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JOSÉ LUIS MARTÍNEZ BOIX

DEMOCRACIAS Y DICTADURAS EN ESPAÑA


CUARTO DE GRADO

DEMOCRACIAS Y DICTADURAS EN LA ESPAÑA DEL S.XX

TEMA 1: LA ESPAÑA DEL SIGLO XX. EL CONCEPTO DE LA HISTORIA RECIENTE

LECCIÓN 1
Cronología conceptual. Tiempo como experiencia, con una faceta social y cultural (¿Cómo
lo sentimos?, ¿cómo vivimos?). Concepto de Historia Reciente, fuera de las indicaciones del tiempo
natural, vamos a un tiempo social, un tiempo que explique porqué hay un tiempo en el que el
hombre se siente diferente de su pasado, dentro de una época pletórica de cambios, en un tiempo
que percibe como acelerado. Se empieza a hablar de contemporaneidad, categorizando el tiempo,
asumiéndolo desde el siglo XIX, enseñándose en las universidades una nueva historia que
comprende el tiempo contemporáneo. Seignobos dedicó su tesis al concepto de feudalismo, pero
acabó en la historia contemporánea, historia de las relaciones contemporáneas.
Esta conciencia de un nuevo tiempo afecta a la investigación, después de la II Guerra
Mundial y su impacto bélico supuso una novedad radical: el exterminio. El exterminio, a pesar de
tener ensayos en el mundo colonial nunca había sido aplicado dentro de las fronteras europeas. Este
exterminio masivo supuso un antes y un después, un antes y un después que los historiadores
analizan bajo el término o caracterización como Historia Reciente.

El término “contemporáneo” aparece en plena vorágine revolucionaria en Francia para


designar lo reciente, lo nuevo, no cronológica, sino cualitativamente, pues se hacía referencia a las
frades transformaciones resultado del fin del Antiguo Régimen. Esta noción era empleada por
quienes percibían y comenzaban a a ser conscientes del proceso de cambio frente a lo antiguo.
El término “contemporáneo” se fue generalizando con el interés de ciertos analistas por
captar el presente inmediato. De este modo, la expresión “historia contemporánea” comenzó
haciendo referencia a los hechos y los cambios recientes, sin alterar la clásica división de la historia
en tres edades, la antigüedad, la edad media y los tiempos modernos. La historiografía académica
rechazó, así, el tratamiento científico de la contemporaneidad por la falta de de perspectiva temporal
y por el consiguiente peligro de parcialidad en que los historiadores podían incurrir.
La expresión “historia contemporánea” tardó en aceptarse como idea de un período
cronológico diferenciado y o sólo como referencia a lo coetáneo de los tiempos modernos una
época determinada (la revolución liberal), y progresivamente, todo el siglo XIX, que se puede
contemplar desde una perspectiva lejana en el tiempo y desde una coyuntura histórica diferente.
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Los cambios políticos que se dan en la España del siglo XX se han de contextualizar con los
hechos que ocurren en la Europa y el mundo occidental de ese momento, se han de vincular las
fechas que nos encontramos en España con las que marcan los hechos europeos desde los diferentes
países. La periodización necesita una contextualización para poder ser legible.
Cuando el colectivo se ve sucedida por el acontecimiento y es capaz de distinguir que lo que
hay es diferente a lo que había nace lo contemporáneo, nace lo reciente como experiencia, que
intenta transmitir que los hombres sentían que estaban protagonizando algo que iba a cambiar sus
vidas. Existe un debate sobre el acontecimiento (¿es producto del azar?¿está movido por una serie
de causas estructurales?), pero aquí hablamos de un tema diferente, la experiencia del
acontecimiento.
Al historiador le debe interesar el por qué de los cambios, el por qué de la dictadura
española, no tanto comparando (tarea más propia del sociólogo), ni analizando el qué es una
dictadura (politología). A partir de esto, se generaliza el proceso para entender una época que va
cambiando, tratando de captar un presente inmediato que va avanzando.
Los tiempos contemporáneos se inician en el XVIII, con las dos corrientes de la Ilustración:
La vertiente americana y la vertiente francesa. Es un movimiento ya percibido por los autores del
momento. Fechar el inicio de un movimiento es un criterio muy difícil, ya que la caracterización de
una época suele ser un convencionalismo que depende del marco geográfico al que atendamos; del
mismo modo, es cuasi imposible decir un final exacto de la época contemporánea (1989).

Aun su plena aceptación, la historia contemporánea continúa planteado el problema de la


periodización en relación con sus límites cronológicos. Cuándo comienza y cuándo acaba un
determinado período no es meramente una cuestión de las fechas de los sucesos que se tomen como
referencia (dentro de una visión lineal y progresiva de la historia), sino de la construcción de
“categorías historiográficas” a partir de la delimitación de espacios temporales atendiendo a la
homogeneidad de los procesos históricos.
Uno de los principales y primeros contemporaneistas fue Juan José Carreras Arce, profesor
de la Universidad de Zaragoza con su Categorías historiográficas y periodización histórica. Una de
las principales categorías historiográficas que se construyó fue la de historia reciente o historia del
tiempo presente. Es una categoría que no incluye fechas, sino la homogeneidad de procesos
históricos.
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Un aspecto de interés relacionado con sta problemática es la cuestión relativa a la historia


del tiempo presente. Los incesantes cambios de orden económico, social, político, cultural y
tecnológico recientes han obligado a replantear a nivel conceptual y metodológico el objeto de
estudio de la contemporaneidad. La historiografía europea viene elaborando nuevas categorías
conceptuales, fruto de un intenso debate metodológico y teórico, que se han traducido en términos
como la Current History en Gran Bretaña, la Historia del Tiempo Presente en Francia o la Historia
del Tiempo en Alemania.
En general, la historia del tiempo presente, designa una parte del período contemporáneo,
incluyendo las épocas del fascismo y del nazismo en Italia y Alemania. Por su parte, la
historiografía francesa fue pionera al fundar el Instituto De Historia Del Tiempo Presente en 1978
con el objeto de estudiar el período posterior al 39. Sin embargo, se suele insistir en que no existe
una fecha inicial en este período reciente, pues su definición debe atender más que a criterios
cronológicos, a la génesis de los procesos videntes en el presente. La experiencia y la memoria se
convierten, así, en categorías analíticas fundamentales, tratándose de una historia abierta. Ello sitúa
el tiempo presente entre la historia contemporánea y lo inmediato, que discurre con los
acontecimientos de la actualidad.

El cambio de tiempo y el estudio de la historia reciente obliga a trabajar al historiador de un


modo diferente. La no posibilidad de acceder a documentación oficial (protección de 50 años sobre
ellas), nos hemos de convertir más en periodistas, utilizar otras fuentes como la historia oral, la
prensa, las redes sociales. En general, un cambio metodológico orientado al nuevo estudio de los
tiempos. Nuestra historia más reciente se manifiesta sobretodo en las terceras generaciones,
encargándose de este tipo de estudios investigadores como Julio Aróstegui.

Los historiadores españoles se mantuvieron ajenos a ese debate hasta los ochenta. El texto
pionero fue el de Josefina Cuesta, quien informó en el 83 la revista Studia Historica, sobre el
desarrollo de la Historia del Tiempo Presente en varios países europeos a partir de su contacto con
Pierre Nora y su obra sobre los lugares de la memoria. En el 87, Ángel Viñas señaló que la historia
de la contemporaneidad española coincide con el período del franquismo, pues era necesario dejar
de utilizar sólo el término historia contemporánea para referirse a un conjunto de situaciones muy
alejadas entre sí en el tiempo. El franquismo era considerado, así, bajo un enfoque histórico nuevo y
no meramente cronológico. La historia posterior al 39 constituye el comienzo de la coetaneidad en
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España una especial secuencia de la formación social española en la edad contemporánea a partir de
la crisis del primer tercio del siglo XX.
El estudio de la historia contemporánea en España va vinculado al movimiento político
asociado con las reivindicaciones desde la izquierda. Como ejemplo tenemos a Ángel Viñas,
estudioso de la conexión económica entre los nazis y el régimen franquista. Publica La historia de
la contemporaneidad española y elacceso a los archivos del franquismo, en la Revista Sistema, y
entiende el franquismo como el hecho que ha marcado todo el siglo XX en nuestro país.

LECCIÓN 2
CRONOLOGÍA BÁSICA
Historia de España de Tuñón de Lara, de mediados de los 80. Cronología completa subida en
un documento aparte. Importante hablar del siglo XIX, pero sobretodo de la transición entre el siglo
XIX y el XX, todos los hechos que afectaron a los acontecimientos entre el 1898 y el estallido de la
Guerra Civil en el 1936.
La cronología básica para tratar el primer tercio del siglo XX arranca en el 1874. En este año
tenemos una serie de cuestiones económicas, sociales y culturales. Es importante delimitar algunos
acontecimientos culturales, como los que trajo la monarquía de Amadeo de Saboya, el asesinato
de Prim y el golpe de estado que inauguró la I República Española. En el año 74 se produce el
golpe de estado del general Pavía, vuelven las tensiones carlistas (III Guerra Carlista),
pronunciamiento de Martínez Campos a favor de Alfonso XII. A esto se suma un parón del
crecimiento económico. Con Cánovas del Castillo y Alfonso XII vuelve la monarquía a principios
del 1875, empezando lo que se conoce bajo el nombre de Restauración.
Uno de los principales hechos que permitió la estabilización de la monarquía fue poner fin a
la III Guerra Carlista, cosa que sucede en el año 1876, en la que se aprueba la nueva constitución
del país, que recoge los principios moderados de la Restauración, con el turnismo y la alternancia
política, junto con el sufragio masculino limitado, el sistema político caciquil (encasillado) y la
soberanía compartida. Se alternarán el partido de Cánovas y el de Sagasta.
Empieza una nueva realidad política, que a finales del siglo XIX permitirá el nacimiento del
PNV en el País Vasco y el Catalanismo político. La política española vive la realidad de la
violencia política, desde el estado, y en la calle, desde el anarquismo, con los atentados magnicidas
de la Mano Negra. La oposición que se formó, con los nacionalismos periféricos, el socialismo y el
anarquismo encontraron lugar para el combate con la muerte prematura de Alfonso XII y el inicio
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de la regencia hasta 1902. Cogen en este tiempo mucha fuerza los partidos republicanos, una
sociedad cada vez más urbanita, consecuencia de la modernización y la regresión de capitales
provinente de Cuba. En la regencia (85-02) se pasa de la estabilidad política a la desintegración del
sistema político de la Restauración. En el 85 se inicia un problema económico de primer orden con
la enfermedad de los viñedos (filoxeras), se inicia políticas proteccionistas, que a la larga
provocarán problemas en el campo, que no se modernizará. Lo contrario ocurrirá con el sector
industrial en las zonas del País Vasco y Cataluña, que se modernizarán y convertirán en sectores
punteros para el desarrollo económico español.
En 1989 nace el final de una época, que ya había empezado con las pérdidas de las colonias
de Cuba y Filipinas. Con este problema tenemos asociados los problemas de las levas, que
provocará grandes estragos en Barcelona (La Semana Trágica).
La Corona sufrió mucho en lo que a su imagen pública supone, dado que se planteó en
términos de o la guerra o la corona, por lo que España, muy atrasada tecnológicamente prefirió la
paz, firmada en París, antes que el desmantelamiento social que iba a provocar continuar el
conflicto con los EE.UU.
Sagasta, conduciendo el Partido Liberal, asiste en el 1902 al nacimiento de Alfonso XIII
como rey, y la presencia española en el Rif (Marruecos) y el Sáhara, con enorme peso en las
políticas españolas de principio de siglo, debido al protagonismo político de los denominados
africanistas (cuerpos militares que ascendieron rápidamente en el escalafón militar debido a las
victorias en Marruecos). Detrás de las colonias españolas en el norte de África encontraremos el
origen de las dictaduras del siglo XX, tanto la de Primo de Rivera como la de Franco.
Francia accede al reparto e inclusión de España en la zona rifeña por el control del
Estrecho de Gibraltar, que en ese momento interesaba mucho a los franceses por la apertura del
canal de Suez en Egipto. Es una consecuencia del reparto colonial del mundo, con el reciente
reparto de China y las Indias Occidentales. Inglaterra se opone a que Francia controle el Estrecho de
Gibraltar dentro del reparto de África, por lo que deciden entre ambos poner un dominio español de
la zona para que sirva como estado tapón dentro del norte marroquí, con Tánger como zona
internacional.
A finales del siglo XIX se funda el Partido Socialista Obrero Español, quien jugará un
papel fundamental en la política española. A partir de 1908 entra una nueva generación de políticos,
con Maura, inspirado por la derecha radical francesa, quiere aglutinar el voto de las derechas y las
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clases urbanas, tiene un carácter interclasista y con una clara intención de movilización popular. Es
el conocido como Maurismo.
Otro elemento importante es la derecha democrática cristiana, con la Acción Católica y su
periódico, El Debate. El político en alza de este mundo será Lerroux, que fue desde la izquierda
hasta la derecha más estricta. Surge la CEDA, una gran coalición de partidos de derecha cristianos
que acabaría reuniendo grandes cuotas de poder.
Surge Canalejas, un político muy influyente, a pesar de su muerte en 1912, asesinado por
un anarquista, con tanta importancia como Maura dentro de la nueva política con Alfonso XIII.
Después del reparto del 1912 se tratará con Francia la formalización del reparto del Protectorado
de Marruecos.
Con ello llegamos al 1914, la Primera Guerra Mundial, en España, los partidos de
izquierda (PSOE y su sindicato UGT), llegan a ganar su primer diputado, Pablo Iglesias, en
Madrid, para las elecciones del 1920. Otro hito importante relacionado es la articulación política
de los anarquistas, en 1914, con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Y la muerte de
su líder Anselmo Lorenzo.

LA ESPAÑA DEL SIGLO XX, EL PROBLEMA DE LA MODERNIZACIÓN


En relación con la memoria histórica, la historiografía sobre la historia contemporánea de
España se ha centrado en dos cuestiones: La identidad de España como nación, y el tándem
conceptual de fracaso o normalidad. Esta oposición conceptual se ha producido en torno a las ideas
del fracaso del parlamentarismo y el fracaso de la revolución burguesa y la subsiguiente revolución
industrial. Se trata de lo que se podría albergar bajo el concepto de modernización social, política y
económica, cuyo proceso se ha rescatado en fechas más recientes desde una perspectiva de
normalidad europea, al cotejarse con nuevos parámetros y con otros países.
La cuestión del atraso económico español suscitó un vivo debate desde que J. Nadal lo
iniciase en el 1975 con el tema del fracaso de la revolución industrial en España. En relación a sus
causas, Nadal sostenía que el fracaso del proceso desamortizador y de la reforma agraria de la
política liberal provocaron el débil crecimiento de la productividad agraria y, consiguientemente,
del mercado interno. A esta tesis, se sumaba la de la errónea política de transportes y
comunicaciones, en concreto la seguida con el ferrocarril, así como la política de exportaciones
ligadas a la desamortización del subsuelo.
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La obra de J. Nadal nace en el contexto de ganar un futuro democrático para España con la
muerte del dictador, su título es El fracaso de la Revolución Industrial en España 1814-1913. Se
analiza en torno al debate económico y al debate identitario, que coinciden con el debate sobre país
que queremos ser.
Este debate sobre la identidad española, que se abre en el 90, se conoce como “el debate
sobre la débil nacionalización española”, surgida en los gobiernos de Aznar, cuando se abre un
debate sobre el tipo de país que somos.
El debate sobre el fracaso en cuanto a nación moderna significa que ha fracasado el
parlamentarismo, y con él la vía liberal y democrática que pretendía fingir la Restauración, como
bien sancionó las dictaduras de Primo y Franco. Se aplica dentro de la tendencia historiográfica
española marxista el concepto de revolución burguesa durante el siglo XX. Se plantea por qué
fracasa (o es menor que en otros países) la revolución burguesa, analizando Nadal el modelo
español y contraponiéndolo con otros modelos.
Dice Nadal que la clave está: en la agricultura, principalmente con la reforma agraria, el
éxodo rural; otra de las claves es la desamortización, que fracasó, sin transformar la estructura de
la propiedad, pasando las grandes propiedades eclesiásticas a manos de los principales nobles y
mercaderes (concentración de capital). Se estanca el crecimiento del mercado interno y el desarrollo
social, a lo cual se une la característica dual de la economía: Un norte industrial y un sur
completamente agrícola. Nicolás Sánchez Albornoz trabajó estas tesis económicas españolas, así
como el desarrollo de la transición demográfica española. Otro elemento muy importante es la
carencia de una adecuada red de transportes. En el 1840 se trata de desarrollar la red de
transporte español, que mueve la economía hasta el 65 y que crea una red radial completamente
descompensada, dejando al norte y el levante completamente desarticulados. Se suma a todo la
debilidad del comercio internacional, que se debe mucho a dinámicas económicas coloniales.

La tesis del fracaso fue contestada crecientemente desde mediados de los años ochenta. En
la obra colectiva editada por Sánchez Albornoz sobre la modernización económica de España entre
1830 y 1930. Gómez Mendoza insistía, a partir de los métodos de la Nueva Historia Económica, en
el acierto de la política ferroviaria de los liberales (Gómez Mendoza, Transportes y crecimiento
económico 1830-1930), reiterando la tesis expuesta ya en su investigación monográfica sobre los
ferrocarriles y el cambio económico en España. Un planteamiento ya anticipado por otros autores
como M. Artola. Por su parte, Martín Aceña defendía la suficiencia del sistema financiero articulado
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en el siglo XIX (Martín Aceña, Desarrollo y modernización del sistema financiero), mientras que
Prados de la Escosura afirmaba la pertinencia de la política de exportaciones (Prados de la
Escosura, El comercio exterior y la economía española durante el siglo XIX).

Las tesis de Nadal se ven contestadas por esta obra de Gómez Mendoza y su influencia de la
Nueva Historia Económica (cliometría y análisis matemático dentro de los sucesos históricos).
Beben de la historia por estructuras económicas divididas en ciclos de cien años, cincuenta y diez
años, nacidos con las teorías de las ondas Kondratiev. Gómez Mendoza hace unas observaciones
sobre el trabajo de Nadal: una revisión de la política de transportes desde 1850 en adelante,
apuntando a un acierto de estas políticas liberales respecto a la implantación de las vías. Se inspira
en Fogel y en sus estudios de impacto del ferrocarril en el desarrollo de los EE.UU. Artola, en otro
trabajo, reforzó esta idea previamente. La segunda tesis viene dada por Martín Aceña, quien discute
sobre la necesidad de liquidez del sistema liberal, argumentando sobre la suficiencia necesidad del
sistema financiero y lo acertado de las reformas financieras que fue llevando a cabo la reforma
liberal. Sobre la tercera cuestión, relativa a la desamortización y la evolución del mercado
internacional español, Prados de la Escosura defiende lo acertado de las exportaciones, siendo una
política muy semejante a la llevada a cabo por otros países europeos de tamaño medio.

La tesis del fracaso de la desamortización liberal también fue objeto de revisión. Así, García
Sanz en su Crisis de la agricultura tradicional y revolución liberal 1800-1850 y J. Fontana en La
desamortización de Mendizábal y sus antecedentes, negaban el planteamiento de Nadal al respecto.
Ambos autores rechazaban la supuesta descapitalización producida por la compra de tierras
liberadas por la desamortización en detrimento de la inversión industrial, pues esos capitales no se
hubieran dirigido a la industria en las circunstancias del momento. Asimismo, refutaban la idea de
que fue una mala operación hacendística, pues permitió enjugar el 25% de la deuda pública; y
tampoco creían que la desamortización hubiera sido la causa de la agricultura extensiva, de su baja
productividad y de los rendimientos decrecientes, sino que, en algunos lugares, la individualización
de la propiedad intensificó la producción y, en todo caso, movilizó unos bienes raíces antes de
manos muertas. Estos planteamientos fueron corroborados por la obra de síntesis de G. Rueda sobre
la desamortización en España en 1985.
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Estos modelos cliométricos de la Historia Económica son más seguidos en la actualidad que
los formulados por Nadal, rehaciendo y reevaluando con metodologías modernas del análisis
económico los datos económicos del momento.
Sobre la agricultura, los historiadores de la Nueva Historia Económica, García Sanz y
Garrabou elaboran un tratado sobre el estado de la agricultura española en los momentos del
liberalismo español del XIX. García Sanz y Fontana hablan en la misma línea: Nadal se equivoca,
negando que la inversión en tierras descapitalizase a las clases burguesas y nobles que las
compraron en lugar de invertir en la industria. El afán por poseer tierra no supone un obstáculo para
los inversores del momento, midiendo en los años en los que se venden las tierras, el ritmo de
creación de nuevas empresas. Argumentan que incluso habiendo tenido el capital líquido disponible,
no hubiesen invertido en ciertas industrias debido a la poca competitividad que es capaz de generar
el producto en el mercado internacional. Ayudó a rebajar la deuda pública. Dudan que la agricultura
extensiva se deba a la desamortización, ni tampoco sus rendimientos decrecientes o su baja
productividad, sino que más bien al contrario, provocó que lugares anteriormente baldíos
empezasen a cultivarse. Los trabajos de Rueda al respecto de la desamortización cierran la
investigación sobre esta temática,

La imagen del retraso agrícola, con un desigual reparto de la propiedad y la débil


productividad, fue matizada por Prados de la Escosura en el 88, quien afirmó que la agricultura del
siglo XIX experimentó desde 1830 un crecimiento moderado, pero constante, constituyendo una vía
hacia la modernización de carácter intermedio entre los países de más rápida revolución industrial y
los sbdesarollados. Del mismo modo, en diversas investigaciones, como las llevadas a cabo sobre la
prdocudcción agraria esppañola se destacó el cambio y el dinamismo a finales del iglo XIX, lo que
obligaría a matizar la eplicación clàisica de que la falta de dinamismo del sector agrario contriuyó
en gran medida al fracaso económico.

A pesar del mantenimiento de la tesis del estancamiento del sector agrario como un freno
para el desarrollo de la economía española, la idea del fracaso de la industrialización, y el
subsiguiente atraso económico nacional, tiende a ser matizada al ser matizada al ser resituado el
caso español dentro de la perspectiva regional de los países mediterráneos, como asimismo sucedió
con Italia, hablándose más bien de desfase, respecto a los países europeos más industrializados.
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Un trabajo de referencia es De Imperio a Nación. Crecimiento y atraso económico en


España 1780-1930, de Prados de la Escosura, quien intenta medir cómo el cambio político afectó al
comercio internacional en España, así como su comparación con otros países. Las tesis cliométricas
dicen que el impacto económico de la pérdida colonial fue importante, pero no definitiva. La
agricultura contribuyó al comercio exterior durante todo el siglo XIX, ayudando a la exportación
durante todo el período, y que la agricultura contribuyó a la modernización económica dentro de los
estándares medios de los países europeos, basándose en la comparación con países como Italia. Se
situaría como un país intermedio.
Se adoptan perspectivas comparativas y se inserta el caso español comparado con el arco
mediterráneo, comparando con Italia y Portugal (Tartella y su La historia económica de España en
el siglo XIX ensayo comparativo con los casos de Italia y Portugal), concluyendo que existe un
crecimiento, un ritmo, pero que es un ritmo más lento.

El siglo XIX se caracterizó por un crecimiento lento y el atraso respecto a la norma europea,
pudiéndose distinguir dos subperíodos. Durante la primera mitad, la economía permaneció
estancada, pues si hasta 1840 hubo una contracción económica, en el período 1840 – 1860 sucedió
una lenta recuperación. En la segunda mitad de siglo, se produjo gradualmente un proceso de
crecimiento, que desembocó en el crecimiento rápido del siglo XX. De este modo, cabe señalar que:
“los principales acontecimientos económicos del siglo XIX español se reducen a la remoción de
algunos obstáculos, a despejar el camino de la industrialización del siglo XX por medio de una
serie de cambios en la estructura social e institucional” en palabras de G. Tortella.
Nadal diez años después trata de mantener vivas sus tesis recogiendo las críticas que se le
hacen, renovando sus hipótesis de trabajo. Los nuevos resultados, expresaros por Primrose (el autor
de uno de los artículos), responde a las hipótesis planteadas de una forma efectiva, haciendo patente
el desfase de España en el ámbito económico. El resultado a la hora de entender la economía
española se manifiesta como un crecimiento efectivo desde el siglo XVIII en parámetros normales,
si no siendo una de las economías fuertes, sí con un comportamiento normal. Aquí se ha de matizar
que todo sistema económico sólo tiene sentido (y los modelos de industrialización son un claro
ejemplo) como modelo regional, donde cobra el sentido pleno, ya que hablar de la revolución
industrial (por ejemplo inglesa) como un conjunto, es generalizar la suma de un conjunto de núcleos
regionales afectados de modos muy diferentes.
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En la economía española la economía se estanca hasta 1840 debido a las convulsiones


políticas del momento: la pérdida de las colonias (pérdida fiscal y de recursos minerales y
materiales que venían de las provincias de ultramar, reflejada en los trabajos de Josep Fontana, La
quiebra del absolutismo), las revoluciones liberales, y las tensiones dentro del sistema monárquico,
habiendo de superar pronunciamientos, abdicaciones, guerras civiles (contra Francia y contra los
carlistas).

Una gran parte del lastre del siglo XIX fue la situación política. Las oligarquías que
gobernaron en este período bloquearon ciertos acuerdos mercantiles necesarios para desarrollar el
mercado interno español.

En el siglo XX, tuvo lugar el desarrollo económico al producirse la transición a la


industrialización y a la modernidad. La economía española creció a comienzos de siglo,
hundiéndose entre 1930 y 1950, para recuperarse vigorosamente a partir de 1950. A lo largo del
primer tercio del siglo XX, España experimentó una serie de transformaciones socio económicas,
cuyo resultado más destacado fue la disminución de las diferencias que separaban al país de las
naciones más desarrolladas. Pero más importante que el crecimiento económicos fueron los
cambios cualitativos habidos en los diferentes sectores económicos, sobre todo la pérdida de peso
de la agricultura en el conjunto de la economía en favor de la industria y los servicios. No obstante,
hay que insistir en el carácter relativo del desarrollo desde una óptica comparativa con los países del
entrono y en las acusadas diferencias internas tanto desde el punto de vista cronológico como
sectorial o espacial.
Una de las medidas impulsadas por el primer franquismo fue la autarquía, imitando al
régimen de Mussolini, imponiendo un mercado paralelo controlado desde el régimen, con precios
fijos. Cuando los costes de producción superaban con mucho los precios de mercado, se impulsaba
el mercado negro, donde los productos tomaban realmente el valor que tenían. El mercado dengro
movió millones de pesetas, controlado por los propios jefes de la falange. Se hizo también un
control de las empresas, es decir, un control económico y político de las empresas, provocando
además un aislamiento internacional, movido por los miedos a la influencia de las políticas
internacionales dentro de España.
No será hasta el 55 cuando el estado español se atreva a abrirse, cuando ya es seguro que la
economía internacional no afectará el orden político español.
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A partir del 59 habrá un crecimiento económico español de la mano de lo que se conoció


como Desarrollismo. Dándose un proceso acelerado de industrialización en el país y revolución en
la agricultura.

En la evolución de la economía española durante el primer tercio del XX pueden


establecerse tres períodos:
• 1º, 1898 – 1914: Se firma el Tratado de París con los EE.UU y se pierden los últimos
territorios coloniales, asistiéndose a la recuperación e la crisis finisecular, aunque las tasas
de crecimiento fueron moderadas. La segunda característica distintiva fue la inflexión de los
precios, desde su estabilidad al agudo proceso inflacionista de los años del ciclo bélico. La
recuperación se vio propiciada por la repatriación de capitales procedentes de las antiguas
colonias de Cuba y Puerto Rico junto a las remesas de los emigrantes españoles residentes
en América (conocidos como indianos), que dieron lugar a un flujo considerable de capital
privado a largo plazo. Simultáneamente, el flujo de capital exterior hacia España,
ralentizado a finales del siglo XIX, volvió a intensificarse en la primera década de la nueva
centuria, especialmente el procedente de Francia. La mayor parte de esta masa de capital se
destinó a la empresa bancaria, aunque las inversiones también se orientaron hacia los nuevos
sectores industriales como a los servicios, destacando el auge del sector eléctrico, la
industria azucarera y los transportes urbanos.
La pérdida colonial afecta a la inversión, la regresión de capitales, capitales que sirvieron
para formar grandes bancos y una extensión de la red financiera. Nuevas industrias al hilo de
la 2ª revolución industrial.

• 2º, 1914 – 1919: Años que desde el punto de vista económico estuvieron marcados por la
guerra, ya que la I Guerra Mundial y la inmediata postguerra significaron un corte en el
curso normal de la economía de los países beligerantes y de los neutrales. En este sentido,
España conoció una expansión durante el conflicto, a la que siguió una depresión
inmediatamente después. Durante la contienda, los precios crecieron considerablemente
debido a la escasez en los mercados por falta de aprovisionamiento, incrementándose los
beneficios a pesar de que la producción creció poco. El comportamiento más frecuente fue
el de aprovechar al máximo la capacidad productiva existente sin invertir, puesto que se era
consciente de la transitoriedad de la situación y porque a menudo no se podía comprar en los
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mercados internacionales la maquinaria necesaria. Mientras tanto, se produjo un


considerable aumento de las exportaciones hacia los lucrativos mercados exteriores en
detrimento del consumo interior y de la inversión productiva. Una vez terminó el conflicto,
los precios y los beneficios bajaron, al tiempo que se hundieron las exportaciones.

• 3º, 1919 – 1936: Período de entreguerras en el que España atravesó una coyuntura
económica similar a la de otros países europeos, con la matización que significaba el
aislamiento relativo de la economía española y el peso considerable del sector agrario, lo
que no obstante contribuyó a mitigar las crisis industriales, en especial la de 1929. Durante
los años de entreguerras, se pueden diferenciar tres subperíodos casi coincidentes con los
que experimentaron las economías europeas:
◦ Entre 1919 y 1924, con un estancamiento o ligero crecimiento, puesto que la economía
española no sufrió una crisis tan acusada como la de otros países de su entorno.
◦ Entre 1924 y 1930, experimentándose un notable crecimiento económico, inversión en
obra pública.
◦ A partir de 1930, cuando España sufrió las consecuencias de la crisis de 1929, sobretodo
hasta 1933. No obstante, más que de crisis se ha de hablar de un estancamiento o de un
descenso moderado de la economía, que no tuvo la misma gravedad que en otros países.

LA FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA HISTÓRICA


El nacionalismo económico: El período objeto de estudio ha sido caracterizado por el
marcado carácter proteccionista e intervencionista de la política económica. Hay que señalar, que
tales medidas no fueron exclusivas de la economía española, si bine su peculiaridad obedece,
sobretodo en lo relativo al proteccionismo, al hecho de su larga vigencia y su acusada intensidad
muy superiores a la media europea.
Una cuestión en torno a la política proteccionista que ha suscitado controversia ha sido la
valoración de sus consecuencias para el devenir de la economía española. En general, existe una
corriente de opinión mayoritaria para la que las leyes arancelarias de 1890 y 1906 produjeron el
aislamiento de la industria nacional de los incentivos de la competencia en la economía
internacional. Sin embargo, hay autores para los que esta interpretación muestra una falta de sentido
histórico (Nadal y Sudrià, 1993). En su objetivo de fomentar el desarrollo económico del país, los
gobernantes durante la época de la Restauración se vieron obligados por las circunstancias a
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ BOIX
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CUARTO DE GRADO

inclinarse por el proteccionismo. La debilidad de la Hacienda Pública impediría un estrategia


duradera de subvenciones directas a las empresas, de forma que si bien la protección arancelaria no
era la más adecuada, lo cierto es que era la única posible.
Esta vía provocó una grave falta de especialización, lo que reduce la competitividad de los
productos (por demasiado generales), dentro del mercado internacional.

Sobre la demografía en el primer tercio del siglo XX hemos de atender a un cambio en el


comportamiento de la natalidad y la mortalidad, dentro de un modelo de transición demográfica que
provocó la caída de la mortalidad infantil y un mantenimiento de las tasas de natalidad, lo cual
contribuyó a un crecimiento espectacular de la población en los primeros años del nuevo siglo.
Es importante tener en cuenta el éxodo rural hacia las ciudades y la emigración a países de
América Latina (Cuba, México, Venezuela, Argentina), que acogerán muchos exiliados de la 2ª
República (especialmente México), dentro de Europa será a Francia. La segunda oleada de
emigración tendrá como objetivo Suiza y Francia, a partir de 1955. La tercera oleada de emigración
será la que se dé en 2008 como producto de la crisis económica, y acabará yendo a países de toda la
UE.
En 1918 se detiene el crecimiento demográfico y las corrientes de migración debido a la
gripe española, que afectó a la mayor parte de las sociedades europeas, sobretodo a todas aquellas
que sufrieron la guerra y se encontraban desabastecidas. La guerra civil española causó un gran
impacto demográfico debido a las muertes en batalla y la causada por hambrunas y problemas
derivados de la guerra.

Cronología y situación sociopolítico:


El sistema empieza a tener problemas con diferentes fuerzas a las cuales no podían
representar como republicanos, demócratas, socialistas y grupos anarquistas muy activos. Una
nueva generación de partidos, como el partido de Maura, fragmenta el parlamento a pesar de que el
sistema esté controlado. La realidad electoral, política y urbana no se corresponde con la que dibuja
la constitución de 1876, sobretodo después de las movilizaciones habidas durante el trienio
bolchevique en 1917. Dentro de un proceso inflacionista provocado por los beneficios de la venta
de material a los países beligerantes los salarios no crecían, lo que provocó una radicalización de la
izquierda, que estaba completamente alejada de los sistemas de representación política y veía muy
cercana y como ejemplo la revolución comunista bolchevique.
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ BOIX
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CUARTO DE GRADO

El hispanista Gerald Meaker escribió una obra sobre la radicalización de la izquierda


española en este trienio. En el 1922 aparece, bajo el amparo de la III Internacional el PCE.
Es un momento de problemas económicos, movilización social, con un aumento del número
de manifestaciones y manifestantes, una radicalización política (bolcheviques) y un sistema que
aunque intentó abrirse no consiguió incluir a los sectores que deseaban participar en el juego
político. Encontramos dentro de este marco elementos importantes, como el papel de los militares
en la política española, caracterizada por su pretorianismo, sobretodo en este período final de la
monarquía de Alfonso XIII. Un ejemplo, acentuado por el problema nacionalista catalán, fueron las
Juntas Nacionales de Defensa que se pronunciaron en temas políticos como el caso catalán.
Se empiezan a dar gobiernos de concentración como el de García Prieto, con la colaboración
de Cambó (Lliga Catalana) y Maura, dentro de crecientes tensiones con la relación con el
nacionalismo catalán.
Si hay un ejemplo que caracteriza este momento es el pistolerismo, el cómo responde la
clase empresarial a las tensiones obreras, contratando gángsters que asesinaban a los líderes
sindicales. Mientras el gobierno intenta permanecer junto ante las sucesivas fragmentaciones
políticas que afectan al parlamento irrumpe otro problema: Surge el problema marroquí, estallando
en 1921. Esto provoca un nuevo gobierno de concentración, que sacude la opinión pública con el
desastre de Annual. Se crea un nuevo cuerpo, la Legión o tercio de Regulares, que se alimentará de
militares españoles. Se crea una nueva escuela militar africana, de ascenso rápido, que se alimenta
de voluntarios marroquíes. Millán Astray fue el fundador de la Legión, con sólo un superior en
África, Francisco Franco, que empezó a despuntar en el territorio africano para poder realizar un
ascenso rápido en la carrera militar.
El desastre de Annual fue un desastre militar en un choque en el Rif con las tribus del lugar
lideradas por (Ramón, pon el nombre). Villaverde, al mando de la legión, cree que será una
victoria rápida, comete errores muy graves y cinco mil militares mueren en una emboscada de las
tribus, lo cual es recibido como un mazazo dentro de la opinión pública. Se encarga una comisión
de investigación un informe (Informe Picasso) el cual revela grandísimas corruptelas en el mundo
militar, la tensión es creciente y en el 1923 se da un golpe de estado dirigido por un militar
africanista: Miguel Primo de Rivera.
El rey Alfonso XIII tuvo una implicación directa en el triunfo del golpe de estado de Primo
de Rivera.
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ BOIX
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CUARTO DE GRADO

En muchos países de Europa están surgiendo dictaduras: Portugal, Italia, Alemania, países
del Este, Grecia, etcétera. Sólo Francia, Gran Bretaña y las monarquías nórdicas se librarán de tener
golpes de estado y dictaduras militares en los años 20. Por lo tanto, dentro de este contexto, no se
dibuja un panorama muy halagüeño para la democracia española.

LECCIÓN 3. CRISIS DE ESTADO (1917 – 1923).

La crisis de la restauración: Problemas y perspectivas de interpretación.


La historiografía trabajó el período de la Restauración desde la II República, cuando se
instituyó una institución de la Verdad, que sometió a juicio político la implicación de la monarquía
en el golpe de estado de Primo de Rivera. Paralelamente a la comisión política sobre la monarquía y
su final con el golpe de estado, los historiadores liberales empiezan a escribir sobre ese período
histórico, empezando por una periodización.
Esta periodización toma como punto de inflexión que escenificó en 1917, subrayando la
crisis de sistema en este año, se estudian las causalidades del fracaso de la monarquía
personalizadas en la propia monarquía y el carácter de las clases gobernantes aliadas con el golpe.
Desde la historiografía catalana y en contacto con los Annales franceses (Pierre Vilar,
aunque de formación marxista e influido por la geografía regional) Jaume Vicens Vives, trabaja
sobre el papel de Cataluña en la historia contemporánea de España. Tuñón de Lara y José Antonio
Maraval (combatiente, falangista y muy implicado en el funcionamiento del falangismo) completan
el círculo de renovadores de la historiografía. Maraval se contagia de los annalistas y publica libros
sobre mentalidad en el barroco, como producto de la apertura de la residencia de estudiantes en
París, donde conoce a Braudel.

Las primeras obras de carácter historiográfico sobre la Restauración fueron publicadas a


partir de los años treinta principalmente por representantes de la historiografía liberal. EN estos
estudios se consideraba que durante el reinado de Alfonso XIII cabía diferencias distintas etapas,
situándose en torno al 1917 el inicio de la crisis definitiva del sistema restauracionista. Asimismo,
se fue configurando la descalificadora imagen típica que achacaba la quiebra política a los errores y
los vicios de los gobernantes y de la vida política en general.
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ BOIX
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CUARTO DE GRADO

Esta interpretación negativa se vio reforzada en los inicios del franquismo, con la salvedad
de la consideración que mereció la personalidad y los esfuerzos regeneracionistas del político
conservador Antonio Maura. En la década de los cincuenta, cierta relajación ideológica del régimen
y la recepción de la corriente historiográfica francesa de Annales favorecieron el inicio de la
renovación de los estudios historiográficos sobre la contemporaneidad española. Los trabajos de
Jesús Pabón (biografía de Cambó, sistematización del final de la Restauración) y de José María
Jover (Historia de España Espasa-Calpe) aportaron un planteamiento global del período de la
restauración que ha tenido una profunda transcendencia en la imagen predominante de los años
1917 – 1923. Ambos historiadores dividían la Restauración en dos períodos separados por la crisis
de 1898 y el inicio del reinado de Alfonso XIII en 1902, señalando que si la aceptación del sistema
canovista caracterizó el primer período, el segundo estuvo marcado por la crisis política,
sobresaliendo las tendencias regeneracionistas (Joaquín Costa) y las fuerzas sociales emergentes.

Desde mediados de los sesenta, la historiografía política experimentó una transformación,


destacando las investigaciones sobre la II República y la Guerra Civil. Así, el segundo período de la
Restauración no fue objeto de una atención lo suficientemente significativa como para proceder a
una revisión sustancial del mismo. El estudio de la crisis final de la Restauración sólo conoció
algunas aportaciones a partir del estudio del caciquismo y los procesos electorales y, sobretodo, de
la intervención del poder militar en la vida política. El conocimiento del poder militar se desarrolló
a partir de las aportaciones del historiador norteamericano Stanley G. Payne (Los militares y la
política en la España contemporánea) en las que estableció que el origen de la dictadura de Primo
de Rivera estuvo, a largo plazo, en las consecuencias de la derrota colonial de 1898 y, a corto plazo,,
en la aparición de las Juntas de Defensa en 1917 y en el problema de Marruecos. Gabriel Cardona
(El poder militar en la España contemporánea, 1983) y Carlos Seco Serrano insistieron en el
progresivo protagonismo militar en la Restauración y su agudización a partir de 1917, alterando
sustancialmente la interpretación de la crisis del régimen al considerar que el militarismo no actuó
ante el vacío de poder creado por la ineficacia de los partidos políticos y los gobernantes, sino como
consecuencia de la defensa de unos intereses de grupo amenazados por la modernización de la
sociedad española.
Historiografía francesa y anglosajona (Raymond Carr) será la que más peso tenga en la
producción posterior al franquismo de la historiografía española.
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ BOIX
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CUARTO DE GRADO

Uno de los campos más innovadores en la renovación fue la introducción de la sociología


política y el estudio de la intervención militar en la vida política.

La importancia de los estados de la cuestión para situarnos en el estudio de la disciplina.


Para las cuestiones electorales y la cuestión del ejército tenemos dos hispanistas: Payne y con Los
militares y la política en la España contemporánea en 1968 y Ejército y sociedad en la España
liberal de 1977. Se estudió el partido único español, la Falange (JONS). Los trabajos sobre la
relación del ejército y la política también serán determinantes. Se viene trabajando cómo ciertos
cambios políticos en España estuvieron impulsados por el ejército, influido por la derrota colonial
de final del XIX. La constitución de las Juntas de Defensa de 1917 también ayudó a aumentar la
injerencia del ejército en el mundo político. Un historiador que trabajó estos temas fue Gabriel
Cardona, quien creó la principal escuela de historia militar en España, militar también de profesión.
Uno de sus libros importantes es El poder militar en la España contemporánea de 1983. Un tercer
nombre que también aportó mucho en el mismo contexto para la historia militar fue Carlos Seco
Serrano, especialista en el estado liberal en España, quien escribe Civilismo y militarismo en la
España contemporánea de 1984. Estos texto se enmarcan dentro de las circunstancias del golpe de
Estado del 23-F y la primera victoria socialista y la reforma del ejército además de la inclusión del
ejército español en la OTAN.
Huntington también escribió sobre los procesos de intervención y protagonismo militar
dentro de las funciones políticas. Se politiza el ejército por las Juntas de Defensa y el cuerpo de
militares africanistas, que hace que el ejército, inflado de mandos, actúe corporativamente, sólo
según sus propios intereses.

Hay que destacar, asimismo, la interpretación que Manuel Ballbé hiciera del orden público
(Orden público y militarismo en la España constitucional 1812-1983) al afirmar que bajo la
Restauración se continuó aplicando métodos militares para el mantenimiento del orden social, lo
que contribuyó a la desnaturalización del Ejército; precisamente desde 1917 se intensificó el
recurso del poder civil a las fuerzas armadas, adquiriendo éstas una fuerte conciencia de su poder
frente a la clase política. Hay que subrayar también el estudio que dedicó Carolyn P. Boyd a la
política pretoriana en el período 1917 – 1923 (La política pretoriana del reinado de Alfonso XIII,
1990). En esta etapa final, la dislocación económica, la agitación social y política, y la guerra
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ BOIX
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CUARTO DE GRADO

colonial ejercieron unas presiones sin precedentes sobre el anacrónico sistema político de la
Restauración, que hicieron que los gobernantes reforzaran su dependencia del Ejército.

El principal impulso historiográfico en el estudio del reinado de Alfonso XIII se produjo a


raíz del interés suscitado desde finales de la década de los setenta por el análisis del primer tercio
del siglo XX español (1898 – 1936) y el consiguiente proceso de crisis de estado. Desde
planteamientos marxistas, destacaron los estudios de Manuel Tuñón de Lara sobre el poder político
durante el reinado de Alfonso XIII (Historia y realidad del poder. El poder y las élites en el primer
tercio del siglo XX, 1967). Este autor señaló que desde el 1916 se desató una contestación general al
sistema, que sufrió una crisis de legitimidad, constatando la escasa evolución de las élites de poder a
pesar de las transformaciones del país. Según Tuñón de Lara, entre 1917 y 1936 el proceso de
modernización produjo una crisis estructural de la sociedad española. Frente a esta situación de
cambio profundo y acelerado, le sistema político de la Restauración sufrió una crisis abierta de
hegemonía como consecuencia del antagonismo social entre un bloque de poder dividido y unas
masas cada vez más conscientes (Poder y sociedad en España, 1900-1931, 1992). Sucesivas
aportaciones han insistido en la idea de que la crisis de la Restauración, centrada en los años
situados entre la Primera Guerra Mundial y la II República, fue una etapa de crisis política
primordial consecuencia de las transformaciones sociales y económicas de la sociedad española en
su transición hacia la modernidad.
Se ha de diferenciar entre legitimación, legalidad y legitimidad del poder. Un estado siempre
será un estado legal, en tanto que normativo, esto es, tendrá normas que le ayuden a gobernar y a
dirigir la sociedad, pero estas normas pueden haber surgido de una élite que las haya establecido sin
tener en cuenta a nadie. Max Weber destaca tres formas de legitimidad: El poder no necesita la
coacción porque los ciudadanos reconocen que ese poder es legítimo, es que todo poder se basa en
el reconocimiento, en el consenso ciudadano respecto al carácter del estado. Estas tres formas son:
Tradicional (basada en el peso de la tradición), el Carismático (el magnetismo o apego que
desprende una personalidad) y el burocrático. Tuñón de Lara apela a los problemas estructurales de
la sociedad, producidas a partir del primer tercio de siglo. Subraya el concepto de hegemonía, donde
el discurso de legitimación se rompe. Cuando la sociedad se rompe, las hegemonías no pueden
gobernar sobre las masas, se recurre al estado de excepción.
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ BOIX
DEMOCRACIAS Y DICTADURAS EN ESPAÑA
CUARTO DE GRADO

A partir de los presupuestos de la nueva historia política, que interpreta lo político como un
fenómeno complejo interrelacionado con los aspectos sociales, económicos y culturales, Teresa
Carnero profundizó, a través de distintos escritos, en el estudio de la España de la Restauración a
partir de la teoría de la modernización, entendida como un proceso global de desarrollo económico
y político y de transformaciones en la estructura social y en la cultura política que marca el salto
desde las sociedades tradicionales a las modernas. De este modo, la persistente obstaculización a la
democracia practicada por los partidos dinásticos acabó dignificando que la política de masas fuera
sólo impulsada por las fuerzas políticas que estaban fuera del turno y que, por tanto, la causa de la
democratización quedase en manos de los antidinásticos. La tesis de Teresa Carnero es que el
blindaje del sistema de la Restauración, la persistencia en preservar el artificial turno y el corrupto
sistema electoral, mostraba la incapacidad de los herederos de Cánovas para avanzar hacia los
proyectos de futuro que la sociedad española demandaba tras el desastre del 1898. Asimismo, el
hispanista Gerald Meaker había resaltado, al analizar el impacto ideológico de la Guerra Mundial en
España, que la crisis de autoridad de 1917 no obedeció sólo a causas económicas, sino también
ideológicas y políticas, hablando de una guerra civil de palabras. (La izquierda revolucionaria en
España 1914 – 1921, 1978).
La nueva historia política tiene una serie de diferencias respecto a la anterior historia
política, sobretodo su forma de conectar con otras ciencias sociales, no se centra tanto en el
acontecimiento, sino más a las relaciones sociedad-política. Uno de los conceptos subrayados e
importantes para esta escuela es el término de cultura política. En relación con la legitimidad la
cultura política y los procesos políticos asociados al poder. La investigadora Teresa Carnero,
profesora de Historia Contemporánea de la UV, fue la que primero trabajó la Restauración tomando
conceptos de la sociología norteamericana como es la modernización, con un matiz sociológico,
procesos dinámicos de cambio que tensan las relaciones entre un régimen político y la sociedad
moderna. Carnero estudia en qué medida la modernización de la sociedad fue incompatible con el
régimen de la Restauración y su sistema político: ¿hasta qué punto podía casar la creciente
movilización de masas con el régimen político de ese tiempo?
Este concepto de modernización viene de la sociología empírica norteamericana,
evolucionando en el concepto más tardío de cultura política, jugando un papel importante los
trabajos de Shills y Almond y Verba (La cultura cívica, 1974). La clave es explicar cómo se llega a
un sistema democrático (en línea con los procesos postcoloniales y el surgimiento de nuevos
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ BOIX
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CUARTO DE GRADO

países). Para determinar el estado de la sociedad se recurrió a las encuestas, y en función de la


posición hacia la política de la población se derivaba hacia el sistema que se tenía.

Una aportación innovadora fue la consideración de la crisis de la Restauración en relación


con el avance del corporativismo frente al liberalismo tras la quiebra en 1917 del bloque de poder,
ejerciendo un gran protagonismo los poderes económicos como consecuencia de que las
dificultades de los sectores productivos durante la postguerra no encontraron una salida satisfactoria
en las viejas formas. Cabe recalcar las aportaciones hechas por Fernando del Rey dentro de esta
nueva corriente historiográfica. Este autor ha destacado que las actitudes económicas y políticas del
empresariado muestran su ruptura con el sistema político de la Restauración (Propietarios y
patronos. La política de las organizaciones económicas en la España de la Restauración 1914 –
1923, 1992). Del mismo modo, Francisco Villacorta ha destacado el desarrollo de los poderes
corporativos entre 1890 y 1923, considerándolo una manifestación de la quiebra del orden liberal.
Así, la progresiva adscripción de la mentalidad y la ideología de las clases medias y la burguesía
profesional a formas corporativas de organización coadyuvó a la debilitación del poder público por
los conflictos profesionales planteados sobre todo desde 1916 (Profesionales y burócratas. Estado y
poder corporativo en la España del siglo XX 1890 – 1923, 1984).

La noche del 12 al 13 de septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera se


pronunció en Barcelona declarando el estado de guerra y suprimiendo la Constitución de 1876. El
mismo día 13 publicó un Manifiesto dirigido al país en el que proclamaba una Dictadura Militar
provisional por un período de res meses, cuyo objetivo era resolver los males que aquejaban al país:
“El terrorismo, propaganda comunista, impiedad, agitación separatista, desorden financiero,
corrupción política, cuestión marroquí”. El golpe de estado se venía gestando desde hacía algún
tiempo en los medios militares, probablemente con el conocimiento de Alfonso XIII, si bien
historiadores como Javier Tusell y Carlos Seo Serrano niegan este extremo, pero la iniciativa de
Primo de Rivera cambió el proyecto inicial, limitado a una rectificación de la política marroquí y a
la imposición del orden público. (TUSELL, Javier. Radiografía de un golpe de estado. El ascenso
al poder del general Primo de Rivera, 1987)
Cuál fue la responsabilidad del rey en el advenimiento de la dictadura es un tema que
preocupa a la historiografía. Tras el golpe de Primo de Rivera en Barcelona se proclama la dictadura
y se suprime la constitución, en teoría para tres meses, realmente para siete años. La sociedad y las
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fuerzas de izquierda, los nacionalistas catalanes, acabaron aceptando la situación cuando no


colaboraron implícitamente en el golpe. El manifiesto está imbuido de la jerga regeneracionista, de
la antipolítica finisecular, recogiendo el sentir de intelectuales como Costa, Gasset o Unamuno.

Respecto las interpretaciones sobre la Dictadura de Primo, ha prevalecido lal idea de que
sus origenes fuardaban relación con unos antecedentes específicos: El problema de Marruecos, con
el asuno de las responsabilidades por el desastre de Annual de fondo; la conflictividad social y el
terrorismo; y la incapacidad política de los gobiernos de turno, que determinaron el golpe militar
como la única salida posible. Sin embargo, Tuñón de Lara ya afirmó en 1967, que la dictadura
primorriverista fue una modificación en la forma de ejercicio de poder, pero no una modificación
del poder mismo. Al respectod, el llamado Colectivo de Histoira, integrado por Gómez Navarro,
González Calebet y Portuondo, señaló (La dictadura de Primo de Rivera y el bloque de poder en
España) que el golpe militar en septiembre de 1923 fue el punto de congluencia y la solución
transitoria a una doble crisis de hegemonía iniciada en 1917, tanto en el ámbito socioeconómico
como político e ideológico.
El propósito de la dictadura fue fortalecer y consolidar la alianza inestable entre los
diversos sectores económico-sociales de las clases dominantes y, en especial, entre la vieja
oligarquía terrateniente de la Restauración y de la todavía relativamente débil burguesía
industrial, que en las condiciones de la España de los años 20 aún no había podido afirmarse como
clase hegemónica y necesitaba para desarrollarse un fuerte proteccionismo arancelario que sólo
esta alianza le garantizaba (Colectivo de Historia, 1987). El Ejército intervino como agente neutral
entre las dos facciones del bloque dominante, definiendo la dictadura como bonapartismo. Tiene
que ver con la lectura que hace del golpe de Bonaparte en la obra de Marx en su obra sobre el 18 de
Brumario, donde habla del equilibrio que se crea a partir de contentar a los revolucionarios,
calmarlos e iniciar un nuevo régimen con nuevas élites de poderes. Habla de las oligarquías que
están detrás del golpe, que ayudan a mantener la obra de un ejército que intervenía cada vez en
mayor medida.
Alejandro Quiroga habla de la fascistización de la dictadura de Primo de Rivera sobretodo a
partir de 1925 con el intento de institucionalización del régimen y su asiento definitivo como líder
del país, aprovechándose de una muy buena situación económica, la resolución del problema de
Marruecos y la connivencia con las élites oligárquicas.
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Para Javier Tusell y Genoveva García Queipo de Llano, el origen de la dictadura sólo puede
entenderse como consecuencia de la crisis política del régimen de la Restauración a partir de la
debilidad del Estado. Shlomo Ben-Ami ha ofrecido una versión muy distinta. En su opinión, le
último gobierno de concentración presidido por García Prieto, que incluía miembros del Partido
Republicano Reformista de Melquíades Álvarez, se había planteado un objetivo democratizador,
así, la libertad de cultos, la reforma del Senado, la representación proporcional, cierta participación
obrera en los beneficios empresariales y la vuelta al famoso impuesto extraordinario sobre los
beneficios de la guerra, fracasado en 1916. El golpe de Estado fue una maniobra de freno de los
conservadores y las clases privilegiadas contra esa reforma del sistema que resultaba amenazante a
sus intereses (La dictadura de Primo de Rivera, 1983). Esas conclusiones fueron puestas en duda
por M.ª Teresa González Calbet, para quien, aunque resulte innegable el reformismo del equipo
ministerial, no es probable que respondiera a un generalizado espíritu renovador y que hubiera
podido llevarlo a la práctica, de cualquier forma, concluía que ese proyecto renovador había
fracasado con anterioridad al pronunciamiento (La dictadura de Primo de Rivera. El Directorio
Militar; 1987).
Las tesis de Tusell y Queipo de Llano se contraponen a las de Shlomo Ben-Ami, en la que el
autor judío trabaja con tesis para el año 1922, durante el gobierno de concentración de García
Prieto, por las aspiraciones políticas de Melquíades Álvarez y su partido, siendo una reacción por el
miedo de la clase media a las reformas realizadas durante el gobierno. No dejan de ser dos hipótesis
contrafactuales, realizadas con planteamientos ad hoc de sucesos, como pasa con las propuestas de
Calbet. Las hipótesis que planteaban una causalidad del gobierno reformista no resultan alejadas,
dado el carácter de los golpes de estado del 32 y el 36.

La naturaleza de un régimen se enmarca entre las dictaduras mediterráneas coetáneas. La


peculiaridad de la española comenzó con su origen militar, puesto que Salazar en Portugal y
Mussolini en Italia eran civiles, y siguió con su contenido ideológico, si bien la figura de Benito
Mussolini fue objeto de admiración y un mimetismo en el proceso de institucionalización de la
dictadura y el encuadramiento social, en el caso español la ideología procedía del catolicismo
social, de los regeneracionistas desde Costa y del maurismo. De hecho, el régimen primorriverista
ha sido calificado de dictadura regeneracionista. EL mismo Primo de Rivera justificaba su acción
con la finalidad de combatir los males de la vieja política oligárquica y caciquil, hecho sin el que se
puede entender la labor del Directorio ni tampoco la recepción favorable del país en los primeros
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momentos. Como regeneracionista, el dictador procedía del mundo del liberalismo decimonónico,
presentando na estrecha mezcla entre este último, el autoritarismo y ciertos toques reaccionarios, a
lo que se unía un fuerte componente populista. Así, el régimen primorriverista fue un atípica
dictadura autoritaria de los años veinte, que experimentó una atracción por el fenómeno emergente
del fascismo. A medida que pasa el tiempo y la oposición al régimen comienza a hacerse visible, la
dictadura se hará más proclive al derechismo y a las tentaciones autoritarias y represivas.

LECCIÓN 4. LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL.

La dictadura de Primo de Rivera se hunde, y desde el 31 hasta el 39 hay en España una II


República, con vigencia de la Constitución de 1931.

La aportación del hispanismo.


En la década de los sesenta, sobresalió la difusión del estudio del escritor Gerald Brenan
(hispanista clave) sobre los antecedentes sociales y políticos de la guerra civil en su obra El
laberinto español, publicada originalmente en inglés en 1943 y traducida al español en París por
Ruedo Ibérico en 1962, editorial creada por exiliados republicanos españoles afincados
principalmente en París. Sin embargo, el punto de arranque de una nueva historiografía sobre la
contienda española fue la aparición del libro La guerra civil española, del hispanista británico Hugh
Thomas, publicado en inglés, francés y español en 1961, esta última edición en Ruedo Ibérico.
Otras dos obras aparecidas en el mismo año fueron el estudio de los hispanistas franceses Pierre
Broué y Émile Temime, La Revolution et la Guerre d’Espagne (un análisis más estructural de
compromiso político trotskista), traducida en México por las presiones políticas, y el trabajo del
hispanista galés Burnett Bolloten, The Grand Camouflage: The Communist Conspiracy in the
Spanish Civil War (un análisis filoanarquista y antisoviético sobre las actividades comunistas en la
guerra) publicado en Barcelona, un enfoque que denuncia la conspiración comunista haciendo el
juego al Franquismo. A partir de esas tres obras señeras del 1961, la producción sobre la guerra civil
a cargo de historiadores extranjeros) no dejó de crecer a lo largo de la década, sobresaliendo Herbert
R. Southworth con su obra El mito de la cruzada de Franco: Crítica bibliográfica, 1963.

Importancia del término de la historia reciente o historia del tiempo presente, desde el final
de la dictadura primorriverista y la proclamación de la 2ª República, que ha marcado la historia de
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ BOIX
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CUARTO DE GRADO

este país y la experiencia y memoria de sus habitantes, guardando un lugar en la opinión pública.
Hablar historiográficamente de este período se puede realizar desde diferentes aspectos, pero desde
el que nos interesa, hablar de la 2ª República se ha convertido en un tema de estado de la cuestión
de nuestra propia sociedad.

CRONOLOGÍA:

A finales de 1925 se establece un nuevo equipo de gobierno, el llamado Directorio Civil por
el perfil de los miembros del equipo de gobierno, un intento de institucionalización de lo que fue la
Dictadura desde el punto de vista político. Acompañado de un proceso de fasticización del régimen,
al hilo de la crisis de las democracias europeas y el ascenso de los fascismos. El problema marroquí
se soluciona en 1926, poniéndose fin a la conquista de Marruecos con la ayuda de las tropas
francesas. El gobierno del régimen se perfiló políticamente gracias al corporativismo, en el que no
se vota libremente, sino que se presentan una serie de candidatos a partir de la división económica
de la población en corporaciones o cuerpos, con una asignación porcentual de representantes.
Representaciones que sobre un colectivo se eligen, no individualmente, sino dentro de los cuerpos,
diluyéndose el cuerpo individual. El sistema corporativo fue propio en primer lugar de las dos
dictaduras españolas (con Franco a partir de 1942), la portuguesa. Las ramas se agrupan en
sindicatos unidos, verticales, que agrupan todo el sector económico (por ejemplo, en un sindicato
empresarial, el jefe de la empresa es quien domina el sindicato).
Ej: Universidad, que tiene un 10% de representación parlamentaria, sobre un parlamento de
300, la universidad elegiría 30, votando internamente.
Este intento de institucionalización predomina en el pensamiento de muchos sistemas de
principio del XX frente al desprestigio de los sistemas liberales. Cada 10 años se renueva el
parlamento, por corporaciones, únicamente con voto masculino por cabezas de familia
(franquismo). Los elegidos para formar parte de este parlamento se denominaban procuradores, que
habían de ser españoles, hombres, mayores de 21 años y militantes de Falange, el Sindicato
Nacional. A partir de aquí se ponían en marcha los informes políticos, que llegaban al gobernador
quién decidía quién podía presentar candidatura. Evita el voto directo, la competencia política, y
permite la representación de las instituciones. Las leyes que sancionaron este sistema fueron las
leyes de Cortes del 42, la ley del 45, la de principios del movimiento del 55, la L. O. E del 69, que
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ BOIX
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fueron marcando la institucionalización de la dictadura hasta el 77, cuando las propias cortes se
disolvieron para poner en marcha la Transición.
Privilegiar un sindicato y la representación corporativa supone controlar la sociedad, evitar
la intromisión de partidos o tendencias socialistas. A partir del 1927 empieza la oposición laboral,
estudiantil e intelectual a la dictadura. Asturias jugó un papel fundamental en esta oposició, con su
huelga laboral en el 27, los estudiantes se suman al año siguiente, y se apoyan en una figura clave,
el intelectual Miguel de Unamuno, que personalizaba la oposición moral a este régimen junto al
diario El Sol, fundado por un empresario vasco, trae los aires más modernizadores en España, donde
empezó a popularizarse Ortega y Gasset como columnista y formador de opinión crítica para la
sociedad.
Todo ello hace que Primo de Rivera dimita en el año 1930 y se exilie del país, esto precipita
un nuevo gobierno militar para restablecer la situación anterior, con el general Berenguer, quien
trata de restablecer la constitución de 1876. Con estos gobiernos de Berenguer y de Aznar cayó el
sistema monárquico, dándose una serie de golpes militares, y con la importancia del proceso
electoral que fue un intento de apertura del sistema con las elecciones locales del 14 de abril de
1931. Tras estas elecciones se proclamó la Segunda República.

En este contexto se proclama la República, disolviendo el gobierno de Aznar y se forja un


nuevo gobierno. Presidido por Niceto Alcalá Zamora y diferentes personalidades republicanas. Se
inician varios procesos, sobretodo a partir de la dimisión del cardenal de Toledo, posicionándose la
Iglesia frente al gobierno republicano, dado el carácter laico del nuevo gobierno. Un gobierno de la
Izquierda Republicana, con Manuel Azaña al frente. Tres momentos importantes, Bienio Progresista
(31-33), Bienio Negro (33-36) y el período de preguerra (36, con Azaña de nuevo). Más moderados
como Alcalá Zamora y Alejandro Lerroux.
Las leyes más polémicas, amén de la constitución del 31, fue la ley de defensa de la
República, en vigor hasta el 36. Sus hitos importantes fueron algunos golpes de estado y algunos
conatos de revolución, tanto por la derecha como por la izquierda. Los militares monárquicos de
Sanjurjo tratan de dar un golpe, fallido, tras lo que se exiliarían a Lisboa. En 1936 se volvería a
intentar dar un golpe, pero Sanjurjo fallecería en Lisboa camino a darlo.
En el 1933 se funda Falange Española, partido fascista, integrado por universitarios
sindicales de derecha e hijos de jornaleros en Andalucía, pero generalmente intelectuales. Se unifica
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el fascismo con el Sindicato de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista. Se unifica la FE y las


JONS en el discurso del teatro de la Comedia de Madrid.
En el otro extremo aparecen los partidos de izquierda con un intento de revolución, con los
sucesos de octubre del 34, reprimidos por el general Francisco Franco. Principalmente se masacró a
los mineros, el sector más combativo dentro de la huelga, lo que le valió a Franco el ascenso al
mando de Jefe del Estado Mayor.
La Ley de Reforma Agraria y la Ley de Reforma Laboral de Largo Caballero, políticas
educativas y políticas de organización territorial o la reforma del ejército de Azaña. Fueron estas las
mayores empresas legislativas emprendidas por el período republicano.
La derecha aprovechó el golpe de estado para encausar a todos los grupos de izquierda
radicales, siendo disueltos los ayuntamientos y sus representantes. Se tensiona la política española y
se encauzan los sucesos del 36.
Un grupo de paramilitares asesina a Calvo Sotelo, justo después sucederá el golpe de estado
de 1936. En la primavera de 1936 se producen unas elecciones que terminan desembocando
también en el alzamiento fascista. Importancia de los sucesos de mayo del 37 en Barcelona.

La historiografía contemporaneista española se ha formado en torno a la investigación de la


guerra civil y la República, un tema de importancia historiográfico y público. Importancia de la
obra de Joaquín Arrarás, quien establecerá la visión del franquismo sobre la República y la guerra
civil, al hilo de la película Raza de 1942. Desde el ministerio de la propaganda, dirigido por Manuel
Fraga, se creó un centro de Documentación de la Guerra de Liberación, posterior catedrático,
Ricardo de la Cierva. Otro elemento importante de la historiografía franquista es el trabajo
anticomunista de Bolloten.
Ciertos autores hicieron un balance sobre la bibliografía y elementos propagandísticos del
franquismo, donde destacó el hispanista Herbert Southworth, combatiente en las brigadas
internacionales, manteniendo su fidelidad a la causa republicana. Uno de sus primeros libros fue El
mito de la cruzada de Franco: crítica bibliográfica, editado en París por Ruedo Ibérico, en 1963.
Libro que fue contestado por el ministerio franquista con una revisión de la documentación de la
guerra civil.
Se ha de destacar el aporte de la historiografía militar en el bando franquista, con los aportes
en documentación militar con los trabajos de los Hnos Salas Larrazábal.
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La historia militar. Los frentes. El golpe de estado estalla en las posesiones militares
africanas el 18 de julio, una trama dirigida desde Pamplona por Mola y en el cual estaba implicado
una gran cantidad del estamento militar en connivencia con dos partidos políticos: Acción Española
(monárquico de extrema derecha) y la Unión tradicionalista, coordinada por el general Mola en la
sombra y Falange Española de las JONS. El líder de este partido último, José Antonio Primo de
Rivera fue detenido por posesión ilícita de armas y trasladado a Alicante, donde será procesado por
rebelión militar y fusilado en noviembre del 36. Fuera de estos elementos básicos, el objetivo
militar es la ocupación de Madrid, tras proclamar el estado de guerra para todo el país.

A nivel internacional, las principales potencias europeas llegan a la decisión de no-


intervención, paralizando ayuda política o militar por parte de las democracias al bando
republicano. De hecho, el gobierno inglés apoyó implícitamente el golpe de estado, financiando e
interviniendo la guerra española. Alemania e Italia apoyaron desde el primer momento el
levantamiento español con aviación e infantería (CTV italiana). Hubo brigadas internacionales tanto
franquistas como republicanas, con dos elementos claves en el levantamiento: el ejército regular
africano con la guardia mora y las milicias de voluntarios (paramilitares civiles armados)
organizados a partir de la comunión tradicionalista (importantes en el norte) y los milicianos
falangistas, quienes canalizaron el apoyo civil desde Galiza y Castilla la Vieja hacia Madrid. La
aviación alemana jugó un papel fundamental ante el bloqueo republicano de Gibraltar,
transportando a los franquistas desde Tetuán hasta Sevilla.
Italia ocupa las Baleares con infantería y barcos, estableciendo allí una base desde la que
atacar la retaguardia republicana.
Dos modos de actuación: Si el gobernador civil se posicionaba a favor del golpe se tomaban
las comunicaciones y el ayuntamiento, se dictaba una orden de queda, se prohibía la reunión y se
movilizaban las fuerzas de orden público. Si un gobernador civil no apoya el golpe, pero la
comandancia de la guardia civil sí, puede pasar como en Sevilla, donde fueron a detener al
gobernador civil. Si la guardia civil no se posicionaba, se acuartelaba, como en el Cuartel de la
Montaña, donde se encierran esperando instrucciones. Hay una parte del país que queda con la
república, Madrid y Levante, y las zonas periféricas se posicionan con el alzamiento.
Además de los resultados de la posición de las fuerzas de orden público, fue clave para el
surgimiento de la resistencia republicana su rapidez en el armamento de los sindicatos y partidos
políticos, llevando a que se constituyan comités en cada partido y sindicato, dirigiendo la represión
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pública ajenos al poder judicial. Esto hace que los defensores de la república sean los mismos que la
fracturen, que la dividan, en función de los intereses de cada partido. Como respuesta a través de
este tomarse la justicia por su mano se constituyen unos tribunales populares, con miembros de los
tribunales altamente politizados. Conocidos como “paseos”, las detenciones ilegales eran muy
frecuentes, y al cabo de unas horas eran fusilados y enterrados en cunetas, procedimiento realizado
desde ambos bandos. La represión se personalizó en los primeros momentos en Sevilla bajo el
liderazgo de Queipo de Llano, en una carnicería realizada en el barrio de Triana, donde se entró con
artillería. Era necesario controlar la ciudad para tenerla como puente aéreo.
Esta primera guerra se llamó fase de columnas, ya que una vez conquistada la capital se
dirigían columnas para conquistar los alrededores. (Táctica desde La Roda-Madrid-Alicante para
conquistar Albacete.
La primera gran batalla es la de Madrid, con el Frente Norte en la sierra de Guadarrama,
otras columnas cogen el Tajo, desde Sevilla, controlando Huelva y Extremadura (importante por la
conexión con Portugal), el llamado frente de Ciudad Universitaria. Talavera de la Eeina fue el punto
donde esta columna se desvió, para ir a Toledo y luego ir a Ciudad Universitaria.
La ocupación de Badajoz es una de las batallas claves, con una represión descarnada en la
ciudad, con el general Yagüe, quien dirige las tropas junto a las tropas de Varela. La propaganda
puso a las víctimas extremeñas como víctimas de la república, pero Oliveira, periodista portugués,
destapa las carnicerías de los sublevados, causando un enorme revuelo internacional. El segundo
gran escándalo será el de Guernika, igual que el bombardeo de Málaga.
El primer momento trata de enlazar la zona de desembarco con Madrid a través del Valle del
Tajo y la frontera portuguesa. Pero antes de llegar a Madrid Franco libera Toledo. Toledo
inicialmente republicano, pero con los golpistas comandados por su gobernador militar, Moscardó,
se acuartelan en el Alcázar de Toledo. En él se dio un asedio, un golpe de efecto político del general
Franco, iniciando un proceso de concentración de fama y poder político en manos de Franco,
utilizado como arma política, pero retrasó la llegada a Madrid, parándose el ataque sobre la capital
en el Alto de León. Gracias a este retraso fue clave la llegada de las Brigadas Internacionales,
canalizados por la II y III Internacional, con voluntarios fundamentalmente franceses e ingleses,
Brigada Lincoln de EE.UU y la aportación de los comunistas italianos, soviéticos y alemanes, con
experiencia de combate, ya que muchos de ellos eran excombatientes de la Primera Guerra
Mundial, y saben dirigir al desperdigado ejército republicano.
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Tras chocarse en Ciudad Universitaria se dan una serie de tácticas envolventes, con distintas
batallas como la de Brunete o Guadalajara (marzo 1937, gran derrota del bando nacional), en torno
a Madrid. Guadalajara fue movida por las brigadas internacionales y el CTV italiano, que fueron
totalmente derrotados. La derrota italiana fue debida a varios factores, pero uno importante fue la
lluvia. Guadalajara pone fin a la Batalla de Madrid, y Franco se da cuenta de la imposibilidad de
conquistar la capital. Se inicia la segunda fase de la guerra: El Frente del Norte.
Se desplazará la guerra hacia dos puntos: El Mediterráneo y acabar con la fuerza republicana
en Santander, Asturias y País Vasco, con la ayuda de un punto clave como San Sebastián. La guerra
en este punto es un paseo militar, ocupando toda la zona en cuatro meses. El cinturón de hierro de
Bilbao duró unos quince días, debido al servicio de inteligencia franquista, que consiguió los planos
de la defensa. Tras esto, y el peligro real de que se conquiste Madrid, se decide por parte de la
República trasladar la capitalidad a Valencia, y depositando las cortes en Barcelona. En Madrid
queda una junta de defensa presidida por Rojo y Miaja.
Se ocupa Málaga y Almería, huyendo los refugiados a Murcia y Alicante, pero toda la
Marina se dedica a bombardearles, causando el tercer escándalo político. Este bombardeo civil hace
que los países del exterior como la URSS decidan intervenir más seriamente. Stalin interviene
mucho más. Se forma un gobierno presidido por Juan Negrín, con apoyo principalmente comunista.
En torno al 5º regimiento, el Batallón de Hierro, será el germen del nuevo ejército popular.
Montseny dentro del anarquismo, Durruti, Largo Caballero. Junto a la operación malagueña se dio
la ocupación del frente anarquista, hasta que intervienen los comunistas, dándose dos batallas
claves: Teruel y el Ebro. La primera con victoria republicana, pírrica, de noventa días. Con la
ocupación de Zaragoza se da la batalla del Ebro, con la última gran intervención soviética, pero se
fracasa terriblemente. Franco realiza una guerra de desgaste y se hunde todo el frente del Ebro. Las
siguientes operaciones fueron ya en el verano del 38, una hacia Barcelona y otra a la Batalla de
Valencia, a ocupar las dos capitales republicanas. Barcelona cae y Valencia resiste temporalmente.
Se cierra la frontera y la ayuda ya no puede entrar, la única esperanza de Negrín es esperar al
estallido de la guerra europea y la intervención aliada. El coronel Casado da un golpe de estado,
pactando con Franco, en marzo del 39, Casado traiciona la República y vuela a Londres, cayendo en
manos de Franco. A partir de ahí se produce un rápido avance hacia Levante, conquistando Valencia
y Alicante.
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Franco se convierte en el 36 en Generalísimo de todos los ejércitos. En el 37 se constituye el


primer núcleo de estado que sustituyó a la llamada Junta de Defensa Nacional. La capital se sitúa en
torno al cuartel de Franco, en Salamanca, concretamente en el palacio episcopal. En el 38 se
traslada a Burgos, segunda capital del estado. A partir de ahí tenemos una serie de posiciones
legales que van institucionalizando los gobiernos de Franco. Uno de los elementos fue la
unificación de los partidos de la derecha en torno al bando sublevado, a partir del 16 de abril del 37,
con un Decreto de Unificación Política, que establece dos cosas: Quedan suprimidos todos los
partidos políticos excepto la FE de las JONS y la Comunión Tradicionalista, que se unificaría en un
único partido político, FET y de las JONS. Falange Española Tradicionalista. El mando político de
esta unión la detenta Franco. El segundo elemento es el decreto de todas las milicias de las unidades
del ejército, pasando a ser unidades regulares del ejército, absorbidas por el ejército, entonces
desarticula militarmente a los partidos y absorbe sus fuerzas. En definitiva, todos los poderes
militares, políticos y ejecutivos quedan en manos de Franco, un verdadero golpe de estado dentro de
la derecha. Reprime a todo el resto de líderes, incluso al mando provisional de Falange que sustituía
a Primo de Rivera.

El 4 de septiembre dimite el presidente Giral y toma el gobierno Largo Caballero, presidente


de la UGT, entran los anarquistas en el gobierno de la autonomía de Cataluña. Un primer paso en
uniformar las milicias se dio a finales de septiembre, con el 5º Regimiento como mejor ejemplo de
este proceso. Se aprueba el estatuto vasco a final de verano, cuyo primer presidente fue Aguirre.
Importante la entrada de los CNT en el gobierno general bajo el amparo de Largo Caballero en
noviembre de ese año. Se produce el traslado del gobierno republicano a Barcelona ante la presión
de la batalla de Madrid, quedando la ciudad en manos de una Junta de Defensa dirigida por Rojo.

En el 37 uno de los sucesos más importantes es la batalla de Madrid y el traslado de la


capital. Los sucesos de mayo fueron de vital importancia, mostrando la división entre anarquistas,
comunistas, socialistas y el PSUC, con importantes consecuencias políticas en todos los niveles.
Este elemento produjo la dimisión de Largo Caballero y la entrada de Juan Negrín, con el respaldo
de la URSS, el ejército y el PSOE. Se eliminan las colectivizaciones aragonesas por parte de los
comunistas, eliminando la influencia anarquista e imponiendo una visión dirigida por los
comunistas. El gobierno de Negrín aguantará hasta finales de la República, en un intento por
esperar que el estallido de una guerra mundial provocase una ayuda aliada.
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En la España Franquista a partir del 18 de julio se declara el estado de guerra para todo el
país, con un decreto en julio. Lo más importante es la creación en julio de la Junta de Defensa
Nacional, presidida por Cabanelles, capitán en Zaragoza, donde estaba la sede de estas juntas. El 1
de octubre se proclama la ley de jefatura del estado, ascendiendo a Franco a Jefe de Estado y
Generalísimo de los ejércitos, maniobra realizada por el militar como medida de alejarse de sus
competidores dentro del estamento militar. El acuerdo político informal entre los militares al estallar
la guerra consistía en nombrar a Franco jefe del gobierno, pero Franco, gracias a sus contactos con
el editor del BOE, su hermano, se nombra jefe del estado. Se crea la Junta Técnica del Estado,
primer embrión de la administración franquista. En noviembre se reconoce internacionalmente a
Franco desde Alemania e Italia, legitimando el carácter dictatorial del golpe. Hay una junta de
mandos en las JONS tras la detención de Primo de Rivera presidida por Hedilla.
En el 37 aparece un político muy importante, que escapado de Madrid, visita Italia y acaba
en Salamanca, Serrano Suñer, importantísimo hasta 1943. Será cuñado político de Franco, casado
con Ramona Polo, hermana de la esposa de Franco. Privilegiado (y perjudicado) por esta relación
personal, será arquitecto del nuevo régimen, teniendo una gran afinidad con Primo de Rivera,
militante de la CEDA, funcionario, abogado del estado, jurista muy destacado ya durante el período
franquista. Entra a formar parte del consejo de gobierno, inspirando el nuevo estado desde la Junta
Técnica, empezando un proceso de fascistización del estado, aglutinándose a su alrededor los
“camisas viejas”, terminología utilizada para designar a los militantes de Falange primigenios que
conocieron de primera mano a Primo de Rivera; por lo mismo, los “camisas nuevas” fueron los
militantes de FE posteriores al estallido de la guerra civil. Todas las características del nuevo estado
se construirán en torno a una hipotética victoria alemana en la guerra mundial. Controlará el
ministerio de la gobernación y el de asuntos exteriores. Serrano Suñer fue apartado por Franco en el
43 debido a su ascenso personal y unas aventuras románticas que perjudicaron gravemente su
imagen. Se recoge bien su vida en sus memorias Entre Hendaya y Gibraltar y Mis Memorias.
Carrero Blanco fue otra figura política clave en el inicio del ascenso político de Franco y la
configuración de la administración franquista.
A partir del 48 aparecerá vinculado a ellos un joven príncipe, el príncipe Juan Carlos, a
partir de la Ley de Sucesión de 1947.
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El 19 de Abril se da el decreto de unificación entre Falange y la Unión Tradicionalista,


importante por temas ya comentados y por cohesionar la competencia de Franco, neutralizándola en
una unión a priori incompatible.
El primer gobierno de Franco será de principios del 38, el 30 de enero, con la aparición del
decreto de la Ley de Admon del Estado. Muy importante será la aparición de la Primera Ley
Fundamental del Franquismo, el Fuero del Trabajo, muy inspirada en el fuero equivalente italiano
fascista. Se aprobó, en primer momento con carácter temporal, la Ley de Prensa del 38, que duró
hasta el 66, con una censura previa de los contenidos, de las más restrictivas para la opinión pública
en España. Los gobiernos civiles representaron a la censura militar y la Iglesia Católica.
Lo más importante será el final de la guerra, el 1 de abril del 39, fecha en la que oficialmente
se reconoce el gobierno franquista por parte de los EE.UU. Se realiza una legislación para un
gobierno civil de las responsabilidades políticas, administrativas y económicas, Ley de
Responsabilidades Políticas, hasta entonces llevadas a cabo por consejos militares. En el 40 surge la
ley de eliminación de la Masonería y el Comunismo, llevando a cabo una depuración durísima
política.

LA GUERRA CIVIL Y EL INICIO DEL FRANQUISMO


Desde mediados de esa década, destacaron las aportaciones al estudio del período
republicano. El inglés Raymond Carr fue el autor de la obra de mayor impacto, publicado en 1966,
en la que ofreció una visión panorámica de la España contemporánea, que abarcaba hasta el
desenlace de la Guerra Civil, dentro de la colección Oxford History of Modern Europe. Hay que
destacar la obra de Gabriel Jackson sobre la República y la Guerra Civil. Stanley G. Payne fue uno
de los pioneros con su estudio sobre la Falange, pronto traducido por Ruedo Ibérico, una empresa
dirigida por exiliados republicanos, que trataba de editar los libros que no podían imprimirse en
España. En la misma línea de trabajos académicos estuvieron la obra de Frank Sedwick sobre Azaña
y el trabajo de Malefakis sobre la reforma agraria, que fue un tema punzante en la sociedad
española, una demanda apenas satisfecha por las leyes de desamortización y que se volvería a abrir
durante el bienio radical-cedista, provocando enfrentamientos sociales. Desde el mundo francés, es
destacable la figura de Jean Bécarud, que ofreció en 1962, un trabajo pionero sobre la sociología
electoral del período. Un trabajo importante fue el de Gabriel Jackson sobre la República Española
y la Guerra Civil, editado en versión española en México en el 67. Otro manual, La Segunda
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República, coordinado por González Calleja y otros, es un manual de 2015, editado en Barcelona en
la editorial Pasado y Presente, supone una monografía muy actual sobre el estado de la cuestión.
Las reformas están asociadas a un hombre, Manuel Azaña, y a un partido, la Izquierda
Republicana. De la república lo que más interesa es la articulación política partidista y los procesos
electorales y de ordenación de partidos, no sólo la problemática social.

La gran aportación fue el comienzo de la publicación de las Obras Completas de Manuel


Azaña en el 66, que significó la recuperación de quien había presidido los gobiernos reformistas del
primer bienio y había ejercido la presidencia de la República durante los momentos trágicos de la
Guerra Civil. Esta edición mexicana se conoció en España de manera clandestina y transformó
completamente la imagen historiográfica del régimen republicano. La mejor biografía sobre Azaña
es la publicada por Taurus y escrita por Santos Julià.
En los años de la transición política, destacaron asimismo la aparición de las memorias de
Niceto Alcalá Zamora, que no se habían publicado antes de la muerte de Franco por expreso deseo
del autor, que las había terminado a mediados de 1940 en el exilio francés. Así como con la
publicación de las memorias del político republicano radical Martínez Barrio, quien alcanzó los
cargos de Presidente de las Cortes, Presidente del Consejo de Ministros y Presidente interino de la
Segunda República. Fue importante la visión de Alcalá Zamora para contraponerlas a las de Azaña.
Otras memorias interesantes que ayudaron a completar la visión fueron las de Martínez
Barrio, presidente de las Cortes, publicadas por Planeta en Barcelona.

LA SEGUNDA REPÚBLICA

La Segunda República era el referente más inmediato de la vida democrática en España, lo


que facilitó la proliferación de estudios sobre ese período. Una inquietud tras el avance
historiográfico en el estudio de la Segunda República española fue el interés en buscar los
elementos de continuidad que permitieran abrigar la esperanza de recuperar aquel escenario de
libertad. Se tendió a pensar que, cuando se recuperan en España las instituciones democráticas, el
comportamiento electoral de los españoles sería similar al que habían tenido antes de 1936. De la
misma manera, existia el convencimiento de que un futuro sistema democrático de partidos volvería
a contar con varios de los partidos existentes con anterioridad, ya que algunos (el PSOE, PCE, el
PNV o ERC) habían mantenido sus organizaciones en la clandestinidad o en el exilio.
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Paralelamente a la renovación historiográfica que empezaba a desarrollarse en la universidad


española, a partir de 1970 se realizaron unos coloquios anuales animados por Manuel Tuñón de
Lara, que dirigía el Centre de Recherches Hispaniques de la Universidad de Pau, y que actuaron
también como un elemento dinamizador de la historiografía del período republicano.
Historiografía dedicada a las elecciones y los partidos políticos a niveles locales y
provinciales, la lógica democrática y política de la República en un momento en el que se ha de
construir la nueva democracia. La historiografía sobre este tema entre los 70 y 80 tuvo un
componente militante muy importante.

DESARROLLO DE LOS ESTUDIOS POLÍTICOS


A principios de la década de 1970, proliferaron los estudios sobre el sistema político
republicano, así como acerca de los partidos políticos, las prácticas electorales y las organizaciones
obreras. Una aproximación básica fue la de la sociología electoral, que fue adoptada a partir del
desarrollo de la disciplina en Francia para el estudio de la España de la Testauración por Miguel
Martínez Cuadrado, mientras que Javier Tusell analizó también el período republicano con su
estudio sobre Madrid. Estas obras abrieron la puerta a los numerosos estudios locales que se
sucederían en los años siguientes.
Asimismo se estudiaron los partidos políticos que habían existido antes de la Guerra Civil,
con la intención de volver a conectar con la cultura política que los animaba, sobre todo el PSOE a
través de figuras como Julián Besteiro, Fernando de los Ríos (vinculación con la ILE) o Luis
Araquistain (ligado a las ideas socialdemócratas del momento). Isidre Molas recuperó la trayectoria
del nacionalismo catalán a traés del estudio de la Lliga Catalana y describió del mapa del sistema
político catalán durante los años republicanos.
Parte del triunfo posterior del PSOE estuvo en su labor de redefinición, la asunción del
laborismo, y la política de la recuperación de su memoria y legado documental a través de la
Fundación Pablo Iglesias y UGT, patrocinando estudios sobre el partido y sus principales dirigentes,
ayudado por el triunfo electoral de 1982. Crea una revista importante llamada Sistema, novedosa en
los estudios sociológicos, politológicos y culturales del momento. Santos Juliá fue uno de los
historiadores que más trabajó en este aspecto.

EL DESARROLLO DE LOS ESTUDIOS SOBRE LA GUERRA CIVIL


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La producción historiográfica extranjera sobre la Guerra Civil, sobre todo anglosajona,


empezó a remitir a medida que la crisis de la dictadura franquista permitió a los historiadores
españoles ajenos al régimen adentrarse en ese periodo y en sus antecedentes (la Segunda República)
y consecuentes (la dictadura franquista). Un hito claro en este proceso fue la publicación del libro
del economista (y entonces dirigente comunista) Ramón Tamames, La República. La era de
Franco, 1973. Ese mismo año y al siguiente aparecieron tres obras relevantes: un trabajo del
historiador económico Josép María Bricall que abordaba la gestión autonómica en la Cataluña
republicana en guerra (Política económica de la Generalitat, 1973); la investigación del
excombatiente franquista Ramón Salas Larrazábal sobre el ejército republicano (Historia del
Ejército Popular de la República, 1973), y el análisis del historiador económico Angel Viñas, sobre
la ayuda hitleriana a la sublevación franquista, con documentación española, alemana (fue becario
en Hamburgo) y británica (La Alemania nazi y el 18 de julio, 1974). Asimismo, hay que citar su
libro El Oro Español en la Guerra Civil (Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, 1976), cuya edición
fue secuestrada inmediatamente.

RENOVACIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA DE LA SEGUNDA REPÚBLICA


Con el inicio de la transición política se renovó el interés por los partidos políticos y
proliferaron los estudios locales sobre la vida política y las elecciones. Fue una proliferación en la
que abundó el puro localismo despreocupado de establecer comparaciones significativas con otras
sociedades.
Por otra parte, se abrió paso una interpretación sobre el programa de reformas del régimen
republicano, que giró en torno a la actuación de Azaña, en un duro enfrentamiento con las fuerzas
conservadoras empeñadas en la desestabilización del régimen. Paul Preston sacó a la luz su tesis
sobre la amenaza de tipo fascista que supuso la CEDA tras su triunfo electoral de 1933.
La iniciativa de más fuerte impacto fue, quizás, la celebración de unos coloquis en Segoia
que buscan dar continuidad a los encuentros de Pau de la década de los setenta, dedicándose los
coloquios de 1986 y 1987 expresamente a la Segunda República.

El interés historiográfico se extendió a las políticas de reformas republicanas. Las reformas


militares tuvieron un especial atractivo, pues parecían suerir formas eficaces de romper el excesivo
protagonismo que el Ejército había desempeñado en el sostenimiento del régimen de Franco.
También fueron alabadas las medidas relacionadas con la educación. EL tema de la organización
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nacional, y la apuesta por un Estado integral abierto a soluciones autonómicas, tendría un fuerte
impacto en los compases iniciales del régimen republicano, pero no atrajo inicialmente la atención
de los historiadores hasta que, durante la discusión del texto constitucional de 1978, empezó a
cobrar una nueva actualidad la cuestión de las autonomías. Tampoco resultó problemático el asunto
de la reforma agraria, que había perdido toda su urgencia a la altura de 1975, aparte de contar con el
estudio de Malefakis. Libro clave el de Michel ALPERT, La reforma militar de Azaña, de Madrid,
editado en 1982 y reeditado en 2008.

Un aspecto importante fue el de la educación, insistiendo la República en la alfabetización


del país, queriendo ciudadanos letrados para que pueda darse una responsabilidad civil. Se deja por
tanto de lado la formación técnica de Primo de Rivera que será retomada durante el franquismo.
Un tema que interesó mucho a la historiografía a razón del autonomismo durante la
Transición fue la revisión de este aspecto en la constitución del 31.

LA CUESTIÓN RELIGIOSA EN LA SEGUNDA REPÚBLICA


Hay que destacar la cuestión de las relaciones del nuevo régimen con la Iglesia, que
provocaría la primera crisis política del régimen republicano y establecería una frontera que
dificultó la incorporación de muchos españoles a la vida política dentro del sistema. La cuestión fue
estudiada con gran amplitud de miras, pues hay que tener en cuenta que la Iglesia española de los
años setenta vivía en plena asimilación de los contenidos del Concilio Vaticano II, con sus
constantes llamadas al diálogo como Tarancón. En ese terreno, resultó ejemplar la tarea realizada
por Miquel Batllori y Víctor Manuel Arbeloa con la edición del archivo del cardenal Vidal i
Barraquer a partir de 1971. Asimismo, hay que resaltar la publicación del elenco de documentación
sobre España en el Archivo Secreto Vaticano durante la Segunda República y la Guerra Civil.

En la Segunda República se dieron episodios de conflictos con el estamento clerical, con


agresiones desde el bando anarquista que aumentaron exponencialmente desde el estallido de la
guerra civil. Estos hechos fueron explotados por el franquismo, canonizando y beatificando a
centenares de sacerdotes y monjas por Juan Pablo II, un ferviente anticomunista.

LA GUERRA CIVIL
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Los años 1981 – 1986 estuvieron marcados por la celebración de dos cincuentenarios: el de
la proclamación de la República y el del comienzo de la guerra civil. Así, se produjo una eclosión,
cuantitativa y cualitativa, en la producción historiográfica sobre ambos períodos. Los estudios sobre
la Guerra Civil marcaron la pauta, tanto temática como metodológica, de lo que se investigó durante
las décadas siguientes. Hay que destacar la configuración de una difusa escuela en torno a Manuel
Tuñón de Lara, heredera intelectual de los coloquios de la universidad de Pau y concentrada en el
análisis de los años treinta, uno de cuyos frutos fue la publicación del libro, editado por Tuñón, La
Guerra Civil, 50 años después (Barcelona, Labor, 1985). Asimismo, se produjo una enorme
corriente de investigaciones de ámbito provincial o regional en virtud del apoyo recibido de las
instituciones políticas correspondientes a esos ámbitos. Entre esas publicaciones hay que citar los
trabajos de Aróstegui y Jesús Martínez, La Junta de Defensa de Madrid: noviembre 1936-1bril
1937 (Madrid, Comunidad de Madrid, 1984); Julián Casanova, Anarquismo y revolución en la
sociedad rural aragonesa, 1936-1938 (Barcelona, Crítica, 1985) y Josep María Solé y Sabaté, La
Repressió franquista a Catalunya 1938-1953 (Barcelona, Edicions 62, 1985). La investigación
sobre la represión y el coste humano del conflicto ha sido el tema que más ha interesado y más
polémicas ha suscitado, sobre todo a partir de la publicación del libro de Ramón Salas Larrazabal
Los datos exactos de la Guerra Civil (Madrid, Ediciones Rioduero, 1980) debiéndose citar el
trabajo de Albert Reig Tapia, Ideología e Historia. Sobre la represión franquista y la guerra civil
(Madrid, Akal, 1986).
El tema más trabajado en torno a este período es el de la represión teniendo obras como la
de Reig Tapias contra lo dicho por Salas Larrazabal, el discurso neo-franquista de justificación del
régimen. Las contabilizaciones de la represión (con pena de muerte) más recientes estiman para la
represión franquista unos 130.000 represaliados civiles.

LA REVISIÓN HISTORIOGRÁFICA DEL PERÍODO REPUBLICANO


En los últimos años se ha asistido a un replanteamiento de la historiografía republicana a
partir de la discusión del propio régimen político. El revisionimo tuvo en Pío Moa a su principal
representante, quien publicó, a partir de 1999, una serie de títulos en los que se cuestionaba el
proyecto republicano y situaba el origen de la guerra civil en los sucesos revolucionarios de octubre
de 1934. Para el libro de Pío Moa, Los orígenes de la Guerra Civil española. Madrid, Encuentro,
1999. Ante estos discursos, tenemos el AntiMoa de Alberto Reig Tapia, Barcelona, Ediciones B,
2006.
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Nigel Townson destacó, por su parte, el fracaso de un proyecto político de centro, que no
pudo desarrollarse durante el segundo bienio republicano. La idea de la instauración de un régimen
republicano lastrado por los extremismos y la violencia política ha sido expuesta por Stanley Payne
y Manuel Álvarez Tardío. Este último analizó las condiciones de los procesos constituyentes que
llevaron a las Constituciones de 1931 y 1978, rechazando la identificación del régimen de 1931 con
la situación actual de la democracia española, a la vez que ha subrayado el valor de la voluntad de
consenso que se puso en juego para alcanzar el texto constitucional de 1978.
La obra de Payne fue El colapso de la República. Los orígenes de la Guerra Civil (1933-
1936). La Esfera de los Libros, 2005. Álvarez Tardío, El camino a la democracia en España. 1931
y 1978. Madrid, Gota a Gota, 2005.

El Franquismo
Después de la dictadura portuguesa, la dictadura franquista ha sido la más longeva de
Europa, lo que hace más interesante y difícil su estudio. Evidente es por lo tanto, que uno de sus
aspectos más importantes fue su extrema adaptabilidad y estilo camaleónico. Se pueden distinguir
varias etapas en el desarrollo del franquismo.
Podemos darlo por iniciado el uno de octubre del 36, cuando Francisco Franco se yergue
jefe del estado y generalísimo, así como el primer gobierno de Franco en enero del 38, y
posteriormente una sanción de sus poderes omnímodos.
La Junta Técnica del Estado, ya reconocida por los países del Eje y Portugal se convirtió en
el primer gobierno franquista, reconocido poco más tarde por GB y EE.UU. En el contexto de la
Segunda Guerra Mundial es cuando se produce la institucionalización de la dictadura en la etapa
fascista de la dictadura, lo que se llama fascistización. Las leyes que se dictaron en este sentido para
asentar el estado fascista con Italia como modelo, fueron varias. Se conocieron como Leyes
Fundamentales o Principios Fundamentales del Franquismo.
En el centro de este proceso, el partido único. Desde su fusión en abril del 37, que une a
Falange Española y las JONS.
Algunas leyes básicas son las siguientes: Una de las más importantes fue la Ley de Unidad
Sindical del 26 de Enero de 1940, establece un Partido y un Sindicato Único, siguiendo la ideología
del nacional-sindicalismo. Unificó todas las ramas productivas en la Confederación Nacional
Sindical (CNS), uniendo a trabajadores y patrones, con un sistema de representación corporativo. El
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principio que articula la ideología es sin duda el principio corporativista, prohibiendo la


representación de partidos. Los sindicatos, partidos y formas de representación anteriores fueron
prohibidos completamente. Sólo se abrió una veta en el 50 con las negociaciones colectivas para las
empresas, con las Comisiones Obreras, enlaces sindicales elegidos dentro del sindicato único para
negociar las condiciones, en estas figuras se colaron muchos delegados del PCE, llevando a cabo su
labor desde el sistema en los pocos huecos habidos.
En torno a esto se crean diferentes organizaciones en torno a diversos cuerpos del estado.
Los jóvenes son agrupados como en Alemania e Italia, en el Frente de Juventudes, que articula a los
jóvenes hasta los 21 años dentro de un cuadro de estilo militar (6 de diciembre de 1940).
Se regula la CNS con la Ley de Bases de la Organización Sindical.
Además, leyes represivas que aumentan el código penal. Se restableció la anteriormente
abolida pena de muerte con el garrote vil. La represión se institucionaliza a través de los tribunales
militares con el llamado procedimiento abreviado, que de facto eliminaba cualquier garantía
jurídica de defensa. Una ley importante fue ley de Responsabilidades Políticas, que se dedicó a
depurar todos aquellos cargos y ciudadanos que habían apoyado la República, incluía condenas,
incautación de bienes y castigos penales, laborales y civiles. Se crean los tribunales de
Responsabilidades Políticas, que no dejaban nada sin regular o reprimir.
La Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo (1 de marzo de 1940) se usó para
depurar personalidades y como verdadera arma arrojadiza incluso dentro de la propia FE.
La Ley de Seguridad del Estado de 1941 estableció el cuerpo de represión y seguridad
amparado en este texto (los grises) y que vino a suplir la anterior guarda de asalto. Durante la
democracia serían la Policía Nacional.
Desde diciembre del 42 la guerra empieza a torcerse en el frente fascista tras la derrota
contra los soviéticos, perdiendo Alemania el acceso a los campos petrolíferos y el desembarco en
Normandía y Sicilia (caída de Mussolini) y derrota de Rommel en Libia. Se produce un cambio en
el Ministerio de Exteriores, cayendo Serrano Súñer y subiendo Jordán.
Aparecen los católicos militantes en la órbita del poder franquismo, no militantes en FE,
sino que proceden de AC (Acción Católica) y ACNP (versión del mundo universitario, Asociación
Católica Nacional Propagandística). Con el papel regulador del Vaticano, con la simpatẃia de la
opinión pública internacional católica y un gusto por la Democracia Cristiana. Estos tres elementos
aconsejan un viraje que utilizaría a los católicos como nueva cara amable de la dictadura.
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La primera apertura real del régimen será la que se produzca en el año 50, con las charlas
con el Vaticano.
Ministro de Asuntos Exteriores, será Martín-Artajo la cara visible de este primer catolicismo
político del franquismo. La ACNP casa más con el nuevo contexto internacional y empieza a
sustituir a la FE de las JONS.

Se aprueban nuevas leyes que soterran las anteriores, aunque no se deroguen. En el 1942 se
cierra el proceso de fastiscización con la Ley de Cortes, que sanciona el corporativismo español.
Con una única cámara en el congreso de los diputados se dará una representación por tercios. A
partir de este punto se dejarán los aspectos más polémicos del régimen, dejando su aspecto
totalitario y abrazando la denominación de democracia corporativa, no liberal ni de partidos. Para
eso, la ley más importante será el llamado Fuero de los Españoles, una constitución que dará una
serie de derechos a los españoles inspirado por equipos católicos. Mucha importancia en su
redacción tendrá la ACNP y el nacional-catolicismo. Junto a ello, la ley de Bases del Régimen
Local del 45 y la Ley de Referéndum Nacional, que establece elecciones trianuales para los
municipios con una renovación por tercios de los ayuntamientos. Los elegidos habían de ser
partícipes del Movimiento Nacional, detrás de lo cual había informes del partido, por lo que salía
exactamente lo que el gobernador civil quería. Votar era obligatorio. El alcalde lo elegían no los
votos, sino el ministerio de la Gobernación (interior). Ciertas leyes eran sometidas a Referéndum,
que siempre apoyaban aquello que el gobierno deseaba que saliese.

La política exterior del franquismo fue cambiando notoriamente a partir del 42. Antes,
España tuvo una política exterior cambiante que pasó de la neutralidad a la no-beligerancia.
Conforme avanza la guerra, bajo el influjo falangista de Serrano Suñer, a la no beligerancia. En
medio de esto, Hendaya, conferencia en la que Franco se reúne con Hitler. En Hendaya se reúnen
Franco, Serrano Suñer y Nicolás Franco con Hitler, Goering y Goebbels. Los alemanes pidieron la
participación española en la guerra, pero los españoles pidieron demasiado a cambio, reclamando
todas las colonias francesas norteafricanas. Hendaya se documentó muy bien por Ángel Viñas en
Sobornos. También el gobierno de Churchill presionó para que España no entrase en la guerra y el
interés de la no acción sobre España, hasta el punto de tensar la relación con EE.UU, quienes no
veían con buenos ojos al dictador.
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Se aísla a España internacionalmente, no se favorece a los republicanos exiliados, y sólo hay


un episodio de guerra en el Valle de Aran, retirándose los embajadores franceses y cerrándose las
fronteras. El plan Marshall no llega a España y además se le prohíbe entrar en la ONU.

El reingreso de España en la política internacional se pone en marcha entre el año 50 y el 55.


En el 50 se inicia la guerra Fría, de la cual se benefició ampliamente España y a partir de la cual
rehizo la nación. Europa y EE.UU no confiaban en una España sin Franco (con un PCE muy fuerte),
por lo que apoyan al dictador y lo aceptan en círculos internacionales, en un contexto de la guerra
de Corea. Mete a España en la FAO de la ONU, para favorecer la alimentación. Otra ayuda
humanitaria de la ONU es la entrada en la OMS y la UNESCO. Finalmente, en el 56 se acepta su
ingreso en la ONU. Se realiza el proceso de entrada de atrás hacia delante, con una normalización
internacional del régimen. Dos elementos fundamentales aún activos fueron: El concordato con la
Santa Sede del Vaticano y un acuerdo sobre las bases militares con la OTAN de septiembre del 53 a
cambio de beneficios alimenticios del Plan Marshall. Francia abre el paso de la Junquera.

Amén de algunas iniciativas, se han de subrayar algunas leyes como la Ley de Principios del
Movimiento Nacional del 58, que junto a las ya citadas: Ley de Unidad Sindical, el Estatuto del
Trabajo, el Fuero de los Españoles, etc; conformaron el cuerpo legislativo del franquismo.
En el Congreso de Múnich se reunieron partidos monárquicos y de izquierda, así como
nacionalistas (ETA), para organizar la oposición a Franco. Destacable el papel opositor de CCOO y
las organizaciones universitarias.
Una ley importante es la de Ley de Prensa del 66, la llamada Ley Fraga, salida de los
círculos católicos, supone la censura a posteriori de los elementos.
Se introducen gobiernos de tecnócratas, desarrollistas, que elaboran los planes de desarrollo,
apoyado sobretodo en el Opus Dei.

EL AUTORITARISMO POLÍTICO
Uno de los problemas historiográficos más discutidos en el estudio del franquismo ha sido el
referido a la naturaleza de la dictadura. El planteamiento de esta problemática se ha producido en
relación con el debate más amplio sobre la naturaleza del fascismo en la Europa de la posguerra,
época en la que se engloban dentro del concepto de totalitarismo movimientos e ideologías como
los regímenes soviético y chino, equiparándose los viejos enemigos con los nuevos. Hanna Arendt,
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discípula de Heidegger, fue la principal desarrolladora del concepto ¿ autoritarismo?


¿totalitarismo?. El totalitarismo plantea una revolución total tanto de la sociedad como del
individuo y postulándose como una tercera vía entre el capitalismo y el comunismo. La disolución
del concepto genérico del fascismo a partir de la noción del totalitarismo que ocurrió a mediados de
la década de 1960 sirvió para construir nuevas categorías politológicas que englobaran experiencias
dictatoriales no totalitarias como el propio fascismo en Italia y, sobre todo, el franquismo en
España, produciéndose la rápida aceptación del concepto de autoritarismo desde principios de los
años 60. En 1964, el franquismo fue presentado como un tipo ideal de régimen autoritario, según la
definición propuesta por el politólogo J.J. Linz, ( VER LECTURA DE LINZ) uno de los principales
politólogos españoles cuya obra completa esta en el Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales.
En España el debate historiográfico a partir de 1975 es sobre si el franquismo es
totalitarismo o autoritarismo. En este punto Linz plantea que a partir de los sesenta es un régimen
autoritario.

EL RÉGIMEN AUTORITARIO
Según J.J. Linz. Los regímenes autoritarios presentan unos caracteres propios frente al
gobierno democrático y el totalitarismo, sobresaliendo entre sus rasgos esenciales:
1. Un pluralismo político y de grupos de intereses limitados. En el régimen franquista,
falangistas, monárquicos, carlistas, católicos ( Acción Católica, Opus). Tecnócratas,
convirtiendo al Movimiento nacional en una maquina burocrática.
2. La ausencia de ideología, existiendo una mentalidad compartida por todos los grupos.
3. La falta de movilización política tanto intensiva como extensa de la población.
4. La debilidad del partido autoritario. La falange al inicio de la guerra era muy minoritario,
aproximadamente 3000 afiliados, 1/3 universitarios. En noviembre de 1936 200000,
canalizados a través de la milicias.
5. El ejercicio de un control social relativo.
6. La importancia del ejército.
7. La coexistencia de diferentes formas de legitimación, destacando su carácter carismático
durante la consolidación de estos regímenes, que luego desaparecen en beneficio de un
legalismo que rompe con la tradición.
8. La heterogeneidad de la élite política, formada esencialmente por expertos y militares, con
una lenta renovación de la misma.
9. La aparición de una seudo oposición ( VER ÚLTIMAS DE LA LECTURA DE LINZ).
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Lección 5. La España del siglo XX, la dictadura franquista


Críticas al concepto de autoritarismo

A pesar de que a definición del franquismo como un tipo de régimen autoritario se ha


mostrado como una de las más aceptadas, la teoría de Linz también ha sido criticada desde otros
planteamientos. Frente a la concepción autoritaria, el franquismo se interpreta como un fascismo.
Esta interpretación viene insistiendo principalmente en la naturaleza fascista del franquismo desde
una concepción muy general del fascismo a partir de su origen y su caracterización de clase. El
franquismo de autodenominó la España Nacional y el Nuevo Estado planteamiento claramente
fascista. El historiador Manuel Tuñón de Lara consideraba que fascismo era todo totalitarismo de
derechas que salvaguardara y representara los intereses de las clases hegemónicas, tal y como
sucedió en el régimen franquista. Una postura similar era la mantenida por el sociólogo José F.
Tezanos, cercano al PSOE y su fundación Pablo Iglesias quien, reconociendo las peculiaridades
del régimen español, también caracterizó el franquismo como fascista a partir sobre todo de su
defensa de los intereses de la clase dominante y de su origen en una coyuntura de lucha de clases
como había sucedido en los distintos fascismos europeos.

Linz define el autoritarismo como un régimen político como una identidad política propia,
que no es democrático ni totalitario. En base a esto, definir el totalitarismo para Linz. Recibe
grandes críticas por parte de Tuñón de Lara, contraponiendo el totalitarismo con el fascismo desde
una lectura marxista. Otro ejemplo vino de J. F. Tezanos.
En otro artículo, el segundo para el lunes, se explican diferentes modelos que se han
teorizado para el caso español. Historiadores como Stanley G. Payne o Javier Tusell han
aprovechado la conceptuación del autoritarismo, mientras que otros han optado por desarrollar el
concepto de fascismo para el franquismo, como Josep Fontana, redefiniendo la dictadura y abriendo
los debates en torno a la guerra, en su artículo Reflexiones sobre la naturaleza y consecuencias del
franquismo. Para él, insiste en que más que una fotografía tomada en el 60 (Linz), para saber cómo
es la dictadura se ha de volver a su origen, a la sublevación de la primavera del 36, el contexto de la
guerra civil y el medio de la victoria franquista.

La dictadura franquista como una forma de fascismo


En un encuentro sobre el franquismo celebrado en Valencia en 1984, con motivo del décimo
aniversario de la muerte del dictador, el historiador Fontana señaló que para comprender la
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naturaleza del franquismo es necesario examinar sus comienzos en 1939; la evolución posterior de
la dictadura no fue autónoma, sino impuesta desde dentro por las luchas sociales y desde fuera por
la búsqueda del reconocimiento internacional después de la guerra mundial. Fontana insistía en que
la represión desempeñó un papel político fundamental como medio de acción en la consolidación de
la dictadura, de igual forma que sucedió en la Italia fascista y la Alemania nazi. En este sentido, se
ha reafirmado la naturaleza fascista del franquismo al considerar que la coalición
contrarrevolucionaria que destruyó la República persiguió los mismos fines que los movimientos
fascistas de Italia y Alemania sobre todo la defensa de la propiedad privada y del orden social
capitalista.

El franquismo como una dictadura fascistizada


Esa concepción del franquismo ha sido matizada al definirlo como una dictadura
fascistizada, pues su esencia estaría en la combinación de elementos del fascismo y del
autoritarismo, de modo que ello explicaría también su versatilidad y capacidad de adaptación, y su
larga superviviencia. Según ha especificado Ismael Saz, la dictadura franquista no fue fascista. Ni
tampoco va a constituir nuestra particular forma de fascismo (Saz, 1996, pp. 636-637). Tratándose
de una dictadura de derechas que tomó del fascismo todo aquello que no contravenía los intereses
de las clases dominantes y dirigentes tradicionales, muchos sectores de las clases medias, la Iglesia
y el Ejército.
Libro de Ismael Saz en Les particularitats del feixisme espanyol. 1996. Falange Española
jamás hubiese llegado al poder de no ser por el golpe de estado, ya que a diferencia de Italia y
Alemania, FE no era un partido de masas, sino que más bien fue generado desde arriba e impuesto
al pueblo desde arriba. La guerra civil y su internacionalización se presentan como dos de los
elementos más importantes para diferenciar el fascismo español del alemán o italiano.
El golpe de estado español no triunfó, sino que dio lugar a una rápida internacionalización
del conflicto (como en Siria) y a una cruenta guerra civil.

LOS ORÍGENES DEL GOLPE DE ESTADO DEL 18 DE JULIO DE 1936


El contexto de la nueva articulación del nacionalismo y la irrupción de las masas en la
política desde finales del siglo XIX y, sobre todo, después de la Primera Guerra Mundial constituye
el trasfondo general que ayuda a comprender las raíces del franquismo en medio de la quiebra del
Estado Liberal. La articulación de un nuevo proyecto político en la derecha española no sólo fue
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tardío, sino que la propia debilidad del conservadurismo y el catolicismo político para reconducir la
experiencia democrática de la República acabó por evidenciar el arraigo del discurso del
tradicionalismo integrista procedente de la extrema derecha, que, durante la primavera de 1936,
encontró en un sector del Ejército la salvaguarda del viejo orden social y del universo simbólico
tradicional de se creían en peligro. El golpe de Estado del 18 de julio de 1936, y su producto
histórico que fue el franquismo, no resultó la consecuencia lógica del fracaso del proceso de
modernización en España, sino la derivación de las fuertes resistencias que este proyecto provocó
en un sector de la derecha y de la sociedad española, excitadas des de 1917 por el miedo a la
revolución, y en la misma Iglesia Católica.

LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA: EL INICIO DEL ESTUDIO DE LA TRANSICIÓN POLÍTICA


La atención al proceso de transición política en España generó un gran nṕumero de estudios
que se ocuparon de las razones que habían llevado a la instauración de la democracia en España. La
generalización de una visión optimista de aquel proceso conllevó la concepción de la Transición
Española como un determinado modelo de cambio político exportable a otros países. Entre las
primeras aportaciones, destacó el libro de Juan Pablo Fusi y Ray Carr, España de la dictadura a la
democracia, quienes incidieron en la idea de la crisis del régimen franquista entre 1969 y 1975.
(Barcelona, Planeta, 1979),
En su La política de la transición (Madrid, Taurus, 1981), José María Maravall analizó la
cultura política de la ciudadanía española entre 1976 y 1982, estableciendo una comparación entre
los comportamientos electorales y políticos en España y en otros países democráticos europeos y
señalando los cambios en los planteamientos ideológicos y políticos de las fuerzas de izquierda,
como ocurrió con el PSOE, de cara al cambio político. Maravall destacó las presiones
reivindicativas desde abajo junto a la política reformista desde arriba como dos elementos clave de
la transición. Se trató de una de las primeras expresiones del modelo de transición desde abajo.
La publicación de la Historia de la Transición. Diez años que cambiaron España, 1973-
1978, que apareció en 50 fascículos y dos epílogos en el periódico Diario 16 entre octubre del 83 y
abril del 84, estableció una interpretación que tuvo un gran predicamento. Esta interpretación
entendía que la Transición se había iniciado tras el asesinato del almirante Carrero Blanco, cuando
se agravó la crisis del franquismo coincidiendo con la degeneración física del propio dictador
Francisco Franco y el Príncipe Juan Carlos empezó, rodeado de un pequeño grupo de
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colaboradores, a pergeñar de forma casi secreta una suerte de operación de ingeniería política que
condujera a un proceso de cambio político.
Hay que resaltar la aportación del hispanista Paul Preston en su libro El triunfo de la
democracia en España: 1969-1982 (Barcelona, Plaza y Janés, 1986). Preston situó la crisis del
franquismo a finales de la década de los sesenta, destacando la importancia de las movilizaciones
contra el régimen durante el tardofranquismo como motor del cambio político, así como el
protagonismo político de ciertos personajes. Al respecto, Charles T. Powell subrayó la figura del rey
Juan Carlos I como piloto del cambio político en España. Escribió Powell El piloto del cambio. El
Rey, la monarquía y la transición a la democracia. Barcelona, Planeta, 1991.

Otros estudio dieron más importancia a los factores estructurales que a los factores
personales a la hora de entender el proceso. Según Pérez Díaz, la transición política española se
produjo con la mirada puesta en Europa. La generación de los años sesenta se planteó la
organización política de España y rechazó radicalmente aquella sociedad, que apenas comenzaba a
abrirse al mundo exterior. Esa generación hizo suyo un proyecto histórico de modernización en base
a modelos europeos de organización política y configuró una nueva cultura política, inventándose
una tradición democrática acorde con sus experiencias de cambio cultural e institucional.
Pérez Díaz redujo la importancia del papel jugado por las élites, aunque de manera
paradójica destacó la importancia de los pactos y cómo el pragmatismo va a incorporarse a los
nuevos valores políticos en la transición española. Pero sobre todo, el análisis de Pérez Díaz
coexiste una fuerte valoración de los movimientos.
Se subraya la importancia de cómo la política es vivida por parte de cada generación, el
interés de cada generación en cada momento político.

Una perspectiva constante en la obra es la de los rasgos de la cultura política que se


configuró a través de la transición. La nueva cultura política se orientó hacia los sistemas
democráticos y el aprendizaje institucional de la democracia se inspiró en modelos europeos,
fundamentalmente porque el desarrollo económico, que arranca en los años sesenta, tiene como
base la apertura hacia Europa. El desarrollo industrial, con la aparición del movimiento obrero y
sindical y el comienzo de las negociaciones laborales, la emigración y el turismo, que son las dos
vías fundamentales de entrada e España de otros valores y estilos de vida; la educación, como base
del cambio social, todo ello contribuye a la invención de la sociedad civil, al desarrollo de una
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España democrática que se va gestando como trama social, aun durante la dictadura. Las reglas del
juego democrático se van ensayando en esta sociedad civil antes de que se establezcan como reglas
básicas a nivel del gobierno del Estando. Pérez Díaz analiza la moderación como uno de los rasgos
fundamentales de la nueva cultura política que se genera en la sociedad española. La admiración por
la tolerancia, la valoración positiva de los pactos, la cultura del entendimiento, más que de la
confrontación, la hace derivar fundamentalmente de la experiencia traumática de la guerra civil.

El tema central de esta obra es de la sociedad civil, que es la trama de las actividades
públicas que no ha sido invadida por el estado; es la trama de relaciones, organizaciones y
sociedades a través de las cuales se configura la política en las sociedades democráticas.
La hipótesis central de sus análisis es que la aparición y el posterior desarrollo de la
sociedad civil es la fuerza social que equilibra el poder del Estado, y que España se sumó
recientemente a los países occidentales modernos en los que se reduce poco a poco el ámbito de
actuación del Estado, pasando parte de sus responsabilidades a las instituciones civiles de la
sociedad. No se trata de que el estado pierda poder, sino de que las instituciones sociales lo van
ganando. Estas instituciones son cada vez más las protagonistas de la vida pública y las orientadoras
del cambio social.

La tercera ola de democratización


Desde una perspectiva comparada, se encuadró el caso español dentro de una oleada más
amplia de procesos de democratización en Europa y en América Latina (Huntington, La Tercera
ola. La democratización a finales del siglo XX, Barcelona, Paidós, 1994).
El sociólogo José Casanova destacó que lo ejemplar de la transición española fue la
progresión escalonada del proceso de democratización, resolviéndose consecutivamente las
reformas y evitándose así lo que ha llamado el dilema de la simultaneidad, que plantea Claus Offe
acerca de las transiciones democráticas en los países post-comunistas (Casanova, José, Las
enseñanzas de la Transición democrática en España, Ayer, n.º 15, 1994, p. 15-54). Artículo
disponible en PDF.
Ante el vigésimo aniversario de la muerte del general Franco, el tema de la Transición
política en España fue adquiriendo una perspectiva más historiográfica. La celebración del congreso
internacional “historia de la transición y consolidación democrática en España” a cargo de los
historiadores Javier Tusell y Álvaro Soto como directores, en diciembre de 1996 impulsó el enfoque
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de la Transición como período histórico (Tusell, Javier y Soto, Álvaro, Historia de la transición,
Madrid, Alianza Editorial, 1996). Este impulso de los estudios sobre la transición política sitivó
para someter a revisión la tesis de la excepcionalidad de la historia de España y, en particular, la
tesis del atraso del proceso de modernización dentro del marco europeo (Fusi, Juan Pablo y Palafox,
Jordi. España 1808-1996: El desafío de la modernidad, Madrid, Espasa Calpe, 1997, y Ringrose,
David. España, 1700-1900: El mito del fracaso, Madrid, Alianza Editorial, 1997).

El problema de la memoria histórica


El problema de la memoria del pasado reciente en la transición española fue planteado en la
historiografía a partir de las dificultades para la consulta de la documentación archivística en
relación con el estudio de la represión franquista en la posguerra. Así, Alberto Reig Tapia denunció
el silencio y el olvido del pasado inmediato que, en su opinión, era consecuencia de un consensus
político implícitamente acordado para favorecer el cambio no traumático en el país, que contó con
la aquiescencia de la propia izquierda.
La crítica de la desmemoria de la guerra civil y el franquismo fue mayor en el contexto
político que siguió a la formación del primer gobierno conservador del PP tras las elecciones
legislativas de marzo de 1996. Coincidiendo con el sesenta aniversario de la guerra civil, volvió a
plantearse el problema de la memoira del pasado reciente en la transición. Al respecto, Santos Julià
consideraba que no había existido pacto que sancionara el olvido de la memoria histórica y que, por
el contrario, se disponía de abundante información e incluso de ayudas oficiales, concluyendo que
roza ya el límite de lo grotesco insistir en un fantasmagórico pacto de olvido como explicación de
supuestas lagunas en la historiografía de la guerra civil. Este alegato suscitó una importante
polémica.
Bibliografía: Reig Tapia, Alberto. Ideología e historia: sobre la represión franquista y la
guerra civil, Madrid, Akal. 1985, pp. 19-ss. Respuesta no numérica en respuesta a los pocos
trabajos sobre memoria de Salas Larrazábal, fue el primer comentario sobre el tema, interpretando
ello como un “pacto de silencio”.

La memoria histórica comenzó a ser objeto de estudio en la historiografía a través de los


testimonios personales y de las historias de vida de quienes surgieron la represión y el exilio. AL
mismo tiempo, y en el ámbito académico, el recuerdo de la guerra civil empezó a ser asumido como
pérdida y sufrimiento, analizándose la influencia de tal percepción del pasado reciente en la
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transición política española y el deseo colectivo de que no se volviera a repetir semejante


enfrentamiento, lo que explicaría la política de consenso y reconciliación de los principales actores
políticos, y la importancia del aprendizaje político derivado de dicha experiencia traumática,
siguiendo las tesis de Pérez Díaz.
El debate se amplió al carácter modélico de la transición española y a cómo afectó la
democracia, denunciándose que la amnistía implicó el olvido del franquismo. Asimismo, se ha
denunciado la imposición de un relato dominante de la Transición política en España, instalándose
una visión optimista del triunfo de la democracia gracias al éxito de la reforma política. EN los
últimos años, el núcleo central de este relato ha sido rechazado, desvalorizándose la transición y
encontrando en ella los orígenes de buena parte de los males de la democracia española actual o de
los problemas pendientes de resolución. Ese relato ha sido tachado de mito.
Bibliografía: Aguilar-Fernández, Paloma. Memoria y olvido de la Guerra Civil Española.
Madrid, Alianza, 1996.
Gallego, Ferrán. El mito de la transición. La crisis del franquismo y los orígenes de la
democracia (1973-1977). Barcelona, Crítica, 2008.

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