Libro. Al concluir su conferencia “Retos para los abogados en el siglo XXI” recibió un reconocimiento por parte del Rector Alfonso Esparza Ortiz, quien le agradeció compartir sus conocimientos con la comunidad universitaria. En el auditorio de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, el experto señaló que actualmente se necesitan procesos judiciales que estén más enfocados en la ciencia y en el conocimiento empírico duro, lo que a su vez conlleva a pruebas periciales que no están basadas solo en un testigo, sino en la presencia de material genético, el resguardo de los hechos, la metodología del forense y el correcto levantamiento de los indicios, entre otros aspectos debidamente llevados a cabo. Ante cientos de estudiante del área jurídica, consideró que otro de los retos de los abogados es mantenerse actualizados porque “nunca dejarán de ser estudiantes y tienen que desarrollar un espíritu de autoaprendizaje y seguir preparándose para ser mejores”. “La gran tarea de un buen abogado no es pelear por todo, judicializar todo, sino que su gran desafío es resolver problemas, negociar las posibilidades”, dijo. Al citar cifras del INEGI, refirió que cada año se inician en nuestro país más de 710 mil procedimientos judiciales sobre materia familiar y la realidad es que muchos de estos se podrían arreglar, en parte, “si los abogados hiciéramos una tarea de mediación, de negociación, en lugar de pelearse por muchas cosas que evitan llegar a un acuerdo”. Otro de los retos que destacó está relacionado con el marketing jurídico. Ante un mercado laboral muy saturado, este concepto ayudará a que el futuro abogado se destaque ante el cliente, a que lo conozca y sepa que cuenta con una buena práctica profesional, “ningún cliente te va a contratar sino sabe que existes, por eso te debes hacer visible”. Finalmente mencionó que, como profesionistas, los abogados deben escribir bien y tomar en serio el uso correcto del lenguaje, así como mantenerse informados de todo lo que sucede a su alrededor, porque de lo contrario se corre el riesgo de fracasar.
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“Ustedes, los estudiantes y futuros profesionistas son el motor para lograr esta práctica permanente, esta disciplina que los acompañará por el resto de sus vidas y nosotros como maestros en el proceso de su formación universitaria les podemos acercar agua, pero nunca les podremos generar esa sed de triunfar, de pasión por aprender, de tener éxito profesional. Esa sed que tiene que estar dentro de cada uno”. Robert Alexy: En la teoría de la argumentación jurídica hemos creído encontrar claves suficientes como para poder hablar de una verdadera "Teoría" que explique el origen, validez y límites del hecho jurídico, desde una triple vertiente: analítica, normativa y descriptiva. Esta teoría pretende superar las carencias del positivismo jurídico a la hora de abordar los problemas de la sociedad actual, siendo su objeto a la elaboración de un procedimiento que asegure la racionalidad de la aplicación del derecho. Metodológicamente la argumentación jurídica puede concebirse como "el lenguaje del derecho resultante de la aplicación actual de reglas y principios a la solución de conflictos prácticos que la sociedad se plantea en el ámbito del derecho". El autor la concibe de sede una triple perspectiva: racional, práctico moral y jurídica. La argumentación jurídica puede ser considerada como un caso especial de la argumentación práctica general, subordinada a la ley, la dogmática y el precedente. Estructuralmente comprende tres niveles: el de los principios, el de las reglas y el del procedimiento; o, lo que es lo mismo, los dos primeros han de complementarse con un tercero: una argumentación jurídica propiamente dicha que, sobre la base de ambos niveles, asegure una decisión racionalmente fundamentada. El análisis de estos supuestos nos lleva a considerar como conclusión que "el discurso jurídico tiene tres momentos: ideal, racional y real, en los que se constituye y se fundamenta. Tesis esta no imputable el autor objeto de estudio, aunque sí compatible con su planteamiento. Creemos que constituye un paso más en la tarea de explicar la naturaleza última de la argumentación jurídica, pudiendo ser considerada como tesis provisional de una futura fundamentación.