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1.

PRINCIPIO DE DISPONIBILIDAD Y FACILIDAD PROBATORIA


(RESUMEN PARA ENTRARME YO, SIN IMPORTANCIA)

Significa que si bien las reglas generales de la carga de la prueba establecen que una
de las partes sea la obligada a probar determinados hechos, resulta que la otra parte tiene
una mayor facilidad de acceso a dicha prueba por lo que en estos casos se traslada la
carga de probar este hecho a quien tiene la facilidad de acreditarlo.

● Art. 217 de la Ley de Enjuiciamiento Civil → normas sobre la carga de la prueba.

Apartado séptimo:

7. Para la aplicación de lo dispuesto en los apartados anteriores de este artículo el


tribunal deberá tener presente la disponibilidad y facilidad probatoria que corresponde
a cada una de las partes del litigio.

De este modo, la LEC ordena a Jueces y Magistrados tener presente estos principios
procesales que atienden a la posición probatoria de las partes en el proceso y, en particular, al
hecho de que una de ellas disponga en exclusiva de un medio de prueba de interés para el
proceso y, por tanto, resulte imposible a la contraparte acceder a él, o a la mayor facilidad con
que una de ellas puede aportar una determinada prueba. En ambos casos se atribuye la
prueba, en función de los costes de presentarla para cada una de las partes, al que podemos
denominar “cheapest information provider”, esto es, quien puede presentarla a menor coste

El principio de disponibilidad y facilidad probatoria ha sido desarrollado y perfilado


por la jurisprudencia. Puede definirse como el principio en virtud del cual la parte que ostente
mayor facilidad para probar unos hechos o la parte que ostente una posición más próxima a la
prueba debe probarla, tiene la carga de probarlos, independientemente de la naturaleza del
hecho, es decir, sin tener en cuenta si son hechos constitutivos, impeditivos, extintivos o
excluyentes. Por lo tanto, las reglas sobre la distribución de la carga de la prueba contenidas
en los apartados 2 y 3 no serán tenidas en cuenta.

Por tanto, el citado precepto es interpretado por la Jurisprudencia en el siguiente


sentido:

“El principio de facilidad probatoria hace recaer las consecuencias de la falta de prueba
sobre la parte que se halla en una posición prevalente o más favorable por la
disponibilidad o proximidad a su fuente”.

En conclusión, el principio de disponibilidad y facilidad probatoria aparece en los casos en


los que es más fácil para la contraparte aportar una prueba.

2. JURISPRUDENCIA RELACIONADA
a) Entre estas reglas se encuentran los principios de disponibilidad y facilidad probatoria
(v. art. 217.7 LEC), que permiten hacer recaer las consecuencias de la falta de prueba
sobre el litigante contrario si es «la parte que tenía más facilidad o se hallaba en
una posición mejor o más favorable, por la disponibilidad o proximidad a su
fuente, para su aportación» (STS 316/2016, de 13 de mayo, Sala Primera, de lo
Civil, FUNDAMENTO DE DERECHO SEGUNDO, APARTADO 2, (RJ
2016\2040)); aunque —recuerda esta misma sentencia— la mera imposibilidad
probatoria de un hecho no puede traducirse, sin más, en un desplazamiento de la carga
de la prueba, «pues ello requiere que sea factible para la parte a la que tal
desplazamiento habría de perjudicar».
b) STS 1180/2021, DE 18 DE MARZO (SECCIÓN 5, SALA DE LO
CONTENCIOSO), FUNDAMENTO DE DERECHO DÉCIMO PRIMERO:

La vigencia de este principio ha de conectarse, sin embargo, la


disponibilidad y facilidad probatoria que corresponde a cada una de las partes,
como reiteradamente ha señalado también la Jurisprudencia de esta Sala. En
definitiva, cada parte soporta la carga de la prueba de las condiciones fácticas de
la norma en que se basa su pretensión; regla, a veces, corregida por el criterio de
la mayor facilidad de una de las partes en la aportación de la prueba concreta y
por el de la participación del órgano jurisdiccional en la investigación de los
hechos.
En este sentido se ha manifestado en ocasiones el Tribunal Supremo; así,
en Sentencia de 20 mar. 1989 , señala: "... El principio de la buena fe en la
vertiente procesal puede matizar, intensificar o alterar la regla general sobre
distribución de la carga de la prueba en aquellos casos en los que para una de las
partes resulta muy fácil acreditar un dato de difícil prueba para la otra...".
Igualmente, en Sentencia de 26 jul.1996 , expresamente se señala que el onus
probandi se traslada a la Administración cuando es ella la que tiene en sus
manos la posibilidad de certificar sobre los extremos necesitados de prueba. Por
consiguiente, ha de atenderse también al cumplimiento de la doctrina legal que,
dentro del marco del juego de la carga de la prueba, atribuye, en definitiva, el
"onus probandi" a quien, por su posición y función, dispone o tiene "más
facilidad" para asumirlo.

c) Sentencia de la Audiencia Provincial de Lérida (Sección 2ª), sentencia de 31 de


julio de 2012:

“Además, hay que recordar la conocida doctrina jurisprudencial según la cual -regla
general del art. 217.2 de la LEC según la cual corresponde al actor la carga de probar
la certeza de los hechos de los que ordinariamente se desprenda, según las normas
jurídicas a ellos aplicables, el efecto jurídico correspondiente a las pretensiones de la
demanda-, no responde a principios inflexibles y debe ser complementada como
dispone el apartado 7 del mismo precepto, es decir, el tribunal deberá tener
presente la disponibilidad y facilidad probatoria que corresponde a cada una de
las partes, de modo que con arreglo a dicha doctrina han de valorarse las
posibilidades probatorias concretas de cada una de las partes, desplazando la
carga de una a otra según criterios de mayor facilidad o dificultad probatoria ,
mayor proximidad a la fuente de prueba o conocimiento de ésta.

Es evidente que en el presente caso para el demandado, en tanto que administrador de


la sociedad , era bien sencillo acreditar tanto su efectiva actuación como tal órgano
societario como el efectivo desempeño de la actividad que constituye el objeto social
y, especialmente, la situación patrimonial de la sociedad, por cuanto tiene a su
disposición toda la documentación oportuna, lo que, inversamente, resultaba mucho
más complicado para la parte actora, dada su dificultad de acceso a las fuentes de
pruebas. Como dice al respecto la Sentencia del Tribunal Supremo 30/2004, de 2
de Febrero, Sala Primera, de lo Civil (FUNDAMENTO DE DERECHO
SEGUNDO) :

“….la determinación y valoración del patrimonio social real es una prueba que
escapa al ámbito de la parte actora por su complejidad e inaccesibilidad, debiendo
recaer sobre los administradores demandados la carga de probar aquellos
extremos, pues tienen todas las facilidades para ello al dirigir la sociedad; deben,
por tanto, para destruir la calificación de insolvencia patrimonial, probar que
efectivamente no era esa la situación real de la sociedad en los ejercicios anteriores
y nada han hecho, sólo limitarse a exigir que la contraparte pruebe , lo que le era
imposible o muy difícil, fuera de informaciones obtenidas de Registros públicos”.
d) STS 160/2003, de 18 de febrero, (Sala Primera, de lo Civil) FUNDAMENTO DE
DERECHO SEGUNDO:
“Al efecto debe tenerse presente que, al margen de otras elucubraciones sobre las
causas del accidente, la sentencia recurrida sienta, como principio, en su Fundamento
de Derecho tercero que: "la prueba practicada , y singularmente, el atestado instruido
por la Guardia Civil, no permiten inferir una clara relación de causalidad entre una
defectuosa ejecución de las obras y el lamentable accidente sufrido" por el ahora
recurrente. Estamos, por tanto, en presencia de una insuficiencia de pruebas que
obliga a ponderar las reglas de distribución de la carga de la prueba. Según las
alegaciones de la parte actora, la irrupción de la caballería en la calzada, -causa
material del accidente- con cuyo cadáver colisionó el vehículo que volcó, conducido
por el accidentado, instantes, después, de haber sido atropellada, cuando cruzaba, por
otro vehículo, que precedía al del accidentado en su marcha, se produjo como
consecuencia de haber suprimido, durante la realización de las obras, por actuación de
la demandada, las vallas de protección que impedían el paso de ganado, y otros
semovientes, de las fincas colindantes. Estas afirmaciones acreditan, en efecto, que
su prueba y relación con el accidente ocurrido tienen máximo interés, de modo,
que la insuficiencia de la prueba constatada por el órgano judicial, (a pesar de
los esfuerzos realizados por el demandante), afectan directamente al principio de
la carga probatoria, que obliga, especialmente, a la demandada para probar que
tales obras de eliminación de vallas no se habían realizado y, caso de que así
hubiera ocurrido, que su supresión no se relacionaba con la circulación libre de
los semovientes, y subsiguiente creación agravada de riesgos que ello implicaba.
Tal función, sin duda, correspondía a la demandada, simplemente, por
aplicación del principio, reconocido jurisprudencialmente, de su mejor posición
en relación con las fuentes de pruebas, lo que hubiera facilitado la adquisición de
los datos probatorios oportunos. En suma, como establece el artículo 217 de la Ley
de Enjuiciamiento Civil en su párrafo seis, -que citamos a título ilustrativo-
recogiendo criterios jurisprudenciales anteriores a la propia Ley, en la distribución de
la carga de la prueba "el Tribunal deberá tener presente la disponibilidad y facilidad
probatoria que corresponda a cada una de las partes en litigio", regla que,
indudablemente, desplaza la carga de la prueba hacia la entidad demandada. Por todo
ello, debe acogerse el motivo (sentencia del Tribunal Supremo de 20 de enero de
2003).”

e) Esta obligación constitucional se ve reflejada en la Sentencia del Tribunal Supremo


de 10 de octubre de 2007(RJ 2007/8488) cuando dice: “… a la hora de valorar la
prueba, ha de acudirse a las reglas sobre carga de la prueba establecidas en el
artículo 217 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, cuyo último apartado señala que
``para la aplicación de lo dispuesto en los apartados anterior de este artículo el
tribunal deberá tener presente la disponibilidad y facilidad probatoria que
corresponda a cada una de las partes del litigio´´. No podemos sino referirnos a la
doctrina del Tribunal Constitucional sentencia 7/1994 de 17 de enero, cuando las
fuentes de prueba se encuentran en poder de una de las partes del litigio, la
obligación constitucional de colaborar con los tribunales en el curso del proceso
conlleva a que dicha parte es quien debe aportar los datos requeridos, a fin de que el
órgano judicial pueda descubrir la verdad.”

f) Concretamente, la STS de 18 de mayo de 1988 declara que la carga de la prueba ha


de interpretarse: “según criterios flexibles y no tasados, que se deben adaptar a
cada caso, según la naturaleza de los hechos afirmados o negados y la
disponibilidad o facilidad para probar que tenga cada parte”

g) El principio de disponibilidad y facilidad probatoria ha sido desarrollado por la


jurisprudencia. Así se manifiesta en la Sentencia de la Audiencia Provincial de
Castellón de 12 de diciembre de 2003(AC 2003/1834) al establecer: “...el reparto
de la carga probatoria ha de ser equitativo, de modo que no se imponga a las partes
más esfuerzo que el correspondiente a la diligencia que razonablemente puede
serles exigida en cada caso. Se trata de aplicar la que puede llamarse teoría de la
proximidad al objeto de la prueba, en cuya virtud a cada parte, sea demandante o
demandada, le es exigible en la demostración de los hechos en que apoya su
postura la diligencia razonable a su propia cercanía a los mismos, o a la facilidad
que pueda tener en su acreditación. El anterior artículo 1214 CC ha venido a ser
sustituido en esta materia por el artículo 217 LEC.”

h) STS 2042/2016, de 13 de mayo, (Sección 1, Sala de lo Civil)FUNDAMENTO DE


DERECHO SEGUNDO, APARTADO 2 → Desestima la aplicación del principio de
disponibilidad y facilidad probatoria:

“En fin, respecto a los principios de disponibilidad y facilidad probatoria, la


alegación de las compañías ahora recurrentes de que no cabe invocar esos principios
en su perjuicio -al haber transcurrido más de veinte años entre el otorgamiento de la
escritura de compraventa pretendidamente simulada y la interposición de la
demanda iniciadora del presente proceso sin que antes de ésta don Adrian les
hubiera dirigido reclamación alguna al respecto (y es lo cierto que no hay constancia
alguna, ni alegación siquiera del ahora recurrido, de que existiera tal reclamación
previa), por lo que no disponen ya de otros medios de prueba que la escritura misma
y sus declaraciones en el acto del juicio en el sentido de que la compraventa fue real
y el precio se pagó-, es plenamente acorde con la jurisprudencia de esta Sala.

En efecto: Los referidos principios permiten hacer recaer las consecuencias de la


falta de prueba sobre la parte que tenía más facilidad o se hallaba en una posición
mejor o más favorable por la disponibilidad o proximidad a su fuente para su
aportación; pero la mera imposibilidad probatoria de un hecho no puede traducirse,
sin más, en un desplazamiento de la carga de la prueba, pues ello requiere que sea
factible para la parte a la que tal desplazamiento habría de perjudicar: así lo han
declarado, entre otras, las Sentencias de esta Sala 949/2004, de 8 de octubre (Rec.
2651/1998 ), 133/2010, de 9 de marzo (Rec. 1988/2005 ), 859/2010, de 31 de
diciembre (Rec. 1886/2006 ) y 400/2012, de 12 de junio (Rec. 703/2009 ).”

i) La Sentencia del Tribunal Constitucional 165/2020, de 16 de noviembre, aborda


este tema desde la perspectiva constitucional en un supuesto de reclamación
patrimonial por mala praxis médica en el que habían desaparecido unos documentos
(electrocardiogramas) que estaban en poder de la administración demandada y que
podían probarla. La cuestión que se plantea en el recurso de amparo es la relevancia
constitucional (o no) de las consecuencias de no haber aplicado el juzgado el principio
de facilidad probatoria respecto del hecho básico en que fundamentaba la
reclamación, que pudo ser acreditado con los electrocardiogramas extraviados; y, en
concreto, si la negativa del juez a aplicar dicho principio, no haciendo recaer
sobre la administración las consecuencias perjudiciales de la falta de prueba del
hecho, coloca al recurrente en amparo en una situación de indefensión por
imponerle la carga de una prueba diabólica e imposible.

La sentencia citada delimita, en primer lugar, el ámbito de cognición del Tribunal


Constitucional sobre el problema suscitado y analiza a continuación la relevancia
constitucional del principio de facilidad probatoria en unos términos que se
encuentran también en la jurisprudencia de la Sala Primera del Tribunal Supremo:

1. Con respecto al ámbito al que se extiende el enjuiciamiento del Tribunal


Constitucional en este tema, recuerda dos principios que constituyen una doctrina
constitucional consolidada:
a) No corresponde al Tribunal Constitucional «revisar la valoración probatoria o
alterar los hechos probados (art. 44.1b LOTC), al ser esta función exclusiva de
los órganos del Poder Judicial ex artículo 117.3 CE […]. Al Tribunal
Constitucional corresponde sólo llevar a cabo una supervisión externa de la
razonabilidad del discurso que enlaza la actividad probatoria con el relato
fáctico resultante».
b) Igualmente, no le compete, con carácter general, «el control en la aplicación
de las reglas sobre distribución de la carga de la prueba, asignadas por el
juzgado a cada una de las partes del proceso a quo»; tampoco, por tanto, del
principio (o regla) de facilidad probatoria contenido en el artículo 217.7 de la
Ley de Enjuiciamiento Civil que, «aplicada de manera mesurada y
razonable por el juez, resulta compatible con la doctrina de este tribunal
a la que ahora se aludirá, dirigida a la evitación de situaciones de
indefensión procesal».
2. A continuación, la sentencia formula el principio de facilidad probatoria y las
excepciones a su aplicación:
a) El principio se aplica, sobre todo, en los procesos frente a la
administración: en los casos en los que ésta «dispone de una prueba sobre
la cual el demandante funda su derecho, y aquélla se niega sin causa
justificada a su entrega con el fin de que pueda surtir efecto en el
correspondiente proceso, sería contrario al derecho a la tutela judicial
efectiva imponer al interesado la consecuencia de la falta de prueba del
hecho». Sin embargo, se proyecta también en controversias de distinta
naturaleza (de las que existen diversos ejemplos en la jurisprudencia de la Sala
Primera del Tribunal Supremo en los que no podemos detenernos ahora), por
ejemplo, en procesos sobre filiación, cuando el demandado se niega a
someterse a la extracción de una muestra de ADN de su cuerpo para la
práctica de una pericial que permita descubrir la verdad.

b) Sin embargo, existen dos excepciones en las cuales no opera el principio,


«lo que implica que las reglas de distribución del onus probandi han de
aplicarse de manera ordinaria, sin atemperar»: cuando se pueda hablar de
imposibilidad material y no de negativa injustificada de la administración
a la entrega del medio de prueba —lo que exigirá tener en cuenta las
circunstancias concretas de cada caso— y cuando el deber de custodia del
documento por una de las partes esté sujeto a un plazo normativo y éste
ya se haya superado a la fecha en la que la otra parte solicite el
documento, caso tratado por la Sentencia del Tribunal Constitucional
140/2003, de 14 de julio, en relación con la conservación de la documentación
de una empresa en liquidación, porque (en tal supuesto), como ya dije
anteriormente, «la mera imposibilidad probatoria de un hecho no puede
traducirse, sin más, en un desplazamiento de la carga de la prueba, pues
ello requiere que sea factible para la parte a la que tal desplazamiento
habría de perjudicar» (STS, Sala Primera, de 13 mayo del 2016).

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