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Captura de Pantalla 2022-02-24 A La(s) 14.13.15
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• Se usa coma para separar el vocativo del verbo de la oración. Un vocativo es una palabra o
palabras que se emplean para dirigirse a una persona o llamar su atención.
, vocativo, .
, vocativo.
¿Cómo Ves? Revista de divulgación de la ciencia de la unam (junio de 2012). Año 14, núm. 163, p. 35 (fragmento).
Cuentan por ahí que cuando Albert Einstein empezaba a ser conocido por sus
teorías científicas era con frecuencia solicitado por las universidades para dar confe-
rencias. Dado que no era nada bueno al volante —y, sin embargo, el coche le resultaba muy
cómodo para sus desplazamientos—, contrató los servicios de un chofer de taxi que pasaba
por él cada vez que asistía a este tipo de eventos. El chofer lo llevaba, escuchaba la
conferencia y lo regresaba a su casa.
Después de varios viajes, Einstein le comentó al chofer lo aburrido que era repetir lo
mismo una y otra vez.
—Si quiere —le dijo él— lo puedo sustituir por una noche. He oído su conferencia
tantas veces que la puedo repetir de memoria.
Einstein le tomó la palabra y, antes de llegar al lugar donde conocía su siguiente
discurso, intercambiaron sus ropas: el chofer
se desaliñó y se despeinó; Einstein, por su
parte, se colocó la casaca, el gorro y se puso
al volante. Llegaron a la sala y, como ninguno
de los académicos presentes conocía en
persona al afamado científico, no se
descubrió el engaño.
El chofer expuso, de forma fluida, la
conferencia que había escuchado tan-
tas veces repetir a Einstein, mientras este lo
observaba desde la última fila con una gran
sonrisa. Todo iba muy bien, hasta que al
final, un profesor de la audiencia hizo una
pregunta que, evidentemente, el chofer no
podría contestar. Por un instante titu-
beó, pero de pronto tuvo un golpe de inspi-
ración y le respondió:
—La pregunta que usted me hace es
tan obvia y sencilla que dejaré que mi cho-
fer, que se encuentra al final de la sala, se la
responda.
Habia´ una vez un Espejo de mano que cuando se quedaba solo y nadie
´ en él se sentia
se veia ´ de lo peor, como que no existia,
´ y quizá tenia
´ ra-
zón; pero los otros espejos se burlaban de él, y cuando por las noches
los guardaban en el mismo cajón del tocador dormian ´ a pierna suelta
satisfechos, ajenos a la preocupación del neurótico.
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´ imaginar
Como ´ consolar
Como
que la vida sigue igual a la rosa y al jazmín
´ si tus pasos
como ´ si tu risa
como
ya no cruzan el portal ya no se oye en el jardín.
´ pretender esta realidad
como ´ he de mentirles
Como
´ si hasta ayer
como que mañana volverás
brillaba el sol en tu mirar. ´ despertar si tú no estás.
como
Millán, Carlos (1998). Las canciones más famosas. Editorial Diana. México, p. 178.
Doval, Gregorio. Anecdotario universal de cabecera (2003). Ediciones del Prado, Madrid, p. 52.
“Las fobias más peculiares”, en Algarabía (2008). Lectorum, México, pp. 117-118.
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Hace pocas semanas, navegando por el ciberespacio en busca de libros viejos, me encontré
con eBay, a un precio irrisorio, la versión en inglés de un libro clásico de la época de oro de
la microbiolojía escrito por el científico franco-canadiense Félix d’Herelle. El libro, publica-
do en 1926, se titula El bacteriófago y su comportamiento. Una vez en mis manos, ojeándolo,
recordé las importantísimas aportaciones que hizo este hombre a la microbiología y, en
general, a la ciencia. Posiblemente las de mayor trascendencia sean el descubrimiento de
los bacteriófajos —los virus que afectan y usualmente matan a las bacterias—, y el haber
propuesto su utilización para combatir las infecciones de origen bacteriano, algo que el
propio d’Herelle realizó con éxito.
Los bacteriófagos, palabra que literalmente significa “comedores de bacterias”, son los
entes biolójicos más abundantes sobre la Tierra. Además, los bacteriófagos o fagos, como
actualmente se acostumbra denominarlos, están presentes en todos los ecosistemas. Se ha
calculado que en cada gramo de suelo puede haber unos 100 millones de fagos y que en
un mililitro de agua de mar podríamos contar hasta un millón: esto significa que por cada
célula que existe en este planeta hay por lo menos 10 fagos.
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El hombre de hierro
Había una vez un hombre de hierro. Era fuerte. Sus músculos eran de hierro, podía hacer
cualquier trabajo. Sus piernas eran de hierro, podía caminar incansablemente. Su cabeza era
de hierro, podía ser golpeada sin sentirlo. Sus pensamientos eran firmes como el hierro. Sus
manos eran de hierro, podían tomar con firmeza lo que quería. Su pene era de hierro y siem-
pre estaba herguido. Su corazón también era de hierro, sus sentimientos le pesaban mucho.
A veces le resultaban insoportables.
Paella
Se llamaba paila y es una palabra con antecedentes franceses, viene de paele que los fran-
ceses tomaron del latín patella. Los catalanes también se aferraron al francés y decidieron
llamar paella a esta vasija grande, de metal, redonda y poco profunda. Así, el nombre
de este suculento plato conocido y ponderado internacionalmente no tiene nada que ver
con sus ingredientes, sino con la sartén que en definitiva eso es lo que es una paella ,
el recipiente donde se cocina. Se usa también decir paellera al caldero y paella al contenido,
pero en realidad, paella son ambas cosas y paellera es una señora que hace paellas.
…La paella es una comida de campo, se cocina en el campo y sus ingredien-
tes son los que da el campo, como verduras, hortalizas, legumbres, conejo, liebre, cer-
do, pollo , caracoles, aceite de oliva, sal y azafrán. Hasta el combustible para guisar-
la es del campo, pues se hace con fuego de leña.
Jimeno Jaén, Anina (2008). El sabor de las palabras. Aguilar, pp. 209-210 (fragmento).
Va ll as de Jalisco
Una va ll a es ideal para proteger su casa, su terreno o su campo de ba y as.
Va y a a la segura. Somos los mejores
Plaza de los Sauces, local 6
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Chayote
“¡La co s echa de chayotes nunca se acaba!”, a s í cantaban con escolar rego c ijo los chicos
de la prensa y de los medios que viajaban, con cargo al erario, en el avión pre s iden c ial.
El cántico ritual coin c idía con el solemní s imo momento de la entrega de sobres. Apa-
re c ía un alto dignatario de “Comunica c ión So c ial” y de su portafolios iba extrayendo
aquellos sobres que contenían dinero supuestamente destinado a “viáticos y gastos de via-
je”; pero que constituía (y constituye) un cohecho, es de c ir, un modo directí s imo de
comprar, de s esgar, de anular la libre opinión de algún comunicador.
El primer chayote que documenta la historia lo re c ibió el poeta Virgilio de manos
de Me c enas, ese gran operador. Lo otorgaba Octavio C ésar Augusto que soli c itaba de
Virgilio un poema que tangen c ialmente hablara del origen divino de Augusto. Así na c ió
“La Eneida”.
Xicoténcatl, Xochimilco, Max y Uxmal son algunos ejemplos de palabras que se escriben con
equis y que se pronuncian de distinta manera; es decir, a la x le damos distintos valores fo-
néticos: /jicoténcatl/, /sochimilco/, /máks/ y /ushmál/. Así se las gasta la vigesimoquinta
letra del español y vigésima consonante.
De esta manera la ñ resulta muy española, porque, además de inventarla, España la
lleva en su nombre, podemos decir que la x es muy mexicana. Aunque no la inventamos,
le dimos un uso extraordinario al ser la ejecutora de la fonética indígena y, más aún, al lle-
varla en nuestro nombre. Ninguna letra de la palabra México es tan representativa como la
x, como lo prueba nuestro sufijo de Internet: ‘mx’. Donde quiera que se vea, esta singular
parejita denota y connota toda la identidad tricolor que nos embarga la ‘noche del grito’ o
cada vez que juega la selección —gane o pierda—. Y a eso todavía le podemos sumar todas
las marcas mexicanas que se apropiaron del mex para vendernos desde gasolina o teléfonos,
hasta jugos e infinidad de cosas.
García Jolly, Victoria (2011). El libro de las letras. Otras inquisiciones. México, Algarabía Editorial, pp. 198-201.
Gálvez, Manuel (1945). Vida de Sarmiento. El hombre de autoridad. Emecé Editores. Buenos Aires, p. 247.
Domingo, Revista semanal del periódico El Universal. Núm. 38, agosto de 2012, p. 60.
Velis-Meza Héctor (2012). 365 días para enriquecer el lenguaje. Martínez Roca, México, p. 200.
Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo la
selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva ante su ignorancia
topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte quiso morir allí, sin ninguna es-
peranza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el con-
vento de Los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia
para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.
Aal despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se
disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en
que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.
Ttres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas in-
tentó algo dijo algunas palabras que fueron comprendidas.
Eentonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura uni-
versal y de su arduo conocimiento de Aristóteles recordó que para ese día se esperaba un
eclipse total de sol y dispuso en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar
a sus opresores y salvar la vida.
S me matáis —les dijo— puedo hacer que el sol oscurezca en su altura.
—si
Llos indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos
vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.
D dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente
sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras
uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas
fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad
maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.
Consumir azúcar en exceso provoca daños a la salud tan graves que se justificaría tratarla
como sustancia controlada, como sucede con el alcohol y el tabaco, según una investigación
realizada en la Universidad de California, en San Francisco.
El azúcar se considera un producto alimenticio de bajo valor nutritivo. Por si fuera
poco, evidencias médicas demuestran que el azúcar en exceso puede alterar el metabo-
lismo, aumentar la presión arterial, causar desequilibrios hormonales y dañar el hígado:
efecto muy parecido a los que se producen después de beber demasiado alcohol.
(…) Cada vez se encuentran en el mercado más productos elaborados con altas cantida-
des de azúcar: refrescos, helados, una gama increíble de caramelos , donas y otros pastelitos.
Como resultado, el consumo anual mundial de azúcar promedio por persona pasó de 10 kg
a principios del siglo xx a cerca de 50 kg a principios del xxi.
La historia del incienso es tan antigua como la vida de la humanidad. Cuando el hombre
descubrió el fuego, al mismo tiempo se dio cuenta de que al colocar algunas sustancias so-
bre este, desprendían diferentes olores que agradaban al olfato; estos aromas se distinguían
por ser dulces, raros o amargos, y unos más penetrantes que otros. Poco a poco fue usando
la diversidad de fragancias para distintos fines como alejar malos espíritus, a manera de
agradecimiento a los dioses, para limpiar el lugar donde se hacía algún ritual, como medio
de oración, para neutralizar olores en las inhumaciones, para elaborar perfumes, en reme-
dios de uso medicinal, y para para modificar estados de ánimo pues los aromas despiertan
sensaciones y recuerdos muy particulares. En México, el incienso más conocido es el copal
que se utiliza para diversas aplicaciones, pero muy especialmente para honrar a los espíri-
tus en el Día de Muertos.
Las agencias de viajes ofrecen tours sherlockianos por Londres, con parada en la comisaría
de Bow Street, donde Holmes resolvió el caso de El hombre del labio retorcido ; el Café Royal,
donde le atacaron en La aventura del cliente ilustre; el antiguo hotel Northumberland, donde
se alojó su cliente Henry Baskerville; el Criterion Bar, donde Watson oyó hablar de Holmes
por primera vez, y el restaurante Simpson’s, donde ambos celebraban sus éxitos con un
buen rosbif. Sin olvidar, por supuesto, el Sherlock Holmes Museum, que reproduce con
devota exactitud sus habitaciones del 221B de Baker Street.
“Tras la huella de Sherlock”, en Historia y vida. Núm. 526. Año XLIII, p. 43 (fragmento).
Como he pagado a usted tranquilamente el dinero que me cobró por reparar mis zapa-
tos, le va a extrañar sin duda la carta que me veo precisado a dirigirle.
En un principio, no me di cuenta del desastre ocurrido. Recibí mis zapatos muy con-
tento, augurándoles una larga vida, satisfecho por la economía que acababa de realizar: por
unos cuantos pesos, un nuevo par de calzado. (Estas fueron precisamente sus palabras y
puedo repetirlas).
Arreola, Juan José (2010). Tres días y un cenicero. Gandhi ediciones. México, p. 69.
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Murciélagos en peligro
El gerente
(Pieza en un acto)
Dante del Castillo
Personajes
Blanca (secretaria)
Mendoza (empleado)
Espinosa (jefe de almacén)
Señor Kódac (gerente. Puede hablar con acento extranjero)
(La acción en México, D.F.
Época actual.
Escenario: Un despacho de gerencia lujosamente amueblado. Dos escritorios y una puerta
practicable. Destacándose un gran ventanal que da al patio de la fábrica.)
(Al subirse el telón se oye el murmullo de muchas voces provenientes del patio.)
BLANCA.—(Vestida de negro, está muy nerviosa hablando por teléfono). Un momento,
por favor… (Deja la bocina encima del escritorio. Se levanta y va hacia la ventana para ce-
La arqueóloga paraguaya Mirtha Alfonso explicó que “se trata de muestras que refle-
jan las técnicas de acabado de piezas utilizadas en la tradición tupí guaraní —pueblos
que se asentaron en Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil—, y que tienen un valor cul-
tural muy elevado, porque datan de hace más de mil años.” Entre las piezas halladas
hay “algunas herramientas de piedra como los raspadores, que eran utilizados para
limpiar animales, por ejemplo los pescados, ya que estamos hablando de una zona
cercana al río, o para limpiar cueros”.