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¿Cómo enseñar a enseñar? ¿Qué transmitir a los alumnos para ayudarlos a ser mejores
educadores en los distintos escenarios donde desplieguen su actividad profesional? ¿Sobre
qué aspectos de la tarea docente es necesario reflexionar para fortalecerlos? ¿Qué capacidades
críticas tienen que construir? ¿Qué herramientas los ayudarán a afrontar la complejidad que
esto demanda? ¿Cómo instalar la identidad docente en un ámbito que se percibe a sí mismo
como formador de artistas? ¿Cómo crear un espacio académico en el que estos estudiantes,
tan repletos de lecturas cómo de incertidumbres, comiencen a construir su ser educador?
¿Cómo sumergirlos en estos desafíos de manera placentera y reflexiva? ¿Cómo edificar
miradas de educador?
Como un talismán me acompaña una frase que Agustín, un estudiante, pronunció durante una
instancia evaluativa, cuando junto con su grupo explicaban la propuesta didáctica que habían
elaborado.
-Profesora, no es por justificarnos, pero durante la carrera aprendimos a pintar con
óleo, con acrílico, con acuarelas y hasta con computadoras, aprendimos a modelar a
tallar, a dibujar, a hacer grabado, a componer, a hacer animación…pero nunca ni
siquiera, me cuestioné con qué pintan ni cómo miran los chicos de seis años
La reflexión de Agustín, pronunciada casi como un alegato, resonó en el aula. No pude más
que agradecerle. En esa dramática síntesis reflejaba una multiplicidad de problemas, entre
ellos, la antigua, pero no por ello menos vigente, tensión presente en las instituciones de
formación artística: ¿basta saber un lenguaje para poder enseñarlo a los niños? ¿Es lo mismo
formar artistas que profesores? Sí no es así ¿cómo podemos construir esta otra mirada, la del
educador?
Cuando comencé a elaborar este texto referido a ciertas características del profesorado de
arte en Argentina me pregunté si era posible sintetizar un escenario tan complejo, no sólo por
la extensión y diversidad del territorio del país, donde existe un abanico de instituciones de
diversos tipos que forman educadores de arte; sino porque además, estamos inmersos en un
contexto de transformaciones, tanto en lo referido a la formación docente en general, como
específicamente, en la formación de docentes de arte.
La situación se refleja en la importante producción de documentos oficiales que intentan,
entre otras cosas, hacer un mapa de la situación para arribar a acuerdos que, supuestamente,
podrán garantizar criterios compartidos entre diferentes jurisdicciones y brindar elementos
teóricos para elaborar los planes de estudio de los profesorados. Los mismos están publicados
en la página del Instituto Nacional de Formación Docente –INFD- (LEN N° 26.206),
organismo creado en 2007, cuando, como se expresa en el sitio del Instituto, se iniciaba “un
proceso de dinamización, desarrollo y jerarquización de la formación docente en la
Argentina.” 1
Fragmentación, multiplicidad, complejidad, dispersión, amplitud, son palabras que resuenan
entre cambios curriculares, luchas de poder y la necesidad real de dotar a las instituciones de
mejores profesores de arte.
Estas reformas curriculares se proponen, además, superar aquella lógica aplicacionista que
tuvo que padecer Agustín: aprender el lenguaje y al fin de la carrera unas pocas instancias
destinadas a la práctica de enseñanza y lo específicamente pedagógico. Así lo expresa uno de
los documentos del INFD.
“(…) la formación docente atravesó diversas tensiones. Se puede mencionar el énfasis casi
exclusivo que se puso en ciertas épocas en la formación disciplinar, específicamente en
aspectos que hacen a la producción de obra, con la inclusión de escasos espacios para la
formación pedagógica y didáctica exclusivamente hacia el final de la carrera. Esta
característica pone de manifiesto concepciones que han dado sustento respecto de la formación
del profesor en artes visuales, centradas en la formación de artistas plásticos, que transcurren
en prácticas educativas focalizadas prioritariamente en el ámbito de los talleres de producción
a cargo de artistas profesionales. Por otra parte, a partir de la transformación educativa de los
´90 se intentó superar el paradigma de las “Bellas Artes” incorporando los fenómenos
artísticos contemporáneos, conjuntamente con un incremento notable del campo de la
formación pedagógica con el propósito de mejorar la formación del profesor, lo que en
muchos casos se vivió como un debilitamiento de la identidad institucional.”(INFD. 2009: P
71)
De algún modo, puede afirmarse que las políticas de gobierno obligaron a las instituciones de
formación artística a pensarse a sí mismas también como formadoras de educadores, algo que,
a mi modo de ver, venían dejando de lado hace tiempo. Al menos parecían percibirse solo
como formadoras de formadores de artistas, pero no consideraban la necesidad de formar
educadores para los niños de las escuelas.
En este texto me referiré específicamente a la formación de profesores de artes visuales para
escuelas comunes en la Ciudad de Buenos Aires, en el Instituto Superior de Formación
Artística Manuel Belgrano; y algunos de los problemas que surgen cuando pisamos,
cautelosos pero entusiasmados, los umbrales de la reforma.
Dentro de estas problemáticas abordaré la enseñanza dirigida a niños pequeños y la formación
de quienes la imparten. Algo sobre lo que muchos opinan livianamente, algunos minimizan, a
otros les aterra y otros tantos, afortunadamente, intentamos dimensionar en toda su intensidad
y complejidad: el inicio de la vida escolar, un momento especialmente fértil para sembrar y
cimentar el acceso al arte y la construcción de la mirada crítica, pero donde también es posible
instalar el rechazo, la desvalorización, la indiferencia o el malestar, si no se obra con
prudencia, conocimientos y sensibilidad. Es nuestra responsabilidad formar a los profesores
que posiblemente serán quienes inicien, en las escuelas, a los niños en las artes visuales.
Las reflexiones y relatos de este artículo, surgen en este espacio donde intentamos construir
identidades, miradas y actitudes de educador en estudiantes que, por lo general, arriban
interesados solamente en aprender un lenguaje artístico, pero del que egresarán con título de
profesores. Así lo expresa el documento anteriormente mencionado:
“Las instituciones de arte de nivel superior cumplen un papel crucial y estratégico puesto que
forman, entre otros, a los futuros docentes de educación artística para la educación común,
sobre todo para los niveles obligatorios, responsables de la transmisión contextualizada de los
saberes estético-artísticos socialmente significativos y de contribuir a la generación y
sostenimiento de la cultura, especialmente en aquellas zonas que no se ubican en los grandes
centros urbanos.” (INFD. 2009: P 16)
Este fragmento suscita nuevos interrogantes ¿Cuáles son esos “saberes estético-artísticos
socialmente significativos” y a qué se alude con la frase “sostenimiento de la cultura” formulada,
esta última, en singular.
No se puede soslayar que, pese a que se trata de un proyecto que intenta ser acreditado como
de formación de profesores para las escuelas primarias y secundarias recurre, para su
legitimación a la tradición de artistas plásticos, escenográfos y críticos, egresados de la
institución, mencionados en la cita anterior y no incluye a quienes se destacaron como
pedagogos: investigadores, que, además de su trayectoria como artistas, se ocuparon
especialmente de la enseñanza artística en las escuelas. Es precisamente este no percibirse
como formadores de profesores, lo que obstaculiza las articulaciones necesarias entre cátedras
y genera una inevitable puja por los tiempos y espacios curriculares asignados a la formación
artística y los destinados a la didáctica de las artes visuales y las prácticas de la enseñanza. Sin
embargo, desde los lineamentos oficiales se especifica que:
“… deberá tenerse en cuenta que estos conocimientos requeridos deben comenzar a
desarrollarse desde el comienzo de la formación, promoviendo articulaciones entre los
distintos campos implicados en los diseños curriculares, superando enfoques verticales y
pragmáticos, que conciben la práctica sólo como instancia final de la formación” (INFD.
2009)
Cabe entonces preguntarse ¿Cómo podemos construir miradas de educador si no nos
percibimos nosotros mismos como tales? ¿Es posible apelar a la construcción de la mirada
sensible y reflexiva en los estudiantes, si no hay una profunda transformación en las formas
de percibirse del profesorado?
Por todo esto, las transformaciones demandaron (y están demandando) debates, luchas
internas y externas, ya que, obviamente, no basta un cambio de plan de estudios para
modificar la percepción que de sí tienen muchos de los actores institucionales. Además, esta
reforma requirió la incorporación de profesores para nuevas materias con perfiles y recorridos
profesionales orientados hacia lo pedagógico y experiencia en la formación de educadores, lo
que ocasiona una dinámica que invariablemente promueve tensiones, ajustes y desajustes al
interior del campo.
Para llevar adelante las prácticas, contamos con un plantel de profesores con diversas
formaciones, algunos provenientes de las Ciencias de la Educación con conocimientos
artísticos y con profesores de Arte con conocimientos y experiencia pedagógica. Entonces,
desde la coordinación del Trayecto de las Prácticas Docentes concebimos dispositivos que
ayudaran a generar un espacio de reflexión durante los encuentros de taller en los qué,
generalmente, la ansiedad por solucionar la emergencia, las dudas sobre lo que se va a
proponer en las escuelas, y el relato de lo realizado, generan una relación radial con el
profesor y pocos intercambios entre el grupo de estudiantes-practicantes.
Se proyectó, en un primer momento, que las prácticas se realicen en parejas pedagógica que
asumen, alternativamente, la coordinación o el rol de ayudantes pedagógicos y observadores
co-diseñando y llevando a cabo secuencias didácticas en forma conjunta y alternativa. Quien
asume el rol de ayudante y observador registra visualmente (en soporte fotográfico o en
video) y por escrito, el desarrollo de la implementación. Esos registros sirven de insumo para
el relato conjunto de la experiencia. Estos relatos, conformados esencialmente por imágenes y
sus epígrafes (generalmente elaborados en formato de power point), constituyen la
herramienta didáctica que intenta suscitar el encuentro de miradas, visiones y reflexiones en
el espacio del taller, desde donde se acompaña y sostiene el desarrollo de las prácticas de los
estudiantes.
Las imágenes captadas por los estudiantes y a veces por los profesores que los observan,
tienen una multiplicidad de funciones: relatar hechos, descubrimientos, mostrar gestos,
capturar el encuentro inesperado, desplegar interrogantes y mostrar visiones personales sobre
la experiencia con los niños para ser debatidas con los demás. Como sostiene Martins:
“Abordadas como artefatos educativos, as imagens podem articular informações, significados
e valores que influenciam e até mesmo orientam/direcionam as pessoas a se posicionar em
relação à ideias, a formar opinião sobre problemas e situações e, principalmente, a construir
algum tipo de compreensão sobre o mundo em que vivem.” (Martins, R.2012)
La posibilidad de reflexionar sobre lo que sucede en el mundo del aula y lo que en él se mira,
de interrogar a los autores de esas imágenes, quienes también dan cuenta de cómo vieron sus
propios desempeños, qué narrativas construyen a partir de esas experiencias y lo que
decidieron y pudieron mostrar, intenta generar un cruce de miradas, visiones y reflexiones.
Cómo afirman Dussel y Gutiérrez retomando a Derrida “se necesita más de un ojo, se
precisa de ojos para que nazca una mirada” (Dussel,Gutiérrez. 2003. P 12), para que nazcan,
en este caso, miradas de educador.
Los estudiantes deben acompañar estas imágenes con epígrafes que en algunos casos
contextualizan y en otros funcionan como “señales indicadoras” 3 que buscan direccionar la
mirada hacia los aspectos relevantes desde la perspectiva de quienes narran la experiencia.
Muchas veces se trata de imágenes que están en las antípodas de lo que se considera una
buena foto, con detalles redundantes, con indefiniciones, pero que esgrimen la fuerza de su
potencia: logran despertar, cuestionar, convocar y generar un territorio en el que emergen las
subjetividades de los actores y los espectadores.
Los epígrafes y comentarios son un elemento esencial de este dispositivo, que se articulan con
el relato visual, situando la mirada de quien se asoma al insondable y dinámico paisaje donde
se transita una situación educativa.
Teniendo en cuenta que cómo expresan las recomendaciones para la elaboración del plan de
estudios: “… la práctica docente se constituye como un eje integrador que vincula los aportes
de conocimientos de los distintos campos a través del análisis, la reflexión y la puesta en acto
en distintos contextos sociales e institucionales”; (INFD. 2009) se aspira a ir más allá de un
desempeño docente más o menos exitoso, se busca construir la propia identidad docente,
desarrollando la mirada crítica y reflexiva.
En este caso, nos interesan las maneras de ver y las representaciones culturales en torno a la
escuela, la enseñanza del arte, el mirarse como educadores y las subjetividades que se
construyen tanto al transitar el escenario escolar, como en el proceso de ver y desarrollar la
mirada crítica, a partir de las narrativas que ofrecen imágenes capturadas en el contexto
particular de las prácticas que realizan los estudiantes y otras fotos tomadas por educadores en
las escuelas. Imágenes que posibilitan indagar tanto los posicionamientos y miradas de quien
las produce, como las interpretaciones de quienes las observan en el contexto del taller.
Proponemos analizar y debatir los significados que se construyen a partir de lo que se muestra
y cómo se lo muestra, los posicionamientos y reflexiones de los practicantes y de quienes los
interpelan, y por sobre todo, los entramados que se tejen al debatir posiciones, al cuestionar y
cuestionarse.
Sin embargo, como manifiesta Marilda Olivera
“Uma aula funciona da mesma maneira, para que um encontro tenha sentido é necessário que
aquelas pessoas que aceitaram o convite para aquele encontro entrem em sintonia, se
emocionem, sintam-se afetadas pelo texto e pelas imagens daquele encontro. Se não houver
estas rupturas de descontinuidades, nada aconteceu e o endereçamento se perdeu, não
encontrou destinatário.” (Olivera, Marilda. 2012)
De modo que no basta un dispositivo novedoso ni un material didáctico cuidadosamente
elaborado para lograr que los estudiantes entren en sintonía, se dejen conmover y provocar
por el desafío que lanzan estas nuevas imágenes instaladas en el escenario del aula.
Es esto, precisamente, lo que me propongo desde la cátedra de Didáctica de las Artes
Visuales, que los estudiantes aprendan a mirar desde la perspectiva del educador, que
construyan y debatan sus propias visiones.
Como sostiene Philippe Meirieu
"Aprender a mirar" no se trata solamente de "mirar". Mirar consiste en dejarse
impresionar en todos los sentidos del término: nuestra retina se impresiona, muestra
psíquis se impresiona, nos impresionamos porque lo que es "impresionante" y nos guía
a nuestro lugar, nuestra conciencia. Aprender a mirar es aprender a guiar la mirada, a
decidir sobre lo que miramos y, simultáneamente, a explorar aquello que no se da
espontáneamente a la vista. 1 (Meirieu, Philippe. 2005)
Comentan: -¿tan chicos y pintan murales? ¿Trabajan en grupo y no se pelean? También mis
preguntas hacia ellos. -¿Por qué creen que las elijo?
¡También hacen esculturas grandes!; ¿Dónde las guardan? Si es en grupo ¿cómo los
califican?; No sabía que a los chicos se les muestran obras abstractas.
Sin dudas las que instalan otras miradas sobre la infancia son aquellas que reflejan escenas
donde se ve a los niños mirar, inquietarse y conmoverse.
La foto siguiente viene acompañada por el comentario de Florencia, ya que la tomé cuando
observaba su desempeño guiando a un grupo de niños en un Museo.
Al observar estas fotos que tomaron, la primera reflexión que surgió fue reconocer que uno de
los grupos no había capturado el proceso de construcción sino la “foto social tipo
vernisagge”, cómo la denominó una de las chicas en su diario. Algo del proceso se reflejó en
la foto de la instalación y en la escultura de otro grupo. Pero, como señaló uno de los
estudiantes, - sólo cuando la obra estaba avanzada, parece que igual importaba el resultado
y no tanto cómo nos organizamos al trabajar.
Luego de la reflexión final ubicaron el grupo escultórico en el hall central de la institución, así
ese efímero bollo de papel devenido en escultura comenzó a dialogar, irreverente, con el
David y las Tres Gracias. Al salir los alumnos de las otras aulas, al fin de la jornada, la
escultura provocó conmoción y revuelo. Muchos comenzaron a sacar fotos incluyéndose a
veces en la escena. El trabajo en equipo, el humor, lo lúdico se conjugaron con los saberes
sobre enseñanza de la escultura en la escuela, los problemas de equilibrio y sostén y el arte
monumental, mientras le hacían un guiño a las canónicas esculturas desde un rincón del hall.
Nos retiramos concientes de que el innoble material sólo duraría unos pocos días, no así los
sentidos y cuestionamientos que estaba comenzando a generar.
En la clase siguiente una de las alumnas relató angustiada lo sucedido con la escultura de
papel. Al día siguiente de nuestra clase se encontraba en el profesorado por un trámite y pudo
presenciar el momento en que una de las autoridades del bachillerato, que funciona en el
mismo edificio, ordenaba, molesta, a una de las auxiliares que tirara ese “montón de basura
que afeaba el hall”. La joven, contó, casi sollozando que la auxiliar abrazó amorosamente las
dos esculturas y con sumo cuidado, casi como en un ritual, las acomodó en la vereda sobre el
tacho de basura.
La estudiante lo narraba entristecida. Sin embargo sus acciones transformadoras habían hecho
de ese plano de papel de diario una escultura tan potente que osaba ofender con su sola
presencia los “sagrados valores” que sustentaban las obras del hall.
Entonces sucedió algo que fue captado desprolija y desesperadamente por la joven con su
celular. Un cartonero 9 y su hijo pasaron por allí en un carro. El cartonero con el mismo
respeto que la casera, recogió las esculturas, las colocó en el carro y ambos se alejaron felices
con su enorme tesoro ahora, devenido en performance.
De vuelta en el taller, escuchando el relato y observando las fotos, comenzamos a tejer nuevos
sentidos, a cuestionarnos, a señalar el choque de visiones. Uno de los estudiantes comentó: la
auxiliar pudo ver la escultura y también nuestro esfuerzo aunque para la regente sólo se
trataba basura. Otros sostenían que el problema era que, en su academicismo, no toleraba
esas formas expresivas, ni el cuestionamiento a la enseñanza individualista, que lanzaba la
obra efímera. Muchos decían que lo que molestó fue el gran impacto entre los alumnos.
¿Era mejor conservar la obra hasta su deterioro seguro como objeto efímero? ¿Qué miradas
sobre el arte y la enseñanza refleja este relato? ¿Qué nuevo significado le otorgó la auxiliar al
instalarla cuidadosamente en la vereda? ¿Qué provocó en el niño y en su papá? ¿Y en los que
la vieron viajar en el carro? ¿Qué nuevas subjetividades hace circular este relato entre
nosotros?
Y ahora ¿Qué deriva le aguarda al renacer en este ensayo?
Referencias Bibliográficas
• Benjamin, Walter. La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica. En
Ensayos (tomo I) Biblioteca de Filosofía, Editora Nacional Madrid 2002)
• Berdichevsky, Patricia. “La educación artística y la formación de espectadores”. En
Boggino, Norberto. Escuela abierta y mundos posibles .Homo Sapiens. Rosario. 2009
• Davini, María Cristina. Davini, M. La formación docente en cuestión: Política y Pedagogía.
Paidós, Bs. As.1995.
• Dussel, Inés, Gutiérrez, Daniela. Educar la Mirada. Ediciones Manantial Buenos Aires.
2006.
• Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano. Proyecto para la creación del Plan para la
formación de profesores de Artes Visuales. (Documento interno). 2008
• Hernández, Fernando. Espigador@s de la cultura visual. Octaedro. Barcelona. 2007
• Hernández, Fernando (comp.) y otros. Aprender a ser docente de secundaria. Barcelona 2011
• INFD. Instituto Nacional de Formación Docente. Recomendaciones para la Elaboración de
Diseños Curriculares. Profesorados de Educación Artística. Marco Nacional para los
profesorados. Buenos Aires Ministerio de Educación de la Nación. 2009
• Martins, Raimundo. Rumos e rotas da imagem e da arte na educação, en Instrumento: R.
Est.Pesq. Educ. Juiz de Fora. V.14,n.2,jul/dez.2012
• Meirieu, Philippe. “El niño, el educador y el control remoto”. Entrevista realizada por Jacques
Liesenborghs publicada en Tramas. Educación, imágenes y ciudadanía. 2005 (acceso marzo
2013) http://www.tramas.flacso.org.ar/entrevistas/el-nino-el-educador-y-el-control-remoto
• Olivera, Marilda. Três notas sobre a formação inicial em artes visuais: a perspectiva da
cultura visual, o endereçamento e os diários de aula. en Instrumento: R. Est.Pesq. Educ.
Juiz de Fora. V.14,n.2,jul/dez.2012
Sitios de Internet INFD http://portales.educacion.gov.ar/infd/
Notas
1
En 2007 se creó el Instituto Nacional de Formación Docente –INFD- (LEN N° 26.206), como inicio de un
proceso de dinamización, desarrollo y jerarquización de la formación docente en Argentina.
2
El actual Instituto Superior de Formación Artística Manuel Belgrano proviene de la Escuela de Bellas Artes
Manuel Belgrano, según distintas investigaciones su origen puede encontrarse en 1799 cuando Belgrano crea la
Escuela de Dibujo. Otros la sitúan en1914 con la denominación de Escuela Nacional de Artes y Oficios. Desde
1936 pasa a llamarse de Bellas Artes.
3
Walter Benjamin, en su texto La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica, se refiere a los que
denomina pies de fotografía en las revistas, que direccionan la mirada.
4
Se trataba del jardín de infantes: “La Maquinita de River” que pertenece al club atlético River Plate.
5
Olé, es diario deportivo de mayor tirada en el país. www.Olé.com.ar
6
Según Davini, se entiende por biografía escolar el “producto de la trayectoria anterior a su ingreso a las instituciones
de formación inicial, a través de sus experiencias como alumnos. Como productos internalizados a lo largo de su historia
escolar, este <fondo de saber> orientaría en buena medida las formas de asumir su propio papel como docentes” (pág. 79/80)
“Habitualmente se reconoce el peso de la formación previa del estudiante ingresante en cuanto al bagaje o los tipos de
conocimientos adquiridos (o sin adquirir, en términos de <falta>) o de habilidades de pensamiento. Pero menos frecuente es
la percepción acerca de los <modelos> de práctica docente que el alumno ya trae incorporados en el momento de iniciar sus
estudios formales” ( Davini 1995)
7
Algunos de los estudiantes del profesorado son egresados del bachillerato orientado a las artes visuales. Otros
provienen de escuelas secundarias comunes.
8
Textos extraídos de las bitácoras de los estudiantes
9
Se refiere a personas que recolectan de la basura que se arroja en la ciudad, cartón y papel que luego es
utilizado Es un emprendimiento no asalariado que realizan los sectores de más bajos recursos en la Ciudad de
Buenos Aires y en el Conurbano Bonaerense