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La perpetuidad del estado de cosa inconstitucional en los centros penitenciarios

Por: Mariana Quintero Solano, Juan Sebastián Gamero y Valeria Lopez Barros

Resulta para nuestro más reciente régimen constitucional un figura innovadora, la


creación de un organismo independiente cuyo fin principal es salvaguardar el espíritu de la
constitución, es decir, de la Corte Constitucional (Constitución Política, 1991, art. 241) Desde
su investidura como máximo tribunal nacional, por respaldo y función constitucional, este
ente jurídico ha promovido un desarrollo positivo en el derecho como conjunto; labor aún
más sobresaliente, en materia de protección a las garantía que otorga la Carta Política a
aquellos dentro de su territorio. Este cuerpo colegiado judicial no solo adopta
pronunciamientos judiciales previsibles dentro del espectro del derecho mismo, sino que, con
el fin de proteger los intereses constitucionales referentes a derechos humanos y sus
derivados, crea nuevas figuras fundadas en la doctrina, en los principios generales del
derecho, en criterios de derecho internacional y su propia función reguladora. Dentro de las
funciones que se le endilgan a la Corte, existe así la revisión de las sentencia de tutela
emitidas por los jueces constitucionales de menor jerarquía , con el fin, de que exista control
constitucional directo (Decreto 2591 de 1991, 1991, art. 33), seguridad jurídica, por parte del
máximo intérprete del texto rector; función que, se desarrolla a cabalidad, y que, propende al
principio pro homine que impera en el Estado Social de derecho (Sentencia C-438-13, 2013).

Existen casos en que el control constitucional de tutela no es suficiente para


salvaguardar el derecho fundamental que corre peligro en un conglomerado social específico,
entonces se crea una figura que extiende y magnifica los efectos de la figura. Suena aterrador
pensar que una sentencia de tutela, uno de los derechos sustantivos más accionados y uno de
los procedimientos sumarios, no surten efectos materiales. El miedo se agrava al reconocer
que las fallas de otras ramas del poder público son las que originan la incapacidad de
protección de los derechos fundamentales, pues no solo impiden el pleno ejercicio sustantivo
de un individuo por vicios en su estructura o funcionamiento, irrumpen con las garantías de
grupos de ciudadanos. Se le puso entonces, en la época de los años 90, la tarea al máximo
órgano constitucional de crear una figura que apunta a la preservación de los derechos
fundamentales de un grupo que está siendo violentado (Unidad para la atención y reparación
Integral de Víctimas,S. F). Nace entonces, el Estado de Cosa Inconstitucional, un instrumento
producto de la doctrina jurisprudencial cuyo fin es crear un espacio extraordinario donde se
resuelva la discrepancia entre la realidad social y lo previsto en la Constitución.

A todas estas se debe decir que la función que cumple el Estado de Cosa
Inconstitucional desde su emisión hasta el día de hoy es reconocer los derechos
fundamentales de los tutelantes y ordena a los diferentes órganos gubernamentales a que
pongan en práctica medidas y planes que soluciones esta situación de violación masiva de
derechos (Hincapié & Paz, 2021).

Sabiendo ya la importancia de este mecanismo para que una población fuese


reconocida como vulnerable por la Corte Constitucional en aras de su función como
guardiana de la Constitución Política, es imposible no cuestionarse a cerca de la duración del
ECI de sistema carcelario colombiano, pues, por primera vez fue decretado en 1998 y a día de
hoy es evidente que los reclusos aún no cuentan con garantías que les permitan gozar de los
derechos fundamentales que se les reconocen. En función a lo previamente expuesto, resulta
relevante para el ámbito jurídico determinar los fines de la Corte Constitucional al declarar
por vía de jurisprudencia el Estado de Cosa Inconstitucional frente a la vulneración de
derechos en los centros de reclusión de Colombia.

A fin de responder el cuestionamiento previamente planteado, es necesario hacer un


análisis sobre la labor garante que viene teniendo la Corte Constitucional para lograr cumplir
la máxima de dignidad humana que ostenta nuestro estado al ser catalogado como un Estado
Social de derecho. Pues, la Corte tiene como función “cuidar que se respete nuestra
Constitución y los derechos humanos o fundamentales de las personas, y para resolver los
asuntos estudiar las tutelas” (Rama Judicial de Colombia, s. f.). Es precisamente en virtud a la
atribución constitucional que le ha sido encomendada, que ha desarrollado una serie de
mecanismos que permitan socorrer a las poblaciones vulnerables como lo es la creación del
Estado de Cosa Inconstitucional.

La población carcelaria es uno de los foco de violación masiva de derechos humanos,


pues se le ha declarado el Estado de Cosa Inconstitucional desde dos aristas individuales pero
relacionadas. Debe hacerse la salvedad, de que para considerar un fenómeno un Estado de
Cosa Inconstitucional, las violaciones deben ser “masivas y reiteradas” frente a un grupo con
un común denominador como lo son los reclusos de las cárceles colombianas. Nace en el
ordenamiento jurídico la Sentencia T-153-98, que incursiona en ilustrar cómo el
hacinamiento carcelario, producto de malas políticas públicas, poca estructura, falta de
organización y mal manejo de los recursos, no sólo discrepa con la finalidad de la medida
intramural, la resocialización y reinserción del reo en la sociedad, pues no es posible que se
despliegue actividades con estos fines en condiciones precarias, sino que recalca que
condiciones de vida semejantes van en contra a el derecho fundamental a una vida digna,
entonces dirime la situación asignando responsabilidades de reestructuración al INPEC al
Ministerio de Justicia y otros organismos implicados en el estado de los centros; cabe resaltar
que esta decisión fue extendida en 2022 a los centros de detención transitoria. Por otro lado,
las sentencias T-606-98 y T-607-98 esbozan la declaración de Estado de Cosa
Inconstitucional frente a el derecho a la salud de la población carcelaria y penitenciaria,
poniendo de presente que es deber del Estado, entendió en este caso como el INPEC, el
Ministerio de Justicia, Hacienda y Salud, y el Departamento Nacional de Planeación, tutelar
estos derechos a modificar los trámites “administrativos, presupuestales y de contratación”
(Bustamante Peña, 2011, p.2) con el fin de solucionar el problema de fondo. La Corte emplea
este medio como una directiva, hacía de otras entidades gubernamentales, para cobijar las
garantías de los ciudadanos que sobre ella reposan.

Ahora bien, volviendo a la grave vulneración de derechos que viven los reclusos, esta
autoridad ante la multitud de tutelas que ha recibido no tiene ninguna otra opción que
pronunciarse, pues no está dentro de sus funciones destinar más recursos económicos a la
adecuación de dichos establecimientos, ni mucho menos, cuenta con la facultad de crear
políticas criminales que atenúen la situación. Por lo cual, se debe señalar que la única
competencia que esta tiene frente a la demás instituciones públicas es la de solicitar que
dichas autoridades ejecuten sus labores a fin de garantizar los principios que fundamentan
nuestra carta política.

En continuidad con lo explicado, debe entenderse que al ser esta institución invocada
como protectora de la constitución y teniendo conocimiento de las innumerables acciones de
tutela que han sido interpuestas para dar precisión a la grave situación que estas personas
viven, es competencia de ella aclarar que a pesar de que los derechos a la libertad física, y a
la libre locomoción se encuentran suspendidos como consecuencia de la pena de prisión, hay
otro grupo de derechos, tales como la vida e integridad personal, la dignidad, la igualdad y la
salud, que deben mantener su incolumidad a pesar del encierro a que es sometido su titular
(Corte constitucional de Colombia, ST-193 de 1998). Esto en razón a que son derechos
inherentes a la persona y que por tanto deben ser reconocidos, respetados y garantizados. En
cumplimiento además de todos los tratados internacionales de derechos humanos en donde se
ha determinado la obligatoriedad que tiene el Estado Colombiano de “respetar y garantizar
los derechos de todas las personas privadas de libertad sometidas a su jurisdicción”
(Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 2008).

A modo de colofón es propio establecer que los fines de la Corte Constitucional a la hora
de declarar el Estado de Cosa Inconstitucional se reducen a extender los efectos de una
sentencia de acción de tutela un plano material, para enfrentar una realidad social adversa,
agravada por las acciones de órganos del estado, con lo presupuesto en el texto
constitucional, en el cual se se le den soluciones eficientes, por la ejecución de
procedimientos internos del Estado, que concluyan con las violaciones masivas y reiteradas
que sufren los reos y sindicados a la hora de ingresar en un centro penitenciario, sea frente al
derecho a la vida digna motivado por el hacinamiento o el derecho a la salud por la mala
organización. Si bien lo anterior es cierto y no admite contrario en el ámbito jurídico aplicado
por la diligencia del alto tribunal a la hora de la emisión de sus providencias, no es menos
cierto que los efectos de las mismas no se han reflejado en la espectro social al que estaban
dirigidos, pues de ser así, la figura no se remontará hasta hace dos decenios y medio.
Entonces, se reconoce la finalidad teleológica de la declaración de ECI, sin embargo, para
estas autoras se pierde en la letra menuda la efectividad de una medida tan grande por las
implicaciones políticas que conlleva, siendo su respaldo legal la constitución e ideológico la
teoría de choque de trenes.

Referencias

Corte Constitucional de Colombia. Sentencia T-193 de 1998 (M.P Eduardo Cifuentes

Muñoz: 28 abril de 1998).

Rama Judicial de Colombia. (s. f.). Jurisdicción Constitucional.


Comisión Interamericana de Derechos Humanos. (2008). Principios y Buenas

Prácticas sobre la Protección de las Personas Privadas de Libertad en las

Américas. CIDH.

Quintero, J. Q., Navarro, A. N., & Meza, M. M. (2008). La Figura Del Estado De

Cosas Inconstitucionales Como Mecanismo De Protección De Los Derechos

Fundamentales De La Población Vulnerable En Colombia. Universidad de

Cartagena.

https://file:///C:/Users/vlope/Downloads/Dialnet-LaFiguraDelEstadoDeCosasI

nconstitucionalesComoMeca-4767667.pdf

Hincapié, M. H., & Paz, J. P. (2021). Estado De Cosas Inconstitucional Y

Hacinamiento Carcelario En Colombia: ¿Es Factible La Resocialización?

Facultad de Derecho de La Universidad CES.

https://repository.ces.edu.co/bitstream/handle/10946/5268/estado%20de%20co

sas%20inconstitucional%20y%20hacinamiento%20carcelario%20en%20colo

mbia.pdf

Bustamante Peña, G. (2011). Estado de cosas inconstitucional y políticas públicas.

https://repository.javeriana.edu.co/handle/10554/1617

Constitución Política de Colombia [Const]. Art. 337. 7 de julio de 1991 (Colombia).

Corte Constitucional de Colombia. Sentencia T-607-98 (M.P. José Gregorio Hernández

Giraldo: 27 de Octubre 1998.)

Corte Constitucional de Colombia. Sentencia T-606-98 (M.P. José Gregorio Hernández

Giraldo: 27 de Octubre 1998.)


TÍTULO La perpetuidad del estado de cosa inconstitucional en los centros
penitenciarios

INTRODUCCIÓN - Qué se entiende por estados de cosa inconstitucional, como


se decreta y por qué se decretan a los reclusos como población
vulnerable.

PROBLEMA ¿Cuáles son los fines de la Corte Constitucional al declarar por vía
de jurisprudencia el Estado de Cosa Inconstitucional frente a la
vulneración de derechos en los centros de reclusión de Colombia?

OBJETIVOS General: Determinar la necesidad del estado de reconocer la


vulneración de derechos humanos a los reclusos.

CONCLUSIÓN Se sintetizan las razones por las que no debe levantarse el estado
de cosa inconstitucional.

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