Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Introducción
La psicopatología es el estudio de los trastornos emocionales y de la conducta anormal o
patológica. Una persona puede presentar alteraciones psicológicas como consecuencia de la
interacción de factores biológicos (genética, cerebro), psicológicos (relacionados con las
experiencias vitales y el aprendizaje) y socioculturales (interacción con el entorno, estilo de
vida).
A comienzos del siglo XXI, la salud mental sigue siendo uno de los principales problemas de la
psicología clínica y de la psiquiatría. Existen varias perspectivas teóricas o modelos sobre la
conducta anormal: el modelo biológico (médico), el modelo psicoanalítico, el modelo
cognitivo-conductual y el modelo biopsicosocial.
La perspectiva biológica considera que las alteraciones psicopatológicas son enfermedades
mentales provocadas por causas biológicas (genéticas, bioquímicas, neurológicas, etc.).
Muchas personas plantean los problemas de la vida —frustraciones, dificultades de trabajo,
expectativas incumplidas, etc. — como una depresión, como un desequilibrio neuroquímico
que se soluciona con fármacos.
Sin embargo, la conducta humana no se puede reducir solo a términos biológicos. Nuestra vida
mental es una interacción de factores biológicos, psicosociales, ambientales, etc., como
reconoce el modelo biopsicosocial. En algunos trastornos psicológicos (como los trastornos de
ansiedad) los factores ambientales desempeñan un papel esencial y se necesita la psicoterapia
para afrontarlos.
1. ¿Qué es la psicopatología?
Todos conocemos hechos catalogados como anormales. Sabemos que algún dictador está loco
por conseguir o disfrutar del poder en algún lugar de la Tierra, que algún psicópata mata a
muchas personas por venganza o que un líder de una secta planea un suicidio colectivo.
En la vida cotidiana también conocemos a personas en crisis por la muerte de un ser querido o
que padecen problemas matrimoniales y no saben cómo afrontarlos, y muchas sufren por
conductas que escapan a su control: fobias, drogodependencias o el juego patológico.
¿Por qué hay adolescentes anoréxicos? ¿Es normal que algunos jóvenes sufran trastornos de
ansiedad? ¿Por qué las relaciones de pareja se degradan o desaparecen poco después de
establecerse?
Estos trastornos, graves o leves, son tratados por la psiquiatría y la psicología clínica, que
tienen un largo camino por recorrer, porque algunos no están bien definidos, ignoramos sus
causas o los tratamientos no obtienen la eficacia deseada.
Los trastornos psicológicos existen desde los orígenes de la humanidad, pero solo desde hace
poco tiempo se ha comenzado a cartografiar la nebulosa montaña de la psicopatología.
1
1.1. Evolución histórica de la psicopatología
Qué entendemos por salud y enfermedad, locura o perturbación psicológica depende, igual
que otras concepciones sobre la naturaleza humana, del contexto histórico y de la visión del
mundo que tiene una sociedad.
Durante la Antigüedad y en la mayoría de las civilizaciones, los trastornos psicológicos eran una
condena, porque se les atribuían causas sobrenaturales. El concepto de enfermedad mental es
de reciente aparición, pero los de loco, endemoniado o poseído parece que han existido
siempre.
En la Grecia clásica la locura se consideraba producto de la posesión de espíritus malignos y
los médicos-sacerdotes establecían rogativas y ceremoniales al dios Esculapio. Esta
concepción de la locura como fenómeno sobrenatural se mantuvo hasta Hipócrates (460-
357 a. C.). Este pionero de la medicina señaló que el origen de los trastornos mentales se
debía a un desequilibrio de los cuatro humores corporales: sangre, flema, bilis negra y bilis
amarilla.
Hipócrates fue también el autor de la primera clasificación psicológica de los
temperamentos (colérico, sanguíneo, melancólico y flemático), y quien estableció tres
categorías de trastorno mental: manía, melancolía e histeria, ideas que perduraron hasta el
final de la civilización grecorromana.
En Roma, el principal defensor de la tradición hipocrática fue Galeno (130-200 d. C.). Según
su opinión, las causas de la locura podían ser orgánicas (lesiones, exceso de alcohol, cambios
menstruales) o mentales (miedos, desengaños, angustias). Su esfuerzo por comprender
racionalmente la locura se perdió por el oscurantismo e ignorancia que se prolongó durante
la época medieval.
Durante la Edad Media, los trastornos psicológicos como la demencia fueron considerados
una manifestación de potencias maléficas, y los tratamientos recibidos por las personas que
los padecían eran tan bárbaros como las hogueras organizadas por la Inquisición.
En la Edad Moderna, el dualismo de R. Descartes dejó su huella en la medicina que se
ocupaba de la mente. Los trastornos y enfermedades se clasificaron según fueran de tipo
orgánico/neurológico (algo iba mal en el cerebro) o funcional/psicológico (algo iba mal en la
mente).
Estas dicotomías aún persisten en gran parte de la teoría psiquiátrica y, como consecuencia,
las terapias se dividen también en dos tipos: fármacos para tratar el cerebro y charlas para
tratar la mente. En general, se considera que las causas de estos trastornos pueden surgir en
el reino de la mente («exógenas», como la depresión provocada por una tragedia personal)
o en el del cuerpo («endógenas», debidas a factores genéticos o a trastornos bioquímicos).
En el siglo XVIII, durante la Revolución francesa, Philippe Pinel (1745-1826) elaboró una
clasificación de los trastornos mentales (melancolía, manía, demencia, idiocia), y defendió
un tratamiento de la mente que debía seguir los mismos pasos que los tratamientos físicos
para el cuerpo.
El estudio científico de la locura no comenzó hasta finales del siglo XIX y principios del XX. El
psiquiatra alemán E. Kraepelin (1856-1926) estableció el concepto de enfermedad mental;
porque consideraba que los trastornos mentales eran análogos a los trastornos físicos y que
había que buscar su causa orgánica específica. Esta consideración biomédica de la enfermedad
mental es defendida hoy por la psiquiatría.
2
El concepto de enfermedad mental sirvió para aceptar que los individuos con trastornos
psicológicos no eran brujas o pecadores, sino personas que necesitan tratamiento. Sin
embargo, esta conceptualización recibió duras críticas desde la propia psiquiatría con las obras
de Thomas Szasz El mito de la enfermedad mental (1961) o La fabricación de la locura (1970),
donde afirma que la «enfermedad mental es un mito creado por el hombre». A este respecto
escribe: «Convencionalmente la psiquiatría se define como una especialidad de la medicina
que se ocupa de la diagnosis y del tratamiento de las enfermedades mentales, pero yo
propongo que tal definición, todavía ampliamente aceptada, coloca a la psiquiatría, junto con
la alquimia y la astrología, en la categoría de pseudociencia».
T. Szasz considera en estas obras que la enfermedad puede afectar solo al cuerpo, por lo que
no puede haber enfermedad mental. La enfermedad mental es una metáfora, como cuando
hablamos de una economía enferma. Los diagnósticos psiquiátricos son etiquetas
estigmatizadoras, aplicadas a personas cuya conducta molesta u ofende a los demás.
Hoy en día todavía persiste la controversia sobre el tratamiento psicológico entre
la farmacoterapia y la psicoterapia. El descubrimiento de nuevos medicamentos, comenzando
por los antipsicóticos, como la Torazina, los ansiolíticos o los tranquilizantes, como el Valium,
hasta los más recientes antidepresivos, como el Prozac, reflejan avances en el conocimiento de
las causas genéticas o bioquímicas de muchos trastornos.
Los fármacos alivian los síntomas, especialmente los de la esquizofrenia (delirios,
alucinaciones, habla desorganizada y retraimiento extremo) y de la depresión (desesperación,
dificultades para pensar, preocupación por la muerte o el suicidio); sin embargo, la
farmacoterapia ataca solo los síntomas del trastorno, no las causas. Aun cuando un
desequilibrio bioquímico lo desencadene, se necesita la psicoterapia para afrontar los
problemas conductuales y emocionales.
En la sociedad actual, una concepción de los trastornos psicológicos desde una óptica biológica
sería parcial y no permitiría un diagnóstico y tratamiento fiables. Hay enfoques más
integradores en los que se tiene en cuenta el entorno individual, familiar y sociocultural donde
se desarrolla el trastorno que permiten tratamientos más eficaces y útiles para el paciente.
La consideración de un comportamiento como normal o anormal depende de qué piensa la
sociedad sobre ello, y esto varía según la cultura de referencia y según la época histórica. En
los países occidentales la homosexualidad es una orientación sexual elegida libremente,
mientras que en otros países se considera una enfermedad y en algunos, un delito castigado
con la muerte.
El gran reto de la psicología clínica del siglo XXI será crear una psicopatología que integre los
factores biológicos y psicosociales y comprender que los trastornos psicológicos ofrecen caras
distintas en las diferentes culturas. Además, es necesario atender a las peculiaridades
ambientales que afectan a millones de personas y no olvidar la advertencia de Amparo
Belloch:
3
1.2. Modelos de categorización
«La psicopatología se interesa por el estudio de las formas indeseables, mal adaptadas y
desorganizadas de la conducta anormal. Centra su interés en las personas con problemas
psicosociales que, en diversos grados, experimentan dificultades para enfrentarse
eficazmente a los problemas de la vida diaria, que son personalmente infelices y cuyas
reacciones son, a menudo, una fuente de preocupación o angustia para sus familias y
relaciones.»
J. D. Page: Manual de psicopatología, Barcelona, Paidós, 1982.
A. El modelo biomédico
Considera el trastorno mental como una enfermedad física más; cualquier alteración
psicopatológica depende de unas causas biológicas subyacentes, sean genéticas, neurológicas
o bioquímicas. Este modelo ha sido desarrollado por la psiquiatría, que trata los síntomas de la
enfermedad, clasifica los cuadros clínicos y los tratamientos se realizan con fármacos,
olvidando posibles intervenciones psicosociales.
«La salud es el estado natural del hombre, la enfermedad, el antinatural. El cuerpo acoge la
salud como algo normal, de la misma forma que los pulmones reciben el aire y los ojos la luz;
vive y crece en silencio como uno más de los sentimientos generales de la vida. La
enfermedad, en cambio, irrumpe de pronto como algo extraño, desde no se sabe dónde
acomete el alma asustada y suscita en ella un sinfín de preguntas. Porque, puesto que este
malvado enemigo viene de otra parte, ¿quién lo ha mandado? ¿Se quedará? ¿Se retirará?
¿Se le puede conjurar, pedirle que se vaya o dominarlo? Con fuertes garras la enfermedad
arranca al corazón los sentimientos más opuestos: miedo, fe, esperanza, desánimo,
maldiciones, humildad y desesperación.»
Stefan Zweig: La curación por el espíritu(Mesmer, Mary Baker-Eddy, Freud), Barcelona, Acantilado, 2015, pp. 9-10.
1.3. Criterios diagnósticos
Los trastornos psicológicos son viejos compañeros de la especie humana y siempre nos han
preocupado las alteraciones que provocan en el estado de ánimo o en la conducta. En la
4
sociedad actual todavía existe cierto desconocimiento y miedo frente a cualquier patología
psicológica, pues no es fácil encontrar una definición clara desde el punto de vista científico.
Sin embargo, podemos establecer algunos criterios para deslindar los límites entre lo normal y
anormal, y aplicar normas o reglas que nos guíen en el conocimiento de la psicopatología. Hay
cuatro criterios de «anormalidad» para explicar los problemas psicológicos.
5
hospitales psiquiátricos sin razón, y otras que deberían encontrarse allí ocupan lugares
importantes en la vida social. Es decir, algunas personas despliegan su megalomanía o
paranoia en actividades socialmente respetables.
Atención: aproxesia.
Percepción: ilusiones y Pensamiento: delirios.
I. Psicopatología y procesos
psicológicos alucinaciones. Lenguaje: dislexia, afasia,
Memoria: amnesia anterógrada y disfemia.
retrógrada.
6
Trastornos de aprendizaje: TDAH
Autismo infantil.
III. Psicopatología del desarrollo (hiperactividad).
El retraso mental.
Las demencias seniles.
La depresión puede definirse como un profundo malestar que afecta a todo el cuerpo, los
pensamientos y el estado de ánimo. No es un estado de tristeza pasajero, una debilidad
personal, ni una actitud personal que pueda cambiarse según nuestra voluntad.
Cuando una persona está deprimida, sus pensamientos suelen ser negativos, existe malestar
físico en forma de abatimiento y dolor, y las emociones están cargadas de tristeza y
desesperanza hacia la vida.
La depresión interfiere gravemente en la actividad cotidiana del individuo y posee
características propias según la edad de la persona que la padece. Puede aparecer ante una
situación estresante o desarrollarse a lo largo del tiempo.
Para diagnosticar una depresión es importante saber que su origen no se debe al consumo de
drogas, que es diferente de la manía y no debemos confundirla con los periodos de duelo, que
se producen por la muerte de un ser querido.
En general, podemos distinguir dos tipos de depresiones: endógenas y exógenas. En las
depresiones endógenas no existe una causa externa y son producto de factores biológicos
(deficiencia en el neurotransmisor serotonina), la herencia genética o problemas neurológicos.
Las depresiones exógenas pueden originarse por algún conflicto psicosocial, como divorciarse
o estar sin trabajo.
Otra distinción se establece entre depresión unipolar frente a depresión bipolar. La depresión
unipolar es el trastorno común en el cual puede haber uno o más episodios depresivos. En
cambio, en la depresión bipolar, el paciente alterna episodios depresivos y maniacos (está
eufórico, hiperactivo, etc.).
Los síntomas más significativos de la depresión son:
Físicos. Problemas de sueño (insomnio), pérdida de apetito, falta de actividad y deseo
sexual. También suelen aparecer dolores de cabeza, estreñimiento y pérdida de la
menstruación en las mujeres.
7
Anímicos. Tristeza e irritabilidad, un excesivo nerviosismo, sentimientos de vacío e
impotencia.
Cognitivos. El rendimiento cognitivo de un deprimido es menor, porque disminuye la
atención y concentración en sus actividades cotidianas.
Según el psicólogo Aaron T. Beck, una persona con depresión tiene una visión negativa de sí
misma, de su entorno y de su futuro. Su modelo cognitivo para la depresión considera que la
valoración negativa, más que un síntoma, es una causa de la depresión; por esto su terapia
aborda el cambio cognitivo del sujeto.
La ansiedad es una sensación difusa, una señal que nos anticipa el peligro o el dolor o que
surge cuando no somos capaces de comprender la realidad que vivimos o se tambalea
nuestro autoconcepto.
La ansiedad puede ser una sensación en la que se mezclan muchas emociones (miedo,
vergüenza, culpa). Y cuando se pierden el control y la voluntad, aparece la angustia, asociada a
situaciones desesperadas y a fuertes tensiones psíquicas.
La ansiedad es una respuesta emocional en la que actúan tres sistemas (fisiológico, cognitivo y
motor), a veces con escasa covariación entre ellos.
Las manifestaciones de estos sistemas son:
Nivel fisiológico. Mayor activación del SNA expresada en cambios en el sistema
cardiovascular (presión sanguínea alta, palpitaciones, incremento de la tasa cardiaca),
cambios en el sistema muscular (excesiva tensión muscular), cambios respiratorios y mayor
actividad electrodérmica.
Nivel cognitivo. Presentimientos de la situación temida que generan distorsiones cognitivas
e ideas irracionales, y sentimientos de miedo o tensión emocional.
Nivel motor. Las conductas motoras, fruto de la activación fisiológica y la valoración
cognitiva de la situación, consisten en respuestas de escape o evitación, temblor, quedarse
paralizado y tartamudeo.
Los trastornos de ansiedad podemos agruparlos así:
8
Las fobias (miedo irracional ante una situación).
El trastorno obsesivo-compulsivo (obsesión por un pensamiento o conducta que el sujeto no
puede evitar).
El estrés postraumático (tras un episodio violento).
El trastorno de ansiedad generalizada.
Trastornos de ansiedad Fobia social Agorafobia
Multitudes.
Situaciones evitadas Reuniones sociales. Transportes públicos.
Calle.
Rubor.
Ataque de pánico.
Respuesta Temblor.
Mareo, pérdida de control.
Tartamudez.
Viajar.
Hablar en público.
Actividad evitada Comprar.
Charlar con desconocidos.
Salir de casa.
Pensamientos anticipatorios Temor a la evaluación. Temor a los ataques de pánico.
Curso Más estable. A menudo fluctuante.
Rasgos diferenciales entre la agorafobia y la fobia social. Fuente: Enrique Echeburúa: Avances en el tratamiento psicológico de los
trastornos de ansiedad, Madrid, Pirámide, 2011.
A. Trastornos fóbicos
En la mitología griega, los guerreros acudían al dios Fobos para intimidar a los enemigos y,
antes de acudir al combate, pintaban su rostro sobre las máscaras y los escudos. De ahí
proviene que fobos/fobia se admitiera en la patología con el significado de miedo o temor
hacia algo.
Las fobias se caracterizan por una reacción de atracción y de defensa ante el agente fóbico,
que produce intensa angustia en el sujeto, a pesar de que este es consciente de que su temor
es injustificado. Las fobias no pueden ser explicadas o razonadas y están fuera del control
voluntario del sujeto, que trata de evitar el objeto o la situación temida. Todos los fóbicos
saben que su miedo es absurdo, pero no pueden huir de él.
Las fobias se diferencian unas de otras en función de las situaciones o los objetos que inducen
miedo, ansiedad o conductas de evitación. Conocemos diferentes fobias en función del
estímulo que las provoca:
A los animales, como insectos, roedores, etc.; suelen iniciarse en la infancia.
A estímulos ambientales, como tormentas.
A la sangre, los pinchazos y las heridas.
A situaciones concretas (fobia situacional), como ascensores, aviones, locales cerrados, etc.
Se cree que muchos temores son restos subconscientes de épocas en las que la especie
humana sí estuvo amenazada por insectos o reptiles. Pero esta explicación no abarca todos los
casos: podría justificar el miedo a las arañas (aracnofobia) o a los animales (zoofobia), pero no
explicaría el miedo al número 13 (triskaidekafobia).
9
El temor es una reacción natural para la supervivencia del individuo y se convierte en fobia
cuando:
El objeto temido no entraña ningún peligro real.
El temor es desproporcionado al peligro, o bien incongruente con el resto de la personalidad
del sujeto.
Perturba la vida diaria del sujeto.
Las clasificaciones internacionales incluyen tres diagnósticos: las fobias específicas (o simples),
la fobia social (o ansiedad social) y la agorafobia.
Casi todas las personas tienen alguna fobia leve: son comunes los temores a las alturas, a los
espacios cerrados o a las arañas. Algunas fobias son más una molestia que una incapacidad y
pueden desaparecer de forma espontánea, en la infancia o adolescencia.
«Todas las deformaciones, las jorobas psíquicas y las excentricidades están tan diluidas en la
sociedad que resulta difícil percibirlas, pero, aquí concentradas, revelan claramente el rostro
de los tiempos que vivimos. Los manicomios son los museos de las almas.»
Stanislav Lem: El hospital de la transfiguración, Madrid, Impedimenta, 2008, p. 207.
10
De orden: causa malestar ver objetos «fuera de su sitio».
Otras obsesiones consisten en darle vueltas a un tema religioso, político o a alguna experiencia
vital. Hay personas que, después de años de estar separadas, siguen manteniendo un diálogo
interno lleno de dudas sobre esa experiencia.
Las formas más comunes de compulsiones o conductas rituales son hacer las cosas siempre en
un determinado orden, realizar rituales de limpieza, como lavarse continuamente las manos
por miedo a la contaminación o a la suciedad. Puede haber conductas rituales sin una obsesión
precedente.
C. El estrés postraumático
Las personas que han vivido situaciones inusuales, como guerras, accidentes de tráfico,
catástrofes naturales o agresiones sexuales, pueden sufrir estrés postraumático. Los traumas
no son situaciones cotidianas que provocan estrés, sino experiencias en las que estuvo en
peligro la vida de la persona.
Aunque no todas las personas viven el acontecimiento con idéntica intensidad y cada una
posee distintos recursos para afrontarlo, el psicólogo Enrique Echeburúa destaca tres aspectos
comunes en estos pacientes:
Las víctimas suelen revivir la agresión sufrida o la experiencia vivida con recuerdos
constantes o pesadillas.
Muestran síntomas de irritabilidad, dificultades para conciliar el sueño y embotamiento
afectivo.
Rechazan hablar con sus seres queridos sobre el acontecimiento traumático.
2.3. Trastornos esquizofrénicos
El término esquizofrenia (literalmente «mente dividida») significa fragmentación de las
capacidades cognitivas y afectivas. E. Breuler describió en 1911 este trastorno (sustituto del
término «demencia precoz») como uno de los más devastadores que existen.
La esquizofrenia es una de las enfermedades más graves y complejas que pueden afectar al
psiquismo humano. Su inicio se sitúa al final de la adolescencia o al comienzo de la vida adulta,
es padecida por personas de ambos sexos y su incidencia es similar en distintas culturas.
En la esquizofrenia se distinguen dos clases de síntomas:
Los síntomas positivos se manifiestan por la perturbación de las funciones mentales y tener
comportamientos estrafalarios. Esta incapacidad para interpretar la realidad se caracteriza
por los delirios (creer que alguien los espía), las alucinaciones (ver imágenes u oír voces que
les parecen reales) y el pensamiento ilógico (falta de asociaciones entre ideas).
Los síntomas negativos de la esquizofrenia son los que eliminan las habilidades normales
como organizarse la vida, ordenar la habitación y ocuparse de uno mismo. También se
observan emociones planas y deterioro cognitivo.
La etiología de la esquizofrenia sigue siendo un enigma por resolver. Se han señalado varias
causas biológicas: alteraciones genéticas y bioquímicas (relacionadas con la dopamina
11
cerebral), alteraciones cerebrales (asimetría hemisférica), alteraciones en el sistema
inmunológico, etc.
Las características más significativas de la esquizofrenia son:
Percepciones perturbadas. Un esquizofrénico puede sufrir diferentes tipos de alucinaciones:
auditivas (oye voces que le hablan), visuales (ve formas que no existen en realidad) o
cinestésicas (sensaciones de cambio de forma o tamaño de un órgano corporal).
Desorganización del pensamiento. El pensamiento esquizofrénico es fragmentado y
deformado sin una base lógica, ha perdido el contacto con la realidad y a otras personas les
parece absurdo. La persona con esquizofrenia puede presentar ideas delirantes: de
grandeza (se cree con poderes especiales), persecutorias (piensa que es vigilado o
perseguido) o somáticas (cree que se estropea su cerebro). También es frecuente la lectura
del pensamiento; piensa que otros conocen sus pensamientos íntimos.
Emociones y conductas inadecuadas. El esquizofrénico vive en un mundo ilusorio e
inexistente en el que está atrapado, su cuerpo y personalidad le son extraños y sus
reacciones emocionales y afectivas son apáticas. No disfruta de la vida, porque le parece
vacía y sin significado. A veces, viste de forma estrafalaria, por su pérdida de identidad.
Retraimiento social. Esta conducta está provocada por la dificultad para establecer
relaciones interpersonales, ya que las considera insatisfactorias.
Hasta ahora los fármacos antipsicóticos eran el único tratamiento para aliviar a estos
pacientes. En la actualidad los psicólogos ayudan a estas personas a vivir con sus experiencias y
cambiar sus delirios o creencias desadaptadas.
La psicopatología reconoce cuatro tipos de esquizofrenia:
Paranoide. Se caracteriza por tener ideas delirantes de persecución o de grandeza. Otros
síntomas son las sensaciones auditivas (en ausencia de estímulo externo) y la
desorganización del lenguaje y del comportamiento.
Catatónica. Las personas que la padecen muestran un negativismo extremo, son pasivos e
incomunicativos, mantienen posturas y movimientos corporales extraños y estereotipados
(pueden permanecer muchas horas con idéntica postura corporal, igual que un maniquí).
Desorganizada. Las personas con este trastorno presentan un comportamiento infantil en
sus poses y gesticulaciones, hablan con personas imaginarias y su afecto es inapropiado y
superficial.
Residual. Es característica de personas con síntomas psicóticos moderados, como tener un
comportamiento excéntrico o un pensamiento ilógico.
2.4. Trastornos de la alimentación
Los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia nerviosa, son un
problema creciente en las sociedades occidentales y pueden afectar a la salud física y al
funcionamiento psicosocial del sujeto.
Una dieta deficiente provoca en el organismo un estado de estrés físico y debilita el sistema
inmunológico, haciendo que la persona sea más susceptible a las infecciones.
A. La anorexia nerviosa
La anorexia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria que se nutre y crece conforme
aumenta el miedo a engordar. Lo que voluntariamente comienza bajo el dominio de la razón
12
(controlar la dieta para perder algún kilo) acaba convirtiéndose en una enfermedad, que ellas
mismas se provocan con su huelga de hambre voluntaria.
Aunque la anorexia afecta a ambos sexos, es típica en chicas de 12 a 20 años. La distorsión de
la imagen corporal las lleva a percibir su cuerpo deformado. Los criterios para el diagnóstico de
la anorexia son los siguientes:
Realización de una dieta obsesiva hasta perder más del 15 % del peso normal.
Ausencia de otra enfermedad orgánica o psíquica.
Tener una imagen de la talla o silueta corporal distorsionada y miedo intenso a ganar peso.
En general, estas personas son buenas estudiantes, hiperactivas y muy perfeccionistas.
Amenorrea o pérdida de la menstruación regular.
En algunos casos, la persona se da atracones de comida y realiza conductas purgantes.
El mayor drama de las personas con anorexia es el perfeccionismo: no admiten cometer
errores. Deben aprender que los propios límites nos permiten contactar con la realidad.
Las causas de la anorexia son desconocidas. Algunos psicólogos consideran que su origen
radica en la idea de belleza vigente en la sociedad occidental. Otros la describen como una
alteración relacionada con el miedo a crecer y a la sexualidad, y con problemas familiares.
B. La bulimia nerviosa
Otro trastorno alimentario es la bulimia, propio de mujeres jóvenes, que se caracteriza por
comer demasiado y realizar conductas purgativas. Muchas jóvenes también cumplen los
criterios de la anorexia nerviosa al inicio de este trastorno.
La bulimia nerviosa se caracteriza por los siguientes síntomas:
Desarrollo de hábitos alimentarios anormales.
Atracones de comida, que provocan en la persona sentimientos de vergüenza, culpabilidad y
desprecio. Para mitigar su estado emocional, vomitan, utilizan laxantes, diuréticos o hacen
excesivo ejercicio físico.
Dos episodios de atracón de comida a la semana durante al menos tres meses.
Distorsión de la imagen corporal y sensación de pérdida de control sobre el comer.
Estados de ánimo negativos, situaciones estresantes y hambre intensa son algunos de los
factores desencadenantes de los atracones.
Las personas bulímicas son conscientes de su conducta desadaptada y, con frecuencia, se
sienten culpables y deprimidas. No llegan a ser tan delgadas como las anoréxicas, pero están
obsesionadas con el peso y por mantenerse en forma.
Factores genéticos.
Sexo femenino (12-20 años).
Trastorno afectivo.
Introversión/Inestabilidad.
13
Cambios corporales adolescentes.
Separaciones y pérdidas.
Rupturas conyugales de los padres.
Contactos sexuales.
Factores precipitantes
Incremento rápido de peso.
Críticas respecto al cuerpo.
Incremento de actividad física.
Acontecimientos vitales.
Consecuencias de la inanición.
Interacción familiar.
3. Terapias psicológicas
No existe una psicología que explique de forma concluyente todos los aspectos del ser
humano. En su lugar, tenemos diversas teorías que contemplan los problemas psicológicos
desde diferentes perspectivas, unas veces complementarias y otras opuestas.
La psicología clínica dispone de un conjunto de procedimientos y técnicas terapéuticas para el
cambio y la modificación de los problemas cognitivos, emocionales y de conducta. Puesto que
existen distintas orientaciones psicológicas, cada una ha construido sus técnicas para
restablecer el equilibrio psicológico.
14
fuera de la conciencia. por el entorno. familiar.
Resolución de los conflictos
Desaparición del problema y
Concepto de gracias al triunfo de lo Cambiar el sistema familiar
reducción de la ansiedad por la
salud consciente sobre el cerrado por uno abierto.
eliminación del síntoma específico.
inconsciente.
Desvelar el significado del Análisis de conductas específicas Adaptación a las etapas del
Objetivos de la
inconsciente. Maduración del (qué «hacen» los sujetos) y de las «ciclo vital». Buscar relaciones
terapia
Yo. variables que controlan. útiles y no dañinas.
Análisis de los juegos de
Insight: profundo conocimiento
Método de Desaprendizaje directo de las poder. Cambiar las reglas
intelectual y emocional de uno
cambio causas que producen los síntomas. reconocidas y secretas del
mismo.
sistema familiar.
Tipo de
Intensivo y de larga duración. No intensivo y de corta duración. Intensivo, de corta duración.
tratamiento
Interpretación de la asociación Condicionamiento de la conducta Desafío a las definiciones
Técnicas
libre de ideas, sueños, mediante refuerzos positivos y familiares y redefinición de los
terapéuticas
transferencias y síntomas. negativos. problemas.
Alianza entre analista y
Modelo Alianza para el aprendizaje entre El terapeuta modifica el estilo
paciente. Función del terapeuta
terapéutico terapeuta y cliente. y la organización familiar.
no directiva.
Las principales terapias psicológicas. Cómo recuperar la armonía perdida.
3.2. Metas terapéuticas
Los terapeutas no suelen estar de acuerdo con las variables que se deben tener en cuenta para
estudiar la génesis, el mantenimiento y los cambios de los trastornos conductuales y
emocionales. Sin embargo, el psicólogo Chris Kleinke, en su obra Principios comunes de
psicoterapia (Bilbao, Desclée de Brouwer, 2014), señala varios objetivos básicos de las
diferentes terapias:
a. Ayudar a superar la desmoralización.
b. Afianzar la competencia personal.
c. Superar las conductas de evitación.
d. Ser consciente de las propias ideas erróneas.
15
C. Superar las conductas de evitación
Es necesario aprender estrategias para enfrentarse a los problemas y situaciones estresantes
de la vida en lugar de evitarlas. Por eso, una de las tareas terapéuticas es ayudar a la persona a
realizar lo que teme, a exponerse a las situaciones ansiógenas.
3.3. El psicoanálisis
La psicoterapia nace a finales del siglo xix con el psicoanálisis de Sigmund Freud. Frente a la
medicina tradicional, que utilizaba procedimientos como la hipnosis en el tratamiento de
la neurosis (término sustituido por «ansiedad»), el psicoanálisis utiliza la palabra como
vehículo terapéutico.
En su análisis sobre la conciencia Freud distingue tres niveles: el inconsciente, formado por
contenidos mentales a los que la persona no tiene acceso, el consciente, que incluye
percepciones y pensamientos, y el preconsciente, que posee contenidos fácilmente accesibles
a la conciencia.
Por otra parte, Freud establece tres estructuras mentales:
El Ello, que es la fuente de la energía mental, de los instintos (agresivos y sexuales) y de los
deseos.
El Superyó, formado por las normas y valores que el individuo ha aprendido de su entorno.
El Yo, cuyo objetivo es mediar entre ellos y con el entorno.
La psicopatología se entiende como un conflicto en la interacción entre estas tres estructuras.
El conflicto surgiría cuando aparece una pulsión del ello (por ejemplo, un impulso agresivo del
niño hacia su madre). El Superyó origina un sentimiento de culpa. Y el Yo, mediante un
mecanismos de defensa (desplaza el impulso agresivo hacia un objeto), permite una
gratificación parcial del impulso (agrede al objeto) y elimina el sentimiento de culpa (porque
no agrede a la madre).
16
El análisis y la interpretación de los sueños. Freud se refirió a los sueños como «el camino
real al inconsciente». Los impulsos y deseos reprimidos durante la vigilia se manifiestan en
el sueño, aunque en formas disfrazadas.
La transferencia. Para Freud, la repetición de la experiencia pasada, vivida emotivamente
durante el análisis, permite al paciente transferir al analista la hostilidad, el afecto o la culpa
que sintió en otras épocas hacia sus padres u otras personas significativas. De esta forma, el
paciente descarga las tensiones y el analista le hará comprender que esos sentimientos
infantiles ya no son apropiados en la vida adulta.
3.4. Terapia cognitivo-conductual
La terapia cognitivo-conductual trata de mantener, cambiar o suprimir una conducta. Aborda
problemas conductuales y no «enfermedades mentales», lo que supone una actitud
completamente diferente ante los problemas psicológicos.
Un individuo sin deterioro orgánico no es un «paciente» y, por tanto, no necesita curarse.
Quien acude en busca de ayuda es visto como un cliente, una persona que manifiesta una
conducta desadaptada, caracterizada bien por déficit o bien por exceso de rasgos presentes en
una conducta normal.
Los terapeutas no emiten juicios morales sobre las conductas problemáticas del individuo. Se
preocupan de problemas de aprendizaje y/o cognitivos, de la falta de habilidades emocionales
o sociales y enseñan cómo afrontar los problemas de la vida.
Estos terapeutas ayudan a sus clientes a liberarse haciéndoles ver que sus creencias y
percepciones son construcciones de «la realidad», no revelaciones de verdades absolutas.
Rompernos una pierna es un hecho que no podemos cambiar, pero sí podemos cambiar la
forma de pensar en la pierna rota: ¿es un terrible accidente o una oportunidad para leer los
libros que nos gustan?
Características Fases Técnicas
Tanto la conducta normal como Evaluación detallada de la Modelado. De la misma forma que aprendemos
«anormal» se adquieren según las conducta problemática. conductas o habilidades complejas, como conducir un
leyes del aprendizaje y existe una coche, las personas también aprenden a aceptar
continuidad entre ellas. La Cuando se ha seleccionado estímulos temidos y manejar situaciones ansiógenas,
conducta «patológica» es la conducta que se desea como volar en avión o hablar en público. Esta técnica
considerada una respuesta modificar, detallar las es muy útil en el tratamiento de fobias y obsesiones.
inadecuada a una situación variables que la mantienen
concreta. y delimitar los objetivos de Entrenamiento asertivo. La finalidad de esta técnica es
la terapia. superar la ansiedad ante situaciones interpersonales o
La modificación de conducta sociales. Asertividad y ansiedad son respuestas
implica buscar las causas de los Tratamiento dirigido a la incompatibles; no es igual ser tímido que asertivo. Si
conflictos del individuo, no al modificación de la una persona no defiende sus pensamientos y
culpable. conducta problemática sentimientos en las situaciones sociales, nunca vencerá
mediante diversas técnicas. la timidez. En las sesiones terapéuticas, individuales o
En el análisis de una conducta en grupo, la persona poco asertiva puede aprender, a
problemática importan más los Valoración de los
resultados obtenidos. través de ensayos de conducta, nuevas formas de
motivos actuales que sus pensar y comportarse que luego puede aplicar en su
antecedentes lejanos. La contexto social.
actuación terapéutica se centra
en el «aquí» y el «ahora».
La terapia cognitivo-conductual
estudia la adquisición,
consolidación y extinción de la
conducta y de los procesos
cognitivos. Para llevar a cabo esta
tarea, el terapeuta utiliza
entrevistas, autorregistros,
17
cuestionarios, registros
psicofisiológicos y la observación
conductual.
Terapia cognitivo-conductual.
3.5. Terapia familiar
La terapia sistémica surgió con los trabajos de la escuela de Palo Alto (California), encabezada
por Gregory Bateson, Jean Weakland y Paul Watzlawick. Este modelo terapéutico no considera
al individuo un ser aislado, sino en relación con los demás.
Aunque todas las personas pertenecen a diversos grupos, la terapia sistémica estudia al grupo
más conocido, la familia, y lo trata como un todo, observa cómo interactúan sus miembros y
examina sus patrones inhibidores o destructivos.
Los sistemas se autorregulan por mecanismos de retroalimentación (feedback), gracias a los
cuales mantienen sus parámetros básicos de funcionamiento. Los terapeutas familiares
distinguen entre un sistema abierto y un sistema cerrado. Las características de un sistema
abierto son:
Mantiene frecuentes cambios con su entorno.
Puede alcanzar un nuevo estado independiente de las condiciones iniciales.
Tiende a mostrar una «voluntad propia».
En cambio, las características de un sistema cerrado son:
No mantiene ningún tipo de intercambio con el entorno.
Aumenta la entropía en su seno, es decir, hay un empobrecimiento energético y, por tanto,
una pérdida constante de calidad.
La familia es una unidad social y la psicoterapia debe permitir a todos sus miembros encontrar
un modo de funcionamiento satisfactorio. El sistema familiar debe ser observado en las
acciones y reacciones de cada miembro de la familia con respecto a los otros. Se pasa de una
descripción de la naturaleza de un sujeto a una descripción de las relaciones familiares.
La forma en que los miembros de una familia se enfrentan o eluden los problemas, la
honestidad u hostilidad en que basan sus relaciones familiares son de gran importancia
durante la terapia.
La terapia familiar analiza las diferentes etapas del ciclo vital: la independencia de la familia
originaria, cómo se forma una pareja estable, familias con hijos adolescentes, la independencia
de los hijos, la etapa de la jubilación, etc. Cada fase tiene sus reglas y cada miembro de la
familia tiene que adaptarse y crear nuevas pautas de relación. Esto no significa que la terapia
familiar tenga como misión mantener una familia a toda costa, sino que puede ser de gran
ayuda en procesos de separación y divorcio.
18