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ESTUDIOS GENERALES
Asignatura:
Formación Personal Humanística
LECTURA 11
Las teorías éticas finalmente se ponen en práctica cuando las personas tomamos
decisiones para actuar de algún modo determinando que podemos calificar
moralmente. En el caso de los profesionales de la salud lo esperable es que sus
acciones correspondan a decisiones guiadas por los principios bioéticos conocidos de
beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia, además de otros como verdad,
respeto, altruismo, solidaridad y humanismo. Las decisiones de las personas
responden a su experiencia y conocimiento, pero aún más cuando implican a otras
personas deben ser prudentes y razonables, siendo esto ayudado por un proceso
idóneo para asegurar en lo posible que la decisión sea técnicamente correcta y
moralmente buena. Por ello en las decisiones de los profesionales de la salud es muy
importante el camino a seguir para lograr tales propósitos. En ocasiones este proceso
requiere ser apoyado por instancias especializadas en brindar tal asesoramiento.
Introducción
Es conocido que el cuidado de la salud de las personas implica con frecuencia tomar
decisiones en situaciones complejas y con un alto grado de incertidumbre. Por ello,
resulta imprescindible que los futuros profesionales de la salud desarrollen la habilidad
de tomar buenas decisiones.
Esto es especialmente importante, no sólo porque las decisiones que toman los
profesionales de la salud están relacionadas con cuestiones de gran valor como la salud,
el bienestar y la vida de las personas, sino además porque actualmente –salvo en casos
de emergencia– deben conducir un proceso de toma decisiones compartidas con otros
integrantes del equipo de salud, pero principalmente con aquellas personas a quienes
tienen la responsabilidad de cuidar.
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Antes de tratar del método y sus fases es necesario tomar en cuenta que, en el proceso
de toma de decisiones individuales o colectivas, hay un momento previo de cuya
idoneidad depende la calidad de la decisión que se adopte. A ese momento clave se le
denomina deliberación.
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Gracia, D Judéz, J. Ética en la práctica clínica
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un principio. El siguiente esquema ilustra la conexión entre estos dos momentos con los
cursos de acción” 2
Sobre el proceso de toma de decisiones colectivas en salud, James Drane señala que los
cuidados de salud modernos están estrechamente relacionados con tecnologías nuevas y
muy poderosas que ofrecen posibilidades sin precedentes. En consecuencia, abundan los
nuevos problemas morales. El problema no es sólo que cada adelanto crea nuevas
opciones de índole moral, sino también que la elección debe ahora efectuarse en un
clima de pluralismo. Esta situación ha llevado a muchos a desistir de la ética, pues
afirman que en el clima moral de la actualidad es imposible llegar a un acuerdo sobre lo
que está bien y lo que está mal y consideran que el subjetivismo y el relativismo radicales
son inevitables. Sin embargo, esta corriente parece ser innecesariamente pesimista.
Aunque las opiniones contrarias se basen en creencias que parecen incompatibles, es
posible negociar y llegar a soluciones intermedias. A pesar de que las creencias sean
diferentes, pueden conducir a principios idénticos y las personas de buena voluntad
pueden llegar a un acuerdo sobre lo que está bien, aunque tengan distinto parecer en
cuanto a los significados últimos o a las bases filosóficas de la ética.
El utilitarismo de John Stuart Mill dista mucho de la ética de Jesús; sin embargo, el propio
Mill afirmó: “La regla de oro de Jesús de Nazaret encierra la esencia completa de la ética
utilitaria. No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti y Ama al prójimo
como a ti mismo constituyen el ideal de perfección de la moral utilitaria”. De hecho, la
tendencia de distintos fundamentos teóricos hacia una lista similar de normas éticas
(verdad, sacralidad de la vida, fidelidad, autonomía, beneficencia, justicia, igualdad,
respeto por las personas, racionalidad, etc.) derriban todo pesimismo indebido en cuanto
a la posibilidad de superar el relativismo radical.
Las personas de buena voluntad, entre ellas los profesionales de la salud comprometidos,
pueden llegar a un acuerdo en la mayoría de las situaciones. En vista del importante
compromiso de hacer lo que está bien y del acuerdo bastante amplio que existe en torno
a los principios éticos rectores, el problema fundamental se reduce al pensamiento moral
competente, es decir, pasar por ciertas etapas intelectuales para llegar a una decisión” 3
Por su parte Diego Gracia señala: Ninguna estrategia ni método puede compensar el
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Idem
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Drane J. Métodos de ética clínica. Bol Of Sanit Panam 108 (5-6), 1990
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retraso de la madurez ética o las fallas del carácter de la persona que toma decisiones.
Las personas que se dejan llevar por impulsos o que tienen una personalidad antisocial o
narcisista no pueden distanciarse lo suficiente de sus propios intereses para realizar
evaluaciones objetivas y menos aún para tomar medidas que beneficien a los pacientes.
Las personas que toman decisiones en el ámbito clínico deben al menos haber alcanzado
una etapa de madurez del carácter que les permita responder basándose en principios e
ideales. De los profesionales de la salud se espera que actúen ciñéndose a ciertos
principios, pero son muy numerosos los casos de personas que han alcanzado una
excelente reputación profesional sin un grado concomitante de madurez ética.
Sin embargo, un obstáculo mucho más común para el discernimiento ético es el hábito
de tomar decisiones de índole moral sin la ventaja que ofrece un método adecuado.
Cuando esto ocurre, lo que falta es la claridad en el discernimiento moral y no la
capacidad caracterológica del discernimiento. Algunos profesionales que se consideran
personas decentes y rectas en realidad toman a la ligera, decisiones de gran importancia
ética. Otros carecen de una estrategia sistemática o de un método reflexivo y adoptan
decisiones en una forma más pragmática. Algunos acuden a las autoridades en la materia
en busca de orientación moral, mientras que otros confían en su propia comprensión
intuitiva de lo que es correcto. Con frecuencia se toman decisiones según las expectativas
de ciertos grupos. Para que la ética profesional sea adecuada, no debe basarse en actos
irreflexivos. La verdadera ética de las profesiones de la salud requiere un método que
conduzca tanto al discernimiento moral como a decisiones que sean uniformemente
acertadas.
Menciona Gracia: “La deliberación ética no es tarea fácil. De hecho, muchos no saben
deliberar, a la vez que otros no consideran que la deliberación sea necesaria, o incluso
importante. Sucede lo mismo que en clínica. Hay profesionales que toman decisiones en
acto reflejo, rápidamente, sin pasar por el largo proceso de evaluación del paciente. Esto
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se suele justificar apelando al «ojo clínico». Del mismo modo que hay personas que creen
poseer ojo clínico, hay muchas otras que se creen dotadas de «olfato moral». Éstas
consideran que saben la respuesta ya de antemano, sin necesidad de deliberación. Ello se
debe, las más de las veces, a miedo e inseguridad ante el proceso de deliberación. Por
eso puede decirse que el ejercicio de la deliberación es un signo de madurez psicológica.
Cuando las personas se hallan dominadas por la angustia o por emociones inconscientes,
no deliberan las decisiones que toman, sino que actúan de un modo reflejo, automático,
pulsional. Sólo quien es capaz de controlar los sentimientos de miedo y de angustia
puede tener la entereza y presencia de espíritu que exige la deliberación. Las emociones
llevan a tomar posturas extremas, de aceptación o rechazo totales, de amor o de odio, y
convierten los conflictos en dilemas, es decir, en cuestiones con sólo dos salidas, que
además son extremas y opuestas entre sí. La reducción de problemas a dilemas es, por lo
general, producto de la angustia. La deliberación busca analizar los problemas en toda su
complejidad, lo cual supone ponderar tanto los principios y valores implicados como las
circunstancias y consecuencias del caso. Esto permitirá identificar todos o, al menos, la
mayoría de los cursos de acción posibles. Puede tomarse como norma que los cursos
posibles son siempre cinco o más y que cuando se han identificado menos es por defecto
en el proceso de análisis. Por otra parte, el curso óptimo de acción no está generalmente
en los extremos, sino en el medio o cercano a él. De ahí que el resultado del proceso de
deliberación suele ser tan distintos del de los procedimientos dilemáticos. Ya dijo
Aristóteles que la virtud solía estar en el punto medio.” 4
Sin duda los cuidados de salud que se pueden brindar a las personas son hoy mejores que
los de cualquier otra época anterior desde el punto de vista técnico y esta tendencia, es
de esperar, se seguirá acrecentando en el futuro. Por ello, la obligación primera del
profesional es conseguir un nivel de excelencia en el conocimiento y manejo de los
aspectos científicos y técnicos de su campo y estar permanentemente actualizado en su
progreso. A la vez, debe estar consciente de que ese progreso es conflictivo
especialmente en el campo de los valores. La conflictividad no es en sí mala o negativa,
sino una característica inherente de las situaciones y a la condición humana. En diversas
ocasiones en la actividad de los profesionales de la salud especialmente en el contexto
del cuidado de salud de las personas, aunque también en labores de gestión
administrativa o de investigación, surgen conflictos que rebasan la posibilidad que un
profesional o incluso el equipo de profesionales puedan identificar con claridad los cursos
de acción más positivos y convenientes.
Por ello es necesario que las instituciones de salud cuenten con instancias específicas de
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Gracia D. op. cit.
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resolución de conflictos éticos, que además eviten que estos traspasen los límites del
ámbito sanitario y lleguen a los tribunales. A tal efecto se han creado los comités
institucionales de ética (CIE) compuestos por representantes de los diferentes
estamentos sanitarios y por algunos miembros de la comunidad. La función de tales
comités, que por lo general tienen carácter consultivo, no decisorio, es mediar en los
conflictos éticos y ayudar a la toma de decisiones en aquellos casos en los que se les pida
consejo. La razón de que no estén compuestos sólo por profesionales de la salud, sino
que incluyan también a representantes de los usuarios, es porque las decisiones éticas
sólo son correctas si tienen en cuenta los puntos de vista de todos, y no sólo los de
algunos. No hay duda de que, en principio, los comités abiertos y plurales son más
adecuados para tomar decisiones éticas que los que no lo son.
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Gracia recomienda que siempre es conveniente seguir algún procedimiento, sea éste u
otro. Los problemas éticos consisten siempre en conflictos de valor y los valores tienen
como soporte necesario los hechos. De ahí que el procedimiento de análisis haya de
partir del estudio minucioso de los hechos clínicos, ya que cuanto más claros estén,
mayor será la precisión con la que podrán identificarse los problemas de valor. Una
buena historia clínica es siempre la base de una buena decisión clínica, también de ética.
Finalmente, el experto bioeticista español afirma que el paso más complejo de todos los
mencionados es sin duda la elección del curso de acción moralmente óptimo. Para
evaluar la calidad ética de un curso de acción hay que analizarlo siempre en dos fases,
contrastándolo con los principios en juego y con las consecuencias previsibles. Para los
principialistas extremos las decisiones deben tomarse solo a la vista de los principios,
mientras que como sabemos los consecuencialistas extremos piensan que la corrección
de un acto se mide por sus consecuencias. Ambas son posturas extremas y distan de ser
mayoritarias. Lo que se ha dado en llamar «sentido moral» afirma la existencia de
principios deontológicos formulados universalmente, como el de no matar o el no
mentir, pero considera que todo principio tiene sus excepciones, que se justifican por las
circunstancias del caso y las consecuencias previsibles.
La directora del Centro de Salud de Las Lomas recibe la información de que sesentaisiete
niños del asentamiento humano “7 de junio” programados para ser vacunados (antipolio,
antisarampión, antidifteria, antipertusis y antitetánica), no fueron vacunados debido a la
negativa de sus padres. La enfermera encargada precisa que eran hijos de familias del
club de madres de la zona, de quienes se sabía eran críticas de la medicina institucional y
tenían una influencia continua de grupos antivacunas. Justificaban su oposición a vacunar
a sus hijos en atribuir a las vacunas la posibilidad de producir complicaciones en la salud
de los niños, como por ejemplo autismo, idea que se reforzaba porque una de las familias
tenía un niño autista cuya condición había sido diagnosticada meses después de haber
recibido la vacuna.
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El Comité para absolver las consultas que recibe, sigue sistemáticamente el siguiente
método:
• Las vacunas, como cualquier acción sanitaria deben demostrar una relación
costo/beneficio favorable, que justifique los costos de todo tipo y no solo los
económicos. Este principio es más exigente en los casos en que no se trata de
restaurar la salud o aliviar el sufrimiento de una persona enferma, sino que se
interviene sobre poblaciones sanas.
• Los efectos secundarios de las vacunas son poco frecuentes y en general leves,
siendo la única precaución recomendada no vacunar a niños que estén con
síntomas de proceso infeccioso.
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En este caso el derecho de los padres a decidir sobre la salud de sus hijos
(principio de autonomía) versus el Derecho a la salud de los niños y la comunidad
(principios de beneficencia y no maleficencia)
iv. Elección por la persona responsable del caso del problema moral que a ella le
preocupa y quiere discutir
Los integrantes del Centro de salud quieren saber si el derecho de los padres a
ejercer la patria potestad tiene prioridad sobre el derecho de los niños a proteger
su salud mediante las vacunas
Curso extremo A: Denunciar a los padres ante la fiscalía y pedir que un juez de
prevención del delito ordene la intervención de la fuerza pública para efectuar la
vacunación aún en contra de la voluntad de los padres.
Curso extremo B: Acatar la decisión de los padres y no vacunar a los niños de ese
asentamiento humano.
• Informar a la fiscalía de prevención del delito para que informe a los padres de
las consecuencias legales de su negativa a vacunar a sus hijos.
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Considerando que los cursos de acción propuestos no eran excluyentes entre sí, el
comité acordó jerarquizar las medidas propuestas en el siguiente orden de
prelación:
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