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LICENCI ATURA EN DEREC HO

El Contexto de la Investigación

Fundamentos de la Investigación en las Ciencias


Sociales
Si consideramos como punto de partida meramente ilustrativo la noción etimológica de
investigación nos daremos cuenta que consiste en una actividad que va en prosecución
de un “vestigio” o “huella” (La referida noción etimológica proviene de los vocablos
latinos: in, uestigium e ire que gramatical y respectivamente son una partícula del
acusativo, un sustantivo que significa: huella y finalmente el verbo “ir” en modo
infinitivo. El conjunto semántico que producen es equivalente a la expresión: “ir tras la
huella”. La investigación es la acción de investigar, o lo que es lo mismo, el acto de “ir
tras el vestigio”).

Si continuásemos con la deducción que toma como punto de partida el referido


concepto etimológico también veríamos que el “vestigio” que es perseguido por el
investigador es el “fenómeno”, que a su vez (también etimológicamente por cierto)
significa: “lo que se muestra”. El investigador sigue entonces la huella que deja lo que
se muestra, pero no para conocer lo que se muestra, sino las causas que determinan
aquella apariencia.

Estas sencillas reflexiones nos permiten conocer que la acción de “investigar” tiene por
efecto desentrañar cuáles son las causas que operan debajo de las apariencias, o como
dijera el filósofo Aristóteles “conocer por las causas” (2001:27) y además, dicha
conclusión nos pone en necesidad de revisar aquella condición de ser causa de lo
causado, es decir, la noción de causalidad.

La causalidad en las ciencias naturales puede describirse diciendo que si se presenta


un fenómeno A entonces inexcepcionalmente sobrevendrá el fenómeno B. La aplicación
de este principio o ley científica no únicamente describe la dinámica de los fenómenos;
sino que trata de dar cuenta de por qué esos fenómenos específicos se desarrollan así
y no de otra manera.

Actualmente la ciencia natural no desarrolla únicamente su teleología explicativa por


medio de la noción de causalidad, sino que ha ampliado sus herramientas exegéticas
del acontecer fenoménico recurriendo a otros tipos de “legalidad” (legalidad en el
concepto de filosofía de la ciencia, donde significa: “recurrencia del fenómeno” por
supuesto; y no en sentido jurídico) por ejemplo de tipo morfológico, cinemático,
dinámico, compositivo, asociativo, etcétera (Bunge, 1999: 20). El conocimiento de la
cualidad disímbola de las causalidades, legalidades o posibilidades exegéticas del
acontecer fenoménico existente en las ciencias naturales y en las ciencias sociales es
elemental para comprender los procesos de construcción del conocimiento de las
ciencias sociales que obviamente se encuentran pautados por su método propio de
estudio.

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Las ciencias sociales en tanto que tales tienen la pretensión de ser explicativas y dar —
como es propio de la ciencia— cuenta y razón de los determinantes fenoménicos; sin
embargo, dicha exégesis no se basa únicamente en aquellas recurrencias invariables e
intemporales de la naturaleza; sino en una “causalidad” o “legalidad” multifactorial.
Según nos enseña la Sociología, por ejemplo, en su campo epistémico no se aplica el
principio de causalidad natural que tenemos referido; excepto cuando los objetos a
explicar pertenecen al mundo de la naturaleza; empero, generalmente se emplea un
método comprensivo en donde la búsqueda del sentido sustituye la de causa de lo
causado, ya que el método como instrumento para la producción del conocimiento
debe adaptarse —cual herramienta que es— a las características del objeto que
pretende aprehender. En las ciencias sociales, el objeto de estudio no es invariable;
sino por el contrario; esencialmente mudable, lo que hace menester el establecimiento
de fundamentos investigativos dinámicos, más emparentados con la dialéctica y la
fenomenología que con la lógica stricto sensu (Azura, 1977: 17).

En las ciencias sociales el develamiento de los determinantes fenoménicos se logra


mediante la identificación y descripción del cúmulo de factores que intervienen en la
producción de lo estudiado tratando, sin embargo, de indicar aquél factor o variable
que tenga una influencia preponderante en los efectos estudiados. La “causación
social” es por ende, un conjunto de factores entrelazados que no es posible aislar
dentro del proceso exegético y que son obtenidos por la abstracción que tiene su punto
de partida en los hechos concretos de experiencia social. Cuando esta identificación,
descripción y gradación factorial se logra, sus elementos pueden ser utilizados como
categorías de ulteriores análisis sociales (Azura, 1977: 17).

Investigación
Roberto Hernández Sampieri en su best seller Metodología de la Investigación define a
la investigación como: “…un conjunto de procesos sistemáticos, críticos y empíricos
que se aplican al estudio de un fenómeno o problema” (2014: 4).

El despliegue de los elementos conceptuales, en dicha definición incluidos, nos


permitirá comprender mejor la consistencia de la actividad investigativa.

La investigación se concibe con un conjunto de procesos ya que trata de una variada


concatenación de pasos o estadios. A nuestro parecer sería más acertado llamarle:
“conjunto de procedimientos” y no de “procesos”; esto no solamente por la mera
significación jurídica que pueda darse a la palabra proceso y que pudiera prestarse a
ambigüedad ante el incipiente entendimiento jurídico; sino también por la significación
de proceso en sentido extra-jurídico. El vocablo proceso, que se acuña a partir del
pretérito perfecto del verbo latino procederé, da la idea de algo que “ya ha pasado
adelante”; no así “procedimiento” que más bien denota lo que está en el trámite de
ese avance o decurso por entre los diversos estadios de su vía. De esta suerte, y
mutatis mutandis, diremos que la investigación se concibe como un “conjunto de
procedimientos”.

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¿Por qué un conjunto de procedimientos y no simplemente un procedimiento? Porque
se trata de una concatenación de pasos en estadios, donde cada estadio a su vez se
compone por variadas fases. La investigación al ser proceso racional tiene la finalidad
de dotar a nuestro conocimiento de una relativa certeza que más adelante servirá para
la configuración de certezas posteriores que puedan cristalizarse en un conocimiento.
Así, verbi gratia, el desarrollo de un marco teórico que a su vez tiene pasos para su
configuración, precede a la selección de un enfoque o teoría que por supuesto
requerirá el examen y ponderación de la bibliografía que se acopió para la constitución
del marco teórico.

Los procesos de la investigación son adjetivados de “sistemáticos” porque no


simplemente están dispuestos de una manera coherente; sino que dicha disposición
está orientada con miras a una función, a saber, el logro de la certeza parcial
correspondiente al periodo inquisitivo de que se trate. El sistema no es solamente un
conjunto de elementos; sino la disposición de esos elementos para cumplir con una
específica teleología. Exempli gratia: las partes internas de un reloj mecánico o de
cuerda aun cuando se encontraran racionalmente organizadas no harían de ello un
sistema si no es que por medio de dicha disposición se logra el funcionamiento del
reloj. De la misma manera, si las fases de una investigación se realizan
subsecuentemente; sin embargo, de manera que su conjunto no logre la finalidad del
conocimiento científico; entonces no será sistemática. Los procesos de la investigación,
además de ser ordenados, son funcionales y creados con miras a su teleología
gnoseológica lo que les hace también sistemáticos.

El carácter empírico con que se caracteriza a la investigación es una de sus notas


actuales más exigentes. En pretéritos periodos históricos, la humanidad no había
desarrollado criterio alguno que permitiera establecer una discriminación entre lo que
era o no epistémicamente aceptable y, por dichas razones otras exégesis del mundo
fueron confundidas con “conocimiento”. Tras la Ilustración, las exigencias aplicables
para los asertos que hayan de estimarse científicos ascendieron de nivel de tal manera
que no pocas disciplinas han llegado a considerar que la “prueba empírica” es el crisol
de la cientificidad. Esto que aplicase principalmente a las “ciencias duras” tiene en el
ámbito de las ciencias sociales (como el derecho) un cierto nivel de holgura, en el cual
se sustituye la “prueba empírica” por el consenso de la intersubjetividad experta; de
tal manera que se estima suficientemente científico un aserto cuando la comunidad
erudita de la disciplina específica se encuentra acorde con el sentido de dicho parecer.
Por lo anterior podríamos sostener que en ciencias sociales el carácter empírico del
proceso investigativo debe ser sustituido por su condición crítica.

Por último, en el comento de esta conceptuación de la investigación, diremos que el


conjunto de las fases que integran los estadios del procedimiento inquisitivo son el
instrumental para el estudio de un fenómeno o problema, entendidos estos dos últimos
vocablos con el sentido de “lo que se muestra” y la “presencia de una contradicción”
respectivamente. En efecto, la palabra fenómeno, proveniente del griego y aplicable a
nuestra disciplina, no denota algo magnífico o extraordinario; sino simplemente algo
que es susceptible de ser percibido sensorialmente; mientras que “problema” por otra

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parte, no debe entenderse como dificultad; sino como la presencia de una aparente
contradicción o aporía que han de ser allanados mediante su estudio y comprensión.

La investigación es pues:

Definamos...
Investigación

“…un proceso científico intelectual o material que utiliza un sujeto para


penetrar, comprender, analizar, transformar o construir un objeto de
conocimiento” (Witker, 2002: 119).

Metodología
La metodología, como lo muestra la construcción morfológica del vocablo, es la
disciplina que se encarga del estudio del “método” o de los métodos. Este primer
acercamiento significativo se ve precisado por la conceptuación que de ella nos aporta
Ponce de León Armenta, en su texto Metodología de la investigación científica del
derecho, en donde nos refiere citando a Asti Vera, que dicha disciplina es: “…la
descripción, el análisis y la valoración crítica de los métodos de investigación” (1996:
63).

La metodología es, en razón de lo anterior, el estudio sistemático de los métodos


empleados por la ciencia para producir los conocimientos que la integran. Dicho
estudio se realiza con la intención de determinar cuál es la forma más idónea para
utilizar los medios de que disponemos para alcanzar conclusiones verdaderas. Dentro
de los objetivos de la metodología se encuentra el de permitirnos conocer la manera
de hallar el método más idóneo para una obra determinada.

Es importante mencionar que la metodología es una parte de la lógica y que, como la


lógica misma, indaga por los cánones que deben regir al intelecto para alcanzar el
conocimiento correcto y verdadero. En efecto, la lógica como una disciplina práctica de
la filosofía tiene por objetivo la asecución del pensamiento correcto, el cual se estima
tal cuando ha sido obtenido mediante la prosecución de las normas que ella misma
preceptúa y que han sido creadas para excluir el error de juicio que se da cuando se
entremezclan en los procesos de la razón datos que no tienen el nivel mínimo de
fiabilidad requerido para ser útiles en la formación de conocimiento. Por otro lado, la
verdad a que aspira la lógica consiste en la adecuación de los resultados obtenidos por
virtud de procedimientos con los aspectos fácticos que les son referentes. La ciencia en
pos de alcanzar tales calidades en sus producciones ha creado para sí el estudio de los
métodos científicos o metodología.

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El estudio de los métodos científicos o metodología puede clasificarse en metodología
general y metodología especial. Si los métodos estudiados fueran susceptibles de ser
aplicados a toda ciencia, entonces ellos serán materia de estudio de la metodología
general; no así cuando se trate de los métodos específicos de cada rama del saber.

La metodología general dado que estudia los “…códigos que dirigen al hombre en sus
caminos teleológicos” (Ponce: 1996: 64) es una especie de clave para adquirir y
comunicar el conocimiento científico que es común a todas las ramas del saber.

Método
En estricto sentido etimológico la palabra método significa: “camino más allá”
(Villabella, 2009: 934) como lo atestigua la antigua lengua griega de su origen, en
donde se decía: métodos (μέθοδος) voz que a su vez fuera integrada por los
sustantivos, por supuesto, también helénicos: metá (μετά) que indica en castellano:
“más allá” y odoos (οδως) que se traduce como: “camino” (Pabón, 1989: 382).

El método es la manera de alcanzar un objetivo. Cuando se habla de método de


investigación se trata de la manera o estrategia que ha de seguirse para alcanzar el fin
cognoscitivo deseado. Para seguir un método es necesaria experiencia de variada
índole, a saber: teórica, práctica y técnica; la cual sin embargo, no basta para decir
que se obra “metodológicamente”; sino que es menester adjuntar a ella la orientación
de las operaciones intelectuales de la aprehensión, el juicio, el raciocinio, la inferencia
inductiva y deductiva, el análisis y la síntesis lógicos.

La finalidad del método es la exitosa y rauda asecución de los fines concebidos por
quien, mediante éste, opera, empleando para ello los mecanismos más adecuados.
Tratándose del derecho como de cualquier otra ciencia es necesario, para obrar con
método, plantear objetivos generales y específicos de conocimiento, pues en razón del
objeto está el método. Sean cuales sean esos objetivos epistemológicos, el jurista
debe tener en mente que la suma de éstos tienda a materializar el desideratum
supremo de la verdad, la justicia, la seguridad jurídica y el bien humano. La
excogitación del método de investigación jurídica ha de considerar concordar y colmar
los tópicos de la axiología y la lógica como ejes del saber y de la inquisición científica.

El método abraza variados instrumentos para indagar lo desconocido y adquirir por el


uso racional de éstos un nuevo conocimiento, haciendo un abordaje “objetivo, crítico y
causal” de un aporía o problemática científica. El empleo de un método de indagación
gnoseológica hace factible que los resultados por éste obtenidos sean demostrables y
comprobables, adquiriendo con ello las condiciones que tiene propias la ciencia
contemporánea (Villabella, 2009: 935). En la actualidad el valor lógico de “verdad” de
las proposiciones que configuran el saber no es suficiente, resulta imprescindible
hallarse en la posibilidad de indicar los procesos (que son tales en tanto que
efectuados) indagación, demostración o comprobación empíricos e intelectuales de una

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manera objetiva. El método científico es un camino que posibilita la falsación de los
resultados que se obtienen por su conducto.

Técnica
Entre el método y la técnica hay una relación respectiva de género a especie. El
vocablo técnica tiene también su origen en la lengua griega, específicamente en la
palabra: téchne (τέχνη) de la cual dice el eminente filólogo y filósofo Werner Jaeger:

“La palabra techné tiene en griego, un radio de acción más extenso que nuestra palabra
arte. Hace referencia a toda profesión práctica basada en determinados conocimientos
especiales y, por lo tanto, no solo a la pintura y a la escultura, a la arquitectura y a la
música, sino también, y acaso con mayor razón aún, a la medicina, a la estrategia de
guerra o al arte de la navegación. Dicha palabra trata de expresar que estas labores
prácticas o estas actividades profesionales no responden a una simple rutina, sino a
reglas generales y a conocimientos seguros; en este sentido, el griego techné,
corresponde frecuentemente en la terminología filosófica de Platón y Aristóteles a la
palabra teoría en su sentido moderno, sobre todo allí donde se la contrapone a la mera
experiencia” (1962: 515).

Según lo hemos referido en el estudio: La ciencia jurídica en el primer renacimiento


francés, epítome del pensamiento iusfilosófico de Bartolomeo Caseneo, el Lexicon
graeco-latinum manuale da idéntica significación al vocablo τέχνη, cuando bajo esta
entrada indica: “…opus arte factum”, es decir, “obra hecha con arte” (Barrera, 2019:
190). Arte, por supuesto, en el sentido de arte mecánico o arte útil, en efecto, este
tipo de arte se conceptúa como un conjunto de reglas para desplegar una actividad de
manera adecuada, empleando en su realización el menor esfuerzo posible, o sea
técnica, que es la concreción de la aplicación y combinación metódica. La técnica es un
conjunto de reglas, operaciones y procedimientos necesarios para cumplir cabalmente
con la aplicación de un método. Mediante la ejecución de las técnicas se logra que los
métodos brinden información confiable y dotada de la fiabilidad necesaria para
constituir conocimiento. La característica esencial de la técnica es su finalidad
operativa, ejemplo: la manera de realizar una ficha bibliográfica o de trabajo, la forma
de crear una entrevista o de reportar sus resultados, etcétera.

El dominio de la técnica de investigación es una conditio sine qua non para el trabajo
de la investigación científica.

Redacción
El verbo latino redactum que es el supino del verbo en modo infinitivo: redigere,
significa: “compilar” o “poner en orden” y es el sustrato léxico romano de la voz
castellana: redactar. Fácilmente se advierte que la redacción es el acto de redactar y
por ende, la actividad compiladora y ordenadora de proposiciones lógicas relativas a un
objeto epistémico.

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En su connotación habitual, redactar consiste en colocar por escrito las cavilaciones o
conocimientos ordenados con anterioridad. Esta actividad, para realizarse
debidamente, debe efectuarse incorporando frases exactas y originales enriquecidas
por el caudal léxico de la expresión y el estilo propios (Alonso, 1967: 3).

La relación entre el quehacer científico y el acto de redactar resulta palmaria y


manifiesta. El investigador que despliega su esfuerzo en la prosecución no poco ardua
del método científico y cosecha sus frutos, no guarda para sí las adquisiciones de sus
bregar. Uno de los más importantes aspectos de la ciencia es su comunicabilidad que
se da entre los seres racionales, principalmente por medio del lenguaje. La
inefabilidad, o condición de inefable no es un atributo propio del conocimiento
científico, él está destinado a la publicidad. La comunicabilidad de la ciencia le es tan
consubstancial que hasta tiene ella su propio lenguaje, denominado por supuesto:
lenguaje científico, dotado de características especiales que le hacen altamente preciso
e idóneo para la trasmisión eidética (Bunge, 1999: 15).

La comunicación escrita o redacción es parte fundamental del trabajo de quienes se


consagran al ars inueniendi (investigación científica). Dentro del ámbito de la ciencia
es de suma importancia comunicar los hallazgos de manera adecuada y oportuna.

La redacción como parte de la labor científica da por resultado la configuración de


reportes de investigación que pueden ser libros, tesis, artículos científicos etcétera,
que son los vehículos para dar al conocimiento del público los avances del saber, es
por ello que eminentes autores sostienen que la expresión de las ideas tiene casi tanta
importancia como la investigación misma. Cuando un investigador reporta los
hallazgos de su actividad, en alguno de los medios que tenemos referidos, su
exposición se convierte en un discurso científico que, para lograr su finalidad, debe
encontrarse dispuesto de una manera específica.

El discurso científico habida cuenta de la precisión y claridad que requiere se configura


paulatinamente en un proceso largo e industrioso. No es suficiente para lograr una
prístina expresión eidética el conocer las normas básicas de la gramática y la redacción
escolar, sino que es preciso haberse ejercitado en el arte de la escritura. Si bien no
todo escritor es científico, todo científico por el contrario debe ser escritor.

Dos aspectos fundamentales hay que considerar al momento de redactar un informe


de investigación cualquiera que sea su índole, a saber: los subjetivos y los objetivos, o
sea: los que nos son atingentes y los que son relativos a los destinatarios de nuestra
obra. En la actualidad existen múltiples textos dedicados a orientar a los
investigadores en esta fase final de su trabajo, que es la redacción del reporte de
resultados.

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Para saber más…

Para saber más acerca de la redacción del reporte de resultados, le sugerimos


consultar los siguientes materiales:

 Eco, Umberto, Cómo se hace una tesis, Barcelona, Gedisa, 2001.


 Rojas Soriano, Raúl, Guía para realizar investigaciones sociales, 21ª. ed.,
México, Plaza y Valdes, 1998.

Fuentes de consulta

Bibliografía

 Alonso, Martín, Arte del lenguaje y ciencia del estilo, 8.ª ed., Madrid, Aguilar,
1967.
 Aristóteles, Metafísica, Trad. Alberto Márquez Sánchez, Madrid, Edimat, 2001.
 Azuara, Pérez, Leandro, Sociología, México, Porrúa, 1977.
 Barrera, Yarko, José, La ciencia jurídica en el renacimiento francés, epítome del
pensamiento iusfilosófico de Bartolomeo Caseneo, España, Univesidad Santiago
del Granado, 2019.
 Bunge, Mario, La ciencia su método y su filosofía, México, Editorial Nueva
Imagen, 1999.
 Eco, Umberto, Cómo se hace una tesis, Barcelona, Editorial Gedisa, 2001.
 Jaeger, Werner, Paideia: los ideales de la cultura griega, segunda edición, trad.
Xirau, Joaquín y Wenceslao Roces, México, Fondo de Cultura Económica, 1962.
 Hegel, George Wilhelm Friedrich, Fenomenología del espíritu, Trad. de
Wenceslao Roces, México, Fondo de Cultura Económica, 1993.
 Hernández Sampieri, Roberto, Metodología de la investigación, 6.ª ed., México,
MacGraw-Hill, 2014.
 Leopold, E., F., Lexicon graeco-latinum manuale, LIPSIAE, 1925.
 Pabón y Suárez de Urbina, José Manual, Vox, diccionario manual griego-
español, 17.ª ed., Barcelona, Bibliograf editorial, 1989.
 Ponce De León, Armenta, Luis, “La metodología de la investigación científica del
derecho” en Revista de la Facultad de Derecho de México, México, UNAM, 1996.
 Quivy, Rayrnond, Manual de investigación en ciencias sociales. Trad. Bordas
Dunond, México, Limusa, 2005.
 Rojas, Soriano, Raúl, Guía para realizar investigaciones sociales, 38.ª ed.,
México, UNAM, 1986.
 Villabella, Armengol, Carlos Manuel, La metodología de la investigación y la
comunicación jurídica, 2.ª ed., Puebla, BUAP, 2009.
 Witker Velázquez, Jorge, Metodología jurídica, 2.ª ed., México, McGraw-Hill,
2002.

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