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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL POR POPULAR


PARA LAS RELACIONES, JUSTICIA Y PAZ
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA SEGURIDAD
CEFO - LOS TEQUES

EL EJERCICIO DE LOS
DERECHOS HUMANOS

Profesor:
Alumno:
Lic. Lisbeth Anchietta Lic. Julio Camejo
INTRODUCCIÓN.

Los derechos y sus garantías se han convertido en cotidiano en las sociedades


contemporáneas, aunque no siempre ha sido así, y se ha tornado en una cuestión
de enorme interés desde el punto de vista de las ciencias humanas y sociales.

La lucha por el respeto de los derechos y libertades fundamentales del hombre se


confunde con la historia de la humanidad; esta lucha va unida al esfuerzo por
limitar el poder de los gobernantes y a la concreción de las exigencias derivadas
de la dignidad, la libertad y la igualdad; y, su reconocimiento, proclamación y tutela
constituyen un elemento necesario a la propia definición estatal como Estado
social y democrático de derechos, lo que es especialmente importante en el
constitucionalismo actual, y más concretamente en el modelo constitucional
democrático ecuatoriano.

En el marco de protección de los derechos humanos, y fundamentalmente en el


contexto de las garantías a los derechos y libertades, aun cuando cada sistema
político ha instaurado un procedimiento distinto, existe como común denominador, 
el Amparo. En la forma como se lo conoce en la actualidad es producto de las
luchas sociales iniciadas por los grupos de presión y se cristaliza, tanto
constitucional, como legalmente, en el siglo XX. México fue el primer país en
donde inicia la historia del Amparo.

El Amparo como garantía y proceso judicial de carácter excepcional, conduce a


asegurar al hombre el goce de una acción eficaz, rápido, sencillo, informal y
permanente ante las violaciones, cualquiera fuere su origen, a sus derechos
individuales y a las garantías de tales derechos. Cabe recordar que, la figura del
Amparo recibe carta de ciudadanía universal en la Constitución de 1857 de los
Estados Unidos Mexicanos. Y es de destacar, que el Amparo mexicano ha influido
desde el siglo XIX en la creación de distintas modalidades de Amparo
Constitucional en el resto de Latinoamérica, como por ejemplo en: Argentina,
Colombia, El Salvador, Paraguay, Perú, Chile, Venezuela, entre otros e incluso
algunos Estados han adoptado figuras equivalentes con otra denominación, tal es
el caso de Brasil con su “Mandato de Seguranca”, en Chile “Recurso de
Protección”, en Colombia “Acción de Tutela” y en Ecuador “La Acción de
Protección”.

La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre de Bogotá-


Colombia 1948 acoge la necesidad de que por un procedimiento sencillo y breve,
el individuo reciba el amparo de la justicia contra actos que violen en perjuicio de
las personas, algunos de los derechos fundamentales consagrados
constitucionalmente.

La Declaración Universal de Derechos Humanos de París de 1948, en su Art. 8


establece que: “toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los
Tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la Constitución o por la ley”.

En la Carta Africana sobre los Derechos Humanos y los Pueblos, Carta de Banjul
1981, si bien no está expresamente previsto el Amparo, el mismo podría inferirse
con una interpretación amplia y por analogía de su Art. 7 inc. a, que expresa: “todo
individuo tiene derecho de apelación a órganos nacionales competentes contra
actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos y garantizados por los
convenios, leyes, ordenanzas y costumbres vigentes”.

VENEZUELA.

Según la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, promulgada el 20


de diciembre de 1999, cuyo Título III se refiere a los Derechos y deberes Humanos
y Garantías , la protección de la Constitución, es decir la garantía de la
constitucionalidad, corresponde a la Función Judicial, ya que todos los jueces o
juezas de la República, en el ámbito de su competencia y conforme a lo previsto
en la Constitución y la ley, están en la obligación de asegurar la integridad de la
Constitución, pero la jurisdicción constitucional, corresponde exclusivamente a la
Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia.  Es esta Sala la que tiene la
facultad de revisar las sentencias de Amparo Constitucional y de control de 
inconstitucionalidad de leyes o normas jurídicas dictadas por los Tribunales de la
República, en los términos establecidos por la Ley Orgánica respectiva.

En su configuración constitucional, el sentido que se quiere dar al amparo es el


establecimiento de una vía jurisdiccional sumaria para restablecer la situación de
las personas lesionadas por la violación de los derechos y garantías que la
Constitución vigente, y aún de aquellas no consagradas específicamente”.

De acuerdo con el Art. 244 de la Constitución “La Corte Constitucional comunicará


al Presidente de la República o al Presidente del Congreso, según el caso, la
iniciación de cualquier proceso que tenga por objeto el examen de
constitucionalidad de normas dictadas por ellos. Esta comunicación no dilatará los
términos del proceso”.

“El Tribunal Supremo de Justicia garantizará la supremacía y efectividad de las


normas y principios constitucionales; será el máximo y último intérprete de la
Constitución y velará por su uniforme interpretación y aplicación. Las
interpretaciones que establezca la Sala Constitucional sobre el contenido o
alcance de las normas y principios constitucionales son vinculantes para las otras
Salas del Tribunal Supremo de Justicia y demás tribunales de la República”.

Así mismo el Art. 336 de la Constitución señala: “Son atribuciones de la Sala


Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia:

1.  Declarar la nulidad total o parcial de las leyes nacionales y demás actos con
rango de ley de los cuerpos legislativos nacionales que colindan con esta
Constitución.

2.  Declarar la nulidad total o parcial de las Constituciones y leyes estatales, de las
ordenanzas municipales y demás actos de los cuerpos deliberantes de los
Estados y Municipios dictados en ejecución directa e inmediata de la Constitución
y que colinda con ésta.
3.  Declarar la nulidad total o parcial de los actos con rango de ley dictados por el
Ejecutivo Nacional que colinda con esta Constitución.

4. Declarar la nulidad total o parcial de los actos en ejecución directa e inmediata


de la Constitución, dictados por cualquier otro órgano estatal en ejercicio del Poder
Público.

5.  Verificar, a solicitud del Presidente o Presidenta de la República o de la


Asamblea Nacional, la conformidad de la Constitución con los Tratados
Internacionales suscritos por la República antes de su ratificación.

Ninguna autoridad podrá reproducir el contenido material del acto jurídico


declarado inexequible por razones de fondo, mientras subsistan en la Carta las
disposiciones que sirvieron para hacer la confrontación entre la norma ordinaria y
la Constitución”.

El Objeto y Finalidad del Amparo Constitucional venezolano es finalístico, como


institución persigue una finalidad y describe un <<iter teleológico>> con una
dirección definida que apunta a un sólo objetivo, cual es el goce y ejercicio de los
derechos y garantías, y en el cauce de la ley, supone la estructuración del medio
jurisdiccional para que la garantía se haga efectiva.

La Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales de


Venezuela (01 de mayo de 2008), en su Art. 2 textualmente dice: “La acción de
amparo procede contra cualquier hecho, acto u omisión provenientes de los
órganos del Poder Público Nacional, Estadal o Municipal. También procede contra
el hecho, acto u omisión originados por ciudadanos, personas jurídicas, grupos u
organizaciones privadas que hayan violado, violen o amenacen violar cualquiera
de las garantías o derechos amparados por esta Ley.

Se entenderá como amenaza válida para la procedencia de la acción de amparo

RENDICIÓN DE CUENTAS Y EXIGIBILIDAD


Debido a que los derechos humanos demandan obligaciones y estas a su vez
requieren mecanismos para que sean exigidas y pueda dársele cumplimiento , es
necesario partir de la identificación tanto de los sujetos de derechos (y a lo que
tienen derecho) como de los titulares de deberes (fundamentalmente el Estado,
aunque no exclusivamente), para que cumplan con las obligaciones que les
incumben.

Es importante destacar que el incumplimiento de las obligaciones contraídas por


parte del Estado da cuenta de un déficit en materia legal, presupuestaria,
administrativa, logística o de cualquier otra índole que requiere de mecanismos
accesibles, transparentes y principalmente eficaces de exigibilidad. Los
mecanismos de rendición de cuentas no son exclusivamente judiciales
(tribunales), también incluyen: a) los cuasi-judiciales (defensorías del pueblo); b)
los administrativos (evaluaciones de impacto, políticas, planes y programas de
derechos humanos); y c) los políticos (procesos parlamentarios) . Lo importante en
estos casos es que, una vez vulnerado el derecho, estos mecanismos garanticen
su restablecimiento pleno a los agraviados y/o las agraviadas. Sin embargo, con el
empoderamiento las propias comunidades tienen la capacidad de identificar por sí
mismas los déficits de derechos que presentan y de poner en marcha los
mecanismos de exigibilidad de su cumplimiento al Estado

Es importante recalcar que las políticas públicas basadas en derechos son más
sólidas cuando están articuladas a ‘contratos sociales ’ entre el Estado y los
ciudadanos. Es decir, que en la medida en que Estado y sociedad produzcan
acuerdos legitimados por la participación, se garantiza mayor pertinencia en las
decisiones y más información para que la ciudadanía pueda exigir la restitución de
un derecho cuando se evidencie incumplimiento de las obligaciones por parte de
la institucionalidad estatal.

Por otro lado, se requiere avanzar hacia la producción y uso de la información


para diagnosticar realidades, y tanto para diseñar políticas públicas como para
evaluar su impacto real con el propósito de generar mecanismos de alerta y
seguimiento con los cuales se fomente la práctica de la exigibilidad de los
derechos, siempre y cuando exista conciencia de su existencia. La información es
un elemento clave para la toma de decisiones como proceso colectivo (o
participativo),y en el caso del enfoque de derechos debe tener un objetivo
particular: visibilizar las desigualdades que ocultan los indicadores agregados. Si
el enfoque pretende reconocer como sujetos de derechos a grupos sociales
específicos, es imprescindible desarrollar sistemas de información con los más
exhaustivos niveles de desagregación posibles, incluso más allá del ámbito local y
tomando en cuenta ejes de carácter transversal (ciclo de vida, etnia, género, etc.).

LA JUSTICIABILIDAD DE LOS DERECHOS SOCIALES EN EL DERECHO


INTERNACIONAL CONTEMPORÁNEO

En la amplia gama de derechos reconocidos al hombre a partir de la adopción de


la Declaración Universal de Derechos Humanos, son muchos los instrumentos
internacionales que han acogido los derechos económicos, sociales y culturales
como parte de sus catálogos de derechos humanos, siendo esto materia
vinculante en el ámbito internacional para las libertades fundamentales que los
Estados se comprometen a respetar y garantizar. Sin embargo, lo que en principio
es una obligación de los Estados, constituye aún objeto de discusión, para
determinar si se trata de derechos justiciables y exigibles ante un Tribunal u
órgano jurisdiccional dada la naturaleza de los mismos donde el compromiso del
Estado se encuentra expresado en los distintos instrumentos internacionales de
los cuales forma parte, o si por el contrario éstos se pueden hacer valer ante
instancias internacionales como una firme garantía de que los derechos sociales
no sigan siendo una mera ficción. En tal sentido, es necesaria la revisión tanto en
la doctrina como en la práctica internacional de los mecanismos de control de tipo
jurisdiccional para asegurar el cumplimiento de los derechos económicos, sociales
y culturales que, como parte de los Derechos Humanos Fundamentales del
hombre, es indispensable fortalecer y preservar y que no son en consecuencia,
incompatibles con la existencia de recursos judiciales para su exigibilidad en la
esfera nacional o internacional.
La inseguridad generada por la criminalidad y la violencia en las Américas
constituye un grave problema donde está en juego la vigencia de los derechos
humanos.  Las políticas sobre seguridad ciudadana deben ser evaluadas desde la
perspectiva del respeto y garantía de los derechos humanos.  Por un lado las
obligaciones negativas de abstención y respeto y, por otro, las obligaciones
positivas vinculadas a la adopción de medidas de prevención.  Asimismo, la
invocación efectiva de los derechos involucran obligaciones positivas y negativas
en cuatro niveles: obligaciones de respetar, obligaciones de proteger, obligaciones
de asegurar y obligaciones de promover el derecho en cuestión. La obligación de
respetar se define por el deber del Estado de no injerir, obstaculizar o impedir el
acceso al goce de los bienes que constituyen el objeto del derecho. Las
obligaciones de proteger consisten en impedir que terceros interfieran,
obstaculicen o impidan el acceso a esos bienes. Las obligaciones de asegurar
suponen asegurar que el titular del derecho acceda al bien cuando no puede
hacerlo por sí mismo. Las obligaciones de promover se caracterizan por el deber
de desarrollar condiciones para que los titulares del derecho accedan al bien

Nuestra Carta Magna vigente incorpora por primera vez en la historia


constitucional del país un texto que consagra los lineamientos que debe seguir el
Estado venezolano para transformar el sistema penitenciario, para estimular la
educación, la cultura, el deporte y el trabajo como herramientas de reinserción
social dirigidas a las personas que pasan por la triste realidad de perder uno de los
bienes más preciados de todo ser humano como lo es la libertad. Así también, en
la Constitución se hace mención de temas como la clasificación de los privados de
libertad y la necesidad de un personal calificado con credenciales académicas que
labore en estos centros penitenciarios para poder atacar problemas concurrentes
tales como: el ocio, hacinamiento y la corrupción que impera en los recintos
carcelarios entre otros; que detectados, a través de diferentes estudios, evidencian
la vulneración de derechos humanos como consecuencia directa del
incumplimiento del ordenamiento jurídico que regula la materia. Son estas, entre
tantas, las causas que nos motivan para seguir trabajando en defensa de la
población reclusa venezolana, , y dar a conocer las dificultades con las que se
encuentran 12 Informe sobre Los Derechos Humanos y Debido Proceso de las
Personas Privadas de Libertad en 10 Centros Penitenciarios, Venezuela 2009 los
privados de libertad. Simplemente nos convertimos en un puente de comunicación
entre las autoridades presentando propuestas a corto, mediano y largo plazo,
aportando soluciones a esta realidad que nos toca de cerca. Pedimos a las
autoridades competentes nos permitan participar directamente en actividades que
apoyen a rescatar y salvar vidas por medio de programas deportivos, recreativos,
culturales y educativos que hagan posible y efectivo la reinserción de estos seres
humanos

DERCHOS HUMANOS Y LOS PRIVADOS DE LIBERTAD

El sujeto penalmente condenado tiene derechos: los fundamentales, inherentes a


toda persona humana, reconocidos en Convenios y Pactos Internacionales,
consagrados en las Constituciones a favor de todas las personas y que no se
pierden por efectos de la condena penal, así como los específicos que se derivan
de la sentencia condenatoria, de la particular relación que se establece entre el
sancionado y el Estado que lo condenó. Efectivamente, en un Estado de Derecho
la relación entre el Estado y el sentenciado no se define como una relación de
poder sino como una relación jurídica con derechos y deberes para cada una de
las partes. El condenado tiene, pues, con el Estado una relación de derecho
público y, salvo los derechos perdidos o limitados por la condena, su condición
jurídica es igual al de las personas no condenadas. Lo mismo ocurre con más
razón, con los procesados, debido a la presunción de inocencia de la que gozan.
La normativa venezolana reconoce expresamente a los privados de libertad como
sujetos de derechos. En efecto, el artículo 272 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela (CRBV) establece que “el Estado garantizará la
rehabilitación del interno o interna y el respeto de sus derechos humanos”. Por su
parte, la Ley de Régimen Penitenciario (LRP) inspirada en las Reglas Mínimas de
la ONU, promulgada el 21 de julio de 1961, reglamentada el 07 de octubre de
1975, reformada el 17 de agosto de 1981 y el 17 de mayo del 2000, contiene los
principios que orientan el cumplimiento de las penas privativas de libertad y trata
de desarrollar algunos derechos individuales y sociales de los reclusos
consagrados en los instrumentos internacionales y en la Carta Magna. En efecto,
el artículo 2° de la LRP, contiene el mandato general de respeto de los derechos
humanos de los condenados, tanto los uti cives, como los específicamente
penitenciarios, cuando dice: 1 Ponencia dictada el 15 de septiembre de 2009
durante el Seminario Internacional “Los Derechos Humanos en el Sistema
Penitenciario venezolano: Situación actual y propuestas para su garantía”,
organizado por el Observatorio de Prisiones, conjuntamente con el Instituto
Latinoamericano de Investigaciones Sociales (ILDIS). 23 c a p í t u l o I “Durante el
período de cumplimiento de la pena deberán respetarse todos los derechos
inherentes a la persona humana consagrados en la Constitución y leyes
nacionales, tratados, convenios, acuerdos internacionales suscritos por la
República, así como los derivados de su particular condición de condenado”
(destacado nuestro). Asimismo, el Código Orgánico Procesal Penal (COPP),
desde su promulgación en el año 1998 y en sus sucesivas reformas también
reconoce que el condenado tiene derechos y el derecho a defenderlos,
atribuyendo al Juez de Ejecución la garantía de los mismos. Los artículos 478 y
531 del COPP no permiten ninguna duda al respecto. La CRBV, el COPP y la
reforma de la LRP del año 2000 son eventos de la mayor trascendencia para el
sistema penitenciario, pues introdujeron al país, por lo menos a nivel legal, el
paradigma de los derechos humanos de los privados de libertad y permitieron
albergar la esperanza de que se generarían cambios muy positivos en la situación
penitenciaria. No cabe duda de que el marco jurídico venezolano, pese a algunas
deficiencias, incoherencias e inconsistencias, tanto en la norma constitucional
como en las legales, es suficiente para propiciar la garantía de los derechos
humanos de los reclusos. Pero una cosa es el reconocimiento formal de unos
postulados garantizadores de derechos humanos y otra muy distinta es la
verificación efectiva de los mismos en el interior de las instituciones penales. La
historia y la realidad de las prisiones ponen de manifiesto que es precisamente allí
donde se vulneran todos y cada uno de los derechos de los reclusos.
Nadie en Venezuela desconoce lo que sucede en las cárceles del país:
hacinamiento, insalubridad, ocio, drogas, corrupción y violencia traducida en
huelgas, motines, tenencia de armas, muertes, heridos y secuestrados; en fin,
violación de todos los derechos humanos de los internos. En Venezuela la
violación de los derechos humanos de los reclusos no es un fenómeno reciente.
De hecho, ha generado en una práctica sistemática en los últimos 50 años,
conforme se puso de manifiesto en una reciente in- 24 Informe sobre Los
Derechos Humanos y Debido Proceso de las Personas Privadas de Libertad en 10
Centros Penitenciarios, Venezuela 2009 vestigación académica2 , la cual revela el
incumplimiento de los derechos a la vida, integridad personal, salud, educación,
trabajo y asistencia social. En efecto, la gestión programática del Ministerio de
Justicia, durante esos años, en las áreas de educación, trabajo, salud y asistencia
social, aspectos básicos para lograr la exitosa reinserción social del recluso y para
garantizar sus derechos humanos,

 
REFERÊNCIAS
Blacio, G. (2016), La Protección Jurisdiccional de los Derechos Constitucionales.
Quito – Ecuador: Corporación de Estudios y Publicaciones.
Carta Africana sobre los Derechos Humanos y los Pueblos, Carta de Banjul 1981.
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Declaración Universal de Derechos Humanos, París 1978.
GOIG MARTÍNEZ, J.M., “Configuración Constitucional del Amparo en Venezuela”,
Revista de Derecho Político,  Universidad Nacional de Educación a Distancia,
Madrid, Número 41, 1996.
La Convención Europea de Derechos Humanos de 1950.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos Pacto de San José de Costa
Rica de 1969.
La Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales de
Venezuela

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