Está en la página 1de 6

Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco

Escuela Profesional: Ing. Electrónica


Asignatura: R e d a c c i ó n de T e x t o s
Docente: José Condori Pauccara

LA REDACCIÓN

La redacción consiste en expresar por escrito los pensamientos previamente


concebidos y elaborados. Requiere exactitud, originalidad y orden en la expresión de
las ideas y léxico apropiado.
La redacción consiste en poner por escrito las ideas previamente ordenadas a
fin de desarrollar de una forma completa, clara y precisa un tema específico en un
determinado espacio. Para este proceso se combinan palabras, frases, oraciones y
párrafos con el fin de dar forma al pensamiento elaborado con antelación.
La necesidad de redactar, de expresar con claridad las ideas es imperiosa en
cualquier actividad de la vida moderna. Las personas que logren expresarse mejor, que
logren hacerse entender mejor tendrán a su alcance mayores posibilidades de
comunicarse y conseguir sus objetivos con mayor facilidad.
Es grande la importancia de la redacción porque, gracias a ella, es posible
continuar plasmando el pensamiento depurado de la humanidad, en base al cual ha
avanzado la civilización. El hombre a diario escribe, y seguirá escribiendo, los adelantos
de la ciencia, la técnica y el arte para preservar su existencia y la de los demás seres
de la naturaleza.
Indudablemente, cuando escribimos no lo hacemos de la misma manera como
cuando hablamos. En la comunicación oral, el lenguaje es ligero, descuidado. Al
expresarnos por escrito, lo hacemos con cierto cuidado, tratando, en lo posible, de
organizar las ideas. Esto, seguramente, porque lo escrito queda, no así el lenguaje oral,
que es espontáneo, momentáneo y fugaz, debido a que, como se dice, “a las palabras
se las lleva el viento”.
Expresarse por escrito no es tan sencillo como parece porque no es fácil plasmar
gráficamente la intencionalidad del mensaje y demás aspectos formales de la
comunicación: gestos, mímica, etc. Hay personas que no pueden escribir sus
pensamientos, y si lo hacen, es realmente incomprensible lo que escribe. En cambio,
hay quienes escriben con facilidad. A las personas que han tomado el escribir como
profesión se les llama escritores.
1.1 OBJETIVOS A LOGRAR EN EL ÁREA DE LA REDACCIÓN

Con el desarrollo del área de la REDACCIÓN se pretende que los alumnos sean
capaces de:

• Expresarse por escrito con naturalidad, sencillez y eficacia.


• Manifestar su pensamiento con claridad.
• Generar una creciente originalidad en sus manifestaciones escritas.
• Iniciarse, por la vía de la creación literaria espontánea, en el manejo estético
de la palabra.
• Lograr una ortografía aceptable en su cotidiana expresión escrita.

Estos objetivos, que pueden ser más o menos según las situaciones de
trabajo concreto, son de carácter general y pretenden expresar las metas deseables,
pero en términos de posibilidades concretas y reales; vale decir, lo que
efectivamente puede conseguir el estudiante a través de su trabajo escolar y las
subsecuentes actividades extraescolares.
Como se puede observar, el primer objetivo por ejemplo, pretende que el
alumno sea capaz de expresarse por escrito con naturalidad, sencillez y eficacia; lo
cual quiere decir que la intención es que el educando logre para el desarrollo de las
habilidades lingüísticas.
Este fundamento nos dice que para aprender a escribir hay que escribir,
como para expresarse oralmente hay que hablar, pues se aprende a hablar,
hablando; a leer, leyendo; a escribir, escribiendo; como para tocar maestría un
instrumento hay que entrenar intensamente. Este fundamento es el que debe
normar el trabajo del docente. En suma, entonces, no se trata, de ninguna manera,
de que el alumno aprenda o memorice información, se trata de que ejercite sus
capacidades lingüísticas.
Por la razón anotada, las metas señaladas a continuación deben lograrse en
cuanto se logre la primera. Así, resultaría, ridículo exigir a un alumno a que se
exprese con originalidad cuando apenas está logrando vencer su inhibición para
expresarse por escrito.
Además, estos objetivos cuyo carácter es general, deben ser especificados
para la programación de las subunidades y las sesiones de clase. Así, por ejemplo,
el objetivo general: expresarse por escrito con NATURALIDAD, SENCILLEZ Y
EFICACIA, puede ser especificado, según la sesión correspondiente, en objetivos
como:
• Redactar con naturalidad cartas informales
• Redactar con sencillez y eficacia comunicaciones formales como cartas,
oficios y solicitudes.
• Construir párrafos o textos narrativos o descriptivos con naturalidad y
espontaneidad, etc.

1.2 FACTORES DE UNA BUENA REDACCIÓN

La redacción adecuada puede conseguirse a través de una constante y cuidadosa


práctica, la misma que puede favorecerse por una serie de factores:
• Selección de material, es decir, algo significativo.
• El tema de la redacción debe expresarse con un lenguaje adecuado, original,
que se eleve sobre la vulgaridad y el común de las gentes.
• Si bien no se exige una elaboración literaria, porque tal exigencia
corresponde más bien al campo de la composición, la redacción debe
suponer un esfuerzo creativo personal en el que entre en juego la
imaginación creadora, el lenguaje y la exteriorización personal de los puntos
de vista, en forma tal que la redacción alcance rango de valor literario.
• Corrección y claridad: la redacción debe realizarse con un estilo claro, sin
tecnicismo ni afectaciones, con palabras adecuadas, construcción lógica y
concordancia.
• Especial cuidado en la ortografía: la redacción no exige el uso de licencias
poéticas, sino más bien, un correcto empleo de los signos de puntuación,
palabras adecuadas, apropiada acentuación, etc.

1.3 ERRORES FRECUENTES EN LA REDACCIÓN

La redacción es una actividad paciente que demanda una continua ejercitación,


en procura de eliminar los errores, que constituyen verdaderos inconvenientes
para alcanzar un producto superior que ya puede conectar a su autor con el
ejercicio de la composición literaria, la cual, si bien es de otra naturaleza,
requiere, como aquella, de una base previa: el buen empleo del lenguaje.
Se consignan y explican algunos frecuentes errores que nos parecen pertinentes
exponer, adaptándolos lógicamente a los propósitos de nuestro trabajo como
son:
• Desorden y aglutinación de ideas. Escribir no es amontonar ideas, así
como construir no es amontonar ladrillo y cemento. El desorden se debe a
que el autor no tiene conciencia clara del tema y de la forma de desarrollarlo.
Para vencer este error se sugiere separar las ideas principales y desechar
todo aquello que no tenga relación con el asunto central.
• Oscuridad. Escribir bien no significa emplear un estilo ininteligible. La
mayoría de los grandes escritores emplean un lenguaje claro, sencillo,
diáfano; porque, además de literatos, son maestros en el empleo del
lenguaje. Frecuentemente la oscuridad –salvo cuando obedece
premeditadamente a un estilo especialísimo- es signo de inseguridad. En
otras palabras, así como para hablar se necesita claridad pues de lo contrario
nadie nos entendería, así también hay que escribir en forma clara.
• La monotonía. Produce cansancio, pesadez, aburrimiento, debido a la falta
de variedad de recursos expresivos. Ejemplo: “la casa bonita y cómoda. Los
dueños son gente humilde y tranquila. Los habitantes son pacíficos y
abnegados”; es decir, todos los enunciados siguen la misma estructura:
sujeto, verbo “ser” en presente y atributo. El estilo tiene que ser ágil,
dinámico, variado.
• La mala concordancia. Es consecuencia de no advertir las relaciones
principales que deben existir entre los elementos de una oración o serie
sintáctico. Se desconoce, por ejemplo, que todo sujeto debe conectarse con
un verbo y, a través de éste, con una variedad de elementos; por eso resulta
frecuente que los alumnos construyan oraciones con sujeto frondosos pero
carente de verbo, en tanto que otros alumnos construyen frases larguísimas
que no se sabe dónde termina para poner punto. Entonces, mientras más
extienden las oraciones, más incongruencias cometen, especialmente en el
uso de los pronombres relativos: “que, cual, quien, cuyo”. Ejemplo: “la lectura
de los cuentos del que nos habló el profesor está terminado”
• Repeticiones y ripios. La repetición consiste en usar el mismo elemento
más veces de las necesarias; pero aquí no hay regla fija, porque de acuerdo
a la naturaleza del tema, un elemento puede emplearse varias veces; por
eso el error se presenta cuando, por ejemplo, si una palabra debe emplearse
unas tres veces, se la usa cinco o más. Con todo, hay palabras que sí pueden
repetirse: adjetivos, sustantivos, verbos, etc.
Los ripios, en cambio, son las mismas repeticiones o el empleo de frases
equivalente que en nada contribuyen a la claridad, por ser sobrantes y
excesivas. Esto quiere decir que si un pensamiento ha sido expresado con
claridad, ya no debe seguirse empleando otras palabras sobre el mismo; no
obstante, especialmente por motivos pedagógicos, puede alentarse el
desarrollo explicativo de ciertas frases.
• El palabreo. Muchas personas creen que escribir (o hablar) consiste en
palabrera; no comprenden que el verdadero valor de las palabras no está en
ellas mismas sino en su conexión con alguna idea o significado; por eso,
cuando las palabras no se relacionan con significados o éstos son pobres o
errados, no hay nada valioso.

1.4 CUALIDADES DE LA COMUNICACIÓN ESCRITA

Toda comunicación escrita debe reunir algunas cualidades primordiales:


• CLARIDAD. Una comunicación clara es aquella que no da lugar a dudas
respecto al mensaje. Claridad significa pensamiento limpio, transparente,
nítido. Esto se logra empleando las palabras con propiedad y siguiendo el
orden lógico de las ideas al escribir.
• CONCISIÓN. Una comunicación concisa es aquella que emplea el menor
número de palabras para expresar los conceptos. Las ideas fluirán libre de
adornos innecesarias. Aquí no hay lugar para lo superfluo y el palabreo.
• SENCILLEZ. Una comunicación sencilla es la que carece de afectación y de
rebuscamiento. Es una comunicación llana, donde se utiliza palabras y frases
de fácil comprensión y se rehúye de lo artificioso, lo rebuscado y entreverado.
• ORIGINALIDAD. Hay originalidad cuando se busca nuevas formas de decir
las cosas, sin imitar a nadie; pues, cada persona tiene un estilo inconfundible,
y no siente ni piensa igual que otras.

1.5 NIVELES EN LA PRÁCTICA DE LA REDACCIÓN


La redacción no es de un mismo grado de ejercitación; al contrario, existen
diferentes niveles que varían de complejidad y dificultad. La escuela ha fracasado
en esta tarea porque siempre ha propuesto a sus alumnos un nivel superior, muy
elaborado, de rango literario, muy distante de las posibilidades de la generalidad de
educandos. Por eso no es raro -y sí bastante frecuente- encontrarnos con personas
cultivadas y profesionales respetables que no saben escribir ni siquiera su propia
correspondencia. Inclusive los propios profesores de lenguaje –por no hacer de la
estructura una práctica usual- no pueden enseñar el desarrollo escrito del lenguaje
con resultados positivos. Debe tenerse en cuenta, pues, que así como en el
lenguaje oral hay una serie de niveles (coloquial, culto, técnico), igual ocurre en la
forma escrita.

• Redacción informal. Es equivalente al lenguaje coloquial. Está constituida


por cartas, notas, mensajes, cuya práctica debe intensificarse en todo
momento y en todos los niveles educativos. Su contenido debe referirse a
situaciones, hechos, circunstancias y problemas vitales, inmediatos,
reiterados. En el aspecto formal, no deben someterse a normas
convencionales, pero no debe descuidarse la claridad y propiedad en la
expresión.

• Redacción convencional. Se refiere a la redacción de la correspondencia


particular, oficial y comercial: determinado tipo de cartas, esquelas, oficios,
solicitudes, certificados, informes, recibos, facturas, etc., cuya estructura y
redacción se somete a normas de cierta uniformidad e incluso de moldes
rígidos, debido a su valor social y convencional.

• Redacción culta. Requiere la aplicación de un procesamiento riguroso,


ordenado y lógico en la exposición de las ideas; el vocabulario debe ser
variado y utilizado racionalmente. Se requiere también ciertas habilidades
reflexivas y analíticas, pero no necesariamente con la pretensión del lenguaje
literario. Es recomendable también que este tipo de redacción se cultive
como consecuencia del debate de un asunto estimulador, puesto que,
precisamente como consecuencia del debate, los alumnos deben haber
adquirido suficientes elementos de juicio y opiniones personales en torno al
tema de redacción.
Se recomienda practicar esta forma de redacción a partir de secundaria y
acentuarla en los estudios universitarios.
En realidad, la redacción culta debiera ser la preocupación permanente de
todo profesor de lenguaje y la meta de todo proceso educativo. Debe
procurarse una redacción clara y elegante, sin vulgarismo y sin pretensiones
obsesivamente literarias que podrá llegar a su debido tiempo. También se
sugiere analizar en aula dos o tres trabajos, señalándose aciertos y errores,
así como la forma de superar las deficiencias.

• Redacción literaria. Corresponde más a los estudiantes superiores y


profesionales, aunque puede practicarse desde la secundaria,
relacionándola con el lenguaje especializado de cada asignatura, ciencia o
especialidad, y con el rigor intelectual derivado del uso de principios, leyes o
definiciones de cada campo específico del saber humano. Este tipo de
redacción contribuye a la divulgación del conocimiento científico y al logro de
una actitud más coherente en el estudiante.
Agregamos a todo esto que la redacción técnica (o científica), no es en
realidad sino una modalidad especial del lenguaje culto. En cuanto a los
ejercicios adecuados, se podría indicar a los alumnos que cambien a sus
propias palabras el texto especializado de un asunto o tema que ha leído o
estudiado.

También podría gustarte