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El partenaire del alcohólico tiene una activa participación en el curso de un tratamiento, ya que no
pocas veces quien arregla una primera entrevista es él. Es quien nos presenta a un paciente
improbable, reconstruye la historia del alcohólico, traza un perfil libre de vacilaciones de la
persona en cuestión, es el PORTAVOZ de una angustia reflejada en un curioso contrapunto
afectivo: verbaliza su experiencia en una queja creciente que acompaña la historia de la relación.
El partenaire refleja la suspensión efectiva de una práctica aplazada por la presencia dominante
del alcohol, innumerables veces se corresponde con el lugar de la pareja (sexual). No por nada
Freud decía que el alcohol mantiene un matrimonio verdaderamente feliz con la copa. Entonces la
pareja del alcohólico no es el partenaire.
El partenaire subjetiva lo que aparece rechazado del lado del alcohólico, es decir, la posibilidad de
sintomatizar su relación con el alcohol. Lo cual nos revela que el alcoholismo se puede
sintomatizar en otro lugar, y es en ese lugar donde el partenaire, sin saberlo va a alojarse. No hay
sujeto alcohólico: hay un lugar donde el alcoholismo derrama sus efectos.
El partenaire se convierte en un experto en alcoholismo, habla, padece, recuerda, se angustia; el
alcohólico calla, bebe, olvida, se ha vuelto insensible.
El estudio del alcoholismo empieza en el siglo XIX por denunciarlo como factor de degeneración.
Después la escuela francesa dio descripciones y una clasificación de todas las formas mentales
agudas, subagudas, y crónicas del alcoholismo. En los países de lengua alemana prosiguieron el
mismo trabajo de clasificación clínica y de estudio sociológico. En esa misma época aparece una
literatura pseudocientífica que oscureció su etiología por consideraciones moralizantes y
apasionadas: el alcoholismo es un vicio, atributo de degenerados, que conduce a la locura. En el
período contemporáneo hay estudios psicopatológicos y sociopatológicos beneficiados por
métodos psicoanalíticos, sociológicos y antropológicos. Paralelamente se desarrollan
investigaciones biológicas sobre el metabolismo. Desde siempre las bebidas alcohólicas han tenido
preferencia sobre las otras por su efecto tónico y euforizante, el alivio que ellas aportan a la
angustia y paralelamente la liberación de lo reprimido. También el alcohol está estrechamente
asociado a ritos religiosos y se atribuyen al alcohol propiedades fisiológicas dinamógenas que lo
hacen recomendable para la salud. Hay intereses económicos que también sostienen
solicitaciones apremiantes de que el bebedor es objeto. La evidencia de los factores
socioculturales en el alcoholismo está demostrada por la variación de la proporción de
alcoholómanos según los grupos profesionales, los grupos sociales, las civilizaciones y según el
sexo.
Parece también que puede desempeñar un papel en el hábito alcohomaníaco ulterior una relación
estrecha con otros alcoholómanos, sobre todo en el primer período de vida, cuando los
mecanismos de imitación e identificación son mas fáciles. Un papel fundamental es el de los
standars culturales referentes al acto de beber y la actitud social respecto al bebedor y al estado
de embriaguez. Hay una sociogénesis del alcoholismo en la presión del grupo de alcohólicos en el
sujeto. Si para engendrar la alcoholomanía es necesaria una organización neurótica de la
personalidad prealcohólica, ésta necesitará para su desarrollo el decurso de determinados
factores socioculturales. Reacciones del sujeto al alcohol: tolerancia es la relación que existe entre
la concentración de alcohol en el organismo y el grado clínico de intoxicación, como la
embriaguez, y varía con la edad y el sexo; como consecuencia se da un acostumbramiento que
hace del alcohol una especie de alimento suplementario; cualquiera sea el grado de tolerancia, el
sujeto puede sufrir una verdadera dependencia. Después el consumo permanece hasta instalarse
un modo de existencia patológica. La dependencia del alcohol se traduce en una imposibilidad de
abstenerse, un estado de necesidad, y la pérdida de libertad con respecto a él. La dependencia
primaria se da con una consumición frecuentemente solitaria, poco importante y con frecuencia
intermitente; el alcoholismo es un síntoma de emergencia. La dependencia secundaria sobreviene
tras un largo pasado de alcoholización y tendría un carácter más biológico; siendo un modo de
existencia regresivo. Los autores antiguos hablan de una predisposición hereditaria, un aumento
del alcoholismo por descendencia: los degenerados crean bebedores y los bebedores crean
degenerados, círculo vicioso que mantiene el alcohol. Sin embargo esta teoría es cada vez menos
admitida y se asimila el alcoholismo a una forma constitucional de psicopatía. Es imposible en la
descendencia de los alcohólicos no tener en cuenta perturbaciones familiares casi constantes en
las que los niños son educados. Parece el efecto de una multiplicidad de factores genéticos,
afectivos y sociales incompatibles con ideas a veces demasiado simplificadas sobre su papel
patógeno. Estas causas revelan una personalidad pre-alcohólica ya más o menos perturbada. A la
consulta, el bebedor asiste a hacerse desintoxicar por presiones del medio, raramente es para
hacerse curar.