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Significa que si bien las reglas generales de la carga de la prueba establecen que una
de las partes sea la obligada a probar determinados hechos, resulta que la otra parte tiene
una mayor facilidad de acceso a dicha prueba por lo que en estos casos se traslada la
carga de probar este hecho a quien tiene la facilidad de acreditarlo.
Apartado séptimo:
De este modo, la LEC ordena a Jueces y Magistrados tener presente estos principios
procesales que atienden a la posición probatoria de las partes en el proceso y, en particular, al
hecho de que una de ellas disponga en exclusiva de un medio de prueba de interés para el
proceso y, por tanto, resulte imposible a la contraparte acceder a él, o a la mayor facilidad con
que una de ellas puede aportar una determinada prueba. En ambos casos se atribuye la
prueba, en función de los costes de presentarla para cada una de las partes, al que podemos
denominar “cheapest information provider”, esto es, quien puede presentarla a menor coste
“El principio de facilidad probatoria hace recaer las consecuencias de la falta de prueba
sobre la parte que se halla en una posición prevalente o más favorable por la
disponibilidad o proximidad a su fuente”.
2. JURISPRUDENCIA RELACIONADA
a) Entre estas reglas se encuentran los principios de disponibilidad y facilidad probatoria
(v. art. 217.7 LEC), que permiten hacer recaer las consecuencias de la falta de prueba
sobre el litigante contrario si es «la parte que tenía más facilidad o se hallaba en
una posición mejor o más favorable, por la disponibilidad o proximidad a su
fuente, para su aportación» (STS 316/2016, de 13 de mayo, Sala Primera, de lo
Civil, FUNDAMENTO DE DERECHO SEGUNDO, APARTADO 2, (RJ
2016\2040)); aunque —recuerda esta misma sentencia— la mera imposibilidad
probatoria de un hecho no puede traducirse, sin más, en un desplazamiento de la carga
de la prueba, «pues ello requiere que sea factible para la parte a la que tal
desplazamiento habría de perjudicar».
b) STS 1180/2021, DE 18 DE MARZO (SECCIÓN 5, SALA DE LO
CONTENCIOSO), FUNDAMENTO DE DERECHO DÉCIMO PRIMERO:
“Además, hay que recordar la conocida doctrina jurisprudencial según la cual -regla
general del art. 217.2 de la LEC según la cual corresponde al actor la carga de probar
la certeza de los hechos de los que ordinariamente se desprenda, según las normas
jurídicas a ellos aplicables, el efecto jurídico correspondiente a las pretensiones de la
demanda-, no responde a principios inflexibles y debe ser complementada como
dispone el apartado 7 del mismo precepto, es decir, el tribunal deberá tener
presente la disponibilidad y facilidad probatoria que corresponde a cada una de
las partes, de modo que con arreglo a dicha doctrina han de valorarse las
posibilidades probatorias concretas de cada una de las partes, desplazando la
carga de una a otra según criterios de mayor facilidad o dificultad probatoria ,
mayor proximidad a la fuente de prueba o conocimiento de ésta.
“….la determinación y valoración del patrimonio social real es una prueba que
escapa al ámbito de la parte actora por su complejidad e inaccesibilidad, debiendo
recaer sobre los administradores demandados la carga de probar aquellos
extremos, pues tienen todas las facilidades para ello al dirigir la sociedad; deben,
por tanto, para destruir la calificación de insolvencia patrimonial, probar que
efectivamente no era esa la situación real de la sociedad en los ejercicios anteriores
y nada han hecho, sólo limitarse a exigir que la contraparte pruebe , lo que le era
imposible o muy difícil, fuera de informaciones obtenidas de Registros públicos”.
d) STS 160/2003, de 18 de febrero, (Sala Primera, de lo Civil) FUNDAMENTO DE
DERECHO SEGUNDO:
“Al efecto debe tenerse presente que, al margen de otras elucubraciones sobre las
causas del accidente, la sentencia recurrida sienta, como principio, en su Fundamento
de Derecho tercero que: "la prueba practicada , y singularmente, el atestado instruido
por la Guardia Civil, no permiten inferir una clara relación de causalidad entre una
defectuosa ejecución de las obras y el lamentable accidente sufrido" por el ahora
recurrente. Estamos, por tanto, en presencia de una insuficiencia de pruebas que
obliga a ponderar las reglas de distribución de la carga de la prueba. Según las
alegaciones de la parte actora, la irrupción de la caballería en la calzada, -causa
material del accidente- con cuyo cadáver colisionó el vehículo que volcó, conducido
por el accidentado, instantes, después, de haber sido atropellada, cuando cruzaba, por
otro vehículo, que precedía al del accidentado en su marcha, se produjo como
consecuencia de haber suprimido, durante la realización de las obras, por actuación de
la demandada, las vallas de protección que impedían el paso de ganado, y otros
semovientes, de las fincas colindantes. Estas afirmaciones acreditan, en efecto, que
su prueba y relación con el accidente ocurrido tienen máximo interés, de modo,
que la insuficiencia de la prueba constatada por el órgano judicial, (a pesar de
los esfuerzos realizados por el demandante), afectan directamente al principio de
la carga probatoria, que obliga, especialmente, a la demandada para probar que
tales obras de eliminación de vallas no se habían realizado y, caso de que así
hubiera ocurrido, que su supresión no se relacionaba con la circulación libre de
los semovientes, y subsiguiente creación agravada de riesgos que ello implicaba.
Tal función, sin duda, correspondía a la demandada, simplemente, por
aplicación del principio, reconocido jurisprudencialmente, de su mejor posición
en relación con las fuentes de pruebas, lo que hubiera facilitado la adquisición de
los datos probatorios oportunos. En suma, como establece el artículo 217 de la Ley
de Enjuiciamiento Civil en su párrafo seis, -que citamos a título ilustrativo-
recogiendo criterios jurisprudenciales anteriores a la propia Ley, en la distribución de
la carga de la prueba "el Tribunal deberá tener presente la disponibilidad y facilidad
probatoria que corresponda a cada una de las partes en litigio", regla que,
indudablemente, desplaza la carga de la prueba hacia la entidad demandada. Por todo
ello, debe acogerse el motivo (sentencia del Tribunal Supremo de 20 de enero de
2003).”